Discord
Chapter 55: Caos
Previous Chapter Next ChapterEspero que hayan pasado un buen año nuevo, antes de iniciar con el fic les aclaro porque recientemente releí un comic oficial y pues un nombre dentro de este capítulo y alguno que no recuerdo bien tiene el nombre de Hope, ahora bien, la Hope que aquí se presenta no es la misma que la de los comics, es otra y pues es un error que aclaro ahora, no las confundan por favor.
La dirección del combate sorpresa tras sorpresa cambiaba de forma repentina, violenta. Lo que parecía ser una victoria definitiva volvíase una derrota ante la mirada expectante de los diferentes ponis que defendían el último enclave de resistencia contra el caos; lágrimas, gritos de horror, de fervor y el inicio de acciones desesperadas por parte de cada sector defensor que quedaba se hacían visibles desde el aire, Celestia podía percatarse de ello, Luna por su parte, daba cuenta del aspecto del Draconequus; sus ojos algo cansados apreciaban con una gran sonrisa el terrible contraefecto de los elementos de la armonía, estos, como si tuviesen ira contra sus portadores comenzaban a drenarlos, literalmente, de toda su energía y vitalidad, mientras eran transformados lentamente en piedra.
La resurrección del híbrido era ya innegable, dejando ver una estrategia que cualquiera podría pensar que estaba planificada, anticipándose a todas las movidas que los ponis harían ¿Sería Discord la mente tras semejante estratagema? O ¿Sería cuestión de mera suerte que todo se hallase como se hallaba? Difícilmente alguien podría tener una mente capaz de englobar todas las acciones, ataques contraataques, pensamientos, dudas, fortalezas y debilidades de sus enemigos, incluso Discord no podía encargarse por sí solo de una tarea tan grande; las fuerzas del caos ingresaban sin ningún freno, las defensas que Iniar inutilizaba a su paso eran de inmediato tomadas por los chacales, vulcanos y escarabajos, todos trabajaban conjuntamente asegurando posiciones de forma tan veloz que ni siquiera los pegasos podían enterarse de qué punto había sido tomado sino hasta que se veían desplazados cada vez más hacia el centro de la ciudad.
Luna se percató de forma rápida de lo que planeaban hacer. Iniar se dirigía a toda velocidad al anillo central, cargando una enorme cantidad de las fuerzas sobre su cuerpo, no solo para tomar el anillo central, sino también para convertirlo en el lugar donde los ponis terrestres y la mayor cantidad de defensores serían emboscados, capturados sin muchas complicaciones; Iniar tenía el poder para hacerlo y lo haría. Dentro de su cabeza maldecía el no poder realizar más acciones que solamente observar aquella guerra que ahora tenía un sentido con toda la historia que seguiría después de ella. Pero por qué, por qué Discord se empeñaba tanto en aprisionar a los ponis cuando tranquilamente podría evitar pérdidas en su ejército y eliminarlos, para un general esa sería la elección más sabía. Pero Discord, buscaba otra cosa "sufrimiento". Aquella palabra le llegó a la mente, la era del sufrimiento era, la era en la cual Discord tuvo como esclavos a los ponis; lo que él deseaba era hacerlos sufrir hasta el máximo, hacer que pagaran por lo que le hicieron; venganza era lo que deseaba y eso sería lo que conseguiría con aquella victoria… pero la situación era completamente distinta a como su mente lo había imaginado, Discord ingresaba triunfal a la ciudad, caminando de forma lenta junto con su guardián y acercándose a Star Swirl, quien se hallaban preso en las raíces saqueadoras del Draconequus.
- Oh, mi viejo maestro, usted aun no comprende que yo ya gané. – La risa del Draconequus era débil, pero aun así de completa satisfacción.
Los ojos de locura del señor del caos se cruzaban con los de su antiguo maestro, una mezcla entre respeto y risa se daba en su expresión, contento con su victoria; acercaba su garra de león al cuello del barbado, este desde luego no perdía el coraje, no perdía el valor, por más que la ciudad se estuviese derrumbando ante sus ojos, por más que el horror llenaba a toda la ciudad, convirtiéndola en un momento culmen de la historia, que estaba destinada a ser olvidada por los siglos de los siglos.
- Mire… mire… - La risa del Draconequus era imparable, mostrando la crueldad de este, así como su falta de juicio.
La pata del ex alumno de Star Swirl lo obligaba a ver hacia el centro de la ciudad, el piso se elevaba con ambos, para que tuvieran la primera fila para observar la movida decisiva. Debajo de ellos, las unidades de Discord daban las estocadas finales a los defensores de Green Field, quienes caían con heridas mortales, víctimas de las Karis o hasta aprisionados dentro de una burbuja de tiempo; cuando Celestia observó abajo pudo constatarse de ello, el viento movía su melena de forma salvaje, pero este era producido por el batir de las alas del híbrido que se hallaba en lo lejos.
Produciendo vientos tempestuosos que evitaban que la mayoría de los pegasos pudieran representar un peligro, Iniar avanzaba por sobre trincheras, búnkeres, centros de evacuación, hospitales, fábricas, torres defensivas; ignorándolas a todas y aguantando la poca resistencia que podían ofrecer antes de que saliera de su rango de ataque, haciendo todo lo posible por llegar de forma rápida al anillo central, cuando finamente toda la marea de destrucción que traía consigo llegó al destino, este bajó desde el cielo, aterrizando dentro del anillo, a pocas decenas de metros de la muralla; sin esfuerzo congeló a las defensas existentes y liberó a las fuerzas del caos que llevaba en su cuerpo. Seguidamente volvió a levantar vuelo, sus ojos de hielo se hallaban abiertos, por tanto su aspecto blanco con poca cantidad de cuernos y una piel más gruesa se mostraron, avanzó sin impedimentos alguno, una llamarada gélida bastaba para terminar con torres defensivas, artillería pesada y también para destruir escuadrones que se dirigían a batallar contra las fuerzas que había transportado. Con su vuelo violento, pudo dar con uno de los accesos a la ciudad. Para ingresar y subir a las murallas se debía pasar por puntos escondidos, pero sus alturas de poco servían ante la presencia de un coloso como él, quien apaciguaba las defensas más sólidas con una de sus llamaradas, garras, coletazos, aleteos, incluso un zarpazo era suficiente para barrer con las mismas, su piel de escamas extremadamente duras y gruesas lo mantenía protegido de los ataques más feroces, convirtiéndolos en meros roces, sin ningún daño en particular. Mas ello no le quitaba la importancia de ser destruidas, pues sus aliados tenían que encargarse de ocupar las murallas, mientras él no hacía más que un ataque devastador y actuaba como distracción, atrayendo todos los esfuerzos de los ponis que probablemente podrían detener a quienes asegurarían el dominio de la ciudad.
Las garras del híbrido se teñían de rojo por la cantidad inmensa de pegasos que desgarraba al paso, sus escamas presentaban signos de haber sufrido duros castigos por parte de los proyectiles, sus alas eran constantemente rasgadas por espadas y sables. Pero aun así, seguía avanzando de acceso en acceso, utilizando su fuego gélido para crear un muro impenetrable de hielo, evitando así el acceso o la salida del lugar; las Karis en el cielo ya habían lanzado bajo su protección maleficios de inhibición a los unicornios, los pegasos por otra parte daban un combate valeroso, admitía el coloso, pero inútil, cortar sus alas, o al menos rasgarlas no serviría para detenerlo y regenerarían rápidamente. No obstante, rendirse no conformaba parte de los planes de los ponis.
Mientras que la parte del plan de las fuerzas del caos se llevaba adelante, el Draconequus disfrutaba de todo el caos que se creaba dentro de la ciudad, más que todo el repentino cambio de esperanza a desesperación y miedo, los corazones de los ponis comenzaban a sucumbir ante el caos, abandonaban sus esperanzas y lentamente se entregaban a su futuro señor, su voluntad desaparecía lentamente, luchar o morir era una hermosa frase para cuentos y algunos discursos, pero él sabía muy bien que pocos estaban dispuestos a llegar hasta ese extremo.
- Tú, monstruo… cuántas vidas deben perderse para que termines con tu absurda venganza. Débil, corrompido… - Star Swirl trataba de liberarse de las saqueadoras, mas Discord todavía no volteaba para verlo. Disfrutar del calor del fuego, la sinfonía de los gritos, del miedo y de todo el caos lo regocijaba.
- Es el fin del orden maestro, ustedes perdieron, su orden está destinado a ser destruido… - Decía mientras volvía a acercarse al barbado y lo tomaba por el cuello, levantándolo con algo de dificultad.
La magia del caos comenzaba a actuar sobre el barbado, las energías de Discord se restablecían debido a una cancelación de sus hechizos en gran cantidad, pues solamente podía recuperar una pequeña porción; pero si algo había que le estaba dando toda la energía necesaria para poder realizar aquel poderoso conjuro, provenía de deshacer el hechizo más grande que había realizado y que estaba presente desde el inicio de aquella última batalla.
Star Swirl podía ver, así como las princesas, cómo varias rajaduras se producían en el cielo diurno, las nubes y el sol se detuvieron; lo que pudo fácilmente captar la atención de los combatientes, fue el momento en el cual, aquellos rajones fueron a parar al punto más alto: el sol y formando una figura similar a las de porcelana o vidrio antes de romperse, comenzó a desprenderse, hasta caer desde lo alto al piso y traspasarlo hasta desaparecer. Una caída de centenas de metros dejaba al pedazo de "cielo" que había caído con una obscuridad casi completa, la mitad del sol se había desprendido y todos los presentes, incluso Star Swirl comenzaban a temblar ante tal fenómeno.
Celestia pudo comprenderlo todo de forma veloz, mucho antes que su maestro, en realidad, habían estado combatiendo bajo una burbuja de realidad, Discord comenzaba a deshacerla para recuperar energías. Mientras algo similar ocurría en distintas partes de la burbuja de realidad que emulaba el cielo, dejando paso a la noche que revelaba el tiempo real en el que se encontraban; Discord realizaba un conjuro que se creía imposible.
Las arrugas del barbado comenzaban a desaparecer, su cuerpo flaco comenzaba a ganar musculatura, sus pelos blancos adquirían un color grisáceo, incluso su rostro recuperaba cierto vigor; impresionada, Celestia observaba un hechizo de edad, pero sin reversión posible. Discord utilizaba su magia del caos para devolver a su maestro a su juventud, con una sonrisa, el señor del caos observaba el éxito de su hechizo.
- ¿Qué.. qué estás haciendo? – Cuestionaba el barbado mientras sentía que aquella magia ingresaba en su cuerpo, cambiando su constitución, su edad y perturbándola.
- Esta historia termina aquí, sus personajes tienen su final en el libreto, pero el nuevo libreto, necesita nuevos personajes. – Decía el señor del caos mientras lograba terminar su hechizo de edad de forma contundente e irreversible; los ojos del barbado comenzaron a brillar antes de caer inconsciente en el piso.
Un portal se abría en la tierra, comenzando a halar del cuerpo del barbado y llevándoselo a otro lugar, fuera de los últimos momentos de Green Field.
- Quizás nos volvamos a ver… pero será de una forma diferente, eso lo puedo asegurar. – Se despedía el Draconequus mientras el portal se cerraba, llevándose lejos a Star Swirl.
Un Chacal se acercó al lugar a los pocos segundos con gran prisa.
- Amo, encontramos a la unicornio… está viva y bajo el resguardo del mejor equipo, Argos se ha movilizado para reforzar el lugar.
- Esta bien Ras; bueno, creo que gané. – Dijo el Draconequus momentos antes de desaparecer.
La ciudad entera ardía en llamas, monumentos eran destruidos, bibliotecas saqueadas, ponis eran asesinados si no se rendían; la inmensa guardia de Green Field era encarcelada bajo sus propios muros, Iniar levantaba con facilidad paredes de hielo que dividían y enclaustraban aún más a los defensores, los pegasos eran eliminados casi al instante por flechas, lanzas de los chacales que continuaban sobre el coloso y ataques brutales del híbrido. Finalmente, los diferentes centros de evacuación eran abiertos desde fuera, para extraer al mayor número de civiles que se resguardaban dentro, estos no ofrecían una gran resistencia antes de ser sometidos por las fuerzas del caos, que extraían conglomerados de miles a decenas de miles de cada complejo.
- Winter Storm, quiero que saquen de aquí a todos los civiles que quedan, usen la salida secreta.
- Y ¿usted señor? – Preguntaba un pegaso de pelaje obscuro y ojos grises.
- Yo los alcanzaré, todavía podemos liberar unos cuantos centros, la ciudad será tomada de un modo u otro. Pero todavía podemos pelear sin ella. – Decía el rey mientras evadía una lanza y desenvainaba su espada con una fiereza inigualable. El muro que se hallaba a sus espaldas era una de las pocas secciones que todavía tenía una defensa y el control de sus artefactos de asedio, todavía podía mantener a raya a los invasores.
- Sí señor. – Respondió el pegaso poco antes de lanzarse al vuelo veloz, junto con unos guardias que seguramente darían sus vidas para que el pegaso llegar a distintas partes a emitir la última jugada que podían realizar como ponis.
La defensa era sorprendentemente amplia, más los temblores en el suelo y un rugido que fácilmente pudo dejar sordos a la mayoría de los ponis presentes, fueron la señal perfecta de que la criatura más temida por los pegasos se hallaba en el lugar; sin dejar tiempo para reaccionar, Iniar congeló a todo aquel que estuviera sobre la montaña, sus energías también se veían agotadas por el esfuerzo que había realizado durante el ataque relámpago.
Finalmente, las fuerzas del Rey que tanto lo habían protegido eran eliminadas por llamaradas, pegasos caían rostizados, unicornios no podían realizar magia y eran del mismo modo, chamuscados hasta los huesos por el fuego del híbrido, con una distancia de al menos cien metros alrededor del rey, Iniar terminaba con casi todo el pequeño ejército que se hallaba junto con su Rey.
Ante la polvareda, la ceniza y la poca luz que lograba pasar, la figura del rey se quedaba pasmada ante tanta destrucción.
Con un gruñido más que audible, de hecho penetrante hasta la misma psique, el híbrido posaba sus patas traseras sobre la muralla, para bajar su cabeza, junto con sus patas delanteras que se hallaban a pocas decenas de metros del rey, quien apreciaba con terror los horripilantes ojos de la criatura que lo enfocaba directamente, aun con un brillo real, la armadura del Rey reflejaba la luz de las llamas cercanas, pues el cielo que se venía abajo también se llevaba la luz del día que emulaba. Observándolo con cierta curiosidad, el híbrido abrió levemente la boca.
- Tienes un valor superior al de los reyes que combatimos. – Comenzó a hablar el monstruoso ser, posando sus ojos frontales en el pequeño cuerpo del poni.
Sintiéndose como una hormiga ante un elefante, Cookie levantó su espada en alto, no moriría sin luchar hasta el final.
- Es porque no me importa cuánto cueste, mi pueblo es lo primero.
- Palabras bonitas pequeño ¿Por qué no escapas de mí? – Cuestionaba intrigado el coloso.
- No huiré de quien amenace a mis equinos, por muy aterrador que sea.
- Admirable. - Respondía con su voz profunda y aterradora Iniar, mientras abría su boca para lanzar una bola de fuego que terminaría con la vida de casi cualquier criatura.
Pero de la nada, una figura particular se apareció frente el monstruoso ser, y chasqueando los dedos hizo que sus alas se recobraran de inmediato, invitándolo a volar nuevamente para salir del lugar; sin embargo, la gigantesca criatura decidió quedarse.
- Calma Iniar, este poni tiene un final diferente al de todos sus congéneres. – Advertía Discord mientras sacaba un pequeño saco con un cáliz dentro que salió completamente vacío cuando lo vació frente al Rey.
Ambos, Rey de Green Field como Señor del caos se observaron, en medio de los combates finales que definitivamente doblaban más a la victoria del de ojos rojos, este se paseaba libremente frente al poni que lo miraba completamente extrañado, pero esperando el fin que el Draconequus decidiera darle, siempre y cuando todo el tiempo que ganar pudiera ser aprovechado por sus súbditos para escapar de la ciudad que ya comenzaba a venirse abajo.
- Por fin nos conocemos, mi nombre es Discord. – Comenzó a decir el Draconequus mientras extendía sus garras para tomar el casco el Rey de Green Field, imitando cierta formalidad de los corceles.
Mientras sacudía su casco, Cookie comenzaba a tratar de asestar un golpe a su enemigo; mas este no tuvo la necesidad de esquivarlo, pues el cansancio del rey era tal que falló.
- Eres exactamente como te imaginaba, testarudo, buen tipo y algo galán galán; seguro hasta tienes una poni especial que conquistaste en medio de toda este caos. – Comenzó a discursar el Draconequus.
Iniar se quedaba en su lugar, lanzando enormes cantidades de fuego a los ponis que trataban de llegar al lugar donde se daban las que seguramente eran las últimas escenas de la batalla. El aspecto del híbrido había cambiado, ahora su color rojizo y unas alas más grandes, así como una cola terminada en una maza llena de púas daban a entender que estaba en su forma de fuego. Sus enormes garras estaban posadas sobre el anillo, desde donde podía tener el asiento de primera fila para ser espectador del momento.
- Y tú eres más desquiciado de lo que pensé. – Respondía el Rey mientras se quedaba parado y mirando al señor del caos con toda la ira que podía, siendo todo lo fuerte que podía ser; era evidente lo que pasaría; después de todo, que levante la mano quien pueda enfrentar su muerte sin tener un millón de emociones.
Tomando un sorbo de un vaso de leche chocolatada, el Draconequus chasqueó los dedos para transportar a su guardián al lugar, este llevaba en sus brazos a una unicornio… Luna entendía lo que sucedería, Discord, así como en las anteriores ocasiones no terminaría con la vida de su víctima, sino que haría que esta se la quitara.
- Hice un breve relato de toda tu vida, pero me evité comentar la mejor parte de todo y es que puedes llegar a ser tan pero tan noble… - Sentenciaba el Draconequus mientras sonreía – que estarías dispuesto a sacrificarlo todo, absolutamente todo para asegurar el bienestar de tu pueblo.
Cookie que todavía no había visto al guardián del Draconequus, su atención estaba completamente sobre este, el sudor comenzaba a recorrer su frente, en esos momentos probablemente sus súbditos estaban en cerca del paso de las montañas, después debían galopar unos cuantos kilómetros para llegar a Bad Lands y desde allí podrían escapar con una embarcación que había mandado a hacer en el peor de los casos, todo aquello estaba oculto y aunque las cosas terminaran para él, su pueblo aún tenía una nueva esperanza.
- Un rey semejante se merece estar en la memoria de todos los ponis; pero adivina, no será así… - Discord se acercó al poni terrestre y rodeando su cuello con su garra de águila, mostraba con su pata de león la devastada imagen de Green Field – hoy Equestria y los ponis serán destruidos, hoy todo el orden será destruido porque no fueron capaces superar la prueba.
- Un genocidio no es una prueba en lo más mínimo. – Respondió el terrestre que ya ni tenía fuerzas para combatir contra Discord, por alguna razón perdía todo su fervor de forma acelerada.
- Oh claro que lo es, por algo los elementos fallaron, por algo me pude adelantar a sus jugadas, por algo tenemos esta conversación. No digas que esto no tiene que ver con el orden y el caos… pero basta de pláticas sin sentido… Vayamos al tema que importa.
- Ya hazlo – Dijo el poni, tratando de evitar la plática del señor del caos.
- ¿Hacer qué? - Preguntó incrédulo el Draconequus mientras dejaba de pasearse y se sentaba en el piso cruzando las piernas y moviéndose cual potro que no puede contener la emoción de un regalo, incluso su cola se agitaba de un lado al otro levantando tierra como un cachorro inquieto.
- Mátame, viniste para eso ¿no es así? – Aclaró el poni con una determinación a mantenerse firme aún en esas circunstancias.
- Oh, no, me estás confundiendo con alguno de esos enemigos tuyos dentro del congreso y fuera de las murallas para quienes fue edificado toda esta prisión… yo quiero salvar a tu pueblo y necesito tu ayuda para ello. – Las palabras de Discord eran claras, mas confiar en ellas era la peor de las estupideces posibles; sin embargo si aquello podía lograr que sus súbditos consiguieran más tiempo aún, estaría dispuesto a seguirle el juego.
- ¿Qué tengo que hacer? ¿Beber un veneno? ¿Clavarme una espada? Es raro que no quieras mancharte con mi sangre cuando tienes la de mis hermanos.
Feliz de recibir tales palabras del gobernante de Equestria, al menos por la nobleza que estas desprendían, por el valor del poni y por la predisposición de este, Discord no hizo otra cosa más que rascarse la barbilla y comenzar a platicar nuevamente.
- Sabía que cooperarías, lo que te pediré es muy simple de hecho. Verás, tú me caes bien, así que te daré la oportunidad de seguir con vida y además de terminar con esta guerra absurda – Decía el Draconequus, haciendo comillas con sus dedos al mencionar la palabra absurda y chasqueando los dedos – Hoy tendrás una lección difícil acerca de ser Rey: decidir bajo situaciones de presión, auto sacrificio y bien común.
- Una criatura como tú no sabe nada acerca de estas cosas, cómo quieres darme lecciones de algo que no conoces. – Retando al de ojos rojos directamente, el Rey trataba de incitarlo a entrar en un juego de monólogo para sacar todo el tiempo posible.
- Porque conozco la gran bondaaaad que hay en ti – Respondió de forma siniestra el Draconequus entretenido de la actitud que su antagonista tomaba, en momentos como esos era extremadamente difícil no sentirse contento por lo que vendría a continuación aunque también le provocara tristeza y temor.
- Decidirás entre una vida y la vida de toda tu gente. – Comenzaba a explicar el Draconequus mientras Argos pasaba al frente cargando a una unicornio hasta entonces desaparecida.
El rostro de Cookie cambió de inmediato, las facciones de aquel rostro, el color del pelaje, el estilo de melena todo concordaba con el aspecto de la poni que más amaba en toda la tierra, incluso mucho más que a sí mismo, Argos tenía entre sus brazos el cuerpo inconsciente de Hope.
- Creo que captas muy rápido las cosas, así que simplemente me pasaré directamente a las opciones. Si sacrificas la vida de esta ciudadana de Green Field, toda esta guerra terminará inmediatamente, sí, tal como lo oyes… terminará y ustedes serán los vencedores…
Los ojos del poni terrestre se llenaron de una angustia tan inmensa, tan aguda que sus lágrimas no tardaron en salir, mostrando la dificultad de aquella decisión, Hope, la unicornio de la que se había enamorado yacía en los brazos de Argos, apenas respiraba, pero daba señales de vida; no se sentía con la fuerza suficiente de poder acabar con la vida de ella, pero tampoco dejaría que su pueblo quedara a merced del poder de un enemigo que se divertía eliminándolos como si de animales de caza se trataran. El pánico lo invadía; bien común, auto sacrificio eran palabras que Celestia entendía a la perfección, como gobernante había tenido que grabarse a fuego el significado de dichas palabras y Luna también las entendía de un modo algo distinto al suyo, pero finalmente cada una comprendía lo que significaba en el gobernar Equestria, auto sacrificio, sacrificar lo que amas para dejar a tu pueblo en un mejor lugar, para asegurar el bienestar, la prosperidad y el bien común eran en absoluto las decisiones más difíciles de tomar casi siempre, pues acarreaban al sufrimiento. Discord al parecer entendía todo aquello de una forma más retorcida, pues buscaba la forma en la cual poder aprovecharse de aquellas virtudes y todo para qué, para esparcir el sufrimiento de una venganza que ansiaba con locura.
- Si tomarás una decisión deberías darte prisa, los ponis se están acabando como pan caliente. – Decía con cierto tono de burla el Draconequus mientras Argos ponía el cuerpo de Hope al piso con cierta delicadeza y tomaba una pequeña espada en su mano para pasarla al terrestre.
El pelaje amarillo de la unicornio era en extremo fino, sus rizos eran de lo más elegante, incluso sus cascos parecían estar hechos de cristal.
- Aunque, también tengo esta tercera opción si el dilema es muy grande como para resolverlo. – Indicaba el Draconequus mientras hacía aparecer un pequeño envase de cristal con contenido negro aceitoso y altamente fétido.
El poni no poseía palabras su legua estaba entumida, así como la mayor cantidad de sus músculos, solamente levantó la mirada para observar al Draconequus, si trataba de eliminarlo sería una jugada ilusa, quizás hasta terminaría empeorando aún más las cosas al quitarles tiempo valioso a sus súbditos. Lentamente su voluntad se sumía a una completa obscuridad.
- Este veneno es similar al que le di a Gold Mane, pero a diferencia de ese, este sabe a menta y no te dolerá. Puedes elegir tomarlo y despedirte de este mundo, pero con lo que vaya a pasar con tus súbditos, bueno, no te prometo nada en absoluto si lo haces.
En medio del dilema más grande que cualquier poni podría enfrentar, Cookie comenzaba a empuñar la espada pequeña en su boca y a acercarse hacia Hope, solo debía atravesar su corazón, todo terminaría de forma casi instantánea, le evitaría en la medida de lo posible el sufrimiento de una muerte lenta, pero su fuerza de voluntad lo abandonó a los pocos segundo de iniciar con la hazaña. Sin pensarlo tomó el frasco y vaciando su contenido directamente en su estómago comenzó a hablar con el Draconequus con más valor.
- Mátalos, mátalos a todos, no los hagas tus esclavos. – Exclamaba el Rey con desesperación.
- Mi querido Rey, te dije que no te prometía nada, pero ya que estas con ganas de hablar pero sin mucho tiempo, me saltaré detalles importantes como una maldición que me ata a la vida de Hope y te diré que si matabas a Hope, me matabas a mí y si me matabas a mí, matabas a todas mis fuerzas – En ese instante Argos tomó a la poni llevándosela fuera del alcance del Rey y transportándose con su brazal a la cabeza de Iniar que comenzó a partir hacia un lugar distante y a salvo de todo peligro. – también te diré que ella está preñada y por último, que todos serán mis esclavos, hasta los ponis que se dirigen al puerto que hiciste construir en Bad Lands. – Advirtió finalmente Discord, logrando romper con la última gota de esperanza del último Rey de Equestria.
Transportándose de inmediato para evitar ver la expresión u oír las palabras del Rey, el señor del caos y futuro esclavizador de los ponis reapareció en el cielo que ya se desprendía de sus últimos fragmentos de la burbuja de realidad, el cielo nocturno acallaba el horror que vivía Green Field, contrastando su obscuridad con el vivo fuego que la ciudad sufría, el humo se asemejaba a las nubes, los gritos no eran oídos por ningún salvador, toda la esperanza se borraba de la faz de Equestria. La magia del señor del caos pronto comenzó a deshacer todas las construcciones, derretir la piedra, replantar árboles, evaporar madera, convirtiendo grandes cantidades de metales en gusanos que excavaban hasta en la tierra para desaparecer, los cadáveres ingresaban en un proceso aceleradísimo de putrefacción, convirtiéndose en potentes fertilizantes, borrando así todo rastro de que alguna vez hubiese existido una ciudad del tamaño de Green Field.
Luna y Celestia observaban atónitas el final de Green Field, había sido un golpe certero y decisivo, inesperado… caótico, comenzaban a comprender mejor el significado de quitar la voluntad de luchar, Discord se había esforzado en dar aquel golpe para suprimir todo deseo de luchar en los ponis y para que estos se vieran sumidos en el caos que este les enviaba, ahogando sueños esperanzas y demás, el señor del caos comenzaba su reinado en esa misma noche, pues a medida que la ciudad desaparecía, desde el cielo ambas princesas, podían ver como los ponis eran extraídos en grandes números, con grilletes, con cuernos y alas cortados, con un vacío y una pena tan grandes que apenas podían moverse siquiera, todos los que habían deseado vivir, aun a costa de la esclavitud salían de la ciudad en desaparición.
Extinguida la llama de la libertad, ahorcada la voluntad y destruida la esperanza, los equinos perdían cualquier cosa a la que pudieran aferrarse, abrazando el destino al cual Discord quería atarlos; abrazando la esclavitud.
Ese debería ser el final, pero al parecer, todavía faltaba un poco más de aquella historia horrible; ambas princesas aguardaban a la máquina del tiempo que de alguna manera las llevaría a su tiempo. Pero de pronto el tiempo se delante de forma rápida, haciendo que la noche pasara de forma veloz, mientras el sol salía y Green Field, así como muchas colonias desaparecían de la faz del planeta. Sin más preámbulos, se podía apreciar el campo llano y ahora cubierto por césped e incluso árboles con la presencia de miles de miles de ponis se hallaban suspendidos en burbujas de tiempo, dormidos, con las privaciones del vuelo y la magia, también la fuerza de los terrestres había sido anulada con magia, ahora solamente quedaban unos pocos nudos sueltos; abajo en tierra se hallaba Discord sentado en su trono y frente a él, todos sus esclavos: vulcanos, escarabajos y chacales formaban, llenado lo que había sido el espacio donde Green Field.
La expresión de Seti era diferente a todo lo imaginado, algunas lágrimas se desprendían a causa de alguna razón, probablemente los iría a liquidar a todos con alguna de sus jugadas sucias, pensó Luna. Así como cualquiera que pudiera ver aquella historia brutal y terrible.
- Señor, no nos aleje de su lado. – Dijo de pronto el chacal, con el apoyo de sus diversos hermanos.
La naturaleza de los chacales era algo diferente a la de los ponis, Celestia se podía percatar de ello, eran fuertes, ágiles, pero dóciles en cuanto a quién servían o con quién convivían. Tal parece que necesitaban a un alfa que los guiara y estos habían aprendido a identificar a Discord como tal.
- Su papel como fuerzas del caos terminó, son libres, pero no en este mundo. – Continuaba el señor del caos con una especie de discurso, pues se hallaba sobre una tarima, con uno de esos gorros de diplomados y con varios papeles sin escritura alguna, solo con garabatos.
- Pacté que los liberaría al finalizar esta guerra, pero nunca dije dónde ni cómo; aunque supongo que desean tener comodidad y cosas así. Por lo cual – Las vestiduras de Discord cambiaron a las de un vendedor de casas – les preparé un mundo para ustedes; mi socio les explicará mejor todo lo que tiene.
Acto seguido una copia de sí mismo llegó con una libreta gigante llena de imágenes, estaba vestido con un pantalón caqui desproporcionado, unas gafas en forma de triángulo y camisa y corbata desarregladas.
- Según nuestros estudios, este planeta con algunos volcanes es ideal para los vulcanos,con valles a pocos kilómetros hechos por su servidor son ideales para los escarabajos y bueno, también tiene un desierto aunque mi socio y yo sospechamos que preferirán vivir más cerca los unos de los otros. Debo admitir que las playas no son lo mejor de todo, pero oigan, al menos tienen peces del tamaño de un dragón y pusimos algunos animales que podrán comer. También frutas y vegetales, auqnue existen algunas plantas primitivas que parecen suculentas… lo cual incrementa el índice de vida y todo lo demás.
Desapareciendo ambos, Discord reapareció en la tarima con una expresión de diversión.
- Mi señor, no deseamos irnos, usted ha hecho de los chacales mucho más poderosos de lo que eran antes y bajo su voluntad somos mejores. – Advertía Seti mientras se acercaba a la tarima.
- Promesas son promesas; pero antes de irse, les advierto, este es un nuevo inicio, su segunda oportunidad… no la desperdicien.
Desde luego, era increíble la insensibilidad que mostraba ante sus fuerzas, las echaba fuera cuando estas lo protegieron, lucharon por él y hasta estuvieron dispuestas a morir por él. Una transportación en masa comenzaba a efectuarse, pero por la cantidad que debía llevar y la distancia, esta se realizaba de forma lenta.
- Sí señor. – Fue lo último que Seti pudo decir antes de ser cubierto por una luz y ser transportado.
La enorme cantidad de energía que todo aquello succionó al Draconequus lo dejó casi seco. Pronto tuvo que sentarse sobre la tarima, observando las prisiones de los ponis sobrevivientes, tenía mucho que hacer antes de someterlos a la peor de las esclavitudes, pero no se haría ese día, necesitaba descansar.
- Supongo que a mí también me mandarás lejos de aquí. – La voz de Iniar inundó el lugar, rebotando en las montañas y haciendo sobresaltar al Draconequus.
- Emm… tu dime ¿A dónde quieres que te mande?
- ¿A cuándo? – Dijo el híbrido antes de ser transportado.
- Cuando y donde tú quieras, te gusta mucho viajar ¿no es cierto?
- Sí. – Respondía el híbrido que tampoco podía evitar sentir la separación de su camino con el de quien lo había salvado y había sido considerado como su familia.
- Bueno pues, viajarás por el tiempo y el espacio, cada diez años cambiaras de mundo y de época, ¿Quién sabe? Hasta podrías encontrar criaturas que te cautiven los ojos. – Decía entretenido el Draconequus poco antes de enviar al coloso a su primer mundo y época.
Discord tenía una montaña llena de los conocimientos de los ponis hasta ese momento escritos en libros con una bibliotecaria más que competente y finalmente tenía a un guardián al que había enviado a dormir a una cueva lejos de su alcance, como si no fuera nada, se deshizo casi de todo lo que había logrado, un ejército, una criatura capaz de exterminar cualquier cosa, riqueza, poder, no le importaba nada de aquello, el caos era lo único que deseaba. Los ojos del Draconequus observaban inquietos, buscando el caos posible y toda la diversión que le darían los ponis mientras encauzaba el caos dentro de sus vidas.
En ese momento, un jalón fuerte tomó a las princesas por los cascos y las forzó a ir hasta el transportador, a gran velocidad, ambas princesas se quedaban incrédulas por la finalización de aquel combate, el tiempo se había acabado y la última prueba que Discord ponía en su contra era finalmente expuesta.
La máquina funcionó a gran velocidad, atrayendo a las princesas, el efecto de la poción desapareció a los pocos segundos de ingresar dentro y en menos de un segundo la máquina regresó al presente.
Discord estaba parado, no había pasado ni un segundo en el presente, pero cuando la puerta se abrió, un rayo de energía fue a dar directamente contra él; el color amarillo de este delataba que era Celestia la conjuradora. Las lágrimas en los ojos de esta se hicieron visibles, tanto para Luna como para el Draconequus que sentía mucho más dolor por la razón que por la acción de aquel ataque repentino; desde luego, cómo no ganarse el odio de Celestia cuando le mostró todo lo que la vinculaba con él, la razón para mostrar todo aquello era cada vez más inalcanzable.
- ¡Tú, monstruo! Decía la princesa del sol mientras apuntaba al de ojos rojos y lo hacía levitar, poco después, sin meditarlo, sin consideración lo arrojó por el jardín cual muñeco de trapo.
La magia que el Draconequus podía utilizar era limitada, medida hasta la última gota, no podía desperdiciar ni siquiera un poco, por lo cual debía sufrir el castigo que Celestia le estaba dando, aunque fuese solo el principio.
- ¿Qué tipo de criatura se mofa así de…? – Celestia todavía reservaba sus palabras, mostrando un odio ya profundo de su corazón al Draconequus.
- Una que busca el caos. – Respondió brevemente el Draconequus, poco antes de recibir otra descarga de magia, el rayo estaba más concentrado, Discord debía aguantarlo hasta el final, ni siquiera podía esquivarlo.
- No tuviste suficiente con una guerra, no, quisiste más, malvado… infame. – Otro rayo con dosis mayor era enviado a un Discord que estaba en el piso y no podía levantarse.
- Qué querías, demostrar tu poder, mostrar que eras el más poderoso de los malvados, vengarte. – Preguntaba Celestia mientras hacía levitar a Discord y poco antes de liberar otra descarga fue interrumpida por Luna.
- Basta, no te rebajes a su nivel. – Dijo la princesa de la noche de forma convincente mientras se acercaba al lugar con un leve vuelo. Nunca antes había visto a su hermana de ese modo.
- Qué tienes que decir en tu defensa antes de que te dé el veredicto. – Amenazó Celestia mientras sus hacía descender al Draconequus a tierra.
- El poder es para los necios, la venganza para los idiotas. Adelante, da tu veredicto. – Discord cabizbajo e inquieto esperó lo que fuera que Celestia fuese a dictar, después de todo, estaba allí para eso, para ser juzgado y cualquiera que fuese la condena, la cumpliría.
- Discord, en vista de este juicio que has alzado en cintra tuya y de las pruebas que mostraste, no tengo más opción que condenarte al exilio, no volverás a Equestria nunca más… - Las pocas palabras que Celestia podía expresar salían con la seriedad más grande, era una orden, un imperativo que Discord seguiría sin rechistar, le repugnaba la idea de ejecutarlo u ordenar su ejecución.
Mientras Discord llevaba atrás sus orejas y dejaba de sonreír, comenzaba a soltar unas lágrimas rebeldes, entendiendo lo fantasiosas que habían sido sus esperanzas. Reformado, pero no inocente, esa era su condena y ahora que se libraba de ella, sufría por su no inocencia. Mas estaba dispuesto a sufrir la pena, aunque la magia que le quedaba tenía un fin distinto a dejarse morir sin haber sin haber luchado, por primera vez en mucho tiempo, estaba dispuesto a preocuparse, a luchar por algo más que el caos.
Eso es todo por esta semana, a menos que termine el fic aquí mismo, aunque creo que no sería la mejor de mis ideas. Bueno, debo admitir que el esquema inicial era diferente, pero considero que este rumbo está mucho mejor del que pensé en primera instancia. Bueno, nos leemos pronto, no olviden dejar sus reviews.