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Lo Que Somos Ahora

by Sunny Honey

Chapter 29: Corazón de Piedra

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Corazón de Piedra

El ahora prácticamente despoblado Canterlot, hace unas horas había sido ligeramente habitado temporalmente, pero para despedir a la Princesa Celestia y Luna tras pasar todo el día velándose sus cuerpos y en la noche fueron sepultadas a los jardines de Canterlot.

Por lo acontecido en el Imperio de Cristal, Twilight no pudo llegar a tiempo y aquello, levantó el temor entre los ponies. Para que la reina y los príncipes del Imperio de Cristal se hayan ausentado en tan importante hecho…era porque las cosas se dirigían de mal en peor y como todo, de boca en boca empezaban a especular, levantando más la angustia entre ellos.

Eran pasadas la medianoche y Twilight Sparkle aún estaba en el Imperio de Cristal. Con Shinning Armor ahora también afectado como el resto de unicornios y del reposo obligatorio de Cadance para recuperarse del aborto espontáneo, la reina se ocupó de continuar guiando a los guardias imperiales sobre la situación actual del Imperio.

Ella estaba consciente que para bien o para mal, y tarde o temprano, la voz se iba a correr del deplorable estado del Imperio de Cristal, más aún que había movilizado a damnificados víctimas del ataque a hospitales, puesto que el Imperio no podía atender a todos por la infraestructura afectada en algunos centros de salud. La movilización de guardias que iban y venían del Imperio habría llamado la atención, así que se daba la idea de que sus súbditos iban a saberlo, y no podría darles un falso alivio. No creía prudente pues si…algo más se presentara, perdería credibilidad frente a ellos. No apoyaba las mentiras, porque sólo daría un alivio temporal, pero tampoco quería angustiarlos y expandir un pánico masivo aunque…de por sí ya lo estaba.

Twilight caminaba por el pasillo hacia la habitación de su hermano y cuñada Cuando entró, se encontró con su hermano y al pie de la cama su médico, quien terminaba de cambiarle las vendas de sus heridas.

-Twili…- forzó una sonrisa el corcel con su voz algo débil y su rostro descompuesto, pudiendo ver gotas de sudor en su frente -. ¿Nos das un momento por favor? Será breve.

-Ah…claro- asintió con un suave ceño con un peso en su pecho y retrocedió cerrando despacio la puerta.

Ya afuera, Twilight vio que otro doctor salía de una habitación de huésped al lado del que era de la pareja.

-¿Qué…? ¿Qué pasa?- se angustió la reina.

-Ahm, la Princesa Cadance tuvo un sangrado- resumió pero se apresuró en continuar hablando al ver que Twilight engrandecía los ojos y el rostro se le ponía blanco de angustia-. Tranquila. No es nada de qué preocuparse. Es normal que algunas yeguas después de un aborto tendrán un sangrado ligero que puede durar intermitentemente hasta dos semanas- se explicó él. -. También los síntomas de embarazo desaparecerán alrededor de seis días para que el cuerpo asimile que el bebé…ya no está.

-Ya veo- murmuró pasando un casco a su frente y suavizó un ceño – Por cierto... ¿Por qué salía del cuarto de huéspedes?

-Ah. La Princesa Cadance se trasladó allí.

-…- enmudeció Twilight para limitarse a asentirle y agradecerle su servicio a la par que salía el doctor tras atender a su hermano, diciendo que el príncipe quería que pasara.

La reina regresó al cuarto y vio a Shinnig Armor reposando en la cama con su rostro más descompuesto mientras respiraba un poco ansioso.

-Hermano…- dio aviso su entrada con un lamento mientras caminaba. El corcel abrió sus ojos para ella, forzando una sonrisa.

-Twili, ven- la llamó estirando un casco lentamente que la alicornio enseguida tomó suavizando una sonrisa para él.

-Shinning…-suspiró colocando su otro casco en el suyo -. ¿Cómo estás?- preguntó.

Aunque ya le había hecho esa pregunta varias veces en el transcurso de las horas, lo seguía haciendo, y es que siempre la respuesta que daba el corcel variaba.

-Muy herido, pero trato de ser fuerte por y para Cadance- contestó esta vez forzando una nueva sonrisa aunque sus ojos estaban vidriosos. Negó la cabeza con un suspiro -. Quiso pasarse a otro cuarto y la dejé- comentó y Twilight asintió lentamente -. Creo que verme sólo siente más dolor- se aventuró con su voz forzada de la pena mientras cerraba los ojos.

-Ella está aún muy consternada- lo animó sin borrar su sonrisa -. Se aman, van a superar esto- agregó para soltar su casco e inclinarse y abrazarlo delicadamente por las heridas de las quemaduras que tenía en diferentes partes del cuerpo, sintiendo sus cascos envolverla mientras se le salía suspiro melancólico. -. Lo lamento, hermano.

-¿Cómo puedo seguirla amando si nunca la tuve?-murmuró cerrando fuerte los ojos resistiendo las lágrimas, pensando en su hija.

-Porque aunque no esté, no dejas de ser su padre…- se aventuró a responder con voz suave.

-Tal vez sea eso…- coincidió con la voz forzada por el ardor que sentía en la garganta -. Twilight…- la llamó rompiendo el abrazo para verla con atención, paseando su mirada en su rostro, después a la corona y la capa agarrada por ese collar. Una sincera sonrisa se levantó mientras sus ojos sólo vidriaban más -. Estoy orgulloso de la pony que te has convertido. Eres más de lo que te imaginas. Ser modesta no significa que debas minimizar tus capacidades, así que no subestimes las tuyas. Te quiero tanto.

-Gracias, hermano- le sonrió con calidez. -. Y yo a ti.

-Y no seas dura con Cadance- fue lo que dijo, lo que sorprendió a la alicornio que le dibujó un ceño confundido -. Ella está dolida. Ayúdala.

-Por supuesto- le asintió -. A ambos- aseguró con total confianza. -. Vamos a salir de esta- motivó para sonreírse optimista -. Todo va a mejorar. Ya vas a ver. Y cuando todo se calme, van ser bendecidos con otro bebé. No es que reemplace el que perdieron, pero podrán darle amor al fruto de su relación.

Shinning elevó la sonrisa pero asimismo sus ojos azules se cristalizaron más, sólo para moverse para abrazarse de nuevo y ella pueda confortarlo para darle consuelo al escucharle un nuevo llanto silencioso pero profundo, lo mejor que puede hacer para desahogar la aún muy fresca pérdida de su hija.

Tras dejarlo tranquilo y prometerle escribir enseguida para mantenerse informados, Twilight se despidió de su hermano. Debía regresar a Ponyville para continuar la investigación sin descanso si no quiere que tragedias como éstas vuelvan a ocurrir.

Entonces pasó ahora a la habitación de huéspedes. Al ingresar, vio a Cadance acomodada en una cama individual, reposando su lomo en algunas almohadas con la mirada seria y vacía. Apenas ingresó, Twilight sintió una incómoda electricidad recorrerle el lomo. A diferencia a como se sentía un melancólico ambiente en su hermano, en Cadance, sentía una frialdad que se reflejaba en su semblante, pasando de un polo a otro a como la encontró esta tarde.

Cuando la Princesa vio a Twilight, ella la llamó con su casco para que se acercara.

-Twilight debo decirte algo- dijo con esa seriedad mientras la veía acercarse -. Algo que tanto mis tías y yo te habíamos ocultado- sinceró sin preámbulo mientras Twilight arrugaba la frente confundida pero intrigada a la vez -. Yo…sabía que tú serías la reina de Equestria- admitió, dejando a la otra alicornio muy quieta mientras parpadeaba rápido -. Mi tía Celestia me reveló muchas cosas en cuanto mi destino se llevó a cabo cuando apareció el Imperio de Cristal y decidió enviarte a ayudar, diciendo el por qué de estas pruebas que te hacía- la miró fijo -. No te dije nada porque el tuyo aún no había llegado. No era yo quien debía adelantártelo. Debía dejar que suceda, así como pasó conmigo.

-Ya….ya veo- suspiró asintiendo varias veces, procesándolo.

-Y…- agregó mientras suspiraba también -…y mi tía sí tenía una conexión de lo que le ocurría a Sunset- informó, ganando la total atención e intriga de Twilight, quien dibujó un ceño consternado.

-¿Qué? ¿Cadance, qué?- reaccionó.

-Mis tías y yo empecemos a buscar pergaminos sobre aquel momento cuando el portal de los fénix se cerró.

-¿Portal?- repitió.

-Como los breezes, ellos permanecían por temporada en Equestria para anidar y luego volver a su hogar. Los fénix que permanecen aquí se quedaron sin poder cruzar a su verdadero hogar. Ella dijo que debíamos encontrar esa información por si habría conexión y era lo que buscaba. Mi tía Luna y yo interrogamos más, sin embargo, ella no nos dijo más que eso y la búsqueda se vio interrumpida como ves…

-¿Por qué me lo dices hasta ahora?- preguntó, tratando de amortiguar cierto enojo de que primero, las tres princesas habían investigado escondidas de ella, segundo, detestaba y frustraba que siempre la Princesa Celestia se guardara secretos, hasta para su propia hermana y sobrina, y tercero, ¿no pudo haberlo dicho en las cartas que se enviaron temprano?

-Te lo iba a decir, Twilight. Pero se me fue por alto con tantas cosas las que debo lidiar- tragó saliva manteniendo la dureza de su rostro -. Comprende que no sólo tú estás luchando con esta situación- dibujó un ceño -. Yo también estoy preocupada no sólo por mi Imperio, sino por Equestria, también me afecta como a ti la muerte de mis tías. Y ahora mi marido está condenado en una cama, mi bebé está muerto ¡y yo debo aguantar el recordatorio que me da mi cuerpo durante las próximas semanas que no hay nada creciendo dentro de mí!- terminó por explotar alzando su voz quebrada y dura mientras empezaba a temblar y sus ojos vidriaban de nuevo.

Twilight quedó quieta con una mirada triste hacia su cuñada, quien le apartó la mirada mientras se le escurrían lágrimas rebeldes.

-No pierdas el control…- le aconsejó Twilight con voz suave mientras se acercaba y colocaba un casco sobre su pata delantera.

-Duele demasiado…- le farfulló entrecerrando los ojos perdiendo de nuevo la lucha con sus lágrimas.

-Lo sé- le murmuró con cierto dolor en su mirada pero la cambió por una confundida cuando sintió que Cadance aparta su pata de su casco y le devolvía la mirada defensiva.

-No, Twilight. Tú no tienes la menor idea de lo que estoy pasando porque no eres madre, y realmente deseo que cuando lo seas, ni tengas la idea- se aclaró con voz tiesa y quijada endurecida para que su tono se empiece escuchar de manera amarga. -. En serio, espero, que esta vez puedas asumir las consecuencias de tus actos por lo que está ocurriendo.

-…- se enmudeció empezando a fruncir un ceño, perdiéndose -. Disculpa, Cadance, no sé de qué te estás refiriendo.

-Hablo que debes dejar de ser tan ilusa para que dejen de sumarse las desgracias en Equestria- se aclaró muy bien manteniendo esa sequedad de su voz.

Twilight abrió la boca pero no pudo salir nada, soltando aire de la boca mientras sacudía la cabeza.

-¡Oh, por Celestia!- se horrorizó manteniéndole la mirada ya seria -. ¿Me estás culpando de algo?- parpadeó -. ¿De todo?

-Sólo escúchame…- contestó al ras manteniendo el tono duro de su voz -…escúchame, como debiste escuchar a todos cuando te advertíamos de…de Sunset- le costó decir su nombre que al hacerlo, su rostro crispó más de furia -. De que no te fiaras. Ni bajaras la guardia ¡Incluso tus amigas la recelaban!

-Espera, espera…- le interrumpió.

-¡No, Twilight, no, escúchame!- exigió levantando su voz de manera agresiva y con su rostro endurecido con la mirada tiesa pero vidriosa entre su ceño -. ¡Escúchame, Twilight! ¡De una vez escucha!- insistió más fuerte, dejando a su cuñada helada -. No estoy para irme por las ramas y seré directa: Fuiste descuidada. Demasiado permisiva y condescendiente con esa unicornio. Fue lo mejor al quitarte del caso y pasárselo a mi tía luna. Y aun así, ¿Cómo te atreviste a desobedecer las órdenes de mi tía para llevarla a un baile? ¿Eh? ¿Por qué, Twilight? ¡Sabías la bomba de tiempo que era! ¡Había casi transformado dos veces esa semana! ¿Y la premias llevándola al baile? ¿Qué rayos tenías en la cabeza?- le reclamó rabiosa, dejando a Twilight completamente desconcertada, pues jamás, jamás, Cadance le había hablado de tal modo -. Y para agregar tu hazaña, metes a ese unicornio- agregó sacudiendo la cabeza, refiriéndose a Moon White -. ¿Realmente era necesario entrometerlo más de lo que debía o fue una simple excusa para seguirlo viendo? Sea como sea, fue una táctica infantil e ingenua la tuya en hacerle cruzar el espejo las veces que quiera. Mi tía Celestia también te advirtió de él. De que estaba en contra de las Princesas Alicornios. Que había tenido discusiones con ella en el pasado y hasta yo tuve que aguantar su mala actitud cuando quisimos reconocer su trabajo como hechicero. ¡De seguro te vio la más joven, la más manipulable y consiguió lo que tanto quería! ¡Tomarte de idiota y matar a mis tías!- rugió.

-¡Basta, Cadance, basta!- reaccionó ya no aguantando sus reclamos con un ceño ansioso y afectado entre sus cejas.

-¡El mató a mis tías y Sunset mi bebé!- bramó entre el vidriar de sus ojos -. ¡Reconócelo!

-¡Ellos no fueron!- replicó ya alzando su voz entre su rostro descompuesto -. Ellos no están conscien…

-¡Basta, Twilight! ¡Deja de engañarte! ¡Ellos te engañaron! ¡Te manipularon! ¡Te usaron! ¡Y tú caíste redonda!

-¡Ya te dije!- insistió -. ¡Lo que hacen no depende de ellos! ¡Algo los obliga o controlan su cuerpo! Yo creía como tú al principio pero la propia Princesa Celestia me hizo recapacitar en su lecho de muerte lo contrario ¡Y voy a demostrarlo!

-¡Tú sólo eres una niña!- reclamó Cadance más enfurecida -. ¡No me importa si el Árbol de la Armonía tiene tu marca! ¡Darte una corona y destellos en tu melena no te hace una reina!

-¿Entonces qué? ¿Tú quieres ser la reina?

-¡Pues debería serlo si piensas tan fantasiosa como una potrilla!

-¡¿Potrilla?!- repitió perdida de la bruma -. ¡¿Fui una potrilla cuando enfrenté a Nightmare Moon con mis amigas?! ¡¿Lo fui cuando regresamos la armonía y se convirtió en piedra de nuevo Discord?! ¡¿Dónde estabas tú, Cadance?! ¡¿Eh?! ¿Qué hacías a mi edad? ¡Asustada por tu rol y ocultando a mi hermano!- se descargó con Cadance dejando abrir más los ojos pero sin perder su defensiva compostura.

-¡Pero todo fue con tus amigas! ¡Nunca has enfrentado un verdadero peligro tú sola! ¡No como yo!

-¡Tuve una pelea sola contra el monstruo de Tirek antes de la intervención de mis amigas!- le recordó -. ¡¿Entonces somos potrillas, Cadance?! ¡Pues estas potrillas interpusieron sus vidas para salvar a Equestria más de una vez y esta es la primera vez que lo encaro! ¡Esta potrilla es la reina aunque te duela!

-¡Basta!- fue el grito de un tercero escucharse, haciendo que ambas alicornios fijaran su mirada en Shinning Armor que se asomó a la puerta sosteniéndose del marco de ésta que entre su rostro abatido, mostraba un ceño enfurecido e indignado -. ¿Qué es lo que sucede con ustedes? ¿Qué es eso de andarse gritando? - aclaró para mirar a Cadance -. ¡Ella es mi hermana!- miró a Twilight -. ¡Y ella mi esposa! ¡Son familia! ¡Basta ambas!- agregó para gesticular malestar en el rostro y temblarle las patas donde más tenía vendajes de sus quemaduras.

-Shinning…- se levantaba Cadance pero un casco de Twilight la atajó.

-Tú aún necesitas reposo- se limitó en decirle con su rostro un poco más suavizado para dirigirse hacia su hermano.

-Twilight, no seas dura con ella…- le dijo el unicornio dejándose apoyar en la alicornio -…te lo ruego…perdónala, comprende que…- decía entre pausas, muy intranquilo.

-Lo sé, lo siento- le dijo haciéndolo caminar regreso al cuarto pero él puso resistencia con la intención de quedarse pero Twilight le dio una mirada calmada. -. Por favor, descansa. No te preocupes que te hace mal- pestañeó lento con el peso de culpa por dejarse llevar en la pelea -. Como dices, somos familia. Vamos a solucionar las cosas- lo trató de tranquilizar.

Lo dejó reposar de nuevo en su cama, viendo esa angustia ansiosa del corcel. Twilight inhaló fuerte para expulsar el aire en su boca, calmándose del calor de la discusión. Tranquilizó a su hermano y regresó donde Cadance.

-Lamento haber alzado la voz- dijo Twilight mientras volvía a su lado en muestra de tregua -. Fui desconsiderada. Realmente lo siento, Cadance. Nunca nos hemos hablado así. Supongo que ambas tenemos los nervios de puntas y nos dejamos llevar. Perdón.

-Yo también lo siento- dijo ella sin perder su semblante serio -. Pero no me disculparé por lo que dije- aclaró devolviéndole la mirada -. Tienes razón. Tal vez en un principio no fui una buena Princesa. Pero esas cosas cambiaron, y te consta.

-Lo sé, Cadance- coincidió con voz serena.

-Hay miles de vidas de unicornios en juego, 96 muertos y cientos de heridos en el Imperio de Cristal- le recordó -. Esto es una calamidad mayúscula y no permitiré que más vidas corran riesgo por tu imprudencia, Twilight- se decidió, haciendo que lo último Twilight se lo aguantara inflando su pecho para volver a suspirar un poco contrariada.

-¿A qué quieres llegar?

-Quiero llegar, a que si esos dos aparecen de nuevo…- respondió para profundizar su ceño-…no dudaré en hacer lo que esté en mi alcance para deshacerme de ellos- aclaró para ver el rostro de Twilight procesando esas palabras, pero ella se lo dejaría bien claras: -. Me refiero que por el bien de millones de vidas, se tendrán que perder dos y si no te ocupas de eso, lo haré yo.

Twilight quedó de piedra con su mirada pegada a la suya, cortándole de hecho la respiración a la reina mientras miraba impávida el determinado rostro enfurecido de Cadance, un semblante que consideraba sombrío en ella.

-El dolor te hace pensar y decir eso- dijo Twilight sin recordar como moverse ante esa determinada solución de Cadance -. Eso no fue el legado que nos dejó la Princesa Celestia y Luna. Equestria jamás ha condenado a muerte a sus enemigos. Respetamos la vida.

-Y por esos siempre vuelven- le contestó con el mismo tono de voz -. Pero estos, no volverán. Han cometido horrores incomparables a los otros.

-Esa no es la solución.

-¿Y cuál es, Twilight?

-Hay que entender qué son esas almas para salvar a las que enterraron para que no vuelva a condenar otro pony- contestó al ras con seguridad -. Si hay que pelear, pelearemos. Pero no vamos a asesinar, pues la magia alicornio puede manipular el alma y la intención es quitar ese espíritu oscuro y así los originales lideren el control. Moon White y Sunset Shimmer no tienen la culpa de lo que hacen esas otras almas en sus cuerpos- aspiró con fuerza -. No tienen la culpa de que por sus actos, hayas perdido a tu bebé.

Cadance le mantuvo una mirada gélida sin inmutarse, mostrándose de piedra, lo que empezaba a desesperar a Twilight, quien vidrió los ojos mientras sacudía la cabeza.

-No me crees, ¿cierto?

-No- contestó secamente -. Shinning habló con ella. Se dirigió a ella como "Sunset" y ella aceptó habernos manipulado de nuevo descaradamente. Si lo hizo antes, lo hizo ahora. Ella siempre fue y ha sido una manipuladora, una amenaza, te cueste admitirlo.

-Tú no la conociste como yo…- se aventuró decir en su defensa.

-Por supuesto que sí- exclamó -. No olvides que vivimos juntas por un tiempo en el castillo. Parecía alguien cálida. Alguien en quien puedes confiar que no me di cuenta que alimentaba mis inseguridades aprovechándose de mi antigua personalidad débil- hizo una pequeña pausa -. Y tú caíste igual que yo. Que todos.

-Cadance…- la nombró ansiosa -…tenemos que entender lo que les suce…

-Lo siento, Twilight, pero yo no quiero entender. Es más, ¿Cuándo nos detuvimos a pensar por qué los que amenazaban Equestria lo hacían? Nunca nos importó porque los hechos hablan por sí solos y sólo actuábamos para proteger a nuestros súbditos.

-Pero las cosas son diferentes a las otras- contestó concentrado su mirada en ella, esperanzada -. Porque conozco a ambos. Sé lo que son y no. Y no son malos. Una es mi amiga y el otro…- se interrumpió tragando saliva -…y el otro es mi amigo pero…pero…- bajó la mirada sólo para volverla levantar enseguida con su mirada suavizada-…pero lo amo- agregó para que Cadance endureciera más el rostro reteniendo las ganas de volver a gritar, tragándose el grito.

-Lo sé- contestó rígida y su voz se escuchaba más áspera que hasta empezaba ser doloroso tener que oirla -. Y me repugna que tras lo que sucede puedas decir que aún amas a ese asesino. Desgraciadamente ellos quieren y han estado matando en su intención de tener Equestria- endureció más el rostro -. No voy a darte mi bendición para salvar al corcel que hizo lo que el resto no; matar a mis tías; además de afectar a los unicornios. Asi como la unicornio que mató no solo a mi bebé, sino que destrozó el Imperio y mató e hirió a mis súbditos.

-Cadance…- se empezó ansiar Twilight engrandeciendo sus vidriosos ojos violetas.

-Como Princesa del Imperio de Cristal, no apruebo tus soluciones a esta emergencia, por lo que me veré obligada a tomar mis propias decisiones en defensa de mis súbditos como la gobernante que soy.

-Candace…- repitió sintiendo como se le caía una lágrima. -. Sé que estás dolida. Has perdido mucho en poco tiempo, pero no te refugies en la venganza.

-No es por venganza- aclaró para levantar la barbilla -, es por la seguridad y bienestar de la vida de nuestros súbditos, las cuales están corriendo riesgo por más tiempo que pase.

-Cadance no compliquemos más la situación. No puedes contradecir mis órdenes.

-En ese caso el Imperio de Cristal se separa de Equestria.

-¡¿Qué?!- escupió con una expresión desconcertada en el rostro -. No puedes hacer eso.

-¿Pero los yaks, los grifos, Arabia Saddle y los dragones sí?- sacó la carta con determinación.

-No, no compares- dijo de inmediato -. Ellos tuvieron conflictos limítrofes con Equestria y la Princesa Celestia consintió declararlos reinos independientes y legalizar los territorios que corresponden a cada quien para evitar confrontaciones cuando Equestria recién se convertía en reino y darles dónde vivir en paz.

-Pues el Imperio de Cristal los tiene ahora también porque no acataré tus órdenes.

-¡Basta, Cadance! No puedes decidir algo tan serio a la ligera- reclamó con determinación. -. Además, gobiernas con mi hermano. Él debe mostrar su posición ante esta decisión que estás tomando a nombre del Imperio.

-Lo sé, lo amo y me importa su posición, pero él es Príncipe por matrimonio, yo, por legado. Por ende, mis decisiones tendrán más peso de los que él tiene.

-Y te conviene porque sabes que no estaría de acuerdo.

-No somos una ciudad, ni un pueblo. Somos un Imperio- aclaró manteniendo su argumento-. Somos un estado pero que hemos aceptado las leyes y políticas dictadas por mi tía desde que reapareció. Pero ya no más. No obedeceré tus órdenes, Twilight. Renuncio mi título de Princesa, y reconoceré el título que realmente me pertenece- le concentró la mirada -. Yo soy una Emperatriz y desarrollaré la política imperial que se hizo a un lado por obedecer las de mi tía. Así que haré que mis soldados retornen al Imperio para que los tuyos puedan marcharse porque no tienes nada qué hacer aquí.

Se hizo el silencio.

Twilight mantenía la mirada hacia su cuñada, realmente desconociéndola, pero aún así, mantuvo su compostura ante el delicado asunto político que de repente estaban lidiando. No hay tiempo para perder la cabeza en ponerse neurótica como pasó con los yaks, que le hizo ganar la llamada de atención de Celestia.

-Esto no es improvisado- respondió la reina con serena seriedad-. Ya lo habías meditado antes, ¿no?

-No te mentiré. Sí. Sí lo he pensado. Hasta discutido con Shinning- admitió con la misma calma seria pero manteniéndose defensiva.

-¿Y qué te detuvo?

-Mis tías- aclaró con rigidez -. No quería lastimarlas. Pero ahora no hay nada que me retenga.

-Y está bien- contestó asintiendo, haciendo que Cadance dejara escapar cierta expresión de sorpresa al dejar suavizar un poco su entrecejo -. Todo lo que dijiste, es cierto. El Imperio de Cristal es un estado independiente desde siempre, como propia cultura e historia, pero desde que la última princesa fue víctima del rey Sombra, quedando el imperio a la suerte, se lo anexó a Equestria para así la Princesas puedan protegerlo de esa amenaza ahora que estaba sin gobernante- reconoció -. Por lo tanto, no tengo por qué negarte tu derecho de declararlo estado independiente si quieres romper con ella la anexión como actual gobernante. Pero lo que sí no estoy de acuerdo, es que te conviertas en un reino más que lo enemistes con el territorio de Equestria que está en mi mando.

Otro silencio.

Ambas se miraban de una manera cuidadosa, como firmes a sus argumentos aunque estos se contradijeran.

-No dejaré a mi Imperio indefenso de nuevo.

-No lo harás.

-Lo haré si acepto que perdones la vida de esos sanguinarios.

-¿Entonces tu primera ley será aprobar la pena de muerte?

-Sólo digo, que si atacan de nuevo el Imperio de Cristal, será la última vez que lo hagan.

-¿Cómo harás eso? Ya te dije la resistencia que tiene su magia, al menos la que lleva el cuerpo de Sunset.

-No te creas la única lista. Mi tía me educó tal como a ti. Sabré mis medios y tú los tuyos.

-Aunque nos contradecimos en nuestras posiciones de enfrentar esta amenaza, sabes que Equestria no puede darles la espalda por lo que acaba de enfrentar el Imperio de Cristal. Mantendrá su ayuda y solidaridad atendiendo a los ponies de cristal y recuperar su belleza.

-Gracias, Twilight. Pero a partir de ahora lo que quieras o no hacer con el Imperio y mis súbditos tendrá primero que ser aprobados por mí. Hasta hoy pudiste dar órdenes porque este territorio ya no pertenece dentro de tu reinado.

-Entiendo.

-Si todo está aclarado, puedes retirarte- sentenció y Twilight miró a un lado, asintiendo.

-De acuerdo. Nos mantendremos en contacto constante- advirtió para parpadear y suavizar el rostro -. No por esto dejamos de ser familia. Cuídate mucho, Cadance. Y no te olvides, de que no sólo tú perdiste un hijo. Al lado está mi hermano, tu esposo, aguantando el malestar de su cuerpo y de su alma, preocupado por ti, por el Imperio, Equestria y roto por la muerte de su hija.

-¿Crees que no lo sé?- preguntó con voz tiesa, mostrándose más bien molesta por el último comentario.

-Pues parece que no si decides dormir en cuartos separados- admitió -. Hasta luego, Cadance. Te quiero- se despidió con voz firme pero a la vez melancólica, para darse la vuelta y salir de la habitación.

Ni bien se vio sola, Cadance gruñó cerrando con fuerza los ojos y lanzó una de las almohadas acomodadas detrás de su lomo, para taparse la cara y llorar llena de rabia.

Eran pasadas las cuatro de la mañana cuando Twilight Sparkle había llegado a su castillo, pero antes había pasado por Canterlot. Twilight pidió a los guardias privacidad cuando llegó a cierta zona del jardín donde se levantaban dos pulcras lápidas de mármol, una blanca y la otra negra, pero ambas con sus nombres las antiguas gobernantes en dorado y donde prontamente, se alzarían dos monumentos a su semejanza en homenaje.

Antes de llegar ahí, Twilight había explorado el castillo. Estaba frío, vacío, con un silencio que cortaba el aire como un cuchillo. Estaba muerto, tal como sus antiguas huéspedes y caminar entre sus pasillos, la llenaba de una intensa tristeza al sentir el peso de sus ausencias.

Este castillo aunque siendo el punto de dirigencia de Equestria, no pesaba la seriedad o bruma de las tareas que hacer, siendo todo lo contrario, puesto que con la devoción que ambas hermanas servían al Reino, el castillo parecía el cobijo de toda la armonía y esperanza que siempre predominaba en sus tierras…bueno, casi siempre, viéndose amenazadas varias veces, y ahora también.

Twilight contempló las dos lápidas, sólo para recostarse en el medio metro de distancia que las separaba con el manto nocturno sobre su cabeza, siendo iluminada solo por las estrellas y la luna.

-Lamento no haber estado aquí para la ceremonia. Pero es que las cosas no van bien…- empezó a hablar con la mirada ausente mientras sacudía la cabeza -. Hoy fue atacado el Imperio de Cristal. El mismo que usted, Princesa Celestia- dijo para pasar su mirada a la lápida blanca -…me encomendó a ayudar de su primera amenaza, el Rey Sombra, para pasar una prueba, que no pasó a sólo ser un gran susto- cerró los ojos poniendo la cara enfrente y tragó fuerte -. Pero en esta ocasión, fue eso y muchísimo más. No pude hacer nada para ayudar en su nueva amenaza- farfulló con dolor -. Hoy murieron muchos ponies y entre ellos mi sobrina- contó abriendo de nuevo sus ojos, estos encontrándose cristalizados -. Y son cientos los heridos, esperando con fe no aumente la tasa de muertos y el Imperio debe repararse por todo el daño que causó lo cráteres y el fuego, dejando varios sin hogares. Ahora Cadance separó el Imperio de Cristal de Equestria y se ha creado una brecha entre ellos- sacudió la cabeza mientras se le descomponía el rostro -. Esto jamás habría pasado con usted a cargo- se aventuró a decir llevándose un casco a la cara mientras sentía esa frustración convertirse en llanto -. Trato de mantenerme fuerte. Soy la reina y debo mantener cierta posición- agregó restregándose el casco al rostro -. Pero es muy difícil- farfulló resoplando -…y doloroso…- apartó su casco para calmarse, haciendo una leve pausa expulsando el aire por la boca, pensando y sintiendo tantas cosas a la vez. -. Pero me conocen- aceptó tomando una bocanada de aire inflando su pecho -. Y no me daré por vencida. No permitiré que más vidas se pierdan. No descansaré ni un solo día hasta poner fin esta calamidad. Haré posible de proteger a Equestria, sin dañar a Sunset Shimmer ni Moon White, cueste lo que me cuesta- se determinó con el semblante de su rostro restaurado en su fuerte temple. -. Mi instinto me sabrá guiar.

Tras esta visita, obligada verse rápida, retornó a Ponyville y sin tiempo a descansar en lo que sería su segunda noche en vela, coordinó con la guardia. Además de dejar la bandera a media asta en señal de respeto a las vidas inocentes perdidas y los tres días de luto en una de las peores tragedias de los últimos mil años.

Los guardias le notificaron los problemas que tuvo Trixie Lulamoon producto del golpe de su cabeza. En serio esperaba que ese edema no pasara a mayores, aun sintiéndose incómoda de que Trixie tenga esa alma con ella y la mentira que la enredó. Se decidió dejarla dormir un poco más mientras ella se conducía a continuar su investigación.

El sol de un nuevo día empezó a subir y Twilight estaba en la biblioteca, entre libro y libro para encontrar algo que le iluminara el camino, entre ellos, aquellos archivos de Star Swirl que se trajo tras su visita al castillo de Canterlot.

El cómo quien posee el cuerpo de Sunset Shimmer cruzó a este mundo, le hizo acertar la idea de que estaban manipulando la magia del portal a su antojo y por eso ya el espejo no podía funcionar. Es decir, que ellos tenían el control de la única llave que abría la brecha de ambos mundos y podían tanto salir como entrar cuando se les diera la gana.

La tan sólo idea le entumecía todos los músculos del cuerpo de la impotencia y frustración mientras levitaba pergaminos de la montaña de escritos del erudito hechicero. Tristemente, cierta punzada de melancolía le interrumpía brevemente la atención al recordar que Moon White admiraba al hechicero y mantenía el fantasioso entusiasmo en su infancia, creciendo con la idea de llegar a ser como él, así como Sunset creció con la idea de ser una Princesa Alicornio, como la Princesa Celestia.

Ninguno cumplió su cometido.

El destino les dio vías que ninguno se los esperaba.

Twilight lanzó un profundo suspiro concentrando su mirada de vuelta a los libros y pergaminos desenrollados.

-No sé cómo, pero no los voy a dejar desamparados…- dijo paseando su mirada entre los textos -…soy lo único que les queda y cree en su inocencia…- se agregó con un trago amargo para seguir ilustrándose, ahora con más urgencia de la que ya de por sí tenía. Pues tenía que encontrar la manera de ayudarlos antes de que Cadance vea la forma…de matarlos.

-Twilight…- escuchó una voz tras suyo y se volteó para ver a Rainbow Dash, Fluttershy, Applejack, Pinkie Pie y Spike, quienes empezaron a entrar con una mirada suavizada entre diferentes rostros empáticos como preocupados.

La alicornio se le salió una sonrisa al verlos allí, para sólo sentir un abrazo grupal que la hizo envolver en una suave calidez, en un momento que ninguno dijo algo, sólo se mantuvieron en silencio en la confortación del abrazo, lo que hizo pensar a la reina que debían estar al tanto de lo que ocurrió si preguntaron a los guardias primero, por lo que sonrió al sentir el apoyo incondicional de sus amigas, aunque incompleto por la ausencia de Rarity, sintiendo la necesidad urgente de visitarla.

Tras el momento que tuvieron, las manes no tardaron en notificarle las últimas novedades, entre ellas la visita a Minuette.

Ahora, tenía la información que les dio Minuette, de que esa noche la salud de Moon White decayó bastante y el médico le dijo que nada había qué hacer, sólo esperar. Twilight sintió un ardor en su pecho al igual que sus ojos.

-¿Iba...a morir?- preguntó con un hilo de voz mientras sentía cómo se les desbordaban las lágrimas entre su rostro consternado -. ¿Moon White se estaba muriendo mientras yo estaba bailando?- preguntó indignada consigo misma mientras sus amigas se miraban entre sí pensando qué decir -. Oh...- lamentó descomponiendo el rostro cerrándosele los ojos -. Él ha perdido mucho desde...desde que aparecí en su vida- jadeó con voz quebrada, sintiendo un inevitable sentimiento de culpa -. Perdió usar su magia, perdió su empleo y... lo rechacé por encima de mi amistad con Sunset Shimmer, la pony que traicionó su confianza- lamentaba con un hipar, llevándose un casco en su pecho -. Le he hecho tanto daño. Le fui muy injusta. Y él aún así me amaba...-agregó con la garganta ardiéndole mientras sacudía la cabeza en pena.

-Twilight...- la llamó Fluttershy con su vocecita, rodeándole los hombros y le alzó el rostro con sus ojos violetas aguados, realmente tristes y culpables, pero sus mejillas estaban sonrojadas, no sabiendo bien si del propio llanto o por lo que les acaba de revelar. -. ¿Tú...él...?- trataba de decir.

-¿Se gustaban?- fue Rainbow la que preguntó de golpe.

-¡Lo sabía! ¡Sabía que algo te pasaba porque sentía que me mentías!- reaccionó Applejack, ciertamente enojada -. Ya veo el dilema con el que estabas. Twilight, ¿Por qué nunca nos lo dijiste? Pudimos haberte aconsejado, ayudado. No sé. Rarity de seguro era la que más te había guiado en estas cosas.

-No sé...yo...apenas me di cuenta...- murmuró pasándose los cascos a las mejillas -...pero eso no importa ya. Él me necesita. Su vida terminó por convertirse en un agujero negro desde que yo aparecí y...- calló, dejando de secarse las lágrimas con sus ojos vidriosos bien abiertos -...agujero negro...- se repitió, parpadeando pensativa -. En el hospital...él debió ponerse muy mal. Como describió Minuette. De...de seguro bajó la guardia, pensó cosas y...ese ser se aprovechó, tal como sucedía con Sunset cuando ella bajaba la guardia...perdía el control...- dedujo de pronto para fruncir el ceño y suspirar profundamente, terminando de secar sus lágrimas -. entonces Cadance tiene razón. Todo esto es mi culpa...

-Twilight...no...- dijo Spike con sus cejas curvadas.

-Es mi culpa. Si él no habría pasado por...¡Todo lo que yo le hice pasar! esta sería una tranquila mañana y él estuviera a esta hora dando clases como siempre y todos estuviéramos en paz.

-Pero Sunset tarde o temprano iba a perder el control- le hizo ver Fluttershy con voz comprensiva -. Y te consta.

-Y si no habrías sido tú, habrías sido otra cosa que permitiera a esa cosa poseer a Moon White en algún momento- pensó Rainbow.

-Las cosas sucedieron...porque de una forma u otra iban a terminar sucediendo- dijo Pinkie Pie un poco abatida ante los hechos.

-Y ahora que sucede, no sacamos nada lamentando sino actuando como lo has estado haciendo- agregó Applejack.

Twilight escuchó a sus amigas aún contrariada. Pero asimiló sus palabras mientras sentía el abrazo de lado que le daba Spike. Suspiró y lo rodeó con una pata delantera para asentir en acuerdo dándoles la cara.

-Estamos contigo, Twilight- le sonrió Pinkie Pie y las demás se expresaron determinadas y seguras como Twilight se había mostrado. Ellas le sonrió con un profundo agradecimiento por su apoyo incondicional.

Tras esta conversación, se dirigieron al hospital a visitar a Rarity, que no sólo aprovecharía en visitar a la modista, sino también al pegaso Flash Sentry.

-¿Qué hiciste qué?- preguntó Shinning desconcertado viendo a Cadance que estaba al pie de su cama -. ¿Por qué, Cadance? ¿Cómo pudiste separarnos de Equestria?

-Ya lo habíamos hablado en el pasado, Shinning. No te hagas el desentendido ahora.

-¡Sí, pero lo hiciste un hecho sin ni siquiera consultarlo conmigo!- se alteró enfadado.

-Shinning, cálmate- le pidió viendo su frente sudorosa, sabiendo de la fiebre que tenía -. Lo siento, sé que somos un equipo pero esta decisión debí tomarlo yo- contestó con seriedad.

-¿Por qué?- preguntó desafiante, enseriándose, que pese la palidez de su rostro abatido podía aun así verse duro por el enojo.

-Porque de los dos soy yo la más capacitada para la toma de decisiones ahora que…estás delicado de salud- agregó lo último suavizando al fin el rostro, con los ojos ablandándose en preocupación.

-Pero creo que te estás premeditando en las decisiones- sinceró relejándose un poco, para evitar cualquier inútil discusión. No había tiempo para eso -. Cadance…no la conviertas en tu enemigo.

-Shinning…- suspiró sacudiendo la cabeza dejándose sentar al borde de la cama para estar más cerca de él -…la quiero tanto como una hermana menor y no quiero tenerla de enemiga…- se mordió el labio bajando la mirada, triste -…se me partió el alma pero no me arrepiento de lo que dije…- sinceró regresándole la mirada -…somos familia pero también soy una gobernante, por eso no voy a asentir lo que considero incorrecto. No comparto su posición, ni sus decisiones y un Imperio me necesita para sobrellevar la calamidad que acaba de sufrir- agregó para darse cuenta que un vendaje de Shinning estaba sangrando. Frunció el ceño levantándose enseguida -. Tú herida está supurando- le avisó alerta queriendo levantarle el casco pero apenas se la tocó, el corcel aspiró de dolor. Cadance le devolvió la mirada -. Lo siento, querido. Iré a ver el doctor enseguida- avisó para darse la vuelta y salir del alcoba.

Shinning mantuvo la mirada hacia la puerta, dejando escapar el aire contenido y bajar la mirada hacia su herida, que no solo sangraba, sino que tenía un mal olor y había estado resistiendo en presencia de Cadance el ardor que lo hacía apretar los dientes no solo en esa herida, sino en las demás, lo que le hizo sentir una terrible sensación de frustración en su pecho.

*Flashback*

-¿Decía?- animó el Príncipe a que el doctor continuara hablando en cuanto hizo salir a Twilight anoche.

El terrestre de cristal terminó de vendarle su casco derecho y lo dejó con delicadeza sobre la cama para devolverle la mirada.

-El común que ocurre con los unicornios…es que su sistema inmunológico se muestra inestable por la grave disminución del número de glóbulos blancos, dejando el cuerpo frágil y con una susceptibilidad aumentada a las infecciones, y en algunos casos a enfermedades autoinmunes, provocando variaciones de malestar físico- acotó el médico con una breve pausa -. Lo…extraño de todo esto, es que no se lo puede tratar y es que la propia magia es la causa estos síntomas, según se nos han notificado directamente de la reina. Ahora, usted se ha visto afectado de esta manera como el resto de unicornios, por lo que sus quemaduras se vieron agravadas una vez que sus defensas bajaron estrepitosamente.

-De acuerdo…- asimilaba el diagnóstico.

-Podemos tratarlas, retirar el tejido muerto hasta…hasta amputar la extremidad, pero…- negó lentamente la cabeza -… la gangrena ha atacado violento su cuerpo por la fragilidad de su estado permitiéndose que siga matando los tejidos. Sólo seguirá extendiéndose. La fiebre aumentará y la presión arterial se mantendrá baja. Las heridas seguirán secretando y tendremos que sedarlo para aliviar el dolor.

-…- enmudeció desviando la mirada con la quijada endurecida inevitablemente empezando a temblarla -. Me voy a morir, ¿cierto?- preguntó forzadamente para regresar sus ojos al apenado rostro del doctor.

-Lo siento, Majestad".

-Te juro que no quiero dejarte sola…- lamentó el corcel continuando apretando los dientes mientras sentía mucho dolor punzándole las heridas, pero uno mucho más fuerte en su corazón, dejando derramar unas rápidas lágrimas antes de que Cadance regresara.

Soñaba que cruzaba el cielo azul.

Atravesando nubes.

Mirando pasar las aves.

La sensación de su melena moverse entre el viento, dejándose embriagar por la máxima sensación de poder subir y bajar de sus alas, haciendo algunas acrobacias que sabía, aprendidas en su entrenamiento para permanecer en la guardia, cuando simplemente empezó a caer en picada.

Movía sus alas rápidamente para alzarse pero solo podía sentir una obedecerlo. Luchaba para mantener el vuelo, tener el equilibrio, pero sólo podía caer, y caer, que entre más se acercaba a la tierra, se dio cuenta que algo volaba precipitada hacia él.

-¡Me recuerdas a alguien con quien tuve que salir!- escuchó una voz que se acercó lo suficiente para reconocer a la unicornio de fuego que alzó sus llamas a él y sentir, de nuevo, la sensación de quemarse vivo entre su divertida risa disfrutando de su dolor.

Flash Sentry respingó de golpe aspirando con fuerza mientras el corazón le palpitaba violento de la pesadilla.

-Tranquilo, tranquilo ¿Estás bien?

La voz preocupada le hizo darse cuenta que no estaba solo en ese cuarto de hospital y la reconoció de inmediato, porque cuando la escuchaba, una ola cálida le invadía su ahora cuerpo herido.

Flash movió su cabeza a un lado enseguida para ver el rostro preocupado de la alicornio lavanda, cerrándosele la garganta y empezando a relajar su respiración aunque inevitablemente se le tensaba el cuerpo por no tener que estarla viendo de lejos, como siempre, sino cerca, hablando directamente con él.

-¿Estás bien?- repitió la pregunta ella al ver cómo había despertado y como se mantenía sin hablar, quieto -. ¿Te duele algo? ¿Llamo al médico?

-Es…estoy bien- consiguió responder para tragar saliva y suspirar para comportarse. -. El Imperio de Cristal… ¿Qué pasó con él?- preguntó y Twilight bajó las cejas.

-Hubo casi cien muertos y hay muchos heridos. La Princesa Cadance perdió al bebé- dijo bajando la mirada y el pegaso cerró los ojos despacio en reacción -. La unicornio que dices que atacó, desapareció.

-Por Celestia…- expresó abatido suavizando un ceño y compartieron un corto silencio.

Twilight en ese silencio sintió empatía al verlo vendado y, claro, sin una ala. Cerró los ojos sacudiendo un poco la cabeza.

-Yo lamento mucho por lo que tuviste que pasar- dijo con pena -. Valoro mucho el esfuerzo que hiciste para hacer llegar enseguida lo que había pasado en el Imperio de Cristal y movilizar la ayuda para los ponies heridos y atender la tragedia.

Flash le devolvió la mirada. Debía admitir que por más se mostraba sereno y concentrado por fuera, sentía un insportable aguijón en el centro de su pecho al sentir la irregularidad de su lomo por la ausencia de su ala derecha. Cada que cerraba los ojos, tenía una pesadilla similar a la que tuvo ahora. Pero su forma de confortarse, por decirlo, era que la angustia y frustración que sentía por la pérdida de su ala, es temporal. Ahora podría sentirse terrible por dentro pero, trataba de confortarse que después, se iba a resignar y acostumbrarse. ¿Triste? Pero cierto. Después de todo se apuntó como guardia. Por más optimista que quería hacer, sabía el riesgo que involucra ser uno por más mala fama tenga ésta.

-Estoy al servicio de Equestria, no espere menos de mí- se limitó en decirle el pegaso con compromiso y sonriéndole. Twilight le miró el optimismo y le devolvió la sonrisa para mirarlo con más interés.

-¿Avisó a algún pariente o amigo su situación actual?

-Sí, lo hice. La pegaso que me acompañó ayer me ayudó en eso. Rainbow Dash- contestó para ponerse un poco serio -. ¿Le dijeron lo que esa unicornio me dijo?

-Sí, lo hicieron- afirmó enseriándose también, sin saber muy bien qué contestarle a cambio.

-Majestad, esto ya se va de sus cascos, ¿cierto?- se aventuró a decir él -. No es como las otras veces en la que sabemos qué esperar al menos.

-Es un incierto, lo sé- respondió mezclado con un suspiro de agobio pero sin perder su firmeza -. Pero yo también estoy al servicio de Equestria- le dijo cambiando un gesto aceptando el desafío y le sonrió manteniéndose determinada -, no espere menos de mí- usó su frase para mantener el ánimo de enfrentar la situación y el pegaso sólo pudo mantenerle los ojos azules encima saliéndosele una sonrisa de lado, pudiendo solo suspirar en su interior.

Tras esa visita, Twilight pudo reunirse más tranquila con el resto de sus amigas para visitar a su amiga unicornio.

-Estoy…desesperada- farfulló Rarity con los labios que le temblaban, sus ojos fuertemente cerrados mientras las ganas de llorar de impotencia le ganaban al sentir esa desesperación del malestar que le embargaba el cuerpo ya sin poder describir a ciencia cierta lo que sentía, siendo una mezcla de todo un poco.

-¡Te hago otro globo!- motivó Pinkie Pie enseguida, sacando un globo armarillo de su melena e inflar sus cachetes exageradamente.

-Creo que tuvo suficientes…- pensó Fluttershy mirando la montaña de globos multicolores en forma de animales a un lado. La pegaso estaba sentada al pie de la cama de Rarity mientras Spike estaba sumido de preocupación sujetándole un casco.

-Nunca se tienen suficientes globos- quiso contradecir la terrestre rosa con optimismo, pero no podía evitar descomponer su rostro de tristeza de ver a la unicornio blanca llorar silenciosamente.

-Lo siento…- murmuró la modista pasándose los cascos a las mejillas -. Sólo…- negó con la cabeza.

-Entendemos, Rarity. En realidad…no, no entendemos- decía Applejack empezando a acariciar su melena morada en confortación mientras Twilight se sentía terriblemente impotente de ver a su amiga en ese estado, sintiendo las ganas de llorar también, no solo por ella, sino por el resto de unicornios que estaban pasando por lo mismo.

Ya serían tres días aguantando esta anomalía, siendo tratados para hacerlos sentir un poco aliviados mas no poder curarlos. Por ahí escucharon unas arcadas. Twilight levantó la cabeza viendo a solo un par de camas de distancia, a una unicornio de pelaje menta con medio cuerpo fuera de la cama viéndose obligada a vomitar en el piso. En el otro extremo acariciándole el lomo estaba la terrestre de melena bicolor tosa y azul mientras otro de color café y ojos azules salía anunciando que llamaría a una enfermera mientras una pegaso gris decía palabras como "tranquila" "calma" mientras no podía evitar pasarse un casco a uno de sus ojos dorados.

Twilight no quería pensarlo en voz alta, pero le ponía nerviosa lo que los médicos le habían dicho en su momento, que los síntomas varían dependiendo del organismo de los unicornios. Unos podían estar más afectados que otros, es decir, más débil y sólo podrían empeorar aceleradamente y con las defensas del cuerpo anormalmente bajas, no había que sorprenderse si…no resistirían más los achaques.

Por más que no quería, debía aceptar y estar preparada si se anunciase las primeras muertes a causa de este desastre. Una horrible angustia le hizo sentir como si su vientre era agujerado. ¿Más? ¿Más muertes? ¿Cuántas más? Suplicaba de rodillas mentalmente que esto ya acabase. Pero no bastaba con solo desearlo. Esto parecía un cuento de nunca acabar. Estos unicornios se encontraban peor de lo que alguna vez le tocó encontrar a Moon White asimismo afectado, lo que la hacía pensar que esa maldita cosa que estaba en su ser, se limitaba para no matarlo, pues necesitaba su cuerpo, y con el resto de unicornios, dejó cabida libre a dañarlos hasta hacerlos morir por eso.

Después de visitar a Rarity, se dirigió al castillo para hablar con Trixie Lulamoon que ya debía estar despierta para saber qué ha podido sacarle a Shadow. Aunque llevaba sin descansar los últimos tres días ni pegado el ojo en esas noches, sin mencionar que ayer no probó bocado, aunque la verdad ni hambre tenía, seguía activa y alerta. Debía ser la propia adrenalina. Su predisposición. Sea como sea, ahí estaba en pie y en todas.

Se llevó la sorpresa al preguntar por ella a un guardia, que aún seguía durmiendo. Aquello le pareció extraño. De los días que había permanecido en el castillo, la unicornio como reloj, estaba ya en pie a más tardar ocho de la mañana y vendría hacer nueve y media. Fue entonces que la alicornio se acercó al cuarto donde se estaba quedando y tocó algunas veces antes de girar la manija con su magia y empezar a llamarla, sólo para detenerse al ver que la cama estaba vacía y destendida.

-¿Trixie?- la volvió a llamar con sus cascos repentinamente helados mientras se adentraba enseguida directo a la puerta que dirigía al baño -. ¿Trixie, estás dentro?- preguntó para golpear la puerta y esta se abriera por sí sola al haberse encontrado solamente junta.

Twilight asomó la cabeza anunciándose pero esta vez el frío se esparció por todo el cuerpo al ver que también estaba vacío. Empezó a respirar bruscamente, abriendo bastante los ojos mientras fruncía el ceño y darse la vuelta precipitada hacia la mesa de noche de Trixie, donde descansada la caja de madera con el Amuleto del Alicornio dentro. Lo levitó hacia ella pero se le salió un grito ahogado al sentirlo más liviano de lo normal y solo confirmar sus horribles sospechas al ver su interior, vacío.

-¡TRIXIE!- se angustió en demasía para salir corriendo del cuarto y trotar ansiosa siendo vista y seguida por los guardias que estaban por los pasillos -. ¡Guardias, busquen por todo el castillo a Trixie Lulamoon! ¡En Ponyville! ¡Regístrenlo, póngalo de cabeza! ¡Búsquenla donde sea pero hay encontrar a esa unicornio YA!

Cherry Crash salió de la cavidad donde había estado durmiendo, escuchando sin inmutarse los sonidos de unos latigazos mientras la voz de Bonbon se alzaba en la práctica que tenía con Applejack transformada. Suspiró un poco frustrada.

En la semana que ya habían cumplido refugiadas bajo la loma, ella era la única que no tenía esos entrenamientos debido a la herida de su ala. Pero hoy había podido moverlas mucho mejor así que diría que como a Fluttershy, la dejen practicar su vuelo esta madrugada. Al menos no estaba tan frustrada como Rainbow Dash y Trixie, quienes no habían podido transformarse. Las demás avanzaban con su constante trabajo duro de dominar a la perfecciones sus habilidades y tener mucho más ventaja que, bueno, la última vez. Aunque estaban seguras, sentían un desagradable recelo sobre que Sunset no había vuelto a aparecer, ni otro atentado haya ocurrido. De alguna manera, eso daba muy mala espina que se podía sentir en el ambiente.

Cherry caminó donde estaba el canal de agua subterráneo. Aquella cavidad era la más espaciosa de todas y es donde ahora último se estaban reuniendo todas simplemente sentándose a orillas del canal y sumergiendo los pies, viendo el dócil movimiento del agua mientras empezaban a hablar cualquier cosa de ellas, compartiendo algún recuerdo y anécdotas para no volverse locas de la preocupación y del encierro.

Así que mientras las demás estaban en lo suyo o haciendo otra cosa, Cherry se sentó a la orilla para dejar sus pies al agua mientras los movía hacia delante y atrás, recordando la última charla que tuvieron, sonriéndose suavemente cuando ella había dicho que siempre le había gustado el atletismo, lo que llamó mucho la atención de Rainbow Dash, que recordaba las clases de gimnasia y se había dado cuenta de su velocidad. Cuando preguntó por qué no se había animado a integrar algún equipo o participar en algún maratón, eso le hizo recordar mucho las burlas de su primera novia.

Las chicas que estaban aquí, siempre eran de intercambiar palabras, reírse un rato y mantenían una agradable relación de compañeras, pero nunca habían sido realmente amigas como para andar contando su vida o intimidades. Sin embargo con el pasar de los días, la convivencia las estaba haciendo ver de lo que se habían estado perdiendo. No contó grandes detalles, sólo dijo que tuvo una mala novia que le rompió cualquier intención de hacer algo por sí misma, incluyendo participar en alguna actividad de atletismo. Aquellas palabras enmudecieron a las demás, asintiendo comprensivas. Sin querer, Cherry miró de reojo a Bonbon, que estaba en el otro extremo, y la vio con la quijada endurecida y la mirada fría, y eso solo la hacía liberar una pequeña sonrisa, porque sabía cómo se ponía de furiosa cuando recordaba los abusos que tuvo que pasar por Sweet Breeze.

Las demás parecían no querer ser imprudentes para seguir preguntando, pero Cherry les dijo que había sido muy tonta en el pasado, ocultando su voz y solo saber asentir a cambio de "retener" a alguien cuando no tienes por qué ser condescendiente y perder lo que eres por el afecto de alguien más, y que les decía eso para que no cometieran su mismo error cuando tengan la suya.

No estaba segura, pero las demás la vieron de manera diferente. Tal vez porque habían visto más allá de su lado siempre risueño y bromista; habían visto su persona, no solo el "personaje" que era y es lo mismo que sentía que ocurría con las demás cuando estaba perdiendo la mirada en el agua hablando al azar, pero desde el corazón.

-Yo nunca he tenido amigas, ya saben, mujeres…- había revelado Mistery llevándose la sorpresa de las demás.

-¿Y yo qué soy Mistery?- le había preguntado Cherry en gracia a la vez que se llevaba las manos a sus pechos -. Estas preciosas dicen lo contrario- se arriesgó a divertir a las chicas, cosa que consiguió.

-Me interrumpiste, bestia. Déjame terminar de hablar- la regañó Mint con una sonrisa. -. Sí, todos mis amigos son chicos a excepción de Cherry. Antes de venir a Canterlot High, estudié en una escuela que solo era para chicos pero después admitieron chicas. Pero éramos muy pocas y en mi salón era la única chica- se rió un poco -. Era niña y al principio me daban como alergia los chicos, pero entonces hablé con uno, dos, tres, cuatro. Al final me hice muy amiga de ellos y cuando hubo más chicas, ni me di cuenta pues solo estaba con ese grupo. Pero después me mudé, nueva escuela. Entré a Canterlot High y para colmo el primero en hablarme fue un chico- sonrió nostálgica -, el primer amigo que hice fue Flash Sentry. De ahí de a poco empezamos a frecuentar al grupo de rockeros donde creí de nuevo sería la única chica en la banda, pero para mi sorpresa había otra, Cherry, pero no la conocí hasta después por diferentes circunstancias- dijo lo último sabiendo que Cherry había dejado de lado a sus amigos cuando estaba con Sweet. Hizo una pequeña pausa -. Creo que nunca me di la oportunidad de juntarme con más chicas. No les prestaba mucha atención. Pensé que eran…aburridas. Pero ahora que me he visto, literalmente, forzada a convivir con diez chicas en estos días…- dijo paseando la mirada a las demás que mantenían su atención en lo que diría -…debo decir que no me equivoqué- bromeó para reírse y las chicas dieron diferentes exclamaciones de divertidos reproches hasta botarla al agua, terminando todas también en el canal y salpicándose agua entre sí, uno de los momentos de lujo que podía sentirse animadas, pero al hacerlo, un sentimiento de culpa les arruinaba esos momentos, dada las circunstancias que pasaban.

-¿Puedo acompañarte?- fue la voz que le hizo a Cherry romper su ensimismamiento.

-Ahm…claro, supongo…- accedió para escuchar los pasos acercarse hasta ver a Lyra sentarse a su lado pero dejando sus piernas recogidas.

De estos días, era con Lyra la única con la que no había compartido realmente. No sabría a ciencia cierta si la evitaba o ella misma lo hacía. O ambas. Permanecieron calladas un momento, mirando el agua, escuchando a lo lejos movimientos y voces del resto de chicas. Lyra no sabía qué decirle y podía sentir cierta electricidad entre ellas. Torció la boca para pensar algo, entonces invocó su cuerno y lo iluminó, para con su magia tomar agua del canal y mantenerla encerrada en un especie de esfera dorada, empezándola a levitar lentamente. Los ojos dorados de Cherry se clavaron en lo que estaba haciendo Lyra, que levantó sus palmas y concentró ahí también la energía de su magia para crear otras esferas y que retengan el agua, empezándolas a levitar de un lado a otro delante de ellas. La tenue oscuridad del lugar, hacían que brillara una linda luz aquel truco que hacía Lyra, además que el agua de su interior se movía, dando un detalle entretenido de ver.

-Esto es hipnótico como ver el protector de pantalla de la computadora- comentó Cherry, cosa que hizo sonreír a Lyra y al mismo tiempo hizo reventar las esferas, haciendo que minúsculos destellos dorados se expandieran, brillando hasta desaparecer mientras el agua volvía a su lugar.

-Una noche no pude dormir y vine aquí- confió -. Empecé a jugar al azar con lo que podía hacer con mi magia y salió esto.

-Es lindo.

-Y útil, según palabras de Golden- dijo -. Levitar muchas cosas a la vez.

Cherry le asintió y ambas se dieron la cara por primera vez.

-¿Me odias?- le preguntó Lyra de manera directa. Cherry tensó la barbilla al escuchar esa palabra.

Odiar…

*Flashback*

-"¡Suenas como si la odiaras!- había dicho Bonbon en la acalorada pelea que había tenido en su habitación hace ya una semana atrás.

-¡Pues la odio!- bramó pisando con fuerza el piso -. ¡La odio, Bonbon, la odio!"

-Demonios…- se contrarió Cherry desviándole la mirada, sintiéndose terriblemente…arrepentida y avergonzada.

Recordar la pelea que tuvo con Bonbon cuando Lyra se apareció durante su sesión de estudio que, bueno, no necesariamente se habían puesto a…estudiar. Dijo muchas cosas, sí, entre ellas verdades pero…no fue la forma correcta de decirlas. Estaba cegada por los celos y el coraje, e hizo y dijo guiándose a base de ellas. Ahora después de haber reflexionado tanto…se dio cuenta de lo realmente estúpido que fue ese griterío que se dieron y, claro, también por buscar salir por la escaleras de incendio ese día.

-¿Cherry?- la llamó Lyra por su silencio y esa expresión contrariada de su rostro.

-Odiarte sería una tontería, Heartstrings- reconoció devolviéndole la mirada -. En su buen tiempo, Sunset Shimmer me preguntó lo mismo por el bullying que me hacía- recordó -. Y como a ella te digo, que odiar es una palabra muy fuerte. Creí hacerlo pero…- negó con la cabeza -. No, Lyra. No te odio- sinceró.

-¿Entonces por qué me evitas?- preguntó en serio curiosa.

-También me evitas.

-Pero porque…- se calló abruptamente, arrepintiéndose.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Por…porque…la última vez que intercambiamos palabras…- miró a un lado, avergonzada y cohibida -…me diste miedo.

-…- no dijo nada suavizando un ceño, pero inmediato recordó. Fue cuando Lyra le gritó a Bonbon en la cafetería y se apareció Cherry con ganas de madrearla -Aaaahhhh - reaccionó sonriéndose anchamente para empezarse a reír. Lyra no sabía si reírse con ella o qué. -. ¿En serio te asusté?- preguntó risueña -. ¿Soy intimidante? ¿Yo? ¿En serio?- preguntaba incrédula para volverse a reír de la sola idea.

-Pues…sí…- contestó con una sonrisa corta.

-Nah…- dijo menguando su risa -. Pero es que me enojé… la hubieras visto…- recordó descendiendo su risa -. Para que Bonbon no sacara las uñas y se dejara de tus gritos…era porque realmente la estabas lastimando- dijo perdiéndose en sus palabras para concentrar la mirada en Lyra, quien se mostraba muy contrariada con su frente arrugada.

-Lo siento- exclamó muy frustrada -. Si…si no hubiera sido tan inmadura, no habría sido la discordia entre tú y Bonbon.

-¿Ah?- se admiró en preguntar.

-Pues a partir de esa pelea su relación tambaleó. Volvimos a hacer mejores amigas y no parecías contenta tras como la estuve tratando. Por eso creía que me odiabas.

-Pero ya te dije que no te odio. Sólo…- suspiró resignada -…me incomodas, Lyra.

-¿Qué?- dudó -. ¿Por qué?

-No sé- se encogió de hombros -. No sé, Lyra- repitió aunque sabía muy bien porqué. -. Pero como sea, ahora con esto de… que su nombre real es Sweetie Drops y esas cosas- decía sacudiendo la cabeza -. Sólo empeoran las cosas.

-Vamos, Cherry. No seas tan dura con ella- la animó -. Es difícil para Bonbon tener que ser precavida todo el tiempo, si yo me enteré fue porque nos habían "asaltado" pero era una de sus simulacros. Yo quedé muy asustada y Bonbon por aliviarme me dijo lo que en realidad fue, caso contrario nunca lo habría hecho- contó para fruncir el ceño -. ¿Por qué me miras así?- preguntó al ver el rostro admirado de Cherry como sus ojos bien abiertos.

-¿Tú…ya lo sabías desde antes?

-…- parpadeó -. Ehm…sí ¡Pero ya dije cómo fue! Si no hubiera sido por eso…- buscó acomodar la situación, pero Cherry sólo bajó los hombros y curvó las cejas.

-No, Lyra, está bien- resopló ya resignada a que las cosas como sucedieron, es como debían de suceder. La verdad Bonbon no tenía por qué decírselo tras ese simulacro. De seguro lo tomó de excusa con su ya previa intención de decírselo -. Y ya te dije que no te odio. No tengo nada en tu contra. Y es ridículo a estas alturas seguirte evitando así que en serio me esforzaré para que las cosas entre nosotras estén bien- sonrió cortamente -. ¿De acuerdo?

-Déjame ver si entiendo- le dijo -. ¿Podemos ser amigas ahora porque…terminaste con Bonbon?

-¿Honestamente?- preguntó -. Sí, Lyra.

-Eres injusta- sinceró en decir suavizando un ceño, pensativa -. Pero creo que Bonbon también lo fue.

-Creo que ella no me comprendió a mí como yo no la comprendí a ella- la miró fijamente -. Pero tú y ella siempre se comprendieron- comentó con cierto doble sentido que Lyra suavizó un ceño sintiendo algo ambiguo lo que dijo -. Y por eso estamos mejor así- comentó con voz suave pero con cierto dolor. Lyra la miró intrigada.

-¿Aun la quieres?

-Aun la quiero- admitió asintiendo -. Pero estamos mejor así- repitió.

-No entiendo- se confundió.

-No tienes por qué- sonrió -. Es como tú y Bicmac. No entiendo como a un gran chico como él dejaste de querer. No tengo que entender, pero es como ocurrieron las cosas.

-Mmmm- emitió con la mirada vacía.

-Sip- contestó alzando las cejas viendo su repentino ensimismamiento y suspirar -. Así que…- dijo dándole un empujón amistoso que la hizo reaccionar -. ¿Qué hace de Lyra Hearstrings, Lyra Heartstrings?- sembró una conversación y Lyra le sonrió de lado llevando un mechón de cabello tras su oreja para empezar a hablar entre ellas.

Sin la menor idea, de que Trixie Lulamoon había estado al pie de la entrada de allí, sin poder resistirse a escuchar cuando se dio cuenta que tras de Cherry, Lyra caminó hacia ella a buscarla. Trixie había sido el paño de lágrimas y, literalmente, a única amiga de Bonbon que sabía su drama romántico con Lyra, después con Cherry, y después con ambas. Ahora, se había quedado con ninguna y sus antiguos amores se estaban por llevar bien. Mejor se prepara porque de seguro de alguna manera esto la va a poner los vellos de puntas conociendo lo que es.

"¿Dónde estás?"

-¿Ah?- dudó Trixie suavizando un ceño y se volteó a ver quién le habló, pero se encontró con el angosto pasillo vacío. Se mordió el labio un poco confundida y asomó un poco la cabeza hacia donde estaba el canal para ver si habían sido Cherry o Lyra al descubrirla espiando su conversación.

"Te necesito. ¿Dónde estás?"

Una aspiración de consternación salió de su boca agrandando los ojos a la par que sentía toda una corriente fría invadirle el cuerpo, lo que hizo que Cherry y Lyra se dieran cuenta recién de su presencia y giraron a verla.

-¡Trixie! ¿Cómo te atreves?- se quejó Cherry con un entrecejo -. ¿Nos estabas espi...?

-¿Ustedes me llamaron?- la interrumpió con su rostro un poco pálido y sonrió algo nerviosa -. Ustedes dijeron "¿Dónde estás?", ¿Cierto?

-Eh...no- contestó lyra mirando a Lulamoon en ese estado alerta que estaba. -. Trixie, ¿Estás bien?

-S-sí- asintió llevándose ambas manos sobre su pecho y encontró sus dedos muy fríos. -. Pe-pero creo...que el encierro me está haciendo mal.

-¿De qué hablas?- preguntó Cherry.

-Nada- farfulló con voz fina para alejarse de allí. Caminó entre los pasillos con pasos lentos, con sus ojos bien abiertos, sintiendo sus sentidos muy sensibles, casi como si flotara.

"Por favor, ¡¿Dónde estás?!" escuchó más fuerte pero al mismo tiempo, en su mente le cubrió la repentina imagen borrosa del movimiento violento de unas enormes alas.

-¡Aaaahhh!- se le salió gritar al mismo tiempo que se cubría las orejas y se acuclilló violenta al suelo.

"Necesito encontrarte. ¿Dónde estás? tu espíritu, ¿Dónde está?!"

-¡Me volví loca! ¡Trixie se volvió loca! ¡Oigo voces, oigo voces!- empezó a decir realmente asustada haciendo que todas las demás dejaran lo que estaban haciendo para ver a una temblante Trixie que empezaba a llorar presa de nervios pero al mismo tiempo, su cuerpo empezó a emanar un luz azul clara.

Hay cosas que simplemente no cambian por más que quieras. Es decir, puedes tratar de seguir una vida tranquila como una mujer con un pequeño negocio de arte a tejido y vender sus productos. Ser viuda y criar a su única hija que prontamente cumpliría los dieciocho años.

Pero por más que trató, no pudo arrancar de raíz su pasado con cierta Agencia.

Floral Knitting estaba en su turno en la Sala de Control, que constaba de un enorme espacio computarizado en el que entraban y salían la comunicaciones por radio o teléfonos de lo agentes en sus misiones. Floral se vio obligada a retomar su parte en la Agencia desde que su hija desapareció con el resto de jóvenes tras el raro incendio que consumió gran parte de Canterlot High. Tenía auriculares puesto a la vez que manejaba la computadora frente a ella reportando el intercambio de información.

No entendía el lío en el que se metió su hija y su pareja de misión. No le cabía en la cabeza cómo pudieron desaparecerlas a todas en tan escaso tiempo, a menos que, como futuras agentes, ya habían estado prevenidas. Pero lo que sabía, es que Sweetie debía de estar consciente del riesgo que había hecho al decidir ayudarlas a ocultarlas de la Agencia. Es una traición lo que habían cometido al hacerlas perder de rango y no dejarlas capturar para mantener la seguridad ciudadana al único modo que saben. Además, así no habrían hecho nada por ayudarlas, el hecho de que eran parte del alumnado que sabían de todos esos extraños ataques mágicos y nunca haberlos reportado, era también considerado traición.

Habían testigos que daban opiniones mixtas de las chicas con magia, pero predominaba más la negativa. Mantener la situación bajo perfil estaba difícil. Con las redes sociales algunos estudiantes se habían revelado contra las indicaciones de guardar prudencia del asunto, pero asimismo por las redes sociales, era fácil detectar quienes fueron y…hacerles entender que las cosas iban en serio. La prensa sensacionalista era la única que daba vuelta sobre la supuesta información de una Dama de Fuego había provocado el misterioso incendio de Canterlot High, que lo que sí mostraban el resto de noticiarios, era de que la escuela, que se encontraba muy afectada por el fuego, fue confirmada que cerrará sus puertas definitivamente.

Floral sintió lástima por los rostros realmente afectados por parte de las dueñas del centro de educación, las hermanas Celestia y Luna, cuando anunciaron el cierre de su institución tras la desgracia ocurrido dentro. Además, el hecho de que no había ninguna autoridad presente durante dicho baile, fueron criticadas fuertemente por padres de familia, puesto que además del misterio de qué ocasionó el fuego, habían once chicas desaparecidas, empezando a especular la gente de que fue provocado para secuestrarlas. Mencionaron drogas. Tratas de blancas. Un sinfín de problemáticas sociales de la actualidad.

Pero ella sabía la verdad. Sabía de un peligro realmente incierto con seres con un poder supuestamente traído de otra dimensión de…ponies. Floral se restregó los ojos. Era realmente estúpido de imaginarse. ¿Ponies? ¿Princesas mágicas? ¡Era una locura! En serio, no podía creerlo. Parecía una ridícula broma de mal gusto y era lo que tanto quería corroborar, investigando, hablando con físicos sobre las probabilidades de otras dimensiones. El supuesto portal que decían que había en la base de la estatua de la escuela no estaba.

Hablaban de que se cerró, que debía ser abierto desde la otra dimensión. Por último Floral soltó una risa seca. Sólo quería a su hija. Es todo. Estaba aquí por ella, caso contrario no lo estaría. Quería recuperarla. Ayudarla de alguna manera. Quería…encontrarla primero. Sí. Es lo que quería. Robar la información e ir directo en donde se ocultaban y llevársela. No le importaba el resto de chicas. Su objetivo era Sweetie. Ponerla a salvo, porque si la agencia la encuentra primero, la iban a matar. Sabía que su traición costaría un alto precio. Por supuesto que lo sabía, pues en el pasado ella misma debió encargarse de algunos traidores que hayan revelado información secreta, hasta actuado en riesgo de su anonimato con gente indeseable. En el caso de su hija, había ocultado una información valiosa de seguridad que, dicha en su momento, se hubiera evitado un desastre llamativo como el del incendio. Pero no. Prefirió callar, hacerse amigas de ellas y ayudarlas a ocultarlas de la Agencia.

"Igual que su padre" pensó con cierta amargura "Haces tonterías como esas sabiendo la inevitable sentencia de muerte" suspiró cerrando los ojos. "Pero a diferencia de él, no te dejaré morir en una supuesta misión" concentró su mirada en la pantalla que saltaba información "El muy idiota me recibiría en el infierno con la cantaleta de haber dejado que mueras también en manos de la Agencia".

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió dos manos posarse de golpe sobre sus hombros. Ella se apartó los audífonos y antes de que pudiera girar, la retuvieron desde los hombros y le hablaron al oído.

-Aquí es, donde vas a mostrar en dónde está tu lealtad.

El firme trote de un galope aterrizar sobre la tierra quebró ese pasivo silencio dentro de Ponyville, cuando un enorme carruaje con incrustaciones de piedras preciosas atravesaba el pueblo.

Los ponies salieron de sus casas, se asomaron a la ventana y otros transeúntes que andaban por las calles, vieron con ojos absortos el tamaño del carruaje y no sólo eso, sino los corceles que la halaban, todos fornidos, usando unos accesorios y decoraciones que realmente, los ponies machos no usaban en Equestria, al menos no en su territorio. Pero era fácil de reconocer, que quienes llegaban, no eran de por aquí. Era obvio pues, no eran ponies.

Eran caballos.

Cuando los guardias que respaldaban el castillo divisaron el carruaje, de inmediato lo reconocieron, por lo que uno ingresó enseguida al castillo para anunciar a la reina, la visita que llegaba.

-¡Majestad!- exclamó el corcel adentrándose hacia donde Twilight estaba prácticamente de cabeza tratando de hacer funcionar la máquina que encendía el espejo con varios pergaminos regados en el suelo.

-¿Sí? ¿Qué? ¿Qué pasa ahora?- reaccionó levantando la cabeza en un respingo alerta. Sus ojos estaban cansados y ojerosos, su melena con pequeños destellos desarreglada, hasta un poco más delgada, pero pese a eso, estaba bien alerta, no dando a tregua a las responsabilidades que estaba lidiando. Entre ellos la desaparición de Trixie Lulamoon que llevaban cuatro días buscándola sin descanso.

-Un carruaje de Arabia Saddle se está aproximando al castillo- anunció y Twilight dejó abrir un poco más los ojos.

-¿De Arabia Saddle?- se asombró arrugando la frente mientras se ponía en pie y se pasaba un casco a su melena para atender la imprevista visita pues, normalmente estas visitas protocolarias son anunciadas con previo aviso y este caso, no fue así.

La reina se acomodó el peinado, la corona y capa mientras salía del salón junto con el guardia con cierta rapidez e intriga de la visita, con todo lo que sucedía, su mente la hacía despertar la idea que algo habría sucedido en el Reino desértico en el que se asentaban aquella raza de gran tamaño. Cuando apenas se asomó al salón principal, tuvo que levantar la cabeza enseguida para ver la cara de un caballo marrón, melena amarillo pálido y crema, y de ojos púrpuras.

Era Haakim, el Rey de Arabia Saddle. Usaba accesorios tradicionales de su tierra con sillas de montar, cintas en sus patas y una pieza de tela delgada envuelta en la cabeza, en colores que se mezclaban entre azul, naranja y amarillo. Sus ojos eran muy grandes pero a la vez se rasgaban un poco, dándole ese aire arábica de su tierra.

A su lado, estaba la yegua que siempre lo acompañaba. No era tan alta como él, pero igual doblaba la altura a un pony. Sus ojos eran celestes, su pelaje lila y crin azul oscuro. Sus ojos estaban con delineado negro que alargaba más sus ojos. Usaba accesorios parecidos a los del rey, pero estos eran más estilizados y femeninos en diseño y colores, con paletas rosas, celestes y moradas. Tenía una diadema con monedas que colgaban sobre su frente. Era Amira, la esposa de Haakim y su consejera.

-Reina Twilight- habló Haakim con aquel arraigado acento extranjero de su lengua natal mientras compartía un rostro apesadumbrado que la yegua, para ambos inclinarse con pesar en señal de respeto -. Vinimos en cuanto pudimos. Lamentamos mucho la muerte de la Princesa Celestia y su hermana, la Princesa Luna.

-En representación de nuestro Reino, nuestro más sentido pésame- agregó Amira para levantar la cabeza -. Por favor, acepte estos presentes como muestra de nuestra solidaridad.

Mientras hablaban, Twilight los miraba a ellos a la vez que veía a su propia guardia de caballos que hacían entrar al castillo arreglos florales de varias especies de flores de desierto y cactus de variados tamaños con brotes florales, así como algunas pinturas, estatuillas y hasta vio postres tradicionales y frutos en peculiares canastas.

Twilight se sintió muy honrada ante el largo viaje de días que hicieron sólo para venir a decir frente a frente el pésame como por los regalos. Ella sabía que Haakim tenía muy buenas relaciones entre líder con la Princesa Celestia. Él y su esposa Amira visitaban muy seguido Equestria, siendo uno de los cuatro reinos que tenían costumbres, leyes y propios gobiernos independientes a los dictados por quien fue su maestra con su hermana, por no decir que eran los únicos con quienes siempre tuvieron buenos términos, no como el caso de los dragones, grifos, y yaks, aunque estos últimos estaban en plenas reuniones diplomáticas y comerciales.

El rey y su esposa habían sido hasta invitados a los Equestria Games y gustaban de recorrer ciudades de Equestria, quienes aunque no quisieran, llamaban mucho la atención dentro del Reino, por su gran tamaño y porte, puesto que ellos no eran ponies, sino más bien caballos, que además usaban accesorios tradicionales de su tierra que era muy curioso y bello de ver.

Twilight los conoció por primera vez cuando visitaron Ponyville y ella hizo un espectáculo con los animales de Fluttershy. Juntos con sus amigas, se presentaron y fue muy ameno, pero Pinkie Pie había cometido un error por el choque cultural. Entusiasta, le había estrechado el casco hiperactivamente al rey, lo que provocó que Haakim tensara el rostro en incomodidad, haciendo que Twilight casi se arrancara la melena pues sabía el error que cometió, pero Amira muy comprensiva y educadamente llamó la atención de la terrestre. "El apretar el casco con fuerza a la hora del saludo está considerado como agresividad en nuestra costumbre" le sonrió mientras Haakim se miraba el casco bajándolo mecánicamente y sonreía para suavizar la situación. Para Pinkie eso no tenía sentido, pero tenía que respetar la diferencia cultural entre ambos.

-Muchas gracias por esta agradable sorpresa de su visita y por los presentes- exclamó Twilight con una sincera sonrisa, haciendo también una reverencia, suplicando por dentro que ya sea el último regalo el que entrara, pues rechazarlo sería una total falta de respeto.

Haakim y Amira se irguieron mirando hacia abajo, hacia la alicornio.

-Majestad. También fuimos notificados que algo está amenazando a sus súbditos de raza unicornio- comentó el corcel manteniendo esa calmada pero firme tono y presencia -. Espero no se moleste en pedirle que me mantuviera al tanto de lo que sucede- agregó -. La Princesa Celestia siempre nos mantuvo aparte cuando su Reino atravesaba algún conflicto mágico por nuestra propia seguridad, puesto que nosotros no sabemos ni usamos magia ni nuestro Reino han crecido criaturas mágicas como las han tenido que lidiar ustedes, sin embargo, en nombre de Arabia Saddle, tal como le ofrecí a la Princesa Celestia y a su hermana en vida, a usted como la nueva gobernante, asimismo confirmo que estaremos prestos en su ayuda si la necesitase. Sea ayudando el voluntariado, prestar servicios de nuestros médicos.

Twilight quedó absorta escuchando las palabras de Haakim. Una realidad le había aclarado. Cada que Equestria se había visto amenazada, ninguno de los otros Reinos se pronunciaban o…eso era lo que pensaba Twilight. Pero ahora, el corcel le hacía ver que al menos su Reino, siempre ha mostrado disposición y apoyo para Equestria en sus momentos más cruciales. Con un trago amargo, Twilight desprendió la alerta de erizarse en su pelada de que… ¿Y si esas almas se atrevieran atacar no sólo su territorio de Equestria, sino el de resto de reinos? Pensó, que por su propia seguridad, es mejor que estén advertidos, por lo que les asintió y los invitó adentrarse a los pasillos para acomodarlos en una sala.

-No sé si sean conscientes que este ataque a nuestro Reino, ha sido el más difícil de lidiar en mil años- hablaba Twilight tras contar lo ocurrido estos fatídicos días, sentada en un salón con una pequeña mesa en medio. Frente a ella, estaban Haakim y Amira mirándola con atención siendo contagiados de la preocupación -. Sí, hemos enfrentado más peligros que han amenazado Equestria, pero ninguno tan silencioso y lento como este, lo que nos hace "esperar" lo peor y esa espera mantiene el miedo en todos, que ha condenado a ponies a quedar varados en camas por un malestar que no los deja en paz, día y noche, y quién sabe por cuánto tiempo más- agregó con un preocupado incierto que para esas alturas, había robado la total atención de ambos extranjeros mirando con un preocupado semblante.

-¿Y durante este tiempo…no ha llegado a alguna conclusión o sospecha de lo que ocurre?- preguntó Haakim.

-La situación con los unicornios no había cambiado en nada y ni avanzado en nada- contestó con amargura -. Hemos puesto de cabeza las bibliotecas. A mis amigas ya mismo les estallan los ojos de tanto leer. Lo que me frustra y me enoja, es que la Princesa Celestia se haya guardado todo esto para sí sola- se le salió decir sacudiendo la cabeza empezando a sentirse un poco ansiosa -. No entiendo por qué siempre dejaba todo para el final, para ella misma- agregó para alzar la mirada hacia la ventana, viendo los rayos de sol del mediodía.

-La Princesa Celestia era muy sabia y buena gobernante- dijo Haakim con la mirada hacia algún lado -. Debo admitir que inspira admiración por un trabajo sin descanso por tanto tiempo. Pero…- se encontró con los ojos de Twilight -…ella era muy preocupada por el bienestar de sus súbditos y creo, que lo menos que quería ella, es que vivieran con miedo…tal como ahora, asumiéndolo para ella sola.

-¿Qué le hace pensar eso?- preguntó la reina con interés y Haakim desvió la mirada hacia Amira, quien le sonrió suavemente en complicidad para devolver la mirada a Twilight.

Los celestes de la yegua se concentraron sobre los violeta de la alicornio, como si fuese un libro o interpretaría una pintura.

-El peso de la responsabilidad como preocupación la ha cambiado físicamente- habló Amira leyendo la expresión de Twilight, dibujando una sonrisa -. En especial su rostro. Está más juicioso, imponente. Hasta parece haber ganado más edad- entrecerró los ojos carismáticamente -, sólo un poco. Desde la última vez que la vi, noto que ha perdido ese aire aún fresco del rastro que le quedaba en sombra de la adolescencia, que ya parece haberse esfumado, desde que su destino ha sido dictado- le mantuvo la mirada sobre sus intrigados ojos violetas -. Veo el semblante de un verdadero líder en usted en plena madurez del poder de su espíritu- agregó. -. Usted es diferente a la Princesa Celestia. Eso no es malo. Ella tenía un alma muy protector, muy cálido, pero asimismo, muy preocupado que respetamos, pues eso mismo ha hecho que más de una ocasión diera lucha y cara a los problemas de su Reino, preservando su seguridad y cuidados como un eterna madre primeriza, pero eso mismo, la hacía lidiar por sí sola, secretos que sabría cundiría el pánico y no resistiría el sufrimiento de sus ponies, reservándosela para ella sola. En cambio, usted, - empezó a decir -. Su espíritu reconoce otro buen espíritu con el que su fuerza se multiplique y complemente. Por algo fue nombrada la Princesa de la Amistad. La unión y la fuerza que provoca su espíritu la vuelve imparable y determinada, muy sensible y emocional, porque así entiende la empatía de la esencia espiritual de los demás que la hace fuerte la suya- concluyó, dejando un silencio difícil de describir.

-Amira es lectora espiritual- explicó Haakim a la concentrada y maravillada mirada de Twilight sobre la yegua que mantenía la sonrisa suavizada y mirada atenta sobre ella -. Yo soy alquimista- informó -. Tal vez no tenemos un talento que nos defina en Cutie Mark como los ponies o magia, pero sí algunos dones que no todos pueden obtener y mejoran con la práctica y el tiempo- se explicó mientras Twilight no dejaba de pensar, pasando la mirada en ambos.

-Entonces…están prestos a dar su ayuda si la necesitase.

-Por supuesto que sí- afirmó Haakim casi ofendido por si lo dudaba -. Equestria en serio ha sido el más amistoso de los Reinos a comparación de los otros. Antiguos reyes siempre mantuvieron buenos lazos diplomáticos con la Princesa Celestia y conmigo no ha sido la excepción.

-Así que dese la idea que somos amigos de Equestria- sonrió cálidamente Amira.

-Amigos…de Equestria…- repitió Twilight para sí con un suave ceño con los ojos profundos dentro de sí y escuchar una inevitable pequeña risa de Amira para dirigirse a su esposo.

-Su alma es tan agradable- aludió divertida mientras la reina sentía brillante su cabeza, escuchando lo que su instinto estaba maquinando para decirle.

La puerta se abrió de un azote para que una alicornio rosa atravesara el cuarto con urgencia, hasta volando directo hacia la cama rodeada de médicos.

-¡A un lado, apártense, fuera!- exclamaba Cadance empujando a los ponies para tener a su vista la demacrada apariencia de Shinning Amor.

Estaba empapado en sudor, temblando, inflando su pecho mientras le costaba respirar. Su aun jovial rostro había desaparecido del todo, viéndose de un color amarillento y lo que había empezado con unas cuantas vendas en su cuerpo, ahora estaba prácticamente casi envuelto de vendajes por la propagación de una necrosis, que era la muerte irreversible de células y tejidos.

La fiebre ya no bajaba, llegando hasta convulsionar de ella. Literalmente, su propio cuerpo fabricaba su veneno ante la muerte de tejido que había afectado hasta sus órganos. Shinning no quería que nadie lo viera en lo que se estaba convirtiendo, por eso le suplicó a Cadance que no hiciera venir a Twilight. Esa noche que la vio, ya se dio la idea de que iba ser la última vez que la viera y preferiría que su hermanita se lleve esa última imagen de él a la actual y que dolorosamente, su esposa le tocó ver.

-¡Shinning!- fue el grito que salió de su garganta, rodeando su rostro con sus cascos -. Shinning…- lamentaba sintiendo como su corazón latía dolorosamente al ver la expresión apagada, casi ausente del corcel entre su rostro descompuesto. Subió la mirada a ver los ponies que aún permanecían -. ¡Largo!- les gritó frunciendo el ceño con sus ojos iracundos y vidriosos -. ¡Incompetentes! ¡Váyanse! ¡Largo, largo! ¡Fuera! ¡Déjenlo, déjenlo!- gritaba finamente perdida del dolor, hasta el punto de encender su cuerno en amenaza con una mirada rabiosa.

Asustados, los médicos se retiraron de allí enseguida. Después de todo, para eso la hicieron llamar.

El Príncipe había resistido admirablemente casi cuatro días el hecho de estar prácticamente pudriéndose vivo. Pero ya su fuerza de voluntad de resistir se volvió polvo ante el deplorable estado de su cuerpo.

Shinning Armor, se estaba muriendo.

-Ca…Cadance…- forzó hablar el corcel con su voz ronca y quebrada, apenas pudiendo moverse, manteniendo sus ojos cerrados. Su cuerpo se veía vencido, aplastado en la cama, que se movía por leves temblores.

-Aquí estoy, mi amor- le contestó su llamado en el borde de la cama.

Sus ojos violetas se paseaban en todo su cuerpo, pasando sus cascos por sus patas delanteras pero su temperatura estaba muy fría pese la fiebre alta que tenía. El corazón de la alicornio parecía querer tumbarle el pecho, como haciendo un doloroso berrinche mientras los ojos de Cadance no dejaban de derramar lágrimas entre su respiración ansiosa, impidiéndole emitir palabra, sólo podía expresar quejidos del llanto que estaba creciendo al verse tan inútil, impotente, sin poder hacer absolutamente para aliviar su dolor, su agonía, de salvarlo de la muerte. Cadance pujó un quebrado rugido de la impotencia mientras sus tibias lágrimas rodaban lo largo de sus mejillas hasta hacerlas picar.

-Cadance…- la volvió a llamar Shinning frunciendo el ceño mientras abría lentamente sus ojos y estos dejaran libres todas las lágrimas acumuladas.-. Cadance …- parecía ser lo único que podía decir, viendo a su esposa destrozándose en llanto frente a él, empezando ya elevar más sus lamentos.

Shinning quería decirle que sea fuerte. Que dejara de llorar de tal manera que le destrozaba el alma. Que había aguantado con la esperanza que con el pasar de los días iba a mejorar, siendo todo lo contrario. Decirle que lo hizo feliz. Que no importaba los tropiezos del principio de su relación. La amó tanto antes, lo hizo ahora, y lo seguirá haciendo incluso muerto. Que aunque hayan perdido un hijo, le estaría eternamente agradecido por haber compartido esa ilusión aunque no haya sido por mucho tiempo, así como lamentaba no poder darle otro.

El corcel abrió la boca para poder emitir algo, pero se sentía tan cansado, tan somnoliento, exigiéndole su cuerpo que se deje llevar de una vez, porque no aguantaba más el dolor, pero su alma, su alma era terca. Ésta quería quedarse, contradecía las órdenes de su cuerpo, con las ganas de llegar a calmar a esa otra alma que se deshacía en lágrimas, ahogándose de ellas mientras le sostenía el rostro, se lo besaba sin importar el sudor.

-Te amo, te amo, Shinning. Por favor. Aguanta solo un poco más- suplicaba Cadance entre su respiración cortante -. No me dejes. Íbamos a envejecer juntos, ¿recuerdas? Tú…tú decías que me ibas a repetir lo que alguien decía por si quedaba sorda…tienes que hacerlo ¡Tienes que hacerlo!- reprochaba llorando en histeria mientras el corcel solo podía subir y bajar violento su pecho sin detener sus lágrimas -. ¡Te di toda mi vida, no una parte de ella!- gritó mezclado en un aspiración de su llanto, provocando que solo empezara a toser, ardiéndole la garganta.

-Cadance…- jadeó él inevitablemente cerrándosele los ojos -…te di mi vida…- logró articular con una pausa -… ahora te doy mi eternidad…- agregó para abrir un poco los ojos entre el llanto de su esposa -…tú…eres fuerte…sé feliz…sigue feliz…si te enamoras de nuevo…-se le salió sonreír entre el temblor de sus labios pálidos -…yo estaré feliz…

-¡No!- bramó repentina furiosa con él -. ¡No quiero a otro corcel, te quiero a ti!

-Yo… también te quiero…- respondió lo que dijo habiendo escuchado a medias y los párpados se vencieron lentamente.

-Shinning…- lo llamó tomándole el rostro en dirección a ella pero su cabeza se vencía mientras su rostro perdía expresividad -. No, no, no- se ansió sacudiendo la cabeza, abriendo mucho los ojos.-. Shinning…- lo nombró para ver cómo su pecho bajaba y a la vez que expulsaba el aire, el cuerpo se venció totalmente y el rostro perdió toda emoción -. ¡No! ¡Quédate conmigo!- gritó tomándolo de a los lados para levantarlo pero su cabeza se venció hacia atrás -. ¡Shinning! ¡Basta, no…no, Shinning! ¡Mírame!- le exigía sacudiéndolo -. ¡MIRAME!- bramó con un alarido de dolor para colocarse sobre su pecho, abrazándolo, y levantar con fuerza su llanto, sintiendo como su corazón se consumió en un indescriptible ardor que la hacía ahogarse en su propio llanto, envolviéndola una dolorosa desesperación que la hacía temblar, recordando toda mirada compartida, todo beso dado, todo aliento mezclado en el calor de sus cuerpos, toda risa, todo apoyo, toda acción que hicieron como gobernantes.

Toda su vida como pareja pasó en escasos segundos. Sin duda, se habían amado tanto, hasta el último aliento que dio su esposo.

-Yo siempre lo dije…- sonó una voz. Una que detuvo de golpe el llanto de Cadance. Una que le congeló el cuerpo. Una que mezcló el dolor de la pérdida de su esposo, el de su hija y el de sus tías, convirtiéndolo en un sentimiento indescriptiblemente amargo y frío. Cadance apartó su rosto rojo del llanto y húmedo de lágrimas de su pecho para mirar a un lado, al pie de la cama del lecho de muerte de su esposo, a la incandescente unicornio, Sunset Shimmer -…me gusta apuntar al corazón. Porque desangran más rápido- completó con una maldita sonrisa cínica -. ¿Quieres que te ahorre el servicio de cremación y lo hago por ti, querida?- se burló elevando un casco flameante mientras una psicópata risa divertida la acompañaba al ver los enormes ojos fríos y secos de una Cadance petrificada, como si fuese una estatua pero que, cuando Flame apenas hizo el ademán de bajar su casco en llamas a la cama, un estruendoso grito violento brotó desde lo más profundo de su garganta para volar hacia ella mientras cargaba su cuerno y le lanzó un rayo pero a la vez Flame ladeó una sonrisa retadora y lanzó no solo uno, sino dos rayos dorados que salieron de sus cascos delanteros y cortaron de hecho el de Cadance, atacando directo a su cuerno que la obligó a retroceder por el impacto del dolor, pero la alicornio rosa se recuperó enseguida, sólo para ver como Flame abría sus flameantes alas y salió de la habitación por la ventana.

Cadance apretó tanto los dientes que creyó rompérselos con un profundo ceño entre una mirada oscura y sombría que sin perder tiempo a nada se precipitó enseguida tras ella en un veloz vuelo que tuvo que evadir el fuego que le lanzaba uno tras otro mientras Flame volaba de espaldas atacando sin césar a Cadance, mientras ésta lanzaba sus propios ataques que Flame se las ingeniaba en evadir, sobrevolando el Imperio de Cristal en el que ante el escándalo los ponies miraron hacia arriba mezclando sus resuellos en un inevitable horror de que su Imperio sea vea de nuevo atacado por esa unicornio de fuego.

-¡Maldita! ¡¿Cómo pudiste de nuevo entrar?!- vociferó Candace colérica mientras cargaba en potencia su cuerno -. ¡Esta va hacer la última vez!- prometió concentrado todo su esfuerzo y energía en su cuerno para despedir una poderosa acumulación de su magia hacia ella.

Flame dejó de volar para mantenerse en el aire y su cuerpo brilló aún más, provocando que una fúlgida esfera dorada la encerrara mientras emanaba fuego en su interior, empezándola a girar acumulándola de la fuerza de su mágico fuego con pronta velocidad que al recibir el ataque, éste se vio desviado por los lados de la fuerza de los giros de la esfera dorada que Flame hizo reventar al expandir la combustión de su fuego, provocando que ambas magias se mezclara en una explosión masiva dirigida hacia Cadance por la fuerza contraria a la que fue expulsada.

La alicornio no vio venir esa reacción en respuesta y aunque se movió enseguida, de todas formas el contraataque le llegó, expulsándola con dolor varios metros lejos de Flame, haciéndola aterrizar de golpe entre la nieve de la región ártica, aún deslizándose entre el suelo helado.

-Me la debías después que su baratija me golpeara contra una montaña…- farfulló Flame volando directo hacia Cadance, encontrándola sangrando de la cabeza y tal parece mareada por el golpe al ver sus movimientos torpes, -. Tranquila, Princesa. Ya te reencontrarás con tu familia- advirtió con un ceño determinado acumulando la fúlgida luz de su cuerpo mientras volaba en picada directo a ella.

Cadance expandió sus ojos con un fuerte ceño con toda la rabia acumulada pese el dolor punzante de su cabeza, queriéndose enseguida mover rápido. ¿Esta cosa quería salvar Twilight? ¿Cómo podía estar de ese lado?

-¡No! ¡Esta vez no te me vas a escapar!- se determinó con toda una ola amarga que le dio la fuerza que necesitaba, poniéndose en pie cargando su cuerno -. ¡Hoy te mueres!- vociferó para atacarla recorriéndole todo el cuerpo toda esa motivación misántropa sobre ella y quererla expresar en sus intenciones de exterminar con su vida…

…pero entonces, todo se puso negro.

Una espesa oscuridad la envolvió de pronto, así como un pesado silencio, pero en vez de temerle, quedó simplemente asombrada, encontrando cierto alivio de la descomunal fuerza que le había cubierto no sólo el cuerpo, sino, su alma. Estaba rodeada...de todo lo que sentía.

"Un corazón siempre cálido. Siempre amable. Siempre servicial. Una vida llena de oportunidades, de sueños, de amor…acaba de aceptar la oscuridad de su propia alma.

Para tener un equilibrio en el alma necesitas expresar lo positivo como lo negativo. Tu hermoso corazón de cristal, ha estado reprimiendo la oscuridad de tu alma, pero esa libertad, la has declarado hoy.

Gracias al dolor".

...

¡Shinniiiiiiiiiiiiiiiiing! T.T Ok, ok, ok. Debo decir que en serio se me partió el alma esa escena, pero esto era lo que terminaba por faltarle a Cadance para, pues, reconocer la oscuridad que también existe dentro de ella. Más bien, todos tenemos la oscuridad dentro. Debo decir que para escribir sobre este tema de la oscuridad dentro del ser humano he tenido que leer y ver mucho para obvio, hablar con bases. Así de en serio lo tomo xD

Aprovecho para agradecerles a todos los lectores que siguen la historia, desde los ánonimos, que es una bonita ironía conocer algunos en grupos de face xD los que dejen review, me alegra saber sus reacciones y comentarios respecto como va la historia, y a Orochivan, quien no ha dejado de dibujar varias escenas de mi fanfic. ¡Muchísimas gracias!

Ahora...

Brecha entre Cadance y Twilight. La presión, compromiso y culpa de una determinada reina. Trixie está desaparecida con el Amuleto del Alicornio. Los unicornios sólo empeoran. La Agencia investigando la magia y tras las chicas. Trixie...¿Qué voces escuchaba Trixie? ¿Qué se le ocurrió a Twilight con la visita de Arabia Saddle? Flame...¡Odio a Flame! Y Cadance...¿Qué ocurrió a final con ella?

No pasa nada más xD

Bueno, gracias a leer, tenga una semana genial, gracias por los review y...

¡Sunny Honey, fuera!

Next Chapter: Odisea Estimated time remaining: 0 Minutes
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