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Lo Que Somos Ahora

by Sunny Honey

Chapter 49: Proteger El Futuro II

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Proteger El Futuro

Parte II

Como si fuese un sol que cayese del cielo, aterrizó el cuerpo de Flame en vuelto completamente en llamas, ocasionando gritos y susto entre los ponies, que temblando, aun por el mismo miedo, hicieron el monótono ritual de hacer una reverencia cada que Flame llegaba, que, por primera ocasión, a ella le importó lo más mínimo el gesto, ignorándolos al estar buscando con la mirada enseguida apenas llegó.

Aún con las llamas cubriéndola entera, empezó a mover de un lado a otra la cabeza con un rostro muy entusiasmado, que en cada caminar, dejaba un camino de fuego que se iba consumiendo tras de ella como si siguiera un camino de pólvora.

-¡Mis doncellas! ¡¿Dónde están mis doncellas?!- exclamó con prisa emocionada, provocando que los ponies se miraran entre sí y a su alrededor, dudando realmente en decir el paradero, para que al momento, se aparecieran Fluttershy, Rainbow Dash y Pinkie Pie, galopando enseguida hacia Flame, quien las recibió trotando sobre sí misma con emoción con una risita fina -. ¡Ya sé que mi bebé nació! ¡Tráiganmelo!- chilló con emoción incendiándose aún más, obligándolas a retroceder.

-Lo siento pero, la pegaso murió dando a luz un bebé muerto- exclamó Rainbow Dash sin más. Flame derribó la sonrisa, arqueando sus finas cejas.

-¿Qué…? No…no…- jadeó vidriando sus ojos mientras desaparecía el fuego que la cubría por completo, descomponiendo su expresión.

Las manes al principio les llegó de sorpresa ver el entristecido rostro de Flame. No les conmovió para nada, pero sí se asombraron de ver que tendría esta reacción, viendo como Flame hacía casi un puchero con su mirar completamente vidriada.

-Pe-pero…- decía mientras se le resbalaban las lágrimas a las mejillas pero estas no duraran mucho para evaporarse ante su temperatura caliente -…era mi bebé…mi primer bebé…- jadeó con voz quebrada llevándose un casco a su pecho, como si le faltara aire.

-Aquí no había nada con qué atender el parto- reprochó Fluttershy -, y mucho menos hay un hospital en varios kilómetros porque los destruiste.

-Yo quería ese bebé…- farfulló Flame llevándose los cascos al rostro a secar sus lágrimas para alzar la mirada cyan cristalina. -. No es justo…

-¿Eso para ti no es justo?- farfulló Rainbow con amarga ironía mirando el desastre de su alrededor , reteniendo las ganas de recordarle que ella misma hizo que una madre perdiera su bebé, siendo esa Cadance.

Pero entonces Flame quebró por completo en llanto, haciendo respingar al trío de amigas, mirándose entre sí mientras la unicornio se echaba al suelo como una niña haciendo rabieta sin dejar de llorar y lamentar.

-¡Yo quería un bebé! ¡Iba a tener un bebé! ¡Un bebé! ¡Era el primero! ¡Y ahora ya no lo tengo!- lloriqueaba.

En serio, más allá de llorar por la muerte del pequeño, más bien parecía llorar de berrinche porque ahora no tenía el capricho de ese bebé, lo que causaba mucha rabia por dentro en las ponies y de lo ridícula que se veía.

-Eh…- emitió Rainbow incomodada -, ya, ya…- improvisó en "consolar" fingiendo interés.

-¡Sigue siendo injusto!- se quejó Flame golpeando la tierra con un ceño y un puchero entre sus ojos cristalinos. -. Iba…iba a ser paciente…lo cargaría así- jadeó con impotencia para acomodar sus cascos como si cargara un bebé y lo meciera, suspirando con profundo pesar y mirar a las tres ponies, sonriéndose -. Al menos están aquí, conmigo, en mi dolor.

-Ah, sí, claro, ajá- coreaban entre sí las manes con fingido interés, pero entonces Flame suavizó un entrecejo, parpadeando, deslizando su mirar en cada una.

-Un momento, falta una doncella- exclamó notando recién la ausencia de una -. ¿Dónde está Applejack? ¿Dónde está la menti…?- calló, con boca abierta aun del articular de sus palabras, frunciendo más el ceño -. Mentirosa…- se dijo, ensimismándose -. No está la mentirosa- veía sentido sus palabras, entiesando su rostro, en un lenta ira creciendo -. ¡¿Por qué la mentirosa no está?!- rugió levantando las llamas de su melena y cola en alto -. No está porque…porque…¡¿Me iba a mentir?!- bramó, ardida en ira en la que empezaba a descubrir -. ¡PORQUE NO PODÍA DECIR QUE EL BEBÉ EN REALIDAD NO ESTÁ MUERTO!- gritó exasperada, con su cuerpo iluminándose entero evidenciando la temperatura alta en la que estaba, que la tierra empezó a encenderse, haciendo que las demás se petrificaran del susto. ¿Justo ahora debía ser lista? Tal parece si es algo que le importaba demasiado…sí.

-¡N-No! ¡Claro que no! Ella está…- improvisaba Pinkie Pie pero Flame enfocó su atención a ella con dureza.

-¡Entonces déjenme ver el cuerpo de mi bebé!- ordenó furiosa -. ¡Vamos! ¡Si dicen la verdad, déjenme ver el cuerpo de mi bebé!

-¡No podemos hacer eso!- intervino Fluttershy improvisando, -. El papá lo está despi…

-¡¿Entonces dónde está el papá?!- gruñó y expandió sus alas en llamaradas altas, obligándolas a retroceder, ardiendo sus cascos que al levantarlos en alto, saltaron varias bolas de fuego que se levantaban alto, sólo para reventar una vez alcanzado cierta altura y aterrizaran restos de fuego contra lo que fue el pueblo, empezándose a escuchar los temidos gritos de los ponies ante el ataque. -¡Que me lo traigan dije!- bramó con severidad levantando un casco formándose una nueva bola de fuego en amenaza separándose del suelo.

-¡No es tu bebé!- encaró Rainbow Dash impaciente ya -. ¡No es tuyo! ¡Ningún bebé es tuyo! ¡Si tanto quieres uno, tenlo tú misma pero no se lo quites a los demás!

-¡Tendré todos los bebés que quiera con él cuando vuelva por mí como siempre lo hace!- rugió expulsando la bola de fuego entre ellas, que Rainbow y Fluttershy volaron enseguida para apartarse, siendo Pinkie cargada por Rainbow, desviando así el ataque.

-¿Él? ¿Cuál él? ¿Quién vendrá?- interrogaba Pinkie Pie pero no había tiempo para eso, porque entonces Flame se levantó en vuelo, siendo seguida por algunos fénix que la hicieron ir directo hacia la casa donde acababa de nacer el bebé, lo que la hicieron dirigirse enseguida hacia aquella dirección.

Entonces la entrada de la casa recibió un proyectil de fuego que derribó toda la fachada, adentrándose Flame seguida de los fénix, pudiendo no ver a nadie, pero sí escuchar el lloriqueo del bebé que obviamente su berrinche, el fuego y gritos de los ponies lo habrían asustado.

-¡¿Dónde está?!- vociferó entrando a la casa, volando de un lado a otro mirando en varias direcciones, hasta escuchar cada vez más lejos el lloriqueo hasta prácticamente desaparecerse -. No, no, no- negaba con rabia para abrir de golpe la puerta al final del pasillo, encontrando solamente a Applejack, que se llevó los cascos a la cara para evitar que astillas de la puerta le cayera al rostro. -. ¡Mi bebé! ¡¿Dónde está, mentirosa?!

-¡No está aquí!- exclamó, sólo para sentir el casco de Flame agarrándolo del pelaje del pecho y atrayéndola hacia escasos centímetros de su rostro con una mirada helada y dura a comparación de su temperatura corporal, que la terrestre sentía que la empezaba a elevar despacio peligrosamente entre el agarre que le tenía.

-¡No me mientas! ¡Dime, ¿Dónde está mi bebé?!

-¡En serio no sé hacia dónde fue!- gritó en respuesta con un entrecejo encarado, eligiendo bien la respuesta para no salirle mal su tono al mentir, pues en realidad no sabía, tratando de zafarse del agarre de Flame, mientras sentía más caliente su casco.

-¡MENTIROSA!- gritó, tirándola hacia arriba del muro del cuarto, en un golpe seco de lomo mientras caía pesadamente al suelo, pero aquello hizo que Flame se diera cuenta de la ventana abierta que había en el cuarto.

Su cuerpo se entumeció, rechinando los dientes, y entonces acumuló mucho más su incandescencia para volar hacia arriba colocando sus cascos en alto y expulsar una tras otra bola de fuego, que hizo estallar el techo y levantar un proyectil de fuego tras otro hacia afuera en esa dirección.

En tanto, Blue salió volando de la casa sujetando con un casco a su bebé bien envuelto en la manta contra el pecho entre sus largo y bullicioso lloroso justificado, habiendo salido por aquella ventana de la casa en una sola dirección, escuchando la explosión muy cerca de la casa, contemplando los proyectiles de fuego cruzándose entre sí para aterrizar al suelo, con los ponies corriendo enredándose entre sí entre la mezcla de confusión mientras los fénix sobrevolaban, impidiendo pegasos marcharse.

Ante que un fénix lo atajó en plena huida en el aire, Blue se echó al piso de prisa para enredarse con la multitud que con sus gritos, amortiguaba los del bebé, pero entonces una sombra sobre él llamó su atención, pudiendo solo girar la cabeza para ver cómo inevitablemente, le iba a caer encima un proyectil que por pura inercia, lo que hizo fue echarse al suelo y deslizar a su bebé con fuerza haciéndolo girar entre sí con inevitable descuido, pero para que se alejara la suficiente distancia para salir ileso cuando su padre fue impactado por el proyectil entre el alarido de los demás.

Ponies aun corrían alejándose de las bolas de fuego expulsadas por Flame, que ante el griterío del bebé, se detuvieron aquellos que alcanzaron a escucharlo sólo para antes de inclinarse a recogerlo, sentir la fuerte vibración del impacto del aterrizaje de Flame al suelo al escuchar hacia donde provenía el llanto del potrillo, dejando liberar un anillo de fuego a su alrededor para espantar a los ponies que rodeaban a la criaturita.

-¡Aléjense todos de mi bebé!- gritó la unicornio en demanda, caminando directo hacia donde se retorcía el recién nacido, cortando enseguida la distancia para entre los gritos y desesperación de su alrededor con zonas subiendo en llamas, a pocos metros donde se incineraba el propio padre del bebé, Flame se inclinó a cargarlo mientras le sonreía cambiando por completo el rostro, suavizando la expresión con un cálido y bonito gesto maternal cubriéndola entera -. Shh, shh. Hey, cálmate, ya estás con tu deidad. Tranquilo, nene- se derritió en decir con profunda ternura para enfocar mejor su mirar y apartarle la manta que lo envolvía, sólo para quedarse inmediatamente atónita, que todo lo que sentía de ilusión se distorsionó en amargos sentimientos que la entumecieron entera, descomponiendo la expresión con su mirar clavada en la pequeña frente del recién nacido, en donde sobresalía, un cuerno. -. Un unicornio…- jadeó sin aliento y entrecortado, empezando agitar la cabeza rápidamente con ansiedad -. No, no, no. No puede…no puede ser un unicornio ¡NO!- chilló en pánico para levantar su mirada, enfocándola en como a distancia con un rostro igual de preocupados y ansiados estaban las cuatro manes sin poder disimular el pánico en sus miradas al verla con el bebé en cascos y evidenciando lo obvio de la noticia -. ¡¿Por qué es un unicornio?! ¡Hablen!- demandó desesperada con su mirar ansioso sobre ellas, que realmente a estas alturas, ya no sabían a que a atenerse, mirándose entre ellas en angustia -. ¡DÍGANME! - rugió de nuevo alzando con descuido al bebé frente a ellas, sin que el potrillo dejara de llorar desesperado, poniéndose ya roja la carita.

-¡Su abuela era un unicornio!- gritó Fluttershy en pánico, mirando con preocupación el cómo el bebé ya lloraba entrecortado, cansado y desesperado, mal sujeto por Flame -. El papá del bebé dijo…que su madre era una unicornio…- puso una mirada suplicante -. Pero por favor, démelo, suél…

-¡¿Y ESO QUÉ?!- rugió, cerrada de mente sin dejarla terminar de hablar. -. ¡¿QUÉ TIENE QUE VER?! ¡ELLOS ERAN PEGASOS, DEBÍA NACER UN PEGASO!

-La herencia de unicornio se saltó una generación- habló Pinkie Pie esta vez -. Así funciona. No importa si los padres son de la misma raza. Si tienen parientes terrestres o unicornios, es probable que herede ese gen también.

-Entonces…- decía Flame bajando la mirada hacia el bebé, uniendo cabos -…¿Van a seguir existiendo los unicornios?- preguntó con mirar ansioso ensimismado para concentrar su entrecejo, apretando sus dientes expulsando aire entre ellos -. ¡NO!- bramó con fuerza -. ¡NO EN MI REINO! ¡NO VA EXISTIR ALGUIEN MÁS CON MAGIA QUE NO SEA YO!- rugió con ira para la sorpresa atónita de todos, levantar su casco a la frente del bebé y…

¡CRACK!

BUUUUUUAAAAAA!- fue el detonante chillido del potrillo de dolor, ya no teniendo pulmones para llorar descontroladamente retorciéndose, mientras en su carita empezaba a serpentear la sangre que brotada de su frente y Flame contemplaba el pequeño cuerno que le arrancó, en su otro casco, incendiándolo para incinerar el cuerno.

Pero entonces algo le aterrizó encima, como un animal descontrolado e inconsciente que la presa en realidad era ella misma.

-¡SUÉLTALO, SUÉLTALO!- gritaba Fluttershy colérica entre voz quebrada con sus ojos cubiertos de lágrimas pero tiesos en amenaza, tomando el cuerpo del bebé y halándolo con fuerza para zafarlo de Flame.

-¡¿Cómo te atreves?! ¡Eres mi doncella!- vociferó pero entonces sintió una pesada fuerza que la obligó a lanzar un quejido y la tumbó a un lado pero aun con el bebé en sus cascos que no dejaba de llorar ya en un chillido sordo, siendo Applejack que la acababa de patear como lo haría a uno de sus manzanos con una mirada no muy diferente a la de Fluttershy.

-¡En serio eres patética para sentir amenaza de un simple bebé!- exclamó rabiosa la vaquera.

Para no perder tiempo, Rainbow Dash se fue contra Flame para agarrar el bebé, agitando con fuerza y velocidad sus alas para hacer impulso para separar el potrillo de Flame, atrayendo una y una, el bebé de un extremo a otro en cada lado sin que la criatura pueda entender lo que sucedía, sólo llorar del miedo y del punzante dolor del desmembramiento de su cuerno, que el hale y hale hizo estirar en un punto largo los cascos de Flame, los cuales empezaron a flaquear cuando sintió cosquillas debajo de sus patas delanteras, siendo Pinkie Pie que se lo hacía con un ceño fruncido.

Pero antes de que Flame pudiera recordar ordenar a los fénix o usar su propia magia ante su mente nublada aún estupefacta y en rabia, la tierra tembló.

¡BOOM! ¡BOOM! ¡BOOM!

Eran las ensordecedores explosiones continuas que reventaban alrededor del pueblo.

Los gritos se elevaron de nuevo, viendo cómo se levantaba humo producto de las explosiones en cadena de lo que rodeaba la zona en la que estaban, pero en una distancia que no necesariamente comprometía su vida, poniendo nerviosos y volando en círculos a los fénix.

Aquel repentino, lo que parecía ser ataque, fue un enorme distractor ante la improvisada pelea entre las manes y Flame, quien esta última miraba a su alrededor con el rostro impactado y desorientado, lo que aprovechó Rainbow y de un solo halón, la tomó con la guardia baja a esa distracción y le apartó el bebé de sus cascos.

-¡Ya, chicas, ya!- anunció para separarse de Flame con las demás, pero tosiendo con todo el humo y tierra levantada producto de las explosiones, corriendo a tientas al no poder ver con claridad, razón por la cual ninguno se dio cuenta cuando algo medianamente grande y brillante, se alzó entre la confusión que al estrellarse al suelo, lo único que hizo fue liberar una presión de aire que los hizo a todos disparar largos metros ante la onda expansiva.

-¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?!- demandó Flame completamente desorientada, incorporándose aspirando humo y tierra que la hizo toser, ardiéndole no sólo la garganta sino también los ojos, provocando que pestañee muy seguido y distorsione su vista -. ¡Dame mi bebé!- gritó la unicornio en demanda, aún temática y obsesionada con recuperar el potrillo, abriendo sus largas llamas que eran sus alas -. ¡Dije que me lo…!- empezaba a gritar en orden e impaciencia, cuando repentinamente, sintió una fuerte molestia en su casco, como si la haya mordido un oso que le enterrara sus colmillos contra su carne, haciéndola lanzar un quejido para forzar la vista y bajar la mirada, sólo para ver deslizarse con precisión una larga tira metálica con afiladas puntas que se enterraban apenas contacto en la piel y se encerraba alrededor de él.

Apenas teniendo par de segundos de asimilar el dolor y ataque, aquello sólo había sido una distracción más en ese dolor, para sentir una punzada contra su pecho que la paró en seco, petrificándola y concentrara su mirada hacia su pecho, viendo que entre el humo y residuos de tierra en el aire, algo cruzó y con esfuerzo, sólo vio el mango de relucientes esmeraldas que se asomaba de una daga enterrada.

Al segundo, Flame levanta la cabeza para aun con tierra y humo en el aire, ver la figura familiar de una terrestre amarillo claro de melena naranja y ojos verdes, que entre unos lentes protectores, se veían duros y salvajes que la taladraban con una sola mirada, sosteniendo desde la corta distancia de menos de medio metro, una cuerda metálica que se adhería a la punta del mango de su navaja que, en una seguida secuencia, saltó sobre ella entre su aun estado impactado, para enterrarle aun más profunda la daga, mirando fijo a los ojos cyan, lo que la hizo a Flame dar un quejido perdiendo estabilidad de su parada, cayéndose de rodillas al suelo, con su suave pelaje manchándose del brote de la sangre y el fuego que consumía en zonas al azar producto de los proyectiles, perdían intensidad, pagando el precio de su descuido cegada de su capricho, siendo apuñalada no sólo con aquella daga, sino con el mirar de los endurecidos ojos verdes y descarados de aquella terrestre que tenía bien fuerte el agarre del arma.

-He conocido muchos monstruos, pero tú…eres una abominación- exclamó Golden Harvest para seguido, Flame empezara a reaccionar al fin, frunciéndole el ceño empezando a recuperar cierta luz ante la pérdida de su fuerza.

Pero entonces Golden apartó con fuerza la daga, desenterrándola de ella haciéndola dar un seco quejido, sólo para volverla a enterrar, una y otra y otra vez contra su pecho con excelente tino enterrar la daga justo donde inició en apuñalarla, sin desprender esa mirada lisa, fría y dura, mirando fijo los cyans que no dejaban de salir de asombro y confusión que un simple mortal tuviera tal atrevimiento de atacarla, apenas si pudiendo dar ahogado quejidos de los puñales que recibía, al ir eventualmente reconociendo a la pony, aquella que intentó llevarse a sus doncellas y perdonó la vida sólo con la condición de que si la volviera a ver por azar del destino, la mataría.

Pero la promesa y papeles parecían intercambiarse mientras se iba deshaciéndose el humo y polvo, entre el crujido del fuego de su alrededor evaporándose, dejando su acción más a la vista de todos ante la mirada atónita de los ponies presentes, incluyendo de las cuatro manes llegando al ras para contemplar lo que alguien al fin se había atrevido a hacer, todo pasando en cuestión de rápidos segundos, como un pestañeo.

Hasta que finalmente, Golden concentró el casco en el mango de la daga y apretando el rostro en frialdad, pujó la hoja del arma hacia abajo, abriéndole de una sola vez, el pecho.

La sangre salpicó y le aterrizó gotas a su rostro sin que la inmutara mientras Flame daba un profundo alarido desgarrador mientras del propio cinturón que cargaba la terrestre, sacó una aparente pistola. Golden se impulsa con sus cascos traseros haciendo una vuelta al aire que aterrizaba con los cascos delanteros y así, volvía a impulsarse al aire hacia atrás con los traseros un par de veces más rápidamente para al final, dejarse levantada en dos cascos, dar una vuelta con una pose tanto de suficiencia, meticulosa como presumida, para empezar a disparar de su extraña arma, esferas negras que al contacto sobre el cuerpo de Flame que estaba por volar contra ella, aun resistente a los puñales y cascos heridos, reventaban con explosiones que levantaban su propio fuego y humo.

Golden no dejaba de disparar, muy firme y precisa en su pose y disparos, lanzando un explosivo tras otro con rapidez mortal, en la ubicación de Flame, con su mirada concentrada y perdida en su proclamada misión, ocurriéndosele en reventarla en pedacitos hasta que esa unicornio se volviera nada, dándose el gusto, claro, de verla a los ojos mientras le clavaba con su daga con intenciones más sádicas pero que no abusaría de su suerte en retardar en hacerla estallar.

El resto de ponies no dejaban de dar alaridos y gritos de pánico, perdiendo la cabeza de lo que estaba ocurriendo en tan corto tiempo, escuchándose las explosiones a pocos metros pero por la onda expansiva previamente lanzada por Golden, estaban fuera del rango de peligro, aun así retrocedían de inmediato algunos ocultándose, otros corriendo sin mirar atrás y otros se quedaron prudentemente lejos con sus ojos abiertos a más no poder con el caótico latir de su corazón de ver la violencia con la que la pony se había atrevido a atacar a Flame, siendo las manes que reconozcan sin aliento y petrificadas, que se trataba de la adorable y dulce Carrot Top, aunque la última vez que la vieron no fue adorable ni mucho menos dulce, con Rainbow aguantando el agudo y largo llanto del bebé que le taladraba la cabeza, se las arreglaba de acomodarlo contra su cuello y el casco ubicado contra una oreja para amortiguar el detonante ruido que se daba, presionando su herida de la frente.

Tal vez haya pasado recién apenas un minuto desde que inició la secuencia de bombas alrededor del pueblo hasta la actual situación cuando al fin, Golden dejó de azotar los explosivos detonando contra Flame, respirando con irregularidad, contemplando todo el fuego y el humo levantado enfrente, no viendo ni escuchando nada más que una fogata bárbara, de a poco, perdiendo ese saña y crudeza de sus ojos para ablandarse un poco más y relajar la defensiva de su cuerpo.

Se pasó el casco libre por el rostro para limpiarse como si fuese simple sudor la sangre salpicada, y miró tras su hombro, el profundo silencio de los ponies que sólo se rompía con el sollozo del bebé, incluyendo las manes, no sabiendo cómo reaccionar, aún incrédulos de lo que acababan de ver, cuando escucharon una repentina risa, de un pony entre el grupo, una risa que débil y tonta al principio pero que fue ganando fuerza, en euforia.

-¡La mató! ¡Mató a Flame! ¡Está muerta! ¡Está muerta!- gritaba con ansiosos nervios como de alivio entre sus carcajada frenética, provocando el murmullo y tontas risas también de algunos ponies que se agitaban entre sí ante el evidente ataque del que fueron testigos.

Golden sonrió de lado, expulsando una seca risa ante ver el alivio, pero entonces se acercó directo hacia las manes, observando directamente al malherido bebé con un rostro que se entornaba en profunda seriedad

-Ni un pequeño merece crecer con secuelas que acaben con su inocencia de esta manera…- farfulló con palabras muy sentidas, escuchándose como la misma voz de la experiencia e identificativas pero Rainbow lo apartó de ella, aun con un mirar que no sabía como reaccionar lo que acababa de ver. Golden entendió -. Sólo mato monstruos y doy lecciones aquellos que quieren parecerse a uno. Estoy de su lado aunque no con los mismos métodos- expresó enfocando su mirar a Applejack -. ¿O estoy mintiendo, Manzanas?- interrogó. La vaquera pestañeó, aun manteniéndose defensiva.

-No...Zanahorias- contestó simplemente pero entonces empezaron a escuchar repentinamente un coro insistente de trinidos.

Todos levantaron la cabeza enseguida, mirando a los fénix volar sobre sus cabezas para dirigirse en donde se alzaba las llamas y humo en el lugar en que se había hecho pedazos y consumido Flame, empezando a volver en círculos alrededor de él, con las llamas de su cuerpo encendidas, girando sincronizados en una circunferencia, dando alusión a un incandescente remolino dorado y rojo, invocando un aparente atardecer, acción que recordó tanto a las mane como a Golden, la primera vez que Flame se apareció al pueblo.

Entonces el fuego que consumía la zona en la que fue atacada Flame se entornó mucho más violento, acumulándose otra tanda de llamaradas alzándose ardientes varios metros sobre el suelo, al menos más de los veinte metros, acabando por convertirse en una especie de torre de fuego que terminaba alzando justo sobre la altura en la que estaba el centro del remolino formado de fénix.

-¡Si te ve, va a matarte como prometió! ¡Vete con el bebé ahora!- reaccionó Applejack hablándole directamente a Golden, quien la miró enseguida -. ¡Vamos, vete! Nosotras nos quedaremos a…

-¡Ustedes dejen de ser tan ilusas! ¡Jamás podrán tenerla controlada!- le exclamó con certera seriedad, haciendo que las demás también la miraran -. ¡Matará así se queden o no! ¡Miren nomás lo de hoy! ¡Y un día de estos serán ustedes la próxima carne quemada que se olerá a kilómetros y sus elementos morirán con ustedes! Síganme y digan que "sí" de una jodida vez que un bebé desangra en sus cascos- recordó enfocando sus ojos en Rainbow Dash, que presionaba todo el tiempo la herida del bebé entre parte de su pelaje manchadas de sangre, con impotencia.

Applejack sintió más que verdad en que esa…fría y sin duda asesina, en sus palabras, como preocupación e impotencia, como cualquiera.

Fue entonces que como los demás ponies que huyeron del pueblo aprovechando toda el alboroto provocado de Golden, no se quedaron a ver la segura resucitación de Flame y las ponies huyeron de ahí siguiendo a Golden, sin mirar atrás, cosa que fue un error que cometieron algunos de los ponies que quedaban, quienes al observar fijamente la formación de fuego levantada, quedaron ahora petrificados con un horrible sentimiento de inevitable fascinación de la magia de aquel nuevo fuego naciente, adormeciendo la mente y los sentidos, completamente magnetizados con la mirada suavizada y fija, clavada hacia la incandescencia roja y dorada del remolino que cubría gran parte del panorama del cielo en la zona como la torre de llamas que no dejaban de avivarse con fuerza hasta desprender un aura completamente dorada que lastimaba la vista que finalmente, la torre reventó con presión y fuerza en un sonido sordo, provocando una enorme onda expansiva en el aire que bien recorrió hasta el bosque Everfree y deshojó todo árbol que se encontrara cerca, escuchándose el ensordecedor explosión desde la casa de Zecora, haciendo a todos los ponies presentes levantar la mirada hacia el cielo, saliendo de la casa azotando la puerta Bonbon, observando el resplandor naranja. Frunció el ceño.

-¡Esto no es un simulacro! ¡Todos, muévanse!- ordenó con presta voz de mando y enseguida todos los ponies empezaron a movilizarse al ras, en automático.

-¡Muévanse, muévanse!- gritó Golden por su lado a las manes cuando apenas corrían huyendo a metros dentro de la entrada del bosque Everfree siguiendo en dirección hacia donde la terrestre amarilla corría a dirigirlas.

Finalmente se detuvo entre simples motículos de tierra que sacudió con su cola para despejar una entrada en el suelo y se echó dentro lo que sin dudar, las demás se echaron enseguida tras ella, cayendo en una cueva de joyas que vendría ser de algunos perros diamantes, que sospechosamente estaba desocupada, lo que hacía concentrar con fuerza y eco, el continuo llanto del bebé, que con mucha impotencia, Rainbow pasaba su casco por el rostro para apartarle la sangre pero aunque alivio para sus tímpanos, no para su corazón, el llanto estaba perdiendo fuerza.

-No, no, no, no- negaba entre todas, a excepción de Golden, que sólo quedó muda mirando la inevitable resistencia del bebé desaparecerse ante los peligros expuesto minutos de nacer.

-Déjenlo irse- murmuró Golden con un pesado suspiro.

-¡No seas cruel!- reclamó Fluttershy con ojos llorosos. Golden la miró sin inmutarse mucho.

-No tenemos nada para atenderlo. Ya no se puede hacer nada más. Prefiero mil veces que se encuentre con sus padres a que viva en esta puerca realidad. Si eso me hace cruel, adelante.

-No es justo…- jadeó Pinkie desinflándose su melena rosa, con sus ojos celestes aguados mirando como de a poco, el rostro del bebé perdía la expresión de desespero, como si se estaba quedando dormido, a consecuencia ya de la considerable pérdida de sangre.

-Adiós, cubito de azúcar, y lo sentimos por no poder hacer más por ti…- murmuró Applejack quieta, mientras rodeado de esos ojos que lloraban su inevitable muerte, el bebé perdió movilidad y finalmente, quedó con una expresión como un pequeño muñeco cansado, haciendo quebrar más en llanto de las ponies y Golden sólo desviara la cara pegando la cabeza sobre las rodillas de sus patas recogidas.

-Resististe todo lo que tenías. Nosotras fuimos la que te fallamos…- murmuró para sí misma con el corazón comprimido entre su rostro endurecido.

En tanto, ante la atención de la torre de fuego, entre mechas de llamas y chispas doradas, estaba elevada sobre altura una unicornio dorada, pero esta era un poco más alta y delgada, con su melena y cola roja y dorada mucho más frondosas y largas que ondulaban en sí mismas tales como una eterna alusión a llamas, con unas alas de luz doradas brillantes y su cuerno, asímismo, ahora brillaba fúlgido de dorado, rodeada de minúsculas chispas brillantes que caían como copos a su alrededor entre la fuerte pero despampanante luz de su figura.

Pese mostrarse una figura descomunalmente preciosa de cautivar en contemplación, Flame abrió sus ojos, pero estos ya no eran más cyan. Eran de un reluciente color amarillo como un topacio pulido contra luz, estando estos endurecidos tal roca al igual que su rostro, mirando severa con profunda seriedad hacia abajo donde los ponies habían sido atrapados con la atracción de su magia.

-¿Qué tan incrédulos e insulsos pueden ser estos fofos y simples mortales?- farfulló con una melódica pero a su vez, tiesa voz de un torbellino de reacciones contenidas que entiesaban hasta su barbilla, para agitar sus alas y volar más alto, cubriéndose con más potencia de un aura dorada tan brillante como el mismo sol en pleno primer día de verano, mucho más fuerte el brillo que empezó a cegar la vista de quienes inevitablemente la contemplaban, dañando sus ojos entre las lágrimas que surgían producto del como encandecía con descomunal potencia, cargando su magia en todo su cuerpo. Mientras se hacía escuchar con prepotente grito: -. ¡TENGO LA MAGIA DEL HEREDERO CELESTIAL DE LA LUZ DEL FÉNIX! ¡NO IMPORTA CUÁNTAS VECES INTENTEN ASESINARME! ¡VOY A RESURGIR DE LO QUE QUEDE DE MÍ! ¡HASTA LA MÁS MÍNIMA CENIZA Y RESIDUO! ¡VOLVERÁ!- vociferó para dejar expandir sus extremidades y alas para liberar toda la carga de magia sobre todo su alrededor en un arco dorado con una cola de fuego expandiéndose a kilómetros no solo del pueblo, sino también del bosque Everfree.

Se escuchó la descarga como si miles de truenos estallaran al unísono, evaporando todo a su paso. Desde la cueva subterránea las ponies escuchaban el descomunal ruido con las miradas inevitablemente levantadas, empezándose a derrumbar ciertas zonas. Pasaba aquel anillo de fuego hasta la refundida casa de Zecora, dejando a su paso un ambiente de calor intenso en un fuerte fogonazo que hizo no sólo derribar como si fuese de cartas la casa de Zecora, y árboles, sino que hacía combustión en algunas zonas, viéndose ahora cubiertos en llamas.

Con sus pechos subiendo y bajando violentos, los ponies, más que nada pegasos, que habían estado en casa de la cebra, ahora estaban terminando de llegar a porrazos hacia la cueva donde se encontraba el Árbol de la Armonía, siendo los pegasos más rápidos de Equestria, pudieran cargar a los únicos dos terrestres, además a Flash por la invalidez de sus alas, Zecora y Rarity, para volar directo hacia dicha cueva no muy lejos de donde estaban, aunque algunos ponies alcanzaron ser aventados por la explosión que entre el sofocante calor penetrante que se encerraba afectó el metabolismo, con un repentino mareo ante la extrema temperatura expuesta.

Una vez expulsada aquella acumulación de magia, Flame dejó relajar un poco su cuerpo mientras descendía su luz, conservándose solo en su cuerno y alas como parte ya de sí misma, contemplando con mucha frustración, que no quedaba ya nadie ni nada en el montículo de destrozo en llamas de lo que alguna vez había sido un pueblo, pero su mirar quedó prendida al ver el castillo de la amistad en ruinas con trozos de cristales del que estaba hecha, entre el profundo silencio que al fin se cernió, sólo escuchándose el crujir del fuego y su propia respiración calmándose, sabiendo que había acabado con cualquier vida que se encontrara cerca, incluyendo el bebé, sus doncellas y aquella terrestre que se había atrevido a asesinarla.

-Lo mortales son tan asquerosamente reemplazables- farfulló con voz tiesa pensando que ya para el día de mañana, tendrá nuevos ponies trabajando aquí de nuevo.

Se quedó ahí, elevada con ese mirar tieso de sus inevitables brillantes ojos amarillentos con profunda seriedad que era impenetrable su expresión, sintiendo toda la magia recorriéndola entera, más fuerte de la que la había sentido antes, y es que era su primera resurrección después de miles de años en estado de animación suspendida con aquella magia robada del líder de los fénix. Jamás los portadores de la magia resucitaban con aquella, pues lo abandonaban para dejar al siguiente heredero y resucitar sin ella en su forma más común que los demás fénix. Esta vez, era la excepción. Flame resucitó portando la magia y ahora, sentía su energía recorriendo cada rincón de su ser, girando entre ella como relucientes estelas doradas que se adherían sobre ella, magnetizadas, como se inyectara a su esencia, haciendo brillar aun más sus alas y cuerno mientras sus ojos relucían por sí propias, reflejando todo la energía que se canalizaba en sí misma. Podía sentir todo el poder del que ahora estaba literalmente hecha ,de vuelta tras su nuevo renacer.

La magia y ella se volvían una sola.

-Finalmente...- se dijo a sí misma, cerrando los ojos sintiendo toda la imparable energía recorriéndola -. Yo soy el poder…- se empezó a sonreír lentamente con el destilo de su luz brillando. -. Los juegos se terminan ahora- concentró su endurecido fúlgido mirar manteniendo la sonrisa. -. Ya acondicionaré nuestro hogar de una vez por todas- aseguró en serio compromiso.

Pero entonces dos fénix volaron a su lado, no perteneciendo del grupo que se quedó en el pueblo. Ambos se presentaron enfrente de ella y, con el sólo intercambio de miradas, Flame receptó el mensaje que les tenía, sin inmutarse demasiado. Una reacción de berrinche e ira habría sido normal ante la situación que le avisaban, pero se quedó ahí, inmutable sin perder la seriedad y inquebrantable belleza dura de su expresión, ordenando una nueva tarea dándoles un mirar de vuelta.

-Me informan ese inconveniente en mi mejor estado- fue lo único que dijo con voz seca sin perder su perfil respingado.

Con su mirar concentrado y endurecido, relajó por completo su cuerpo, empezándose éste a envolverse en llamas levantándose en una continua ardiente violenta danza, hasta combustionar entera de golpe, siendo cubierta de violentas llamaradas que ardían vivaces de un lado a otro, caóticas, y eventualmente, Flame se volvía parte de ella, viéndose como se perdía su estado tangible, para adaptar una figura que era sólo de llamas, apenas sobresaliendo de las demás, que una vez en aquella forma, la figura se empezó a estirar en una curva hacia arriba, hasta salir disparada con la velocidad de un cometa cruzando miles de kilómetros en un parpadeo, dejando a propios fénix atrás.

Una hora más tarde, ante la calma, la entrada a la cueva subterránea dentro del bosque Everfree se levantó, asomándose de a poco Golden Harvest para contemplar su alrededor con un campo completamente despejado de los árboles y plantas que había en su alrededor, ahora, no había nada, como si se haya evaporado dejando una tierra árida. Previamente, minutos después de que todo se calmara, había revisado el perímetro, sintiendo el ambiente ciertamente caluroso y sofocante que molestaba respirar y los ojos ardían irritándose de a poco, lo que la hizo avisar a las demás en esperar minutos más para que se estabilice mejor el ambiente. Pero ahora, había la típica brisa presente del bosque que había apaciguado bastante ya el fogonazo. Entonces dio aviso de salir, después de todo estaba por anochecer y era mejor salir ya.

Las cuatro mane salieron por turnos del agujero, cargando Fluttershy el cuerpo del pequeño unicornio muerto. Las ponis caminaron adentrándose más al bosque para encontrar una buena porción de tierra en donde empezar a cavar un hoyo.

Les entristecía tener que improvisar una tumba en aquel lugar, pero no contaban con demasiado tiempo ni lujos como para hacer las cosas correctamente, resignándose a terminar de escavar y dejar el cuerpo del bebé al fondo, y llenar el agujero, quedándose unos cortos minutos en silencio frente al pequeño montículo de tierra en la improvisada tumba, hasta finalmente seguir el camino al que las dirigiría Golden con su alforja llena a cuestas que era mejor no preguntar qué contenía.

La terrestre amarilla caminaba con cierta distancia de diferencia que las demás, estando hacia adelante mirando el camino, atenta a cualquier amenaza, envolviéndolas entre todas un rotundo silencio.

Sin embargo en ello, se encontraron en las sendas, criaturas que vivían en el bosque Everfree, muertas en el suelo. Algunas evidenciando quemaduras más probable que de ese arco hirviente dorado, como aquellas que parecían haberse sofocado del intenso calor hasta morir.

-¿En serio creíste que podrías contra ella?- preguntó Pinkie Pie a Golden tras un silencio incómodo.

-Tenía que intentarlo- exclamó sin perder su atención a su alrededor continuando la caminata.

-No lograste más que enfadarla más- farfulló Rainbow y Golden sonó la boca con una seca risa.

-¿Y ustedes qué? Se le rebelaron al quitarle el bebé a torpes golpes. Iba hacer igual fiesta con eso. Salvé su retaguardia.

-Es que…es que…- decía Fluttershy apenada.

-Debían intentarlo, ¿cierto?- exclamó la propia Golden con un suspiro contrariado -. Intentar hacer algo contra ella.

-No entiendo de dónde sacó tanto poder- exclamó Applejack con impotencia y coraje.

-Equestria esconde muchos secretos antiguos y recónditos- dijo Golden en respuesta deslizando su miradas a ellas -. Como sea, sigamos el camino, así verán de una vez a su otra amiga. Rarity- anunció, lo que sí hizo alzar las orejas de las cuatro ponies, con sus ojos recuperando cierta chispa de emoción.

-¿En…en serio?- interrogó Fluttershy incrédula, sonriéndose lentamente -. ¿Sabes dónde está Rarity?

-Lo acabo de decir- obvió arqueando una ceja, para sentir de súbito un abrazo de Pinkie Pie, haciéndola parar su andar como el de las demás.

-¡Gracias, gracias! ¡Vas a reunirnos con nuestra amiga!- decía emocionada.

-¡Hace tanto que no la vemos!- exclamó Rainbow separándose del piso para volar a pocos metros de alto juntando sus cascos entre sí.

-¿Cómo sabes que ahí estará?- preguntó Applejack.

-El punto es que lo sé y ya, Manzanas.

-Sabes que tienes que contestar varias preguntas, ¿verdad?

-Sabes que no me importa cuales sean esas, ¿Verdad?- contestó igual que ella en forma aburrida y la vaquera frunció el ceño sacudiendo la cabeza.

-En serio, me confundes.

-Y no sería la primera vez que te confundas si lo haces en solo elegir qué comer en un festín con Celestia en Sugarcube Corner.

-…- Applejack parpadeó con un gesto -. ¿En serio es…?

-¿Momento para esto? No, Manzanas, estoy de acuerdo con eso. Sólo limítense en saber que ahora debe estar su amiga en el Árbol de la Armonía. Está ella y los demás polisones de aquella vez que las vimos en el castillo- rodó los ojos y Applejack parpadeó con sus orejas alzándose con atención.

-¿Entonces está Thunderlane?- preguntó con sus ojos bien abiertos con interés y Golden le levantó una ceja. Sus amigas no quedaron muy atrás en hacer un gesto ciertamente sorprendido. La vaquera se acomodó mirando su alrededor -. ¿Qué?

-Muy específica en mostrar interés sobre un pony en especial, ¿Eh?- se burló Rainbow sonriéndose y Applejack dejó abrir la boca con un entrecejo, balbuceando un poco.

-N-no, sólo…- decía para agarrarse la melena -…quiero que me devuelva mi liga que se la di. Es todo.

-Estás muy vieja para negar que te gusta alguien- reprochó Golden aburrida.

-¡¿Qué?! No me gusta nadie. Ni siquiera lo conozco bien. Lo he visto de lejos.

-¿Y? Eso no impide que sientas atracción.

-¿Habla la voz de la experiencia?- exclamó Applejack en respuesta y Golden se la quedó mirando con aburrimiento para sonar la boca.

-Habla la voz del "vete al diablo". Te gusta el corcel y ya. Los oía hablar mientras me hacía la desmayada cuando le diste la liga- dijo para hacer un arcada -. Y yo decía que ese corcel era cursi. ¿Dejarle tu liga? Agh. Qué asco.

-Lo hice para que no se preocupara de no volverme a ver, pues es lo que hizo papá cuando conoció a mamá durante el verano- señaló con un ceño -. Le dio su sombrero para asegurar se vuelvan a ver y así fue.

-Y entonces terminaron casados con tres hijos, ¿cierto?

-¡Cierto!- respondió sin más para quedarse quieta y hacer una mueca -. Espera…espera, ¿Qué acabo de hacer?

-Proponerle el matrimonio a Thunderlane con tu vieja liga- rió Rainbow un poco mientras las demás lo hacían en coro, al fin ciertamente relajadas.

-¡No saben lo que dicen!- se quejó incomodada y avergonzada con un ceño, impidiendo que esa calidez en sus mejillas se hiciera fuerte.

-Sí, sí, pues en marcha a ver a su amiga y al tortolito de la Manzanas- exclamó Golden dándose vuelta retomando el camino con una sonrisa mientras Applejack sólo gruñía bajo con los comentarios de sus amigas ciertamente animados, lo que le hizo caminar más relajada a Golden hacia el camino, el cual cada vez iban reconociendo las demás para estar más desesperadas por llegar y ver al fin a Rarity.

Una vez que se hallaban a metros de la cueva, las cuatro manes galoparon de prisa hacia la entrada para contemplar ahí, varios ponies, su mayoría pegasos que al verlas llegar, no hicieron más que enseguida rodearlas y preguntar que había sucedido.

-¡Yo les explico!- anunció Golden llegando tranquilamente a la cueva, llevándose la atención -. Déjenlas llegar y ver a la unicornio.

-¿Golden?- escuchó una voz que la hizo enfocar sus ojos verdes entre el grupo de ponies, encontrándose con unos celestes que por primera vez, mostraron algún tipo de emoción. Golden levantó la cabeza en saludo.

-Hola, Drops- saludó caminando hacia ella y Bonbon no se quedara nomás de pie, avanzando también con cierta prisa y zancadas largas para al estar cerca de ella, levantar un casco a su rostro.

Golden cerró los ojos y dejó que el casco de Bonbon aterrizara a su rostro en un golpe ante la sorpresa de los demás mientras oían admirados la bienvenida que le daba Bonbon a la terrestre amarilla, sin dejarla de golpear.

-¡Estúpida terca! ¡¿Cómo te atreviste, ah?! ¡Dime! ¡¿Cómo pudiste ser tan cabeza hueca?! ¡¿Por qué lo hiciste?! ¡Thunderlane se arriesga a ir por ti y tú sólo huyes hacer tus estupideces! ¡Lo sé por reconocí las explosiones que usabamos!- reclamaba sin dejar golpearla una y otra vez, dejándola Golden nomás -. ¡Esto es demasiado grande para ti, para todos! ¡Pudiste haber muerto! ¡Pude haber perdido a alguien por segunda vez en esta semana!- terminó de gritar en jadeos ahogados, sin darse cuenta de las lágrimas que le recorrían el rostro, mirando con ojos intranquilos hacia Golden, que finalmente se destapó los cascos para verla, sin decir nada, mirándose a los ojos, fácil de leer a lo que se refería en especial las últimas palabras.

Entonces Golden se irguió y abrazó a Bonbon con fuerza, no quedándose atrás Bonbon y recibirla apretando los dientes odiándose profundamente por reaccionar de tal manera, pero la carga era demasiada.

-Lo siento, Drops- murmuró sólo para ella -. Lamento que la hayas perdido. Debí estar ahí para ti, y lo siento. Sé lo…importante que era para ti.

Bonbon no dijo nada, sólo cerró los ojos en alivio de que estaba bien y no dar vuelta a un asunto que no quería tocar.

-Tú también lo eres- farfulló -. Las dos entramos, las dos salimos, así funciona esto, ¿Recuerdas? - exclamó Bonbon apartándose para secar con dureza sus lágrimas -. Así que quédate donde pueda verte.

-Drops…- suspiró sin ánimo de quedarse estancada aquí, pero se detuvo al mirar la mirada dura y severa de Bonbon, no que le intimidara, pero le veía rastros aún de lágrimas. Suspiró rodando los ojos. Sabía que no estaba en sus mejores condiciones para darle un peso de preocupación extra, sabiendo lo preocupada y protectora que era -. Bien.

-¿Bien?- se quiso asegurar.

-Sí, bien.

-Bien- asintió.

-¿Cómo no hacerlo si me miras con esos ojos que endulzan a cualquiera?- ironizó sonriéndose y Bonbon resopló sonriéndose minúsculamente meneando la cabeza sin desprenderle la mirada.

Mientras tanto, las cuatro ponies buscaron enseguida con la mirada donde estaría Rarity, encontrando Fluttershy a Zecora acomodada en la pared de la cueva muy cerca del Árbol de la Armonía, allí, recostada apegada a ella, estaba Rarity.

Las manes corrieron enseguida, siendo prontamente vistas por la unicornio, quien entre su rostro esmirriado y cansado, las reconoció aun entre su vista agotada, y empezó a sonreír ampliamente, no pudiendo evitar reír con dificultad mientras sus ojos lagrimeaban y finalmente las cinco amigas se juntaron, todas uniéndose en un cuidadoso abrazo para la unicornio, empezando a hablar casi en balbuceos palabras de alivio y cariñosas ante la amenaza de caer en llanto, no tardando nada en dejar liberar nuevas lágrimas muy conmovida del reencuentro.

Zecora incorporó mejor a Rarity para que pueda sostenerse entre todas sus amigas, uniéndose por completo en el abrazo sólo las cinco entre risas de felicidad y alivio que desde donde estaba, Applejack su mirada entre el festejo, pudiendo ver a distancia, unos emocionados y conmovidos ojos dorados verla con incredulidad, siendo este Thunderlane que miraba agradablemente sorprendido a la terrestre, quien ésta última volvió su rostro en dirección a sus amigas, al sentir un plus nuevo de felicidad en su corazón y se le calentaban las mejillas.

Al menos habrían alrededor de quince ponies en total ahora, estando su mayoría viajando a recolectar todo lo necesario para subsistir y construir el taladro que los dejaría transitar bajo tierra. Tras el reencuentro con Rarity, enseguida todos se reunieron para ponerse al tanto por lo que habían pasado cada grupo hasta recientes minutos. Con mucha emoción, Golden explicaba cómo había logrado llegar hasta apuñalar a Flame entre los rostros impactados de los demás, ganándose una reputación de miedo, mientras Bonbon sólo podía clavarle la mirada dura conteniéndose en abalanzarse de nuevo sobre ella por la estupidez que cometió.

-Pero terminó resucitando…- finalizaba Golden con farfullo y seriedad.

-¿Qué parte de poderes de fénix no te quedó claro?- le interrogó Bonbon.

-Tenía que intentarlo- refutó Golden.

-¿Intentar de aclarar lo obvio?

-Estaba destruyendo ¿Por cuánta? ¿Tercera vez el pueblo por un bebé? ¡Tenía que intentar! ¡no podía quedarme de cascos cruzados! ¡La hice trocitos! Me sentía una potrilla reventar una piñata.

-Me das asco, Golden.

-También te quiero.

-Sólo evidenció lo que temíamos imaginar pero ahora sabemos con certeza que ya sucedió- exclamó Flash contrariado -. Lo que me hace preguntar, ¿Qué nos asegura que la reina Twilight podrá contra ella si sólo le basta resucitar?- preguntó con inquietud.

-Conozco a Twilight y sé que ella desde donde está, se esfuerza en enlistar un plan cuando encuentre la manera de volver- exclamó Applejack.

-¿Y si no?- preguntó Bonbon con misma contrariedad.

-Ella es la mejor princesa del mundo- exclamó Derpy forzando una sonrisa en dirección a Bonbon -. Descuida, ella es muy linda, muy lista y muy valiente, y vendrá a…

-A estas alturas hay que ser más realistas- ignoró Bonbon lo que dijo Derpy hablando hacia otro lado. La pegaso hizo un gesto pero mantuvo la sonrisa.

-Sí, pero estoy segura que todo saldrá bien y como dice Whooves, ¡Todo después habrá sido una pesadilla nada más!

-¡Derpy!- reclamó Bonbon mirándola severa, haciéndola callar de hecho mordiéndose el labio, -. Abre los ojos, ¡Ya! ¡Nada está bien y nada seguirá estando bien mientras te sigas comiendo el cuento cuando la realidad es otra! ¡Ahora deja hablar a los que están con los cascos en la tierra!- reventó, lo que hizo tensar la conversación enseguida.

Derpy la miró con profundo dolor vidriándose los ojos, pero algo más sintió dentro de sí, algo amargo y duro, que la hizo seguido de fruncir su ceño aún si se les desbordaban las lágrimas, entonces Derpy saltó al aire manteniéndose en vuelo con la mirada sobre Bonbon, quien lo miró enseguida.

-¡¿Sabes algo Bonbon?! ¡No sólo perdí a Lyra, también te perdí a ti!- reclamó con voz quebrada y ojos llorosos, para salir huyendo de la cueva entre su vuelo.

-¡Que no salga aún, debe haber fénix!- exclamó Bonbon enseguida, saltando de donde estaba sentada, lo que entonces Thunderlane agitó sus alas enseguida tras de Derpy, saliendo de la cueva y elevándose, sólo para percatarse que la pegaso estaba sobre una nube, echándose a llorar.

-Ah, ¿Derpy?- la llamó acercándose cauteloso.

-¡Vete! Déjame aquí- balbuceó en lágrimas -. Déjame donde permanezco, con mis cascos al aire. Ustedes vayan con los suyos en tierra.

-Mmm- emitió viendo esa respuesta no tan buena pero sabía a que se refería, sintió pena y terminó por acercarse -. ¿Sabes? Yo tengo todo el tiempo los cascos en el aire. Es más divertido que estar serio todo el tiempo y me siento cómodo, ¿O ves a Bonbon feliz?

-…- enmudeció callada pero aun llorando -. No. Pero también me siento triste. Lyra también era mi amiga y la extraño pero no soy un monstruo con quienes quiero. Yo sé que todo está muy mal, ¡Lo sé pero nada saco recordándomelo! Sólo quiero pensar en lo que viviré después de que todo pase porque me da fuerza. ¿Bonbon ya no me quiere? Pues ya no la quiero.

-¿No?

-No. Es mala y y y- suspiró con tristeza -. Me lastima mucho. Sólo déjame sola.

-¿Segura?

-No- murmuró llevándose los cascos a la cara.

Thunderlane suspiró con cejas caídas ante la situación y lo que hizo fue ponerse sobre una nube cercana a la de Derpy, para hacerle compañía.

-Bonbon, en serio te estás pasando de la raya- reclamó Whooves dentro de la cueva. -. Sabes que tienes que disculparte con ella cuando baje, ¿verdad?

-Lamento si soné dura pero tiene que recapacitar- exclamó con sequedad volviendo a su asiento -. Lamento si no me como el cuento que le das.

-No es un cuento, es fe- exclamó él con un ceño. -. Si en serio estás dando todo por perdido, entonces qué haces aquí con nosotros, porque es la fe lo que nos hace seguir adelante a pesar de todas las porquerías que sucedan.

-Tiene razón, Bonbon- intervino Fluttershy -. Seguimos aquí. Tú sigues aquí. Y mientras estemos en pie, vamos a luchar para ser felices.

-Estoy aquí por algo, ¿no?- reclamó con seriedad -. Estoy velando por todo lo que sucede aquí para acabar con esta porquería.

-Tú sólo quieres vengar a Lyra- fue sin evasivas la voz de Time, ganándose la mirada dura de Bonbon -. Lo haces por eso y no te importa morir por ello. Pero te motiva la venganza, no la fe.

-Nadie sabe nada de mí como para dar por hecho eso- farfulló con sequedad.

-Yo sí- exclamó Golden con tranquilidad -. Y el nerd tiene toda la razón a lo que dice.

-¿Me acaba de llamar nerd?- exclamó Time.

-Y habló la más cuerda- fue irónica Bonbon en mirar a Golden, quien rió.

-De eso nos diferenciamos tú y yo, Drops. Yo admito lo podrida y jodida que estoy. Tú la que sabe pero no sabe.

-Esa también eres tú.

-Sí, pero hablamos de ti y no de mí.

-¡Basta! ¡No es de eso que estamos hablando! No puedo seguir hablando si siguen así - sacudió la cabeza Bonbon incorporándose -. Me avisan cuando dejen de hacerse los loqueros- exclamó con fastidio alejándose del grupo dirigiéndose hacia las alforjas con suministros,

-Ya se le pasará- exclamó Golden con un suspiro. -. Y denle unos días. Tarde o temprano se va a dar cuenta de lo idiota que fue.

-Hablas como si la conocieras siempre- exclamó Applejack.

-Y tú como si realmente me importa tu opinión- exclamó mientras se estiraba con desinterés y se adentró a la cueva entre la mala de cara de la vaquera.

Entonces Thunderlane llegó a la entrada de la cueva con un suspiro.

-Me terminó por pedir privacidad- comentó adentrándose a la cueva para fijar su mirar hacia Applejack, que estaba ya de vuelta reunida con sus amigas. Entonces el pegaso caminó sigiloso en dirección hacia Flash, agarrándolo de un cascos y halarselo para que lo mirara -. Flash…- le susurró fuerte.

-¿Qué?- le siguió el juego susurrando también.

-Ahí está Applejack.

-Eh…lo sé, yo también estoy aquí, ¿Sabes?

-¿Qué hago? ¿Qué le digo? ¿Cómo le devuelvo la liga? ¡No practiqué!

-¿Tenías que practicar?

-¡Yo qué sé! ¡Ayúdame!

-Thunderlane, primero, me rompes el casco.

-Lo siento- dijo liberándolo del agarre -. ¿Segundo?

-Segundo…sé tú mismo.

-¡Esa no me funcionaba antes!

-Pero no digo tú mismo cuando te acercabas a las yeguas. Tú mismo es…tú mismo. Como ahora.

-¿Y si digo algo tonto?

-¿En serio me preguntas eso?

-¡Flash, ayúdame!

-Es sólo Applejack. Ya hablaste solo con ella antes y siendo tú funcionó y…¿Por qué rayos sigo susurrando?- se quejó él mismo para sacudir la cabeza y verlo -. Thunderlane, sólo sé natural como eres.

-Natural. Como soy- asentía -. Con los cascos al aire.

-¿Con los cascos qué?

-¿Y saben que los estamos escuchando todo, cierto?- preguntó Golden con Whooves a su lado a pocos metros, quien asintió dándole la razón.

-¡Pero si susurré!- se impresionó Thunderlane.

-¡Hasta yo lo escuché!- exclamó Bonbon también.

-¡Ya, basta!- se desahogó tomando mucho aire para suspirar, con determinación -. Aquí voy- dijo respirando fuerte de nuevo y galopar en dirección a Applejack, entonces la llamó dándole toques en su hombro.

La terrestre se dio la vuelta no sorprendiéndose mucho de verse con Thunderlane, sonriéndose amable y ciertamente divertida, separándose un poco de sus amigas.

-Te dije que me volverí…- decía, pero se calló cuando Thunderlane se le echó encima para abrazarla en posición incómoda, provocando que desde atrás, Flash se golpeara la frente con un casco.

-¡Me alegra tanto verte! ¡Estaba tan angustiado y te extrañé! ¡¿Estás completa, cierto?!- exclamó para separarse para tomarla de los hombros y pasar su vista en todo su cuerpo, lo que hizo a Applejack avergonzarse e incomodarse, por lo que empezó a sacudirse del agarre.

-¡Oye, oye, ¿Qué estás viendo?!- reclamó con un ceño retrocediendo.

-¡Lo siento, perdón! Sólo quería asegurarme que no estés herida- se apenó en decir para dar una risita nerviosa -. Sólo me alegra que ¡Hip!- comenzó a hipar y se tapó la boca con los cascos, recordando que le da hipo cuando se pone muy nervioso. Applejack le levantó una ceja, curiosa -. Lo sien ¡Hip! Lo siento. Ignora el ¡Hip! El ¡hip! El ¡Hip! ¡BASTA! ¡El hipo, HIP!- se volvió a tapar la boca y suspiró derrotado -. Mejor ignorame a mí ¡Hip! Me irá a morir en aquella esquina ¡Hip!- señaló un rincón con un casco e hizo el ademán de darse la vuelta, pero lo frenó un pequeña pero agradable risa que venía de la vaquera, volviéndola a mirar que se iluminaba el rostro de a poco con sus ojos verdes entretenidos viéndolo. Él se sonrió de lado, emitiendo unas cuentas risas también -. No sé si te ríes de mí o conmigo.

-¿Un poco de ambos?- contestó cesando su risa y Thunderlane volvió su atención ahí.

-Nah, creo que es más de mí.

-Lo siento- sinceró manteniendo la agradable sonrisa -. Pero es que eres muy divertido- fue honesta y Thunderlane se apenó bajando un poco la mirada, haciendo conmover a la vaquera.

-Pues si eso te hace feliz, ríete de mí todo lo que quieras- respondió con la garganta hecha nudo devolviéndole la mirada. -. No quiero imaginar cómo debiste estar estresada con esa cruel unicornio.

-Fue…difícil- asintió volviendo su mirar triste -. Es…- suspiro cerrando los ojos sacudiendo la cabeza, para sentir un casco sobre el suyo, haciendo que los abra y mirara a Thunderlane, que le regalaba una tierna expresión en su rostro y mirar.

-No recuerdes de nuevo, no por ahora. Mereces sonreír todo lo que no has podido. Y si eso me hace tu payaso número uno, ¡Adelante! Si tuviera un plátano, me haría caer al pisar la cáscara, por ti.

-Ahm…- pestañeó sonriéndose divertida pero a la vez liada -…No te rompas una ala por hacerte el payaso. Te sale natural.

-¡Gracias!- exclamó agitando las alas, pero entonces paró, pensativo -. Un momento…¿Acabas de decirme que soy un payaso innato?

-Jajajajaja- rió enternecida por su expresión, moviendo un poco el casco.

Lo que la hizo recordar recién ahí, que tenía el de Thunderlane suavemente encima, bajando la mirada en ver sus cascos, viéndose que no le incomodaba, sólo lo sentía muy agradable, en realidad, se sentía más relajada y despejado humor ahora, lo que la hizo levantar la mirada con curiosidad hacia el corcel, quien también había bajado sus ojos a los cascos y la levantó a la par con Applejack, intercambiándose una mirada intrigada pero suave, envolviéndoles un extraño ambiente que por al menos un momento, los hizo olvidar por todo lo que pasaban.

-¿Por qué nunca nos hablamos?- preguntó el corcel con curiosidad.

-No sé- sinceró encogiéndose de hombros para sonreír -. Pero siempre estabas por ahí, a la vista. A mí vista.

-Y tú ahí- contestó haciendo sonreír de nuevo a la terrestre con una corta fresca risa, sintiendo el corcel como se regocijaba de una agradable sensación al verla sonreír -. ¿Y…quieres quedarte… ahí?- preguntó, cortando despacio simuladamente la distancia, pero Applejack se dio cuenta, sintiendo que empezaba a sonrojarse inevitablemente con un ligero ceño del repentino cálido sentimiento que sentía. En tanto Thunderlane, actuaba siendo él mismo, no usando sus tontas técnicas, y su instinto era lo que lo hacía hablar -. Porque si me dejas, quiero quedarme en donde estés tú…

Applejack sentía cómo se le cerraba la garganta demasiado fuerte, quedándose sin aliento, literal, Thunderlane la había dejado sin aliento, aquello la asustaba, pues desconocía que se sentiría así con alguien algunas vez, mucho menos impredecible con el pegaso que iba y venía por el pueblo con actitud distraída, pero vivaz y divertida.

Pero antes que pudiera al menos huir como tenía ganas, de darle la cola y alejarlo por confundirla de tal manera, de repente, sin que pudiera alguno prevenirlo, un exceso de una brillante luz cubrió toda la cueva con tal potencia, que abrumó por completo la cabeza y provocó un desmayo colectivo.

Todo se nubló hasta oscurecerse por completo.

La puerta fue azotada a golpes inevitablemente en urgencia, provocando que tanto Amira como Haakim, fueran interrumpidos de su sueño, respingando de la cama y sea el Rey quien saltara de la comodidad a atender el llamado mientras Amira encendía una vela que reposaba en la mesa de noche con una expresión de angustia, quedándose ahí mientras se abría la puerta del cuarto y Haakim salía a atender lo que ocurriría.

La yegua se levantó, poniéndose en pie para colocarse enseguida una bata que la cubriera, escuchando desde afuera como se enredaba las voces del grupo que habrían despertado a Haakim de emergencia, escuchándolo con su voz dura en orden movilizando a los caballos, lo que la ponía nerviosa y más desesperada en lo que ocurría, para alivio ver abrirse la puerta.

-¡Haakim!- lo llamó dirigiéndose a él enseguida, observando su rostro taciturno pero indudablemente angustiado.

-Amira, un escuadrón vendrá por ti ya mismo a ponerte segura. Te irás con el pony que asentamos temporalmente- explicó sin preámbulo colocando sus cascos sobre sus hombros. Ella palideció.

-¿Qué pasa? ¿Qué está sucediendo?- preguntó al borde de los nervios. Haakim no perdió su expresión en ningún momento.

-Se divisa dragones a pocos kilómetros volando a Arabia Saddle- fue lo único necesario en decir para entenderlo todo.

-¡¿Qué?!- jadeó sin aliento Amira expandiendo sus ojos, levantando sus cascos a los suyos -. Tu vendrás conmigo, ¿cierto?

-Amira, por favor- se contrarió suplicante meneando la cabeza -. Sabes que no puedo.

-¡Haakim!- lagrimeó fuerte -. ¡Entonces no me voy! ¡No sin ti! ¡No!

-¡Amira, no lo compliques, por favor!- su voz salió fuerte, pero escuchándose torturada sin desprenderle la mirada suplicante -. Debo controlar lo que pase. Cerciorar la evacuación a las cámaras de seguridad…

-Yo te ayudo…- jadeó impotente, para sentir el casco de Haakim a un lado de su rostro, observando ya sus ojos más suavizados regalándose una amorosa mirada aun llena de preocupación.

-No voy a arriesgarte, Amira. No me lo perdonaría.

-Pero…- decía, sin embargo calló ante los labios que sujetaron los suyos mientras se escuchaba varios pasos acercándose a ellos.

Entonces Haakim se separó del beso y miró con profunda seriedad a los corceles.

-Protéjanla.

-Sí, Majestad- corearon todos, encontrándose entre ellos Soarin, que tenía una igual marcada expresión de angustia.

-Haakim...- murmuró Amira para abrazarlo fuerte -. Te amo, vuelve, ¿Sí?

-Amira…- suspiró devolviéndole el abrazo con fuerza. -. Ponte a salvo.

La yegua se separó de él con lágrimas en los ojos, entregándole una última mirada para finalmente acercarse hacia el escuadrón y se encaminaran a las diseñadas cámaras de seguridad que se localizan en algunas edificaciones del Reino, conducidas entre conectados pasillos secretos que sólo la guardia estaban autorizados en saber su existencia y conocían para actuar en caso de extrema emergencia, como era en este caso.

Dentro del mismo castillo, había algunos pasadizos de esos pasillos que conectaban a la cámara subterránea, es ahí donde los guerreros se ocupaban en trasladar tanto a Amira como Soarin, en orden del rey.

En las afueras, ya había guerreros despertando entre las calles a todos, entre campanazos que los residentes, sabían que si sonaban, era una alarma.

Sin más, empezaron a salir de súbito de las casas mientras se alzaban y enredaban voces, llenando las calles entre apresurados andares trasladándose a indicaciones de los guardias, organizando y apresurando el paso, cuando la luz de luna se vio obstaculizada ante el vuelo de un grupo de alrededor de veintena de colosales dragones que ya sobrevolaban Arabia Saddle que ante los primeros gritos de pánico e intento de los guardias sobre los edificios, de atacarlos en respuesta por la invasión con lanzas y armas de asta que tenían una cuchilla puntiaguada, lanzando gritos de ataque entre la lluvia de ambas armas que, aunque llegara a atinarles, enterrándoselas, a comparación de descomunal tamaño de los dragones, parecían nomás astillas, que a lo mucho les provoca un dolor bastante tolerable, sólo provocando una molestia.

Los dragones se veían volando sobre el reino, enfocando sus miradas no a aquella raza que corría despavorida, sino más bien aquel constante brillo de los joyas incrustradas en todas sus edificaciones.

-¡Majestad, es mejor que vaya a refugiarse!- exclamó un guardia hacia Haakim, quien lo miró severo.

-¡No! No voy a esconderme con mi reino siendo azotado- respondió con terca determinación -. ¡Ingresen al palacio súbditos para que entren a los pasadizos de aquí, AHORA!- vociferó en orden para movilizar a sus guardias.

Cada estructura de Arabia Saddle era decorada con todo tipo de gemas, las cuales eran demasiado tentadoras y difícil de ignorar para un dragón, en especial uno corrompido por la misma codicia.

Fue entonces que los dragones empezaron a volar en picada, aterrizando de zopetón sobre los muros y techos de edificios y casas para acto seguido, empezar a destruir las paredes con la intención de arrancar las joyas. Cada dragón fue volando de un lado a otro entre rugidos y emisión de humo que provocaba nomás el pánico entre la multitud, golpeando a puños o con sus garras afiladas abiertas, como usar sus largas y gruesas colas para azotar contra los edificios y desprender las joyas, haciendo que abajo en las calles, empezara a caer derrumbes obstaculizando la evacuación y exponer en riesgo su vida al aterrizar restos de las infraestructuras que alguna vez embellecían su reino, ahora era su propia condena.

Guardias se concentraban en dirigir a los caballos que más podían hacia las cámaras de seguridad así como seguir lanzando armas tras armas en una lluvia de ellas, logrando nomás provocar fastidio en los dragones y sean derribados por ellos mismos o ya empezar a recibir la oleada de fuego contra ellos, provocando el inicio de incendios mientras seguían demoliendo cada edificio, robando las joyas que más podían con los ojos perdidos e hipnóticos de un festín que se daban en recolectar las gemas, llegando a pelearse los dragones entre sí, lanzándose unos contra otros aventándose contra todo lo que estaba cerca, como si fuese un campo de lucha, sin ninguna pizca de reacción a inmutarse de la destrucción y muerte que estaba ocasionando en aquel reino, en completo descontrol.

Gritos y sollozos desesperados de todo género y edad, el fuego crujiendo, los gruñidos de ataques entre los dragones y el derrumbe de las edificaciones, eran sonidos que se mezclaban entre sí en el pandemonio que quebrantó la calma y silencio de la fría noche del desierto en cuestión de segundos, contemplando desde lo alto del cielo la reluciente figura de Flame, que no desprendía su mirada concentrada y fascinada del panorama que se suscitaba, no entrometiendose para darse el lujo de ser una espectadora nomás, como propio entretenimiento personal, como lo es leer un libro o ver una obra.

Sus ojos prendidos en cada detalle, teniendo mucho qué mirar en tanto ángulos, sintiéndose tan intrigada y entretenida, sonriéndose al gustarle una escena en preferencia que sus ojos brillosos amarillos captaban, como el que un dragón se lanzaba restos de muros incrustados de joyas a la boca, sólo para escupir después los restos de cemento contra las calles aplastando súbditos como cucarachas, lo que la hacía emitir risas claras y amplias.

No se movió hasta ver la intención de algunos dragones de ahora pelearse por un lugar más: el Palacio. Por lo que Flame descendió enseguida, direccionándose hacia la ubicación del castillo que como el de Ponyville, estaba hacia el fondo de las demás edificaciones.

Flame mientras llegaba dejaba encandecer todo su cuerpo con toda su fulgida luz fuera para provocar que los dragones que iban hacia el castillo frenaran de inmediato, ardiendoles la vista hasta distorsionar la visión y no hicieran más que esquivarla volando hacia otra dirección entre sus gruñidos, azotando otros lugares.

Flame entonces dio una última mirada hacia aquel panorama de destrucción y desgracia, para darse la vuelta y observar detenidamente el castillo.

Segundos después, la alta y gruesa puerta de entrada del palacio estalló en pedazos por el proyectil lanzado por Flame, asomándose entre su respingada pose con reluciente mirar endurecido, en la que guardias no esperaron invitación y reaccionar al acto en lanzar sus lanzas y levantar sus cimitarras saltándose hacia ella, pero entonces Flame infló pecho con un firme entrecejo alzando la barbilla en alto sin mostrar ni un esfuerzo, en expulsar un anillo dorado que se lanzó contra toda la guardia, azotándolos largos metros al aire aterrizando contra objetos y muros mientras sus armas se evaporizaban sin más ante el contacto con aquel anillo lanzado. Azotados contra el suelo y desarmados, vieron a aquella distinguida alta unicornio de bello aspecto pero que por sus ojos amarillos reflejaba un ausencia de empatía y misericordia, que el ser mirados por ellos, no podían evitar sentir un escalofrío recorriendo su espina. Entre su gracil caminar meneando sus caderas como si modelara en una pista, su voz se pronunció tan clara como melodiosa pero hablando en siseo helado que raspaba sus oídos.

-Si quieren que detenga el castigo, díganle a su líder que quiero su presencia aquí.

No pasó mucho tiempo, ni queriendo dejar demasiado, cuando unos cuantos guardias se dirigieron hacia el balcón en donde Haakim observaba con gran impotencia la destrucción de su reino, con sus ojos sobresaltados agitando el pecho en furia, viendo lo inútil que eran los intentos de responder al ataque de los dragones.

-¡Majestad!- coincidieron en corear los guardias y él se dio la vuelta sin cambiar de expresión, escuchando el mensaje que debía recibir.

Galopó con fuerza y prepotencia con su rostro consumido de furia y emergente, azotando las relucientes puertas de un enorme salón en donde estaba al fondo ubicado su trono, en donde encontró con demasiada confianza sentada, a Flame.

La unicornio dorada estaba acomodada largo a largo sobre el asiento del trono, con sus patas traseras reposadas sobre un brazo de la silla, encontrándose estas cruzadas exhibbiéndose seductoramentes, mientras las delanteras se sostenían del brazo derecho del trono, con los codos, que la pose la hacía tener el pecho elevado y echar la cabeza hacia atrás con su frondosa y larga melena roja y dorada moviéndose como el fuego que dejaba colgar, acomodada sin esfuerzo en una presencia naturalmente sugerente que invitaba recorrer la pose de su bella moldeada figura brillante, tan cínica.

-¡Ya estoy aquí! ¡Detén esto! ¡Deja de castigar a mi reino!- vociferó Haakim con severidad apenas ingresando a lo largo del gran salón directo hacia el trono.

-No des un paso más- se limitó Flame en decir en orden. Haakim no se vio de otra que hacer lo que dijo, sintiendo prisa al seguir escuchando los azotes de afuera mientras la unicornio abría sus ojos moviendo su cabeza con una prosa tranquila para mirarlo quedamente, enfocando sus ojos decorados de largas pestañas que harían conquistar y derretir cualquier macho. -. El castigo no es para el reino- aclaró mientras Haakim no podía fruncir más el ceño -. El castigo es para ti- concluyó observándolo detenidamente mientras rompía su pose para acomodarse como tal en el trono, colocando sus cascos sobre los brazos de la silla e inclinarse ciertamente hacia adelante sin desprenderle la mirada -. Tú has amenazado a mi reino con tu patética tropa- le entrecerró los ojos, severa -.¿Qué intenciones tenías en enviar tu sucia raza extraña a mis tierras?

Haakim se tomó un par de segundos para mirarle la expresión, el porte y la manera en la que hablaba sobre su trono, estando él metros alejados por debajo de las escalinatas, sintiéndose como si fuese ella la dueña del lugar. Apretó los dientes y mantuvo su ceño firme ante ella.

- Éramos errantes buscando donde asentarnos hasta hacerlo aquí, en este desierto, de estas nuevas tierras descubiertas que la Princesa Celestia nos cedió todo el terreno sur de sus tierras, a cambio de simple amistad. Equestria desde tiempos remotos con el gobierno de la Princesa Celestia nos ayudó a progresar y enriquecer nuestra cultura como tal. Por eso presté mi ayuda. En respuesta a siglos de hospitalidad por parte de Equestria y tengo la oportunidad de devolver una parte cuando más necesitaba ayuda, ahora que sus protectoras han muerto bajo tus injustas sañas contra también la inocencia de aquellos ponies- respondió. Flame ladeó la cabeza, presionándola con aquella mirada gélida y cargada de soberbia.

-Los castigos al error de un mortal contra su deidad no son cuestionables. Yo sé quién es inocente y no. Quien merece ser recompensado por su lealtad. Quien vive y quien muere. Y el cómo castigo la insolencia frente a actos que escupen mi voluntad. Y yo- dijo para levantarse del trono con empoderamiento alzando su barbilla, mirando mucho más abajo a Haakim –he decidido dejarte sin un reino por entrometerte con el de la diosa Hybris.

-¿Diosa?- jadeó incrédulo con un gesto realmente consternado, agitando su cabeza, contemplando toda esa apariencia reluciente y la magia que cargaba, prestando atención en sus ojos relucientes amarillos, duros, helados, sobrecargados del reflejo de esa energía que la apoderaba. Haakim tal vez no era un lector de almas como Amira, pero alguna que otra cosa básica había aprendido de ella, además de su conocimientos en alquimia. Una de ellas, fue interpretar la ventana del interior: los ojos. Y lo que alcanzaba a leer en aquellos que tenía enfrente, le heló la sangre -. Tu alma es dualidad. Está perdida en un poder que la está consumiendo por toda la energía espiritual que necesita para mantenerse.

-No es el lado de mi alma que me interesa la que está consumiendo- exclamó Flame sonriéndose de a poco de lado con mirada sagaz -. Él piensa en todo- expandió una fantástica sonrisa amplia que hizo a Haakim ya perder los estribos, aún pese el estar sudando en frío, empezando a temblar de ira.

-¡Si quieres castigarme por mi orden, hazlo! ¡Adelante!- vociferó -. ¡Pero no entrometas a mis súbditos! ¡Prefiero despellejarme vivo a que azotes Arabia Saddle!- rugió y Flame levantó las cejas manteniendo la sonrisa.

-¿Quieres sentir lo que ahora sufre tu reino?- preguntó con falsa inocencia -. ¡Haberlo dicho antes! Dejaré de azotar el reino, ¡En cuento tu diosa conceda tu deseo!- exclamó liberando una animada risa.

Entonces alzó un casco y dejó incendiar una llama que al retroceder el casco e impulsarlo hacia adelante, el fuego se estiró en forma de látigo de al menos unos diez metros, los cuales alcanzaron a Haakim, propinándole un latigazo ardiente dejándolo gritar desgarradoramente del dolor al sentir su carne hirviendo con el fuego que dejó sobre él ante el golpe del látigo, echándose al suelo mientras se retorcía, jadeando de un indescriptible ardor, sólo para sentir otro y otro aterrizando sobre su cuerpo, incluyéndose sus gritos al de los demás en su reino.

-¡NO!- jadeó con fuerza repentinamente Amira, desde la cámara de seguridad rodeada con aquellos que alcanzaron a refugiarse. La yegua se llevó un casco a la altura del corazón, jadeando en pánico -. ¡No, no, Haakim, NO!- sólo podía decir, presa de dolor e impotencia empezando ya a llorar, a derribarse al suelo desconsoladamente.

-¿Qué? ¿Qué le pasa?- reaccionaba Soarin sin entender, sintiendo el casco de un guardia sobre su hombro, lo que lo hizo mirar con atención.

-La esposa del rey tiene un don sobre conexión de las almas- respondió para agregar con impotencia: -. Su alma ha de sentir el agonizar con la que se ligó.

-¡Aaaagghhh!- gritaba Haakim en tanto en la gran sala, cubriéndose su cuerpo enteramente de llamas mientras aún recibía un látigo ardiente tras otro entre quejidos de esfuerzo de Flame, moviendo su casco delante hacia atrás sin césar mientras se le empezaba a reír con mucha diversión elevando sus pómulos en alto.

-¡Es tan divertido! ¡Muy divertido de ver! ¡Cómo desafían los mortales a su diosa! ¡Chilla, cerdito, chilla! ¡Únete a la fiesta! ¡Tanto quieres a tu reino, pues quémate con él!- termina de decir ahogada en carcajadas altas y limpias, aún latigando sobre un cuerpo que sólo podía hacer sonidos inentendibles ya, finalmente dejándose de mover, perdiendo la forma que tuvo alguna vez perdiéndose entre las largas llamaradas que se alzaban y empezar a recorrer el pasillo, tentativamente para que el palacio se empezara a incendiar como todo lo demás.

Cosa que se aseguró Flame, aún riéndose muy dichosa y risueña, dejó de azotarlo una vez lo vio dejarse de mover y entre vuelos se movía por el castillo, en una danza en el aire como suele hacer enfrente de los ponies para sentirse adorada, dándose giros y vueltas, entre destellos y llamas que terminaban por aterrizar por todos lados y ardían los muros y paredes, crujiendo el fuego mientras Flame tarareaba muy melódicamente entre el espectáculo en solitario que se daba a sí misma, para terminar reventando varios pisos arriba para al final salir del palacio con reflejos de luces mientras hacia abajo todo reventaba y ardía con los dragones aun batallando, lo que la hizo abrir los ojos y romper el momento.

-Oh, cierto…- se dijo para volar en picada hacia la vista de los dragones que al verla pasar, ellos detenían lo que hacía, para seguirla, de a poco, como un niño que se aburrió de un juguete que tanto peleó, dejar atrás todos los restos de lo que habían sido altos edificios de hermosa arquitectura, ahora todos, completamente todo, derrumbado ardiendo en llamas.

Guardias que mantenían el control de aquellos súbditos que alcanzaron a refugiarse en las cámaras de seguridad, se asomaban para cerciorar el estado y seguridad de ese momento, sólo pudiendo ver el reino consumiéndose en llamas con todo demolido, teniendo que pasar la noche bajo tierra entre los lamentos e incertidumbre de los demás, con una Amira arrinconada no dejando de llorar con una mirada ausente.

Aún así, ya había llegado otro día.

Por el mediodía finalmente se había apagado por completo las llamas en donde se levantaba Arabia Saddle, pudiendo los pocos sobrevivientes a desgarrar gritos de cólera e impotencia, el ver su hogar completamente incinerado con pocos escombros, dejándolos literalmente, en medio de nada en el desierto.

-¡Esto es tu culpa!- rugió un caballo en cólera, señalando a Soarin entre la multitud, quien alzó su cabeza para ver al alto corcel que lo miraba con ojos ardidos en furia -. ¡Tú trajiste la desgracia a Arabia Saddle! ¡Si no habrías venido, aún tendríamos un reino!- terminó por gritar para alzar un casco para golpear al pegaso, pero éste se dio cuenta de la intención y se impulsó del suelo para volar alto a una distancia que ellos no lo alcanzaran, escuchando el enredo de voces que empezaban a levantarse en contra de él, recibiendo palabras de odio y punzadas miradas de ira.

-¡Esa unicornio es más codiciosa de lo que es un dragón!- exclamó enseguida -. ¡Tarde o temprano va involucrar al resto de reinos cuando no le baste sólo Equestria! ¡Yo no quise que esto sucediera!- exclamó con un profundo dolor amargo en su pecho con el rostro entristecido.

-¡Nadie quería que esto sucediera!- se levantó prepotente una voz que hizo que las demás voces empezaran a cesar, y hacerse a un lado para ver entre todos a Amira, que mantenía un ceño pero aun su mirada vidriada. -. Nadie buscaba nada más, que la salvación de un infierno calcinando aún en vida esas inocentes almas.

-Usted no puede hablar por el rey Haakim- farfulló un caballo con seriedad. Amira lo miró enseguida.

-No hablo por él, hablo por mí misma, con mi voz, la cual él escuchaba y espero que ustedes también la escuchen. No estaba siempre a su lado sólo por tradición y ser su esposa. Estaba porque era su consejera, aunque ninguno me oía hablar, porque no querían hacerlo.

-¡No importa qué tenga qué decir, la culpa de nuestra desgracia es de los ponies!- vociferó otro corcel.

-¡El rey por involucrarse en sus líos terminó por condenar Arabia Saddle!

-¡El rey Haakim nos dio la espalda, nos condenó!

-¡NO!- gritó Amira con furia sobre los corceles, que le taladraron la mirada ante levantarle la voz de tal manera -. ¡No voy a permitir que hablen mal de mi esposo! ¡Jamás!

-¡Baja la voz, irrespetuosa!

-¡No lo haré!- contestó fuera de sí, defensiva -. ¡Somos un pequeño reino en medio del desierto, que existe gracias a la Princesa Celestia! ¡Equestria ha hecho mucho para que Arabia Saddle prospere como lo estaba! ¡Haakim sólo devolvía un favor no dejándose de cascos cruzados ante una desgracia del reino que hizo posible prosperar al suyo con sus antepasados! ¡Haakim se quedó a defender su reino! ¡Haakim murió como los demás no dejando solos a sus súbditos! ¡Haakim murió con honor dando la cara por la justicia de Equestria y Arabia Saddle!- expresó agitadamente, sintiendo cómo el corazón latía caótico, temblando un poco, observando el enmudecer de todos, no sabiendo cómo contestar aquellas verdades. Amira remojó sus labios, recuperando calma -. Ahora, son libres de escucharme, reflexionar y actuar como creen conveniente si lo deseen para recuperarnos de esta desgracia porque mientras estemos en pie, Arabia Saddle aún vive. Guardemos respeto, dediquemos lágrimas, pero viendo hacia adelante, salvaguardar nuestro futuro no sólo como nación, sino como una sola con las demás- concluyó con firme decisión.

La multitud sólo se mantuvo en un silencio rotundo, sosteniéndoles la mirada con un semblante taciturno mientras Soarin veía que ahora podía descender su vuelo, colocándose al lado de Amira.

-Gracias- expresó a su altura, sólo ella asintiendo una vez con suavidad sin cambiar su expresión.

-¿Crees que los yaks o los grifos pueda darnos asilo?- interrogó. Soarin asintió.

-Todos somos amigos de Equestria- respondió y Amira perdió un poco la vista en un recuerdo, pudiendo verse sentada al lado de su esposo enfrente de Twilight hablando del Acuerdo que planeaba hacer.

-Sí…- respondió doliente y melancólica -…los somos…- murmuró y ver en dirección donde alguna vez estuvo el palacio, aun ardiéndole cada parte de su ser, en especial su corazón, y se le rodó una lágrima.

Flame había dejado más que claro el mensaje con la destrucción de Arabia Saddle: meterse con sus planes era una muy mala idea no sólo para los ponies, sino para cualquier otra raza que existiese.

Pero Arabia Saddle no fue la única parada de la noche.

Rodeada de una oscuridad en la que se filtraba la luz de la luna de los orificios del espacio de apariencia de caverna, dormía una criatura de apariencia de pony, pero con un cuerno de unicornio malgastado, un par de alas insectoides andrajosas, una melena larga verde azulada, y un cuerpo alto y alargado, en que sus patas estaban con agujeros.

No era más que la Reina de los Changelings, Chrysalis, quien dormía plácidamente cuando de repente, un ruido de algo explotando la hizo respingar de pronto, abriendo sus ojos olivos de golpe, agitando sus alas, emitiendo un sonido de zumbido mientras fruncía el ceño y mostraba sus colmillos ante lo que parecía ser un ataque a su morada, sólo para encontrarse enfrente de ella a pocos metros, una encegadora luz aterrizando al suelo de la habitación, incorporándose Flame mientras disminuía la luz de su cuerpo y mantenía una sonrisa alta con una mirada sagaz entre sus cejas finas alzadas y el rostro ladeado en dirección a Chrysalis.

-¡Sí que ha sido difícil ubicarte!- exclamó Flame con comadrería -. Los últimos días no he hecho más que localizar su…- decía mirando la oscura y sombría aspecto del lugar -…reino…

-¡No puedo creerlo!- soltó la Reina con fastidio entre su ceño bien puesto -. ¡Equestria tiene otra alicornio más!- se quejó con repugnancia, haciendo a Flame mirarla con cierta sorpresa para empezarse a reír.

-¡Claro que no soy un alicornio!- exclamó entre risas para expandir sus alas y volar directo hacia ella y rodearla entre su vuelo mientras Chrysalis se mantuvo alerta y defensiva mirándola llegar hasta ella, pudiendo observarla con mayor detenimiento -. Soy la diosa Hybris y he venido a que me entregues a tus súbditos.

-¡¿Qué?!- crispó el rostro apartándose de ella con su mirar iracundo, viéndola ahora recostarse en su lecho con suma calma, acostándose de lado con un mirar ladina y siniestra de autoconfianza.

-Puedes hacerlo fácil o difícil- exclamó sonriéndose mientras se removía lentamente en el lecho, sintiendo el roce de la tela mientras respiraba fuerte llenando su pecho hasta exhalar mientras hablaba -. Podemos jugar, tengo ganas de jugar- dijo con voz animada revoloteando su melena con los cascos y levantó medio cuerpo entrecerrando sus ojos con una risueña diversión -. Un enfrentamiento. Tú y yo. Si yo gano, vas a darme a tus súbditos. Si tú ganas, te quedas con Equestria. ¿Qué dices, eh?

-¡¿Qué digo?!- exclamó con un gesto de desprecio profundo pero hubo algo más, algo que Flame vio en su mirada más allá de amenaza y defensiva, y era protección -. ¡No lo haré! ¡No cederé así a mis hijos!

-…- enmudeció, tomándola por sorpresa aquella revelación -. ¿Tus…qué?

-¡Mis súbditos son mis hijos!- vociferó fúrica para levantar la cabeza -. ¡Changelings!- bastó llamar una sola vez con suficiente fuerza.

Y repentinamente, se escuchó varios zumbidos a la vez, haciendo que todo el espacio que ocupaba como habitación, sea rodeada de entro de lo que quepaba dentro, criaturas similares a la reina, con rasgos de poni pero con características similares a insectos, sólo que sin pelo, ni melena ni colas, viéndose su cuerpo como caparazones más bien, con cuernos curvados, orejas dentadas, alas parecidas a insectos y agujeros en sus patas.

Los changelings tenía su ceño fruncido, mostrando sus colmillos y sus lenguas salían tal serpientes en contra de Flame, quien simplemente observaba con mucha curiosidad a aquellas criaturas.

-¡No quiero ni un trato contigo!- vociferó Chrysalis iluminando su cuerno contra ella -. ¡Vete si no quieres que…!- decía cuando repentinamente, Flame lanzó desde su cuerno lumínico una estela de luz dorada, la cual al llegar a poca distancia hacia la Reina, se expandió hasta rodearla entera y la encerrara en una esfera donde desde adentro, Chrysalis contempló los ojos duros de Flame.

-¿Cómo te atreves a amenazarme?- interrogó con voz presionada, mientras los changelings jadearon al ver a Chrysalis en peligro y se abalanzaron contra Flame, quien les lanzó una mirada severa y les lanzó una onda expansiva entre un arco dorado que los hizo retroceder de golpe contra los muros.

-¡No los toques!- gritó Chrysalis desde la esfera, para entonces iluminar su cuerno y lanzar un rayo contra su cárcel, pero el rayo lanzando rebotó, sin romperse ni un poco y se regresó contra ella misma, recibiendo su propio rayo haciéndola quejar de dolor, pero aun más, cuando la esfera empezó a ganar un brillo intenso que a su vez, empezaba a arder por dentro.

-Necesito a tus bichos para proteger mi futuro- exclamó Flame con severidad entre su endurecido mirar contra la encerrada reina que empezaba a dar seguidos de dolor ante el brillo que ganaba la esfera que la encerraba, ardiente.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué cosa eres?! ¡Los ponies no hacen esto! ¡Ni yo lo hago, agh!- se quejaba del potente calor que la sofocaba desde adentro, haciéndola jadear y lanzar quejidos, no pudiendo rozar las paredes de la esfera puesto que ardían, desesperándola y empezara a lanzar más rayos intentado romper su prisión pero sólo conseguía herirse a sí misma, gritando en dolor y desesperación de estarse quemando, ya en alaridos largos.

Los changelings volvían en sí, sacudiéndose la cabeza para agitar sus alas con la intención de hacer algo de salvar a su reina.

-No alarguemos esto- amenazó Flame con su vista clavada en Chrysalis a la vez que la esfera desprendía cada segundo un brillo mucho más fuerte que cegó las vistas de los changelings hasta que finalmente, reventó.

Trozos de carne y sangre salpicaron por todos lados. Flame levantó una pared mágica para amortiguar ser manchada sin inmutarse mientras que los changelings fueron los que recibieron los restos de su reina, en pleno camino a hacer algo por ella, quedando solamente el sonido del zumbido de sus alas, sosteniéndose en vuelo completamente congelados de verse salpicados de lo que fue su reina, su procreadora, mirando fijamente donde había estado la esfera, ahora estaba el piso con un charco de sangre y viseras destrozadas.

Cada uno estaba sin aliento, sin tener la capacidad de moverse o hacer algo, apenas procesando de la violencia de la que habían sido testigos.

-Su mami se portó mal- rompió el silencio Flame, y los changelings mecánicamente la miraron, ahí a pocos metros de donde había hecho reventar a su reina, con una pequeña sonrisa comprensiva y un mirar suavizado y relajado hacia ellos -. Su mami desafió a su diosa, y eso es lo que pasa cuando desafías a su deidad- sonrió más ladeando la cabeza con mucho carisma -. Pero sé que ustedes son más inteligentes que mami, y obedecerán a su diosa, ¿cierto?- se llevó un casco a su pecho, iluminándose los ojos -. Yo podría ser ahora su mami- sonrió más con una encantadora risa abriendo sus cascos delanteros de par en par -. ¡Vengan, mis pequeños, mami los protegerá y recompensará su obediencia!- exclamó con ilusión y algarabía.

Los changelings aun estaban petrificados ahí volando, helados del miedo ante la presencia de esa unicornio, pero fue uno que logró salir de ese shock y cautelosamente, fue el primero en dirigirse hacia a Flame ante la observación de los demás, viéndolo cruzar el charco de restos de Chrysalis para irse hacia Flame que muy alegre, lo recibió en sus cascos y lo acarició cerrando sus ojos con una sonrisa.

-Ya, ya, tranquilo. Pasó lo peor, pasó lo peor. Ya todo estará bien ahora- consolaba con una delicada voz subiendo y bajando sus cascos a la altura de su cabeza entre el temblor del pavor del changelings, buscando reconformarse con su calor.

No tardaron mucho en de a poco, el resto de las criaturas en rodear a Flame, asimismo buscando ese consuelo ante que sea ella la propia razón por la que perdieron a su reina, pero los changelings sólo sabían obedecer los mandos de Chrysalis, sean cual sean estos. Estaban acostumbrados a una figura maternal que los cuide, alimente, discipline y castigue. Puesto que eso era mismo lo que los ayudaba a mantenerse vivos. Eran leales a esa figura, porque dependía de su calor para alimentarse de aquella energía que emana. Ahora esa figura, pasaría a ser Flame.

Ahora, en este nuevo amanecer, los changelings atravesaban los cielos de Equestria seguidos de Flame, imitando toda acción de ella, lo que la hacía divertir y conmover, por lo que ella hacía piruetas en el aire con diversión para ver a los cientos de changelings moverse intentado hacerlo igual que ella, jugando ella la situación con un resplandeciente humor y alegría mientras daba giros entre las nubes y las atravesaba, mientras lo mismo imitaban toda aglomeración negra de los changelings que desde abajo, los ponies tenían la boca desencajada de observar la invasión de esas criaturas.

-¡Muy bien, se acabó el juego!- anunció Flame con ese aún despierto buen humor para volar en picada a tierra firme, siendo seguida por el resto, que se ordenaron enfrente de ella con su mirar pegada a su figura -. Ahora, ya saben qué hacer- exclamó con aquel tono juguetón y los changelings lo que hicieron fue, transformarse en diferentes ponies pegasos y terrestres, haciendo a Flame chocar sus cascos entre sí con emoción -. ¡Sí, sí, sí, sí! ¡Buenos niños! Ahora, ¡Son libres de estar por allí! Pero recuerden- agregó con cierta seriedad -. Vigilen todo y repórtense. Y si encuentran un bebé unicornio…- alzó un casco y lo ardió en llamas concentrando un ceño y expandiendo un cruel sonrisa -. ¿Entendido?- exclamó y todos a su vez asintieron con firmeza. Ella apagó el casco y sonrió con infinita ternura -. ¡Pues diviértanse, cositas feas de mamá!- exclamó moviendo sus cascos de arriba hacia abajo y los changelings camuflados de ponies, fueron a obedecer sus órdenes y mezclarse entre ellos. Flame chilló emocionada trotando en un mismo lugar -. ¡Se sentirá tan orgulloso de mí!- se exclamó sacudiéndose en alegría para sonreírse de manera sugerente pasando su vista hacia su cuerpo -. Y se sorprenderá de mi nueva hermosa apariencia…- levantó la cabeza con ojos ilusionados mirando hacia el cielo -. Falta poco, ¿verdad? ¿Cierto?- dijo para sacudirse la cabeza enseguida -. No, no. Recuerda. Paciencia- se dijo -. Además, aún falta cosas por hacer para que éste sea nuestro hogar- ladeó una sonrisa para cubrirse de fuego y volverse una con él, para salir precipitosa de ahí.

Apenas reaccionó, la cabeza daba por completo vueltas, venciéndose hacia debajo de lo pesada que la sentía, completamente mareada que, al intentar abrir los ojos, le dolía lo hinchado que estaban sus párpados que apenas permitía abrir poco los ojos rojos y ardientes, dejando solo ver completamente distorsionado. El cuerpo estaba débil tal gelatina, apenas moviéndose, difícilmente controlarlo entre el fuerte dolor de cabeza, como si su cerebro aún estuviese hirviendo, pudiendo muy lentamente reaccionar en donde estaba y qué pudo haber ocurrido, sólo saliendo una palabra entre sus labios flojos.

-¿Applejack?- dejó brotar su nombre, de manera de reflejo, inconsciente, provocando que recuerde de súbito, que lo último que recordaba, era tener a aquella terrestre de ojos verdes a su lado, con esa expresión demasiado tierna como inquieta, pero que parecía sonrojarse dulcemente entre sus pecas.

Entonces empezó a forzar más su cuerpo, a demandar a levantar, logrando ponerse en pie pero venciéndose a un lado, cayéndose pero intentando de nuevo erguirse mientras forzaba su vista obviamente lastimada.

-¡Thunderlane!- escuchó una voz alarmarse, no reconociendo enseguida, pero sabía que no se trataba de la yegua que instintivamente se preocupaba por ella.

-Applejack…- insistía mientras luchaba por ponerse quieto de pie entre sus tambaleos y el abrir y cerrar de sus ojos, sintiendo que un cuerpo dejaba que se apoyaba en ella -. ¿Dónde…?

-¡Oh, Thunderlane!- pareció lamentar la voz que empezaba a reconocer de a poco, siendo esta de Derpy -. Se la llevaron, todas las manes, incluyendo a Rarity y Carrot Top.

-¿Qué?- jadeó concentrando la curva de sus cejas entre un ceño, agitando su cabeza rápidamente, sólo para marearse más, dependiendo de apoyarse del otro cuerpo -. No, no puede ser, no. ¡No!- negaba con gran impotencia, sintiendo arder más sus ojos, por las lágrimas que difícilmente querían brotar ante lo lastimado que estaba sus globos oculares sin que pudiera recuperar su visión, viendo sólo distorsionado que lo obligaba ya a cerrar los ojos por cómo lo mareaba, sólo pudiendo sentir una descomunal furia e incapacidad.

Mientras a su alrededor, apenas empezaban a reaccionar el resto de ponis en la cueva, siendo Derpy la única que no salió lastimada por estar sobre la nube, retumbándose la descarga del pegaso de haber perdido de nuevo a la terrestre pero más que nada, de que ella como las demás estuviesen una vez más, expuestas peligrosamente ante Flame.

Me fui de viaje XD ¡pero bue! ¡Aquí el capítulo prometido! So… ¿las cosas sólo pueden mejorar a partir de ahora…o no? Lo que tiene de absurda y descuidada Flame, lo tiene de peligrosa. Ella es diabólicamente vanidosa, y como quien dice, la vanidad es el "vicio maestro" que arrastra los demás. Desde la teología como el pecado líder de los pecados capítales, que arrastra todos los demás males. Como en la filosofía, que la percibe como la alta expresión exagerada de la soberbia, que piensa obtener la superioridad, no necesita a nadie, tiene la verdad absoluta. Flame es la representación de la vanidad pura y limpia. Es caprichosa, egoísta, engreída, codiciosa, orgullosa, malcriada, terca. Podría considerarse una diosa como en las historias antiguas, como indios, que castigaban con severidad y demandaban supuestos lujos y caprichos para dejar en paz a los mortales.

En realidad, Flame está basada del concepto griego Hybris (Ese es su nombre completo que le puse Flame Hybris) que se define como "castigo lanzado por los dioses". Como el de la diosa del mismo nombre, que representa la insolencia y falta de moderación e instinto.

En resumen, Flame es lo peor con lo que te puedes cruzar, porque es un revoltijo de acciones impulsivos basados en la vanidad.

¡So!

Gracias por leer, dejen review y…

¡Sunny Honey, fuera!

Next Chapter: Un Día A La Vez Estimated time remaining: 0 Minutes
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