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Parallel Stories

by SrAtomo

Chapter 35: 1x17 - Manehattan - Parte 2

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Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

Este es un fanfic de fan para fans.

Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

-Daniel Campos Fernández – Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

-LloydZelos, Volgrand y Unade – Revisión.

+Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.


Tags: [Adventure/Aventura] – [Comedy/Comedia] – [Dark/Oscuro] – [Random] – [Sad/Triste] – [Slice Of Life/Vida Cotidiana] – [Other/Otros]


Aviso muy importante: Este capítulo, el cual está dividido en varias partes, siendo ésta una de ellas, tiene palabras malsonantes y varias escenas de sexo explícito. Si eres menor de edad, ten mucho cuidado al leer. Cuando vaya a tener lugar una escena de esa índole, avisaré convenientemente. Prefiero hacer esto, y aludir al buen hacer y madurez de cada uno, que no poner este fanfic en "M", pues mucha gente se perdería otros capítulos más suaves y acordes a su edad. Por favor, respetemos todos esta alternativa.

Las escenas clop serán al principio de la parte 3. En esta parte hay lenguaje fuerte hacia el final (la conversación que escucha Imaginary).


MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x17

Manehattan

Parte 2

Poco a poco, el tren frenó, hasta parar en la estación ferroviaria de Manehattan. Entre la ingente cantidad de ponis que bajaron de los vagones se encontraban también Magic Sales y las hermanas Numbers, Reale e Imaginary. Las tres tenían un aspecto mucho más aseado que cuando, hacía ya dos semanas, subieron al tren en esa misma estación, con destino a Fillydelphia.

—Dímelo de nuevo... —la tendero sonreía de oreja a oreja—. ¿A qué hemos venido aquí?

Reale, con un gesto mohíno, la miró de mala gana.

—Porque, por lo visto, mi hermana tenía razón, y el imbécil de Disarming Smile se bajó aquí, después de todo... —exclamó la mayor de las gemelas.

—¿Ves como debes confiar más en ella? —impartió Magic, contagiando la sonrisa que expresaba a la pequeña de las hermanas Numbers, la cual mostró una ligera mueca de satisfacción.

—El caso es que... —cortó Reale—, ¿cómo lo diría...? Tamaño de Fillydelphia... —levantó los cascos delanteros hasta situarlas frente a su cabeza, mientras miraba a la morada unicornio, y los estrechó hasta dejarlas a una pequeña distancia entre sí—. Tamaño de Manehattan... —entonces separó las patas al máximo.

—Vamos, vamos... —alegó Imaginary, en un alarde de valentía—. No hay tanta diferencia de tamaño. Además, Disarming es hotelero, por lo que seguramente haya encontrado un trabajo en ese entorno. Y eso reduce nuestro ámbito de búsqueda a hoteles y hostales...

—Manehattan es conocida como "La ciudad del millón de hoteles"... —espetó su hermana mayor, mirándola fijamente—. Esta ciudad no tiene este nombre por capricho —dejó escapar un bufido—. Vamos a estar otras dos semanas aquí haciendo el imbécil, mientras buscamos a ese imbécil...

—Conozco muy bien a Disarming —comentó Magic—, y sé cómo piensa. A él no le interesan los hostales de baja categoría, sino que irá a por los mejores hoteles que haya en esta ciudad, aunque tenga que empezar por el escalón más bajo. De esa forma, se asegurará de que, mediante el trabajo bien hecho, escalará posiciones y terminará convirtiéndose en uno de los hoteleros más influyentes de Manehattan.

Pero Imaginary había sido más rápida que la tendero, pues estaba pidiéndole al vendedor de billetes de la estación un folleto sobre los hoteles más emblemáticos de la ciudad. Éste, con una gran sonrisa, en parte para calmar la timidez de la verdosa yegua, le señaló un expositor al lado del mostrador.

Con un folleto en concreto, la pequeña de las hermanas Numbers llegó a la altura de las otras dos y, con una tímida sonrisa, les pasó el tríptico.

—¿Ves? —preguntó Magic con sorna—. Eso es lo que deberíamos haber hecho nada más bajar en Fillydelphia. Así nos habríamos ahorrado dos semanas de infructuosa búsqueda.

De mala gana, Reale le quitó el folleto a su hermana y lo observó en silencio. En cuestión de segundos, descartó la mayoría, quedándose únicamente con dos posibles destinos.

—Tenemos dos hoteles que pueden ser idóneos —explicó la mayor de las hermanas Numbers—: "Paradise of Manehattan", que es el más lujoso y caro de la ciudad; y "Great Celestia", que es casi tan ostentoso que el anterior, pero a mitad de precio que el anterior.

—Si yo fuese Disarming —comentó Magic—, seguramente habría elegido el segundo hotel.

—Yo escogería por la última opción... —musitó Imaginary.

—Sí, yo también tengo ese pálpito —añadió Reale, cortando e ignorando las palabras de su hermana—. Además, me he dado cuenta de otra cosa... En esta ciudad, lo que nos ha hecho marcar la diferencia con respecto a los demás han sido lugares con una característica en común...

—¿A qué te refieres? —inquirió la tendero.

—A los nombres —contestó la verdosa poni—. El casino que casi desplumo se llamaba "Grand Casino", el banco en el que ingresamos el dinero tenía por nombre "Golden Coins", y el segundo hotel de la lista, que es el que más probabilidades tiene de que haya sido el elegido por Disarming para trabajar, es "Great Celestia".

—No lo veo... —replicó Magic, extrañada.

Reale resopló, incapaz de comprender cómo esa morada unicornio no podía percibir algo tan sumamente básico.

—Las iniciales... —dijo.

—¡Claro! —exclamó la tendero, después de hacer un breve cálculo mental—. ¡Todas son "G. C.", como Gentle Colors!

—¡Exacto! —comentó la mayor de las gemelas, cogiendo un azucarillo de una pequeña cesta de muestras que estaba en el mostrador del vendedor de billetes y poniéndoselo en la boca a Magic.

—¡Eh, que no soy una potrilla! —ésta se quejó, contrariada, para después mordisquear el dulce manjar mientras miraba con los ojos entrecerrados a la verdosa yegua de tierra.

—¿Qué dirección...? —empezó a murmurar Imaginary, pero su hermana mayor, que era la que tenía el tríptico, ya estaba trotando hacia la salida.

Con un suspiro por su parte, tanto ella como Magic trotaron detrás de Reale.


Disarming volvió a resoplar. Esa chaqueta roja le agobiaba, e incluso le ahogaba, pero era un requisito indispensable de su función como botones. Aunque también atribuía la incomodidad de la prenda a no estar acostumbrado a ella, pues esa misma mañana le habían ascendido, y había terminado recalando bajo la gran carpa de salida, con la tarea de recibir a los nuevos clientes.

La entrada del hotel, compuesta por una gran puerta giratoria, empezó a rodar, lo que llamó la atención del amarillento semental. Del interior del edificio salieron dos yeguas. La primera, completamente emperifollada, caminaba con gesto orgulloso. La segunda, sin embargo, estaba algo más apagada, pues miraba constantemente hacia el suelo con un gesto de evidente preocupación, aunque tal contemplación no reflejaba el motivo de tal sentimiento, dejando en el aire la duda de si el origen de ello había sido una discusión recibida por parte de la poni que la precedía o si directamente esa sumisión ante la yegua madura era la forma de ser que la potranca poseía.

El semental observó fugazmente tanto el porte engreído de la primera, como el triste de la segunda. Entonces se fijó de forma más concienzuda en el aspecto de ambas. La primera era una poni de tierra, de pelaje rosado y crines y cola morado, con peinados rebuscados y apelmazados hasta la saciedad (al menos la crin), y con una diadema simple pero hermosa ordenando sus mechones. Su Cutie Mark eran tres botones, siendo el primero amarillo, el segundo morado, y el tercero azulado, que hacían juego con sus ojos de color café. Con respecto a la segunda yegua, también de tierra, su pelaje gris ambarino remarcaba la tristeza de sus ojos cian claro, quienes a su vez hacían juego con sus crines cian grisáceo, aderezada con una franja gris claro. Asimismo, portaba un cuello de marinero lavanda de bordes blancos, del que salía una corbata escarlata, colores que no eran casuales, pues concordaban con los de su Cutie Mark: un sombrero de ala ancha del que salía, por su parte izquierda, una pluma decorativa. Por detrás de la cabeza de la poni, y ajustando la crin, una pinza de melena de tres colores terminaba de decorar el hermoso pero decaído conjunto.

—¡Que tenga un buen día, señorita Suri Polomare! —exclamó presto Disarming, inclinándose ante su paso. La respuesta de ésta fue un bufido de satisfacción—. ¡Y usted también, señorita...!

Pero ninguna de las dos damas le prestó atención alguna, pues se estaban alejando a toda prisa del lugar, para dirigirse directamente hacia un taxi que esperaba clientela unos metros más abajo, en la misma acera. Al levantar la vista, Disarming observó a otra damisela aproximándose a la entrada del hotel. Ésta era una unicornio de pelaje azulado, con una gran crin de un azul aún más oscuro, y con una ligera franja de un tono cerúleo más suave, que hacía juego con sus ojos. Dicha crin estaba trenzada y ajustada con un pequeño broche plateado, color que concordaba con el de un gran collar que reposaba sobre el cuello de la hermosa yegua. Su cola, libre de toda atadura, se movía siguiendo la estela de sus movimientos, los cuales eran cuidadosamente pensados pero a la vez rabiosamente naturales. Pero su mayor peculiaridad era, sin duda, sus cascos descubiertos, pues la mata de pelaje natural acababa ligeramente por encima de éstos.

—¿Qué tal su paseo matutino, Señorita Anponie? —preguntó Disarming, cuando la preciosa joven pasó a su vera.

La damisela paró su avance y, retrocediendo hasta quedar a la altura del semental, el cuál seguía inclinado, le miró fijamente.

—¿¡Cuántas veces he de decírtelo!? —preguntó, con un tono de hastío en su voz—. ¡Es "Anpoine", no "Anponie"! ¡Anpoine Fryzjer! ¡Arg! —soltó, desesperada—. ¡Ya me lo decía mi hermano: "Solo serás famosa cuando hasta el recibidor del hotel sepa tu nombre"...! ¡Y qué razón tenía...! —se lamentó, moviéndose de nuevo hacia el hotel.

Disarming se lamentó por el estúpido error que había cometido, pero lo hizo aún más cuando, al incorporarse, vio a Magic Sales y a las hermanas Numbers, Reale e Imaginary, que le miraban con cara de pocos amigos. La primera se acercó hacia él y, con gesto autoritario, le preguntó:

—La asistente de esa tal Suri Polomare... ¿Cómo se llama?

El semental pensó durante un instante, extrañado por la pregunta de la tendero, cuando lo normal sería que hubiese arremetido en una discusión sobre su forma precipitada y cobarde de salir de Northwest Mines Town.

—Cre... Creo que se llama Cucu Tonnel, o algo así...

—¿¡O algo así!? —exclamó la morada yegua, entrecerrando los ojos—. ¿¡Y la otra yegua!? ¿¡"Anponie" en vez de Anpoine!? —en ese momento, con su casco, golpeó ligeramente la parte superior de la cabeza de Disarming—. ¿¡Hola!? ¿¡Hay alguien ahí!?

El amarillento poni de tierra emitió un sordo quejido, mientras apartaba la pata de la tendero.

+¿¡Qué hocicos ha ocurrido con el Disarming Smile que conocía perfectamente a todos y a cada uno sus clientes!? —siguió comentando la morada unicornio—. No sé qué te ha pasado, pero tienes la memoria de una gallina...

—¿Me estás llamando gallina? —el gesto del hotelero se torció.

—¡No, estoy diciendo que has cambiado...! —contestó Magic, de mala manera—. ¡Y, aunque parezca imposible, lo has hecho a peor!

—Tiene razón —intervino Reale—. Llevamos dos semanas buscándote.

—Nadie os pidió que lo hicieseis... —reclamó el semental.

—Wise lo hizo —respondió la mayor de las hermanas Numbers.

—¿Se puede saber por qué te has ido? —inquirió Magic.

—Lo sabes muy bien... —contestó Disarming—. Estoy harto de que todos me insultéis y me tratéis como si fuese un trapo viejo.

—¿A... Acaso nosotras lo hemos hecho? —balbuceó Imaginary, entrando en la conversación.

El amarillento poni de tierra torció de nuevo el gesto, aunque esta vez no por irritación, sino por el producto de un enfrentamiento interno. Por una parte, quería dejar claro lo que necesitaba decir, pero por otra no deseaba hacer daño a la pequeña de las gemelas.

—Tú no... —dijo al final, con una media sonrisa en su rostro, mirando a Imaginary—. Tú no has hecho nada... —entonces volvió a poner una cara adusta—, pero ellas sí —señaló tanto a Reale como, sobre todo, a Magic—. Ellas me han golpeado e insultado sin venir a cuento.

—Eres un quejica y un infantil —espetó la tendero—. Ya lo fuiste en la reunión del Consejo, y lo eres ahora.

—¡Eso no es cierto! —gritó Disarming.

—¿Entonces, por qué te fuiste de Northwest Mines Town? —preguntó la morada unicornio.

—Lo sabes muy bien —respondió el amarillento poni, entre dientes—. Al exponer que el hotel se estaba cayendo a pedazos otra vez, y pedir una ayuda para volverlo a restaurar, Gentle se puso como un basilisco, arremetiendo una y otra vez contra mí. Yo nunca suelo pedir nada y, sin embargo, aporto mucho al pueblo...

—Normal que se enfadase… —comentó Magic, algo más calmada—. ¿No oíste el punto anterior?

—No... —expresó el hotelero—. Estaba muy ocupado analizando cada palabra que debía decir para convenceros.

—¡Ahora lo comprendo todo! —exclamó la yegua de mediana edad, con una ligera sonrisa—. ¡El punto anterior trató sobre el escaso presupuesto del que disponemos, después de la estatua y la reinauguración de Cirrus Merlon! Estamos literalmente en números rojos... por lo que tu petición de restauración fue completamente desafortunada, como echar sal sobre una herida.

—¡Pero estaba en la lista de puntos del día! —se quejó Disarming—. ¡Alguien podría haberme dicho que no sería correcto exponerlo!

—Déjalo —le susurró Reale a Magic—, a pesar de que está entrando en razón, no va a querer venir con nosotras, al menos por el momento.

Entonces, situándose entre la tendero y el amarillento semental, miró hacia el edificio que tenía delante.

+Creo que lo mejor es que nos quedemos unos cuantos días en este hotel —comentó—. Se ve... "adecuado" para nosotras.

—¡Por supuesto que es adecuada para nosotras! —espetó Magic, haciendo además de querer entrar.

Disarming miró al trío, con cara de circunstancias.

—Debo decir que, desgraciadamente, este hotel está "ligeramente" por encima de vuestras posibilidades —dijo.

—¿Seguro? —contestó irónicamente Reale—. Da la casualidad que, antes de seguir nuestro viaje hacia Fillydelphia, que por cierto, te hemos estado buscando allí durante varios días, hicimos un receso aquí, para visitar un casino de las afueras...

—¡Entonces fuisteis vosotras! —exclamó el hotelero, señalándolas con el casco. Rápidamente se rehízo y, tosiendo, continuó hablando—. La semana pasada hubo un rumor que se extendió rápidamente. Tres féminas habían conseguido el premio acumulado del "Grand Casino", y desaparecieron tan pronto y misteriosamente como habían aparecido... Me alegra saber que vuestra búsqueda os haya proporcionado ese inesperado golpe de suerte.

Pero ninguna de las tres yeguas le estaba escuchando, pues acometían con decisión firme la puerta giratoria, mientras admiraban los relieves de la fachada, así como de la pareja de estatuas de dos yeguas que sobresalían de los laterales de la entrada, disimulando que en realidad eran dos columnas. Dichas estatuas representaban a la Princesa Celestia en toda su majestuosidad, ambas en idéntica postura, la cual solo podía deberse a la posición que la monarca ofrecía al pueblo de Equestria en la Summer Sun Celebration, cuando se alzaba y se interponía entre el sol y la tierra.

Si el interior del hotel era tan espléndido y hermoso como el frontal, definitivamente el lugar sería adecuado para las tres damas.


Como si hubiesen nacido y criado en las más altas esferas, al poco tiempo las tres yeguas se sumieron, sin resistencia alguna, al lujo y a las comodidades que el hotel les podía ofrecer. Al principio, habían instado a Disarming a abandonar ese trabajo pero, al transcurrir un par de días, se olvidaron incluso de la existencia del amarillento semental; situación que se rompía de tarde en tarde, cuando alguna de las tres féminas se cruzaba con él en algún pasillo.

De las tres, la que más predispuesta estaba a conversar con el otrora hotelero era Imaginary, aunque su timidez le impedía articular palabra alguna cuando se encontraban. Únicamente exhibía una triste mirada, producto sin duda anhelante de una vida más sencilla que, a pesar de que solo habían transcurrido tres semanas desde que había tenido lugar el cambio de status, a ella le parecía algo tan lejano que podría definirse como de una existencia ajena a la suya. Su hermana gemela, Reale, se había acomodado rápidamente a ese nuevo nivel, desdeñando desde el principio volver a un pueblo que no le ofrecía más que unas pocas cosas básicas. Sin embargo, Magic se situó en un punto intermedio, disfrutando de las excelencias del hotel, pero cuidando de no alejarse demasiado de sus raíces.

Esa calurosa mañana las tres estaban aposentadas en los lujosos sillones del salón común del hotel, hablando con una simpática yegua llamada Anpoine, mientras reposaban el desayuno.

—¡Así que ese aparato es un teléfono! —exclamó Magic, totalmente sorprendida.

—¡Por supuesto! —respondió Anpoine, de forma jocosa—. Como vosotras os alojáis en la parte antigua del hotel, no os han puesto el cartel con las instrucciones...

—¿Y... Y para qué sirve? —balbuceó Imaginary, con un gran gesto de decisión en sus palabras.

—Según las explicaciones, para hablar con recepción —respondió la joven unicornio.

—¿Y para qué queremos hablar con recepción? —inquirió Reale—. ¿Por si nos sentimos solas?

—¡Jajajá! —la risa de Anpoine fue muy cálida—. Imaginaos que os resbaláis en la ducha, o se os rompe la cama, o vuestro acompañante se atraganta con la comida, o tiene lugar cualquier otro percance que se os pueda ocurrir. En vez de bajar a recepción, con una pata rota o alterados por incapacidad, es mejor y más rápido utilizar el teléfono interno para avisarles. Como veis, on todo comodidades con ese aparato.

—Pues menos mal —exclamó Reale—, porque no veas el susto que se metió mi hermana —la señaló— cuando cogió el pequeño saliente y se lo acercó a la cara. Decía que había ponis pequeñitos ahí dentro, y que le hablaban...

—No tiene gracia —intervino Magic—. ¿Cómo se podía imaginar para qué servía, si nunca ha visto uno? Además, que yo recuerde, tú tampoco querías acercarte, diciendo que seguramente era un invento de Nightmare Moon, ideado para doblegarnos a todos, y cumplir así sus órdenes.

—¡Jajajá! —volvió a reír Anpoine, mientras la mayor de las hermanas Numbers miraba hacia la tendero con gesto enfurruñado—. No os preocupéis, creo que aquí todos hemos actuado de forma extraña la primera vez que hemos visto el teléfono interno. Es un aparato que creo solo tiene este hotel, y lo han traído de no sé qué país extranjero. Pero una vez descubierto su uso, resulta ser algo muy útil, y creo que debería implantarse rápidamente por todos lados... Así podría hablar con mi hermano cada día, pues él vive en Detrot, y no podemos más que cartearnos, con lo lento que es eso...

Hubo un pequeño silencio incómodo, que cortó Magic.

—¡Uy! —exclamó—. ¡Qué descortés por nuestra parte...! ¡Con todo lo ocurrido, se nos ha olvidado presentarnos! —entonces, señalando a las hermanas Numbers, continuó hablando—. Ellas son Reale e Imaginary, dos hermanas gemelas que...

—Somos expertas en matemáticas —cortó Reale—. Mi campo del saber son los números reales, mientras que mi hermana se ocupa de los ficticios números imaginarios.

—Veo que sí que sois hermanas... —contestó la unicornio—. Yo soy Anpoine, una pelu...

—Usted es Anpoine Fryzjer —musitó la tendero, señalando a la sorprendida aludida mientras agachaba la cabeza—, la maravillosa peluquera que ha logrado revolucionar el mundo del peinado en toda Equestria...

La azulada unicornio no pudo hacer más que reír de forma cálida.

—Pues sí, soy la misma que comentas —dijo, sorprendida—, pero no creo que sea tan famosa como dices. Tengo una clientela fiel y contenta, sí, pero no soy más que una yegua de provincias que ha probado suerte en la gran ciudad, siguiendo la línea de un trabajo familiar, aunque introduciendo un toque propio.

—Pero eres toda una eminencia —Magic se repuso un poco—. No hay ninguna peluquera que consiga esos peinados tan hermosos y fáciles de mantener...

—Vamos, vamos... —las mejillas de Anpoine se enrojecieron ligeramente—. Me halagas, querida... Pero, tal como decía mi abuelo, "Mantén siempre tus cascos sobre el suelo, porque si caes en la euforia, la cuesta del éxito se hará más pronunciada, lo que hará que tropieces y ruedes de nuevo hasta la base". Por eso mismo, nunca olvido mi pasado, y condiciono mi presente para que el futuro sea propicio con respecto a mis raíces.

—Vamos, vamos, Magic... —expresó de repente Reale—. ¿Cómo es que tú, siendo una simple tendero, vas a conocer la existencia de una celebridad como ella?

La mirada de las dos unicornios se enfocaron en la yegua que acababa de hablar, cada una con distinta intención: mientras Magic exhibía una mirada asesina, Anpoine mostraba un gesto de evidente asombro.

—¿Es usted una tendero? —preguntó esta última, volviendo a mirarla.

La aludida bajó la mirada, apenada y anhelante. Durante mucho tiempo había deseado codearse con sus ídolos, aquellos a los que admiraba profundamente, y esa yegua que tenía delante era la máxima expresión de sus sueños. Ella era su heroína, y le dolía no solo que no la reconociese (algo que por un momento creyó, a raíz de la gran cantidad que cartas que, como su fan número uno, le escribía constantemente, recibiendo respuesta a los pocos días), sino que empezaba a notar cómo, la hasta ese momento admirada Anpoine, iba a estallar en una carcajada demoledora, para terminar burlándose de ella.

—Lo... Lo soy... —atisbó a decir Magic, sacando fuerzas de flaqueza.

—¡Qué casualidad! —exclamó la peluquera, con una sonrisa—. ¡Precisamente tengo una amiga, con la que me carteo, que le encantan todas y cada una de mis creaciones... y además es tendero, como usted!

—¿En serio...? —Reale miraba alternativamente a cada una de las unicornios, sin poderse creer lo que estaba viendo.

—De hecho —continuó hablando Anpoine—, creo recordar que me comentó hace tiempo que, por curiosidad, se había hecho un peinado especial de mi primera colección sobre Neighpon, pero que más tarde descubrió que no solo le resultaba muy cómodo, sino que era perfecto para su trabajo... Un peinado... como el tuyo.

—Yo... —Magic levantó la mirada, hasta cruzarla con la de su ídolo—, yo soy Magic Sales... M.S. … Mare Shopkeeper...

La peluquera abrió los ojos como platos, así como la boca. Hubo un escaso momento de silencio, roto por un ligero sonido agudo y persistente, que rápidamente se hizo más y más alto, hasta convertirse en un chillido. La yegua que lo había hecho, Anpoine, se levantó lo más rápidamente posible y, sin dar tiempo a ninguna de las demás a reaccionar, se abalanzó sobre Magic Sales y la abrazó.

—¡Me... me alegra muchísimo haberte conocido al fin! —declaró la morada unicornio, manteniendo aún el abrazo, y al borde de las lágrimas—. ¡Has hecho tanto por mí, que no sé cómo agradecértelo...!

—Solo el poder estar aquí, contigo, es mucho más que suficiente... —alegó la tendero, aún con un hilo de voz—. Porque tú también has hecho mucho por mí.

—¿Qué es lo que está ocurriendo? —intervino de nuevo Reale, completamente sorprendida.

—Anpoine es una gran amiga —explicó Magic—, con la que me llevo carteando durante años, cuando ella no era más que una potrilla sin Cutie Mark...

—Aunque, en parte a tus ánimos y lo que me escribías —añadió la peluquera, mirando a la tendero—, poco tardé en encontrar aquello que me apasionaba. Gracias a ti, conseguí mi marca.

—Comprendo... —Reale se llevó un casco a la barbilla—. Por eso tenías tantas ganas de entrar a este hotel...

—Bueno... —Magic esbozó una ligera sonrisa—, es que Anpoine, por motivos de trabajo, siempre está de aquí para allá y nunca he sabido dónde estaba exactamente, por lo que tenía que enviarle las cartas a casa de sus padres, y esperar a que regresara de su última gira para que las pudiese leer. Pero cuando la vi entrar aquí, en este hotel de Manehattan... Ha sido como una señal de la mismísima Princesa Celestia, y no podía hacer otra cosa más que entrar y hospedarme aquí...

—Por... Por eso te molestó tanto que Disarming Smile no supiese bien su nombre... —intervino Imaginary, en un alarde de valentía.

—Exacto... —la tendero sonrió—. Ese tontorrón ha cambiado mucho su forma de ser... Pero creo que ya es hora de retomar ese problema. Él no está a gusto aquí, lo presiento, pero no sé qué podemos hacer para convencerle de que vuelva con nosotras...

—¿Disarming Smile? —preguntó Anpoine—. ¿Así se llama el encargado de recibir a los huéspedes?

—Sí —comentó Reale—, ese es el nombre de ese idiota, del que nos ha obligado a hacer un viaje hasta Fillydelphia y de haber estado muchos días y días buscándole... —entonces paró, y escrutó atentamente a la peluquera. Ésta tenía las mejillas ligeramente encendidas, y una mirada que, aunque la enfocaban directamente, permanecía ligeramente perdida, a la vez que sus ojos titilaban levemente—. ¡No, por favor, no! —la mayor de las hermanas Numbers alzó la voz—. ¡No me fastidies que te gusta! ¡No puedo creerlo, primero mi hermana y ahora tú! ¡Estoy rodeada de estúpidas potrillas enamoradas!

Magic se fijó en su amiga, y se sorprendió de verla de esa forma tan evidentemente acaramelada.

—¿Es cierto eso? —inquirió—. ¿Te gusta Disarming?

—No... no es eso... —intentó disculparse la peluquera—. Simplemente me he fijado en que... es como si fuese un pez fuera del agua. Aunque está intentando adaptarse lo más rápido y mejor posible... y es algo tan... bonito...

—Sí, está enamorada de él —exclamó Reale, mientras miraba hacia Magic. A continuación, cruzó las patas delanteras en un gesto mohíno y siguió hablando—. Loca y estúpidamente enamorada... del ser más tonto y estúpido de Equestria...

—¡Pero deja que se explique! —interrumpió la tendero, mirando de forma inquisitiva a la poni de tierra.

—Gracias. Lo que quería decir —añadió Anpoine—, es que me recuerda a mí en los inicios de mi carrera. Me acuerdo en que yo era un manojo de nervios, incapaz siquiera de articular palabra. Pero debía prosperar para desmarcarme del resto, y decir a todo el mundo "Aquí llega Anpoine Fryzjer, peluquera profesional".

+Él es igual. Intenta por todos los medios sobresalir y dar a conocer su gran potencial. Y eso es algo digno de admiración. Por eso mismo me parece algo muy bonito... aunque debo reconocer que tampoco está nada mal...

—Lo que faltaba... —volvió a espetar Reale—. Hay que procurar que él no se entere. Ya tiene el ego demasiado subido, como para saber que hay una yegua famosa detrás de él y que está loquita por sus huesos...

Pero tanto su hermana Imaginary como Magic sonreían. La primera, porque comprendía lo que era el amor a primera vista (algo que aún sentía con rabia en su interior por ese hercúleo e inolvidable Big Mac), mientras que la segunda agradecía que su gran amiga sintiese algo por un poni que, aunque era bastante fastidioso la mayoría del tiempo, era parte esencial de la vida de Northwest Mines Town.

—Doy mi aprobación a la relación que pueda haber entre tú y Disarming... —dijo la tendero—. Bueno, aunque en realidad no hace falta, eres una yegua adulta y tienes la absoluta potestad de tus acciones.

—Muchas gracias... —susurró la peluquera—, pero no creo que lo que sienta por él sea considerado como amor. Ni siquiera debería tomarse como cariño. Sino como un sentimiento de nostalgia, al ver reflejado mi pasado en él.

—Vaya, parece que vuelves a la normalidad... —dijo Reale, con un tono más tranquilo—. Por un momento me habías asustado... ¿Quién va a enamorarse de un estúpido patán como ese?

—Por favor, hermana... —comentó Imaginary—, para ya... Me estás recordando a Gentle...

—¿¡Yo!? —preguntó horrorizada la mayor de las gemelas Numbers—. ¿¡Parecerme a... "esa"!? —entonces torció el morro, en un evidente gesto de profundo desagrado.

—¿Quién es... ? —empezó a inquirir Anpoine. Entonces, mirando de soslayo a Magic, continuó hablando—. ¡Ah! ¿¡Es esa yegua de dos colores que mencionabas en algunas cartas!? Sí, la que tiene esa historia tan triste... Es una pena, la verdad... —y, poniendo sus ojos sobre Reale, espetó—. ¡No deberías insultar a los ponis que lo han pasado tan mal!

—¡Cómo se nota que no la tienes que aguantar cada día! —espetó Reale, mirando con furia a la peluquera—. ¡Solo reflejo la verdad, que ella es... es la criatura más horrible que existe!

La mirada que la peluquera le dedicó fue cada vez más penetrante, al igual que la respuesta que recibió por parte de la mayor de las gemelas Numbers, llegando a convertirse ambas miradas en un combate igualado.

—Por favor... —sonó una ligera voz—, no os peleéis, os lo suplico...

Las dos yeguas giraron sus cabezas hacia el origen del sonido, que no había sido otra que Imaginary, quien tenía los ojos llorosos.

—Yo también os lo pido —intervino Magic—. Aparte de que estamos dando un espectáculo, no me apetece que dos buenas yeguas se peleen, y menos por una estupidez.

—A mí no me parece que insultar a una poni que tiene un problema sea una estupidez —exclamó Anpoine, mirando alternativamente a la matemático y a la tendero.

—Créeme —respondió la morada unicornio—, Gentle ha superado ampliamente sus problemas. Así que mejor deberíamos centrarnos de nuevo en Disarming Smile...

—Y en cómo estás tan perdidamente enamorada de él —añadió Reale, enfurruñada.

—Como bien he dicho antes, no es que esté enamorada de él... —fue la respuesta de la peluquera—. Solo que me interesa por lo que es...

—Vamos, que estás colada por él, no mientas... —continuó diciendo la verdosa yegua.

—Mira, "guapita"... —exclamó Anpoine—. Como bien decía mi difunta abuela, "Si al llegar a un lugar hay un semental, da un golpe al suelo para advertirle de tu presencia. Da dos golpes al suelo para alejarle. Y da tres golpes para atraerle". Esa serie de pateos, según comentaba ella, provoca una respuesta inmediata en cualquier semental, que actuará por instinto, haciendo caso a cada una de las opciones. ¿Has entendido? Pues lo que yo siento por él sería para dar un solo golpe en el suelo.

—Como quieras... —espetó Reale, sin mucho convencimiento—, pero a mí no me la pegas tan fácilmen...

Entonces calló al instante, al mismo tiempo que las demás se pusieron instintivamente en alerta. De hecho, todas descubrieron, con un halo de patente inquietud, que todas las conversaciones, que hasta ese momento se habían mantenido en el resto de mesas de descanso, se habían suprimido, hasta hacer que el silencio más absoluto se apoderase del lugar.

La puerta de acceso se abrió, y una pareja, formada por una yegua y un semental, entró a la sala de descanso, dejando que el portón se cerrase, con un golpe seco, por detrás de ellos.

Ella estaba ataviada con un extraño vestido, del que, sobre el lomo, una pequeña tira de tela descansaba en su cuello, definiéndose por debajo del pecho como un chaleco, mientras que más abajo, sobre sus cuartos traseros, un pequeño pantalón corto se medio tapaba bajo un sugerente corpiño y, bajo dicho calzón, salían unos ligueros que sujetaban una medias negras colocadas sobre las patas traseras. Sobre la cabeza de la poni descansaba un bombín, cuya ala tenía sendos cortes para las orejas. Y, por último, sus labios estaban fuertemente pintados de un vivo carmín, mientras que sus ojos sujetaban unas imposibles pestañas postizas.

El semental, sin embargo, apenas vestía un chaqué negro y su crin estaba completamente engominada, en un simple pero cuidado peinado hacia atrás.

Sin embargo, el color blanquecino de la yegua contrastaba completamente con el pelaje oscuro del poni.

Éste último hizo una panorámica del lugar, mirando hacia los presentes, hasta que centró sus ojos en el empleado que, hasta ese momento, había estado colocando unos papeles de publicidad en diversas partes bajo el mostrador. Entonces, con paso ávido e impasible, se dirigió directamente hacia él.

—¡Quiero un desayuno en mi habitación! —espetó—. ¡Lo más caro que tengas! ¡Habitación trescientos trece! ¡YA!

El trabajador, incapaz de comprender por qué había recibido una orden de esa índole, levantó una ceja y comentó:

—Para esos asuntos, les recomendaría usar el teléfono interno. Es algo más privado...

Pero al momento dejó de hablar, pues un casco sobresalía por debajo de su chaqueta. Dicha extremidad pertenecía al semental que estaba delante de él, quien, con su otra extremidad, estaba a punto de golpearle.

—¡Maldita sea, Emcee! —declaró entre dientes la yegua, poniéndose a su lado—. ¡No montes otra escenita, por favor!

—¡Yo hago y digo lo que me da la gana, Lizza! —espetó el aludido, mirando a su acompañante, mientras dejaba caer de mala gana al empleado hasta que éste tropezó con el suelo.

—Le ruego que nos disculpe —la poni se dirigió directamente hacia el trabajador, ignorando el comentario que su acompañante acababa de hacer—. Se irrita demasiado cuando las cosas no le salen bien...

El trabajador miró alternativamente a uno y a otro, hasta que, arreglándose su indumentaria, asintió, dando por zanjado el importunado asunto.

+Pero precisamos de esa comida en nuestra habitación —continuó explicando la damisela—, así que no lo olvide. No me gustaría tener que culparle de un retraso en nuestra "reunión de trabajo"...

El empleado volvió a tragar saliva, intuyendo que la indirecta que acababa de proporcionarle esa yegua seguramente tendría consecuencias mucho peores que unos meros golpes en el rostro.

Entonces, con un gesto malhumorado por parte de él, y una sonrisa de suficiencia por parte de ella, ambos se dirigieron parsimoniosamente hacia la misma puerta por donde habían entrado momentos antes, no sin antes pavonearse con sus andares por el camino, abandonando finalmente la estancia ante el mismo silencio con la que habían entrado.

Después de unos minutos de tensa calma, los presentes empezaron a relajarse. En ese momento, Anpoine miró hacia las otras tres yeguas, con gesto preocupado.

—Hay algo que no me cuadra... —exclamó.

—¿El qué exactamente? —preguntó Reale, con un gran tono de ironía—. ¿Los modales de esos dos? ¿Su prepotencia? ¿El hecho de que han estado a punto de provocar una pelea?

—Más bien su aspecto... —respondió la azulada unicornio—. Alguna vez he trabajado con Lizza Ponielly, pero debo decir que, aunque hace tiempo que no trato con ella, me parece excesivamente extraño el comportamiento que ha tenido ahora. Es como si no fuese ella. La Lizza que yo recuerdo era bastante dulce y serena, incapaz de lanzar una ordalía de tal magnitud, y menos aún con palabras acompañadas de tal veneno ponzoñoso.

—Bueno, es hora de que nos preparemos para dar un paseo matutino por la ciudad —expresó Magic—. Hace un tiempo magnífico, y sería un sacrilegio desaprovechar tal regalo de la naturaleza...

—Sí, aquí los pegasos trabajan con una eficiencia envidiable —dijo Anpoine, haciendo aparecer una sonrisa en su boca.

Todas procedieron a levantarse de sus respectivos asientos, pero Imaginary reculó hacia un lado y, con un último esfuerzo, logró volver a recostarse en el sillón.

—¿Te ocurre algo, cariño? —preguntó la peluquera quien, al estar enfrente de ella, había sido la primera en percatarse de lo ocurrido.

Magic volteó la cabeza para mirar a la menor de las gemelas Numbers, algo que también hizo su hermana mayor, aunque ésta lo hizo más lentamente.

—No... —musitó Imaginary—, no pasa nada... Solo ha sido un ligero mareo...

—Lo mejor será cancelar el paseo matinal —determinó Magic, mirando a la peluquera con un gesto que buscaba comprensión—. Deberíamos cuidar de que su situación —señaló disimuladamente hacia la menor de las gemelas— no pase a mayores.

—¡NO! —espetó Reale, haciendo que incluso los ocupantes de mesas adyacentes girasen su cabeza hacia ella—. Lo único que necesita es descansar, nada más... —dijo, mostrando un tono más suave.

—¡Qué fácil es para ti decirlo! —comentó la tendero, irritada—. ¡Cómo se nota que no eres tú quien ha sufrido el mareo!

—Ya le ha pasado más veces —dijo la mayor de las hermanas Numbers—, y he comprobado que la mejor solución es que duerma un rato, a solas, sin nadie más que la moleste... Sin duda, la culpa de su situación ha sido la escenita que han hecho esos dos imbéciles.

—Creo que deberíais hacer lo que ella ha dicho —replicó Anpoine, señalando a Magic y mirando a Reale—, aunque eso implique que no os podré enseñar la ciudad...

—¿Por qué? —preguntó esta última, mirando fijamente a la peluquera—. Mi hermana puede quedarse en la habitación y, cuando se sienta mejor, pedir algo de comida usando... "ese aparato" —entonces gesticuló, remarcando con sus cascos la forma del terminal de teléfono.

—Es... Estaré bien —balbuceó Imaginary—. Vosotras podéis iros.

La mirada triunfal de la mayor de las gemelas se hizo en ese momento patente.

—Como quieras... —Magic miró alternativamente a las dos hermanas, dedicando a Imaginary un gesto maternal, mientras que a Reale le mostró una de furia contenida—. Pero permíteme que te acompañe a la habitación... Se te ve mala cara...


Cuando Imaginary despertó, miró al techo. Tenía las patas delanteras cruzadas sobre su pecho, así que deslizó su extremidad delantera derecha hacia atrás, para terminar tocando un objeto blando pero acogedor. Volteó su cabeza hacia el mismo lado, para observar mejor el lugar donde estaba. Se encontraba echada sobre la cama, de tal forma que su espalda descansaba sobre el colchón. Fijándose hacia un punto más lejano de la habitación, hizo una panorámica por toda la sala.

Entonces descubrió que estaba sola.

No podía creérselo. Tanto su hermana como Magic se habían ido, dejándola a ella sin compañía. ¿Y si le ocurría algo?

Seguramente Magic hubiese preferido permanecer a su lado todo el rato, pero sin duda se había sentido arrastrada por Reale. Imaginary apretó los dientes. Estaba harta de sufrir el enésimo desplante por parte de su hermana. No sabía qué mosca le había picado para tratarla así, pero el vaso estaba empezando a desbordarse.

Intentó elucubrar una forma válida de devolverle la jugada, pero esas voces que empezaba a escuchar no la hacían pensar con claridad. Eran una voz masculina y una femenina, que parecían estar en plena discusión. Imaginary estiró el cuello, hasta mirar la pared que estaba por detrás de la cabecera de la cama, y lo comprendió todo. Los vecinos de la habitación de al lado estaban peleando, por lo que optó por respirar tranquila y escucharles. Quizás así tuviese una ligera idea de qué hacer para vengarse de Reale, cuando la pareja decidiese lanzarse los trastos.

—¡No sé ni cómo he podido aguantar hasta ahora! —gritó la voz masculina.

—¡Debería ser yo la que debería estar diciendo eso! —replicó la voz femenina—. ¡Eres la cosa más inútil que he podido echarme a la cara!

—¡Habló la putita del jefe! —contestó de nuevo el semental.

Hubo un pequeño silencio, seguido de un sonido característico. Una bofetada había impactado sobre el rostro de alguien. Seguramente la autora había sido la yegua, y la víctima el semental.

—¡No te consiento, ni por un momento, que me insultes! —declaró ésta.

—¡Has empezado tú, llamándome inútil!

—¡Perdona, pero yo no te he insultado, solo te he descrito! —la voz de la yegua pareció calmarse ligeramente—. ¡Además, yo fui la que ideó este plan de suplantar a Lizza Ponyelli y a Emcee, aprovechando que ellos están de gira por el Imperio Grifo! ¿¡Me oyes!? ¡Fui yo! ¡Ni tú, ni el jefe, sino yo!

—¿¡Y!? —el semental espetó, con un evidente gesto sonriente.

—¡Pues que yo soy algo más que un coño con patas! —respondió la voz femenina—. ¡Tengo cerebro, ¿sabes?! ¡Además, tú no eres más que un haragán imbécil! ¡Me importa una mierda que seas el casco derecho del jefe, nunca jamás probarás mi dulce néctar!

—¿¡Dulce néctar!? —inquirió el poni, imprimiendo un tono aún más incisivo a sus palabras que antes—. ¡Más bien 'ácido hedor'! ¡Al contrario que tú, yo he empezado desde abajo, y me he hecho hueco en la cumbre por mis propios méritos! ¡Tú solo tienes una cara bonita y unas caderas sugerentes! ¡Tu supuesta inteligencia es porque a ti el jefe te hace más caso, nada más!

—¿¡Ah, sí!? —la yegua estaba realmente furiosa—. ¡Pues mira y aprende! —hubo un momento de silencio, roto por los pasos ligeros de ella—. ¡Cambio de planes! ¡A partir de ahora ya no iremos a por esas tres que han conseguido el premio gordo del casino!

—¿¡Qué!? —el semental se extrañó.

—¡Desde este momento tenemos un nuevo objetivo! —contestó la voz femenina—. ¡Seguramente tú no te habrás dado cuenta, porque tienes un trozo de adobe por cabeza, pero en la escenita de abajo, no he podido evitar fijarme en que ahora mismo se aloja en este hotel Suri Polomare!

—¿¡Quién!? —volvió a extrañarse el poni.

En ese momento se escuchó una fuerte palmada.

—¡Suri Polomare! ¿¡En serio no sabes quién es!? —la yegua inquirió, con un evidente tono de incomprensión—. ¿¡La mejor diseñadora-modista de Equestria!? ¡Si le preguntas a cualquier potrillo que aún esté amamantando, te responderá correctamente!

—¡Pues es la primera vez que oigo ese nombre! —expresó el semental.

—¡Por algo aquí la cerebro soy yo! —exclamó la falsa Lizza.

En ese momento bajaron la voz, sin duda para perpetrar el plan en toda su magnitud. Imaginary empezó a incorporarse, con la intención de pegar la oreja a la pared. Desgraciadamente, cuando apenas había comenzado a moverse, un muelle de la cama crujió.

—¿Qué ha sido eso? —inquirió la yegua, prácticamente susurrando.

—No me jodas que hay alguien en la habitación de al lado —respondió el poni—. Voy a asegurarme de que, si ha tenido oído, al menos que no tenga lengua...

Imaginary estaba completamente horrorizada. ¡Iban a ir a por ella! Y seguramente intentarían asegurarse de que ella no hablase, a cualquier medio. Y más aún si reconocía haber escuchado los objetivos que esos dos malhechores tenían en mente.

Esta vez no trató de incorporarse, por miedo a que ese muelle, u otro cualquiera, le delatase. En vez de ello, se arrastró lentamente, pero sin pausa, hasta el borde de la cama, mientras escuchaba cómo la puerta de la habitación de al lado se abría con rapidez, reflejando la furia que el semental poseía en ese momento. Una vez en el costado del colchón, se deslizó hasta caer al suelo, procurando hacer el menor ruido posible, para terminar acurrucándose sobre sí misma, presa del pánico.

En ese momento, el picaporte de la puerta principal de la habitación se movió rápidamente, a juzgar por el acelerado e incesante ruido que se oía. Ruido que retumbó dentro de la cabeza de Imaginary, como si estuviesen martilleando directamente sobre su cráneo.

—¡Sé que estás ahí, ratita! —se escuchó la voz del semental, que estaba por detrás de la entrada—. ¡Venga, enseña la patita!

—¿Qué haces? —esta vez fue la voz femenina la que habló, mientras la puerta de la habitación de al lado se cerraba—. ¿No ves que no hay nadie? Además, vas a alertar a toda la planta...

—¿Y qué sugieres? —preguntó el poni—. Más te vale que no haya nadie, o estaremos en un buen lío…

—Esta parte del hotel es vieja —respondió la falsa Lizza—. Es normal que se produzcan ruidos raros. De todas formas, recuerda que hemos empezado a 'conversar' cuando las tres imbéciles éstas se han marchado. ¿O acaso tú no has escuchado la discusión que tenían dos de ellas?

—Entonces tú lo has dicho… —dijo el semental—. Si hemos escuchado a dos de ellas, la tercera está sin duda aquí dentro… ¡Abre, maldita zorra! —exclamó, esta vez golpeando la puerta.

—Definitivamente, eres retrasado… —replicó la voz femenina—. La tercera es muy tímida. Y, si alguien tímido normalmente está callado, más lo estará si hay una bronca a su lado. Lo más seguro es que fuese por delante de las otras, intentando alejarse de la situación.

—¿Entonces me aseguras de que aquí no hay nadie? —inquirió el poni.

—Lo que te puedo asegurar es que me has cortado las ganas de desayunar en la habitación —fue la respuesta de la yegua—. Venga, vamos a dar un paseo, y de paso vamos a informar a la banda sobre el nuevo objetivo de la misión.

Con el silencio del falso Emcee y una escueta risa por parte de la falsa Lizza, los dos se fueron alejando de la puerta, a juzgar por el sonido de sus pasos, primero por el pasillo y, a continuación, por las escaleras.

En ningún momento, desde que se dejó caer al suelo, Imaginary se movió. Únicamente tiritaba de puro terror.


—¿¡Qué!? —Magic no podía creérselo. En ese momento miró directamente hacia Reale, con un evidente gesto furioso—. ¡Me prometiste que iba a estar segura y tranquila aquí!

—¡Claro, y para fastidiar a mi hermana hasta el punto de casi provocarle un infarto, le he dicho a esos dos malnacidos que la amenacen! —se defendió la aludida.

Imaginary, que ahora reposaba nuevamente sobre la cama, estaba más tranquila, sobre todo después de contarle absolutamente todo lo ocurrido a sus dos compañeras de habitación. Entonces volteó su mirada hasta Reale, a la que sonrió. Y lo mismo hizo con la tendero, que le respondió con otra sonrisa.

—De todas formas —siguió diciendo la mayor de las gemelas Numbers—, tenemos que hacer algo… Nadie amenaza a mi hermana, y sale de rositas…

—¿Y qué sugieres? —inquirió Magic—. Te recuerdo que ellos son parte de una banda, y nosotras solo somos tres…

—Ahí te equivocas… —declaró Reale—. No somos tres, sino cuatro… y uno de nosotros está muy bien situado dentro de la estructura de empleados del hotel, algo que podría ser indispensable…

—¿Te estás refiriendo a Disarming? —preguntó de nuevo Magic—. ¿Qué puede hacer él, si está en el escalafón más bajo?

En ese momento unos pasos resonó por toda la planta. Unos pasos que provenían de la escalera y, pasando por delante de la habitación, pararon en la puerta de la residencia de al lado y una puerta se abrió. Los dos malhechores acababan de volver.

—¿Qué vas a hacer, Reale? —esta vez la voz de Magic fue apenas un susurro.

—Tengo un plan… —respondió ésta, murmurando—. Un plan que no puede fallar.

Entonces se acercó a la mesilla situada en la esquina, donde reposaba el aparato que Anpoine había llamado 'teléfono' y, cogiendo de forma decidida el auricular, exclamó en alto:

—Con recepción, por favor…

CONTINUARÁ


Bien, para compensar el excesivo tiempo transcurrido entre el capítulo 1x16 y la primera parte del capítulo 1x17, os pongo la segunda parte.

Si os acordáis de Griffith (que la mencioné en la parte 1 y San, la grifo, es suya), debéis saber que Anpoine Fryzjer es también creación suya, pero de otra forma. Ella puso ponis para ser adoptados, y me encantó el diseño de esta, a la que "compré", pasando a continuación a crear su historia y siendo un personaje (espero) consistente. Está basado en Antoine Cierplikowski, que es el primer peluquero de alta peluquería. Para que os hagáis una idea, él fue el que inventó el peinado del "Charleston". Y he querido darle un homenaje en este capítulo. Asimismo, no creo que haga falta decir que Lizza Ponielly y Emcee están basados en Liza Minelli y en Emcee, actriz y personaje (respectivamente) que coincidieron en la película "Cabaret". Lógicamente, los malhechores de la habitación 313 no son ellos, pero también me sentía en la obligación de darles un homenaje a una gran actriz y a un gran actor que hicieron una gran película.

Por cierto, a ver si adivináis las escenas que conmemoran las dos películas ocultas y cuándo ocurren. Si lo adivináis, ponedlo en las reviews.

Con respecto al capítulo entero, aún está sin terminar, pero prometo que antes de fin de año publicaré todas las partes del que consta. Mi intención es empezar el año escribiendo el capítulo 1x18, que relataré lo que ocurre en Nortwest Mines Town al mismo tiempo que en este. Por lo tanto, será un experimento como en la cuarta temporada de la serie.

Pasadlo muy bien y no olvidéis de comentar. Muchas gracias y repito, siento muchísimo la espera.

Next Chapter: 1x17 - Manehattan - Parte 3 Estimated time remaining: 0 Minutes
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