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La leyenda del caballero de cristal (MLP FIM fanfiction)

by Angelus-Y

Chapter 3: Profundidades

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Fanfiction My Little Pony La leyenda del caballero de cristal. (Aventura) Autores: Angelus-Y; Moises R. CAPITULO 3: Profundidad.

Diario de Glowing Faith, día III.

Llevo tres días viajando… con Gold a mi lado. Es un auténtico deleite que alguien te sonría cuando estas hundido. No me considero débil, pero admito que a veces mi corazón se derrumba con demasiada facilidad. Aunque a pesar de caer, siempre consigo levantarme y son los amigos los que como he comprobado te echan un casco para salir y luchar de nuevo. Este fénix cada vez que me ve así, canta y me otorga el agradable calor de su plumaje. Su nombre no solo debe deberse al color de sus plumas, sino al inmenso corazón que por sí solo brilla.

Logramos descansar, conmigo ya aliviado de un pequeño altibajo. La nieve escasea, poco a poco voy dejando el gélido norte y me adentró en las tierras de Equestria, no falta mucho.

El sur me espera, más allá de Equestria, debo buscar su consejo…solo él puede decirme que me está ocurriendo, que esta aberrante maldición u oscuridad que aflora en mí y en mi dulce y amada Radiant. Este…cristal, o lo que sea, que en mi pecho yace, carcomiéndome por dentro, lo estoy sintiendo. Aunque debo apresurarme, mi cuerpo no puede más…debo descansar, hoy ha sido un día muy duro. Por eso os escribo…sé que…bueno…igual nadie lo lee, pero me gusta dirigirme como si alguien pudiera leerme, tal vez alguien quiera consejo, respuestas, o saber realmente que ocurrió en un futuro. Sin embargo escribir me distrae, me relaja, aunque cierto es que muchas veces cuesta, pero siento que debo hacerlo. Debo descansar un poco y comer, aunque me quedan pocas provisiones, espero poder encontrar algo con lo que reabastecerme.

Pero…disculpadme, dejadme seguir por donde lo deje, aquel instante en el que ya empezaban a surgir eventos que me dirigieron hacia él. Cuando bajé por los túneles del castillo.

En la oscuridad, descendí. Iluminado por mí antorcha, que chisporroteaba continuamente, dejando una estela de mis pasos. Era un túnel estrecho, frio y

húmedo. Me sentí fatal en aquel instante, ya que no soporto los lugares cerrados. Pero debía seguir, era el único sitio con el que podría llegar hasta los artífices del secuestro.

Lo único que rompía el silencio era el sonido de la antorcha ardiendo con vigor. Debía darme prisa, o me quedaría a oscuras, y no soporto la oscuridad. De vez en cuando notaba bajo mis patas charquitos de agua, probablemente subterránea. Lo cual era incómodo dado a que el suelo de tierra sucia se volvía barroso. Anduve varios minutos por el túnel sin novedad alguna, hasta que llegué al final del mismo para encontrarme algo insólito. Resultó que yacía una enorme cavidad subterránea, llena de columnas de roca y cuarzo. Cristales preciosos adheridos a la pared, elevaciones de roca caliza y distintos niveles.

Quede embobado ante tal descubrimiento. Desconocía la existencia de tales túneles bajo el imperio. Pero sin embargo el estrecho pasillo en el que estuve hace poco había sido cavado, de eso no tenía ninguna duda…no era natural ni mucho menos.

Proseguí mi búsqueda, esta vez algo más aliviado dada la ligera iluminación de la sala. Confié en que mi amigo, Gold, habría avisado a Sombra y a los demás. Pisando un suelo arenoso con polvo de cristal, vi un rastro de sangre. Fue entonces cuando me vino a la mente aquel sátiro que fue herido en combate, debía ser suya. Además al tacto del suelo estaba fresca a pesar de la fina arena. No hacía mucho que habían pasado.

Troté hacia adelante sin rumbo fijo y con suerte me encontré con un pequeño lago y más allá de este un pequeño túnel como el de antes. No solo podría curar la ligera sed que tenía sino que había hallado la salida, seguramente al exterior.

Bebí del lago, era agua limpia y fresca. Fue en ese deleite cuando escuché una extraña risa. Me alarmé. Mire de un lado para otro, la risa continuaba. De ahí un zumbido, como el de una abeja. Un aleteo rápido y continuo que se hacía más fuerte paulatinamente. Algo se acercaba a mí. Pero de pronto…cesó el ruido, pese a ello seguí alerta.

Inesperadamente, algo me venía por la espalda a gran velocidad. Desenvaine rápidamente mi espada bastarda de acero y la puse frente a mí en horizontal como un escudo, con el fin de amortiguar el impacto que imaginaba llegaría. Una poderosa embestida me derribó al borde del lago. Por suerte me pude reincorporar fácilmente, pero no veía a nadie. De nuevo escuché ese zumbido. Me puse en guardia con la

espada firme. Vino otra embestida, pero esta vez yo fui más rápido. Rodé para esquivar la acometida de una criatura que no era propia de estas tierras.

Esta vez ese malhechor no se molestó en esconderse, no ahora que lo había detectado. Cogí la antorcha y la asomé hacia él para verle mejor. Era una de esos monstruos cuyo poder era transformarse en aquello que deseaban. Un changeling…una criatura de piel negra con lunares plateados, cuerpo de poni, cuerno curvado, ojos brillantes y azules. Le asomaban sus alas de insecto también azules de tono translucido y su exoesqueleto, pero lo que más me asustaba era su afilada dentadura.

— ¿Quién sois vos? ¡Identificaos! — traté de imperarle. Sin embargó el tan solo soltó una pequeña carcajada y me respondió maleducadamente.

—Yo no respondo a ningún trozo de carne enlatada. Solo estoy aquí para hacer mi trabajo, no para contestar preguntas. — Me sonrió de forma siniestra, mostrando sus puntiagudos colmillos.

— ¿Y de qué trata de ese trabajo? — pregunté.

—Adivínalo, hmhmhm.

No pasó ni tan siquiera un segundo. Cargó su cuerno de magia en un aura verde intensa y me disparó como un arma de fuego. ¡Qué suerte la mía! No tenía buena puntería así que me escondí a salvo detrás de una roca, pero fui un iluso.

— ¡Si te crees que un pedazo de roca te va a salvar estas muy equivocado! —Así sería la potencia de su magia, que el brillo aumentó enormemente e hizo añicos mi cobertura de un solo disparo.

Dejé la antorcha en el suelo y cogí la espada con la boca. Sentía miedo, pero no podía dejar que me dominara. La reina estaba en peligro seguro y era probable que este tipejo supiera algo.

Corrí hacia él tan rápido como mis patas me permitían. La energía de su cuerno le permitió arrojar magia contra mí como una ballesta automática. Pero fallo los disparos, aunque por muy poco, ya que varios de ellos peinaron mi coraza.

Cuando estuve a su altura se enfrentó a mi cuerpo a cuerpo. Me embistió una vez, pero gracias a mi agilidad pude esquivar su cornada y asestarle un tajo con la espada

bastarda. Le herí levemente cuando mi espada tomó contacto con su lomo.

— ¡Grrr…mal...dito!

Eso le dejo algo aturdido, pero solo por unos segundos. Me puse en posición defensiva. Mi enemigo gorjeó con la boca y sospechando sus intenciones me aparté. Trató de escupirme su baba, la cual cuando impacto en el suelo, veía como consumía la arena que nos rodeaba con su poder acido.

Galopé hacia él antes de que tuviera oportunidad de otro de sus ataques a distancia. Intenté, con la espada en mi boca hacer un ataque en círculo, una ofensiva giratoria mientras corría para barrerlo, pero fracasé en mi intento cuando echó el vuelo. En el aire ahora él tenía ventaja. Intercaló su poder de disparo mágico y sus escupitajos ácidos para hacer blanco.

Maldita fue mi suerte que una de sus babas logró alcanzar el filo de mi espada y la corroyó en gran medida. Me escondí corriendo tras unas estalagmitas que se hallaban rodeando el lugar.

— ¡Sal de ahí ahora mismo, poni de cristal! ¡Deja que ponga fin a tu existencia! — gritó furioso. —Es una lástima que ni tu ni ninguno de los tuyos volváis a tener una reina a la que adorar —soltó una risa entre dientes, malévola.

Los nervios me atacaban. No sabía qué hacer y no paraba de mirar de un lado para otro para intentar hacerle frente.

—No sabes lo fácil que fue secuestrar a vuestra querida reina — Sus pasos se habían ralentizado —Entrar en el castillo…infiltrar a los sátiros…todo ha sido tan sencillo. Jejeje.

Me sentí impotente. Apenas sin pensar cogí una piedra del suelo y esperé a que se acercara. Era lo único que se me pasó por la cabeza en aquel instante. El changeling continuó hablando, sentía su voz cada vez más cerca, olía su fétido aliento, así como mi respiración se aceleraba.

— ¡Cuando acabe contigo asqueroso poni, cobrare una recompensa sin igual y vosotros nunca más volveréis a ver a vuestra preciada monarca! ¿¡Me oyes!? Fue entonces cuando torné mi apoyo y me lancé a por él. Con la piedra en el casco le golpee con todas mis fuerzas en la mandíbula. Calló al suelo aturdido y yo traté de

insistirle golpeándolo, pero reaccionó a tiempo para contratacar. Logró morderme con toda sus fuerzas en mi pata derecha. Logró penetrar mi coraza…

Grité de dolor. Mis cascos se llenaron de sangre, tanto de la mía como de la suya. Solté la piedra y le golpeé con el otro casco, apartando sus afilados colmillos de mí. No podía sostenerme bien con mis patas ya que estaba sangrando mucho en mi extremidad delantera. Él en cambio empezó a escupir sangre de su boca, mientras me lanzaba una mirada de odio. La mía no era diferente.

—Date por muerto, basura equina — Se abalanzó a bocajarro a por mí. Le eludí y fugazmente vi mi espada medio destrozada. Troté a por ella, sintiendo el aliento del changeling tras de mí. La alcancé y en cuanto me di la vuelta, él estaba en el aire a punto de clavar sus afilados colmillos en mí. No paso ni un segundo, cerré los ojos y me defendí empuñando la espada hacia él. Tan solo fue cuestión de espera.

Me derribó en el suelo, pero mi rival estaba inmóvil. Abrí los ojos y estaba encima de mí. Le costaba respirar. Me aparté de él y lo dejé ahí. Estaba sangrando y no sabía qué hacer.

Solo se escuchaba el gemido de dolor de este. Yo aproveché y le pregunté.

— ¿Quién te ha enviado?

Él rio. Tosió seguidamente con un poco de sangre y me respondió con dificultad, con la hoja de mi espada medio destrozada clavada en su vientre.

— ¿Por…porque decir… — expulsó sangre de la boca. —…cirtelo, cuando puedes verle?

— ¿Qué?

En medio de esa incertidumbre, oí una fuerte respiración tras de mí, pero antes siquiera de poder volverme, algo me noqueó por la espalda. Me pilló por sorpresa, no había oído nada hasta ese momento. La vista se me nubló. Vi a una criatura bípeda… tenía unos ojos…azules…su respiración era fuerte y gruñía…vi como acabó de una vez por todas con aquel changeling que en sus últimas se encontraba y ya…al final… todo acabó en oscuridad cuando caí inconsciente.

Next Chapter: El dragón y el rencor Estimated time remaining: 0 Minutes
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