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Touhou Dierite: La Mascota De La Familia Scarlet Devil

by Dierita

Chapter 19: 19. Episodio 19

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Episodio 19: El Castigo.

Mi trabajo por lo general es muy aburrido. Consiste en tirarme toda la tarde con los ojos bien abiertos para evitar que nadie entre en la mansión. Y bueno, ahora es mejor porque tengo un compañero y solo tengo que vigilar por el día. ¡Antiguamente, estaba yo sola y tenía que vigilar las veinticuatro horas del día! Un verdadero suplicio... Pero bueno todo es mejor ahora. También cuido de las plantas del jardín de la mansión, y eso pues también me distrae, pero aun así mi trabajo es muy aburrido y mas duro de lo que parece. Muchos no aguantarían ni un día en mi puesto... La verdad es que echo de menos mi antiguo trabajo de asistenta, cuando Sakuya no estaba todavía en la familia... ¿Cuanto ha pasado ya desde entonces? ¿40 años?

Un bostezo por mi parte me sacó de mis pensamientos. Ya casi eran las cuatro de la noche; mi hora de dormir. Pude ver a Fujita empezando a despertarse al otro lado de la muralla. Cada uno teníamos un lado de la muralla para dormir, y el suyo era el izquierdo. Ya despierto, se acercó a mi saludándome con la mano.

"Buenas noches, Meiling-san."

"Buenas noches, Fujita-san."

Pegué un bostezo. Fujita y Yo no teníamos mucha relación ni nos hacia falta. Todos pensamos que Fujita es un hombre un poco sospechoso, así que no hablamos mucho con el. El sin embargo actúa como si no fuera nada raro y de una forma extrañamente positiva. Esto lo hace aun mas raro de lo que es...

"Buenas noches, Salty-sama," dijo Fujita mirando a su derecha.

Miré a la puerta de la entrada. Salty estaba cerrando la puerta de la entrada mientras se daba la vuelta. Me preocupé al ver sus ojos tan rojos y llorosos. Caminé hacia ella y me agaché al estar enfrente de ella para verla mejor.

"¡Salty! ¿Estas bien? ¿Que haces aquí a estas horas?" le pregunté preocupada.

"Tengo un asunto pendiente..." me dijo con un tono muy apagado y oscuro. Nunca la he oído hablar así...

"¿P-pero que te ha pasado?"

"Déjame ir Meiling."

"¿P-pero-"

"Déjame ir."

Le di un abrazo. Esta me lo devolvió. Salty me preocupa mucho a veces... Pero si ella no quiere contarme lo que le pasa, yo no puedo hacer nada. Tras el abrazo, Salty se fue con un trote lento. La vi alejándose poco a poco en la oscuridad de la noche, con un orbe azul flotando delante suya para iluminar su camino. Crucé mis brazos... Esto me ha quitado el sueño...

"¿No vas a dormir?" me dijo Fujita.

"No tengo sueño," le dije sonriendo.

"¿Quieres hablar del asunto?" me dijo Fujita captando mi atención.

"...Bueno..."

"Sígueme entonces. Te llevare a un sitio donde podremos hablar mas cómodamente," dijo caminando hacia las puertas de la muralla.

"¿Pero y la mansión que? ¿No tienes que vigilarla?"

"Eso puede esperar."

No supe que mas decir... Parecía que hablaba en serio... No me quedó otra que seguirle. Fujita me llevó hasta la parte trasera de las murallas de la mansión. Aquí, cogió algo del suelo y levantó una trampilla que estaba muy bien oculta... ¿Eso ha estado ahí siempre?

"¿Q-que es esto Fujita?" le pregunté desconfiada.

"Mi hogar," dijo sin mas.

"¿T-tu hogar? ... ¿E-es que has vivido aquí siempre? ¿Y como no te hemos visto antes?" Fujita empezó a bajar las escaleras de la trampilla. "¡O-oye, te estoy hablando!"

Ni caso. Terminé bajando yo también las escaleras tras unos segundos de duda. Al terminar de bajar las escaleras la trampilla se cerró de golpe, haciendo que todo se volviera oscuro. No veía nada... Empezaba a tener miedo.

"¿F-fujita? ¿Donde estas? N-no veo nada... ¡¿F-fujita?!"

Entonces, note algo punzante atravesándome el cuello. Tras unos segundos, me quitaron la cosa punzante. Me noté extraña... Noté como mi pecho empezaba a quemarse. Quería aire; necesitaba aire. Aspiraba y aspiraba con fuerza, pero no notaba que mis pulmones se llenaran. Caí al suelo; empecé a tener mas y mas sueño...

"Hay que ir paso a paso," escuché la voz de Fujita antes de cerrar los ojos.


No tardé en llegar a la mansión. Abrí la puerta de la entrada de esta, pero alguien me detuvo. Miré a mi espalda y vi a Fujita corriendo hacia mi. Cuando me alcanzó, pude ver que llevaba a Meiling en brazos. Esto me llamó la atención.

"¿Que ocurre? ¿Le ha pasado algo?" le pregunté trotando hacia el sin dejar de mirar a Meiling.

"No se que le ha pasado, pero no respira... Le he tocado el cuello y... No tiene pulso."

Me asusté un poco, pero se me pasó rápido. Fujita dejó a Meiling en el suelo para que pudiera observarla bien. Estaba perfectamente bien, excepto por el cuello. Tenía dos pinchazos en el cuello, ambos paralelos y alejados un poco entre ellos... La verdad es que parecía la mordedura de un vampiro.

"Gracias Fujita. Vuelve a tu-"

"¡MEILING!"

Miré a mi espalda. Sakuya corrió hacia Meiling y se agachó. Vio las marcas en su cuello y se llevó las manos a la boca. Sus ojos empezaron a humedecerse. Sabía que estaba muerta.

"No malgastes lagrimas," le dije.

"¡¿COMO QUE NO MALGASTE LAGRIMAS?!" me gritó Sakuya sin creerse que estuviera tan calmada.

"Te mostraré por que no debes hacerlo."

Cerré los ojos y me concentré. Un orbe de potente luz blanca y naranja salió de mi pezuña derecha. Toqué el cuerpo de Meiling y esta empezó a resplandecer del mismo color que el orbe. El proceso duró unos segundos hasta que el orbe desapareció junto a la luz. No paso nada al principio, pero entonces Meiling abrió los ojos y pegó una fuerte bocanada de aire. Sakuya se sobresaltó, incapaz de creerse lo que acababa de pasar. Meiling no paraba de dar bocanadas de aire. Sakuya la ayudó a incorporarse tras salir de la impresión. Miré a Fujita y le vi con cara incrédula. Tuve uno de mis presentimientos... Este capullo le había hecho algo.

"Increíble..." dijo Fujita incrédulo.

"¿Q-que ha pasado? No recuerdo nada..." dijo Meiling ya mas recuperada.

"¡N-no puedo creer lo que acabo de ver!" Sakuya me miró con una gran alegría. "¡Salty, puedes resucitar muertos!"

No dije nada... Eso no era tan así, pero no quería explicar nada. Estaba agotada... Solo quería descansar...

"¿M-me has salvado la vida?" me dijo Meiling. Me llevé una mano a la cara y suspiré.

"Pues claro que lo he hecho... Pero por favor, no me pongáis en un pedestal por esto. Estoy harta... Quiero descansar..."

"Ve a descansar entonces... Ya me ocuparé yo del resto," me dijo Sakuya con frialdad.

Joder...


Abrí mis ojos. Estaba sentada en una silla metálica en mitad de la nada. Todo era negro, sin embargo podía verme a mi misma y a la silla. Fue entonces cuando me di cuenta de que era humana... Era muy delgada, y estaba vestida con pantalones largos y una camiseta de manga corta. Estaba firmemente agarrada a la silla. No podía moverme ni hacer nada. Estuve un rato allí sentada sin que pasara nada... ¿Que estaba haciendo allí?

"Salty Sea."

Mis ojos se agrandaron al oír esa voz... La conocía muy bien. Entonces de entre las sombras, una figura empezó a aparecer caminando hacia mí muy femeninamente. Conforme iba reconociendo la figura, mi corazón empezaba a acelerarse de miedo. Era una mujer alta y delgada, con un traje oscuro de colegiala puesto. Tenía los ojos azules y el pelo azul larguísimo dividido en dos impresionantes trenzas. Lo peor era su sonrisa malévola... Cuando estaba a unos pasos enfrente mía, se detuvo y colocó sus manos sobre su cintura. Quise hablar, pero no podía... Algo me lo impedía...

"Volvemos a vernos mi amor... ¿Me has echado de menos? Seguro que si. No puedes vivir sin mi."

La mujer caminó hacia mí y se sentó encima mía de forma seductiva. Me colocó sus brazos sobre mis hombros, y me miró firme a los ojos que estaban casi pegados a los míos. Sus ojos eran hipnóticos... Mi respiración temblaba de miedo, y mi corazón iba a toda leche.

"No podemos vivir el uno sin el otro."

Me besó. Fue intenso, muy intenso. Sentí como ese beso se hacía con todos mis sentimientos y los convertía en un placer doloroso. Quería apartarme de ella, y a la vez quería cerrar los ojos y sumergirme en aquel dolor... La mujer me retiró el beso tras unos minutos que se me hicieron eternos a la vez que cortos. La mujer me sonrió, hipnotizándome con sus ojos de nuevo.

"Todavía recuerdo el día en que abrí mis ojos por primera vez y vi a mi creadora. Me enamoré al instante de ella, e viceversa."

La mujer se levantó de mi y me dio la espalda. Empezó a sacar algo de alguna parte.

"He visto que has sido una niña mala, Salty."

La mujer se dio la vuelta. Tenía un cuchillo en la mano derecha. Mis ojos se agrandaron, miedo por todo mi cuerpo.

"Por eso debo castigarte."

La mujer caminó hacia mi lentamente. Entré en pánico. Intenté sacarme de aquella silla con fuerza, pero era inútil. No dejé de intentarlo alarmada hasta que la mujer se puso enfrente mía. Me sonrió de esa maldita manera que tenía ella de sonreír, y colocó lentamente el cuchillo sobre la parte mas cercana a mi muñeca derecha.

"Un corte por tu egoísmo."

Grité de dolor, aunque no salió voz alguna de mi garganta. Noté un dolor horrible en mi muñeca derecha. Vi como salía poco a poco sangre de esta. Me giré a la izquierda y vomité sobre aquel suelo negro. No aguantaba la sangre... Es que no podía con ella. Lagrimas empezaron a salir de mis ojos. Mi cuerpo temblaba de miedo; mi corazón me iba a salir del pecho; mi respiración fuerte y entrecortada. La mujer ahora colocó el cuchillo en el mismo lugar que antes, pero en la muñeca izquierda. Quería rogar que no lo hiciera, pero no salía voz alguna de mi garganta. ¡¿Por que coño no podía hablar?!

"Un corte por tu arrogancia."

Gritos mudos; dolor insoportable; sangre por todas partes; vómitos cada vez mas escasos. Adrenalina. Lo peor que le podía pasar a cualquier ser vivo. Ahora la mujer colocó el cuchillo sobre mi brazo derecho, algo mas abajo del primer corte. Mi cara estaba muy húmeda de las lagrimas. No servía de nada suplicar... Tampoco es que pudiera.

"Un corte por tu sordera."

Creo que no hace falta describir de nuevo todas las sensaciones. Tras unos segundos de soportar ese infierno, se vino el siguiente corte en el brazo izquierdo.

"Un corte por tu inmadurez."

No tenía fe en nada ya. Quería que acabara ese infierno. Solo lloraba y gritaba, sin poder hacer nada mas.

"Y ahora mi favorito."

Todo se apagó de golpe, y se volvió a encender tras unos segundos. Estaba pegada a una pared de frente. No podía ver nada, solo oír... Y lo que oí fue un látigo.

"La penitencia del cobarde."

Sentí los latigazos sobre mi espalda. Mas dolor y sufrimiento... Tal vez me lo merezca por todas las cosas malas que he hecho... Ella tiene razón... Soy todas esas cosas que ha dicho... Merecía un castigo por eso, y lo estaba recibiendo.

"Discúlpame, pero ese látigo es mío."

Agrandé mis ojos al oír aquella voz. Se me abrió un rayo de esperanza.

"Lo cogí prestado," dijo la mujer.

"Yo no te lo he permitido. Además, la que castiga aquí a mi mascota soy yo. Fuera de aquí," dijo Ojou-sama.


Desperté de la horrible pesadilla. Todo mi cuerpo temblaba. Mi cara estaba húmeda, con lagrimas aun cayendo de mis ojos. No podía moverme de allí, estaba paralizada de miedo. Además, sentía una extraña presión en el lado izquierdo de mi cabeza. Nunca me había pasado esto antes... Cuando mi visión se recuperó, vi a Ojou-sama agachada enfrente mía mirándome sin parar. Tras unos minutos, conseguí relajarme un poco. Tras esto, Ojou-sama se levantó.

"Hoy tienes terminantemente prohibido pensar en exceso. Recibirás un latigazo como lo hagas."

Asentí con la cabeza sin decir nada. No era capaz de decir nada en ese momento... Ojou-sama caminó hacia la puerta del cuarto y la abrió. Antes de irse, me miró una ultima vez.

"Hay una diferencia entre 'Castigar' y 'Torturar'. Ten cuidado con eso."

Ojou-sama se fue tras eso. Yo no dije nada... No iba a pensar en nada en todo el día, por mucho que me costara... O al menos lo iba a intentar. Va a ser difícil quitarme la preocupación de que ella esta volviendo... ¿O tal vez ya ha vuelto?

Next Chapter: 20. Episodio 20 Estimated time remaining: 2 Hours, 18 Minutes
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