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Discord

by Filomental

Chapter 48: Un pequeño interludio

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Lentamente, las sensaciones se amplificaban, el ruido de las hojas al ser movidas por el viento, el frío nocturno de Canterlot, los perfumes de las distintas flores; el sueño se difuminaba conforme las princesas trataban de abrir los ojos, era extraño saber que se estaba dormida, desear abrir los ojos de par en par y no poder hacerlo. Era una de las sensaciones más extrañas, pero el vínculo mágico no se podía romper con el mero deseo, al menos no el existente entre las princesas y el señor del caos, ese era uno de los principios de aquel tipo de magia avanzada que solamente unos pocos pueden llegar a dominar, pero lejos de ello, los últimos segundos, Celestia regresó al sueño original del cual Discord les había enviado a su recuerdo. Ahora todo el campo florido estaba lleno de vegetación seca, un atardecer se observaba a lo lejos, los pastizales ahora crecidos sobrepoblaban el lugar, el árbol que les había servido de acceso hacia la conexión misma de su mente con la del señor del caos ahora no era más que ramas desnudas, con una flor a medio marchitar en una de ellas, no existía señal alguna de agua en ningún lugar y de hecho, incluso la tierra era en su mayoría polvo, grava y arena.

El movimiento de la vegetación a pocos metros, llamó la atención de la princesa, a los pocos segundos, dos figuras lo suficientemente pequeñas como para ocultarse dentro de los pastizales secos se aparecieron frente a la princesa; eran las mismas pequeñas con las cuales se había quedado al inicio del sueño: Sunset Shimmer y Twilight, ahora la potranca de pelaje siena pálido ya no poseía una corona, sus alas simplemente habían desaparecido, sus ojos turquesas llenos de alegría se regodeaban al observar a la alicornio de pelaje blanco; Twilight en cambio continuaba conservando sus características de alicornio.

- Qué bien que regresaste – gritaba de alegría Twilight mientras corría en dirección a la princesa del sol, Sunset Shimmer se quedaba estática mientras observaba a las princesas.

Su mirada entonces se convirtió en una mirada llena de angustia, sus ojos cristalinos se fijaban en algún lugar de la tierra, esperando alguna invitación, quizá avergonzada por lo que había hecho, Celestia entonces, volvió a ingresar en la realidad onírica.

- Sunset, me alegra que estés aquí – le dijo mientras se le acercaba, tratando de ser cuidadosa. Pues si su memoria no le fallaba, la pequeña de hermosa melena era muy evasiva con sus emociones.

A los pocos metros, la pequeña se impulsó para saltar hacia Celestia, abrazándola con todas sus fuerzas, sus lágrimas comenzaban a salir, sus sollozos acallados le rompían el corazón a Celestia, pues esta jamás había visto llorar a Sunset Shimmer, tampoco sabía de alguna vez en la que esta haya tenido un comportamiento semejante, en retrospectiva, esa era una de las cosas que siempre quiso ver en la pequeña, no por desear sus sufrimiento, sino porque deseaba ver que ella podía sentir ese tipo de emociones, en cierta medida, que podía estar lejos de todo aquella frialdad, aquella envidia, aquella crueldad que la había caracterizado durante sus últimas semanas, incluso meses dentro de Canterlot y de Equestria misma.

- Nunca te abandonaría, lo sabes – le decía la pequeña con la última voz que Celestia recordaba que tenía – simplemente me fui a pensar mejor las cosas.

Entonces, el cielo comenzaba a tornarse rojo, una especie de fuego quemaba la luna, el paisaje se cortaba como si de lienzo se tratase, dejando un espacio negro, incluso la tierra se volvía gris y lentamente se transformaba en una materia pringosa, pero firme. Ambas pequeñas comenzaban a advertir los cambios. Sunset rápidamente soltó a Celestia mientras la empujaba.

- Tienes muchas cosas que hacer, nosotras estaremos bien, vete – le solicitaba mientras se acercaba a Twilight que también se despedía de su maestra.

En un abrir y cerrar de ojos, la princesa del sol comenzó a ver primero unas manchas verde obscuras, hasta que lentamente sus ojos se acostumbraron, para poder presenciar una figura estirada, con cuernos de distinto tipo, su sombra cubría el espacio que los dividía hasta llegar a su hocico, las fuerzas de Celestia se vieron inmediatamente impulsadas por un arranque de sentimientos de lo más vastos y complejos. Sus patas la levantaron en un santiamén, sus alas se estiraron a la espera de la acción, sus cascos raspaban la tierra, preparándose para envestir, sus ojos se posaban en la figura, incluso su cuerno comenzaba a emitir su característica magia de aura amarilla, tan brillante como los rayos del sol. Se encontraba en pleno jardín del castillo de Canterlot, pero no le importaba para nada, existían varios puntos que debían resolverse en ese preciso instante, todos versaban alrededor del Draconequus, su pasado, su presente y su aparentemente complicado futuro.

A pocos metros, la princesa de la noche se hallaba en la misma posición de ataque, lista para enfrentarse a lo que se avecinara, el de ojos rojos tenía la mirada clavada en ambas, sin postura, sin representar amenaza alguna para cualquiera de las dos. Sus patas se hallaban algo torcidas, su rostro un poco más flaco de lo habitual y aunque era lo último que algún poni se atreviese a observar, sus plumas estaban quebradizas y la membrana de su ala de murciélago comenzaba a hacerse transparente en algunas secciones, su semblante era perfectamente actuado salvo por las pupilas de sus ojos que se dilataba y contraía a intervalos de tiempo.

- Hola princesas – Fue lo único que necesito para provocar la furia de Celestia que dejó de lado la posibilidad de un enfrentamiento contra el señor del caos. Acto que fue imitado por su hermana.

- Qué pretendes lograr mostrando todo esto, qué pretendes…

Un pastel de manzana se apareció frente a la responsable de levantar el sol. Su expresión no cambió, no se inmuto ante el sentido del humor del señor del caos.

- Algo muy insignificante Celestia… limpiar mi conciencia – Dijo finalmente el señor del caos mientras sonreía.

La sonrisa débil, pero significativa del Draconequus no podía expresar de mejor manera sus sentimientos, en ese momento, comenzaba a perderlo todo, absolutamente todo por lo que estaba mostrando sus recuerdos; el posible amor de Celestia, a sus amigas, su libertad… todo.

Y en toda la experiencia pasada, de todos sus momentos, el señor del caos no podía encontrar un mejor antídoto que la risa, tal cual Pinkie Pie lo planteaba, solo que en este caso, su sonrisa era a causa de observarse a sí mismo, cayendo a causa de sus acciones, el caos era parte de sus ser y ahora también conformaría parte de su condena. Sus ojos se clavaron en los de la princesa alicornio, percibiendo el odio que le tenía. Bueno, el plan simplemente no resultaría como él lo esperaba, pero qué se podría esperar de una poni como Celestia, que había observado e incluso vivido un tiempo bajo su cruel reinado, que había sido la elegida para liberar a todos los ponis y sin embargo, la que lo había atado de una forma incuestionablemente poderosa: el amor, aquella ex enemiga, antagonista de su propia historia, líder sabia, elocuente, decidida y para él, una poni amada, su corazón comenzaba a hacerse trizas, las penurias por la pérdida de aquel amor eran más que suficientes para matar a cualquier otro poni.

Pero Discord no era un poni, el Draconequus trataba de no cansar su cuerpo de más, su tiempo se acortaba cada vez más y lamentablemente su magia no le bastaba para completar el recuerdo mediante la conexión mágica, pedir que Celestia y Luna continuaran con el vínculo sería peor, pues el complicado hechizo solamente respondía a la magia que lo creaba, si cualquiera de las dos trataba de tomar el control del vínculo además de sufrir un dolor increíble, podría perder funciones cerebrales que afectarían a todos los vinculados.

El sonido de la respiración agitada de Luna le advertía del peligro que esta representaba, si no se equivocaba, de las dos, ella era la que tenía mayor fuerza física, sus patas comenzaron a moverse, para llevarlo a través del jardín hacia un artefacto que conocía a la perfección y que de hecho, le había servido para llevar a las Cutie Mark Crusaders y a su muy querida amiga a un viaje inolvidable: la máquina del tiempo.

- Es la cosa más ilógica que has dicho Discord, y créeme que eres un maestro para esas cosas – Le respondía la princesa de la noche mientras se acercaba hacia el de ojos rojos.

- ¿Verdad que sí? – Se limitó a responder el Draconequus, sin poder evitar un tono sarcástico en su voz.

Entonces, ese era el único fin que Discord tenía, la única razón por la cual les mostraba los pasajes más obscuros de la historia de Equestria, sin embargo, la máquina del tiempo aun no poseía un papel interpretativo dentro de aquella lógica con la cual el de ojos rojos trataba de lidiar, es más, su presencia no tenía sentido, a no ser claro… Eso era, el señor del caos las había levantado de la pesadilla solo para meterlas en una real, pero ella no se dejaría manipular de aquella forma.

- Por ello, yo te declaro culpable de los delitos más atroces contra los equinos – Dijo de inmediato la princesa del sol mientras apuntaba con su cuerno al acusado, este levantaba las patas delanteras para mantener la calma en la princesa.

Era completamente enloquecedor carácter del Draconequus, Celestia no podía soportar todo ese cinismo, aquella completa insensibilidad al tratar de un tema semejante, es decir, podría estar arrepentido, podría suplicar, incluso arrodillarse o mirarla con tristeza, pero su sonrisa de ironía continuaba dibujada, aunque a estas alturas le hubiese sido inútil mostrar dicho comportamiento o arrepentimiento, al menos le mostraría que sentía algo por su pasado, pero no, para él era como hablar de un plato favorito de comida o de cualquier otra minucia.

"su conciencia" no era otra cosa que un sentimiento de desmerecimiento de su presente por las acciones del pasado ¿Acaso temía la reacción del mundo por su comportamiento de antaño? ¿A qué le temía finalmente? Pues hasta sus palabras se llenaban de una burla constante.

- ¿Aunque sea sientes remordimientos por lo que hiciste?

- Tia…

- ¡Deja de llamarme así! ¡Lo que sea que pensaras que pasaba entre los dos no tiene sentido ya! – Gritó Celestia, dejando escapar sus emociones, algo completamente difícil, impresionando a su vez a su hermana menor que comenzaba a unir piezas del puzle que componía su relación turbia con el señor del caos en pequeñas fracciones de tiempo.

- Entonces, déjenme decir unas pocas palabras – Sostenía finalmente el señor del caos mientras un peluquín se aparecía en su espalda, un grillete en las muñecas y una camisa naranja con dibujos en lugar de números con tinta negra sobre.

Ambas hermanas se miraron, ninguna de las dos sabía exactamente qué responder, en más de un milenio, los problemas de justicia eran tan pocos que ellas mismas podían adjudicar el papel de juez, mas ahora las leyes continuaban dictando que el acusado, incluso cuando el castigo era inevitable, tenía el derecho a hablar y expresar sus opiniones. A la alicornio de pelaje blanco le tenía inactiva una contradictoria carga emocional y de razonamientos en distintos sentidos respecto al señor del caos, Luna podía entender perfectamente la situación que atravesaba su hermana, alguna vez había pasado por algo similar cuando quiso tomar el trono de Equestria para sí misma. Así que se acercó a su hermana mayor, para bajar la cabeza en señal de afirmación. La mayor desde luego pudo comprender el lenguaje corporal con el cual se expresaba la alicornio de pelaje obscuro.

- Yo… lo siento, siento haber ocasionado todo lo que ocasioné, siento haber elegido un camino distinto al que cualquiera hubiera esperado, pero deben entender que el caos es una elección, no la locura, no el mal, no el bien… es simplemente caos. – El Draconequus nuevamente extendía una sonrisa mientras sus vestimentas de prisionero continuaban en su lugar, esta vez en combinación para mostrar un semblante de perro arrepentido.

- ¡Basta de hacerte la burla de mí! – Celestia comenzaba a mostrar un rostro desconocido por cualquier poni, incluso su hermana misma, este cambio temporal fue el responsable para que el cuerno de la princesa del sol disparara un rayo de magia amarilla hacia el señor del caos quien de inmediato lo esquivó, sintiendo un gran dolor por lo que estaba pasando.

- Desde luego que no princesas, mis queridas, queridas princesas, lo único que deseo es librarme de estos fantasmas que no me dejan dormir, que arruinan cada momento de esta nueva vida que llevo al lado de los ponis. – Se justificaba a medida que su sonrisa se borraba, mas sus ojos aun mostraban una especie de satisfacción por el caos que provocaba el mero hecho de presentarse a derogar un punto de vista insostenible, indefendible.

- Eso no te librará de nada y lo sabes. – Respondía Luna mientras apuntaba con su cuerno a Discord, ambas estaba decididas a ponerle fin a aquel ridículo acto que él creaba, quipas para su entretenimiento, quizás porque realmente estaba arrepentido, no podrían saberlo, pero tampoco necesitaban hacerlo.

- Lulu, Tia, les he mostrado todo lo que viví para que puedan juzgarme tal y cual merezco ser juzgado, por ustedes y solo por ustedes.

- ¿Piensas que los ponis de toda Equestria no tienen el derecho de juzgarte por tus atroces fechorías?

- Claro que no Lulu, ellos no son los afectados de la guerra, ellos no conocieron la esclavitud, ellos no nacieron cuando yo estaba en el poder de toda Equestria. Pero, si quieren juzgarme ahora, no tengo el más mínimo problema.

La máquina del tiempo comenzaba a abrir su puerta, por dentro tenía un tamaño reducidísimo, los engranajes comenzaban a moverse y el sonido de su funcionamiento se haría paso por todo el jardín, hasta perderse en los matorrales.

- ¿Te someterás a la justicia poni? – Decía finalmente la princesa del sol con una leve impresión a estafa, pues siendo Discord, se podía esperar cualquiera de los casos posibles.

- Todavía no Celestia, su aburrida justicia deberá esperar hasta que muestra mi última carta, el último recuerdo de importancia para que ustedes dicten su veredicto.

La máquina comenzaba a funcionar, el señor del caos mantenía una confianza plena en la siguiente parte del plan improvisado que tenía.

- Como verán, esto de aquí es una máquina del tiempo, me falta lavarla un poco es cierto, pero ustedes saben, con eso de que la arena del desierto es un tanto pegajosa con el metal o con la magia, no lo recuerdo del todo bien…

- No pienses que te salvarás usando ese extraño artefacto para enviarnos a cualquier momento de la historia. – Dijo Luna luego de repensar el tema en pocos segundos.

- No pienso salvarme Luna, pienso condenarme ante ustedes – Le respondió Discord entretenido al ver la reacción de la alicornio, ciertamente el hecho de ser impredecible era parte de su naturaleza y se contentaba con ello.

Las palabras del señor del caos, tan secas, tan directas, mencionadas con sarcasmo y aquella mirada enloquecedora que parecía no conocer de sentimientos, eran peores que cualquier hechizo o maldición, al menos así eran para Celestia, quien lentamente se desencantaba del personaje que tenía enfrente; en algún momento de la historia entre ella y él, las cosas pudieron ser diferentes a como la intuición de cualquiera las hubiera anticipado, a como el mundo entero esperaría. Pero un monstruo como él no tenía perdón, no tendría nunca un papel distinto al del señor del caos, aquel que se ha convertido en un ser solitario, envilecido hasta la última porción de su ser. Ciertamente la había engañado durante los últimos meses y ella, había mordido el anzuelo dulce de sus movidas que tendían siempre hacia el caos. Sus miradas se cruzaron, Discord aparentemente vacío de sentimientos observaba con atención a la princesa mientras esta trataba de ocultar su rabia, su ira… su dolor.

Por una milésima de segundo, un pensamiento recorrió la cabeza de la princesa del sol, quizás al igual que ella, Discord también se guardaba sus sentimientos, quizás existía algo tan profundo, tan reservado y sin embargo, tan puro que debía ser guardado celosamente por el señor del caos, algo que él no deseaba mostrar a nadie, tal vez por el pasado, tal vez para no arriesgarse a sentir más dolor que ya sintió. Aquella posibilidad no tuvo un contraargumento, pero por la realidad de los hechos, desde la ilusión en la cual los guardias habían sido presas, hasta la máquina del tiempo y la sonrisa del señor del caos, la hacían poco creíble.

- Vaya, ustedes dos sí que son las reinas del drama y el suspenso, se quedan calladas esperando a que yo lo diga todo, pero bueno.

El señor del caos levantó una de sus patas para simular la cabeza de una de las princesas, moviendo sus dedos para imitar el movimiento de la boca al hablar.

- Y por qué hiciste todo eso, por qué enviaste a tantas criaturas a una guerra contra los ponis, por qué una guerra.

- Simple, para que el caos se asiente, es necesario que la voluntad de lucha de todos se esfume, hay que aplastarla, aplastar sus sueños, sus ideales, sus pasiones, lograr que todo el orden que desean, necesitan y defienden sea reducido a cenizas, pero deben creer en él hasta el último segundo, solo así se logra aplastar sus voluntades y someterlas al caos.

Entonces, él los estaba obligando a luchar por el orden que habían construido; el señor del caos no estaba utilizando la guerra solamente por sed de violencia o de venganza, lo que quería era que los ponis lucharan hasta la última gota de su fuerza, que hicieran todo lo que estaba en sus cascos para confrontarse ante el caos; en ese momento, todas las piezas, no solamente de la guerra, sino también de los capítulos de la historia oculta de Equestria comenzaban a armarse.

- Así, cuando la victoria de los chacales, de los vulcanos y los escarabajos dejara a Equestria reducida en llamas junto con su orden, el caos se apoderaría de todos los ponis.

- En otras palabras, tú te apoderarías de todos los ponis.

- Exacto, así podría romper lo "puro" lo "bueno" y todas esas pequeñísimas ideas sobrevaloradas de sus corazones. –Sostenía el señor del caos mientras se hacía muecas de burla al mencionar aquellas palabras tan importantes para cualquier poni.

Pero pronto Luna salió de su silencio, para retar al señor del caos con una pregunta que cualquiera quisiera tener la respuesta.

- ¡¿Por qué lo hiciste?! – ahora su voz real se elevaba por los cielos, tomando por sorpresa al Draconequus que complacido dejaba utilizar su pata como locutor de las preguntas que esperaba fuesen lanzadas por las princesas.

- Porque soy el señor del caos. – Fue todo lo que necesitó decir para dejar en claro la causa por la cual había sido el mayor de los enemigos de toda Equestria.

Entonces, Celestia, impulsada por la voz de su hermana observó de frente al señor del caos, su mirada llena de furia causó cierto impacto en el señor del caos que comenzaba a perder su papel de actuación frente a las princesas.

- Por eso es que esto es una especie de juicio, yo soy el acusado y ustedes las juezas. – aclaraba entretenido el Draconequus, chasqueando los dedos para que unas pelucas llenas de adornos se apareciesen en la cabeza de las princesas, ambas con desdén observaron al señor del caos que continuaba con su explicación. – Sin defensa, sin acusador, sin jurado, solamente ustedes decidirán la sentencia correcta para un degenerado como yo.

Las palabras del señor del caos se hacían cada vez más ásperas, sus sentimientos eran guardado cautelosamente; no obstante su forma de expresión oral, aquella forma petulante, desconcertante y molesta de hablar que tenía perdía sus connotaciones, la explicación se volvía directa, poco adornada, mostrando así sus verdaderas intenciones.

- ¿Por qué tienes que mostrarnos todo esto cuando perfectamente te hallabas en una mejor situación? – Cuestionó Celestia, tratando de imitar la actuación de Discord y con un talento extraordinario, pues ella sabía más de guardar sentimientos en situaciones que lo necesitaban.

El de ojos rojos comenzó a caminar alrededor mientras se acariciaba su barba y llevaba una pipa en la boca, de la cual salían diversas burbujas de detergente.

- Pues ¿nunca han sentido que no merecen algo por lo que hicieron en el pasado?

La pregunta era cierta, concisa y tremendamente reveladora. Luna podía comprender a la perfección el estado del señor del caos; pues ella también había tenido tropiezos previos, cada vez que lo recordaba se avergonzaba de sí misma y ahora, el Draconequus finalmente volteaba a verla, ambos sabían la razón de ello.

- Pues sí – le respondió la princesa de la noche mientras observaba hacia otro lado, tanto su hermana como Discord sabían la razón por la cual Luna podía entender la posición del señor del caos – a veces resulta difícil dormir, comer, incluso hablar con tus seres queridos – continuó, aclarando sus sentimientos.

Celestia escuchaba atentamente a su hermana menor, pese a que ella había tenido el perdón hace un buen tiempo, se hacía comprensible la razón por la cual su emotividad de pequeña se contenía constantemente, aunque poco a poco la Luna que conocía regresaba a intervalos de tiempo.

- Por eso mismo acudo a ustedes, porque solo ustedes pueden entender la atrocidad de mis actos, un poni de esta era me perdonaría. Twilight lo haría, Fluttershy lo haría; hasta el estirado de Kibits me perdonaría, solo ustedes vieron una parte de mi reinado, solo ustedes combatieron sin ventaja y por lo tanto, solo ustedes serán quienes me juzguen.

Era bastante extraño escuchar aquellas palabras del señor del caos, por aquellos breves instantes, algo que procuraba esconder se salió del apresamiento de su corazón, de todo aquel caos salía un sentimiento no muy diferente a la culpa, al remordimiento; lo cual era una muestra tan preciada por la princesa del sol que no podía ignorar que en cierta forma, el de ojos rojos sufría por lo que hizo, aliviando así su necesidad de ver algún sentimiento dentro de su caótico comportamiento que llenaba siempre sus relaciones.

- ¡Pero vaya! Debería dedicarme a ser un locutor, enserio me salen de maravilla estas cosas; pero dejando esa pequeña virtud mía, creo que es el mejor momento para que ustedes pasen a ver la última evidencia de este juicio. – Señaló entonces el señor del caos la máquina del tiempo, invitando a las princesas a pasar, vistiendo sus elegantes prendas de mayordomo.

- ¿Qué te hace pensar que deseamos ver tu última prueba? – Luna se acercaba a Discord con su cuerno emanando magia, estaba dispuesta a detener cualquier intento extraño por parte del Draconequus.

- Bueno, sé que no desearán quedarse sin saber el final de esta… buenísima obra que les he mostrado desde hace meses, el desenlace es fantástico y las reseñas son de las mejores, incluso los críticos se han quedado con la boca abierta. ¿Por qué no presenciar este tercer acto? – El Draconequus llevaba una gorra de director junto con un megáfono de papel y unos lentes negros.

Sin necesidad de mostrar la mayor maravilla del mundo, la escena era rara, de hecho ninguna de las dos se esperaba todo aquello (y puedo apostar que el/la lector/lectora tampoco XD), en vista de la combinación de todas las circunstancias, de las verdaderas intenciones del señor del caos y del deseo que ambas tenían por observar el final de los recuerdos de Discord, no pudireon hacer otra cosa que afirmar con la cabeza. Al observar la respuesta de ambas, Discord no hizo sino alargar su sonrisa mientras abría la puerta de la máquina del tiempo.

- Esto es mejor que una sala de cine de tercera dimensión, mucho mejor… pero tiene sus pequeñísimas complicaciones.

- Star Swirl nos mostró el hechizo para viajar en el tiempo por breves segundos.

- Sí, esto te puede llevar al pasado todo el tiempo que quieras, pero la única diferencia es que no puedes cambiar ningún acontecimiento, tampoco puedes exponerte al peligro, porque es cien por ciento real. Entonces, espero que entiendan a la perfección estas pequeñísimas pautas.

- ¿Y cómo volvemos?

- La máquina tiene un temporizador, cuando se presente el momento las traerá hasta aquí, solamente unos segundos después de que se hayan ido.

Las jugarretas del señor del caos, debido a la experiencia de las princesas, eran muy sutiles como para advertirlas a la primera; por lo cual debían analizar bien la situación, era obvio que no tendrían que tener contacto con ningún suceso del pasado por ser peligroso, pero estaban viajando a una posible guerra, por lo cual se verían en constante peligro, Discord no era ningún inocente para realizar todo ello sin saber de los peligros que implicaba, en otras palabras, sin haberlo planeado previamente. Segundo, el tiempo al que regresarían era indefinido, unos breves segundos podrían ser años, incluso milenios si Discord lo quería así. Simplemente no podían confiar en alguien como él, no después de sus demostraciones de crueldad.

Sin embargo, al probar su sinceridad también mostraba lo realmente afligido que se hallaba, la pena que circulaba en su corazón, pero esta ¿bastaba para impedir que realizara una jugada sucia de último minuto? No había forma de saberlo, a estas alturas él era más impredecible que en cualquier otro momento de su historia. No obstante, ellas dos no eran las únicas que gobernaban Equestria, Cadance y Twilight eran las siguientes en el trono si les pasaba algo, además, los elementos de la armonía estaban bajo el control de Twilight y sus amigas; si Discord les hacía algo a ambas, Equestria todavía tenía sus artefactos de defensa más poderosos.

- Júrame que no es una de tus jugarretas – Solicitó Celestia, sin apartar la vista del Draconequus, definitivamente ambos entendían los sentimientos del otro, pero las posibilidades entre ambos estaban más que cortadas.

- Se los prometo – Respondió Discord con una sinceridad más que convincente.

Sin mediar más palabras, Celestia y Luna ingresaron dentro de la máquina del tiempo, era muy angosta y tenían que entrar como sardinas.

- Olvidé esto. – Advirtió el señor del caos mientras pasaba un pequeño saco con dos elementos que parecían ser cristal y una bola de papel completamente arrugada. – Nos vemos. – Fue lo último que dijo antes de accionar con su magia la máquina desde dentro.

De inmediato, el complejo funcionamiento del artefacto mágico que funcionaba con magia caótica, comenzó un viaje retando y destruyendo definitivamente las leyes, que bien podrían regir el universo, pero que simplemente no lo hacían.

Dentro del saco existían dos frascos de cristal con un líquido verduzco y con olor a menta, la bola de papel era un escrito hecho por Discord, tenía letras de distintos tamaños, sin seguir una línea estricta ni regirse por la mejor de las caligrafías. Luna que ya estaba acostumbrada a leer esas notas en voz alta, tomó la hoja de papel y entrecerrando los ojos para poder leer las horribles letras del señor del caos, comenzó a entonar.

- " El mes pasó de forma relativamente rápida, los chacales, los escarabajos y toda la pandilla descansaron, entrenaron y se prepararon para el enfrentamiento final; los ponis tuvieron una interesante historia mientras estaba veraneando en las distintas colonias que las fuerzas tomaban, era parte de su entrenamiento autoimpuesto.

Después de tanto jolgorio, los ponis comenzaron a unirse, buscaron los elementos de la armonía (a que no se esperaban eso) hicieron de la fortaleza un lugar impenetrable para cualquier fuerza con sentido común, renombraron a su rey original y creo que inventaron unas cuantas recetas de pie de merengue, ha, eran una bomba… pero volviendo al tema principal, desarrollaron algo increíble, una unión ante el peligro inminente.

Podría decir que los tiempos allá fueron tiempos de una inigualable prosperidad de expectativas hacia un futuro mejor, hacia un desarrollo distinto, fueron fuente de una esperanza semejante a la de muchas otras naciones que vi sumergirse en el caos. Estaban preparados para confrontarme hasta el último segundo, también el viejo ensombrerado de barba y vestimenta graciosa estaba entre las filas, sí, definitivamente era un tiempo idóneo para el caos. No podía perdérmelo.

Cuando la máquina termine de realizar el viaje, saldrán a las afueras de Green Field, lo único que deben hacer es avanzar unos cuantos kilómetros al sur o mejor, hacia los muros gigantescos, una vez allí podrán presenciar de primera mano el momento que definió la historia de Equestria, allí serán mis juezas, bah, ya me estoy inspirando, bueno, si notaron los pequeños frasquitos de color verde, no piensen mal, no son enjuagues bucales, son pociones de invisibilidad, los ingredientes son difíciles de encontrar, ni que decir de la aplicación de menta para mejorar su sabor, les durará el tiempo suficiente como para ver toda la acción que se librará en Green Field.

Sin nada más que decir, nos vemos pronto."

La pequeña carta de indicaciones del señor del caos era simple y directa, el fin no era otro que presenciar el momento decisivo en la historia de Equestria, de todas formas, ambas sabían cómo terminaría todo; mas el hecho de enterarse de los elementos de la armonía y de la participación de Star Swirl en aquel día, lo hacía tan atrayente que Luna no podía esperar para presenciar todo aquello, sabía muy bien que el horror de la guerra era inevitable, pero nunca antes había visto a su maestro mostrar toda su fiereza en el campo de la guerra, de la misma manera Celestia se enfocaba en los elementos de la armonía ¿Qué pasó en ese entonces para que no funcionaran? ¿Por qué Star Swirl no les contó aquellos hechos tan importantes? Preguntas similar y muchas más tendrían su oportuna respuesta dentro de poco tiempo.


Jaja, los saqué de la guerra solamente para meterlos nuevamente, no puedo decir más que eso, solo que manténganse a la expectativa. Nos leemos dentro de una semana y gracias por los comentarios, son muy estimulantes a la hora de escribir.

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