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Discord

by Filomental

Chapter 38: La pesadilla: El descenso del caos, 1

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La pesadilla: el descenso del caos, parte 1

Bueno, fue una semana larga, sobre todo porque estoy trabajando en nuevas producciones, en fin, espero que les guste el capítulo.


Las imágenes terminaron en el momento en el que Iniar lanzaba un rugido tan fuerte que se escuchaba hasta la isla. Los esclavos se atemorizaron y al mismo tiempo se sintieron afortunados de tenerlo como un aliado. Era difícil creer que una criatura tan imponente fuera capaz de razonar, incluso de cooperar con los Kari.

Celestia escuchaba las palabras de Paida, parecía ser una gobernante abnegada a su pueblo, pues su aspecto no distaba de sus súbditos, incluso había repartido su comida entre los guardias cercanos. Turian era un general celoso, decidido y hasta impetuoso pero también amaba a su pueblo; Discord los envió contra las cuerdas de forma tan sutil que ni ellos mismos se percataron de ello.

- Acepto Sir Discord.

- Bueno, cuando termine lo que vine a hacer, les daré un mapa donde podrán hallar las costas de las que les hablé.

Con su característica magia, Discord salió del lugar complacido con la respuesta. Iniar seguía devorando a su contrincante pedazo por pedazo; pero evitaba tocar los tentáculos, sería increíblemente irónico que se ahogara debido a una ventosa pegada a su laringe.

- Bien hecho Iniar, espero que estés disfrutando de la carne de Kraken.

- Tiene su sabor, ahora dime, cuando iniciaré mi venganza. Te busqué por eso y me tienes aquí cazando criaturas que no tienen nada que ver con mi objetivo. Arguyó el híbrido con una voz monstruosa.

- Tranquilo, te aseguro que esto no es en vano. Una bandeja de carne de Kraken picada en cubos de pequeño tamaño se apareció en la pata de Discord, quien comenzó a comerlos, el gigante observó complacido la mirada del Draconequus.

- Vaya que eres un travieso. Advirtió el señor del caos con cierta burla en su rostro.

- Bueno, el resto de los días pasó de forma rápida. Explicó Discord tomando por sorpresa a ambas alicornios, quienes estaban abstraídas en los respectivos recuerdos que habían elegido.

Los esclavos comenzaban una etapa de entrenamiento dentro de cubos gigantescos que flotaban sobre el mar; eran como la burbuja de realidad que creaba el Draconequus, pero las princesas pudieron dar cuenta de que dentro de ellos, los golpes, los sonidos, todo era real. Los diferentes guerreros en entrenamiento se servían de los distintos campos dedicados a los diferentes campos de batalla, así como de diferentes catástrofes, iban desde laderas completas de montañas, hasta valles, terremotos, tormentas, erupciones volcánica, incluso pisos de jabón, peces nadando en el aire, la variedad existente era casi infinita pues cambiaba conforme el tiempo pasaba.

Celestia pronto se percató de que las criaturas generadas dentro de esos campos de realidad, eran ponis. No tardó en llegar a la conclusión de que Discord planeaba o al menos pretendía usarlos para atacar a Equestria. Entonces, él tomaría su papel como señor del caos, sumiendo a Equestria bajo una guerra. Nuevamente se dio cuenta de que la pregunta ¿Cómo Discord esclavizó a los ponis? Jamás se le pasó por la mente, de hecho nadie se planteó la pregunta y no existía libro alguno que diera información detallada del cómo sino del qué hizo. Recordó que alguna vez Sunset Shimmer le hizo esa pregunta, mas no le dio importancia hasta ese momento, donde la parte de la historia de Equestria que al parecer todos ignoraban estaba a punto de ser develada.

- Si vieron alguna película deportiva o cualquier otra donde la parte del entrenamiento se pasa de volada y con una canción de fondo, pues francamente no se pierden de nada.

- Los diferentes esclavos se unían cada vez más, comprendieron que debían luchar juntos, aprovechar sus capacidades al máximo, combinarlas y apoyarse mutuamente. Irónicamente les inculqué la armonía para que me ayudaran a hacer caos. Fue una experiencia interesante, me agradaba ponerlos a prueba, Argos se encargaba de enseñar sus destrezas en el combate y Andreia se encargaba de instruir diferentes conocimientos técnicos, también les enseñó a leer, escribir, incluso algo de geografía, era una sabionda muy solidaria con su conocimiento.

Las imágenes mostraban a la piedra del alma dentro de varios anillos que giraban a su alrededor; pero tenía la atención completa de los diferentes "alumnos" que se encontraban en el campo de selva, o el de montaña o el de nieve. En fin: enseñaba en los distintos escenarios, desde primeros auxilios, hasta supervivencia. A veces incluso daba lecciones sobre el ecosistema, las criaturas que habitaban en él, los usos de los distintos recursos dentro del lugar, era una maestra como pocas hubiesen existido, sin embargo, su bella voz ahora se hallaba toda mecanizada, fría y áspera.

Argos en cambio, a petición de su protegido mostraba técnicas de combate a todos y cada uno de los guerreros, aunque claro, los que tenían un avance rápido, eran sus ayudantes. Educación, entrenamiento, en cierta forma, las princesas se sintieron conmovidas ante tal desenvolvimiento de aprendizaje, cultura y unión entre distintas razas, los escarabajos se unían a los Chacales, estos con armaduras de Vulcanita se subían en los Vulcanos, y en el campo de batalla para caminar sobre sus brazos y rebasar un muro de una fortaleza recreada. Se cuidaban las espaldas los unos a los otros, sí atacaban a un grupo específico, todos acudían en su apoyo, sí usaban flechas, los vulcanos las interceptaban. Simplemente era inverosímil ver tal desenvolvimiento de la armonía llevada a un campo bélico. Incluso Iniar congeniaba con diferentes criaturas, algo bastante extraño para una bestia, debería ser solitaria pero se encontraba recostado en la mitad de la isla, con un entrenamiento y un aprendizaje no muy distinto a los otros guerreros. Aunque claro, Argos no sabía nada acerca de las técnicas posibles del enorme ser. Por lo cual, Andreia era con la única que se relacionaba todo el tiempo. Ella le enseñaba distintas materias, desde astronomía hasta física, pero a él le interesaba el campo de la biología, se sentía atraído por las criaturas vivas. Se impresionaba al escuchar las teorías que su maestra le exponía detalladamente; sobre todo cuando comenzó a enseñarle sobre la evolución de las especies, de sus distintas leyes, aunque claro, el interpreto la supervivencia del mejor adaptado como la supervivencia del más fuerte.

Luna se sentía a gusto observando a una criatura de su tamaño, aparentemente irracional, deleitándose con el conocimiento que adquiría vía oral por parte de la piedra del alma. También era constantemente estudiado por la misma. Lo cual en lugar de molestarle, le encantaba; el deseo de aprender era fuerte en él.

Discord en cambio, era quien mostraba el caos a sus esclavos-guerreros, ellos constantemente aprendían una lección de las pruebas que Discord les hacía. Ser precavidos fue la más dura de las lecciones, pues a veces se debía ser impulsivo y otras precavido, tanto machos como hembras, la servidumbre del señor del caos gozaba de algo totalmente nuevo para los esclavos. Una educación, una alimentación, una especie de aprecio por parte de sus instructores e incluso una tranquilidad asombrosa pues su único trabajo consistía en convertiré en guerreros de primer nivel.

Discord, que comenzaba a sentir un bajón en su magia, se concentraba para administrar el resto, no debía perder tiempo en cosas como aquellas, pero al verla tan concentrada en sus recuerdos, una parte dentro de él se sintió desesperada. No quería continuar con los recuerdos, era más que seguro que la hermosa alicornio de pelaje blanco ya no sentiría amor al terminar esta última cesión de recuerdos, esa era la fuente de sus amarguras recientes; pero aprovechando la distracción de la alicornio menor. El señor del caos se aproximó hasta su amada, acariciando su melena trató de comunicar sus sentimientos, pero cuando esta se volteó para verlo, no tuvo palabras suficiente, ella no era tonta, sabía lo que vendría. Pero aun así, su mirada reflejaba cierto calor, cierto afecto hacia él, aunque el Draconequus sabía bien que ella estaba ya más distante, no quería hablar. Sin siquiera un murmullo, bajó la cabeza para desaparecer. Dejando a ambas princesas con sus recuerdos, su mente les proyectaría una serie de recuerdos construidos de tal forma que podrían observar los recuerdos más substanciales, después debía usar uno de sus artefactos mágicos para continuar con el resto de capítulos negros de la historia de Equestria que llamaba vida. Sentía como su tiempo se acababa así que comenzó a darse prisa, tenía unas cuantas cosas que preparar antes de poder mostrar algo.

Por pequeñas fracciones de segundo, la mirada del señor del caos del recuerdo se llenaba de cierto asombro. Ni siquiera las princesas podían dejar de sentirse asombradas por la capacidad que Discord poseía, aun con caos había logrado construir algo parecido a un cuartel, escuela, ciudadela en aquella pequeña isla. Por un momento, ambas olvidaron el fin que todo ello tenía. Y se dejaron llevar por la belleza del lugar.

Las imágenes cambiaron de repente, ahora mostraban a una rata ingresando a un castillo, las princesas no tardaron en reconocer el lugar: Canterlot, al menos el Canterlot del pasado. Su primera observación fue que esta ciudad capital no poseía toda la arquitectura del presente. Mas varias de sus construcciones, calles y pasajes eran desconocidos. Dentro varios unicornios con trajes de gala se paseaban por el lugar, por lo visto, se celebraría una fiesta ese mismo día. Pero eso no era lo principal dentro del recuerdo por lo cual, siguieron a la rata, que ingresó por distintos conductos, agujeros y pasillos sin ser detectado. Llevaba una línea roja dibujada en las patas. Era un vigía.

- Rey, usted debe escucharme, nuestros magos han detectado magia desconocida proveniente del sur. Podría ser una invasión. Gritaba alertada una voz algo ronca.

- Sus magos están locos, mis corceles han patrullado la zona en busca de peligro y en cuatro meses no hallaron nada. Le respondía otra voz más gruesa.

- Es porque están más allá de la costa. Insistía la primera voz.

- ¡Basta! Ordené que mis soldados regresaran a Canterlot porque presiento que ese bastardo finalmente declarará la guerra. Pero se equivoca si piensa que ganará, Hurricane ya tiene preparado todo para vencerlo.

La rata ingresó hasta el centro de la corte real, era hermosa, estaba conformada por arco que dejaba ingresar luz solar, así como el aire exterior, varios estandartes de la tela más fina se encontraban colgados por las paredes que tenían pinturas de diversa temática, pero más que todo representaban las virtudes de los unicornios, el piso de piedra, así como las paredes estaban hechas de la forma más pulcra posible, pero su paso valeroso era percibido con una mirada de sombro así como de asco entre la mayoría de los presentes y causando que varios guardias se apresuraran a tratar de matarla. Pero contra toda naturaleza, la rata corrió hasta el centro para quedarse parada. Allí, iluminada con la luz del sol, antes de que los guardias le dieran alcance, un destello de luz transportó a una criatura que horrorizó a los presentes.

- Agggggggggg. Gritó el señor del caos, riéndose luego por ver la expresión de los distintos concejeros y generales del ejército unicornio del rey. Aprovechó el momento para dejar que la rata se subiese a su hombro.

- Y como siempre, usted tiene la situación controlada ¿No es así? Cuestionó con burla el extraño ser. Sus ojos observaban complacidos el caos que generaban los guardias para detenerlo, la magia de un unicornio soldado pronto lo hizo levitar. Al instante Argos se apareció, tomando a un guardia del cuello para después arrojarlo al unicornio que mantenía levitando a su protegido. Discord sin embargo, chasqueó los dedos para que los soldados flotaran en el aire, sin control alguno, de la misma forma un vaso de leche chocolatada se apareció en su garra.

- Pregunta caballeros ¿Es esta la forma de recibir a un viejo invitado?

Al ver que nadie respondía, Discord adoptó una posición de teatro, arrodillándose para recrear una escena de una vieja obra poco recordada.

- ¡Oh pero que suplicio es el olvido! Sostuvo mientras una peluca falsa iba en dirección a un viento repentino, junto con su camisa que dejaba ver su delgado pecho. Luna sonrió al ver el extraño sentido del humor el señor del caos al que comenzaba a apreciar.

Los presentes en cambio no hacían sino horrorizarse al ver la magia que hacía levitar toda la guardia e increíblemente no se podía rechazar ni anular.

- ¿Quién eres tú? ¿Vienes de parte del Rey Bastardo? ¿Has…

- Basta Gold Mane, no vengo de parte de nadie, vengo para comprobar si la charla que tuvimos hace algunos años es cierta.

- Tú… Dijo finalmente el rey de Equestria, quien tardó en reconocer a la criatura de aspecto monstruoso.

- Por fin te acuerdas. Y yo que comenzaba a pensar que ya estabas demasiado viejo, en fin… Ese día estabas tan seguro de que las cosas realmente debían ser así, tan seguro de que tu reino era indestructible, de que los unicornios eran la raza superior de todas; que me dije a mi mismo, Discord tienes que probar que es cierto y heme aquí.

- Nunca pensé que pudieras escapar de tu prisión. Expresó el Rey con total desprecio.

- ¿Escapar? Me liberaron; pero claro, tus carceleros te deben tener mucho miedo como para informarte de un ataque.

Gold Mane sonreía de oreja a oreja con su distintivo rasgo de codicia, ansiaba el poder, nadie amenazaría su posesión de él, nadie le quitaría el poder. Discord observaba entretenido la expresión, sintiendo de la misma forma cierta indiferencia a este; años atrás había odiado verlo a los ojos, pero ahora era algo parecido a un chiste. Estaba tan seguro de sus palabras, tan seguro de que las cosas debían ser así, luchaba por ello; pero tenía claro que ese día, la prueba sería lo suficientemente arrolladora como para que la superase.

- Bueno, no me gusta arruinarte tu jueguito de ser rey, pero hoy pondré a prueba todo aquello que me dijiste hace más de diez años si no me equivoco.

- Usted es un demente. Grito uno de los unicornios, llevaba un monóculo y su pelaje era de color púrpura.

- Nada de eso, mi estimado… em… tú, la cosa es que no entiendes el problema que hay aquí. Aclaró el señor del caos mientras un monóculo aparecía en su ojo derecho para hacer una sátira de su interlocutor.

La sonrisa del Draconequus era incomprendida por los distinguidos miembros de la corte real, muchos de ellos seguían aterrorizados, uno que otro miraba con desprecio al invitado inesperado, llegar de aquella forma era un suicidio, sería perseguido por todo el batallón real y finalmente reirían en medio de un festín al recordar tan particular vivencia.

- Sé que esto de ponerlos aprueba no es algo de lo que se den de cuenta, pero ha pasado a lo largo de su historia y seguirá pasando. Pero hoy, les daré una que realmente comprobará si es cierto que son la crema y nata.

Un sombrero negro se apareció en la cabeza del caótico ser, y cuando este lo lanzó al piso, expulsó una gran cantidad de humo. A continuación, varios instrumentos salieron, una trompeta, un acordeón, una gaita, un trombón y muchos más desconocidos para la época. Unas cuantas ratas se aproximaron, un chasquido las convirtió en ratas de un metro y medio, con trajes de distintos colores, con remaches, junto con un mal gusto de la vestimenta en sus combinaciones. Sin embargo, comenzaron a tocar cada instrumento.

- Una mañana desperté… y me pregunté sobre el orden de las cosas. Un breve relato con cierta declamación por parte del señor del caos fue entonada con su voz. Desubicando absolutamente a todos los presentes, incluso a las princesas ¿Era una broma o realmente estaba loco?

- y estudie y estudie y ¿díganme lo que hallé? Unas cuantas ratas blancas, negras, grises, cafés, crecieron de la misma forma, pero en lugar de tocar un instrumento, conformaron un coro algo desafinado, pero respondieron a la pregunta – nada.

- Entonces viaje, pensé, reflexione ¿Enloquecí?

- Nooooooo.

- Pero por qué visto mal, por qué tengo este aspecto y por qué estoy aquí…

- Caoooooos.

- Eso es, el orden es aburrido, el sentido es tedioso pero el caos todo lo prueba, todo lo borra, todo lo cuestiona.

- Oh siiiiiiiii.

Gold Mane comenzó a carcajear, el pequeño iluso del alumno de Star Swirl pensaba que podía asustarlo.

- Vaya, me estaba saliendo la nota. Vaya que sabes arruinar un tema que me tomó mucho tiempo crear.

- ¡Largo de aquí! Exigió el rey, su paciencia tenía un límite.

- Bueno, bueno, admito que la rata de allá exageraba un poco con la trompeta, pero creo que me saqué un diez ¿no? Tres copias de sí mismo se hallaban en un estrado recién creado, elevaban en alto sus notas no en números, sino en diferentes dibujos incomprensibles para realizar un tanteado.

- Escucha, si piensas que me estás asustando, estás completamente equivocado, das tanta risa como ese viejo maestro tuyo. Te pido que salgas de aquí y juro que serás mi mascota favorita o quizás un bufón.

- He sido un bufón antes, pero nadie se reía de mis chistes… en fin, si tanto quiere pasar la prueba, tienen cinco minutos para reunirse con sus generales y planear una salvación de su preciado reino, suerte. Discord chasqueó los dedos para traer a todos los generales de Gold Mane.

Ni bien llegaron, Discord se sentó en un trono que apareció frente a él.

- ¡Mátenlo! Ordeno el rey señalando al Draconequus.

- No pierda su tiempo conmigo rey, una espada atravesó el cuello del señor del caos, pero cuando su cabeza cayó, se convirtió en una planta.

- Le dije que no perdiera el tiempo conmigo. Discord apareció detrás de Gold Mane. Quien comenzaba a sentirse intimidado por semejante magia. Sus generales también se encontraban absortos, la magia poni no era capaz de realizar todo aquello, si era alumno de Star Swirl, no podría realizar semejantes hechizos.

- Les quedan cuatro minutos Gold Mane, volveré cuando este un poco más… serio.

***** Las imágenes se cortaron para mostrar un entorno nuevo *****

Nieve por todas partes, una visibilidad algo difusa, pero en el fondo se podía advertir la presencia de varias montañas, finalmente, detrás de muchos riscos y laderas, existía una ciudad conformada por nubes. Un momento, se dijo mentalmente Luna, esa era la antigua ciudad de los pegasos, la antigua Cloudsdale, debería estar abandonada, pero una gran cantidad de ponis se encontraban en ella, también en los alrededores, de montaña en montaña, resistiendo la poderosa tormenta de nieve.

- ¿Qué hacen aquí? Cuestionó Luna.

- Olvídalo, Discord no está. Respondió Celestia, tratando de ocultar sus emociones.

Un letrero del de madera se apareció frente a ellas. "Examen final de la academia de vuelo y artes pegaso, Frozen North" (NA: Estoy utilizando un mapa de Equestria que apareció antes de la cuarta temporada que encontré en Wikia); de inmediato un papel apareció pegado al letrero. Celestia lo leyó en alto para que su hermana pudiera escuchar. Era extraño, las imágenes estaban pausadas.

- "El examen consiste en volar desde Cloudsdale hasta este lugar, un total de más de mil kilómetros sin descanso alguno; los que llegaban a la antigua Cloudsdale pasaban, aquellos que no o perecían en el viaje siendo comida para las distintas criaturas o bien realizaban el resto del examen a casco, si lograban realizarlo se graduaban con un rango superior, el soldado Pansy fue uno de los pocos que pudo realizar la prueba de esta forma; pero debido a que no pudo llegar ni a la mitad de camino volando, le asignaron el puesto más bajo: soldado raso. Los distintos puestos de vigilancia mantienen a todos los pegasos estudiantes bajo constante inspección; si estos se salen de la prueba e/o intentan escapar son eliminados, si después de caer no continúan el examen a casco, son eliminados. Este examen se realiza en secreto y requiere de la mayor parte del personal militar de los pegasos; los diferentes "postulantes" tienen de trece a veintiún años de edad, si no tienen lo necesario para entrar a los exámenes hasta los veintiún años, son eliminados".

- No lo creo. Dijo Luna mientras revisaba la lectura de su hermana.

- Por supuesto que no, es una completa locura. Pero contradiciendo las palabras de la alicornio de pelaje blanco, las imágenes comenzaron a cobrar vida, de la misma manera, el frio insoportable del lugar les llegaba hasta los huesos. Unos abrigos colgaban de un perchero, los tomaron inmediatamente, también se encontraban diferentes vestimentas para el frío.

En no menos de u minuto, los primeros pegasos se avecinaron, Celestia y Luna se elevaron para observarlos mejor. Muchos llevaban la vista cansada, algunas lágrimas congeladas, sus tristes vestimentas no parecían ser abrigo suficiente del frío ártico. Era una banda de al menos cien pegasos los que llegaban, todos tenían una fortaleza increíble, pero de ese grupo, tres cayeron en picada, sus cuerpos no fueron capaces de soportar tan inéquina prueba. Celestia se horrorizo ante tal examen; no tardó en comprender lo que examinaba. Los mejores soldados, toda la prueba era para que solamente los mejores soldados se quedaran, el resto… simplemente desaparecía.

Los pegasos que cayeron en picada murieron al instante; Luna se percató de ello, en la lejanía, más y más pegasos llegaban desde distintos lugares eran como pequeños puntos entre la densidad de la nevada; las imágenes cambiaron nuevamente, era el mismo examen, pero en un lugar distinto. Ahora se encontraban nuevamente en tierra. Varios pegasos jóvenes se encontraban avanzando a casco, uno que otro estaba inmóvil. Un pegaso descendió desde lo alto, era un postulante, ayudaba a varios pegasos a reunirse, todos llevaban un número junto con una sigla en sus trajes.

- ¡Ayuda! Gritaba una voz las princesas no dudaron en volar hacia la voz. Era un pequeño, se encontraba tirado en el suelo, con una pata rota, se podía ver la deformidad que se creaba, de su hocico manaba una cantidad considerable de sangre. Había tenido un aterrizaje forzoso muy severo.

- Tranquilo, saldremos de esta. Una pegaso se encontraba delante de él, llevaba una espada. Si la prueba era extremadamente exigente, ahora que las princesas se percataban de la presencia de la indumentaria, vestimenta y armamento que llevaban, todo ese peso adicional era incluso más exigente, pero en su caso, resultaba de ayuda, ya que un osobúho los asechaba, así como varios lobos de invierno, hechos con madera de pino, hielo y huesos de distintas criaturas. Seguramente todas esas bestias se daban un festín con los pegasos que fallaban en el examen desde hace un buen tiempo.

La pegaso trataba de alejar a la criatura. Pero esta no retrocedía, esperaba el momento adecuado, el paso en falso que le daría dos presas, una piedra fue suficiente para que la pegaso perdiera el equilibrio por unos segundos, entonces la zarpa de la criatura le rompió varias costillas de inmediato poco antes de lanzarla por los aires a cinco metros de distancia. Era su fin, Luna pensó que era una pesadilla, trato de cambiar la recreación, pero no pudo.

- Brave Heart, ¡noooo! ¡Ven por mí maldita bestia! Gritó el pegaso. Pero la criatura ni se volteó, la yegua observaba su final con valor.

Pero un cúmulo de humo se apareció en el lugar, se condensó de forma rápida mostrando a un Kari, las princesas se asombraron al verlo, aún más los pegasos quienes no daban crédito de la criatura que tenían en frente, como algo del tamaño de dos fénix, metro, quizás metro y medio sin contar con su cola o envergadura, enfrentaba a una criatura de al menos tres metros y obviamente era mucho mayor en fuerza. Las princesas observaron atónitas la imagen siguiente.

El Kundor kari extendió sus alas y las plumas de su larga cola, mirando fijamente a su atacante, quien rugía y se preparaba para acertar un golpe. Pero en menos de tres segundos, cayó muerto. Era increíble, el ave ni siquiera lo tocó, ahora sus cavidades oculares se hallaban con una especie de ojo constituida por flujos de energía, de la misma forma, el humo que sus plumas expulsaban se incrementó de gran manera. De inmediato el Kari se apresuró a tomar a la poni con una de sus patas, era increíble como lograba levantarla con cierta facilidad, después voló hacia el otro, sosteniéndolos con sus patas se convirtió nuevamente en humo junto con ellos.

La imagen cambió nuevamente, ahora las princesas se encontraban en la mina del demonio, no, no era la misma, esta era diferente, tenía una cantidad inmensa de libreros flotando en el techo, las paredes rocosas daban señal de que al igual que la mina, este lugar se encontraba dentro de una montaña, perforada de alguna forma. Andreia se encontraba con sus anillos de flotación, moviéndose lentamente o mejor dicho, levitando. Varias máquinas hechas de diferentes materiales, no muy distinto a los lobos del bosque Everfree, se encontraban llevando a diferentes pegasos, pronto uno de ellos levantó en su lomo a la poni otro se encargó del corcel. Ambos no entendían aun lo que pasaba, el Kari se elevó en el aire para convertirse en humo nuevamente.

En menos de un minuto, varios Karis aparecieron de la misma forma, traían consigo a diversos ponis en igual o peor situación que la pareja rescatada. Unos instrumentos médicos levitaban en el aire, gasas, alcohol, bisturís, infusiones mágicas, pociones, todos levitando por la magia de Andreia. Su magia tenía un color escarlata. La atención que brindaba a los diversos pegasos que llegaban era inmediata. De la misma forma, enfermeras chacal, escarabajos, incluso unos cuantos Vulcanos de tamaño pequeño se recorrían el enorme espacio, las camillas flotaban en distintos lugares.

- Gasas, pedía un chacal que atendía a un pegaso.

- Hilo de sutura. Pedía otra, machos y hembras, todos ellos haciendo de médicos atendían a los pegasos; pero los que se encontraban demasiado irremediables, eran puestos en una burbuja de tiempo, expulsada de un anillo mágico que los diferentes esclavos utilizaban.

Era imposible semejante movimiento; pero se llevaba a cabo de forma extraordinaria. Las imágenes volvieron a llevarlas a Frozen North. Los ponis continuaban con sus exámenes, ahora una cantidad considerable de chacales se encontraba sosteniendo en sus brazos a los ponis que fallaban la prueba; los pegasos inspectores eran detenidos al instante por los Kari. Varias rondas de distintos guerreros chacal, junto con algunos escarabajos se formaban para defender a los rescatados. Ambas princesas se impresionaban de la eficiencia que poseía aquella fuerza creada por Discord, incluso no creían que estuviese realizando algo tan… noble como aquello.

El mismo Discord se hallaba realizando traslaciones en masa, enviando números enormes de pegasos al mismo lugar donde los karis enviaban a los que rescataban. Un papel nuevo se apareció enfrente de Luna.

- "En menos de media hora sacamos a los que fallaron el examen final

Discord se transportó de forma inmediata a la antigua Cloudsdale, los distintos pegasos eran desde soldados hasta los postulantes recién llegados, mucho antes de que varios mensajeros llegasen al lugar informando del reciente imprevisto que pasaba en las montañas. Cuando se apareció, ninguno de los soldados pudo moverse. Salvo por la comandante Hurricane, a su edad ya llevaba unas cuantas arrugas en su cara.

- Debo admitir que tu examen es algo exigente.

- No nos sirven los débiles. Afirmó la pegaso con un tono de voz fuerte y dominante.

Celestia no podía creer que semejante figura de la historia poni dijera esas palabras, sabía de su carácter algo exigente, pero nunca pensó que sería capaz de aquel tipo de pensamiento.

- No entiendo por qué te tomas la molestia de salvar a esos inútiles. Pero supongo que no necesito saberlo. Sin que el Draconequus se diese cuenta, la pegaso desenvainó su espada, en menos de dos segundos ya se hallaba atacándolo con la misma, una simple segada con aquel acero recién afilado, era suficiente para terminar con la vida del adversario.

La espada pasó zumbando, Discord metió su cabeza en su cuerpo, como si de una tortuga se tratase, para sacarla nuevamente. Sin vacilar, la poni volvió a asestar un nuevo corte con su espada, pero el Draconequus se movió cual serpiente por las patas de la misma, su tamaño se redujo temporalmente para volver a agrandarse en el lomo de la pegaso, quien de inmediato comenzó a patear de forma recalcitrante, para enviar fuera al Draconequus.

- Es interesante que ustedes se dediquen a la guerra cuando los ponis terrestres son los que poseen la fuerza física. Masculló el señor del caos para enfurecer a la general máxima de los pegasos, quien continuó dando estocadas con su espada, también usaba sus patas para dar coces mortales, sin embargo ninguna daba en el lugar, Discord se transformaba en una mariposa, se desaparecía, se metía en la nube, se dividía, realizaba todo tipo de trucos para esquivar los golpes de su atacante. Pero pronto se aburrió, pues la pegaso se agotaba y cuando esta finalmente no tuvo más energías. El Draconequus comenzó a hablar.

- Dime querida ¿Cuál fue la última vez que los pegasos no siguieron órdenes de los unicornios?

- Deja de hablar estupideces.

- Bueno, empecemos de otra forma: me llamo Discord, un tipo bien parecido y que es el señor del caos, tú eres la comandante Hurricane: traidora, servicial y poni de ataque de Gold Mane.

La furia regresó a la pegaso, sus embestidas de ataque se hacían más torpes.

- Me pregunto si no sabes hacer algo mejor que atacar a lo que te cuestiona. Pero es algo que compartes con el viejo rey.

- ¿Qué es lo que quieres? Cuestionó finalmente la pegaso sin perder su voz de mando.

La sonrisa del Draconequus se mostró, estaba complacido con las brillantes palabras de su atacante.

- Nada más que poner el orden a prueba. Tengo un número musical al respecto, pero si Gold Mane no gusto de ella, menos tú.

- Deja de hablar tanta mierda. Dijo la pegaso con furia y desconcierto.

- Directo al grano, no me gusta hacerlo así, pero si tanto quieres… yo el señor del caos, pondré a prueba el orden que han construido en estos veinte o treinta años.

- ¿Orden?

- Sí, ya sabes, pensamiento, política, arte, economía, cocina, todo funciona según un orden querida, ustedes han construido uno. Pero creen que es el mejor de todos, creen y luchan por él, hasta cometer los actos más contradictorios para mantenerlo, por lo cual se convirtió en algo absoluto. Solo mira a esos pequeños, han sido entrenados para defender ese orden. Pronunció el señor del caos mientras señalaba a los postulantes.

- ¿Eres otro de esos ridículos que dicen que lo que hacemos es malo?

- Claro que no cariño, pero buena observación; yo simplemente pongo a prueba su orden, a mí no me importa si es bueno o malo.

- Entonces por qué salvaste a los fracasados.

- Eres muy inteligente… Los rescaté por si ustedes fallan. La sonrisa de Discord se esbozó.

Un pegaso llegaba desde lo lejos, sus ojos reflejaban el temor de su corazón, en otras circunstancias sería motivo de repudio y castigo moral por parte de sus congéneres. Pero ahora lo esperaban atentos. De inmediato levitó en el aire, no podía moverse; cuando fue llevado lentamente por aquella extraña magia hacia su comandante, recordó el mensaje que llevaba.

- Señor: Un pequeño batallón se encuentra a doce kilómetros de este lugar, están armados y son los mismos sujetos que salvaron a los reprobados.

- Entiendo. Fue todo lo que dijo la pegaso, nuevamente observó al señor del caos ¿Por qué no la liquidó al instante? - ¿Cuantos?

- No más de doscientas unidades, un tercio son seres de lava, otro son insectos y el último son canes bípedos.

El peso era alejado después de dar todo el mensaje.

- ¡Mensajero!

- ¿Señor?

- ¡Informe a todos los puestos de vigilancia; debemos defender esta posición, los solados de Cloudsdale deben ir a ayudar a nuestros aliados de Canterlot!

- ¡Sí señor!

El Draconequus se sombró de la cantidad de datos que la pegaso calculó, no solamente pretendía defender el lugar, sino también apoyar a Gold Mane, desde luego que era una estrategia arriesgada, pero bien podría finalizar con su prueba. Pero la realizaría de una forma u otra.

- Ni siquiera ha necesitado saber de mi prueba, es más lista que Gold Mane.

- No se llega a mi puesto sin serlo rata enclenque. Pero cuando pierdas no tengas la menor duda de que serás disecado para mi colección personal.

- Sí es que usted gana, me sentiré feliz de ser su premio señora. Bueno, nos veremos demasiado pronto para mi gusto.

Discord desapareció del lugar, su prueba estaba hasta cierto punto planeada, pero era para probar todos los puntos del orden que había en Equestria, no le importaba perder su vida o la de sus esclavos en la empresa, el caos lo guiaba instituido más como un instinto que como un deseo. Las princesas podían reconocer la forma de actuar del Draconequus, de hecho en más de una ocasión, durante sus enfrentamientos de antaño, se lastimó o dejó que lo hirieran para realizar diferentes movidas; era cosa de locos pensar de forma similar a la del señor del caos. Al menos así sostuvo la alicornio de pelaje blanco, pero ahora que el Draconequus del pasado exponía sus descubrimientos, comenzaba a comprender el porqué de su extraño comportamiento.

Entendía que el caos tenía presencia, Discord era el espíritu del caos y la desarmonía porque lo aceptó, porque se forjó con él; porque pasó a ser el señor del caos. Pero ella nunca podría hacerlo, porque sus primeras conclusiones le mostraban que el camino que el Draconequus eligió era tan devastador: perder la noción de la justicia, del bien, del mal, dejar de lado la felicidad, convertirse en un ser tan insensible; era algo tan degenerativo que no comprendía cómo un corazón tan noble, tan sincero, tan puro se perdió dentro de todo ese caos.


Bien, pues espero que estén tan emocionados como yo por los siguientes capítulos, créanme que a veces ni yo sé cómo continuara la historia XD; sin embargo, debo ser honesto y advertir que esta semana he estado revisando diferentes películas donde aparecen este tipo de batallas mágicas, cuasi medioevo, etc, para tener una base sobre la cual iniciar; se, tengo una imaginación muy pobre para estas cosas, en fin… por cierto, se me olvidaba, con respecto a las nuevas producciones en las que vengo trabajando, bueno, la próxima semana estrenaré: Cuando la Última Manzana Caiga y un capítulo de Bajo tus Alas, así que están cordialmente invitados a darles una leída. Desde luego, no abandonaré este fic. Nos leemos pronto.

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