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Discord

by Filomental

Chapter 56: El rastro

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Hola, perdón por presentar los capítulos de forma tan… incontinua, no sé por qué, pero me está costando hacerlos, de hecho ultimadamente me está costando hacer fics; pero mejor no los aburro y continuamos con otro capítulo más de Discord.


Una bruma confusa llenaba distintos lugares de Equestria pocos y distantes el uno del otro es cierto, pero la ausencia de un ser extraño y ahora exiliado era evidente en dichos lugares. Pena quizás sería la mayor de ellas en Ponyville…

Fluttershy revisaba el correo de forma ocasional todos los días, preocupada no podía hallar explicación a la reciente desaparición de su amigo, hace más de un mes atrás le había dicho que saldría de viaje y que no volvería en un buen tiempo… pero buen tiempo siempre significaba hasta el miércoles de té, durante los últimos días se temía lo peor, Discord simplemente no regresaría. Aquella idea era horrible, pues había aprendido a apreciar la amistad del señor del caos y a valorarla, del grupo de amigas que tenía, era probablemente la única que, hasta cierto punto comprendía al señor del caos y hacia lo posible por convivir con él, aunque él también se estaba esforzando bastante por lograrlo.

Mientras recordaba la pasada gala del galope, no podía evitar sonreír, era el señor del caos y todo, pero en la amistad y convivir con los ponis era como un niño torpe dando sus primeros pasos, uno muy escandaloso por cierto… su preocupación en cierta medida también era el de sus compañeras. Desde luego, la preocupación de estas era menor, pues suponían que estaba realizando alguna de sus locuras; pero ¿Qué tal si no? ¿Qué tal si le pasó algo terriblemente malo? O si simplemente dejó de existir… con la magia del caos no se podía saber, al menos Fluttershy no estaba del todo segura.

- Vamos cariño, estoy segura de que Discord volverá pronto. – Animó Applejack mientras ponía un casco sobre el lomo de la tímida pegaso.

- Sí, puede ser bobo y fastidioso, pero no creo que le puedan pasar accidentes de la nada. – Argumentó Rainbow mientras cruzaba sus cascos en vuelo, incluso ella comenzaba a preocuparse por Discord, el Draconequus tonto lentamente se transformaba en un buen amigo, para largarse de pronto.

Pinkie Pie también mantenía cierta angustia, sobre todo porque Discord no le enseñaría las miles de recetas que tenía que mostrar, su manera de hornear era única y tenía resultados tan increíbles como horribles y ya había ideado una manera de sacar partido de todas ellas, aprendería sus ingredientes y después examinaría cuidadosamente cualquier indicio de una forma de preparación, cocción, etc. Pero nada de ello era posible sin Discord.

- No dejó ninguna carta ni nada, él siempre las manda explicándome dónde está y que hace. – Prosiguió Fluttershy mientras revisaba nuevamente su buzón, ya que las cartas del Draconequus solían aparecerse sin necesidad de cartero.

- Ahora que lo dices, Discord no vino a mi castillo a reparar la cañería como lo pedí. – Agregó Twilight elevando las patas para tranquilizar a sus amigas que la observaban con intriga. – Tiene que pagarme por todas las molestias que me hizo pasar ¿no? – Se defendió con una sonrisa.

- ¿Sé puede hacer eso? – Cuestionó Rainbow con otra sonrisa cómplice, pues de ser así, Discord tenía muchísimas cosas que pagarle.

Mas, Twilight no recibía informe alguno de Canterlot del desempeño de este ni siquiera una actualización de su comportamiento en sus tareas, que generalmente le eran enviados a ella.

- Ahora que lo dices, no recibí ninguna noticia de Canterlot.

- ¿Y si le pasó algo terrible? – Preguntó preocupada la pegaso amarilla mientras se llevaba un casco a la boca para morderlo, la situación era preocupante…

- Bueno, supongo que podría escribir una carta para pedir un informe de Celestia. – Afirmó Twilight.

El frio del lugar arreciaba de forma mucho mayor, la obscuridad se esparcía por todo el lugar de forma aterradora, incluso parecía que por momentos una bruma roja se aproximaba, aunque después de unos segundos esta desaparecía, engañando a la princesa del reino de cristal. Sus cascos firmes sobre la nieve temblaban, no solamente por el frio, sino también por lo que escuchaba.

- Esa es mi historia Cadance, soy uno de los responsables de la destrucción de Equestria, comparto la responsabilidad con Discord y esa es la razón por la cual necesito hablar con Celestia.

El relato de Iniar había sido largo, Cadance en todas esas horas todavía no podía emitir palabras, su reacción era completamente antagónica a la que le dio tiempo atrás, cuando descubrió a la criatura más aterradora que jamás había conocido y que ahora también se ganaba su desprecio. En las tres horas que demoró en contar su participación en la parte más horrible e impensada de la historia de Equestria, ni había interrumpido, solamente escuchó todo lo que contó, la batalla final, así como su participación en las otras batallas era crucial, había sido uno de los aliados más grandes de Discord y ciertamente su final no fue del todo grato.

- Yo era una criatura sin finalidad en este mundo, cuando la guerra terminó, me sentí sin rumbo, Discord me mandó a un viaje demasiado largo e inquietante, porque mi poder ya no tenía sentido para lo que quería hacer… el sufrimiento que Discord quería impartir a los ponis no se lograba con mi fuego, ni con mis garras, ni con mis dientes… él buscaba perturbarlos, quebrarlos, enloquecerlos.

- Entonces él te trajo aquí. – Decía la princesa con un gesto de incomprensión, pues a su juicio Iniar no podía ser más que un peón en el tablero del Draconequus.

- Siempre pensé en pasar mis últimos años en un páramo frio, quizás es mi naturaleza de Wivern, cuando Discord me facilitó el acceso a otros mundos, comencé a realizar aquello que más me gustaba: explorar, aprender, conocer otras criaturas, pequeñas o grandes… con el tiempo, mi corazón se ablando. – Expresó la criatura mientras su núcleo comenzaba a dar señales de extinción, comenzando a reabsorberse y atrayendo todo el frio del lugar.

Cadance podía ver la pena en la voz de la criatura, sus enormes ojos se centraban en el infinito, quizás recordando tiempos pasados, tiempos mejores.

- Aquel último día, me vengué de quienes me habían creado, los que me hicieron sufrir, pero no consideré que lastimé a innumerables indefensos. Discord me dio la opción a dejar aquella campaña brutal, nunca me obligó a nada… realmente fue lo más cercano a alguien que se preocupaba por mí.

- Enserio… y te desechó cuando ya no te necesitaba. – Espetó la alicornio sin tratar de disfrazar su indignación por la ceguera de la criatura.

- Cierto, pero tampoco tenía cabida en lo que deseaba hacer, me dejó viajar por una cantidad enormes de mundos, no te imaginas todas las criaturas que pude devorar, observar, incluso proteger. – Relataba el monstruoso ser, mientras sus costillas se unían para formar un escudo para las criaturas polares que se acercaban para recibir su acostumbrado refugio.

Criatura semejante era difícil de comprender, devorar criaturas era parte de su naturaleza carnívora, pero llegar a protegerlas. Aquello parecía ser una acción realizada por un monstruo como el híbrido.

- Existían criaturas que eran tan hermosas, otras que eran particulares, plantas que harían soñar a cualquiera… cielos amplios, mares infinitos… El resto de mi vida fue espectacular mientras duró… - Continuaba la criatura, su voz comenzaba a apagarse, la tormenta de hielo se arreciaba de la misma forma, apagando su voz de forma más violenta.

- Te criaste con él, ¿Por qué le serviste en la peor de las masacres? – Cuestionó la princesa, nuevamente impresionada por la racionalidad de la criatura que sin embargo parecía tener algún engranaje mal.

- Por la misma razón por la cual él fue quien me vio como algo diferente a un monstruo, él único que se jugó la vida por salvarme… todo eso cuando todavía no era un monstruo y aún después; la parte de su plan en la que me drogó para que me desmayara afuera de la muralla y protegerme con su burbuja de realidad fue buscando que quede con vida.

- Te puedo asegurar que no. – Respondía Cadance mientras planeaba su huida del lugar, debía evitar que Celestia llegase a tener contacto con aquella criatura.

- No te mentiré, al principio, después de que Discord fuera convertido en piedra, pensé atacar Equestria; pero él no lo hubiera deseado así… Lamentablemente… creo que no podré hablar con Celestia.

Cadance no podía creerlo, todo ese tiempo la criatura solo buscaba hablar con Celestia, pero ¿De qué quería hablar?

- Qué era de lo que querías hablar de ella.

- Sé que Discord está libre, pero también sé que está enfermo… él no aguantará por mucho tiempo, el vínculo que nos conecta nos está matando a ambos… Cuando él aceptó el contrato con el demonio, aceptó que nuestras vidas estuviesen vinculadas…

La voz ahora más ronca y débil de la criatura era como un susurro que se perdía en el aire, cristales de hielo de pequeño tamaño rodeaban el lugar, la tormenta de hielo sería la espectadora del final de la vida de la criatura más grande que Equestria haya visto, el final de un coloso que, como toda criatura no podía vencer la lucha contra el tiempo que todo lo consumía.

- Aceptó que su vida estuviese vinculada a la mía, para salvarme, aceptó esa condición… y el pacto demoniaco que hizo finalmente se romperá… Discord no tiene mucho tiempo, una vez que muera… él tendrá unas horas de vida como máximo… ese es su destino y esa es la razón por la que le debo mi vida. Lo triste es que nunca logré comprenderlo, no sé muy bien la razón de su sacrificio.

- Qué es lo que Celestia tiene que saber…

- Por lo que sé, es algo que ella averiguará dentro de poco tiempo… Oh Cadance, tu presencia durante las últimas horas de vida de este viejo y cansado híbrido me han aligerado el paso a mi muerte, gracias por escucharme…

Las alas del híbrido comenzaban a ceder, rompiéndose, para convertirse en hielo, sus dientes se desvanecían en el aire, los huesos de su caja torácica comenzaban a quebrarse, los animales dentro comenzaban a escapar aterrados por el desastre que se venía dentro de la estructura que antes lo protegía. Los ojos del monstruoso ser parpadeaban, muestra clara de su inevitable colapso.

Un pequeño cristal se desprendió del frente de su hocico cuando este comenzó a quebrarse.

- Los Wiverns solían poseer una pequeña gema, se dice que podían guardar su espectro mágico en él… puede que me detestes, pero en ese cristal se halla la forma para convocar mi espectro mágico por un tiempo breve, quizás te resulte útil para defender tu reino alguna vez… es lo menos que puedo hacer para compensar todo el daño que les he hecho.

El cristal se asemejaba a los cristales del tocado que Cadance se había hecho el día que el reino de cristal postulaba para ser el centro de los juegos de Equestria, del mismo tamaño, pero completamente transparente y con diversos cortes. Cuando este llegó hasta los cascos de la princesa, esta dudó de sobremanera del regalo del híbrido… así que no lo tomó, solamente dirigió su mirada en lo alto. Iniar era una criatura fascinante, pero por su pasado, difícilmente podría ofrecérsele un final digno… un villano debía terminar solo y triste.

- ¿Cómo sabes que ella sabrás lo que sabrá? – Preguntó la alicornio, poniendo toda su atención en la muerte y las que seguramente serían las últimas palabras de la criatura.

- Porque un koala me lo comentó… Adiós Cadance. – Dijo la criatura poco antes de que el núcleo finalmente se consumiera, desapareciendo por completo y dejando un halo blanco, amarillo, rojo y verde que se extendieron por unos cuantos metros antes de desaparecer cual arcoíris al final de la lluvia.

- ¿koala?

Cadance ignoraba por completo un peluche con forma de koala que yacía a medio enterrar en la nieve detrás de ella; el viento de la tormenta, así como la falta de visibilidad a más de dos metros de distancia evitaron que pudiera percatarse de que el peluche comenzaba a agrandarse, hasta adoptar una forma superior en tamaño a la princesa. Sus movimientos rápidos se centraron un objetivo simple, agarrarla de las patas traseras con una de sus poderosas manos y después utilizar una jeringa llena con un líquido azul.

Cadance sintió un jalón muy fuerte de sus cascos traseros, poco antes de sentir una hinchazón en su cuello, mucho antes de poder ver a su atacante, sus párpados se cerraron. Argos tenía a su objetivo capturado, antes de marcharse se acercó al lugar donde la alicornio estaba parada, para buscar la gema que Iniar había hecho caer, una vez hallada, la puso entre los pelos de su crin. Después, en medio de toda la tormenta que se arreciaba aún más, llevando cristales del tamaño de un casco volando por aquí y por allá, sacó una pluma naranja grande y se transportó del lugar.

En medio de toda la tormenta, de toda la calma del lugar, no existía poni, cabra, ni nada que sirviese de testigo de los hechos, ni siquiera de la existencia de la gigantesca criatura que acababa de dejar el mundo de forma ya permanente.

El tren de la a mistad llegaba a toda marcha a Canterlot, los andenes estaban llenos de visitantes que llegaban para instalarse una noche antes del solsticio de otoño en la ciudad capital de Equestria. Los hospicios, hoteles, incluso las casas de familiares, cualquier lugar habitable sería llenado al tope, pegasos, unicornios, terrestres, alguno que otro burro, mula; incluso un búfalo se movilizaban de forma continua, el tren llegó en medio de la hora pico de aquella actividad de visita a Canterlot.

Los últimos chorros de vapor eran expulsados, un unicornio se movía entre la multitud.

- Permiso por favor… Disculpe… con permiso.

Shining Armor se maldecía a sí mismo por haber sido tan tonto como para no haber solicitado el tren real, era un príncipe, desde luego, los guardias reales le abrirían el paso de forma rápida y todos cooperarían en abrirle el paso, pero no, había decidido ahorrar quince minutos para salir lo más antes posible.

Mientras se movía entre el tumulto de gente, con apenas medio metro de espacio entre poni y poni, todos moviéndose de un lugar a otro en un completo caos, el unicornio se desplazaba de forma lenta y haciendo lo imposible por atravesar la estación de trenes, ni qué decir de lo que tendría que pasar cerca del castillo de las princesas, seguramente, el lugar se encontraba repleto de visitas que buscarían un recorrido. Quizás si utilizaba su transportación podría acortar el tiempo, pero bien sabía que si la utilizaba, algún otro unicornio se vería tentado a hacerlo y todo ello causaría problemas, una cantidad infinita de problemas por mala ubicación, mal lanzamiento y transposición accidental al tener contacto con otro poni antes de transportarse.

Sus movimientos apresurados empujaban a distintos ponis que se movilizaban de forma lenta, que se quedaban viendo alguna curiosidad, que deseaban comprar algo o que simplemente no sabían a dónde ir. Shining Armor tuvo que tener una paciencia infinita, sobre todo porque algunos de los ponis lo reconocían y deseaban pedirle un autógrafo o saludarlo, era desde luego comprensible que siendo un príncipe, de hecho el único que existía en Equestria, fuese una rareza verlo fuera del palacio o de los cuarteles del imperio de cristal.

En medio de todos los ponis, por un solo segundo, Shining pudo observar en medio de toda la gente, a un potro perdido, sus lágrimas escurrían por el rostro, el color gris de su pelaje era apenas reconocible del color del cemento del piso, aterrado, observaba de un lugar a otro para poder encontrar a sus padres; sin siquiera pensarlo, el unicornio se dirigió hasta el lugar con gran preocupación por el pequeño, este de inmediato pareció reconocerlo, sus ojos rojos llenos de lágrimas se mostraban más relajados a medida que el unicornio se acercaba. Shining, observaba preocupado al pequeño y tomando los colores de su pelaje y ojos como referencia, buscaba algún poni con aquellas características cerca, pues si encontraba a una yegua o un corcel con dichas características, muy probablemente sería su padre o madre. Sin embargo, no encontraba coincidencias, el color de sus ojos era particular; ciertamente eran pocos los ponis que poseían los ojos rojos, menos que tenían el pelaje gris. El unicornio estaba de una u otra forma intrigado por la identidad del pequeño, le recordaba a alguien, pero no sabía quién exactamente.

- Mama… - decía el pequeño de forma ya débil, debido al cansancio de sus cuerdas vocales, seguramente por haber gritado antes… pero ¿Por qué no lo escucharon antes?

- Hola amiguito ¿Perdiste a tu mamá?

- Sí – Decía el pequeño con cierto desdén por la pregunta. – Me perdí cuando mamá trataba de ir por las valijas…

- De acuerdo, seguramente está en alguna de las oficinas de la terminal de trenes. Ven conmigo y te ayudaré a encontrar a tu madre.

- Gracias señor. – Respondía el pequeño mientras era elevado en el aire por la magia del unicornio, quien pasaba de forma aún más acelerad entre los ponis.

Paso a paso, los ponis parecían llenar aún más el lugar… según recordaba, el solsticio de otoño era uno de los más esperados, pero la organización de la terminal siempre había sido impecable, aún así, no se puede estar preparado para todo, pensó el unicornio mientras llegaba a la oficina con el pequeño sobre él. El guardia que estaba presente de inmediato hizo un saludo militar, era su superior y tendría que obedecer de inmediato a sus peticiones.

- Su nombre. – Indicó el unicornio poco antes de bajar al pequeño al piso.

- Swan wing, señor. – Respondió el pegaso poco antes de salir de la cabina adivinando hasta cierto punto cuál sería la petición que su superior le daría.

- Cielos señor, usted es el príncipe Shining Armor ¿verdad? – Cuestionó el pequeño unicornio, poco antes de sacar una pequeña caja de una alforja que Shining no recordó haber visto antes. – Tengo su tarjeta de colección. – Prosiguió el pequeño mientras mostraba emocionado la carta donde Shining aparecía posando y tenía una pequeña información debajo. Era una serie de cartas de celebridades de Equestria.

Olvidando temporalmente a su madre, el pequeño se calmó, recuperando la calma y recordando un pequeño detalle.

- Soldado, este pequeño se perdió; estoy seguro que su madre vino aquí.

- Lamento decirle que no, los cuatro puestos no han recibido notificaciones de extravió en toda la mañana, puede ser probable que su madre haya preferido ir a buscar un grupo de patrullaje pegaso para hallar a su hijo en medio de toda la ponidumbre. – Respondió hábilmente el soldado poco antes de ingresar nuevamente a la cabina.

- Señor… mi madre me dijo que nos quedaríamos en un lugar llamado el abrevadero. – Explicó el pequeño con su voz e potro mientras señalaba un lugar en el espacio lejos de aquel lugar – está por allá… la última vez que vinimos también nos quedamos allí. – Dijo finalmente el pequeño.

- Perfecto, te llevaré allá y después mandaré a un grupo de soldados para buscar a tu madre. – Explicó el unicornio mientras hacía levitar nuevamente al pequeño, para llevarlo hasta la dirección deseada.

Shining Armor comenzaba a detestar viajar en tren debido a la poca libertad de movimiento que tenía dentro del tumulto de ecuestres en la estación, pero poco después de salir de la estación, hasta casi una calle después, su paso pudo incrementarse.

- Parece que ningún poni sabe dónde ir primero. – Expresó el unicornio para distraer al pequeño.

- Si, el año pasado mi mamá estuvo a punto de perder la cabeza porque no fuimos al museo de Star Swirl. – Contó el pequeño.

La posada estaba en un lugar algo inhabitado, el lugar parecía la residencia de ponis ancianos, las calles pacíficas y desérticas parecían no tener a nadie más que algún anciano ocasional.

- Es una calle más allá. – Señaló el pequeño, su casco mostraba un callejón donde se alzaba el letrero que decía "El Abrevadero"; pero el letrero de madera se encontraba en un estado deplorable.

Al acercarse a una vieja puerta de madera, el unicornio trato de abrirla con sus cascos, pero no pasaba nada, parecía estar cerrada desde hace tiempo, una residencia abandonada…

- Parece que no hubo ningún poni aquí desde hace años. – Observó el unicornio mientras le daba el lomo al pequeño que sin que el príncipe se diera cuenta se había librado de su hechizo de levitación.

- Es porque no hay nadie allí desde hace años… - Exclamó el potro que cambiaba de forma rápidamente y mucho antes de que el unicornio lo viese, lanzó un hechizo que logró dormirlo de inmediato.

***Canterlot (Palacio Real)***

En las profundas cuevas del interior de la montaña donde estaba construido Canterlot, yacían las cuevas construidas por el mismo Star Swirl, su estudio de magia era un lugar inaccesible por el intrincado camino para llegar, cualquiera perdería las esperanzas de llegar al décimo intento, sin embargo, Celestia conocía mejor que nadie el camino para llegar a sus diferentes secciones, divisiones, etc. Sin embargo, para encontrar lo que deseaba encontrar debía ser mucho más furtiva, mucho más sagaz de lo que sería usualmente. Star Swirl era un unicornio lleno de trucos bajo la manga, de su estudio había que esperar lo mismo. Lo más importante se hallaba oculto, detrás de puertas secretas, estantes ocultos… pero si bien no sabía de la existencia de lo que buscaba, tenía la certeza de que existía.

- Hermana, qué buscamos exactamente... – Cuestionó Luna con algo de intriga a causa de la búsqueda repentina en la que su hermana la había incluido.

- No sé exactamente… - Fue la única respuesta que obtuvo de esta.

- Sabes que no me gusta ver en tus sueños hermana… pero ultimadamente has estado soñando con un libro… y… con.

- No lo digas. – Interrumpió la alicornio, sus pasos eran lentos y su avance seguro.

La razón para estar allí abajo buscando algo desconocido era nadie más ni nadie menos que el Draconequus, las últimas semanas habían sido completamente enloquecedoras, su sentencia le dejaba sin la compañía del Draconequus y a juzgar por la carta que su alumna le había mandado, también ella y sus amigas se preocupaban por él… mas ese había sido el veredicto final al que Discord se había sometido. Pero dejando de lado aquel juicio de indudable justicia; se cumplía aquello que él le había repetido incansablemente: lo daba todo por Equestria, sacrificaba más de lo que se le retribuía, en este caso, el sacrificio era un amor que surgió de la nada, algo que no imaginó sentir por uno de sus ex enemigos, una segura locura para cualquier súbdito, pero que había sucedido.

Enamorada, no podía negarlo, pero jamás se le ocurriría anteponer intereses personales por sobre los intereses de su pueblo, el auto sacrificio era uno de los requisitos para ser princesa y ella más que cualquier otra se había ganado el título por hacer semejante sacrificio a lo largo de su vida. El más reciente sin embargo, era el que más le lastimaba, el que más anonadada la dejaba. Discord había hecho algo justo al condenarse a sí mismo a un juicio donde claramente era culpable a todas luces… pero ¿y si todo era mentira? Pensó en ello durante los últimos días ¿Y sí solo hacía todo aquello para lastimarla? Twilight le había comentado de sus planes aparentemente inocentes, pero que la lastimaron hasta cierto punto o que le hicieron perder el tiempo en búsquedas imposibles o en enfermedades inexistentes.

Las razones para ello eran simples, si Discord lograba distraerla lo suficiente, podría dar un ataque a Equestria, alejar a las Mane six de sus respectivos elementos como había hecho al aliarse con Tirek y así volver a tomar el control de Equestria… pero por más que trataba de pensar en la veracidad de aquello, la embargaba otra duda ¿Y si toda la historia era mentira? ¿Por qué mentir para echarse la culpa por haber realizado atrocidades de tal magnitud? Aquello no tenía sentido. Tal parecía que el señor del caos había sido completamente sincero al contar su historia, mas existían detalles que no había comentado en todo su relato, detalles que Celestia podía presentir que le fueron ocultados.

- Tia, contéstame por favor ¿Por qué sueñas con él? ¿Por qué buscas ese libro? ¿Por qué…

- Cálmate Luna. Una pregunta a la vez. – Aclaró Celestia; el pasillo hacia la biblioteca central de la guarida del barbado era conocida de memoria, pero requería cierta concentración hallar los indicios que indicaban que estaban en la dirección correcta.

- Busco el libro porque si todo lo que Discord nos mostró es cierto, debería existir algún libro, diario o cualquier cosa donde Star Swirl guardara la información.

- ¿Qué te hace pensar que tal cosa existe realmente? – Cuestionó Luna, el farol que su hermana llevaba frente a ambas para iluminar el camino era innecesario para una princesa de la noche que podía perfectamente ver en la obscuridad.

- Tú lo conoces casi tan bien como yo ¿Crees que no guardaría un registro o algo de todo lo ocurrido?

- Tienes razón, pero ¿Qué tal si desechó todo eso? O si Discord nos está mintiendo.

- ¿Te parece que nos mintió? – Dijo la alicornio de pelaje blanco poco antes de accionar una pequeña palanca

- No, pero no deja de ser una probabilidad… - Fue la única respuesta que la princesa de la noche podía hallar más coherente.

La biblioteca privada de Star Swirl era quizás la más grande que Celestia conoció hasta que ella lo superó y Twilight también estaba muy cerca de alcanzar el gran número de libros de las instalaciones subterráneas en las que se encontraban ambas… pero conocía lo suficientemente bien al barbado para saber que si existía algún registro que comprobara lo que Discord les mostro, estaría allí, en cualquier lugar o posible escondite.

Un cuadro dibujado de Celestia colgaba en lo alto, estalagmitas y estalactitas se encontraban por todo el lugar, estantes, pergaminos, banderas desconocidas… momento, Celestia pudo reconocer una de las banderas, se asemejaba en gran medida a la bandera que cayó sobre el cuerpo de la Comandante Hurricane. Colgada en lo alto, nadie le prestaría atención por ser una baratija, pensó para sí, mientras alzaba vuelo para alcanzarla. Al llegar, buscó por todas partes, desde las partes donde estaba clavada su estandarte, hasta detrás de ella.

- Acércala al fuego. – Sugirió Luna.

Un poco de magia prendió una serie de velas, después acercando la bandera a las mismas, la princesa del sol esperó lo mejor, pero no pasó nada. Poco después, Luna comenzó a buscar en cada escondrijo, mientras Celestia revisaba libro por libro todas las estanterías, el hechizo que le había enseñado a Twilight para hacer girar los libros alrededor y revisarlos con gran velocidad era efectuado de inmediato, pilas de libros eran amontonados uno sobre otro, llegando a los cinco metros de alto por dos de ancho y seis de largo, haciendo una pequeña pared que dividió a ambas hermanas en su búsqueda, ciertamente si algo había que no podían hacer era estar calmadas la una con la otra en una tarea conjunta; además así abarcaban más rápido todo lo que debían buscar.

Palancas ocultas, palabras claves, indicios; cualquier cosa que pudiera dar señales sospechosas era inspeccionado minuciosamente por ambas princesas, sus ojos se posaban en cualquier cosa que les levantara la menor sospecha, durante más de dos horas no hubo señal alguna, hasta que Luna observó una estatua de forma atenta, esta tenía particularidades que no saltarían a la vista de ningún poni, incluso para ellas sería difícil buscar en una estatua un libro o lo que fuese que Star Swirl hubiese utilizado como un diario de lo que había ocurrido en el pasado.

- ¿Por qué estás parada allí y tan callada? – Preguntó Celestia mientras se acercaba a su hermana.

- No estoy segura pero; crees que Star Swirl habría guardado una sosa estatua de él… digo, no era egocéntrico ni nada de esas cosas… - Explicó la princesa de la noche poco antes de volver a voltearse a la estatua.

- Tienes razón… a él no le gustaba nada de esas cosas.

Inmediatamente, las dos hermanas se acercaron, para después comprobar todo lo que concernía a la estatua de bronce del barbado, una estatua bellamente modelada y con una expresividad digna de alguien de su nivel, aunque él jamás hubiese estado de acuerdo en tener algo así en su biblioteca. Hendiduras, palancas, botones, cualquier cosa que activase un indicio secreto, pero nada parecía indicar que poseía alguna puerta secreta.

- Bronce – Dijo Celestia casi murmullando mientras observaba el aspecto del barbado, la pose perfectamente modelada detallaba una posición de completo movimiento. Incluso su capa poseía el modelado que perfectamente emulaba el viento producido por el movimiento.

La base de la estatua no poseía ningún artificio o cosa semejante, sin embargo, Celestia tuvo una idea que pronto se hizo más y más posible. Utilizando su magia para tratar de mover el pesado objeto, lo hizo levitar con lentitud al inicio, pero Luna se le unió casi de inmediato con su magia para apresurar las cosas, entonces al estar a poco más de un metro de su lugar acostumbrado por siglos, los ojos de la estatua comenzaron a moverse, virando hacia abajo, inmediatamente después, en la tierra que ahora estaba apisonada debido al peso de la escultura en bronce, comenzó a aparecerse un círculo con un orificio al medio, aquello no era mera arena, su color plomizo la hacía similar a la mitrita que Discord había utilizado en la construcción de su guarida.

Ambas no tardaron en entender lo que significaba: aquel agujero era para una llave mágica y no cualquiera que se pudiera abrir con un simple hechizo, sino más bien, una que solamente se podía abrir por los ponis que Star Swirl hubiese querido que fuese abierta.

Apartando la estatua a pocos metros del lugar, La princesa de la noche comenzó a acercarse al lugar, Celestia de la misma forma caminó hasta el lugar pensando en lo siguiente que debía hacer. Si era una cerradura mágica, y si solo se podía abrir por los ponis que Star Swirl hubiese deseado; entonces no tenían más de dos opciones.

Sin esperar más palabras, la princesa del sol bajó su cuerno hasta el orificio, introduciéndolo para liberar una pizca de su energía y así activar el mecanismo mágico que la cerradura poseía. Sus dudas fueron corroboradas de inmediato cuando la arena de mitrita comenzó a alejarse, partiendo un pequeño espacio en el lugar por la mitad, tenía un tamaño no mayor al de un libro. Los ojos de la princesa del sol apreciaban con gran asombro la veracidad de sus sospechas, era cierto… podía sentir que aquellas hojas guardadas bajo una seguridad obvia pero inquebrantable eran las que buscaba.

Sin perder un solo segundo las sacó de su lugar, de inmediato las acercó, todas tenían un aspecto de haber envejecido durante cientos de años, así como claras señales de haber sido arrancadas de un libro… Celestia contemplaba con incredulidad la primera página.

"Oh mis queridas Celestia y Luna, cualquiera sea la razón por la cual encontraron estos papeles, deben saber que todo lo que aquí está escrito es lo que les guardé, lo que no les dije del pasado de Equestria y la relación que todo esto guarda con el peor enemigo de Equestria: Discord.

Espero que después de todo este tiempo y seguramente incluso después de mi muerte, estén dispuestas perdonar a este viejo por ocultarles todo lo que está escrito en más de veinte años y la única prueba que existe de Equestria antes de que Discord nos esclavizara."

Poniendo un casco en su boca para evitar abrirla, la princesa no podía evitar sentir como una parte de su corazón finalmente se rompía, por todo lo que implicaban aquellas hojas, seguramente porque eran la prueba contundente de que Discord había sido quien dijo ser, el peor villano de todos, el señor del caos. El destructor de Equestria.

Luna en cambio comenzaba a preocuparse por su hermana, presentía que ella estaba demasiado lastimada, las últimas semanas, desde que habían exiliado a Discord, ella había tenido innumerables pesadillas, innumerables sueños con Discord, con lo que había sucedido, con cierto anhelo que su corazón guardaba de manera celosa, en medio del silencio sepulcral que se levantó en la cueva. Observaba el estado de su hermana, ella no deseaba saber el contenido que seguramente terminaba de sentenciar al señor del caos y que seguramente sería doloroso volver a revivir pero ahora desde el punto de vista de Star Swirl

"Hoy sufrí una sorpresa demasiado grande, quizás una que nunca se volverá a repetir y estoy seguro que nunca olvidaré; una especie de monstruo o mutación, o lo que sea que sea aquel joven entró a mi biblioteca.

Tenía cola de dragón, patas de diferentes animales, así como alas y un rostro muy marcado de la familia equina, compuesta por más de una de sus especies, sin duda se encontraba escondiéndose de algo y creo saber exactamente lo que es…"

En silencio, ambas leían atentamente las páginas sueltas que su maestro había decidido ocultar hasta el momento preciso, leerían todo el diario, hasta la página final para comprobar lo sucedido en el pasado y en el caso de Celestia, para hallar una respuesta a una pregunta que su corazón realizaba, martillando a su cabeza de forma constante: Por qué Discord.


Y con esto finalizamos el capítulo de esta semana, espero que les vaya bien, nos leemos pronto.

Next Chapter: ¿El fin del caos? Estimated time remaining: 0 Minutes
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