Lo Que Somos Ahora
Chapter 47: Empezar Por Mí, Para Ti
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Para Ti
Habían hecho a un lado las sábanas para permitirle que se siente. Carrot al principio se tambalea. Habia pasado diez días en coma y no había tenido otra posición que no sea el que estuviera recostada, por lo que apenas despertó del sedante, el médico la preparaba para empezar a trabajar las piernas asi como comprobar la estabilidad de sus pies.
Carrot estaba sentada con los ojos cerrados concentrando aun esa expresión de angustia, abriendo sus ojos para mirar al doctor con un gesto cohibido e inseguro mientras acercaba el suero del que estaba conectada.
Una enfermera se acerca ofreciendo su brazo y la pelinaranja se sostiene con ambas manos, un tanto ansiosa, bajándose de la cama al suelo, marcando más su aligerado ceño en una mueca de sorpresa, al no sentir el frío suelo del cuarto.
Bajó sus ojos, como asegurándose si realmente había aterrizado al piso, viéndose de pie agarrada de la enfermera como soporte, pero sentía como si flotase, que sus pies no llegaban al piso porque no lo sentía. Expulsó aire de la boca remojándose los labios, viendo como difícilmente hacía retorcer sus dedos entre sí, pero no percibía su sensibilidad. Se sentía como si no tuviera pies de los cuales sostenerse y caminar.
Un nudo en la garganta empezó a estrangularla de a poco, escuchando indicaciones del médico. Trataba de concentrarse en lo que le decía, pero las ganas de llorar le nublaban la atención. Aun así, insistieron en que intentara dar los primeros pasos. Algo tan sencillo como poner un pie delante de otro. Pero sólo podía estar ahí parada, literalmente plantada, apretando sus tiesos labios entre sí parpadeando nuevas lágrimas, pesándole mucho la cabeza y el corazón.
Seguía escuchando su insistencia de caminar al menos medio metro aunque no sintiera el piso, siendo bien sujetada de la enfermera de un lado y del médico del otro, pero sólo bajaba la cabeza escurriendo su cabellera hacia adelante, en un forzado llanto fino que retenía uno más grande.
Se sentía intimidada y muy pequeña bajo sus miradas y órdenes que a regañadientes tenía que obedecer, sintiéndose incómoda e intranquila, casi asfixiante.
Entonces despacio, levantó la cabeza hacia el doctor con una mirada suplicante, con torpe hablar como si temiera levantar más la voz.
La puerta de su cuarto se abrió para que el médico se asomase en ella hacia el pasillo para comprobar que Applejack seguía ahí que, al escuchar la puerta, la rubia hizo a un lado una revista que ojeaba sin mucho interés para alzar los ojos enseguida a él, expectantes.
Applejack había decidido esperar que volviera en sí, haciendo que las demás se retiraran después que el médico anunciara que la paciente no recibiría más visitas. Pero la rubia como terca que es, se quedó. Después de todo, Carrot aún estaba muy sensible y desorientada como para que todas las chicas entrase a confundirla más, pues ninguna era amiga de Carrot Top como tal. Aunque Applejack tampoco, al menos había sido la persona que mayor contacto acababa de tener.
Para sorpresa de Applejack, el doctor la dejó pasar alegando que Carrot había preguntado por ella. Ella no dudó dos veces en ponerse en pie y entrar a la habitación.
-¿Carrot?- se acercó una nueva voz y familiar, que hizo a la pelinaranja levantar enseguida su mirada aguada, para ver a Applejack cruzar la habitación acercándose a ella.
La expresión de esos cohibidos ojos y su rostro inquieto de ansiedad hizo que la rubia desacelerara la prisa de su marcha para no incomodarla, sólo la miró infinitamente conmovida y atenta, con una prudente sonrisa levantada con firmeza y muy amable, comprensiva en su rostro llegando hasta ella, con sus ojos verdes muy despiertos y suaves mostrándose enternecidos al verla.
Carrot al ver al fin un rostro puramente amistosa, pudo sentir un poco más esfuerzo en ella de relajar su inquietud y el temblequeo de su corazón aunque por supuesto no por completo, de todos modos avergonzada, cayendo en cuenta en cómo sus ojos se habían colgado en la recién llegada, con unas inmensas ganas de llorar de alivio como ilusionados de que no se había marchado, con sus ojos también verdes muy abiertos y prendidos de inocente incredulidad, como cuando un niño en plena obra escolar ve recién llegar a un padre que había creído no venir.
Carrot bajó sus cejas curvadas desviándolas más apenada y culpable de que a estas alturas aun estuviese Applejack aquí. La rubia contempló ese rostro cargado de tales expresiones que sólo la hizo sonreírse más con un infinito sentimiento de ternura, al ver lo tierno que podía ser ese mismo rostro esquivo y altanero que alguna vez fue, más aún cuando miraba un nuevo paseo de delgadas hilos de lágrimas que ganaban grosor mientras serpenteaban por la cara de la pelinaranja, no estando del todo segura de por qué lloraba.
La vaquera entornó sus ojos comprensivos y levantó ambas manos para pasarlas por su rostro con cautela por algunos cortes y golpes que le marcaba entre su pálida piel, a su vez apartando el cabello de la cara y atrajera enfrente de vuelta su rostro para que la viera y así trabajar mejor en cuidarla, tal devoción y compromiso, como si fuese un miembro más de su familia.
Carrot se dejaba hacer, incrédula de saber que aun siguiera Applejack ahí, pues no entendía razones para que lo estuviese, pero aun así, sintiéndose segura de su presencia. Sentía mucha vergüenza por haber llorado, pero quería al menos un rostro que le inspirara confianza y comodidad.
-Sé que es duro- le habló al fin Applejack sin dejar de acomodarle sus hebras onduladas naranjas tras sus orejas, sin inmutarse el mojar sus palmas de sus lágrimas ni del rostro decorado de heridas –y que te asusta- agregó con ese mismo tono delicado y suave, sin perder esa cálida emoción de atenderla –pero créeme- sonrió más mirándola detenidamente –tú puedes hacer lo que sea- habló con sobrada confianza hasta soltando una ligera risa de obviedad, meneando la cabeza. Carrot parpadeó con sus ojos aún vidriados, insegura.
-¿Tú crees?- murmuró casi inaudible. Applejack levantó ambas cejas como su sonrisa, entretenida.
-¿Alguna vez he mentido?- reprochó con un tono divertido y Carrot sonrió un poco, apenas levantando la comisura de sus labios, negando con suavidad la cabeza. -. Entonces confía en lo que te digo: tú puedes con esto.
Esta vez, Applejack le tomó las dos manos hacia adelante, incitándole a dar esos primeros pasos de prueba. Aun con entrecejo partido en ansiedad, Carrot empezó a mover lentamente los pies, moviéndolos delante de otro con pasos muy cortos, con su mirada prendida hacia ellos, caminando paso a paso en un piso que parecía estar hecho de nubes entre el silencio que envolvía el cuarto, dado un momento en tropezarse con su propio pie al mover uno antes de tiempo que el otro, tomándole más fuerte las manos Applejack y la enfermera se pusiera más atenta tras de ella arrastrando el soporte del suero.
Applejack mantenía una mirada fija sobre la pelinaranja mientras caminaba de retro y la hacía caminar hacia delante, dándose cuenta de cómo sus pies se posicionaban hacia dentro, en una posición chueca al caminar, resistiéndose de sentir las manos frías de Carrot, apretándose con las de ella.
Sólo dio unos diez pasos y al médico decirle que debía dar la media vuelta para regresar en dirección de donde partió, fue lo más difícil de hacer. Posicionar los pies girando el cuerpo y moverlos a su vez la hizo tambalear demasiado, aferrándose más al apoyo que era Applejack. La rubia le hablaba en voz baja y con suavidad un "tranquila" "lento" "descuida" "respira" al ver como Carrot se mordía los labios involuntariamente en ansiedad, sólo para quejarse del dolor por cómo estaba su boca en mal estado y se empeoraba los labios en mordérselos, dándose la vuelta con mucha dificultad y desequilibrio, lográndolo con ayuda y apoyándose, caso contrario, ya habría caído al suelo apenas en el primer intento. Carrot volvía a caminar hacia la cama, pero esta vez más intranquila y angustiada, más ansiosa en llegar para acabar con esto, lo que la hacía intentar dar pasos más rápidos y provocaba que se tropezara más veces, doblándose los pies y gimiera de dolor por el cimbrón que daba a su cuerpo lastimado.
-Vamos, no te desesperes- la alentaba Applejack agarrándola firme de los brazos.
-Lo siento…- le murmuró con voz presionada, aspirando fuerte por la nariz mientras se le enrojecía la cara del llanto que tragaba desde los diez minutos que llevaba en solo una ida y vuelta de veinte pasos en total.
Applejack sentía una enorme presión en el pecho de impotencia, inevitablemente pensando que, si fuese Golden la que estuviese en estos momentos, habría sido todo mucho más difícil y complicado, imaginándose la clase de palabrotas e insultos que le tiraría a todos, que se repelara de las manos que intentaran sostenerla para equilibrarla. Terca, amargada y furiosa con su orgullo herido al depender tanto de alguien más. Pero el que sea Carrot no lo hacía mejor, pues aunque no respondería como lo haría Golden, sí estaba reaccionando con desesperación e impaciencia tal cual ella.
Cuando al fin llegaron a la cama, Carrot encogió los brazos, provocando que Applejack ya la soltara, viéndola posar las manos sobre el colchón y querer recostarse de nuevo. El médico volvía a hablar, y la pelinaranja sólo podía estar con una mirada vacía y apagada entre el vidriar de lágrimas contenidas que le estrangulaban la voz, completamente abatida escuchando lo que el doctor puntualizaba con el funcionamiento de sus pies, en un diagnóstico muy incierto.
Applejack escuchaba pero tenía su mirada concentrada en Carrot, y le desesperaba ya su expresión de desesperanzada que mantenía, con su rostro carente y muerto de emoción, profundamente triste, pasando del miedo, a una segura depresión, preocupándose mucho.
Cuando el doctor y la enfermera se retiraron, ambas quedaron solas, en un silencio que Applejack pensaba como romper, ideando algo, pero entonces algo más lo hizo, y ni fue ella ni Carrot, sino su celular.
Su tono empezó a sonar escuchándose estridente. Los ojos de Carrot reaccionaron solo un poco al mirar en dirección de Applejack, quien sonrió en disculpa registrando sus bolsillos.
-Lo siento, ya lo…ya lo apago- avisó sacando el celular de una vez.
-No te preocupes, contesta, por favor- exclamó forzando una débil sonrisa -. Has estado aquí bastante tiempo. Ha de ser tu…tu familia- terminó por decir con dificultad por la última palabra, tomando aire de más que la hizo resoplar.
-Es solo un mensaje- avisó iluminando la pantalla del celular para leer la notificación del mensaje:
"¡Te extraño!
¡Moriré!
¿Quieres que muera?
D:"
No había necesidad siquiera de leer el remitente para saber quién enviaba el mensaje.
Applejack no pudo evitar soltar una sola sonrisa que le cayó como una gota de color en el estado de ánimo gris que tenía hace pocos segundos y bastó más darle algo de vida. Carrot Top la miró entornando sus ojos con un poco de amargura, pero después sonrió un poco, esta vez una sonrisa de verdad.
-Es… es él, ¿cierto?
-¿Eh?- alzó la cabeza Applejack parar mirar la minúscula sonrisa de Carrot.
-Thunderlane- se aclaró mejor haciendo puños las manos -. ¿Es él, cierto?
-¿Cómo lo sabes?- interrogó arrugando su frente con intriga. La pelinaranja se encogió de hombros mirando hacia otro lado mientras su mente divagaba.
-Siempre sonríes diferente con él…- murmuró esbozándole más la sonrisa, divertida -. ¿Y cómo no hacerlo? ¿Verdad? Es muy divertido y tierno. A su lado no hay como aburrirse- sonrió más, tan alto como Applejack pudiera sentir que ella lo hacía por él -. Siempre parece tan lleno de vida y despreocupado. Parece cómodo consigo mismo y hace que uno se sienta cómodo con él. Es distraído, impulsivo y sentimental, pero es recto, honesto y leal. El cómo se ríe. Se expresa exagerado y dramático. Titubea cuando se pone nervioso. Cuando hace esa mueca de duda. Podría ser la persona favorita de cualquiera que sepa apreciarlo tanto…- para esas alturas, sus ojos verdes se habían perdido en algún lado y sus mejillas lastimadas y pálidas, resaltaban el rubor que fue expandiéndose mientras hablaba, cada vez su voz más ahogada en el nudo de la garganta que le apretaba, hasta que sintió regresar en sí y deslizó su mirada hacia abajo un momento y sus cejas se pusieron rectas, pensativa, para regresarle la mirada a Applejack, quien no sabía cómo reaccionar, sintiéndose entre conmovida, sorprendida y más que nada incómoda, que cuando la vio, la rubia levantó una forzada sonrisa que parecía quebrarle el rostro -. Tú y él…- empezó diciendo dubitativa y Applejack fue descendiendo la sonrisa -…Thunderlane y tú son…ya son….
-…- la quedó mirando, tiesa de incomodidad, imposible de mentir de lo que sabía por dónde iba -. Sí. Somos pareja.
-Oh…- soltó como un suspiro alzando ambas cejas, pero a las comisuras de sus labios se levantaron con sinceridad -. Ya era hora…- murmuró alzándose sus pómulos pero a la vez, sus ojos ganaron un brillo -. Él se moría por ti y eras dura con él pero en serio que bueno que le dijiste que sí- reconoció Applejack que decía con profunda honestidad pero su voz salía fina y de sus ojos, se desbordaron rebeldes lágrimas que la hicieron apartar la vista de Applejack, avergonzada.
-Carrot…- la nombró sin saber en serio qué hacer ante tal situación pero la pelinaranja sacudió la cabeza aun con la sonrisa alzada devolviéndole la mirada mientras al pestañear, se le salía una nueva tanda de lágrimas que se escurrían a lo largo de su rostro.
-No, en serio, estoy feliz que sea así. Él se moría por ti y ahora debe estar muy feliz pero…- calló un momento cerrando los ojos, expulsando aire pesadamente -. Sólo…eso no evita…que duela un poco…- sinceró llevándose una mano sobre el pecho, abriendo sus ojos en una expresión preocupada y suplicante -. En serio lo siento. No quiero incomodarte. Eres muy linda y muy buena y... era obvio que te elegiría mil veces a ti. Lo sabía, peor aún así…duele…sólo un poco…- sonrió con falsedad temblándole los labios -…lo juro…-mintió y Applejack lo sabía. Sí que le dolía -. De todos modos…yo no soy nadie.
-Carrot, no…
-Por favor, Applejack…- jadeó cerrando los ojos conteniendo la respiración -. No hagas menos esto…- suplicó abriendo los ojos con un entrecejo -. Siempre quise mostrarme servicial y feliz en la escuela pero siempre…siempre sentí ese vacío. Esa sensación de que…no soy nada ni nadie para alguien…- jadeó con mucho cansancio -. Ahora estoy segura de eso. Estoy perdida de mí misma. Lo único que recuerdo son escenas confusas de la escuela y la última fue del baile, que fue hace ya un mes- entrecerró los ojos -. Ni siquiera recuerdo nada de las siguientes semanas. Lo que me pasó. No estoy segura qué me agrada hacer o decir. Si tuve familia, si tenía amigos- cada vez su voz se perdía -. No tengo pasado, no entiendo mi presente y mi futuro es completamente incierto- la miró temblándole la barbilla y la mirada nuevamente vidriada -. Entonces dime, ¿Quién querría a alguien como yo?- interrogó para mirar hacia abajo abultando un poco su labio inferior, haciendo que sus cabellos se deslizaran hacia el rostro -. Ahora ni siquiera tengo buena salud- apretó los dientes, pasando sus manos por su torso -. Siento sólo dolor en respirar. Heridas tapadas por mi cuerpo que deben dejarme marcada. Mi rostro…- murmuró cerrando los ojos y levantó sus manos a lo largo de su cara decorada de cicatrices y golpes, cerrando sus ojos pasándose las yemas de sus dedos en sus labios destrozados, cerrando con más fuerzas sus párpados entre sí -…y ya no podré caminar…
-Claro que lo harás…- aseguró Applejack y se inclinó a tomarle una mano para llamar su atención, haciendo que la mirara con movimientos mecánicos, impacientando ya a Applejack de su actitud tan abandonada. -. Tal vez no como antes, pero lo harás. Lo sé, porque creo en ti, Carrot- reflejó en sus palabras con firmeza y seguridad -. Creo en todo el coraje y la fuerza que tengas y que no te haga dejar por vencida jamás. Para ti ni el cielo es el límite y rompes todo lo que se te pone por delante. Eres fuerte, decidida…
-Applejack…- la nombró sin inmutarse mucho con sus ojos empañados de una nada -….lo siento, pero tú no me conoces- murmuró y sólo buscó de nuevo acostarse con aquella mirada apagada muy desplomada.
La vaquera quedó enmudecida, tratando de escarbar algo en su mente, contradecirle. Ella se sentía incapaz de improvisar algo que alentara a Carrot Top. Intentaba pensar algo con qué distraerla, pero estaba atada de manos. Carrot Top…no conocía a Carrot Top. Pero debía intentar algo. Tratar de llegar a ella aunque...no lo había hecho con Golden. Ni la propia Bonbon quien la conocía mejor. Applejack deslizó su mirada hacia la muñeca en la que tenía la cicatriz de una profunda cortada que se autolesionó ella misma en el pasado. ¿Qué le aseguraba si esta desdicha, no la inclinará a acudir a lo mismo? Tragó fuerte saliva, queriendo evitar pensar eso, pero era inevitable.
Volvió en sí cuando Carrot con dificultad, se acomodaba para darle la espalda, sin darse cuenta en cómo cerraba los ojos, llena de vergüenza y sin esperanza en escuchar algo que verdaderamente la motivara.
-Tal vez no tenga las palabras correctas ahora- se rompió el silencio con la voz de la rubia, que se inclinó a tomarle una mano para llamar su atención, haciendo que la mirara en automático prácticamente. -. Pero me quedaré y dedicaré tiempo en descubrirte para decirlas, porque no estás sola, no al menos ahora, ¿está bien?
La rubia observaba la mirada lejana y abandonada de su amiga, que se expresaron inmediatamente absortas con de vuelta atención a ella. De vuelta en incredulidad.
-Está…bien…- respondió con voz aligerada en un parpadeo rápido.
No bastó decir nada más que no se haya dicho ya, y sólo la acompañó en su silencio, no dejándola a olvidar en ese cálido apretón de manos, que no estaría sola, terminando Carrot por dormirse y Applejack deslizó un pulgar en su mejilla para secarle la rebelde lágrima que se le escapó entre sueños, pensando que tenía algo qué proponer, discutir y solicitar.
…
Bonbon empujó un pesado suspiro mientras posaba su cabeza sobre la pared del baño, con su mirada hacia abajo, dejando que el chorro de agua la cubriera.
No sabía cuánto tiempo estaba durando este baño, pero el suficiente para que las yemas de sus dedos se arrugaran como pasas. Hace unos minutos atrás, Lyra había golpeado la puerta preguntando si todo estaba bien. Pero la pregunta quedó tan fuera de lugar que Bonbon no contestó y pareció que la propia Lyra se dio cuenta de la imprudencia y mejoró la pregunta diciendo que si debía preocuparse que tardara tanto.
Bonbon hizo un mueca, sintiendo lo pesado que estaba su vestido empapado bajo el chorro de agua. Solo se había metido vestida sin molestarse a nada.
Y es que a Bonbon le costaba respirar, estrangulada con esa sensación de que nada tenía sentido. Había perdido tanto, que se aferraba con lo poco que ahora tenía y podría darle felicidad, aunque por ahora el dolor era desafortunadamente descomunal, que no podría apreciar del todo bien lo que la rodeaba.
Estaba consciente que tenía un grupo de personas que se preocuparán por ella y que aunque se esforzara en alejar, estarían al pie por si necesitase algo. Pero en serio no quería hacerlo. No tenía la paciencia ni la fuerza de estar con su cantaleta de siempre de hacerse la persona pulida en piedra.
Ya estaba realmente agotada.
Sólo quería cerrar los ojos y dejar de sentir, con la gran necesidad de volver a llorar, habiendo entrado a la ducha para eso, para no tener que preocupar a Lyra con un nuevo llanto y además, de que el agua de la regadera confundiría sus lágrimas y podría hacerse la que no lloraba, pero su pecho alzándose entre gimoteos y el ardor de sus ojos de sus lágrimas saladas, sólo la hacían caer más en la realidad.
Apretaba los dientes con fuerza entre sí. Gruñía a lo bajo. Hipaba de vez en cuando. Le ardía en llamas la garganta. Golpeó los azulejos del baño con puños bien cerrados hasta que abrir las manos le doliera. Lanzó al suelo varias veces la barra de jabón, descargándose, dejando por abollarlo hasta deformarlo.
No había llorado de tal manera desde hacía años.
Desde que se enteró que por esa puerta, jamás volvería a cruzar su padre. Su padre…
*Flashback*
-¿Me concede esta pieza, señorita?- pidió su padre con una voz fingida bien distinguida haciendo una reverencia exagerada con su cara chupada, bufando de ser alguien de clase alta, observando una niña de pomposo vestido amarillo e improvizado peinado alto que su padre se vio obligado a aprender para hacerle, mientras sonaba un vals.
-¡Ponte serio!- refunfuñó ella con un entrecejo, llevándose las manos a los lados de su torso en una recta cintura de curva inexistente, haciéndolo reír, pero entonces él al instante aclaró su garganta y tomó más en serio el asunto, volviendo a estirarle el brazo con tranquilidad y Bonbon con toda elegancia que amortiguaba la ternura en su padre de verla aceptar su mano para empezar a bailar.
Entonces él sonrió más, la agarró del torso para levantarla del suelo y la hizo pararse sobre sus pies, empezando a moverse en un lento baile seguido de la pieza de vals que escuchaban, contando los pasos, ubicando bien sus brazos. Hace poco había visto "La Bella y la Bestia" y se había embelesado con la escena del baile. "Quiero bailar con alguien como ella" le había dicho Bonbon apenas acabado la escena y él se sonrió levantándole las cejas. "Tontas películas de princesas…¿Tan chiquita y pensando en esas cosas? Primero me estudias, señorita. Por ahora confórmese con su padre" y ahí estaban, haciendo espacio en la sala moviendo los muebles enseñándole a bailar, ya después aterrizando sus pies al suelo y él aunque inclinado, improvisaba en seguir los pasos, viéndola tan concentrada en sus propios pies, rígida de brazos para no perder la posición que ya por último no resistiéndose, la cargó estirando un brazo para moverse a un lado otro del cuarto en círculos, improvisando el baile, dando vueltas y vueltas y vueltas mientras reía.
-¡Papá! ¡Voy a vomitar!- se quejó para ocultar su rostro en su pecho.
-Ya me has vomitado el hombro antes cuando te hacía eructar.
-¡Era una bebé!
-¡Pero si sigues siendo mi bebé!- replicó para inclinarla hacia adelante y atacarla de besos en la mejilla. -. Mi muñeca de porcelana…- la levantó sujetándola con ambos brazos, en un abrazo, manteniendo una cariñosa mirada encima, sin desprender la sonrisa -. Mi dulce Sweetie Drops…- y puso de lado el rostro, inflando el cachete. La niña se rió bajo y le besó la mejilla -. ¡Ah! ¡Me morí!- jugó echándose cuidadosamente al suelo pues la tenía cargada, haciéndola aterrizar de pie y él lanzándose al suelo, fingiéndose muerto.
-¡Papá!- reía agarrándole el rostro y él sacó la lengua a un lado de la comisura de su boca, haciéndola reír más -. ¡Papá, papá, papá!- lo llamaba haciendo aterrizar sus manos sobre su estómago en cada llamada hasta que él gruñó como un monstruo que la hizo respingar de susto y lo golpeó fuerte en el estómago, ahí sí haciéndolo doler que se quejó con una risa -. ¡Odio que hagas eso!- refunfuñó con un ceño fruncido.
-Aish, pero qué genio- se quejó con una sonrisa incorporándose al suelo y agarrarla para atraerla hacia sí en un abrazo -. ¡Así me gusta! ¡Que no se deje, hijita!- terminaba de reír en ningún momento desprendiendo la sonrisa que le regalaba, perdiéndose la música del vals de fondo entre sus risas y las quejas de Bonbon".
Finalmente, Bonbon se sentó al liso piso de la regadera, deslizándose con lentitud, llevándose las manos a la cara, lo que ocasionaba que escuchara más íntimo su jadeo lamentoso, apegando su cabeza a un lado de la pared, apretando con fuerza los ojos como si así las lágrimas cesarían, pero sólo le hacían hinchar y enrojecer los ojos, la idea de visitar una nueva tumba vacía. Ahora, serían dos. Dos muertes por una vida no le parecía justo, mucho menos si esa vida era la suya, la cual no sabía qué hacer con ella ahora.
Es fácil decir que todo estará bien, que pasará, que el dolor es temporal, y que habrá otras razones para sonreír de nuevo; pero cuando el dolor parece desgarrarte el alma, todo, completamente todo, carece de sentido.
No quería imaginar de qué forma habrían condenado la vida de su padre al ser considerado traidor con esa sublevación. Su madre no se había llevado una mejor manera de dejar este mundo tampoco. Y ella, había sido entrenada a su vez torturada emocional y físicamente tanto ella como Golden, por el hombre que traicionó a su propio compañero, a su padre, y coincidencia que apenas hubo una vacante para jefe del distrito se le accedió a él.
Ella había nacido para ser sólo un proyecto, una herramienta humana.
Ahora, ya nada de eso le compete. Ya todo eso había acabo para ella. Sabe las mentiras. Sabe las verdades. Sabe las traiciones y sabe la venganza cumplida.
Entonces… ¿Y ahora qué?
Bonbon abrió de golpe la cortina del baño, dejando la regadera abierta, para asomarse al espejo sobre el lavamanos, pudiendo reconocer entre la hinchazón de sus ojos, en el que les rodeaba a su alrededor marcas rojizas al igual que su enrojecida nariz producto del llanto, el rostro alargado, nariz pequeña y remarcada, las cejas delgadas, sus ojos celestes, duros la mayor parte del tiempo, pero que se le escapa relucir mayor sus expresiones en ellos, ahora intensos y lagrimosos mirándose el perfil, su piel color crema, muy clara, para terminar contemplando su cabello que la mitad para abajo terminaba por encogerse estilizada natural con ondas, al igual que el cerquillo que cubría su frente, viendo sus colores rosa y azul que compartía, escurriéndose de agua, pero que en su mente, inevitablemente reemplazó el lado azulado de su cabello, cubriéndolo el color rosa, haciendo que su cabellera se entornara por completo de un solo color, rosado, y al fijar de nuevo su vista enfrente al rostro, sus ojos celestes se reemplazaron por unos verdes, que se cubrieron de más lágrimas con sus cejas enarcándose profundamente, al ver que tenía el rostro de un muerto.
El de su madre.
Un estridente sonido de vidrios romperse asustó a Lyra, encontrándose a medio pasillo del baño, que angustiada, corrió los pocos metros a la puerta y sin pensarlo, invocó su cuerno, lanzado un rayo sobre el picaporte para hacerlo reventar y dejar la puerta accesible para abrirlo de golpe, que rebotó violento contra la pared.
-¡Bonbon!- estalló su voz expandiendo bastante sus ojos al encontrar el espejo del baño completamente roto y a su amiga, de rodillas al suelo, con su mano ensangrentada en forma de un puño. -. Bonbon… ¿Qué hiciste?- jadeó apenas reaccionando del cuadro que veía y que también Bonbon entendía lo que acababa de hacer, viéndose con desconcierto la sangre que goteaba a los lados de su mano temblante, escuchando un chillido ahogado, no sabiendo de donde venía, tardando en descubrir, que se trataba de ella, hiperventilando mientras había olvidado respirar, sin parar de llorar, entrando en shock, sin reaccionar a los llamados desesperados de Lyra que se echó enseguida hacia ella, ignorando las cortadas en sus rodillas al aterrizar al vidrio del suelo, que le pareció sin cuidado para atenderla. -. Bonbon, Bonbon…- podía sólo decir entre lágrimas, asustada, sosteniéndole el rostro que no reaccionaba y no respiraba, con su mirada muerta, en estado catatónico, entornándose de un extraño color morado sus labios entre su cuerpo tieso sosteniendo con fuerza a su amiga, sacudiéndolo en pánico -. ¡Bonbon, reacciona!- le gritó desorbitándole los ojos en un lloriqueo fino y desesperado al verla quieta como estatua -. ¡Bonbon, por favor, Bonbon! ¡POR FAVOR!- suplicaba saliéndosele un grito al ver su rostro cada vez más purpura y sus párpados cerrándose mientras su visión se distorsionaba y los gritos de Lyra eran solo sonidos enredados sin sentido, hasta que finalmente, ya se ausentó.
Todo se enmudeció y se apagó.
El silencio y la oscuridad se concentraron en sus sentidos.
Suspendida a la nada.
O más bien cayendo.
Sentía que caía y caía y en cada distancia que aumentaba, dejaba de sentir, abandonándose por completo, ignorante a donde estaba llegando, cansada, hasta sentir que desaparecía de ella misma, de que dejaba disolverse de a poco, volviéndose nada, como era que se sentía. Porque era lo que debía ser. Un nada. Nunca debió ser concebida. Nunca debió nacer. Nunca debió crecer. Nunca debió existir.
Si no viviera, ellos vivirían.
Si no viviera, no los habría castigado de culpa.
Si no viviera, sus padres habrían tenido una vida más larga.
Si no viviera…
…es lo que nunca se platearon ellos…
Lamentaron al estilo de vida que la trajeron. Lo que pudieron haber hecho mejor. Tardar tanto en hacerle justicia. Pero jamás de su existencia. No con los recuerdos y pruebas que conservaba que existió, de forma extraña, amor.
¿Por qué hacerlo ella ahora?
Porque fue amada, abiertamente por su padre y difícilmente por su madre, murieron luchando contra la adversidad.
Si no viviera…habrían muerto en vano y carecería de sentido su existencia…
Si no viviera…no importa pensarlo,
Porque si no viviera, si no viviera…
No podría hallar la respuesta a ello.
Entonces sus ojos se abrieron de golpe, aspirando abruptamente, sintiendo que se separaba la boca de Lyra de los de ella, incorporándose para verla con esfuerzo entre sus ojos dorados inundados de lágrimas mientras se le salía una torpe sonrisa de alegría mientras seguía llorando y Bonbon volvía en sí, respirando bruscamente inflando su pecho una y otra vez, incorporándose sentándose en el suelo, sintiendo punzadas de dolor en su mano derecha, reaccionando ahí viéndoselo cortado y con pequeños trozos de vidrios enterrados. Miró a Lyra llorar, balbucear, para finalmente aventarse a ella en un abrazo, apretándola fuerte.
-Creí que iba a perderte…- jadeó quebrada en llanto mientras Bonbon vidrió sus ojos, sintiendo esas palabras con fuerza, y el cómo algo empezaba a derrumbarse muy dentro de ella. Su orgullo.
-Lyra…- musitó temblándole la barbilla viendo su mano ensangrentada -…necesito ayuda…- jadeó, descomponiendo el rostro y la abrazó de vuelta, aferrándose a ella mientras Lyra no dejaba de llorar con ella, con sus piernas cortadas de los vidrios regados al suelo -…por favor…- empezó a suplicar y descompuso el rostro, sintiendo que a un lado de su cabeza besada varias veces con urgente necesidad por parte de su amiga, infinitamente conmovida y Bonbon ocultaba su rostro en su cuello, como cuando quería encontrar refugio y lo hacía en el cuello de su padre.
…
La noche cubrió la ciudad, con muy pocas estrellas visibles decorando el manto nocturno.
El silencio de la madrugaba se paseaba por los alrededores en una noche calurosa de verano.
Sin embargo, una repentina corriente de aire recorrió por encima de los tejados y moviendo algunos de los árboles que decoraban las calles, refrescando a su paso un poco el ambiente.
Y es que con su sola presencia, el viento se atraía hacia aquella figura que se iluminaba por su torso cubierto en un alusión de un vestido hecho de llamas aguamarinas claras y sus altas alas del mismo color resplandeciendo entre el moderado alumbramiento de la ciudad asediada de la oscuridad de esa noche.
Aquella silueta se direccionaba con una rapidez tal, que sólo se veía como un rayo de luz azul claro que desaparecía tal como se presenciaba, pero dejando a su rastro una corriente de aire que haría danzar la cabellera si alguien estuviese presente, moviendo algunos residuos que aun están abandonados en el suelo.
Finalmente, alzándose en un edificio, contando sus pisos del lado oeste, se detuvo en seco frente a una ventana. Desde el lado de afuera, los cabellos iluminados que terminaban sus puntas en mechas azul claro se levantaban con sereno movimiento hacia arriba y abajo, mientras aquellos ojos celestes claros contemplaban a la joven de la fotografía que le enseñaron, durmiendo entre su expresión esmirriada en la habitación.
Zephyr dejó caer sus cejas, muy afligida el tener que presenciar a alguien en un estado tan vulnerable, sintiéndose muy conmovida. Y es por eso no se hizo de suplicar al pedido de esas humanas cuando Trixie la invocó, viéndose repentinamente rodeada por casi todas las mismas jóvenes con las que se presentó hace varias noches atrás, todas entregándoles una mirada expectante como suplicante.
Aun contemplando hacia dentro del cuarto, un poco dubitativa, colocó su mano sobre el vidrio de la ventana, sintiéndola un poco fría en contraste del calor, y siguió las instrucciones de las chicas, haciendo un movimiento hacia un lado con cierta fuerza para poder abrir la ventana, cosa que logró. Zephyr deshizo su ceño, muy intrigada de lo que hacía viendo deslizarse a un extremo el vidrio que, una vez abierto, encogió un poco sus alas y pudo ingresar retorciendo el cuerpo, conteniendo cierto sonidos de su boca ante el roce de la estrecha entrada que tenía.
Una vez dentro, no tocó el pie directo al suelo, sino que se quedó suspendida en el aire y voló en dirección hacia la cama, de donde escuchaba un continuo sonido proviniendo de ahí.
Zephyr se asomó ahora sí mejor para ver a la humana de la que le hablaron, arrugando su frente en desconcierto de encontrarse con algo peor de lo que habría escuchado, un tanto intimidada de ver cosas extrañas conectadas a Golden. No podría saber nada de esta civilización, pero le era sencillo reconocer que no eran bueno tantos cables unidos a ellos.
Zephyr pertenecía a una clase de ave mágica que la única vez que se encuentra vulnerable, era cuando estaba por reencarnar y más bien, pasaba todos sus quinientos años sin nada que lo aquejara. Además de los fénix, convivió con alicornios que eran tan inmunes a la vejez que nunca realmente se vieron en algún peligro contra su vida, pues nunca pasaba nada malo esas tierras mágicas que habitaban y al menos en ese entonces que sólo era Shadow Light y Celestia, que cuando se lastimaban o empezaban a sentirse mal físicamente, las lágrimas de fénix la recuperaban en el mismo segundo.
Pero en este nuevo mundo y convivencia, todos y cada uno eran tan frágiles y delicados. Podían lastimarse de maneras terribles sin probabilidades de curarse por completo y la muerte estaba al acecho, por enfermedades o por lo que le parecía muchísimo peor, la misma violencia humana, lastimándose con saña unos a otros.
Para Zephyr, era algo sumamente terrible e innatural.
No le cabía en la cabeza cómo podrían tan fácilmente dañar a alguien sabiendo lo delicados que son.
El corazón se le retorcía de impotencia y tristeza de ver heridas tan mortales y pizcas de vidas que se desprendían lentamente a través de los ojos producto de que alguien más tenga la frialdad de descargar tal violencia sobre otro, y aquello lo pudo saber bien, el día en que salvó a Las Rainbooms.
Verlas a todas ensangrentadas, cortadas y golpeadas, arrastrándose en el suelo aun con el fuego de sus miradas de verla manejar el cuerpo de Trixie, reclamando por ella, y más sus gritos severos de que se alejara de Rainbow Dash cuando se encaminaba hacia la peliarcoiris, la más lastimada de entre todas. Zephyr no pudo evitar sentirse tan profundamente conmovida y ahí, es cuando sus lágrimas cubrieron sus ojos, y pudo usarlas para ayudarlas, porque sin ellas, sin su poder y su magia, una desquiciada Shadow Light iba a provocar más y peores sufrimientos como el que acababa de ver y preferiría evitar volver a presentarse en una situación así.
Pero ahora su corazón se encogía de nuevo de mucho dolor y tristeza, al ver el estado de aquella humana que dormía entre el deterioro de su salud, que no parecía recuperarse de la manera más optimista posible. Le resumieron cómo Golden llegó ahí y Zephyr tuvo que colocarse las manos a los oídos porque podía verlo, de alguna manera, ver siluetas oscuras que no la dejaba reconocer enteramente rostro ni cuerpo, pero sí escuchar sonidos sordos de golpes aterrizando y quejidos atragantados uno tras otros. Y ahora, se encontraba de frente con el resultado de esa violencia.
Le ardía todo lo que era ella el ver ese rostro de vida muy apagado, más alejándose que tratando de quedarse, tan maltratada y frágil, conservando esa expresión de angustia y de alguna molestia que estaría sintiendo en su cuerpo entre sueños.
Era demasiado de ver, por eso sintió alivio de que su vista empezó a empañarse a la vez que le picó las mejillas al escurrirse repentinas lágrimas llenas de puros sentimientos de empatía y consuelo, que tenían una ligera luz en ellas, y sin inmutarse mucho, Zephyr empezó a inclinarse sobre el cuerpo de la pelinaranja, acercando su rostro sobre el suyo a pocos centímetros, cerrando sus ojos para provocar que se le desbordaran otras lágrimas a su vez que acercaba sus labios en su frente, como si acabara de acostar a un niño, y entonces sus lágrimas se desprendieron de sus ojos para caer directo sobre el rostro de Golden.
De inmediato, las lágrimas se adhirieron en ella y su cuerpo empezara a cubrirse de ese mismo brillo claro del que estaban hechas.
Zephyr se apartó lentamente, abriendo sus ojos vidriados entre el movimiento de su cabellera, dándole un aspecto muy bonito de ver, mientras el brillo se sostenía en la pelinaranja y entonces, las secas cicatrices se fueron evaporando, al igual que sus pronunciados moretones y marcas rojizas se diluían. La palidez de su piel, recuperaba el color normal de amarillo claro, evidenciando una mejor circulación de su sangre, y los sonidos débiles de sus latidos, se fueron fortaleciendo.
La mueca de rostro en malestar, se fue calmando, entornándose más relajada, como mejorando su descanso del sueño, haciendo que se levantara una espléndida sonrisa de alegría en Zephyr, celebrando internamente su recuperación, para desaparecer por donde vino.
...
Horas antes de aquella madrugada, un par de horas de la medianoche, una pelirosada se terminaba de cepillar su larga caballera muy sonriente, sólo para al dejárselo de cepillar, éste se esponjara tupido y loco como siempre.
-¡Es hora de dormir, pequeño príncipe!- vociferó muy sonriente Pinkie Pie cargando en sus manos a su pequeño lagarto verde con mirada perdida, expulsando su larga lengua para que pegue en un ojo y se lo lama lentamente sin pestañear siquiera. -. Aaaaawwww- se derritió Pinkie abrazando su mascota, conmovida -. También te deseo una muy hiperrecontrarechunfla buenas noches- expresó para poner a Gummie sobre su esponjoso cabello rosa que empezó a masticar en su boca desdentada cuando su puerta fue tocada muy delicadamente -. ¡Adelante, hermanita menor!- detectó la manera de tocar la puerta, la cual se abrió, mostrando a Marble Pie con una bata de dormir del color violeta de su único ojo visible por el mechón que le cubría medio rostro. El solo asomarse, Pinkie Pie detectó lo que quería decir, aspirando con fuerza brincando con larga zancadas hacia su hermana que la tomó de los hombros con ojos muy enérgicos y abiertos -. ¿En serio, Marble? ¿Visitas? ¿Para mí? ¿A esta hora?- interrogaba.
-Uhuum- murmuró cohibida mientras asentía con sus cejas curvadas con una pequeña y delicada sonrisa. Entonces Pinkie sonrió anchamente.
-¡Visitas!- celebró agachándose tomando los bordes de su pijama, para quitársela de un solo golpe para descubrir su ropa casual de siempre de falda rosa y blusa con un corazón en su centro -. ¡Adoro las visitas! ¡Son amigos a domicilios! ¡¿Qué es mejor que eso?!- chilló de emoción juntando sus manos -. ¿Y quién es?
En la sala de la casa, con su mano derecha vendada sujetada de la otra, estaba Bonbon aguardando que Pinkie bajara. A un sillón de distancia, estaba Maud Pie, con inexpresividad y lento parpadear, haciéndole compañía hasta que llegara su hermana, con un roca sobre su falda.
-Perdón por la imprudencia de la visita- rompió el silencio Bonbon no muy diferente de expresión que Maud, quien la miró tranquila sin inmutarse…nada.
-Descuida, de todos modos Peñasco suele dormir muy tarde después de un bocadillo nocturno- respondió con voz monótona .Bonbon se atrevió a arquearle la ceja.
-¿Quién es Peñasco?
-Mi mascota- contestó levantando una pequeña roca. Bonbon parpadeó, incrédula.
-Eso es…una roca.
-Es una diabasa- se explicó regresando a Peñasco a su falda con delicadeza -. Están compuestas fundamentalmente de dos minerales: piroxeno y plagiocasa o feldespato cálcico, aparte de otros minerales secundarios como…
-… pirita, magnetita, olivino o cuarzo- le interrumpió en decir y Maud se calló manteniéndole la mirada con atención, pero aun sin expresión alguna, aunque con esa mirada cargada de nada. -. ¿Cómo sabes de rocas?
-Bueno…no exactamente de rocas- murmuró sin mucho interés -. Sé que esa es diabasa, una roca que se usa en las vías del tren- se explicó -. Son extremadamente duras y resistentes, por eso era el sitio favorito de un asesino en serie en romperle el cráneo a sus víctimas azotando sus cabezas entre las rieles, provocando muerte súbita por su fuerte dureza de los componentes que caracteriza la roca- terminó por decir, mirando un lento parpadear del impasible rostro de Maud, para repentinamente ver una minúscula sonrisa que contrastaba el resto de la expresión muerta de su cara.
-¿Cuál era tu nombre?
-¡Bonbon!- chilló Pinkie Pie bajando de golpe los últimos escalones de la escalera que llevaba directo a la modesta sala y empezar acercarse rápidamente para abrir mucho sus ojos al dirigir su mirada en Maud -. ¡Wow! ¡¿Por qué tan contenta?! Alguien hizo nueva amiga, ¿eh?
-Estoy rebosando de regocijo- habló con voz etérea y seca mientras se levantaba del mueble para dar una última mirada a Bonbon -. Fue un placer. Espero volvamos a charlar. Que te recuperes pronto de tu herida.
-¿Herida?- recién cayó en cuenta Pinkie para enfocar su mirada en la mano de Bonbon, quien incómoda atrajo para sí su mano mientras Maud se retiraba y Pinkie se acercaba. -. ¿Qué te…?
-Larga historia- le cortó la pregunta abruptamente -. Yo en serio no vendría a buscarte tan tarde si no fuera importante.
-Lo sé. Lo sé- empezó a asentir rápidamente más intrigada sentándose en el mismo mueble que Bonbon, quien buscaba ordenar las ideas para hablar lo más concreta posible.
-Pinkie, quiero disculparme contigo.
-¿Qué?- parpadeó incrédula para sonreírse -. ¿De qué hablas Bonbon? Tú no me hiciste nada malo. ¡Al contrario!- sonrió más -. Tú fuiste mucho de ayuda y de consuelo cuando…- descendió la sonrisa, pero mantuvo una muy delicada y sentimental mientras sus ojos se suavizaban -…cuando me encontraba mal por lo de…ya sabes, lo de Sonata.
-Por esa misma razón me disculpo, porque me equivoqué- exclamó con profunda seriedad mientras Pinkie Pie aun no acababa de entender. -. Te dije que había consuelo si vengaras su muerte limpiando al mundo de la mugre que la mató pero…- empezó a negar con la cabeza -…pero…- repitió bajando un poco la cabeza, contrariada -…mi propio consejo no funciona...- masculló con resistencia a decir pero se esforzó en decir -…no funciona porque ya no tengo nada qué limpiar y todo lo que "limpié" carece de sentido ahora por ciertas razones…- suspiró contrariada devolviéndole la mirada, dándose cuenta de esa rara pero inminente atención seria en el rostro de la fiestera cuando la situación lo demandaba, como en esta, aunque no le duró mucho, pues sonrió con cierta diversión irónica.
-Para ser una chica muy lista y fuerte como para desmantelar un grupo de narcotraficantes, eres algo tontita, ¿cierto?- comentó y Bonbon arrugó su frente separando un poco sus labios pero Pinkie continuó hablando -. Ay, Bonbon. Por supuesto que tu consejo tiene valor y sentido, hasta para ti misma, porque a mí me sirve, pero creo que tú no lo has entendido muy bien, ¿Quieres que te explique cuál fue tu consejo resumido en una palabra para que lo entiendas bien?- preguntó anchando más la sonrisa y Bonbon seguía con esa expresión confundida tatuada en el rostro, sintiéndose tonta por cómo le hablaba con mucha obviedad Pinkie Pie su propio consejo -. ¡Tomaré eso como un "sí"!- celebró aplaudiendo una vez -. La palabra a tu consejo es: "Felicidad".
-…- enmudeció profundizando más su ceño -. ¿Disculpa?- escupió con sequedad.
-¡Sí, Bonbon! Yo estaba muy muy muy muy muy muy muy- aspiró tomando aire -, muy muy muy muy muy pero muy concentrada en el dolor que sentía, que olvidé la felicidad- puso una cara de pánico exagerado -. ¿Yo? ¿Olvidando la felicidad?- jadeó para echarse de rodillas al suelo -.¡Nooooooooooooooooooooooooooooooooooo!- lamentó.
-¡Algunos sí se duermen temprano porque tienen una granja que dirigir!- se quejó la voz de Limestone desde arriba de las escaleras.
-¡Lo siento!- avisó Pinkie para continuar su grito pero muy bajo y en susurro: -. ¡Noooooooooooooooooooooooooooooooooooo!
-Pinkie…- se contrarió Bonbon poniéndose de pie del sillón y Pinkie hizo lo mismo del suelo colocándose frente a ella.
-Bonbon, tú no viniste aquí a dar una disculpa que no tiene sentido- la atajó de decir algo y entonces se puso más acorde a la situación -. Sé que te pasaron cosas muy tristes muy seguido y que tienes miedo a jamás ser feliz por eso…
-Yo no…- negaba frunciendo el ceño pero Pinkie le lanzó una expresión de obviedad y a sabiendas. Bonbon apretó los dientes cerrando los ojos desviando la cabeza hacia a un lado, entiesando la barbilla.
-Yo perdí a Sonata también de una forma injusta y terrible- continuó hablando -. Y pasaste por otras cosas que no puedo imaginar. Pero tu consejo es ser y hacer todo lo contrario a lo que se siente con dolor acuestas. Es ser feliz aprovechando la vida que nos queda en memoria de la que perdieron haciendo lo correcto.
-Tú no entiendes. Es fácil para ti. Tú perdiste a una persona y es terrible. Pero Golden y yo perdimos nuestra vida entera y el dolor es más fuerte que la felicidad que nos espera.
-¿Tú cómo sabes eso, Bonbon?- interrogó meneando la cabeza para expandir sus ojos bastante -. A menos que….seas adivina…- agregó con voz de asombro y Bonbon la miró con un ceño.
-No, no soy adivina. Sólo es obvio.
-¿Por qué?
-Porque…porque…- se encogía de hombros con su mirada inquieta -…es lo único que me ha seguido.
-¿Entonces todo lo que pasaste en Canterlot High es dolor?
-¿Qué? No, claro que no.
-¿En realidad fue lo mejor que te pasó?
-Eso…eso pensaba.
-¿Pensabas?
-¡Pienso! Pero…
-Bonbon…- la llamó colocando sus manos sobre sus hombros para que le prestara atención -. ¿Qué es lo que verdad te hace pensar que no puedes encontrar la felicidad?
Bonbon se la quedó mirando con el rostro endurecido, tragando fuerte saliva, tiesa de orgullo que empezaba a fastidiarle por completo y no toleraba más mantenerlo. Bajó los hombros pero sin perder esa expresión del rostro.
-Yo…no sé…cómo ser feliz.
-Para ser alguien que no sabe cómo ser feliz, ya dio el primer paso para hacerlo.
-¿Cómo?
-Pues tienes ganas de ser feliz, eso ya es un punto a favor. Quiere decir que estás dispuesta a descongelar tu corazón.
-Entonces… ¿hay pasos?
-Digamos que tres pasos y medio.
-¿Y medio?- murmuró.
-El primero es reconocer que tienes derecho a ser feliz. El segundo, es convertir en amigo lo que te hace infeliz. Quiere decir que debes lidiar con todo lo que te impide ser feliz. El tercero, es ser amigo de ti mismo y darte un súper abrazo- chilló para abrazar de lado a Bonbon con fuerza, provocando que haga un gesto.
-¿Y el y medio?
-Ya lo estoy haciendo- sonrió más manteniendo el abrazo -. Ayudar hacer feliz a los demás te hará más feliz.
Bonbon se quedó ahí atrapada entre los brazos de Pinkie, sin molestarse a rechazarla. Como lo pensó, estaba muy cansada de todo, o, más bien de su estilo de vida que llevaba y aunque consideraba la idea, aún estaba en el primer paso de…dos y medio. Aunque no veía sentido de por qué llamar "y medio" en vez de cuarto. Pero como sea, Pinkie tenía razón. Podría ser inteligente y fuerte en algunas cosas pero, para otras involucradas a lo emocional, es una inexperta y…débil. Suspiró con pesadez mientras Pinkie Pie la soltaba manteniendo la sonrisa.
-Lamento mucho todo lo que te ha pasado- se distanció un poco para verla fijamente y Bonbon deslizara su mirada en ella -. Sé que no puedo ponerme en tu lugar ni tal vez jamás saber cómo te sentirás. Tienes derecho a llorar, a sentir dolor y reclamar, pero por favor, por favor, no te abandones- le tomó ambas manos expandiendo una suave sonrisa entre sus ojos que invitaba a mantener la atención de la expresión de fe que había en ellos -. Tú aún sigues aquí y mientras estés aquí, tú tendrás mil oportunidades de ser feliz, sólo por el simple hecho de existir. Todo depende de encontrar en ti misma la motivación de aceptar que una sonrisa tuya puede ser la esperanza de alguien que ha sufrido- terminó por decir, expandiendo una gran sonrisa llena de un todo que chocó con el quebrado ánimo de Bonbon, quien sin darse cuenta, vidrió sus ojos, muy abatida pero a la vez reflexiva.
-Pero lo perdí todo…bueno, casi todo…
-Pues tienes toda una vida por delante para encontrar mayores razones para sonreír. Todo depende de lo dispuesta que estás para recibirlo- la animó manteniendo la sonrisa -. Y quién sabe, Bonbon- le entrecerró los ojos con cierta pizca sabionda -. Tal vez, no todo está completamente perdido, cuando luchas por ello.
Bonbon le mantuvo la mirada, en escrutinio, reaccionando recién del par de lágrimas que rodaban por sus mejillas, respingando un poco y pasarse su mano buena a lo largo de él, con la mirada perdida en sus pensamientos pero que, eventualmente, fueron recuperando cierta expresión de firmeza y decisión, devolviéndole la mirada, como si ahora, todo estaba más obviamente claro para ella y sin decir más, se dio la vuelta para salir, como huyendo, mientras Pinkie Pie sonreía muy contenta de recibirla y al parecer, ha dado al blanco con algo.
…
Como era de esperarse, los médicos perdieron la cabeza al comprobar el "milagro" de que Carrot Top estaba completamente sana y lista para dar el alta.
Desde muy temprano, no muy pasadas de las siete de la mañana, todas las chicas se habían puesto de acuerdo para llegar al hospital. Todas aquellas que pasaron en el escondite, a excepción de Lyra y Bonbon, estuvieron presentes sin inmutarse de sorpresa como el médico que atendía a Golden expresaba que no sólo tu nervio tibial se había recuperado del todo permitiéndole recuperar la sensibilidad y movimiento correcto de los pies, sino de los propios hematomas, laceraciones y mal funcionamiento de otros órganos, incluyendo el corazón. Finalmente, el hombre permaneció en silencio mirando las expresiones tranquilas de las chicas. Por supuesto que no olvidaba quiénes eran ellas. Media ciudad, por no decir entera, sabían quiénes eran y el misterio que las rodeaba.
-Ustedes…tienen algo que ver, ¿cierto?- preguntó finalmente con voz ronca.
-Magia de Equestria, bitch- exclamó Rainbow con movimiento de manos sobre su rostro alzándose una ceja.
-¡Rainbow!- llamó la atención Applejack para perder la transformación seguida de las demás de manera inmediata y mirar la debativa expresión del médico, menos sorprendido que antes, pero sí más ensimismado. -. Sólo dele el alta a nuestra amiga.
-Un momento, falto yo de examinarla- se unió una nueva voz, seguido que las demás desviaran su mirada de dónde provino y sólo quedar de piedra con los ojos imprudentes clavados en la ladina y amplia sonrisa expandiéndose deslumbrando aún más el rostro bien parecido del recién llegado.
Acortando la distancia siguiendo recto al frente del cuarto de Golden, caminaba con pasos firmes y activos la presencia de un hombre de pómulos altos, una fuerte mandíbula de nariz recta y labios estrechos pero voluptuosos que se retorcían en una larga curva por la agradable y entusiasta sonrisa que adornaba su gesto de facciones angulosas. Su piel era de un tono rojizo muy pálido, sus ojos eran de un color pardo amarillento, al igual que su cabellera peinada de manera suelta, muy fresca, evidenciando que su edad aun rayaba más en la juventud que entraba con pereza a rasgos de la adultez, o simplemente la naturaleza había sido piadosa y amable para que se mantuviera fresco en la edad que tuviera. Aunque eso no fuese gran impedimento para ser contemplado como si fuese una estatua tallada de algunos siglos pasados en un museo. Usaba una larga bata blanca de médico que cubrían un cuerpo alto y sin duda, ejercitado, de hombros amplios y anchos, con pantalones de vestir perfectamente planchados y zapatos negros lustrados.
Se acercó con una mirada veloz hacia las chicas para concentrarse en el médico y saludarlo con un preciso fuerte apretón de manos.
-Entonces, ¿Ya puedo pasar?- preguntó para cerciorar.
-Ah, sí, sí, pasa. El "milagro" parece ya contar con "santo"- ironizó con cierta contrariedad pasando de vuelta la mirada al grupo de chicas que hizo que el médico recién llegado las volviera a mirar, que parecían que sus ojos sólo pudiesen estar clavados literalmente, sobre la presencia del nuevo doctor mientras el otro se retiraba refunfuñando incomodado con ganas de que se vayan de una vez.
-Uhm, hola, buenos días- saludó expandiendo la sonrisa aún más, en una entretenida curiosidad, sabiendo bien enfrente de quienes estaba.
Lo que hizo que una corriente pasara por la espalda de algunas, siendo Rarity la que dejara de ver cómo se tembló levemente al escucharlo hablar, seguido de que sean Mistery, Rarity, Rainbow Dash, Trixie y Fluttershy alzaran con torpe movimiento las manos en ademán de saludo con una sonrisa igual de aguada y tonta. Mientras, Cherry se mantuvo quieta mirándolo con curiosidad y después a su alrededor, al ver las reacciones de las demás, mientras Pinkie Pie brincaba tras de Applejack con sus ojos cerrados y cubriendo los de la vaquera con sus manos.
-¡No miremos! ¡No engañemos a nuestros novios con la mirada! ¡No importa lo sexy que sea!
-¡PINKIE PIE!- reclamaron las demás por su imprudencia.
-Jijiji, no le haga caso, nosotras no lo hacemos- se aclaró la garganta Rarity inclinándose a él apartando su cabello con un movimiento coqueto seguido de un pestañeo rápido de sus largas pestañas postizas.
Cuando se escuchó el sonido de una cámara y después la luz de un flash, pasando su mirada como el resto a Mistery, que tenía levantado su celular en dirección del médico.
-¡Ooops! Se me resbaló- avisó para tomar seguido varias fotos rápidamente -. ¡Ooops! ¡Qué torpe soy! ¡Se me volvió a resbalar! Una y otra y otra vez.
-¡Bah! Qué indignante- se quejó Rarity con exagerada irritación para inclinarse a un lado dándole la espalda al médico para dirigirse hacia Mistery y susurrar con fuerza; -. Después me las pasas- volvió a la atención a él -. Y su nombre es…
-Bueno- tosió un poco el médico retrocediendo un poco por su espacio personal -. Soy el psiquiatra Peace Mind y aun tengo que evaluar el estado psíquico de la paciente. Voy a cerciorar su estado en este momento. Así que me dio gusto conocerlas, me disculparán- se excusó manteniendo cierta sonrisa para darse la vuelta y caminar hacia la habitación.
Las demás, Mistery, Rarity y Rainbow ladearon la cabeza con la mirada hacia la parte baja de su espalda y casi simultáneamente, se sonrieron pícaramente para intercambiarse miradas asintiéndose.
-¿Qué hacen?- murmuró Fluttershy tapándose la cara, completamente enrojecida, recibiendo un golpe amistoso de Rainbow.
-¡Oh, vamos, Flutters! No niegues que no cae bien mirar dentro de la vitrina para variar.
-¡N-No!- se enrojeció más haciéndose bolita en la silla.
-¿Ya puedes soltarme?- farfulló inmutable Applejack, aun tapada de ojos por una Pinkie con los suyos fuertemente cerrados.
-¡Aun no! ¡Aun puedo olerlo! ¡Dejó su perfume aquí!- chilló esta vez pasando una mano sobre la nariz de Applejack -. ¡No lo huelas! ¡No lo engañes por la nariz!
-¡Agh, basta!- se quejó apartando ya las manos de Pinkie de su rostro.
-Yo sólo puedo decir; aprobaaaaaaaado- cantó Mistery con una sonrisa de lado con su mirada en la pantalla del celular.
-¡MI NOMBRE DE BLUETOOTH ES RARES!- chilló Rarity con voz emergente juntándose a la rockera y con su celular entre las manos.
-Pues sí…sí está como quiere…- comentó Cherry, ganándose las miradas de algunas. Arqueó una ceja -. ¿Qué? Soy gay, no ciega- dijo para mirar a Mistery -. ¿A Brawley no le molestará que tengas esas fotos?
-Primero deja que se declare para que le moleste.
-¿Se dieron cuenta cómo veía a Trixie?- se infló el pecho en decir Lulamoon alzando varias veces sus cejas-. ¿Cómo no hacerlo con la gran y poderosa presencia de la belleza de Trrrixie?- exclamó posando sus manos en las caderas con un gesto petulante en su sonrisa -. Jejejeje, más vale que disimule mejor si no quiere ir preso.
-Claaaaaaaaaaro- corearon todas para reventar en una sola risa. Trixie frunció el ceño inflando sus cachetes pisando el piso.
-¡Silencio! Bola de envidiosas. ¡Hum!- se cruzó de brazos dándoles la espalda.
-Oh, Trixie, no te enojes- menguaba su risa Rainbow.
-¡Ya me llegaron!- celebró Rarity viendo las fotos ya enviadas a su celular -. ¡Estas me servirán para más tarde!- decía para guardar el celular al bolsillo para ver los rostros fijos de las demás, con Fluttershy más roja que un tomate -. ¿Quéééé?
-Uy, pero qué pillina resultó la señorita Rarity- se burló Cherry. -. ¿No quieres que te dejemos sola con las fotos ahora que estás más inspirada?- interrogó moviendo rápidamente las cejas y las demás resoplaron seguido de unas risas, captando recién Rarity la mirada acusatoria de todas, enrojeciéndose.
-¡¿Qué?! ¡No! ¿Qué piensan mentes sucias? Me refería para ponerlo de fondo de pantalla. ¡Es todo!
-Aaaaaaaaajaaaaaaaaaaa.
-¡Agh! ¡Cállense!- frunció el ceño alzando su nariz.
-Otra que se enojó- rió Rainbow. -. Bah, relájense.
-Quien necesitan relajarse son otros- comentó Trixie deshaciendo su cruce brazos para cambiar el tema -. ¡¿Saben qué es vivir bajo el mismo techo con Twilight y Moon White?!
-Pues…- decía Flutttershy,
-¡No, claro que no!- se contestó ella misma con prepotencia.
*Flashback*
"Trixie se asomó a la biblioteca, con un libro entre sus manos, dejando abrir bastante sus ojos al ver muchos libros abiertos alrededor de Twilight, quien tenía su cabello desmarañado con un lápiz posado tras su oreja, encorvada contra las páginas de libros abiertos que, cuando se abrió la puerta para dar paso a Trixie, Twilight alzó la cabeza como un avestruz que desentierra su cabeza del suelo, mostrando mejor su perturbadora apariencia, con mechones de su cabello sobresaliendo por varios ángulos, con una expresión ansiosa como revelaba cansancio, casi desorbitados, con una enorme sonrisa de oreja a oreja, haciendo un tic de parpadear con un ojo.
-Hooooooola, Trixie- saludó con un profunda risa fina ladeando la cabeza sin deshacer esa exagerada mueca.
-Ah…- murmuró parpadeando un poco con un gesto incómodo -. Hola...Eh, tú, Twilight, ¿Estás bien?
-¿Bien? ¿Yo? ¿Qué si estoy bien? ¿Yo?- preguntó para resoplar -. ¡Claro que estoy bien!- exclamó con demasiado entusiasmo para suspirar sin perder su expresión -. Estoy muy feliz de tener la oportunidad de explorar todo lo que los humanos han descubierto en cuanto a teorías de física cuántica, multiversos, que sólo son teorías, jejeje, teorías. Sólo teorías. Teoooooorías. Teorías que se juntan con otras que recuerdo haber estudiado y se contradicen entre sí y recuerdo que son realidades diferentes y debo hallar la fórmula híbrida de ambas para crear una ventana dimensional si Moon White no logra acceder a la magia del portal robada- ladeó la cabeza sonriendo más -. Pero estoy bien, gracias por preguntar.
-Mmm, oookey- dijo no tan segura haciendo un gesto para sonreír un poco y levantar el libro que cargaba -. Trixie pensaba que tal vez pudieras hacer un receso para…
-¡¿Receso?!- repitió intensificándose su tic y le sonrió más ancha -. Oh, no, no, no, no, no. No puedo tener un receso. ¿Qué si en ese tiempo que tomo de receso pude haber encontrado un punto clave para volver a recuperar la abertura dimensional que nos condujera a Equestria, y una fuente de energía que atrajera la magia de este mundo para adaptarla? Pero sé que toooooodo saldrá bien. Todo está bien. Nada malo pasa en Equestria mientras yo estoy aquí atrapada por doscientos cuarenta horas y…- miró el reloj de pared -…veinte tres minutos con diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis…- continuaba contando los segundos mientras movía hacia adelante la cabeza.
-Eeeentiendo- murmuró Trixie con incomodidad caminando de retro -. Trixie…entonces…se alejará….leeentamente…- "a esconder todo lo afilado…" pensó para sí misma hasta salir de la biblioteca y cerrarla, suspirando de alivio pero con un gesto torcido al ver lo tensa y presionada que estaba Twilight.
Entonces Trixie se encaminó hacia otra habitación no muy lejos de la biblioteca, tocando un par de veces la puerta para seguido girar la perilla y empezar a abrirla para entrar, que antes que pudiera siquiera asomarse del todo, una voz la recibió.
-¿Qué no te enseñaron a esperar respuesta antes de entrar?
-Agh- se quejó Trixie bajando las cejas para abrir del todo la puerta y encontrar a Moon White sentado en medio de la habitación que parecía un cuarto de estudio. Mantenía sus ojos cerrados y el cuerpo muy quieto en una pose con sus brazos extendidos a los lados con sus palmas sobre el suelo y sus piernas encogidas unas sobre otras. Trixie ladeó la cabeza levantando una ceja -. ¿Estás…meditando?
-Intento concentrarme- corrigió sin interés de su presencia ni molestarse a abrir los ojos ni moverse.
-¿Para qué?- preguntó curiosa y Moon White suspiró con pesadez.
-No tengo cuerno por donde transitar la magia, así que intento concentrarlo en mis…manos.
-Mistery y Lyra no tienen problema con eso- comentó pensativa.
-Porque la magia que intento concentrar no me es accesible y trato de controlarla. Así que, por favor, vete por donde viniste- pidió pero con voz seca. Trixie se puso ceñuda.
-No puedes echar a Trixie. ¡Esta es la casa de Trixie!
-En realidad es la casa de tu padre, tú sólo vives aquí, de mantenida.
-…- infló los cachetes, más ceñuda -. ¿Ah sí? Pues…pues…¡Tú también!- dio el jaque y él dejó expulsar aire de la nariz.
-Y me odio las doscientas cuarenta horas por ello- contestó con rigidez -. Por eso déjame concentrar para que podamos irnos- terminó por decir, aspirando aire y removiéndose un poco de su posición para volver a enfocarse. Pero el calor intenso de sentirse expuesto pareció molestarle, al mostrar un ceño entre sus ojos cerrados -. Sigues aquí, ¿cierto?
-Nadie ordena a Trixie a irse- exclamó ella enseñando el libro para dejarlo sobre una mesa cerca de la puerta -. Además, Trixie quería mostrarles algo, a ti y a Twilight. Primero fui con ella pero entonces comenzó a perturbar a Trixie con esa mirada psicópata que tiene. ¿Sí la viste? Su cabello está horrible. Trixie debería dejarle un cepillo pero no quiero que empiece a hablar como muñeca poseída con esa sonrisota que parece partirle el rostro. Entonces Trixie pasó por aquí para ver si tú al menos tenía la cabeza para tener un receso y pudieras…- seguía hablando pero entonces Moon White acabó dándose por vencido y abrió sus ojos grises, encontrándose éstos tiesos de impaciencia entre su buen entrecejo, levantándose de golpe del suelo y caminar directo hacia a Trixie que antes que pudiera reaccionar, Moon White le estampó la boca con su mano, callándola de hecho, y la hizo retroceder de vuelta al pasillo sacándola de la habitación, soltándola para volver al cuarto, cerrar la puerta y esta vez, escuchar el seguro ponerse. Trixie parpadeó boquiabierta, incrédula, hasta temblarle el cuerpo de ira e indignación, y más que nada, soberbia y con el orgullo herido -. Para que lo sepas, ¡Trixie salió del cuarto porque se dejó!".
-¡Están locos!- terminó por contar Trixie volviéndose a cruzar de brazos. -. Sabía que estarían ocupados, pero creí que sería genial tener con quien charlar pero… ¡Están locos!- repitió.
-Pues, no es para menos- murmuró Fluttershy rascándose a un lado de su mejilla. -. Están bajo mucha presión y por eso reaccionan así de inquietos y pues, ¿Groseros?
-Pues tampoco hay que dejarlos así- pensó Pinkie Pie en voz alta.
-Pero ya ves como trataron a Trixie- farfulló Lulamoon. -. ¡Y soy Trixie!
-¡Ja! Pero somos buenas interviniendo en donde no nos llaman- sonrió Rarity de lado.
-¡Sí! Como el que yo me di la libertad de inscribir a Cherry en el próximo running- avisó Rainbow Dash entusiasta mientras Cherry agrandaba sus ojos brincando del asiento a su dirección.
-¿Qué hiciste qué?- balbuceó la peliverde estupefacta.
-¡Oh, vamos! ¿No te gustaba correr?
-Sí pero lo dejé hace años- obvió arrugando su frente -. No voy a resistir un running…- hizo un puchero llevándose las manos a la barriga para agarrarse piel -. Y estoy algo descuidadita.
-Nah, estás flaca sólo algo aguada.
-Ahora me siento peor…
-Yo también participaré y me prepararé para el día. Entrenamos juntas, competimos juntas, ¡Y llegaremos a la meta!
-No es mala idea- sonrió Mistery hacia Cherry -. Yo te conocí cuando aún practicabas esa actividad, antes de…- meneó la cabeza -…ya sabes quien te desanimó. Además es bueno que ocupes tu mente en otra cosa después de…ya sabes- obvió con una sonrisa comprensiva y Cherry sabía a lo que se refería sobre su rompimiento con Bonbon, haciendo clic en la cabeza, mirando de vuelta a Rainbow pensando, que ella también pensaría que le vendría bien un cambio de ambiente, por lo ocurrido ayer en el ascensor y como si le leyera la mente, la peliarcoiris levantó ambas cejas con una sonrisa suspicaz y bandida de obviedad, asintiendo.
-¡Do it!- exclamó Rainbow, dándole un leve empujoncito de lado -. ¡Do it! ¡Do it!- continuó diciendo.
-¡Do it! ¡Do it! ¡Do it! ¡Do it! ¡Do it!- empezaron a corear todas rejuntándose entre sí arrinconando a Cherry, quien ya por último se vio obligada a sonreír y se rodó de ojos empezando a asentir.
-¡Agh, sí, maldición, lo haré!- se decidió con firmeza elevando un puño para celebración de las demás entre risas y aplausos, cuando el celular de Pinkie sonó, apartándose ella del grupo para mirar el celular y ver con repentina atención, el nombre que salía en la pantalla y contestar enseguida.
-¿Bonbon?
En tanto, en la habitación del hospital, Peace Mind terminaba de hablar con Carrot, quien por mucho, se veía evidentemente mejor que el día de ayer, no sólo físicamente, sino emocional. Sin duda alguna, el despertar con todos los males desaparecido, fue un gran choque de felicidad para ella. Había recuperado la normalidad de su cuerpo, de su salud, y aquello, impactó positivamente en cuanto su autoestima y emoción, encontrándose ahora con el rostro más inclinado a estar expresivo y sus ojos verdes con una chispa más activa, aunque su gesto ciertamente angustioso no se había retirado del todo, escuchando lo que decía.
-Se habrá recuperado físicamente de sus lesiones, incluyendo cerebrales, pero las consecuencias mentales de su amnesia post-traumática permanecen- se explicaba con voz pausada y tranquila -. Quiere decir que los recuerdos que perdió tras la lesión cerebral, aún se mantienen inaccesible a su conciencia. Aun se encuentra en un estado mental vulnerable con trastorno de ansiedad, paranoia y tendencia a depresión, pero con la receta que acabo de tener lista- explicó alzando un papel previamente apuntado -se podrá mantenerla en un estado de calma mientras recibe el adecuado tratamiento psiquiátrico que procederé a atender. Ahora- agitó la receta entre sus manos -. ¿A quién le correspondo entregársela?
-Ahm…- dudó curvando las cejas agarrando el filo de las sábanas -. A Applejack. No la conoce, creo. Es alta, rubia, de ojos verdes- describía y él se sonrió.
-Vi una rubia afuera, pero sus ojos estaban tapados por una inquieta amiga suya así que no sé si sean verdes- comentó y Carrot levantó la cabeza.
-¿Ya está afuera?
-Ella y todo un grupo de chicas que…parecen muy divertidas- hizo una mueca con entrecejo pero sonriéndose risueño -. Tienes mucha suerte de tener personas así junto a ti.
-Supongo…- murmuró pensativa desviando su mirada hacia abajo. Él le mantuvo la mirada fija, reflexivo.
-Te parece, ¿Si te ayudo encontrar de dónde vienes?
La pregunta hizo que sus orejas se agudizaran y Carrot volviera a mirarlo enseguida con sus ojos profundamente concentrados sobre el rostro calmado y sonriente del psiquiatra.
-Datos de la escuela servirían de mucho de indicar una dirección o algo, como entrevistar a su directora. Será cuestión de averiguar esos detalles para reconocer del lugar de donde vino, ¿No lo ha pensado?
-No…- murmuró casi inaudible -. No se…me ocurrió...soy una tonta…
-Por supuesto que no- consoló con una radiante sonrisa -. Acaba de despertar de un coma y tiene amnesia. No se pida demasiado apenas pasado un día- posó una mano sobre su antebrazo con una mirada llena de seguridad -. Esté por segura que con el transcurso de los días, su mente estará de vuelta a toda su capacidad. Y debe esforzarse a mantenerse ocupada, activa y tomar las medicinas, para sí, pueda ser capaz de entender y comprender cualquier información que halle para ayudarla, ¿Está bien?
Carrot le mantuvo la mirada, empezándose a vidriar los ojos a la vez que sonreía y asentía enseguida, como si no lo hiciera en ese momento, todo lo que escuchaba se evaporaría, y se inclinó en un abrazo que sorprendió al psiquiatra, pero que se sonrió un poco devolviéndole el abrazo.
-Eres una chica muy valiente. Las cosas se pondrán mejor.
-Gracias- murmuró muy conmovida -. Muchas gracias.
-No hay de qué- expresó distanciándose del abrazo -. Ahora, saldré a conversar con tus amigas para que esté al tanto de todo, ¿Bien?
-Sí, bien- asintió seguido pasándose una mano al borde de sus ojos secándose unas pequeñas lágrimas que le brotaron pero manteniendo una sonrisa entre sus cejas encorvadas. -. Aunque no sé si sean mis amigas…- murmuró para sí misma, confundida.
Peace le dio una última mirada y se dio la vuelta para salir de la habitación.
-¡Espere!- la atajó Carrot y él regresó su vista en ella, mirando sus ojos un tanto indecisos -. Usted…usted cree…- aspiró -. ¿Es mejor que no sepa nada? Digo…debí pasar por cosas horribles para terminar aquí. Entonces… Mejor que no recuerde nada, ¿Cierto?
-…- se mantuvo callado por un momento. Pestañeó y se esbozó una pequeña sonrisa en su rostro, mirando el concentrado mirar de esos ojos verdes que se prendieron en los suyos, muy curiosos y ciertamente impacientes de su responder. Finalmente, él movió su rostro a un lado y le regaló una amplia sonrisa de lado -. ¿Quién soy yo para decidir eso? No soy nadie. Sólo tú puedes decidir lo que deseas saber de ti y lo que quieres saber cuando aprendas aceptar lo que te define, tanto lo bueno y lo malo, lo dulce y amargo, que condimenta la vida.
Carrot no dijo nada, asimilando lo que escuchaba mientras sus miradas se mantuvieron por un momento sin prácticamente pestañear mirando con detenimiento el expresar del psiquiatra, hasta que finalmente Peace se dio la vuelta y se encaminó fuera del cuarto. La pelinaranja suspiró bajando la mirada, hacia sus palmas, viéndose que era la única en tener el poder de sus inquietudes y respuestas, que debía descubrir.
Minutos más tarde, Applejack cruzaba la habitación con una bolsa acompañada de una entusiasta sonrisa que Carrot devolvió al verla, apresurada en decir su inexplicable sanación pero que a su vez, deducía si tenía que ver con la magia de la amistad que poseía ella y la conversación que tuvieron ayer. La rubia le contó que efectivamente había sido por magia, pero no de la suya, sino de un nuevo ser mágico que habitaba en el cuerpo de Trixie.
-¿Qué…?- jadeó Carrot estupefacta.
-Es una historia demasiado larga qué contar que lo haré una vez te hayas instalado bien en mi casa- exclamó sonriente viendo la expresión del rostro de la pelinaranja.
-¿Viviré…contigo?
-Por supuesto que sí. Ya no tienes nada más qué hacer aquí. Te acaban de dar el alta y ahora te vienes a mi casa. Mi hermano al final de la semana se irá a la universidad así que se desocupará una habitación. Mientras tanto, puedes dormir en mi cuarto y yo dormiré en el de Applebloom.
-No, no, Applejack, por favor, no quiero ser una molestia…- murmuró avergonzada.
-No es ninguna. Mi hermano es despreocupado y ya aceptó ceder su cuarto e improvizar algo cuando venga de visitas. Applebloom le encantará que pase a dormir con ella- torció los ojos -. Puedo ver futuras pijamadas diarias en ella.
-Pero no puedo quitarte tu cuarto. El de nadie, yo puedo dormir en el sofá o…
-Carrot- la interrumpió sonriéndose -. Olvídate de ser una molestia. Considérate un miembro honorario de la familia Apple.
La pelinaranja calló, observando la confianza, gentileza y claro, honestidad de las palabras que acababa de escuchar. No pudo discutir más con ella. ¿Cómo llevarle la contraria con semejante aclaración? Sólo pudo callarse, sin poder disimular una sonrisa conmovida como de ilusión que brotaba lentamente dibujándose en su rostro, radiante y contagiosa que Applejack sonrió igual, más entusiasmada y enérgica en prepararla para su salida, mostrando en la bolsa que cargaba, unas prendas que Rarity mismo se apresuró en hacer durante la noche, sabiendo a cuestas la mayor posibilidad de su alta de hoy.
Estando listas, Applejack abrió la puerta y dejó pasar primero a Carrot Top, luciendo un vestido naranja llevando encima una blusa desabotonada verde de mangas largas que le llegaban hasta por debajo del codo con unos simples zapatos blancos de tennis. Para su sorpresa, todas las demás chicas aún estaban ahí, que al verla asomarse, se levantaron enseguida sonriéndose, mostrándose aliviadas y muy felices de verla, encantada Rarity de verla con la ropa sencilla pero adecuada para ella que le hizo en una noche. Tanto Applejack como las demás, esperaban una reacción de Carrot ante su presencia. Los ojos verdes de la chica se deslizaron con cuidado en cada una, reconociendo a todas sus compañeras con quienes alguna vez intercambió palabras y todo era un buen recuerdo, pero nada tan unido como para que estén aquí y ahora.
No entendía por qué estaban tan pendientes de ella, ni por qué estaban hasta el borde de lágrimas como veía en Fluttershy y la propia Cherry Crash al verla de despierta y de pie, pero aunque no entendiera del todo por qué había tanto interés en ella y su bienestar, no podía evitar sentir una profunda calidez en su interior al verlas, muy agradecida de hacerla sentir que, alguien se preocupaba por ella.
Sus ojos se vidriaron mientras sonreía, juntando sus manos sobre su falda.
-Gracias…- fue lo único que pudo decir sin que la voz se le quebrara del esfuerzo de no llorar delante de ellas, pero Pinkie Pie no se resistió y la abrazó de una vez.
-¡Te queremos mucho!- chilló llorando cascadas.
-¡Pinkie!- reaccionó Applejack en llamarle la atención, pero vio que atrapada en su abrazo, Carrot se sonreía, riéndose un poco. La rubia se sonrió conmovida y también se unió al abrazo.
-¡Abrazo de grupo!- rugió Rainbow Dash sonriéndose y con las demás, cada una fue encontrando lugar para abrazarse todas entre sí, convirtiéndose en una bola humana entre pequeñas risas y unas que otras lágrimas rodando de sus mejillas.
Todas juntas, acompañaron a Applejack y Carrot Top hasta la granja que, enhorabuena, estaría Bicmac con la camioneta para trasladarlas, estando todas atrás en el balde del transporte, hablando, gritando, riendo, burlándose y comentando, en un bullicio que para ellas ya era habitual y tolerable. Adelante, estando solo Bicmac, Applejack y Carrot Top, escuchaban lo que decían con dificultad entre las voces enredadas riéndose una que otra vez. La rubia dado un momento concentró su mirada en Carrot, que estaba muda en todo el camino, pero con una pequeña sonrisa y mirada perdida, atenta escuchando lo que las demás tanto hablaban.
-¿Crees poder lidiar con esto?- se burló la vaquera haciendo que Carrot reaccionara y la mirara señalando hacia atrás donde estaban las chicas. Su expresión ausente se animó mejor más caída a la realidad.
-Lidié con la salida previo al baile…supongo que sí…- respondió para gracia de Applejack, que aprovechó para hacerle conversación y le contara su versión de esa salida, haciendo hablar a Carrot en un buen recuerdo que conservaba, sabiendo que aunque a "trampas" por decirlo, se deshizo lo que el destino deparó para ella, verla más entusiasmada a seguir adelante tras su recuperación, hacia haber valido la pena la intervención de Zephyr y aliviar en algo, su desgracia.
…
"Se asomó a la cocina, una niña no muy alta que la altura que los soportes de madera de la mesa del comedor, mirando con curiosidad, una versión mucho más grande de ella, pues jamás dejaba de escuchar "¡Eres igualita a tu mamá!" sin saber emocionarse o no, dado a…como era ella.
-Mami…
-¿Qué quieres?- fue cortante sin dejar lo que hacía en la cocina. La niña sintió el corazón decaído pero forzó una sonrisa.
-¿Qué haces?
-La vecina cumple años. Hay que aparentar que nos importa- se limitó en explicar pasando una mirada rápida hacia ella y volvió hacia el bol que batía, que empezó a batirlo con fuerza de más, sin que la niña le desprendiera la mirada de encima. Entonces ella soltó la cuchara y la miró con severidad y debate, endureciendo la barbilla -. Sé de ayuda, porque tengo que salir y más vale termine esto cuanto antes.
-¿Yo?- se sorprendió, señalándose, verdaderamente incrédula abriendo mucho los ojos.
-¿Ves a alguien más?- obvió volviendo a lo suyo.
-No- respondió sonriéndose y entrando a la cocina enseguida para levantar las manos sobre el mesón y empezar a impulsarse para ver encima, dando seguidos brincos -. ¿Qué haces? ¿Qué hago? ¿Cómo ayudo? ¿Puedo encender la cocina?
-Hago caramelos. Vas a leerme la receta. Ayudas dejando de brincar- enfatizó mirándola en advertencia con esa helada mirada y la niña dejó de súbito de brincar ante la dura mirada -. Y te corto la mano si enciendes la cocina. ¿Entendido?
-Creo…- murmuró intimidada llevándose las manos a los pequeños bolsillos de su vestido -. ¿Por qué mejor no le compras algo?
-Porque…- pensó en decir mientras se pasaba las manos sobre el mandil -…los regalos hechos por uno mismo son más recordados que algo comprado- movió su barbilla un poco, perdiendo la mirada por un segundo -. Si quieres expresar algo de valor, más vale que sea algo que hagas por ti mismo- dijo para recuperar la compostura y mirar de reojo a esa pequeña versión suya, muy absorta en lo que dijo.
-¿Entonces… el suéter y guantes que me hiciste usar en invierno…lo hiciste tú?- se le ocurrió preguntar, ilusionándose.
-Claro que no- respondió cerrando los ojos soltando de golpe la cuchara -. Sabes que el que te encapricha con regalos es tu papá- entonces aclaró la garganta y pasó el libro de recetas -. Ahora lee- mandó con sequedad y resistiéndose a la desilusión, Bonbon obedeció".
Aquella tarde, se la pasaron juntas ocupadas preparando pequeños caramelos envueltos con papelitos de diferentes colores que, aunque su madre parecía peor que sargento ordenando qué hacer, haciéndola sentir muy frustrada esperando algo más de ella que no sea esa esquiva forma de ser, pasar tiempo con su madre fue un lujo que no dejó desaprovechar, aprendiendo hasta grande a obsequiar al menos, a los pocos amigos que tenía, regalos que eran hechos a mano por ella, como el collar de Lyra y el gorro de lana que le tejió a Trixie de agradecimiento. Además, ese era el único buen recuerdo de la niñez con su madre que aunque pudiera haber salido mejor, lo había atesorado refundido en su memoria, siendo opacado por momentos que le hicieron crear murallas alrededor de ella y no la dejó pasar, nunca.
Bonbon tenía sus ojos celestes clavados sobre una mediana caja rosa de regalo que reposaba sobre su regazo, sentada en una sala ajena por al menos alrededor de dos horas. Miró la hora en el reloj de pared de la casa y sintió miles de espinas clavándola en cada pizca de su piel.
-Me vuelve a enviar al buzón de mensaje- se quejó un hombre a la entrada de la sala, haciendo que Bonbon levantara la vista hacia él, observándolo ciertamente inquieto y apurado con el celular bajando de su oreja.
-No se moleste- avisó poniéndose en pie -. Después de todo, tengo la culpa por no avisar mi visita y estoy con algo de prisa- se acercó a él estirando la caja -. ¿Podría entregarle esto y decirle que estuve aquí, por favor?
-Por supuesto que sí- sonrió amablemente.
Bonbon devolvió la sonrisa por pura educación, que no llegó ni a extenderse del todo bien ni sincero y entregó la caja con cierta dificultad, como si separara de algo que le pertenecía y abandonaría.
Sintió los párpados más pesados que le hacían parpadear más lento. Llenó de aire su pecho y entregó otra sonrisa fugaz antes de otra palabra más de educación y avisar que sabía dónde estaba la salida, desapareciendo de la casa sin desprender la mirada del suelo. Cada paso que daba era una calamidad dentro suyo, deslizando su mirar a su mano envuelta en gasa hasta un poco más arriba de su mano, como si fuese una prueba física de todos la aglomeración de errores que había cometido a lo largo de toda su vida, hasta ayer.
El sol estaba en su punto ese día, ni sintiendo que estaba de vacaciones de verano con tantos pormenores que iban de menor a mayor. Bonbon lo contempló con una mirada que contenía un grito sordo que taladraría la cabeza de los más cercanos.
El sol brillaría pese se sienta desmoronarse.
Se abrazó a sí misma, terminando de salir de la entrada de la casa, no demorando mucho un taxi programado a recogerla a cierta ahora, estacionarse frente a ella, o más bien, frente a la casa, sólo para darse cuenta, que no había sido el taxi que programó, sino de uno aparte que dejaba un pasajero dentro.
Un par de ojos dorados se abrieron de más tras el vidrio de la puerta del auto amarillo mientras los de Bonbon se entornaron incrédulos y ansiosos a su vez, cubriéndola una entera sensación de incomodidad, ansiedad y nervios pero a su vez, una extraña alegría, que jugaba con hacer mover las comisuras de sus labios en una extraña sonrisa que contrastaba con esas cejas arqueadas y mirada inquieta al ver que su corazón había reaccionado de su letargo adormecido de tristeza y dolor, al ver aquel rostro tiernamente igual de sorprendida.
Cherry desde dentro del taxi observaba a Bonbon. No sabía qué sentir, ni pensar, ni mucho menos decir. Sólo se quedó ahí sentada con la mirada sobre la de Bonbon, que venía ciertamente bien arreglada, con su cabellera larga bien peinada, acomodada sobre sus hombros que, aunque era femenina y elegante de lucir, no era de maquillarse, a menos que sea para algún tipo de evento y de forma sutil, ahora se encontraba con sus labios de un rosa muy pálido que le daba un brillo suave a sus labios del mismo color del juego de sombras que usaba en sus párpados, usando un vestido celeste que, en los primeros segundos, su mente le jugó mal y no lo reconoció, pero de a poco, fue formando un entrecejo mientras se le iluminaba la mente, viendo como flashback a una entonces desconocida joven que subía al escenario a tocar el piano, con ese mismo vestido, la primera vez que la vio y flechó.
Entonces su mirada se endureció al igual que su quijada, concentrando un entrecejo defensivo, repentinamente pudiendo mover enseguida su cuerpo, apartando bruscamente la mirada de Bonbon para meter las manos en los bolsillos de su falda y lanzar todo el dinero que tenía, pagando hasta de más al taxista con tal de salir de una vez.
La puerta del taxi se abrió de golpe, obligando a Bonbon a apartarse en retroceso, sin entender por qué ese repentino cambio de humor de Cherry, viéndola salir del auto expulsándose con fuerza mientras empezaba a hablar aceleradamente.
-No sé qué estás planeando hacer pero no cuentes conmigo- sacudió la cabeza, abriendo la boca de nuevo pero la cerró, intentando calmarse y no escupir palabras por escupir, como lo había hecho la mañana anterior. Suspiró devolviéndole la mirada -. En serio no sé a qué viniste ni vestida así. Sé que pasas por algo fuerte en tu vida y habrás pensando algunas cosas, lamento si me pasé de la raya al gritarte ayer, pero…- se remojó los labios -... no puedes hacerme esto. No uses esto en mi contra. No va a funcionar, Bonbon. No…
-Lo arruiné- le interrumpió sin preámbulo, callándola de hecho y que enfocara su vista hacia ella. -. Lo sé, Cherry. Sé que arruiné todo y no te culpo si ya no tienes fe en nosotras. Si vengo arreglada así es para que tengas un mejor imagen de mí que la de ayer. De que aun pese todo, sigo siendo esa chica...- se remojó los labios, ansiosa -. No vengo a pedirte que me des otra oportunidad, que…- tomó una bocanada de aire para expulsarlo con fuerza mientras hablaba -…que regreses conmigo. Porque no estaría bien. Porque entonces caería en el mismo ciclo y te haría más daño y créeme…- sus ojos perdiendo el brillo antes ganado al verla con su rostro igual de apagado -. No quiero hacerte infeliz sólo porque yo lo esté…
-…- Cherry empezó a forma un entrecejo, parpadeando, intrigada. Bonbon sonrió un poco.
-Me alegro por una parte que te mantengas firme a tu decisión. Sé que…en el pasado, habrías cedido, pero tú ya no eres esa. Has cambiado y eso es bueno. Sigues cambiando y yo…no. Me he quedado estacando. Yo…- exhaló con fuerza con una sonrisa forzada apretando los labios -. No estoy bien. Para nada. Estoy muy asustada- confió en decir con voz fina y cada vez, Cherry deshacía más el ceño, desconociendo a la chica que tenía enfrente suyo. -. Me muero del miedo y…y de ansiedad. Me pesa, me arde la garganta estar hablando contigo ahora sin…sin alejarte porque…- se interrumpió ella misma sacudiendo la cabeza, llevándose una mano por la cabeza mirando a un lado, cuando escuchó unos pasos que se dirigían a ella, pasando su vista de nuevo en Cherry, que expresaba un rostro que desprendía un sinnúmeros de pensamientos.
Cherry contempló un momento a Bonbon, leyendo ese rostro acabado y completamente avergonzado, con sus ojos cargados de inquietud, el movimiento ansiosos de sus cejas, viéndose tan indefensa pero a su vez contenía mucho más de lo que dejaba expresar, interpretando la lucha interna que tenía consigo misma en ese momento.
Con Bonbon, habría tenido tres relaciones, y parecía nunca actuar bien en ninguna, cometiendo los mismos errores de siempre y principalmente uno: miedo. Siempre tenía miedo. La más mínima cosa la hacía sospechar, lamentar y desear imposibles. Temía que la dejaran. Temía que la lastimaran. Temía que la engañaran. Temía que no se comprometiera. ¿Cómo disfrutar de una relación, si sólo tienes miedo de que se arruine? Y sólo eso atrajo. Sus miedos e inseguridades terminaron por embargarla en dudas.
Pensaba que, si hubiera sido una buena pareja para Bonbon, habría visto que algo no andaba bien con ella. Que le gustara su misterio no debía quedarse así, sino tratar de descubrirlo leyéndola y no exigiéndole, presionándola a comportarse de la manera que quisiera que ella aseguraba de "parejas".
Bonbon era fría y casi alérgica a las muestras de afecto, siendo pocas ocasiones cuando podría ser tierna y dulce, pero no podía culparla. No solo Golden había pasado por mucho, sino también Bonbon y aun con ese tormentoso pasado acuesta, le hizo espacio al amor, y la dejó que ella ocupara ese lugar. A entrar a ese nuevo lugar que la propia Bonbon había descubierto y arriesgado a aceptar, dándole su llave.
Siempre se enfocó y se quejó de los defectos de Bonbon, pero nunca de sus virtudes, como el que era atenta, siempre descubría cuando usaba algún maquillaje, accesorios o ropa nueva. Bonbon siempre la escuchaba. Podría hablar de su música, de una película, de una anécdota, del shampoo que casi la deja ciega cuando le cayó en los ojos mientras se duchaba. No importa el tema que tratase, sus ojos celestes siempre estaban concentrados en lo que salía de sus labios y a veces, esbozaba una pequeña pero entretenida y dulce sonrisa, al verla actuar algo que le contaba. Por mensaje, la saludaba por la mañana y se despedían por la noche, tal vez no tan cursi como le habría gustado, pero siempre había un mensaje suyo deseándole buenas noches que, si se quedaba dormida sin haberlo hecho, mandaba uno en cuento despertaba, disculpándose. La acompañaba a esas tiendas temáticas de rockeros, sobresaliendo la única chica con tan delicado vestido entre tantos de trajes arapientos y de cuero, pero sin duda, su rostro serio y duro repelaban a cualquier que se le acercaría a molestarla por no encajar ahí. Pero estaba allí. Por ella.
El corazón de Cherry se encogió por completo.
Bonbon en serio luchó por ella, aunque Cherry nunca sintió que fuera suficiente, sin tener la remota idea del esfuerzo que Bonbon le ponía, pero después todo se complicó, y lo peor de cada una, arruinó el hermoso y reluciente, pero delicado cristal que sostenían de su relación.
-Maldición…- se quejó Cherry en un jadeo con un ceño, sintiendo ganas de llorar de nuevo entre el doloroso latir de su corazón -…he sido una…una…estúpida. Yo…- murmuró, pensativa aun, para soltar una sola carcajada seca y mirarla entre una mirada vidriada -…no puedo echarte toda la culpa a ti. Tú sola no arruinaste la relación- parpadeó sacudiendo la cabeza -. Yo también lo hice, por insegura. Sé…- suspiró con pesadez -…Sé que no es lo mismo, pero me engañaron en el pasado y… creí que lo harías tú, con…
-Lyra…- le completó con pesadez. Cherry cerró la boca, incomodada asintiéndola -. Y claro que no eres estúpida. No seas dura contigo- le dijo sonriéndole gentil colocándole un mano sobre su hombro para que alzara la mirada -. Reconozco que…puedo ser difícil de tratar así como es fácil perder la paciencia conmigo.
-Y yo también- reconoció -. Con mis pensamientos y dudas. De verlas a ti y Lyra tan unidas, el cómo se quieren y tienen un lazo especial que ni yo sentía que teníamos las dos, la forma que hablas de ella como…- arrugaba la frente parpadeando varias veces para decir de una vez. -. Ella parece saber tanto de ti que yo no…- murmuró avergonzada y triste.
-Obvio- arqueó una ceja -. Somos mejores amigas. Ella me conoce y yo a ella. Somos amigas desde hace años y te conozco hace menos de uno. Es razonable que desconozcas cosas de mí y con el tiempo, eventualmente ibas a descubrir más de lo que alguna vez lo haya hecho.
-Pero no estabas abierta a compartir como se diga- farfulló. Bonbon bajó los hombros. Sabía que hablaba de la Agencia.
-Si no te dije del todo sobre mi vida …es porque temía que te asustaras o me miraras de otra forma. Yo hice cosas terribles. Hice daño. No quería…involucrarte en esa realidad mía porque…- calló, quedándose muy quieta, sintiendo que su garganta estallaría en cualquier minuto, abriendo un poco sus labios y sentir un terrible dolor en todo su ser para al fin pronunciar las palabras -… no quería ensuciarte con el resto de la mía. Yo amo a Lyra, pero ahora como amo a mi familia, que espero en paz descansen, y al resto de chicas que ahora rodea mi vida. Pero a ti…- suavizó profundamente la mirada -. Te amo más de lo que alguna vez quise a nadie más. Eras lo más hermoso que he tenido en toda mi vida- escupió con mucho esfuerzo, viendo como los ojos de Cherry se agrandaban y quedaba enmudecida y estática, dejando hasta entreabrir sus labios escapándosele el aire, evidenciando entre un poco de tristeza en Bonbon, que le había caído de sorpresa aquella confesión que, inevitablemente, sus mejillas ganaban un sutil color carmesí mientras su cabello un poco más largo de lo que antes era, se movía a un lado con la repentina brisa veraniega y el sol entornara un color amarillento a su alrededor, regalándole a Bonbon una hermosa fotografía mental para el recuerdo, dándole valor, cosa que aprovechó en continuar -. Y el amor…da mucho miedo. Me intimidas, mucho, tus roces, tus palabras, tus besos, tu cariño, tu presencia. Todo de ti me tenía presa de angustia e incomodidad, porque te quería mucho. Por eso perdón por responderte mal. Lamento tanto no responder como debí hacerlo porque mereces muchísimo más de lo que yo te di. Yo no te merezco, no como soy ahora. Debo superar este temor hacia la felicidad para que pueda amarte libremente mientras tanto, no. Por eso Cherry, yo…me voy.
Las dos últimas palabras hicieron que Cherry cayera de vuelta a la realidad, parpadeando varias veces entre un ceño, sin entender lo que acababa de oír.
-Sí, me voy- le afirmó Bonbon con una débil sonrisa -. Ya lo sabe Pinkie que se lo dirá a los demás y me aseguré de saber el estado de Golden antes de partir y que si algo sucede, con respecto alguna situación mágica, no dude en contactarme- suspiró -. Me voy a…un retiro por decirlo. Yo sé que las tengo a todas ustedes para ayudarme pero…- negó con la cabeza con media sonrisa entre su mirada vidriada -. No depende de ustedes. Depende de mí. Y…me necesito a mí para entender y ahí, escucharlas bien- asentía con cierta ansiedad y su voz se extinguió un poco al final, aspirando con esfuerzo. -. Sé que Golden está en buenas manos con Applejack. Yo…- negó con la cabeza mirando al suelo -…no estoy…emocionalmente capaz de ayudarla porque estoy igual hecha un desastre- rió con tristeza cerrando con fuerza los ojos. -. No sería un buen ejemplo de…lo que sea…y…- no completó en decir, porque entonces sintió el cuerpo de Cherry sobre el suyo en un repentino abrazo que no tardó en nada en devolver, casi sintiéndose en un completo alivio el sentir su calidez, el roce irregular de su ropa, la bien que encajaba su cabeza sobre su hombro, como si estuviese hecha a su medida, pese a todo.
No se dijeron nada más. Sólo se quedaron ahí, abrazadas, envueltas de los brazos de la otra, con el corazón latiendo afanoso, ansioso y abatido, cada una con la mirada lejana, cargadas de sentimientos y pensamientos, casi suplicantes de que el dolor que se les subía por el cuerpo no fuera tan duros con ellas, consolándose en silencio mutuamente.
Perdidas de la noción del tiempo, un claxon interrumpió el momento, haciéndolas separar para cerciorar que ya había llegado el taxi que Bonbon llamó a programar. Entonces se miraron de nuevo, tratando de leerse entre líneas, con una mirada profunda entre la línea que dibujaba sus labios que parecían pegadas entre ellos y Bonbon terminó por desvainar una sonrisa de lado, tomando de las manos a Cherry y acercándose peligrosamente a su rostro lo suficiente para que ella pudiera sentir sus labios sensoriales preparados para el aterrizaje de los de Bonbon. Pero sólo recibió el suave golpe de su aliento al hablar cerca de ellos.
-Cuando regrese, aún seguiré queriéndote tan fuerte como ahora- se limitó en susurrarle, regalándole una mirada enternecida como decidida, dejando a Cherry sin poder decir una palabra, sólo se quedó ahí, plantada en el piso, viendo como Bonbon se alejaba de su casa para embarcarse en el auto, mirándola por el vidrio un momento hasta que el motor rugió y marchó de la entrada para conducirse a lo largo de la calle.
Como si le habrían robado el alma, Cherry se condujo ausente hacia su casa, entrando con una mirada ensimismada que más bien, no sabía qué pensar ni sentir, apoyándose de espalda a la puerta.
-Cerecita- escuchó la voz de su padre, alzando la cabeza para observar que le estiraba una caja rosa, sonriéndose -. Ella dejó esto para ti.
Cherry lo tomó con una sola mano, pensando que dado el momento, se olvidó de mencionárselo, olvidándose ella misma de preguntarle qué le pasó en la mano, con todo, apartó la tapa de la caja con la otra mano libre, asomándose varios papelitos celestes con una franja amarilla que envolvían en lo que parecían ser caramelos, pero sobre estos, estaba una nota pequeña de color celeste claro que se leía: "Esto es lo que soy. ¿Qué puedo decir? Soy la hija de mi madre".
Cherry sin desprender su entrecejo confundido, tomó uno de los caramelos, lo desenvolvió, contemplando la tersa y delicada apariencia del pequeño dulce color celeste claro y se lo llevó a la boca, deslizándolo de un lado a otro, reconociendo sus papilas gustativas un suave sabor dulce, pero que se concentraba fuerte en toda la boca, entre la dureza del caramelo.
Era el caramelo más delicado, dulce, concentrado, fuerte y duro que habría probado. Y sus ojos se cargaron de lágrimas y se sonrió delicadamente hasta expandir mucho la sonrisa, abrazando la caja con profundo cariño.
…
Sólo podía sentir dolor.
En donde sea que estuviese, el dolor la envolvía y la petrificada, como si fuese un capullo, que le negaba no sólo moverse ni pudiendo abrir la boca para gritar ayuda, sino también ver, siendo sólo una extraña oscuridad que de vez en cuando, se entornaba en otros colores que iban del carmesí al naranja. Y tal vez lo era, que estaba atrapada en un capullo, pero nunca estaría de cuándo podría liberarse de él, sintiendo todo el tiempo que caía o no, más bien, parecía que flotaba en locas corrientes que no sabía a donde la llevaran.
A veces, escuchaba voces.
Voces intangibles que no podría decir si conocía o no. No estaba segura. A veces esas voces, eran gritos. Gritos que asfixiaban y desgarraban todo lo que era aunque estas alturas, dudaba mucho qué era ahora.
No sentía nada.
Se sentía invisible, intocable, como si fuese un fantasma. No podía concebir que estuviese en un cuerpo con el cual podría mover, sentir, reaccionar. Apenas y podía de vez en cuando escuchar la voz que alguna vez le perteneció, en sus pensares.
A veces estaba inconsciente.
Como si se apagara y se perdiera de su misma existencia. Luego se encendiera, sólo para estar en ese vacío, sofocándose, pensando, martirizándose, suplicando que esto acabase. Como si la volviera en sí apropósito para ver esos colores extraños, esas voces enredadas, aceleradas y otras, gritos, sólo gritos que vibraban su esencia, jurando que si tuviera voz, estaría gritando hasta sentir que se le desgarraba hasta la tráquea, ahogándose en su propia sangre.
No existía el tiempo.
Ya había perdido la noción del tiempo. No sabía si habían pasado días, semanas, meses o hasta años incluso. Pero en donde estaba, ya no existía el tiempo.
O no había nada, o sólo había dolor.
No había más opción.
Entonces, asimismo, de la nada, lo sintió.
Si tuviese un corazón, éste habría presionado su pecho con cada latir ansioso que daría.
Y es que podía, podía sentirlo. Sí, podía sentir que al fin, por ahí, había alguien más.
De los restos que era ahora, podía percibir otra presencia. Algo se acercaba, algo estaba muy cerca de donde estaba. Como si estuviese amarrada y amordazada en un armario y podía sentir que fuera de éste estaba alguien que podría ayudarla a liberarse de ahí.
Empezó a recordar que alguna vez fue alguien.
Que alguna vez fue libre.
Que alguna vez podía sentir más que angustia y desesperación.
Que alguna vez sintió esa presencia, en otra circunstancia, en otra vida.
Y que esa misma, alguna vez, la había ayudado.
A ella. La había ayudado a ella. Y ella era, Sunset Shimmer.
Y a quien sentía cerca, era…
-¡MOON WHITE!
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Abrió los ojos, con un fuerte resuello.
Moon White se irguió enseguida, sentándose en su cama, mirando a la nada, con el corazón eufórico y la cabeza pesada, mareado, sudando e hiperventilando mucho, con un rostro angustiado, dándose cuenta que le temblaba los brazos con un inevitable sensación inquieta.
Una pesadilla. Debía haber tenido una pesadilla, Pero...¿Qué pesadilla tuvo? No recordaba nada, sólo...sólo confusión y desesperación.
Y sus ojos se expandieron.
Así había empezado Sunset Shimmer...antes de ser absorbida por completo por Flame.
…
I know, I know. Me tardé, pero para que sepan, me enfermé, estuve en el hospital, que me hizo retrasar en trabajo, algo de vida social y bueno, el punto es que pude llegar a publicar antes del mes! :D Solo faltó un día xP pero lo logré así que déjenme ser feliz! xD Perdón si está largo pero compensa el tiempo que tardó en publicar xP
So!
Tuvimos de nuevo humanos, y con avance entre la situación de Golden y Bonbon, diversión y frescura, un indicio de la presencia de Sunset :´D y pues….prepárense con la tensión que embarga Equestria :D
Gracias por leer, dejen review y…
¡Sunny Honey, fuera!