Discord
Chapter 46: El asentamiento del caos, 2
Previous Chapter Next ChapterBien, bien, bien, nos estamos aproximando a una parte esencial de este fic.
A medida que las tropas de ponis terrestres ascendían por las escarpadas y aparentemente inhabitadas paredes de la montaña; debido a una neblina reciente, la visibilidad se reducía, pero la audición de los presentes era más que confiable.
- Sargento, mantenga a nuestro grupo unido – Ordenaba el teniente cuarto Sharp.
Las diferentes unidades de la división del coronel terrestre, cargaban con alforjas llenas de químicos, pólvora e incluso aceites preparados exclusivamente para encender todo el interior de la montaña en llamas. Ellos serían los primeros en atacar, posteriormente Heavy y Harsh junto con sus respectivas divisiones ingresarían al combate en la cima de la montaña, como distracción de las tropas enemigas. Aprovechando dicha distracción, su división tenía que aprovecharla, realizando perforaciones a base de explosiones en toda la montaña, si sus datos eran precisos, dentro existiría un cuartel o edificación oculta, una vez perforadas las paredes de la montaña; era el turno de Looter para ingresar dentro y abrirles el paso, los primeros minutos estarían solamente ellos en el frente interior, después llegaría la división del general Delta y Aider, los primeros ayudarían a generar resistencia dentro de la montaña, mientras los segundos se encargarían de transportar y proteger una cantidad masiva de explosivos; allí es donde la división de Sharp ingresaría nuevamente, instalando bombas en cuatro zonas principales, debilitando así la estructura, desde entonces, tenían pocos segundos para salir de la montaña antes de que esta se les viniera encima, la salida se realizaría con apoyo de la división de Aider, que no solamente instalaban pequeños puntos de control alrededor de toda la montaña, sino que también instalaban áreas de bajada por tirolesa. Los que lograsen llegar a dichos puntos después de la operación, tenían todas las de salir con vida.
Las imágenes cambiaron abruptamente, para mostrar a un poni terrestre musculado, con un aro en la oreja derecha, de pelaje Bistre y melena negra, con rayas blancas.
- Descuiden soldados, siempre que mantengan sus espadas en lo alto y sean fuertes, la misión será exitosa.
Los soldados de dicha división tenían un carácter común, todos tenían un cuerpo fornido, espadas medianas y armaduras pesadas que les eran alcanzadas por la división S, en vista de su fuerza, Luna intuyó que se trataba del Coronel Heavy y su división. En la cima, no muy lejos, la infantería de Harsh ya estaba armada y a la espera de la facción de F, estos comenzaban a preparar sus armas, en poco más de medio minuto, tenían preparado el armamento necesario para obligar a las tropas enemigas a salir.
Un letrero con una flecha indicando hacia arriba se presentó frente a las princesas, quienes comenzaron a volar, más y más, el letrero ascendía hasta llevarlas al pico de la montaña, su sorpresa fue grande al ver varias piedras extraídas del pico eran transformadas en lava por los vulcanos, pero en lugar de consumirla o mejor dicho, de añadirla a sus ígneos cuerpos, la apartaban e impulsaban para empujarla hacia abajo. Definitivamente, aquel contragolpe era suficiente para ahuyentar a los ponis terrestres.
El recuerdo las llevó a las faldas de la montaña, un poni terrestre, algo flaco, pero con una mirada seria y decidida levantó sus binoculares, la neblina le impedía percatarse de todas las afluentes de lava, pero debía eliminar las principales, para salvar la mayor cantidad de tropas.
- Corceles, preparen las ballestas con flechas de hielo tipo B – Los diferentes operarios preparaban los proyectiles señalados que iban desde el tamaño de una flecha común y corrientes, hasta flechas del tamaño de una columna de construcción. Las flechas de hielo tenían el peso y la virtud de ser increíblemente aerodinámicas – Apunten – Moviendo un par de engranajes con palancas, las ballestas de gran tamaño apuntaban al pico de la montaña, a unas cuantas centenas de metros abajo, el resto de las divisiones se habían percatado de ello – Fuego – De inmediato los proyectiles gélidos salieron disparados por el aire, tardarían unos segundos para llegar a la lava.
Nuevamente, las princesas fueron transportadas a uno de los puntos de control, la cantidad de cargamento que habían subido, considerando los distintos puntos de control que se podían observar desde abajo, era increíble, cualquier otro pegaso o unicornio, incluso con magia, se habría demorado mucho más en llevar una cantidad similar a los distintos puntos dispersos por toda la montaña. No obstante, esa no era la razón por la cual el recuerdo las llevó hasta ese lugar; unos ponis, con cascos y alforjas rojas sacaban de un embalaje, varias ballestas de casco, de tamaño suficiente como para ser disparadas por un poni.
- ¡Tomen estas! – Gritaba uno de los miembros dentro del equipo, poco antes de arrojar dicha arma por los aires, esta al ser recibida por otro poni, fue pasada de la misma forma a otro, este proceso se continuó hasta que el arma finalmente pudo llegar con los ponis en la entrada de la cueva.
Sin pensar más en lo que sucedía a su alrededor, las divisiones comenzaron a disparar contra la lava que se deslizaba lentamente, con toda su capacidad destructiva avanzando progresivamente. Cuando una flecha impactaba en el líquido, este comenzaba a perder sus altas temperaturas, produciendo humo y convirtiéndose en piedra.
- ¡Continúen! – Ordenó Looter, después de observar el excelente trabajo que realizaba la división S y la división D, una de las principales preocupaciones que tuvieron al planear la invasión de la montaña, donde la criatura deforme habitaba, era precisamente el uso de lava o de los seres ígneos.
Los ponis no prestaron mayor atención a la medida de defensa. En la cima, los vulcanos ya habían desistido del intento de chamuscar a sus atacantes, pero esa era apenas una de las muchas acciones defensivas que la montaña podría ofrecerles.
- Señor, nuestros exploradores han confirmado nuestras sospechas, esta montaña es rica en minerales, existen vetas de oro y plata en las rocas a plena vista. No imagino la riqueza que existe en el corazón de la montaña.
- Controle su ambición sargento, los minerales serán nuestros solamente cuando el monstruo sea destruido. Nuestras órdenes son estrictas y le recomiendo estar a la altura de la exigencia que ello implica.
- Sí señor, es solo que…
- Te entiendo perfectamente, pero tenemos un deber con el cual cumplir, ahora ve y avisa a Delta que necesitaremos un poco de protección a medida que ingresemos por el acceso superior de la montaña.
- A la orden – El poni de aspecto joven se separó de Looter, las diferentes unidades de su división eran quienes realizarían en gran medida la primera parte del plan, ahora todo debía seguir una sincronización, la mitad de dichos especialistas se hallaban en la entrada a la montaña, la única visible, la otra estaba en puntos estratégicos, donde cierta explosión era capaz de abrir un agujero en las rocosas paredes de la montaña.
La cantidad de acciones se hacían tan inmensas, que las princesas se hallaban a libre elección de a cuál prestarles atención, todas las facciones del ejército enviado se movían de forma autónoma, bajo un plan estipulado previamente, su capacidad de organización podía dejar a cualquiera asombrado, no existía un solo segundo de retraso, un solo incidente con el transporte de las armas. Esas fueron las razones principales para que las princesas decidieran separarse, siguiendo así cada una ambas partes del plan.
Luna se dirigió montaña abajo, mientras Celestia ingresaba al acceso junto con los soldados; al parecer, ignoraban la presencia de aves con el plumaje con líneas rojas, insectos, incluso un par de lagartijas, todas realizaban una vigilancia constante. Dentro, probablemente Andreia también podía observar el afuera. Mas ella no podía advertirles del peligro, solamente podía acompañarlos, podía ser una espectadora del horror que probablemente vivirían, debía ser honesta consigo misma, Discord no planeaba las cosas, pero estas tendían a ingresar en un caos cuando el ingresaba en ellas. Sus pensamientos se vieron recompensados por la realidad del recuerdo. El aspecto de la cueva había tenido unos cambios radicales, ahora poseía un tamaño mucho mayor y con aspecto de haber sido deshabitada hace bastante tiempo, existían los restos de una cama con la sábana completamente deteriorada, las fibras, así como el color lo demostraban; a pocos metros a la izquierda se hallaba un estante de gran tamaño, hecho con madera de ramas ahora completamente secas y resquebrajadas, se hallaba vacío, existían unas cuantas hojas resecas encima; el lugar donde tiempo atrás ardía una fogata para calentar el ambiente en las noches frías, cubierto con piedras, daba señales de no haber presenciado el fuego en bastantes años. Las paredes de la cueva, con sus estalagmitas y estalactitas, comprendían un espacio grande, frio y poco habitable. Pero no parecía existir una entrada, al menos esta no se hallaba a la vista.
Los ponis comenzaron a registrar, primeramente rompiendo el estante, sin hallar nada detrás, después, golpearon las paredes apoyando su agudo oído a las mismas, esperando recibir un eco proveniente del otro lado, esta técnica fue efectiva a los pocos segundos.
- Teniente Sharp, aquí está la pared. – Advertía uno de los ponis terrestres, provocando una sonrisa en el rostro del oficial.
- Perfecto, corceles, sean tana ambles de abrir el paso a nuestras tropas.
El equipo no tardó en instalar una serie de cartuchos cúbicos, llenos de un polvo negro, una masa parecida a la grasa de color rosa y otra de color verdosa.
- Detonación en cinco, cuatro, tres, dos, uno – El conteo en regresión, era realizado por uno de los soldados especialistas, junto con los miembros F, el equipo se cubría detrás de las paredes.
El estruendo causado por la explosión, fue seguido de un sonido seco, provocado por la pared de piedra al romperse por la fuerza de la detonación de los distintos químicos.
- Perfecto.
Soldados combinados de las divisiones C, F, T y A, todos con unas alforjas y armaduras de distinto color, ingresaban dentro, según un orden preestablecido, Celestia fue la primera en observar lo que había detrás de la piedra: era una escalera que se alzaba en la inmensidad de la obscuridad, la poca luz que existía, era absorbida a los pocos metros de ingresar, la ausencia de sonido, el viento repentino que provenía del interior eran claros indicios de que aquellas escaleras estaban suspendidas en el aire. No se podía observar final alguno, solamente se podía adivinar que dichas escaleras podrían llegar hasta la base de la montaña, ósea, al corazón mismo de la infraestructura natural. Pese a esas primeras observaciones, la combinación de soldados ingresó dentro de los gruesos escalones de piedra, lo único que debían hacer era derramar el líquido inflamable dentro, los químicos explosivos quedaban para el último, serían arrojados hasta el interior, posteriormente, cada uno llevaba una cantidad suficiente de una combinación de químicos que expulsaba un humo altamente tóxico, este último elemento era el que obligaría a la facción enemiga a abandonar su fortaleza, era la clave de la distracción.
- Bájenlo muchachos – Ordenó Sharp, del mismo modo, movió la cabeza para que los soldados de las divisiones A, C y T se posicionaran delante de los especialistas en explosivos.
Fuera, Luna podía observar una acción no muy diferente en los distintos puntos exteriores de la montaña, primero se realizaba una pequeña perforación con una herramienta que poseía una punta de diamante, accionaban huna manivela para que girara, el orificio creado, era posteriormente rellenado con un polvo negro, seguido de un líquido celeste de olor penetrante y finalmente una mecha.
- Explosión en diez, aléjense del lugar – Advertía el terrestre que había instalado dicho artefacto explosivo.
Al instante, todos los presentes galoparon como pudieron hasta una distancia prudente, la explosión, como se tenía planeado, abrió un agujero dentro hacia el interior de la montaña.
Los ponis de la división A ingresaban primero, estaban armados con dos espadas, una armadura de cuero, cascos ligeros y muchos poseían una cantidad de armas adicionales como ser cuchillos de pequeño tamaño o incluso una pequeña maza. Ingresaban en grupos de a diez, preparados para enfrentarse a lo que fuese.
Luna ingresó junto con dicho grupo, después llegó la división del general Delta y del general Aider. Cada uno con su respectiva función. Los Delta poseían una armadura considerable, una espada larga y un escudo de flanco. Los soldados de la división de Aider estaban armados meramente con un sable y llevaban grandes cantidades de cargamento con ellos. LA segunda fase del plan se llevaba a cabo. Pero hasta ese entonces no existía señal alguna de la facción enemiga.
El sonido de unas gotas de agua, cayendo en el interior de la cueva, eran las únicas señales de movimiento no equino. Pero cuando Luna observó un charco de esas aguas, pudo percatarse de que su brillo era inferior al agua, eso no era agua ¡Era metal fundido!
Entonces, toda la mitrita que Andreia había movilizado comenzó a realizar su función, formándose en gruesas barras de metal que encerraron a los ponis en el interior, desde luego, ella podía observar su reacción inmediata. Sus espadas fueron desenvainadas, trataron inútilmente de tirar abajo los barrotes.
- Oigan, creo que con un poco de esto bastará – Advirtió uno de los soldados de la división F, mostrando un pequeño cubo, de contenido similar al que habían utilizado para abrir un acceso a la montaña.
Sin embargo, la explosión de dicho material no hizo sino movilizar el metal, para que regresara a la forma de barrote.
Unos aullidos repentinos, inquietaron a las fuerzas, estaban completamente rodeadas y así como habían generado accesos a la montaña, también le habían dado al enemigo la oportunidad de mantenerlos arrinconados. Los aullidos, así como unas pisadas fuertes se incrementaban. Los ponis desenvainaban sus espadas, para ponerse en posición de combate. En la obscuridad, los ojos de los chacales se hallaban en ventaja ante los ojos de los ponis. Podían observar sus movimientos, sus agitaciones, incluso el preciado cargamento que llevaban consigo.
En el acceso superior, los soldados se hallaban a la espera del combate, se podían escuchar movimientos abajo, incluso los sonidos chirriantes del metal chocando.
- Quizás Looter ya ha comenzado con la operación. - Advirtió Heavy mientras trataba de hallar alguna señal en lo profundo. Unas luces rojas comenzaron a asomarse en dicha profundidad.
A juzgar por la caída de los diferentes químicos, la altura era igual a la altura desde ese lugar en la montaña al nivel del suelo donde se hallaban las catapultas, siendo así, una caída era lo menos idóneo para cualquier criatura que no pudiese volar.
- Terminemos con esto, esta obscuridad me da un escalofrío tremendo. – Indicaba Harsh, mientras arrojaba lo más lejos que podía uno de los cubos tóxicos encendidos.
Allá abajo, las diferentes armas explosivas comenzaban a hacer su trabajo, pues se podían oír gritos, movimientos desesperados, el sonido de las garras de unas patas subiendo las escaleras, les advirtió que la parte de su plan comenzaba a concretarse. Heavy y Harsh, junto con sus unidades comenzaban a retroceder, cuidando a las demás facciones, debían tender una emboscada afuera de la cueva, era por ello que habían enviado todos esos químicos abajo.
Paso bastante tiempo hasta que Celestia se pudiese percatar del movimiento que se daba en el techo, pequeños caparazones más pequeños que los ponis se encaminaban silenciosamente hasta la entrada de la cueva, su silencio era perturbador, ni siquiera una piedra se dejaba caer, tampoco sus obscuros ojos emitían reflejo alguno.
- Listo, enciendan todo lo que queda y salgamos de aquí. –Ordenó Looter, poco antes de impulsar a sus soldados a lanzar antorchas a la recóndita profundidad de la montaña.
Mientras caían, la luz de las teas iluminaban al principio una pared de roca, tierra, arena e incluso cristales, compactados de tal forma que podían sostenerse en pie, pero a los pocos segundos, la iluminación no alcanzaba ya a llenar el espacio suficiente para apreciar dichas paredes, pues estas, así como la montaña cuesta abajo, se hicieron más extensas en su separación.
Los soldados estaban a punto de dar media vuelta, para salir fuera de la cueva y esperar a sus oponentes, cuando pequeñas sombras comenzaron a caer del techo, todas con forma ovalada, al caer provocaban un sonido seco. No fue sino hasta que comenzaron a moverse, que los guerreros percibieron quienes eran.
- Son esas cucarachas, posiciones de defensa – advirtió Heavy, desenvainando su espada. Según entendía, lo único que aquellas criaturas poseían era una fuerza un poco superior a la de los ponis terrestres y un caparazón extremadamente duro.
- Escarabajos – Le respondió furiosos uno de los Coleópteros, mientras bajaba la cabeza, dejando solamente su exoesqueleto superior al descubierto.
El resto de los insectos siguieron su procedimiento, entonces se hizo audible el sonido de sus guanteletes de metal chocando con alguna roca, con las paredes, con el techo. Estaban en todas partes, se hallaban por miles, la cantidad de soldados dentro de la cueva, no superaba los mil, en aquella circunstancia se veían acorralados desde todos los puntos, no existía forma de salir.
No pasó mucho tiempo para que varios escarabajos se escabulleran por debajo de las patas de los ponis, mientras estos trataban inútilmente de perforar su grueso y resistente caparazón, se movían en direcciones aleatorias, confundiendo a los ponis terrestres, el daño que les causaban era mínimo, de momento, no pasaba de algún corte poco profundo en las patas, debido a un paso rápido.
- ¡Esto es una locura! ¡Yo me voy! – gritó un poni, iniciando una carrera, saltando sobre los escarabajos, sorteando su paso poco organizado.
A los diez, quizás quince metros de emprender su huida, dos guanteletes lo atraparon del cuello, para halarlo hacia abajo, sus gritos fueron rápidamente acallados por innumerables insectos que se subieron a él, clavando con toda su fuerza sus armas particulares.
Aquella escena era reamente perturbadora para los soldados, quienes comenzaron a utilizar de forma desesperada sus espadas, los sonidos que sus espadazos originaban al chocar con los caparazones de los coleópteros eran cada vez mayores, algunos incluso lograban sacar chispas.
- Looter, tienes que hacer algo – Solicitaba Heavy, poco antes de recibir una estocada final en sus cuartos traseros, provocando que cayera presa de los insectos, no sin antes, clavarle mitad de su espada, debajo del caparazón, su sorpresa fue grande al descubrir que la parte inferior de sus atacantes era tan blanda como la carne común y corriente.
- ¡Solo son duros por arriba, abajo son como mantequilla! – Gritó poco antes de ser callado para siempre por los guanteletes de los escarabajos.
Looter no tardó en lanzar uno de los cubos al poco tiempo de encenderlo, arrojándolo a un área sin ponis aledaños, uno, dos, tres, la explosión que realizó, exterminó diez cucarachas con un sonido claramente audible de su caparazón chocando con las paredes, piso y en el caso de dos afectados, con el techo. Dejando detrás de ellos, pedazos de su exoesqueleto, una parte de sus mandíbulas, incluso sus llamativos cuernos, la potencia de aquella arma pudo sorprender no solamente a los coleópteros, sino también a la princesa del sol, quien ya daba por cantada la victoria que los pequeños esclavos guerreros de Discord llevaban adelante.
Sin embargo, aquel pequeño rayo de luz no duró por mucho tiempo, pues los insectos comenzaron un aceleramiento en sus patas, ahora de forma mucho más violenta, más exasperada, se subían a los ponis, atravesaño sus entrañas, usando no solamente sus armas, sino también sus mandíbulas, así como su fuerza para llevarlos al piso, empujarlos y arrastrarlos. Incluso sus cuernos que en la naturaleza les habrían servido para la construcción de un refugio o como mero atractivo para atraer a las hembras (ya no lo recordaban con claridad), utilizando toda la fuerza de su cuerpo, comenzaban a funcionar como lanzas con una fuerza tan siniestra que lograban atravesar carne huesos y cartílago cual aguja en una cantidad inmensa de tela.
La fuerza de ambas especies, era poco comparable, pues los escarabajos hércules tenían la potencia suficiente para vencer todo el cuerpo de los ponis terrestres; sin embargo, en plena lucha, donde los ponis terrestres se hacían cada vez menos numerosos y los escarabajos tenían pérdidas poco destacables, Harsh tuvo que dejarse llevar por su instinto de protección para con sus compañeros de batalla.
- Sharp, arroja todo lo que tengas en esa dirección – Le ordenaba Looter, mientras utilizaba su espada para cubrirlo de un ataque directo al cuello, atravesando el rostro de uno de los coleópteros, sus chillidos crisparon los nervios del Coronel especialista en explosivos.
- Pero hay ponis en esa dirección, no sobrevivirán a este tipo de carga. – Advertía el poni terrestre, recordando que su alforja poseía una cantidad suficiente para lograr una explosión en cadena hacia la salida.
Entendía a la perfección el plan que Looter tenía en la cabeza, las explosiones abrirían un camino hacia la salida por breves segundos, todos los ponis terrestres podrían salir por allí.
- No importa, salvaremos a todos los que podamos, no nos queda de otra. – Replicaba el coronel Looter, poco antes de sentir una fuerte clavadura en uno de sus flancos, un pulmón para ser más precisos – hazlo, nadie te culpara por ello.
Sin esperar otra orden y en vista del inevitable fin de todos los presentes, el teniente Sharp encendió la mecha de los explosivos mediante un simple movimiento de su cuerpo, que accionaba una serie de movimientos mecánicos dentro de su alforja que lograban generar una chispa lo suficientemente intensa como para encender las mechas, poco después, impulsó su alforja hacia lo alto, un escarabajo venía de frente, pero ya era demasiado tarde para poder reaccionar. Así que continuó con la serie de movimientos planeados.
- ¡Retirada! – Gritó poco antes de patear con sus cascos traseros la alforja, que voló por los aires hasta llegar para llegar al piso de la cueva y liberar los diferentes explosivos.
Había aceptado el precio de aquella acción, por lo cual, aceptó de la misma forma el terrible dolor y la conmoción de sentir las terribles cuchillas de las patas del escarabajo que finalmente lo atacó, clavando sus hojas entre el fémur y su articulación con las costillas, era horrible, pues halaba de él, para llevarlo escaleras abajo, de hecho, la mayoría de los ponis eran llevados escaleras abajo por sus captores o agresores. Aquella idea era tan demencial que el poni trató de resistirse con todas sus fuerzas, utilizando sus patas traseras para impulsarse hacia arriba y así separar al escarabajo de tierra. Pero las patas del escarabajo estaban firmemente unidas a la tierra, no pudo hacer sino abrir aún más la herida que le había hecho, sintiendo como el filo de la hoja se acercaba a la articulación misma.
A los pocos metros de ingresar, mientras veía a los pocos ponis terrestres que quedaban, salir a todo galope de la cueva. Volteó la mirada para observar las profundidades de las escaleras, el brillo naranja se debía a la presencia de los vulcanos, dos de aquellas formas de vida llevaban los agentes nocivos en lo que podríamos llamar boca, subían las paredes de la montaña, provocando que la piedra se calentara, el cristal se derritiera y que varios minerales se atrajeran a su ígneo cuerpo. Cuando aquellas criaturas desaparecieron escaleras arriba, pudo comprender la razón por la cual sacaban fuera todas las substancias químicas, no solamente era para proteger a sus aliados de la toxicidad de los mismos, sino para utilizarlos como elementos a favor.
A los vulcanos les tomó diez segundos salir de la cueva, quemar a cuantos ponis cercanos hallasen y arrojar las bolas de químicos con una cantidad de su lava hacia el área donde habían instalado estratégicamente toda la maquinaria de guerra que los ponis terrestres había llevado para el apoyo de su invasión en la montaña.
El tiempo para disparar las flechas de hielo fue insuficiente, en total existían en la cumbre al menos tres criaturas de lava, pero cuando salieron a lanzar unas rocas hacia las catapultas, Weight no les dio la importancia que debería haberles dado, pues cuando los proyectiles de gran tamaño impactaron en el suelo, su humo tóxico invadió el lugar, logrando que los distintos operarios tosiesen de forma exasperada, que sus ojos se llenaran de lágrimas, sería cuestión de tiempo antes de que todo aquel aire envenenado los matase a todos, el comandante de las fuerzas de artillería tuvo mareos repentinos.
- Es… es veneno, nos lanzaron los químicos a nosotros – Hablaba el teniente coronel, mientras sus patas comenzaban a ceder ante el peso de su cuerpo. – Todos, salgan de aquí antes de que esta cosa nos mate a todos.
Los ponis entonces, emprendieron la retirada. Desde donde se encontraban, se podía apreciar la salida de las cucarachas a las afueras de la montaña, se lanzaban ferozmente sobre sus víctimas, así como las hormigas pueden lanzarse sobre un insecto que amenaza su hogar; los pasos veloces de los ponis terrestres no pudieron percibir el calor que la tierra comenzaba a generar.
La mayoría ya se hallaba dispersa, buscando un lugar donde aquel humo tóxico no se hubiese expandido, pequeños temblores en determinadas áreas de tierra fueron la advertencia final para el segundo contragolpe de las fuerzas de Discord. Sin que nadie se lo esperase, una cantidad enorme de Vulcanos emergieron de la tierra, saliendo como gusanos gigantes que rápidamente cambiaron de forma a su conocida figura semibípeda, sus brazos cambiaron de forma lo más rápido que pudieron, para alcanzar a los distintos ponis, acorralándolos así dentro de prisiones delimitadas por su ardiente lava que amenazaba al cuerpo del capturado de forma inmediata, además de sofocarlo con el calor que desprendían.
Aquel segundo, corto, pero importante contraataque pudo ser visto desde lo lejos por el ojo de Avid, quien no perdía detalle alguno del estado de sus tropas en el frente caótico.
- No quiero decir te lo dije Avid, pero – Entonces una cantidad de trompetas curvas, arruinadas, agrietadas y varios banderines con el rostro del poni gobernante de Green Field se aparecieron en la escena, asombrando a su maestro por la capacidad de magia aleatoria que Discord poseía.
Atónito, el presidente Avid comenzó a tartamudear, no poseía respuesta al brillante contraataque que las fuerzas del enemigo número uno de toda Equestria llevaban, sus fuerzas, que habían sido entrenadas en secreto por un tiempo demasiad largo, eran machacados por dicha fuerza enemiga, que los sumió bajo un caos completo, aquellas fuerzas podían ser tan sorprendentes como el señor del caos lo había sido en las batallas anteriores. En ese momento, Star Swirl aprovechó la distracción del Draconequus para tratar de atacarlo nuevamente. Las princesa que habían sido llevadas al lugar por el recuerdo observaban anonadadas el carácter que su antiguo maestro presentaba frente al señor del caos; así como Celestia había ignorado el hecho de que Luna era Nightmare Moon, el barbado se olvidaba que Discord era su aprendiz de pequeño, su cuerno apuntó directamente al de ojos rojos, pero antes de utilizar cualquier hechizo, el señor del caos se transportó hacia su maestro, para tomar su cuerno y romperlo, para después convertirlo en un ramo de flores.
- Disculpe, yo nunca le pude hacer un presente, de hecho ni siquiera sé cuántos años tiene, apuesto que deben ser unos ochenta, quizás cien considerando su olor, sus arrugas y su adorable barba – Comenzó a parlotear el señor del caos mientras se inclinaba frente a su maestro, haciendo el ademán de un agradecimiento de un actor de teatro ante sus espectadores.
- Discord, esto no es un juego, estás tratando con vidas reales de ponis reales, no es un juego de ajedrez como los que llevábamos cuando eras un pequeño. Esto es la vida real, tus acciones son de las más horrorosas posibles – Comenzaba a dialogar el hechicero mientras observaba al Draconequus caminar en dirección al gobernante de Green Field.
- Díselo a él, a Gold Mane, a la comandante Hurricane, incluso a ti mismo, pero no me lo digas a mí maestro, esto es un juego de niños, porque nadie aquí es capaz de pensar de forma madura, todos son unos conspiradores que ansían el orden su propio orden y darían sus narices por lograrlo. ¿No es así Avid? – Cuestionaba mientras le daba unos piquetes al poni terrestre.
El poni de melena naranja sintió un temblor en las rodillas, Discord era un sujeto tan incontrolable, no era la pieza fácil de manipular que había pensado que era cuando se presentó ante él con el trato que lo había llevado al poder. No, Discord era tan incontenible como tratar de cubrir una cascada con un dedo. Ahora podía percatarse de su error de cálculos y el señor del caos no dejaba de hacerle hincapié en ese error. Por qué simplemente no lo eliminaba, si tenía un poder tan grande, un simple ataque frontal a cualquier reino era más que suficiente, su magia seguramente era mucho más poderosa que un ejército. Observando el gesto que dejaba al poni terrestre, Discord volvió a observar la mirada llena de decisión de su maestro.
- Incluso tú te sometes a un orden, yo lo cuestiono, lo destruyo, es por eso que me temen – Sentenció finalmente el señor del caso, mientras llevaba su pata a lo alto.
- Tienen un mes para que llegue el día de defender el orden que tanto les encanta, defiendan sus creencias, defiendan sus más altas aspiraciones – La risa del señor del caos invadió el lugar poco antes de que chasqueara los dedos para salir del lugar.
El recuerdo volvió a cambiar de ligar a las princesas, esta vez a las afueras de la montaña donde Discord había dejado a sus tropas y en donde se estaba realizando un ataque masivo a los ponis terrestres, la capacidad de contraataque de las fuerzas del señor del caos habían demostrado ser independientes de este. Superando así una de las pruebas que este les tenía.
Pero lejos de enviarlas a las afueras de las montañas, donde la victoria de las tropas del caos era evidente, el recuerdo las llevó al interior de la montaña, donde los ponis que se hallaban en una misión de infiltración y sabotaje se hallaban completamente atrapados.
- Miren, no sé cuántos de ustedes tienen familia, o cuantos de ustedes aun piensan en regresar a casa, ¡pero yo voy a dar todo lo que tengo para que Discord no gane esta guerra! – Gritaba finalmente delta, su voz era escuchada por carios ponis a la redonda, retumbando entre las paredes y alertando a Andreia de la presencia de los enemigos dentro de la montaña.
Espero que se esté poniendo interesante; pues este fic hasta este punto ha tratado de apegarse lo más que pudo al pasado de Equestria y cómo Discord llegó a dominarla, ultimadamente esta interpretación que hago del señor del caos, está teniendo unos cambios ligeros (Seguramente ya lo han notado) pero es precisamente por ser el señor del caos que mi capacidad para tratar de comprender el caos dentro de este personaje me lleva por este camino en el fic y pese a que muchos ya deben estar aburridos de guerra, guerra y guerra, considero que es lo mejor. Aunque ciertamente, como alguien dijo alguna vez, una historia no se entiende hasta que llega al punto final. Nos leemos la próxima semana cuídense.