La leyenda del caballero de cristal (MLP FIM fanfiction)
Chapter 5: Prisionero del destino
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Fanfiction MLP (Aventura)
Autores: Ángelus-Y; Moisés. R
Capítulo 5: Prisionero del destino.
Diario de Glowing Faith, Dia V.
Tenía ganas de escribir…hacía ya dos días que no usaba este maravilloso frasco de tinta, para mojar la punta de la pluma y escribiros…si alguien lo leyera, me gusta pensar que si, que me dirijo a alguien, pese a que esto sea para serenarme y ayudar a aquel que busca algo desesperado.
Ya hemos salido de las tierras nevadas de los dominios del imperio, ahora mismo estoy en la cálida Equestria, en un lugar de reposo, al lado de agua fresca y limpia.
Estoy riendo… porque veo a Gold peleándose con una baya para poder hincarle el pico, pero no lo consigue, hmm… "que mejor forma de empezar de buen humor" me dije con los ojos cerrados, y procedo a escribir.
Os recuerdo…que yo intenté seguir a los captores de mi reina, en las profundidades, y para mi sorpresa me topé con un changeling, algo que sin duda me dejo anonadado…pero la auténtica sorpresa vino después…pese a derrotar a quien intento emboscarme, al final caí cuando me inutilizaron por la espalda.
Todo era oscuro…y no sé muy bien cuanto tiempo estuve inconsciente, podría decirse que…dos días al menos, ¿Cómo estuve tanto tiempo así? Ni siquiera yo lo sabía…pero en cuanto me desperté quise no haberlo hecho.
Estaba lejos…muy lejos de mi hogar. Y Hacía frio…claro…estaba desnudo, sin armadura, encadenado a gélidos grilletes de hierro anclados a unas paredes viejas de piedra, atravesadas por raíces. Encerrado…por una puerta blindada con una apertura semicircular en la parte superior, la cual estaba tapada con barrotes oxidados. Temblaba de miedo, con tan solo escudriñar mí alrededor…sobre todo al ver huesos pálidos en el suelo no muy lejos de mí.
—¿Don…dónde estoy? ¿Qué es este lugar? —me preguntaba en voz baja, tirando de las cadenas con la falsa esperanza de que cedieran, pero mi débil cuerpo no podría. Me di cuenta, de que una de mis patas estaba vendada, aquella que salió herida ante el encuentro de aquel changeling, parecía ser que mis captores se habían tomado la molestia de curar mis heridas…que extraño, pensé. Aun me molestaba al apoyarla en el suelo y tiritaba con frecuencia y sentía un agudo escozor.
De vez en cuando tras la puerta escuchaba pasos, de forma continua, yendo de un lado…hacia otro. No lograba ver a nadie por la apertura, por el sencillo hecho de que no era lo suficientemente alto para ver nada. La puerta era del tamaño de algo grande, diría el doble y algo más de mi tamaño.
Debía ser de noche, tenía algo de luz proveniente de fuera, seguramente de una antorcha que ardía tras la puerta. Al ver un viejo plato de metal a mi lado, de repente me entró algo de hambre, fue una de las razones de pensar que estuve mucho fuera.
—Mi reina… ¿Dónde estáis? — me dije hacia mis adentros. Ni siquiera pude saber si el monarca a la que tanto respeto estaba aquí…o en otro lugar, quizás en una gran lejanía, mientras yo me pudría aquí, pero… ¿Por qué?
Trataba de no pensar en ello, y tampoco en el dolor de mi cuerpo, en la garganta rechinando con cada trago de saliva, en mis patas casi sin poder moverse…
— ¿Qué está pasando? — la confusión era clara…jamás me había visto en una situación así y eso en cierto modo me hacía indeciso, pero sobre todo temeroso.
No tenía ganas de nada…solo de volver a dormir…para que cuando me despertara estuviera de nuevo en el imperio junto a mis amigos y con la reina a salvo. Ansiaba salir de esta pesadilla.
De pronto escuche unos pasos ligeros…descalzos, no eran cascos, no podían ser esos sátiros...de pronto se detuvieron…y ahora lo que se oía eran…unas llaves, un llavero…la cerradura siendo abierta. La puerta se apartó lentamente y lo que vi ante mis rojizos ojos me dejo pálido, tanto de la sorpresa, como del miedo.
Jamás pensé que vería uno tan cerca…he oído tanto sobre ellos, sobre todo por parte de mi venerado tío. Seres bípedos, de escamas brillantes y vientre de colores suaves, garras afiladas, brazos y patas largas, cuerpo de dragón. Se llamaban dracanos.
Este que yacía ante mí, me paralizaba con sus ojos azules de pupila vertical, sus escamas amarillas de color vivo, con manchas y trazos marrones oscuros en sus extremidades, una larga cola de dorso blanco, como su vientre, un cuello más largo que el mío y una espalda infestada de largas espinas unidas por membranas marrones.
—¿Kar ra shes igis?
Mi rostro desconcertado…
Dio un suspiro de dejadez aquel dracano y entonces volvió a hablarme, pero esta vez de forma diferente.
—¿Entender?
Creía que se refería a si le entendía, así que le lancé, inseguro, un sí, mientras asentía.
—Bueno, bueno. ¿Cómo llamar?
¿Mi nombre? Pensé entonces, ¿Por qué lo querría? Tan solo me quede en silencio.
—Mmm, ¿Tener…agua?
Ladeé la cabeza.
—Mmmm…sed, sed, ¿mucha sed?
Asentí lentamente. El dracano se giró y grito hacia el pasillo, el cual observé tras su espalda, alumbrado por múltiples candelabros coronados por una pequeña jaula que portaba una antorcha que ardía con vigor. Y además, había unas cuantas celdas más, pude discernir otra puerta frente a mí, de exactamente la misma descripción. Deduje en ese momento, que el lugar en el que me encontraba debía ser una prisión de gran tamaño, o quizás…algo más.
—¡Kyriesh! Rek Ava per Slage — gritó a los pasillos.
De pronto vino uno de los guardias. Un sátiro, pero estos eran diferentes…a pesar de ir descubiertos con su piel de color lila, llevaban un yelmo adecuado a sus cuernos con púas.
Dijo unas cuantas cosas aquel dracano al guardia, no logre discernir las complejas silabas que emanaban de su boca. Al final aquel sátiro se retiró y el dragón bípedo de ojos azules volvió a acercase a mí.
—No preocupar…agua y comida traer. Yo Bolt.
Bolt, ese era el nombre. El nombre del primer dracano que vi con mis propios ojos. Su semblante despreocupado y alegre, en cierto modo me relajaba, pero aun así el miedo que poseía no se disipaba.
—¡BOLT! — De pronto una voz ronca pero enfadada resonó por el pasillo. Alguien se acercaba. Escuché sus pasos, mas brutos que los de Bolt, cuando se acercó a mi celda, se notaba el enfado en sus pisadas. Ese instante fue en el que vi por primera vez a la que sería un dolor de muelas. Una dracana, pero distinta en rasgos a Bolt. Miraba al aludido con rostro furioso, sus ojos eran del mismo color: azules, no obstante más apagados y noté que ni siquiera nos enfocaba a ninguno de los dos, sino al frente, sin más…quizás fuera que careciera de una vista decente, dado sus movimientos de cara. Era más bajita que el esbelto dracano de escamas amarillas. Y la verdad…intimidaba mucho…sobre todo cuando pensabas que te miraba directamente.
Esta sacó al llamado Bolt fuera de la celda. Ambos se quedaron hablando, entre compleja parla llena de siseos, gruñidos…propia de su lengua natal imagino. Noté como la dracana, cuyo nombre aun no conocía me señalaba en alguna ocasión, como si fuera el centro del problema, ciertamente eso me llenó de preocupación…después de todo…a saber que iban a hacer conmigo. Aunque me hallaba sereno por un lado, gracias a la amabilidad que Bolt presentaba sin más…tal vez fuera su forma.
La dragona, hembra por sus facciones y su constitución, así como la voz, que aunque ronca se percibía ser de una dama…poseía un cuerpo fortalecido, áspero, de escamas rojas como la sangre marcas de color azul oscuro en el dorso de sus grandes zarpas y en sus brazos, al igual que en sus patas robustas parecidas a las de un felino.
Lo más singular de esa criatura, era su rostro, lleno de cicatrices, en especial una que sobresaltaba que le atravesaba el ojo izquierdo. Una frente amplia…un pequeño cuerno sobre su hocico…como un rinoceronte recién nacido. Y los cuernos rectos, cuatro que emanaban hacia atrás, dos de ello por su mandíbula inferior y los otros en la parte superior de su cabeza rectilínea y ligeramente alargada.
En un amago de intentar irse la dragona, Bolt la llamó por lo que (pensaba) era su nombre.
—¡Skillclaw!
Lo pensé simplemente porque en cuanto la llamó así, volvió con los brazos cruzados, como inconforme por algo que anteriormente Bolt le dijo, tapando su vientre de color plateado y con su cola, de mediano tamaño y de punta en forme de arpón.
En medio de su discusión llegó el guardia, con una copa de agua y unas hojas extrañas, que en mi vida había podido ver… Me di un susto de muerte, cuando de pronto al llegar el sátiro, la apelada "Skillclaw" gruñó llena de enfado, tan solo mirar como apretaba sus mandíbulas…estaba furiosa, tanto que dio un zarpazo y tiró la copa de entre las manos del sátiro, yéndose del lugar totalmente disgustada.
Cuando el agua se derramaba de la copa, pude presenciar algo fascinante: Bolt manipuló el agua a punto de caer al suelo y la paro en el aire, llevando todo el chorro de nuevo a la copa y sujetándola con sus garras membranosas, mientras miraba a lo lejos como su semejante dejaba el lugar. Me sentía mucho más tranquilo ahora. Bolt se aproximó a mí de nuevo, con las hojas hechas medio trizas y la copa a rebosar de agua. Me la ofreció cautelosamente…mientras trató de hablar conmigo.
—No preocupar…Skillclaw difícil de entender. Nosotros diferentes, caminos distintos, ojos no iguales.
Todo esto me lo decía mientras yo, ansioso por saciar mi sed bebía el agua fresca. Fue una grata sensación no sentir mi cuerpo empezando a marchitarse, me sentía mucho mejor entonces.
—Tus tener suerte, Tus mucho daño a nosotros, yo saber tu no saber, daño, daño…
Bajé mis orejas, extrañado, pero al mismo tiempo, parecía que yo o alguien cercano…había hecho algo malo. No lograba entenderlo, si os soy sincero, pero desde luego por dentro sentí temblores al ver que el semblante del dracano se había tornado serio.
Volví a escuchar pasos reiteradamente, esta vez corriendo…y cuanto más cerca se oía, mejor se discernía la acelerada respiración de aquel que trotaba. En el lateral del borde de la puerta, se apoyaron unas manos pálidas de tres garras, era otro de ellos…pero este era incluso más diferente que Skillclaw. Al percatarse de su presencia, Bolt se sorprendió, el otro empezó a vociferar con una voz efusiva, hablando a una velocidad trepidante y agitando sus garras. De repente me observó con sus ojos amarillos y brillantes y esbozó una sonrisa algo demente. Este dracano era totalmente blanco y carecía de escamas, algo que realmente me extrañó muchísimo. Su espalda estaba recorrida por una columna de espinas y su cabeza, de hocico no muy alargado, presentaba dos cuernos no muy grandes, rectos recubiertos del blanco de su piel, además de tener algunas púas, pero el resto de su cuerpo, destacando sus enormes zarpas, era liso y pálido, con una cola mediana.
—¡Vaya vaya! ¿Qué tenemos aquí? —exclamó poniéndose frente a mí y olisqueándome. Inesperadamente sus ojos se abrieron de par en par y sus fauces me expulsaron un fétido aliento, haciéndome apartar y cerrar los ojos de repugnancia. —Pero…si es un poni de cristal… —sin motivo aparente me dio un lametazo con su viscosa lengua bífida, saboreando el sabor de mi cara y entretanto yo experimentaba un intenso escalofrió producto del tacto de la lengua de aquel dracano pálido . —Si…no hay duda. Vaya, ¡no me esperaba que nuestro sujeto fuera un poni de tan lejanas tierras! —exclamó seguido de una continua risa de locura.
Se frotó sus grandes manos pálidas, mientras babeaba absortó en sí mismo.
—¡Scaleless! —le gritó Bolt.
Sacándole de su ensimismamiento, el dracano sin escamas, de cola larga y ojos de tres parpados, escuálido, pero de extremidades prominentes agitó su cabeza dirigiéndose a su compañero, ambos emitiendo su lengua propia.
—¿Khe?
Solo pude entender esa palabra, el resto de la breve conversación, que ambos tuvieron entre ellos fue extraña, en especial por las desmesuradas reacciones del recién llegado. El final de la parla llegó con un salto de alegría repetitivo del dracano, quien reía así: "¡Yehe! Yehehehehe, kiki, hehehehehe.
Quien sabe lo que podría pasarle por su pelada cabeza, se fue del lugar, corriendo como si la vida fuera en ello, dejándonos a mí y a Bolt de nuevo en la soledad, en la cual este dio un lánguido suspiro, seguido de una profunda mirada al suelo, llena de preocupación, o al menos eso me parecía.
Mi posible captor, de espalda repleta de espinas unidas por membranas marrones, se aproximó a mí, flexionó una de sus rodillas y me escudriñó con cierta seriedad, no podía evitar sentirme ciertamente incómodo.
—No preocupar…reina tuya aquí.
Por el cielo, al escuchar esas palabras, me quede con la boca abierta, con los ojos casi en blanco, sintiendo que en mi interior se insuflaba una verdadera tranquilidad y gusto. Aunque eso no implicara que la situación mejorara, al menos ahora me sentía tranquilo…la reina estaba aquí, en este oscuro lugar…pero entonces en medio de esa alegría que trataba de fingir, me vino al pensamiento algo, unas preguntas…preguntas a las cuales no había caído en hacerme.
¿Por qué estaba mi reina aquí? ¿Acaso son estas criaturas del reino del dragón, los dracanos, los responsables de este acto? Y de ser así…¿Qué ansían o ansia el que ha tramado todo esto? ¿Qué nos iba a pasar ahora?
Todo esto y algunas más, azotaron mi mente, haciendo que sudara en frío tras una breve alegría. Pero aun así, estaba muchísimo más tranquilo que antes, al menos he atravesado esta niebla de incertidumbre, acerca del paradero de mi soberana.
—Terminar…terminar pronto, tu dormir, nada que preocupar.
No supe porque en aquel instante, pero la seguridad que aun siendo dracano y posible enemigo, me inspiraba el apelado "Bolt" me sentía con ganas de liberarle estas palabras:
—Gra…gracias — le solté en voz baja tratando de mantenerle su afilada mirada. Esto sin duda fue una gran sorpresa para él, pues en su facción percaté cierta extrañeza y después…una sonrisa tenue por uno de los lados. Cerró sus ojos, yo le seguía con la mirada, se levantó y se dio la vuelta, sin decir nada por el momento. Cogió las llaves de la puerta y la cerró, pero no sin antes, cuando quedaba un pequeño trozo de apertura de la misma, entre la que me dijo "Descansa" Tras esa palabra y un suave tirón de puerta, escuché cerrarse la cerradura y los pasos descalzos de sus pies de dragón alejarse quedando solo silencio. Miré las destrozadas hojas de tan curiosa silueta y color que me trajeron y procedí a comer y saciar mi sed también durante un breve momento, antes de que agotado y dolido, con el destino nublado para mis ojos, cayera en un sueño, del cual esperaba al despertar que todo fuera una pesadilla.