Discord
Chapter 31: Inclinaciones
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Yay, por fin me libré de tantos trabajos y exámenes, por fin puedo escribir tranquilamente, gracias por la espera, espero que el capítulo no los decepcione.
no sé mucho de su pasado romántico, pero sé muy bien que ahora es mucho más difícil llegar a su corazón.
Aquella pequeña frasecita llevaba rondando la cabeza del señor del caos por más de dos horas, junto con el tono de voz que la princesa de la luna había utilizado durante su pronunciación, era demasiado molesto como para no prestarle atención y lo que era aún peor, la alicornio de melena estrellada parecía no tener nada en contra de aquella "posibilidad" de su enamoramiento de Celestia, no, definitivamente lo más molesto era que en cierta forma ese hecho le agradaba, como si estuviese buscando la aprobación de la hermana menor de aquella alicornio que de momento tenía algo, que lo atraía de forma un fuerte que por cortos lapsos de tiempo se sentía descontento, en otros se sentía como el tipo más feliz de Equestria y en ocasiones sentía que su corazón se le saldría por algún lado, aunque claro, siendo el señor del caos podría hacerlo, pero que aquella sensación se presentase de forma tan constante y que precisamente fuese cuando se encontraba cerca de Celestia era completamente irritante y nuevo.
El gran campo en el que se encontraba tomaban parte de las primeras tareas de la lista, quitar un poco de maleza, abonar la mayor parte del campo y sembrar en la parte faltante, después comenzar con la reparación de tres molinos, de dos puentes y por último: edificar un pequeño silo donde se guardaría la harina de avena que se preparaba en aquellos campos ubicados en las afueras de Manehattan. Hasta donde sabía uno de los dueños de aquel emprendimiento era un familiar de Applejack, pero debido a las cavilaciones en las cuales su mente se encontraba abstraída del mundo, no le importaba nada de aquello.
Días extraños, sí señor, definitivamente los pasos nuevos que el Draconequus daba en cuanto a sentimientos eran confusos; pero se acostumbraba de forma rápida al caos. Un chasquido fue suficiente para realizar la mayoría de las tareas, era cierto que si estaba dispuesto a cooperar, su magia realmente era de ayuda; aunque había detalles de los cuales tenía que encargarse personalmente para que no fallasen. Los puentes, de tamaño relativamente mediano, debían conectar ambas orillas de un río; debía comprobar que soportaba el peso, que el material resistiría un tiempo considerable y que no fuera caótico. Así que en persona puso a un elefante sobre amos, después a una osa menor, a la cual tuvo que hacer aparecer parada sobre una pata, al ver que soportaban semejante peso, les puso a ambos puentes un último detalle, una insignia en el primer tramo de ambos que tenía su imagen mostrando el dedo pulgar, así como una mirada con una sonrisa y un casco de obrero, con las siguientes palabras escritas alrededor: seguridad comprobada contra casos caóticos.
Listo, los molinos empezaban a repararse solos, las herramientas, así como la madera, piedra, etc se movían solos en la labor, desde luego, aquella tarea no significaba mucho en cuanto energía. Pero como distracción, fue pésimo, pues su mente continuaba pensando en la alicornio de pelaje blanco. Pero no daría un segundo más para pensar en algo tan repetitivo y aburrido como sus sentimientos por Celestia, un chasquido lo sacó del lugar.
El flash que producía su magia se presentó en la extraña biblioteca que tenía como suya. Una luz roja comenzó a descender desde lo alto de la biblioteca que se encontraba construida de forma circular, con varios pasillos que conectaban con muchas más habitaciones, algunas nuevas. Alrededor de la luz, diversos anillos metálicos flotaban de forma aleatoria, respetando su centro, que era justamente la luz.
Cuando la luz finalmente tocó el piso hecho con diferentes materiales, desde madera hasta porcelana, inicio a transmutarse, hasta tomar forma de un poni; pero antes de que dicha transmutación finalizase, Discord habló.
- Por favor, sabes que no me gusta que hagas eso.
Inmediatamente la luz perdió su forma, hasta adoptar nuevamente su figura cambiante. Una voz se emitió desde una caracola del tamaño de un poni, en frente del círculo de metal sobre el cual los anillos aparecían, para desaparecer cuando terminaba su giro alrededor de la luz.
- Pasó mucho tiempo Discord, la biblioteca se extendió un kilómetro, los nuevos libros se encuentran en el sector sur, desordenados como lo pediste.
- Gracias, en verdad ha pasado una eternidad desde la última vez que vine.
- Mil cinco años para ser más exactos, pero parece que no envejeciste desde que te fuiste, ni un poco.
- Eso es porque me transformaron en una estatua de piedra, ¿acaso no lo sabías?
- Algunos libros hablan de ello, pero ahora hay una producción tan grande de conocimiento que incluso yo no puedo retenerla en su totalidad.
- Hablando de retener ¿no crees que ya es tiempo de…irte? El Draconequus observaba la luz, recordando quien era aquella luz, o mejor dicho quien había sido en el pasado, el hacer semejante aberración al ciclo natural de la vida, sin duda era uno de los peores errores que había cometido, esa era la razón por la cual evitaba ver aquella intrigante luz roja.
- He pensado mucho tiempo en ello y considero que ya llegó el momento para irme, pues cumplí mi propósito hace mil años. La voz era tan mecánica, que no había muestra de sentimiento alguno en el sonido, mucho menos en la forma de la luz roja.
El Draconequus se limitó a observar a lo que en el pasado había sido una poni no muy distinta a las Cutie Mark Crusaders, sin embargo, ahora era un espectro del pasado una mera energía de magia pura, vacua de cualquier sentimiento, solamente con una razón instrumental; es cierto, por lapsos cortos podía sentir, e incluso preocuparse y hasta lamentarse, pero en comparación con cualquier otro ser "vivo", incluso pese a que podía atrapar la fascinación de cualquiera, resultaba ser una existencia insignificante; a tal grado que incluso ella daba cuenta de ello y justamente esa era la razón para que estuviese de acuerdo con su fin.
Discord por otra parte se sentía culpable por ello, el retazo de energía mágica pura tenía cierta conciencia de su estado, por lo cual sufría; aquellos sentimientos momentáneos eran la peor tortura para ambos, pues cuando llegaban, ella trataba de aguantar el dolor, la melancolía, el sufrimiento de la perdida de sus seres queridos, de los sueños rotos y de su actual estado, el culpable de aquello debía observar aquel melancólico espectáculo, sintiendo en lo más profundo la consecuencia de sus acciones. Lo irónico era que ni siquiera conocía su nombre, la había llamado Andreia en honor a una biblioteca famosa; su finalidad no era distinta que de ser administradora de la biblioteca más grande jamás construida y de la cual jamás se conocería su existencia. Mas, ella se había fijado una meta llena de los sentimientos de su pasado y que se habían cumplido mucho antes de que Discord pudiese conocer su prisión de piedra, incluso antes de saber de la existencia de los alicornios, por lo cual, ahora simplemente era un vacío de lo que alguna vez fue, sin posibilidad de cambio, sentenciada por el propio señor del caos, aunque con la mejor de las intenciones.
- Andreia, lo siento, lo siento mucho. El de ojos rojos observó como la luz comenzaba a perder intensidad, como se iba apagando lentamente.
- Tú me dijiste que las cosas simplemente pasan y que lo importante es hacerles frente, esperé mucho tiempo para este momento, porque ya les hice frente, ya hice lo que quería hacer, está bien que mi vida termine en este momento.
Aquellas palabras provenían de la poni original, lo poco que quedaba de ella se desprendía del mundo, dejando atrás solamente lo que había realizado, despidiéndose del mundo con la consciencia de saber que había hecho frente a los sucesos que pasaron y que había prevalecido frente a ellos.
- Yo estoy lista para esto, ¿lo estás tú?
- No aún no. Respondió Discord mientras se sentaba en el piso de madera, los dolores que no se habían presentado durante un mes regresaban con más intensidad, paralizaban su cuerpo.
- Deberías darte prisa, no te queda mucho tiempo para hacerlo y descuida… no tienes que disculparte… Las últimas palabras eran casi como un susurró. En cuestión de segundos aquella luz inició a comprimirse hasta casi desaparecer, para después expandirse por toda la inmensa biblioteca, superando la luz proveniente de hongos plantados en diferentes lugares.
- Adiós Andreia. Dijo el señor del caos mientras los dolores incrementaban sus pulsaciones, no le quedaba mucho tiempo.
***** Regresamos al gélido entorno de las afueras del Imperio de Cristal*****
El aire lleno de partículas de hielo y copos de nieve hacían de su presa a la princesa, que se mantenía con una temperatura estable a base de algunos hechizos de fuego, un cambio tan brusco se debía a la energía que el híbrido mantenía dentro de su cuerpo.
- Entonces, él nos salvó cuando me trajo el corazón de cristal.
- Fascinante… cuando era una cría, los ponis detestaban a los dragones.
- Bueno eso ha cambiado, incluso tenemos una urbanización exclusivamente diseñada para dragones en Fillydelphia, los tiempos cambian.
- Un dragón tan pequeño como ese Spike del que me hablas, es diferente a todos los dragones que conocí, incluso al que fui.
- ¿A qué te refieres?
- Los dragones lo considerarían como inferior por hacerlo y de hecho, ponerse al servicio de unas ponis no es exactamente un lugar donde un dragón pueda estar por mucho tiempo.
- Spike es único, no solamente convive entre ponis, si no que se considera uno.
- Los dragones son dóciles en la infancia; pero si pueden coexistir con ponis cuando son adultos, supongo que tienes razón.
- ¿Entonces qué sucedió contigo después de que te sacaron de aquel lugar? Cadance volvió al tema original, había sido una desviación interesante, pero el tiempo era vital.
- Recuerdo que estuve por mucho tiempo en una bolsa de tela fina, quien me salvó me llevaba consigo, tenía hambre, sed y sueño, pero ni siquiera podía moverme, lo único que podía hacer era emitir quejidos. No sé exactamente cuánto tiempo pasó, pero quien me salvó caminaba sin rumbo fijo, hasta que de pronto se acercó a un lugar frio. Ahí fue donde escuche una voz mucho más aterradora que la mía.
- ¿Qué fue exactamente lo que pasó?
- No recuerdo las palabras, me quedé inconsciente, solo recuerdo haber sentido unas garras tomándome de las alas. Entonces fue cuando sentí miedo, después un calor intenso recorrió mi cuerpo.
- ¿Era magia? Preguntó la princesa con interés.
- Sí, pero era una magia diferente a la de cualquier criatura que haya conocido o comido en mi vida. El punto es que me curó casi instantáneamente, pude abrir mis ojos para ver el rostro de quien mi salvador, primero la luz fue demasiado fuerte, pero luego dos de mis ocho ojos se abrieron para ver a una criatura que me salvó. Las hidras, así como muchas criaturas, abren los ojos para reconocer a su progenitora, se memorizan absolutamente todo, desde el aspecto hasta el olor y se quedan con su madre hasta que pueden valerse por sí mismos. Bien, yo me memoricé el rostro de aquel extraño ser.
- Entonces ¿recuerdas cómo era?
- Solo lo vi por unos segundos y después me dormí.
- Pero sabes quién te salvó ¿verdad?
- Por supuesto, pero dejemos eso después.
- De acuerdo. La princesa comenzaba a sentirse cada vez más a gusto con la presencia de la criatura, parecía tener el mismo afán de un anciano al contar su vida, con la misma narrativa llena de recuerdos distantes y de sentimientos reencontrados durante la misma.
- Durante mucho tiempo fui un pequeño dragón del tamaño de tu casco, por alguna razón no podía crecer; así que no podía salir de la cueva donde vivía junto con quien me salvo.
- ¿Quién era?
- Mmmm tenía la cabeza de una cabra, cuernos de distintos animales, cuerpo de serpiente, cola de dragón…
- Un momento ¡Era Discord! El asombro de la princesa fue demasiado evidente.
- Exactamente, el me llevó a una cueva donde me crié. Siendo pequeño e indefenso me fue demasiado difícil salir de la cueva sin su protección, por lo cual pasé mucho tiempo sobre su cama, comiendo carne de pescado que él me traía. También recuerdo que comía insectos, aunque claro, habían arañas del doble de mi tamaño y debía evitarlas.
- Así que Discord te crió. Cadance comenzaba a conjeturar en su mente aquel inesperado escenario, tratando de adelantarse a los hechos; pero fue detenida por las palabras de su interlocutor.
- NO, el simplemente me daba comida, me tuve que criar solo mientras él estudiaba.
- ¿Estudiar?
- Sí, tenía una cantidad inmensa de libros, a veces solía echarme al lado de él para ver que eran esos objetos; pero terminaba aburriéndome. Durante aquella época, el mundo era básicamente la cueva y las laderas aledañas de la montaña; hasta que un día comencé a dormir para no despertar en una semana, cuando lo hice Discord me estaba observando de cerca, preocupado. Pero me sentía más fuerte, desde entonces comencé a crecer conforme pasaban los días, él me dijo que crecía a un diez por ciento de mi tamaño cada día y por supuesto, la comida necesaria aumentaba, de hecho cada vez comía más y más. Imagina un pequeño híbrido de 20 centímetros creciendo a diez por ciento de su tamaño cada día, a los pocos meses pude salir de la cueva sin temor a las águilas y conforme crecía, mi fuerza también, nunca olvidaré la primera vez que pude lanzar fuego por la boca, quemé un libro de Discord.
- ¿Y no te hizo nada?
- Me cerró la boca con un hechizo y mientras estuviese en la cueva tendría que mantenerme así; al menos hasta que pudiese controlarlo. Pasaron meses hasta que pude controlar mi cuerpo a la perfección, podía volar, escupir fuego y desde luego, enfrentarme a otras criaturas.
¿Por qué lo hacías? Preguntó intrigada la alicornio, pues dentro de su lógica: si el híbrido tenía asegurado un techo y comida, no tenía necesidad de batirse en enfrentamientos con otras criaturas. Por lo cual, la naturaleza explicada por él le era completamente ajena a la experiencia, pues no conocía de ningún poni semejante.
- Porque es la naturaleza de una hidra, de un dragón y de un wivern, el tener cierta… ferocidad en su comportamiento. Así que desde mis dos años de edad cacé, combatí y busque a distintas bestias, cada vez más fuertes, insectos grandes, ratas; conforme iba creciendo también mi necesidad de superar la fuerza de otras criaturas. Sin embargo, no pude conocerme por completo, pues al seguir mis instintos, mi racionalidad era limitada, entendía algunas cosas y otras no, pensaba poco y actuaba de forma irracional. A los ocho años por fin comencé a entender que era algo distinto a todo lo antes visto.
- No te diferenciabas mucho de un pequeño potro. Dijo de repente Cadance, tratando de aclarar su tono, así como de comprender mejor el desarrollo del narrador.
- No, era lo más cercano a una cría súper desarrollada.
Cadance sonrió un poco ante la broma del gigantesco ser. Su historia escondía muchos detalles; pero era interesante saber cómo llegó a ser una criatura tan inmensa.
- Mis recuerdos de aquella época son vagos, obscuros, gran parte de ellos son meros momentos, recuerdo que uno de esos lobos hechos de madera y maleza me mordió la cola en una ocasión. Pero no evito que lo venciera.
- No puedo entender cómo fuiste algo tan… agresivo desde un niño.
- No hay mucho que entender princesa, solamente la naturaleza de un híbrido, tan ciega como eficiente.
- ¿Eficiente?
- Sí, un viejo amigo me contó alguna vez que la eficiencia de mi naturaleza recaía en el fortalecimiento de mi cuerpo, en la mejora de mis habilidades como un depredador. Cosa no muy distinta pasaba con muchas criaturas, la única diferencia era que yo podía con casi todas las criaturas existentes.
- Entonces, me dices que tu naturaleza era vencer y devorar a otras criaturas.
- Sí, al menos así fue por mucho tiempo. Mis presas eran cada vez mayores y cuando adquirí cierto uso de razón, comencé a preguntar por más y más presas, de mayor tamaño y con mayor fuerza a tal grado que por un tiempo, en mi cabeza rondó la idea de ser la criatura más fuerte de todas.
En el transcurso de la historia, Equestria vio ir y venir distintos villanos, la mayoría con un objetivo no muy diferente al suyo, lo cual despertaba la preocupación de la princesa; sin embargo, tenía un pequeño detalle.
- ¿Y conseguiste vencer a la criatura más fuerte?
- En mi búsqueda, enfrenté a la criatura más fuerte de todas en esos tiempos: un kraken. Entonces comprendí que era el más fuerte de todos y también comprendí que la fuerza bruta era solamente una pequeña porción del poder. Existían tantos trozos del poder real, que el mío era insignificante ante todos. Aun con mi fuerza, aun con mi tamaño, nunca podría ser el ser más poderoso, porque este no existe realmente.
- No te entiendo.
- Para serlo tendría que buscar a todos y cada uno, tendría que vencer tanto a las criaturas del pasado y del futuro; lo cual es imposible. Además, como te digo, existen varias formas de lograr el poder, el conocimiento, la magia, más de una vía y si quisiera ser el más poderoso, tendría que recorrer todos esos caminos e igual que con la fuerza, tendría que recorrer todos los habidos y todos por haber. Así que comencé a dejar de dar el interés a aquella búsqueda imposible.
- ¿Qué hiciste entonces?
- Observé el cielo y me pregunté por mi pasado.
Aquella pequeña frase le recordó a la princesa el mismo problema de identidad por el que Spike, el pequeño dragón amigo de Twilight, pasaba.
- Busqué a mis congéneres y entonces comprendí mejor cuan solitario estaba realmente.
- Y qué pasó con Discord, qué el acaso no era tu familia. La princesa recordaba el caso del único dragón que conocía, comparando así a dos seres distintos.
- Él siempre trató de ayudarme, pero decidí ir por mi cuenta, así que me despedí y me fui. Mi nueva búsqueda me llevó por más rincones de los que podrías creer. Hidras, Dragones e incluso los último Wiverns, todos me rechazaron, todos me trataron con repudio, no podían comprender algo que no les fuese semejantes.
- He oído que los Wiverns atacaban a cualquier ser que no les fuese idénticos.
- Trataron, pero para esos tiempos tenía el tamaño de dos dragones y medio, casi llegando al tamaño de una osa mayor. Comprobé que no era Wivern, ni dragón ni hidra, así que un día, después de mucho tiempo regresé a la cueva donde Discord vivía y entonces la oportunidad de probar mi fuerza se revitalizó.
- ¿Por qué lo dices? Preguntó la princesa intrigada, el relato de aquella inmensa pila de huesos era sorprendente.
- Porque él descubrió la forma de llevarme en el tiempo, me consiguió la oportunidad de continuar con el incremento de mi fuerza. Imagina a las criaturas más fuertes, del tamaño de una osa mayor, incluso más grandes, con diferentes capacidades, todas vencidas por mí, todas siendo devoradas en señal de mi respeto y mi deseo de que su fuerza se mantuviese dentro de mí.
¿Salvaje? ¿Violento? ¿Irracional? Existían muchas etiquetas para semejante comportamiento, era cosa de locos pensar de aquella forma, ¿por qué demostrar la fuerza bruta aniquilando a otras criaturas? Y más aún ¿Devorarlas como signo de respeto? Cadance comenzaba a considerar un error el llevar a Celestia frente a aquel monstruo que de pronto comenzaba a revivir el miedo que le tuvo en la primera ocasión en que lo vio.
- Durante ese tiempo, o mejor dicho, tiempos, mi crecimiento continuó hasta llegar a mi tamaño final; llegué a una conclusión con respecto a mi búsqueda – el dragón de repente extendió las alas y abrió la boca mostrando sus dientes, así como lo que en el pasado fue su inmensa boca, en la cual Cadance ocupaba el mísero lugar de uno de sus centenares de dientes – yo era el resultado de un desarrollo entre millones de desarrollos, lo importante recaía en centrar mis capacidades en algo.
Nuevamente el híbrido tomó por sorpresa a la alicornio, quien escuchaba con total atención el relato del híbrido.
- Entonces busqué a Discord por última vez, deseaba venganza, orden y una dirección que seguir.
El dolor ya tenía cinco minutos de ausencia, el señor del caos apenas podía moverse, sin embargo se recuperaba lentamente, su respiración regresaba a la normalidad, ya casi podía levantarse del piso. Si quería lograr su propósito, debía darse prisa.
Sin pensarlo más, tomó la lista de tareas que tenía que realizar e inicio a completarlas de forma acelerada, bueno, usando su magia cúanto podía tardar. En menos de dos horas, las treinta y cinco tareas escritas a casco fueron finalizadas con éxito, salvo por la reparación de una calle pavimentada para Ponyhattan, le encantaba el caos que se podía crear con un solo día de cerrar el paso por aquella calle, simplemente puso a trabajar a las herramientas lentamente.
No sabía exactamente qué decir, cómo actuar, le costaba mucho pensar cuando ella estaba cerca, incluso el caos que realizaba era distinto cuando ella se encontraba presente; ¿sería especial? Más aun ¿sería ese alguien especial? Del que Fluttershy le habló en una ocasión que arruinó el picnic de una pareja en el día de los cascos y los corazones o como sea que se llamase. Temía mucho la respuesta y en el fondo ese era el problema, el peor de los problemas: que le importe demasiado su opinión.
No se dio cuenta de que estaba tocando la puerta de su habitación, mucho menos se dio cuenta de que se había transportado a Canterlot.
La princesa Celestia se encontraba pensando dentro de su habitación, hace ya casi media hora que había bajado el sol para dar paso a la noche, ahora su hermana debía cumplir con sus deberes; en su cese de actividades reales, su cabeza comenzó a pensar en asuntos poco tocados por ella durante meses: ella misma.
Debía ser sincera consigo, estaba enamorándose del poni, del equino equivocado; no, no podía, no debía. Era la peor de las acciones que podría realizar, conocía su pasado, sus errores, incluso el más reciente y aun así él lograba revivir viejas emociones que no volvió a sentir desde que conoció al Rey Sombra del mundo alterno, ¿por qué? Porque él era capaz de sacar la parte más oculta de ella sin hacer mucho esfuerzo, lograba sacarle una sonrisa real, no la trataba como la princesa Celestia, sino como Celestia y hasta se podría decir que era un amigo como pocos. Además, si era verdad que cada poni posee un alma que tiene afinidad con otra alma, esta era la de Discord, él la complementaba ya sea con sus acciones inmaduras y tontas o con sus palabras paradójicamente llenas de cierta sabiduría salida de quien sabe dónde.
Entonces, como si de una poni veinteañera se tratase comenzó a preocuparse por un hecho que hacía presencia en cada tragedia, en cada mala historia de amor dejada por los ponis a lo largo de sus vidas sentimentales; el hecho de ser correspondida. Si bien aceptaba que Discord comenzaba a enamorarla, ahora debía afrontar la cruel realidad: muy posiblemente él no tenía ojos para ella, sino para Fluttershy. Entonces volvió al punto que había evitado hace tantas noches atrás, estaba celosa de la tímida pegaso, no precisamente por el trato distinto que tenía por parte del señor del caos, sino por la razón de todo ello. Su cabeza se recostaba en una almohada, comenzaba a taparse con la sábana bordada por Sunset Shimmer.
¿Y si Discord estaba enamorado de Fluttershy? La idea comenzó a martillar dentro de su cabeza. Media hora tratando de distraer a su mente no funcionaron, la idea volvía y volvía.
- Y qué, de todas formas no es posible. Susurró, tratando de calmar sus pensamientos, pero no bastó con una simple falacia.
Por qué, de todos por qué a él, empezaba a admitir cada vez más el estado sentimental al que llevaba cayendo desde hace tiempo atrás, pero ahora dicho sentimiento se abría paso frente a cualquier excusa que se le ocurriera inventar, incluso rompía cierta lógica con la cual parecía guiarse la afinidad entre ponis y en primer lugar, no era un poni.
Dando un giro sobre su cama, la princesa quiso encontrar una posición más cómoda, quería dormir y evitar tener esos pensamientos tan poco productivos. Pero no podía, la idea de Discord la atormentaba, el simple hecho de pensar en que no era correspondida en el sentido que anhelaba y de hecho, que él sintiera eso mismo hacia otra poni tenía un efecto inmediato en el corazón de la alicornio, conjeturar conclusiones sin tener certeza de ello era algo que no frecuentaba hacer, bueno, siendo princesa no podía permitirse ese lujo pues podría llevar a muchas confusiones que resultarían en un desastre; pero ahora, en este caso particular, no podía evitar sacar conclusiones alocadas, incluso empezó a recordar los pocos cumplidos que le había dado el Draconequus, eran tan implícitos que difícilmente podría aseverarse que estaba consciente de ellos.
Un leve suspiro fue expulsado por sus labios, aquellos sentimientos eran inoportunos, indebidos y desde luego, acarreaban con ellos una mezcla de felicidad, junto con la auto reprimenda que la princesa se daba, era realmente tonta si se enamoraba del señor del caos; no obstante, no era su culpa y peor aún, desde este punto de vista, era inevitable.
Justo en aquel instante la puerta de su habitación sonó, de inmediato la princesa se levantó ¿Acaso era Luna? Al abrir la puerta, su corazón por poco salta de la emoción, era él.
El Draconequus se había convertido en una estatua de piedra durante cinco segundos sin necesidad de hechizo alguno, miedo, quizás vergüenza cinco segundos incómodos en los cuales tanto la alicornio como el Draconequus se quedaron estáticos observándose el uno al otro, ambos con pensamientos no muy distintos con respecto al otro, pensando exactamente qué decir. Ambos salieron del breve trance al que habían ingresado, mirando a otro lado y tratando de recordar dónde estaban y qué estaban haciendo.
- Hola Troll… Tia, ya terminé con los trabajos que me diste. Dijo de forma mecánica el Draconequus jugando su carta de excusa.
- Yo te dije que no regresaras dentro de una semana. Respondió la princesa, contraatacando y al instante preocupándose por la repercusión de su frase.
El Draconequus desde luego comprendió la indirecta, pero no se rendiría tan fácil, era obvio que existiría algo de resistencia por su inoportuna aparición – al menos toqué la puerta – se dijo a si mismo poco antes de continuar con su comportamiento normal frente a la princesa.
- Claro que sí Celestia; pero imagina un solo día en el que siga tus órdenes al pie de la letra. Yo no hago eso. Dijo mientras observaba la ausencia de su corona, de hecho sin ninguno de sus accesorios se veía más natural, más hermosa.
- Siempre con tus caoticidades.
- Vaya, hasta te creas palabras de la nada, empiezo a pensar que soy una buena influencia para ti princesa. Exclamó el señor del caos mientras ingresaba cual serpiente dentro del cuarto de Celestia, subiendo por el muro hasta el techo con su característica sinvergüenzura
- ¿Influencia? Va, le comunicó, para después sacar la lengua y hacerle una mueca de burla – cuando mucho el amigo raro.
La expresión del Draconequus cambió, las bromas e la princesa a veces eran golpe directo a su ego y por alguna razón le encantaba que fuese así. Desde el techo, el de ojos rojos observaba a la poni más especial que había conocido, su pelaje blanco y su melena completamente despeinada tenían cierta estética particular para él, jamás se había imaginado que pudiera ser tan caótica en su aspecto, aunque claro, no era voluntario.
- Además de ser un maleducado, debes esperar a que te inviten a pasar sabes. Reprochó la princesa, fingiendo su tono y cerrando la puerta con una sonrisa en su rostro, se olvidaba de todo lo pensado para disfrutar del momento.
- Y si tenías el lugar completamente desordenado, no podía perderme tanto caos por parte de la señorita perfecta. Dijo el señor del caos mientras sostenía una taza de té que desapareció tan pronto como llegó.
Desde luego, el señor del caos era irritante cuando quería serlo, pero se controlaba hasta cierto punto, para no "cruzar la línea". Pero no sabía exactamente cómo hacerlo, así que inició a experimentar con una frase.
- Sin tantas chucherías te ves menos molesta.
Ahí estaba otra vez, aquellos insultos de doble sentido, aunque parecían ser de todo corazón, debía asegurarse de ello.
- Y tú te ves bien con traje. De hecho fue muy interesante ver que no actuases como bobo durante la fiesta. Dijo la princesa con un tono sarcástico y haciendo el ademan de ponerse una corbata.
El Draconequus volteó la mirada para fulminar a la princesa con ella. Lo atacaba por donde menos se lo había esperado, cumplidos ofensivos; pero dos podían jugar ese juego.
- Bueno, tú vestido era mejor de lo que esperaba. Su sarcasmo se hizo claro extraña forma de tratar de ofender a alguien,
- Gracias. Fue todo lo que la princesa pudo decir antes de ver la expresión de burla en el rostro del señor del caos, mientras una muñeca de alicornio del tamaño de un casco caminaba por su pata, estaba vestida de la misma forma que Celestia la noche anterior, por no decir que tenía el mismo color de pelaje y melena, salvo por su nariz de payaso y maquillaje exagerado.. Inmediatamente comprendió el juego.
- Bueno, tu peinado quitaba más de una mirada. Pronunció la princesa, tomando la melena del señor del caos para peinarla mágicamente.
- No se comparaba con su tocado y maquillaje su alteza. El juego iba en incremento al decir cumplidos de forma sarcástica; ambos mostraban al otro lo que exactamente deseaba saber, todo ello sin decirlo directamente, es más, de hecho eran completamente sinceros, aunque lo dijeran en tono sarcástico e hicieran lo posible por burlarse del otro.
- A pues los colores de tu vestido resaltaban tan bien tu melena que casi me caigo por las escaleras. Dijo Discord, esta vez sin hacer ninguna mueca, sin ninguna referencia a broma alguna, solo extendiendo los brazos.
- No, ¿enserio?, tú forma de comportante fue tan impecable que por poco me acerco a bailar.
El Draconequus y la princesa se dieron cuenta de que el juego se ponía cada vez más intenso, al mismo tiempo notaban cierta sinceridad en el otro.
- A sí, pues te veías tan hermosa que me arrepentí de haber dejado pasar la apuesta. El Draconequus incrementaba su tono de voz.
- No me digas, yo también. La princesa tenía las de ganar, sus cascos hacían la imagen de un corazón mientras sonreía de forma burlona, desde luego, eso tuvo una repercusión en más de un sentido en el Draconequus.
- Bueno, pues soñé que te besaba mientras bailábamos. En esa última frase no hubo sarcasmo alguno, no hubo expresión graciosa ni nada, solamente un Discord que comenzaba a ruborizarse, cuan caótico podría ser estar en situaciones como aquella, era cierto, se estaba divirtiendo pero ahora temía la reacción de la princesa.
- Bueno tú ganas. Dijo la princesa, tratando de evitar todo lo raro que había en aquella frase y optando por tomarla por la mejor de las interpretaciones posibles, por muy poco probable que resultase
- Perfecto, arruinaste mi descanso ¿necesitas algo más?
- Me gustaría salir a pasear, quiero enseñarte algo. Discord esperaba un no, estaba seguro de que esa sería la respuesta, pero nunca se esperó la respuesta que la princesa le dio.
- De acuerdo, pero no quiero tus bromas pesadas.
Estoy feliz de volver a escribir después de dos o tres semanas, me parecieron eternas XD; sé que me tardé un montón, pero ahora estoy seguro de que podré terminar el fic sin más contratiempos, no olviden comentar. A propósito, sé que no se me da muy bien escribir acerca de enamoramientos y cosas románticas; pero prometo mejorarlo antes de terminar este fic (además de tener una idea en producción).
Nos leemos pronto.