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Mi nombre es Barry Allen y soy el pegaso más rápido del mundo

by Mr.E's-pen

Chapter 19: Carrera 18

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Carrera 18:
Vigilantes

Desde hacía varias generaciones la familia de Blue Blood, tanto por parte de padre como de madre, había servido a la Corona con fidelidad. Todos ellos se destacaron como grandes líderes militares y varios perdieron la vida en el cumplimiento del deber como fue el caso de los padres y los dos hermanos mayores de Blue. A la corta edad de doce años el pequeño príncipe se quedó sin nadie en el mundo y Celestia decidió criarlo como su propio hijo.
Sin embargo Blue Blood jamás superó la pérdida de sus padres, eso se notó siempre en su actitud pedante y egoísta siempre menospreciando a todos los que lo rodeaban. Conforme fue creciendo no sólo no mostró interés alguno en la carrera militar sino que se la pasaba días y noches parrandeando, bebiendo y quién sabe cuántas cosas más. Muchos ponis se preguntaban cómo era que la Princesa lo soportaba, bueno, la cuestión era que ella todavía se sentía en deuda con la familia que perdió la vida en su nombre; y sobre todo porque entendía perfectamente que Blue Blood hacía lo que hacía en plan de reír para no llorar.

Luego tuvo ese famoso accidente en el cual su yate en donde se quedó atrapado en una isla desierta por cuatro años y por mucho tiempo la Princesa pensó que su sobrino había muerto y que de nuevo le había fallado a la familia que lo había apoyado durante tanto tiempo. Pero por causa de un milagro Blue volvió a casa y en cierta había sufrido una transformación severa: ya no quiso más seguir viviendo bajo el cuidado de su tía y se mudó a la vieja mansión de su familia tratando de comenzar su propio negocio; incluso comenzó a tratar de pagarle a su tía tantos años de bondad mandándole una modesta cantidad de dinero que iba variando conforme su club generaba ganancias. Sí, Blue Blood era otro y aunque muchos insistían en que el cambio no era la gran cosa, era porque no lo conocían tan bien como Celestia. Sin embargo pese a lo orgullosa que se sentía del cambio en su sobrino también sabía bien que le ocultaba algo, primero que nada se evadía siempre que le preguntaban sobre qué ocurrió en la dichosa isla y luego algo en su actitud (la misma de siempre) se sentía extrañamente falso pero no había forma de determinar por qué.

Pero aquella noche todas sus dudas se despejaron cuando el vigilante enmascarado conocido como la Flecha se quitó la capucha justo frente a ella.

—¿Quién? ¿Cómo? ¡No! ¡¿Blue Blood?! — Preguntó Celestia casi gritando de la sorpresa.

Los guardias tampoco podían creerlo, hasta se habían hecho varias apuestas intentando adivinar quién era el vigilante pero nadie jamás había mencionado a Blue Blood. Simplemente no cabía en sus cabezas que un niño de mami como él podría ser un héroe y mucho menos uno que atacaba más que todo a los círculos más altos de la sociedad poni.

—Imposible… imposible…— murmuraba Luna mirando fijamente a los ojos del príncipe, ahora fríos y llenos de un espíritu de resignación. — ¿Cómo diablos fue que pasó esto?

En respuesta Blue Blood sólo se encogió de hombros. Entonces el líder de los guardias tomó la iniciativa y se dispuso a colocarle un anillo anti-mágico para someterlo cuando Blue Blood de improviso saltó hacia atrás y lo atrapó en una poderosa llave de lucha. Luna y Celestia reaccionaron rápido poniéndose en pie listas para derribar al príncipe pero él las miró con calma y con su mentón señaló a la velocista que apenas si se estaba recuperando.

—No tan rápido, el trato no entra en vigencia hasta que ella no se vaya de aquí sana y salva.

El metabolismo híper-acelerado de Rainbow finalmente terminó de procesar la cantidad industrial de narcóticos inyectados por Blue Blood y fue tomando conciencia de lo que ocurría. Y lo primero que alcanzó a ver fue a las dos Princesas de pie listas para el combate mientras que la Flecha estaba ahí parado frente a ellas sin usar su capucha.

—¡No… NO! ¿PERO QUÉ HAS HECHO BLOOD?

El vigilante se volvió a verla con calma.

—Aprecio lo que intentaste hacer por mí Dash, de veras que sí. Pero no lo valgo, ni como la Flecha ni mucho menos como yo mismo. Vete a Ponyville ya mismo.

—Le prometí a Barry…

—Soy un adulto responsable de mis actos. No necesito una niñera súper veloz. Vete ya.

—Pero…

—¡VETE!

Rainbow miró dolida a Blue Blood pero no pudo más que despedirse y desaparecer a gran velocidad. Entonces Blood liberó al líder de los guardias y se dejó restringir.

—¿Todo bien ahora?

El guardia no andaba para bromas y pateó a Blood en las costillas sin importarle que fuera el sobrino favorito de la Princesa. El otro ni se inmutó.

—¿Ya te desquitaste?

El soldado frunció el entrecejo y lo pateó de nuevo, asustado miró a Celestia pero ella se lo dejó pasar más que todo porque él se lo merecía; pero en su mirada había una clara advertencia en que no lo hiciera de nuevo.

—¿Cómo es que no te duele? — Gruñó.

—¿Crees que estar en esa isla fueron vacaciones un balneario? Luego de varias semanas de tortura tengo una extrema tolerancia al dolor. Esto no es nada.

Y el soldado no dijo más, no tanto por la calma de Blood sino por la mirada fría como el hielo que recibió del príncipe.

Celestia también sintió un escalofrío ante esta declaración. ¿Qué tanto le había pasado a su sobrino? Finalmente dio la orden que se lo llevaran, ya se explicarían más tarde.

En el carruaje Blue Blood miraba el paisaje indiferente, observado con cuidado por varios guardias que guardaban una distancia prudencial de él, cuando finalmente se dio cuenta de algo.

—Oigan genios, acabamos de pasar la prisión.

—En su infinita misericordia sus Majestades creen que lo mejor para ti es una celda acolchada en lugar de una de ladrillo.

Blue Blood se encogió de hombros.

—Ya qué.

Al día siguiente todos los periódicos estaban que explotaban con la noticia, la Flecha había caído. Se entregó voluntariamente para salvar la integridad del Elemento de la Lealtad descubriéndose ante las Princesas mismas. Y por supuesto todos acompañaban la noticia con un primer plano del nuevo residente del hospital psiquiátrico de Canterlot.

Nadie podía creerlo, ¿el sobrino mimado y bueno para nada de Celestia el vigilante enmascarado que aterrorizó a los ricos corruptos por tanto tiempo? Simplemente no tenía sentido, más bien tenían la idea que él se revelaría como una víctima más.
Pero lo más sorprendente de todo era que se haya entregado para salvar a Rainbow Dash.

—Él me salvó el pellejo y eso que yo soy el Elemento de la Lealtad — se quejó Rainbow. — ¿Por qué ese idiota no confió en mí? ¡Tenía un plan, por dios santo!

—¿Involucraba usar tu nueva velocidad para huir hasta que Celestia y Luna se cansaran de perseguirte? — Le dijo Applejack sarcástica.

Rainbow mejor desvió la mirada y la vaquera la golpeó. Como velocista la hubiera esquivado con facilidad pero tenía que admitir que Applejack tenía razón.

—De acuerdo, no fue lo más inteligente pero yo quería salvarlo… más que todo por Barry pero yo en verdad apreciaba a Blue Blood. Sus métodos eran malos pero cuando dejó de matar me pareció que le hacía un bien a Equestria.

Fluttershy le puso un casco en el hombro.

—Veo que has cambiado mucho en los últimos días Rainbow.

—Sí, sí, pero ahora no estamos hablando de mí sino de Blue Blood. El muy bobo…

—Tal vez esto traiga algo bueno después de todo — se aventuró a opinar Twilight.

Ni siquiera terminó de parpadear cuando Dash ya estaba frente a ella mirándola con furia.

—Repítelo.

—Me refiero a que, Blue Blood siempre ha sido el consentido de la Princesa Celestia, si el que su sobrino se haya convertido en la Flecha no la presione a cambiar el sistema de justicia nada lo hará.

Rainbow al final se separó de Twilight al no poderle objetar eso. Y ahora que lo pensaba, ¿no era eso a lo que apuntó Blue Blood en un principio?

—De verdad que eres un imbécil Blood…

Mientras la discusión seguía, preguntándole a Rainbow detalles sueltos sobre Blue Blood y por qué se convirtió en la Flecha a lo que Rainbow respondía que no podía revelarles nada sin quebrantar la confianza de Blue Blood.

—Es en lo único que puedo ayudarlo ahora — fue lo que dijo y después de mucho intentar que las demás entendieran, finalmente la dejaron tranquila con el tema.

Nadie notó cuando Rarity se había escabullido pero tampoco le prestaron mayor atención, siendo Blue Blood suponían que no quería saber demasiado del tema.

Esa tarde en las afueras de Canterlot, antigua zona industrial:

La única palabra para describir el lugar sería deterioro y abandono. Según sabía Rarity había habido un gran crecimiento económico en Equestria y muchos lo aprovecharon, pero al final la cosa no duró mucho y varios de los negocios cerraron tan pronto emergieron; y entre tantos la fábrica de batas del abuelo Blood.

Una poni vestida de negro y con una larga cabellera rubia se asomó por encima de otra de las fábricas abandonadas. Ella, el Canario, se aferraba a la pequeña esperanza que los soldados de Celestia no hubiesen mejorado como detectives y esperaba poder entrar y recuperar cierto objeto que Blue Blood había dejado en el salón de entrenamiento subterráneo antes que los guardias reaccionaran.
Se fijó, y tal como lo esperaba, la pobre Guardia Solar no había mejorado mucho. Había unos cuantos soldados pero se notaba que la estaban revisando por compromiso, ¿habrían unos diez, once? Lo idóneo sería noquearlos y luego tomar lo que vino a buscar, pero se lo pensó un poco mejor. Si abatía a los soldados aquí pronto se recuperarían, mandarían una tropa más capacitada y terminarían por descubrir la guarida.

—Piensa Canario, piensa… — murmuraba ella sin cesar. ¡Lo tenía!

Con la agilidad y las habilidades para infiltrarse que le había enseñado la Flecha, Canario entró por una de las ventilas de la antigua fábrica y sin más sacó un par de tornillos y pernos de una de las tantas máquinas de la fábrica. Le hubiera encantado dar un par de patadas para acelerar las cosas pero igual no tenía que despertar sospechas.

—Y que funcione — suplicó.

Aunque un empujoncito con su magia no estaría de más tampoco así que eso hizo.

Los guardias escucharon el murmullo de un ser vivo escabulléndose lejos de su vista a toda velocidad, pero no le pusieron mucha atención, venían escuchando lo mismo desde que entraron a esa fábrica y casi todas las veces eran ratas. ¿De todos modos qué esperaban hallar ahí? El lugar estaba claramente abandonado, y lo más seguro que el niñito Blood ni siquiera sabía de su existencia, después de todo esta fábrica en esta zona no era más que un peso muerto para la familia.

—Y con todo y todo, ¿ustedes creen que él sea la Flecha?

—¿Blood? ¡Es un chiste!

—No sé, cuatro años en una isla desierta… de una vida de lujos a cuenta de tía Celly a sobrevivir en una isla por cuatro años. Yo voto porque se terminó de volver loco.

Y ante ese argumento nadie discutió, el muy bobo sólo había perdido la razón y como tenía que sobrevivir de algún modo tenía que hacerse fuerte. No le dieron más vueltas al asunto cuando escucharon un muy preocupante sonido chirriante. Se volvieron hacia la antigua plancha industrial y antes que pudieran reaccionar la cosa se derribó sobre ellos, por suerte eran unicornios entrenados y activaron un campo de energía justo a tiempo para luego moverse.

—¡Les dije que no debíamos entrar aquí! ¿Pero acaso los jefes escuchan? ¡Claro que no!

—Larguémonos antes de morir aplastados, creo que ya vimos suficiente aquí.

—Si no hay nada.

—Exacto, suficientemente nada.

Y no dijeron más y se retiraron por las buenas.
Escondida entre las sombras, el Canario esperó todavía un poco más y cuando estuvo segura que su única compañía en la fábrica eran las ratas (tuvo que usar todo su autocontrol en esa) se dirigió hacia la banda transportadora que llevaba la tela a través de las navajas que la separaban en piezas del tamaño justo. Eludiendo las cuchillas entró por una puerta escondida detrás de todas éstas y pasó.

Todo estaba tal como lo habían dejado, y sin más se acercó al estante que Blue Blood limpió para ella para tomar un frasco de poción para la garganta. Cuando estaba activa con los Ponitonos, Rarity solía beber mucho de ello para que su voz fluyera más naturalmente y se escuchara mejor; así pues cuando se le ocurrió convertir el hechizo de aumento de volumen en un arma le pareció que tomar un poco de eso le ayudaría con sus gritos aun si eran su último recurso. Luego se dirigió a la estantería de Blue Blood para recoger flechas y un arco de repuesto. Ya él se encargaría luego del resto.

Hospital psiquiátrico de Canterlot, ala de pacientes altamente peligrosos

La enfermera tocó la puerta tímidamente.

—Este… ¿señor Blood? — Dijo ella antes de dejar caer su mandíbula, ¿en serio qué diablos?

El príncipe se encontraba en plena sesión de abdominales boca-abajo, de alguna forma se las arregló para colgarse de la lámpara con su cola.

—¿Qué pasa? — Preguntó él entre abdominal y abdominal.

La enfermera sacudió la cabeza y se recuperó:

—Su psiquiatra vino, ¿le digo que pase?

—Ya qué — dijo él, y siguió en lo suyo.

La enfermera tragó saliva y se retiró.

—¿Este… segura no hay que drogarlo? — Preguntó tímidamente a la psiquiatra.

—Segura, déjalo en mis cascos.

Entonces ella entró y al igual que la enfermera estaba genuinamente sorprendida por la actividad física del príncipe.

—Increíble — dijo ella.

Blue Blood miró hacia abajo.

—Lárgate tía, estoy esperando a mi loquera.

—Cuando vives tanto como yo tienes que aprender a ocupar tu tiempo de alguna forma — dijo Celestia con calma, — y los estudios siempre son una excelente opción. Aunque no lo creas soy doctora en medicina especializada en pediatría y psiquiatría. Por eso vine.

Blue Blood se soltó de donde estaba colgado y miró a su tía sin interés.

—Ya qué, nadie te pidió tu currículum.

—Blue Blood vine a evaluarte personalmente. Usualmente no me involucraría, el juramento hipocrático me lo prohíbe pero el doctor que te evaluó de entrada me dijo algo preocupante. Todo tu cuerpo está cubierto de cicatrices, como signos de torturas prolongadas. ¿Qué pasó contigo?

—Nada que quiera recordar, por eso no hablo del asunto — dijo Blue Blood.

—Ya, ¿quisieras hablar de algo? Esta es tu sesión, por favor háblame sobrino. ¿Qué puedes

Blue Blood sólo se dejó caer en el piso.

—Muy bien, ¿por qué pierdes el tiempo conmigo? Ya fui lo bastante claro cuando hablé con Dash: no valgo la pena como la Flecha ni mucho menos como yo mismo.

—Blue Blood, ¡lo vales para mí! — Le reclamó la Princesa. — Te quiero sobrino, por eso me duele que te hayas convertido en un asesino.

—Sólo maté nobles buenos para nada, gente sin oficio ni beneficio; que sólo existía para vivir de otros.

Las duras palabras de Blue Blood le dolieron en el alma a Celestia. Al final ella cerró los ojos dolida y encaró a su sobrino:

—¿Te das cuenta que tú mismo eras así?

—Por eso los odio tanto.

De nuevo Celestia se sintió dolida, pero al final fue bueno porque algo se había encendido en Blue Blood.

—Y de todos modos, yo jamás llegué a amasar fortuna haciendo a los demás harina. Están los que se aprovechan de los vicios, los que secuestran a ponis inocentes para meterlos en los negocios de prostitución forzada, los que matan para encubrir sus huellas; y sobre todo los que se aprovechan de un sistema pasado de moda extremadamente parcial con los de alta cuna o gran fortuna.

—Pero eso…

—¡Pero eso nada! Si este estúpido sistema judicial funcionara como debiera no habría necesidad que exista la Flecha. Ya no es la época feudal, ellos deben de bajar de sus pedestales pero ustedes están muy ocupadas con cosas sin importancia como para hacerlo, y por eso alguien debe bajarlos por la fuerza.

—Blue Blood…

—Y el que estés aquí encargándote de mí sólo demuestra qué tan negligente puedes llegar a ser.

Celestia frunció el entrecejo.

—¿Cómo me dijiste?

—¡Negligente! — Dijo él con frialdad.

Y ahí sí logró enfadar a Celestia.

—Mira si vuelves a insinuar eso yo…

—¿Tú qué? Ya viví el infierno, no hay absolutamente nada que tengas para amenazarme. Por eso me entregué, no tengo nada que perder ya; no así Dash. Ella puede ser todo lo que yo no puedo.

Al final Celestia se tranquilizó.

—Por eso todavía tengo fe en ti, sobrino. Ahora, ¿qué me puedes decir de tu infancia?

Blue Blood levantó la ceja claramente fastidiado.

—Prácticamente me criaste tú, ¿en serio tienes que preguntar?

Celestia suspiró.

—Esta será un laaargo proceso…

Se comenzaron a escuchar ruidos sordos fuera del cuarto, como pesados costales cayendo al suelo (¿o serían ponis siendo derribados?) de todos modos no era normal. Blue Blood sonrió.

—Quién sabe, tal vez no sea un proceso tan largo después de todo.

La puerta se abrió violentamente y la enfermera de antes fue lanzada dentro con lujo de violencia.

—¡Uf! Princesa… su paciente tiene visitas…

Celestia se levantó de golpe ante la figura de negro que entró al cuarto. Pareció asustarse un poco ante la presencia de la Princesa Celestia pero tras intercambiar una rápida mirada con Blue Blood asintió.

—Flecha.

—Canario.

No había necesidad de decir más, el Canario vio a la Princesa y rezando porque su disfraz funcionara bien, gritó. Gritó con todas sus fuerzas.
La fuerza de la onda sónica hizo que la Princesa cayera, lo usual era que los ponis salieran disparados al otro lado pero al ser un alicornio ella era simplemente muy grande y demasiado sólida. De todos modos el ataque fue suficiente para distraerla un par de segundos, justo lo que los dos vigilantes necesitaban.

El Canario le arrojó su carcaj y arco de repuesto a la Flecha y éste dio una ágil pirueta atrapándolo. Celestia ya se estaba levantando y el vigilante disparó un par de flechas las cuales llenaron el lugar de denso humo azul. La Princesa ventiló el humo con una hábil batida de sus alas pero los dos ya estaban fuera de la vista. Todo lo que quedaba de ellos era un anillo anti-mágico que segundos antes restringía a Blue Blood.

—Imposible, ¿la nueva sabe cómo quitar anillos de restricción mágica?

No, yo mismo me lo pude quitar sin ayuda — sonó la voz de Blue Blood desde algún punto en el techo.

La Princesa disparó un ataque mágico hacia allá pero no había nada.

—¡Es imposible! Sólo los militares de élite de alto rango pueden hacer una cosa así…

Pude encargarme sin ayuda de una buena parte de tus guardias y te extrañan estas pequeñeces — volvió a decir la voz del unicornio.

Esta vez la Princesa cambió de estrategia y voló hacia las vigas del techo, pero ni rastro del Canario ni mucho menos de la Flecha.

—¡Blue Blood! ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? ¡El trato era que si te entregaba liberaría a Rainbow Dash! Si te vas ahora…

¿Y bajo qué cargos exactamente? No tengo por qué contactarla otra vez, luego de vivir con Allen sé cómo mantenerme alejado de un velocista — dijo de nuevo la envolvente voz de la Flecha. — Además yo cumplí, me entregué. Pero jamás dije que dejaría mi trabajo.

—¡¿Hasta cuándo terminará esto, Blue Blood?! ¿Hasta que mates a cuántos?

No mataré a nadie más así que por eso no te preocupes. Pero seguiré expiando mis pecados yendo tras aquellos que se ocultan tras el sistema para hacer lo que les plazca. En cuanto a tu pregunta la Flecha existirá hasta que deje de ser necesaria, cuánto tiempo eso depende sólo de ti.

Entonces se fue, Celestia no sabía decir con exactitud cómo lo sabía pero lo sabía. Y lo peor era que no se trataba de un truco de magia sino habilidad pura.

—Hasta que seas necesario, ¿no? Comprendo la indirecta… y tristemente tienes razón.

Afuera del psiquiátrico, en un parque cercano (que estaba céntrico a todos los hospitales, no necesariamente a aquel horrible lugar) el Canario miró a Blue Blood que se colocó de nuevo su arco y sus flechas.

—¿De casualidad este fue siempre tu plan? — Quiso saber el Canario.

—No, yo siempre tengo mis propios planes, sólo aceleraste mi partida. Gracias por cierto, de todos los ponis que conocí, jamás pensé que tú serías quien me ayudara.

—Ni yo misma me explico por qué lo hago, pero sé que una buena parte es porque creo en lo que haces como la Flecha. y ahora que has dejado de matar puede que seas un buen poni y quiero ayudarte como equipo.

Blue Blood suspiró.

—Tristemente eso no ocurrirá. Tarde o temprano iban a capturarme Rarity, eso lo supe desde el inicio. Por eso tomé medidas antes que todo esto comenzara. Si quieren seguir ayudándome, entonces háganlo y trabajemos juntos; pero nos iremos cada quién por nuestro lado a partir de ahora.

—Pero… — comenzó Rarity.

—Les doy mi palabra de no volver a matar, ¿te basta eso?

Rarity al final bajó la cabeza algo dolida, pero le sonrió al príncipe que sacudió su casco con ella.

—Y gracias — dijo el príncipe al final.

—No, gracias a ti que me diste una nueva perspectiva de la vida Blue Blood. Supongo que ahora tomarás la identidad de la Flecha 24/7.

—Hasta que ya no sea necesario — aseguró él.

Entonces se separaron.


Las siguientes semanas fueron extrañas para Equestria. Primero los nobles corruptos (los pocos que quedaban) se habían sentido aliviados y pensaban en aflojar un poco la vigilancia ahora que la maldita Flecha había sido capturada, pero apenas su segundo día de captura salió la noticia que había escapado con la ayuda de una nueva compañera conocida como el Canario. Y lo que era peor las Princesas se pusieron en movimiento creando fuerzas de investigación que tenían la autoridad de arrestarlos incluso a ellos. Y de nada valían los sobornos o conexiones, nadie quería tener nada que ver con ellos pero no tanto por las acciones legales sino porque la Flecha y el Canario eran una sombra que se erguía aterradora por encima de los criminales.

Además que comenzaron a correr rumores sobre un destello de muchos colores (pero sobre todo de color azul) que recorría de arriba abajo toda Equestria haciendo el bien. Desde deteniendo pequeños robos apareciendo de improviso y atando fuertemente a los ladrones hasta acciones más bien mundanas como atrapar una carriola de bebé antes que fuera atropellada por una carreta fuera de control. De hecho lo que pasó esa vez fue que el destello tomó al bebé y lo depositó sobre los cascos de su espantada madre, luego regresó y le devolvió la carriola y así concentrarse en la carreta; sacó a todos los pasajeros y los colocó a salvo en el camino, luego desenganchó al conductor y finalmente creó una zanja sólo con la fuerza de la fricción y la carreta paró ahí antes que causara otro accidente.

—¡Y en menos de dos minutos! — Mencionó alguien.

Sí, el destello (o The Dash como ella prefería que la llamaran) cubría un terreno mucho más amplio y por lo mismo los medios le prestaban más atención a ella pese a que la Flecha y el Canario se encargaban de cosas mucho más sonadas.

—¿Pero no te molesta ni un poco eso? — Le preguntó el Canario a la Flecha una vez que coincidieron desmantelando una red de contrabando.

—¿Por qué debería? En este trabajo mientras menos publicidad tengas mejor.

Y así la vida siguió.

En otra ocasión en el Palacio un sujeto le daba distraídamente una nueva mano de pintura al Salón del Trono cuando la escalera cedió de pronto y él cayó al suelo. Era un poni terrestre así que el golpe era inminente y todos los presentes no pudieron reaccionar ya que ocurrió de repente. Pero en ese momento The Dash entró en escena atrapando al tipo y depositándolo a salvo en el suelo, luego tomó el cubo de pintura a medio camino del suelo y atrapó todo el líquido antes que llegara a manchar los pisos o la pared y terminó el trabajo incluido el secado gracias al aleteo de alta velocidad de Rainbow. Al final la velocista se materializó muy orgullosa ante los atónitos guardias y las dos Princesas.

—¿Qué tal estuvo eso? — Presumió.

—Pues…

Pero antes que alguien dijera algo la escalera cayó al suelo.

—Bueno no se puede tener todo en la vida — se encogió de hombros Rainbow.

—Igual fue impresionante — se le escapó a un soldado.

The Dash le sonrió y antes que el pobre supiera que estaba pasando ya tenía su yelmo autografiado y la velocista ya estaba parada en el marco de una ventana.

—Ahora si me disculpan, tengo que irme.

Entonces desapareció en otro destello.

—Se nota que estamos en la época de los vigilantes y los meta-ponis presumidos — suspiró Luna.

Celestia no respondió, al menos Dash era más tolerable y entendía que lo hacía por emular a su maestro.

—¿Pero sí me van a pagar, verdad? — Preguntó de improviso el pintor.


Primero que nada me disculpo por lo abrupto de cómo cambió el capítulo pero tenía que sentar las bases para el siguiente, ¡Reverse Dash aparecerá por fin ante The Dash! En fin, espero les haya gustado y ahora sólo me queda el:

Chao; nos leemos!

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