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Lo Que Somos Ahora

by Sunny Honey

Chapter 28: La Oscuridad Que Esconde La Luz

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La Oscuridad Que Esconde La Luz

Cadance estaba sentada frente al escritorio con los codos apoyados en él y los cascos sujetando su cabeza, revisando la autorización y orden aprobadas para enviar algunas de sus tropas para entregar sus servicios al voluntariado de los unicornios. Había coordinado con Twilight algunos movimientos para que sus guardias se ocuparan de recorrer los pueblos pequeños y aislados para que estén al tanto de la situación como atender a los unicornios que residieran en él. Asimismo explorarían los bosques, pues es muy común que especialmente los fines de semanas, ponies vayan de campamento. Querían cubrir todo el terreno posible para no dejar a ningún unicornio solo en tales frágiles condiciones. Pero para agregar a la ecuación, Cadance sentía esa presión en el pecho en una tristeza de luto, pues había perdido a quienes consideraba su familia, sus tías. A la Princesa Luna y más que nada, a la Princesa Celestia.

Un suspiro se expulsó de su boca mientras cerraba los ojos y se los restregaba con un casco. Una angustia en el estómago la tenía realmente contrariada, así como el corazón latiéndole con un filoso dolor. Sentía sus movimientos un poco torpes mientras dejaba escapar otro suspiro entre sus labios para sentir unos cascos rodearla desde atrás y un rostro posarse sobre su hombro. Ella simplemente restregó su cabeza a un lado de la otra que posaba a su lado, la de su esposo mostrándole consuelo.

-No puedo creer que no haya alcanzado a conocerlo- lamentó ella en murmuro, en intimidad, sólo para ellos, mientras bajaba sus cascos a su vientre y empezaba a acariciárselo, sintiendo el pequeño bulto que sobresalía del primer trimestre de embarazo que pasó gran parte sin saber su estado, mientras sus ojos violetas se cristalizaban dando un toque brillante y bonito en sus ojos pero que la tristeza le hacía contraste -. Ella estaba tan contenta.

-Lo sé- le contestó para besarle la mejilla y la envolvía más en la calidez de su confortación, compartiendo un suave silencio entre ellos.

Cuando de repente, un temblor empezó a sacudirlos.

Ambos se separaron abruptamente mientras sus cuerpos vibraban ante el movimiento hostil de la tierra, sólo para escuchar una explosión, y otra, y otra, y otra, mezclándose con los gritos de horror y pánico de los ponies de cristal.

La pareja se compartieron una mirada angustiada para llegar hacia el balcón de la habitación y dejar abrir los ojos impactados de lo que veían.

Alrededor del Imperio de Cristal, se podía escuchar el crujido de la tierra romperse para expulsar largas leguas de fuego mientras expulsaba estrepitosamente lava a varios metros en el aire que empezaba a regarse dentro del imperio, sobre casas y calles, y transeúnte que hubiera, a la par que el fuego que salía en fuentes en la formación de cráteres, aterrizaban y empezaba a expandirse.

-¡¿Qué clase de fenómeno es este?!- se horrorizó Cadance en preocupación pero a la vez dibujando un ceño de valor -. Debo proteger el Imperio- dijo para acercarse más al filo del balcón e iluminar su cuerno.

-¡Eh, eh, eh!- le atajó Shinning enseguida colocándola un casco en su cuerno para detener su hechizo-. ¡Espera ahí!

-¿Disculpa?- le enarcó la ceja.

-Cadance…estás embarazada…- le hizo ver con preocupación. -. Llevas una frágil vida allí dentro. A nuestro hijo. Yo me encargaré de convocar el hechizo de protección mientras movilizas a los guardias y una vez hecho, salir cuanto antes a salvaguardar la seguridad de los ponies. Trabajemos juntos así.

La alicornio lo escuchó y le asintió en acuerdo para cada uno hacer su parte. Cadance fue a dirigir a los guardias mientras su esposo regresaba al balcón para iluminar su cuerno y convocar el campo de fuerza que rodeara el Imperio de Cristal para impedir que más lava y fuego entre. Era de más saber toda la concentración y energía que debía hacer para hacerlo lo suficientemente resistente.

Al no tratarse de un tipo de magia, el Corazón de Cristal estaba limitado para detener lo que sucedía.

Estaban contando con una cantidad limitada de guardias ahora que una gran parte había salido para la exploración de unicornios. Shinning Armor se colocó su armadura de Capitán y junto con Cadance y el pabellón que contaba, salieron para ayudar y atender a los ponies que habían salidos de sus casas rodeando enseguida el castillo, así como los heridos. Aunque el Imperio estaba protegido, eso no detenía las explosiones, que seguían reventando con fuerza afuera, en el que algunas casas ya eran presas de las llamas mientras la tierra seguía temblando sin dar descanso a la lava que empezaba a extenderse dentro del Imperio, que continuaban cundiendo el pánico de los ponies de cristal.

Cuando convocaban y se dirigían a sus súbditos para llamar la calma, una nueva erupción les robó un resuello horrorizado, pues este reventó dentro del Imperio.

-¡Cadance, regresa al castillo!- le exclamó Shinning entre los gritos de los ponies. -. ¡Ponte a salvo, ahora!

La alicornio lo miró con un fuerte ceño preocupado y frustrado, mirando sus ojos azules decididos pero a la vez mostraban preocupación, no sólo por el Imperio, sino por ella y su bebé. La Princesa se levantó en un pequeño vuelo de vuelta al castillo mientras anunciaba a los ponies que la siguieran.

Shinning Armor con el pabellón que contaba, salió para hacer frente al fenómeno natural y salvar todas las vidas que pudiera, sólo pudiendo sentir que sus oídos se reventaban entre las explosiones que se daban en distintos puntos dentro del Imperio y gritos de pavor de los ponies que corrían entre sí en busca de refugio, puesto que las explosiones impedía cualquier tipo de evacuación de pie.

Desde la cabecilla, Shinning Armor apresuraba su entrada al castillo para protegerlos de la amenaza de fuego, pudiendo el castillo resistir más el fuego que empezaba a salpicarse y regarse por diferentes puntos del Imperio, llegando a aterrizar sobre algunos ponies, provocando un cuadro realmente amargo de ver.

-¡Flash Sentry!- llamó Shinning Armor acercándose donde el único pegaso de toda la guardia estaba ayudando a sacar una familia de una casa afectada, quien levantó la cabeza enseguida ante su llamado -. ¡Tienes que reportar esto de inmediato a mi hermana, la reina Twilight Sparkle! ¡Ahora!- ordenó cambiando su lugar para sujetar al pony que ayudaba apoyarse.

-¡Sí, Señor!- confirmó con un solo asentimiento de cabeza para levantar sus alas enseguida y salir volando mientras iba evadiendo que le cayera encima la lava que se salpicaba.

El pegaso se precipitó para salir cuanto antes del Imperio, cuando hubo una nueva explosión cerca de él y repentinamente sintió algo fuerte y caliente salpicarse en diferentes zonas de su cuerpo. El corcel dejó salir un quejido de dolor al sentir su piel quemarse mientras aterrizaba de golpe sobre el suelo congelado por los grados fríos que azotaba alrededor del Imperio mientras sentía cómo el dolor de las quemaduras no menguaba. Pero entonces sintió que sus alas eran agarradas. Un simple agarre de cascos, ni tan fuerte, sin embargo, estos ardían como el mismo fuego que atacaba al Imperio de Cristal.

-Me recuerdas a alguien con quien tuve que salir…- escuchó una voz femenina cerca de su oído para sentir que se levantaba de su lomo y apenas él quiso ponerse de pie, sintiendo que le temblaban los cascos por resistir el ardor de las quemaduras en su cuerpo, recibió unos certeros golpes ardientes que lo volvió a derribar -. No me sorprende tu incompetencia siendo un guardia de la realeza- habló la voz para que al fin, él pudiera abrir sus ojos entre su ala y partes del cuerpo no solo quemado, sino golpeado por el brusco aterrizaje.

Delante de él, estaba la figura de una unicornio de pelaje dorado que encandecía de manera sublime. Su melena y cola eran flamas que danzaban a un lado de manera suave y sus alas cubiertas de fuego eran más grandes que las de un alicornio, abiertas de par en par. Su apariencia, la luz que emanaba, era magnética, era algo precioso de ver, que se la quedó inevitablemente mirando dejándose perder en ese magnetismo, pero sólo un momento. Desde el par de metros de distancia en la que estaban, el pegaso podía sentir cómo su cuerpo emanaba el calor que concentraba. No había que ser genio. A simple vista se veía que esa unicornio, era de fuego. Sabía, sabía que ella tenía algo que ver con lo que estaba sucediendo en el Imperio. Parecía alguien con el poder de manipular el fuego. O provocarlo. La nieve que la rodeaba se había derretido apenas hizo contacto con ella. Sin arma, sin escudo, ¿Cómo pelear con alguien que parecía ser, sí, intocable?

Nunca en su vida había visto una unicornio como ella, ni leído o escuchar alguna historia o leyenda sobre una yegua alada de fuego, que tenía ojos que contrastaban por completo todo ese calor que expresaba estar hecho su cuerpo, teniéndolos del color del cielo, de paz, pero que expresaban todo lo contrario, siendo fríos y duros tales como el estanque que se congela en el invierno: Tiesos, fríos y hasta traicioneros, porque lo que parece una capa de grosor suficientemente duro, en realidad no lo era y se convertían en una trampa mortal al desquebrajarse y te hundías en él. Esa frialdad que emanaban sus ojos parecía inyectarse bajo su piel, y como ésta ardía del calor, la combinación de ambos fue dolorosamente incómoda.

Ella permanecía quieta, contemplando las heridas de su cuerpo, moviendo aquellos tiesos y gélidos cyans de un lado otro en él hasta esbozar una pequeña sonrisa y mantener la mirada fija hacia su rostro.

-Vete- exclamó -. Tal vez seas el único en salir vivo del Imperio y quiero que le des el mensaje a…- amplió la sonrisa cerrando los ojos -… Twilight Sparkle, que van dos alicornios- abrió de golpe los ojos y lo contempló para entrecerrarlos mientras estiraba su cuello hacia adelante -. Y ahora, van hacer tres. Así que más vale se prepare ella cuando le llegue su hora. ¡Será entretenido ver una Equestria sin alicornios!

Ante esta amenaza, los ojos azules del pegaso se abrieron mientras fruncía el ceño y apretaba los dientes, para moverse y atacarla aunque aún podría sentir su piel quemarse.

-¡No me hagas perder el tiempo!- reclamó de mal genio para desprenderse de suelo y mover sus alas hacia adelante para dejar escapar unas flamas que al golpearlo, se extinguieron enseguida, sólo para quedar mechas largas en diferentes parte de su cuerpo, en especial en una ala.

El pegaso se lanzó sobre la nieve para apagarlas pero por más que se revolcaba, estas no desaparecían, elevando a varias octavas el cómo se seguía quemando vivo inevitablemente mientras Flame le mantenía la mirada, caminando a su alrededor viéndolo retorcerse.

-No eres rival para mí. Agradece, en serio, que te deje vivir- farfulló para detener su andar e hizo desaparecer el fuego en él, quedándose el pegaso azotado en el campo inhalando y exhalando con su cara hecha puño y apretando los dientes ante el horrible dolor de las quemaduras -. Ahora, vete a lo que te dije- ordenó con severidad para mover sus grandes alas y volar para lanzarse en picada, a uno de los cráteres que había alrededor del Imperio.

Mientras tanto, dentro del castillo, Cadance estaba tratando de calmar a los ponies de cristal, que no paraban de jadear, agitados del miedo como los llantos que se elevaban mientras el temblor bajo sus cascos sólo parecía elevarse, haciendo que varios se echaran al suelo con sus cascos sobre la cabeza en histeria.

-¡Por favor, tienen que calmarse!- exclamaba la Princesa del Amor mezclada con ellos, lanzando exclamaciones para disipar el pavor que los carcomía, pero dado un momento, se mantuvo callada cuando se dio cuenta de algo al agudizar sus oídos en sus lamentaciones:

-¡Vamos a morir, vamos a morir!- decía un pony.

-¡Es el fin!

-¡No, no, no! ¡Esto no puede estar pasando!

-¡Estamos atrapados! ¡Atrapados!

Mientras más cundía el pánico, Cadance dejó desencajada la boca viendo como uno por uno, los ponies de cristal perdían su brillo y forma cristalina, para que sus cuerpos y melenas se empezaran a apagar entre el pánico masivo que se estaba formando, quedando tales como ella los vio cuando pisó por primera vez el Imperio de Cristal.

Los ponies de cristal, estaban perdiendo la esperanza, con ella, su luz; y sin su luz…

Cadance abrió los ojos enormemente.

-¡No, no pierdan la esperanza!- alertó Cadance, pensando instintivamente, en el Corazón de Cristal. -. ¡Recuerden que jun…!- decía para escuchar cómo el castillo zumbaba por recibir el fuego y lava expulsada de la tierra, sólo logrando que su voz se extinguiera entre los gritos y llantos de los ponies que desesperanzados, apagaban la magia para mantener funcionando el Corazón de Cristal.

A este paso, el castillo se iba a desplomar con ellos tarde o temprano. Por lo que Cadance aunque recelosa, no vio de otra que encender su cuerno y convocar la misma barrera protectora que usó para proteger el Imperio sin el Corazón de Cristal, el cual temía su situación actual.

Desde la base en donde giraba con un radiante resplandor, la reliquia del imperio empezó a perder brillo así como sus giros fueron descendiendo de velocidad.

Las tropas rescataban y guiaban a los ponies cuando Shinning se dio cuenta de la barrera mágica cubriendo el castillo, impidiendo que el fuego se esparciera sobre el Imperio.

-Candace…- se dijo para sí mismo con preocupación.

Estaba forzando un hechizo que requería de mucha energía, energía que vencía su cuerpo y el cual sostenía la vida de su primogénito.

El unicornio corrió hacia el castillo iluminando su cuerno para crear un segundo domo y Cadance pueda deshacer el suyo, solo para ser atajado cuando se expandió un cerca de fuego que se alzaba en unos tres metros alrededor de él, dejándolo atrapado en un espacio de unos quince metro, para terminarlo de desconcertar al ver a esa unicornio atravesando el fuego sin inmutarse con una sonrisa ladeada y mirada oscura.

-¡¿Sun…Sunset Shimmer?!- la reconoció con un ceño admirado ante su apariencia de fuego, sólo para concentrarlo de ira sin perder firmeza-. Tú… ¡¿Tú provocaste esto?!- preguntó mostrando los dientes. -. ¡No has cambiado! ¡De nuevo nos manipulaste!

-Alguien dijo que sólo basta poner cierta cara y pestañear para lograr eso- contestó con cinismo para dar un rápido pestañeo poniendo su rostro de perfil y llevar hacia delante un casco en una falsa modestia -. ¿Qué puedo decir?- preguntó devolviéndole la mirada con una descarada sonrisa -. No importa la criatura que sea. Mi apariencia siempre los va a cautivar.

-¡Traidora!- reclamó con furia para iluminar su cuerno para correr hacia ella -. ¡No permitiré que te lleves el Corazón de Cristal!

-¡¿Esa baratija suya?!- preguntó con indiferencia cambiando el gesto para hacer aparecer una hilera de fuego delante de él pero el Príncipe se catapultó en un salto antes de que las llamas se alzaran más alto y a la vez lanzó varios rayos de su cuerno directo hacia ella mientras aterrizaba -. ¡No quiero su baratija!- exclamó levantando sus alas para cubrirse con ellas y así amortiguar el ataque, sólo para dejarse envolver en esa masa de fuego que empezó a crecer y que se alzó sobre Shinning, quien enseguida creó su potente escudo mágico para resistir el calor de las llamas que se empujaban sobre él. -. ¡Su reliquia tiene un punto ciego! ¡Yo!- le dijo alzando la cabeza envuelta en sus propias llamas sin dejar descanso al fuego que lanzaba sobre el unicornio, que empezaba a sentir el ardor de tener tan cerca tantos grados de temperatura encima, como a sentir leguas de fuego que rozaban ya su carme, saliéndosele muy bajo quejidos del ardor, no pudiendo resistir más el esfuerzo para mantener el hechizo por la fuerza y calentura de fuego, empezando su cuerpo a temblar. -. ¡Vamos, estoy siendo amable! ¿Quieres que termine de una vez?- preguntó con una falsa inocencia para concentrar más la fuerza de su fuego, haciendo de una buena vez, que el escudo se deshiciera.

Shinning elevó sus quejidos para sentirse en una ola inmensa de calor azotándolo como si estuviera en la boca de un volcán en erupción, para que el fuego le aterrizara para terminarlo de consumir. Pero no. El fuego sólo pasó a sus lados, dejándolo sí, debilitado por la fuerza de ejecutar tal hechizo como el ardor del tener ese efluvio de los grados del fuego que se desintegró, dejando al unicornio en el suelo respirando con brusquedad mientras el suelo estaba negro del contacto con las llamas.

-Yo me divierto de…forma lenta…- aclaró Flame para empezar a caminar hacia él con ese elegante movimiento naturalmente coqueto mientras su melena de fuego se alzaba a un lado. -. Es decir…- sonrió ilusionada -…disfrutaré más el dolor de cuando haga de tu esposa una fogata bárbara delante de sus súbditos y tú sin poder hacer nada…. ¡Oh! Cierto. ¡Está embarazada!- disfrutó decir elevando la sonrisa e iluminándose el rostro en una tétrica alegría -. ¡Las embarazadas son tan dulces!- se derritió en decir con un ceño que le dio una oscuridad en su rostro -. Y tan, tan, frágiles.

-¡NO TE ATREVAS!- vociferó con todo el volumen de voz que le salió de su boca mientras se levantaba a volver a atacar y cargar su cuerno pese las heridas.

-¡Sí, sí me atrevo!- amenazó a la vez que evadía el hechizo con un arco de fuego que brotó de sus alas, pero este, era negro. "¡Sólo existe un tiro!" pensó mientras se reía con entusiasmo para que el fuego se deshiciera en vapor oscuro que azotó a Shinning hasta hacerlo retroceder y perder el equilibrio de la fuerza que fue lanzada.

Enseguida, el unicornio sentía recorrerle una sensación cortante dentro de él que le provocó un profundo ardor corporal que le entorpeció los movimientos.

Flame movió sus alas para elevarse varias alturas para solo volar en picada con sus cascos delanteros enfrente, llegando aterrizar al borde del castillo, provocando que una hilera de fuego empiece recorrer el castillo con velocidad, rodeándolo entero, creando un anillo ardiente en el suelo, en el que sus llamas crecieron tan alto hasta encerrarse sobre la punta del castillo, en un domo hecho de fuego.

-¡No, no, no!- bramó el Príncipe lanzando una mirada horrorizada con sus ojos enormemente abiertos y rostro pálido entre los movimientos torpes de su cuerpo, sintiendo sus patas muy pesadas y un repentino abatimiento.

-¡Oooww!- lamentó en burla Flame desde donde mantenía su vuelo viéndolo encerrado en la cerca de llamas -. Sí…¡Ya eres uno de ellos!- celebró Flame -. Ahora, tengo una visita que hacer a la Princesa del Amor- sonrió -. Volveré por ti, para darme el gusto de tu primera expresión al decirte que eres viudo- agregó con malevolencia para elevarse y volar adentrándose al castillo atravesando los muros de fuego, ignorando los gritos del corcel, sólo para sentir que se estrellaba -. ¡¿Qué demonios?!- se quejó por el tonto golpe, para darse cuenta del reflejo que recorría la barrera protectora creada por Cadance. - soltó sólo para expandir la sonrisa y levantar las cejas -. Oooh- repitió, pero con tono más suave y alegre para dar un par de golpes a la barrera -. ¡Al fin un reto!- exclamó para nadie y con un movimiento rápido de sus cascos, contrajo el muro de fuego para concentrarse y pujar con su fuerza las llamas presionarse contra la barrera protectora.

-¡Ah!- se quejó Cadance desde adentro del castillo para sentir en su cuerno iluminado, cómo su barrera era atacada.

La alicornio concentró más magia en él para fortalecer la protección, ahora que veía desde las altas ventanas del salón principal, que estaban encerrados en una prisión de fuego. esto definitivamente ya no se trataba de un fenómenos natural. Era provocado. Tiró aire de su boca entre la angustia del esfuerzo que debía explotar para defender el Imperio. Los ponies de cristal estaban presos del miedo, con el trauma del Rey Sombra resurgida creyendo que volverían a estar bajo el dominio de algún malvado. El abuso, la esclavitud, ¡No, no de nuevo!

La temperatura empezó a subir anormalmente. El calor se podía hasta respirar, literalmente, atrapados en un horno, sudando desmedidamente mientras sentían arder su piel de a poco.

Cadance tenía la mandíbula tiesa y cerró los ojos con fuerza, contrarrestando la potencia con la que se empujaba el fuego que cubría el castillo, pero asimismo, Flame empujaba con toda su energía y esfuerzo para que su fuego mágico penetre la barrera y pueda obligarla a romper el hechizo.

-¡Cadance!- llamaba Shinning impotente mientras guardias trataban de manera inútil empujarse contra éste con sus escudos -. ¡Aaahh!- reclamaba del dolor punzante recorriéndole la cabeza al tratar de realizar un hechizo, pero el dolor era indescriptible como para dejarlo -. ¡CADANCE!- gritó desgarradoramente impotente mientras los latidos de su corazón azotaban su pecho y sus ojos ardían en las lágrimas de dolor, sabiendo que todo lo que amaba y le importaba estaba dentro, en esa jaula de ardientes llamas.

Expulsaba aire entre sus dientes apretando con fuerza la dentadura, al mismo tiempo varios gritos se elevaban dentro del castillo.

-¡CADANCE!- empezó a nombrarla en histeria, respirando agitado, gritando su nombre, con sus lágrimas empezando a brotar desesperadas de sus ojos.

"Quiero que dejes un mensaje mostrando la belleza de la que está hecho tu fuego", resonó aquellas palabras en Flame.

-¡Aaaah!- gritaba Flame con su cuerpo encendiéndose más fúlgido de dorado, emanando más de su energía mientras las llamas de sus melenas danzaban violentas otorgándole la fuerza de su fuego, contrarrestando la magia alicornio de Cadance, quien estaba impresionada del poder de quien estaba del otro lado para que su magia se vea amenazada y una posible desventaja.

-¡Largo, largo, largo!- bramaba ella agitada, cobrando el esfuerzo que hacía evocando su energía para defender las vidas en peligro, incluyendo la suya, mientras caminaba entre los ponies que eran azotados con el inmenso calor, como si caminara en contra de un huracanado viento, aproximándose hacia la entrada del castillo y hacer cara a lo que se enfrentaba -. ¡Vete de nuestro Imperio!- exclamó en un grito severo mostrando su ceño firme y ojos protectores como intimidantes mientras se le resbalaban unas lágrimas, hacia la figura de la unicornio que se dibujaba a través entre el fuego frente a ella, sin poder reconocer que era el cuerpo de Sunset Shimmer, pero al tener las patas traseras estiradas y juntas, las delanteras enfrente, su fuego de alas extendidas y la fuerza que abría su cola de fuego, daban la forma y alusión, a un fénix, emanando la fuerza fúlgida de su luz que encandecía en demasía hasta hacerle arder completamente la vista a la alicornio en un brillante color dorado que parecía tener el mismo sol cayéndole encima.

Pero entonces, un agudo dolor en su vientre la hizo hincarse. Cadance jadeó desdibujando el ceño, ablandando sus ojos, al sentir un espasmo tras otro bajo su estómago, dándose cuenta recién, no sólo del repentino silencio que se creó después de los llantos y gritos histéricos de los ponies de cristal, sino también, de una humedad entre sus patas traseras.

Su cuerpo se puso rígido y frío. Con su cabeza pesada tal concreto, Cadance, aun con su cuerno encendido, mecánicamente movió su cuello a un lado para mirar hacia atrás, hacia no solo los rostros consternados con ojos aguados entre los ponies de cristal, sino a donde estaban, a orillas del delgado camino de sangre que había dejado ella al caminar hacia la puerta.

"Cadance, no puedes abusar de tu magia en estado de gestación".

"Llevas una frágil vida allí dentro".

"Nuestro hijo".

"Ponte a salvo".

Los ojos de la alicornio rosa se abrieron enormemente, ardiéndoles enseguida de las capas de lágrimas que se acumularon repentinamente y se desbordaban en gotas grandes por sus mejillas.

Había esforzado demasiado su cuerpo en el hechizo, y su bebé, no resistió.

La Princesa jadeó profundamente, sólo para lanzar un grito rabioso y de lamento mostrando su cara enfrente de nuevo con su ceño profundizado, cargando su cuerno hasta el límite, pero igual lo hacía Flame con su cuerpo, que le devolvía a sí mismo un ceño fuerte pero una sonrisa expandida, sintiendo la ola de su dolor, por lo que vio allí el momento adecuado. Separó sus cascos delanteros para extenderlo a los lados de su cuerpo, sólo para llevarlos enfrente de golpe junto con sus altas alas, lanzando una onda expansiva de toda su incandescencia dorada acumulada en su cuerpo para que su magia se expandiera en un arco dorado y al final, hiciera reventar la barrera protectora, haciendo que Cadance desprendiera un cortante grito para ser expulsada hacia atrás por la fuerza en la que la venció, con su cuerno chamuscado emanando un hilo de humo.

-¡NO!- corearon los ponies de cristal, rodeando enseguida a la desmayada Princesa para recuperar masivamente sus apariencias de cristal y su brillo.

Su Princesa había expuesto no sólo su vida, sino la de su bebé con ella, para protegerlos. Ahora, le estaban en completa en deuda. El amor de protección hacia su Princesa los llenó y con la misma velocidad que se desbordada el fuego sobre ellos, todos se inclinaron hacia el suelo para emanar la magia de cristal, la cual corrió deprisa hacia el Corazón de Cristal y éste brillara con una radiante luz clara, más fúlgido que antes y empezando a girar con toda su fuerza para emanar no sólo una, sino dos mágicas ondas expansivas que se extendieron por todo el Imperio, cortando de hecho toda esa masa de fuego que amenazaba las vidas dentro de él, como cesó la expulsión de lava y con ellos, la segunda onda expansiva terminó por expulsar a Flame, levantándola con violencia a largas distancia lejos del Imperio de Cristal.

La fuerza y el poder de la magia de la reliquia la noqueó por completo, dejándola inconsciente mientras seguía siendo lanzada en el aire, estrellándose sobre una montaña helada y cayó revolcándose en su inclinada forma tal muñeca entre la nieve que se derretía por su solo contacto, pero al seguir cayendo y revolcándose entre golpe y golpe de la rocosa, la incandescencia de su cuerpo se apagó, sus alas desparecieron mientras su melena de llamas recuperaba la apariencia de una melena común y el rostro perdiera esa piel estirada y misántropa, recuperando su suavidad y umbral cálido.

-¡Cadance!- la llamó desesperado Shinning Armor entre su cuerpo molido sólo para detenerse en raya en pleno camino hacia dentro del castillo, dejando sus ojos tiesos y se le olvidaba respirar, al ver el camino de sangre que conducía hacia el salón principal, donde su amada estaba echada inconsciente entre los culposos llantos de los ponies de cristal.

El grito de dolor y lamento del corcel resonó en todo el lugar mientras se precipitaba en su encuentro.

Entre caída y caída, Flash Sentry había llegado en muy mal estado a Ponyville. No pudo decir mucho, pues había perdido el conocimiento tras como sus heridas habían empeorado tras el mayúsculo esfuerzo que tuvo que hacer para que avisar lo más rápido que podía la situación por lo que pasaba el Imperio de Cristal. No pudo subirse al tren pues el horario no coincidió para su mal, y no había ninguno. No tuvo tiempo qué perder que volar directamente al pueblo más cercano que lo hiciera llegar a Ponyville. Siendo la ubicación del Imperio de Cristal en la región ártica, no le facilitó la labor.

Twilight Sparkle apenas fue avisada por sus amigas, no perdió tiempo para dirigirse al Imperio con toda la angustia encima que, aunque sus amigas se ofrecieron a acompañarla, ellas les dio indicaciones para acelerar la investigación mientras se marchaba con pabellones de guardias para enfrentar cualquier amenaza que se cruzarían.

Pero ocurrió lo que más temía.

Llegó tarde, sólo para que una ambiente apesadumbrada la cubriera encima en un estado deplorable que se encontraba el Imperio. La Reina atravesó el lugar con los escoltas mientras los ponies de cristal que la miraban, agacharan su cabeza al verla pasar. Twilight mandó a un grupo de guardias al servicio para ayudar mientras sus cascos se mantenían helados y el corazón cada vez perdía rapidez de sus latidos al acercarse al castillo, encontrándose con unos guardias imperiales que a sí mismo agacharon la cabeza hacia ella colocándose en fila horizontal delante de ella.

-Majestad…

-¿Qué ocurrió? ¿Dónde están Cadance y mi hermano?- interrogó Twilight con una horrible sensación invadiéndole el cuerpo. Los guardias levantaron la cabeza y les contó todo.

La cabeza se le puso pesada, como sentía una punzada filosa atravesarle el centro de su pecho, dañando a su corazón en el proceso.

Twilight tenía su frente pegada a la puerta donde se encontraban su hermano y cuñada. Estaba tomando aire, dejando que sus lágrimas no empeoraran el de por sí, difícil momento que atravesaba la pareja.

El bebé. Ya no estaba.

Su muy querido hermano ya no sería padre. Ni su tan estimada ex niñera y actual cuñada sería madre. Y ella, ya no sería más tía.

Twilight apretó con fuerza los ojos mientras estos ardían y su garganta quería reventarse. Aspiró con fuerza mientras levantaba la cabeza, tomando fuerza ante la tragedia y abrió la puerta, sólo para quedarse quieta con las lágrimas ganándole la guerra de no llorar, al encontrarse con Cadance acostada de lado en la cama, con el rostro demacrado de pena, mejillas con lágrimas secas y melena completamente desarreglada, al parecer, dormida, aferrándose del casco de su esposo que mantenía una pata delantera que cruzaba su pecho en un abrazo, estando él pegado a su lomo y su rostro tras su cuello, asimismo, con los ojos cerrados, teniendo partes de su cuerpo con vendajes al tratarse sus quemaduras.

Twilight no quiso quebrar ese minúsculo momento de quietud que parece apenas entraron y salió del cuarto cerrando despacio la puerta para dejar salir un quejido mientras se dejaba llevar por sus lágrimas.

Creía que este lugar era el único a salvo y seguro tras lo ocurrido anoche, pero ahora, comprobaba que se equivocó.

La magia del Corazón de Cristal había impedido que esa neblina de magia oscura azotara el Imperio, y parece que no tan satisfechos, lo atacaron directamente. Pero, ¿Por qué? ¿Por simple maldad? ¿Qué buscaban con todo esto y por qué, con qué bases?

Tantas y tantas preguntas le invadían que no sabía contestar ninguna. Gruñó entre el correr de sus lágrimas para recuperar la compostura y salir de ese pasillo. Salir y buscar en la biblioteca del Imperio de Cristal.

Debía encontrar todo lo relacionado con el Corazón de Cristal. Estudiarlo a cabo y rabo tras que éste permitiera tal tragedia cometerse. Pues no sólo se había perdido la vida de su sobrino, sino de varios ponies de cristal víctimas del fuego y lava que se alzaba sobre ellos.

La reliquia había reaccionado por sí sola ante la magia oscura de aquella neblina de anoche. ¿Por qué no lo hizo cuando, lo que sea en el cuerpo de Sunset Shimmer, atacó directamente? Se quedó quieta un momento entre los estantes de libros. Los cráteres ahora secos que había tanto dentro y fuera del Imperio, según comprobaron los guardias, tenía una profundidad que debía conectar a varios canales en un mismo sitio que anidaba lava.

Twilight tenía conocimiento de los volcanes inactivos que había bajo el suelo ártico. De alguna forma, con su manipulación al fuego, ella pudo haberlo activado o conducido la lava creando túneles en el proceso. No podía siquiera dudar si fuera capaz de eso. Sintió una corriente fría en pensar que pudo derrotar a Cadance. Derrotar la magia del alicornio.

La magia que poseía el cuerpo de Sunset Shimmer era más de lo que hubiera imaginado.

Llevó unos libros sobre una mesa, con su magia abriéndolos todos pasando los ojos, lanzando vistazos atentos en cada uno, todos con alguna información sobre el Corazón de Cristal, más allá de lo que alguna vez leyó solamente como una reliquia que funciona con la luz de esperanza de los ponies de cristal para proteger el Imperio de cualquier magia oscura, incluyendo la del Rey Sombra. Entiende el punto de por qué el Corazón de Cristal perdió poder y fuerza cuando el pánico y miedo de los ponies de cristal lo hizo debilitar, pues la misma Celestia le contó de esa dependencia en el primer instante de cuando le platicó la existencia de aquel Imperio. Pero lo que no entendía es por qué permitió la entrada del cuerpo de Sunset tratándose de… ¿o no?

Twilight suavizó un ceño desprendiendo la mirada de los libros. La magia que tenía…no era ¿oscura? ¿No era maligna? Pero si no era magia oscura, según les había contado Las Rainbooms, Sonata Dusk decía sentir oscuridad en ella. A menos que…no se refería a la magia en sí, sino su…

-…alma- dijo en voz alta para sí misma -. Su magia es positiva, pero su espíritu es oscuro- parpadeó sacudiendo la cabeza -. Su magia representa la del fénix, y el fénix siempre ha representado la esperanza, la luz. Un alma oscura está conduciendo una magia pura en nuestra contra y usándola a su favor- se aventuró a deducir.

*Flashback*

-"Nunca la he visto transformada- había dicho Twilight en su forma humana anoche durante el baile -. Cuando casi lo hace en Equestria sin llegase a completar, fueron Rarity y Trixie las únicas que la vieron. Ambas ponies coincidían en que daba temor pero asimismo, esa incandescencia que emanaba, era algo…precioso.

-Bueno…si ignoramos el susto que casi nos envuelve en fuego…-dijo Rarity -…sí, es algo muy bonito de ver para ser una…amenaza.

-¿Y quién dice que debe verse mal para que lo sea?- preguntó Rainbow levantando una ceja.

-No entiendes- le dijo Twilight -. A lo que quiero llegar es que para ser una magia oscura, no lo aparenta como normalmente se presenta por su naturaleza. Da un contraste a lo que es con lo que aparenta ser. Además de que nos recuerda a la majestuosa apariencia del ave fénix. Esta criatura mágica no es oscura ni mala, sólo violenta cuando se ve en amenaza real. ¿Entonces por qué Sunset parece transformarse en una y provocar caos a donde vaya, actuando en contra de lo que representa el ave?- se cuestionó con frustración".

Twilight se había quedado sin mover un músculo ante ese recuerdo y lo que deducía. Entonces es eso. Esa magia del fénix era pura, no oscura, sólo mal usada por ese ser. Jamás había escuchado o leído de esa clase de magia manipulada no en el ave sino en un pony, pero su poder parecía mayúsculo en ella. Pareciera que ni la Princesa Celestia lo sabría tampoco o lo hubiera mencionado ante las características que habían sido hablados con Sunset Shimmer de vuelta a Equestria.

Parpadeó, ante la posible idea de…¿Es acaso el espíritu de un fénix dentro de Sunset? ¿Podría ser? ¿Por qué no? Bueno, para empezar…¡¿De cuándo acá un fénix posee ponies al azar?! ¿O no era al azar? Twilight lanzó un gruñido ante tantas preguntas sin respuesta, para levantarse de golpe y teletransportarse a un nuevo estante y derribar un libro relacionado sobre fénix en la mesa.

-Si su magia representa al fénix, entonces tiene todas las cualidades y habilidades de uno- se dijo pasando páginas y detenerse en una para empezar a leer a prisa para asentar lo que podría hacer su enemigo -. "El Fénix habita normalmente en los volcanes de la isla habitada por dragones y sólo baja para anidar sus huevos. Es un ser muy benevolente y noble aunque tiene la tendencia a volverse muy agresivo y volátil cuando se enfurece hasta el punto de destruirlo todo a su paso. Puede usar su cuerpo para emitir grades capacidades de luz que dejan ciegos a sus oponentes. Sus garras son muy afiladas, produce fuego viviente el cual es imposible de extinguir hasta su propia orden. Tiene una hermosa habilidad de que sus lágrimas pueden sanar cualquier herida a otros seres y tiene la capacidad de regenerarse, otorgándole una descomunal resistencia física y la…- parpadeó -. La inmortalidad- reconoció con un temblor en sus labios para desprender un momento la mirada de la página para asimilar la idea de enfrentar un ser eterno y con un poder totalmente independiente que la hacía prácticamente indestructible.

No necesitaba buscar otro o una fuente, como el resto de enemigos, bastaba con el suyo propio.

Volvió la mirada a la página para saber más. De dónde vienen. Qué debilidad tienen. Pero sólo encontraba lo mismo que leía en otras publicaciones y le daban más razones para solidar que tienen una amenaza poderosa que enfrentar. Y esa es solo una. Faltaba el otro que se mantenía en el cuerpo de Moon White, aquella en la que veía que sí era una magia oscura por todo lo que había hecho y provocado.

-Con veneno…- pensó sumida en sus pensamientos.

-¿Twilight?

La reina respingó rompiendo su ensimismamiento para desviar la mirada hacia a un lado y encontrarse a Cadance cerca de ella. Ni siquiera la sintió llegar. Parpadeó lento ante esa imagen acabada de la pena de la alicornio rosa, quien debía estar reposando tras…pues, la intervención que debió tener.

-Cadan…

-Lo siento- le interrumpió con sus ojos cristalizados bajando la cabeza, con mucha vergüenza de estar en su presencia -. En serio lo siento mucho, Twilight. Lo lamento tanto y espero que algún día me perdones.

-¡Cadance!- la nombró para abrazarla enseguida con un nuevo nudo en la garganta -. No tienes por qué disculparte ni yo qué perdonar.

-Por supuesto que sí- jadeó adolorida descomponiendo el rostro -. Yo…yo…- cerró con fuerza los ojos -. ¡Yo maté a mi bebé!

-¡No!- le replicó enseguida para escucharla romper en un inevitable llanto -. No, Cadance, no- repetía para abrazarla más y acariciando su larga melena en el trayecto -. No…no te culpes. No es tu culpa. Tú no…tú no lo mataste. Fue una tragedia. Una desgracia. Buscabas defender las vidas en juego, incluyendo la tuya propia por tu hijo.

-Pero en el trayecto…- decía ahogándose en sus propias lágrimas y palabras.

-Lo sé- le murmuró manteniendo el consuelo del abrazo, reconociendo el dilema que debió atravesar su cuñada en ese enfrentamiento directo que tuvieron ambas ponies.

-Mi bebé…era una unicornio- farfulló pujando sus palabras agudizando los oído de Twilight -. Tenía su pelaje rosa pastel, sus ojos violetas y la…la melena celeste…- lanzó un quejido -. Era tan hermosa, Twilight y tan…tan chiquita…era tan frágil…- se le extinguió la voz y se cubrió sus ojos con un casco mientras su pecho se alzaba en el hipar de su llanto, al recordar ese minúsculo cuerpo, de una onza, apenas desarrollándose.

Twilight descompuso el rostro. ¿Cómo…tuvo el valor de ver el cuerpo inerte de su bebé? No quiso hacer preguntas, sólo le mantuvo el abrazo mientras las cubría el suave calor del rayo de sol filtrarse por la ventana de la biblioteca.

Par de horas más tardes, volvió a ver la luz.

Sentía su cuerpo abatido, dormido y punzando en diferentes lados. Empezó a parpadear, abriendo sus ojos azules para reconocer sin inmutarse que estaba en una habitación blanca.

Flash Sentry recordaba haber llegado a Ponyville, o más bien, su cuerpo ya no pudo mantenerlo más consciente tras caer en picada sobre la tierra. Una de tantos azotes contra el suelo que se dio, en especial su arduo viaje de cruzar el ártico en tales condiciones.

Se removió en la cama, con la necesidad de extender sus alas por sentirlas incómodas cuando alguien se levantó junto a él para asomarse y verlo.

-Ya despertaste, ¿Cómo te sientes?- preguntó una pegaso de melena de arcoíris. El corcel le dirigió la mirada con una minúscula sonrisa amigable ante la amable sonrisa de la pegaso.

-Hola- saludó con voz rasposa, aun sintiéndose algo atontado por la anestesia, arrugaba un poco la frente -. Tú eres…

-Rainbow Dash. Tú Flash Sentry. Lo sé- soltó con una risita que sólo ella entendería -. Claro que sé quién eres…

-Ah…- dudó el corcel extrañado por eso para volver a moverse para acomodar sus alas.

-Yo de ti no haría eso- se aceleró en decir Rainbow curvando la cejas, repentinamente incomodada -. Mejor…llamo al doctor, ¿sí?- dijo pero vio la insistencia de corcel de acomodarse y prefirió estar aquí.

Flash le mantuvo la mirada con un suave entrecejo mientras buscaba inútilmente acomodarse, sintiendo extraño su lomo cuando…se quedó tieso, deteniéndose de golpe. El corcel entonces cerró los ojos y movió un casco a su ala izquierda. Okey. Estaba recogida por la venda. Ahora, fue a la otra. Okey. Lo que suponía.

No estaba.

Su ala derecha no estaba. Había sido amputada.

-Por Celestia…- exclamó con un suspiro abatido.

-Yo…ahm…lo siento…- decía la pegaso profundizando las curvas de sus cejas mientras veía al corcel expulsando aire por la boca manteniendo sus ojos cerrados y se pasaba un casco a los ojos, restregándolos con fuerza, asimilándolo -. Bueno, tu ala derecha estaba muy dañada- trató de explicar incómoda de tener ella que darle la noticia -. Recibió quemaduras graves, la forzaste a volar un tramo y el frío del ártico no ayudó, que al tardar ser tratada gangrenó unos tejidos de no sé qué y…

-Entiendo- le interrumpió para expulsar el aire y tragar fuertemente saliva mientras abría los ojos hacia el tumbado y parpadeaba un par de veces. Lanzó un profundo suspiro para asentir varias veces y devolver la mirada en ella -. ¿Dónde está la Reina Twilight?- preguntó retomando seriedad -. Supongo que en el Imperio de Cristal- se contestó él mismo -. Apenas llegue debo hablar con ella. De que quien atacó el Imperio habló conmigo- frunció el ceño -. No solo buscó matar a la Princesa Cadence y todos del Imperio, sino que amenazó la vida de la reina. Piensa deshacerse de los alicornios que quedan- no perdió tiempo en decir mientras Rainbow Dash absorbía lo que decía con urgente atención.

Pinkie Pie y Fluttershy cruzaban un pasillo de un hospital de Yeguadelphia. Ambas tenías sus cejas curvadas por los ponies de aspectos angustiados y apesadumbrados que estaban allí por sus conocidos unicornios. Entraron a una habitación grande con alrededor de una veintena de camas. Según les dijeron, aquí reposaba la unicornio Minuette. Se adentraron en silencio con una pesada sensación al ver los unicornios en sus camas rodeados de quienes serían familiares o amigos. Unos cuantos pasos más y se detuvieron en una cama donde una unicornio azul estaba acostada hecha ovillo con los ojos cerrados. Creían que estaba dormida, pero apenas sus sombras se posaron sobre ella, Minuette abrió sus ojos gastados con un arco bajo ellos, y entre su rostro decaído, iluminó una sonrisa al verlas, en especial a Pinkie Pie, pues era la única amiga de Twilight con la que había compartido mayores momentos.

-Hola- saludó la unicornio haciendo sonreír a Pinkie, pues pese el malestar, Minuette conservaba esa chispa suya, aunque un poco apagada, pero permanecía ahí -. Me da mucho gusto verlas- dijo arrastrando las palabras para aclarar su garganta y hablar mejor -. ¿Cómo me encontraron?

-Twilight mandó a la guardia a buscarte- contestó Pinkie para levantar un casco para ponerlo sobre el suyo -. ¿Cómo estás?

-He estado mejor. Eso es seguro- bromeó levantando más la sonrisa pero suavizando un ceño -. Quisiera irme a casa. Este lugar es un poco deprimente- sinceró bajando un poco la sonrisa mientras las dos ponies paseaban la mirada a la habitación. Tenía razón.

-Ahm…nosotras vinimos de parte de Twilight…- habló Fluttershy tímidamente llamando la atención de Minuette -…ella no pudo venir pues…ahm…pasó algo urgente que debía atender- se explicó para que la unicornio desapareciera la sonrisa y se mostraba un poco lívida.

-¿Pasó algo malo de nuevo?- se angustió.

-Ahm…no estoy segura…- se limitó en decir, pues no quería expandir el pánico diciendo que el Imperio de Cristal había sido atacado cuando no tenía toda la información. Mejor esperaría a que Twilight regrese para contar lo sucedido tal cual.

-¿Twilight me busca para que la ayude con pócimas?- se aventuró a decir Minuette sin borrar la mueca de angustia de su rostro.

-Sí. Necesitamos ver el pasado de Moon White pero usando algún otro tipo de poción que conoces más fuerte para eso- contestó la terreste rosa y la unicornio abrió más los ojos.

-Moon White…- repitió abriendo y cerrando la boca -. ¿Saben de él? ¿Qué pasó con él?

-¿A qué te refieres?- preguntó Pinkie con más interés mientras la pegaso se acercaba más para escuchar.

-Él ayer fue a verme- contó enseguida -. Y estaba mal. Bueno, mal de enfermo y mal de mal- sacudió la cabeza -. Estaba triste y tenía fiebre- se aclaró mejor -. Lo recibí y lo dejé dormir después de darle una medicina. Cuando lo vuelvo a ver, estaba delirando en fiebre. Lo llevé al hospital. Estaba muy mal. El doctor le hizo muchos estudios y le dijo que no le quedaba mucho tiempo de vida- agregó empezándole a vidriar los ojos, cosa que dejó a Pinkie y Fluttershy realmente sorprendidas con esa información que ignoraban -. Se puso muy mal. Muy triste y enojado. Se puso a gritar, decía cosas muy tristes. Yo traté de calmarlo pero me echó del cuarto. En ese momento él estaba sordo a mis palabras así que decidí dejarlo solo para que él mismo se calmara y podría después hablar con él- tragó saliva sacudiendo la cabeza -. Lo dejé solo menos de media hora y cuando volví al cuarto. Él no estaba. La ventana estaba abierta…- parpadeó, incrédula -. Estábamos en el quinto piso. Creí lo peor. Que de la desesperación pues…se había lanzado- se sacudió con la sola idea -. Pero me asomé y no había nadie. Lo buscaron del hospital pero fue…como si se hubiera esfumado.

-O se fue volando- pensó Pinkie Pie para intercambiar una mirada con Fluttershy.

-¿Volando?- dudó Minuette arrugando la frente -. Ni que fuera alicornio.

-…- callaron ambas mane, comunicándose con la mirada, pues sabían que él ahora tenía alas.

-Y respecto a las pócimas- agregó Minuette haciendo que ellas concentraran su mirada en ella -. No creo que pueda ayudarles. Para hacerlas uso mi magia y…como verán, no podemos hacer uso de ella. Pero…- recordó -…ayer, antes de que Moon White se pusiera mal, dijo que estaba creando un hechizo para poder viajar al pasado para así no depender de los recuerdos.

-¡¿Qué?!- corearon ambas ponies.

-¿Y lo sabes?- preguntó Pinkie Pie y Minuette torció el gesto para negar con la cabeza.

-No. Lo siento.

-Ay, no…- lamentó Fluttershy entrecerrando sus ojos vidriosos y llevándose los cascos a su pecho. -. Esto está mal. Muy mal. Es horrible- empezó a lloriquear. -. Hay muchas cosas malas pasando y…y…

-Fluttershy…- la llamó Pinkie curvando sus cejas mientras veía a la pegaso comenzando a llorar de la angustia. -. Calma. Ya, ya veremos como solucionamos esto. Siempre lo hacemos- trataba de calmarla abrazándola de lado, para dar una mirada al triste cuadro de los unicornios abatidos, pensar qué nomás estuvieran haciendo en ese otro mundo sin poder cruzar, no tener idea de qué estaban en ambos unicornios ni lo que pasaba, así como el ataque al Imperio de Cristal que, por el estado que llegó ese pegaso, fue peor que lo que fue con el Rey Sombra -. Tranquila…- susurró, también para ella misma manteniendo el abrazo y miraba a la angustiada mirada de Minuette.

El médico terminó de revisar a la unicornio Trixie Lulamoon, quien quedó aún en reposo. Se había mareado producto de la contusión y más vale un nuevo chequeo para prevenir y no lamentar.

Gruñó contrariada mientras escuchaba de mala gana las indicaciones del terrestre de bata blanca.

-La acumulación de líquidos en los tejidos causados por la edema leve cerebral, inflamó más su hinchazón y presionó su cerebro, lo que causó el terrible mareo que describió- diagnosticó -. Debe mantener reposo absoluto. No se altere o su presión arterial subirá y le provocará un nuevo mareo por la hinchazón. Sea constante a las horas que le digo tome la medicina para reducir los líquidos que retiene de la inflamación.

La unicornio había fruncido el ceño, enojada por sentirse…frágil. Y todo por culpa de la inestable Shadow.

No estaba en cama por estar afectada como los unicornios, pero sí por la estúpida reacción de Shadow de hacerla golpear de cabeza. El doctor le hizo tomar la medicina y le colocó una nueva bolsa de hielo tras su cabeza. Cuando se marchó, Trixie pudo lanzar un suspiro y cerrar los ojos, recordando el cómo Pinkie Pie había entrado al cuarto interrumpiendo su conversación con Twilight y avisó del pegaso herido viniendo del Imperio, el cual dijo haber sido atacado. Trixie suavizó un ceño, contrariada. Escuchando que lo encontraron con heridas de quemaduras, enseguida se le vino a la mente que habría sido Sunset Shimmer e instintivamente se llevó el casco a su pecho, donde estaba mucho más sana la huella de la quemadura que esa unicornio le hizo esta semana. Debía acelerar las cosas con Shadow, ya perdió suficiente tiempo por el mareo.

"Ya estamos solas" anunció aún con jaqueca del dolor de cabeza. "Trixie se sintió muy mal por un momento".

"Más vale te recuperes pronto o arruinarás nuestros planes" sentenció Shadow enseguida. Trixie apretó los dientes, paciente.

"Bueno…Trixie no estuviera con medio cerebro tonteado a no ser por ti" la acusó para relajar más la mente, no alterarse. Aspiró e inhaló. "Shadow. No perdamos tiempo. Debes empezar por el principio" le dijo "¿Quién eres tú?" preguntó.

"Eso ya lo sabes".

"¿Lo sé?" desafió. "No creo que lo sepa".

"Lo sabes" respondió un tanto irritada para hacer una pequeña pausa "Yo soy la primera alicornio. Yo soy quien primero conoció estas tierras, porque era lo único que conocía, lo único que importaba y lo único que debía proteger. Las tierras y todo lo que había dentro de ella" dudó un momento "Incluyéndola a ella".

"¿La Princesa Celestia?" se aventuró decir.

"En ese entonces no había títulos ni nada qué gobernar. Sólo éramos…nosotras" dijo con la voz menos defensiva, escuchándose hasta melancólica.

"¿Cómo sabías que debías proteger estas tierras?".

"Sólo lo sabía" contestó enseguida recuperando firmeza de su voz "Ustedes se ganan su Cutie Mark y entienden su destino. Nosotras nacimos con la nuestra ya en nuestros flancos. La mía era de un destello de luz con una hilera de sombra cruzándola por la mitad. Por eso desde que tengo memoria, sabía que debía proteger las tierras mágicas que me vio nacer" su voz empezó a escucharse fascinada "No existen tierras como las de… Equestria, como la nombraron. La magia y las criaturas que existen en ella son únicas. Una joya rara y preciosa que como tal, debía ser protegida a costa de los demás, porque yo sabía, que como existía la luz, existe la oscuridad, y detrás de lo que creías luz, había oscuridad. Por eso mi instinto me llevó a convertirme en la guardiana de estas tierras mágicas. Protegerlas de que nadie que no haya nacido aquí dentro, no podría habitarlas ni saber de su existencia" lanzó un suspiro "Mi cuerpo…mi cuerpo era hermoso. Mi pelaje era gris claro, ojos rojos y melena gris oscuro. Crecí, era aún muy joven cuando dejé de envejecer, congelada en mi juventud. Era fuerte. Veloz. Evocando mi magia de mi cuerno, mis alas…" enmudeció un momento para gruñir "¡Y Celestia lo mató!" gruñó furiosa.

"Shadow, Shadow. No te desvíes" la paró Trixie enseguida.

Mi cuerpo, lo mató!" insistió en una repentina rabia, lo que hizo Trixie contrariarse.

"¡Vamos, Shadow, concéntrate!"

"¡¿Qué vas entender tú?! ¡Celestia mató mi cuerpo y condenó mi alma de por vida!" empezó su cantaleta de siempre. Trixie se llevó ambos cascos a sus sienes.

"¡Ya vas a recuperar tu lugar, Shadow!" trataba de calmarla "Ambas nos vengaremos de las injusticias que hemos pasado. Cada uno va a pagar su burla. Pero necesito que te enfoques de rescatar Equestria antes de que en serio, pierdas tus tierras para no declararte vencida" improvisó enseguida.

"Tienes razón" exclamó aun con su voz defensiva pero un poco más permisiva "La reina se equivoca. Mi futuro no es con ella. Mi futuro es contigo. Tú eres más digna de gobernante que la protegida de Celestia, traicionera e injusta como ella".

"Lo sé" le contestó con seriedad "Por eso concéntrate para poder salir de esta prisión y tener en mis cascos el amuleto y por las malas demostrárselo a ella que juntas no tenemos rival".

"Jamás tuve un rival. Nunca teníamos rivales ¡Hasta que….hasta que…!" se enfureció de nuevo.

"En orden, Shadow. No omitas nada de lo que sabes. Nos servirá cualquier información de lo que sabes de Equestria" le llamó la atención.

"¿Cómo qué?" preguntó seca.

"Como los fénix" contestó enseguida "El qué tienen que ver con todo lo que sucede"

"¿Que qué tiene que ver?" preguntó con gracia "¡Todo! ¡Todo, Trixie! ¡Absolutamente todo!"

"¿Pero cómo?" dudó "¿Cómo unas simples aves mágicas pueden ser una amenaza?"

"No subestimes el poder que no conoces" llamó su atención ella esta vez "Son más de lo que crees. Son seres muy viejos, incluso más que yo. Son eternos como los alicornios, pero con superiores ventajas, como el que su cuerpo resurja de sus cenizas cada quinientos años, asimismo, son más viejos y su magia es una poderosa fuente de poder, que entre más tiempo se resucitan, se concentra más su fuerza. Ahora, que sólo quedan alicornios mortales…se ven en mucha desventaja, así que si yo la enfrento, tengo más ventaja sobre su reina, pues así como soy la primera alicornio, soy la última en su tipo; la de los inmortales".

Shadow hizo silencio ante sentir el de Trixie, quien asimilaba lo que acababa de decir con un suave ceño entre sus cejas y ojos rosas oscuras bien abierto, pasando su vista hacia el Amuleto del Alicornio que reposaba en la caja de madera a su lado.

"En serio, yo tengo más probabilidades de encarar a Flame, que sus alicornios" agregó para que Trixie abriera más sus ojos.

"¿Flame?"

"Flame y Zephyr" aclaró "Pero tienes razón. Antes de saber sobre estos fénix, debes saber el principio. Sólo así entenderás lo que eran".

Un joven de piel ámbar, ojos azules y cabello castaño salió de un taxi de prisa para encontrarse al pie de la amplia entrada de un hospital, a uno de ojos y cabellos azules, que estaba pegado al muro con su leal chaqueta negra al lado de otro vestido más sport de ojos verdes y piel celeste claro. Flash Sentry se apartó de la pared al igual que Soarin al ver a Caramel caminar hacia ellos.

-¿Todavía no ha llegado Cheese?- preguntó enseguida el castaño.

-Aún no – avisó Flash para ambos mirarse con cierta angustia -. ¿Qué les dijiste Caramel?

-Lo que sé cómo el resto- contestó con voz baja, entre ellos, sabiendo que se refería al interrogatorio que pasaron los estudiantes de Canterlot High tras lo ocurrido ayer. Después de horas, al fin habían podido irse y recién se encontraban.

-Sí, el resto sabe lo que tú pero sabiendo eso hablaron en contra de ellas- aclaró con seriedad con el mismo tono prudente de voz -. ¿Tú hablaste en contra de Las Rainbooms?

-Por supuesto que no- aclaró -. Y se ve que tú tampoco.

-Obvio que no- respondió sacudiendo la cabeza con un ceño -. Es una tontería hablar mal de ellas cuando han usado su magia para defender al alumnado de esos ataques que hemos tenido.

-Pero es eso mismo- intervino Soarin integrándose a la conversación con la misma prudente voz-. Esos mismos ataques los ha conducido a hablar mal de ellas. Mucho peor cuando una de ellas atacó contra ellos y es la razón por la que estamos aquí ahora.

-Tienen miedo- pensó Caramel en voz alta, mirando a ambos -. Ya no confían en la magia después de lo de ayer- entrecerró los ojos -. Murieron compañeros y hay heridos aun en hospitales. Buscan seguridad en las autoridades.

-¿Y qué gran cosa harán las autoridades contra la magia?- ironizó Flash en una fuerte susurro -. Es estúpido. ¿Qué conseguimos? Estamos bajo su lupa. Nos prohibieron hasta hablar con los medios y mencionar lo sucedido. ¡Estamos en las mismas, hasta peor!

-No informaron todo a los medios lo que ahora saben para impedir que se cunda el pánico- dijo Caramel moviendo su quijada de un lado a otro -. Ya ven que sólo quisieron pasar como un trágico incendio.

-Como si quieren pasar por tontos de nuevo. Algunos estudiantes no quieren repetir la historia y corren por su cuenta el rumor de que una Dama de Fuego provocó todo esto. Unos negando y otros acertando. ¡Ya no se ponen de acuerdo y sólo provocan el pánico e incredulidad!

-Todos tienen miedo- exclamó Soarin -. Incluyéndonos y creo que las propias Rainbooms lo tuvieron, porque ni parecían saber lo que está pasando.

-Pero son ellas realmente las que pueden hacer algo- le dijo Flash -. Lo hicieron una vez, lo hicieron dos.

-Pero esta tercera no- comentó Soarin tirando una profunda exhalación -. Y habrá una cuarta. En cualquier momento. Igual o peor que la anterior.

-Soarin…- lo nombró Caramel lanzándole una mirada, incomodado con una sombra de sí, de desasosiego. El aludido lo vio igual.

-Es una realidad- le dijo Soarin con seriedad con su corazón un poco acelerado -. Y creo que toda la ciudad se ha visto afecta de un modo en saber de un anormal incendio y del rumor de una Dama de Fuego que atacó a un grupo de estudiantes.

Compartieron un silencio entre sus miradas preocupadas y esa angustia en la boca del estómago con ese entrecejo intranquilo. Caramel resopló mirando su reloj.

-¿A qué hora vendrá Cheese?

-Eso de la visa lo debe estar retrasando- dijo Soarin aun con ese rostro tensado-. Ahora como es testigo, como el resto, tiene prohibido dejar el país.

-Entonces vamos entrando nosotros- opinó Caramel y en acuerdo, los tres ingresaron al edificio.

Unos minutos después, tocaron la puerta de una habitación y abrieron despacio, encontrándose con un hombre en la pequeña sala que tenía el cuarto para los visitantes y que a un lado estaba la puerta que daba entrada hacia donde estaba el paciente.

-Chicos- sonrió suavemente el hombre rompiendo su ensimismamiento y poniéndose de pie del sofá.

-Buenas tardes- saludó Flash mientras ingresaba con el resto-. Vinimos a visitar a nuestro amigo. Hace poco pudimos librarnos del interrogatorio.

-Queríamos verlo cómo está tras el... accidente y eso- agregó Soarin. -. Dejarlo tranquilo si se encuentra afectado.

-Lo…lo que dijeron- dijo Caramel titubeante señalándolos, ganándose la mirada de ambos por su "gran intervención" pero el hombre levantó un poco más la sonrisa, sabiendo cómo eran los amigos de su hijo y se esforzaban por ponerse prudentes, pues los recuerda escandalosos cuando estaban juntos.

-¿Cómo está?- preguntó Flash y el hombre hizo a un lado la boca.

-Tiene laceraciones en todo el cuerpo- les dijo con una mueca -. En especial la espalda. Está…- aspiró entre dientes, como si a él le ardiera, arrugando la frente -… está completamente lacerada, los cortes…- sacudió la cabeza para borrarse la imagen -…tuvieron que darle varios puntos para cerrar las heridas. Pero fuera de eso, está bien- suspiró sólo un poco más aliviado de que no pasara a peor destino como los muertos confirmados de la escuela, para mirar la preocupación y pena de los tres muchachos. Él les suavizó la sonrisa -. Estoy seguro que se animará en verlos. Pasen- consintió.

Los amigos asintieron y pidieron permiso mientras cruzaban la pequeña sala para asomarse a la entrada de la habitación, donde vieron a un joven de piel gris claro y ojos dorados, acostado en una cama con una intravenosa colgando sobre su cabeza conectada en una mano, con sus brazos estirados rectos en su cuerpo, que la manga de la bata de hospital blanca que usaba dejaba ver algunas suaves cortadas que sólo parecían haberse tratado con yodo al ser superficiales, pero otras partes estaban cubiertas de gasa. Thunderlane tenía la mirada clavada hacia la televisión, las noticias precisamente, la cual obvio, estaba informando sobre lo sucedido en Canterlot High. A su lado en una silla, estaba su madre, que mantenía una mirada aguada de angustia hacia el televisor con su mano sobre la boca, pero apenas sintió la presencia de los tres chicos, desprendió la mirada hacia ellos y forzó una sonrisa.

-Chicos, qué sorpresa- exclamó con sinceridad mientras Thunderlane recién se dio cuenta de su existencia y los miró.

-Vinimos a ver si sobrevivió- quiso bromear Caramel pero el chiste fue fuera de lugar dado las circunstancias e incomodó el ambiente.

La madre de Thunderlane tensó la sonrisa como el rostro. Flash y Soarin en sincronización dejaron de respirar y cerraron los ojos ante su imprudencia.

-¿Y después el tonto soy yo?- habló Thunderlane en chiste para ablandar la situación, el único que tomó tranquilo el comentario.

-Hay que hacerte honores- improvisó la gracia Caramel con risita avergonzada rascándose tras el cuello.

-Bueno…- habló la mujer poniéndose de pie de la silla -…los dejo para que hablen, muchachos- sonrió amable para salir de ahí.

Ni bien la vieron irse, Flash le dio un manotón tras la cabeza a Caramel mientras Soarin lo golpeaba en la boca del estómago.

-¿"vinimos a ver si sobrevivió"?- repitió la frase Flash acusándolo con la mirada en un ceño -. ¡Literalmente nuestro amigo sí sobrevivió a ese ataque! ¡¿Cómo pudiste bromear eso delante de su madre?!

-¡Cuando estoy nervioso sólo escupo! ¡Escupo!- se defendió enseguida.

-¿Cómo te sientes, amigo?- preguntó Soarin a Thunderlane mientras se acercaba él, atrás fueron Flash y Caramel.

-Sino respiro no me duele- comentó levantando una ceja y lanzar un suspiro cerrando los ojos por el dolor de solo expandir su pecho. Algunas penas movía los brazos sin que el dolor sea insoportable-. Eso es lo de menos- sinceró abriendo los ojos y verlos con un entrecejo -. Esto es una completa locura- dijo para mostrar su mirada hacia el televisor y volver a subir el volumen levantando despacio un brazo para dirigir el control remoto al aparato, viendo imágenes de lo que quedaba de las instalaciones de su escuela, siendo entrevistado solo oficiales, autoridades y cierto alumnos con identidad protegida por ser menores de edad que decían solo del incendio -. Mienten y desmienten. Se contradicen. No sé qué sea peor. La verdad incierta o la mentira certera- dijo con amargura aun con el ceño para mirarlos -. Vinieron aquí a interrogarme. Mis padres como yo tenemos prohibido hablar de lo sucedido.

-Igual que todos- comentó Flash y Thunderlane tiró una risa seca sólo para gesticular de dolor por contraer el cuerpo para eso.

-Esto de andar ocultando nunca nos llevó a ningún lado. No puedo creer que aunque saliera a la luz todo, se sigue negando pero esta vez de manera mediática.

-Y esto es peor pues la ambigüedad sólo altera más a la gente.

-Además que si hablamos de más, nos penalizan por cuatro a siete años por "alterar gravemente la paz pública" ahora que nos falta un nada por tener la mayoría de edad- dijo Soarin -. No sé si los que lanzaron ese rumor en la redes sociales sobre Sunset Shimmer ya están siendo penalizados aunque fue anónimo, no sé si ya los habrán encontrado.

-Lo que pienso es dónde están ellas- pensó Thunderlane con la mirada de vuelta a la pantalla pero sin hacer mucho caso -. Dónde está…Applejack.

-Mejor que no lo sepas- opinó Caramel -. Así proteges su ubicación de la policía.

-Sí, oye- asintió Flash con un ceño reprobatorio -. No les vi ninguna buena intención con cualquiera que vaya presentando magia.

Thunderlane suspiró cerrando los ojos, sintiendo un solo dolor en todo el cuerpo por esas heridas que aún le latían, ignorándolos sólo para recordar esos ojos verdes vidriosos mirándolo con una calidez que se había guardado, sólo para perderle la vista cuando los cerró mientras abría sus labios con los suyos en un minúsculo beso, pero que logró transportarle a todo un maravilloso sentimiento, sin poder del todo disfrutar la novedad que le haya correspondido al fin.

Thunderlane abrió de vuelta los ojos para ver a sus amigos ensimismados, con la mirada al vacío, cada uno pensado no sabría qué pero de seguro por todo este lío que ocurría. Sin duda estaban afectados por la consternación de anoche, él también lo estaba. Estaba preocupado por este incierto con Sunset libre por allí, pero sentía una doble preocupación adicional por su rubia.

"Te quiero" había leído en sus labios antes de desaparecer en ese auto.

Thunderlane cerró de nuevo los ojos al sentir que le ardían.

Hubiera deseado hacer más, mucho más, por ella., deseando donde sea que esté, estuviera a salvo ahora que se había ganado con el resto de sus amigas, no necesariamente gente contenta por la magia y sólo les serviría de obstáculos, como si ya no tuvieran suficientes.

Entonces frunció el ceño.

-No sé ustedes…- rompió el silencio llamando la atención de los chicos mientras los miraba-…pero no pienso quedarme de brazos cruzados.

El sol de la tarde empezaba a ocultarse para dar paso a la noche, en un atardecer que pintaba el cielo de cálidos colores rojizos y dorados, en un majestuoso degradado, manteniendo un cielo repleto de nubes blancas, pero aun así, convocando un silbido fino de la delgada y suave ventisca helada paseándose entre los pinos cubiertos de nieve, el único sonido que se expandía desde el alto de la nevada.

Las nubes empezaban a liberar suavemente minúsculos copos de nieves, aquellos que aterrizaban sobre un cuerpo, que mientras más avanzaba el descenso del sol, empezaba a cubrirlo para dejarlo poco visible y pueda confundirse con una pila de nieve más.

El frío helado entraba a sus huesos, dejando entumecidos sus músculos que dejaba su cuerpo tieso. Era filoso, penetrante y hasta doloroso, agregando el latir y punzadas de las cortadas y golpes ante la caída de varios metros que se dio tras el brusco golpe al chocar con la montaña.

Pero sentía.

Aquel cuerpo a medio enterrar de la nieve, empezó a moverse mecánicamente, aun incrédulo que tuviera el control para hacerlo. Sus movimientos eran lentos, descoordinados, pero eran los suyos. Su corazón latía nervioso y abatido. Las lágrimas que saltaban de sus ojos sabían anormalmente más saladas de la tristeza y dolor de su alma, pero eran las suyas.

Sunset Shimmer alzó su cabeza y su cuerpo dejando caer la nieve que la había cubierto, en una parada con sus patas que le temblaban del frío como del dolor y del miedo.

No podía asentar una pata trasera pues el solo intentarlo el hueso quebrado la hacía experimentar un fuerte dolor. Sentía el ardor de varias cortadas de su cuerpo como de sus moretones, así como un dolor interno en su organismo, un párpado caído que le impedía ver bien del ojo izquierdo que el pestañear le dolía, y le ardía una oreja que sentía húmeda, pues de ahí había brotado sangre.

Aun temblando, bajó la mirada de donde se había puesto en pie para ver esa nieve ciertamente manchada color rosa por la mezcla de la blanca nieve y su sangre. La ignoró con la mirada muerta y vacía, levantando despacio su cabeza al sentir una molestia en su cuello que le latía del dolor y trató de caminar, buscando un lugar en específico, un lugar apropiado.

"¿A esto se define mi vida?" se preguntó, caminando de manera casi inconsciente, como un zombie, mientras arrastraba su pata mala, esforzándose a caminar entre la nieve "¿A perder el control, siempre? ¿A perder a quienes amo y dañarlos? Tengo el control ahora. Pero eso no me asegura que no volveré a perderlo" continuó caminando, dejando un camino de sus huellas pero que la nieve que caía las cubriría hasta hacerlas desaparecer para siempre "Esto es un ciclo que no termina. Es cierto" jadeó en su mente mientras sentía escurrirse sus lágrimas a las mejillas, sintiendo molestia y dolor por el párpado caído al pestañear y tener que llorar.

"Yo no puedo amar. No puedo darme el lujo de amar y ser amada. Porque sólo soy…dolor" agregó para detenerse y divisar lo que quería encontrar y continuó su camino "Sólo hago daño. Apenas me entrego y creo hermosos momentos, estos se pudren y mueren por mí" cerró los ojos temblándole la barbilla.

"Realmente lo siento, Moon White. Eras mi mejor amigo. Fuiste paciente, amable y no me juzgaste como los demás potrillos. Fuiste la primera definición de amigo que aprendí. Me recibiste en tu pequeña familia, eras mi hogar… y te dañé. Me habría gustado tanto recuperarte, aunque en serio no te culpo si no crees más en mis promesas. Lo siento de nuevo" sus ojos ardieron con el profundo dolor de su pecho.

"Gracias, Twilight, por motivar a que me den una segunda oportunidad y tener esas cinco maravillosas amigas humanas. Por acogerme, ayudarme y creer en mí al regresar a Equestria aunque todos estaban en mi contra. Pero te equivocaste conmigo. Ellos tenían razón. Gracias por darme mi último recuerdo de felicidad al dejarme ir al baile. Antes de que todo se volviera oscuro para mí, para todos" para esas alturas, su garganta reventaba mientras su corazón empezó a latir afanoso y nervioso mientras donde se dirigía sentía el frío filoso de una ventisca más helada mientras el sol ya había desaparecido, empezando a cubrir una tenue oscuridad.

"Gracias Rarity, por darme la experiencia de "cosas de chicas". La verdad nunca las tuve antes. Aunque no son mi prioridad como lo es para ti, fue divertido. Gracias todo lo que hiciste sin esperar nada a cambio, siempre servicial y tan generosa. Gracias Fluttershy por hacerme apreciar la paz que puede darme la naturaleza. Era como tener un pedazo de Equestria. Nunca conocí a alguien más sensible y amable que tú. Gracias Pinkie Pie por recordarme que siempre debo buscar una sonrisa, no sólo en mí, sino provocar en los demás para su felicidad. Gracias Rainbow Dash por enseñarme a ser tenaz y leal a los míos en las buenas y malas. Applejack. Gracias por preocuparte y ser tan atenta. Ese tipo de atención me recordaba a alguien de Equestria. A la madre de Moon White. Suena extraño, pero la atención que emanabas era muy maternal y me hiciste sentir cobijada en su mundo cuando se volvió nuevo otra vez para mí. Rarity, Rainbow Dash, Fluttershy, Pinkie Pie y Applejack. A todas ustedes, las amo. A cada una. Me enseñaron, de nuevo, a ser amiga para alguien" calló cuando se detuvo a orillas del abismo.

Su corazón latía desquiciadamente nervioso, inseguro y miedoso. Sus sentidos parecían afanados, descontrolados. Era normal. Era una sentido de alarma, de alerta ante ponerse cara a cara con la profundidad de agujero frente a ella. Sunset empezó a ahogarse de su llanto, lanzando quejidos, con no solo su cuerpo roto, sino su espíritu.

"Trixie Lulamoon" la nombró sólo para concentrar la mirada hacia el abismo, deshaciéndose en llanto mientras su corazón se aceleraba anormalmente, como gritándole que se alejara de allí. "Darte una segunda oportunidad fue la mejor decisión de mi vida. No sé por qué, pero ayudarte me hizo descubrir todo el tesoro que tenías por entregar y no pude evitar querer de él. Pasar tiempo contigo y perdernos en charlas era un tiempo tan bien invertido. No me cansaba de hablar, de reflexionar, de reír y escuchar tus puntos de vista. Llegué a quererte tanto. Eras mi confidente. Mi cómplice. Mi mejor amiga. No podía dejar de pensar en tu felicidad, en tu justicia. Sólo quería cuidarte y ser la mejor persona posible para que nuestra amistad nunca terminara ni se vea amenazada pero…" aspiró haciendo un ruido fino salir de su boca mientras ya no podía controlar su respiración de tanto llanto "...no…no puedo seguir...no aguanto que sufran. Gente y ponies inocentes están muriendo por mí solo existir. Yo no soy la enemiga. Pero ella habita en mí y por ti, por Las Rainbooms, por Twilight, por Moon White, por todos a quienes amo y alguna vez me amaron, y por las inocentes vidas que corren peligro mientras yo exista. Yo…me sacrifico por amor", lanzó una mirada hacia el cielo, viendo como aún caían los copos de nieves de manera lenta y suave, sólo para bajar la mirada y pensar, que el peso de su cuerpo le haría caer de manera contraria; rápida y violenta.

Podía empezar a oir los fuertes latidos de su corazón mezclarse con el silbido de la brisa helada y el castañeo de sus dientes. Su pecho empezó a subir y baja, empezando a hiperventilar violenta sin desprender la mirada del agujero, temblando toda. Trataba de que su cuerpo responda pero éste quedaba tieso, enterrándose sus cascos en la nieve, haciendo a Sunset llorar de la frustración e impotencia, sintiéndose cobarde, egoísta al no tomar el valor de liberar a los demás de este problema. Del incierto que siempre había sido ella. Cerró con fuerza los ojos pese el dolor que le causó por su párpado lastimado, sin poder de dejar temblar.

"Sabía que no podías hacerlo…"

Un resuello espantando salió de la boca de Sunset al escuchar esa voz en su cabeza, acelerándole el pulso de manera desquiciada mientras le temblaba la boca.

"Eres patética. Te has dejado contagiar de ellos, y por eso mismo es que ahora no eres nada más que pedazos de lo que eras".

-No…no…por favor, ya. Detente- suplicó horrorizada con un temblor en su cuerpo. -. ¡No resisto más dolor! ¡Detén esto, por favor!

"Siempre quisiste poder. Ser adorada. Que te respeten, ¿cierto?. Este es tu destino ¡Déjate llevar por mí de nuevo y verás, como dejarás de sufrir!"

-¡Pero ya no lo quiero!- gritó desesperada. no...- lamentó con dolor. -. ¡Sufriré mientras los demás estén sufriendo! ¡Sin mí tú ya no podrás dañar a nadie más!- vociferó con ansiedad y nerviosismo, para que su cuerpo se sacudiera violento y dejarse patinar entre la nieve, lo que la hizo caer al filo para resbalarse directo al abismo.

NOOOO!" bramó furiosa la voz en su cabeza, mientras Sunset caía, pero deslizándose por la rocosa nevada de ésta, golpeándose y cortándose en el trayecto pero aterrizó es una repisa rocosa que sobresalía del abismo, aterrizando de golpe que le cortó la respiración.

"¡MALDITA UNICORNIO! ¿CÓMO TE ATREVES? ¡TÚ NO TE MUERES!"vociferaba retumbándole la voz agresiva por toda la cabeza.

-¡Ya no! ¡Por favor! ¡Basta!- bramó entre sus quejidos aguantando los nuevos moretones mientras se colocaba los cascos sobre su cabeza -. ¡No resisto ver que uses mi cuerpo para matar y hacer daño! ¡No quiero morir, no!- jadeaba -. ¡Pero no daré vida a este cuerpo si es para el mal!

"¿TU CUERPO?" reclamó violenta "¡ES MIO! ¡SI PUDIERA DESHACERME DE TI, LO HARÍA, PERO NO PUEDO! ¿SABES POR QUÉ? ¿EH? ¿QUIERES SABER?" toreó colérica "¡PORQUE TÚ SÓLO ERES UNA PARTE DE MÍ!" respondió ella misma mientras Sunset se quedaba tiesa con un ceño "¡TÚ NACISTE SIENDO AMBICIOSA, EGOÍSTA, VANIDOSA y CRUEL PORQUE TÚ SÓLO ERES YO! ¡TÚ ERES MI REENCARNACIÓN Y TU CUERPO EN REALIDAD ES MI CUERPO!".

-No… ¡No, no, no!- se negó derramando nuevas lágrimas, histérica. A este paso solo perderá el juicio -. ¡No es cierto! ¡Yo no soy lo que dices! ¡Yo dejé de ser lo que era!

"¡Porque eres débil, débil! ¡Heredaste características mías pero yo soy la de la fuerza! ¡Yo soy la del poder! ¡Yo soy la única que puede manipular la magia del fénix!" sentenció para que Sunset empiece a sentir ese ardor dentro de ella empezándola a carcomer. "¡Me aceptaste en el pasado! ¡No me importa si no me aceptas en el presente porque soy más fuerte que tú ahora!".

-¡No! ¡Déjame, no!- suplicaba mientras empezaba a retorcerse, luchando y tratando de que no dominara su cuerpo. -. ¡Basta, detente, por favor, no!- jadeaba con su voz cortante.

"¡Esta fue la última vez que pierdo el control!" se determinó con profunda seriedad en voz intimidante. "¡Tú eres sólo mi parte débil! ¡Seré yo ahora la que te refunda a la oscuridad!".

Luchaba, en serio, Sunset luchaba por recuperar el control, pero entre quejidos y lamentos, Sunset podía sentir ese delirante ardor cómo la carcomía y la volvía en nada, perdiendo la visión, la sensibilidad y se perdía en una profunda oscuridad donde sólo viviría una pesadilla sin final.

"Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento" se repetía una y otra vez, pudiendo ver en lo que le quedaba de fuerzas, imágenes entrecortadas de todos esos seres que habían entrado y ganado un especial lugar en su corazón, uno que no dejaba de latir entre dolor, dolor y más dolor.

"¡Te dije que tú no puedes amar! ¡Te dije que sólo habría dolor! ¡Tonta sentimental!" decía mientras la unicornio sentía como ese ardor que la cubría entera empezaba a mitigarse, porque empezaba a perder el control. El cuerpo de Sunset se dejó arquear con su vientre hacia arriba, quedándose tiesa mientras recuperaba la incandescencia, su melena se moviera como flamas y su lomo desprendiera sus alas envueltas en fuego.

Flame abrió los ojos, mirando el cómo seguía cayendo nieve desde la boca del abismo, para ver como se hacía nada al evaporizarse apenas se acercaba a ella, ni siquiera logrando el contacto. Las heridas que tenía cicatrizaron en pocos segundos. Mientras su cuerpo se recuperaba de sus heridas, descansó su espalda con su respiración profunda, inflándole el pecho y cerró los ojos.

-¡Tu dolor sólo provocará más dolor!- bramó con fuerza y airadamente en un ceño marcado para desprenderse de ese suelo y volar por el abismo y salir de él disparado.

Encontró en un recóndito espacio entre la montaña, donde había un portal abierto para ella. De ahí salió, por ahí entró.

Llegó dentro de la cueva de vuelta a su forma humana. No encontró a nadie. ¿Habría salido? Miró hacia la entrada de la cueva, comprobando que ya estaba oscuro también. Asintió para sí misma, sabiendo que por eso salió. Mantuvo el ceño para apretar sus manos hasta formar un fuerte puño.

Había fracasado. Una vez más. No pudo lograr su cometido con el Imperio de Cristal y perdió el control de nuevo. La estúpida magia de esos ponies de cristal hicieron que su reliquia reaccionara ante su intervención, caso contrario su magia pasaría desapercibida por ese pedazo de cristal. Una magia pura reconoce otra magia pura. Pero no la energía del alma. El punto ciego del Corazón de Cristal. Pero ahora ya estaba advertida de su presencia. Debió llevárselo. Deshacerse de él. Pero…

Sus puños temblaron latiéndole la sien, sintiendo un nudo en el centro de su ser y admitía con amargura que él tenía razón. Su desesperación y vanidad siempre sería su debilidad, en especial si subestima a sus enemigos. Apretó los dientes, recordando que él la recibiría con una sonrisa cínica esperando que diera detalles de su nuevo fracaso. Tal vez a eso se refería con aprender la lección de una buena vez.

Sus planes, siempre tenían huecos, huecos que después se daba cuenta, que eran absurdos. Pero es que en el momento que sentía su poder liberado…su mente se dormía perdido en la superioridad que sentía sobre los demás. Le era difícil. Inevitable. Pero él…

Era meticuloso, paciente, sereno, y eso…y eso…

Gruñó con cierta desesperación de impotencia.

Ella tenía un gran poder pero nunca la había llevado a nada. Entonces cerró los ojos. Si era tan necesario aprender completamente de esa otra alma, entonces lo haría. Si eso la hacía más poderosa, prestaría atención lo que planeaba y prestar mejor atención a los recuerdos de Sunset Shimmer y así hundirla para siempre.

Flame quedó iluminando el fondo de la cueva. Frunció el ceño en determinación mientras formaba un puño. Y la violación a los recuerdos y emociones de Sunset Shimmer empezó.

-¡Rarity!

-¡Noooooooooooooooo!- lamentó la modista entre las chicas en cuanto Golden la nombró.

La pelinaranja estaba sola enfrente de ellas. Habían pasado cada una individualmente entre Bonbon y Golden, para poner en práctica todas las habilidades de su magia. No habían perdido tiempo y ahora hasta la noche, seguían en, sí, entrenamiento. La modista tenía sus cejas encorvadas y sonrisa nerviosa mientras se ponía en pie.

-No te molestes, querida. Pero…ehm…prefiero a Bonbon- se aclaró lo más simpática que pudo señalando hacia donde Bonbon estaba apegada al muro con el audífono en su oreja.

-¿Ah sí?- preguntó Golden de manera amable y dulce usando la empalagosa voz de "Carrot Top" -. Pues yo prefiero que CIERRES EL PICO Y VENGAS ENFRENTE COMO DIJE- profundizó y alzó su voz como militar mientras le tiraba un entrecejo fuerte y señalaba a un lado suyo -. ¡Muévete!

-¡No me traste así! ¡Soy una chica!

-¡¿Y yo qué soy, Rarity?!- reclamó manteniendo el ceño.

-¡La verdad no lo sé! ¡Te ves como una pero eres ruda y salvaje como un rufián! ¡No eres una dama!- reclamó cruzándose de brazos y dándole media cara respingando la nariz.

-Sí, sí. Me hiciste llorar con ese comentario. ¿Ahora podrías venir enfrente? ¿O prefieres que yo vaya por ti y te HAGA venir enfrente?- se complació decir también cruzándose de brazos y levantándole una ceja.

Rarity dejó abrir enormemente los ojos.

*Flashback*

-"¡Ya voy, ok, ok, lo haré, iré enfrente contigo!- reclamaba Fluttershy de cabeza, colgando con sus piernas dobladas sobre los hombros de Golden que le sujetaba los pies entre la mirada absorta de las demás.

-¿Segura? Porque si no estás segura bien puedo alivianar tu cabeza aterrizándola al suelo y lo pienses mejor- canturreó como quien no quiere la cosa".

Rarity entonces miró hacia atrás y vio que Fluttershy mantenía sus ojos sumamente abiertos en un Deja Vu con la amenaza que acababa de dar Golden. La modista regresó su mirada en Golden mientras caminaba.

-Rufiana… - la pelimorada mientras se ponía en posición frente a ella y convocaba su transformación. La pelinaranja la examinó con una mirada inquisitiva, viendo los diamantes que cubrían su torso y los guantes que le llegaban hasta el codo.

-Velocidad no es fuerza- dijo sin preámbulo en la concentrada mirada de Rarity sobre ella-. La fuerza es aceleración y debe tener peso detrás de esa velocidad. Un golpe rápido no golpeará fuerte a menos que coloque algo de su peso del cuerpo detrás de él. Mover todo el cuerpo una pulgada golpea más fuerte que mover un brazo o un pie. Tienes que mover todo para obtener la fuerza máxima del peso en el golpe. Utiliza las piernas, los músculos más grandes en su cuerpo generarán la mayor fuerza. Gente que golpea sólo con sus brazos nunca golpearan con fuerza real- la miró -. ¿Entendido?

-¿Me…vas hacer golpear?

-¡¿Entendido?!- repitió severa.

-¡Sí, sí!- contestó un tanto fastidiada. -. Peso da velocidad a la aceleración de la fuerza al dar un golpe. No solo fuerza de brazos sino del cuerpo.

-Bien- asintió para posicionar sus brazos y empezar a explicar movimientos y técnicas de golpe.

Las demás la escuchaban con atención mientras observaban cómo le acomodaba los brazos a Rarity y el cuerpo para apretar las manos en puños, estirándolos completos y los consejos que, cada que iba explicando, su voz se volvía más suave pero sin perder la firmeza de su tono. Applejack estaba descansando su espalda en muro rocoso. Bonbon la había nombrado a ella para darle indicaciones. Por un lado sintió alivio que haya sido ella, no porque temiera de Golden, sino porque era irritante, aunque eso no le impedía la gran curiosidad que tenía de descubrirla, porque de por sí, Golden Harvest…¿Quién era Golden Harvest? Lo que no siempre se ve es todo lo que define a una persona. Y sabía que pese mostrarse ciertamente antipática y mandona, Golden parecía ser alguien que se preocupaba mucho por los demás. No sólo por tomarse la gran molestia de haberles preparado con tiempo un escondite, y las ayude a manejar sus poderes. Pues…de manera innecesariamente extrema y exagerada, había sido un factor importante el que ella y Thunderlane estén juntos, aunque por fuerza mayor se encontraban separados por el momento. Y aunque ve la manera de molestarla, sentía que entre líneas, se preocupaba por ella. Aun pese lo abierta que ha sido de admitir que también gustaba Thunderlane, Golden los unió. Aunque parece que nunca tuvo la real intención de quedarse con él o quitárselo, dejando siempre su camino libre a la relación.

Golden enviaba mensajes ambiguos que trataba de interpretar. Porque sentía que decían más de lo que aparentan. Applejack caminó hacia donde Bonbon permanecía de pie, que al sentir que se acercaba enseguida posó sus ojos celestes en la rubia mientras la veía acercarse.

-¿Siempre ha sido así?- preguntó la vaquera directamente, señalando con la cabeza a Golden.

-¿Te intriga Golden?- preguntó aunque sabía que era obvio. Su compañera se había buscado la atención de Applejack por sus últimos acercamientos...peculiares con ella así que no la culpa.

-Más o menos. Sí- sinceró mirándola fijamente -. Tú sigues siendo tú. La misma Bonbon que hemos conocido. Has sido honesta en cuanto a personalidad. En cambio Golden, no. Ella tiene algo que…me inspira…-sacudió la cabeza, sin entenderlo -…preocupación.

-¿Preocupación?- repitió suavizando un ceño, interesada.

-Sí- se mordió el labio, pensativa, mientras devolvía la mirada en las instrucciones que Golden tenía con Rarity -. Siento que…aunque es alguien que a leguas puede defenderse sola…necesita ser protegida- ladeó la cabeza mirándola de nuevo, ver esa repentina concentración de Bonbon hacia ella -. No puedo evitar esa sensación y por eso, no puedo enojarme con ella.

Bonbon le desvió la mirada abruptamente, como si le quemara verla directamente a los ojos, apretando el audífono que tenía mientras veía a la alta pelinaranja.

Y pensar lo bajita y pecosa que era.

*Flashback*

-¿Sweetie Drops?- escuchó a alguien saludar al pie de la mesa de trabajo donde estaba sentada. Bonbon, de brazos cruzados apartó su mirada de enfrente para ver a una niña al parecer de su edad que dibujaba una forzada sonrisa que realmente intentaba ser amistosa. -. Soy tu…eh… compañera. Bueno, eso me dijeron y…

-¿Cuál es tu nombre?- le cortó el habla. Su voz salió seca y seria entre su voz aguda infantil.

-Ahm…- parpadeó Golden ante su expresión huraña -…Golden Harvest- contestó pero ella le mantuvo ese semblante serio que al perecer le intimidaba.

-¿Cuál…es….TU…nombre?- repitió la pregunta de manera más lenta y entre pausas, haciendo énfasis en "tu". Golden hizo a un lado la boca con un ceño resignado e incómodo.

-Carrot Top.

-Es un nombre estúpido.

-N-no lo elegí yo.

-Nadie elige el nombre- la miró de pies a cabeza despectiva -. Como tampoco eligen a su compañero- agregó para aumentar la inseguridad de la pelinaranja.

-Ahm… ¿Cuál es el…?

-Bonbon.

-Oh…pues…

-Sí, también lo odio.

-Pero…- sonrió -… te queda.

-¿Qué?- gesticuló con fastidio mientras concentraba más su mirada en ella, viendo como la niña se ponía lívida de los nervios.

-Ehm…ahm…p-pues….

-Balbuceas mucho. Es irritante. Eres cobarde. Te van a comer viva aquí y se van a deshacer de ti.

-¡Oye!- reclamó queriendo sonar seria pero su semblante inseguro no lo hacía funcionar. Bonbon le levantó una ceja sacudiendo la cabeza. -. ¡N-no lo harán!- replicó con cierto nerviosismo con una sombra de temor entre un ceño. Bonbon parpadeó ante ese semblante de miedo e inseguro. "A la fuerza te quitarán el miedo".

-¿Por qué mi nombre falso me queda?- preguntó y Golden relajó sólo un poco su cuerpo.

-Pues eres muy…- decía mirando su cabello bicolor bien peinado, su rostro delicado, el pulcro vestido rosa que usaba, su parada educada, pero también esa mirada ácida, tieso semblante y la voz seca con la que hablaba -… ¿dulce pero…amarga?- contestó cohibida pero para su sorpresa, logró hacer sonreír a quien sería su compañera. "Ya veo" pensó Bonbon. "Tesoros escondidos que arrancarán de la tierra".

-Eres buena observadora.

-Ahm…gracias.

-Siéntate de una vez.

-…claro…- asintió y se sentó en la silla junto a ella para mirarla forzando una sonrisa. -. Y…

-No me hables.

-Okey- contestó regresando enseguida su vista alejada de la de ella".

Una aspiración de admiración a la vez del sonido de algo romperse le cortó el recuerdo cuando las demás habrán visto que Rarity había destruido una parte de un extremo del muro por el golpe que lanzó. La modista quedó impactada pero a la vez se sonreía viéndose su puño entre su guante hecho de diamantes que cubría gran parte de su extremidad, siendo de ese material duro y resistente.

-¡Un buen gancho tuyo le rompería el cráneo a cualquiera!- celebró Golden realmente emocionada con la idea, intercambiando una mirada con Rarity. -. Lo que daría por tener uno de esos guantes; lindos y peligrosos- comentó para asentir manteniendo la sonrisa -. Okey. Definitivamente no quiero acabar como le muro si pones en práctica conmigo esos golpes- dijo con tono divertido que contagió a Rarity, mejorando su humor con ella.

-A diferencia de mí…- habló de pronto Bonbon llamando la atención de Applejack que le dio la cara sólo para verla apartarse de la pared mientras hablaba y sus ojos verdes la siguieran -…ella no fue siempre así- agregó alejándose de allí.

Huyendo.

Sus emociones, aunque ajenas, podía sentirlas a flor de piel. Si ponía cierta atención, podría escuchar una angustiosa hiperventilación que provocaba una sensación recorrerle cada parte de su ser, en una concentrada emoción de ella misma mientras pasaba por cada recuerdo bueno suyo, en la compañía de aquellos…humanos.

Por muy que tuviera cierta ventana para ver su realidad, Flame no prestaba real atención lo que rodeaba y sentía Sunset Shimmer, sólo cuando la angustia y el miedo abrían la puerta de esa ventana que tenía y ella trataba de salir, pero a la vez, Sunset la volvía a encerrar, controlando sus emociones que cuando éstos la sobrellevaban, la ventana estaba completamente abierta para Flame.

Ahora, ella estaba del otro lado, dejando a Sunset con esa minúscula ventana para que sienta y vea lo que sucede, pero encerrada, sin que pueda hacer algo, atrapada en su propia oscuridad.

Y la idea regodeaba de felicidad a Flame.

-Esta vez involucraste a muchos seres- dijo ella, manteniéndose con los ojos cerrados, en una pasiva serenidad, concentrada en ver hacia dentro en un equilibrio que había encontrado, algo que muy, muy rara vez ocurría en ella. -. Unos tienen más prioridad que otros. Son demasiados- empezó a sonreírse con una risa animada -. Pobre, ilusa- se dijo.

-Es agradable encontrarte tranquila para variar- escuchó una voz masculina repentinamente para hacerla desconcentrar y ella girara su rostro hacia la presencia del cuerpo de la forma humana del unicornio, que mantenía sus alas negras recogidas, al parecer, contemplándola desde hace un rato y ella no percibió su llegada. -. Ya no estás ansiosa- comentó viéndola sumamente calmada, a comparación de como había estado esta mañana. Ella elevó una suave sonrisa negando con la cabeza alzando sus ojos sobre él mientras terminaba de acercarse a ella.

Flame lo miró con suma atención. Él tenía una delgada sonrisa ladeada, de una manera ladina y sagaz, con sus ojos satisfechos y frescos. Ella suavizó un ceño, intrigada. A diferente de ella, tenía un semblante de haberse salido con la suya.

-¿A dónde fuiste? ¿Qué hiciste?

-Más importante. ¿Cómo te fue?- se divirtió al ver que ella se tensaba en frustración.

-Creo que ya lo sabes- farfulló entredientes rompiendo su orgullo.

-Flame…- la llamó ya frente a ella, con sus ojos grises enfocándose en su rostro -. Yo te dije. El ataque relámpago se te da muy bien: una táctica de un ataque rápido y sorpresa para impedir que un enemigo pueda llevar a cabo una defensa coherente- levantó un índice -. Pero, el ataque relámpago, sólo incrementa las probabilidades de fracaso si desconoces y subestimas la defensa de tu enemigo. Cosa que haces un siempre.

-Lo sé…- reconoció con voz tiesa con la quijada endurecida con sus ojos cyan duros y enojados. -. Pero les mostré la belleza de la que está hecho mi fuego- se quiso defender. Él se sonrió expulsando al aire suavemente.

-Me habría encantado ver toda esa belleza en su esplendor- sinceró en un lamento, ladeando un poco la cabeza sin desprenderle la mirada con esa aura serena pero a la vez altivo, ilusionado -. Pero ya tendré mi oportunidad- agregó para abrir más sus ojos y erguir su cabeza -. Ahora- dijo de pronto con otro tono de voz -, cumplí con mi trato de que me demuestres si tomamos la iniciativa a tu manera; atacar Equestria, empezando por tomar el Imperio de Cristal. Ahora que lo hiciste… ¿Qué conclusión sacas?

-Que el ataque relámpago no va a funcionar- contestó aun con voz tiesa manteniéndole esa mirada endurecida -. Y debo ser paciente para conocer mi enemigo.

-Entonces, ¿aprendida la lección?

-¡No me trates como una niña!- advirtió punzándole con la mirada y concentraba su ceño mientras sus llamas se empezaban a alzar, cambiando volátil su humor y alzó un puño envuelto en llamas, sólo para que él levantara una mano flameante de llamas negras cubriendo la suya, fusionándose con la suya, sólo para apagar la de ella y se mantuviera la suya.

-Entonces no seas caprichosa e impaciente como una- obvió con la mirada sobre ella y la voz elocuentemente profunda sosteniendo su puño con su mano.

Flame cambió abruptamente su malhumor para iluminar su rostro con sus ojos abriéndose mucho para moverlos hacia donde su puño estaba atrapado, sólo para ablandar el rostro y devolverle la mirada con sus ojos suavizados mientras sus llamas se calmaban en una serena danza de manera hasta adorable. Movió su mano para que él deshiciera la suya sin apartarle la mirada mientras él veía la piel de su rostro incandescente con sus ojos fascinados en el alumbramiento de su mano, haciendo que su color cyan y de su piel dorada brillante, transportara esos atardeceres que con su gloriosa mezcla de colores pincelaban el paisaje, y sentir como abría su palma con sus delgados y largos dedos y poder entrelazarlos con los suyos, sin que las llamas negras que emanaba se apagaran, admirando así la unión de sus manos.

De sentir la magia que se concentraba en ellas.

Lo miró.

-Siento todo el poder en la palma de mi mano- exclamó embriagada de la sensación de esa magia.

-Aún no…- le corrigió para sólo levantar una comisura de su labio en una rara sonrisa mientras cortaba la distancia para agregar en su susurro-… pero pronto, sí

...

Debo admitir que escribir este capítulo fue un trabajo para reflejar las emociones más oscuras y angustiosas de los personajes por las realidades e incierto que pasan, todo un brebaje de muchas emociones frágiles de escribir y la canción Ghost of love de The Rasmus inspiró bastante mientras escribía y es muy identificable con todo lo que sucede y lo que sienten los personajes. La canción perfecta para ambiente en todo lo que pasan. Si desean darle una escuchada, adelante ;)

Bueno...y eso pasó con el Imperio de Cristal. Aquí no existe esas ventiscas para enterrar el Imperio como el inicio de esta sexta temporada por si acaso, así como del embarazado de Cadance, la idea surgió mucho antes de eso, asi que nada de la sexta temporada es cannon xD Además en el episodio del Imperio de Cristal, se aclara el Corazón es una reliquia que funciona a través de lo que reflejan los ponies de cristal, tanto Celestia como la bibliotecaria aportan eso.

Y las cosas se siguen desglosando y conectando con sucesos pasados hasta en la temporada anterior de Canterlot High Tales xD

¿Qué tienen a decir?

Gracias por leer, dejen review y...

¡Sunny Honey, fuera!

Next Chapter: Corazón de Piedra Estimated time remaining: 0 Minutes
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