Touhou Dierite: La Mascota De La Familia Scarlet Devil
Chapter 23: 23. Episodio 23
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Mi mano diestra ardía. Había aprovechado el día escribiendo el segundo episodio de este libro. Escribir este libro no solo me ayudaba a despejar mi cabeza, sino también a poder ver como sobrevivía a Gensokyo en el pasado. Tras terminar de escribir el segundo episodio, se lo di a Ojou-sama y esta lo revisó y leyó. Tras eso, lo guardó en un cajón de su escritorio que había dejado libre para guardar todos los episodios que escribiera. Si algún día se me presenta la oportunidad, no solo publicaré mi libro en Gensokyo, sino en Equestria y en mi planeta natal. Si alguien de mi planeta natal esta leyendo esto ahora mismo, significará que lo he conseguido.
Bueno, no nos desviemos del tema. Tras todo eso, me dirigí a la cocina. Esperaba ver a Sakuya, pero estaban las Hadas Asistenta en su lugar. Les pedí un pequeño trozo de hoja, y me lo dieron. Con el trozo en una mano y el bolígrafo aun en la otra, caminé hacia el comedor y me senté a escribir. En aquella hoja suelta, escribí una breve lista con varios nombres.
1. Meiling.
2. Koakuma.
3. Chen.
4. Kogasa.
5. Reisen.
6. Marisa.
7. Reimu.
8. Sakuya.
"¿Que es esa lista?"
Miré a mi derecha al escuchar la hermosa voz de Sakuya. Esta me miraba contenta, y yo le devolví la sonrisa. Le di la pequeña lista para que pudiera leerla. Tras leerla, me devolvió la hoja y me miró con curiosidad.
"¿Son... los nombres de tus amigas?"
"Así es. Quitando a Ojou-sama, Patchouli y Flandre, que son las tres personas con las que mas tiempo paso casi todos los días, son las ocho grandes amigas que he hecho en lo que llevo viviendo en Gensokyo. A todas y cada una de ellas he ignorado fríamente por culpa del miedo y la desconfianza, y aun así siguen soportándome y siendo mis amigas. Siento que debo compensarles su sacrificio, y por eso voy a pasar con ellas el tiempo que se merecen."
"Que exagerada eres Dierita, tu no has tratado mal a nadie. Eres incapaz de hacer algo así con lo sensible que eres. Además, ¿Que tiene que ver esto con lo que hablamos ayer de la desconfianza?"
"No tengo ni idea, pero siento que esto es lo que tengo que hacer para conseguir estar preparada para cuando llegue el momento," le dije muy decidida. Sakuya rió por lo bajo y me dio en beso en la mejilla.
"Esta bien, lo que tu veas. Suerte con tu lista," me dijo mientras se iba.
Estaba sonrojada por aquel beso. Miré la lista y vi quien era la primera persona de ella: Meiling. Decidida, me guardé la lista en un bolsillo del traje y me levanté. Me miré a mi misma para ver como estaba, y creía que estaba bien. El traje de asistenta me quedaba bien de alguna forma.
Meiling regaba las plantas del jardín con un regadero. Su cara sin vida estaba fija en el agua cayendo con ritmo sobre las plantas y la negra tierra. No me sentí nada bien al verla así... Me acerqué a ella y la saludé. La regadera salió volando del susto que se llevo. Por suerte, no nos mojó a ninguna de las dos.
"O-ooh... H-hola Dierita..." me dijo Meiling con miedo.
"Hola Meiling." Meiling caminó hacia la regadera y la cogió. Se dirigió hacia un grifo externo que había allí, y relleno la regadera de agua. Todo esto sin mirarme. "Meiling, tenemos que hablar."
"¿H-hablar de que?" me dijo caminando hacia las plantas.
"Creo que es bastante obvio," le dije.
"O-ooh... A-ahora si te preocupas por mi..." me dijo mientras regaba las plantas.
"¿Que?"
"¡M-me habéis tratado todas como la persona de fondo que soy! ... M-me tiro todos los días sola, v-vigilando esta mierda de mansión, y-y cuidando esta mierda de plantas... M-mi trabajo en el pasado era perfecto h-hasta que llego Sakuya... D-desde entonces, mi vida es una mierda... ¡Y-y encima m-me ha quitado a la única mujer que he querido en mi vida! ¡O-odio a Sakuya!"
Me tiró la regadera tras decir eso y se fue de allí corriendo. Esquivé la regadera sin problemas. Aquello la verdad es que explicaba muchas cosas. Al principio creía que la rivalidad entre Meiling y Sakuya era amistosa, pero ya no lo tenía tan claro. Meiling estaba sintiendo el mismo odio hacia Sakuya, que esta tenía hacia mi en el pasado. Y creo que aquella muerte que tuvo, fue la que despertó este lado mas oscuro de Meiling. No había duda de que tenía que hacer algo, pero no sabía el que... Y entonces, se me ocurrió una idea.
Fui al despacho de Ojou-sama y le expliqué lo de mi lista y lo que me había pasado recientemente con Meiling. Tras eso, le expliqué mi plan para 'curar' a Meiling de esa especie de depresión por la que estaba pasando. Ojou-sama tuvo sus dudas sobre aquel plan, pero aun así me dio luz verde por la curiosidad que tenía por saber los resultados. Con la luz verde recibida, pude ir al Pueblo Humano y comprar un ramo de flores y una carta. Me sorprendió que nadie cuestionara quien soy o por que ahora no era un poni, pero entonces recordé que en Gensokyo, los rumores corren rápido. Ya todo comprado, volví a la Mansión Scarlet Devil mientras me preparaba por el camino del momento. Fuera Meiling o no, estaba muy nerviosa por lo que tendría que decir. Cuando llegué, vi a Meiling con cara triste en la entrada, mirando al suelo y pasando de todo. Respiré hondo, coloqué el ramo detrás mía y caminé hacia ella. Esta me miró al verme llegar.
"Hola Meiling," le dije contenta.
"¿Que quieres?" Meiling miró a otro lado mosqueada. Saqué el ramo de flores de mi espalda y se lo extendí. Meiling miró de reojo al ramo, y después a mi. "¿Crees en serio que un ramo de flores va a arreglarlo todo?"
"No es un ramo de flores convencional. ¿Que tal si lo exploras un poco?"
Meiling veía mi sonrisa radiante y ligeramente forzada. Meiling suspiró y cogió el ramo de flores. Tras removerlo un poco, vio la carta. La cogió, abrió, y leyó. Conforme la leía, su cara iba cambiando de cabreada a impresionada. Aquello me alegró.
"¡O-oh dios mío! ¡E-esto yo... N-no me lo...! ¡¿Y-y que pasa con...?!"
"¿Aceptas o no?" le dije contenta. Esta vez, contenta de verdad.
"¡P-pues claro que acepto! ¡¿E-esta noche?!" me dijo toda ilusionada.
"¡Oky!" le dije contenta.
Tras eso, Meiling salió corriendo y gritando de alegría al interior de la mansión. Ya dentro, se puso a gritar que tenía una cita conmigo. Aquello me dio mucha ansiedad, pero estaba contenta de que mi plan fuera viento en popa.
"Creo que me debes una explicación."
Me sobresalté al escuchar la voz de Sakuya a mi espalda, pero no me asusté ni nada. Le expliqué todo lo ocurrido sin problemas y mi plan para mejorarle el humor.
"Algo en este plan no me gusta," me dijo francamente.
"¿Quizás la cita con ella?" le dije.
"Claro que no imbécil." Me dolió un poco eso, pero intenté asimilar que lo dijo en broma. "Lo que me preocupa es lo que pasará después."
"¿Lo que pasará después?"
"Si... ¿Como se tomará el hecho de que volverás conmigo después de esa cita?" me dijo preocupada. Sakuya tenía razón...
"Tal vez deba hablar sobre eso en nuestra cita..." le dije.
"Es una opción," me dijo.
"Esto no ha sido tan buena idea..." le dije deprimiéndome.
"¡No no no, no digas eso!" Sakuya me cogió las mejillas con sus dulces manos. La miré a los ojos. "Tu sigue adelante con esto. Si terminas odiándome mas, me da un poco igual. No me gustan mucho las mujeres para serte honesta."
"¿No te gustan los hombres ni las mujeres?"
"No me gustan los humanos, no... Es algo que tenemos en común," me dijo sonriendo.
No pude evitar devolverle la sonrisa. Era extraño que de repente Sakuya me tratara tan bien, pero seguro que no me tratará así cuando estemos en público. Aparte de eso, Sakuya tenía parte de razón en lo de que no me gustan los humanos... Aunque le tengo muchísimo mas asco a los hombres que a las mujeres, sea de la especie que sea.
"Considérate afortunada," me dijo dándome un beso en la mejilla. ¡Esos malditos besos hacía que me sonrojara!
"I-igualmente..." dije tímidamente.
"Los dos tortolitos, dejadlo ya. Hace media hora que te pedí que me hicieras café," dijo Ojou-sama desde el balcón central de la mansión. Si, ese al que no puedo acceder. Ambas nos sonrojamos.
"L-lo siento Milady, ya mismo voy."
Estaba nerviosa. Llevaba un buen rato esperando en la entrada de la mansión a que apareciera Meiling para nuestra cita. Tenía todo lo que quería decirle mas o menos pensado, pero aun así estaba muy nerviosa... Y tenía miedo.
"¡P-perdón por hacerte esperar!" dijo una muy nerviosa Meiling a mi derecha.
La miré. Iba vestida con una camisa blanca muy simple por dentro de unos pantalones verdes bastante simples y unas manoletinas verdes bastante simples... No era lo que me esperaba, aunque no le di importancia. No soy de las que piensan que todo depende de la forma de vestir. Lo que mas me impresionó, es que no llevaba puesta la gorra verde que siempre tenía. Aquello no me gusto mucho... Meiling iba por un camino erróneo.
"¡B-bueno! ¿Nos vamos?" me dijo contenta, aunque sus nervios se dejaban notar.
"¿Irnos? ¿A donde?"
"O-oh bueno, pensaba que nos iríamos a caminar por ahí o algo..."
"¡Oh claro, por supuesto! ¿Damos una vuelta por el Bosque Mágico? No conozco bosque mas bonito que ese."
"¡C-claro!"
Y así comenzó nuestra cita. Al principio del camino no supimos que decir ninguna y estábamos en silencio, pero conforme avanzábamos nuestro camino, las conversaciones empezaron a fluir. Cuando llegamos al Bosque Mágico y nos sentamos debajo de unos árboles, consideré que era el momento de mencionar mis preocupaciones.
"Oye Meiling..." le dije acariciándome el brazo izquierdo.
"¿Si Dierita?" me dijo con una mirada muy enamorada. La rechace casi de inmediato.
"Tal vez no sea el mejor momento, pero... Es algo que nos tiene preocupada a todas, así que tengo que preguntártelo."
Fue destrozador ver como el miedo volvía al rostro de Meiling casi de un sopapo. No dejaba de mirarla mientras esta miraba al suelo controlando su respiración. Tardó unos segundos en volver a hablar.
"Fue Fujita..." dijo de repente.
"...¿Fujita?" dije sorprendida.
"Si... E-el me mato..."
Lagrimas empezaron a salir de sus ojos, y de mis ojos chispas. Saber que Fujita la había matado, me llenó de furia. Desde la primera vez que le vi, desconfié de ese tío porque le notaba algo raro. Ahora mis sospechas eran acertadas... Me parecía trágico pensar que uno de los pocos hombres que había vuelto a Gensokyo era un asesino del demonio; Pero claro, no podía esperar menos de un hombre... Entonces noté un fuerte empujón. Miré alarmada al frente y vi a Meiling echada encima mía.
"¡No quiero volver a la mansión Dierita! ¡No quiero estar cerca de ese hombre! ¡Me da miedo!" me dijo con pura desesperación. Su cara de miedo y sus lagrimas saladas me hacían sentir vengativa.
"No te va a pasar nada Meiling. Me encargaré de el en cuanto volvamos a la mansión," le dije con seriedad.
"¡N-no Dierita, te hará daño!"
"Asumiré el riesgo."
"¡No por favor! ¡No quiero que te pase nada!"
"Y yo no quiero que un asesino de mierda ande suelto. El deber es el deber Meiling, lo que me pase da igual."
"¡P-pero-"
"No lo volveré a repetir."
Meiling no siguió discutiendo. Podía llegar a ser dura con algunas cosas, pero asimilar la muerte es algo a lo que me habían entrenado mucho. Aunque tenía la corazonada de que lo mas probable es que no me fuera a pasar nada de nada, me gustaba tener en cuenta todas las posibilidades; incluyendo las mejores y peores.
"Pero bueno, no pensemos en eso..."
Sonreí intentando recuperar el ambiente que teníamos. Al ver que no funcionaba, procedí a darle un abrazo. No solo me lo devolvió con fuerza, sino que me dio un beso en los labios cuando menos me lo esperé. Lo retiré en seguida.
"¡Meiling meiling meiling, quieta ahí! Estas haciendo algo que estoy segura que no quieres," le dije con el mayor tacto posible.
"Y-yo... l-lo siento... h-he sido una lanzada..."
"No pasa nada... De hecho, deberíamos también hablar de esto."
"¿Hablar de que?"
"De nuestra relación."
Meiling me escuchó con atención, calmándose mientras lo hacía. Aunque me costó empezar a hablar de aquello, no pude parar de hablar una vez que pillé carrerilla. No solo le expliqué lo de mi lista y mis problemas de confianza, sino sobre los sentimientos que tenía hacia todas mis amigas; en especial ella y Sakuya. Meiling me escuchó con gran atención, y cuando terminé me quedé expectante de lo que fuera a decirme... La verdad es que tenía bastante miedo y preocupación sobre lo que fuera a decirme.
"Entonces... ¿Esto no es una cita?" me dijo.
"Para mi esto es una quedada de dos buenas amigas..."
"Ya..."
"Lo siento, la verdad es que no había pensado muy bien todo este plan..."
"No pasa nada... Por como me lo has contado, todo ha ocurrido muy rápido."
"Si, así es..."
Hubo unos segundos de silencio. Todo estaba dicho, y a pesar de todo, todavía no sabía como acabaría el día... ¿Habrá sido buena idea todo esto?
"Dierita... Me parece muy bonito lo que estas haciendo por todas tus amigas, pero tienes que prometerme algo."
"Claro; dime."
"Promete que dejaras de infravalorarte."
"¿Como?"
"No dejas de decir que has tratado fatal a tus amigas y que por eso eres una amiga horrible, pero no es cierto. Tu no nos has tratado mal nunca. Es cierto que nos has dejado un poco de lado, pero también comprendemos el poco tiempo que tienes para tus amigas con tu trabajo. No te deberías martirizar por eso. Eres una gran persona Dierita," me dijo con gran sinceridad. Fue muy bonito todo lo que me dijo, pero aquello no cambiaba nada.
"Gracias Meiling... Pero no me perdonaré a mi misma hasta que haya conseguido tachar a todas las de mi lista. Tengo mucho tiempo que emprender con mis amigas. Siento que os lo debo," le dije también con sinceridad.
"Lo comprendo... Si tan importante es esto para ti, me alegra que hayamos tenido esta quedada entonces. Táchame de la lista... Lo he pasado muy bien."
No hay quien se trague esa mentira.
"Lo siento Meiling, pero ambos sabemos que no es cierto. No podré tacharme de mi lista hasta que no haya conseguido compensarte de verdad," le dije decidida. Meiling suspiró.
"Esta bien, esta bien... Volvamos a casa entonces y volvamos a quedar otro día. Pero la próxima vez, será una quedada de amigas de verdad," me dijo Meiling con el animo mas subido.
"¡Trato hecho!" le dije contenta.
No era exactamente como lo tenía planeado, pero era sin duda un buen paso. Con todo aclarado, volvimos a la mansión y nos fuimos a dormir. Había sido un día largo, y necesitaba estar descansada para el siguiente. Después de todo, mañana tengo un hombre del que encargarme.
Un día nevado; una familia; un accidente de coche; muerte; cliché.
Ese podía ser un resumen de lo que soñé aquella noche. Aunque me desperté completamente normal ya que me habían usado ese truco demasiadas veces, me preocupaba el hecho de que Fany estaba volviendo u había vuelto. Estaba bastante segura de que era ella quien me estaba haciendo tener esos sueños, mas después de aquel sueño tan horrible que tuve hace unas cuantas lunas. Pero aquello no era importante ahora.
"Hora de despertarse Milady," dijo Sakuya de repente corriendo las cortinas. Me tapé la cara con una pezuña tras invadirme el sol en la cara.
"Buenos días Sakuya," le dije. Sakuya caminó hacia mi y se agacho.
"Buenos días mi pequeñina," me dijo dándome un beso en la frente. Volví a sonrojarme.
"Me encanta como a Sakuya le gusta verte sonrojarte," dijo Ojou-sama desde su cama. Sakuya se levantó y la miró, dejándome una hermosa vista de esta.
"Es que es adorable cuando se sonroja, este en la forma que este," dijo Sakuya contenta.
"Y que lo digas, pero tampoco te pases. Dierita tiene un limite con esas cosas," dijo Ojou-sama mientras se levantaba de la cama.
"¿Un límite?" preguntó Sakuya frunciendo el ceño.
"Fuera de aquí, tienes trabajo que hacer," le dijo Ojou-sama. Sakuya suspiró y se fue del cuarto.
"¿Un límite?" le pregunté.
"Fuera de aquí, tienes cosas que hacer," me dijo también. Suspiré y me dirigí hacia la puerta.
"¡Ostras, casi se me olvida!" Me detuve en seco. Ojou-sama me prestó atención. "Se quien es el asesino de Meiling."
Aquello puso a Ojou-sama seria. Aun así no me contestó hasta que terminó de vestirse. ¡Que sorpresa; se puso su vestido de siempre!
"Así que es Fujita, ¿Eh? ... Y yo que le había dado una oportunidad... Esto me pasa por confiar en los hombres," dijo sentándose en la cama y cruzándose de brazos. Troté hacia ella... La noté triste.
"Este no ha sido el acertado," le dije. Ojou-sama me acarició la cabeza.
"Quiero seguir dándole oportunidades a los hombres, pero no dejan de decepcionarme... Pensaba que aprenderían algo después del genocidio," me dijo suspirando.
"Bicho malo nunca muere... Además, seguro que hay por ahí algún hombre vivo que sea bueno," le dije.
"¿Y tu eres feminista?" me dijo riendo un poco.
"Si, pero... Me gusta ser buena persona y dedicarme al bien... Aunque eso me conlleve a ser hipócrita a veces," le dije con una sonrisa.
"Eso me recuerda a una cosa que me decía siempre mi padre... 'Recuerda pequeña, la vida es hipocresía en movimiento. Si bien la honestidad te salvará la vida a veces, la hipocresía también lo hará'" dijo Ojou-sama intentando imitar la voz de su padre.
"Je, grandes palabras."
No cabía duda de que la verdad y la mentira, eran como el bien y el mal; una no puede vivir sin la otra. No me asusta admitir que a veces soy hipócrita, y no sin razón. La gente no tiene por que odiar lo mismo que yo, ni hacer lo mismo yo, ni pensar lo mismo que yo. Mi vida es mi vida, no la de los demás.
"Bueno, acabemos con esto Salty," me dijo levantándose de la cama.
"Adelante," le dije contenta.
Cuando ambos desayunamos y nos posicionamos en el despacho, procedimos a llamar a Sakuya. Ojou-sama le ordenó que trajera a Fujita, y así hizo. Cuando llegó, tragué saliva y me preparé para cualquier cosa que pudiera ocurrir... Tenía uno de mis presentimientos.
"Fujita... No me gusta contratar hombres. Por algo eres el único hombre de esta mansión... Pero aun así te contraté por darle una oportunidad mas a tu genero... ¿Lo comprendes?" le dijo Ojou-sama con mucha seriedad.
"Si, señora," dijo Fujita sin mas.
"Bien... Voy a hacerte una pregunta para probar que eres alguien de confianza..." Hubo silencio por unos segundos. Ojou-sama respiraba hondo continuamente... Estaba tan nerviosa como yo. "Fujita... ¿Has matado a alguien en tu vida?"
"Negativo," respondió casi de inmediato.
"¿Estás seguro?" dijo Ojou-sama.
"Si, señora," respondió exactamente igual que antes.
Mi presentimiento resonó con fuerza en ese momento. Todo lo que decía y hacía era siempre muy mecánico, como si fuera un robot...
¡¿Y si es un robot?!
"Como suponía, no eres alguien de confianza..." Ojou-sama suspiró. La cara de Fujita cambió a cabreado. "Tengo testigos de que mataste a Meiling aquella vez, Fujita."
Tras unos segundos de silencio, los ojos de Fujita se tornaron rojos. Esto nos sorprendió a mi y a Ojou-sama.
"Identidad secreta descubierta. Procediendo a exterminio de los testigos."
La voz robótica de Fujita alertó a Ojou-sama, haciendo que se levantara asustada de su trono. Los brazos de Fujita se intercambiaron por dos cilindros con cinco agujeros. Eran sin duda metralletas. Mientras los cilindros empezaban a girar junto a su sonido metálico característico, pegué un enérgico salto que me posicionó entre el y Ojou-sama. Alcé mi pezuña derecha y se creó rápidamente un campo de fuerza. Justo al crearse, las metralletas empezaron a disparar. El campo de fuerza detuvo todas las balas sin problemas, desintegrándolas y convirtiéndolas en burbujas de diferentes tamaños que explotaban al tocar el suelo. Cuando se le acabaron las balas, alcé mi pezuña al aire y el campo de fuerza se concentró en ella, transformándose en energía eléctrica. Acto seguido, apunté a Fujita y la energía salió disparada hacia el. La energía hizo el resto del trabajo y se encargó de achicharrar los motores de Fujita, haciendo que se apagara y se cayera al suelo con un fuerte impacto metálico. Su cuerpo desprendía humo blanco, no muy grande ni visible. Sin duda lo había dejado frito.
"Oh dios mío..."
Ojou-sama cayó de rodillas al suelo; una mano apoyada en el suelo y otra en su pecho. Me giré para verla y la vi respirando fuertemente. Era la primera vez que veía a Ojou-sama con la compostura tan derribada, y sentí lastima por ella. No tardé en acercarme a ella y abrazarla. Esta me devolvió el abrazo rápidamente.
"Oh dios mío Salty... Me has salvado la vida..." dijo Ojou-sama como podía.
"Es mi trabajo Ojou-sama," le dije con una sonrisa.
Ambos compartimos una risa leve. El corazón de Ojou-sama iba a toda velocidad. Era normal... Yo ya estaba acostumbrada a esa clase de situaciones, así que no estaba tan alterada como ella. Aunque por supuesto, mi adrenalina también estaba ahí.
"¿Que ha sido ese ruido?" dijo Sakuya de repente sobresaltándonos un poco. Había aparecido a nuestra derecha.
"¡NO HAGAS ESO ME CAGO EN TODO!" le gritó Ojou-sama a Sakuya. Tenía cara de sorprendida.
"L-lo siento Milady... ¡¿Pero que...?!"
Fue entonces cuando Sakuya vio a Fujita tirado en el suelo y saliéndole humo por todas partes. En ese momento, la puerta del despacho se abrió.
"¿Que ha pasado aquí?" preguntó Patchouli asomada desde la puerta y observando el escenario.
Me costó un poco, pero conseguí explicárselo todo a las presentes. Una vez explicado, Patchouli se llevó a Ojou-sama para relajarla, y Sakuya se quedó conmigo a limpiar todo ese desorden. Una vez limpiado y ordenado todo, nos reunimos alrededor de Fujita. No sabíamos que íbamos a hacer con el.
"¿Que clase de ser es este?" preguntó Sakuya.
"Es un robot," le contesté.
"¿Un robot?"
"Si. Es una máquina que simula ser un humano," le dije. En realidad ese termino embarcaba mas conceptos, pero no veía necesario contar todo eso ahora.
"Vaya... ¿Y que hacemos con esta chatarra?" me preguntó.
"Me gustaría guardarlo. Tal vez pueda sacarle información de alguna forma," dije deseando tener un ordenador en aquel momento.
"Bueno, de acuerdo."
Mezclamos la fuerza de Sakuya con la fuerza de mi magia para conseguir levantar a Fujita y llevarlo a cuesta. No se nos ocurrió otro sitio mejor para guardarlo que en el armario de limpieza que había debajo de las escaleras del vestíbulo. Una vez guardado dentro, Sakuya se acercó, se agachó y me dio un beso en la mejilla. Me sonrojé una vez mas.
"¿C-cuantas veces me vas a hacer eso?" le pregunté tímidamente.
"Sabes que te gusta tonta. Además, es una recompensa por haber sido una pequeña heroína hoy."
"G-gracias..." le dije como pude.
"Bueno..." Sakuya se levantó y se alzó sobre mi. Maldita Sakuya... "Todavía tienes algo que hacer con Meiling, ¿No?"
"¡Ah si, tienes razón! Terminaré con esto de una vez," le dijo yéndome de allí alegre.
Tras aquello, le comuniqué a Meiling la buena noticia y su humor volvió a ser el de siempre. Después tuvimos una quedada de amigas y no solo le expliqué lo ocurrido con detalles en dicha quedada, sino que lo pasamos genial juntas. Cuando volvimos tras la quedada, Meiling me lo agradeció todo y me dio un abrazo.
"No cambies nunca Dierita. Eres una bellísima persona."
Aunque seguía sin tragármelo mucho, le agradecí aquellas palabras tan bonitas. Aquella noche dormí de maravilla, ya que había conseguido hacer grandes cosas, y además, había podido tachar finalmente a Meiling de mi lista. Me sentía bien por haber hecho feliz a una amiga, y ya estaba deseando ponerme con la siguiente.
¡No puedo esperar a que sea mañana!