Mi nombre es Barry Allen y soy el pegaso más rápido del mundo
Chapter 12: Carrera 11
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Amenazas a futuro
La Princesa Celestia se agitó en su prisión de la luna, desde hacía tiempo el sello que había colocado su hermana se había debilitado considerablemente, es como si ella no estuviera más. Sin embargo no podía confiarse y por mucho tiempo se dedicó a observar; sin embargo al no haber movimiento alguno por parte de Nightmare Moon se decidió a usar su poder para destruir por completo el sello y aterrizar triunfalmente en Equestria. Nada, la luna seguía en lo alto del cielo pero algo se sentía diferente. Mirando a todas partes la Princesa Celestia cerró los ojos buscando localizar a su hermana por su poder pero no lo encontró; era como si ella se hubiera… ¿muerto? ¿Nightmare Moon había muerto?
—Esto no tiene sentido — dijo la Princesa extendiendo sus alas y dirigiéndose hacia donde sabía que encontraría a Nightmare, al antiguo Palacio que compartía con Luna.
Entró alta y majestuosa causando un escándalo general entre los sirvientes vestidos de negro y azul que no dejaban de murmurar entre sí y repetir su nombre una y otra vez llenos de miedo y a la vez alivio. 'Princesa Celestia, oh Princesa Celestia' murmuraban todos con una mezcla de sentimientos. Celestia asintió y tranquilizó un poco a sus pequeños ponis para finalmente irrumpir al Salón del Trono en donde en efecto fue recibida por Nightmare Moon, pero jamás esperó encontrarla de ese modo: disecada como si fuese una alfombra de bienvenida. El horror de aquello fue tal que la Princesa gritó, ¿quién pudo hacer esto?
La jefa del personal del Palacio, Rarity, corrió a tranquilizarla.
—Pst, tenga más cuidado Princesa Celestia. Por favor no grite o va a despertarla… y ella realmente detesta que la despierten de su siesta. Por favor váyase antes que venga y…
La Princesa Celestia se recuperó y rápidamente encargó al trono preparándose para la batalla. Su cuerno brilló al sentir una presencia, pero era extraña, juraba que era una pegaso pero su aura estaba mezclada con algo más; algo que no podía identificar. ¿Quién era? Lo siguiente que sintió fue una explosión de viento seguida de un borrón cian rodeado de relámpagos de todos los colores del arcoíris. Entonces el borrón se quedó quieto mostrando a una poni pegaso en un traje negro con un símbolo de relámpago en su pecho; gogles color azul sobre sus ojos y una expresión de estar muy, pero muy molesta.
—¿Quién se atreve a perturbar el sueño de su amada Reina de la Velocidad?
Sus ojos podrían estar cubiertos por los gogles de vidrios azules, pero Celestia podía sentir su mirada. Entonces la mueca se transformó en una sonrisa de deleite y se relamió los labios en anticipación. Se rio de tal forma que hasta Celestia sintió escalofríos.
—¡Vaya, vaya, vaya! Miren quién se salió de su prisión. ¿Cómo lo hizo, Alteza? Bueno me importa una nube lo que digas. Es un gusto tenerte aquí de nuevo entre nosotros Celestia, ¿también vendrás a someterte a la Reina de la Velocidad? Entonces besa mi casco.
De forma muy insolente la pegaso le extendió un casco a Celestia que llena de ira lo apartó y disparó con todas sus fuerzas un ataque con el cual redujo a nada el trono, pero no tocó ni un pelo de esta nueva reina. La Princesa Celestia se puso a ver a todos lados, cuando la chica tocó delicadamente su hombro como llamando su atención. Se volvió.
—Eres buena pero demasiado lenta, lo mismo que esa estúpida que ves ahí — dijo la chica señalando hacia la alfombra hecha con Nightmare Moon. — Pero no te culpo por intentarlo, simplemente no tienes lo que hace falta para derrotar a Reverse Dash. Ah y por si no ha quedado claro, yo soy Reverse Dash. ¡Un placer!
Entonces desapareció en otra nube de polvo haciendo que Celestia se cubriera soltando un grito de susto; y antes que pudiera reaccionar sintió un gran golpe en el costado, luego otro directo a la mandíbula y cuatro más en la articulación de cada una de sus patas. Cayó con un grito de dolor y miró impotente a Reverse Dash.
—Tan grande pero tan lenta — se burló la velocista. — ¿Sabe? Necesito unas buenas cortinas que combinen con la alfombra tan bonita que tengo aquí.
—¡Tu jamás triunfarás! — Gritó Celestia usando su cuerno para mandar una luz cegadora a todo el salón.
Cuando ésta se disipó Reverse Dash señaló hacia sus gogles.
—Eres una verdadera idiota, ¿no viste el diseño de mi traje?
Celestia tragó saliva mientras que Reverse Dash levantó su casco haciéndolo vibrar.
—¿Por qué será que todos los alicornios son tan grandes pero tan frágiles a la vez?
Hundió su casco en el corazón de Celestia también, estaba muerta.
—Bien, eso fue divertido — dijo Reverse Dash a Rarity. — Sólo por eso no voy a castigar a nadie por despertarme de mi siesta, en cuanto recuperes la visión manda el cuerpo a los artesanos grifos que se encargaron de Nightmare Moon. ¿Ya oíste mi nuevo encargo, no?
—Sí, cortinas — dijo temblorosa Rarity.
—Perfecto, ¿quién tiene listo mi almuerzo? ¡Su Reina de la Velocidad muere del hambre!
Los sirvientes no dijeron nada y se pusieron a trabajar en complacer a su Reina. No había tiempo que perder.
Equestria 1, mansión de Blue Blood:
Rarity cayó ante el último golpe de Blue Blood, tenía todo el cuerpo lleno de moretones y cojeaba de una pata. De todos modos su profesor no estaba dispuesto a dejarla rendirse, no ahora que había tomado la firme determinación de seguirlo contra todo sentido común.
—Bien, basta por hoy — dijo el príncipe ayudándola a levantarse. — Progresas rápido.
—Gracias — dijo Blue Blood. — Es porque tengo al mejor de los maestros.
—Los mejores maestros son la madre naturaleza y tu propio instinto de conservación. Que no se te olvide — dijo fríamente el príncipe.
Rarity asintió, claro, él tenía que saberlo de todos los ponis. Entonces los dos subieron hacia el primer piso en donde Rainbow estaba rodeada de figuras de origami de todo tipo; desde sencillas como una rana hasta las más elaboradas como un escorpión el cual hizo con tres pedazos de papel a la vez.
—Wow, ¿Cuándo aprendiste a hacer origami Rainbow Dash? — Preguntó Rarity admirada viendo todo el trabajo.
—Hará como unos cinco minutos — dijo Rainbow señalando a un libro junto a ella. — Es increíble esto, leo todo en menos de un segundo y de pronto ya lo domino. ¿No es genial?
—Es el poder básico de un velocista — dijo alegremente Barry. — En fin, ¿ya se van para Ponyville?
—Sí, terminamos por hoy — dijo Blue Blood dejándose caer sobre una silla. — Nos vemos hasta dentro de dos días, voy a estar ocupado.
—¿Vas a volver a las andadas Blue Blood? — Lo interrogó Rarity.
—Sí, y Barry es la niñera asignada así que no necesito que intervengas.
—Blue Blood…
—Ya me resigné a enseñarte a cuidarte sola, tu al menos ten la decencia de no meterte en mi camino hasta que aprendas bien.
Rarity bajó la cabeza.
—Supongo que tienes razón.
—No te preocupes Rarity, para eso también estoy yo — aseguró Rainbow muy segura de sí misma. — Mientras yo lo cuide y lo vigile ningún poni tendrá que morir.
Blue Blood la miró indiferente.
—Y a ti te aconsejo que no te confíes de tus poderes, que puede costarte muy caro. Como si los recuerdos de Allen no fueran suficiente advertencia.
Se fue a su cuarto.
—Pues qué carácter — se rio Barry, aunque de inmediato se puso serio. — Pero tiene razón en algo Rainbow Dash, ten mucho cuidado con no confiarte demasiado. Esto me costó la vida de mi padre biológico y estuvo a un paso de costarme a Joe.
—Intentaré Barry — dijo Rainbow Dash humildemente, hasta bajando la cabeza.
Rarity no pudo sino reírse por lo bajo, se veía de lejos que esos dos eran muy pero muy cercanos. Pero bueno, tenía otras cosas de las cuales ocuparse.
—Por cierto Barry querido, ¿te molestaría pasarte por la Boutique Carrusel con tu traje? Hay algo que me gustaría comprobar…
—Eh claro, ¿por?
—Porque Rainbow Dash acaba de pedirme que le haga un traje de velocista, pero temo que a la velocidad que se mueve ninguno de mis diseños le dure. Necesito echarle un vistazo a tu uniforme para tener más o menos una idea del qué tipo de material estamos hablando.
Barry sonrió ligeramente incómodo.
—Pues, me gustaría Rarity pero el traje lo diseñó un viejo amigo científico que…
—Yo sé, Cisco Ramón. Lo vi en tus recuerdos Barry, pero yo no seré una gran científica como él o como Caitlin Snow pero sé más de algo sobre telas y magia. Me las arreglaré.
Barry sólo pudo sonreírle.
—Como quieras. Oye Rainbow Dash, ¿una carrera hasta Ponyville?
—¡Por fin algo interesante! ¡Pero tú te llevas al peso pesado de Rarity!
Y salió volando a máxima velocidad.
—Qué modales, nunca se debe hablar del peso de una dama — se quejó tiernamente Rarity.
Barry se rio.
—Déjala, ¡ven vamos a Ponyville!
—¡No espera! — Gritó Rarity, pero Flash ya se había puesto en camino.
Pero a diferencia de las veces cuando viajaba con Rainbow Dash el vuelo fue rápido, mucho más rápido que cuando viajaba por tren pero no fue al punto de ser incómodo como cuando se iba sobre el lomo de Rainbow Dash.
—¿Ah?
—Luego del día que tuviste con el jefe Blood lo último que necesitas es una velocidad de vértigo.
Rarity sonrió complacida.
—¡Gracias! Por fin un poco de consideración.
Entonces llegaron a Ponyville, a la boutique de Rarity en donde Rainbow Dash ya los esperaba.
—¡Por dios creí que me haría vieja aquí! ¡Diez minutos! ¡Diez minutos enteros! — Dijo de mala gana Rainbow Dash. — Vamos Flash, ¿o es que estás resignado a entregarme desde ya el título del pegaso más rápido del mundo?
Barry le sonrió indulgente y Rarity se bajó de él.
—Al menos Barry es considerado conmigo y no medio me mata del susto cuando vuela — se quejó Rarity. — Es mil veces preferible que ir contigo que siempre termino vomitando.
—¡Já! Ser un velocista se trata sólo de velocidad — se defendió Rainbow. — Vamos Rarity, no es la gran cosa.
—De hecho la mitad del trabajo del velocista es el control — dijo Barry. — Que es lo que a ti más te falta.
Rainbow bajó la cabeza y Rarity se apresuró a abrir la boutique.
—Bien, ahora en cuanto al traje Barry cariño…
—¡Uh, lo olvidé! Ahora mismo voy por él.
Así que desapareció en un flash y regresó vistiendo su famoso traje rojo. Rainbow chasqueó la lengua, no lo admitiría pero eso fue mucho más rápido de lo que ella había llegado en primer lugar, en el tiempo que llegó a Barry le hubiera bastado para ir de ida y regreso. Quería superarlo pero sabía que no podía si no aprendía a ser como él; y de paso lo que le dijo alguna vez seguía persiguiéndola, tener que aprender a respetar sus límites antes de superarlos. Barry notó su descontento y le colocó un casco reconfortante.
—Tómatelo con calma Rainbow Dash, y sobre todo no te sobre-esfuerces. Vas muy bien.
—Lo dices sólo para contentarme.
—Lo digo en serio — aseguró Flash con una sonrisa cálida. — Y al ritmo que vas te aseguro que dentro de nada ya no tendré nada que enseñarte.
—¿De verdad?
—Exacto, te quedarás para siempre como la pegaso más rápida del mundo y yo regresaré a Central City.
Rainbow tardó un poco en reaccionar, (medio segundo pero en términos de velocistas eso era demasiado), era cierto. Barry no se quedaría para siempre, tenía un lugar al cual regresar… y aunque lo sabía se descubrió a sí misma desando que no fuera así. Claro, ya lo había mencionado un par de veces a tono de broma pero no dejaba de ser una dolorosa realidad que Rainbow no estaba dispuesta a admitir del todo, aunque llevaban poco tiempo juntos Rainbow de verdad sentía mucho aprecio por su maestro.
De todos modos no tuvo mucho tiempo de pensar en todo aquello ya que Rarity los estaba apurando para tomarle medidas a ella y de paso estudiar el traje de Barry para ver si era capaz de replicar el extraño material.
—Y tal como lo sospeché me tardaré un poco en poder replicar esto pero creo que con un par de hechizos algo podremos lograr — observó la modista.
—Me alegro — dijo Barry de buen humor. — Y vaya, si logras copiar esto con tu magia sólo espero poder mostrarle algún día a Cisco, estoy seguro que se emocionará con la idea.
—¿Tu amigo de los laboratorios S.T.A.R?
—El mismo — sonrió Barry.
Imperio Cristal, esa noche:
El capitán Shining Armor hacía una patrulla rutinaria por los pasillos del Palacio y tras saludarse con varios de sus guardias regresó al despacho el cual compartí con Candace. Ella le sonrió y él la besó para luego ponerse frente a la torre de papeles que le tocaba revisar y sellar, casi todos eran informes del ejército; puro trámite.
—¿Te queda mucho trabajo? — Preguntó su esposa.
—No mucho, en un minuto estoy contigo — dijo él medio bostezando y colocando su Sello Real autorizando un par de pedidos de material que había entre las tantas notas de sus soldados.
Candace asintió y se dirigía hacia la puerta cuando escuchó un par de golpes en la oscuridad.
Los dos esposos se miraron y corrieron hacia el pasillo sólo para encontrar a un montón guardias inconscientes el uno sobre el otro.
—¿Quién está ahí? — Gritó Shining Armor con su cuerno preparado para atacar.
Se escuchó un silbido en la oscuridad y Shining usó su magia para detener una flecha dirigida directa hacia él.
—¿Qué demonios?
—Tiene un mensaje atado — dijo Candace tomando la flecha y desatando el pergamino. — Es… ¿qué diablos?
Eran registros, registros de los últimos meses sobre varias transacciones de drogas directo desde Yak-Yakistan hacia el interior del Imperio y luego importadas desde éste hacia el resto de Equestria siendo Canterlot y Mane-Hattan los principales centros de distribución. Shining y Candace no podían creerlo, pero lo peor estaba por venir; otra flecha fue disparada y ésta vez fue Candace la que la atrapó. Enrollada en ésta había una copia a papel carbón de un pedido de material que recientemente había firmado Shining; un simple surtido de nuevas piezas de armadura para la patrulla fronteriza, ya que al trabajar en condiciones extremas éstas se deterioraban muy rápido.
—¿Qué significa esto? — Dijo Candace iluminando con su magia a los alrededores. — ¡¿Quién está ahí?!
La luz del cuerno repasó los alrededores, hasta que al final se paró en una figura encapuchada parada sobre el marco de uno de los ventanales del Palacio. Cuando la luz se posó en la figura a éste no pareció importarle, de hecho sólo se arregló más la capucha cubriendo al máximo su rostro y disparó su arco de nuevo, los dos esposos retrocedieron cuando la flecha impactó pues explotó liberando un humo maloliente de color azul. Comenzaron a toser.
—Hay un nido de ratas entre su patrulla fronteriza — dijo de pronto la Flecha con una potente voz deformada por alguna especie de hechizo y el propio eco del Palacio. — Capitán Armor, ¿qué sucede cuando los soldados le piden el recambio de las armaduras? ¿Qué hacen con las viejas?
Tosiendo, Shining se apresuró a responder:
—¡Nada especial, las mandamos a la fundidora para reciclar materiales!
—Precisamente, y es en este envío es que cuelan las drogas al resto de Equestria al ser lo suficientemente grande y llamativo. Se ocultan a plena vista.
—¿Qué?
—He interrogado a docenas de traficantes en la capital, y todos apuntan a que la cabeza de la operación se encuentra aquí en el Imperio Cristal.
—Pero eso…
—Tampoco creo que sea verdad, quien esté detrás de esto tiene que ser un noble poderoso, alguien cuyas influencias y dinero lo mantenga en una posición a salvo de toda sospecha, y quien sea que esté haciendo el idiota aquí en el Imperio Cristal no es más que una pantalla. Sin embargo si detienen los envíos de drogas le estarían dando en donde más le duele: el bolsillo, y de ese modo no tendrá más remedio que salir a la luz.
Candace miraba a la silueta de este poni insegura de qué decir.
—Pero… ¿y si todo es en vano? Aun si encuentras a este poni… ¿cómo se lo entregarás a la justicia?
—No pienso hacerlo, este tipo de gente no es más que cáncer que destruye desde dentro la sociedad Equestriana, y lo que haré será arrancarlo de raíz. Detengan el tráfico de drogas y yo me encargaré del resto.
La Flecha entonces disparó otro tipo de flecha especial, unida a un largo cable por el cual se disponía a deslizarse lejos de ahí, cuando Candace hizo una última pregunta:
—Una última cosa, ¿por qué deberíamos confiar en el vigilante enmascarado de Canterlot? ¿Qué es lo que realmente buscas, Flecha?
—Enmendar mis errores del pasado. Cuatro años en una isla del infierno son tiempo de sobra para reflexionar cuánto le has fallado a Equestria.
Entonces se deslizó lejos de ahí dejando muy confundidos a los dos Reyes de Cristal.
—¿Blue Blood? — Dijo Candace con un hilo de voz.
Es realmente difícil trabajar con dos líneas de tiempo a la vez, les juro que sí; me refiero a la de Flash y a la de la Flecha, pero bueno dentro de poco haré converger la línea de Reverse Dash y este maestro criminal. Espero les haya gustado y:
Chao; nos leemos!