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Touhou Dierite: La Mascota De La Familia Scarlet Devil

by Dierita

Chapter 7: 7. Episodio 07

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Episodio 07: Luna Escarlata.

El Reino Hakurei; un lugar sagrado donde un dios vivió una vez. Este dios no solo creó Gensokyo, sino que se encargó de aislarlo de "Los Seres Exteriores Indebidos" con la creación de la Barrera Hakurei. El dios Hakurei vivió muy bien. Tuvo una esposa excelente y cinco hijos, entre ellos una niña. Todo fue bien durante su existencia, pero con el tiempo un horrible suceso ocurrió. Un suceso que hizo desaparecer a todos los hombres del planeta sin poder remediarse.

Muchas mujeres lucharon por evitarlo, pero murieron en el intento. Entre ellas, la esposa de este dios. Solo quedo un miembro vivo de la familia Hakurei; la niña. Fue la niña la que acabó con las responsables de aquel genocidio apocalíptico. Por desgracia ya fue demasiado tarde cuando consiguió acabar con las responsables, por lo que la niña nunca consiguió el perdón total de Gensokyo.

Desde entonces ella sola ha cuidado del reino de su padre, y es lo que iba a hacer durante el resto de su vida. Eso y salvar a Gensokyo de las futuras amenazas. A ella le daba igual la reputación que tuviera o si la gente le perdonara o no, a ella solo le preocupaba hacer lo correcto. Todo por su buen padre...

"Eso sigue sin explicarme por que tienes de mascota una tortuga," dijo Marisa comiéndose unas galletas.

"Esa tortuga fue quien me entrenó cuando murieron mis padres. Un poco mas de respeto a Genji," dijo Reimu con su usual mala leche.

"Hasta que llegué yo."

"Así es."

El Reino Hakurei; un reino pacífico sin apenas donaciones donde caían las hojas otoñales. El otoño había empezado, y ya dejaba notarse. Allí, la sacerdotisa y su amiga bruja pasaban la tarde como solían hacerlo: A base de te y galletas en la parte trasera de la casa. Allí habían unas puertas correderas que comunicaban con el patio, por lo que estaban al aire libre.

"Han pasado ya tres años desde aquel incidente... Como pasa el tiempo," dijo Marisa mirando al cielo con nostalgia.

"A mi me preocupa el futuro de Gensokyo," dijo Reimu pegando un sorbo de su te.

"¿Y cuando no?"

"Es mi trabajo."

Se produjo el silencio por unos segundos. El sonido de los pájaros y de las cigarras cubrían los oídos de ambas. Reimu estaba pensativa... ¿Como iba a progresar Gensokyo sin hombres? No podrían reproducirse. Dejando a un lado su orgullo de mujeres, si no se reproducen no podrán evitar su extinción. No es algo de tomarse a la ligera.

"¿Que demonios?"

Reimu salió de sus pensamientos al oír a su amiga. Esta miraba asombrada al cielo. Reimu miró al cielo extrañada por la reacción de Marisa, y se arrepintió de hacerlo. Reimu se levantó de golpe y corrió hacia el patio sin dejar de mirar al cielo. Marisa la siguió de cerca.

El cielo estaba siendo cubierta por nubes escarlata, tapando la luz del sol y dejando mostrar una luna escarlata.

"¡¿Quien esta haciendo esto?!" dijo Reimu sorprendida.

Justo al decir eso, pudo ver a Marisa montada en su escoba y elevándose en el cielo. Tras mirar a su alrededor, vio el origen de las nubes.

"¡Parecen estar saliendo de una mansión cercana al Lago Neblino! ¡Oh espera, esa es la mansión Scarlet Devil!"

"La mansión Scarlet Devil... Sabía que a esa vampiresa se le iría la cabeza tarde o temprano..."

"¡Wiiii, hora de rescatar Gensokyo una vez mas!" dijo Marisa dando vueltas en el aire.

Reimu sonrió para si misma. Una nueva oportunidad para ganarse el perdón de la gente... ¿Servirá de algo?


Meiling despertó alarmada, ventilando fuertemente y con el corazón acelerado. Se llevó una mano al pecho.

"Jajaja... Solo ha sido una pesadilla... Remilia jamás haría algo así, jajaja..."

Lastima que justo en ese momento el enorme cristal del despacho de Remilia se rompiera, saliendo de el una gran cantidad de nubes escarlata tapando el cielo.

Meiling entró en pánico. Corrió con todas sus fuerzas al interior de la mansión, hacia el despacho de Remilia. Sakuya y Ella se cruzaron en el vestíbulo, mirándose entre ellas confusas.

"¡¿Que esta pasando?!"

"¡No lo se!"

Tras unos segundos de miradas confusas, subieron a toda leche las escaleras del vestíbulo. No tardaron en llegar a la puerta del despacho y abrirla de golpe. Una visión chocante se les presentó.

El despacho ya no parecía un despacho, y el cuarto ahora era mas espacioso. No habían luces; solo entraba luz escarlata por la ventana rota, haciendo que el cuarto tuviera una atmósfera oscura y temible. Una gran alfombra roja cubría gran parte del suelo del cuarto, y un único trono se situaba justo debajo de la ventana rota.

Allí estaba Remilia sentada, con una sonrisa malvada y un montón de nubes escarlata saliendo de un anillo que llevaba puesto en el dedo lunar de su mano derecha. A su derecha, su fiel mascota Salty (O sea, yo) sentado como una esfinge y cabizbajo. Se me veían rasguños en por el cuerpo y la cara, y me negaba a mirar al frente. Meiling y Sakuya se imaginaban lo que estaba pasando.

"Milady, ¿Que significa esto?" dijo Sakuya controlando sus emociones. Unos segundos de silencio se produjeron.

"Hoy es un gran día para nuestra familia, queridas súbditas... ¡Gracias a mi, el sol no volverá a brillar en Gensokyo nunca mas!"

Remilia rió malévolamente. Sakuya me miraba seria. Le preocupaba mi seriedad disimulada y mis rasguños. Nunca me había visto tan herido. Con todo aquello supo que aquella Remilia... No era Remilia.

"¡SEÑORA, ESTO ES UNA LOCU-"

Sakuya tapó la boca de Meiling rápidamente. Esta se quedó quieta sin reaccionar. Sakuya hizo una reverencia como pudo.

"¿Cuales son sus ordenes, Milady?" dijo Sakuya mientras la malvada sonrisa de Remilia se agrandaba.


"¿Desde cuando este lago es tan grande?"

Reimu y Marisa sobrevolaban el Lago Neblino; un lago que hoy estaba extraordinariamente grande. Y eso que desde fuera parecía el de siempre...

"Esta claro que alguien ha usado un hechizo para jugar con el espacio del lago. Hechizo básico de magia verde," dijo Marisa pensativa.

"Am... Yo tengo dos orbes Ying-Yang," dijo Reimu intentando parecer lista.

"Déjalo Reimu," dijo Marisa rascándose la cabeza.

En ese momento, Reimu esquivó fugazmente un bloque de hielo que iba a chocar contra ella. Tras eso, un hada vestida de azul apareció delante de las dos.

"¡Oye, se supone que no teníais que esquivarlo!" dijo el hada cabreada. Reimu y Marisa se miraron confusas.

"Eeh... ¿Perdona?" dijo Reimu extrañada.

"¡¿Que os perdone encima?! ¡Os voy a congelar vivas!"

Tras esto, el hada furiosa extendió las manos y salieron cubitos de hielo disparados hacia las dos amigas. Esquivaron fácilmente el tiroteo con unos vuelos laterales.

"¡Vaya una idiota! ¿Eso es todo lo que puedes hacer?" dijo Marisa provocativamente.

"¡¿QUIEN ES LA IDIOTA AQUÍ?! ¡OS VAIS A ENTERAR!"

El hada sacó un carta de la nada y la puso en alto. La atmósfera empezó a cambiar a una mas gélida.

¡Señal de Hielo: Caída Hielítica!

Mil y un cubitos de hielo empezaron a salir del cuerpo del hada hacia todos lados. Las chicas no se esperaron este ataque sorpresa, aunque seguían pudiendo esquivar los cubitos sin mucho problema.

"¿Te crees la única con Spell Cards?" dijo Reimu sacando una carta y alzándola en el aire.

¡Señal Sagrada: Sello Fantástico!

Ocho bolas de poder salieron de la carta, cada una con un color distinto. Poco después de aparecer, las bolas salieron disparadas hacia el hada. Esta salió volando alarmada, intentando esquivar las bolas. Por desgracia para ella las bolas la seguían fuera donde fuese, así que terminaron alcanzándola tras un rato de persecución.

La explosión de las bolas hizo que las ropas del hada acabaran negras y algo rotas. El hada también acabó algo chamuscada. Reimu y Marisa se chocaron las manos como victoria, hasta que la hada empezó a llorar a pleno canto. Sus lagrimas salían curiosamente congeladas.

"¡MAAMAAAAA!" dijo el hada mientras se alejaba del lugar.

El lago volvió a la normalidad tras eso. Un corto silencio se produjo.

"¡No, si encima tengo que sentirme culpable!" dijo Marisa indignada.

"¡Déjalo Marisa, no tenemos tiempo para eso!" dijo Reimu volando hacia la mansión.

"¡Pero espérame!" dijo Marisa intentando seguir a Reimu de cerca.

No tardaron apenas unos minutos en llegar a la entrada de la mansión... Bueno, en realidad estaban alejadas varios metros de esta y escondidas detrás de un arbusto grandote. Estas miraban lo que hacia Meiling...

¡Estaba vigilando atentamente la entrada!

"¡¿Meiling haciendo su trabajo?! ¡De veras que esta pasando algo gordo ahí dentro!" dijo Marisa sin creer a sus ojos.

"Que exagerada eres... Aun así, apuesto que debe haber una buena vigilancia ahí dentro... Tal vez sea buena idea que nos separemos," dijo Reimu pensativa.

"¿Separarnos? ¿Para que?"

"Para que no sospechen que hay alguien mas de infiltrado. Apuesto mi plumero a que sospechan que iba a venir a detenerlas tarde o temprano. Por eso yo iré por la entrada y las despistare mientras tu te cuelas por alguna ventana."

"Vaya un plan mas extraño, pero si tu lo dices... Me fiare de ti."

"Perfecto. ¿Por cual ventana te colaras? ... ¿Marisa?"

Cuando quiso darse cuenta, Marisa había desaparecido. Reimu arqueó una ceja sin palabras.

"Que rápida es la jodía cuando quiere..."

"¿Disfrutando de la flora?"

Reimu saltó por los aires cual gato asustado. Al aterrizar, se levantó rápidamente para mirar a Meiling con una sonrisa nerviosa.

"¡Heeyyyy Meiliiiing!" dijo Reimu con una simpatía falsa.

"Dejémonos de dramas. Mi señora predijo que vendrías." Meiling pegó un salto hacia atrás, aterrizando a unos metros con una postura de karate. "¡No puedes pasar, así que fuera de aquí!"

"Como predije, me esperarían," dijo Reimu preparándose para atacar.


"¡Al fin, una ventana abierta!" dijo Marisa tras buscar una ventana por varios segundos.

Marisa no tardo en atravesar la ventana y cerrarla con sutileza. Había acabado en la biblioteca, pero había algo distinto en ella... Marisa sobrevoló esta, esperando encontrarse las estanterías de siempre.

"¡¿Pero que demonios?!"

La biblioteca ahora era 10 veces mas espaciosa, y una cantidad ridícula de estanterías llenas de libros cubría cada metro cuadrado del cuarto. Casi parecía un laberinto aquello. Ni siquiera desde arriba era capaz de ver donde estaba la salida.

"Vaya problema... Creo que predijeron que Reimu podría haber entrado por aquella ventana... ¿O tal vez me predijeron a mi?" dijo Marisa rascándose la cabeza pensativa.

"Ese veneno para ratas sigue sin funcionar."

Marisa se dio la vuelta alarmada. Allí estaba Patchouli, flotando a su misma altura y con una bola de fuego preparada en la mano derecha. Marisa empezó a sudar de la tensión.

"Vienes en un mal día, Marisa. Tengo ordenes de Remilia de no dejar pasar a nadie a la mansión. Tu has pasado, así que ahora tengo que acabar contigo."

No dejó reaccionar a Marisa. Lanzó la bola de fuego directa a la escoba, impactando en ella y haciendo que Marisa aterrizara estrepitosamente contra el suelo. Giro un par de veces en el suelo hasta detenerse; la parte trasera de la escoba quedó echa añicos. Marisa se levantó lentamente del suelo tosiendo mientras Patchouli aterrizaba suavemente a unos metros de ella. Con Marisa ya levantada, los ojos asustados de esta se encontraron con los ojos sin vida de Patchouli.

"Por primera y ultima vez, vas a conocer mi verdadero poder. Me repugna usarlo, pero hoy es un día especial."

Una carta apareció en la mano de Patchouli. Marisa no lo dudó ni por un segundo y echó a correr.

¡Señal Lunar: Selena Silenciosa!

Una luna azul clara artificial se alzó en el techo, oscureciendo el resto de la biblioteca. De esta, una cantidad absurda de proyectiles azules salieron disparados hacia todos lados. Marisa los esquivaba a lo loco sin parar de correr, queriendo buscar la salida de aquel laberinto.

¿Por qué me pasa esto? ¿Desde cuando me da tanto pánico luchar contra alguien?

Aquella pregunta activo un chip en su cabeza. Marisa se detuvo en seco y se giro con determinación. La tormenta terminó, desapareciendo la luna y haciendo que todo se volviera a ver de nuevo. No le sorprendió nada ver a Patchouli a la misma distancia suya que antes, como si Marisa no se hubiera movido del sitio todo este rato.

"Intentando huir ante el mas mínimo peligro... De veras que eres una rata," dijo Patchouli sacando otra carta.

"No se de que va esto y que esta pasando, pero esta claro que algo gordo os pasa. Si no me dejáis que os ayude por las buenas, lo tendré que hacer por las malas," dijo Marisa con determinación y una carta en la mano.

"No ayudas mucho trayendo la peste."

Tanto Patchouli como Marisa alzaron sus cartas. Un duelo de hechizos se veía venir.

¡Señal Solar: Fulgor Real!

¡Señal Mágica: Polvo de Estrellas!

Con una sonrisa adorable y una pose de cantante, un montón de estrellas de colores empezaron a salir de la carta de Marisa. Las estrellas giraron rápidamente sobre ellas mismas, y lentamente alrededor de Marisa sin hacer nada. Al mismo tiempo, el cuerpo de Patchouli se veía envuelto por un diminuto sol artificial. De este, empezaron a salir mil y un bolas de fuego en dirección a Marisa. En ese momento, las estrellas de Marisa empezaron a impactar contra las bolas de fuego, haciendo que estas explotaran. Al final el sitio se quedo vacío de bolas de fuego y estrellas, como si no hubiera pasado nada.

"Te defiendes bien para ser una rata. Por desgracia no puedo perder mas tiempo contigo. Remilia se enfadara si tardo mucho."

"¿Que es lo que pretende Remilia con esas nubes?"

"¿Cual Remilia?"

Aquella pregunta pilló por sorpresa a Marisa, dejándola confusa. Patchouli aprovechó la distracción para sacar una ultima carta.

¡Señal Elemental: Piedra Filosofal!

Proyectiles de diferentes elementos y colores aparecieron de la nada rodeando a Marisa. Cuando Marisa quiso darse cuenta, los proyectiles ya estaban impactando sobre ella. A los pocos segundos, Marisa estaba en el suelo mal herida y desmayada. Patchouli se acercó a ella con calma, observando su estado.

"Solo una pregunta y la rata pierde... Que extraña naturaleza."


Las puertas de la entrada de la mansión se abrieron en par y literalmente de golpe. Meiling salió volando de estas mal herida, rodando un poco por el suelo hasta que se detuvo. Reimu entró en la mansión con calma, quitándose el polvo de la ropa.

"Bueno, una menos..."

Reimu cerró las puertas con cuidado y observó el vestíbulo de la mansión. Lo miraba con gran impresión, ya que era la primera vez que entraba en aquella mansión. Tras dar unos pasos adentrándose en el vestíbulo, Reimu pegó un breve silbido de impresión.

"Vaya mansión... Espero no perderme aquí dentro."

Reimu empezó a subir las enormes y elegantes escaleras del vestíbulo. Al llegar arriba, se detuvo en seco. Ahora tenia dos caminos: unas escaleras a la izquierda y otras a la derecha. Aun así, Reimu no se detuvo por eso.

Sintió algo...

Silencio...

Reimu pegó un salto en el aire. Una daga pasó por debajo de Reimu fugazmente hasta clavarse en la pared. Reimu aterrizó en el suelo y se giro rápidamente, con sus orbes Ying-Yang flotando a sus lados. Una asistenta con el pelo plateado estaba de espaldas a Reimu en mitad del vestíbulo. Se notaba que llevaba los brazos cruzados. Reimu la miraba con desconfianza.

"La limpieza de hoy no está llegando a ninguna parte." Sakuya se dio la vuelta. Tenia tres dagas entre los dedos de su mano derecha. "¡Oh, que ven mis ojos! ¡Pero si es la sacerdotisa Hakurei!"

Sakuya desapareció de repente como si fuera un espejismo. Reimu se sorprendió ante esto.

"Nunca he podido agradecer en persona su gran servicio." Reimu miró a su derecha alarmada. Allí estaba Sakuya, a unos metros de ella y con una compostura intimidante. "Gracias a ti, los hombres ya no existen. Libraste a este mundo de un gran mal."

Aquello ultimo hizo pensar a Reimu. Ahora que la veía bien...

"Tu cara me resulta familiar... Y esas dagas..." dijo Reimu analizando a Sakuya.

"¿Desea algo con Milady?" dijo Sakuya ignorando a Reimu. Esto le molestó un poco.

"Pues si, he venido para que deje de hacer esas nubes rojas. Son un poco problemáticas."

"Milady no suele tener invitados. ¿Estas segura de que vienes solo por eso?"

"¿Por que mas iba a venir?"

"¿Para matarla?"

"¡Yo no mato a nadie! Pero si tengo que exorcizarla..."

"No puedes pasar."

"Detenme."

Sakuya lanzó fugazmente las dagas. Aprovechó la finta confiada de Reimu para alzar una carta al aire.

¡Señal del Arte: Misdirección!

Un montón de dagas aparecieron de la nada alrededor de Sakuya apuntando a Reimu. Esta se preparó para esquivarlas. Sakuya sonrió cuando otro montón de dagas aparecieron detrás de Reimu y salieron disparadas de forma insonora. Como era de esperar, el sexto sentido de Reimu se activó dando un salto en el aire a la desesperada. Fue entonces cuando el primer montón de dagas salió disparado hacia Reimu. Esta echó a volar para esquivarlas. Ya esquivadas, Reimu suspiró de alivio.

"No hay necesidad de que rueden cabezas, señorita Hakurei. Salga de aquí y no tendré que molestarla."

Reimu miraba a su alrededor confusa. La voz de Sakuya venía de ninguna parte. Fue entonces cuando mas dagas aparecieron de la nada y salieron disparadas hacia Reimu. Esta las esquivaba con pánico. Reimu no entendía de donde salían.

"No puedes escapar de mis dagas ni de mi. Ríndete."

Tras esquivar la oleada interminable de dagas, la guardia de Reimu estaba tan baja que recibió una patada en toda la espalda por parte de Sakuya. Reimu aterrizó estrepitosamente en el suelo tras esto. Sakuya aterrizó con suavidad cerca suya. Reimu intentó levantarse, pero le dolía el pie. Cuando quiso darse cuenta, estaba de nuevo rodeada por mil y un dagas.

"Vaya decepción, creía que eres una rival de mi nivel. Ya veo que eran solo leyendas. En fin..."

Cuando Reimu creía que esas dagas iban a matarla, estas empezaron a caer al suelo sin mas. Confusa, se fijo que el reloj de bolsillo de Sakuya sonó. Esta lo saco del bolsillo y lo miró.

"Hora del te."

Y tras esto, Sakuya se guardó el reloj y dio la vuelta. Caminó hacia una puerta que había al otro lado del vestíbulo y la atravesó. Reimu no entendía nada... ¡¿Que acaba de pasar?!

Esa asistenta... Esas dagas, el pelo plateado, la seriedad en su rostro, la compostura... Reimu estaba segura de haber visto aquella figura antes, pero no recordaba donde. ¿Quien era esa asistenta? ¿Como es que no podía predecir sus ataques? Que humillación...

"¿Sigues ahí?"

Reimu se levantó de golpe. Ahí estaba Sakuya de nuevo, calmada y con una bandeja plateada en las manos. Sobre esta, una taza y una jarra con olor a te rojo.

"¿Por que no me has matado?" preguntó Reimu confusa.

"Tu no matas a nadie. Yo no mato a nadie que no mate a nadie." Sakuya dio la vuelta y empezó a caminar. "Sígame; La llevaré a Milady."

Sin decir nada mas, Reimu siguió a Sakuya. Miles de preguntas y sospechas cruzaban su mente en ese momento. La confusión le podía. ¿Que demonios estaba pasando?

"Reimu Hakurei..."

Reimu miró al frente ante la mención de su nombre. Con tan solo aquello, recordó el nombre de la asistenta.

"Sakuya Izayoi..."

"Veo que aun me recuerdas." Sakuya rió un poco por lo bajo. "Han pasado 5 años desde la ultima vez que nos vimos."

"5 años..." dijo Reimu intentando recordar.

"Así es... Nuestra vida era muy distinta en aquellos entonces... ¡Oh, ya hemos llegado!"

Reimu miró a su derecha. Un par de puertas elegantes de madera se presentaron a su vista. Sakuya tocó a la puerta con los nudillos.

"¡Hora del te, Milady!"

La puerta se abrió sola. Sakuya entró sin temor alguno. Reimu entró lentamente, observando bien todo el cuarto. Para lo espacioso que era, estaba muy vacío. Apenas había una alfombra roja en el suelo y un trono. Al fijarse en el trono la vio... Remilia Scarlet, vampiresa y señora de la mansión. Un poco mas a su derecha, se fijó en un animal azul sentado y muy serio. Debía de ser su mascota. Tenia arañazos por todo el cuerpo, lo que hizo pensar a Reimu que era maltratado.

Remilia cogió la jarra con calma, echándose té en la taza. Tras echarlo, le dio un sorbo con gusto. Sakuya dejó la bandeja en una mesa cercana que Reimu juró que no estaba antes. Fue entonces cuando Sakuya se hizo a un lado y Remilia vio a Reimu. Los ojos de la vampiresa penetraron en los de la sacerdotisa, haciendo que esta tragara saliva.

"Esperaba tu llegada," dijo Remilia apoyando los brazos en el trono.

"He venido a pedirte que detengas esas nubes rojas. Están provocando problemas ahí fuera."

"Mentirosa."

Reimu arqueó una ceja ante aquella respuesta mientras Remilia bebía otro sorbo de su te. Sakuya se quedó a la izquierda de esta, con los brazos cruzados y la mirada seria. Ella y su mascota parecían sus dos guardaespaldas, lo cual a Reimu no le pareció extraño.

"Apenas llevan unas horas las nubes aquí. No puedes saber la opinión de la gente," dijo Remilia mirando a la taza.

"A mi no me gusta," dijo Reimu sin miedo. Remilia miró a Reimu seria.

"He tenido que soportar a vuestro estúpido sol durante miles de años. Ya era hora de que tomara las riendas sobre el asunto."

"No sabia que eras tan egoísta. Tendré que darte una lección entonces," dijo Reimu poniéndose en posición de ataque. Esto hizo a Remilia reír.

"Que insensata... Tendré que darte yo la lección entonces."

En ese momento, el cuerpo de Reimu se paralizó. Reimu entró en pánico. Quería moverse, pero no podía. Algo la tenía paralizada en el lugar. Fue entonces cuando me vio trotando lentamente hacia ella. Al estar enfrente de ella, Reimu empezó a gritar de dolor. Esta notaba su cuerpo retorcerse junto a un dolor insoportable. Reimu cayó al suelo sin parar de retorcerse y gritar de dolor. Lagrimas salían de sus ojos; tanto por los suyos como por los míos. Su sufrimiento paró, quedándose tirada en el suelo y respirando sin energías.

"Espero que hayas aprendido la lección... ¡Ahora mátala!"

Reimu me miró con miedo al oír eso. Las lagrimas no paraban de salirle. Sus ojos ya estaban rojos. Como un robot, obedecí y levanté una pezuña donde una bola de energía negra se empezó a formar. Pequeños rayos grises salían de la bola, y un aura de desesperanza la rodeaba completamente.

"N-no... P-por favor..." dijo Reimu como pudo.

Reimu cerró los ojos. Pensó en su familia, su padre, Marisa, ella...

Sonó un disparo...

Se acabó todo...

¿Sigo viva?

"¡HIJO DE PUTA!"

Reimu abrió los ojos. Me vio con la pose de haber apuntado a Remilia. Esta se tocaba la mano derecha. Estaba sangrando por completo. Entonces Sakuya apareció de la nada a la derecha de Remilia. Esta cogió algo del suelo, haciendo que Remilia la mirara furiosa.

"¡DEVUELVEME ESE ANILLO, PUTA!"

Remilia entonces quedó paralizada, como hice con Reimu. Esta me miró intentando atar los cabos. Sakuya caminó hacia Reimu y la ayudó a levantarse.

"Ayúdenos a exorcizarla señorita Hakurei, y se lo explicaremos todo."

"¡SOLTADME, DESGRACIADOS! ¡¿COMO OS ATREVEIS A DESOBEDECER A VUESTRO SUPERIOR?!"

Reimu tras unos segundos de confusión, asintió con la cabeza. Sakuya le ayudó a llegar hasta la paralizada Remilia, y Reimu cerró los ojos. Los orbes Ying-Yang empezaron a flotar sobre ella. Los ojos de Remilia se agrandaron.

"No... Otra vez no... ¡OTRA VEZ NO!"


¡Mini-Hakkero: Master Spark!

Una onda enorme de magia plasmática y multicolor salió del pequeño aparato que Marisa llevaba firmemente agarrado con sus manos. La onda impactó de lleno contra la puerta, destrozándola por completo. Al terminar la onda, Marisa se guardó el aparato con orgullo. Una pequeña vampiresa rubia, vestida de rojo y con unas alas extrañas, se asomó desde detrás de Marisa viendo que el cuarto ya estaba abierto.

"Mi hermana se va a cabrear," dijo Flandre.

"¿Y que? Tenemos algo mas importante entre manos. Vamos, tenemos que detener a tu hermana."

Marisa se giró a Flandre. Estaba tristona. Marisa se agachó y le puso una mano en el hombro.

"Eh vamos, no vamos a hacerle nada a tu hermana. Solo vamos a darle una paliza y hacerle el exorcismo, ¡No es para tanto!" dijo Marisa transmitiendo su buen humor.

"P-pero... ¿Por que mi hermana esta haciendo esto? Ella nunca ha hecho daño a nadie... Bueno, a excepción de cuando va a cazar... Y de cuando castiga a algún súbdito... Además del hecho de que me mantuvo aquí encerrada 495 años..."

Marisa rió un poco. Flandre la miraba con curiosidad, y esa inocencia conmovía a Marisa por alguna razón.

"Mira Flandre... No estoy segura de que tu hermana sea tu hermana en estos momentos... Por eso hay que hacerle el exorcismo."

Ahora Flandre miraba a Marisa con impresión. En segundos, la cara de Flandre cambió a seria y echó a volar, saliendo rápidamente del cuarto. Marisa montó en la escoba y la siguió de cerca.

"¡Flandre, espérame!"

"¡Tengo que detenerle!"

"¿Detener? ¿A quien?"

Fue entonces cuando Marisa se fijó que la luz del día volvía a brillar por las ventanas de la mansión. Marisa sonrió; Reimu lo había conseguido.

No tardaron en llegar al despacho de Remilia. Entraron de golpe, abriendo las puertas de par en par. Ambas se pararon al ver la escena. Reimu estaba desmayada sobre los brazos de Sakuya, y Patchouli me ayudaba a curar a Remilia que estaba desmayada en su asiento. El cuarto había vuelto a la normalidad, aunque eso ellas no lo sabían. Sakuya caminó hacia Flandre.

"Oh, señorita Flandre... No debe preocuparse de nada. Esta todo bajo control. Lo mismo va por ti, Marisa."

"¿Esta bien Reimu?" preguntó preocupada.

"Si, solo está cansada. La llevare a un cuarto a que descanse. Sígame si quiere."

Marisa no dudo en irse con Sakuya. Flandre se acercó a mi para ver como estaba su hermana. Se fijó en que su mano derecha estaba llena de sangre.

"¿Y el anillo?" preguntó Flandre.

"En un lugar seguro," respondió Patchouli.

Flandre calló. Se quedó allí mirando a su herida hermana sin palabras. Por una parte estaba alegre porque había acabado todo aquello. Pero por otra... No había podido hacer nada por ayudar... Se sintió inútil...


El Reino Hakurei; Un lugar sagrado donde se respira paz y tranquilidad. Han pasado unos días desde el evento de la Luna Escarlata. La gente cree que ella y su amiga Marisa son las heroínas que acabaron con aquella temible luna. Y aun así, no tienen todavía su perdón... Reimu tiene echa la idea de que nunca la van a perdonar, haga lo que haga. Pero aun así, aquello no le hacia sentir nada bien...

Pero no nos desviemos del tema. Reimu estaba barriendo tranquilamente la entrada de su reino. Lo que ella no sabía, es que dos visitantes estaban subiendo las escaleras de su reino en ese momento. Al llegar arriba, los vio: Remilia Scarlet con un parasol, y su mascota azulada. Sintió hostilidad al verles, pero intentó controlarse.

"Hola, señorita Hakurei," dijo Remilia con todos sus respetos.

"Hola..." dijo Reimu sin mas. Segundos de silencio.

"Veníamos a disculparnos por lo ocurrido hace un par de días."

"No os molestéis. Usted no tuvo la culpa después de todo."

"Ya veo... Teníamos que disculparnos igualmente."

"Muy bien. Ahora marchaos."

Reimu nos dio la espalda y siguió barriendo. Mis orejas retrocedieron. La mano de Ojou-sama me tocó la cabeza.

"Nosotros ya hemos hecho nuestra parte. Ella hará la suya con el tiempo. Vamonos."

Remilia dio la vuelta y empezó a volar. Yo hice lo mismo concentrando mi magia.

...¿Por que no hemos hecho esto antes en vez de subir esas dichosas escaleras?

Next Chapter: 8. Episodio 08 Estimated time remaining: 4 Hours, 44 Minutes
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