Lo Que Somos Ahora
Chapter 48: Proteger El Futuro
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Parte I
Bajo el sol, ponies caminaban de un lado a otro, sea empujando o halando escombros de lo que alguna vez fueron las casas de quienes habitaron el pequeño y cálido pueblo de Ponyville.
A estas alturas, sobrepasaban los cien ponies arrancados de sus casas en otros pueblos para hacerlos retener dentro de los restos que quedaron de dicho pueblo, bajo la vigilancia de una enorme cantidad de fénix que no les permitía bajo ninguna circunstancia abandonar el recinto que si se atrevían a escapar, el pony era brutalmente atacado por las aves.
Tenían la orden de limpiar el propio desastre que ocasionó Flame, para construir ahí mismo su propia capital donde levantaría su castillo.
Los ponies ahí trabajaban sin descanso todo la mañana, tarde y parte de la noche, viviendo como esclavos entre el escaseo de necesidades básicas en los próximos días que pasaban, sintiendo una minúscula sensación de paz, cuando Flame no se encontraba en el lugar, desapareciendo quien sabe donde, pero al final siempre volvía, solo poniendolos nerviosos.
Fluttershy, Rainbow Dash, Applejack y Pinkie Pie, estaban ahí mismo sin poder escapar, pero eran lo único amable y confiable que tenían el resto de ponies, al encontrarse con las portadoras de los elementos. Las ponies veían la manera de consolarlos, animarlos y satisfacer cualquier necesidad o urgencia que tenían, así como estar al pie de Flame cuando ésta llegaba, para abstenerla de cualquier arranque que tendría sobre ellos y convencerla de traer más alimentos que ellas preferían quitarse el pan de la boca para los demás, comiendo mucho menos que el resto. "No le contesten mal". "Hagan reverencia cuando aparezca". "No la amenacen" "Si les pide que la vean, que la halaguen, háganlo" "Sean condescendientes, que nosotras nos encargamos de que no pase a mayores" eran lo que tanto repetían a los ponies, pero siempre había uno que entendible, se cansaba y le encaraba, pero terminaba en una desgracia con el resto de ponies viendo la maldad que poseía a aquella unicornio dorada.
Ya estaba por caer la tarde, cuando entonces Flame aterrizó en el centro del pueblo que, los ponies que pasaban por ahí, tuvieron que detener todo lo que hacían, para hacer una reverencia ante su llegada.
Flame sonrió, aprobando lo que veía con mucho entusiasmo tal que la de una potrilla, encogiendo sus hombros entre el ladeo de su sonrisa mientras escuchaba un galope, dándose la vuelta para encontrar a las cuatro manes llegar hasta ella para acto seguido, hacer la reverencia.
-Muy bien, sigan con lo suyo- ordenó moviendo su casco delante hacia atrás, y los ponies se incorporaron con disimulado afán de salir de su presencia, cuando Flame deslizaba su mirada entre ellos, frenó en algo que llamó su atención, abriendo mucho los ojos -. ¡Hey, tú!- llamó hacia donde clavó la vista y voló hacia esa dirección, haciendo que las manes se vieran entre sí y fueran tras ella.
La unicornio dorado se acercó a cierto grupo de ponies que ante su acercamiento, frenaron a raya y volvieron a hacer reverencia.
-No, no, no, tú levántate- dijo Flame a uno de los ponies, haciendo que una pegaso blanca de melena rojiza y ojos verdes levantara la cabeza entre defensiva como nerviosa. -. Sí, tú- sonrió más animada -. Vamos, ponte de pie para verte mejor- pidió y la pegaso pareció no verse con salida y se puso de pie un poco lenta, mostrándose su vientre hinchado, evidenciando su estado de gestación, lo que hizo sonreír mucho a Flame -. Oooh, vaya. ¿Estás esperando un bebé? ¡Mira el tamaño! ¡Ya de nacer pronto!
-Sí- contestó a regañadientes, mirando de reojo hacia abajo a un pegaso azul de melena y ojos verdes que rechinaba los dientes, tieso de tensión al ver a su esposa hablando con Flame. -. Me trajeron a trabajar aquí en este estado- continuó diciendo regresando su mirada en Flame.
-Supongo que no haces tareas de mayores esfuerzos, ¿Verdad?
-No- contestó esa misma sequedad.
-Uf, pero qué bueno, ten cuidado. No queremos que el pequeño venga antes de tiempo, ¿no?- sonrió con una sonrisa tal, que pareciese una pony corriente. Las manes llegaron tras ella, observando y atentas de lo que buscaba ahí. Flame miró al resto de ponies -. Todos ustedes, vuelvan al trabajo- ordenó y enseguida, todos los ponies se retiraron de ahí, excepto uno, que se quedó ahí junto a la pegaso aun haciendo reverencia. Flame suspiró con un aire comprensivo -. Supongo que tú eres el papá.
-Sí, así es.
-¡Debes estar emocionado! ¡Ponte de pie! No me hagas agachar la cabeza para hablar- se quejó entretenida y el pegaso, aun cauteloso, se incorporó junto a su pareja. -. ¿Es su primer bebé? ¿Quieren que sea macho o hembra? ¿Cuánto falta para que nazca?- rió sacudiéndose de emoción -. ¡Qué divertido! ¿Puedo sentirlo?- preguntó sin esperar respuesta y sin permiso, colocó el casco sobre el abultado vientre de la yegua, que al principio se asustó que la tocase pensando tendría el casco ardiente, pero no, estaba agradablemente tibio. La pegaso hizo un gesto de incomodidad y molestia, no muy atrás su esposo, al ver a Flame palmar el vientre donde crecía su hijo con sumo atrevimiento. Flame cerró los ojos con una sonrisa mientras movía el casco en la barriga como si fuese suyo propio, hasta que al fin, sintió un movimiento minúsculo, lo que la hizo abrir llena de emoción sus ojos expandiendo más la sonrisa, apartándose dando brinquitos -. ¡Me saludó! ¡Siente mi presencia!- celebraba con regocijo no pudiendo estar más conmovida y alegre -. ¡Ya no puedo esperar a que nazca!- se pasó los cascod a la cara -. ¡Voy a tener un bebé!
-…- enmudecieron ambos padres expandiendo sus ojos, echándose hacia adelante el pegaso pero su pareja lo retuvo al colocarse un casco en el pecho.
-¿Disculpe qué?- escupió ella con voz tiesa sin poder disimular -. El bebé es nuestro, mi deidad- exclamó con esfuerzo de gritarle en la cara.
-Por ahora- se aclaró con obviedad sin borrar la sonrisa -. Será el primer bebé que nacerá en la capital de la nueva Equestria. Mi capital, por lo tanto también me pertenece.
-…- volvieron a enmudecer endureciéndose cada parte de su cuerpo.
-Así no funcionan las cosas- intervino Pinkie Pie de inmediato junto a Flame -. Un bebé sólo pertenece a sus padres. No importa en donde nacerá.
-Eso era antes- aclaró Flame -. En la nueva Equestria, bebé que nazca, tengo derecho sobre él- sonrió conmovida -. ¡Es que los bebés son tan lindos! ¡Deben ser míos!- miró a los pegasos -. ¡Así que no puedo esperar a que nazca! ¡Ya pensaré qué nombre ponerle! ¡Podré llevarlo a ver cómo se construye el más poderoso reino que se haya visto!
-¡Tú, no…!- decía el corcel pero su esposa volvió a retenerlo. Él la miró temblando de ira -. ¡Rose!
-¿Quieres que te mate?- farfulló en susurro fuerte.
-Y qué madre sabia tendrá- exclamó Flame con voz profunda, confiada pero a la vez siniestra, sonriéndose de lado contemplando el gesto endurecido de ambos pegasos. -. Pueden retirarse ya- ordenó sin borrar la sonrisa para darse la vuelta y mirar fijamente a un fénix. "Quiero que apenas nazca mi bebé, se me notifique de inmediato".
-No puede apoderarse así de un bebé. No es suyo- exclamó Rainbow Dash con voz tenue pero firme -. No es un juguete, ni una cosa. Es…
-Mío- le interrumpió Flame en decir con seriedad -. Todo recién nacido es mi bebé. Es la generación de mi reinado y desde su nacimiento van aprender que a la única que deben seguir y adorar, es a mí- levantó la barbilla en alto -. Si los padres no les gustan, igual no me sirven si ya dejaron a un súbdito de mis tierras. Me voy a ir deshaciendo de la vieja generación para que mi Equestria se quede con verdaderos súbditos que sabrán apreciarme antes de siquiera poder hablar- concluyó en decir con severidad para expandir sus alas y expulsarse para volar sobre el suelo.
Las demás quedaron heladas, mirándose entre sí con la cabeza pesada.
Esto sólo iba de mal en peor.
…
El sonido sordo de la madera caer sobre otra, rompió un poco el silencio que los acompañaba de la noche, haciendo que la acomodada previamente del suelo, se deshiciera.
Una pegaso gris de melena rubia sonrió un poco en disculpa mirando a uno de pelaje naranja y melena azul que la acompañaba, sonriéndole de vuelta de manera despreocupada para volver acomodar la leña para después con unas rocas, provocar una chispa y hacer que se incendiara.
Derpy se apartó de retro una vez que el fuego se levantó, lo mismo hizo Flash, pero la pegaso se apartó aun más que él con un minúsculo y fino grito ahogado, haciendo que el pegaso se diera vuelta y la encontrara con un casco en su pecho y una expresión de angustia repentinamente decorando su rostro.
-Hey, tranquila, ¿Estás bien?- le preguntó acercándose hacia ella.
Derpy cerró fuertemente sus ojos tragando saliva. Pudiendo recordar unas mismas llamas levantándose de forma violenta a su alrededor, empujándola a un cuarto sin salida, dejando caer atrás a una enferma amiga suya...
Su cabeza se movió de arriba hacia abajo rápidamente en respuesta a la pregunta de Flash, pero descomponiendo el rostro pasándose un casco a un lado de su perfil, aspirando fuerte por la nariz inflando su pecho. Sonrió aun así forzadamente, abriendo sus ojos vidriosos para verlo.
-Sí, sí, lo estoy- contestó con voz quebrada para seguido darle el lomo y ahí entristecer libremente el rostro, sólo para sentir un casco sobre su hombro.
-Está bien llorar- le dijo comprensivo -. Apenas hace cuatro días perdiste a tu amiga, es natural que…
-Pero es que no puedo- suspiró muy abatida inhalando bastante aire para evitar un llanto -. No puedo porque estamos muy ocupados…bueno…- jadeó contrariada -…más bien ustedes. Yo no hago nada más que acompañar a Whooves. Pero no es como ayudarlo en su laboratorio. Esta vez tenemos el tiempo encima y trabaja bajo presión y necesita todo rápido. Yo no entiendo muchas cosas de lo que hace y no puede darse el lujo de tardar en explicarme primero para que pueda ayudarlo. Más soy un estorbo- para esas alturas, ya sus ojos se inundaban más de lágrimas y le temblaba los labios, desahogándose -. Todos tienen algo qué hacer, porque siguen el plan que ideó Bonbon y pues…Bonbon apenas recuerda que existo y no me da un qué hacer. Si estoy haciendo la fogata es porque me pediste ayuda- apretó los labios, resbalándose las lágrimas -. Bonbon me odia. Lo sé, sé que me echa la culpa de que Lyra debió salvarme de mi propia tontería y morir por eso. De seguro me cree muerta en el hospital también…
-Hey, no, Derpy- contradijo enseguida pasando un casco sobre sus hombros con una expresión apenada al ver llorar a la pegaso. -. No digas eso. Sé que Bonbon es un poco- "demasiado" pensó –intimidante y dura, pero lo es con todo el mundo- sonrió irónicamente -. Y ahora sólo lo está mucho más con esta misión que nos hemos embarcado. No es nada contra ti.
-Tú no la conoces- se quejaba con pena pasándose los cascos a la cara -. Ella es intimidante con todo el mundo, sí. Todo el mundo menos conmigo. Siempre ha sido muy linda y atenta conmigo. Me cuidaba mucho y me hacía sonreír. Y ahora ni me mira. Bonbon ya no me quiere. No quiere ser mi amiga y me duele mucho- terminó por decir para llorar quedadita ahí para no llamar la atención, aun con sus cascos en su rostro.
Flash pasó su vista a un lado, en serio con una daga en el corazón al ver llorar a esa pony tan tierna e inocente como lo era Derpy Hooves. De todo el grupo, se lamentaba que haya sido ella la que habría tenido que pasar esa tragedia escapando del incendio. No podía negarlo. Ella tenía toda la razón. Desde que volvieron en casa de Zecora y se pusieron a trabajar, Bonbon se había convertido en una máquina. Sin emoción ni expresión alguna moviéndose en automático en lo único que parecía programada: en la resistencia.
No participaba en alguna conversación u opinión que no se tratase de la resistencia. Si alguien por ahí decía algo para romper la tensión que encerraba el lugar y el resto se sonreía acompañada con una ligera risa, Bonbon parecía tallada en piedra con sus labios sellados en una línea recta, lo que incomodaba el esfuerzo de armonizar el ambiente para trabajar. Y a la hora de rodear el fuego en el descanso para comer, Bonbon no se unía con el resto. Ahora, agregando que había ignorado la presencia de Derpy en los días transcurridos después de tener que ser la que viera la vida apagarse de aquella unicornio.
-¿Por qué tanta tardanza?- interrogó para ironía la voz seca y pesada de Bonbon de repente.
Flash giró el rostro para encontrar a la terrestre crema con mirada dura y lisa que realmente era repelente para todo ser vivo. Estaba de pie a cierta distancia de la fogata mientras Derpy retiró sus cascos rápidamente de sus ojos. Se secó el rostro enseguida para forzar una sonrisa y darse la vuelta, elevándose un poco del suelo en dirección a la terrestre crema.
-¡Lo siento, Bonbon! Ya estábamos por…- decía pero cortó de pronto su oración cuando Bonbon le dio la cola sin decir nada para retirarse de allí -…avisar que…- dijo para nadie mientras su voz se extinguía y bajaba sus cejas curvadas, pasando su mirada triste al piso mientras volvía al suelo para sentir un casco sobre su cabeza, haciendo que mirara hacia la sonrisa de Flash.
-Descuida, yo hablaré con ella y…
-¡No, no!- negó enseguida con sus ojos alertas -. Por favor, no lo hagas. Ella…ella está muy ocupada y pues, todos los están para derrocar a esa malvada bruja- frunció el ceño enojada al nombrar a Flame -. Sólo no digas nada, ¿Sí? Por favor…- suplicó juntando sus cascos entre sí.
-Pero estás muy triste, Derpy…- murmuró apenado.
-Lo que sienta pueda esperar, yo me esforzaré a estar bien- sonrió con sinceridad -. Ahora lo importante es Equestria, ¿Sí?
Los ojos azules de Flash contemplaron de cascos cruzados el pedido de la pegaso, para terminar suspirando mal resignado y le asintió.
Pocos minutos después, empezaron a llegar el resto de ponies. Un escuadrón de los Wonderbolts estaban en el lugar por orden de la Capitana Spitfire, trabajando más que nada como centinelas ocultos sobre las nubes, de todo lo que ocurría en lo que alguna vez fue Ponyville, observando con impotencia que lo que hacían, era levantar los restos que quedaba de casas destruídas y a empezar a construir entrando y saliendo del semidestruido castillo de la amistad, como si restaurarán el pueblo pero obviamente, no para ellos, sino para Flame, bajo la vigilancia de los fénix que si alguno se atrevía a causar problemas o escapar...era preferible mirar hacia otro lado.
Todos rodearon la fogata sentándose en largo troncos de madera, murmurando entre ellos algunas cuestiones. Cuando Whooves se asomó entre el grupo, Derpy sonrió agitando las alas en alegría, más aun al ver que el corcel movía su cabeza de un lado a otro entre los ponies hasta que se detuvo cuando sus ojos encontró a la pegaso, sonriéndose para caminar recta a su dirección mientras Derpy levantaba su porción de la comida separada.
El corcel tenía una apariencia ciertamente desalineada producto del continuo trabajo y las noches en vela, obteniendo ciertas bolsas bajo sus ojos irritados y una marcada expresión de cansancio que apagaba ciertamente el rostro. Pero mientras sonreía y sus ojos azules la miraran con alegría, para Derpy, él seguía viéndose como un millón de bits. Le besó los labios apenas llegó y se sentaron juntos a cenar elotes asados y porciones de frutas.
Thunderlane comía su porción alrededor de algunos Wonderbolts, cuando una pegaso señaló con curiosidad en dirección a su casco.
-¿Por qué la liga?- preguntó. Thunderlane la miró aun masticando, para bajar la mirada al casco donde tenía la liga roja que le dio Applejack.
-Eso estaba por preguntar- dijo otra sonriéndose un poco -. No he visto que la usaras. Digo, no tienes la melena larga como para que la uses y pues...- se encogió de hombros.
-Mmm- emitió él terminando de masticar, pensativo, sin apartar la mirada de la liga -. Pues...hay una yegua que dejé atrás cuando escapé de Flame y...me sentí preocupado porque no quería irse y debía irme. Entonces ella para tranquilizarme, me dio la liga que adornaba su melena rubia y me hizo prometerle que se lo devolvería- sonrió suavemente -. Así que eso aseguraba que nos volveríamos a ver. Es raro, apenas he hablado con ella aunque vivimos en el mismo pueblo por años pero, ¿Quién no conoce a Applejack? ella siempre ha estado ahí, muy presente en todas actividades del pueblo, en su stand en el mercado con esa mirada distraída, y no hay como no conocerla o mirarla de lejos. Sólo...- se encogió de hombros suspirando -...sólo que ahora que ya no la veo como siempre a diario por ahí, creo que la extraño, pero al menos veo su liga y me siento mejor...al menos hasta volverla a ver de nuevo...- exclamó para levantar la mirada y encontrarse con la fija mirada de las yeguas, sin percatarse que se integraron unas cuentas más, mientras los corceles las miraba sin entender.
-¡AAAAAAAAAAAWWWWWWWWW!- chillaron todas para agitar sus alas y rodear de inmediato a Thunderlane, entre su confusión.
-¡Es muy tierno!
-¡Él es muy tierno!
-¡Ya casi no hay corceles como tú!
-¿Así de cursi?- farfulló uno de los corceles para ser reprendido con las salvajes miradas de las pegasos.
-¡Tú que sabes!- dijo una para volver su atención interesada y suavizada en Thunderlane -. Ya quisieras ser así de sensible, atento y adorable.
-Y guapo- murmuró otra pestañeando rápidamente.
-Ahh...- murmuró Thunderlane, viéndose como NUNCA, rodeado de yeguas bonitas, en forma, y lo importante, interesadas en él.
-¡Thunderlane!- lo llamó Flash no muy lejos de ahí. EL pegaso lo miró agitando sus alas alzándose en vuelo.
-¡Ya voy enseguida amigo!- avisó y miró a las yeguas -. Eh, disculpen- exclamó para volar hacia Flash mientras las demás murmuraban entre sí mirándolo irse con sonrisitas. -. ¡Flash!- exclamó hiendo junto a él. El otro pegaso sonrió divertido.
-Te estabas muriendo ahí.
-¿Por eso me llamaste?
-Seee- enfocó bien su mirada -. Para que no lo arruines.
-¿Eh?- torció el gesto -. No sé qué les pasó. No hice mis tácticas ¡No hice nada! Sólo conversé la historia de la liga.
-¡Exacto!- obvió con una sonrisa -. No hiciste tu teatro, así que no las repeló. Y tal parece la "historia de la liga" las animó positivamente- alzó las cejas -. ya sabes a lo que me refiero.
-Ahm...- parpadeó -. ¿Eso...creo? ¿yay?- sonrió falsamente. Flash lo miró mejor.
-¿No estás feliz? ¡Tienes yeguas interesadas en ti por primera vez en tu vida!- obvió dandole la vuelta para que mire en dirección donde las pegasos lo esperaban, todas al ver que miraba hacia acá, sonrieron y saludaron. Él saludó de vuelta pero con cero emoción -. Puedes usar la historia de la liga para conocerlas y ver cuál podría interesarte- volvió hacerlo mirar -. Digo, hay que buscar algo positivo y bueno que nos motive para seguir adelante y no dejarnos ahogar sólo en soledad y desesperación. Como Bonbon...-murmuró.
-...- Thunderlane lo quedó mirando, pensativo, para volver su mirar hacia las pegasos y después a su liga -. Pero ya tengo una motivación...- murmuró. Flash la miró extrañado, contemplando su interés observando la liga. Entonces entendió.
-¿La terrestre?- preguntó -. ¿Te interesa es Applejack?- dijo mirando que su amigo sólo miraba la liga con mucha atención -. Thunderlane, no te confundas. Ella es portadora de los elementos. Fue amable y buscó reconfortarte en esa promesa. No es que esté interesada en ti. No al menos como las yeguas de aquí justo ahora.
-Pues no estoy interesado en ninguna de ellas- expresó firme apartando la vista de la liga y mirar a su amigo -. Como dije, ya tengo mi motivación, algo o más bien, alguien positivo y bueno a quien encontrar y estar cuando todo esto termine- exclamó seguro de sus palabras, lo que impresionó a Flash, que al final, se sonrió, pasando un casco a un hombro de su amigo.
-Ya alguien asentó cabeza- sonrió y Thunderlane le sonrió de vuelta, asintiéndole.
-Entonces...¿Cómo me deshago de ellas?- interrogó preocupado señalando disimulado hacia atrás. Flash miró pensativo llevándose un casco a la barbilla.
Tres minutos después...
-¡WOOOOOOOOOOOOOW!- exclamaron las yeguas rodeando ahora a Flash.
-¡Perdiste tu ala en un ataque!
-¡Pobrecito!
-¡Eres muy valiente!
-Y guapo- agregó la misma de hace rato mientras Flash se sonreía conversando entre la atención de las pegasos.
-Siempre tuviste suerte con las yeguas. No cuenta- farfulló Thunderlane rodando de ojos mirando la escena comiendo de su elote.
En tanto, dentro de la casa de Zecora, Bonbon revisaba los planos que diseñaba Time. Había avanzado mucho. En serio admiraba que trabajara a esa acelerada capacidad para una máquina que acababa de perfeccionar en su idea original. Podría decir que alguien como él valía mucho en la Agencia Antimonstruos pero…no era algo que desearía para su amigo.
Un tosido llamó su atención, haciendo que sus orejas se levantaran y deslizara la mirada hacia la habitación a corta distancia de donde estaba, observando a Rarity echada en la cama con un casco sobre su boca sin dejar de toser y a Zecora estar a su lado lista con un vaso de agua para hacerle tomar. Sin inmutarse en ese rostro entiesado, Bonbon apretaba los dientes con impotencia y un amargo sentir, el ver que la unicornio blanca ya le costaba mucho levantarse de la cama. Ahora sí sus patas estaban tan débiles que cedía a caer al piso, y desde ayer, se la pasa la mayor tiempo dormida y cuando está despierta, sólo bosteza y está somnolienta, más echando la culpa a las inyecciones que disminuían el dolor. Según los últimos reportes llegados a Spitfire, escuadrones de los Wonderbolts han tenido que atender más ciudades atacadas por Flame y los fénix, prácticamente, era más a salvo mantenerse dentro del Bosque Everfree y vivir a escondidas con sigilio para no atraer ninguna criatura, a estar en alguna ciudad prontamente atacada. Era difícil trasladar a Rarity a un hospital, mucho peor en su estado, pero se improvisaban con las medicinas que aún tenía (algunas habiendo sido de Lyra) y las pociones de Zecora, hasta que un wonderbolt llegara de conseguir lo que le haría falta.
Bonbon volvió su atención a los planos de Whooves por todo el rato que duró el descanso hasta que el corcel volvió aparecer para continuar su trabajo y terminar de una vez el bosquejo bajo la mirada atenta de algunos ponies rodeándolo.
-Alguien me está respirando el cuello- farfulló sin dejar de trabajar y disimuladamente, Thunderlane retrocedió con una sonrisita cerciorando que nadie vea que se trataba de él.
-No entiendo nada de lo que haces pero es increíble- expresó Fleetfoot, una pegaso celeste de melena blanca, siendo la tercera integrante del trío más reconocido de los Wonderbolts.
-La magia no es lo único que puede cambiar la forma de ver y evolucionar nuestra realidad- exclamó el corcel soltando el lápiz para pasar su mirada en cada sección de su obra diseñada en un limpio y preciso dibujo con detalles internos, señalando en diferentes puntos números, de un objeto alargado en la que un extremo tenía un cono de punta
El corcel sonrió contemplando lo que para un artista sería una obra de arte, sin notar que tras de él los demás tenían diferentes muecas tratando de entender el extraño dibujo con sus cabezas ladeadas, como si así le vieran sentido.
-Me duele la cabeza de tan sólo de verlo- exclamó Thunderlane meneando la cabeza por todos los ángulos tratando de ver por dónde empieza y termina el boceto.
-¿Eso va a poder en serio romper y transitar bajo la tierra?- interrogó Flash aun incrédulo.
-¿Ven el cono?- preguntó señalando con un lápiz un extremo del dibujo, haciendo que todos se rejunten más a él, hasta quitándole luz sobre su mesa de trabajo -. Es una broca de acero que taladrará en un método de manufactura para producir ejes o cilindros huecos, así como un tubo, o un capilar grande o cavidad tubular, donde se procura que el diámetro del hoyo sea constante que…- se interrumpió al sentir un penetrante silencio, mirando sobre el hombro la mareada expresión de todos. Se aclaró la garganta -. Es un cono de poderoso material y filo que romperá la tierra y permitirá un camino recto que transitar.
-Aaaaaaaah- corearon a su vez.
-El cono funcionará a través de la cabina de control- continuó explicando con menos complicación, señalando el resto del dibujo -. Allí es donde habrá tripulantes que se trasladarán hasta el Imperio de Cristal. Lo más seguro es que podamos romper el cristal que cubre dentro del castillo para en serio no ser vistos por los dragones.
-¿Y dónde vamos a sacar ese cono?- dudó Spitfire.
-Eso déjenmelo a mí-pronunció Bonbon colocándose al lado del terrestre sin pedir permiso entre los demás, provocando empujones y ciertas malas caras, incluyendo a Derpy, que entristeció el rostro. -. ¿Qué es lo que te falta por terminar?
-Diseñar la cabina para albergar una fuente de energía lo suficientemente capaz de hacerla trabajar- hizo un mohín con la boca señalando con su lápiz la ubicación de un espacio vacío en el interior de la máquina -. Nunca he diseño una máquina de tal magnitud de fuerza y funcionamiento. El sólo pedalear o usar bomba hidráulica o de vacío, no va hacerla trabajar lo suficientemente fuerte para romper la corteza o hasta rocas.
-Una comprensión de rayos- murmuró para sí Bonbon, recordando viejos datos de planes a futuro de la Agencia que se vieron echando polvo después de que Celestia lo desmantelara por horrorizarse de sus métodos. Bonbon miró hacia Spitfire, que pensó a su vez.
-Bueno, pues, los rayos son una poderosa descarga natural de electricidad estática. Es una fuente de energía.
-Y en la fábrica del clima tienen rayos contenidos- exclamó Thunderlane. -. Se registran rayos de 1500 metros hasta al más extenso a los 190 km de longitud- concluyó, para observar las incrédulas miradas de todos, con media sonrisa. Él parpadeó con inocencia. -. ¿Qué? Me gusta mantenerme informado.
-Podría hacerla funcionar- murmuró Whooves pensativo, volviendo su vista a sus planos, empezando a borrar el bosquejo y diseñar la idea a partir de usar rayos para hacer funcionar la máquina conectando la fuente con la electricidad, terminando por levantar de nuevo el plano, pero esta vez, terminado.
Aun así, el resto de horas de la noche empezaron a terminar la lista de todas las herramientas y materiales que haría falta para pasar del papel a lo físico. Pasada la medianoche, todo el grupo discutía la locación de materiales y dónde terminarían construyendo tal máquina y de dónde partirían. Quedaron en pie principalmente Bonbon, Whooves, Flash y Spitfire en concluír ciertos detalles.
Con la llegada de algunos Wonderbolts, alrededor de la casa de Zecora habían tiendas levantadas a la hora de dormir, siendo el hogar de la cebra muy pequeño como para habitar más ponies de lo que de por sí ya había dado techo.
Habían cedido tiendas para los demás también, siendo Derpy que ya estuviese en la suya recostada con una manta lo suficientemente gruesa para aguantar el frío y la brisa que ganaba ritmo, acostumbrándose a la idea de que el Bosque Everfree tenía propio control de su clima, lo que ponía nerviosos a los ponies de una "presencia sobrenatural" controlaba todo esa extensión de tierra.
La pegaso estaba despierta aun pese estar en posición de dormir, estando acostada de lado hecha un ovillo, con sus ojos cerrados, cuando dado a un rato, escuchó el cierre de su tienda abrirse. No se movió sabiendo quien era el único que tenía el permiso para acceder a su tienda. Escuchó un suspiro de reconfortación seguido que sentía unos cascos abrazándola desde atrás, besándole tras la cabeza seguido de su cuello y su hombro, a la par que los cascos que encontraban entre sí sobre su vientre, cerrando el abrazando y se empezaron a mover delicadamente en su piel, haciéndola abrir los ojos y sonrojarse un poco, sintiendo agradable la caricia, aunque la verdad, no estuviese de humor para…saber a donde se dirigía estos mimos, aunque se equivocó, porque entonces los cascos se hundieron una y otra vez sobre su barriga, haciéndola sonreír de inmediato y patalear mientras una risa obligada se concentraba en su boca hasta escapársela.
-¡Oye, oye, no, ahí no, me da cosquilla!- se quejaba entre risas para ponerse bocarriba y mirar el rostro cansado pero sonriente de su pony especial.
-¡Por eso mismo!- le contestó, enterrando su boca a su cuello, besándola varias veces mientras seguía moviendo sus cascos en zonas que estratégicamente sabía era cosquilluda, bajo sus patas delanteras, el centro de su vientre y bajo sus alas que al llegar ahí, en inercia, las alas se extendieron abruptamente, golpeándolo en el proceso justo en el rostro. -. ¡Auch!
-¡Ah, lo siento!- exclamó encogiendo las alas, sólo para verlo acomodarse con medio torso sobre ella, ubicando los cascos alrededor de su cabeza, escupiendo a un lado plumas grises, haciendo reír a la pegaso. Whooves concentró su mirada en ella, lleno de ternura, escuchando su risa hasta que esta se extinguiera y se mantuviera una sonrisa sobre su rostro, compartiendo la mirada rodeados de un agradable silencio que sólo se rompía por algún grillo de por ahí para al final, él inclinarse y besarla delicadamente y posar su frente con la suya cerrando ambos los ojos.
-Sólo piensa, en los felices que estaremos cuando todo esto termine, ¿Sí? Sólo será una pesadilla que ya no estará.
-Sí…- le murmuró asintiendo y besarlo un poco, sintiendo mucha reconformación en su triste corazón mientras se mantenía abrazados. -. Te quiero mucho.
-Y yo a ti, Muffins- le besó la mejilla y frotaron sus narices sonriéndose entre el sonrojo mientras se devolvían un nuevo beso antes de dormir junto al otro.
En otra tienda, ingresaba Bonbon, siendo la última en irse a descansar de todos, aunque en realidad, no era que le importara mucho.
Todo el tiempo se sentía ansiosa de trabajar, de no quedarse quieta ni ponerse pausa. Pero en este momento ya no había nada más qué hacer. Ya todo estaba calculado y programado. Era necesario que los pegasos que saldrían a conseguir todos los materiales descansaran por el viaje que tendrían, así que cercioró los últimos detalles, viendo a cada uno entrar a su tienda hasta no escuchar ni un solo ruido.
Bonbon cerró su tienda contemplando su interior, estando solo una bolsa de dormir, una manta, y dos alforjas, la cual una, tenía cosida tres caramelos que representaban su Cutie Mark, la otra, por otro lado, tenía el diseño de una lira.
Los ojos celestes de Bonbon se quedaron observando quietos aquella última alforja. Aquella que había empacado con objetos personales de Lyra que tenía listo en caso de Emergencia, cosa que se cumplió cuando el hospital fue atacado. La terrestre caminó la pequeña distancia que la separada y sin inmutarse mucho, tomó aquella alforja y la abrió, contemplando entre algunas cosas, un objeto que sobresalía entre todas.
Su lira.
Bonbon lo tomó con mucha delicadeza, como si fuese de frágil cristal, contemplando el instrumento que tan prodigiosamente, la unicornio sabía tocar.
Lyra podía tocar varios instrumentos musicales con su magia, cosa que escasos unicornios podían lograr. Por algo había sido aceptada en la Escuela de Magia para Unicornios Superdotados, donde aprendió a tocar prácticamente todos los instrumentos, componiendo melodías preciosas, pero en lo que más se destacaba, era la lira. Cuando la tocaba, podía usar hechizos de armonización que hacia que el oyente pudiera apreciar la pieza musical en todos sus sentidos y relajarse amortiguando alguna angustia.
Lyra tuvo la oportunidad de pertenecer a la famosa orquesta de Canterlot, o ser solista dando conciertos, que sin duda le daría una descomunal fama, pero la unicornio había preferido una vida mucho más sencilla. Así era. Sencilla. Se mudó a Ponyville y daba clases en su casa a ponies de todas las edades, cualquier instrumento que desearan aprender. Y no mezquinaba al mundo de su talento, no solo otorgando conocimiento en las clases particulares, sino que solía sentarse en una banca del parque y se ponía a tocar su lira, en un improvizado concierto. Así fue como la conoció.
*Flashback*
-"Disculpa, - sonrió la unicornio a Bonbon, que tenía cierto rostro serio tatuado sentada en una banca del parque que al oír esa repentina voz, miró con cero interés de donde provenía, encontrándose con una unicornio menta de ojos dorados de melena estilizada en varias capas. De repente, fue ganando interés en su llegada -. Todas las bancas están ocupadas, ¿Puedo sentarme contigo?- preguntó gentil y Bonbon apretó los dientes sin poder responder, sintiendo la voz de la yegua muy…especialmente dulce, pero su rostro duro no le permitía envidenciar esa emoción, sino al contrario, una negación a su pedido. Entonces vio un mueca pensativa en su rostro -. ¿Ya dije que soy música?- sonrió más levitando su lira -. Puedo tocar para ti a cambio de que me hagas espacio en la banca, ¿Sí?- pestañeó varias veces sin borrar esa sonrisa de su rostro. Aquello derribó su resistencia. Con tal de que dejara de actuar y hablarle de esa manera que la hacía sentir "extraña", pero a su vez, incapaz de serle descortés como dejarle la banca para ella sola, Bonbon miró hacia otro lado y sin decir nada, se movió de a poco para dejarla sentar -. ¡Gracias!- exclamó contenta para sentarse sobre sus posaderas con su cuerpo en forma vertical, reposando el lomo en el espaldar de la banca. Bonbon abrió de más los ojos con desconcierto. De solo verla sentada en esa extraña posición, le hacía doler el cuerpo.
-Por Celestia, ¿Qué eres? ¿Acróbata?- jadeó de sorpresa y Lyra la miró encogiéndose de hombros.
-Meh. Es algo que hago desde potrilla. Supongo que mi cuerpo se adaptó- dijo para sonreírse de lado -. También puedo hacer esto- exclamó para colocar un casco trasero sobre el otro, cruzándose ambos, empezando a columpiar el que colgaba. -. ¿Genial, no?- exclamó mientras Bonbon veía con demasiada atención lo largo de sus patas cruzadas en aquella que le pareció una…atractiva posición, sintiendo que se empezaba a sonrojar para aclarar su garganta y fruncir el ceño, desviando la mirada.
-¿No ibas a tocar?
-¡Pero por supuesto!- exclamó para levitar la lira enfrente suyo, cerrar los ojos y las cuerdas con su magia, empezaron a emitir un melodioso sonido.
Captó enseguida la atención de Bonbon, pues era agradable ver a un unicornio tocar con magia, puesto que revelaba la gran concentración y talento para manejar la magia de tal manera tan detallada y meticulosa pero que más allá de eso, fue la dulce entonación que emitía el instrumento por el manejo de aquella unicornio, que mantenía una alegre expresión en su rostro de ojos cerrados mientras mantenía su cuerno iluminado del aura dorada que flotaba y manejaba la lira. De a poco, los ponies que pasaban, se sonreían pasando su mirada hacia la música, quedándose algunos un momento escuchando la bonita melodía de la unicornio y otros sí se quedaron hasta que concluyeran.
Hasta ese día, Bonbon no se había sentido tan…en paz con el mundo, no después de escuchar la pura y angelical melodía compuesta por esa yegua de reluciente sonrisa, que abrió sus ojos dorados llenos de una indescriptible belleza, perdida en su concentración para dar vida tal bella pieza musical que, al terminar, parecían despertar de un hermosa trance y se entornaban de vuelta vivaces y presentes a la realidad, enfocándose en los de ella con una espléndida sonrisa ladeada.
-¿Te gusto?- le engañó la mente en escuchar Bonbon, quien contuvo el aire expandiendo sus ojos.
-¿Q-qué?- parpadeó incrédula con mucha vergüenza y susto mientras la unicornio tomaba su lira al aire para abrazarla contra su pecho mientras le arruga un poco la frente.
-Que si te gustó- repitió refiriéndose a la tocada, habiendo escuchado mal Bonbon, que trataba de poner en orden sus pensamientos, sintiéndose agradablemente confundida en la magnética atracción que sentía por la yegua. Jamás se había sentido así por nadie, y se supone que vino a Ponyville a empezar a tener otra vida. No podía perderla.
-Soy Bonbon- fue lo que respondió casi en inercia, y la unicornio tiró una risa divertida.
-Veo que te gustó lo suficiente para ganarme tu nombre y deshacerme ese ceño fruncido- menguó su risa y estiró un casco. – Soy Lyra Hearstrings. Un placer, Bonbon- se presentó, con un apretón de casco que Bonbon escapó una agradable sonrisa, en lo bien que se sentía dejar entrar a su vida a esa yegua que se llamaba tal como el hermoso instrumento que tocaba, desde ahí nunca dejando ambas de compartir una banca".
Bonbon se metió en su bolsa de dormir, sin perder aquella mirada sobre la lira que posó a pocos centímetros de su rostro, para besarse un casco, y pasarlo delicadamente sobre lo largo del instrumento.
-Te extraño todo el día, todos los días…- murmuró con voz estrangulada, con los ojos que le ardían, aguantando con un nudo en la garganta algunas lágrimas para finalmente cerrar sus ojos y hacerse ovillo.
…
Era apenas temprano en la mañana. Una caravana de tropas de caballos de Arabia Saddle estaban galopando tras días de viaje, al fin encontrarse muy cerca de las tierras de Equestria.
Había alrededor de unos doscientos guerreros halando de carretas con suministros, kits de ayuda, joyas y por supuesto, armas de ser necesario atacar.
Todos los presentes llevaban puestos túnicas, llevando mantos de seda larga o chaquetas de algodón abiertas por delante. A su costado, colgaban una cimitarra, un sable con una hoja curva larga.
Cada uno disponía de integrarse a Equestria para reportar los hechos que estaban ocurriendo, así como ofrecer ayuda hospitalaria hacia los ponies más afectados.
No faltaba muchos kilómetros para atravesar la frontera, cuando reventó un proyectil en media formación.
La tierra retumbó mientras se salpicaba restos del suelo. Caballos aun ilesos que cayeron al suelo, contemplaron de pronto cómo la luz del sol se obstruía con el venir de descomunales dragones que se direccionaban hacia ellos, abriendo sus bocas para expulsar una enorme cantidad de llamaradas ardientes contra ellos, deshaciendo apenas en cuestión de escasos segundos, la existencia de los desinteresados guerreros que venían a prestar su ayuda a un reino amigo, entre los alaridos de dolor y agonizar de su carne chamuscándose, siendo contemplados por un bandada de fénix que al ver el aquel cuadro, no hicieron más que un par desaparecer de ahí, volando en dirección hacia Equestria.
En el norte, en una largada mesa tallada de una enorme gruesa madera, estaban sentados Cheese Sandwich y Caramel, ambos abrigados con frondosos abrigos para protegerse del penetrante frío de la mañana que hacía en Yakyakistán. Dado al tamaño descomunal que eran los yaks, los ponies parecían enanos en la mesa alta del comedor. Cheese tendría un sinnúmero de bromas qué decir, respecto a cómo todo era enorme aquí, pero se abstuvo de chistes, ya que por ahora no era el momento. No que el Príncipe Rutherford había armado hasta los dientes a sus guerreros a proteger el reino de los yaks, vigilantes las veinticuatros horas, en cualquier sospecha de enemigo, mientras se planeaban la idea de auxiliar a los ponies de Equestria.
Ambos ponies tenían un rostro ensimismado de incertidumbre, cuando se abrió las puertas del comedor de golpe, siendo Gilda asimismo usando un enorme abrigo.
-¡Han capturado a un dragón que merodeaba el área!- avisó sin preámbulo, haciendo que ambos terrestres dejaron su desayuno a medio comer para correr tras el vuelo de Gilda hacia donde ocurría los hechos.
Salieron del palacio para encontrarse con un bullicio de victoria entre los yaks, extasiados de orgullo, arrastrando el de un mediano dragón turquesa.
-¿Está…está…?- decía caramel sorprendido.
-¡¿MUERTO?!- carraspeó Cheese horrorizado halándose la melena.
-Estaba volando muy cerca de Yakyakistán y usaron catapultas para lanzarle rocas- trataba de contar Gilda elevando su voz dado a la efuvia celebración para los Yaks el haber matado un dragón.
-¡Pero eso no es motivo de celebración!- contradijo Cheese -. ¡Una muerte no es motivo de fiesta!- se horrorizó en decir para galopar enseguida hacia la aglomeración de yaks.
-¡Cheese!- lo llamó Caramel, para correr tras de él.
-Agh- suspiró Gilda en resignación y voló tras ellos.
-¡Hey, oigan!- vociferaba Cheese acercándose a los enormes yaks, viéndose minúsculo frente a su tamaño -. ¡Hey, muchachos!- intentaba hacerse escuchar, sólo logrando ser empujado, lo que lo hizo fruncir el ceño y sacó de la nada a su gallina de hule -. ¡Deshuesado Dos, yo te elijo!- exclamó para lanzar a la gallina, que cayó a la cara de un yak, lo que lo hizo frenar a raya, no sólo a él, sino a todos. Cheese asintió cruzándose de cascos -. Hum, así me gusta. Como decía…
-¡PEQUEÑO PONY GOLPEAR A YAK!
-¿Pequeño?- hizo una mueca mientras Gilda y Caramel llegaban a su lado, entonces Cheese rodeo su casco sobre su amigo y lo señaló -. Soy más alto que el corcel promedio.
-¡Oye!- se quejó el otro terrestre.
-¡GOLPEAR A YAK, DECLARAR LUCHA POR EL HONOR DE YAK!- aclaró bufando fuerte.
-¿Y el honor del dragón que acaban de matar?- encaró con enfado -. ¡¿Cómo pueden celebrar una muerte?! ¡Ni siquiera están seguros si era de los malos!- decía para aparecer repentinamente al lado del cuerpo del dragón -. Digo, los que rodean Equestria son enormes y malotes y hacen "Roooaaarrr" pero él…- dijo para lanzarle una mirada para aclarar -. ¡Ella más bien! ¡Es de los jóvenes! ¡Y ahora está muerta!- lamentó cayendo de rodillas apretando sus cascos delanteros con la cara al cielo, cuando los ojos de la dragón se abrieron de golpe a la vez que aspiraba fuerte, haciendo que Cheese baje la mirada y ambos se encontraran a los ojos, tensando el ambiente entre todos.
-¡ESTÁ VIVA!- vociferó un yak seguido de un grito de batalla en conjunto con los demás.
-¡Bestias bolas de pelo!- exclamó la dragón, que no era otra que Ember, para agitar sus alas con la intención de escapar, pero entonces dio un quejido de dolor para caer de vuelta al suelo, comprobando que tenía una ala lastimada, por lo que abrió su boca para expulsar fuego, pero lo que salió fue un minúsculo hilo de llama, dado que estaba un cero desde hace horas y volvía débil el potencial de su fuego, ahora sí viéndose con casi medio yaks encima, cerró los ojos ya pudiendo sentir la estampida.
-¡Alto!- se interpuso Cheese, Caramel y Gilda entre los yaks y la dragón.
-¿Podrían primero al menos darle el beneficio a la duda?- interrogó el fiestero.
-¡Por último, sacarle información si es que es de parte de ellos!- continuó diciendo Gilda.
-¡YO LE SACARÉ INFORMACIÓN!- vociferó un yaks levantando un enorme mazo y todos gritaron de júbilo.
-¡Agh!- se frustró Caramel con mala cara. -. ¿Hay algo que no hagan con violencia?
-…
-¡Me lo suponía!
-¡SE ESCAPA!- avisó uno de los yaks, señalando tras el trío, girando a ver como cojeando y sosteniendo con dolor el vientre, la dragón trataba de distanciarse, pero entonces entre griteríos, los yaks la rodearon y ella fue tomada de una extremidad a otra, incluyendo la cola, halabdola de un extremo a otro, peleándose entre ellos por ser quien se ocupe de ella.
-¡Deténganse!- gritó Gilda volando sobre ellos y halando al dragón sobre el torso.
-¡Sepárense por un minuto!- gritaba Caramel.
-¡No me hagan usar de nuevo a Deshuesado Dos!- amenazó Cheese alzando su gallina de hule.
-¡Agh, me hubiera muerto en la fosa!- se quejó Ember entre molestia y quejidos de dolor.
-¡BASTA!- reventó un ensordecedor grito que retumbó en todo el reino, escuchándose hasta eco y bien que por alguna montaña, se había provocado una avalancha.
Como si se haya presionado un botón, todos y cada uno quedaron estáticos en la posición en la que estaban, mirando en dirección que provenía el grito, reconociendo de inmediato que provenía del Príncipe Rutherford, que caminaba con prepotencia hacia todo el jaleo con su endurecida cara con sus ojos tapados por su propio pelaje.
-¡¿POR QUÉ TANTO ESCÁNDALO?!- ordenó en saber a sus subordinados, quienes aún estaban estáticos aglomerados entre sí sosteniendo a la dragón.
-¡YAKS ENCONTRAR DRAGÓN MERODIANDO EL REINO!- informó uno. El Príncipe enmudeció un momento para responder:
-¡¿QUÉ ESPERAN PARA EJECUTAR?!
-¡SÍÍÍ!- celebraron todos.
-¡No, Su majestad!- interrumpió Cheese descongelando su posición -. No puede matarla.
-¡¿POR QUÉ NO?!- preguntó molesto en un solo grito.
-Porque ella puede que sepa por qué los dragones se han aliado en desmembrar Equestria- contestó Caramel apoyando la moción -. No sé si sea asunto de honor ejecutar a cualquiera que le desagrade, pero es una posición valiosa de información que no puede desaprovechar para poder no sólo ayudarnos, sino proteger su reino.
-…- pareció meditar el Príncipe, pues su cara dura no expresaba nada y muchos no se podía ver sus ojos -. ¡PONIES ENTROMETIDOS TENER RAZÓN!
-¡Oiga!- corearon ambos.
-¡LLEVAR DRAGÓN A SANAR HERIDAS! MUERTA NO SERVIR! PERO ENCADENENLA!
-En serio…hubiera muerto en la fosa…- murmuró Ember mientras al fin era soltada de los yaks que la rodeaban, sólo para ser sujeta de uno bajo la amenaza de armas de los demás.
Al cabo de un rato, cuando estaba ya atendida de sus heridas, con sus alas vendadas, así como otras partes del cuerpo, con visibles cortes y golpes, y un brazo enyesado y recogido. Ember estaba enmudecida, realmente furiosa de su suerte, estando encadenada desde el cuello, cuando en el cuarto en el que reposaba recién, fue golpeado un par de veces para seguido abrirse. Con el rostro entiesado, la dragón miró entrar a Cheese y Caramel, seguido de Gilda y por último, el propio Príncipe Rutherford. Antes de que alguno dijera algo, Ember ladeó una sonrisa con una corta risa, sin apartarles la mirada mientras aquella risa fue alzándose, haciéndola por último reír a carcajadas. Los demás quedaron incrédulos de por qué se reía, aunque bueno, Cheese ya estaba empezándose a reír también.
-¿De qué te ríes?- le preguntó Gilda al terrestre.
-No sé, pero no bueno acompañar a alguien a reír- respondió sonriente ocultando su risa con un casco.
-Eh, oye, ¿Cuál es la gracia?- interrogó Caramel a la dragón, quien au seguía riéndose para terminar con una sonrisa arrugando su frente.
-En serio, jamás, jamás creí que un yak, ponies, grifo y un dragón estuviese en un mismo espacio.
-¡Claro que sí! ¡Somos amigos!- sonrió Cheese anchamente. Ember arqueó una ceja.
-¿Amigos?- preguntó con fastidio -. Agh- rodó los ojos -.¿Cómo pueden ser amigos unas bestias peludas, enanos cursis y una gallina subdesarrollada?- interrogó con seca ironía para enojo de los demás.
-¡Cuidado con lo que dices, mocosa!- exclamó Gilda enojada señalándola con una garra -. ¡No estás en condiciones de ponerte como la lagartija mezquina escupefuego que eres!
-¿Y si dejamos los insultos a un lado?- ofreció Cheese con sonrisa tensa pero Gilda siguió hablando hacia la dragón.
-¡Limítate a responder qué hacías en esta parte norte de Equestria! ¡Ni un dragón es lo suficientemente tonto como para estar en climas tan bajo cero!
-¡Eso no te incumbe! ¡¿No saben con quién tratan?! ¡Soy la Princesa Ember de Tierra Dragón!
-¡ESTAR EN TERRITORIO YAK AHORA!- intervino el Príncipe con severidad -. ¡DRAGONES ATACAR PONIES! ¡PONIES SER AMIGOS DE YAKS! ¡POR TANTO DRAGONES SER AMANENZA!
-¡Exacto! ¡Ustedes serán disque "amigos"! ¡Pero míos no!- vociferó con rabia.
-Pero podemos serlos- exclamó Cheese, llevándose una mirada severa de Ember.
-¡Claro que no! Los dragones se cuidan solos. Los dragones no necesita la ayuda de nadie. Por lo tanto, los dragones no tienen amigos, ¡Mucho menos de alguien que le aventó rocas desde la distancia, la casi matan, para terminar encadenarla al cuello como si fuese una mascota!- se molestó en recalcar tomando con su garra buena al grillete en su cuello.
-Tiene un punto- murmuró Cheese, pensativo.
-Eso fue sólo porque te creían una amenaza- respondió Caramel -. Los dragones están atacando quien salga o entre a Equestria y queremos saber por qué se relacionan con Flame.
-¿Flame? ¿Qué Flame?- preguntó en fastidio -. No sé de qué me hablan. Yo no tengo nada que ver con lo que rayos sucede en sus tierras ¿Y saben qué? ¡Ni me importa! ¡Lo único que me importa es recuperar a mi padre y mi hogar!- se le salió descargarse con rabia e impotencia, pasando su rostro a un lado.
-¿Tu padre?- preguntó Gilda de garras cruzadas alzando una ceja.
-¡Cállate!- ordenó regresando la mirada a ellos con la respiración agitada -. Por su culpa estoy herida y mis alas no me sirven quién sabe por cuánto tiempo. Sólo empeoran las cosas para mí. Gracias, "amigos"- ironizó.
-¿Qué pasa con tu padre?- interrogó Caramel. -. ¿Le sucedió algo? Podemos ayu…
-¡Que no necesito su ayuda!- interrumpió.
-¡CLARO QUE SÍ!- exclamó el Príncipe -. ¡DRAGÓN NO SER AMENAZA! ¡DRAGÓN SER SOLO UNA CHIQUILLA MALCRIADA Y CONTESTONA!
-¡Oye, mastodonte…!- se quejaba Ember.
-¡DRAGÓN SOLO TENER MIEDO!- continuó hablando Rutherford, para increíblemente, disminuir su voz -. Joven dragón disculpar a yaks. Tener sangre de guerreros. Pero yaks tener honor. Yaks proteger a los suyos, a amigos. Yaks querer ayudar a dragón a recuperar padre, pero dragón primero decir lo que pasó con su padre.
Los ojos carmesí de Ember miraron con seriedad al yak, para deslizar su mirada hacia los demás, que le regalaban una misma mirada atenta como confiable. Ember gruñó a lo bajo, en una lucha interna, viéndose realmente de garras atadas, muy reacia todavía, cuando de repente, el Príncipe Rutherford se acerca a ella, lo que la hizo ponerse a la defensiva, sólo para quedarse quieta al ver que alzaba una llave, y lo que hacía era quitarle el grillete del cuello. Aquello, le embargó una gran duda a su defensiva, mirando con rostro más ablandado al yak, incrédula de esa sensación de que en serio, estaba por ceder a la petición. Pensó unos segundo más hasta que exhaló con fuerza volviendo su entrecejo.
-No vamos hacer amigos aunque les cuente. Sólo serán… aliados.
-Es buen comienzo- aprobó Cheese sonriéndose con alivio con la conformidad de momento los demás.
-Supongo que no sabrán mucho de nuestras tradiciones- exclamó Ember aun manteniendo un rostro esquivo y serio -. Nosotros elegimos a nuestro líder con una competencia de fuerza y habilidad llamado El Reto de Fuego, quien supere todos los obstáculos, probará su valía hasta llegar al cetro que quien lo obtiene, automáticamente es considerado como el Señor Dragón y todos los dragones están a sus órdenes sin oposición alguna. Mi padre era el actual Señor Dragón, pero…- suspiró con impotencia -. Él empezó a despertar a todos los dragones corrompidos para abandonar Tierra Dragón. Traté de hablar con él pero...era como si no lo importase y me aventó con su cola de vuelta a tierra- recordó con tristeza ante la mirada atenta y preocupada de los demás. Ember entonces frunció el ceño -. A mi padre le hicieron algo para que cometiera esa locura. Él estaba muy lejos de estar corrompido como el resto de dragones- decía muy convincente para profundizar su ceño -. Y ahora un joven dragón se proclamó Señor Dragón sin cumplir la tradición de El Reto de Fuego y sin que sea oficial la renuncia de mi padre. Ahora no puedo volver a mis tierras o sino me tomará de prisionera por ser hija de un supuesto cobarde que abandonó su deber y aparenté mi propia muerte- enfocó su mirada al Príncipe -. Yo sólo volaba cerca de su reino porque…porque…- bajó el rostro avergonzada pero aun con mueca dura -…no sabía dónde ir…
-Aaawwww- jadeo Cheese para abrazarla con cuidado -. Necesitas un abrazo.
-Lo que necesito es recuperar a mi padre y suéltame sea lo que estás haciendo- reclamó sacudiendo su brazo bueno para que se apartara.
-Entonces…¿tu padre ordenó a los dragones corrompidos vigilar la frontera de Equestria?- pensó Gilda en voz alta.
-Más bien "alguien" hizo que su padre diera esa orden- dijo Caramel con seguridad.
-Flame- exclamó Cheese con un ceño.
-¿Flame?- exclamó Ember con demasiada atención -. ¿Quién es esa Flame y por qué dicen que controló a mi padre? ¡Díganme!
-Flame es una unicornio con poderes de fénix quien tiene dominado a Equestria bajo su poder- explicó Caramel. Ember parpadeó, pensativa e incrédula.
-¿Poderes de fénix? Por eso…- seguía pensando con demasiada importancia. -…por eso perdí a mi padre…
-¿Qué? ¿Qué dices?- exclamó Gilda acercándose atenta con los demás.
-Es una tonta leyenda…
-Créeme- exclamó Caramel –de donde vengo es más que seguro darle importancia las leyendas y cuentos.
-Pues, supuestamente hace siglos, cuando los dragones se asentaron a las tierras calientes y volcánicas para fundar Tierra Dragón, encontraron que ahí se asentaban fénix. El Señor Dragón de ese entonces, no quería compartir el lugar con las aves. Los dragones no dejaban vivir en paz a los fénix, hasta que de un momento a otro, todas las aves se aglomeraron entre sí, emanando una poderosa luz sobre el Señor Dragón, casi dejándolo ciego, pero tras ese hecho, el líder ordenó que cesara el castigo hacia esas aves y aprendieran a convivir con ellas, defendiéndolas siempre desde ese día. Es fácil creer que tras casi perder la visión, se asustó y proclamó esa orden. Pero es tan extraño que un Señor Dragón muestre sumisión y miedo, ahora por su cambio de parecer que jamás explicó, que se terminó rumorando que la propia luz que emanaban esas aves, había un tipo de poder que había obligado al Señor Dragón a que diera orden a que los dejara en paz.
Todos enmudecieron, receptando lo que Ember acababa de contar.
-No dudo que Flame tenga esa capacidad en los dragones entonces- exclamó Caramel.
-Ni plural, my friend, le bastó uno y el más importante para que los demás obedezcan- dijo Cheese.
-¡¿Entonces esa enana cursi controla a mi padre?!- vociferó Ember con rabia. -. ¡Debo hacer algo al respecto! ¡Agh!- se quejó con un gruñido al mover su brazo malo, recordando su estado físico -. ¡Y por su culpa estoy en malas condiciones para recuperar a mi padre y así la sociedad de mis tierras!
-Espera…- dijo Gilda sumida en sus pensamientos para enfocar su mirada en ella -. Tú quieres recuperar a tu padre y poder volver a tus tierras para recuperar el cetro de un tramposo.
-Tramposo y ladrón- reconoció con furia en imaginar el rostro de Garble usando el cetro de su padre. -. ¡Además de chamuscar hasta el último trozo de carne de esa unicornio que hablaban que alteró patas arriba nuestro reino!
-Y nosotros necesitamos ayuda para atravesar Equestria…- continuó diciéndose para sonreírse confiada -. ¿Te parece si te ayudamos a recuperar el cetro, a vengar a tu padre, recuperarlo y a la vez a tus tierras?
-…- calló Ember con incredulidad al igual que los demás.
-Creo que podemos ayudarte a eso, si tú te comprometes a nuestra alianza.
-¿Alianza?
-"Amigos de Equestria"- aclaró -. Fue un acuerdo diplomático encabezado por la extinta Reina de Equestria, para que todos los reinos trabajen juntos por el bien del otro. Esta calamidad que pasa los ponies y sin duda, ya está afectando a los otros reinos, es nuestra primera unión como tales. Si te alianzas oficialmente, como Princesa legítima que eres, líder temporal ahora que tu padre no está presente, nos comprometemos a ayudarte a recuperar el cetro, si tu reino cooperará con nosotros para ayudar también a recuperar la estabilidad de nuestros reinos.
-Tener el apoyo de los dragones, podemos combatir el fuego contra fuego- exclamó Caramel entendiendo al punto que iba y la ventaja con la que podrían contar.
Ember contempló la expresión confiada y decidida de Gilda, seguido de ver a los ponies y el Príncipe yak atentos a su respuesta. Una cosa era regañadientes recibir ayuda, pero… ¿Darla? ¿Comprometerse a…ayudar…a alguien más? ¿Y a ponies, grifos, yaks y sin duda a caballos? ¡Ni siquiera entre dragones se ayudan! ¡¿Cómo hacerlo con otras criaturas con las que jamás se llevaron bien?
Ember crispó la cara, siendo su prejuicio muy grande. En serio dudaba mucho comprometer la ayuda recíproca. De seguro a su padre no le gustará nada que se mezcle con los demás. Caería bajo.
Aunque…los yaks podrían ser bestias bolas de pelos, pero tenían honor. Los ponies eran melosos y cursis, pero tenían tanta empatía. Los grifos eran impacientes y malhumorados, pero prepotentes y decididos. ¿Y los dragones? Eran orgullosos, tercos, mezquinos y hasta se corrompen por el egoísmo y la avaricia. ¿Quiénes eran realmente las razas más evolucionadas? Pensarlo sólo la llenó de vergüenza, duda y…
-¡NO!- vociferó con fuerza, sorprendiendo a los presentes -. No voy a pertenecer a su alianza. No si debo codearme con su especie.
-¡¿ENTONCES DRAGÓN MALCRIADA PREFIERE PERDER A SU PADRE Y HOGAR PARA SIEMPRE?!- vociferó Rutherford severo.
-¡Claro que no!
-¡Entonces no seas una idiota!- reventó Gilda, también ardida por su prejuicio.
-¡Ya dije que no! ¡Me las arreglaré sola, como debe ser!
-No puedes hacer esto- suplicó Cheese -. ¿Qué prefieres, perder tu orgullo o perder a tu padre y jamás volver a tu hogar?- interrogó, y Ember temblaba de dudas.
-¡N-no juegues con mi mente!- exigió con enojo.
-¿MAJESTAD?- se abrió la puerta de la habitación, asomándose un yak.
-¿Y AHORA QUÉ PASÓ?- exclamó el Príncipe mirando al recién llegado.
-YAKS DIVISAR COLUMNA DE HUMO EN TELESCOPIO. DRAGONES ATACAR. POR UBICACIÓN Y DISTANCIA, SE CREE QUE ERAN PROVINIENTES DE ARABIA SADDLE.
-Debieron haber enviado tropas después de que Soarin llegara…- pensó Caramel en voz alta -. Ellos venían a ayudar…y ni siquiera llegaron que los alcanzó la…la…
-…muerte…- jadeó Gilda.
Ember receptó las palabras, ansiosa pensando en que todo esto debía ser una pesadilla, que seguía durmiendo, pero no. Todo esto no podría ser más real. Y perdió su vista en la mirada de esas tres especies distintas que han hecho a un lado sus diferencias, lamentándose ahora el infortunio de otra, para unirse a un mismo enemigo que tenían en común.
…
Parecía un día, dentro de lo que se podía decir normal, dentro de lo que fue ponyville, en trabajos forzados de desmantelar todo lo que quedaba, quedando sólo unas cuantas casas y locales en pie. Un par de horas para que llegara la noche. Cuando de repente, un grito impactó a todos.
-¡Ayúdenme, por favor!- se escuchó el desesperante grito entre los aun escombros de lo que fue el pueblo, un pegaso azul de ojos y melena verde volando desesperado -. ¡¿Alguien es doctor?! ¡Por favor! ¡Un doctor!- vociferaba entre la quieta y alerta mirada de los fénix sobrevolando la zona.
-¡¿Qué ocurre?!- interrogó Rainbow Dash volando de inmediato hacia el otro pegaso.
-¡Necesito un médico! ¡Yo no tengo idea de qué hacer!- decía preso de ansiedad -. ¡Mi esposa! ¡Está por dar a luz!
La cara de Rainbow se crispó con sus orejas echándose hacia atrás, maldiciendo en su mente. Al menos ciertamente aliviada de que Flame no estaba en el lugar, sin darse cuenta que un fénix atento a todo, salió volando deprisa de allí. Mientras, Rainbow se dio vuelta hacia la multitud de ponies.
-¡Un doctor! ¡¿Alguno de ustedes ha sido doctor?!- interrogó pero todos negaron con frustración, mirándose entre sí.
-¿Qué establos pasa?- llegaba Applejack, seguido de Fluttershy y Pinkie Pie. Rainbow se apresuró en explicar con un gruñido.
-¡La pony embarazada, ¿Recuerdan?! ¡Ahora parece que va a tener el bebé y no hay ni un doctor aquí!
-¡Ay, no!- aspiró Fluttershy posándose ambos cascos a los lados del rostro. -. ¡Yo creo poder ayudar!
-¡¿Tú?!- corearon todas.
-He ayudado a mis animalitos a hacer padres. Al menos tengo idea de qué hacer.
-En ese caso…yo ayudo a las crías de mi granja a nacer…- murmuró Applejack pensativa, pero no fue más para que su casco sea agarrado con fuerza por la pegaso amarilla y arrastrarla alzándola del suelo mientras volaba.
-¡Entonces vamos las dos a ayudar a ese pequeño a nacer, ya!- exclamó.
-¡¿Qué?!- abrió mucho los ojos mientras la pegaso se direccionaba con el padre enseguida, volando con ella hacia la casa en la que se habían refugiado, no muy atrás algunos ponies curiosos en lo que acontecía iban tras ellos.
Se adentraron a la casa y lo primero que los recibió, fue el profundo alarido de dolor de la yegua, haciendo que el pegaso volara de inmediato al fondo de la casa, paralizando a Applejack y sea Fluttershy la que actuara enseguida.
-¡Rainbow, Pinkie!- exclamó la pegaso a sus amigas, quienes terminaron de llegar enseguida -. Denme toallas ¡Ya!- ordenó y ambas corrieron a buscar lo pedido. Miró a la vaquera -. Vamos a lavarnos los cascos, de prisa.
-No puede ser…- jadeó la terrestre con algo en la garganta pero a la vez dispuesta en ser de ayuda, dirigiéndose enseguida al baño para limpiarse -. Ya hiciste esto antes….ya hiciste esto antes…- se repetía mientras inhalaba y exhalaba. -. ¡Pero no con una pony!- se descargó en decir con preocupación mientras volvía escuchar el gemido largo de malestar de la yegua.
-¡Por favor, apresúrense!- vociferó en súplica el corcel desde la habitación.
-Vamos, Applejack, podremos juntas- animó la pegaso mientras se sacudía los cascos -. Ese pequeñito nos necesita.
La terrestre empezó a asentir, tragando fuerte saliva tomando valor y ambas salieron de prisa del baño para llegar hasta donde se escuchaba un lloriqueo de dolor, ingresando a un cuarto con ciertos restos de derrumbe de un extremo de un techo, pero era el cuarto más estable de la casa como para descansar. Ahí sobre la cama, estaba una pegaso blanca, de melena rojiza y ojos cafés, con las sábanas destendidas de lo tanto que se removía del dolor, con sus cascos agarrados entre las sábanas y sudando mucho viendo a las ponies. Su esposo parecía perdido y desesperado sin saber qué hacer más que pasar el casco por su melena y hablarle para que aguantara.
-Tranquila, respira, todo estará bien, ya pasará.
-¡POR FAVOR, QUE SE DETENGA!- suplicó en grito agudo la yegua mientras Applejack y Fluttershy se acercaban a ella.
-Ya, no se preocupe, estamos aquí y detendremos el dolor- exclamó la vaquera.
-¡NO ME REFIERO A ESO!- gritó para lanzar golpes al tanteo hacia el pegaso -. ¡POR FAVOR, DETENTE, PARA DE HABLAR! ¡TU NO TIENES IDEA! ¡TE ODIO!- se descargó, dejando relajar un poco el cuerpo al parecer acabar la contracción. Agitó la cabeza descomponiendo el rostro empadado de sudor, mirándolo apenada -. No es cierto, te amo, Blue, pero deja de hablar. Me hace querer golpearte.
-Amor, golpéame si quieres, ¿Sí?- se sonrió tomándole de un casco acuclillándose a su nivel, haciéndola sonreír, pero entonces ella se aferró inesperadamente fuerte a su casco presionando la mueca del rostro en una seguida contracción.
-¡PERRO DESGRACIADO! ¡TE DIJE ESE DÍA QUE SE ME ACABARON LAS PILDORAS PERO NOOOOOO, ME TUVISTE QUE CALENTAAAAAAAAAAR!
-Por Celestia…- balbucearon ambas amigas mirándose entre sí.
-Las contracciones son muy seguidas. El bebé ya tiene que estar a punto de venir- exclamó la pegaso.
-Necesitamos que abra sus patas- pidió Applejack aun incomodada pero ya más centrada a la situación. La pegaso obedeció y cedió a que ellas le abrieran de patas mientras miraba a su esposo.
-Lo siento, amor- lloriqueaba la pegaso de nuevo ante el nuevo grito que pegó -. Ya quería tener un bebé. Fue una hermosa sorpresa pero…- jadeó -…mira en qué condiciones de nuestra realidad lo traemos…esa…esa pony nos lo quiere rebatar y…
-Lo sé…- le contestó intranquilo pero aún así, sonriéndole -…pero … todo va a salir bien, ¿sí?- exclamó siendo lo primero que se le vino en decir, inclinándose a besarle la frente mientras ella empezaba a jadear continuamente con una mueca exasperada.
-¡Llegamos!- chilló Pinkie Pie apareciendo al cuarto con Rainbow Dash, quienes no evitaron dar un respingo y un grito ahogado al ver el cuadro de la posición de la pegaso, seguido de que la yegua diera continuos quejidos inclinándose hacia adelante con toda su melena desbaratada colgándole sobre el rostro.
-¡QUIERO PUJAR!- gritó la yegua largo entre jadeos.
-¡Muévanse, denme lo que les dije!- exclamó Fluttershy y sus amigas se acercaron enseguida pero sin poder ocultar una mueca. -. Y quédense donde la podamos ver si la necesitamos.
-Carajo…- murmuró Rainbow pero asintió -. Claro. No te preo…
-¡AAAAAAAHHHHH!- empezó ya a empujar la pegaso aferrándose al colchón, enrojeciendo su rostro enseguida para echarse de golpe a la cama jadeando del esfuerzo que acababa de hacer.
-Bien, bien, descanse un poco- indicaba Fluttershy con la vista clavada hacia donde saldría el bebé mientras Applejack maniobraba sosteniéndoles las patas traseras. -. Sólo cálmese y respire.
-¡YA SÉ, YA SÉ!- farfulló rabiosa contrayéndose su pecho de su agitada respiración.
-¿Cómo se llama su esposa?- preguntó Applejack a Blue, que se encontraba muy tenso.
-Rose White- contestó sin descuidar ni un momento la atención hacia su esposa. La terrestre asintió para sí misma y miró hacia la madre.
-Okey, Rose. Toma aire y vuelve a pujar, ¿Lista?- decía y la yegua tomó una bocanada de aire apretando los dientes con fuerza para seguido volver a pujar y dejar brotar un nuevo alarido haciendo puño el rostro.
-¡Ahí está! ¡Veo! ¡Veo su cabecita!- celebró Fluttershy haciendo sonreír a los padres.
-Lo haces bien, Rose. Sigue. Sigue. Trae a nuestro bebé - animó mejor el pegaso con emocionada risa tomando el casco de su esposa y se lo besaba insistentemente. Ella asintió con decisión, respirando bastante para volver a hacerse adelante con ayuda de su esposo y con un fuerte alarido, pujó con todas sus fuerzas, concentrando la casa del grito.
-¡Applejack, prepárate!- anunció Fluttershy hacia su amiga, quien extendió enseguida la toalla, ya por ultimo enredándose entre el grito de la pegaso, un agudo llanto a la vez que Rose se echaba vencida de golpe a la cama al escuchar el sollozo de su bebé.
Fluttershy ayudó a deslizar el bebé para que salga, sosteniéndolo con cuidado en su delicado cuerpo para terminar aterrizando con delicadeza en los cascos cubiertos de la toalla de Applejack, viendo ambas sin palabras que describieran, el haber ayudado a traer al mundo a ese pequeño cuerpo moviéndose a centímetros de ella, aun cubierto de la placenta y sangre, pero encontrando la belleza especial de ese momento, viendo al bebé abriendo su boquita para llorar a pulmón, lleno de vida, pero se petrificaron al segundo después, al notar algo en él.
En tanto, el corcel reía de emoción al escuchar el llanto de su bebé, colocándose sobre su esposa para besarle los labios en celebración.
-¡Lo hiciste, amor, lo hiciste! ¡Somos padres! ¡Ya llegó nuestro bebé! ¡Vamos a conocerlo!- vociferaba llenó de algarabía, separándose con ancha sonrisa con la intención de traerle al recién nacido, sólo para empezar a borrarla, al ver el rostro pálido de la pegaso y su mirada vacía entre el sudor de su rostro -. ¿Rose…?- jadeó abriendo mucho los ojos, colocando los cascos sobre sus hombros y sacudirla, pero la yegua se dejaba sacudir como muñeca -. No, no, no, no. ¡Rose! ¡Rose!- empezó a gritar en pánico.
Fluttershy y Applejack se dieron cuenta cómo no dejaba de salir sangre anormalmente de la pegaso, manchando aterradoramente con rapidez toda la parte inferior del colchón de su sangre.
-¡CHICAS!- llamó Fluttershy a Rainbow y Pinkie, que se acercaron de inmediato -. ¡Ocúpense del bebé!- ordenó alarmada, contemplando ahora sí en pánico, algo que se le iba completamente de cascos.
Ambas ponies tomaron al bebé envuelto en la toalla y lo sacaron del cuarto, escuchándose a lo lejos su continuo llanto mientras se alzaba el grito del pegaso.
-¡¿Qué pasa?! ¡¿Por qué no responde? ¡¿Que tiene?!- vociferaba el corcel sujetando con fuerza el casco de su esposa, el cual se ponía muy frío.
-¡No lo sé! Creo…creo que sufrió un desgarro…- balbuceaba Fluttershy, viendo presa de pánico el como seguía saliendo sangre de la entrepierna de la pegaso.
-¡¿Qué?!- gritó el corcel.
-Su útero debió sufrir una ruptura por la fuerza al pujar- sacudía cubriendo sus ojos de lágrimas, viendo impotente junto a Applejack la considerable cantidad de sangre que se perdía -. ¡PERDÓN, PERDÓN, PERO AHÍ SÍ NO SÉ QUÉ HACER!- lloriqueó.
-¡NO!- jadeó con fuerza volviendo su vista a su esposa -. ¡Rose, Rose! ¡No hagas esto, Rose!- suplicaba casi sin poder respirar y sin sentir las lágrimas que escurrían por su rostro, viendo los ojos cafés apagados de la yegua, que terminaron por quedarse muy quietos, sonriendo minúsculamente la encontrarse con los suyos, antes de cerrarse sus párpados lentamente y su pecho dejara de llenarse de aire para suspirar el último aliento. -. ¡ROSE!- jadeó con rabia y dolor echándose sobre su cuerpo en un escandaloso llanto. -. ¡Rose, no, por favor! ¡No ahora, no ahora, Rose! ¡El bebé! ¡Ya vino el bebé! ¡Y nos necesita! ¡Yo te necesito!
Fluttershy no podía dejar de llorar, sintiendo que le agarraban el casco, lo que la hizo mirar a Applejack, que tenía sus ojos completamente vidriosos y el rostro descompuesto en pena, haciendo un gesto con la cabeza para salir del cuarto y dejar solo al corcel, escuchando su lamentoso llanto mientras insistía llamando a su esposa, suplicando que despertara, pero por supuesto, eso no ocurrió.
Fluttershy y Applejack pasaron al baño, en su propio silencio y lágrimas lavándose los cascos de la sangre, con el cuerpo monótono en responder movimientos mientras se escuchaba el lamento del corcel y de lo que acababan de presenciar. Minutos después caminaron a lo largo del pasillo completamente abatidas y conmovidas, secándose las lágrimas en el trayecto, cuando al llegar de lo que quedaba de sala, encontrar a Rainbow y Pinkie Pie ahí, siendo la terrestre rosa quien mantenía entre sus cascos al bebé envuelto en lo que parecía un trozo de manta amarillo, ya habiendo dejado de llorar y completamente limpio.
-¿Su mamá…?- preguntó Rainbow hacia sus amigas, señalando al bebé preguntando por la yegua, sólo para ver que le asentían con mucho pesar la obvia situación. Entonces la pegaso entiesó el rostro, temblando un poco mientras su rostro se descomponía de ira -. ¡Esa maldita!- gruñó con desprecio, sabiendo las demás que se refería a Flame -. Maldita porquería, ¡Es su culpa, su culpa por traerla aquí!- se descargó casi gritando, pero sus amigas hicieron amonestaciones que ahora no era el momento para ello.
Conservaron un silencio tanto por respeto a la reciente pérdida del corcel, como para que el bebé se mantuviese tranquilo que, dado al paso de los minutos más tarde, ese silencio se rompió.
-¿Dónde está?- escucharon de repente la voz del corcel, todas poniéndose atentas hacia la entrada del pegaso en donde estaban, con un rostro demacrado como serio -. Mi bebé, ¿Dónde está?
-Aquí- respondió Pinkie con voz quedita, caminando hacia Blue con el recién nacido acuestas.
Sin inmutarse, el pegaso la dejó acercarse, bajando la mirada hacia el pequeño bulto que cargaba entre sus cascos, entregándoselo. Blue tomó al bebé con seriedad pero aun con los ojos cargados de lágrimas, apartando un poco la manta para contemplar, a un potrillo blanco de melena rojiza que, con dificultad, abría apenas sus ojos, evidenciando unos ojos verdes, tales como los suyos. El ver que había heredado el pelaje y melena de su madre, lo hizo cargar más de lágrimas los ojos, ardiéndole el corazón, profundamente conmovido, levantando un casco sobre el bebé, pasándolo por su rostro en una delicada caricia y éste, reaccionaría moviéndose un poco con un pequeño entrecejo, como si le molestase el roce. El corcel sonrió mientras se le caía una lágrima. "Vas a tener su humor", pensó agridulce, sosteniendo más cerca al recién nacido sobre su pecho y cerrando más sus cascos entre sí sin poder apartarle la mirada fascinada sobre el pequeño, inclinándose a depositarle un pequeño beso sobre su mejilla, haciendo aterrizar sin querer una lágrima mientras el bebé ablandaba el rostro, más calmado.
-Es… es macho- exclamó Applejack entre el silencio que se cernió. -. Y es…es…- decía, pero entonces unos gritos de afuera hicieron a todos mirar en dirección hacia donde estaría la calle con ojos ampliados. -. No…- jadeó sin aliento.
De alguna forma, Flame había llegado justo a tiempo.
...
Como verán, dividí el siguiente cap. Sentí que se hacía algo pesado y se extendió más de lo que pensé. Dado que la otra parte es...es...ya lo verán.
Esta misma semana planeo subir la a continuación así que ¡Atentos!
So, gracias por leer, dejen review y...
¡Sunny honey, fuera!