Lo Que Somos Ahora
Chapter 54: La Respuesta
Previous Chapter Next ChapterLa Respuesta
"No le fue fácil entender lo que pasaba.
De un momento estaba en su cuarto, en su cama, oculto bajo sus sábanas releyendo el hechizo oscuro para invocar tus peores temores y de repente, reaccionaba en una cama diferente, todo muy brillante, sintiéndose completamente agotado, como si había consumido toda su energía.
A Moon White le pasaba hasta parpadear, pero de igual forma parpadeó varias veces para empezar a reconocer las figuras frente a él, a sus padres aliviados y con claro signos de trasnochar y derramar lágrimas en sus ojos gastados. Las ganas de abalanzarse encima en un abrazo los contuvieron, y para él le fue obvio de a poco saber por qué, al sentir un punzante dolor a lo largo de su pata delantera derecha, viéndose conectado de sueros, unos cables en diferentes zonas de su pecho que conectaba a una máquina que percibía sus lentos signos vitales y un molesto objeto en la nariz que no era más que un respirador.
Entonces empezó a entrar en pánico, queriéndose sentar súbitamente pero le entró un fuerte mareo que lo obligó a cerrar los ojos, y hasta perder equilibrio, sintiendo que era sujetado por los cascos de sus padres, para acomodarlo de vuelta en la cama.
-Tranquilo. Estamos aquí- expresó su madre enseguida forzando una sonrisa.
-Sólo no te muevas mucho, no hagas esfuerzo…- agregó su padre, pero Moon White aún permanecía ese rostro impactado y confundido, mirándolos con cierto reclamo.
-¿Qué-qué me pasó?- tartamudeo confundido, notando la fuerza que debía hacer para sacar la voz -. ¿Por qué estoy aquí?
- No sé, amor, no sé qué te pasó sólo… - respondió Speed con sus cejas curvadas y sus ojos celestes aguados -…hubo una detonación en tu cuarto y al entrar…- calló, apretando los labios entre sí. High Line pasó un casco sobre los hombros de Speed y continuó hablando:
-…te encontramos inconsciente y no respirabas…pero tranquilo- le sonrió con esfuerzo -…ya te pondrás bien.
¿Bien? Nunca en su vida se había sentido tan mal como en ese momento.
No entendía bien la insuficiencia circulatoria que sufrió o el dolor crónico que evidenciaba y los médicos tratando de encontrar la razón de su estado en picada.
No entendía por más sus padres le explicaban. Ni de creerles que había pasado dos días inconsciente. Todo había pasado demasiado rápido. ¿Qué malo le había pasado para que estuviese tan delicado? Ël no debía estar aquí. Debía estar en casa, en su cuarto, aguardando a Sunset…
…Sunset…
Lo que lo hizo preocupar aún más.
Ella iba a ir esa noche a conseguir invocar el hechizo. Debió estar ahí cuando se desmayó o lo que sea que le pasó, o haber llegado y no encontrar a nadie. Debía estar preocupada.
Aun sintiéndose débil y enfermo, sin poder evitar quejarse con ansiedad los achaques, les suplicó a sus padres que le avisaran a Sunset donde estaba, suponiendo que debía estar angustiada de su paradero.
Su padre había ido al orfanato y cuando regresó, avisó con cuidado, que Sunset ya había viajado a Canterlot.
Tanto él como su madre no pudieron disimular desconcierto.
Se suponía que viajarían juntos, se prepararían juntos y asistirían juntos a dar la prueba a la escuela de magia. Sunset se había ido con varios días de antelación. Pero, ¿sin avisarle? ¿Sin despedirse? ¿Sin saber qué ocurrió con él?
Su corazón se contrajo ante ello, pero no pensó lo peor, algo malo. ¡Hablaba de Sunset! Su compañera y confidente de toda una vida, o al menos parte importante de ella.
-Tal vez pasó algo- la defendió con voz débil ante el intercambio inseguro de mirada de sus padres ante su idea, con esas miradas que se daban comunicándose en silencio a costa de él -. Me escribirá y explicará todo- forzó una sonrisa temblante entre su pálido rostro -. Y yo podré explicarle porque…- su voz se quebró, pero no por la pubertad, porque sintió el ardor de sus ojos amenazando por fabricar lágrimas -…porque …no haré la prueba….
Los días transcurrieron, y esa carta de Sunset que Moon White esperaba no llegaba, así como su estado de salud sólo empeoraba.
Cualquier medicina debía ser intravenosa, porque todo lo que ingería, incluso agua, lo vomitaba, terminando por sólo vomitar el ácido del estómago de lo vacío que estaba, nutriéndose por una sonda en una incisión en el abdomen hasta el estómago. Lo aquejaba migrañas tales que sólo lo hacía vomitar lo que con dificultad ingería, hasta algunas veces desmayarse, y aguantar el dolor crónico de su cuerpo.
-¿Por qué no me curan? ¿Por qué me siento peor? Estoy cansado…- jadeaba sudando en frío con los párpados fuertemente apretados, removiéndose en la cama con desesperación del malestar, sintiendo el casco de su madre pasando por su melena y el de su padre sosteniéndole un casco suyo. -. Por favor…- suplicó, abriendo los ojos y se le cayeran las lágrimas, moviendo su cabeza de un lado a otro contra la almohada mirando la impotente expresión y empatía de sufrimiento del rostro de sus padres al verlo así -. Por favor, mamá, haz algo. Papá, ayúdame…por favor…lo que sea, me siento mal, muy mal…- gimoteaba para terminar cerrando con fuerza los ojos y descomponer el rostro mientras quebraba en llanto de desesperación. -. Sunny, por favor, te necesito mucho, por favor…- terminaba rogando.
-Puedes escribirle- exclamó su padre como si su vida dependiera de ello, con tal de tranquilizarlo.
-¡No!- escuchó a su madre con voz ahogada pero severa.
-Escribirle a su amiga lo va a animar- lo escuchó con voz forzada de ánimo, pero podía ver la tensión en ella, devolviéndole la mirada a su madre, que mantenía el gesto duro. Jamás había visto que sus padres se vieran mal que no sea de broma, y no bromeaban en nada.
-¿La amiga que lo abandonó?
-¡Speed!- llamó su atención con dureza.
-N-no…- jadeó Moon White entre respiros rápidos, haciendo que su atención volviera a él -. Sunny no…no me…no me abandonó- contradijo con la expresión ansiosa en su rostro mientras negaba con torpeza la cabeza -. Le escribiré…
-Felicidades- exclamó con fría ironía Speed hacia High, que éste último cerró los ojos tragándose las palabras para después mientras la pegaso se apartaba de la cama y agitó sus alas con prepotencia para salir de la habitación.
-No le hagas caso- exclamó su padre levantando una sonrisa -. Sólo está…cansada. Ya te traigo papel y lápiz, ¿Sí?- avisó inclinándose para besarle la caliente y acalorada frente de la fiebre.
Anémico, con fiebre alta y sin dejar de sentir malestar ni un segundo, escribió con su magia una carta, acostumbrado en usarla para todo, ya que pasarían más de dos semanas y no sabía nada de Sunset. Pero la carta tardó de más escribirla, puesto que le daba episodios más problemáticos, terminando con casco temblante de escribir, aunque con pésima letra, de todos modos en un postada se disculpaba por la mala caligrafía.
Se lo entregó a su madre para que vaya al orfanato a pedir una dirección hacia donde enviar la carta, reconociendo que lo tomó de mala gana y con una mirada de enojo hacia su padre, no entendiendo por qué su madre pensaba tan mal de Sunset. No había hecho nada malo…
Pero entonces recibió al fin una buena noticia. No solo pudo enviar la carta a Sunset, sino que se había enterado que pasó la prueba.
Ya era alumna oficial de la escuela de magia para unicornios superdotados.
Sunset Shimmer había cumplido su mayor aspiración. Y Moon White no pudo estar más orgulloso y feliz por ella. Por primera vez en varios días, había sonreído con verdadera alegría, profundamente emocionado y conmovido, hasta riéndose, para alegría entera de su padre, y una a medias de su madre, que seguía mostrándose reacia con Sunset.
Una carta de Canterlot no tardaba más de un día, a lo mucho dos en llegar por la cercanía. Pasaron cuatro y no recibió respuesta.
-Debe estar ocupada con la mudanza y los primeros días de clases- la justificaba mientras como rutina se dejaba examinar por el médico y su padre le asentía sonriendo y Speed miraba a un lado inexpresiva.
Entonces terminaba escribiéndole otra carta…
-De seguro con tanto que estudiar, ya tendrá tiempo para responder…
Y otra…
-A lo mejor al fin hizo otros amigos…entiendo si aún no contesta. ¡Me ha de presentar a cada uno de ellos en una larga carta!
Y otra más…
-Ha de estar en semana de exámenes…
Y más…
-Papá, habla con el correo, creo que están enviando a la dirección equivocada las cartas…
Y más…
-Creo que ya sé por qué Sunny no me escribe…- exclamó con voz rasposa y lenta mientras se asomaba al espejo del baño tras ducharse para ahora lavarse los dientes, mirando fijo el reflejo de un rostro chupado de delgadez, concentradas ojeras entre la fuerte palidez de su cara y amarillentos ojos. Se contempló un momento, carente de emoción y expresión apagada en sus ojos para hablar casi sin aliento: -…le doy miedo….
-Moon White- lo nombró su madre que lo sostenía de un lado, sino era capaz de caerse de costado -. No digas eso. No das miedo…
-Mi primera carta…las otras…le decía como estaba…- se explicó mirando devuelta a su muy enfermo rostro, habiendo perdido el brillo de sus ojos grises, el color del rostro, los labios secos, partidos, y delgado que empezaba a marcarse los huesos de su pecho. Sus ojos se apagaron -…Sunny tiene miedo de verme como estoy…- aseguró -…pero la extraño tanto…- murmuró con dolor entre su tenso mirar, brillando su cuerno para sostener el cepillo de dientes, pero apenas invocó magia, su cuerpo frágil se sacudió mientras lanzaba un alarido ante la punzada en el centro de su cabeza, esparciéndose por todo su cuerpo.
-¡Moon White!- gritó su madre, sujetándolo por completo y hacerlo caer con cuidado al suelo mientras se le nublaba la vista y perdía la conciencia".
…
El atardecer ya invocaba la noche.
Había pasado otro día más en recolección de ideas que giraban sobre su cabeza hasta atarearla.
Twilight matenía su mirada fija hacia el cielo, entre pensativa como a la vez ida, pues empezaba pensando pero sin darse cuenta, la idea se esfumaba al desviarse por otro camino, uno de angustia, pues el atardecer la hizo pensar mucho en Sunset Shimmer.
Su cuerpo se tensaba en pensarla, al igual que sus ojos se aguaban.
No tenía la más retoma idea de lo que estaría viviendo en este momento, o si era consciente de lo que estaba pasando, aunque ni siquiera ella sabía bien qué pasaba en Equestria.
Cerró los ojos con contrariedad, pasándose una mano sobre la frente arrugada de angustia, cuando la puerta de la biblioteca se abrió, alzando su cabeza enseguida atenta al creer que sería Moon White, pero sólo era Trixie.
-La cena está lista- avisó moviendo la quijada de arriba hacia abajo una y otra vez, evidenciando que masticaba algo mientras se encaminaba hacia donde Twilight estaba sentada.
-Ah, gracias- murmuró entre un suspiro reposando la espalda a la silla mientras Trixie llegaba hacia el escritorio en frente de ella y con las manos se impulsaba para terminar sentarse en el escritorio, soplando para inflar una bomba de chicle rosa que reventó poco después, lo que la hizo fruncir el ceño cruzándose de piernas y masticar de nuevo mientras hablaba:
-Las burbujas de Trixie sólo salen pequeñas…- se quejó frustrada mirándose las uñas -. ¿Y ya sabes qué le pasa a Moon White?
-No, Trixie, no- respondió ladeando la cabeza con una mueca -. No he podido hablar con él. Es como yo en ese sentido. No le gusta que lo interrumpan cuando está investigando…- comentó con un tono de voz preocupado, lo que hizo que Trixie dejara reventar una bomba más de chicle para bajarse del escritorio y prestar más atención a Twilight.
-Mmmm, ¿Aún no encuentras nada de nada que ayude?- interrogó lo primero que se le vino a la mente, mirando el escritorio atestado de libros abiertos enfrente de Twilight, quien se inclinó hacia esos libros, paseando sus miradas a ellos con un ceño fruncido impotente sacudiendo su cabeza.
-Su mundo funciona tan diferente al nuestro…- se quiso quejar, entornando sus ojos con protesta -. La magia en el mundo humano se maneja diferente al de Equestria. Las técnicas que sabemos no funciona igual para este mundo. Es más complicado convocar la magia con lo diferente que es.
-¿Diferente cómo? Tal vez Trixie pueda ayudar en algo.
-Aquí nadie maneja el sol ni la luna- exclamó enarcando las cejas en una aún admiración ante ello -. Ni se tiene control del clima o cualquier manifestación natural- expresó alzando la vista hacia Trixie, que dejó hasta de masticar el chicle para lograr seguirle la idea cuando se dio cuenta que le había dado cuerda cuando empezó a hablar de corrido: -. Todo transcurre por sí misma. La naturaleza tiene una independencia y fuerza mucho más grande que la de Equestria. Existe una energía única y poderosa que omite la intervención humana pueda controlarla. Una fuerza incógnita mucho más grande de la que podemos manejar- continuó bajando la mirada hacia algunos textos con atención -. Nuestra magia no funciona en este mundo por esa misma razón que esa fuerza la impide, pero sí existe una forma de que los propios humanos aprovechen esas energías. Según leí, algunos creen sobre la fuerza de esas energías y la aprovechan para crear rituales de transformación, el amor, buena fortuna y limpia espiritual, así como atraer mala suerte, castigar y maldecir. Esto sólo nos abre la posibilidad de que la energía propia que ha existido en su propio mundo, sea manipulable a la necesidad de quien alcance a trabajarla…por eso la magia que se filtró de Equestria no se maneja igual aquí…ambas energías se han vuelto una sola, sólo que la equestriana tiene una mayor influencia y atracción en la esencia de la energía humana, fusionándose en ésta y quedar dormida hasta que algo detone sobre ella y despierta, transformándose en una fusión de la energía humana y equestriana, y por ende ha tomado esa manifestación tan específica y única en cada portador, como el caso de todos los que ahora tienen magia- hizo un mohín en la boca -. Pero no se puede recuperar la magia que anda suelta como conoces, por la misma razón que está mezclada con la energía de este propio mundo. Por eso lo que hemos logrado entender, es que se necesita conocer algún punto de la ciudad en la que se concentre una fuerte corriente de energía, porque lo más probable es que es en esa zona, es donde pase con mayor fluidez la corriente de energía mágica de Equestria. Será el punto de extracción de esa magia, que tiene el poder suficiente para que podamos obtenerla y transformarla en un hechizo que no sólo pueda hacerle frente al de Poison Sky, sino también invocar el portal hacia Equestria y separar las almas que liberen a Sunset y Moon White de una vez por todas.
-Mmmm- empezó a masticar lento su chicle, en silencio, procesando, mientras Twilight la miraba atenta ante su expresión. Entonces Trixie empezó a asentir -. Ya veo…- la miró, desplomando su gesto -. Trixie no sabe nada de lo que has estado hablando.
-…- enmudeció con pesadez, cuando la vio alzar el dedo índice.
-Pero- enfatizó, llevando el dedo a la barbilla con una sonrisa alta -. Conozco a alguien que sabe algo así. Digo, entre tanta palabrería que dijiste y alcancé entender, dijiste que algunos humanos reconocen esas energías y hacen rituales y…- calló, abriendo sus ojos como platos y dejando abrir su boca, provocando que se le cayera el chicle -…bruja…
…
"No había nada qué hacer. Lo sabía.
Lo supo cuando aún sin curarse, los doctores lo mandaron a casa.
Lo supo cuando la desesperación de sus padres lo hicieron ir a un anciano unicornio hechicero y revelara que su mal no venía de una enfermedad, sino de la energía de su magia.
De alguna forma, de alguna manera, se había convertido hasta ahora, en el único unicornio de Equestria que le hacía daño usar su propia magia.
Su mal ya tenía nombre, pero no cura.
Lo supo por los ojos empañados de impotencia y pena de sus padres.
Su sueño de convertirse en hechicero se había truncado.
Y Sunset no escribía.
Después que el hechicero recomendara que no usara por nada la magia, se estaba estabilizando mejor, teniendo un poco más de energía para no quedarse postrado en cama, aunque no había recuperado su salud del todo, frágil y delicado que cualquier virus o infección, lo podría matar.
Él tenía la inocencia de creer que nunca se enfermaría y nada malo le pasará, aunque viva cansado y débil todo el tiempo. Pero era algo que sus padres no estaban conformes y no dejaban de buscar y probar para mejorar su calidad de vida.
Un día, cuando despertó, encontró a sus padres empacando todo de su cuarto.
Se mudaban a Canterlot en busca de un tratamiento en los especialistas de la medicina mágica.
Su abuelo paterno, y de muy buena posición económica, tuvo el…favor, de ayudar monetariamente a su padre para que sea tratado al fin.
Pero fue la luz de una nueva esperanza.
¡Viviría en Canterlot! ¡En donde estaba Sunset! ¡Al fin podría visitarla!
Su estado anímico había mejorado considerablemente, tanto por la ilusión de recuperarse y cumplir su sueño, y estar de nuevo cerca de Sunset, que lo primero que quería hacer llegado a la capital de Equestria, era ir a visitarla, y tras la primera cita con los médicos, suplicó como sólo él sabe hacerlo para caerle de sorpresa a Sunset. Por más cara dura que tenía su madre, no pudo negarse, pero sólo con la condición que ella estaría presente en el encuentro.
Aunque no hiciese frío, estaba abrigado y con una bufanda gruesa envuelta en su aún muy delgado cuello, para que no pescara una gripe que se convertiría en neumonía o algo peor que lo desmejoraría. Caminó por los pasillos de la escuela que tanto añoraba estudiar. Veía las instalaciones, los unicornios practicando en las áreas verdes, los maestros y los salones, con ojos bien despiertos con una buena sonrisa marcada en su rostro, como si estuviese dentro de una feria, no pudiendo dejar de mover la cabeza de un lado a otro para ver la más minúscula cosa.
-Este es mi lugar. Voy a estar aquí- se perdía en decir con ilusión, para sentir que su madre lo abrazaba con delicadeza teniendo cuidado en su fragilidad.
-Por supuesto que sí, tesoro. Ya oíste a los médicos. La magia es una energía controlable, y si sabes controlarla con la rehabilitación que diseñarán para ti, no vas a tener ningún impedimento a ejecutarla. Aunque aprendas un poco más lento que los demás, podrás hacer lo que lo que hacen, y créeme- le sonrió ampliamente con una mirada confiada reflejada en su rostro –hasta harás mucho más de lo que tú mismo esperarás.
Él le sonrió de vuelta con emoción, enfocando de nuevo su vista a todos lados, dándose cuenta poco a poco, que de los ponies que pasaba cerca, se llevaba unas curiosas miradas que iban y venían para cuchichear. Tragó saliva, apartando ya la mirada, avergonzado. Su aspecto no era el mejor…esperaba que Sunset no se asustara, o no lo reconociera.
Y el solo recordar que la vería de nuevo, tras tres meses, heló sus cascos y su cansado corazón latía agradablemente rápido.
Ahí estaba. Esa "sensación diferente" que le cubrió de una suave calidez el cuerpo.
Recordaba la última vez que se vieron, el…"pendiente" que tenían, y no hablaba precisamente del hechizo…
Por ahora, tenía que postergar la declaración. Primero tenía que recuperarse. Ser de nuevo él mismo. Tenía que estar fuerte de nuevo, por ella. Sonrió decidido y motivado.
Jamás olvidaría los nervios cuando caminaba por las habitaciones del edificio donde vivían alumnos que no residían en Canterlot. Cuando se paró delante de la puerta del cuarto de Sunset y golpeó temblando de los nervios. La puerta se abrió abruptamente, como con molestia, y Sunset Shimmer se asomó con un gesto seco y tieso con un ceño intimidante, pero al verlo, el gesto se deshizo por completo, quedando estática ante su inesperada visita, mientras él sólo podía empezar a sonreír con los ojos vidriándose de una explosiva alegría, sin poder dejar de mirarla como si fuese un paisaje qué contemplar y apreciar, haciéndole un nudo en la garganta y filtrarse torpes risas llevándose un casco al pecho.
-Sunny…- la nombró, sintiéndose que estaba curado de todo mal, aunque no fuese así, era lo que sentía, porque se había olvidado por completo de todos sus achaques -. Oh, Sunny…me da tanto gusto verte…
-Y tú…- murmuró, juntando sus cejas, temblándole la barbilla, inspeccionándolo con la mirada y apretó los párpados para abalanzársele encima en un abrazo mientras soltaba en llanto.
Moon White retrocedió tambaleante ante el golpe del abrazo, sintiendo los cascos de su madre tras él para amortiguar la caída, pero no le importaba caer y quejarse de dolor, si aún así tendría entre sus cascos a Sunset. La abrazó con todas las fuerzas que tenía, sonriéndose aliviado y consolándola en su llanto, acariciando su melena de fuego, sin poder evitar tener la oportunidad de hacerle un cariño.
-¡Lo siento, lo siento por no estar ahí!- balbuceaba ella en llanto entre su cuello -. Yo…yo…
-Lo sé- la interrumpió con tranquilidad -. También tendría miedo de verte y creer perderte…
-¡¿Cómo lo sabes?!- se mostró sorprendida separándose un poco del abrazo para verlo con sus ojos llorosos y tristes. Moon White le sonrió y pasó un casco en sus mejillas para quitar las lágrimas.
-Porque soy el único que te comprende en este mundo…¿Recuerdas?- sonrió risueño y Sunset soltó un risa atragantada, para volverlo abrazar y después de tanto tiempo, él sintió que recuperaría del todo su vida.
Tenía que hacerse muchos exámenes físicos como uso de magia y varias citas al médico, para llegar a dar con la rehabilitación. Invitaba a Sunset a acompañarlo pero…
-Me ponen nerviosa los doctores, lo sabes…- le decía con su mirada centrada en un libro abierto de par en par, con otros tres asimismo abiertos a los lados y los que leía apenas acababa el párrafo del otro.
-Claro…entiendo…- respondía ciertamente frustrado, al no tener su atención cuando podía visitarla, que era cómo pedir una cita al médico, y eso que su médico respondía más rápido que ella. Pero si le pedía concentrarse en él cuando la visitaba…
-No sabes lo atareado que es estudiar aquí. Todo el tiempo tienes que leer y practicar algo. No hay tiempo qué perder haciendo amigos o participar en una actividad que no sea para explotar todos tus potenciales ¡Y estoy a la cabeza de toda mi clase! He dejado profundamente impresionados a los maestros, que ni siquiera me esfuerzo para ejecutar un hechizo. Soy la mejor unicornio que ha pisado la escuela. ¡La única que ha podido ser trasladada a un curso superior apenas con un mes de haber entrado este semestre! Si supieras todas las maravillosas técnicas. Aunque supieras no podrías hacerlo, ¿Cierto? Es una lástima pues deseabas mucho esto. Pero en fin. ¡Mi vida aquí es asombrosa!
No quería pensarlo demasiado…pero Sunset estaba siendo más presumida de lo habitual, más englobada en estudiar y practicar, y menos sensible dado su condición, de lo cual no quería hablar porque "la ponía triste". Pasar a conmovida en su encuentro a la distraída y seca que era ahora...No le había escuchado ni una risa más. Ni una sonrisa pura que sabía entregar, siendo todas airadas y prepotentes. Hasta su expresión había cambiado, siendo más duro y estirado. Tal vez la responsabilidad de la escuela la había hecho más hermética.
Por eso, le ocultó el progreso que estaba teniendo. ¡Le daría una gran sorpresa que la animaría al fin a prestarle más atención!
La rehabilitación con su magia al fin estaba haciendo efecto. Con los ejercicios diseñados especialmente para él, Moon White cada vez estaba recuperando el control de su magia, ya no siendo ésta en contra de él. Aunque se cansase más rápido que un unicornio normal, su potencial no había cambiado nada.
Durante las próximas semanas, tuvo un progreso descomunal, pudiendo empezar a usar su magia para escribir y levitar sin dolores de cabeza, un avance muy importante. También recuperó el apetito y se cansaba menos al caminar, y de a poco, empezó a practicar para empezar a ejecutar hechizos que recurrieran mayor esfuerzo.
Cuando Sunset al fin le dio "cita" para visitarla, pues ella nunca lo visitaba a él, pudo ver cierto interés cuando lo vio caminar más anímicamente y subido un poco de peso, aunque aún estuviese bien abrigado, su rostro tenía mejor aspecto y color.
-¡Sorpresa!- celebró con emoción mientras iluminaba su cuerno e hizo levitar los libros que rodeaba a Sunset, viéndola abrir la boca de impresión al verlo hacer malabares y piruetas con ellos sobre su cabeza.
-¿Q-qué?- titubeó consternada -. ¡¿Te curaste?!
-Ya quisiera- admitió sin perder la sonrisa para ir descendiendo los objetos de vuelta hacia ella -. No, ya te dije, lo mío no tiene cura, pero es tratable, ¡Gracias a Celestia! Y he mejorado mucho, sólo que me tardo en aprender y debo dar doble esfuerzo y concentración para ejecutar los hechizos.
-¿O sino…qué?- arqueó una ceja.
-O sino recaigo de nuevo- hizo un gesto para ver el interesado rostro de Sunset, pensativa. El sonó la boca con despreocupación -. Tú tranquila. ¡Dominaré esto en un santiamén! Por eso quería preguntarte cuándo se inicia las nuevas pruebas para entrar a la escuela. ¡Para ir practicando desde ya y no tenga problemas a la hora de presentarme! ¡Así al fin estaríamos juntos!
-Claaaaaro- asintió con pesadez mirando a un lado, pero entonces empezó a sonreír y devolverle la mirada -. ¡Pero claro que sí! ¡Es más! ¡Te ayudo!
-¿En serio?- se emocionó ante su ofrecimiento.
-¡Por supuesto que sí! ¿Qué no somos amigos? Te ayudo en…- agregó con misterio -…entregarte el hechizo que debes realizar en la prueba y te asegurará entrar. Sé por qué te lo digo. Es la prueba que no hará dudar a los jueces en darte un cupo aquí.
-¡Pues dime! ¡Desde ya lo practico para que me salga!
-Pues…- dijo, levitando uno de sus libros y pasar varias páginas hasta encontrar la adecuada, amortiguando una risa que él confundió de emoción y entonces le mostró la página.-. Tienes que convertir una manzana ¡En una naranja!
-…- enmudeció impávido, leyendo el hechizo -. Aaahh…pero eso es de un hechizo de transformación…es…
-Oooh- lamentó Sunset apartándole el libro de golpe -. ¿Es demasiado difícil para ti? ¿Un simple hechizo de transformación básica?
-No dije eso…- bajó las orejas con cierta impotencia y vergüenza. Estaba empezando recién a controlar su magia para que no le afecte de más en hacer hechizos, pero el que Sunset le ofrecía, sí rebasaba su límite por el momento que apenas aprendía, de nuevo, a hacer hechizos. Pero entonces Sunset se le arrimó.
-¡Pero en serio esto te va abrir las puertas sin dudar! ¡Vamos! ¡Hazlo! Tienes que hacerlo. Yo sé que puedes. Hazlo por mí- pestañeó varias veces con una genuina sonrisa resplandeciente, que hizo a Moon White sonrojar y esquivar la mirada de la vergüenza.
-Está bien…lo haré.
-¡Sí!- celebró con victoria y le levitó el libro hasta casi tumbarlo -. ¡Ahora vete a practicar y no vuelvas hasta el día de las pruebas!
-El cual es…- exclamó apartando el libro de la vista y Sunset hizo una cuenta mental.
-Es el 12 de julio…¡Sí! Doce de julio. Diez en punto. ¡Llega una hora antes para que seas de los primeros!
-Claro- asintió con determinación.
-¡Ah! Pero antes de que te vayas…- lo interrumpió -…¿Quieres contarme cómo fue que te enfermaste?- preguntó y Moon White parpadeó, con incredulidad.
-¿En serio? ¿Quieres que te cuente? ¿Ahora sí?
-Pues…- miró sus cascos -…al principio me costaba pero ahora…- levantó la mirada con una pequeña sonrisa -…quiero saber por todo lo que pasaste…
-Sunny…- sonrió mucho, sintiendola al fin como antes de que su vida se pusiera de cabeza -. Claro que sí pero…¿Podrías guardar el secreto? No quiero que me sientan…lástima o me traten diferente una vez que estudie aquí…
-Mis labios están sellados- prometió con una sonrisa sagaz".
…
-Eeeehh, ¿Bruja?- dudó Twilight al ver su reacción. Trixie entonces sacudió todo el cuerpo en un escalofrío y su rostro se entornó asustado.
-¡Sí! ¡Aquí hay una bruja!- exclamó y repentinamente, se escuchó un golpe que provenía de debajo del escritorio que hizo hasta brincar los libros, lo que hizo a Trixie chillar -. ¡Es ella! ¡La pienso y la invoqué!- entró en pánico dando brinquitos casi al borde del llanto -. ¡Yo no quiero ser caldo!- lloriqueó mientras Twilight le encarcó una ceja, escéptica, concentrándose más en el ruido bajo el escritorio, que sólo le pareció curioso y se agachó a revisar, sorprendiéndola lo que encontró.
-¡¿Pinkie Pie?!- la nombró, viéndo a la pelirosada que permanecía bajo el escritorio abrazada de sus piernas temblando como una hoja. -. ¿Cuánto tiempo llevas ahí abajo?- preguntó, pero fue ignorada.
-¡Bruja, bruja! ¡¿Quién dijo bruja?!- fue la chillante voz de una temerosa Pinkie.
-¡Yo dije bruja!- exclamó Trixie y Pinkie salió disparada en forma de bolita de un lado a otro por el suelo hasta brincar alto con un sonido nervioso de su boca aterrizando al suelo y entre ella y Trixie abrazarse con gestos asustados.
-¡Podrían explicarse las dos de una buena vez!- exigió Twilight colmando su paciencia.
-¡¿Acaso no sabes que aquí hay una bruja?!- encaró Pinkie Pie. Twilight abrió la boca para obviar que no, pero entonces dudó un poco, empezando a darse cuenta de que esto le parecía famíliar y de quién se podría estar refiriendo, cuando entonces, Pinkie empezó a bailar entorno a lo que cantaba: -. ¡Ella te hará en un embrujo! ¡Con muchos conjuros! ¡La miras y te verá! ¡Caerás en un trance! ¡¿Y luego que hará?! ¡Un caldo preparará! ¡Y luego te comerá! ¡Un buen guiso serás y…! ¡Cuidado!- terminó de cantar respirando agitadamente.
-Sólo apareciste para cantar la canción, ¿no?- le exclamó Trixie. Pinkie sonrió anchamente.
-Es una obra en proceso.
-¡Zecora!- sonrió Twilight ampliamente en emoción. Trixie y Pinkie la miraron impresionadas.
-¿Entonces la conoces?- preguntó Trixie dubitativa ante celebración en el rostro de Twilight.
-¡Sí! Bueno, no. La Zecora de Equestria sí pero no la de su mundo- se golpeó tenuamente la frente -. ¡No puedo creerlo! ¡¿Cómo no pensé en eso?! ¡Ella puede ser de gran ayuda para entender cómo aprovechar esas energías propias de este mundo!
-¡¿Estás loca?!- corearon Pinkie y Trixie.
-¡Zecora es una aterradora hechicera!- exclamó Lulamoon sujetandose la cara.
-Según ustedes, ¿Por qué?- se cruzó de brazos Twilight.
-Para empezar, ¡Vive en medio del bosque detrás de la escuela!
-¿Y…?
-¡En una choza! Con calderos y toda la cosa terrorífica…¡Es una bruja!
-Una vez, un grupo de chicos por penitencia fueron a recorrer la escuela de noche- empezó a contar Pinkie Pie -. ¡Y entonces la vieron deambulando por los alrededores diciendo palabras raras!
-Y cuando notó que no estaba sola, miró a su dirección y…¡Le brillaron los ojos y rió macabramente!- agregó Trixie en pánico.
-¡Y ninguno salió con vida!
-¡Aaaaaaaaahhhh!- chillaron ambas abrazándose de nuevo.
-Si ninguno salió con vida…- expresó Twilight levantando una ceja -. ¿Quién contó la historia?
-¡¿Cómo que quién?!- exclamó Trixie -. ¡Es obvio! Lo contó…lo contó…- dudó parpadeando y se acercó a Pinkie -. ¿Quién lo contó?
-Ah, no lo sé. A mí me lo contó Rainbow Dash. Y a ella Spitfire.
-Yo lo leí cuando pasaron una nota entre clase.
-¿Lo ven?- encaró Twilight -. Todos sólo se inventaron esas ridículas historias sobre Zecora. Ella no es una aterradora hechicera. Ni siquiera puede manipular magia- sonrió suspicaz -, pero sí sabe mucho de cómo conectarse con ella...
…
"Las próximas semanas, Moon White empezó a practicar meramente en ese hechizo de transformación, el cual requería de mucha concentración y en su caso, más energía. Sin querer preocupar a sus padres, practicaba en silencio sin que se enterasen, pero todo el esfuerzo y energía consumida para ejecutar el hechizo, empezó a cobrarle factura.
En la rehabilitación empezó a cansarse más rápido. Se tardaba más en ejecutar hechizos más básicos y le regresó los dolores de cabeza.
-¿Has estado haciendo algo más de lo que ejercitamos?- le preguntó el médico.
-No, nada fuera de lo normal- contestó, ganándose una mirada desconfiada del unicornio.
-Sabes que no puedes abusar de tu magia, mucho menos ahora que sólo recién estás iniciando de nuevo en manejarla.
-Yo…- suspiró con impotencia -…yo creo en mí. Puedo hacer lo que sea.
-Pero no seas impaciente- le contestó y Moon White alzó las orejas para mirarlo -. No corras si apenas estás caminando.
-No corro…estoy trotando.
Pese la advertencia, Moon White continuó practicando, especialmente en la noche, pues terminaba por agotarlo demasiado que sólo quería dormir después, despertando hasta tarde al día siguiente.
Una noche, ojeroso, con los párpados pesados y aguantando una migraña, finalmente ante sus ojos, la manzana brilló con fuerza y entre giros, fue entornándose en una naranja.
Moon White quedó boquiabierto, mirando la fruta transformada al fin. Sonrió con los labios temblantes, profundamente agotado y con algunos achaques por su esfuerzo temprano, pero al fin, había conseguido el hechizo que le aseguraría la entrada a la escuela y podría estar con Sunset de nuevo. Todos sería normal de nuevo. Y podría confesarle lo que quedó pendiente la última vez…
Llegó el doce julio, nueve de la mañana, en la escuela acompañado por sus padres, que al ingresar, se vieron extrañados al ver que en el auditorio que se hacía las pruebas, estaba cerrado.
Un horrible nudo en el estómago apareció dentro de sí, y una maestra les confirmó que la fecha para las pruebas fueron hace dos semanas atrás.
Entonces… Sunset se…¿equivocó de fecha? Sí…se había equivocado de fecha. Se confundió tal vez con otro evento que había…sí, tal vez eso pasó…porque Sunset no le daría un hechizo complicado por nada…claro que no, ella le hizo el favor de darle esa ventaja aunque eso significara sacrificar su salud, claro que sí…lo envió a practicar sin pisar la escuela para que se concentrara, no para que se enterara de la verdadera fecha, claro que no…porque Sunset no sería tan egoísta, narcisista y malintencionada. Sunset siempre ha estado ahí para él…¿Cierto? Ella sólo quería lo mejor para él, aunque ahora prefiera los libros. Ella era la mejor pony, aunque le restregara en la cara que no estaba en la escuela que para empezar, él tuvo ese sueño primero que ella, por eso Sunset sería incapaz de hacerle la maldad de que pierda su segunda oportunidad de entrar a la escuela…como haberlo abandonado cuando enfermó, porque no contestaba sus cartas porque sentía miedo y tristeza, cosas que no percibía en ella ahora, desinteresada cuando la visitaba, seca cuando contestaba sus cartas, poco preocupada por su salud que ni preguntaba cómo iba. Esa no era Sunset Shimmer. Porque ella era su mejor amiga, su compañera, su confidente, su…su…
-Ella me mintió…- se movió involuntariamente su boca, saliendo en voz alta lo que tanto refundió por defenderla, mientras una lágrima se le escapaba -. ¡Sunny!- la empezó a llamar, golpeando la puerta de su cuarto, después de pedirle a sus padres que lo dejaran solo para encararla -. ¡Sunny, sé que estás ahí, nunca sales, así que abre!- demandó con cierta ansiedad y entonces la puerta se abrió, con la unicornio con un concentrado ceño fruncido entre sus cejas.
-¡¿Por qué demonios te apareces así?! ¡Estaba estudiando!
-¡Me mentiste!- la acusó de golpe, sin perder el tiempo. Sunset apartó la cabeza hacia atrás con molestia -. ¡Mentiste con que hoy serían las pruebas! ¡Fueron hace días y me lo perdí! ¡Perdí mi segunda oportunidad de entrar a la escuela! ¡Y perdí mi progreso en mi salud por hacer un hechizo que me recomendaste para nada! ¡¿O me lo vas a negar, Sunny?! ¿Te sigo llamando Sunny?- reclamaba más que enojado, herido y aún desconcertado, contemplando como el rostro de Sunset se entiesaba por completo y se le desfiguraba el rostro de ira.
-¡Para empezar, no me grites, unicornio dañado!- bramó violenta y lo empujó apartándolo de la entrada del cuarto.
Tal vez fue que estaba mal parado, o lo tomó desprevenido, o simplemente no estaba en su mejor estado físico, pero como sea, el empujón de Sunset lo echó al suelo pero no sintió dolor, tal vez porque todo su ser se adormeció ante lo que le dijo.
-¿Unicornio...dañado?- murmuró sin aliento, estupefacto ante el calificativo hiriente, para levantar la vista hacia donde Sunset se paró a un lado suyo, sin ánimos de ayudarlo a levantar -. ¿Es... así como me ves?
-Te veo así desde que no me sirves- exclamó sin apartarle la mirada fría y seca de alguna vez sus ojos cálidos y suaves como el cielo -. Te enfermaste y ya no me servías para avanzar con mi entrenamiento mágico. Por eso ya no tenía nada qué hacer en ese pueblo y me fui. Ya nada me ataba a ti. ¿Y tus cartas?- exclamó, iluminando su cuerno e invocó unas decenas de sobres aun sellados, sin abrir. Moon White se paralizó. -. Sí…nunca las leí- exclamó y las lanzó todas sobre él, pudiendo Moon White simplemente mirar hasta temblando los sobres esparcidos, algunos sobre él y otros a su alrededor.
-No…- negó con la cabeza, mirándola, incrédulo -…no es cierto lo que dices. Éramos…amigos...
-¡Desde el primer día te dije que no tenía amigos!- lo interrumpió severa y fastidiada -. Entendías más rápido que yo, me enseñabas, me eras útil para estar preparada cuando llegara el momento de entrar a la escuela de Celestia- empezó a enlistar que cada mención era una llaga ardiente en su pecho -. Por ti entré al curso intensivo de magia. Por ti aprendí más hechizos. Por ti podía salir de ese puerco orfanato. Podía viajar, podía pasear, y a cambio tenía que aguantar esa amistad de la que tanto me parloteabas. Pero no. Sólo eras mi llave, pero ahora ya no me sirves- estiró una sonrisa fría y amplia-. Ya soy libre, no te necesito y no tengo por qué cargar el peso que eres ahora, que eres un anormal.
-¡Sunny!- jadeó, con una terrible presión en el pecho, cortándole el aire de golpe.
-¡Qué?! ¡No eres normal! ¡¿Qué clase de unicornio le hace daño su propia magia?!
-¡Basta, Sunny, basta!- reclamó con los ojos vidriosos, sintiendo como su corazón se estrujaba a la vez que ardía, tapándose los oídos, pero aun así podía escucharla.
-Eres un fenómeno y agradece que te di mal la fecha, para evitarte la vergüenza de que no pudieras hacer un hechizo de transformación básica.
-¡Sí puedo!-bramó con un ceño mientras sus lágrimas se desbordaban de sus ojos, encarándola -. ¡Sí logré hacerlo aunque me tardé y me costó mi recuperación! ¡Puedo hacer lo que los demás hacen! ¡Incluso lo que tú haces!- la señaló y entonces Sunset le golpeó el casco para apartárselo.
-Puedes hacerlo, tal vez…- exclamó con sequedad y lo punzó con la mirada -…pero vas a morir en el intento…
-…- enmudeció, mirándola perplejo, sintiendo ahora sí, muerto el corazón, desconociendo por completo a la unicornio que tenía enfrente. Esa Sunset…no era la Sunset de todos estos años, pero sabía lo doble cara que podía ser con los demás. Ahora…Ahora finalmente lo era con él por enfermarse -… ¿Por qué eres tan cruel…?- jadeó con voz quebrada, cayéndosele una lágrima seguido de otras -…y-yo…te quería…haría lo que fuese por ti…te necesitaba…te añoraba…- se llevó ambos cascos al pecho con la mirada perdida -…eras mi mejor amiga…más que eso…Eras Sunny…mi Sunny…mi atardecer…
-Si no te quise como amiga, ¿Qué te hace pensar que para algo más?- tiró una risa seca -. No te quise antes y peor ahora. ¿Quién querría a un unicornio dañado?
-Sunny…- suplicó apretando los labios entre sí, para cerrar los ojos y salírsele un jadeo de lamento, con un casco sobre su pecho ardiente -…Sunny, por favor, no…- era lo único que podía decir, sin encontrar palabras qué decir, ni de rabia, ni de reclamo.
-¡Y deja de llamarme "Sunny"!- reclamó con fastidio, rodándose de ojos -. Pareces tonto llamándome con un nombre que no es mío, porque no es un apodo, genio, es un nombre- aclaró, y se llevó un casco a la frente -. Ve a casa, Moon White- resopló agotada -. Ve y ya deja de humillarte. Ten un poquito de dignidad. Mira, te haré un favor- exclamó y levitó las cartas que les lanzó hace un momento y las desintegró completas, cayendo sus cenizas enfrente de él, mirándolas caer al piso con las mejillas húmeda de sus lágrimas, aún temblando -. Listo. Y pues- se encogió de hombros -. Gracias, supongo, por servirme un buen tiempo. Y encuentra ahora algo nuevo qué hacer. No sé. Sé costurero como tu padre o barre pisos, yo qué sé- movió su melena a un lado y sin volver a verlo, se dio la vuelta y caminó a su cuarto.
No podía moverse. No podía pensar. Sólo podía sentir dolor, dolor en todo su cuerpo, su alma, su ser. Esperaba despertar de esta pesadilla, pero no. Era la realidad. Todo este tiempo justificándola, defendiéndola…su madre tenía razón. Sunny…es decir, Sunset, lo abandonó cuando más lo necesitaba, y lo usó para llegar a su cometido. La convirtió en una habilidosa unicornio para entrar a la escuela y ahora, lo desechaba.
Y así, como una envoltura plástica que rueda por el suelo, ausente, regresó a su casa. Caminó mecánicamente hacia su cuarto. Sus padres le hablaban, de seguro preguntando qué pasó pero no podía oírlos, sólo podía oír el crujir de su corazón. Hasta que se echó a la cama y quebró en un ruidoso llanto. Sentido y melancólico, aún sin poder hablar, desahogó en lágrimas todo el dolor que sentía. Vivió una mentira. Todo este tiempo, vivió una triste mentira, en una cortina de humo. Sunset Shimmer nunca le importó, y su actitud después de que enfermara lo evidenciaba. El abandono, el desinterés, la despreocupación, hasta sus maliciosas intenciones…
Él ya no encajaba en su vida, y ya no pareció tener sentido la suya.
Desde ahí, no volvió a querer ir a los ejercicios de rehabilitación. Dejó de comer. Apenas dormía. Sólo podía llorar y tener la mirada perdida.
- ¡Fui un idiota!- se reclamaba echado en la cama con amargura -. ¡Un imbécil! ¡Un completo estúpido! ¡No ha de existir pony más tarado que yo, por creer ciegamente y confiar toda mi vida en alguien!
-¡Basta, no eres nada de eso!- replicó su madre -. Tu corazón sólo fue amable y bueno con alguien que no lo merecía. ¡Es todo!
-No sólo te engañó a ti. A nosotros también- agregó su padre -. Nadie lo vio venir, hijo, no es tu culpa. Y por ella no vas a abandonarte.
-No puedo hacer nada…- masculló Moon White con dolor -…todo lo que quería ya no existe…
-¡¿Y nosotros qué, ah?!- reclamó Speed -. ¿Eh? Dime. ¿Qué tus padres no cuentan?
- ¿No te amamos? ¿No nos amas?- agregaba su padre.
-¡Déjenme solo!- vociferó.
-¡No, porque no estás solo!- reprochó Speed -. Nosotros siempre, siempre, siempre, vamos a estar contigo. Toda la vida. Y si tú no crees en ti por esa maldita malcriada, ¡Nosotros sí! Sin ella te recuperabas muy bien. Estabas sanando y recuperando tu magia.
-¡Lo hacía por ella!- gritó con impotencia sintiendo nuevas lágrimas por salir y ocultó la cara en la almohada.
-¡Pues entonces hazlo por ti!- exclamó su padre -. Cualquier cosa que quieras hacer, hazlo por ti mismo. El que quieras a alguien no te debe hacer dependiente a ella. Sé tu propia motivación, tu propia fuerza. ¿Quieres ir a esa escuela? ¿Quieres ser hechicero? ¡Puedes hacerlo porque tú mismo lo vales!
-Has demostrado que sí puedes- reforzó Speed -. Sí puedes hacer cualquier hechizo, aunque a tu paso, a tu manera. Y si no puedes hacer uno…¡Crea el tuyo propio! ¿No quieres ser hechicero? ¡Crea hechizos! ¡Practícalos en mí!
-Pero tu odias que usen magia en ti…
-¡No me importa! Conviérteme en conejo, que me salga otro ojo, sólo…- sus ojos vidriaron -…vuelve a creer en ti, como nosotros creemos en ti…
Moon White apartó el rostro de la almohada, viendo mejor la carga de esperanza en los ojos de sus padres, sonriéndole con añoranza y profunda lealtad y cariño. Pensó, en todo lo que ellos sufrieron y pasaron desde que enfermó. Las noches en vela, sacar préstamos para costear cuando estuvo interno en el hospital, estar al pie de la cama cuando no se podía levantar, llevando juegos de mesas o le leían un libro porque se cansaba rápido, el cómo celebraban su lento progreso como si fuera su cumpleaños, llevando globos y hasta regalos. Incluso su padre se tragó su orgullo para ir con su abuelo a pedir ayuda económica.
Ellos fueron padres muy jóvenes, tenían un hijo de doce años a los veintisiete, y su aspecto era muy jovial aún. Estuvieron a su suerte todos estos años. Sacrificaron juventud, dinero, tiempo por formar su propia familia. Hicieron todo lo que estaba su alcance para darle una buena vida pese no contar con la ayuda de su familia. Tal vez no tuvo lujos y no siempre tuvo lo que quería en lo material, pero sí lo necesario. Ellos salieron adelante solos. No necesitaron a nadie.
Entonces él también podría hacerlo.
Iba a demostrarle a Sunset que con o sin ella, con o sin esta rara enfermedad, iba hacer todo lo que dijo que quería. Aunque tuviera que estudiar en la misma escuela que ella, no le importaba. Iba ahí a prepararse, a ser lo que siempre quiso antes de que se encontrase con ella y enredara su sueño con el de ella.
Retomó la rehabilitación y los cuidados médicos. Fue autodidacta y repasó las enseñanzas del curso que hizo. Empezó a inspirarse de nuevo leyendo los libros sobre Star Swirl para sus primeros pininos en crear sus propios hechizos, primeros fallidos pero que el paso de los meses, mientras se desarrollaba físicamente, fue empapándose con sus propias ejecuciones.
Un día, se presentó enfrente de sus padres, sentados en un mismo sillón. Su madre lo miró fijo mientras su padre miraba hacia otro lado, sin percibir su presencia.
-Papá- lo llamó Moon White, pero él miraba a los lados, hasta tras de él, sin encontrarlo, empezándose a reír viendo que su madre no entendía porque no lo miraba.
-Hey- le dio un golpe suave a un castado de High Line -. Lo tienes enfrente.
-¿Qué?- expresó inseguro, mirando precisamente hacia adelante, pero por su expresión, seguía sin ver nada.
Moon White había creado su primer hechizo. Ser invisible para un ojo específico de pony.
No era EL hechizo, pero uno de su propia creación, bien pudiera revisarlo los jurados de la prueba de ingreso. Y el que a los trece años ya esté creando sus primeros hechizos, decía de más lo capacitado que estaba para estudiar en la escuela de superdotados y explotar su potencial.
Tuvo que esperar pasado su cumpleaños número catorce para ahora sí, asistir a las nuevas pruebas para ingresar a la escuela de ensueño. Para estas alturas, su voz había dejado de ser quebradiza y rayando a lo pueril, sonando más grave y profunda. También había dejado su baja estatura por una más alta y masa corporal acorde a la edad en plena adolescencia.
Asistió solo. Como dijo, ahora haría las cosas solo.
Volver a esas instalaciones que visitaba cuando venía a…ver a cierta pony, afectaron un poco en él pero ignoró y siguió adelante. Hizo la fila, se registró y esperó en una sala con el resto de aspirantes que, a su comparación, estaban nerviosos y practicaban hechizos a último minuto. Esta vez, no estaba nervioso. Se sentía seguro. Había pasado un poco más de un año desde que empezó su rehabilitación y su cuerpo se había acostumbrado a la nueva forma en la que manejaba la magia. Sin abusar de ella, con debidos periodos de descanso y ejercicios, ya nada le impedía cumplir con sus metas de potrillo.
Eso creyó.
-¿Moon White?- lo nombró una unicornio que levitaba una tabla de apuntes al pie de la sala.
-¡Hey! ¡Pero si van por la "C"!- se quejó un aspirante y Moon White no lo culpaba. Se estaban saltando de la C a la M, por alguna razón…
-Es un caso "especial"- aclaró la unicornio, haciéndolo enarcar una ceja por el término que usó para explicarse, para verla sonreírle con empalagosa amabilidad. -. Venga, joven.
-Claro- respondió reacio y se encaminó hacia ella.
Lo condujo directo hacia el auditorio donde se presentaban los jurados. Ingresó y se encontró con una tarima mediana y enfrente, una mesa larga en la que detrás estaban acomodados cinco unicornios de diferentes edades.
-Con que usted es el joven Moon White, ¿Verdad?- exclamó uno de ellos apenas subió a la tarima.
-Sí, señor. Pero con todo respeto, no entiendo por qué me llaman mucho antes de lo que me corresponde.
-Pues…estamos al tanto de sus peculiaridades- contestó otro del jurado. Moon White paseó la mirada a todos, alzando la ceja con una risa seca.
-¿Peculiaridades?- repitió irónico.
-En una escuela existen muchas historias y chismes entre los estudiantes- fue al grano el más anciano del grupo –y una de ellas, usted es el protagonista y tenemos una fuente confiable que ha confirmado dicho rumor- entornó fijo su mirada en él -. Dicen que usted es un unicornio con un defecto en su magia.
-…- enmudeció sin poder disimular su desconcierto, pero rápidamente petrificándose su cuerpo y expresión de…ira, escuchando lo que decían:
-Su reacción nos indica que no estamos equivocados…
-Necesitamos saber si es verdad que usted tiene una discapacidad para ejercer con normalidad la magia.
-Si es así, antes de permitirle hacer la prueba de ingreso, debemos hablar con su médico para ver si puede cargar con la demanda de estudios de la institución.
-No es que le estemos negando a hacer la prueba, queremos asegurarnos de que no padezca alguna emergencia médica por manejar hechizos y…- se interrumpió arrugando su frente en desconcierto -. ¿Se teletransportó?
-¿Eh?- dudó otro, mirando también a lo largo de la tarima, viéndola vacía.
-¿Qué les sucede?- preguntó otro con un gesto y señaló enfrente, hacia Moon White que permanecía con el cuerno iluminado -. El joven sigue ahí adelante.
-Pero si yo no veo a nadie.
-Que ahí está.
-¿Entonces por qué nosotros no lo vemos?
-Porque usé mi propio hechizo de invisibilidad- exclamó Moon White deshaciendo la luz de su cuerno y sin perder la compostura, contempló a los maestros, que se mostraron intrigados ante su hazaña -. Sí, es verdad que no ejecuto hechizos como los demás, es un defecto que tengo, pero no es una incapacidad para seguir aprendiendo, para crear mis propios hechizos como el que acabo de presentar. Tengo la sensatez de medir mi límite, desglosar la demanda de estudios y además crear mis propios hechizos para convertirme en un hechicero y lo haré, con o sin ustedes aunque me tarde más años en convertirme en uno. Después de todo, Star Swirl fue un ermitaño que aprendió solo con el empirismo. Así que quien necesita a quien, son ustedes a mí más que yo a ustedes, porque si me aceptan, me aportan estudios y me graduó de aquí, podrán presumir que el primero y espero, único unicornio que le haga daño la magia, se graduó con honores de la escuela, se convirtió en hechicero y futuro colega de ustedes, como maestro de magia. Gracias por su atención, con permiso- terminó de hablar para retirarse de la tarima con esa marcada seriedad sin molestarse a mirar las reacciones del jurado.
Momentos después, golpeaba una puerta que tiempo atrás, había golpeado por última vez. La puerta se abrió y con ella, un joven unicornio se asomó usando audífonos de diadema, que bie se escuchaba una música escandalosa, con los ojos cerrados tocando la guitarra del aire y haciendo sonidos con la boca. Moon White hizo un gesto molesto y lo que hizo fue apartarle uno de los audífonos para soltarlos y se retraiga paray le golpeara el oído.
-¡Auch, caray!- se quejó el unicornio adolorido apartándose los audífonos y miró a Moon White -. ¿Qué quieres?
-¿Quién eres tú?- demandó con sequedad y enseriado.
-Tsss- se desinfló apoyándose a un lado del marco de la puerta -. Eres tú el que toca y tú eres el que pre…
-¿Dónde está Sunset?-lo interrumpió tajante.
-¿Sunset?- se sorprendió -. ¿Sunset Shimmer?
-A menos que conozcas a otra- ironizó.
-¡Gracias a Celestia no!
-¿Está o no?
-Eh… ¿Por qué estaría en mi cuarto?- dudó pero sonrió mirando a la nada -. Aunque… no estaría mal que esté…
-¿Ya no le pertenece este cuarto?- le interrumpió la idea, molesto.
-Tsss, viejo…
-No me digas "viejo". Deja de hablar como callejero y de desinflarte, no eres llanta.
-Agh. Con esa actitud cualquiera se cambiaría de cuarto sin avisarte…
-Habla de una vez.
-Bueno, ya. No me pegues- se quejó -. Como sea. Se nota que eres nuevo. Pues todo el mundo sabe dónde vive Sunset Shimmer. ¿Cómo no saberlo? Si es la protegida de la Princesa Celestia.
-…- entornó los ojos con sorpresa frunciendo el ceño -. ¿Qué dices?
-Sí, viejo. La Princesa Celes es la maestra personal de Sunset Shimmer. Es su estudiante estrella y como tal, tiene su propia torre en el castillo. Si por aquí andan las dos paseándose por los pasillos de la escuela y…¿Estás bien?- preguntó, sin saber bien qué cara habría puesto.
-Gracias- se limitó en decir y se retiró de ahí enseguida.
Moon White recorrió la escuela con urgente prisa, buscando por todos lados, hasta que en el segundo piso se asomó de su balcón y pudo divisar que no había escuchado una mentira. En el piso de abajo, estaban la Princesa Celestia y Sunset Shimmer caminando de par en par, estando la unicornio galopando del casco derecho de la monarca, con la nariz en alto, con ese aire presumido englobándola entera en un fuerte contraste con la sencillez elegante que emanaba Celestia.
Ella también había cambiado su apariencia. Tenía rasgos muchos más marcados y femeninos, dejando la niñez atrás. Pero su perfil prepotente seguía más fuerte sobre su semblante.
Moon White concentró mucho más el ceño con sus ojos duros, para entonces apartarse del balcón y concentrándose, usó teletransportación, apareciendo en medio camino de ambas ponies, casi abordándolas.
-Lo siento, Majestad- se limitó en decir en una rápida reverencia y enfocar sus ojos hacia la adolescente que la acompañaba y desde ya, le vio su semblante malicioso al encontrárselo camuflado bien con indiferencia -. Pero si no es molestia, me robaré unos minutos a su "alumna estrella"- exclamó con un tono cínico en las últimas palabras con la mirada más punzante sobre los cyans que no dejaban tampoco de destellar, en un cruce de miradas que parecían intercambiar relámpagos.
-¡Oh! Claro que no es molestia- contestó Celestia con amabilidad y sonreír con sus cejas enarcadas con cierta sorpresa, aunque parecía ser más bien de alivio -. En realidad, es un placer y me da mucho gusto conocer al fin un amigo de mi estudiante.
-No soy su amigo- contradijo con voz amarga y volviendo su mirada cargada sobre Sunset, lo que con obviedad tensó mucho más el ambiente, sin interesarse en la expresión del rostro de Celestia ante su respuesta.
-Princesa no se aleje mucho- le exclamó Sunset con una voz tan empalagosamente inocente que juraba le tapaba las arterias -. No tardaré- agregó y sin decir más, Moon White se dio vuelta observando directo un salón vacío del lugar, escuchando los pasos de Sunset tras de él, que cada uno, era como un latigazo en su lomo.
Sunset le hacia daño sólo con su presencia.
Una vez dentro, más atrás entró ella y cerró la puerta innecesariamente fuerte. Entonces él se dio la vuelta y le vio una mueca bufona con media sonrisa levantada.
-Lo veo y no lo creo. Con que sí te atreviste a poner un casco aquí- canturreó levantándole las cejas -. ¿Cuánto ha pasado?- tiró una risa mientras se encaminaba despreocupada hacia él con insinuante andar -. Supongo que lo suficiente como para que al fin dejes de tener esa voz de gallina y ser el gnomo de la cla…
-Tienes todo lo que quieres- le interrumpió con voz neutra y tiesa, al igual que sentía estaba su rostro, mirándola severo como se callaba y alzaba ligeramente la barbilla para escucharlo -. Tienes todo por lo que ambicionaste…- agregó endureciendo su quijada -. Así que, deja de sabotearme de una vez- exigió con el mismo tono endurecido. Sunset levanto ambas cejas pasando su casco a lo largo de su melena mientras se la miraba, muy relajada como si nada.
-Aún no soy alicornio. Así que no- exclamó levantando los ojos hacia él ladeando la cabeza -, no tengo todo lo que quiero… aún- sonrió despacio mientas fruncia un ceño perspicaz -, pero no tardaré. Y tu vida me importa demasiado poco como para saber de qué sabotaje me estás hablan…
-¡No te hagas la cínica!- refutó alzando ligeramente la voz y ella hizo un gesto molesto -. ¡Sé bien que fuiste tú la que divulgó mi enfermedad en los cascos de todo el mundo! ¡Sabías que no quería que eso pasara!
-Sólo me preocupaba por ti…- fingió inocencia parpadeando varias veces, lo que le irritó aún más, resistiéndose a escupir palabras, hasta alzarle la voz, todas con el fin de lastimarla, herirla. Pero no podía. Aun pese a todo, no quería faltarle el respeto. No quería lastimarla. Apretó los dientes con una mirada menos dura pero acusatoria.
-Como si realmente te importara. No seas hipócrita- se limitó en pronunciar con palabras susurradas como si salieran a la fuerza, lo que hizo que el entrecejo de Sunset se concentraran más entre sí.
-Escúchame bien, anormal- amenazó con ojos duros perdiendo el gesto confiado por uno más amenazante -. Tú no vas a venir aquí, como si fueras especial, para contaminar por lo que tanto he trabajado. Esto no es una beneficencia. No te van a aceptar, porque no perteneces aquí. No perteneces a ningún lado, mucho menos aquí- enfatizó sin decoro mientras Moon White negaba ligeramente la cabeza.
-No eres nada, Sunset. Tus palabras ya no me afectan. No soy el mismo potrillo que dejaste destrozado en el pasillo. Ya entendí que eres un adornado cascarón hueco. Pero veo que así como me engañaste a mí, has engañado a la Princesa. Si supiera la clase de pony que eres…
-No va a creerte…- replicó con amenaza -…nadie se atreve hablar de mí y juro, que si tú lo haces, vas a arrepentirte de haber entrado a mi vida de nuevo…
-Yo no quiero volver a tu vida- hizo una mueca en su rostro -. Jamás volveré a ser parte de ella. Si estoy aquí es por mí, no por ti. Yo quise entrar aquí en primer lugar que si no es por mí, encerrada del mundo, ni sabrías la existencia de esta escuela. Y anormal y todo lo que quieras, piso el mismo suelo que tú, que los demás.
-¿Entonces a eso vienes? ¿A demostrarme que me equivoqué?- tiró una risa -. Patético. Todavía no me superas…
-Y tú mucho menos a mí, si sigues interfiriendo en mi vida así sea para hacerme miserable.
-…
-…
Un rotundo silencio los encerró. Los dos, intercambiándose una misma mirada pesada y cargada de rabia. Odiaba verla ahí de pie, ahí cerca, ahí con esa mirada, ahí por encontrarse con la más grande maestra que se pueda tener, la propia Princesa Celestia.
Pero lo que más odiaba es que aunque dijera que sus palabras y acciones no le afectaran…aún lo hacían. Sólo que esta vez, había creado capas para que nadie, absolutamente nadie, pudiera saber lo que sintiese y piense. Con un hueco en el pecho, se acercó un poco más a Sunset, que no le quitaba esos ojos fríos y duros de encima.
-Sólo mátame, Sunset- le exclamó en voz baja, como solían hablarse en confidencialidad en una mejor época -. Como voy a matarte a ti, de dentro de mí.
Esquivó la mirada y se apartó de ella, empezando a caminar hacia la salida. Ella no dijo nada, ni mucho menos él después, que apenas llegó a casa, como si nada anunciando que salió bien en la prueba, se encerró en el cuarto para abrir su clóset y sacar viejos ´álbumes de su infancia, encontrando fotografías en el que una versión más pequeña, más feliz y sonriente, miraba risueño a la cámara con una misma unicornio diferente a la actual, igual de inocente y feliz sonriendo para la foto, en lo que fue la fiesta de cumpleaños que decidió cambiar de fecha sólo para que ella pudiera asistir. Y con el primer desborde de las últimas lágrimas que dejaría caer por ella, destrozó todas las evidencias de que alguna vez, Sunset Shimmer haya sido esa amiga leal y fiel, que marcó su vida, y corazón.
Pero igual sus desgracias parecían seguir en cadena. Meses después su padre muere en ese accidente de tren, lo que obliga a tragarse el luto preocupado por la depresión de su madre ahora viuda, que convencida por una vieja amiga, fue a recuperarse anímicamente regresando Cloudsdale, quedando él por un corto tiempo conviviendo con su abuelo paterno pero mal recibido con el resto de la familia por ser el bastardo y con descendencia pegaso, regresando a vivir en uno de los cuartos residenciales de la escuela de magia, aprendiendo a superarse y seguir adelante, solo, por él mismo".
En la sala de estudio, permanecía Moon White.
Su mente y su cuerpo se habían separado desde hace rato, congelado en la misma posición en el que estaba sentado, entumecido por completo por no haber movido ni un músculo desde hace bastante rato, como si estuviese encadenado a ella, como si estuviese ausente del presente por haberse refundido a un pasado que no había echado vistazo desde hace tanto tiempo, que abrir esa caja, lo dejó sin saber reaccionar a ella. Porque no quería reaccionar.
Tenía un pestañear lento y mecánico, y sus ojos grises permanecían inexpresivos y hasta fríos, como si fuesen canicas, en dirección hacia el cielo, de donde se había desaparecido del todo ya el atardecer veraniego, lo que terminó por desembocar tantos recuerdos dolorosos que podía sentir cómo había creado gruesas brechas en toda esa coraza que había creado alrededor de su corazón.
Lo rodeaba un silencio profundamente concentrado, como un ambiente pesado que lo aplastaba.
Sólo podía oír el golpeteo grave y sordo del corazón, tumbándose una y otra vez contra su pecho, como castigándolo, llenándolo de un sentimiento de profunda…culpa. Ira. Impotencia. Tristeza. En su mente sólo estaba el rostro amistoso de una Sunset que podía regalar la más resplandeciente sonrisa risueña, como aquella sonrisa larga y ladina de prepotencia con sus cyans endurecidos y brillantes como hielo hacer añicos la buena voluntad de cualquier pony que se le atraviese, incluyéndolo.
Su corazón empezó a latir con demasiada ansiedad, inquietándolo ante el azote de pensamientos y emociones que había liberado entre tantas interpretaciones, sin darse cuenta de cómo su rostro se marcaba con una expresión de angustia en su mirada perdida, al compás de un latir más y más fuerte del corazón y aún así, se resistía lo que sea que quería salir.
No.
No podía dejarse llevar ante esta reacción.
Fue entonces que arrinconó lo que sea que quería salir y de manera inquieta y rápida se levantó de un brinco del asiento apartando la mirada de la ventana hacia el centro del estudio y entonces…
La sangre le huyó de la cabeza, obligando que tambalee con torpeza hacia atrás, como si hubiese recibido un golpe en pleno centro del estómago, cuando la vio.
Ahí, arrimada a la pared de enfrente, con una pierna doblada con el pie sobre el muro, metidas las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta negra, que el color oscuro hacia resaltar sus cabellos rojos y amarillos ondulados que caían tal cascadas sobre sus hombros, estaba la figura humana de Sunset Shimmer, distraída en sus propios pensamientos, mirando hacia arriba, con ese característico semblante suyo, duro, prepotente y estirado. Usaba aquella prenda de blusa morada, falda naranja y botas largas.
Los ojos de Moon White quedaron inevitablemente clavados sobre ella, habiendo perdido la capacidad de siquiera respirar, por más que ordenaba a moverse, no podía, mientras aquella Sunset permanecía en sus propios asuntos, ignorando completamente su presencia.
-En serio sí que metí la pata…- empezó ella a hablar, levantando una ceja -…¿Ejército de zombies adolescentes?- mostró los dientes con rabia -. ¡¿En qué rayos estaba pensando?!
-No estabas pensando- exclamó una nueva voz.
En realidad, era la voz de Sunset, pero no había salido de los labios de la Sunset de chaqueta de cuero, porque quien habló, era una Sunset aparte, no muy lejos de la primera Sunset que a diferencia de ésta, no usaba la chaqueta de cuero, pero sí usaba el resto del conjunto, con la blusa morada atada al cuello y un micrófono desconectado en su mano derecha. Además, tenía su forma híbrida, con orejas de pony y su cabello mucho más largo simulando una cola.
En cuanto habló, la primera Sunset se rodó de ojos en fastidio esquivándole la mirada mientras la segunda continuaba hablando con un semblante completamente diferente al de ella, mucho más suavizado y amable, pero también con un gesto de incertidumbre.
-Piensas encerrada en tu propio mundo y abusaste de un poder que no sabías manejar- la regañó.
-¡Agh, vamos!- se quejó en fastidio devolviéndole la mirada con un ceño -. Por lo menos yo sabía lo que quería y lo que era. En cambio tú…- la mira de arriba hacia abajo. Tiró una risa seca -. ¿Qué eres? No eres una pony. No eres una humana- abrió sus brazos mirando a su alrededor -. Estás en este mundo sin saber realmente qué hacer.
-Tengo a mis amigos- se defendió con un ceño.
-¿Y? ¿Eso es lo que eres? ¿La amiga de alguien más? ¿A eso llegué a convertirme?- la miró despectiva y se señaló con la mano abierta sobre todo su pecho -. ¡Yo iba a ser algo mucho más grande que eso! ¡Además! ¡¿Quién eres tú para serme de ejemplo si no te perdonas todo lo que hiciste en el pasado?!- puntualizó y la otra Sunset entornó la mirada un tanto inquieta y dudosa. -. Rehaces tu vida siendo la amiga de alguien echando polvo todo lo que hiciste atrás.
-Y-yo…- titubeó insegura, con sus cejas enarcadas.
-Eso no importa- impuso con seguridad una nueva voz de Sunset.
Las dos primeras levantaron la mirada hacia la puerta cerrada del estudio, en donde estaba de pie otra Sunset Shimmer, pero ésta usaba jeans, su blusa cyan y chaqueta de mangas a medio brazo.
-No importa lo que fui atrás, lo que hice- empezó a decir con plena seguridad encaminándose hacia las otras Sunset con andar firme -. Nada de eso interesa en mi presente, ¡Porque el pasado no es mi hoy!- aseveró con plena seguridad sobre las otras dos. La segunda Sunset parpadeó con su leve ceño ansioso, mientras la primera se sonrió muy en alto amortiguando una risa que molestó a esta Sunset mientras la segunda se ponía más nerviosa. -. ¡¿De qué te ríes?! ¡Es cierto!- aseguró con severidad encarando a la primera Sunset, que se llevó ambas manos a la boca para continuar luchando contra la risa que quería escapar, vidriándole los ojos producto de la risa que contenía . -. ¡Tengo una nueva vida! ¡Como soy ahora estoy feliz y satisfecha! ¡Amigos que me perdonaron y me quieren por lo que soy ahora!- vociferó y eso, sólo provocó que la primera Sunset perdiera la lucha contra la risa y ésta reventó de golpe, una carcajada larga, fuerte, casi gritando, una tras otra, ahogada, retumando en la habitación pero lo que más incomodó y asustó a las dos Sunset, es que esa histérica risa sonaba si rieran dos personas al mismo tiempo dentro de ella, que empezó a tener de inmediato el rostro enrojecido, los ojos cyan llenándose de lágrimas del ataque de risa, tratando de inhalar algo de aire que le impedía sus carcajadas respirar.
-¡Exacto!- resonó su voz doble en estallido de risas, mirándolas de frente con una expandida sonrisa de lado -. ¡Te quieren por lo que eres ahora! ¡No te querrán por lo que te convertirás después!- estalló en carcajadas impactando a las dos Sunset.
-¡No es verdad!- corearon las otras Sunset pero esta vez, ellas también tuvieron una voz doble, lo que las hizo entrar en pánico con el rostro desconcertado e impávido, mientras la primera Sunset sólo pudo reírse más de lo que pasaba, y por primera vez, pareciera reconocer la presencia de Moon White para mover su cabeza directa hacia él y señalarlo entre su alta sonrisa histérica de risas profundas que empezó a retumbar en toda la habitación como si salieran de parlantes.
-¡Y lo mismo te va a suceder a ti!- vociferó y para esas alturas, Moon White no pudo evitar temblar del miedo.
Cuando de repente, alguien desde atrás lo rodeó con sus brazos, provocando que al fin, recordara cómo moverse y apartarse, cada vez sintiendo cómo algo desde adentro se empuja, en una desesperante sensación, dándose la vuelta para agrandar sus ojos al ver a una cuarta Sunset más, pero ésta, usaba un vestido de falda corta y bombacha color toronja con una chaqueta de cuero, reconociendo que así fue como vistió en el baile de fin de semestre.
El baile que sólo empeoró todo.
Esta Sunset, tenía los ojos inundados de lágrimas, completamente desecha en llanto.
-¡¿Por qué?!- lo acusó descomponiendo aún más el rostro inundando sus mejillas de lágrimas -. ¡Te pedí disculpas! ¡Reconocí las cosas horribles que te hice! ¡Abrí mi corazón y me mostré arrepentida de lo que nos hicimos! ¡Pero tú fuiste el único que no quiso perdonarme! ¡Tú dijiste que no merecía el perdón de nadie! ¡Tú dijiste que no podía cambiar jamás lo que soy! ¡Y tú me hiciste ESTO!- bramó con violento dolor en su voz y rostro para entonces, empezar a envolverse en llamas.
-¡SUNSET!- sólo pudo gritar desgarradoramente, sin que pudiera darse cuenta que el color de sus ojos había cambiado totalmente encontrándose sus pupilas de un rojo escarlata, el resto del ojos de un verde en el que salía una neblina purpura, corroborando enseguida lo que ocurría.
Estaba teniendo una alucinación de sus peores temores.
Y sí que lo era, al contemplar cómo aquella Sunset Shimmer empezaba a gritar de pavor y pánico, cayéndose al suelo y retorcerse, empezando a luchar contra el fuego que la envolvía, pero no podía escapar.
Tras su grito que pegó nombrando a Sunset, del otro lado, en la biblioteca, Pinkie, Trixie y Twilight interrumpieron su conversación mirándose entre sí enseguida, con especial atención en Twilight, que mostró una repentina angustia que estrujó su corazón.
-Moon White…- jadeó.
-¡Tú nos convertiste en esto!- estallaron las tres primeras Sunset entre tanto, cada una con su doble voz, apareciendo repentinamente a centímetros de Moon White, lo que hizo retroceder y ellas lo rodearon con misma mirada acusatoria y fría.
-¡Quería salvarme pero tú me condenaste!- bramó la tercera Sunset con rabia.
-¡Volviste a mi vida y cumpliste con lo que tenías que hacer!- agregó con impotencia la segunda Sunset.
-¡Despertaste a Flame Hybris!- celebró la primera Sunset alzando su sonrisa satisfecha.
-¡Y te convertiste en Poison Sky!- retumbaron las tres.
-¡NO!- vociferó él con fuerza mirando a cada una hasta fruncir profundamente el ceño y apretar los puños, resistiendo aquella corriente de energía en su cuerpo -. ¡Sé lo que quieres hacer pero no! ¡No voy a doblegarme! ¡No de nuevo! ¡NO!- gritó y cerró los ojos con fuerza -. ¡Porque esto no es real! ¡Ninguna es la verdadera Sunset Shimmer!
-¡¿Y acaso tú conoces a la verídica Sunset?!- siseó la primera Sunset de chaqueta violando su espacio personal pero él se permanecía con ojos cerrados, resistiéndose a seguir el juego de ser acosado, tomando todo el valor que tenía para abrir sus ojos y mirarla directamente sin titubear.
-Sí y ella no es ninguna de ustedes, ni la que deba ser ahora- contestó con la voz tenue y seriamente segura, mirando al resto de Sunset, invocando en su mente un torbellino de recuerdos que compartió con ella, todos buenos, como los amigos que fueron. Sus voces. Sus risas. Sus miradas. Pero en especial, el sentimiento. -. Ella es…ella es…- decía pero por alguna razón, no podía pronunciar.
-¡Moon White!- escuchó el grito de Twilight del otro lado de puerta, encontrándose ésta con picaporte.
Moon White entonces alzó la mirada hacia la puerta, como si pudiera verla a través de ella.
-Twilight…- musitó para sí mismo, sintiendo como amurallaba aquella respuesta en plena garganta, sintiendo el corazón más apretado con su expresión presionada, mucho más culpable, pero a la vez que no podía negar aunque quisiese, sabiendo ahora que la razón por la que no podía pronunciar esas palabras…era ella. Pero sentía que no lo hacía, no iba a salir de esa pesadilla y no…no podría ser capaz de lastimar a Twilight como ocurrió con Sunset con Pinkie Pie en la Casa de los Espejos -. Lo siento, Twilight…- murmuró cerrando los ojos -. Sunset Shimmer es…
-¡Moon White!- gritó Twilight de nuevo fuera de la puerta, encontrándose ésta con picaporte, empezando a golpearla precipitadamente con ansiedad, rodeada por Pinkie y Trixie, desesperada de que no respondiera.
-"¡Apártense!"- retumbó en los oídos de Trixie, que aspiró desprevenida retrocediendo de a poco, con el rostro impactado corroborando que las otras dos no oyeron esa voz como ella, esa voz…
-¿Zephyr?- preguntó impresionada en voz alta y tanto Twilight como Pinkie voltearon a verla enseguida.
-"¡Lo siento! ¡Sé que prometí no interferir si tú no me llames pero presiento esa magia!"
-¿Qué magia?- preguntó con afán. Twilight cortó distancia entre ellas.
-¿Qué pasa? ¿Qué te está diciendo?- reclamó en saber.
-"¡La magia negra que me seguía hace siglos atrás!"- alertó con angustia y repentinamente, Trixie jadeó con fuerza cuando por todo su cuerpo vibró una fuerte incomodidad contrayendo sus músculos, provocando que estrujara el rostro y tambaleara.
-¡Trixie!- chilló Pinkie enseguida para sostenerla ante la amenaza de que se azotara al piso.
-¡¿Qué está pasando?!- se angustió Twilight pero al ver que Trixie apenas podía controlar la presencia de aquella magia que la entorpeció. logrando sólo balbucear por el momento.
Ella no tenía todo el tiempo del mundo para esperar a que anunciara algo, por lo que hizo fue volver su atención hacia la puerta de estudio y levantó su mano en alto con fuerte concentración para que enseguida empezara a destellar un fúlgido brillo morado en la palma de su mano, invocando su cetro de punta de estrella a su vez que su apariencia cambiaba a su forma transformada con los destellos en su caballera y largo vestido, alas y cuerno en la frente, permaneciendo su gesto concentrado y determinado para iluminar la estrella de su cetro con fuerza y con un gruñido, detonar una onda expansiva con un arco morado contra la puerta, azotándola de golpe.
Twilight se precipitó hacia dentro, encontrando todo normal a primera vista, pero al segundo siguiente agrandar sus ojos al ver el cuerpo Moon White en el suelo, echado bocabajo, cubriéndolo una energía negra.
-¡No, Moon White, no!- aspiró alertada corriendo directo hacia él y echarse de rodillas a su lado, volteando su cuerpo para ver como en los bordes de sus ojos cerrados, salía una neblina purpura, corroborando enseguida lo que ocurría. -No…- murmuró desconcertada, pudiendo saber que por lo mismo había pasado a Sunset antes de…de…perder el control.
Pero apena procesaba lo que ocurría, aquella oscura energía en su cuerpo se evaporó junto con la neblina purpura de sus ojos, lo que la impresionó.
Los ojos de Twilight se tensaban inquietos, esperando a que volviera en sí, mirando el rostro de Moon White como si estuviese dormido. No se lo veía horrorizado, ni preocupado. Estaba más bien…templado, encarado y osado.
Twilight tenía su mirada fija sobre la de él, como si hubiese leído algo y deshizo con plena seguridad su transformación. Entonces tomó su cuerpo e hizo fuerza para acomodar su parte superior sobre sus piernas, sin quitarle la vista encima ni un segundo, encerrada en sí misma sin notar que afuera, se escuchaba la voz alarmada de Serverus enredándose con la de Pinkie y Trixie, impidiendo que entrara a la habitación.
-Sabes lo que haces, ¿Cierto?- le habló Twilight aunque sabía que no la escucharía, levantando su mano hacia su rostro y empezar a acariciarlo de arriba hacia abajo, en una suave y relajante caricia -. Confío en ti. Has lo que tengas que hacer- cerró sus ojos y besó su frente bajando sus dedos a lo largo de su rostro -. Sólo vuelve a mí…- susurró con sus labios cerca de su frente, bajando su mano hasta su pecho y acomodarlo para sentir el latido de su corazón, concentrándose en su ritmo golpeteo sin dejar de hacerle una muestra y gesto de cariño y apoyo, sea mirándolo, jugar con su cabellera oscura o sólo sostenerlo entre sus brazos mientras permanecía ausente.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
Cuando usaba ese hechizo de transportación de magia, estaba hecho de completa energía. Aunque estuviera consciente y podía tener contacto, se sentía tan ligero y liviano como un globo lleno de helio.
Pero esa no fue la única forma en la que se sintió de esa manera.
"¡NO, TWILIGHT, NO! ¡DÉJALA EN PAZ! ¡NO TE ATREVAS! ¡QUE LA DEJES DIJE!" eran algunas de las exclamaciones eufóricas y estridentes que Moon White lanzaba una y otra y otra vez, cuando su cuerpo estaba siendo conducido por aquel ente que ni siquiera quería nombrar. Era como estar atado en cuerpo completo con un bloque de cemento y lanzado al fondo del océano. Con toda la masa del agua aplastándote y que las ataduras te impidiera hacer el intento de nadar de vuelta a la superficie, sólo cayendo más y más abajo. Era estar fuertemente amordazado y sólo escuchar inútiles balbuceos de todos los gritos mentales que lanzaba pero de su boca no podía salir nada. Hasta que finalmente, su fuerza con la que se presionaba, lo hizo salir disparado fuera del cuerpo hacia la tierra, a metros de distancia donde Twilight había tenido una furtiva pelea contra su propia cuñada, lastimándola severamente.
En aquella ocasión, Poison había permitido que esa mitad de su alma, es decir Moon White, saliera aun atado a él, a observar de cerca lo que sin usar el todo equivalente de su poder, sólo su inteligencia, atestó en desgracia Equestria, y principalmente los seres queridos que rodeaban a Twilight. Siendo sólo eso, alma, estaba igual de ligero y liviano, pero no podía percibir ni un sentido, inmune al tacto.
Ahora, lo volvía a ser.
Apenas pronunció las últimas palabras que recuerda en la sala de estudio, se sintió que se ausentaba de su cuerpo una vez más, pero esta vez, no era una fuerza que lo succionaba y empujaba hacia lo más recóndito de sí mismo. Al contrario. En vez de hundirse, sintió que tal como la referencia al globo con helio, se elevaba.
Todo ocurrió demasiado rápido.
En un momento estaba en la sala de estudio luchando con aquella alucinación, y repentinamente, se desprendió. Ligero, elevándose. Arriba arriba. De manera rápida. Casi como el de un pestañear o lo que tarda un ligero suspiro. Se elevó rodeado de nada y ya, se sentía que el viaje había terminado pero flotaba. El descontrol lo envolvió de una inevitable sensación de sobresalto, pero no tardó en sentir una relajada ola cálida cubriéndolo. Eran una sensación tersa, dulce y muy agradable. Una sensación que le recordó a Twilight. De alguna manera podía sentir su presencia, que derrumbó el pánico de un principio, para recuperar la calma.
Abrió sus ojos pero le cegó una luz, obligándolo a que los vuelva a cerrar. Advertido, empezó a abrir con cuidado sus ojos y darse cuenta que aquel brillo, era su propia luz que desprendía de él mismo que, cuando abrió enteramente sus ojos adaptándose a luz que lo envolvía, observó que se encontraba flotando en lo que parecía un oscuro espacio vacío e infinito. Mantuvo la calma, examinando su alrededor, para bajar la mirada a su cuerpo y darse cuenta que estaba en su forma original, como un pony, apretando lo dientes con una agrio malestar al darse cuenta de aquel luminoso cordón en su pecho, que lo conectaba hacia la otra mitad de lo que completaba su alma…
Moon White entonces levantó la mirada, mirando alerta todo el vacío silencioso en el que estaba.
-Debo tomarlo como una advertencia… ¿Cierto?- exclamó con tono neutro y amargo -. No. No me olvido de ti- agregó entiesando su voz -. Ni un segundo olvido tu maldita presencia y condición, así que no me vuelvas a probar, porque…- sus ojos se entornaron idos por un momento -… no voy a fallar- farfulló con voz presionada, para apretar con fuerza los dientes entre sí cerrando los ojos -. ¡No le fallaré a nadie, de nuevo!- gritó severo con un fuerte y profundo gruñido con los ojos endurecidos pero cubiertos de una fina capa de lágrima -. Así deba…deba…-se le atragantó las palabras, presionando más la mirada, concentrando más lágrimas en sus ojos, cuando repentinamente, los expandió y sus orejas se alzaron alertas, seguido de percibir con fuerza una presencia.
No.
No era el único aquí.
Moon White giró en círculos a su alrededor, con aquel fuerte presentimiento cubriéndole cada centímetro de su ser. Trató de movilizarse, pero era como si no existiera la gravedad y sus movimientos eran pesados y lentos, pero aquella presencia le despertó una urgente desesperación. Debía encontrarla. Alguien estaba atrapado aquí. Debía necesitar ayuda…debía…
Entonces, como si le hubieran inyectado la respuesta bajo su piel, Moon White se quedó en su sitio con una corriente helada recorriéndole, cuando reconoció al segundo siguiente de quién era esa presencia, a la vez que le azotó un recuerdo más…
"-Tal vez…- decía Moon White, a la edad de ocho años -…yo pueda ser el primer alguien a quien puedas estimar.
Sunset giró la cabeza hacia él enseguida, expresando incredulidad y sorpresa.
-¿Por qué?
-Pues…nada pierdes aceptando mi amis…
-No- le interrumpió, mirándola inquieta -. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué eres tan bueno conmigo?
-Porque quiero ser tu amigo.
-¿Por qué?- volvió a preguntar, casi desesperada -. ¿Por qué querrías ser amigo de alguien como yo?
-¿Cómo tú?- dudó. -. ¿Y qué tienes que no puedo ser tu amigo?
-No lo entiendes- se dijo a sí misma sacudiendo la cabeza, con los ojos empezando a lagrimar -. Yo no puedo ser querida.
-¿Qué dices?- se asustó ante sus palabras -. Por supuesto que sí, ¿Por qué piensas eso?
-Todos lo piensan. Yo lo pienso. Yo no puedo ser querida porque soy mala, ¿entiendes? Soy mala con todos y todos son malos conmigo- aclaró con dolor en su voz mientras su rostro empezaba a descomponerse -. Soy mala contigo. Te grito, te contesto mal, te humillo pero sigues aquí, diciendo tonterías como ser mi amigo y eres tan bueno y me haces sentir tan incómoda- lo miró sacudiendo la cabeza -. Quiero alejarte pero no puedo, yo…- se interrumpió, cerrando los ojos soltando un jadeo mientras sentía sus lágrimas escurrirse -yo…debo apartar a todos. Debo estar sola…".
Sunset luchó toda su vida por sentirse cómoda con ella misma. Por ser feliz. Por sentirse querida…
Sunset Shimmer era lo que era, no por decisión, sino por instinto manipulado.
No entendía esa fuerza empujándola a ser a la aborrecible pony que le rompió el espíritu.
Aquella noche que se encontrarían, sus vidas cambiaron para siempre y los separó, dejando toda una felicidad y futuro frustrado, en una enemistad en el que por más fue declarada no por el odio, sino todo lo contrario...
...El amor mantuvo esa enemistad...
Sus ojos grises se dilataron totalmente, conteniendo la respiración ante la posibilidad de aquella revelación. Si la aborrecía, ¿Por qué aún así le robaba una mirada de reojo cada quien por su lado en la escuela de magia? ¿Por qué fue el primero en notar su repentina ausencia? ¿Por qué le importó si arruinó su vida? ¿Por qué encaró a Celestia por su paradero? ¿Por qué usó un hechizo de dudosa moral para obligar a guardias a revelar lo que sabían y así saber del espejo mágico? ¿Por qué autoproclamó odio a las Princesas porque Celestia jamás le explicó dónde estaba Sunset Shimmer? ¿Por qué la siguió buscando después a través de hechizos, incluso ayudándose con la pociones de Minuette? ¿¨Por qué aún, fuera de su vida, seguían siendo parte de ella?
Porque detrás de todo ese resentimiento y orgullo, se ocultaba una sola verdad.
La verdadera razón por la que negó a Sunset Shimmer, es porque nunca la dejó de querer.
-¡NO, no, NO, no!- se negó resistiéndose a esa verdad interna azotándolo desde lo más profundo donde lo había enterrado, explotando en todo su interior abriéndose paso con violenta fuerza, así como aquella presencia lo empezó a temblar, hasta que cerró sus ojos con fuerza, lo que provocó que las capas de lágrimas contenidas se desplomaran y se desborden de sus ojos, serpenteando a lo largo de su cara y liberó todo el aire contenido en un solo grito: -. -¡SUNSET!- retumbó su voz en un ensordecedor aullido de dolor que desgarró el profundo silencio imperante en todo el vacío en un enorme eco.
Y por primera vez, la gravedad retornó, desplomándolo hacia algo duro, como un piso de vidrio o invisible, que lo azotó de rodillas con la cabeza echada hacia abajo, habiendo perdido aquella agradable sensación que en primer lugar le daba calma, sintiéndose cada vez más tangible en aquel lugar, puesto que la presencia que lo había estado desesperando…ya estaba ahí.
Con los cascos temblantes contra ese suelo, Moon White empezó a levantar la cabeza mecánicamente, con los bordes de sus ojos humedecidos de lágrimas, que pasó de en una frenética confusión a una indescriptible reacción que le laceró todo por dentro de lo que sus ojos veían.
Enfrente suyo, a poca distancia, se alzaba una enorme y brillante llama resplandeciente, emanando un fogonazo calor. Sus ojos se expandieron más, con el corazón frenético, contempló que entre el fuego ardiente y vivaz alzándose inquietamente, en su centro, pudo reconocer la silueta pony, de Sunset Shimmer.
...
¡yay! ¡No tardé más de tres meses esta vez! :D Les dije que ya tenía escrito el siguiente capítulo XD Sé que dije que trataría aquí lo que pasó en Equestria pero me di cuenta que no entreveraba bien con estas escenas y se alargaría más cortándolo en el momento menos ideal. Así que decidí pasarlo y avanzar nomás con esta revelación ante los ojos de Moon White.
So...¿Qué les pareció?
¡Y ah! ¡A pocos días para el estreno de la película de MLP! :D Parece mentira xD En México tuvo un preestreno hoy así que...¡CUIDADO CON LOS SPOILERS! Me cuidaré mucho con ellos XD Si quieren que deje en una nota de autor mi opinión de la película, haganmelo saber y si no pues, no XD
¡So!
Gracias por leer, dejen review y...
¡Sunny Honey, fuera!