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Mi nombre es Barry Allen y soy el pegaso más rápido del mundo

by Mr.E's-pen

Chapter 8: Chapter 7

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Carrera 7:
El despertar de una velocista

Todas se encontraban en la sala de espera esperando la opinión de los doctores. Tal como le había pedido Twilight a Spike, el pequeño dragón llegó corriendo al hospital rogando por una camilla y pronto guio al personal al Palacio, en donde a medio camino hallaron a Starlight y Twilight cargando lo que quedaba de Rainbow Dash. La montaron en la camilla y corrieron lo más rápido que pudieron; y tras avisarle a las demás todo lo que les quedaba era esperar buenas noticias, aunque teniendo en cuenta el estado de Dash no tenían grandes esperanzas. Simplemente sus quemaduras eran demasiado graves, Twilight le dio y duro.
En cuanto a Twilight ya llevaba repitiendo la historia una y otra vez y cada vez que lo hacía se sentía peor. ¿En serio cómo pudo hacerle algo así a su amiga?

—No fue tu culpa Twilight — dijo Applejack. — Rainbow fue la que entró a tu casa a esa insana velocidad, era lógico que te asustara. Tú sólo actuaste por puro instinto, ¿o no?

—Bueno sí pero… ¿por qué no pude hacer algo más normal como protegerme o echarme al suelo? — Lloriqueó la alicornio morada. — ¿Por qué tuve que lastimarla? ¿Qué he hecho?

Pinkie Pie la abrazó con cuidado y acarició su melena. De reojo vio que Spike y Starlight igualmente estaban decaídos así que los abrazó también.

—Su obsesión con la velocidad fue la que la llevó a esto y la verdad creo que le hubiera ido mucho peor de no ser por tu ataque. ¡¿Te imaginas si se hubiera chocado con la pared?!

—Odio pensar así de mi amiga pero ella se lo buscó — lloriqueó Fluttershy. — Pero ahora mismo sólo espero que se recupere… ¡por favor Rainbow Dash lucha! ¡Despierta por ya!

El doctor entonces se acercó a ellas y a todas luces no traía muy buenas noticias.

—¿Prefieren las malas noticias o las noticias regulares primero? — Preguntó él con pesar.

—¡Las regulares! — Se apresuraron a gritar las chicas precipitándose contra el doctor.

—Las regulares son que la trajeron justo a tiempo, logramos estabilizarla y su vida no corre peligro inmediato. — Se aclaró la garganta, esto no sería sencillo. — Ahora las malas son que se encuentra en un coma profundo. No sabemos en qué estado se encuentre cuando despierte, si es que llega a despertar. Las opciones son dejarla como vegetal o… descon…

El grupo apartó de golpe al doctor sin dejarlo continuar y se precipitó a la habitación en donde Rainbow Dash se encontraba cubierta de vendas en sus múltiples quemaduras y conectada a varios equipos de soporte vital. El monitor cardiaco hacía un monótono bip-bip indicando que estaba estable; pero en general aquel era un espectáculo demasiado horrible para todas, sólo rezaban porque por alguna especie de milagro Rainbow se recuperara.

—¿Podemos quedarnos con nuestra amiga, por favor? — Suplicó Twilight temblorosa.

—Seguro pero sólo puedo permitir que se queden dos por habitación, normas del hospital, — explicó el doctor. — Si quieren mi consejo hablen con ella, quizá eso sea de utilidad.

—¿Pero en serio no podemos quedarnos más? — Reclamó Spike. — ¡Después de todo Twilight es una Princesa, seguro algo hay que pueda hacer!

—No Spike, tiene razón — dijo Twilight con pesadez. — Como Princesa debo poner el ejemplo siguiendo las normas. Chicas yo me quedaría al primer turno pero no creo que pueda soportarlo… esto… esto… esto…

—Yo me quedaré — dijo Fluttershy tomando el casco de Rainbow. — Descansa Twilight, ¡esto no fue culpa tuya no te mortifiques más!

—Yo también me quedaré — dijo Applejack. — No puedo quedarme de cascos cruzados con mi amiga en este estado. ¡Maldita sea Rainbow Dash! ¡Esto te pasa por obsesionarte con Flash! ¡Te advertimos que te matarías pero no hiciste caso, ahora mírate!

Cayó de rodillas contra la cama llorando.

—¡Mírate! ¡POR FAVOR DESPIERTA Y MÍRATE!

El grito de Applejack pareció que hizo a Rainbow mover sus alas pero sólo fue una falsa alarma. Así pues finalmente las chicas salieron una a una dejando solo a las dos que se quedarían aquel primer turno. Les esperaba una larga noche.

—¿Oigan, alguien ha visto a Rarity?

—¿No estaba aquí hace sólo un segundo?

—Déjenla, seguro esto fue demasiado para ella. Para cualquiera de nosotras en realidad.


Efectivamente aquello había sido demasiado para Rarity, pero no por eso se había alejado. Se había alejado porque esto fue la gota que colmó el vaso; había estado postergando eso demasiado tiempo; y ahora que su mente le pedía desesperadamente distraerse de aquella horrible visión de la Rainbow Dash moribunda, le parecía el momento perfecto. Tomó el primer tren a Canterlot y pronto estuvo ante la mansión de Blue Blood; conocía la dirección gracias a las tantas revistas de cotilleos a las cuales era tan aficionada.
Tocó la puerta decidida.

—¿Qué quieres? — Dijo Blue Blood recibiéndola de mala manera.

Rarity gritó tacleó al muy sorprendido príncipe y luego disparó un ataque mágico que impactó justo junto a su rostro.

—¡Cuidado! ¡Soy el ídolo de muchas jovencitas! — Protestó. — ¡¿QUÉ PASA CONTIGO?!

Rarity lo miró a los ojos prácticamente echando chispas.

—Príncipe Blue Blood, ¡tú le has fallado a Equestria!

Blue Blood abrió los ojos como platos y maniobró de tal forma que fue Rarity la que quedó debajo de él.

—Estás más que loca, ahora lárgate si no quieres que llame a la policía.

Entonces se levantó dejando a la muy agitada Rarity detrás.

—Dime Blue Blood, ¿cómo es que nadie más que yo ha notado que el vigilante apareció al mismo tiempo que tú abrieras tu apestoso Verdant? ¿Cómo es que sólo yo comprendo que tu comportamiento bufonesco es puro teatro? ¿Cómo es que nadie nota que siempre te largas de tu club en el clímax de la fiesta? ¡¿QUÉ RAYOS TE PASÓ EN ESA ISLA QUE TE HIZO PERDER LA RAZÓN?!

—La que perdió la razón fue otra, ¡estás cazando fantasmas donde no los hay! — Reclamó Blue Blood avanzando furiosamente hacia Rarity.

Quedaron frente a frente, nariz con nariz; y fue en ese momento en que Blue Blood se dio cuenta que ella lloraba. Su expresión se suavizó muy a su pesar.

—¿Qué es lo que realmente pasa contigo? — Preguntó él.

—Mi amiga… mi amiga… ¡mi amiga tuvo un accidente casi mortal! ¡Todo por obsesionarse con ese compañero tuyo! Rainbow podría morir y yo aquí sin hacer nada — lloriqueó ella. — ¡POR FAVOR, TIENES QUE HACER ALGO!

Blue Blood se separó un poco de ella, seguía molesto pero verla así lo tranquilizó.

—Suponiendo que tengas razón sobre mí y que de alguna forma paso mis noches como un vigilante enmascarado, ¿qué tengo que ver yo con tu amiga? Tú misma lo dijiste, esto tiene que ver con el tal Flash no con la Flecha.

Rarity sollozó un par de veces pero de todos modos miró a los ojos al príncipe.

—Estoy siendo infantil, yo lo sé, pero ahora mismo Rainbow Dash está en coma y si hay una voz puede alcanzarla en el estado en el que se encuentra ahora es la de él, ¡por favor Blue Blood! No finjas más, sé quién eres y también que el tal Flash es tu amigo.

—Estás confundiéndome con alguien más — dijo Blue Blood pero apartó la mirada. — Y yo no tengo amigos.

Rarity se quedó donde estaba llorando de lo más abatida.
Blue Blood sentía que quería echarla, lo deseaba cada fibra de su ser, pero simplemente no pudo. Suspirando mejor llamó a su ayudante.

—¡Allen!

Rarity siguió llorando en su sitio.

—¿Para qué soy bueno? — Preguntó el muchacho de buen humor.

—Para nada, pero igual a esta pobre muchacha le urge una taza de té de tilo. Tráesela lo más rápido que puedas, así se tranquiliza y me deja en paz.

Barry miró preocupado a la poni blanca.

—¿Qué le sucedió?

—A ella nada pero según tengo entendido su amiga se encuentra en coma. No me preguntes más porque no entiendo nada, sólo sé que de la nada vino a gritarme.

Barry, más amable que su jefe, le ofreció un amistoso casco a Rarity y la guio hacia la mesa de la cocina mientras que le preparaba un poco de té tal como lo encargó Blue Blood. Rarity lo aceptó automáticamente y dio pequeños sorbos. La verdad no ayudaba mucho pero se sentía un poco mejor cerca de este muchacho que de Blue Blood.

—Gracias — sonrió Rarity. — Eres muy amable, ¿cómo es que alguien como tú terminó trabajando para Blue Blood?

—No es tan malo cuando lo conoces, pero no puedo decirte mucho más.

Rarity torció el gesto.

—No te molestes, sé muy bien lo que hace por las noches pero… ¡al diablo! ¡No sé por qué pensé que alguien como él podría ayudarme! La Flecha sólo sabe tomar vidas, fui una estúpida al pensar que querría ayudarme a salvar una.

Barry mejor no dijo nada y se sentó junto a ella. La pobre chica estaba abatida, recordó cuando sus amigos le contaron cómo habían estado las cosas mientras él mismo estuvo en coma, seguro el estado se pareció mucho al que estaba Rarity.

—Pobre Rainbow — dijo Rarity con pesadez.

—¿Qué fue lo que le pasó? — Se interesó Barry, pero luego se disculpó rápidamente. — Si quieres contarme, claro. Al fin y al cabo sólo soy un desconocido…

—Qué importa a estas alturas — dijo Rarity de mala gana terminando su té de un trago. — Estaba entrenándose para superar a ese 'nuevo héroe' que acompaña al maldito de la Flecha. — Se cuidó bien de enfatizar sus palabras para que Blue Blood la escuchara. — Y en su locura ella… ella… ella sufrió un horrible accidente, fue golpeada por un relámpago que…

Barry abrió los ojos como platos y terminó la frase:

—…que la arrojó sobre un montón de químicos extraños.

Rarity se congeló por unos instantes y lo miró fijamente.

—¿Cómo sabes? — Preguntó ella con un hilo de voz.

Barry se alejó poco a poco de ella.

—Lo supuse. Fue exactamente el mismo accidente…

Desapareció en un destello rojo y dorado agitando de pronto el corazón de Rarity.

—… que a me dio a mí mis poderes — terminó Barry reapareciendo ante Rarity usando su característico traje rojo.

La modista no podía creerlo, ¿era posible acaso?

—¡Tú! ¡Tú eres… tú eres…!

—Flash — finalizó él con una sonrisa amable.

Rarity gritó y se lanzó a golpearlo. Barry no dijo nada, la dejó ser.

—¡Es tu culpa! ¡Tu culpa! Fue cosa tuya que Rainbow Dash se pusiera a hacer locuras… ella… ella… ¡SE VOLVIÓ LOCA PORQUE NO PODÍA VOLAR TAN RÁPIDO COMO TÚ!

—Lo siento mucho, de verdad no quise causar daño — dijo Barry suavemente.

—¡NO! ¡NO…!

Le fallaron las fuerzas y retomó sus sollozos.

—La velocidad significaba todo para Rainbow Dash, ahora gracias a ti se dio cuenta que no era la más veloz del mundo y… casi pierde la razón intentando superarte… ¡pero en lugar de eso está a un paso de perder pero la vida! Y…

Barry sonrió tranquilizadoramente.

—Ella no perderá la vida, ¿no me escuchaste? Le sucedió lo mismo que a mí y eso no acabó conmigo, al contrario estoy mejor que nunca.

Rarity no podía creerlo.

—¿Qué fue lo que te pasó?

—Bueno, es una larga historia…

Ella se sentó pacientemente.
Detrás de ellos Blue Blood suspiró exasperado, ya era malo que esta tipa que sabía de sobra que lo despreciaba supiera la verdad sobre él. ¿Ahora también sobre Allen? ¡Demonios que iba a ser un día largo!


Y de hecho lo fue, no sólo para el vigilante enmascarado sino también para las otras chicas que seguían recibiendo visitas, desde las Princesas que corrieron a comprobar el estado del Elemento de la Lealtad, hasta los Wonder Bolts que igualmente se apresuraron a llegar en cuanto tuvieron noticias del estado de Dash.
Spit Fire se veía especialmente afectada por todo aquello.

—¡Maldición! — Lloriqueó. — De haber sabido que le pasaría esto le hubiera permitido seguir entrenando en nuestro recinto pese a tu . ¿Por qué tienes que tener el intelecto de un chicle Dash? ¿Por qué no simplemente aceptaste que el tal Flash era puro cuento?

Twilight prefirió no tocar ese tema, pero igualmente se acercó a Spit Fire.

—No te culpes. Tú no le disparaste un relámpago.

—Yo permití que sucediera — gruñó la líder de los Wonder Bolts. — ¡POR FAVOR REACCIONA DASH!

Y así se fueron presentando todos, y pese a los débiles intentos de Twilight de asumir la culpa de lo que le había pasado a su amiga siempre le aseguraban que no había sido así, que fue culpa de la estupidez de la propia Dash en sus intentos de superar al misterioso velocista escarlata.


De regreso en Canterlot, Rarity escuchó esa historia sobre la supuesta misión de la Fuerza de la Velocidad con gran interés siempre haciendo una pregunta aquí o allá. De todos modos Barry no entró mucho en detalles, sólo se concentró en tratar de explicarle sus poderes y cómo sus amigos y él se encargaban de detener a los peligrosos meta-humanos en Central City.

—Así que al final eso eres, una especie de alienígena que vino a fastidiar a Rainbow Dash enviado por una especie de fuerza cósmica que sirve a los mutantes rápidos como tú — dijo Rarity con pesadez. — Espero que estés orgulloso, su orgullo la llevó a esto.

—Se recuperará — aseguró Barry.

—Más te vale Allen.

Barry asintió, sabía que no era bueno alterarla si estaba de ese ánimo.

—¿Sabes que desde un principio tuve ese presentimiento? Cuando nos encontramos en el Palacio y luego en la calle, sentí en lo más profundo de mi ser que ella tendría que ver con la velocista que vine a buscar.

Se quedaron callados por un rato hasta que Blue Blood fue a servirse algo de beber. Rarity clavó su mirada en él. Él por supuesto prefirió ignorarla olímpicamente y hasta le hizo señas bastante obvias a Barry para que terminara la visita. De todos modos Rarity no se lo tragó y lo siguió encarando:

—No creas que me he olvidado de ti y tus hobbies nocturnos.

—¿No te han dicho que no eres más que una irritante chismosa? De acuerdo, me voy a la zona roja a levantarme a ciertas yeguas malas para que vengan a mis clubes a hacer negocio, demándame.

Rarity se puso roja imaginándose la escena pero igual no perdió la compostura

—¡No lo sigas negando Blood! ¡Te vi cuando te quitabas esa capucha! ¡Sé lo que eres, y es mucho peor que un mimado irresponsable!

Blue Blood apretó los dientes.

—¿Qué soy?

—¡Un asesino!

—Sí claro, alguien como yo viene y arriesga el pellejo por un montón de plebeyos buenos para nada molestando a ricos decentes.

—Cuatro años en una isla desierta le cambian la perspectiva a cualquiera, basta con que le muestre la evidencia que recolecté a cualquiera.

El colmo, Blue Blood frunció el entrecejo y avanzó hasta Rarity alto y amenazador. Ella lo encaró pero se estremeció, jamás había visto a este sujeto tan serio.

—Te lo voy a explicar sólo una vez niña estúpida: ¿tienes idea del infierno que pasé en esa isla? ¡CUATRO AÑOS ATRAPADO! ¿Y SABES CUÁL FUE LA PEOR PARTE? Que no estaba solo, esa maldita isla no estaba desierta en lo absoluto…

Rarity tragó saliva comenzando a asustarse. Por su parte Barry se había alejado un poco pero se mantenía cerca en caso tuviera que detener a Blood.

—Pero… cuando regresaste tú juraste y rejuraste que en esa isla…

—Esa maldita isla estaba habitada por un grupo de terroristas, estúpidos que querían que estallara una guerra entre Equestria y las naciones vecinas, querían que el Reino fuese destruido para luego reclamar las cenizas. Era un plan muy elaborado, y como alguien de la realeza no podían dejarme escapar. Cada uno de los ponis ahí quería matarme, y tras un año me quebré. Era matar o morir, ¿entiendes?

—¿Por qué no dijiste nada al regresar? — Tembló Rarity.

—Porque comprendí tres cosas: primero, que en lo que me había transformado no le gustaría a mi tía; segundo, porque fue su gobierno el que permitió algo así. Todos los días criminales de todas las clases se aprovechan de la buena voluntad de mis tías; usan el sistema que ellas pensaron justo y que defienda a los inocentes para incrementar sus fortunas y su poder. ¿Te das cuenta?

—¡Pero hay otras formas de hacer las cosas!

—¿Las hay? La corrupción es un cáncer y para curar el cáncer tienes que extirparlo. El problema es que no todos tienen las agallas de actuar. Mis tías tienen sus ideales fijos y no harán lo que es necesario, pero es ahí donde entra la Flecha. Ellas están limitadas por las leyes que ellas mismas crearon, la Flecha no tiene reglas y si debe haber un poni que use la violencia y el terror para limpiar Equestria entonces que sea uno fuera de la ley, alguien que por mucho que actúe jamás ensucie el buen nombre de mis tías.

Rarity sintió que miraba a Blue Blood por primera vez, supo entonces que había algo bueno dentro de él; pero cuando lo conoció le urgía una dosis de realidad. La tuvo pero en una dosis demasiado grande para cualquiera. El resultado es que estaba roto por dentro pero de alguna forma luchaba por enmendarse, de ahí que se convirtiera en un vigilante.

—Borra esa mirada de compasión de tu rostro — ordenó Blue Blood.

Ella suspiró.

—Creo que empiezo a comprender por qué el Cutie Mapa me mandó contigo, hay bondad dentro de ti… y mientras haya bondad hay esperanza. Tal vez tengas razón Blue Blood, tal vez es necesario que alguien utilice la fuerza para enmendar las cosas… ¡pero debes dejar de matar! ¡Estás a punto de cruzar la línea!

—Para sermones me bastan y sobran los de Allen acerca de su amigo Oliver Queen — dijo fríamente Blue Blood.

Rarity negó con la cabeza con bastante fuerza, pero cayó en la cuenta de algo.

—Tú dijiste que había tres cosas de las que te diste cuenta. ¿Cuál es la tercera?

Y por primera vez un dejo de tristeza apareció mezclado en la ira del príncipe.

—Que los nobles que egoístamente deciden ignorar las injusticias de nuestra sociedad son los que más le han fallado a Equestria, empezando por mí.


Otra noche en el hospital. Applejack seguía negándose a abandonar a su mejor amiga, únicamente regresó a casa para bañarse y dormir un poco; pero seguiría estando junto a Rainbow sin importar qué. Y ésta vez la acompañaba Pinkie que le había traído a Dash un MMM para ella solita a cambio que despertara. Se aferraban a esperanzas infantiles pero no les quedaba de otra. ¡Rainbow tenía que despertar!
Ninguna de las dos hablaba, sólo escuchaban el monótono bip-bip del monitor cardiaco, era como hipnótico y se estaban quedando dormidas. Entonces los bips comenzaron a acelerarse. Applejack reaccionó primero.

—Oh no, está sufriendo un infarto, ¡hay que hacer algo! — Gritó. — ¡DOCTOR! ¡ENFERMERA! ¡ALGUIEN!

Los bips seguían acelerando el ritmo y Pinkie salió disparada a buscar ayuda pero se topó con los doctores a medio camino que se habían precipitado al cuarto pero no se atrevían a tocar a la paciente hasta saber qué demonios. Los bips pronto se convirtieron en un frenético sonido que hizo que todos se encogieran, ¿qué diablos? ¿Por qué su corazón latía así?

Fue cuando Rainbow Dash abrió los ojos.

—¿Ah? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¡¿DÓNDE ESTOY?!

—¡Rainbow Dash! — Gritó Applejack emocionado tomando los cascos de su amiga.

Rainbow aceptó a Applejack sin entender, pero pronto una especie de corriente eléctrica, como pequeños relámpagos de múltiples colores emergieron de todo su cuerpo y la pobre Applejack tuvo que soltarla.

—¡Dashie! — Saltó Pinkie. — ¿Te encuentras bien? ¿Puedes caminar? ¿O volar?

La pegaso cian movió ligeramente sus alas.

—Creo que sí, creo que…

El doctor, que no entendía qué diablos mejor decidió tomarse las cosas con calma.

—Me alegra por usted señorita Dash pero ahora mismo usted se encuentra recuperándose de un coma y es mejor que…

Demasiado tarde, Rainbow no estaba para sermones así que pensó en desentumir sus alas luego de casi dos días de inmovilidad, y antes que se diera cuenta terminó en el medio del Bosque Everfree.

—¿Eh?

Notó que estaba justo frente a una mantícora hambrienta. El monstruo rugió de emoción y saltó contra la pobre chica, pero algo andaba mal. ¿Por qué parecía que el monstruo se movía tan lento? Rainbow probó moverse y en unos pocos aleteos estaba fuera del alcance del monstruo, que se veía desorientado y furioso. Sintió a Rainbow tras ella y decidió destruirla con su cola de escorpión inyectándole una buena cantidad de veneno; e igual Rainbow se fijó que la cola estaba mucho más lenta de lo normal. Y ahora que lo pensaba todo a su alrededor estaba moviéndose en cámara lenta, juraba que podía ver detalladamente cómo un mosquito nocturno batía sus alitas… y fue cuando se dio cuenta que no es que la mantícora fuera lenta. No, comprendió pronto que ella era veloz, ¡Muy veloz! Casi tanto o más que… ¿pero era en serio? ¿No se suponía que estaba en el hospital?

Lo último que recordaba fue recibir de lleno un ataque electrizante de Twilight, ¿no había muerto después de eso? ¿No? ¿O sí? ¿Esto era el cielo?
La mantícora furiosa siguió atacando, pero bueno, si fuera el cielo entonces no habría mantícoras molestas… eso quería decir que… ¡SÍ!

Gritó de emoción y voló al lago para verse mejor. Fue de nuevo menos de un segundo, podía sentirlo; y al ver su reflejo contempló que todo su cuerpo estaba cubierto de pequeños relámpagos iguales a los de Flash pero los de ella eran multicolor, ¿sería posible?
Temblando de la emoción se convirtió en un borrón cian que recorrió todo el pueblo a velocidades abrumadoras, ¡Sólo podía hacer esto cuando tomaba un gran impulso! Pero ahora no necesitaba impulso, no necesitaba nada; de hecho tenía mucho más control ahora y de paso no le costaba el menor esfuerzo. Siguió volando alrededor del pueblo tocando puertas a diestra y siniestra, esto tenían que saberlo todos.

Efectivamente uno a uno los ponivilenses se asomaron para ver qué sucedía, sólo veían un relámpago arcoíris pero predominantemente azul moverse de aquí a allá, era imposible enfocarlo con los ojos. Finalmente el borrón paró en la plaza revelándose como Rainbow Dash, milagrosamente recuperada y con la energía cinética fluyendo a través de ella.

—Yo lo… ¡LO LOGRÉ! ¡MI NOMBRE ES RAINBOW DASH Y SOY LA VOLADORA MÁS VELOZ DE EQUESTRIA! ¡LA MÁS VELOZ! ¿ME OYES FLASH? ¿ME OYEN TODOS? ¡LA MÁS VELOZ!


Yo sé, los amantes de los cómics más estrictos me dirán que lo importante en un súper héroe es la identidad secreta, pero teniendo en cuenta el carácter de Dash supuse que ésta sería una reacción más propia de ella. No quería dejarla sufriendo mucho tiempo así que su estado de coma fue corto, espero comprendan. Sin más:

Chao; nos leemos!

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