Login

Discord

by Filomental

Chapter 52: El inicio del fin 4

Previous Chapter Next Chapter

Antes de quemarme en la hoguera por mentiroso y por estar retrasado por al menos tres semanas, déjenme decirles que estoy bien XD, no me pasó ningún accidente ni nada, solamente unos trámites monstruosos. Recuerden que el tormento más grande de los ciudadanos de cualquier país es la burocracia (no saben cómo la odio). En fin mis amigos, ahora si espero poder cumplir con mi palabra de publicar seguido y quizás terminar el fic en enero. Bueno, sin más, por fin les traje el tan ansiado maestro vs estudiante, espero que esto me expíe de mis culpas XD. Por cierto, la alusión a Harry Poter del principio no pude evitarla (no supe de dónde más sacar un enfrentamiento de magia decente, pues deben entender que no soy fan del anime).


El grito retumbó en los oídos de todos los presentes alrededor de casi doscientos metros de distancia, el desastre había dejado a varios ponis en estados lamentables, salvo por el poni de aspecto extraño, Insidius sacó de inmediato su espada para correr y atacarlo, pero el piso de la muralla se convirtió en mantequilla y a causa de ello comenzó a resbalar sin control alguno hacia el borde de la muralla, poco antes de caer, un pegaso lo agarró.

Finalmente, los recursos del señor del caos se habían terminado, finalmente se encontraba parado para dar la batalla final, observaba maravillado la destrucción del híbrido, cuyas llamas mágicas consumían su cuerpo segundo a segundo, la armadura se derretía conforme pasaba el tiempo, esperaba pacientemente la llegada de un poni, ciertamente todos esperaban su llegada.

Una luz blanca finalmente se liberó, dejando ver al barbado con una expresión seria en el rostro, allí, a poco más de veinte metros del lugar. Los artefactos de artillería estaban todos inhabilitados, destruidos, muchos estaban transformados en juguetes de madera del tamaño de un casco, incluso los disparos que efectuaban se detenían en el aire, las balas se convertían en palomitas de maíz, moscas, chicles o retazos de algodón.

La mirada del poni continuaba asombrada hacia el cuerpo de Iniar, por su aspecto ni siquiera él podía creer lo que había ocurrido… hasta se podría decir que observaba con tristeza los ojos cerrados de la criatura. EL silencio lograba hacer estremecer hasta los huesos a todos los presentes, hasta el poni más fuerte esperaba pacientemente el momento indicado para realizar alguna acción. Discord era un nombre que describía probablemente a la criatura más temida, no por el daño que podía causar, sino por el caos que lograba liberar a su paso.

La respiración de Star Swirl se hacía más lenta, Discord continuaba estático, hasta que de pronto; el hechicero se dio media vuelta, al hacerlo, el Discord poni se derritió.

- Hay pero cuanta seriedad, es como si nunca antes me hubiesen atacado. – Comenzó a hablar el señor del caos burlándose de los ponis que se encontraban en el lugar, incluso Star Swirl sentía cierta impresión.

Las princesas también estaban sorprendidas, el Draconequus había realizado al menos dos hechizos sin que nadie se percatase de ello; aquella habilidad no era de menos.

- Oh vamos, relájense un poco. – Las armaduras se transformaban en trajes de baño, las espadas en vasos llenos de algún jugo, los cascos en sombreros para sol – Tómense su tiempo.

La magia del señor del caos era poco concordante con el contexto en el cual se hallaba, bueno, casi siempre era así; pero ahora hacía de una guerra, un mero chiste del cual solo él reía, mientras el resto se quedaba anonadado por la muestra tan poco… congruente de la magia del caos.

- Te has vuelto mucho más parlanchín. – Dijo finalmente el barbado, disipando la magia que el de ojos rojos había realizado.

- Al fin, alguien que rompe el hielo. – Se mofó el señor del caos mientras daba unos pasos en falso hacia el límite de la muralla, observando a Iniar – Oh, es una gran pena… No sabe lo mucho que cuesta mantenerlo en el mundo.

Un rayo de energía se dirigió hacia el Draconequus que partió su cabeza en dos para esquivarlo. Desde lo lejos, Ciel mantenía una manto gris alrededor del cuello, seguramente era un artefacto para amplificar su poder con la magia.

- Oigan, esa no es forma de tratar a un invitado.

Las rocas de la sección donde el Draconequus se hallaba comenzaron a cobrar vida hasta sus patas, este llevó su pata hacia los ojos para literalmente extraerlos; otra descarga de magia de la unicornio se dirigió directamente al Draconequus que tiraba sus ojos al piso, este de inmediato se perforó y su cuerpo se apareció en el lugar donde sus ojos rodaron.

- Querida, estás muy entusiasta ¿verdad?

Un chasquido fue suficiente para que el manto se transformara en un chaleco de fuerza que envolvió los cascos de la unicornio, haciéndola caer de inmediato, su cuerno rápidamente comenzó a brillar para liberarse.

- Bueno, supongo que no hay otra forma de terminar esta historia. Discord sacó una pequeña vara de madera, una capa negra se apareció en sus espaldas, así como un uniforme con corbata, anteojos y una cicatriz falsa en su frente.

Tomando la pequeña varita con tres dedos, llevó su garra de león al frente. Su expresión de mago se completó con la conformación de su varita mágica.

- Entonces prosigamos con este duelo de magia. – Señaló Discord, fingiendo la voz.

- Deja de ser tan… ridículo. – Afirmó con cierta preocupación el maestro

- Me lo dice el del sombrero on cascabeles. – Respondió el señor del caos.

De un segundo al otro, la varita del señor del caos apuntó al barbado.

- Desmayo… Un pequeño destello de luz salió de la misma, dirigiéndose directamente al unicornio, quien lo desvió con su magia.

- Emm… Adaba cadabra. Un rayo verde se emitió desde la varita hacia el unicornio, quien nuevamente redireccionó el extraño hechizo.

- Taca taca…

Un pastelillo salía disparado de la punta del artefacto mágico que Discord empuñaba. Este dio de lleno en el cuerpo del barbado, sin efecto alguno más que una mancha.

- Ja, te di.

Un rayo de magia roja se abalanzó sobre la pata del Draconequus enviando la varita lejos.

-Oye, era divertido. – reclamaba a la unicornio mientras esta se acercaba para dar una fuerte coz al cuerpo del Draconequus, este desapareció, para reaparecer dentro del anillo, los disparos de la artillería no se hicieron esperar, pero así como las balas de las carabinas, cambiaron sus formas, se detuvieron, e incluso regresaron a sus cañones originales.

Star Swirl se transportó junto con Ciel al punto donde estaba Discord, los diferentes hechiceros unicornios se dirigían a la zona para prestar su ayuda, hasta el último casco debía ser aprovechado para vencer ante un enemigo tan poco conocido e impredecible.

- Era una varita de madera petrificada, no tienes idea de lo difícil que es conseguir un trozo de madera idóneo para tallara. – Volvía a reclamar a la hechicera a quien se le agotaba la paciencia.

- Por qué no mantienes la boca cerrada.- Dijo poco antes de utilizar otro de sus rayos de energía, estos eran tan potentes que lograban seccionar piedra y metal al contacto.

La varita comenzaba a caer desde lo alto, incrementando su tamaño hasta llegar a los tres metros y una anchura respetable; como si tuviese vida propia, comenzó a girar apoyándose con sus distintos lados para mantenerse con sus giros alrededor de la unicornio, entre giro y giro, lentamente se abría un pequeño círculo mágico, del cual de un segundo para el otro comenzó a salir una especie de magia de color café con cuadrículas verdes y rojas, pero en lugar de hacer un sonido parecido al de un rayo de energía, emitía una especie de murmullos de dolor, alegría y un crujir.

Usando un campo de protección, la hechicera salvó su pellejo, el golpe era el menos esperado. A lo lejos se hallaba Black Feather, empuñando su espada, esta poseía un encantamiento mágico sencillo, incrementaba el filo de su espada y reducía tremendamente el peso de esa. Cierto instinto protector hacia la unicornio le impulsaba a atacar a Discord.

Desde su lugar, el Draconequus observaba entretenido los movimientos de todos los ponis, incluso los unicornios que comenzaban a llenar los alrededores, entre todos conjuraban una descarga de magia que fácilmente podría terminar con su vida, por mucha magia que utilizase para contener todo aquel poder, no obstante, de Discord se debía esperar lo inesperado.

Chasqueando una de sus garras, el Draconequus comenzó a caminar en dirección a su ex maestro, lanzando su capa en lo alto; esta se transformó en una especie de ave, sin cabeza definida que comenzó a volar alrededor, recibiendo varios hechizos que iban dirigidos al Draconequus y como si estuviese hecho con escamas de dragón, no recibía efecto alguno.

Las tejas comenzaban a transformarse en proyectiles vivientes, flotaban y se dirigían en dirección a los unicornios y los desafortunados que se habían transportado sobre un techo aledaño, comenzaron a flotar. Distrayéndolos de esta forma, el Draconequus salía temporalmente del peligro. Sin embargo, Star Swirl había estado sobrecargándose de energía para enviar tres ataques distintos al de ojos rojos.

Primero un rayo de energía, después un hechizo de parálisis y por último uno de transmutación. Combinación difícil de realizar, sobre todo por la concentración necesaria para pensar en los tres tipos distintos de hechizos que eran lanzados. Black Feather se aproximaba a toda velocidad, Discord estaba distraído y no vería el terrible golpe que le daría; Ciel estaba presa del ataque de la extraña pieza de madera petrificada, obviamente era obra de Discord que hiciera tal desempeño en el campo de batalla.

La magia del caos era lo suficientemente poderosa para convertir la cadena de hechizos consecutivos en mera energía; poco antes de recibir el golpe del pegaso comandante, se hizo a un lado y cuando este pasó de largo, utilizó su cola para darle un golpe en el flanco y chasquear los dedos para aparecer una criatura de arena, era un escorpión con dos colas. Este comenzó a subir por el muro para ir a atacar a la artillería. Ciertamente, la concentración de Discord en los distintos ataque tarde o temprano mermaría y cuando eso ocurriese, ya no podría dar más batalla, pues todos los golpes contra el iban a matar.

El barbado comenzó a galopar en dirección al Draconequus quien nuevamente utilizó su cola, haciéndola estirarse hasta poder dar una bofetada al maestro con los duros pelos que tenía en la misma y que perfectamente podían componer otra garra con pulgar. Por una centésima de segundo, la vista del barbado se fue a la izquierda, ese pequeño instante fue suficiente para que el Draconequus volviera a desaparecer. Sin embargo, la energía caótica que desprendía era tal que el hechicero pudo ubicar la posición del mismo. El pegaso se levantó lo más rápido que pudo, para dirigirse al extraño artefacto de Discord y cortarlo por la mitad con su espada.

- Gracias, te debo una. – Advirtió la unicornio poco antes de desaparecer junto con los demás unicornios que ya habían terminado de lidiar con las tejas flotantes, atravesándolas con pequeños rayos de energía o simplemente esquivándolas.

- Cuídate. – Fue todo lo que el pegaso pudo decir antes de que Ciel desapareciera.

Siguiendo de cerca, Celestia levantó vuelo junto con Luna, aunque fuese el pasado, el quiebre con el equilibrio mágico era tan perceptible que podían darse cuenta del lugar preciso en donde se hallaba del de ojos rojos.

En lo superior de una torre de control, el señor del caos ahora llevaba un guante y una espada de hule, con la cual jugaba a dar estocadas al barbado, quien aun a sabiendas de la falsedad del arma, la esquivaba para evitar caer en cualquier posible ataque no esperado. El barbado utilizó la sobrecarga de energía para hacer levitar a Discord y quitarle temporalmente la capacidad de controlar la magia, pero este se liberó de inmediato, soltando su espada de hule que desapareció al poco tiempo.

El barbado que ya había perdido su sombrero de cascabeles apuntaba con su cuerno al Draconequus con paciencia, la próxima movida tendría que ser del señor del caos, para poder dar un contragolpe, cambiar de lugar entre defensa y ataque resultaría efectivo si al menos lograba realizar el hechizo que tenía en mente. Una esfera amarilla se creaba en la punta de su cuerno, al llegar al tamaño de una pelota, la lanzó al Draconequus, quien la esquivó con una vuelta de ballet, no obstante, el viejo unicornio esbozó una sonrisa, poco antes de aterrizar, Discord se vio envuelto en una gran pared de llamas que giraban a su alrededor, finalmente, concentrando la magia en un rayo delgado pero potente, el barbado seccionó por la mitad la esfera de fuego. Todo fue tan rápido que seguramente el Draconequus no habría podido darse de cuenta del ataque.

Al disiparse el muro de fuego mágico, solamente se podía apreciar una gran cantidad de plumas y pelo cayendo al piso; mas el Draconequus no se hallaba en el lugar, transportándose al lado del barbado, sacó un espejo de la nada, para observar su cabeza completamente rasurada. Sonriendo por su nueva apariencia.

- Hey, y yo que pensé que no tañías un sentido de la moda.

Lejos de entender el sentido del humor del Draconequus, el barbado lanzó una coz de lado, girando su cuerpo para poder golpear con sus herraduras de acero el cuerpo de su oponente, este desde luego, recibió de lleno el golpe; pero el viejo unicornio sintió cómo aquel cuerpo enclenque se retorcía como si estuviese hecho de agua, atrapando sus patas y halando de ellas, para arrastrarlo hasta el aire y arrojarlo; la impresión del barbado desde luego, fue bastante grande, nunca antes había visto hechizos similares a los que Discord estaba realizando, dicha magia no poseía un aura visible como la magia de los unicornios o hasta la magia de las criaturas que había estudiado, incluso las de aspecto más intimidatoria poseían un aura que se podía apreciar cuando realizaban magia; más la de su ex estudiante no poseía una en particular, era muy difícil saber cuándo realizaba un hechizo, o lo que fuese que hiciese realmente.

En pleno aire, el barbado sintió unos cascos que lo sostuvieron poco antes de descender, al instante pudo reconocer al pegaso que lo había sujetado.

- Señor, hemos estado mucho tiempo combatiendo de forma poco eficiente, ustedes encárguense de la magia, nosotros le daremos todas las estocadas posibles. – Afirmó el pegaso mientras llevaba a tierra al unicornio que ya había perdido nuevamente su sombrero de cascabeles.

El señor del caos se limitó a esperar y a hacer una reverencia poco antes de chasquear los dedos.

En el centro de Green Field, una maravilla que podría impresionar a una apasionada de la naturaleza como Fluttershy se llevaba a cabo, Celestia que había decidido transportarse al anillo central por breves momentos, podía observar con asombro la gran capacidad de la magia del caos, pues de unas simple semilla había hecho una criatura compleja y al mismo tiempo tan letal para los ponis que estos se veían obligados a confrontarla con sus mejores armas; las cuales ciertamente eran mucho más avanzadas que cualquier arma existente en las fuerzas armadas de Equestria en la actualidad, incluso los inventos como el helicóptero que no existían en el tiempo que visitaban, eran superados por el ingenio de los ponis terrestres en sus invenciones; pero, recordando las palabras del carcelero del joven Discord: estaban obligados a mantener un ritmo semejante de invención y sobre todo en la invención bélica… aquellos tiempos eran tan extraños, tan poco conocidos que la mente de la princesa a duras penas podía reflexionar al tanto, a duras penas podía absorber todo. Mas la duda todavía albergaba en su mente, la veracidad de los recuerdos del señor del caos eran una cosa, pero todo cambiaba con aquel viaje en el tiempo que podía superar al hechizo de su maestro. Desde luego, entendía que nada de lo que hiciera en aquel momento podría cambiar el presente, no podría siquiera interferir, pues arriesgaba mucho más de lo que podía ganar.

Los movimientos repentinos de varios capullos que comenzaban a eclosionar le hicieron volver la concentración a las imágenes de la guerra; en los diferentes puestos de defensa, los ponis terrestres tendrían que defender toda posible salida hacia el primer anillo, por ello se habían atrincherado en las puertas, instalado cañones en diferentes secciones, armado grandes defensas con maderos, troncos; escudos de diferentes tamaños. Pero observando con más detalle, la princesa se pudo percatar de la presencia de varios artefactos mágicos, pociones, espadas fundidas en púas de gran tamaño. Pero más importante aún era la presencia de al menos cuatro unicornios conjurando un campo de protección alrededor del perímetro y el acceso al primer anillo.

Desde su posición disparaban proyectiles a las plantas secundarias, principalmente a las que poseían los capullos de gran tamaño; de donde bien sabían que podrían salir criaturas que podían traspasar el campo de fuerza. Burn observaba atento el curioso nacimiento de la primera camada de criaturas, desde pequeños zorros compuestos de madera, lianas y hojas, hasta mamuts hechos con dos flores en lugar de sus orejas de menor tamaño en relación a los de los elefantes, sus colmillos estaban hechos de madera, con una sección lisa al final, al igual que todas las criaturas hechas de plantas, no poseían ojos; finalmente su trompa era una composición de una gran cantidad de lianas entrecruzadas y hojas largas.

Desde su posición y gracias a la ayuda de la artillería en las murallas, se podía eliminar una gran cantidad de las criatura poco antes de que estas pudieran siquiera abalanzarse a los puntos clave que defenderían hasta el último suspiro.

Poco antes de que dichas criaturas comenzaran un avance sin consideraciones; el sol comenzó a bajar nuevamente, para dar lentamente paso a la luna, en esta ocasión no había duda de que la magia de Discord se veía implicada en el cambio tan abrupto, pues el sol bajó moviéndose de forma curvilínea, dando un giro, un pequeño retroceso, hasta que finalmente se ocultó, para dar paso a la luna y con esta a la noche.

La visión se reducía debido a la obscuridad, sin embargo los ponis se mantenían firmes en su posición, y como en la anterior oportunidad, las catapultas lanzaron una gran cantidad de proyectiles incendiaros a las diversas calles, tomando por sorpresa a los ponis, las criaturas planta ya habían comenzado con su marcha bélica, primeramente se acercaban las criaturas de pequeño tamaño, consistían en simples ratas con un cuerno hecho de madera, algunos bípedos y finalmente una especie de rana que no poseía arma alguna más que un conjunto de flores en lugar de su respectiva bolsa, algunas de las criaturas eran aplastadas por los proyectiles de fuego que quemaban sus cuerpos con rotunda facilidad; Celestia tuvo que alzar vuelo para observar desde el aire la forma torpe en al cual las criaturas marchaban a los diferentes accesos; aprovechando aquella ventaja para poder apreciar el campo de batalla, la princesa observó el resto de los puntos de defensa que existían, todos poseían un armamento similar, una estructuración defensiva compuesta por armas similares, no obstante, la habilidad de cada puesto para eliminar a las criaturas desde la distancia cambiaba, las posiciones del este tenían una mayor cantidad de cañones y armas a distancia, por lo cual, las criaturas eran eliminadas rápidamente antes de poder llegar al campo de fuerza, incluso las criaturas de mayor tamaño eran golpeadas violentamente con los diferentes proyectiles hasta ser finalmente eliminadas.

Por otra parte, las posiciones del sur y del oeste ya estaban utilizando el combate cuerpo a cuerpo contra las criaturas de tamaño mediano que lograban atravesar el campo de fuerza sin que la energía de sus cuerpos se viera completamente eliminada, asimismo, centraban su limitada potencia de fuego en las criaturas de mayor tamaño, que eran derribadas con facilidad, no obstante, las criaturas pequeñas debilitaban el campo al lanzarse contra este sin dubitar, la energía de los unicornios tenía un límite, con cada pequeño cuerpo una pequeña fracción de la energía que podían controlar se cansaba, era similar a poner constantemente un grano de arena a un saco, tarde o temprano el peso de dicho saco sería tan grande que no se podría alzar, lo mismo ocurría con los pegasos, tarde o temprano los asedios de las criaturas pequeñas exigirían un control de energía que sus cuerpos ya no podrían efectuar. Hasta ese entonces sus campos salvaguardaban a las trincheras de ataques en masa de los más pequeños.

Con un casco, Burn aplastaba a una pequeña rata, esta simplemente se retorcía, llevaba empuñada su espada con un encantamiento de rango; la superficie de su espada se incrementaba casi hasta el doble con ayuda de un pequeñísimo campo de magia que era tan afilado como su espada, por lo cual podía combatir a cierta distancia segura, aprovechando esta ventaja cortaba por la mitad a un zorro, a dos, un lince era atravesado por una bala proveniente de las carabinas de unos cuantos soldados con una vista muy grande.

La primera oleada era mitigada sin mucho esfuerzo, el bombardeo llevado a cabo por los pegasos se incrementaba, desde donde estaban se podía apreciar el gran despliegue de luces que se efectuaban en el centro del anillo central, debido al intenso ataque que los pegasos hacían desde el aire, la criatura que ahora poseía tres cabezas similares a las de las plantas carnívoras se agitaba, así como agitaba sus raíces para golpear a sus atacantes; sin embargo, el ataque comenzaba a tener efecto, pues lentamente la planta primigenia perdía fuerzas para luchar y desde luego, eso significaba que también perdía fuerzas para seguir engendrando sus odiosas criaturas.

Pero aquella era solo la primera oleada, nadie sabía en realidad cuántas y qué criaturas aguardaban dentro de los capullos que parecían retar a la madre naturaleza, a las leyes de la vida en general y hasta a las leyes del sentido común. La luna, así como el sol comenzó a moverse gradualmente hasta abrir paso al sol, con el cual la luz regresaba.

El barbado observaba al Draconequus con cierta impresión, Ciel que se alaba a espaldas del Draconequus lo miraba con cierto desprecio ¿Qué criatura podría osar bajar el sol sin ser unicornios?

- ¿No crees que estás grandecito como para querer cambiar las horas de sol y de luna? A los potrillos siempre les gusta decir que serán parte de los unicornios que cambian los ciclos.

El Draconequus sonrió, finalmente el barbado comprendía su forma de… jugar.

Aquel cambio de ciclo era en cierta medida, perturbador para los sentidos, pues estos apelaban a cierto sentido común de cuánto tiempo debería durar el día o la noche.

- Puedes elegir rendirte. – Sentenció Star Swirl con cierta pena en su voz, así como en la expresión que llevaba.

Extrañada, Luna observaba con la boca abierta el comentario de su antiguo maestro de magia, de pronto este dejó de apuntar con su cuerno al Draconequus y deshizo la sobrecarga de energía que su cuerpo tenía para dar pasos lentos y avanzar conforme continuaba con su intento de diálogo.

- Mira, no sé exactamente en lo que te has convertido, pero sí sé que nunca soñarías con destruir Equestria… yo estoy seguro que no deseas hacer esto realmente; Discord, ríndete, ya has perdido, no alargues tu derrota.

Los ojos rojos del señor del caos observaban atentamente todos y cada uno de los movimientos que los ponis realizaban, sin prestar atención al barbado que por motivos que escapaban su conocimiento se había puesto en un plan diferente al de simple hechicero protector mágico o lo que sea que fuese bajo el reinado de Gold Mane. El barbado le mostraba una parte que no se esperaba para nada.

- Yo… maestro… n… no fue mi intención, n… no supe lo que estaba haciendo. – El Draconequus comenzaba a soltar algunas lágrimas, acercándose al hechicero sin prestar ya atención a los demás ponis que se quedaban inertes ante la escena.

Los pasos de ambos se acercaron, a poco más de cinco metros, ambos utilizaron su magia para lanzar un golpe sin aviso y al mismo tiempo. Star Swirl lanzó un hechizo de muerte y putrefacción, mientras Discord solamente lanzó un vaso de cristal, ambos desde luego, se transportaron lejos del lugar, el vaso explotó, la tierra donde estaba el señor del caos se tornó gris e infértil.

- ¡El engaño es clave para cubrir los mejores golpes! – Gritó el Draconequus.

Impresionada por el truco que Star Swirl pretendía usar, Luna no tuvo más remedio que aceptar dicha forma de tratar de terminar con el combate.

- En mi vida…

- Qué larga vida maestro

Un chasquido transportó una gran cantidad de criaturas planta al lugar, que de inmediato comenzaron a atacar a los distintos ponis que llegaban para ayudar a Star Swirl contra el señor del caos. Ciertamente debía igualar la balanza, pues solo, no podría mantener la guardia alta todo el tiempo, también estaba el hecho de que su energía también tenía un límite al cual era mejor no llegar antes de que finalizase la guerra.

Un rayo de energía atravesó al Draconequus por la mitad, pero este nuevamente pudo esquivarlo con una transportación. Star Swirl en cambio prefirió utilizar un hechizo distinto de su repertorio, apuntando al piso, concentró una gran cantidad de energía para hacer brotar un conjunto de enredaderas que atraparon a su antiguo estudiante.

- Como te decía, en mi vida he visto a muchos estudiantes con potencial, pero pocos pudieron pasar de ser simples aprendices, nunca pudieron entender el significado del auto sacrificio, ni del bien común.

El señor del caos se limitó a sonreír de oreja a oreja, literalmente, su boca se abrió de oreja a oreja, para que su cuerpo se volviera al revés, como si de una media se tratase. Pero al instante su cuerpo regresó a la normalidad. Tres esferas se aparecieron en lugares equidistantes alrededor del hechicero, al explotar, las tres inundaron de colores el lugar, dejando a un Star Swirl llenó de betún para pastel. La velocidad de los hechizos del Draconequus, así como su capacidad para soltar múltiples hechizos lo hacía un oponente increíblemente difícil de confrontar, además de sus malísimos chistes.

- Ah, no me diga, entonces soy el peor alumno que tuvo.

Unas fauces de piedra se aparecieron del piso, para atrapar al señor del caos, que ya no pudo prevenir el golpe y quedó dentro de dichas fauces que superaban su tamaño y lo aprisionaban, dejando una pequeña abertura para poder ver a su maestro a los ojos.

- Fuiste el mejor de todos hasta que perdiste la cabeza.

Las fauces, parecidas a las de un cocodrilo se torcieron como masa, para después convertirse en vidrio. El Draconequus con la agilidad de un felino acortó la distancia entre él y el barbado, su cola fue la primera en golpear, lanzando un latigazo al rostro del mismo, después con su pata de león lanzo un zarpazo que dio de lleno en el cuello del viejo unicornio, pero este no sintió más que el golpe.

- Cómo pude olvidar que me corté las uñas. – Se dijo a sí mismo el Draconequus poco antes de recibir una descarga de energía que ya no pudo esquivar.

En poco más de un segundo y medio, el barbado había reunido una gran cantidad de energía para lanzarla contra el Draconequus; al impactar contra su cuerpo, este fue arrojado cinco metros a la distancia, desde el cielo, Black Feather bajó a toda velocidad, aprovechando que el objetivo principal se hallaba aturdido blandió su espada de tal forma que la punta se encontró alineada perfectamente con el cuello del Draconequus, su velocidad se incrementó, sería el final, un solo golpe certero y la guerra en Equestria finalizaba.

Pero a pocos segundos de poder sentir su espada atravesando piel, músculos y hueso, sintió un fuerte golpe en su flanco derecho, al observar durante su caída al salvador de Discord, se dio cuenta de que no era nadie más ni nadie menos que la extraña criatura que había atacado a sus equinos durante el levantamiento de los ponis terrestres en Iron Mane. En un santiamén pudo percatarse de lo que relacionaba a ambos; el grandote era como un guardia real, mientras que Discord era la princesa que debía proteger. Por suerte, el golpe había sido dado con los nudillos y sus músculos habían absorbido gran parte del impacto, sus huesos se hallaban intactos.

Argos llevaba su armadura de mitrita que no dudó en cambiar de forma para volverla en un escudo para proteger al Draconequus de varios impactos de bala de las distintas carabinas de los ponis terrestres. Las criaturas planta habían sido una distracción tan larga como el de ojos rojos esperaba. Al levantarse sus ojos observaban la gran cantidad de ponis que acudían en su cacería, ciertamente era el centro de atención del tercer anillo. Chasqueando nuevamente sus dedos logró doblar las letales armas de los ponis terrestres por la mitad, anulando su funcionamiento. Cuando un unicornio trató de volverlas a su estado normal, lo hizo levitar en el aire, para hacerlo desaparecer. Ante tal poder, los unicornios comenzaron a conjurar distintos hechizos contra él.

No obstante la magia del caos revertía, amplificaba y finalmente removía dichos hechizos poco antes de que llegasen al Draconequus. Ciel vencía a la última de las tirano plantas con un hechizo de ignición cuando observó la escena, ponis terrestres, pegasos y unicornios se esperaban el momento adecuado para atacar al Draconequus en conjunto; Star Swirl sin perderlo de vista caminaba en círculo. Pero nuevamente la noche se alzó de forma rápida, ocupando a la mayoría de los unicornios, que trataban de regresar el día, pero que al final no podían hacerlo; combatir magia con magia solía ser una especialidad de los ponis, hasta aquel momento pocos eran los que podían decir haber enfrentado a un hechicero unicornio sin haber sufrido una seria derrota. Pero Discord lograba hacer una magia nunca antes vista, tan poco definida, tan volátil que no podía esperar el siguiente golpe, mucho menos saber cuál era el hechizo necesario para cambiar la situación.

Además estaba aquella actitud, ponía en peligro su propia vida, debería estar desesperado, debería tener miedo por la justicia que lo perseguía… pero no era así, sus chistes malos continuaban, su tétrico sentido del humor continuaba mostrándose cual pavo real.

- Tú debiste seguir el camino de la rectitud, de la bondad. – Star Swirl volvía a distraerlo con sus diálogos. Aprovecharía la siguiente oportunidad, un hechizo de inmovilización sería suficiente para vencer.

- Por favor viejo maestro, el camino que seguiste siempre se arregló a un orden, siempre lo aceptaste, lo cuestionaste sí, pero nunca te le enfrentaste realmente ¿Clover hizo lo mismo?

- Ella fue de las mejores unicornios que he entrenado en toda mi vida.

- Eso no importa ya maestro, ella es pasto para los gusanos, su historia murió como también murió la mía en la montaña.

- ¿Entonces, tu convicción era tan débil?

- Supongo que sí, es lo malo de optar por el caos; al final vuelves al inicio.

Un chasquido cambió el entorno nuevamente por uno nocturno, la luna se hacía roja mientras que el piso se convertía lentamente en una superficie líquida.


Eso es todo por ahora ¿Y qué me dicen? Fue difícil imaginar todo eso, incluso con la ayuda de Harry, XD es chiste, aun así espero que este maestro vs estudiante haya valido la espera que muchos hicieron. Comentarios son bienvenidos y nos leemos para navidad. Que pasen feliz semana antes de navidad o al menos una pasable y poco enloquecedora semana.

Next Chapter: El inicio del fin 5 Estimated time remaining: 0 Minutes
Return to Story Description

Login

Facebook
Login with
Facebook:
FiMFetch