My Little Pony: Sin Fronteras Acto 1 - La gema del espejo
Chapter 10: Cuando la oscuridad llama
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Hola a todos queridos lectores. Primer de todo os quiero volver a agradecer como en cada capitulo vuestro continuo apoyo a la historia. Y si por un casual eres recien llegado, te aconsejo que vayas al capitulo 1 para una mejor experiencia.
Volviendo al tema que nos atañe, en el capitulo anterior pudimos ver un capi diferente de lo habitual. Por una parte, la batalla culinaria. Me parecio una grandisima idea para una tradicion de pueblo, y la cancion en la que participan los Sugar y los Candy, esta pensada como una cancion de fondo. No como una cancion propiamente cantada en el momento. (Inspiracion de ACADECA).
Por otra parte, cabe destacar que el capi 8 y 9, formaban parte de la misma trama. Asi que en general, yo diria que he logrado una buena mezcla de comedia, tension y aventura. Pero la ultima palabra la teneis vosotros, y yo os invito a comentar vuestras opiniones una vez mas.
Ahora, ha llegado el momento de un nuevo capitulo, y este capitulo empieza a vislumbrar los acontecimientos que estan por suceder... se acerca la hora de la accion...
Disfrutad del capitulo, y hasta la proxima. ;)
Capitulo 10: Cuando la oscuridad llama
La mañana era radiante, y al igual que la mañana del día anterior, el sol se intensificaba cada vez más según Herbal y Great bajaban el monte hacia Hollow Shades.
La cuesta era bastante empinada y rocosa, pero era el único sendero que les acercaba al orbe celeste del contacto de Zecora. Minty les había prestado unos calcetines cuyo diseño parecían idóneos para escalada y descenso de montañas. Y la verdad sea dicha, ambos machos agradecían el detalle, pues incluso a tener unos cascos duros, en caso de no tener cuidado podrían hacerse bastante daño.
Llevaban caminando un buen rato montaña abajo cuando de repente, pudieron ver unas pequeñas columnas de humo salir de unas chimeneas de un poblado entre un bosque.
-Mira Herbal. Eso debe ser Hollow Shades. Ya estamos muy cerca. –Great estaba bastante contento, se le notaba en su voz.
-Sí, ya lo veo. Parece bastante pacifico y discreto. Parece como si fuese una aldea misteriosa de esas de cuentos de Breezies. –Sonreía el unicornio en respuesta.
-¿Cuentos de Breezies? ¿De qué estás hablando? –Aquella afirmación de Herbal pilló desprevenido al terrestre.
-No recuerdo con claridad, pero estoy convencido de que cuando estaba en la prisión nos contábamos cuentos de Breezies. Así llamamos en nuestra Equestria a los cuentos de hadas. –Parece ser que recordar ese dato le causaba pesar. Great rápidamente dedujo de qué se trataba y decidió no abordar el tema pese a la curiosidad que sentía.
-Bueno, sí que parece una aldea de cuento. En un bosque… aparentemente tranquila... Nunca he estado allí.
-Espero que sea así. Lo último que necesitamos es que haya maleantes. Cuanto antes consigamos el orbe, antes volveremos a casa. –Decía Herbal alegre de que su plan estuviese saliendo bien mientras miraba las alforjas que llevaba. Una de ellas resplandecía tenuemente en celeste.
-¿No quieres investigar un poco? Creo que este pueblo puede ser una buena idea. –Great intentaba animar a Herbal a investigar.
-Ya veremos. Tenemos prioridades. El deber primero. –Ponía una actitud un poquito chulesca.
-Qué raro es verte así… pero tienes razón. –Great pese a su asombro, soltó una carcajada.
Al fin llegaron a Hollow Shades, y para sorpresa de ambos, el pueblo estaba muy tranquilo, no se oía ningún ruido. Parecía abandonado… demasiado tranquilo.
-¿Ni un alma? ¿Ni un ruido? –Great estaba flipando, no se esperaba eso.
-¡Es genial! Así no tengo que temer en absoluto. Busquemos la tienda de ese señor. –Herbal sonreía mientras caminaba por el pueblo.
-Raro… muy raro… -Great iba con cautela, prestando atención a todos los detalles que podía.
Las calles y los edificios se sucedían, pero nadie hablaba, nadie hacia ningún ruido. Great sin embargo, pudo apreciar a ponis mirando desde las ventanas. Algo iba definitivamente mal.
-¿Dónde crees que puede estar ese poni? –Herbal preguntaba a Great tras diez minutos dando vueltas.
-No lo sé. Pero lo que si se es que nos están observando… desde las ventanas. ¿No te has dado cuenta? –Le respondía.
En ese instante, Herbal empezó a mirar a las ventanas de las casa, y aunque no en todas, si se distinguían siluetas de ponis. Su alegría se torno de golpe en miedo.
-¿Por qué? No me da buena espina. Esto ya no parece sacado de un cuento de Breezies.
-Sacado de un cuento dice… -Una risotada salió de un callejón. –Esto no tiene nada que ver con un cuentito. Esto es Hollow Shades, una pequeña ciudad que deberíais evitar.
-¿Quién va? –Great se ponía a la defensiva mirando a un callejón en el cual había un poni encapuchado.
-Me llamo Oculus Spark, pero eso os da igual. Si solo estáis de paso, deberíais iros cuanto antes.
-En realidad… hemos venido en busca de alguien. Necesitamos hablar con él, pero no sabemos dónde puede estar. Si es usted tan amable de indicarnos alguna tienda de objetos valiosos o raros… -Great continuaba hablando al lado de un intento de valiente Herbal.
-¿Una tienda de rarezas decís? Tal vez conozca una en este pueblito… pero ¿por que queréis saber eso?
-Traemos algo que queremos que evalué. –Escondían entre ambos la alforja con el brillo celeste, pero de poco les sirvió. El poni lo alcanzó a ver.
-¿Eso que tenéis ahí… no será…? –Se calló un instante. –Seguidme, os llevare a la tienda que buscáis. –El encapuchado puso rumbo a la tienda.
-Tengo un mal presentimiento Great. –Herbal intentaba mostrarse firme. La verdad es que ya no se escondía tras él, se quedaba su lado, temblando ligeramente.
-Todo irá bien. Sigámosle. –Ambos pusieron rumbo en la misma dirección que el poni encapuchado.
Acabaron llegando a una tienda no demasiado lejos de donde se encontraban, y el poni entró en ella primero dejando la puerta abierta.
Cuando ambos asomaron la cabeza, pudieron ver una tienda bastante oscura, con un montón de artefactos y amuletos de apariencia antigua y siniestra.
-¿Vamos a entrar? –Herbal ahora si se empezaba a acobardar de verdad.
-Tranquilo. No dejare que nos hagan nada… estoy preparado para todo. –Great se ponía alerta.
Al poco de adentrarse, la puerta se cerró sola, y el poni encapuchado se acerco al mostrador, quitándose la capa allí.
-Por casualidad… ¿No seréis Great Thrill y Herbal, no? –El poni que resultó ser un poni jovenzuelo con unas pequeñas gafas y el pelo recogido con una coleta, no parecía ya tan peligroso.
-Sí, lo somos. –Great seguía sospechando de él.
-Cuanto lo siento. No tenía la certeza de que fuerais vosotros, puesto que en la carta de mi amiga Zecora marcaba que vendrías acompañados por una yegua llamada Minty. La cual no veo. –El poni se llevaba un casco a la nuca y sonreía disculpándose.
-¿Eres tu el poni que buscamos? ¿Eres el amigo de mi maestra? –Herbal sorprendido preguntaba.
-Así es pequeño unicornio. Oculus Spark me llamo. Y si no tengo mal entendido, me habéis traído un orbe para analizar, ¿no? –Interesado, Oculus miraba su alforja.
-La verdad es que… tenemos dos orbes aquí. Es cierto que teníamos solo uno… pero encontramos otro de camino aquí. –Herbal sacó los dos orbes relucientes con su magia y se los mostró. –Creemos que pueden ser… los orbes que conforman la gema del espejo.
Oculus, abrió los ojos como platos. -¡Santa Celestia! ¡Son idénticos al mío! ¡Resplandecen igual!
-¿Entonces lo son? –Great estaba emocionándose.
-Debo analizarlos primero. No os preocupéis, podéis mirarme como lo hago. Dejadlos en la mesa ante mí.
Herbal posó los orbes con su magia en la mesa y el tendero empezó a hacer un análisis superficial con un microscopio, una lupa y una especie de radar que ninguno había visto jamás.
Según iba sacando datos, los apuntaba en una hoja.
-Es increíble… realmente fascinante… -Eran las palabras que repetía durante todo el examen. Tras el análisis con esos aparatos, empezó a usar otros aun más raros y así durante una larga y tediosa hora.
-Por cierto señor Oculus. ¿Por qué la gente del pueblo se está escondiendo? –Great llevaba ya unos minutos con la mosca detrás de la oreja mientras el analista seguía en su trabajo.
-Aunque en Equestria hay leyes, siempre hay ponis que las ignoran. Nuestro pueblo tiene una muy mala fama, pero no se debe a los habitantes en sí, sino a su alto índice de criminalidad. Por supuesto, y permitidme que insista, no es el pueblo en sí el problema, sino la cantidad de bandas y malhechores que hay por la zona. Todos tienen miedo de que les ataquen por la calle o les roben, o incluso cosas peores. Por eso se esconden… bueno, yo inclusive.
-¿Y la guardia real no hace nada? ¿Ni las princesas? –Great estaba enfadado por la actitud de los guardias. Herbal en cambio, miraba y escuchaba tímidamente.
-Lo han intentado, créeme hijo. Ha habido guardias reales por esta zona, pero al ser un poblado tan pequeño, no pueden descuidar tanto sus números. Siempre mandan alguno que otro, pero ninguno regresa. Creemos que los matan… por horrible que parezca. –Oculus agachaba la cabeza triste pero seguía centrándose en su trabajo.
-Es terrible… ¿y nadie hace nada al respecto? –Great seguía discutiendo.
-No. Nadie se atreve. Es el problema de no tener entrenamiento en combate. Y por si se os pasaba por la cabeza, ni se os ocurra intentar arreglarlo por vuestra cuenta. No podréis. –Oculus terminaba de analizar las cosas en ese instante.
-De acuerdo, es hora de compararlos, aunque estoy casi convencido de que son idénticos. –Se metió dentro de una habitación y sacó el tercer orbe y una hoja más y los posó en la mesa para ojearlos con detenimiento.
-¿Señor? ¡No nos tenga en ascuas!- Herbal estaba impacientado. Great seguía sin quitarse lo otro de la cabeza.
Son noventa y ocho por ciento iguales aproximadamente. Hay ligeros cambios de un orbe a otro, pero son mayoritariamente iguales. ¡Esto es un descubrimiento fascinante! –Oculus Spark gritaba emocionado.
-¡Entonces es posible que sí que sean los orbes de la leyenda! ¡Great, lo son! –Herbal daba saltitos e felicidad.
-Pues en ese caso, solo nos faltaría encontrar uno. Si verdaderamente funciona reunirlas, podrás cumplir uno de tus deseos de verdad. –Al sentir el abrazo de su amigo, no pudo más que dejar de pensar en ello y responderle con una sonrisa. Aunque seguía preocupado.
-Zecora confía plenamente en vosotros y me ha contado que necesitáis el orbe, podéis quedároslo. Pero cuidadlo bien. –Oculus Spark les daba vía libre para coger los tres orbes.
-Excelente. –Herbal se aproximó para recoger los orbes con sus cascos, pero tan pronto tocó los tres a la vez, estos empezaron a brillar intensamente, envolviendo la sala en una luz celeste tan brillante, que un haz de luz salió hacia el cielo.
-¿Qué está pasando? –Great gritaba tras el ensordecedor estallido de luz mientras se cubría los ojos.
-¡Los orbes reaccionan entre sí y con el unicornio! ¡Pero ni siquiera sé si es algo bueno o no! –Oculus tampoco podía ver nada. Herbal en cambio, no decía ni mu desde dentro de ese haz de luz.
-¿Qué estás haciendo? –Una voz misteriosa se oía por toda la sala.
-¡No los juntes! ¡Sepáralos! –La voz misteriosa se oía todavía más fuerte.
-No… no puedo… no puedo separarme de ellos… -Una voz mucho más suave se empezó a oír. Parecía sufrir.
Desde la tienda, Great y Oculus estaban alucinando. Estaban escuchando una conversación entre los dos Herbal.
-¡Suéltalos o morirás! –La otra voz gritaba. –No podías ser más débil… ¡Ugh! –La voz de la oscuridad también parecía resentirse.
De repente, todo se detuvo para Herbal. La luz cesó, la voz se apagó y un dolor en sus costillas se acentuó.
-¡Ah! –Herbal soltaba un alarido de dolor entre gemidos y jadeos.
-Lo siento querido amigo. No me quedaba más remedio. –Great corría a socorrer al unicornio. –Oculus, separa los orbes en las alforjas de Herbal y mías.
-Por… Por supuesto. ¡Voy!
-Herbal. ¡Respóndeme! ¿Estás bien? –Great le levantaba la cabeza.
-Duele… mucho… mis costillas… mi cabeza… -No era capaz de decir una frase completa. Parecía a punto de desfallecer.
-Ni se te ocurra morirte ahora. No te voy a dejar morir. Siento el golpe, ¡pero no se me ocurría que más hacer! –Great lamentaba desde lo más profundo de su corazón el daño causado a su amigo. –Ni siquiera he podido protegerte sin hacerte daño… ¡Maldita sea!
-Tengo… sueño… -Decía en voz baja Herbal justo antes de cerrar los ojos.
-¡No! ¡No te duermas! ¡Despierta! – El grito de Great fue tan sonoro que pudo oírse desde el pueblo entero, pero Herbal no abría los ojos, simplemente yacía dormido en sus cascos. Rápidamente comprobó sus pulsaciones y por suerte, aun estaba vivo. Parecía estar en un sueño profundo del cual no fuese a despertar.
-Eres un inconsciente… Casi nos matas a los dos… -Una voz dentro de la cabeza de Herbal sonaba. Parecía agotada.
-No tenía ni idea de que eso fuese a pasar… Nunca antes ha pasado… -Herbal contestaba de igual manera.
-No vuelvas a juntar los orbes ni a tocarlos. ¿Me oyes? Ni se te ocurra. –Ordenaba intentando recuperar el aliento.
-No… no puedo hacerte caso. No tienes... control sobre mí. -Trataba de recuperarse.
-¿Cómo dices? ¿No te ha quedado claro que no eres capaz de soportar ese poder? –Le respondía enfadado.
-Es posible, pero tengo que poder... Tengo que poder controlarte... No puedo permitirte seguir haciendo daño a mis amigos. –Herbal con los ojos cerrados y con cierto miedo, pronunciaba unas palabras que rara vez eran audibles por nadie.
-¿Desde cuándo te has vuelto tan valiente? Sabes que sin mí no puedes proteger a nadie. –Respondía y reía la voz misteriosa tras unos instantes en silencio aparentemente sorprendida.
-De momento, he encontrado una manera de controlarte… y si esta ha funcionado así… pronto descubriré otra forma que no me haga daño. –Herbal mostraba una ligera sonrisa, se empezaba a notar algo superior.
-¿Crees ser más fuerte que yo por lo que has logrado? Casi te matas a ti mismo… ¿y te sientes superior? Eres aun más idiota de lo que creía. ¿De qué te servirá controlarme si mueres en el intento?
-No soy tan débil como crees... Ya no. Tome una decisión... y demostrare que puedo ser capaz de todo. -Herbal poco a poco sonaba más seguro de sí mismo. Tartamudeaba mucho menos.
De repente, una oleada de aire frio recorrió ese espacio vacío. Algo que hizo que la voz misteriosa soltara un sonido de exclamación preocupante. -Escucha, sé que no me vas a hacer caso… pero te diré algo… no debes juntar los cuatro orbes. Debes olvidarte de la leyenda. Si no lo haces… algo malo pasara. –La oscuridad de Herbal se estaba poniendo algo nerviosa. Parecían haberse cambiado los papeles.
-Claro. Y ahora es cuando yo me amedrento… Sabes que la gema del espejo puede ganarte, y tienes miedo de que lo logre. No colara. –Herbal estaba ganando confianza a pasos agigantados.
-¡Idiota! ¿No lo notas? ¿No sientes nada raro ahora mismo?- Volvía a levantar la voz aquella voz.
-Noto que ahora tienes miedo tú y que pretendes manipularme. No quiero volver a hablar contigo. Desaparece. –El ego de Herbal estaba por las nubes por primera vez en su vida.
-Insensato… Cuando quieras darte cuenta será tarde… vas a matarnos a los dos. Pero ¿sabes qué? Allá tu. -Unos instantes de silencio después, la voz continuo hablando. -No puedo creerme que hayas cambiado tanto… Aun así, no pienso dejar que acabes todos los sueños y objetivos que tengo solo por tu tozudez. Si de verdad aprecias tu vida, me harás caso.-Acabó la conversación riendo a carcajadas.
El silencio se hizo en su cabeza. Ni un ruido, ni una luz. Un vacío enorme se mostraba ante Herbal. La soledad le hizo sentirse por un momento triste y mal, pero estaba con fuerzas y confianza, y eso creía que era lo que necesitaba para superar cualquier cosa.
Se concentró en salir de ese vacío. Concentró toda su fuerza en un conjuro que le permitiese atravesar la negrura que le rodeaba. Y entonces por arte de magia, se hizo la luz.
-¿Herbal? ¿Estás bien? Gracias a Celestia… -Se escuchó un suspiro con la voz de Great Thrill. –Me has preocupado mucho.
-Hola Great. ¿Qué ha pasado? –Decía sin hacer demasiado caso a lo que decía.
-Pues tocaste los orbes para guardarlos… y un torrente de luz te envolvió, no respondías… luego te desmayaste en mis cascos. Y bueno, has dormido… ocho horas. Han sido las peores ocho horas de mi vida. –Decía sonriendo con lágrimas en los ojos.
-¿Y donde están los orbes? –Miraba alrededor.
-Yo los he guardado en vuestras alforjas. Están separadas para evitar que vuelva a pasar lo que ha pasado. –Oculus explicaba.
-Gracias por las molestias. –Se giró para mirar a Great. –Bueno amigo, volvamos. Me siento como nuevo. –La mirada de Herbal demostraba una seguridad en sí mismo jamás vista por parte terrestre.
-¿Eh? ¡Ah! Vale. ¿Estás bien?, ¿seguro? –Great notaba algo raro en el unicornio.
-¿Yo? Estoy mejor que nunca. Me noto súper bien. –Sonreía de oreja a oreja.
-Si tú lo dices… Muchas gracias por todo señor Oculus. –Great se despedía antes de seguir a Herbal que caminaba decidido hacia fuera.
-Great… espera un momento. –Oculus le detuvo. –Vigílale, cuídale, y si por un casual pasa algo, sálvalo. Ahora eres el único que puede hacerlo.
-No puedo… He herido a un amigo para salvarlo. Casi muere por mi culpa. –Great bajaba la cabeza.
-Al contrario Great. Le has salvado, pero algo no está bien aquí… me pondré en contacto inmediatamente con Zecora para contarle todos los avances en la investigación y este último detalle. –Oculus se dio la vuelta. –En serio Great. Cuídalo bien.
-Vamos Great, ¿a qué estas esperando? Alto Terre nos espera. –Herbal daba un grito desde fuera.
-Esto… Si, ¡ya voy! De acuerdo señor Oculus, confié en mí. –Acto seguido salió tras Herbal.
-Ya verás cuando Minty sepa que tenemos tres de los cuatro orbes. Se va a alegrar un montón, ¿y mi maestra? Solo nos falta un orbe, un orbe y podre controlarle. –Herbal estaba pletórico.
Mientras caminaban, se podían ver más ponis que antes en las ventanas.
-Sí, ya falta muy poco para librarte de ese peso. Tengo ganas de ver cómo será todo a partir de ahora. –Great intentaba mantener la compostura.
-Pareces preocupado. ¿Te pasa algo? –Herbal miraba fijamente a los ojos del terrestre.
-No… no es nada… es que me… preocupa que te haya hecho mucho daño. –Consiguió decir. –Tengo que lograr ser mas fuerte si quiero proteger a los demás sin herirles… pensé que te había matado.
-No te preocupes por eso, amigo mío. Estoy más sano que una flor recién regada al florecer en primavera. –Sonreía mientras caminaba con decisión.
-Ya lo veo… desde luego energías no te faltan, no. –Great estaba muy preocupado viendo a Herbal.
Cuando finalmente llegaron a Alto Terre tras subir la empinada montaña, fueron directos a casa de los Candy. Herbal aunque cansado por la subida, mostraba convicción en su mirada. Great estaba parecido, pero algo cabizbajo.
-¡Hola chicos! Ya pensé que no llegabais hoy. –Minty les recibió con los cascos abiertos. -¿Qué tal todo? ¿Habéis podido comprobar que el orbe era el orbe de la leyenda?
-Por supuesto que sí. Y ya tenemos tres de los cuatro orbes con nosotros. Ya solo falta encontrar uno más y podre controlar la oscuridad de mi interior. Cuanto antes volvamos, mejor. –Todo eso lo dijo de seguido y con una cara de satisfacción insostenible.
-¡Oh! Genial pues pasad. Estamos ya haciendo las alforjas. –Minty ajena a la entonación de Herbal, les dejaba pasar.
-Minty, ¿Habéis conseguido hablar con los Sugar? –Great le preguntaba.
-Bueno, algo hemos intentado hacer, sí. No diría que ha sido un exitazo… pero es un avance. Lena es bastante agradable una vez la conoces a fondo. –Respondía ella alegre.
-Me alegro de oírlo. Ojala pronto se normalice la situación entre vuestras familias.
Mientras Great y Minty esperaban a Cherry, quien aun no había bajado, Herbal estaba mirándose en un espejo. Parecía estar intentando ver algo que nadie veía.
-Oye Minty. ¿Tú no ves algo raro a Herbal?
-¿Como de raro? ¿Ha pasado algo que deba saber?
-Más o menos… Ven. –Los dos se retiraron un momento a la cocina para hablar.
-Vaya Herbal. Bienvenido de nuevo. ¿Qué tal en Hollow Shades? ¿Lograsteis lo que queríais hacer? –Mila se acercaba tras salir de una habitación.
-Buenas tardes señora Candy. Si, ya tenemos todo arreglado. Ahora solo falta volver a casa. Ha sido muy amable al permitirnos hospedarnos aquí.
-Huy. No seas tan modesto joven, que menos después de lo que hiciste. Además, eres amigo de mi hijita, así que no tienes nada que agradecerme. –Sonreía Mila. –Me alegro de verte tan contento. Es un gustazo ver a jóvenes tan felices.
-Sí, estoy de acuerdo. Muchas gracias. –Soltó una risita.
-Hola mami. –Minty volvía ya con Cherry y Great.
-Hola Minty. Ya volvéis hacia Baltimare, no?
-Sí, tenemos aun mucho que hacer. Os confiamos la relación entre los Candy y los Sugar. Ojala la próxima vez que vengamos podamos cocinar entre todos. –Minty abrazaba con fuerza a su madre ante la atenta mirada de todos, y la extraña mirada de Herbal, que se llevó un casco a la frente con cara de dolor.
-¿Herbal? ¿Estás bien? –Great volvía a preocuparse por su amigo.
-Como una rosa. No te preocupes. –Recuperó la compostura y procedió a despedirse. –Bueno equipo, ¡es hora de volver a casa! Vamos.
No tardaron demasiado en llegar a la estación al pie de la montaña de Alto Terre, pero era obvio que algo no iba bien en aquel descenso. Sacaron varios temas de conversación, entre ellos y el más destacable fue todo lo que paso en Hollow Shades. Tan pronto se mencionaban los orbes, el haz de luz y Herbal dormido, este último saltaba diciendo que todo estaba bien y que algo genial iba a pasar. Cargado de entusiasmo y confianza, los demás no podían más que mirarle extrañado. Aquel cambio era demasiado drástico para él.
Lo peor era cuando intentaban preguntarle por lo que pasaba. No solo porque no decía estar mal, sino porque había mencionado varias veces que estaba muy cerca de lograr dominarlo, y ellos solo podían suponer que se refería a su otro ser.
-Te notamos cambiado. Demasiado cambiado. –Minty, tomando un tono algo más serio, abordaba el tema.
-La verdad es que sí. Me siento más fuerte. Me siento genial. Pronto no podrá contenerme ni dominarme, entonces todo será aun mejor. –Herbal miraba decidido al cielo. –Tengo muchas ganas de contarle esto a mi maestra.
-Bueno, supongo que eso está bien… tu no olvides de que nos tienes para lo que sea. ¿De acuerdo? Siempre te ayudaremos. –Great terminaba.
-No os preocupéis. Estoy convencido de que no volverá a pasaros nada. Seré yo quien os proteja a todos. –Les dedicó una sonrisa, pero no era la sonrisa del Herbal que conocían. Era algo diferente.
Por fin llegaron cada uno a su casa. Minty y Cherry se quedaron en Baltimare, Great acompañó a Herbal hasta casa de Zecora y luego se marchó a la suya propia. Cuando Herbal entró en la casa, se topó a la cebra con cara de preocupación sentada en una silla leyendo un libro.
-Buenas noches maestra Zecora. Ya he regresado, y traigo una sorpresita. –Decía Herbal contento acercando las alforjas a la mesa.
-Al fin has llegado… pensé que algún problema os habríais topado. Me alegra sano y salvo verte, aunque a decir verdad, algo raro desprendes. –Cuando se giró para mirarle, su cara denotaba bastante preocupación.
-Sí, eso que sientes son los orbes que hemos traído, hemos traído tres de los cuatro orbes de la leyenda. –Sonreía sacando los orbes y dejándolos juntos en la mesa. –Encontramos uno más en la aldea natal de Minty. Es genial, ¿verdad?
Los ojos de Zecora se abrieron como platos, era verdad que solo faltaba un orbe, y se dio cuenta de que los orbes brillaban más intensamente que cuando entregó el primer orbe a Herbal. Sin embargo, su atención volvió rápidamente al unicornio, no desprendía la misma sensación, ni tenía la misma mirada.
-¿No hay nada que desees contarme? Con mucha intriga espero escucharte. –Le incitaba a hablar.
-Por supuesto. –Tomó asiento contento y empezó a narrar todo lo que había pasado desde la salida de su casa hasta el regreso. Con todo lujo de detalles. –Pero lo mejor de todo fue cuando toque los orbes… pude experimentar algo increíble… ¡Los orbes verdaderamente pueden controlar mi oscuridad! Si que fue algo peligroso usarlos… ni siquiera sabía que eso pudiese ocurrir… pero imagíneselo maestra. Cuando tenga los cuatro, será inevitable que pueda dominarle. Tengo fuerza suficiente a mi alcance como para dominarle. ¡No soy débil!
Zecora puso una cara triste y soltó un suspiro. –No aprendiste nada de la lección de hace unos días. Y está siendo igual que en mis peores pesadillas.
Herbal miraba sin entender a la cebra.
-Te lo dije sin rodeos, no tienes que confiar en la fuerza, ni en tus medios. Has olvidado lo más importante del aprendizaje, y eso indica que del camino correcto has decidido alejarte.
-Pero… si hasta ahora he estado entrenando cuerpo y mente. Incluso he conseguido hacer un conjuro de manipulación de esencias por mi cuenta, he logrado acercarme al punto de que no me importe que haya más ponis cerca, y también a los orbes. Estoy preparado para lo que se me venga. –La mirada de Herbal mostraba otra vez convicción. –Confié en mi maestra, no la decepcionare.
Zecora desvió la mirada un momento mirando hacia la ventana y tras suspirar, volvió a dirigirle la mirada.
-Eso ya no importa tanto, muchas cosas han cambiado. Si lo que has dicho piensas en realidad, más que enseñarte no hay. –Herbal estaba sorprendido por las palabras de la cebra. –Y no quiere decir que tu entrenamiento haya acabado… quiere decir, que ya me has decepcionado. Vete a la cama y recapacita sobre todo lo que ha pasado desde que llegaste a mi hasta hoy. Te has distanciado demasiado del camino a seguir, y eso es algo que tú has de poder sentir. Buenas noches.
Zecora se levantó y caminó hacia su habitación, dejando tras de sí a un confundido unicornio. -¿Qué ha querido decir? ¿De qué está hablando? He estado entrenando todos estos días para cuando llegue el momento de enfrentar mi oscuridad poder vencerla… Y estoy a un paso de lograrlo. ¿Por qué me ha dicho eso? ¿Yo la he decepcionado? –Con todas estas preguntas en la cabeza, Herbal también se fue a su habitación. No entendía nada de lo que acababa de suceder.
Esa misma noche, Zecora se levantó y salió de la casa quedándose mirando al cielo en una silla que tenía preparada siempre al lado de la puerta. Suspiró.
-Hace mucho que no hablo directamente al cielo, sé que no puedes escucharme allá donde estés… pero me preocupa Herbal. He tratado de ser la maestra ideal para él. Pensé que mis conocimientos servirían para guiarle. Pero se está desviando y no sé si podre corregirlo… Realmente, me encantaría hablar contigo este tema… Hermana.
Agachando la cabeza, Zecora cerró los ojos y se quedó dormida en el exterior de su propia casa.