Discord
Chapter 41: La pesadilla: el descenso del caos 4
Previous Chapter Next ChapterVaya, acabo de madrugar para terminar con otro fic, no hice una revisión minuciosa del capítulo, así que perdonen si existe un error por ahí.
El viento, combinado con una reciente tormenta de nieve creaban un ambiente de completa incertidumbre, la vista no alcanzaba a más de veinte metros a la distancia, antes de perder completamente la claridad del entorno, un manto gris y blanco era lo que quedaba y para empeorarlo, el frio, junto con el sonido que creaba el viento en su paso traían una calma infernal al lugar, una que otra sombra se hacía visible. Pero finalmente nada se acercaba al lugar; ambas princesas observaban a la Mariscal Fair, al lado de Wise Wind, de alguna forma, ignoraba el peligro que acechaba en aquel desolador entorno, para centrar toda su concentración en salvarlo.
-Fair, creo qu…
- ¡Cállate! le respondió mientras revisaba las heridas del pegaso, del cual manaba sangre por la boca, fluyendo hasta teñir la blanca nieve que los cobijaba, su respiración se dificultaba en gran medida, pero aun así se las ingeniaba para hablar.
- Escucha…
-¡Que te calles! Gritó la pegaso mientras expulsaba lágrimas que de igual forma descendían hasta la nieve – saldremos de esta, te lo prometo. Dijo más calmada, mientras tomaba el casco del herido, para hacerlo a un lado.
El escenario no podía ser más devastador, sin necesidad de fuego o de violencia, el medio era tan solitario, tan apartado de toda ayuda posible; los pegasos que se hallaban solos seguramente se hallaban en una situación más desesperante. Pero no solo por el hecho de ver la muerte tan de cerca, sino porque de no saber lo que aconteció momentos atrás, cualquiera pensaría que ocurrió un accidente, que los atacó una criatura salvaje, todo menos que eran soldados caídos en plena guerra, el sonido que el viento efectuaba era lo suficientemente fuerte como para impedir que los pegasos pudiesen comunicarse entre ellos.
- ¡Auxilio! Gritaba una voz, que solamente las princesas pudieron escuchar.
- ¡Ayuda!
- ¡Hay alguien ahí!
Los gritos alarmados continuaban, pero todos eran acallados por el viento, perdiéndose así en medio de toda la nieve, Celestia comenzó a volar, para observar lo que acontecía fuera; pero de alguna manera, en medio de toda la poca visibilidad, regresaba al lugar donde el recuerdo de la pareja de guerreros se encontraba, un búho de plumaje blanco era el espectador de la escena, sus agudos oídos escuchaban hasta el murmullo más bajo en ellos. Esa era la razón por la cual ambas princesas podían apreciar el recuerdo.
La tormenta arreciaba con mayor inclemencia, reduciendo aún más el campo de visión e incrementando el ruido, los copos de nieve crecían, cubriéndolo todo con mayor velocidad, Wise Wind comenzaba acumular nieve sobre su cuerpo, así como en su lomo y todo el perímetro que su cuerpo abarcaba en general.
La mariscal seguía a su lado, pero sus ojos junto con toda su expresión lucían cada vez más impotentes, pues Wise Wind continuaba con una hemorragia interna, así mismo sus pulmones se llenaban de sangre, a causa de ello, el aire que respiraba era cada vez menor; pronto moriría por asfixia. Fair tenía que aceptar lo inevitable. Acercó su hocico para acariciar la cara de su amado.
De todas las imágenes ¿Por qué dedicarse a mostrar a la pareja? Se cuestionó Luna, hasta el momento, había mordido el anzuelo de la comandante, la derrota del Draconequus parecía casi incuestionable, pues había dejado de utilizar su magia, se había confiado, como casi siempre lo hacía. Quizás era porque no deseaba mostrar su debacle.
Nuevamente las imágenes transportaron a ambas princesas a las afueras del campo, en ese instante pudieron constatarse de que la ventisca era causada por nubes ubicadas a treinta metros del suelo, de la misma forma, aquella tormenta se hallaba solamente en el campo donde los pegasos fueron derribados de forma tan… cruel.
- Hurricane, pensé que los pegasos eran la fuerza superior de toda Equestria. Provocó el señor del caos desde su lugar.
La comandante suprema desenvainó su espada para tratar de asestar un golpe contra el Draconequus que se hallaba solamente a cinco metros de distancia, pero el mismo campo de cristal flotante separaba a ambos, detuvo el golpe sin siquiera quebrarse.
- Cuando esto acabe, estaré dispuesta a disecarte yo misma. Amenazó la pegaso que sentía la pérdida de toda una generación sin que siquiera haya dado combate.
Las tropas invasoras continuaban con su avance lento; unos metros más y sentenciarían su final. Pero poco antes de que Hurricane observara su brillante estrategia que se hallaba un paso delante del Draconequus, él la observó de manera fija.
- ¿Qué estarías dispuesta a hacer por ellos? Preguntó el señor del caos mientras señalaba a los pegasos recién salidos del examen.
Hurricane se limitó a mantenerse callada, hasta que algo dentro de ella se suscitó.
- Son los mejores corceles y las mejores yeguas de batalla posibles; los pegasos somos criaturas fuertes, orgullosas, no dejaremos que una escoria como tú se burle de nuestra fuerza, y sé muy bien que cada uno de ellos está dispuesto a dar su vida por la grandeza que ata a nuestra raza, así como yo.
- No has respondido mi pregunta, al menos no directamente; sé más clara por favor. Dijo el Draconequus con una sonrisa en su rostro.
- Daría mi vida por ellos, porque ellos son mis iguales, porque nuestro espírit…
El de ojos rojos chasqueó los dedos para que todos los aspirantes ahora nuevos integrantes de la fuerza pegaso fuesen transportados dentro de la tormenta de nieve, junto con los pegasos derribados.
- Deseo cumplido. Masculló el señor del caos – debo admitir que eres mucho más noble que Gold Mane. Por qué no me cuentas cómo fue que llegaste hasta aquí.
La pegaso no hizo sino extrañarse, la criatura que tenía en frente era inverosímil, no solo en aspecto, sino también en su comportamiento, pero finalmente, decidió seguir el extraño juego que el supuesto señor del caos le estaba proponiendo; debía distraerlo de alguna forma para que su confianza al final fuese su perdición. Sus fuerzas se preparaban desde lo alto para finalizar con sus escasas tropas, después, se dirigirían con todo lo que quedaba a apoyar a Canterlot.
- Fue hace mucho tiempo, no recuerdo bien… pero Gold Mane me ofreció estar al mando junto con él, al principio decliné. Pansy fue quien me hizo ver la realidad. Dijo finalmente, con una mirada de recelo en su rostro.
- Mmmm que interesante. Exclamó el Draconequus mientras comenzaba a comer unas palomitas de maíz de caramelo.
- Ella siempre fue una tonta, dudó de las verdaderas intenciones de esas traidoras. Dentro de la cueva, cuando nos congelábamos a causa de esos windigos, Clover, Cookie y Pansy fueron las únicas que se mantuvieron erguidas, fue entonces que entre las tres crearon esa magia tan poderosa. Pansy colaboró en gran medida para crear esa magia, desobedeció una orden directa y además tuvo la desfachatez de colaborar con esas… Pero luego, casi me convenció de que esa magia de la armonía de la que Clover habló después era la magia que cambiaría nuestro mundo, que la clave para cambiarlo yacía dentro de cada una de nosotras.
Ambas princesas se sorprendieron al ver el enfoque que le daban a esa antiquísima historia de los ponis, era exactamente similar a la de la comandante Hurricane, pero entonces, las cosas deberían haber sido distintas; pues se supone que después de aquella noche, los ponis se unieron en una época de paz y prosperidad, al menos así estaba escrito en los libros y sobre todo así se los había contado Star Swirl.
- Pero después pude ver lo que realmente significaba, significaba que los pegasos nos hacíamos inservibles, nuestra fuerza se hacía inútil, nos quitaban lo que nos hace pegasos: la guerra, la princesa Platino comprendía perfectamente eso y estaba de acuerdo, Pudinhead siguió la idea de forma ciega, era un potro enamorado, por no decir que era algo ingenuo; la propia hija del Rey trataba de atentar contra su poder ¿Entiendes lo subversivo que era todo eso?
El señor del caos por poco se mata de risa, la comandante Hurricane era la perfecta comprobación de sus conclusiones; pero prefirió seguir escuchando el relato.
- Claro que lo entiendo querida, además hubiera sido divertido ver cómo cambiaban las cosas para variar.
- Pansy fue la que me dio la oportunidad de entender cuan frágil era el orden de las cosas; bien, descubrimos la causa por la cual nuestro hogar se congeló: los Windigos. Pero ellos confabularon, trataron de cambiar nuestra forma de vida.
Esa no podía ser la misma comandante Hurricane que las princesas consideraban como ejemplo de todo Wondercolt o poni en especial, esa era su firmeza, pero no existía bondad en el corazón de la líder pegaso.
- ¿Cómo lo sabes? Cuestionó el señor del caos con una sonrisa aún más evidente.
- Porque Pansy expandió la noticia a todos los pegasos, incluso a los ponis terrestres, llegaba a considerarlos como iguales, incluso pasaba mucho tiempo cerca de esa Clover la sabia, siempre fue de corazón blando, débil. Nunca pudo ver la red de mentiras bajo la cual cayó. Entonces supe que tenía que buscar a Gold Mane, debíamos unir fuerzas para terminar con aquellas ideas que comenzaron a circular entre los ponis. Fue una larga campaña de propaganda y una dura cacería para mis corceles. Pero pudimos acabar con toda esa confabulación a tiempo – La voz de la pegaso realmente sonaba convencida de sus palabras, su forma de relatar estaba acompañada por expresiones de odio y de preocupación.
- ¿Entonces es cierto que mandaste a la montaña a todos? Cuestionó el Draconequus con una sonrisa dibujada en su rostro.
- A todos menos a la princesa Platino – Aclaró la pegaso con cierto desdén – pese a sus terribles intensiones, Gold Mane la perdonó y la envió a un lugar donde tendría un trato decente.
- ¿Qué pasó con los otros? Preguntó el Draconequus mostrando cierto interés mientras se revolcaba en una nube y se apoyaba en los codos.
- Todos ellos siguieron el proceso estándar de la montaña, fueron enviados a celdas de tres por tres, alimentados con agua y alfalfa, era un trato demasiado clemente para mi opinión. Detalló la pegaso con una mirada de ira.
- Bueno, es algo tonto que pregunte esto, pero supongo que le dará cierto jugo a este pequeño capítulo de la historia poni ¿Por qué pensaste que era una sublevación?
- Trataban de quitarnos el poder a mí y a Gold Mane, el poder que nos corresponde por nuestra sabiduría y por nuestras habilidades, nuestro mandato era justo, sobre todo cuando este mandato también se llevaba al dominio de los terrestres. Solo me lamento de que Pansy no haya durado ni tres días, un pegaso debería haber soportado tres semanas antes de caerse muerto en medio de la celda.
Tanto Celestia como Luna no daban crédito a lo que escuchaban, Discord era un cruel, un insensato, pero la Comandante Hurricane era aún peor, no entendían cómo alguien podía ser tan retrógrada con las ideas que se propiciaban, el cambio era necesario, justo; incluso era lo mejor para todos, pero ella junto con Gold Mane lo habían rechazado. Entonces los ojos de la princesa de la noche se abrieron de par en par, recordó entonces las palabras del señor del caos. "Siempre llegaba un momento en el que se creía el orden como absoluto, como el final y el perfecto; entonces el caos era inevitable, su fin se acercaba por obra de ellos mismos" Eso era lo que realmente se probaba en ese instante. La Comandante Hurricane no pudo aceptar un orden diferente ni el cambio, del mismo modo que Gold Mane, entonces se condenaban a sí mismos y al mismo tiempo a sus equinos con ellos; simplemente era una ley que Discord comprobaría.
- Muy bien querida, pero dudo mucho que hoy sea precisamente el día de gloria de los pegasos. De hecho, no será ni el siglo, puede que incluso el milenio de los pegasos, pero debo ser sincero contigo, eres muy divertida cuando te enfadas - Poco después el señor del caos desapareció del lugar. La Comandante se dispuso a salir del lugar, siendo la única en Cloudsdale, si rompía la cúpula no peligraba la vida de nadie salvo ella.
- Por cierto ¿cuánto tardaste en hallar a Smart Cookie y Pudinhead? Preguntó el señor del caos de forma fortuita, de hecho la pregunta no tenía valor para la comandante Hurricane.
- Esos dos terrestres se escaparon de mis fuerzas durante un año; pero cuando finalmente estuvimos cerca de atraparlos en Hollow Shades, Pudinhead distrajo a todos los soldados para que lo persiguieran por todo ese pantano, pero finalmente pudieron llegar a él, me contaron que murió haciendo un chiste sobre la forma del mundo.
- Entiendo ¿Cuánto tiempo tardaron en hallar a Smart Cookie?
- Dos años, su estado era realmente penoso, yo misma la llevé a la montaña a pasar sus últimos días. Pero para serte franca, fue su mala suerte la que la condeno, resulta que había un carro lleno de paja que nadie prestó atención. Ese era el lugar donde ella pensaba esconderse, pero calculó mal el tiempo y fue hallada en pleno camino.
El Draconequus se limitó a sonreír de forma repentina, la causa era completamente desconocida; mas, ninguna de las presentes se interesó en ello, pues fácilmente se lo podía confundir por un desequilibrio mental o una enfermedad de su juicio. No obstante, la mirada del Draconequus se posó en la lejanía, ahí fuera existía una batalla, un confrontamiento contra el caos, contra la incertidumbre, el miedo y el horror, ahí fuera los que juraban amor a su raza, a su patria, a sus allegados, todos ellos pasaban por una prueba, así como la Comandante Hurricane y Gold Mane; todos estaban en una prueba que o los cambiaría junto con el orden o bien lo destruiría. En ese pequeño papel que él tenía, en esa confabulación, en esa búsqueda de la corrupción de lo que los ponis defendían, en ello se encontraba realizado, veía en el caos su finalidad y al mismo tiempo se reconocía como un ser completo. Odio, Amor eran ya sentimientos lejanos, el respeto, el honor, incluso él mismo eran propiedades de sí mismo que se perdieron en todo el transcurso; en su mente yacían lecciones, conocimientos y potenciales hasta entonces desconocidos, pero estos estaban atados al porvenir que el caos, inmanente a su espíritu, imponía.
Sus ojos finalmente se posaron nuevamente en la pegaso comandante.
- Estás sola dentro de esta jaula de vidrio cariño, bueno, tus oficiales también están aquí, al menos la mayoría.
La guerrera observó de manera fulminante al Draconequus; pero se tranquilizó al instante, la extraña criatura pronto sentiría el poder de los pegasos, pronto lamentaría su atrevimiento.
- Espero que estés listo adefesio, tu final y el final de tus ridículas fuerzas están cerca. Advirtió con una sonrisa. Su estrategia daría resultados de una forma o de otra.
Pero las imágenes cambiaron, las princesas regresaron a la tormenta a más de cien metros debajo y a gran distancia de la enclaustrada Cloudsdale. El manto de nieve combinada con el viento invernal cubría el lugar, la visibilidad casi nula del interior de la tormenta impedía que los pegasos caídos se percatasen de la poca altura o de la poca extensión que tenía la nevada. Entonces fue cuando Celestia se dio cuenta de lo que pasaba dentro. Existían muchos pegasos derribados, la mayoría en el mismo estado que Wise Wind, unos muertos, la mayoría agonizando en los campos gélidos que se hallaban debajo. A treinta metros de ellos se alzaban las nubes de la tormenta que era donde Discord mandó a los postulantes del examen final de la academia, en otras palabras su función era doble; primeramente: mantener ocultos a los pegasos derribados, en segunda: mantener a los cansados postulantes en un lugar visible y debido a su cansancio, la mayoría no podría salir del lugar; en otras palabras estaban atrapados tanto arriba de las nubes como debajo de ellas.
El silencioso entorno, mantenía perturbados a los pegasos, entonces fue cuando las hermanas fueron transportadas de forma aleatoria donde los diferentes pegasos derribados, muchos gritaban a causa del pánico, otros trataban inútilmente de levantarse y echarse a andar, muchos yacían muertos o dando sus últimos respiros de vida. Sin embargo, volvieron a la posición de la mariscal Fair; quien avanzaba unos cuantos pasos para comprobar el lugar, su melena era agitada violentamente por la tormenta, cuyo frio ya comenzaba a llegarle a los huesos. Sin siquiera enfrentarse, el Draconequus había terminado con el primer ataque de los pegasos; entonces la guerrera recordó el rostro de su oponente; definitivamente era un monstruo.
Sin advertencia alguna, sus ojos se agudizaron para captar unas sombras que se acercaban al lugar; eran criaturas bípedas, automáticamente pudo recapitular las pocas imágenes que sus ojos captaron de sus enemigos; bípedos con cabeza de perros. Las sombras encajaban a la perfección con ellos. Pero no podía arriesgarse a ingresar a un enfrentamiento directo, tenía las alas pegadas, tenía cierto agotamiento y no conocía el número de enemigos aledaños. Además el corcel que la salvó se encontraba a pocos pasos, atacar sería revelar su posición junto con la de él. Estos datos se procesaron de forma sistemática y puntual, sin meditar por más tiempo, comenzó a gatear hasta llegar donde su amado, procurando usar su cola para eliminar toda evidencia de su paso por el lugar.
La criatura exhaló de pronto, el frío también comenzaba a jugar en contra de las fuerzas del demente, existía algo denominado código de guerrera, todas las ponis lo conocían, se basaba en tres principios, el honor, la lealtad y la disciplina. Impuestos en la academia de la forma más severa, toda pegaso los conocía y aplicaba. Pero ahora mandaba el código al demonio, quería vivir, o al menos quería salvar a Wise Wind, pues si salía con vida sin él; sabía perfectamente que sería como salir muerta de todas formas, en pocas palabras, lo amaba. Cuando finalmente se acercó a él, pudo notar que una sombra los observaba desde los árboles ¿Cómo los habían hallado? Entonces pudo notar la respiración algo agitada de la criatura, el olfato lo había guiado hasta el lugar. Entonces el bípedo bajó sin miramientos, la pegaso desenvainó su espada para defenderse, el chacal portaba un kopesh (NA: el Kopesh es un arma egipcia, una espada curvada, para más información visiten Wikipedia XD) intimidante debido a su tamaño y el aspecto afilado de la hoja.
La mariscal tenía su arma en la boca, su superioridad en esgrima probablemente le daría la victoria. Así que sin dudarlo por mucho tiempo, fue a la carga contra el animal, procurando alejarlo del pegasos fue entonces que comprobó que era una hembra, al igual que ella. Sin embargo a esas alturas, sutilezas como esas no importaban; pese a que sus alas no podían mantenerla ya en el aire, las batía para dar saltos de gran distancia y así dar estocadas con velocidad, procurándose una salida rápida de cualquier contra golpe. De izquierda a derecha, de derecha a izquierda, su golpes eran interceptados o evadidos, pero en una nueva oportunidad, su espada chocó con la de su rival, pero esta aprovechó la desaceleración que produjo en la poni para utilizar su mano en un puño directo que llegó al rostro de la pegaso, logrando que perdiera su trayectoria, para después usar su pata para mantenerla en el piso.
Fair entendía que bien podría ser su fin, así como las princesas que veían horrorizadas la escena. Pero la cánida apuntó a la pegaso con una especie de brazal, inmediatamente un campo de fuerza envolvió a la pegaso, evitando que se moviese. Fair, al ver como un grupo de chacales se aproximaba desde las sombras, entendió lo que llegaría a ocurrir con sus camaradas ¿Por qué no terminaban con ella? ¿Por qué no terminaban con su vida?
- Mira a aquel, está severamente herido.
- Tiene salvación Abakur, recuerda lo que Discord dijo.
Entonces un papel apareció frente a Luna, quien lo abrió para posteriormente leerlo en voz alta.
- "Parte dos; extraer a todos los y las pegasos posibles en el lapso de quince minutos, sin importar su estado de salud, si se pueden atender utilizar la burbuja de contención, si están en estado grave, utilizar la burbuja de tiempo. Cortar las alas a todos los pegasos".
Luna se tapó la boca con el casco; el horror que Discord tenía planeado para los pegasos era peor que la muerte, un pegaso que perdía las alas entraba en un estado de sufrimiento increíblemente agobiante, muchos incluso perdían el juicio al vivir de esa forma. Ella era parte pegaso, no imaginaba una vida sin poder volar.
Las patrullas enviadas desde la guarida del Draconequus ubicada en quién sabe dónde realizaban una operación en gran magnitud, recorriendo la helada intemperie en busca de pegasos heridos, pero vivos. Debido al corto tiempo del cual disponían, se encontraban apresurados, mas era evidente que no lograrían salvar a todos los equinos con chances de sobrevivir.
Las imágenes cambiaron una vez más, esta vez regresaban al paso de las fuerzas invasoras, o al menos el batallón de fuerzas, las pocas unidades continuaban su camino sin peligro alguno; no tenían la menor idea del golpe que les esperaba desde lo alto, el ejército de elite seguramente estaba a sus espaldas sobre el aire, lanzarían una lluvia de flechas para después bajar en picada en un horrendo ataque coordinado, esa era la expectativa.
Un grupo de escarabajos, llevaba una especie de estatua: tenía el aspecto de un esqueleto de dragón, estaba hecho de oro y diversos diamantes; una llama de color ciruelo danzaba de forma perezosa en el interior de la caja torácica de dicho esqueleto, flameaba alrededor de una gema que bien podría ser el núcleo mágico del extraño artefacto, los postulantes pudieron observar el extraño artefacto a la distancia, era del tamaño similar a una casa poni, el cráneo tenía un lenguaje rúnico en color rojo y despedía un pequeño rayo de luz hacia arriba, y si se seguía la trayectoria de este desaparecía en las nubes.
Las princesas se preguntaban qué función cumplía semejante cháchara en medio de una guerra como la que llevaban.
- Ya verás cómo tus fuerzas caen ante el mejor ejército de toda Equestria. Advirtió la Comandante Hurricane demostrando su sagaz estrategia. Debía mantener al Draconequus ocupado hasta que el momento ideal se presentase. La caída de varias flechas desde las nubes, exactamente en la retaguardia de las fuerzas invasoras se anticipaba a la emboscada que los pegasos habían planeado. La batalla estaba a punto de finalizar.
- Ya te lo dije criatura absurda, tú jamás podrás contra el poder de los pegasos, nos criamos para ser los más fuertes, los más valientes y lo seremos hasta el final.
Un pensamiento no muy diferente recorría las mentes de los postulantes que se hallaban sobre las nubes; la aparente derrota logró que las tropas adversarias mordieran el anzuelo. Ahora estaban a punto de ser devastadas.
La burbuja de contención era una prisión que podía ser transportada, cuando Fair se vio trasladada del interior de la tormenta al exterior de ella, pudo percatarse de que la estrategia salía acorde con lo planeado previamente; la función del primer ataque era mantener a los invasores distraídos y acercarlos al punto idóneo para la emboscada; una zona abierta que antes una pequeña laguna, todo en ese lugar estaba despejado, no podrían salvarse de la emboscada que les tendieron, las unidades de élite conformaban la mitad de las fuerzas de los pegasos, la otra mitad eran soldados rasos; pegasos que apenas pudieron pasar el examen final. Sin embargo, era evidente que las fuerzas de élite estaban mucho mejor preparadas y eran más mortíferas en el campo de batalla.
- Están a punto de perder estúpida – exclamó la pegaso con una sonrisa de satisfacción mientras se dirigía a su captora, la posible muerte de su amado sería vengada y si le daban la oportunidad, ella estaba lista para perecer en el campo de batalla, encarnando su odio, su rabia, su sed de venganza sobre las fuerzas de Discord.
- El señor Discord nos dijo que ustedes actuarían de esta forma y también nos dijo que aguantáramos las ganas de liquidarlas, porque con ver sus rostros después de hoy nos bastaría. Respondió la chacal con cierta frialdad; debía tolerar los insultos de la pegaso, porque al fin y al cabo, pronto serían solamente unos quejidos de dolor y decepción.
Unas flechas comenzaron a caer desde lo alto, algunas de ellas eran flechas de hielo, destinadas a terminar con la vida de los seres ígneos. Sin embargo, los guerreros pudieron advertir rápidamente el ataque sorpresa. Los vulcanos levantaron varios brazos para detener las flechas de metal y madera, y de la misma forma, los chachales cuyas y guanteletes de Vulcanita impedían que sus cuerpos resultasen incinerados a causa del contacto que tenían con la lava, se subían a los cuerpos de sus aliados para bloquear las flechas de hielo con sus escudos. Esta defensa tuvo un efecto inmediato en la moral de la Comandante, los postulantes y Fair. Fue tan efectiva que solamente una docena de Vulcanos resultaron heridos a causa del contacto de las flechas de hielo con sus cuerpos, pues estas convertían una gran parte de su cuerpo en piedra sólida que tardaría cierto tiempo en volver a ser lava.
Celestia se quedó observando junto con Luna al cielo, los pegasos ya deberían descender en un ataque final contra las fuerzas invasoras.
Un golpe seco llamó la atención de Fair y de la princesa del sol, quienes de forma automática voltearon a ver la causa de dicho sonido. Allí, en la nieve yacía un cuerpo desconocido, pasó un tiempo antes de que ambas pudieran dar cuenta de lo que era exactamente. Gran parte de su cabeza y cuerpo no estaban; existían varios signos de quemaduras en todo su cuerpo; su melena y cola estaban consumidas por el fuego en gran medida. Indudablemente estaba muerto. Fue entonces que ambas alzaron la cabeza para observar el cielo. Varios puntos en lo alto caían de igual forma, muchos ya llegaban a tierra, algunos con peor aspecto que el primero que pudieron observar.
Creando varios agujeros en los altocúmulos, los cuerpos sin vida de varios guerreros alados caían. De pronto, un rugido tan poderoso que pudo inundar todo el campo gélido atormentó los oídos de todas las ponis, incluso Luna sintió como el miedo se apoderaba de su corazón. Las nubes en lo alto comenzaban a mostrar luces parpadeantes, eran rayos; no… los rayos no eran naranjas. Nuevamente el rugido inundó el lugar, esta vez el temor invadió los corazones de los postulantes en las nueves.
Hurricane no comprendía lo que estaba pasando, pero algo tenía que ver con la extraña estatua de oro que los insectos llevaban en sus espaldas; su intuición se lo decía a gritos. Esta vez, un rayo verdadero bajó desde las nubes, llegando a impactar en tierra y generando un cráter ¿Truenos en un páramo congelado? Eso era poco probable.
El rugido se hizo sentir una vez más, pero en esta oportunidad un inmenso número de pegasos descendió desde lo alto, aunque su distancia era notoriamente grande, se podían escuchar algunos gritos.
Un inmenso número de nubes se vieron borradas por una fuerza demoledora, era un batir de alas, entonces una cabeza tan grande como una osa menor se asomó por el agujero, observando con sus ojos a los pegasos que se estaban fugando, fue entonces que rugió nuevamente. Dejando a todos los combatientes con el corazón en la boca, si desde una distancia tal se podía apreciar su cabeza, así como varios rasgos de esta, ese monstruo debía tener el tamaño de toda una ciudad.
Las alas de Iniar se abrían paso sin dificultad, tenía a cientos de pegasos tratando de atravesar su escamoso cuerpo con sus espadas, otros más tratando de cortar la membrana en sus alas; ya había terminado con la mayoría de ellos hace menos de dos minutos. Cerró sus alas para dejarse caer momentáneamente y cerró sus ojos; para abrir sus ojos de fuego, entonces volvió a abrir sus alas, esta vez para aletear con fuerza en línea recta a los pegasos que se dirigían a Cloudsdale, la fuerza del viento que generaban sus alas fue aprovechada con la expulsión de una cantidad inmensurable de fuego que no tardó en expandirse por todo el cielo, quemando a los pegasos fugitivos. Ellos no eran indefensos, ellos estaban peleando, deseaban vencerle y el deseaba destruirlos, los guerreros que quedaban continuaban persiguiéndolo cual hormigas molestas, un latigazo de su cola fácilmente lograba acabar con diez a la vez, sus fauces devoraban a varios de un solo mordisco mientras masticaba sus cuerpos como frituras, las armaduras, los huesos, incluso las espadas eran reducidas a un mero bolo alimenticio.
La lengua de la enorme monstruosidad probaba la sangre, la carne de los pegasos; era un sabor insípido, incluso agrio, pero a fin de cuentas era su alimento. Batió sus alas para en dirección contraria para ganar altura, dejando así atrás a sus perseguidores que seguían en aumento, muy probablemente porque ya aceptaban el hecho de que la batalla era a morir y que de una criatura como Iniar no se podía escapar.
El gigantesco ser siguió elevándose a una velocidad increíble para su tamaño, pero los pegasos le pisaban los talones; cerró los ojos nuevamente para abrir los ojos de hielo y empezó a escupir fuego gélido delante de él, este se solidificó al poco tiempo en varias esquirlas de distinto tamaño algunas afiladas, otras de gran masa, Iniar pasaba con facilidad recibiendo el impacto de los fragmentos, pero cuando estos comenzaron a caer, perforaron y machacaron los cuerpos de los pegasos que se hallaban detrás del híbrido; pero los pocos que tuvieron la sagacidad de esquivar o bien de ubicarse tras el cuerpo del monstruo, al instante fueron sorprendidos por la masa de la colosal criatura que cerró las alas para dejarse caer de espaldas, esa maniobrabilidad en el aire rompía con cualquier teoría antes dada sobre criaturas de su tamaño; el híbrido dio media vuelta en el aire antes de abrir sus alas. Los pegasos se vieron machacados por la fuerza del impacto contra el gigantesco cuerpo del híbrido. Finalmente, el monstruoso ser abrió los ojos de fuego para alcanzar a las minucias que quedaban de todo el inmenso ejército que había derrotado con sus propias garras, una llamarada infernal de fuego se abrió campo a través de quilómetros y quilómetros de aire, las fuerzas invasoras se cubrieron con sus armaduras de Vulcanita para no ser devastados con las llamas salidas de su inmensa boca.
- ¡Pequeñas escorias YO soy el más fuerte de todos! Rugió el híbrido, logrando lo imposible, infundir el terror en los corazones de los pegasos y lograr su derrota en el campo militar.
Bueno, eso es todo por esta semana. Nos leemos pronto.