La Redención de Twilight
Chapter 39: La Montaña Errante
Previous Chapter Next ChapterLos Prona fueron (Como gran parte de los clanes de Drako) en su dia temidos y respetados adentro y fuera de su país. Se forjaron su fama durante la Guerra Civil que extermino a los Kirin, ya que ellos habían empezado con ella, pero también eran bien conocidos por haber tenido a gran parte de los demás clanes comiendo a sus pies durante gran parte de la misma y su tiempo posterior.
Eran grandes luchadores y guerreros, pero al no tener el incentivo adecuado más que su propia e infinita avaricia los llevaron a hacer grandes atrocidades durante su época dorada. Secuestros, robos, incendios, asesinatos y poca tolerancia caracterizaba muy bien a los Prona.
Su declive empezó el mismo día que mataron a una de las invasoras kirin del país enfrente de su pareja, pero este se aseguró de que quedara una cicatriz dentro de la historia del clan y que se acordaran bien de su nombre: Piasa.
Mato incluso a su líder, Alduán, padre de Odahviing que en vez de buscar venganza decidió que ese era el precio correcto para pagar lo que le acababan de hacer. Sangre de un ser amado por sangre de otro ser amado.
Aun así, este siguió adelante con su revolución ahora al cargo del clan, cosa que a Piasa no le agrado en lo más mínimo. El término de la guerra civil fue tan abrupto que realmente no se sabía porque la razón del final de esta, muchos rumores contaban que tanto El Forajido (Sobrenombre que usaban para referirse a Piasa) como el líder de los Prona decidieron dejar la guerra porque ambos se habían aburrida de la misma, algo bastante alejado de lo que en verdad habia pasado.
La realidad era, que aunque muchos que habían vivido esa época y vieron la rivalidad de ambos y los veían como iguales, estaban muy equivocados. Odahviing era un dragón joven, con toda la vida por delante educado para pelear por lo que quería y tomar a la fuerza lo que no, tenía un clan por el cual pelear y aun muchas cosas por las cuales luchar, por cuales vivir.
Piasa en ese momento de su vida, ya no le quedaba absolutamente nada. Ninguna motivación, ninguna razón por la cual pelear… Pero eso significaba que tampoco tenía nada que perder. Y la furia era su guía sin lugar a dudas.
Al enterarse de que su contrincante iba a tener hijos, decidió robar los huevos antes de que siquiera pudieran incubarlos. Se aseguró de hacerlo enfrente de todo los presentes que pudo y destruyo cada uno de ellos enfrente de Odahviing y su esposa.
Espero que esa fuera el final para su vida, pero su rival en vez de mandar ejecutarlo al instante o de matarlo con sus propias manos se echó a llorar y le pidió perdón a gritos.
Fue ahí cuando Piasa supo que Odahviing no quería a su padre tanto como el decía y que el castigo que recibió el día que murió su esposa no habia surtido efecto hasta ese momento que su descendencia se vio afectada.
Al verlo llorando a sus pies, la piedad y el perdón que pensó que jamás volvería a sentir se hicieron presentes en su corazón. Hicieron un tratado firmando al fin la paz entre ambos. Los Prona dejarían a Piasa vivir y le darían una parte de territorio para que pudiera cazar y demás, mientras que Piasa jamás volvería a meterse en problemas relacionados con los Prona, siempre y cuando estos no irrumpieran el tratado.
Ya no eran rivales, ni amigos, ni enemigos. Eran dos dragones que se respetaban mutuamente y que además, fuera de todo lo relacionado con la guerra se encontraban fascinantes el uno al otro.
Cuando reconoció a los chicos de Odahviing rondando por su cueva, debió de haber ido el a avisarle como advertencia a este que estaban irrumpiendo con el tratado, pero ya no quería meterse en más problemas con el mismo, decidió mejor esperar a que se diera cuenta. Y hubiera ido detrás de Celestia si ella no le hubiera pedido lo contrario.
"Espero que este bien" pensó angustiado mientras volaban hacia el centro de Drako, en donde estaba la Montaña Errante, hogar desde hacía milenios de los Prona.
Los viajeros veían impresionados desde la altura el país, el calor seguía siendo algo insoportable pero no peor a cuando estaban caminando cerca de los lagos y ríos de lava. Era como ver el sol, pero al mismo tiempo no, una vista magnifica como la de la Capital de Kaoru, pero de una belleza distinta, llena de fuerza, luz y destrucción.
Twilight creyó reconocer el pequeño islote en el que apareció cuando la Reina casi la extermino de su propia mente, sintió como se desesperaba, estaban tan cerca y tan lejos al mismo tiempo de encontrar a su maestra y amiga.
Grey Light trataba de mantener su nerviosismo y miedo a raya, habia tenido un encontronazo con los Prona en su viaje anterior a Drako, sabía que eran dragones que si bien no tenían ningún problema con los ponis, tampoco se la llevaban muy bien con ellos. Se alegró de tener a Discord de su lado, aunque no se veia que estuviera en sus 5 sentidos, lo cual también lo preocupaba.
Sin mencionar, que con el cuerno lastimado, su magia no estaba disponible para ayudar en caso de que se necesitara pelear.
—¿En dónde nos vas a dejar Piasa? —Pregunto Discord después de unos minutos de vuelo.
—Los voy a acompañar hasta la Montaña Errante, si llegan ustedes solos puede que no los dejen entrar.
—¿Por qué sería distinto contigo?
—Porque Odahviing y yo nos conocemos muy bien. —Una sombra de rencor le recorrió el rostro al dragón. —Y me conocerá mejor si le hizo algo a mi amiga. —Gruño.
"Menos mal que estamos de su lado y no en su contra" Twilight no podía evitar pensar en qué le diría a su maestra ¿La reconocería? ¿Se iría con ellos? Y lo más le importaba ¿Ella sería suficiente para que cruzara el escudo?
El resto del viaje fue en silencio, interrumpido solo por el ruido de la lava que ocasionalmente explotaba y creaba algunas holas contra la obsidiana, cada uno iba en sus propios pensamientos preocupados de lo que les deparara el futuro cercano y lo que harían al volver a Equestria.
El paisaje no cambio, hasta que a lo lejos vieron una gran cantidad de montañas pegadas la una a la otra, terminando en forma de pinchos, lo cual le daba un aspecto imponente. Conforme se acercaban, se dieron cuenta de que estas tenían talladas en sus laderas y en medio de las mismas lo que parecían ser escudos que no reconocieron, junto con algunos caracteres que no entendían.
—Estas son las Montañas Errantes —Les explico Piasa. —Los dibujos que ven alrededor de ella son los escudos de los clanes que han habitado aquí durante siglos. Y esos de ahí son sus nombres —Dijo apuntando a los caracteres.
—¿Están en dragonico? —Light miraba atento, aunque estaba temeroso, no podía evitar tomar la información que les estaba dando el dragón.
—Asi es, pequeño poni.
—¿Cómo es que nos entiendes si ustedes tienen su propio lenguaje?
—Aquí hablamos una lengua madre, que es el dragonico solo hablamos ese idioma con nativos de Drako, pero también sabemos hablar con fluidez la lengua común, que fue la que nos enseñaron los ponis hace milenios. Es el idioma que muchas especies utilizan y lo conservamos por lo mismo.
Se acercaron más.
—¿Cómo se entre aquí? —Pregunto Discord, al percatarse que las laderas eran tan inclinadas y pronunciadas que no podrían ser escaladas, y estaban tan juntas que apenas y dejaban pasar la lava que salía de ellas.
—Si no es volando o nadando de ninguna forma más. Los dragones terrestres tienen garras fuertes y pueden escalar, pero fuera de ellos nadie más puede hacer eso. Vi que ninguno de ustedes tienen alas, son afortunados de que me encontraran.
"Eso es lo que tú crees" Pensó la alicornio mientras reía un poco para liberar tensión conforma se acercaban más hacia el centro de las montañas.
—La comunidad principal de dragones viven en el centro de las montañas, la gran mayoría pertenecen a los Prona que son los que controlan esta zona del país. Tienen una pequeña ciudad montada, incluso un pequeño palacio para su líder, aunque sigue siendo una cueva como cualquier otra. —Dijo con desprecio.
—¿Pasa algo?
—Los Piasa mataron a mi querida Alina. —Murmuro, decidió ser sincero, antes de que pasara alago y los metieran en problemas —Digamos que… Odahviing y yo tenemos algo de historia juntos, historia que no es bonita. Mataron al ser que más he amado en toda mi vida y yo mate a su descendencia. Espero que no vaya a ver ningún problema.
Se quedaron en silencio, mientras sus preocupaciones aumentaban gracias a lo que el dragón acaba de decir.
Al llegar a la punta de las Montañas Errantes, las sobrevolaron. Fue una vita impresionante para los viajeros, entre las rocas y hasta donde le permitía la vista habia dragones que jamás en toda su vida habían visto de formas y tamaños que nunca fueron documentadas por los ponis ni otras especies.
Era un espectáculo impresionante, seguramente a pesar de tenerle miedo a los dragones, Fluttershy hubiera encontrado fascinante esa vista alejada de los mismos. Pensó en que una vez que volviera a Equestria, podría mandar a alguien a documentar todo lo que habían visto durante todo su viaje aunque dudaba que algún poni quisiera aventurarse tan lejos de su hogar y mucho menos por las órdenes de una princesa traidora.
Miro a Grey Light y sonrió.
"Tal vez no tenga que mandar a nadie… Tengo a mi propio explorado aquí al lado" Si Grey Light decidía irse con ellos, sabía perfectamente cual sería su trabajo, si lo aceptaba claro. Aunque primero quería asegurarse de que volvería. No sabía bien la razón de porqué pero no quería volver a casa sin él, tal vez era por el simple hecho de que él la acepto aun sabiendo quien era y lo que habia hecho, que no solo sus amigas de la Resistencia se preocupaban por ella o tal vez su compañía era algo de lo que no se quería separarse.
No lo sabía con exactitud, pero haría cuanto estuviera en sus cascos para convencerlo de ir con ellos a Equestria, tal vez incluso de que viviera en Ponyville… Sacudió la cabeza, estaba empezando a divagar, aunque estaban cerca de Celestia todavía no estaba rescatada. Tenía que concentrarse en lo que fuera a pasar a continuación, no en lo que un futuro les podía esperar.
Piasa aterrizo, sintiendo todos los ojos de los dragones presentes, invito a los poni a bajar de su lomo y empezó a escuchar como entre ellos emergían cuchicheos, algunos lo reconocían, otros veían con atención a los extranjeros, seguramente con el afán de llegar a llevarse alguno para su cena.
Decidió ignorarlos.
—Mis pequeños ponis, por favor, les pido que caminen debajo de mí. —Les sugirió, al ver a sus semejantes. Le dio asco pensar en que tal vez él habia sido así en su juventud. —Quiero evitar que algo les pase…
Asintieron y en parte estaban agradecidos de que se lo hubiera pedido, sabían bien que tenían suerte de haber dado con Piasa y que probablemente ningún otro dragón los hubiera tratado de forma tan civilizada con él.
—¿¡Fraternizando de nuevo con extranjeros de nuevo, Forajido!? —Exclamo un dragón que estaba lejos de ellos, pero aun así se dejó escuchar.
—No le hagan caso, sigan caminando. —Estaban siguiendo un viejo camino que casi nadie usaba, pero que estaba ahí para marcar hacia donde estaba la cueva del líder de los Prona.
—¿Qué? ¿Ahora estas sordo?
Siguieron caminando, con total tranquilidad, a paso normal a pesar de que los tres viajeros querían correr con todas sus fuerzas lejos de ahí. No les gustaba como se sentía la tensión creciendo entre ellos y los demás dragones que parecían estar a la espera para caerles encima.
—¡Forajido! ¡Si es la cena no debes de llevarla hacia el Jefe! ¡No nos va a dejar nada!
Una risotada se extendió por todo el grupo, hasta que llegaron en donde estaban dos dragones gigantes apostados al lado de un arco de piedra, parecían estar cuidando la puerta bajo toda costa. Eran grandes, casi del tamaño de Piasa, pero no le llegaban a la altura.
Discord y Twilight estaban impresionados, al ver a todos esos dragones, se acababan de dar cuenta de que Spike era bastante más grande que la gran mayoría, incluso gigantesco para algunos, tal vez se podría crecer más aun, pero en su tamaño normal ya les sacaba buena
—Dejen pasar. —Pidió sin votarlos a ver su escolta. Sentía como su paciencia se esfumaba.
—¿Piasa, verdad? —Pregunto uno de los guardias. —Me impresiona que hayas venido a mostrar tu cara, Forajido. Entre nosotros no tienes muy buena fama.
—Me importa un comino lo que ustedes piensen sobre mí. No vengo a perder mi tiempo con ustedes, quiero hablar con Odahviing. Asi que hagan el favor de quitarse de la maldita puerta.
Ambos se rieron al escuchar el tono de frustración en él.
—¿Para qué lo buscas? ¿Y porque quieres que esos ponis entren también?
—Eso no te importa, déjame pasar.
—¿O qué? El tratado te impide que nos mates dentro de nuestro territorio.
—Matar no implica no romper, triturar y demás. —Lo miro con severidad. —Créeme niño, puedo hacerte sentir un dolor tan fuerte que desearías estar muerto siquiera de recordar lo que se siente.
—¿A si? Pruébalo anciano.
Piasa se estaba preparando para abrir la boca y dejar salir su fuego, con eso le bastaría para que se callara y los dejara pasar.
—¡Basta Rif! —Dijo una voz poderosa desde el otro lado del arco de piedra. —¡Déjalos pasar!
El aludido bajo las orejas.
—Pero, Jefe, es…
—Se quién es y precisamente por eso, déjalos pasar. Si no quieres que en serio cumpla lo que acaba de amenazarte, quítate de ahí de una vez. O tal vez lo deje hacerlo.
Trago saliva, intercambio miradas con su compañero y los dos asintieron. Una orden era una orden.
—¡Y nadie toque a los forasteros! —Ordeno Odahviing, haciendo que todos los presentes soltaran un suspiro de enojo. —Necesito hablar con ellos primero…
—Pasen. —Dijo en tono malhumorado el guardia, mientras se quitaba y veia pasar al dragón y a los tres ponis debajo de él.
…
…
…
Pasando el arco de piedra la montaña era ligeramente más luminosa que lo que habían visto con anterioridad, cosa que agradecían ya que así podían ver mejor lo que los rodeaba. De igual forma habia menos dragones ahí adentro, pero los que estaban eran mucho más grandes que los de afuera.
Se alegraron de ir con Piasa, aunque les daba algo de miedo que se pusiera violento y que quedaron en medio de una pelea de dragones. Avanzaron con paso firme, aunque se notaba que el que estaba menos asustado de los tres era Discord, que no le importaba deshacerse de cualquier idiota que se le pusiera enfrente con tal de salvar a Celestia.
El pasillo se volvía menos estrecho, hasta que finalmente terminaba en lo que parecía ser un claro de forma redonda y muy ancha. No habia otra salida ni otra entrada más que por donde acababan de pasar. Habia algunos agüeros entre la roca, las cuales eran cuevas, hogares de los miembros más cercanos del líder de los Prona.
Directamente del otro lado enfrente de donde cavaban de entrar, estaba un gran roca que se alzaba por encima del suelo y que daba entrada a una cueva que visiblemente se veia mucho más grande que los demás.
Lo que los impresiono, no fue eso, si no que en medio de la entrada de la cueva estaba un dragón gigante sentado viéndolos con total atención. Era del tamaño de Piasa y supusieron que él era el líder del clan, todos los demás lo veían esperando instrucciones de que debían hacer, pero este se limitó a verlos, hasta que estaban al pie de la roca.
Era de color morado, con algunas escamas de color verde, sus garras se aferraban con fuerza de la roca y así tanto Twilight como Discord supieron que Spike era sin lugar a dudas de ese lugar. El parecido era demasiado como para no suponerlo, solo que este dragón se veia mucho más viejo e incluso más salvaje que su querido amigo en Equestria.
—Piasa. —Murmuro, con una voz serena y profunda el familiar de Spike, aunque su mirada era de advertencia. —Sabes que entrar aquí incumple también con el tratado.
—Me preocuparía si yo hubiera roto el tratado primero, cosa que no paso Odahviing. —Respondió el aludido, de forma amable pero firme, a lo cual el otro lo miro sin comprender.
—¿Me acusas acaso de irrumpir con lo acordado, Forajido?
—No, nada de eso, pero tal vez con tantos de tu nuevos chicos jóvenes que un no saben bien el lugar de mi cueva pueda que hayan irrumpido sin querer cerca de lo que es mío.
Frunció el entrecejo. Ya se imaginaba quien habia sido es estúpido que habia cometido tal tontería, soltó un suspiro, odiaba tener que darle la razón alguien como Piasa, pero tenía que hacerlo.
—Lamento escucharlo. Te prometo que esto se arreglara. No queremos ningún problema.
—Ni yo tampoco.
—Aunque, Piasa, he de admitir que me cuesta creer que vengas solo a pedirme que controle a los miembros más jóvenes de mi clan. Eres capaz de espantarlos tu solo de tu cueva, sin mencionar que no vienes solo. —Miro a los poni con interés, mantuvieron una cara firme, sin demostrar lo atemorizados que estaban. —¿Quiénes son tus acompañantes?
—Tienes razón, otras cosas me traen aquí. —Hizo una pausa. —Veras, tengo que hablar contigo y estos tres pequeños igual. Creemos que tal vez sepas en donde encontrar a una amiga.
—Vaya. —Se inclinó para quedar más a su altura. —Que empiecen a hablar, entonces.