Discord
Chapter 19: Feliz noche de los corazones cálidos
Previous Chapter Next ChapterAntes de iniciar, me gustaría informarles: que las futuras publicaciones se harán los sábados posiblemente a las doce, debido al poco tiempo del que dispongo; espero que disfruten el capítulo, los personajes de MLP no me pertenecen.
Capítulo 19: Feliz noche de los corazones cálidos
****Horas antes de la noche de los corazones cálidos en un lugar lejano del reino de cristal, en el frío e inhóspito campo glacial de Equestria.***
- ¡¿Dónde está Celestia?!
Lo que sea que fuese aquella cosa, realmente tenía un problema con la princesa de toda Equestria, el gigantesco ser, observó de manera fija a la pareja, quienes se quedaron inmutados viendo aquellos cuatro ojos que eran totalmente distintos: el primero era similar a una bola de fuego, el segundo tenía los colores relucientes de distintos tonos de azul y celeste; el tercero tenía el color amarillo y dorado, que se movían lentamente formando líneas similares a las del rayo, solo que muchas líneas y por último el cuarto era blanco, lo cual lo volvía casi invisible, salvo por el iris de color verde, que se parecía al de un reptil, en tal concentración se encontraban que pudieron notar que este último era el único de aquellos espeluznantes ojos, que poseía un iris.
Cadance desde luego, tuvo que recordar algunas de sus lecciones más importantes de ser princesa y mantener la compostura, así como la calma en estas situaciones; evitando pensar en el peor de los escenarios posibles se levantó y ajustando sus cuerdas vocales para enunciar las palabras que apenas lograba concordar en su cabeza.
- Escucha, te exijo que nos liberes en este instante.
El frio esqueleto se quedó callado por breves segundos, hasta que soltó una carcajada, con su tétrica voz, tuvo un efecto inmediato, o al menos así tenía que ser, Cadance no dubitó en su exigencia ni por un segundo, por lo cual la criatura pauso su risa y se mantuvo sin actividad por otros segundos.
- ¿Qué me asegura que te quedarás aquí?
- Te doy mi palabra.
- Tu palabra no significa nada pequeña poni.
Tenía razón suficiente para dudar, pero Cadance realmente se iba a quedar si lo prometía.
- No tienes por qué desconfiar de mí, mira te juro que no es fácil hablarte cuando me mantienes encerrada en una jaula que podría cerrarse de repente.
El silencio que se generaba cada vez que aquella cosa se preparaba para hablar era desesperante para la pareja que se encontraba en dentro de sus gigantescas garras.
- No confío en ti poni. Un silencio se volvió a generar, el crujir de los gigantescos huesos de aquellas garras que mantenían presos a ambos, lo rompieron y poco después, la criatura habló.
- De hecho, debería aplastarte en este mismo instante.
Entonces, las garras se cerraron por varios metros, asustando a ambos ponis; dejando un espacio tan reducido que podían ver los huesos congelados con total claridad, muchos de ellos se encontraban con varios tejidos de color negro colgando de ellos.
Cadance no pudo evitar dar un grito. Logrando la respuesta que la criatura quería escuchar.
- Ahora que entiendes lo que puedo hacerte si me engañas. Quiero que me prometas que te quedarás hasta que me digas lo que quiero saber.
- Está bien yo te prometo que me quedaré – por un breve momento, el subconsciente de Cadance se preocupó por Shining Armor, la criatura la quería a ella, no a él – pero debes dejar ir a Shining Armor.
La criatura movió sus tétricos ojos hacía el esposo de la princesa, quien no dudó en hablar.
- No, nos quedaremos juntos, tu y yo Cadance.
- Cadance. Nunca había escuchado ese nombre, por lo visto, no eres un poni como el resto, eres una alicornio y seguramente has de ser una princesa.
La criatura podía parecer la típica bestia salvaje, pero tenía una intuición superior a la de una.
- Confiaré en que no dejaras a tu reino sin su líder y a un marido sin su esposa. Tú puedes irte unicornio, esta pequeña estará bien, siempre y cuando cumpla con el acuerdo.
El unicornio estaba a punto de decir algo, pero Cadance se acercó y lo callo con un beso. Y después de este, acercó su boca a la oreja de su esposo para hablar suavemente.
- Escucha, tienes que confiar en mí, ve al castillo lo más rápido que puedas.
Shining Armor afirmó con la cabeza, sabía que cuando Cadance se ponía tan segura, era mejor seguir sus planes por muy alocados que estos pudiesen llegar a sonar.
- Te estaré esperando…
- No te preocupes, te apuesto a que estaré allá antes que tú. Se despidió la alicornio.
Shining Armor empezó a galopar con todas sus fuerzas, lo único que quería era ver a su amada en el catillo, pensando que entre más antes llegara a l lugar, más antes la volvería a ver y dejaría de sentir aquella preocupación.
- Es momento de que me digas lo que quiero saber.
La colosal cabeza de aquella criatura se movió de un lado al otro, dejando ver el otro lado de aquel rostro, los movimientos que realizó dejaron caer enormes cantidades de nieve en el piso. Para evitar ser aplastada por aquella nieve, Cadance tuvo que alzar vuelo hasta estar muchos metros sobre la cabeza de la criatura.
Desde el aire, el panorama era más sorprenderse, la cabeza rea tan enorme que había conformado aquella montaña por si sola y los huesos que constituían columna vertebral se encontraban enterrados mucho más abajo, no cabía duda que el cuerpo de aquella cosa, o al menos lo que quedaba de ella se encontraba debajo. La boca de la gigantesca cabeza se abrió, provocando un chirrido, así como un crujido, debido a que era un cráneo conformado únicamente por huesos, pudo ver varias luces dentro de la cabeza, que eran cada par de ojo que poseía; sin embargo faltaba una de esas luces, por lo cual eran siete.
La princesa descendió lentamente, junto con la cabeza de la criatura, que a su juicio era un dragón supercrecido, sus ojos la seguían en su descenso al frio piso. No sabía cómo, pero se había metido en un lio muy grande.
Ni falto ni perezoso, la cosa inició una plática.
- Solamente habían dos alicornios, ¿de dónde saliste tú?
Cadance tragó algo de saliva, aquella criatura parecía tener conocimientos algo profundos sobre los ponis.
- Bueno, yo nací en Equestria y conozco a otros tres alicornios.
- Entonces son cuatro. Cuatro alicornios. El cerebro, o lo que sea que funcionara dentro de la cabeza del dragón empezaba a realizar una operación racional, antes de volver a hablar.
- ¿Conociste a Celestia?
- Em, bueno, si la conozco…conocí. Cadance cambió las palabras, si aquel dragón que parecía siniestro, tenía intenciones con la princesa más conocida de toda Equestria, estas debían ser poco agradables.
- Así que sigue con vida. La voz de aquella criatura se hacía cada vez más temible.
Cadance debía pensar en una forma de distraerlo de sus pensamientos, así que ideó una pregunta que no venía al caso, pero con suerte lo distraería.
- ¿Cuál es tu nombre por cierto?
La cabeza se movió en la dirección donde se encontraba la alicornio, extrañado, se dignó a responder.
- Mi nombre es Iniar y soy una un organismo compuesto por las tres especies de reptil gigante: dragón, hidra y Wyvern.
Cadance conocía la existencia de aquellas criaturas, cada una era bastante temida, de hecho no había marinero, aventurero o explorador que no temiese a esas criaturas, incluso siendo una princesa con magia le daban miedo los Wyverns, a pesar de que ellos se encontraban extintos. Entonces, de ahí había sacado la forma de cráneo tan peculiar. Con cuernos al costado y con una placa osea parecida a la de un dinosaurio (triceratops).
- Vida de dragón, regeneración y variación de hidra, muerte de Wyvern, alteración mágica de Draconequus y demonio, la combinación de todo ello me creó a mí.
- Pero ya es hora de que me digas dónde está Celestia.
Cadance sabía que era una mala idea, pero no se quedaría a averiguar lo que Iniar quería a hacer con Celestia.
De forma repentina, Cadance alzó sus alas; tomando por sorpresa a un desprevenido y de momento inmóvil Iniar, que intuyó lo que iría a pasar fracciones de segundo antes de que Cadance se elevara por el aire.
- ¡Mentirosa! El rugido de Iniar solamente logró que la alicornio aleteara con más fuerza, en busca de más velocidad, ahora debía concentrarse en el castillo de cristal para transportarse ahí.
Sin embargo, por alguna razón desconocida, quizás instinto de supervivencia, Cadance volteó para ver a su perseguidor, todo el suelo lleno de nieve se vino abajo, dejando un cráter, de él salía el cuerpo completo de huesos que conformaban la totalidad corpórea de Iniar, era exactamente del tamaño de una montaña, tan gigantesco que ella era una simple mosca en comparación con aquel dragón, hidra, Wyvern o lo que fuese.
- ¡Me mentiste! La ira de Iniar no se hizo esperar. Su cuerpo finalmente comenzó a andar y para sorpresa de la alicornio, tenía cuatro gigantescas alas, que se abrieron, pero la criatura prefirió moverse con sus cuatro patas.
Pero incluso de esa forma y negando cualquier conocimiento sobre la lentitud aparente de las criaturas gigantes, Iniar se movió con tal velocidad que alcanzó a Cadance en cuestión de segundos, provocando temblores y colapsos de enormes monolitos de hielo a su paso, se encontraba a pocos metros de Cadance cuando la misma garra que los había encerrado se levantó en lo alto para atraparla una vez más.
Con toda aquella emoción a su alrededor, la princesa no perdió la concentración, pensando en volver al castillo y ver a Shining Armor, el hechizo de transportación se llevó a cabo, justamente cuando la garra bajaba para atraparla o matarla.
Iniar en su furia y frustración al no poder conseguir su objetivo dio un grito gutural, tan fuerte, tan enérgico que llegó al imperio de cristal de forma acallada poco después de que fue emitido (considerando la velocidad del sonido XD). Uno que otro poni de cristal pudo apreciar aquel sonido, pero todos en general lo descartaron por considerarlo un sonido hecho por el viento u otro objeto.
***** Mientras tanto, en el castillo de Canterlot, para ser precisos en el Jardín *****
La noche de los corazones cálidos, definitivamente una festividad que no comparto con los ponis; tengo razones para no estar en esa celebración y ciertamente pocas son las razones a las que puedo escuchar y definitivamente son menos las que puedo aceptar.
Mientras mis pasos son borradas por la nieve multicolor y ahora también multisabor, voy caminando por el jardín vacío del castillo de Canterlot; después de algún tiempo fuera de este lugar, donde alguna vez fui encerrado en una prisión de piedra, cierta nostalgia me invade, ¿Por qué? Me pregunto de repente al ver la base donde alguna vez, lo que podría llamar enemigo me encerró.
Una pregunta algo difícil de responder, por dentro, sé que en parte estoy aquí gracias a la utilidad que mi magia puede ofrecer a Equestria, lo cual es confuso, debería sentirme bien; sin embargo, no logro sentirme así.
Ha pasado tanto tiempo desde que Celestia y Luna me transformaron en una estatua, que aún me cuesta recordar que ya pasaron más de mil años desde que lo hicieron; a veces me levanto y pienso en mi vieja rutina de caos y desarmonía, pero luego recuerdo todo, para después sonreír, la verdad es que no recuerdo haber estado tan… tranquilo en mucho tiempo.
Con toda la nieve caída, puedo ver de forma distinta el lugar donde Celestia me puso por todo aquel tiempo, este jardín gigante me resulta poco familiar después de estos dos años de libertad, las hojas, las paredes, las fuentes incluso, el increíble césped, todo lleno de nieve multicolor y sabor, eso es lo que le da un poco de mi toque a este lugar.
Sin embargo, cuando me acerco a la base donde mi estatua estuvo en pie, en otras palabras, donde yo estuve de pie, siento un extraño escalofrío al recordar la sensación de convertirse en piedra y no es precisamente algo placentero sentirlo.
Aún recuerdo cuando un pequeño instante de caos entre tres potrillas me liberó de aquella prisión. Debo admitir que fue un día muy divertido y pude observar mejor a los ponis, había algo diferente en ellos, algo que los hizo mucho más fuertes de lo que pude haber imaginado, sin duda, no podía haber ganado de ninguna forma, pero al menos el teatro que armé fue lo suficientemente bueno como para que quedara en un vitral del castillo.
**** Cambiamos nuevamente de escenario (sí, lo sé, desespera un poco, pero no será por mucho tiempo). ****
Todos los ponis se encontraban esperando a que la función de recreación, en memoria de la fundación de la noche de los corazones cálidos inicie; Celestia por su parte se mantenía al tanto de todo y al mismo tiempo, pensativa en temas distintos a lo que acontecía en el lugar; hasta que llegó la princesa del imperio de Cristal, que fue anunciada por un vocero. Pasó a sentarse en su lugar y entre las tres princesas presentes verían aquella representación. Que Celestia había visto por más de mil años seguidos.
Quién diría que una princesa podría aburrirse de ver historia hecha teatro, solamente ella sabía muy bien que se sentía.
- ¿Y dónde está Twilight?
- Ella interpretará la función. Respondió Luna con gran emoción, el año pasado había logrado ver bien toda la recreación y este año pidió personalmente a la nueva princesa, así como a sus amigas que volvieran a actuar en la obra, desde luego, ellas no se negaron.
Mientras la obra transcurría, Celestia no pudo evitar pensar en los recuerdos de Discord, después de mucho mucho tiempo, la obra se hacía interesante, pues como estaba basada en los libros de historia, le ayudaba a recordar los eventos de aquella noche.
Todo transcurrió sin ningún problema, salvo por la última parte de la obra, cuando las tres líderes de las tres tribus de ponis empezaban a pelear, se encontraban dentro de la cueva, la princesa recordaba el lugar exacto, y sí, desde donde partieron la princesa platino y su consejera, Clover la sabia, pasaron por una cadena de montañas, no muy a lo lejos, existía una montaña con una caverna mucho más grande que en la que se encontraban las seis ponis que fundaron Equestria.
Seguramente, Discord se encontraba en aquel instante, llegando de aquella forma tan misteriosa. Los windigos incrementaban su gélida magia, los tres líderes, el comandante Hurricane, la princesa Platino y el Canciller cuyo nombre Celestia había olvidado quedaron atrapados dentro de icebergs de hielo; entonces quedaban las tres ponis que eran, por así decirlo, las segundas al mando.
De pronto, Clover la sabía – cuyo papel era interpretado por la princesa Twilight – emitía una ráfaga de magia tan poderosa que espantaba a los windigos lejos del lugar.
Era justamente en aquel momento, en el cual Discord se sintió atraído al corazón mágico, que se formó como señal de la amistad así como la armonía y que en ningún momento se podía ver en los recuerdos de Equestria después de su fundación, en el cual Discord había cruzado su camino con los ponis.
Entonces, la idea de que el pasado que Discord contaba se hacía más posible; sin embargo, eso no explicaba la presencia de los ponis terrestres el día siguiente, si hubo paz y armonía, cómo esos ponis terrestres llevaban armas, todo ello no podía ser cierto a no ser… a no ser que los ponis terrestres hubiesen llegado primero y después de alguna forma, se hubiesen visto amenazados por los Windigos, entonces, la llegada de los unicornios y pegasos se hacía necesaria y casi obligatoria por la escasez de alimentos.
Entonces, las tres ponis hallaron no solamente la forma de mantener alejados a los windigos, sino de alejar cualquier peligro, esta se hallaba en la magia que producía la amistad. Pero también representaba la unión igualitaria de las tres razas de ponis. La princesa repetía muchas de las palabras de Discord, pero ahora las entendía mejor.
La traición, si es que la hubo, no fue solamente contra aquellas tres ponis… lo fue contra todos los ponis, era más que claro que el canciller era demasiado ingenuo como para liderar a los ponis terrestres, por lo cual era más que seguro, que había llegado a su puesto con bastante ayuda y con respecto a Smart Cookie, ella era la clave para comprobar la veracidad de aquellos hechos que Discord había planteado, en ese momento, el libro escrito por aquella poni se hizo tan necesario que Celestia quería tenerlo. También deseaba saber que había pasado con las otras dos. Ya que la historia de Equestria no contaba nada más de ellas.
****Un último cambio de escenario, al menos por este capítulo****
Mientras Discord observaba el lugar, dos recuerdos distantes, de hecho, ambos habían caído completamente al olvido, hasta que vio aquella base con diferentes escritos.
Hasta ese momento, no pocos conocían la historia de cómo había llegado hasta aquel lugar. Pero nadie lo conocía a él. En mil años, solamente dos ponis habían pasado por aquel lugar buscando una respuesta diferente a la que daban los libros de historia.
El primero fue nadie más ni nadie menos que Star Swirl, el viejo del sombrero ridículo, con una mirada de tristeza se sentó en el nevado piso, donde su cola y para derritieron la nieve con el pasar del tiempo, siendo una criatura conformada por distintas partes de animales, debía regular mágicamente la temperatura, de lo contrario los tejidos de reptil se congelaban y podían entrar en hipotermia, hasta morir, el resto de su cuerpo era una historia diferente.
Nunca se había imaginado la visita de su antiguo maestro, pero fue a verlo, parecía algo decepcionado, bueno, siendo honestos, después de lo que hizo quién no estaría decepcionado.
Los copos de nieve seguían cayendo, Discord sacó la lengua para saborear cada uno de ellos, desde tutifruti hasta pollo.
En aquella ocasión, el barbado se quedó parado viéndolo, sin decir palabra alguna, comunicó muchas cosas solamente con sus ojos fijos en los de la estatua del Draconequus, el recuerdo se encontraba entrecortado, pues la mente de Discord pasó la mayor parte del tiempo en un sueño profundo, casi sin actividad, casi sin vida.
Para sorpresa de Discord, la segunda visita fue de quien menos se lo esperaba; la por entonces aún joven Celestia. Fue hace tanto tiempo que el recuerdo era muy vago, pero en los pocos fragmentos quedaban eran demasiado confusos.
Recordaba una alicornio de color blanco, con una melena con colores del arcoíris, su mente en aquel entonces se despertó casi del todo y con una velocidad única, capturó aquella mirada, aquellos ojos, aquellas palabras susurradas, todo lo concerniente a aquella poni que se encontraba enfrente de su pétreo cuerpo.
Fue solamente por una fracción de segundo, pero la presencia de aquella poni de alguna forma le dio cierto… calor, no sabía describirlo; sin embargo, hasta entonces no había sentido nada similar.
"¿Quién eres?".
Esas habían sido las palabras que pronunció de forma tan leve, que ni siquiera Fluttershy podría haberlo dicho más bajo. Palabras que debido a la concentración que su mente había puesto en ella, pudo escuchar y grabar, pero que hasta entonces no había logrado recordar, quizás por la poca importancia que tenía o por el mero hecho de no querer recordarlo, así como muchas cosas que había preferido olvidar.
La mirada tan intrigada, tan pacífica y casi inocente que tuvo en aquel instante, hizo que el Draconequus dudara que aquella princesa fuese quien lo encerró y liberó a todos los ponis.
Una descarga de luz y magia llenó el castillo, Discord desde luego sabía por qué ocurría aquello, por lo cual vio la punta del teatro donde los ponis seguramente habían terminado de rendir homenaje a los héroes de la fundación de Equestria. El brillo violeta intenso, claro, producido por la magia de la amistad brotó de todos aquellos ponis reunidos, para convertirse en un corazón, simbolizando así la era de la unión, de la paz, de la tolerancia y el amor mutuo entre todos los ponis.
El brillo se reflejaba en el piso lleno de nieve, los colores de los diferentes copos reaccionaron frente a la luz, creando así un espectáculo para la vista de todo aquel que guste de dichos colores.
Sin embargo, dejando de lado aquella pequeña muestra de lo que Equestria realmente significaba, la mente de Discord se encontraba en un lugar distante de aquellas sensaciones, un lugar demasiado profundo, demasiado obscuro, donde aquellas luces y colores no podrían llegar jamás.
Por último, se agregaba a todo ese meollo la pregunta que, para él, no tenía respuesta: ¿Por qué no lo había ejecutado? Después de todo lo que había hecho; ese era el castigo "justo" que merecía. Era tan fácil, solamente tenía que tirar la estatua al piso y si se rompía de aquella forma, su cuerpo también y ya estaba. No, en lugar de ello lo dejó en un rincón de aquel jardín donde todos los ponis podían verlo y plantearse la misma pregunta que la princesa había hecho siglos atrás. Pero estaba seguro que ninguna de aquellas preguntas buscaba la respuesta que su ex enemiga buscó cuando se preguntó aquello.
Extrañamente los siglos pasaron inadvertidos para el Draconequus, junto con su edad, en un sueño tan profundo que solamente recordaba los breves momentos en los cuales parte de su mente despertaba al igual que muchos de sus sentidos; pero esos momentos eran claramente poco importantes, salvo por esos dos que había recordado.
Mil años, y todo aquel tiempo Equestria había olvidado absolutamente todo lo que Discord había hecho, solamente quedaban dos princesas que recordaban una pequeña parte de toda aquella atrocidad. Pero era él y nadie más que él, quien conocía la historia de principio a fin; cuando se dio cuenta de aquello, inmediatamente supo que no podía engañar a nadie, aunque les mostrara a las princesas todo, aunque ellas lo perdonaran; aun así, la triste verdad era que todo ya estaba hecho y debía admitirlo, nada podría cambiar las cosas.
La luz comenzaba a desaparecer, aquel espectáculo desaparecía conforme la luz lo hacía, el lugar regresaba a estar iluminado con la tenue luz de la luna, para esos instantes, todo el mundo salía de del teatro a celebrar lo que quedaba de aquel día conmemorativo. Los ponis irían a sus casas a descansar, todos abrazarían a sus amigos, pasarían estas últimas celebraciones con ellos o en una fiesta respectiva, lo cierto era que había más de una forma de festejar en aquel día.
Discord se limitaba a ver nuevamente a las estrellas, pero esta vez a diferencia de aquella oportunidad no pudo ver nada en absoluto, las cosas no son tan simples, se decía a sí mismo, aunque todo el tiempo el Draconequus hubiese tratado de hacerlas lo más simple posible.
Pero en aquella meditación, observó los últimos instantes de vida de aquel mágico corazón. Entonces, pudo comprender porque seguía haciendo todo aquello, la razón principal para tan alocada andanza, era muy distinta a simplemente conseguir un perdón, era algo tan atrayente que incluso había sido la clave para que Fluttershy lo "reformara" o al menos para que se deje reformar.
Por muy tonto que pudiese llegar a sonar, deseaba aquel calor que había sentido cuando vio el corazón por primera vez, incluso el calor que había sentido de manera fugaz hace siglos con la visita de aquella poni. Fue una sorpresa demasiado grande para el señor del caos, que algo dentro de él deseara que aquellos ojos, volviesen a verlo de forma tan…
Un golpe fuerte detuvo sus pensamientos, precisamente en su cuello, el frio le llegó casi de inmediato, había sido una bola de nieve la que lo había golpeado; Discord desde luego volteó la cabeza para ver ¿quién le había lanzado la bola de nieve?
Una risa poco conocida se presentó antes de que lograra ver al responsable; esa voz, todo concordó cuando vio a la mismísima princesa del día detrás de él, haciendo levitar una bola de nieve en el aire.
- Me debías esta y muchas más, me dejaste caer en un lago congelado, ¿recuerdas?
Tan fugaz fue el momento en el que Discord deseó que aquella poni estuviese cerca, que lo desechó casi de inmediato; sin embargo, como si sus deseos fuesen escuchados, ella se encontraba a pocos metros, acercándose con un paso algo cansado.
La mirada del Draconequus se posó de forma involuntaria, Celestia desde luego se sintió algo incómoda con ella, así que uso la bola de nieve para que tuviera algo con que distraerse, la bola tuvo una trayectoria tan certera que dio de lleno en el rostro del señor del caos. Quien rápidamente despertó de su trance y volviendo a ser Discord, con dio un chasquido, una cantidad de nieve mucho mayor a la de cualquier proyectil lanzado, se levantó desde el piso, envolviendo a Celestia como si fuera un pequeño tornado compuesto de nieve, en segundos, todo el cuerpo de la princesa se encontró en el centro de aquel tornado.
De repente el tornado comenzó a lanzar varias bolas de nieve, pero la princesa no permitiría toda aquella exageración, sabiendo que Discord no la escucharía, decidió usar un escudo mágico, todo el contenido del tornado se gastó en una cantidad innumerable de bolas de nieve, para cuando el pequeño tornado cesó, Celestia se encontraba sin un solo copo de nieve encima.
- Aja, dijo Celestia entretenida, pero cuando observó el lugar donde Discord se encontraba, este no se encontraba en el lugar.
Una pequeña luz se hizo presente al lado de Celestia, dentro del escudo para las bolas de nieve, Discord apareció poco después y con una sonrisa sarcástica, como si estuviera diciendo, mejor suerte para la próxima, Discord, que se encontraba a pocos centímetros de distancia, arrojó una bola del tamaño de todo el rostro de la princesa, quien podía jurar que la bola tenía la forma de su cabeza con una expresión de susto.
- Aja, respondió Discord nuevamente con sarcasmo.
Con un chasquido, una burbuja de tiempos se generó alrededor de Celestia, Discord desapareció del interior y reapareció fuera de este, con un ramo de flores en la zarpa, de mantener todo movimiento en constante pausa, la burbuja pasó a relentizar el movimiento, Discord desde fuera veía entretenido como las dos cabezas de Celestia (una de nieve obviamente), su sonrisa se extendía por cada centímetro menos de distancia.
Finalmente, después de veinte segundos, la burbuja desapareció, dejando ver a Celestia con toda su cabeza y melena cubiertas por nieve multicolor
- Jajajaja, deberías ver tu rostro, no tiene precio.
- ¡Discord! Quieres cuidarme otra vez.
- Si veo esa expresión que haces cuando estas enojada, valdría totalmente la pena jajaja, ayyyyy. El Draconequus se quedó sin aire rápidamente, mientras lo recuperaba, Celestia pudo notar la nieve derretida en su pata de reptil.
- Qué te sucedió en la pata.
- Ah, ¿esto? – dijo mientras observaba su pata y su cola – es que mi cola y mi pata son de dragón y reptil, ambos de sangre fría y si no los caliento me resfrió.
- Vaya, estás lleno de sorpresas.
- Y que lo digas
- Nunca pensé que eras tan frágil, dijo la princesa en tono de burla, no dejaría que el Draconequus alimentara su ego tan fácilmente.
Discord se limitó a poner una cara de pocos amigos, mientras Celestia comenzaba a reír. Era bueno no tener que estar seria todo el tiempo.
- Veo que la Celestia divertida está aquí, dijo Discord de repente, había pensado en voz alta, pero no importaba.
La alicornio se sintió algo alagada y picada a la vez, algo demasiado raro para ella; nadie mejor que el señor del caos para molestar y alagar al mismo tiempo.
Los pasos de Celestia la llevaron al lado de Discord, quien volteó nuevamente para ver la misma base que había visto la última media hora.
- ¿Por qué estás aquí? Preguntó la princesa mientras se sentaba sobre sus patas, al lado del Draconequus. En vista de que se encontraba cansada, Celestia sacó la lengua, probando la nieve que caía, una tenía sabor a plátano y la otra de sandía, manzana y muchos más.
- Mejoraste tu nieve, pero prefiero tu lluvia de chocolate.
El señor del caos se impresionó del cambio que la princesa más estirada de toda Equestria dijera aquellas palabras.
- Es que me aburrí de la llucia, además por estas fechas esta nieve pasa inadvertida.
Un silencio se generó nuevamente, Celestia observaba fijamente la misma base que el Draconequus había observado por bastante tiempo, podría apostar que Discord pensaba en el tiempo en el cual se encontró convertido en piedra.
- Ha pasado mucho tiempo desde aquel día. Mencionó de repente.
- Sí, pero supongo que me lo tenía merecido. Pero sabes un pequeño secretillo.
Celestia levantó una ceja.
- ¿Cuál?
- Casi todo el tiempo que estuve encerrado permanecí bajo un estado de sueño.
- Sabía que eras un tramposo, pero no tanto. Respondió Celestia, con cierta sonrisa, alguna ocasión se había imaginado ese posible escenario.
- Aun no entiendo.
- ¿Qué?
- De todos los castigos que merecía, por qué elegir el mantenerme encerrado en una estatua.
Celestia observó al Draconequus, su pregunta era entendible, pero difícil de responder.
- Sí piensas que merecías ser ejecutado, estas en lo correcto; pero cuando te vencimos, era el inicio de una nueva Equestria, un nuevo lugar para todos no solamente para los ponis, sino para todos los que habitasen Equestria. Tus métodos de sufrimiento no serían usados nuevamente.
Celestia tomó una bocanada de aire antes de continuar, en ese lapso breve de tiempo pudo hallar los atntos ojos del señor del caos posados en los de ella, como si tratase de encontrar la respuesta a su pregunta antes de que la dijera.
- Pero que no hubiésemos querido ejecutarte o hacerte pasar por los mismos sufrimientos, que hiciste pasar a los ponis, no significaba que te dejaríamos sin un castigo apropiado; ver como los ponis volvían a sonreír, desde una prisión de la que no podrías escapar, era un castigo más que justo.
- Entonces, no debí contarte lo de quedarme dormido.
- Sí, pero eso ya es cosa del pasado Discord; al igual que tus recuerdos. Celestia levantó la vista, fijándola hacia las nubes de color rosa que se encontraban sobre ellos, de las cuales caían esos caóticos copos de nieve.
¿Qué sería sino una extraña ironía de la vida? Aquella pequeña reunión entre ambos, totalmente diferentes y con un pasado tan marcado por un antagonismo, que existía desde siempre y hasta siempre. Bastaba con observar aquellas dos figuras sentadas en la nieve, nadie creería que hace poco más de un milenio ambos jugaron los típicos papeles del bien y el mal, esto, según muchas definiciones, convertían a dichos actores en enemigos acérrimos.
Quizás esta forma tan natural y de común aceptación de ver este eterno dance, repercutía en esos instantes tanto en la princesa como en el señor del caos, quienes trataban de batallar inútilmente contra el silencio tan incómodo que se producía al finalizar de decir lo que les venía a la mente.
Era tiempo de ser honesta, se decía Celestia; sí dejaba atrás, como había dicho anteriormente, el pasado; Discord resultaba ser un completo desconocido, de hecho, no sabía casi nada de él, quizás su gusto compartido por la leche con chocolate, o su inclinación incomprensible hacia el caos.
Discord no pensaba diferente de ello, en realidad, dejando de lado el papel que jugaron hace bastante tiempo atrás, ninguno sabía exactamente nada relevante del otro; en otras palabras eran dos extraños, que de pronto, se vieron en medio de aquel ambiente insólito de copos coloridos con sabores y con frio a causa de la nieve y las brisas invernales que de vez en cuando los alcanzaban.
Todo esto se pudo concretar cuando ambos posaron sus ojos sobre los del otro, viendo exactamente lo mismo: un desconocido.
- Sabes, es extraño que recuerdes tu infancia desde tan pequeño, yo no recuerdo nada antes de los diez años.
- No te creo, espera, ¡ya lo sé! Dijo el Draconequus, con tal seriedad que Celestia creyó que le diría la razón.
- Es que de pequeña te caíste de cabeza, eso te volvió una estirada, una molestia para los que les gusta el caos y – Celestia ya empezaba a ponerse algo molesta por lo cual Discord tenía que usar una de sus herramientas de charla favoritas – y en una fabulosa has del cielo.
Celestia se limitó a negar con la cabeza, habían cosas que si parecía conocer de aquel supuesto desconocido.
- No puedo creer que me derribaras en pleno vuelo me consideraba el mejor volador, hasta que te vi.
- Bueno, tenía una buena razón para derribarte, ¿lo olvidas? Dijo la alicornio con modestia. Y siendo sincera eres muy malo volando. Bueno, hasta ahí duro la modestia.
- Te apuesto a que puedo volar más rápido que su alteza. Dijo el Draconequus algo picado.
- Tal vez en otra oportunidad, estoy muy cansada.
Debido a que ambos se encontraban en una charla tan abierta, que sus palabras expresaban pensamientos distintos, desde los más profundos, hasta los más triviales, Discord no pudo evitar aprovechar, en parte inconscientemente, la oportunidad para responder a la pregunta que tenía desde hace tiempo y que regresaba cada vez que observaba esa base de piedra frente a ellos.
- ¿Por qué me liberaste? (si Pinkie pudiera anunciar lo que aquellas palabras ocasionaron en la charla, probablemente diría que era un momento incooomodo)
Celestia recordó aquella ocasión, en la cual había citado a su alumna junto con sus amigas a las afueras de Ponyville, para reformar a Discord. Aquel día había sido un tanto preocupante, que la princesa ni siquiera pudo comer, bueno quizás un pastelillo o dos. Pero se preocupó por el bienestar de Twilight y de las ponis de la aldea; pero también tenía cierta certeza de que Fluttershy, con su amabilidad y con el trato que tenía con diferentes criaturas era la indicada para la tarea.
- Aquel día fui algo egoísta y debo admitirlo, era cierto que tu magia podía ser de gran utilidad para Equestria, pero también quería ver si la magia de la amistad era ser tan fuerte que lograría reformarte, quizás porque pensé que todos merecen una segunda oportunidad. O tercera, no creas que me olvidaré lo de Tirec tan fácilmente.
- Hey, el prometía algo que tú no me darías jamás. Aclaró el Draconequus mientras una prisión de hielo se formaba alrededor de la princesa. Caos.
- ¿Por qué esa obsesión con el caos? Mencionó con bastante intriga.
- Algún día te lo explicaré. No me mires con ese rostro de hidra, es que la explicación es muy larga y además, lo verás en uno de los capítulos del programa de burbuja de realidad más popular de toda Equestria.
- De acuerdo, pero baja los barrotes, me hacen sentir más frio.
Mientras los barrotes de hielo se derretían, Discord no pudo evitar bostezar, por lo visto, el también necesitaba descansar.
- Recuerdo que una vez, mientras paseaba por este jardín, me topé con tu estatua, entonces… me pregunte algo como quien eras o como eras, no recuerdo bien, pero me dí cuenta de que no te conocía y no sé, sí en realidad tú no eras tan malvado, quién era yo para saberlo, solamente podía juzgarte.
- Entonces me liberaste para juzgarme con mayor exactitud.
Celestia se levantaba de forma lenta, estaba tan agotada, pese a que no había realizado la rutina real que tenía, sentía que tarde o temprano caería rendida y prefería hacerlo en su cama.
- Es el pasado Discord, ahora sé que no eres el Draconequus que pensaba que eras, me has demostrado a mí y todos que has cambiado. Terminó diciendo la alicornio que empezaba a retirarse a su habitación.
- Ahora si me permite su caótica señoría debo retirarme a mis aposentos, Celestia sonrió al recordar a la forma de hablar tan desactualizada que tenía su hermana meses atrás.
El de ojos rojos se quedó extrañado y la sensación incremento cuando una bola de nieve le dio nuevamente en la espalda.
- ¡Hey, creí que habías aprendido!
- Esta vez es diferente, es una costumbre que en la noche de los corazones cálidos todos se den una muestra de amistad, esta es la mía, así como tu me diste las flores.
- Ehh, si, las flores, dijo Discord algo sonrojado y con la zarpa rascándose la nuca.
- Buenas noches Discord.
- Buenas noches… Molestia.
Celestia rodó los ojos antes de usar un hechizo de transportación hasta su habitación, era irresponsable, pero necesario, pues era mejor no arriesgarse aquedarse dormida mientras caminaba.
Definitivamente aquella noche de los corazones cálidos tuvo un toque distinto para muchos, porque incluso Rainbow Dash se animó a decirle que sí a Rarity, cuando esta le propuso salir a un día de campo y después al spa, esa sería su muestra de amistad, una muy dura muestra.
Bueno, espero que les haya gustado. Como ya dije antes, ahora que iniciaron mis clases en la U, no podré publicar capítulos de forma continua, así que les pido paciencia, gracias por sus comentarios y cualquier crítica.