Discord
Chapter 43: La pesadilla: el descenso del caos 6
Previous Chapter Next ChapterBlack Feather atravesaba todo el campo bélico por muy encima de las nubes, tenía un mal presentimiento de lo que ocurriría en las afueras de Canterlot, las órdenes de la comandante Hurricane llegaron hace menos de una hora y tres cuartos del ejército de Cloudsdale salió en apoyo de sus aliados unicornios; aunque él no desease ingresar en combate junto con guerreros tan mediocres como los unicornios, debía obedecer las órdenes de sus superior, el plan era acorralar a sus oponentes desde dos puntos diferentes mientras los unicornios mantenían el frente bajo constante ataque, era sencillo pero altamente eficaz; nunca contaron con los obstáculos que aparecieron mágicamente, también estaba el hecho de que el campo de fuerza de Canterlot ya no estaba, esa era la defensa máxima conocida por los ponis, pero esas tétricas criaturas aladas habían hecho algo. No comprendía muy bien la situación, así como los diferentes unicornios en tierra, nunca había visto semejante magia.
Su recorrido pronto lo llevó hasta una de esas plantas gigantescas que efectivamente pudo crecer más allá de los mil metros, pasó con cierta lentitud para ver detalladamente el vegetal, tenía el grosor de una torre y sus se extendían por un amplio espacio, las hojas de diversos colores ocultaban un fruto diferente, eran bolsas semitransparentes; al ver semejante extrañeza detuvo su vuelo para explorar la rareza detrás de ello. Las princesas también vieron más de cerca la curiosa forma de vida que representaba la planta creada con aquella caótica magia del Draconequus. Dentro de la bolsa, existía lo que parecía ser una planta ya crecida, pero aún estaba unida a su progenitora. Pero para susto del pegaso, la planta que yacía dentro abrió un ojo, unos espasmos se suscitaron en lo que ahora tenía más aspecto de un cuerpo animal que de una planta. Inmediatamente, la planta comenzó a ceder ante el peso sumado de los miles de frutos que tenía, entonces su tallo se dobló desde abajo, permitiendo que la planta siguiera un curso de caída en dirección a la montaña donde Canterlot.
El ojo del guerrero observó detenidamente a la planta, tardando unos segundos en analizar todas las premisas que se suscitaron durante su llegada al campo de batalla y su posterior traslado al punto donde el ejército unicornio se hallaba. ¡Era una trampa! El ejército atacante quería que los unicornios abandonasen su ciudad para que esas cosas pudieran tomarla; sin protección, tendrían la ciudad a su completa disposición en cuestión de minutos. Recordó haberse enfrentado a una criatura similar, un tigre hecho de tejido vegetal. Pero eso fue en el levantamiento de los ponis terrestres, en Iron Mane, la criatura capaz de realizar semejante magia se hallaba muerta ¿o no? Su corazón comenzó a latir más fuertemente, tenía una decisión que tomar, si continuaba con su dirección al frente unicornio, perdería tiempo valioso para defender la ciudad; los habitantes no opondrían resistencia, ni siquiera las puertas de la fortaleza lograrían detener el avance de las criaturas. Por otro lado, si decidía volver para llevar a todo su ejército a defender la ciudad, significaba dejar sin ayuda a los unicornios, pero ellos podían defenderse con sus espadas. Sin pensar más, el pegaso siguió su instinto y emprendió el vuelo de retorno. Dejando a ambas princesas con la duda de saber qué era exactamente lo que estaba a punto de realizar. Las imágenes volvían a cambiar…
- Comandante Red, ¿Está seguro de que los pegasos vendrán en nuestra ayuda?
- Black Feather es un idiota a veces, pero siempre toma las decisiones acertadas soldado… dijo el unicornio para evitar la pregunta, que no volvió a realizarse.
EL cielo comenzaba a nublarse, una lluvia se aproximaba, con rayos y truenos anunciando la presencia de la naturaleza en la batalla que estaba a punto de librarse. Las imágenes cambiaron nuevamente, esta ocasión para mostrar a los diversos grupos de las huestes atacantes, durante los últimos quince minutos no hicieron sino esperar una especie de señal, si combatían bajo la voluntad de Discord, bien sabían que debían esperar lo inesperado, a base de repeticiones que no solamente afectaban su percepción de las cosas, sino su accionar, habían aprendido a ser fuerzas del caos.
La caída del último tallo gigantesco era la señal, no sabían que había dentro o qué era exactamente, pero todos coincidieron en que esa era, así que sin demorar más, una carrera dio inicio; los chacales al ser los más ágiles iban al frente, con los escarabajos siguiéndoles y por último los vulcanos que atravesaban el campo como si fuesen serpientes de lava. Los Karis se esfumaron de repente, después de todo, ellos también tenían un límite en sus cuerpos. Sin embargo, todos dentro del bloque, ahora atacante, apreciaban la forma en la cual las aves de atroz aspecto lograron eliminar las ventajas principales con las cuales contaban sus enemigos.
Las patas de los chacales eran tan rápidas que podrían superar el galope de los ponis; al frente, los unicornios todavía no se recuperaban del impacto psicológico que tenía el perder su magia, muchos todavía intentaban conjurar un hechizo de levitación, pero no podían, no sentían ningún tipo de energía, ningún poder con el cual enfrentarse a sus contendientes, entonces un pánico silencioso invadió el corazón de todos y cada uno de los guerreros de pulcra armadura, su naturaleza se hallaba eliminada, su forma de hacer la guerra se basaba en magia, sin ella, dependían de sus habilidades físicas y eso era algo en lo cual no habían puesto mucho empeño en el entrenamiento. Tragándose todo ello y enviándolo a cualquier lugar menos la cabeza y el corazón, Red desenvainó su brillante espada, señalando a sus rivales.
- ¡Ataquen! Gritó mientras comenzaba a galopar en dirección a sus oponentes e incrementando el fuego interno dentro de sus camaradas que los siguieron por puro instinto.
Las imágenes cambiaron abruptamente, esta vez las princesas regresaron al aire y tuvieron que extender las alas para no caer, emprendiendo de esta forma un vuelo inesperado, el recuerdo se hacía cada vez más vivo.
- Luna ¿Qué está pasando?
- No lo sé, pero creo que Discord está perdiendo el control de su recuerdo, hermana, si él decide dejarnos aquí dentro, no tenemos forma de salir. Advirtió algo desesperada Luna, el recuerdo era tan vivo, tan real que no había pensado en aquel simple hecho.
Pronto la princesa de la noche pudo sentir como su cuerpo parecía flotar en el aire, no debido al sueño, sino a las sensaciones que su cuerpo recibía en la realidad. Celestia no tardó en sentir lo mismo.
- Luna…
- Lo sé Tia lo sé, algo le está pasando a nuestros cuerpos. Explicó la alicornio entrando en un estado de alerta, si Discord tenía ahora una disposición de sus mentes, sus cuerpos eran como un saco de papas, él podría hacer cualquier cosa que se le ocurriese, desde ponerles ropa ridícula, que era lo más probable, hasta enviarlas a un volcán o ahogarlas en agua.
Celestia no necesitó la explicación, mas al contrario, sentía como su melena cedía bajo cierta presión externa, a él le encanta mi melena, pensó mientras se mordía el labio inferior, producto de las sensaciones contradictorias que ello le traía, lo odiaba y al mismo tiempo le traía cierto calor dentro de su cuerpo, dentro de su corazón, en aquellas visiones de aquel pasado tan obscuro y trágico aquella posible caricia era lo único que le daba cierto vínculo con el maravilloso ser que había conocido durante los últimos meses. Pero entonces, aquel odio que se aferraba fuertemente a su razón y que era mucho más fuerte, comenzó a direccionar sus pensamientos: no podía odiar a Discord, pero odiaba amarlo, odiaba con todas sus fuerzas haber creído en aquella falsa ilusión que tenía.
- ¡Basta, déjanos salir! Gritó con ira.
*** En los jardines del castillo de Canterlot***
Discord se hallaba en medio de los jardines, los guardias del turno nocturno, que llevaban una armadura similar a la de Luna yacían con los ojos cerrados, volando, trotando y cumpliendo sus funciones, se hallaban bajo un estado de sueño del que no despertarían hasta poco antes que su turno terminara. Cuando finalmente abriesen los ojos, solamente recordarían haber cumplido con sus funciones de manera cotidiana. Una máquina del tamaño de un gallinero se hallaba ubicada a la distancia, una máquina con un reloj en la parte superior, con engranajes de diversos tamaños a los costados, así como una serie de líneas decorativas alrededor de los bordes, también poseía una puerta de madera.
Llevar a ambas princesas hasta las inmediaciones del jardín fue algo difícil, sobre todo porque su magia era cada vez más limitada. A su lado, yacían los cuerpos de la princesa de la noche y la princesa del día, estaban plácidamente recostadas sobre el césped finamente cortado, Celestia, que se hallaba a su derecha era el centro de su atención, su garra de león acariciaba suavemente la hermosa melena de la princesa, las expresiones que su rostro hacía de forma semi-conciente mostraban la ira de la alicornio y al mismo tiempo la decepción que conllevaba ver el pasado del Draconequus, este solamente observaba a la hermosa alicornio con una pena que embargaba su corazón.
- Perdóname Tia… Susurró – Deseando que ella lo pudiese escuchar.
*** Regresamos al recuerdo***
Los pegasos dejaban atrás a las princesas que trataban de volar a la par de los guerreros de Cloudsdale, pero ahí se evidenciaba la falta de forma que sus cuerpos habían adquirido; aunque Luna estaba a un ritmo mejor, dado su trabajo nocturno del cuidado de las fronteras de Equestria y su constante ejercitación física en dicho trabajo.
El viento soplaba fuertemente en dirección contraria al numeroso grupo de pegasos que volaban en dirección al castillo de Canterlot, la capital debía ser protegida a toda costa. Black Feather entendía la importancia que los civiles poseían, allí se encontraban las yeguas y los potros, el futuro del reino y desde luego, el Rey mismo, proteger todo aquello tenía un carácter imperativo. En el campo, sus órdenes debían ser seguidas al pie de la letra, los diferentes soldados que traía consigo eran de la 12° división, todos tenían un buen nivel de experiencia, por no decir que eran simpatizantes suyos, pues había sido su superior durante el último año en distintas misiones.
- ¡Directo a la ciudad! Debemos evitar el ataque directo a la capital. Advirtió el líder de los pegasos.
- ¡Sí señor! Gritaron al unísono.
Celestia bajó la cabeza para observar los movimientos que ocurrían bajo sus cascos; las unidades de Discord avanzaban a través del campo, acortando cada vez más la distancia entre ellos y los unicornios guerrero, el campo cambiaba de forma constante, lo cual convertía el avance que debería ser veloz, en una caminata donde se debía estar al tanto de los diferentes cambios que el terreno sufría; sin embargo, los unicornios cedían ante dichos cambios, muchos se resbalaban debido al piso de jabón, otros ingresaban en espacios llenos de agua que flotaban por todo el campo, uno que otro cayó en una manzana acaramelada del tamaño de una carreta, su piel se adhería como una mosca en un papel matamoscas. No podía creer la efectividad de dichas trampas, debido a su sutileza y aspecto poco serio que tenían.
Los chacales saltaban, se arrodillaban, incluso patinaban en el piso de jabón, dentro de poco tiempo, uno de ellos fue capaz de utilizar su kopesh para atravesar la armadura ligera de un unicornio, en ese instante, el temor regresó a los unicornios que seguían avanzando, pero ahora de forma más lenta. Incluso Red repensaba bien la situación.
Era evidente que los unicornios no se hallaban en su campo de lucha el ejército agresor sí, lo cual confería a estos últimos una ventaja enorme que no desaprovecharían. Pocos segundos antecedieron al choque entre las diversas armas, los unicornios sostenían en lo alto sus espadas, interfiriendo con los kopesh de sus primeros oponentes, ya que los escarabajos se hallaban a una distancia algo respetable y los vulcanos tardarían un tiempo en llegar hasta el lugar.
Bien, esa sería una lucha por merma, si lograban sobrevivir a las criaturas canidas, podrían dar marcha atrás para escapar de los escarabajos, a quienes tendrían que destrozar con ayuda de los pegasos y finalmente, los seres ígneos no tendrían oportunidad de mostrar su poderío en el campo, pues un ataque grupal podría terminar con su vida sin pérdidas significativas.
Los chacales chocaban espadas, mientras trataban de mantener a los unicornios en el lugar, sus kopesh tenían la virtud de poder enganchar el arma oponente, para después desarmarla, sus escudos fabricados con Mitrita en cambio, eran tan delgados, tan livianos que sus movimientos impedían los golpes mortales por parte de sus contendientes, en plena batalla, con burbujas de jabón e lugar de tierra arena o polvo levantado del piso, los unicornios caían sin oponer gran resistencia, en esos instantes los que tenían una capacidad respetable en la esgrima mantenían a los chacales a raya, tratando. Pero estos poseían más de un truco, una cantidad reducida de chacales armados con lanzas llegaban a las espaldas de sus congéneres, para avisar un ataque sorpresa con un ladrido, de inmediato el chacal que tenían en frente se agachaba, interceptando la espada de su contrincante, para que después el chacal con lanza utilizase su arma para alcanzar el pecho de sus oponentes con cuerno.
Los relinchos de dolor por parte de un poni no fueron emitidos en ningún día como lo fueron en aquellos minutos de confrontamiento. Los chacales poseían un trabajo en equipo tan impecable que no existía punto ciego en su formación, si un unicornio trataba de atacar por la espalda a un cánido, de inmediato era interceptado por el kopesh de otro.
Aquellas primeras imágenes quedaron pospuestas debido a la llegada de los pegasos a la ciudad; tal como Black Feather lo había previsto, aquellos frutos comenzaron a desprenderse de sus progenitoras, cayendo varios metros en el aire, para aterrizar en las diferentes calles, en los tejados, en las laderas e incluso en secciones completas del castillo real, las pocas tropas de élite unicornio se hallaban en el castillo, por lo cual era un área más o menos protegida.
- Grupos del 20 al 35, al castillo, el resto se queda conmigo a defender la ciudad; destruyan todo lo que sea planta. Ordenó el pegaso con la experiencia como argumento principal de sus órdenes.
- ¡Señor! Gritaron los pegasos poco antes de despegar.
- Eliminemos a todos los que podamos antes de que salgan. Volvió a ordenar Black Feather con una clara determinación en sus ojos.
Sabía cómo enfrentarse a aquellas criaturas, así que no debían cuestionar su sabio juicio. Los diferentes guerreros alados comenzaron a volar, con la espada en la boca para utilizar la fuerza de su vuelo, para dirigir las estocadas y cortes de sus afiladas espadas. Si bien las bolsas semitransparentes hechas de tejido vegetal no ofrecían resistencia de ser cortadas, reaccionaban con movimientos involuntarios al ser eliminadas, las criaturas que yacían dentro de ellas, se agitaban hasta que finalmente perdían todo rastro de vida. En lugar de sangre, emitían un líquido verdoso que tenía olor a pasto recién cortado.
La cantidad de soldados que comenzaron a cortar a diestra y siniestra cualquiera de los frutos que tenían delante no bastaba para eliminar a la cantidad total de dichas amenazas, que comenzaban a desprenderse del tallo, algunos de los frutos poseían el tamaño de un poni, otros eran del tamaño de tres ponis, muchos tenían el tamaño de una rata. Sin embargo, ni Black Feather ni sus equinos dudaron en terminar con aquellas existencias. Pero los frutos continuaban cayendo en cantidades considerables, por cada uno que eliminaban, otros dos caían; los cascos algo pesados y de poca visibilidad evitaban que la mayoría se percatase de la cantidad de amenazas que se localizaban a sus espaldas y creyendo en su mortífero paso, los ponis continuaron con su camino, debían limpiar toda la ciudad.
Fue en un instante de duda, en el cual Black Feather observó la retaguardia, entonces pudo ver la ahora enorme cantidad de futuros enemigos que tendrían que vencer.
Las diferentes cascaras semitransparentes comenzaban a deteriorarse, abriendo agujeros lo suficientemente grandes como para que las cabezas de los distintos especímenes salieran a relucir sus ojos, dientes e incluso las garras de algunos.
Un lobo que poseía una cantidad enorme de pétalos rosa en su pecho y a sus costados emergió a pocos metros, sus dientes de madera eran tan afilados que fácilmente podrían suplir a los de un lobo corriente, los otros frutos, mostraban tigres, leones, serpientes, cocodrilos, ratas, pequeños lagartos e incluso plantas que reptaban por el piso para avanzar hacia sus enemigos.
- Formación aérea. Ordenó el teniente tratando de mantener la calma; nunca antes se habían enfrentado a enemigos similares a aquellos.
Los pegasos obedecieron al instante, aleteando fuertemente para mantener alzarse sobre el suelo, en ello, en ese momento, pudieron notar la presencia de un capullo del tamaño de una casa, cuando se abrió, una cabeza con forma redonda, con varias enredaderas colgando y con el aspecto de una flor salió de su prisión, mostrando primeramente una cola que fácilmente podía ser confundida con una hoja de plátano gigante, sus pequeñas patas delanteras y su postura bípeda, podrían ser fácilmente confundidas con un dinosaurio. Los ojos pequeños que tenía eran dos frutas viscosas, sus patas eran prácticamente troncos desarraigados, pues se podían ver lo que claramente eran las raíces que afianzaban al suelo a los árboles. Cuando lanzó su rugido, parecido al de un tiranosaurio, los pegasos comenzaron a retroceder en dirección a las puertas, debían pensar en una manera de frenar a semejante criatura, era evidente que tenían que cortarle la cabeza para finiquitar con el posible riesgo que conllevaba la dentadura de madera que yacía en su boca, que se asemejaba en gran medida a la de una planta carnívora.
Las plantas iniciaron una locomoción torpe al inicio, que pudo dar tiempo suficiente a los guerreros alados para eliminar a una buena cantidad de enemigos antes de emprender una posición estratégica en las puertas de la fortaleza, ese era el objetivo de dichos especímenes, el capitán de un ojo entendía bien la importancia que tenía el salvar a todos los civiles de Canterlot, era imperativo que defendieran dicha posición.
- Teniente, los extraños seres nos superan en número. Advirtió uno de los pegasos que desenvainaba su espada para la acción.
- El número no es suficiente para vencernos. Respondió tenazmente el teniente cuyas plumas se hallaban revueltas debido a los movimientos violentos que había realizado ultimadamente.
A medida que la variedad de animales plantas comenzaban un movimiento uniforme y coordinado, los pegasos divididos en dos grupos se lanzaban en un ataque feroz contra dichos seres vivos. Cuando el grupo de ofensiva comenzase a fatigarse, iría a la retaguardia del grupo defensivo. Ciertamente la guarnición de pegasos debía confrontarse a una cantidad de bestias equivalentes a diez por cada pegaso, lo peor de todo era que las diferentes criaturas tenían tamaños y armas distintas, algunos colas con púas y masas, otros como la planta-dinosaurio poseían dientes y un tamaño intimidante.
- Hasta donde sé, un corte de la cabeza basta para eliminarlos, aclaró el teniente que se acercaba a uno de los soldados cercanos.
Las imágenes cambiaron nuevamente, esta vez para mostrar la batalla que se libraba en las faldas de la montaña; los chacales arremetían con una sincronización excepcional: si uno era atacado por la espalda, la espada que trataba de eliminarlo era frenada al instante por un escudo o un kopesh cercanos, para cualquier guerrero ese acto, además de ser frustrante, era intimidante, ya que las bajas por parte de los atacantes se hacían mínimas, mientras que las bajas de los unicornios ascendían cada vez más.
El resbaladizo piso sobre el cual se deslizaban, dificultaban de sobremanera cualquier movimiento organizado y más de un unicornio entregó su cuerpo a un ataque mortal debido a ello; los géiseres sorprendían a varios ponis, pues no sabían dónde saldría el próximo chorro de líquido hirviente; los escarabajos eran una pesadilla donde fuese, ya que su coraza exterior no podía ser atravesada por el filo de las espadas convencionales, también estaba el hecho de que su tamaño inferior al de los ponis los mantenía bajo la mira de la mayoría, pues se hallaban luchando contra los chacales que los duplicaban en estatura, por lo cual sus ojos se posaban en lo alto. Ni bien los vulcanos ingresaron en el combate, sus habilidades con el combate ígneo lograban mermar a escuadrones completos, además de sacar a relucir los cuerpos chamuscados de sus víctimas, las cuales servían de terrible espectáculo para el resto de sus oponentes.
- Retirada. Ordenó Red, quien lentamente comenzaba a entender lo que sucedía; si bien aquellas fuerzas que al principio parecían las menos adiestradas y que ahora los estaban machacando, poseían un entrenamiento realmente mortal, no todo se debía a dichas aptitudes, de hecho, el cambio tan inesperado del campo era lo que daba al enfrentamiento un giro de 180°.
A lo mejor, si se alejaban a tiempo, aquella ventaja se vería anulada y podrían cambiar el rumbo del combate nuevamente a su favor; también estaba el hecho de que el rey no daba señales de vida ¿Podrían los pegasos haberse aliado a sus enemigos? Se cuestionó mientras sus patas se deslizaban por todo el piso para alcanzar el final de aquella tierra absurda que sus cascos pisaban.
Las tropas de unicornios, ahora reducidas a la mitad se alejaban lentamente, Buglar podía confirmar aquella primera victoria, pero debían asegurar las siguientes…
La presencia de los seres ígneos había sido reducida durante aquellos momentos de intensa batalla para procurar una estratagema espontánea que parecía tener la concesión de todos los guerreros esclavos. Los cuerpos aformes de los vulcanos se estiraron por los extremos sur y este del pequeño diámetro que componían la formación de las tropas unicornios, mucho antes de que estas iniciasen una retirada, sus cuerpos se abalanzaron frente a ellos, cerrando un círculo capaz de atrapar a un tercio de las fuerzas restantes, Red se hallaba dentro, junto con los demás guerreros de armadura dorada, el círculo que los cuerpos ígneos conformaban pronto se abrió para dar paso a las diferentes fuerzas contrarias que ingresaron con total rapidez y cual langostas en un pastizal, su paso fue progresivo e impío.
Mucho antes de que los unicornios restantes diesen cuenta de lo ocurrido, la fuerza atrapada fue eliminada sin mucha resistencia, pues el miedo y la impotencia comenzaba a invadir sus corazones, consumiendo todo posible deseo de batalla, logrando que su voluntad finalmente cediera ante la cobardía, pues la muestra de semejante poder y desenvolvimientos hacía de los contrarios unos soldados casi imparables. Aceptar ello, era aceptar la derrota y el estado de los unicornios no distaba de someterse ante aquella simple fórmula, poco a poco, aceptaban su perdición como un futuro posible.
La patas de los chacales además de darles una altura considerablemente grande a comparación de los ponis, les daba una locomoción que igualaba a la de lo ponis, por lo cual, en medio de aquel escape, sus kopesh fueron capaces de sentenciar a una gran cantidad de oponentes que ahora corrían como ovejas atacadas por un lobo. La sangre que cada uno de los equinos derramaba al morir, desaparecía en el jabonoso piso, que al parecer se negaba a estar sucio, eliminando de esa forma todo posible rastro de batalla.
Nuevamente, dentro de Canterlot, los pegasos se enfrentaban a los diferentes especímenes que si bien no tenían una movilidad sorprendente, avanzaban en grandes manadas y atacaban de forma simultánea, por lo cual los guerreros alados debían mantenerse firmes oleada tras oleada, pero su ventaja yacía en el cambio de turno que efectuaban, pues se elevaban, para pasar a la retaguardia, recuperando fuerzas mientras los que anteriormente habían pasado a descansar comenzaban a combatir nuevamente, de forma tal que sus bajas eran reducidísimas, mientras que los animales – planta perecían a montones, tres oleadas dejaron una inmensa cantidad de cuerpos verdes sin vida dispersos por montones en distintas localidades, mientras sus avances ganaban metro or metro el avance hacia las puertas de la fortaleza. Hasta ese entonces, las criaturas enviadas al ataque habían sido simples ratas y animales de tamaño menor. Pero ahora, con la aparición de rinocerontes, elefantes y plantas carnívoras con patas, la quinta y última oleada tenía una cantidad inmensa de unidades peligrosas. Su avance inició a los pocos segundos de terminar la oleada de toro, tigres y algunos lobos.
- Esta es la última, quiero al grupo delta en el aire todo el tiempo, ayuden contra el grandote que se cree dinosaurio y podemos terminar con esto. Gritó Red mientras se preparaba para la oleada final, a solo treinta metros de la puerta, la ciudad entera tenía los cadáveres de ambos bandos, en distintas proporciones, pero ahora debían librar combate con los más fuertes.
Unas cuantas gotas de sudor bajaban por el rostro del capitán, el efecto de la supresión por parte de los karis aún no finalizaba, pero aun si lo hiciese, la mayoría ya pensaba que la pérdida de su magia había sido permanente.
Desde el tejado de torres menores, ballestas de gran tamaño terminaban con los especímenes que se encontraban al frente de la avanzada. Pero este grupo poseía unidades de tamaño medio, con aspecto y características similares a los de los guepardos, que comenzaron a ingresar en las torres, finalmente, unos cuantos elefantes – planta chocaban contra las bases de las torres defensivas hechas de madera, logrando derribarlas por completo. El dinosaurio que se hallaba en la última fila engullía en su totalidad a varios guerreros con espada armada y todo.
Los pegasos con el cansancio comenzaron a combatir con las criaturas de tamaño medio, pero pronto los especímenes de tamaño mayor llegaron al combate, cambiando el curso del combate; sin embargo, el grupo que yacía en vuelo, bajaba en grupos completos con sus espadas afiladas listas para clavarse en los oponentes de mayor tamaño y poder, quienes daban movimientos de resistencia fuertes y encolerizados. La tiranoplanta en cambio utilizaba su gran cola para derribar a uno, su boca para devorar a otro y finalmente comenzaba a correr para evitar el ataque conjunto. Pero no sirvió de mucho, pues las espadas lo alcanzaron, mientras sus congéneres eran aplastados gracias a la gran maniobrabilidad, junto con la planificación de las fuerzas defensoras.
La victoria estaba mucho más cerca de lo que se podían imaginar, de hecho los especímenes que quedaba ya eran cada vez más reducidos. Tanto Celestia como Luna celebraban por dentro aquella primera victoria que veían en las fuerzas defensoras.
- No piensen que se acaba aquí, nos necesitan abajo. Se anticipó el pegaso de plumas negras, su ojo se posicionó en el aire de forma instintiva, las nubes a lo lejos tenían un aspecto diferente; se movían con grandes cambios, eso no era posible, agitó la cabeza para prestar mayor atención a la siguiente acción que debían realizar, bandadas completas del escuadrón ya habían despegado para cooperar con sus aliados en las llanuras. Pero poco antes de partir, un temible rugido resonó en sus oídos, desesperado, buscó al dueño de tan atroz sonido y lo halló a medio kilómetro de distancia, deshaciendo una cantidad inmensa de nubes a su vuelo en dirección a la capital o mejor dicho, al combate que se libraba metros debajo de ellos.
El color de Iniar cambiaba a un color rojizo; sus ojos se posaban en toda la ladera de la montaña, tenía pensado incinerar todo el bando enemigo, para después quemar la ciudad hasta reducirla a cenizas. Pero sabía que la ciudad era intocable, así que se conformaría con la destrucción de la coacción rival.
La espada de Black Feather, así como la de muchos unicornios caía, Red que era uno de los pocos sobrevivientes de aquel acorralamiento, también comenzaba a temblar, la cosa esa estaba del lado de Discord, el poder que poseían era ya de por si avasallador, pero ahora, con la presencia del híbrido el alcance de la fuerza que tenían era simplemente… desoladora. A lo lejos, una estatua de oro era transportada, Iniar vestía una armadura de metal liviano, con diferentes adornos que brillaban con distintos tonos de azul y rojo. Las inmensas fauces del híbrido se abrieron.
El pegaso podía sentir como el final de sus tropas se acercaba cada vez más, su cobardía tenía una reprimenda moral, debía morir junto con ellos o ganar junto con ellos, pero en ese instante, su legua se hallaba trabada para dar cualquier orden, sus músculos parecían piedras pesadas y su voluntad le pedía a gritos escapar. Pero no podía, no debía…
Una luz blanca se presentó en el lugar, el sonido de unos cascos inundó aquella calle que daba al mirador plaza de la ciudad, se trataba de un unicornio de pelaje azul con melena y barba blancas, tenía signos de vejez, pero su galope era de un corcel en la mejor de las formas físicas posibles. Al llegar al final del mirador, Black Feather pudo dar cuenta de la identidad del unicornio.
- ¿S…S…Star… Swirl? Preguntó poco antes de ver cómo un rayo de color azul era emitido por su cuerno.
El fuego casi apocalíptico de Iniar, que se hallaba visiblemente en su garganta, poco antes de ser expulsado, fue detenido en seco, debido al impacto directo que el rayo tuvo en la quijada del híbrido, causando que sus fauces se cerraran y de mismo modo, terminó por cancelar su terrible ataque.
Pero poco antes de que la gigantesca criatura pudiese reaccionar, Star Swirl se apareció en el campo.
- Esto no puede terminar así. Dijo poco antes de utilizar una traslación en masa, transportando a todos los pegasos y unicornios del lugar, incluido Black Feather, cuya expresión de incredulidad fue lo último que las princesas pudieron ver de las tropas defensoras.
Eso es todo por esta semana, espero que les esté gustando. Nos leemos pronto.