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Lo Que Somos Ahora

by Sunny Honey

Chapter 45: ¿Qué hace la fuerza?

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(AVISO: ESTE CAPÍTULO ES LO QUE SUCEDIÓ DURANTE LA SEMANA QUE TRANSCURRIÓ EN EL CAPÍTULO ANTERIOR EN EL MUNDO HUMANO "NUEVA NORMALIDAD")

¿Qué hace la fuerza?

"Tienes razón" había dicho Flame en dirección a Rainbow. "Habrá ponies que envidiarán mi poder y querrán arruinar mi felicidad" dijo para tirar una corta risa para ella misma mientras las demás se mantenían aun así en estado alerta "Pero son tan poca cosa comparándose con lo que puedo llegar hacer" exclamó bajando la mirada hacia la inconsciente Golden a sus cascos "Ustedes son míos. Cada uno, hasta los traidores, son míos. No tengo rival que se le compara. Van a amarme y adorarme" dijo para alzar la vista con sus ojos entornándose confiados pero a la vez amenazantes. Las que quedaba de las mane endurecieron sus músculos de puro impulso "Todos y cada uno, terminarán haciéndolo. Es mi Equestria, son mis ponies" aclaró para de repente, las jaulas de fuego que las tenían presas, se deshicieran, tomándolas por sorpresa "No me sirven encerradas allí. Son mis doncellas y las quiero conmigo, pero…" levantó una de sus finas cejas "…si llego a sospechar de alguna de insultar y traicionar mi gloria…lo sabré…" aclaró y a su vez, unos fénix sobrevolaron encima de las cabezas de las ponies "…y si me da la gana de jugar quien vive y quien no…"agachó la cabeza para ver a Golden mientras su cuerpo encandecía para el susto de las demás "…lo haré.

Fluttershy, Pinkie Pie, Applejack y Rainbow Dash se impulsaron hacia adelante con el afán de detener su intención, pero los fénix que volaban sobre sus cabezas se les interpusieron enfrente levantando las llamas de sus alas extendidas, emanando su incandescencia de su cuerpo, reunidos en grupos a su alrededor convirtiéndose en un obstáculo para impedir que se movilizaran y las cegara por la fúlgida luz que emanaban, empezando Flame a encenderse por completo y se levantaba con sus dos cascos traseros para aterrizar sobre el cuerpo de Golden y empezar a quemar su carne con cada impulso que se daba de sus patas traseras para caer sobre ella, aplastándola con todo el peso de su cuerpo y fuerza mientras ligeros columnas de humos empezaban a serpentear en cada contacto ardiente que tenía sus cascos contra su cuerpo ante los gritos de súplica de las demás de que la dejara en paz, acorraladas entre el calor de los fénix.

Los ojos cyan estaban rígidos y casi opacos del frenesí que recorría todo su cuerpo en darse el gusto de ver cómo se extinguía el pelaje amarillo de aquella pony traidora en cada pisada que hundía en ella, mientras a su extremo escuchaba esos gritos quebrados de impotencia y súplica de que se detuviera, que simplemente la animaba más a seguir una y otra y otra vez aplastar con sus cascos ardientes sobre el indefenso cuerpo que se atestaba de rastros de carne que se hinchaba entornándose de un color rojizo ardiente.

Apretaba los dientes, respiraba entrecortado, casi ni pestañeaba mientras se agitaba su melena delante hacia atrás de los impulsos que hacía para estrellarse sobre la poca piel cubierta de pelaje que quedaba del torso, desbordándose hilos de sangre entre el hundimiento de sus cascos que no solo quemaba sino que rompía la piel. Tener el control. Tener la dominación. Tener la…

-¡BASTA!- fue el único grito que hizo a Flame despertar de su frenesí y levantar las orejas al escuchar una voz nueva integrándose a las súplicas.

Flame desvió la mirada hacia a un lado a su vez que perseguido por unos fénix, Thunderlane atravesaba la larga ventana del salón en el que estaban, que sin perder tiempo, el pegaso aterrizó al suelo de rodillas con un rostro marcado de pánico, agitándose su pecho. Las mane callaron al reconocer la voz también, incrédulas.

-¡Se lo suplico!- expresó el corcel juntando ambos cascos delanteros entre sus cejas curvadas, mirando impávido con sus ojos dorados aguados hacia la atenta Flame, que al ver su disposición de oírlo con cierta expresión de sorpresa en su rostro, los fénix no hicieron nada por detenerlo -. Se lo imploro. No le haga nada más…¡Es mi culpa que la hayan capturado!- se llevó ambos cascos a la melena -. ¡Soy un tonto! ¡Aun me cuesta aterrizar bien! ¡Debí quedarme más tiempo en la reserva de los Wonderbolts pero soy muy perezoso para madrugar y eran muy rudos! ¡No sé como Soarin aguantó! ¡Pero eso no importa!- se señaló con los cascos temblorosos tratando de ignorar el cuerpo cubierto de quemaduras de Golden mientras las demás mane se habían quedado enmudecidas escuchándolo con atención -. A mí, ¿sí? Tortúreme a mí en su lugar. Yo vine aquí primero que todos los demás. Ellos me siguieron así que yo tengo la culpa. Sólo…sólo…- se le extinguía la voz cerrando con fuerza los ojos, temblándole el corazón de miedo pero aun así, formándose en valor.

-¿Thunderlane?- lo interrumpió Flame enarcando una ceja. El corcel abrió los ojos enseguida mirándola con cierto pánico, aún temblante.

-Eh…¿Eh?- dudó parpadeando varias veces con un gesto confundido como sorprendido el que haya pronunciado su nombre.

Entonces Flame dejó soltar una sonrisa que centelló con una carcajada hasta convertirse en un gesto de euforia, moviendo hacia delante un casco con camaradería.

-¡Tu cara te delata! ¡Eres Thunderlane!

No estaba seguro, pero de alguna forma, Thunderlane se sintió insultado entre su confusión y susto, petrificado mirándola fijamente escaneando la situación, no muy atrás las mane. Flame seguía riéndose un poco mientras empezó caminar hacia él, lo que lo hizo tragar saliva rápidamente, con ganas de retroceder pero se quedó dónde estaba.

-Só-sólo sea rápida, ¿sí?- pidió permaneciendo temblando del miedo echándose al suelo y cubrirse los ojos con sus cascos, esperando recibir la furia de su fuego.

Flame dejó aflorar una risa más, tan melodiosa y fina que se escuchaba encantadora, encaminándose con un ligero andar delante de él ladeando la cabeza con la curva de su sonrisa alargándose a un lado de su rostro, con sus ojos entretenidos.

-Eres tan exacto a tu contraparte humana- se había limitado a decir con la suavidad de un suspiro.

-¿Qué?- susurró Thunderlane despejando solo un poco un ojo de su casco para quedarse sin aliento al ver la resplandeciente sonrisa de Flame, que levantaba sus pómulos en un arco cerca de sus ojos, con el color cyan suave, muy risueña, mientras su melena rodeaba su rostro con esos colores cálidos de una luz tranquila que emanaba su cuerpo.

Thunderlane no pudo evitar sentir cierto grado de fascinación por esa belleza tan natural que despedía, en una indudable atracción ciega, con un extraño y horripilante impulso de deslizar el casco para comprobar que tan suave era ese pelaje dorado que resplandecía en una tenue luz amarilla, seguirla contemplando mientras se cohibía de su presencia del atractivo de una yegua que no hacía justicia sobre la belleza física de las que alguna vez haya visto. Pero aun así, tenía un ancla de la realidad que no le permitía dejarse llevar de su belleza. No olvidaba lo que era y lo que había estado haciendo un par de minutos atrás, siendo arrastrado tal como vino ese sentimiento de contemplarla, de volver a revolcarse a esa ola de incertidumbre ante su desalmado y cruel lado, quedándose aun echado con medio ojo descubierto, despertando de ese embelesado mirar, esperando aún así, pero Flame sólo se mantenía tranquila ahí de pie, con esa mirada penetrante de suficiencia.

-¿No…no va a…a…?- tartamudeaba él aún receloso. Flame suavizó un ceño.

-¿Matarte? ¿A ti?- preguntó con cierto tono de sorpresa para expandir sus alas de fuego entre el sonido del crujir de sus llamas y se desprendía del suelo haciendo flotar su melena y sacudirla al agitar la cabeza -. ¡¿Cómo hacerlo?! ¡Tú me adoras!- resplandeció una sonrisa para inclinarse hacia él, con los ojos cyan empañados en un recuerdo que parecía llenarla de regocijo, quedando suspendida al aire -. La forma en la que nos mirabas. Las molestias que te tomabas de llamar nuestra atención. Estabas a nuestro servicio sin siquiera pedirlo- decía mientras Thunderlane procesaba lo que decía, en especial en ese plural que usaba -. Eras leal hacia nosotras- agregó colocándose los cascos sobre su pecho -. Nos atesorabas, pero ella te esquivó hacia otro lado- terminó por apartar los cascos entiesando la barbilla, apretando los dientes con sus ojos volviéndose duros y con el rabillo del ojo, deslizar su mirada hacia la terrestre naranja -. ¿No es verdad?- reclamó con fastidio frunciendo el ceño con la mirada a ningún lado, como hablando para sí misma-. Eso hiciste. Te molestaba su adulación. Te deshiciste de quien nos devotaba ¿por qué? ¡¿Por qué nos dejaste con el único que seguía adorándonos?! ¡¿Por ella?!- gruñó señalando a Applejack, que con las demás, miraba absorta en confusión hacia una repentina furiosa Flame, levantando las llamas de sus alas. -. ¡¿Perdimos un leal devoto por el sentimiento de una simple mortal como ella y mentirosa?!- agregó con voz más hosca llena de rencor.

-¡Pero si aún lo hago!- jadeó la voz de Thunderlane, para ver que las finas cejas de Flame se encarnaran en duda al regresarle la mirada. Improvisó enseguida -. ¡Claro que lo hago! Oh, oh. ¡Sí! ¡Sí, sí, sí! ¡¿Cómo no hacerlo?!- rió con tensión -. ¿No?- asentía con rapidez y torpeza, para extender sus cascos delanteros hacia delante y echar la cabeza hacia abajo, en una reverencia, haciendo que Flame empezara a cambiar su gesto en una agradable sorpresa formándosele una sonrisa tan pura como la de un potrillo y sus ojos se cargaban de un brillo entusiasmado como tal.

-¿Tú…sí me adoras…a mí, cierto?- preguntó expandiendo sus ojos bastantes con unas cortas risas de algarabía.

-¡Pero si mis ojos nunca vieron tanta belleza junta!- expresó en voz alta -. ¡Oh gloriosa y amada Flame!- empezó a decir subiendo y bajando medio torso varias veces mientras Flame lo observaba con detenimiento expandiéndose una sonrisa petulante -. ¡Usted, Flame, es como el sol, de solo intentar mirarla de frente, me arde los ojos y no puedo verla!- recitó -. ¡Del cielo cayó una rosa, mi abuelita lo cogió, usted le arrancó la cabeza y la flor tras su oreja quedó mejor!- continuaba diciendo.

El resto de manes quedaron por ese momento de piedra de lo que veían, con una mueca indescriptible de la situación pensando la llegada e improvisación del corcel, que continuaba dando algunas reverencias mientras hablaba y subía y bajaba medio cuerpo ante ya el rostro confiado y relajado de la unicornio dorada que se sonreía con suficiencia.

-Je, en serio me conmueves- mantenía la sonrisa hacia el pegaso respingando su nariz y poniéndose ciertamente seria -. ¿Pero qué hacías aquí en el castillo en primer lugar?

Thunderlane dejó de dar reverencias para ignorar la voz que le gritaba "¡RUN!" en su cabeza al percibir su semblante más duro para ver a los ojos a Flame.

-Ya le dije…vine en intercambio de…de la pony que…usted…mmm…¿castigaba?

-¿Por qué?- preguntó entrecerrando los ojos con un trato severo de un verdugo impaciente por ver correr la sangre -. Se quiso robar a mis doncellas- siseó y aun así, su voz salía con la gracia de su tono coqueto y fémina.

-Porque…porque…es inocente porque….-pensaba con angustia mordiéndose un poco los labios -…ella…está… ¿loca?

-…- se intercambiaron miradas las manes enarcando una ceja.

-¿Loca?- repitió Flame sin chiste -. ¿Quieres que la perdone solo porque está loca? ¡Con mayor razón la extingo!

-¡Pero es mi loca!- se llevó los cascos a su corazón -. Es mi pony especial. Cometió un error por su insano juicio. ¡No tiene la culpa!- improvisaba dramático y suplicante, lo más patético posible juntando sus cascos entre sí -. ¡Tenga piedad, por favor! ¡No volverá a saber de ella! Si lo hace, no reprocharé que la vuelva barbacoa. Pero se lo suplico. Por un…un seguidor de la deidad que es. ¡Déjala vivir! Admiraré más de lo que es posible, y si no lo hace…

-¿Si no lo hago qué?- frunció el ceño.

-Yo…- bajó la mirada -…respetaré lo que mi deidad decida, usted es…mi prioridad- expresó para volver a bajar la cabeza hacia el suelo, cerrando fuerte los ojos a la espera de una respuesta que contradijera su pedido que lanzó, pero apenas lo hizo, sintió algo tibio posarse bajo su quijada, siendo este el casco de Flame en una temperatura muy leve, haciéndolo poner aún más en estado alerta pero a la vez sintió un ligero calor en sus mejillas, no por la calidez que emanaba Flame, sino sentir que, efectivamente, esos cascos que hace rato atrás marcaba la piel de alguien, eran tan suaves y terso como el roce de un pétalo de rosa.

Flame levantó el rostro de Thunderlane con una sonrisa de satisfacción pero una mirada clavada de vanidad y dominación.

-Eres un leal súbdito de esta nueva era de gobierno. El primero en profesar tu lealtad hacia mí. Por eso, tomaré tu palabra- exclamó para levantar la cabeza en dirección de unos fénix y asentir una sola vez, provocando que una pequeña bandada se dirigieran directo a Golden, lo que paralizó el corazón del pegaso y de las demás.

Thunderlane por inercia desvió su mirada en donde se dirigían los fénix pero Flame le regresó la atención de sus ojos a ella, pudiendo contemplar él la mirada dura y su expresión igual de tiesa de la unicornio, de los sorprendentemente fríos y crudos podían convertirse que le heló la sangre y anudó su garganta mientras hablaba con un tono igual de gélido:

-Voy a matarla si la vuelvo a ver cerca de mí y mis doncellas- advirtió en más de una promesa que una amenaza, cosa que le parecía mucho peor.

Aun con el estremecimiento de su advertencia, Thunderlane dejó expandir sus ojos en asombro mientras Flame le apartaba el casco y se daba la vuelta, viendo al grupo de fénix alrededor del cuerpo de Golden, derramando unas lágrimas sobre ella, provocando que sus heridas empezaran a sanar, incluso aquellas provocadas por la caída del mal aterrizaje de Thunderlane, cubriéndose las heridas abiertas de quemadas y recuperaba el pelaje que le cubría la piel.

Una ola de alivio pudieron sentir las manes, sin que pudieran evitar sonreír en dirección en Thunderlane, en reconocimiento a su abogacía por la terrestre amarilla, quien no quedaba muy atrás con el alivio.

-¡Gracias, gracias, gracias!- expresó Thunderlane juntando sus cascos delanteros haciendo que Flame se diera la vuelta con una tranquila sonrisa de eficacia, disfrutándolo -. ¡En serio se lo agradezco! ¡Qué misericordiosa es mi deidad!

Flame rió un poco, meneando la cabeza mirándolo detenidamente.

-¿Por qué "ella" no le agradaba la atención que le profesabas?- se interrogó más a sí misma, refriéndose a Sunset una vez más. Entonces alzó su cabeza en dirección a las manes que aun estaban siendo custodiadas por fénix -. Mentirosa- llamó mirando a Applejack, así que ella reteniendo molestia dirigió su mirada hacia ella -. Sé amable y escolta al súbdito y su loca a la puerta- sonrió muy risueña e ilusionada -. ¡Es muy grato recibir la visita de un plebeyo que se acerca a su deidad a solicitar su ayuda!

-Con gusto no le estorbo más su tiempo- canturreó Thunderlane caminando con cautela cerca de Flame para acelerarse un poco en dirección a Golden -. Carrot. Carrot- la llamaba en susurro, pero ésta aun se mantenía inmóvil, aunque visiblemente se veía repuesta, entonces empezó a tomarla para levantarla de un lado, sintiendo más liviano el peso del cuerpo que se abandonaba de vuelta al suelo y levantar la mirada para ver a Applejack sostener a la terrestre del otro lado. -. ¿La…la sostienes un momento?- preguntó y la vaquera lo miró con atención, interrogándole con la mirada.

Thunderlane no quería abusar de su suerte, pero necesitaba aprovechar la ocasión. El corcel se dio la vuelta de regreso hacia Flame con sus cejas enarcadas y Flame arrugó su entrecejo en duda.

-¿Ahora qué sucede?

-Ah, disculpe mi deidad pero…me angustia su seguridad- expresó con un gesto preocupado, pero no era por ella en sí. Flame parpadeó frunciendo más el ceño.

-¿Se te olvida con quien estás tratando?- preguntó con voz grave para entrecerrar los ojos -. Son ustedes los que deben estar más preocupados de su mediocre mortalidad. No me pongas aprueba que tu poca fe a tu deidad es un insulto a la lealtad profesada hacia mí.

-N-no me malinterprete- exclamó tragando saliva por el cambio de humor, escogiendo mejor sus palabras -. Es que…Equestria nunca ha tenido buenas relaciones con…con los dragones, pues, jejeje- rió nervioso -. y…han sobrevolado muchos y…estoy seguro que no es una…una buena se…

-Oooooohhh- lo interrumpió Flame sonriéndose más relajada mientras las manes se pusieron alertas al escuchar la entrada de dragones -. ¿Mi leal súbdito teme que los dragones causen problemas a su deidad?

-Pues…sí…- contestó parpadeando varias veces.

-No te preocupes. Los dragones no serán un problema- aseguró para sonreírse maliciosamente -. A menos que…claro, se vuelvan uno para ellos.

-¿Qué…quiere decir?- interrogó preocupado mientras las demás escuchaban atentas lo que hacía sacar a Flame.

-Están autorizados por mí, de atacar a cualquier pony que esté en un radio cerca de donde permanecen, en los límites- miró hacia las manes manteniendo la sonrisa -. Esa es la gran sorpresa que les tenía. ¡Los dragones se aliaron conmigo para custodiar mi Equestria!- rió de forma divertida mientras el resto torcían el gesto en un angustioso asombro -. ¿Traer un ejército de zombies adolescentes? ¡¿En qué pensaba?! Bueno, era la primera vez que la manipulaba hasta casi liberarme- levantó los cascos frente a ella con una sonrisa efusiva -. Podría sentirlo. Era muy fuerte esa magia adicional como para corromperla del todo y salir…¡Pero esas seis tenían magia también!- chilló con rabia con un fuerte ceño para pasarse los casco al rostro -. ¡Y me la pusieron débil, débil, más débil de lo que era cuando estaba con él!- rugió para sacudir la cabeza y reírse de nuevo desprendido sus cascos del rostro y deslizarlos hasta su boca, observando detenidamente a los cinco ponies presentes -. Ahora, tuve paciencia y fui menos caprichosa y me senté, y pensé- cerró los ojos con una sonrisa relajada -. Pienso bien cuando él está conmigo- abrió los ojos manteniendo la sonrisa y la mirada suavizada.

-¿De quién hablas?- preguntó Rainbow Dash con un fuerte ceño y Flame concentró su mirada sobre ellas mientras se le escapaba una risa de forma muy risueña como avergonzada, como una quinceañera que es descubierta, cubriéndola un semblante adorable y la luz de su cuerpo se puso aún mucho más suave, en tono plácido de ver, provocando incredulidad e intercambio de miradas entre ellos. Deslizó sus ojos hasta posarse en Thunderlane.

-Vete de una vez, y…- decía para dejar que una sombra de amenaza cubriera su buen semblante manteniendo su sonrisa -…no olvides qué haré si la vuelvo a ver.

Thunderlane asintió rápidamente y sin más que perder, regresó hacia donde Applejack sujetando a Carrot y sosteniéndola del otro lado, ambos se retiraron del Salón.

-¡Aquí tus amigas te esperan, Mentirosa!- se escuchó la voz tranquila de recordatorio de Flame, haciendo que Applejack apretara los dientes y el ceño de impotencia mientras aceleraba los cascos por el pasillo.

-No pueden quedarse con esa loca más tiempo- habló Thunderlane en un susurro fuerte que aun así, Applejack lo mandó a callar con un sonido en la boca, en advertencia, y continuaba casi galopando para alejarse lo más posible del Salón, escuchándose sus cascos aterrizar sobre la deteriorada estructura del pasillo y oscuridad de la noche, hasta frenar al final del pasillo para encontrarse con las escaleras e hizo bajar el cuerpo de Golden para dirigirse a Thunderlane con reacción retenida.

-¡Por Celestia, Thunderlane!- exclamó con un tono duro pero bajo agarrándolo de los hombros entre su ceño fruncido reprendedor mientras el pegaso respingaba por el trato -. Lo que acabas de hacer fue tonto, arriesgado y sin juicio. ¿En qué cabeza se te ocurre exponerte así? ¡Pudo haberte matado si no le recordaras a tu contraparte que parece igual de imprudente e impulsivo que tú!- terminó por decir soltándolo una vez desahogado lo que tenía en el pecho. Thunderlane retrocedió un par de pasos alzando un casco sobre su hombro izquierdo para sobárselo.

-Yo...ella…Bonbon…- sacudió la cabeza para acomodar sus palabras y mirarla con un ligero ceño fruncido, sin un rastro de arrepentimiento -. Carrot parece importante para Bonbon y ella aunque herida, por mi culpa, quiso ir a buscarla- se señaló colocando un casco a su pecho -. Le prometí que lo haría en su lugar. No podía volver sin ella, que por mi culpa la capturaron en primer lugar. Yo sólo hice todo lo que esté en mi alcance para cumplir lo que dije. Le dije que no abandonaría a Carrot y fue lo que hice- torció un poco el gesto -, aunque…me quedara atrás yo- agregó viendo la cara atenta como incrédula de la terrestre de lo que escuchaba y él aclaró la garganta -. Tal vez te parezca tonto, pero también es estúpido.

-¿Qué?- exclamó arqueando la ceja.

-¡Lo que quiero decir! Es que…

-Fuiste un buen amigo y quisiste reunir esas amigas a costa de ti- le ayudó a decir. Thunderlane entornó los ojos sobre ella, ladeando de lado a lado la cabeza, pensativo.

-Ehm sí, sí, eso dije, pero no tan inteligente como tú- sinceró para escuchar una pequeña risa que se le escapó a Applejack, mirándola con más atención al verla sonreír con un gesto divertido que duró apenas apareció, pues la vaquera lo retuvo igual de sorprendida, tapándose la boca con el casco. -. ¿Hice reír a una yegua?- dudó para sí mismo con asombro. -. Y ríe hermoso.

-Había olvidado como era mi risa…- pensó igual para ella misma, pues no tenía de qué reírse en todas estas semanas y enfocó mejor su mirada en el pegaso, que la miraba con su misma curiosidad por un fragmento de segundo. Entonces ella suspiró y ablandó mejor el rostro -. El punto es, que así como fue de tonto lo que hiciste, fue de valiente, desinteresado y compasivo al defender a Carrot- aludió sonriéndose con un semblante ligeramente decorado de admiración. Thunderlane le mantuvo un momento la mirada, sólo para esquivarla al sentir esos ojos verdes como reflectores que lo iluminaban y lo hacían sentir…extrañamente intimidado. -. Vete antes de que ella cambie de parecer- advirtió de vuelta con tono serio y de advertencia -. Creeme, lo hace mucho.

-¿Pero y ustedes?- reaccionó enseguida devolviéndole la mirada -. No pueden quedarse tampoco exponiéndose con ella.

-Estaremos bien- sonrió con firmeza -. No es nuestra primera amenaza.

-Porque las otras no son nada comparada con esta.

-Tennos un poco de fe- reprochó con un ceño -. Eres nuestro vecino desde siempre y sabes que juntas nada está en nuestra contra. Verás que al final, nos volveremos a ver.

-¿Por qué tan segura?- preguntó aun preocupado. Applejack sintió su sincera preocupación, conmoviéndola. Suspiró, no sabiendo bien por qué haría lo a continuación.

-Porque espero que me devuelvas lo que te encomendé guardar.

-¿Qué?- dudó con un gesto, para ver entonces a Applejack mover rápido su melena rubia sobre su hombro izquierdo y retirar la liga roja que siempre usaba, soltándose libremente su melena rubia, abriéndose como una cortina larga traslúcida en el que se escapa los primeros rayos de sol, decorándolo de un amarillo claro, que con un movimiento de cabeza, mandó su melena suelta hacia atrás, haciéndola danzar al aire para que una mitad se posara sobre su otro hombro, decorando su rostro pecoso, haciendo lucir más fuerte el verde de sus ojos, enrojeciendo las mejillas de Thunderlane que vio en cámara lenta su acción con una agradable sensación en su pecho.

A diferencia de lo que sintió por la insinuación de Carrot y la belleza externa de Flame, el ver mejor a la vaquera, sintió mucha paz y calidez reconfortante. Fue como descubrir un tesoro que siempre estuvo bajo sus narices.

Applejack se inclinó hacia el pegaso, que se dejó hacer con una serena intriga que extendía aquel agradable sensación con una mirada suavizada de sus ojos dorados en ella, en especial cuando la terrestre le tomó una pata delantera y sin decir más, rodeó su casco derecho con su liga.

-Me la devolverás- dijo Applejack mirando un momento el casco que le agarraba en su liga, para subir sus ojos a él -. Eso da otra razón más para cumplir que nos volveremos a ver. Así que está asegurado. No te preocupes- asintió con una sonrisa decidida.

-Ooooh- exclamó Thunderlane con ojos bien atentos observando la liga que, por alguna intuición, la levantó a la altura de su nariz y olfateó. Applejack hizo una mueca desaprobatoria.

-Eeew, Thunderlane, ¿Por qué hiciste eso?- reclamó.

-Yo...crei que oleria a manzanas...- se excusó avergonzado, viendo cómo Applejack lo miraba incrédula con una mueca pero a su vez, con cierta gracia reteniendo la sensación de reírse de nuevo y menguarla.

-Eres raro- exclamó en una especie de sonrisa que se le salía mientras el pegaso le sonreía también -. Ahora sí, deja ayudarte a bajar a…- decía para desviar su mirada hacia atrás con Thunderlane y enmudecer al ver que no había nadie tras ellos -…Carrot Top…- completó levantando la cabeza hacia ambos lados del pasillo, sin rastro de esa pony, cuando escuchó un resuello del pegaso.

-¡Se esfumó?!- elevó la voz Thunderlane y Applejack le puso el casco sobre la boca.

-¡Ssshhhh! Silencio y vete de una vez.

-¿Pero y Carrot?

-¡Esa melena de zanahoria siempre me dio recelo!- susurró con fuerza y enojo -. Se habrá ido sin siquiera darte gracias. Lo importante es que está sana y libre. Dile eso a Bonbon, que parece conocerla mejor, pero vete ya y alerta a los demás de los dragones- apresuró en decir y lo empujó a las escaleras descuidadamente, que Thunderlane evadió resbalar alzando sus alas y elevarse menos de un metro para mirar a Applejack.

-Voy a devolverte la liga- prometió alzando su casco derecho con la liga roja en ella. -. Así que no hagas algo arriesgado, sin juicio y tonto como yo, aunque así no iba el orden ¡Pero entiendes el punto!- terminó por decir para volar escalera abajo hacia la salida.

Applejack lo miró irse con alivio de que saliera con vida ante Flame, así como agradablemente sorprendida de lo que demostró el pegaso.

Sabía que era un buen pony. En el pueblo todo el mundo se conoce y Thunderlane era bien conocido más por ser relativamente exagerado y atajar a yeguas mientras hacen el mercado con alguna adulación inocente qué decir, que desde su puesto de manzanas, Applejack se entretenía de ver por lo divertido que le parecía el actuar del corcel que, por alguna razón, Applebloom se reía de ella cuando se lo quedaba mirando sólo "por buscar qué entretenerse mientras llegan clientes", según creía, ganándose un "ajaaaaa" nada convencido de su hermanita volviéndose a reír, como si sabía algo que ella no y no quería involucrarse aún así. Además, no era la primera vez que lo veía en aquella faceta valerosa, siendo de los ponies de la reserva de los Wonderbolts que los salvó cuando cayeron del globo atacado por un torbellino cuando fueron a visitar a Rainbow Dash. Él había salvado a Rarity que "extrañamente", fue el único de los pegasos, que no tomó a Rarity por las axilas para sujetarla, sino que la cargó en sus cascos, y según la unicornio, lamentaba haberlo abrazado por salvar su vida, porque también el pegaso "extrañamente" tardó más de lo normal en hacerla aterrizar que sin duda su amiga nada tonta, intuyó que fue para que durara más el abrazo que le dio. Una pequeña risa volvió a salir de Applejack, volviéndola a sorprender, sacudiendo la cabeza al sentir una extraña sensación en su pecho y el que se quedara ahí arriba mirando por donde desapareció el corcel, retornando de prisa hacia el salón, en que apenas ingresó, la recibió una enorme sonrisa impaciente y efusiva que se dibuja en la unicornio dorado mientras sus demás amigas viraban el rostro en su dirección, con un gesto preocupado que contagió a la terrestre, sin saber qué era lo que planeaba hacer a continuación aquella despiadada pony.

Los párpados le pesaban y un olor fuerte a medicina le anudó la nariz, molestándola, sintiéndose recostada en unas sábanas finas que la hacía sentir la irregularidad del diseño del colchón, cuando entonces de súbito en su cabeza, se cruzó como un rayo un recuerdo en el que ella aterrizaba violentamente contra la tierra de los restos del pueblo que pudo empezar a tener una vida normal, que el impacto del recuerdo la hizo respingar con fuerza el cuerpo, lo que provocó que aspirarA de dolor y abriera de golpe sus ojos celestes con un jadeo entrecortado, aun así, incorporándose resistiéndose al dolor que sentía a un lado de su torso, asegurándose donde estaba con impaciencia.

-¡¿Golden?! ¡Golden!- exclamó Bonbon en estado alerta, sólo para sentir unos cascos alzándose sobre sus hombros, girando su rostro defensiva hacia la silueta que se encontraba a su lado.

-Tranquila, Bonbon- dijo con un tono tranquilizador como preocupado una pegaso gris de melena desbaratada amarilla.

-Derpy…- musitó, ciertamente relajada de verla pero se mantenía tensa con sus ojos moviéndose mucho -. ¿Qué…? ¿Dónde…?- decía desorientada, sin saber bien por qué llamaba a Golden, pero entonces más recuerdos le vinieron en la cabeza.

Había entrado al castillo con Golden, hablado con las manes, encontrado con el resto de vecinos del pueblo, huído cuando llegaron los fénix, cuando pareció caer de altura con Golden, el que se impidiera una muerte segura al ser atajadas por alguien pero provocando un aterrizaje violento que la hizo rodar sobre vidrios enterrándosele uno en el cuerpo, ocultarse bajo un techo de zinc cuando fénix bajaron a buscarlos, el no encontrar a la vista a Golden y una voz firme pero a la vez amable haciendo una promesa, para llevarla hacia el resto de ponies para que la llevaran a que su herida recibiera puntadas, recordando mucho frío y respiraciones fuertes en el camino hacia el hospital del siguiente pueblo, hasta ver todo borroso y no haber visto más nada. Hasta ahora.

Bonbon arrugó su frente con la mirada perdida mientras recuperaba lo último que vivió estando consciente, ahora sí entendiendo que hacía recostada y por qué sentía una punzada de ardor en su cuerpo, dando un vistazo rápido a la habitación bien iluminada que le hacía ver que ya era de mañana, encontrándose rodeada de hileras de veintenas de camas con otros pacientes, siendo su gran mayoría unicornios. Vio sus patas, observando ciertos rasguños cubiertos de yodo como suaves moretones que se recuperaban de su caída, para levantar su sábana ligeramente y ver un esparadrapo cubriendo lo largo de su herida, no siendo más de unos diez centímetros. Bajó la sábana blanca y pasó su mirada de vuelta a Derpy, quien le sonreía como para darle ánimos con sus ojos dorados irradiando de alivio y mucho cariño incondicional.

-Me alegra que hayas despertado- exclamó la pegaso sonriendo más y agitó las alas en un entusiasmo tranquilo -. Me asustaste mucho.

-Bonbon- se unió otra voz llamando la atención de ambas yeguas, siendo éste Whooves junto con Thunderlane que al verlo, Bonbon suavizó lentamente un entrecejo con mucho interés.

-Carrot está bien, Bonbon- le ganó el habla Thunderlane con una media sonrisa mientras terminaba de acercarse con el terrestre. Bonbon aun mantenía su atención sobre él-. Pude sacarla del castillo.

-¿Y dónde está?- preguntó aun sin relajarse mucho, manteniendo el cuerpo duro y tenso, sintiendo el casco de su amiga sobre su hombro, como para que se relajara.

-Pues…- dudó el pegaso torciendo el gesto -. No lo sé.

-¿Qué?- exclamó secamente frunciendo más el ceño, con la mirada entiesada.

-Bonbon, relájate- intervino Whooves al verla con esa actitud sobreprotectora que tenía siempre sobre los demás.

-Jeje, es una historia cómica- forzó Thunderlane una risa fingida -. Y larga, pero en resumen, ella despareció. Se fue. Sin decir nada ni hacer ruido, ¡Se evaporó! Ahora la ves, y ahora no la ves. No dio tiempo a nada. ¡Fue como un ninja! O una rata.

-¡Thunderlane!- se quejó Whooves.

-¡Una rata es sigilosa!

-¡Por Celestia!- se quejó Bonbon, pasándose un casco a la frente, como una madre que conoce las malas costumbres de su retoño -. Esa paranoica no sé qué basura se le metió a la cabeza ahora. ¡Qué nomás estará planeando o haciendo! ¡Y sola!- agregó para tirar las sábanas de su cuerpo, con decisión -. Tengo que encontrarla.

-¡Claro que no, Bonbon!- la atajó Derpy empujándola de vuelta a la cama, haciendo que Bonbon se quejara por el cimbrón a su herida y le tiró una mala cara a Derpy, que sonrió en disculpa para aclarar su garganta y recoger la sábana para volverla arropar -. ¿Ves? Aun te duele. No puedes irte aún. Te darán de alta en dos días si todo sale bien y pues...

-¡Lyra!- la interrumpió Bonbon volviéndose a poner alerta, incorporándose de nuevo gesticulando de dolor. -. ¿Dónde está Lyra? Había venido con Zecora. ¿Y Rarity?- interrogó, para ver la cara apena de Derpy, que le hizo recorrer una corriente helada por su lomo.

-Aún están muy enfermitas- se limitó en decir la pegaso con voz baja.

Bonbon le mantuvo la mirada por un momento, cuando escucharon un lamentoso grito. Los cuatro movieron la cabeza en donde provenía un alarido de pena.

-¡No! ¡No, no, no! ¡Por favor, no, háblame!- suplicaba un terrestre en la hilera de camas de adelante tomando el casco de una unicornio celeste con aspecto cadavérico por su rostro chupado y pálido, mientras una máquina emitía un tono largo y constante que hacía aviso de un corazón cansado de haber perdido la lucha.

Apenas existió esos gritos, la habitación se llenó de un silencio pesado y ávido en el que sólo era audible el "biiiip" de un pulso inexistente y el lamento de aquel terrestre, sin saber si era pareja, hermano, primo, amigo, pero como sea, lamentaba escandalosamente y con lágrimas en los ojos, aun con incredulidad de su repentina partida, sosteniendo el casco sin vida de la unicornio. En pocos segundos la puerta se abrió de súbito y entraron médicos y enfermeras, separando al terrestre que se negaba a abandonarla.

-¡Déjenme! ¡Suéltenme! ¡Me necesita! ¡Sólo me necesita a mí! ¡La van a matar! ¡La matarán!- lamentaba a gritos en llanto resistiéndose mientras era sosteniendo por enfermeros. En tanto los médicos intentaban revivirla con todo el ambiente de tensión cubriéndolos, pero por más que intentaron, el sonido agudo y largo, obviaba lo inevitable. No había nada qué hacerse. Se miraron entre ellos con los ojos impotentes, para mirar al terrestre, que respiraba violentamente con los ojos desorbitados.

-Lo sentimos. La perdimos.

-¡No, no!- negó enseguida con rabia mientras se apagaba aquel sonido fúnebre -. ¡Déjenla! ¡¿Por qué la desconectan?! ¡Estará bien! ¡Se lo prometí! ¡Le dije que estaría bien! ¡SUÉLTENLA!- gritaba eufórico de rabia, ahogándose de su propio llanto, hiperventilando en un ataque de ansiedad, siendo retirado por tres ponies de la habitación mientras un médico con mucha impotencia y derrota, levantaba la sábana en su totalidad para cubrir hasta el rostro a la unicornio y dejar que enfermeras se llevaran la cama del cuarto, cerrando la puerta tras de ellos.

Un silencio seco e incómodo se apoderó del lugar. Pacientes y visitantes se mantuvieron inmóvil, hasta sin respirar por lo que acababan de contemplar, con el corazón colgando en un hilo mientras aun se podía escuchar afuera la voz de aquel terrestre lamentando y reclamando a gritos hasta al final, desaparecer. Algunos no evitaron llorar quedamente, otro se mantuvieron tiesos con seriedad digiriendo la situación, los pacientes tenían la mirada taciturna y lejana, en un incierto.

-Es lo que nos espera a todos nosotros- se logró escuchar de algún unicornio entre todo ese silencio, escuchándose un murmullo de quien lo acompañaba de que se callara, pero esto sólo lo hizo rabiar -. ¡No! ¡No me callaré! ¡Estamos muriendo! ¡Cada día uno de nosotros se muere! ¡¿Qué vas entender tú?! ¡Nacer con magia no te condenó la vida! ¡Nos vamos a extinguir como se extinguieron las alicornios!

-¡CÁLLATE!- respondió la otra voz histérica pero a la vez quebrada, escuchándose el principio de un llanto -. Cállate…cállate…- jadeó más bajo.

El silencio se mantuvo, pareciendo cortar el aire, en un ambiente de completa desesperanza.

Bonbon, Whooves, Derpy y Thunderlane tenían la mirada perdida ensimismados, para acabar mirándose unos a otros.

-Sáquenme de aquí- pidió Bonbon con profunda seriedad. -. No quiero estar aquí. Quiero estar cerca de Lyra. Llévenme donde Lyra. AHORA- exigió con dureza en su expresión tiesa pero en sus ojos, se podía reflejar una sombra ansiosa como suplicante.

Momentos más tarde, con el cuerpo sostenido entre los cascos de Derpy y a pasos cauteloso como lentos, Bonbon pudo ingresar a una misma habitación grande en que se hallaban numerosas camas, pero ella concentraba su atención en búsqueda de una en especial, divisando a la unicornio menta acomodada de lado en su cama con los ojos cerrados. A su lado, estaba la cama de Rarity, quien se mostraba al parecer igual dormida con su respiración calmada entre un ligero ceño que gesticulaba entre sueños de algún malestar que la achacaba.

Bonbon no emitió ni un ruido mientras terminaba de acercarse al lado de Lyra, pudiendo contemplar mejor el aspecto que tenía. Ese rostro radiante y activo, no había rastro, sólo uno apagado, pálido, como decolorado con unas ojeras purposas bajo sus ojos, en un aspecto esmirriado y más delgado, del no ingerir alimentos sólidos desde hace semanas por su infección estomacal. Su cercanía hizo que la unicornio se moviera y abriera los ojos lentamente, al parecer, no dormía, sólo mantenía los ojos cerrados. Una frágil sonrisa decoró el rostro cansado de Lyra mientras sus ojos dorados relucían de gusto de ver a la terrestre, quien terminaba de sentarse en una sencilla silla al lado de la cama que una vez sentada, le lanzó una mirada a Derpy como aviso y la pegaso asintió retirándose de ahí para dejarlas solas.

-Hola, Lyra- saludó Bonbon con voz suave, habiendo desecho aquella expresión dura desde que despertó. -. ¿Cómo te sientes?

-¿Yo?- interrogó la unicornio levantando un poco más la sonrisa, que quedó pequeña aun así -. Yo no soy la que recibió un puñal y está tan firme y fuerte como siempre.

-Se me enterró un vidrio- aclaró sacudiendo la cabeza -. Es lo de menos. Lo importante eres tú.

-Pero eres importante también- replicó parpadeando lento -. Al menos para mí- agregó estirando un casco hacia ella. Bonbon se lo miró fijamente, para estirar el suyo y tomarlo, sintiendo que le cerraba la garganta al sentirlo frío, estando el clima cálido.

-Lyra…- musitó sin saber realmente qué decir, levantando la mirada ahora suavizada sobre el rostro de la unicornio -. Lyra…- repitió con un repentino dolor de garganta, alzando su otro casco para posarlo en su rostro y deshacer los mechones de su melena que le cubrían. La unicornio cerró los ojos ante el gesto, cerrando más su casco en el de Bonbon y mordiéndose el labio inferior, con un gesto presionado que terminó por descomponer su rostro.

-Te quiero muchísimo, Sweetie- jadeó con un llanto ahogado, abriendo sus ojos enseguida, encontrándose estos acumulados ya de lágrimas que empezaban a rodar por sus mejillas.

-También te quiero…mucho- correspondió con la mirada vidriada sin pensar ya, alzando el casco que le agarraba para besárselo cerrando los ojos, y se le cayera una lágrima. Lyra soltó una débil risa quebrada mientras sentía sus mejillas picar de sus propias lágrimas.

-Siempre has sido tan dulce a tu manera…- murmuró cerrando los ojos, disfrutando el sentir de sus labios en su casco, depositando un pequeño beso tras otro, con esa delicadeza como si fuese de cristal -…siempre me has querido tanto…- abrió los ojos, contemplando con sus cejas arqueadas el gesto de lucha del rostro de Bonbon en contenerse -. Siempre sentí tu amor aunque no diga nada, Bonboncito…

-Lyra…- susurró en su casco, para bajar su rostro y posar su frente en su casco, doliéndole el pecho del como latía su corazón.

-…y hoy lo siento más fuerte que nunca…

-Lyra…- repitió, alzando la cabeza para mirarla suplicante -. No hagas esto- articuló con dificultad.

-¿Hacer qué?- preguntó mirándola fijamente -. ¿De sentirme afortunada que alguien como tú me quiera como lo haces?- sonrió un poco al ver como Bonbon ponía un rostro torturado mientras se sonrojaba.

-No quiero enojarme contigo. No ahora. Detente.

-Está bien. Me callo- asintió, dejándola tranquila -. Pero…- agregó siendo ella ahora quien le agarre el casco para que le prestara más atención -…vas estar bien. No conozco otra yegua más fría de mente y cálido de corazón, fuerte, decidida e independiente como tú en mi vida. Tan preocupada, demasiado, por sus seres queridos. Minuciosa y desinteresada- sonrió con bufa -. Tan terca, orgullosa, impaciente, regañona y temperamental como tú- agregó, haciendo que Bonbon frunciera el ceño con una débil sonrisa.

-No sé cómo te quedaste conmigo- sinceró, inclinándose con cuidado hacia ella y levantando un casco para secarle las lágrimas. Lyra pestañeó con mucha paz y seguridad.

-Porque eres mi mejor amiga- susurró con voz ligera como si fuese una dulce brisa, inclinándose rápidamente aprovechando la cercanía de Bonbon y entonces, la besó.

Uno rápido y simple, apretando sus labios contra los suyos, deteniendo el tiempo por una milésima de segundo.

Bonbon se asustó, retrocediendo apenas existió el toque hasta hacerla gesticular de dolor por el movimiento brusco en su herida. Sus ojos celestes estaban abiertos a más no poder, como su rostro completamente lívido contemplando con incredulidad la serena sonrisa de Lyra acomodándose de vuelta a la cama. De pálido, el rostro de Bonbon pasó a un color verdoso, sólo para ganar un ligero color rosa en sus mejillas, tan contrariada, sin saber qué pensar o decir, negándose a sí misma pero al final, un par de minutos después, lo digirió.

Lyra la había besado.

Sus labios estaban sensoriales, aun percibiendo la sensación de aquellos que mantenían la curva de una sonrisa divertida de ver la expresión de Bonbon, tan confundida e incrédula, pero a su vez, con un brillo en el rostro de una emoción contenida, como el de un adolescente haya recibido el beso de la yegua por la que tanto velaba en secreto.

La expresión de Bonbon empezaba a relajarse de a poco, mirando con curiosidad a Lyra, que aunque con ese aspecto débil y enfermo, la unicornio desde que enfermó, al fin había levantado una verdadera sonrisa amplia, fuerte, encantada y entretenida de ver todas las reacciones que pasaba por el rostro de Bonbon, que se veía como un infante que no entendía las cosas de adultos, viéndose tierna, y entonces profundamente conmovida, Lyra se empezó a reír con moderación.

Ese rostro. Esa emoción. Esa risa. Ese calor de sus labios. Ese momento, Bonbon lo fotografió para siempre en su memoria, mientras empezaba a sonreír de igual forma como la sonrisa que admiraba enfrente suyo, riéndose despacio, pero su vista empezaba a empañarse, acumulándose sus ojos de todas las lágrimas retenidas, haciendo brillar con fuerza el color celeste de sus ojos. Sin decir más, ambas se fundieron en un fuerte y a la vez cauteloso abrazo mientras Bonbon escondía su rostro en su cuello, rompiendo en llanto, sólo para ella, que derramaba lágrimas por ella, sintiendo como Lyra la consolaba acariciando su lomo suavemente y despacio de arriba hacia abajo, llorando más tranquila con una sonrisa, cerrando sus ojos.

Pasara lo que tenga que pasar, podía estar tranquila.

El clima era templado, con el sol en lo alto del cielo claro despejado, sin embargo, el cielo sobre una enorme extensión de tierra amplia y espaciosa, de escasa cobertura, con árboles pequeños y poca densidad de ellos, sobrevolaban como centinelas corpulentos dragones que gruñían desde lo profundo de su garganta, lo que provocaba emanar de sus bocas, un espeso humo negro que se escapaba entre sus enormes colmillos afilados.

Con un solo dragón, aquella emisión de humo podría recorrer toda Equestria, contaminando el cielo y el aire durante los próximos cien años, según había alertado la Princesa Celestia a Twilight cuando un dragón adulto estaba durmiendo en una montaña cerca de Ponyville. Ahora, con todo un grupo de dragones adultos gruñendo desde lo alto del cielo, se elevaban gigantescas espesas columnas de humo directo hacia el cielo, provocando que el claro color celeste de éste, sea reemplazado por una tonalidad grisácea oscura, mientras se expandía la negritud del humo a lo largo de la formación de dragones, provocando que cualquier ser vivo cerca, no pueda tolerar ni una inhalación de ese aire contaminado sino quisiera respirar aquellos residuos en sus pulmones que podría sin duda matarlo.

Las enormes sombras negras de estas criaturas iban y venían sobre estos límites, que varios kilómetros de distancia, se encontraba una trinchera.

En aquella zanja excavada en la tierra, estaban dentro un grupo de grifos. Con ellos estaba Gilda, que a su lado izquierdo tenía a Caramel, quien fue el que dio aviso a lo que ocurría en Equestria, del otro lado mientras tanto estaba Greta, la primera amiga de Gilda en Griffinstone y su garra derecha ahora como líder. Había otros grifos más, conformado por los más confiables del reino, que fueron con ellos como testigos de lo que estaba sucediendo, tras la desconfianza y recelo que hubo entre los demás grifos del reino por la llegada del pony, mostrando aún la fricción y egoísmo que existían en el lugar, negándose a atraer cualquier amenaza recurrente de Equestria a Griffinstone.

Los reunidos observaban parcialmente cubiertos por la trinchera a través de binoculares los movimientos de los dragones.

-Por Celestia, son enormes…- exclamó Caramel con sus cejas curvadas de preocupación contemplando al monumental tamaño de los dragones.

-¿Ven ese de escamas negras?- interrogó Gilda sin dejar de observar hacia adelante, para que el resto concentraran su atención al que mencionó que en segundo, detectaron al que se refería, jadeando entrecortadamente al encontrárselo. -. Ese al menos alcanza más de los sesenta metros- calculó al ojo con seriedad.

Los presenten observaron fijamente al gigantesco dragón. Caramel con la respiración ciertamente acelerada, veía intimidado al mencionado dragón de escamas negras, de extensa y gruesa cola cubiertas de largas y puntiagudas púas, de cuernos que terminaban en curvas hacia atrás sobresalían de su cabeza. Como si tal vez percibiera que era observado, aquel dragón de su enorme hocico brotó un rugido estruendoso como si fuese la fusión de miles de truenos, que penetró los oídos de todos los ocultos en la zanja, que debieron llevar cascos y garras a los lados de su cabeza y descender hacia el suelo de la trinchera, algunos dejándose caer al suelo, sea echados o de rodillas, apretando con fuerza los dientes entre sí y los ojos fuertemente cerrados, saliéndosele quejidos de desesperación pero resistiendo el chirriante y grueso sonido que seguía brotando del dragón que parecía extenderse a varios kilómetros rompiendo el aire que alcanzó a tapar la audición de muchos, concentrando un sonido fino y agudo dentro de sus cabezas tras esa fuerte exposición al ruido cuando finalmente, cesó el rugido.

Todos quedaron en donde estaban, sin decir nada, que aunque quisiesen, difícilmente alguien podría escucharlo. De uno en uno, fueron abriendo los ojos, mirándose entre sí con gestos sorprendidos y adoloridos ante tremendo rugir nunca antes experimentado.

Con el pasar de los minutos, se fueron incorporando poco a poco, dándose golpecitos en la cabeza y sacudirla, tratando de destapar los oídos y deshacerse de ese silbido fino en su cabeza.

-¡Qué rayos!- reaccionó un grifo finalmente pero aun conservando el gesto dolorido y en fastidio -. ¡Este tipo de dragones, jamás han sido visto por estos lares!

-¿No se supone que son el tipo que se mantienen durmiendo en las cuevas?- exclamó otro.

-Permanecen en sus propias tierras- dijo Gilda con una garra a un lado de su cabeza -. Que sepa según se dice, la pasan durmiendo la mayor parte de su vida, saliendo solo para migrar a alimentarse y volver a dormir.

-Pues menos este- obvió Greta con amargura-. El tener tan solo uno de esos dragones de aliado, es una monumental ventaja y de por sí, victoria asegurada.

-¡No!- exclamó Caramel levantándose del suelo con un casco restregándose el oído -. No. Aún no ha ganado- negó con un ceño -. Si gana es porque nos hemos dado por vencido, y no nos daremos por vencido.

-¡¿Por qué los ponies siempre tienen que ser tan irrealistas?!- exclamó uno del grupo selecto de los grifos con hostilidad hacia él -. ¡A ustedes les encantará y están acostumbrados a ser atacados, pero nosotros no!

-¡Ja! ¡Nos lanzan como cebo para esas lagartijas subdesarrolladas escupe fuego!

-¡¿Y así nos quieren vulnerar nuestro bienestar con estas bestias?!- reventó indignado alguien más.

-¡Basta!- exclamó Gilda para dar orden mirando con severidad a los grifos -. Un poco de tacto no les caería mal.

-¡Pues ya vimos suficiente! ¡No vamos a permitir que por un estúpido papel que firmó con la soberana de estos cursis ponies, sin consultarnos a nosotros, apueste nuestras vidas uniéndonos a una misión imposible!- saltó un grifo señalando a Gilda. -. ¡Así que no pueden obligarnos a morir por ellos!

-¡Muy bien, ya te escuchamos!- intervino Greta con solidez interponiéndose entre él y Gilda alzando un poco las alas.

-Recuerden que venimos en nombre del resto de reino y nuestro "no", es el "no" de ellos.

-Lo sé - suspiró Greta para deslizar su mirada hacia Gilda, quien tomó aire para mirar a Caramel, que se mantenía escuchando sin desboronarse todo lo que dijeron el grupo.

-Oye, amigo- exclamó Gilda con un suspiro contrariado, pensando qué decirle -. Entiendo que quieres mantener la fe pero veamos la realidad como es- lanzó una mirada hacia el filo de la trinchera, como en dirección a los dragones mientras sacudía la cabeza para regresarle la mirada con un ligero ceño y sus cejas curvadas -. Esto cada vez sobrepasa con lo que podemos lidiar. Estamos hablando de una banda de dragones adultos que entre más grandes, más salvajes e irracionales son que ni siquiera recuerdan cómo hablar, sólo gruñen, por lo que no se podrá razonar con ellos para que se detengan. Y estos solo son los que cubren esta zona. Quién sabe cuántos más haya a lo largo de los otros límites. Si no morimos asfixiados de su humo, moriremos chamuscados o simplemente aplastados. Lo que quiero decir…

-Es que se dan por vencidos- le completó la oración el terrestre con sequedad. Gilda cerró los ojos pasándose una garra sobre la cabeza.

-Escucha…

-No. Ya te escuché. A cada uno e hice silencio- exclamó paseando su mirada en el resto de grifos que lo miraban sobre el hombro -. Ahora escúchenme a mí- exclamó con profundad seriedad en una expresión firme y sin evasiones, para enfocar sus ojos de vuelta a Gilda -. No contradiré lo que dijiste, porque tienes toda la razón- la miró sin decir nada por un momento -. Tienes miedo- exclamó y Gilda tensó el rostro por su orgullo, pero a su vez, bajó los hombros, en una resignada afirmación -. Créeme. Yo también tengo miedo. Todos nosotros- agregó paseando su mirada al resto de grifos y pensando en los ponies, para entrecerrar sus ojos -. Pero…hay que seguir luchando aun con el miedo a cuesta- sacudió la cabeza -. No perderé mi hogar por una codiciosa egoísta que nos quiere como trofeos y muñecos. Me niego ser parte de su colección mientras veo sufrir y morir a los demás. Dependimos de las princesas demasiado tiempo que nos llegó la hora de hacer nosotros algo al respecto. Estoy seguro que los ponies que conozco y yo, preferimos morir entregando nuestro último aliento en esperanza a recuperar nuestro hogar, a vivir esclavizados por una tirana de inimaginable poder que no tiene aprecio por la vida de nadie- enmudeció un momento, contemplando el pico cerrado de los grifos presentes. Suspiró incorporándose -. No tienen que apoyarnos si no quieren. Ustedes solo firmaron un papel, como dicen- agregó con el desprecio que ellos dijeron -. Pero para la reina fue más que eso. Fue una promesa. Ella cumplió con su parte de enviar ponies a ayudar a su la última acción como soberana de la reina Twilight Sparkle antes de morir. Y ella no está para reclamarlo. Si quieren dejarnos atrás, háganlo. Yo sólo fui un mensajero para que estén atentos si llegase la amenaza hasta ustedes y ver qué tan comprometidos estaban en ayudarnos al firmar el acuerdo- tras decir esto, Caramel se dio vuelta y empezó a escalar el muro de tierra de la trinchera.

-Oye, oye, oye- lo atajaba Gilda agitando sus alas para elevarse y seguir su escala -. ¿A dónde crees vas?

-¿No es obvio?- preguntó enarcándole una ceja mientras levantaba un casco tras otro sobre el montículo de tierra mientras subía -. No tengo ya nada qué hacer aquí. Debo volver con mis amigos. Hicimos una promesa.

-¡Wow, a ver, tiempo! ¡Detente solo un momento pequeño equino!- exclamó ella agarrándolo con ambas garras bien estiradas, sujetándolo de las axilas y apartándolo del muro, sosteniéndolo al aire como si fuese un bebé grifo.

-¡El término correcto es pony y suéltame!- reclamó agitando sus patas traseras al aire ante el agarre de la grifo.

-Escúchame- le dijo descendiendo al suelo y soltarlo ahí -. ¿Cómo demonios piensas regresar a esa cárcel con esos dragones custodiando todo?

-¡No es cárcel! ¡Es mi hogar!- corrigió molesto -. Y pues… ¡No lo sé! Podría ir hasta Yakyakistan a encontrarme con mi amigo.

-Awwww. ¡También te extraño!- apareció Cheese repentinamente tras de él para abrazarlo con fuerza tras su lomo, sorprendiéndolo.

-¡Cheese!- exclamó Caramel con sus ojos expandidos volteándose para verlo -. ¡Cheese!

-¡Caramel! ¡Caramel!- repitió.

-¡No tiene sentido que estés hasta aquí pero me alegra tanto verte!

-¡A mí también!- dijo mirándose en un espejo para aventarlo por ahí y ponerse más serio tomándolo de los hombros enarcando las cejas -. Ooooooooooh. Estamos en problemas. ¿Viste esos dragones?

-…- se lo quedó mirando mientras se oída de fondo a lo lejos los gruñidos de esas criaturas -. Te cuento que no, mi amigo- ironizó.

-¡Pos sí! ¡Palabra!- asentía con ojos grandes para sostenerlo a los lados de su rostro, haciendo que sus mejillas se presionaran y se abultaran sus labios en "boca de pez" -. ¡El Príncipe Rutherford está fúrico!- avisó soltándolo de pronto, haciéndolo caer adelante de sopetón al suelo -. Comenzó a gritar con los demás yaks: "¡DRAGONES HACER ENOJAR A YAKS! ¡YAKS DESTRUIR! ¡ROOOAAR!"- arremedó con exactitud la voz del monarca para mal de la audición lastimada de los demás mientras imitaba pisotear algo -. Pero entonces yo le dije: "Cálmese, men" y preguntó qué era men. Y le dije que no sé, que le escuché de otro pony en el boliche una vez pero se oía gracioso, y también le pareció gracioso y me dijo que le agradaba. Entonces le pregunté si tenía palabras graciosas que no conocía…- comenzó a hablar rápidamente.

-¡Al punto, Cheese!- suspiró su amigo pasándose un casco a la cara.

-¡El punto es! Que lo calmé con la historia del "men" y no se echaron a la boca del lobo. Bueno, dragón en este caso, que es peor que el lobo- dijo con un gesto tenso. -. Están indignados pero no saben qué hacer, pero ganas de salir a batalla les sobra.

-Pues mejor volvamos con ellos a planear qué hacer.

-¿Oyeron, my friends?- preguntó Cheese sonriente a los grifos -. ¡Lets go!- exclamó para cantar con un galope: -. ¡Tuturututú Dora! ¡Tuturututú Dora! ¡Dora, Dora, Dora la exploradoooraaaa!- miró a los lectores -. Apuesto que lo leyeron cantado.

-Cheese, Griffinstone no nos ayudarán- exclamó secamente Caramel, frenando así la canción animada de Cheese.

-¿Cómo?- dudó el fiestero bajando las orejas y la sonrisa, mirando de Caramel a los grifos, quienes miraron hacia otro lado a excepción de Gilda y Greta que parecían debatirse internamente. -. Pero...

-No podemos obligarlos tampoco- comentó -. Vamos, Cheese- miró a los grifos e hizo un gesto de despedida.

-Te sigo, bro- murmuró cabizbajo mirando por última vez al grupo de grifos para escalar la trinchera junto con Caramel.

-Bueno…- dijo uno de los grifos mientras expandía sus alas -…hay que volver a casa- exclamó, seguido que los demás imitaron la acción para salir volando de ahí sentido contrario alejándose. Excepto dos.

-Me siento terrible, Greta- murmuró Gilda hacia su amiga con una presión en el pecho.

-¿Crees que yo no?- le respondió -. Pero reconoce que tienen un punto: ¿Qué podemos hacer nosotros contra los dragones? ¡Nada!

-Lo sé, lo sé- asentía, aun con esa expresión de angustia -. Pero Greta…- exclamó con un ligero ceño -. Es una rotunda calamidad lo que pasan los ponies de Equestria. Tengo…tengo amigos ahí…- hizo un gesto de pena y melancolía recordando a Rainbow Dash más que nada.

-Lo sé- asintió una vez comprensiva -. Pero como tú misma dijiste la realidad de las cosas. Es una ida sin asegurar vuelta y no puedes arriesgar así a los demás. No estamos ni unidos ni preparados como nación ni siquiera como los yaks. Nosotros apenas estamos recuperándonos como sociedad, como reino. Lo que podemos hacer es albergar a los ponies que ya residen en Griffinstone que ayudaban a su reconstrucción ahora que no pueden para nada volver a su reino- colocó una garra sobre su hombro con un rostro apenado -. Cómo líder, no puedes exponer la vida de los tuyos por el incierto de otro reino.

Gilda la miró un momento, reflexiva, para voltear a ver a los demás grifos irse de regreso hasta su reino, sin siquiera mirar atrás. Gilda entonces regresó su mirada en Greta.

-Por algo el destino nos cruzó.

-¿Eh?- dudó sin entender lo que decía, para recibir un repentino abrazo fuerte de Gilda.

-Griffinstone estará igual de bien dirigida en tus garras.

-¡¿Qué?!- repitió estupefacta mientras Gilda se separaba.

-Te paso el liderazgo, Greta. Lo siento. La Gilda de antes, habría dejado atrás a sus amigos- afirmó para negar con firmeza y decisión -. Pero ésta, no. Me voy apoyar a Equestria.

-Gilda… ¡También soy tu amiga!- reprochó con un ceño. Gilda sonrió.

-Pero ellos me necesitan más.

Greta mantuvo su ceño, mirándola detenidamente, pero relajó un poco el cuerpo y su expresión, entendiendo.

-No te decepcionaré- se limitó en decir.

-¡Claro que no!- exclamó ella un poco animada dándole un puñete amistoso sobre su brazo, compartiendo ambas una sonrisa cómplice.

-Cuídate, Gilda- deseó con una pena que empezaba a reflejarse en su rostro.

Y antes de que se pusiera más difícil la despedida, Gilda se limitó en asentirle a la vez que agitó sus alas para salir de la trinchera.

-¡Oigan, perdedores!- exclamó al divisar no muy lejos a Caramel y Cheese, que se voltearon al escucharla, agradablemente confundidos -. Tal vez no cuenten con Griffinstone- dijo para aterrizar cerca de ellos con una sonrisa -. Pero cuentan conmigo- agregó.

-¿Estás segu…?- preguntaba Cheese pero ella lo interrumpió.

-Veinte por ciento más segura- sonrió con compromiso y nostalgia, mientras los ponies le sonrieron agradecidos ante su lealtad, en bienvenida.

En un desolado terreno a medio camino entre un pueblo a otro, un semental verde claro de ojos azules y una melena gris, caminaba como si pisara un campo de flores.

Venía silbando despreocupado pese adentrarse a un improvisado camino entre la maleza en que no llegaba mucho la luz del sol por las frondosas copas de árboles, el cual cierta clase de ponies sabían de su existencia.

El corcel tenía un aspecto particularmente pícaro y astuto como un zorro, con soplada confianza en la mueca de una sonrisa, cuando sus ojos se encontraron con un "regalito" recargado contra la entrada de su negocio clandestino en una única casa en ese refundido camino.

La silueta delgada y delicada que se escondía por una improvisada cobijba, que no era más que un trozo grande de tela celeste, acomodada sobre sus hombros, le hacían comprobar enseguida que se trataba de una yegua, y al escanear la juventud de su pelaje, estaba en una bonita edad en la que su cuerpo estaría apenas unos años completamente desarrollado de mayoría de edad, calculándole no más de veintidós años.

No se sorprendía de verla ahí, aguardándolo. Pues sería una yegua más que, desesperada, vendría a pedir "ayuda" para no vivir más descuidadamente de las calles.

Carne fresca. Con estos tiempos de crisis, encontrar alivio en el cuerpo de una joven y hermosa yegua, sería uno de los pocos placeres que se disfrutará.

Con esa astuta sonrisa, empezó a caminar a paso moderado, contemplando morbosamente el cuerpo de la pony como si fuese una carreta que va a comprar, viendo cada pizca de su cuerpo que estaba visible con ojos pervertidos hasta finalmente llegar delante de ella con una pose airada y presumida. La yegua se rejuntó más, manteniendo gacha la cabeza.

-Hola, preciosa- saludó con voz profunda con una mirada que la devoraba entera, de querer ser el primero en probar la calidad del producto para exponer a los clientes. -. Necesitas ayuda, ¿eh?

-Uhuum- apenas se escuchó legible, para finalmente alzar el rostro marcado de inseguridad y desorientación de quien parecía ser una terrestre de brillantes ojos verdes por la capa de lágrimas que resistían en sus ojos.

-Oh, linda, no llores- exclamó con disfrazada pena acuclillándose a su nivel para pasar su casco a lo largo de su rostro, sintiendo su suave piel y esa mirada timida y llorosa que le erizaba la piel en un agradable despertar sexual. -. Yo te protegeré a partir de ahora, tu solo...- decia para pasar su casco a recorrer su cuello hasta alcanzar el pecho, mordiéndose el labio entre su morbosa sonrisa -...debes...dejarte querer por mi. Nada más…

-Pero...- murmuró temblorosa -…hay un problema...

-¿Cual, preciosa?- preguntó divertido y entonces la yegua cortó repentinamente su entristecido rostro por uno tieso en amenaza.

-¿Con qué pelotas vas a cogerme?- exclamó con aspereza para rápidamente recargarse de sus cascos delanteros a la puerta y levantar su cuerpo al aire e impulsarse hacia adelante con las patas traseras recogidas, estirarlas con fuerza hacia adelante en la entrepierna del semental, que expulsó un alarido de dolor mientras caía de lomo unos metros al suelo y deslizándose, llevándose de manera involuntaria sus cascos en sus partes mientras la terrestre amarilla se incorporaba con agilidad sobre el suelo en una pose firme -. Si voy a robar, que sea a un degenerado aprovechado viejo verde- expresó con repugnancia acercándose a él ladeando la cabeza y una sonrisa al verlo aun procesando el golpe bajo. Golden bufó haciendo un puchero -. Ooowww, lo siento, pero me temo que estarás de baja una temporada- dijo con fingida pena para levantar un casco y de nuevo aterrizar con presión y buena fuerza como terrestre su entrepierna, haciendo caso omisa a los insultos que lanzaba entre el ruido de sus jadeos de dolor, pensando que lo mismo hacía él al vulnerar y violar a ingenuas yeguas en necesidad -. Mejor que sean dos- exclamó con frialdad para levantarlo mientras apenas empezaba a forcejar y golpearlo con un solo rodillazo de nuevo en la entrepierna, escuchando el sordo quejido del corcel en su oído y lo soltó de pronto para dar un giro sobre sí misma que envidiaría a cualquier bailarina y le da una patada ahí mismo en sus partes que lo lanzó al otro extremo de la pared -. Oops, esas fueron tres. ¡Mi culpa!- sonrió con malicia -. ¿Quieres que sean cuatro?

-¡MAL-MALDITA BASTARDA!- logró rugir con voz estrangulada entre el insoportable dolor de los punzantes latidos de sus partes, que tosió un par de veces hasta que vomitó en el suelo entre el gruñir del dolor, sin parar de jadear y abrir y cerrar los ojos con fuerza, sudando.

-O al venirte te dolerá un carajo, o te dejé impotente- avisó sin saber si lo escuchó o no mientras se dirigía a él y del chaleco que usaba le quitó unas llaves -. Como sea, llámame Karma si quieres o Ironía- sonrió para darle unas cortas bofetadas disfrutando la mirada de profundo desprecio que recibía mientras le aspiraba con fuerza entre sus dientes que le mostraba, para finalmente, noquearlo, dejándolo tirado entre su vómito.

Sin más, se dio vuelta y tras una vieja maceta con una planta descuidada, sacó su alforja y se la colocó empezando a tararear la canción The Spectacle, de una diva de turno de Equestria, y caminó hasta la entrada de esa casa, abriéndola con la llave e ingresó suspirando desbaratándose la melena mientras se estiraba, como si acababa de llegar de un día de trabajo normal. Se adentró y empezó a registrar todo el lugar, encontrando joyas y bolsas de bits estratégicamente ocultos en la casa, pasando de largo por un pasillo angosto de varias habitaciones que, una vez recolectado todo en una maleta que encontró, con ironía, más bits, con serenidad, empezó a abrir todas las habitaciones, viendo en su interior en cada uno, a una pasiva pony con marcada huella de estrés en su rostro encerrada en completa oscuridad que el solo el abrir de la puerta les paralizaba el corazón pues solo por una razón se abrían.

-¿Quién es usted?

-¿Dónde está Don Daddy?

-¿Es la nueva dueña?

-¿Qué nos hará?

Eran las preguntas que las yeguas muy angustiadas le hacían con voz cautelosa. Parecían estar lo suficientemente intimidadas y asustadas como para atacarla y huir, mirándola como si fuesen potrillas con miedo a los relámpagos.

-Son libres- dijo viendo a todas las diez ponies reunidas ahí, que abrieron un poco sus ojos de incredulidad. Golden les deslizó la maleta llena para acto seguido sacar rápidamente un arma blanca apuntándolas -. No pregunten nada que la primera que lo haga le cortó la lengua y se la hago comer-advirtió alzando una de sus dagas de mango de esmeraldas. Ellas la miraron con cohibición, rejuntándose más entre sí – Ahora- aclaró su garganta bajando la daga y señalando la maleta con su barbilla -. Hay joyas, cosas de valor y varias bolsas de bits, ganado sucio, pero les servirá bien para mantenerse un tiempo. Recibirán al menos cinco bolsas de bits en una Casa de Empeño por los adornos y utensilios de plata. Divídanse el botín. Ahora, vayan a recoger sus pertenencias y salgan por atrás de la casa.

-Pe-pero…- jadeó una pero una pegaso agitó sus alas abrazando la maleta, saliéndosele las lágrimas.

-¿No oyeron?- preguntó mirando a las demás -. ¡Somos libres!- anunció con algarabía, riéndose torpemente de felicidad y como si las demás recién se enteraran, empezaron a reír también, creyéndose al fin lo que sucedía.

-¡Gracias, gracias!

-Sí, sí, pueden besar mi trasero a lo que me volteo mientras se van- asintió Golden mostrando poco interés dándose la vuelta y adentrarse hacia la casa mientras se sonreía cerrando los ojos escuchando con gusto la improvisada celebración de las ponies de alivio.

Las yeguas empacaron todo como si la casa se incendiara, como preocupadas de que volviera el corcel que las mantenía presas o que la desconocida terminara por arrepentirse. Al cabo de quince minutos, ya estaban corriendo fuera de la casa entre risas emocionadas, saliendo por el lado de atrás como les dijo Golden.

Viéndose sola, la terrestre lo que ocupo fue un temporal refugio en esa antigua casa de abusos. Además, ya tenía ojeado el lugar hace corto tiempo acá y tenia ganas de romper las nueces del tipo, literalmente.

El estar habitado con bastante integrantes, encontró suficiente comida en la cocina que se podía conservar, empacando en su alforja junto con agua, robándose una bolsa de dormir.

Momentos más tarde, la puerta trasera es golpeada y Golden sin dejar de empacar en su alforja, anuncia que está abierto, pasando un pony terrestre rojo claro de melena negra, halando un baúl.

-No sé quién está más loco: si tú por ser…tú. O yo, por atender el radio.

-¡Agh! ¡Por favor!- exclamó ella con una sonrisa de obviedad -. Como si no te diera gusto.

El corcel le hizo un gesto pero manteniendo la sonrisa, sonando la boca sacudiendo la cabeza. Golden sólo le arqueó la ceja al que una vez fue un mismo agente anti monstruos y prestó atención al baúl con una fascinada sonrisa, como si se asomara al coche de un bebé que al destaparlo, le caería en cariños, cosa que más o menos sucedió al abrir el baúl y encontrarlo copado de armas.

-¡Oh, Side Arms, son hermosas!- aludió contemplando el interior para erizarse su pelaje de emoción y sonreírle -. Aun lo tienes.

-Tenemos la maldición- se limitó en decir el corcel con media sonrisa y suspiró. -. Entonces…¿Qué quieres conseguir con ellas?- preguntó el corcel refiriéndose a las armas.

-Solo quiero completar las necesidades básicas de la vida- dijo tranquilamente tomando un hacha de plata examinando su filo mientras seguía hablando -. Está el qué comer, qué beber, dónde dormir y ahora sólo falta uno- sonrió para agarrar bien el mango del hacha y darse la vuelta lanzándola con fuerza haciéndola girar al aire que se impactó enterrándose en la pared. Miró manteniendo la sonrisa hacia Side, que le tenía una ceja arqueada -. Qué arma elegir.

-Eso último es reemplazable, ¿sabes?

-No todos se reprograman para ser alguien de familia- farfulló continuando escarbando en el baúl, estirando una maza de cadena con esferas de plomo con púas.

-Puede ser otra cosa que eso- respondió con tranquilidad.

-¿Podría ser llegar a la puerta de una casa de dos pisos para pararme frente a una yegua recién comprometida y decirle que el verdadero nombre de su futuro esposo es Side Arms y no Red Timber, su talento especial es hacer armas y no leñador, por eso su Cutie Mark de un hacha, y que...?

-¡De acuerdo! No me meteré en tus asuntos- le frunció el ceño, molesto. Golden asintió con una sonrisa de suficiencia.

-Bien- aprobó y alzó una ballesta, haciendo una mueca -. Agh. Odio atacar a distancia. Es de cobardes y demasiado fácil- la volvió a poner al baúl -. Aburriiiiiiido. ¡Pero uh!- sonrió encantada alzando una navaja de mariposa que provocaba su apertura al pivotear ambos lados de la base por inercia mediante un movimiento circular y rápido varias veces con agilidad, desprendiendo un aura azul oscuro que la hizo con mucho más atención, y dirigir su mirada a Side, que se sonrió con orgullo y petulancia.

La otra arma que llamó su atención fue un látigo de púas de mango café que en la mitad se parte en tres. Un alfanje, que era una espada de un solo filo y curvada en la parte superior, cerca de la punta. Registró otras armas más hasta encontrar esferas de humo con y sin pimienta, y explosivas, las cuales aspiró profundamente con un suspiro.

-Me gusta el olor del triyoduro de nitrógeno por la mañana- se dijo a sí misma guardando el estuche para dejar al final, un brazalete metálico con una pantalla que apenas colocó alrededor de su casco, se activó simplemente con el calor corporal.

El aparato, era un detector de energía mágica que al encenderse, se mostró en la pantalla un fondo verde y cuadriculado con un mapa de Equestria que al ajustar con toques sobre la pantalla, especificó un rango de cobertura, recibiendo de inmediato la detención de sensores muy bajos de magia de los unicornios, cruzándole una sombra de pena en sus ojos, pero entonces los agrandó cuando se manifestó un sensor considerablemente fuerte que se veía en movimiento. Sus ojos ganaron un brillo a la vez que se endurecían.

-Es un gran monstruo el que vas a matar- le dijo Side al ver la expresión que mantenía y observar el sensor. Golden ladeó la sonrisa sin apartar la vista de la pantalla.

-Ni te imaginas...

...

La cabeza le latía, y parecía estar llena de cemento por lo pesada que la sentía. Apretando fuertemente sus párpados entre sí, una figura volvía en sí en un pasillo cavernoso ciertamente oscuro. Levantó una garra a su cabeza por inercia, quejándose a lo bajo de dolor y de apoco, fue abriendo unos ojos rojos brillantes que, para su sorpresa, con su otra garra, se rascaba insistentemente su torso por pura inercia, y es cuando pudiendo enfocar bien su vista, con un ligero ceño, se percató de una brillante luz clara emanando cerca de ella, o más bien, era su cuerpo la que brillaba insistentemente mientras la picazón aumentaba en cada centímetro de su cuerpo.

Entonces un profundo resuello brota de su garganta y se incorpora enseguida con cierta torpeza, agitando sus alas de murciélago mirando su cuerpo cubierto de escamas color turquesa manteniendo un fuerte brillo.

-No…no…- dijo agitando la cabeza con incredulidad -…esto no puede estar pasando. Esto fenómeno sólo ocurre cuando…cuando…- decía para detener su hablar un momento y salírsele una sonrisa de esperanza -. ¿Papá?- preguntó.

*Flashback*

-¡Papá!- gritó una dragón turquesa de cuernos grises de al menos un metro sesenta a pocos metros de un enorme dragón de unos treinta metros de escamas verde azulado y cuernos naranja, que no dejaba de volar en el insistente llamado de su única hija -. ¡Papá! ¡¿Qué rayos estás haciendo?!- reclamaba a gritos enojada como preocupada volando rápidamente con él mientras se escuchaba el gruñir y aleteo conjunto de dragones igual y hasta más grandes que él, sordo a sus desesperados reclamos entre su expresión ausente y de marcada dureza agresiva-. ¡¿Por qué despiertas a esos tontos que se dejaron corromper?! ¡¿Te volviste loco?!- insistía en voz alta para hacerse escuchar entre el ruido pero su padre parecía ni percibir que estaba allí -. ¡PAPÁ!- terminó gritando con fuerza en desesperación con el borde de sus ojos empezando a lagrimar, sólo para que sea sorprendida por el azote de su enorme cola impactándola, provocando que saliera disparada de ahí y aterrizara con fuerza dentro de una caverna y el fuera impacto, la dejara inconsciente".

-No, no, no, no- se repitió Ember con desesperación para agitar sus alas rápidamente y concentrarse en su instinto, dónde el Señor Dragón, invocaba a los jóvenes dragones.

Voló con prisa para encontrarse con su padre Torch, que sin explicación alguna, empezó a reunir todos los dragones que bajo la codicia y profundo egoísmo, terminaron por corromperse y convertirse en dragones irracionales y salvajes.

Ember voló sobre las tierras áridas y volcánicas de su raza, empezando a encontrarse con otros dragones que asimismo, brillaban fúlgido y se iban rascando con resignación y fastidio sus brillantes escamas, hasta divisar desde la altura varios dragones reunidos ya alrededor de una enorme roca, en donde estaba de pie un dragón del tamaño promedio de un joven dragón, cosa que consternó a Ember, pues definitivamente no fueron invocados por su padre. Entonces comprendió, paralizándole el corazón, al ver que dicho dragón, sostenía en lo alto, un cetro púrpura oscuro con un enorme rubí de fuego en su punta.

-¡Dragones de Equestria!- anunciaba un dragón de escamas rojas de larga cola de púas naranja y ojos verdes, sonriéndose con prepotencia un fuerte ceño marcado -. ¡Inclínense ante su nuevo Señor Dra…!

-¡NOOOOOOOOOOOOO!- fue el grito que interrumpió su presentación, girándose el dragón sólo para ser interceptado con violenta fuerza por el aterrizaje de Ember, que se le echó encima y lo tiró de la gran roca en la que estaba parado, tumbándolo al suelo. -. ¡Tú no eres el Señor Dragón! ¡Torch, mi padre, lo es!- reclamó con severidad sosteniendo al dragón por los brazos, que la miraba con furia. -. Robaste el cetro de su lugar. Siempre quisiste esto, de la manera sucia…Garble- lo nombró con molestia y fastidio.

El otro dragón gruñó mostrándole sus largos colmillos para encoger sus brazos y estirarlos con fuerza para echar a Ember al suelo y poderse incorporar inmediatamente.

-¡Tú padre es un negligente y un traidor!- vociferó Garble mientras Ember alzaba la cabeza desde donde fue echada, manteniendo su ceño fuerte sobre él -. ¡Se volvió uno de esos dragones corrompidos!

-¡No!- replicó Ember con severidad pero con un tono de duda, desviando su mirada.

Recordaba como su padre tenía esos ojos vacíos, inmutándose a sus llamados por más que suplicara. Se le salió un gesto de dolor entre su ceño, pensando en que tal vez, habría perdido a su padre para siempre de alguna manera que no se explicaba. ¿Cómo pudo corromperse de un momento a otro? No tenía sentido. No podía perderlo de esa manera tan abrupta. Algo le había sucedido. Garble sonrió con triunfo ante su reacción.

-¿Lo ves? Hasta tú lo reconoces- expresó con bufa. Ember entonces endureció de nuevo su gesto mirándolo con desafío.

-¡Esta no es la manera de ganarse el título de Señor Dragón!

-¡La tradición dice que quien tiene el cetro es el Señor Dragón!- exclamó para sonreírse con suficiencia -. ¡¿Y adivine quién lo tiene?!- interrogó para levantar el cetro -. ¡YO!- agregó con fuerza y a su vez, del rubí de fuego se levantó una onda expansiva alrededor varios metros mientras le recorría un aura por el cuerpo, oficializando así su cargo como tal, impresionando a los dragones convocados que de inmediato se inclinaran en su dirección, a excepción de Ember, que dejó suavizar su ceño separando un poco sus labios en desconcierto. Entonces Garble la señaló con su cetro. -. ¡Olvídate de tu título de princesa! ¡Ahora no eres más que la hija de un salvaje corrompido!- exclamó con menosprecio, provocando que Ember endureciera su gesto en rabia y gruñera entre dientes por como se dirigió a su padre, para de inmediato agitar sus alas y elevarse con la intención de volver atacarlo. Garble miró a los dragones -. ¡Deténganla!- ordenó y enseguida, los dragones concentraron su severa mirada contra Ember haciendo puño sus garras y se aventaron volando a su dirección. -. ¡Tráiganmela para que pague la traición de su padre en los calabozos!- vociferó en orden con una audaz sonrisa.

Ember dejó abrir mucho los ojos ante el número de dragones que se venía en su contra, por lo que frenó su intención de desafiar a Garble y voló sentido contrario de inmediato mientras era perseguida por el resto de dragones que ahora acataban las órdenes de ese inmaduro y principiante dragón joven. En tanto, Ember volaba en recta dirección con su respiración agitándose al sentir las corrientes de aire del resto de dragones persiguiéndola, en una reñida persecución, esforzando sus alas rápidamente, mirando su alrededor para ingeniarse a perderlos de vista.

-¡Agh!- exclamó en sorpresa como de fastidio y alerta al sentir que la punta de su cola era alcanzada.

-¡Regresa aquí! ¡Da la cara al Señor Dragón!- vociferó un dragón corpulento y verde de ojos cafés.

-¡Que él no es el Señor Dragón!- gritó con rabia cerrando sus ojos para frenar abruptamente a su vez que se daba media vuelta para catapultar al dragón que la tenía agarrada, lográndose zafar para entonces no perder ni un segundo y volar en picada para esquivar al resto de dragones que tenía respirándole cerca.

Ember concentró su mirar hacia abajo, tratando de ignorar la ansiedad que sentía al sentir tan cerca el agitar de las alas del resto de dragones, entrecerrando los ojos enfrascada en el punto que visualizaba: un depósito de lava de una fosa que sin más, se zambulló en ella.

-¡Esperen!- exclamó un dragón, frenando de golpe y provocando que el resto de dragones frenaran a menos de un metro de la abertura. -. Se ha sumergido en su propia cárcel- sonrió confiado a los demás. -. Esta fosa no es más que una depresión alargada de la corteza terrestre, por lo que no contaría con ninguna salida, retardando solo su captura o la falta de aire terminaría por ahogarla.

-Je, ¿Entonces sólo debemos aguardarla?- sonrió otro.

-Al menos que uno baje a comprobar que no haya salida ahí abajo- exclamó una dragón cruzándose de brazos.

Todos la miraron y como si se pusieron de acuerdo mentalmente, empujaron a la dragón a la fosa, que sólo pudo dejar escapar un grito ahogado antes de sumergirse a la fosa de lava.

El resto quedó expectante observando fijamente la cima, en el que momentos después, salió la cabeza de la dragón jadeando fuerte para poder respirar mientras la lava solo rodaba por sus escamas como si se tratara de simple agua.

-¡Es imposible que haya sobrevivido! La presión de la lava es muy fuerte que te termina hundiendo como para hacerse paso en ella. ¡Casi me muero solo tratando de volver a la superficie!- exclamó con una mirada de desprecio hacia los demás por haberla lanzado.

-Supongo son buenas noticias, ¿no?- exclamó uno mientras el resto asentía con diferentes afirmaciones -. Vamos avisarle al Señor Dragón- avisó para que todos empezaran agitar sus alas en dirección opuestas.

-¡Oigan!- se quejó la dragón al dejarla atrás aun recuperando el aire, para ella misma salir de ahí. Después de todo, un dragón no se ayuda unos a otros.

El día transcurría entre el ambiente de tensión e incierto.

Flash Sentry giró la esquina de un pasillo del hospital para caminar lo largo de las paredes que tenía sillas apegadas fueras de las habitaciones. Ahí, estaban reunidos desde hace rato Whooves, Thunderlane y Derpy, observándolo llegar al fin tras ausentarse.

-En sólo en este hospital, mueren alrededor de entre dos a cinco unicornios por día desde hace media semana- dijo sin preámbulo el pegaso naranja terminando por acercarse a los demás con una expresión taciturna tras recopilar datos -. Sin una cura, y un diagnóstico con enfermedades que terminan en infecciones degenerativas, las probabilidades de vida son nulas de los unicornios, pudiendo solo mantenerlos con vida hasta que no se pueda hacer nada más por ellos que esperar su muerte. A estas alturas, es cuando más está pronosticada una masiva tasa de muertos de esta raza.

-Sin duda, el tiempo se nos está acabando- suspiró Whooves con ansiedad.

-¡Pe-pero aún podemos hacer algo!- exclamó Derpy -. Ir al Imperio de Cristal, a ver ese espejo misterioso a buscar a mi princesa favorita.

-Sí, pero recuerden que el Imperio está ubicado fuera de los límites norte de Equestria- intervino Flash -. Es un territorio aparte fuera de ésta que cruza su frontera.

- E indudablemente es donde más asegurado está con esos dragones como dijo esa sensual arpía- complementó Thunderlane jugando con la liga roja de su casco con su rostro preocupado.

-¿Era el necesario el "sensual"?- preguntó Flash alzando una ceja a su dirección.

-Como era necesario el "arpía"- le contestó el pegaso sin desprender su mirada de la liga.

-Si viajamos en tren hasta allá- pensó Whooves -llamará su atención sin duda porque estaríamos saliendo de Equestria y tienen la orden de exterminar a cualquiera que lo intente. Debemos ser discretos.

-No hay otra forma de viajar hasta el Imperio- exclamó Flash, pensativo.

-Pero debemos pensar la manera- comentó el terrestre pasando su casco a la cabeza.

-Hay que pensar fríamente- intervino una voz, haciendo que los demás giraran el rostro para ver a Bonbon caminar cautelosamente hacia ellos manteniendo su rostro igual de serio -. Sé que estamos en un estado de emergencia, pero si pensamos aceleradamente y por ende, actuar como tal, vamos a fracasar. Lo que dice Whooves es cierto. Debemos ver la manera de llegar hasta el Imperio de Cristal sin ser vistos sí o sí. Y se me ocurre una cosa- terminó por decir para mirar en especial a Whooves. Él parpadeó.

-¿Yo?- se impresionó preguntar, señalándose.

-Time, eres el ingeniero más excelso que conozco- exclamó para decir entredientes -. Y vaya que tengo razones para asegurar eso de donde yo me crié.

-¡Sí!- sonrió Derpy entusiasmada para abrazar a Whooves -. ¡Es el pony más inteligente del mundo! ¡Y lindo también!- agregó para darle numerosos besos en la mejilla.

-¿A qué punto quieres llegar Bonbon?- interrogó Flash. Bonbon lo miró confiada.

-En que además, necesitaremos reclutar más ponies a nuestra resistencia. Debemos movilizarnos ya. Pero ojo- enfatizó Bonbon con su devuelta seriedad -. No tienen que ser cualquier ponies. Deben ser de total confianza, comprometidos y leales.

-¿Amigos?- exclamó Thunderlane, haciendo que los demás lo miren, asintiéndose entre sí.

-Sí- sonrió Flash para todos -. Amigos.

Compartieron un pequeño silencio, mirándose entre sí, cuando repentinamente el edificio vibró a su vez que un estruendoso ruido resonaba con fuerza. El grupo tambaleó con ojos alarmados mientras se levantaba el pánico entre los pasillos, alzándose gritos de susto mientras se seguía escuchando muy cerca del hospital, más explosiones, uno tras otro cundiendo el pánico en cuestión de segundos, alzándose gritos y que las puertas empezaran azotarse para abrirse de golpe, saliendo corriendo ponies desesperadamente.

-No…- jadeó Derpy con voz quebrada, retrocediendo entre la repentina multitud en el pasillo -. No de nuevo… ¡No, no!- levantó su voz en pánico abrazándose con fuerza de Whooves.

-¡Esa maldita llegó aquí!- rugió Flash con ira entre el empujón de los ponies, provocándole ardor por sus heridas que sanaba, cuando un nuevo zimbrón sacudió el edificio pero esta vez mucha fuerte que parecía avisar que aquel ataque había sido impactado directo contra el lugar.

Y es que fuera del edificio, la pequeña ciudad de New Potropolis estaba siendo invadida con la llegada de los fénix aterrizando sobre calles y casas mientras otros acumulaban fuego que con el agitar de sus alas, lanzaban proyectiles al azar con el propósito de que los ponies empezaran a salir despavoridos de sus casas con gritos ahogados en terror viendo por los aires el vuelo de cientos de fénix, algunos nunca habían visto estas aves en su vida, quedando con rostro consternados al verlos y atacar contra todo lo que encontraba a su paso, hasta que una figura resaltó de entre ellos, una de tamaño y silueta de un pony con alas más grandes incendiadas en animadas llamas que se alzaban, riéndose con encanto y gracia, muy carismática, alegre y femenina, aterrizando con mucha tranquilidad en medio de donde los ponies se habían reunido entre sí, que observaban con incredulidad y una marcada expresión de angustia, a la unicornio dorado que concentraba un brillo fúlgido de su cuerpo mientras su cola y melena flotaba de arriba hacia abajo en un continuo movimiento casi parecido al de sus extintas princesas, pero estas hacían la alusión de unas llamas.

Flame se presentó ante ellos con una gran sonrisa animada. Tenía sus ojos cyan bien abiertos, deslizando aquella mirada sobre cada uno, sin inmutarse los ojos asustados entre el crujir de las llamas que consumían parte de su suelo y tejados, del hospital.

-Ahora…- habló ella ladeando la cabeza manteniendo la sonrisa -…esta es la parte en que se reverencian ante mí- avisó con tranquilidad. Los ponies quedaron de piedra, con el corazón temblándoles en perplejidad. Los ojos de Flame se entornaron duros -. Dije…- agregó esta vez con la voz más áperas -… ¡Que se reverencien!- vociferó acumulando fuego en su casco y de inmediato, pareció querer lanzar una bola de fuego, pero al soltar la masa de fuego, éste se fue estirando hasta llegar a más de los diez metros, en forma de un látigo, e impactó sobre una parte del grupo de ponies, recibiendo esa multitud el latigazo de fuego dando alaridos de dolor por el ardiente golpe recibido, empezando a crecer eventualmente llamas sobre el cuerpo de los ponies que corrían alzando gritos desesperados en una forma de huir inutilmente del fuego acuesta sobre su lomo.

Entonces todos los ponies empezaron a salir despavoridos en diferentes direcciones mientras el látigo de fuego seguía estirándose contra ellos y los fénix empezaban de uno en uno, a retener con sus garras a los ponies contra el suelo para finalmente, llevárselo en peso entre sus gritos de desesperación mientras el pueblo recibía el castigo de la visita de Flame.

En su hospital, las alarmas se empezaron a escuchar en conjunto entremezclándose con las detonaciones que se escuchaban afuera, alzándose más las exclamaciones de pánicos en el que empezaron empleados del mismo hospital a hablar contra el ruido de la multitud.

-¡El pueblo está siendo atacado! ¡El hospital ya está en llamas! ¡Evacúen! ¡Repito! ¡Evacúen!

-¡No empujen! ¡No provoquen una estampida!- avisaban con firmeza.

Pero el solo nuevo impacto que aterrizó en el edificio, provocó mucho más pandemonio, alzándose alaridos de pavor entre lloriqueos, huyendo despavoridos de una vez a la salida, y otro adentrándose a habitaciones para sacar al paciente por el que estaban ahí los visitantes. Thunderlane, Flash, Whooves, Derpy y Bonbon se hicieron paso entre el acelerado y urgente andar masivo de los ´ponies, con terrestres corriendo desbocados sin cuidado y pegasos volando casi a la alturas del tumbado. Se sentían prácticamente en un Deja Vu, porque esto apenas lo había vivido hace menos de dos días.

El hospital estaba abarrotado de enfermos y heridos que no sólo incluía a los unicornios, sino también a todos los sobrevivientes del ataque a Ponyville, ahora teniendo que pasar una vez más por una misma calamidad de esta índole.

-¡No podemos irnos sin Rarity y Lyra!- exclamó con voz presionada Bonbon en un grito para hacerse escuchar entre el esfuerzo de su andar, caminando en tres patas teniendo uno casco presionando contra su herida, resistiendo el dolor que le provocaba esforzar de su cuerpo en apenas unas horas de recuperación, cuando un pony corriendo sentido contrario a ella, la empuja con fuerza y la obliga a gruñir pesadamente del dolor.

No muy atrás, Flash asimismo se quejaba de ardor al ser tropezado por los ponies al estar aun recuperándose de las quemaduras que sufrió en el ataque del Imperio de Cristal.

-¡Ustedes tienen que irse!- exclamó Thunderlane en dirección a ambos.

-¡Estás loco si crees que me voy sin Lyra!- le vociferó Bonbon defensiva -. ¡No sabes con quien tratas! ¡Yo puedo con esto!

-¡Bonbon, sangras!- se alarmó Derpy señalándola, lo que hizo que la terrestre apartara su casco de su herida y se viera el esparadrapo manchado de sangre.

-¡Se te abrieron los puntos!- exclamó Whooves mirando a su amiga.

-¡No me importa!- vociferó Bonbon -. No la dejaré atrás. Ni a ella ni a Rarity.

-¡No podrás cargar a ambas con esa herida! ¡Yo iré por Lyra y Rarity!- avisó Thunderlane y Bonbon lo miró enseguida -. ¡No te fallé con Carrot! ¡No lo haré ahora!

-¡Vámonos!- apresuró Whooves a Flash y Bonbon.

-¡Yo voy contigo!- le dijo Derpy a Thunderlane.

-¡¿Qué?!- coincidieron en corear Bonbon y Whooves mirando sincronizadamente a la pegaso.

-¡No! ¡Te vienes con nosotros!- exclamó Bonbon.

-¡Muffins, no me iré sin ti!

-¡No es momento de discutir! ¡Váyanse!- les frunció el ceño Derpy poniéndose junto a Thunderlane.

-¡Que no te voy a dejar!- vociferó Whooves con firmeza.

-¡Derpy, ven con nosotros, ahora!- reclamó Bonbon con autoridad. Derpy contempló a ambos con indignación y ofendida, concentrando su entrecejo.

-¡Ustedes dos! ¡¿Quién se creen para mandarme?!- les gritó la pegaso enfadada -. ¡Tú eres mi pony especial y tu mi amiga! ¡No mis padres!- señaló a cada quien el rol en su vida, cortándoles el habla al ver la expresión irritada como segura y firme de Derpy. -. ¡Voy a rescatar a mis amigas y fin de la discusión!- La pegaso miró a Thunderlane. -. Vámonos.

-De…de acuerdo- asintió el pegaso y ambos agitaron sus alas en recta dirección hacia la habitación donde estaban las dos unicornios mientras Whooves y Bonbon agitaron sus cabezas y con Flash, buscaron evacuar el lugar.

Derpy y Thunderlane concentraron su velocidad dándose lugar entre el resto de pegasos que volaban en el pasillo con urgencia, escuchándose los lamentos y gritos de los ponies cuando se volvía a escuchar otra explosión y temblaba ligeramente de nuevo el edificio.

Entonces llegaron al cuarto, viendo a algunos ponies saliendo por la puerta por sí solos, otros con ayuda y algunos más todavía en cama, pasmados del miedo, lloriqueando entre gritos de lamentos:

-¡Las princesas no están! ¡No están!

-¡Este es el fin! ¡Ahora sí lo es!

-¡Ay, no, ay no! ¡Que acabe! ¡Que acabe!

Ambos pegasos se enfocaron en las unicornios que buscaban, estando ambas aun en cama, puesto que su salud no hizo más que achacar más su cuerpo en el transcurso de las siguientes horas transcurridas. Las ponies vieron con alivio los recién llegados, pero sin perder esa expresión angustiada de verse en vueltas una vez más en este tipo de situación de vida y muerte muy parecida a la que apenas se estaban recuperando. Derpy se dirigió directamente hacia Lyra, por lo que Thunderlane atendió a Rarity. Ambos las cargaron en su lomo y ella se aferraron a sus cuellos para asegurarse, entonces los pegasos se alzaron en vuelo, agitando sus alas con todas sus fuerzas para salir lo más rápido de ahí, cuando se impactó un nuevo proyectil de fuego en ese piso.

La explosión sacudió con fuerza todo ese extremo, esparciéndose las llamas de forma inmediata cubriendo las paredes. Su fuerza hizo expulsar al aire todo lo que estaba en su camino, incluyendo a Derpy y Thunderlane, quienes recibieron el impacto mientras huían, saliendo disparados de allí a varios metros hacia adelante, cada uno en una dirección diferente. Thunderlane con Rarity habían rodado a lo largo del pasillo, pero Derpy y Lyra fue directo hacia una habitación de enfrente.

Derpy aterrizó al suelo entre giros inevitablemente mientras Lyra por su fragilidad, no podía resistir el impacto y se le aflojó los cascos, separándose de Derpy y terminar a unos metros distanciadas de ella.

La revolcada de la pegaso se detuvo sólo cuando se chocó contra la pared del fondo, saliéndosele un grito ahogado de dolor.

-¿Ly…Lyra? ¡¿Lyra?!- reaccionaba la pegaso aturdida momentáneamente, incorporándose del suelo sintiendo punzadas de dolor abriendo de inmediato los ojos al escuchar el crujir de unas llamas y un intenso calor para contemplar el fuego que estaba a escasa distancia de la entrada de la habitación en al que estaba -. ¡Lyra!- gritó llamándola con desespero, mirando por su alrededor para encontrarla tratándose de ponerse en pie cerca de una cama destendida -. Lyra…- exclamó acercándose enseguida para tomarle entre sus cascos.

-E-estoy…bien…- respondió la unicornio con movimientos torpes.

-Thunderlane…no…no lo veo…- se preocupó la pegaso mirando de vuelta a su alrededor pero su mayor preocupación fue el recordar con un resuello, que estaba en ese cuarto cerrado con una sola salida.

La rubia enfocó su mirada hacia la puerta y le tembló la quijada cuando el cuarto se alumbró con fuerza por el fuego que recorrió rápidamente la entrada del cuarto, empezando a esparcirse en sus paredes.

-No…¡No!- jadeó en un grito la pegaso, acumulándose de lágrimas sus ojos mientras abrazaba con fuerza a Lyra, contemplando ambas sin alientos que su única salida, estaba envuelta en llamas y con pronta velocidad, el cuarto terminaría cubierto de fuego también -. Ay no, no por favor. Esto no…no…- se negaba la pegaso sacudiendo la cabeza mientras su corazón se aceleraba con velocidad -. ¡Lo siento!- jadeó cerrando con fuerza los ojos manteniendo abrazada a Lyra -. ¡Lo lamento tanto, Lyra! ¡Sólo quería ayudar! ¡No sé qué pudo haber salido mal! ¡Debí hacerles caso! ¡A Whooves y Bonbon! ¡Soy una torpe!- quebró en llanto, temblándole los cascos.

-No- escuchó la frágil voz de Lyra -. No lo eres…no…no digas eso…-exclamó la unicornio, mirando fijamente las brasas de las llamas esparciéndose en los muros -. Eres dulce, amable y valiente, por venir por mí- tomó aire mientras sólo escuchaba el llanto de Derpy mientras la escuchaba -. Sólo…te quieren mucho…- cerró los ojos, pudiendo verse los cuatro amigos, reunidos, riéndose en grupo. Sonrió -. Te queremos mucho…- agregó, volviendo abrir los ojos -…y sólo nos preocupamos por ti- terminó por decir para empezar a moverse, zafándose de los cascos de Derpy.

-¿Lyra?- la llamó confundida aun entre temblores, viendo como su amiga se separaba de ella, caminando con cierto tambaleo a hasta un extremo de la pared sin aun cubierta de llamas.

Lyra miró el muro fijamente, remontando el tiempo.

Ella, era una prodigio tocando instrumentos con su magia. Una música mágica. Aquello, la llevó a ser alumna de la Escuela de Magia para Unicornios Superdotados y además de música, su fuerte, aprendió otras cosas que no le sirvieron para lo que fue marcado su destino.

Hasta hoy.

Lyra cerró sus ojos y se concentró, apretando sus dientes, escuchando el lloriqueo de su amiga y el crujir del fuego, lo que la motivaba más para concentrarse, entonces, su cuerpo se tensó cuando la punta de su cuerno empezó a desprender un brillo. Lyra jadeó con fuerza, separando su boca ante la fina pero contaste punzada de su cabeza al empezar a invocar un hechizo, que entre más se concentraba en ejecutarlo, esa punzaba recorría su cabeza, como si fueran cientos de espinas enterrándose en su cráneo. Quejidos que no lograba retener empezaron a brotar de su garganta, haciendo que Derpy se angustiara por ella, más aun cuando la luz del cuerno de Lyra se encendió más y la unicornio dejó escapar un fuerte quejido mientras le temblaban las patas.

-¡Lyra!- la llamó Derpy con preocupación mientras el cuarto se iluminaba al rojo vivo por lo poco que le faltaba de cubrir por completo de fuego.

Entonces respirando una última vez, Lyra empujó con fuerza toda la magia acumulada para el hechizo para dejarlo escapar en su cuerpo, saliendo disparado un fuerte rayo dorado contra el muro a la vez que un profundo alarido salió de la boca de Lyra, que parecía romperle la garganta por todo el dolor que le cubrió cada rincón de su cuerpo. Derpy gritó con ella rompiéndosele el corazón al escuchar ese grito que invadió el cuarto, corriendo tras de Lyra para finalmente, el muro reventara.

Los ojos de Lyra giraron mientras su cuerpo no pudo sostener más por sí mismo y cayó hacia adelante, a centímetros del agujero del muro.

Derpy conmocionada y entre temblequeo, agarró a Lyra y huyó el agujero que hizo para finalmente, salir del edificio mientras el cuarto terminaba de incendiarse por completo.

-¡Thunderlane!- exclamó Flash a orillas de la entrada al bosque Everfree, mirando con Whooves y Bonbon, al pegaso llegar con Rarity a su lomo, aterrizando cerca de ellos, reuniéndose todos.

-Estamos…estamos bien- anunció Thunderlane pero sin deshacer su rostro preocupado, intercambiando miradas con Rarity

-Pero Derpy y Lyra…- murmuró la unicornio blanca.

-¿Qué?- interrogó Bonbon a su vez que Whooves también se acercaba igual preso de la preocupación -. ¡¿Qué?! ¡¿Dónde están?!

-¡¿Por qué no vienen contigo?!- interrogó el terrestre café.

-Hubo una explosión y…nos separamos…- se explicó Thunderlane enseguida -…no pude buscarlas…todo se incendiaba tan rápido…yo tardé en salir…y…

-¡Ahí están!- avisó Flash mirando hacia arriba, y el resto enfocaron su mirada en donde apuntaba, mirando a Derpy acercarse con Lyra acuestas.

El grupo se sintió parcialmente aliviados, pero ese alivio se deshizo cuando vieron el rostro cubierto de lágrimas de la pegaso apenas aterrizó, agachando la cabeza mientras era rodeaba por sus amigos, pudiendo entonces palidecer al ver el rostro de Lyra cubierto en sudor, respirando por la boca, como hiperventilando.

-¿Lyra?- la llamó Bonbon con incredulidad e impactada de ver el rostro totalmente descompuesto de la unicornio, que apenas tenía la atención de escucharla, continuando jadeando con la mirada ausente. -. Lyra…Lyra…- la llamaba constantemente tomándole el rostro, pero la unicornio parecía catatónica. Thunderlane se acercó para bajar a Lyra de Derpy y recostarla con cuidado al césped.

-Nos quedamos atrapadas…- dijo sin preámbulo Derpy aun con la cabeza gacha, pero su voz débil y quebrada, anunciaba que estaba llorando -…no había salida…hubo mucho fuego y ella…ella hizo pedazos la pared con su magia para escapar…- avisó rápidamente descorazonada, rompiendo en total llanto. -. Es mi culpa.

-No, no, Muffins- consoló Whooves enseguida para abrazarla, cerrando los ojos, para abrirlos a ver con mucha tristeza la fragilidad de su amiga unicornio en el suelo.

-Si no quedabas atrapada tú, habría sido yo- exclamó Thunderlane quedamente.

Todos enmudecieron, viendo a Bonbon mirando fijamente a Lyra, llamándola insistentemente, sin atreverse a interrumpirla al ver ese comprometida atención sobre la unicornio hasta que finalmente, la cabeza de Lyra empezó a dejar estar tensa y moverse un poco.

-¿Lyra?- la llamó Bonbon, sin recibir inmediata respuesta -. Lyra…Lyra- insistió con voz suave, alzando un casco para moverla despacio, y la unicornio recuperó la caída a la realidad, enfocando su mirada hacia Bonbon.

-Bonbon…- habló con voz frágil y rasposa, respirando con esfuerzo. -. ¿Y…y Derpy?

-…- enmudeció manteniéndole la mirada, con un horrible nudo en la garganta. En el deteriorado estado en el que estaba, se preocupaba más por si salvó a su amiga.

-¡Lyra!- escuchó la voz de la pegaso asomándose enseguida hacia la unicornio que al verla, dio una ligera sonrisa de alivio.

-Estás…estás…bien…- jadeaba con debilidad.

-Sí, por ti- respondió con nuevas lágrimas en los ojos -. Lyra… ¿Qué te va a pasar?

Todos guardaron silencio, incluso la propia Lyra, que la quedó mirando entre subir y bajar fuerte de su pecho, parpadeando lento.

-No lo sé- se limitó en decir la unicornio, sólo para que los ojos de Derpy se lagrimaran más mientras descomponía el rostro, como sabiendo ya la obvia respuesta -. Pero sé…que estás bien…

-¿Por qué hiciste eso?- reclamó la pegaso con dolor.

-Porque…eso hacen…los amigos…- contestó para sonreírle un poco -…tú…lo hiciste por mi…al ir por mi….

-Te quiero mucho, Lyra- sonrió con los labios temblantes.

-Y… yo a ti, Derpy…

-Lyra- se asomó Whooves con un ligero ceño y mirada vidriada de sus ojos azules -. Gracias- exclamó para levantarle un casco que estaba frío, y se lo sostuvo con un ligero apretón. Lyra le sonrió, con los ojos brillantes igual de lágrimas, embargándole una incómoda sensación en su cuerpo, que le hizo respirar más rápido, casi sin dejar completamente entrar aire a los pulmones.

-¿Lyra?- la llamó Derpy angustiada mientras Whooves la apartaba de ahí y de inmediato, se posó Bonbon que apenas apareció, Lyra removió sus cascos, alzándolos en dirección a ella, con desesperación.

-¿Qué? ¿Qué quieres, Lyra?- le preguntó Bonbon.

-Ven- susurró bajando los cascos para dar palmaditas a un lado suyo mientras le temblaba la barbilla -. Ven, ven, por favor...- pareció suplicar con afán entre su rostro descompuesto.

Bonbon le sonrió pasando un casco por su melena, asintiéndole. Los demás, se sintieron que estorbaban, y decidieron apartarse unos metros dándose la vuelta mientras Derpy era consolada por Whooves.

Bonbon se recostó de lado con la mirada directa a Lyra, que se sonrió al verla a su lado, igual con la mirada sobre la suya entre el esfuerzo de su respiración. Compartieron un silencio en el que Bonbon se atrevió a agarrarle un casco y juntarlo con el suyo para terminar de acomodarse, manteniéndose ambas la mirada por un buen rato. Sabiendo la una y la otra, lo que estaba por pasar.

Una mirada suave, tranquila, llena de sentimiento y de palabras calladas que ahora trataban de comunicarse por los ojos y que Bonbon interpretó algo de ellas: miedo.

La terrestre mantuvo la compostura, por ella.

-Tranquila- le murmuró Bonbon con una ligera sonrisa -. Sólo...descansa- le costó decir mientras veía que entre el mirar de Lyra, se le resbaló una lágrima, pero ninguna más agregó una palabra, manteniéndose la mirada y el silencio, mientras Lyra se permitía liberar otro par de lágrimas, sintiéndose cada vez más cansada y con la poca fuerza que le quedaba, se aferró más al casco de Bonbon, que al verla así, empezó con voz muy baja, a tararear delicadamente.

Lyra la miraba atenta, concentrada en el sonido dulce de su tarareo, concentrándose en encontrar alivio a su inquietud en su voz que de a poco, se fue opacando por las notas de una lira en su cabeza.

Lyra dejó abrir un poco más los ojos en incredulidad, escuchando la melodía del instrumento del que era una prodigio en tocar con su magia y ya no podía hacerlo más. Pero escuchar ahora aquella melodía, de alguna forma dentro de su memoria a partir del tarareo de Bonbon, pudo apreciar del sonido único que hacía ese instrumento, pudiendo calmar ese miedo y sofocación, para irse relajando, sintiendo mucha paz y felicidad de oír ese melodioso sonido, mientras observaba el rostro de la terrestre frente suyo, que le transmitía tanto en esa expresión siempre dura que mantenía como máscara para ocultar sus verdaderas emociones, todo un cóctel de amor y cariño incondicional, viéndose tan vulnerable y sensible a su lado. Hasta que pareció llegar la noche, porque todo comenzó a ponerse cada vez más oscuro para ella al mismo tiempo que la canción se escuchaba mucho más fuerte hasta que finalmente, todo se cubrió en un manto suavemente oscuro, sólo escuchándose la lira, hasta que por último, desvanecerse de a poco por completo.

Y se desprendió del mundo.

Bonbon dejó de tararear cuando sintió que el casco de Lyra se zafó de golpe del suyo, observando quedamente el rostro lleno de paz de la unicornio que ya no movía su pecho para respirar y no había alcanzado a cerrar del todo los ojos, encontrándose entreabiertos con la mirada aun fija sobre ella, pero sin un rastro de brillo de vida en ellos.

"AAAAAAAAAAHHHHHHHHH" fue el estruendoso grito que retumbó el alma de Bonbon mientras en el exterior, se había vuelto de piedra mirando el cuerpo inerte de Lyra, para besar su frente mientras con un casco libre, le terminaba de cerrar los ojos.

Y no se sienta observada al llorar en silencio.

-Cuídame- le susurró con voz forzada -. Porque cueste lo que me cueste, te vengaré.

Al final, con bastante resistencia y esfuerzo, Soarin había llegado a las lejanas tierras y desérticas de Arabia Saddle.

Tras la carreta de un acondicionado interior para resistir las altas temperaturas, halada por un caballo que conocía el camino, el pegaso divisó primero el reino en un constante brillo intermitente a lo largo del conjunto de sus infraestructuras que apenas se adentró, se sintió en un mundo completamente distinto por el acento, las vestiduras que adornaban el cuerpo tanto de machos como hembras, y la arquitectura peculiarmente diferente de lo que estaba acostumbrado, con tejados inflados que terminaban en punta e impresionado del uso de joyas incrustadas en sus paredes, como el oro de sus marcos y otros detalles. En realidad, por donde viera, había una gusto exquisito por incrustar joyas por doquier y que la luz del sol las hacia brillar en todo su poder, dando la sensación que Arabia Saddle, era el la joya brillante del desierto.

Soarin aunque impresionado, se sentía fuera de lugar, pero se dejaba deleitar con lo diferente que era de su hogar, a su vez de desencajar, en especial el estar rodeado de decenas de esta raza equina que le ganaba el doble de tamaño. Sus patas largas y torso más voluminoso. Hasta los hijos de esta raza eran ligeramente más altos que él y obviamente llamó mucho la atención su presencia mientras se hacía paso cruzando unas estrechas calles abarrotadas de comensales que a viva voz ofertaban sus productos.

El pegaso no sabía muy bien qué hacer una vez dentro para poder acercarse al rey Haakim, pero de pregunta en pregunta, manteniéndose volando para poder hacerse notar, llegó hacia la custodiada residencia donde encontraría al rey, que no hace falta destacar lo decorada que estaba en piedras preciosas, y expresándose con urgencia y prisa, pedía reunirse con el rey, pues llegar hasta Arabia Saddle le llevó cuatro días, un día más de lo planeado y cada minuto contaba.

Los guardias sí se impresionaron de ver al pony, pues jamás habían visto uno de cerca que pese las buenas relaciones con Equestria, no era habitual que algún pony llegase hasta aquí, por lo que no perdieron tiempo en notificar al rey de su inusual llegada y sobre el urgente mensaje que tenía para saber qué hacer con él.

Para alivio y sorpresa, Soarin fue inmediatamente recibido, haciéndolo pasar al despacho del soberano.

Los guardias le abrieron las puertas invitando ver en su interior al caballo de pelaje café, ojos púrupuras y melena amarilla pálida con mechones crema con sus respectivos accesorios tradicionales de sus tierras, incorporándose de su asiento apenas vio al pegaso, con un mirar serio y preocupado.

-¿Qué ha sucedido en Equestria?- interrogó Haakim sin preámbulo -. Para que la reina Twilight Sparkle envíe a un pony hasta aquí es porque lo que ella temía acabó sucediendo- expresó recordando la visita que le hizo hace casi más de una semana ya y la charla que tuvieron.

-Antes que nada- exclamó Soarin con un ligero ceño -. Agradezco que me reciba con inmediatez. Pero debo corregirle que no me pudo haber enviado la reina Twilight Sparkle...- decía para agregar con apenada resignación -... porque ella murió al igual que la Princesa Cadance tras una batalla campal de Equestria contra el Imperio de Cristal.

Haakim enmudeció un momento en desconcierto, agrandado sus ojos, sólo para levantar su cabeza en dirección a la puerta.

-¡Guardias!- llamó y de inmediato, se abrieron las puertas con cuatros sementales -. Alisten a nuestros guerreros- ordenó para enfocar su mirada a Soarin mientras se retiraban a acatar su orden -. ¿Quién está gobernando Equestria ahora?- preguntó con ese mismo tono severo, como premeditando que esa es la razón por la que vino el pony hasta aquí. De una amenaza que quiera conquistar Equestria.

Entonces Soarin le mantuvo la mirada, y detalló todo.

Enseguida, todo el lugar comenzó a movilizarse de un lado a otro. Entre el movimiento acelerado de caballos, resaltaba una sola yegua de pelaje lila, ojos celestes y crin azul oscuro, haciéndose paso entre ellos, hasta llegar al despacho de Haakim, en la que abrió de inmediato la puerta pero dejó sus palabras atoradas en la garganta, al ver que estaba reunido con otros caballos pero aun así que al verla llegar, la miraron mal.

-Amira- la nombró su esposo con contrariedad para mirar a su consejo -. Déjenos solos- pidió quedamente.

Los presentes se dieron vuelta con una nada disimulada mirada de pocos amigos hacia Amira, que les mantuvo de manera corta la mirada para esquivarla y mirar el suelo, esperando ahí de pie hasta que finalmente se retiraran para poder dirigirse a su esposo.

-No puedes interrumpir de esa manera mi despacho- reprendió Haakim más que molesto, contrariado y preocupado -. No tientes a los nobles.

-Lo siento- exclamó levantando la mirada con una expresión de angustia en sus ojos –pero estoy extremadamente preocupada al recibir tu nota de que hayas decidido enviar tropas con órdenes de atacar hacia Equestria- habló con inmediatez para mantener su rostro rígido en seriedad.

-¿Sabes lo que está pasando allá?

-¿Y tú?- interrogó entrecerrando los ojos -. Haakim, este pony ha estado ausente cuatro días. Quién sabe qué cambios haya ocurrido mientras viajaba hasta aquí- dijo contemplando el atento mirar de su esposo a la vez que pensaba. Ella se remojó los labios empezando a caminar hacia él -. Es la única unicornio en pie y tiene magia del inmortal y poderoso ave fénix- decía para agitar su cabeza -. ¿Qué van hacer tus guerreros contra esa amenaza?

-Tengo un acuerdo con la extinta reina, Amira- le dijo sin demora -. "Amigos de Equestria", ayudarnos unos a otros, y le prometí a mis guerreros en tiempos de calamidad- azotó un casco contra el escritorio en afirmación -. Arabia Saddle ha estado a un lado por demasiado tiempo haciéndose de la vista gorda. Voy enviar ayuda al que lo necesite. No sólo los enviaré con armas, sino con recursos porque no creo que su nueva "líder", si se la puedo llamar como tal, y que evaporó un pueblo entero, se vaya a preocupar si comen o no. Entonces, ¿Me pides que no haga nada mientras todo por lo que defendió Celestia se destruye?

-Sólo te pido que no apuntes en ceguedad- le dijo con tranquilidad, manteniendo una profunda mirada hacia él -. Tu alma está sofocada y tiembla. Te estás guiando con un panorama empañado.

-Amira- suspiró Haakim rodeando su escritorio y colocarse enfrente de ella, tomando sus cascos y besándolos, cerrando los ojos mientras su esposa le mantenía la mirada para ver sus ojos dirigirase a ella -. Vamos enviar una tropa para levantar una base clandestina para mantener informado la situación y auxiliar dentro de Equestria. No vamos a pelear directo con ella, al menos no ahora, pero estaremos prevenidos, por eso la orden de ataque si la situación lo demandará.

Amira y Haakim se compartieron una larga mirada entre su debatir de su mente, para finalmente, ella tomara ahora sus cascos y le tocara besarselos.

-Soy tu consejera, pero primero soy tu esposa y apoyaré lo que ordenes como rey aun sobre mis consejos que solo son esos, consejos. Y decides escucharlos o no.

-Siempre los he considerado-le afirmó -. Confío más en tu juicio que la de del todo el Consejo junto- sinceró -. Eres tan capaz de dirigir mi reino, como si fuese tuyo.

-Pero soy una yegua- le sonrió ligeramente pasando un casco a su mejilla -. Yo no tengo derecho a ese destino.

-¿Entonces por qué eres mi consejera en mis decisiones?

-Porque te gusta fastidiar al Consejo- se burló y Haakim amplió la sonrisa para besarla en los labios.

-Confía en mí.

-Lo hago.

-Entonces dime, ¿En serio crees que estoy tan errado en mi orden?

-No- sinceró con resignación -. Sé que tendiste su ayuda y aceptaste los términos del acuerdo. Sólo estás cumpliendo. Haces bien. Es solo que...-suspiró llevándose un casco a su pecho -. Tengo un mal presentimiento.

-No puedo decidir por presentimientos sino por hechos- le exclamó con una sonrisa.

-Lo sé- sonrió un poco -. Sigue tu instinto.

-Eso hago, amor- exclamó para besarle de nuevo los labios y continuar trabajando.

Amira se retiró del despacho ignorando las punzadas miradas del Consejo, después de todo no tenia poder de mirarlos de tal manera ni desafiarlos, caso contrario metería en problemas a su esposo si la defiende del castigo que exigirían por aquella falta de respeto a su posición como no solo nobles, sino como estrictamente conservadores a la vieja Ley como el tiempo en su reino, en que como yegua, carecía de valor ante asuntos políticos y legales, por lo que no tenía jerarquía para tratar con ellos, con el solo cumplir de rol de esposa del rey sin meterse en asuntos de Estado, pero Amira tenía el permiso de su esposo para mantenerse al tanto de lo que sucedia y aconsejarlo en la toma de decisiones, aun con la cantaleta de los viejos conservadores de su puesto no oficial, como consejera del rey.

Ganas de interrogar por su lado al pony que llegó no le faltaban, pero si alguien la descubriera hablando en privado con otro corcel que no fuese su marido, más temor por ella misma y el castigo que recibiría, era el meter y comprometer a su esposo con los nobles, como el faltar su voto. Por lo que Amira confió en el juicio de su esposo, y continuó caminando hasta su habitación mientras se organizaban.

A lo largo de los días de esta semana, las cosas empezaron a movilizarse lo más rápido posible. Con Flash y Bonbon aún recuperándose cada quien de sus heridas, no les fue obstáculo para organizarse con los demás a ser más grande y fuerte su resistencia de dejarse gobernar por esa cruel unicornio.

Como si ya los aguardara, con una sonrisa Zecora recibió a los dos terrestres, tres pegasos y una unicornio. Cuando la cebra preguntó por Lyra, inevitablemente todos miraron a Bonbon, quien con su característica dureza, le dio la mala noticia.

-No hay tiempo para pésames- cortó las palabras que Zecora le diría en consolación, cortando ahí la conversación para no entrar en detalles -. Debemos trabajar ya si queremos no solo vengar a Lyra, sino a todos los caídos- exclamó la terrestre con severidad.

De New Potropolis, consiguieron algunos materiales y Whooves expandió un enorme pliego de papel sobre una mesa de madera que cuando un extremo se le enrollaba de nuevo, una limpia piedra se acomodó en su punta, observando el corcel con una sonrisa a Derpy que le animaba con una sonrisa y acomodaba el pliego y lo que sería su área de trabajo, como lo hacía cuando trabajaba en el laboratorio, el cual aunque quedó intacto al encontrarse bajo tierra, no podía llegar a él, puesto que con sigilo, tanto ya una experimentada Bonbon, observaba camuflada entre la maleza con restos de plantas sobre ellos y pintada de un color parecido a su ambiente, el que entre los escombros de lo que fue su pueblo, llegaban ponies de otros lares, siendo recibidos por una mal resignada Rainbow Dash, Applejack, Fluttershy y Pinkie Pie, tratando de mantener la calma entre ellos, con claro, fénix de centinelas en que nadie pudiera saliera de allí, no sin ser quemados vivos, cosa que alcanzó observar la terrestre, apretando los dientes con fuerza de la impotencia de no poder hacer nada al respecto. Al menos no por ahora. Aun con los achaques de su cuerpo, Rarity aportaba cualquier tipo de conocimiento, incluyendo del espejo al que buscaban cruzar y encontrar la manera de hacerlo funcionar.

Thunderlane, había volado hasta la base de los Wonderbolts para tocar la puerta de una oficina que no creyó volver a entrar.

-¡Ahora no! ¡Estoy ocupada!- se oyó del otro lado de la puerta con voz prepotente que hizo al pegaso retroceder con sumisión entre un gesto, recordando que el gran motivo por la que dejó la reserva, era por ella. Tragando fuerte saliva, volvió a tocar. -. ¡DIJE QUE ESTOY OCUPADA!- se escuchó aún mucho más fuerte.

-¡Soy Thunderlane!- avisó cerrando fuerte los ojos con tensión.

-…- no se escuchó nada por un rato -. Agh. Adelante- se resignó a atender. Entonces el pegaso respirando hondo, abrió la puerta, encontrándose con una pegaso amarilla con melena y ojos naranjas oscuros tras su escritorio, recibiéndole con una mirada severa.- .Vaya, vaya, vaya. Mira quién vuelve con la cola entre las patas- dijo con sequedad arqueándola una ceja.

-Je je je- rió nerviosamente y con vergüenza. -. También me da gusto volverla a…

-Si vienes a recuperar un puesto como novato de las reservas- le interrumpió con sequedad para volver su mirada a los documentos que revisaba –puedes regresar por donde viniste. No estamos siquiera impartiendo clases a los novatos reclutados. Estamos demasiados ocupados en nuestras misiones de rescate.

-En realidad…- le dijo caminando aun receloso a la oficina, como si el piso fuera de cristal y se rompiera en cualquier momento -…vine justamente por eso- avisó. Spitfire levantó su mirada hacia él con cierta sorpresa.

-¿Vienes como voluntario? No nos vendría mal un par de alas más. Y tú tienes potencial.

-Más bien sus alas no nos vendría mal a nosotros.

-¿Disculpa?- interrogó con pesadez arrugando su frente y apretando la quijada, defensiva -. Soy la Capitana de los Wonderbolts, que son los mejores voladores de Equestria- se señaló inflando su pecho -. Soy yo quien aprueba un volador, no viceversa.

-Pues en este caso…es nuestra resistencia la que necesita de muchas par de alas- informó aun cauteloso, provocando que Spitfire hiciera un mohín en la boca, parpadeando varias veces.

-¿Resis…tencia?- preguntó, incrédula, pero interesada.

Momentos más tarde, la pegaso amarilla se apareció al pie de la puerta de la casa de Zecora, recibida por el resto que se hallaban con un aspecto descuidado por sus deberes, principalmente Whooves, que para hablar, no desprendía sus ojos del plano que hacía con melena desbaratada sin inmutarse a que Derpy pasara un peine para acomodarle los mechones que él mismo se levantaba al rascarse la cabeza de inercia para concentrarse y pensar.

-Tenemos Wonderbolts a turnos cubriendo terreno principalmente a los pueblos- informó Spitfire en el centro de una mesa cuadrada de comedor esparciendo los mismos documentos con que el Thunderlane la encontró trabajando mientras Zecora colocaba tazas de té -. Estos últimos reportes notifican nuevos pueblos atacados pero en una magnitud menor comparado con Ponyville, aunque aun así, se han encontrado alrededor de diez muertos, veinticinco heridos, y treinta y dos ponies secuestrados en el último reporte, sin contar de hogares destruidos- anunció alzando las páginas siendo recogidas por Flash y Bonbon, revisándolos ambos mientras la Capitana hablaba -. Estamos en servicio para rescatar a los heridos, levantar los muertos y reportar los ataques, pero no podemos impedirlos ni luchar contra ellos- frunció fuertemente el ceño endureciendo los ojos -. No podemos desafiarlos…- aceptó con regañadientes e impotencia.

-Pues estamos aquí para encontrar la forma de hacerlo- le dijo Bonbon en seriedad.

-¿Y cómo harán eso?

-Haremos- le corrigió apartando la mirada del reporte y mirarla. Spitfire le mantuvo los ojos sobre los suyos y asintió con firmeza.

-¿Cómo haremos eso?- acomodó la pregunta, para recibir una lenta y ladeada sonrisa de Bonbon.

...

¿Me extrañaron? ¡porque yo sí los extrañé! XD

I know! Tardé mucho en publicar pero en serio estuve demasiado ocupada y quería asegurarme de entregar un capítulo bien trabajado con cien por ciento y esto fue lo que resultó y me siento satisfecha con el resultado en que vemos cada uno da su parte para hacer algo al respecto contra Flame.

Espero que haya valido la pena la espera y como verán, ha sido eh…largo xD pero bueno, creo que es bueno después de todo el tiempo de ausencia que fue mes y medio creo, así que…¡Disfruten!

Por cierto, sé que usé lo del Señor Dragón, Ember, Torch y eso, pero debo decirles que no es cannon los hechos ocurridos en su episodio de la sexta temporada. Es decir que tomé la idea pero no la trama previa. Así que no, Ember y Spike no se conocen.

Ya el próximo cap veremos humanos.

Y ah!

GRACIAS POR SUS COMENTARIOS ARRTSUDREX Y VLADEQUIELBALAUR. ESPERO LES GUSTE EL CAP XD ASIMISMO A TODOS QUE APOYAN Y SIGUEN ESTA HISTORIA, MUCHAS GRACIAS POR SU FIDELIDAD, LOS REVIEW Y PM, TAMBIÉN A AQUELLOS ANÓNIMOS, QUE SON MUCHOS Y SE LES AGRADECE SU PREFERENCIA XD

So...

Gracias por leer, dejen review y...

¡Sunny Honey, fuera!

Next Chapter: La Otra Parte De Mí Estimated time remaining: 0 Minutes
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