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Parallel Stories

by SrAtomo

Chapter 34: 1x17 - Manehattan - Parte 1

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Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

Este es un fanfic de fan para fans.

Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

-Daniel Campos Fernández – Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

-LloydZelos, Volgrand y Unade – Revisión.

+Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.


Tags: [Adventure/Aventura] – [Comedy/Comedia] – [Dark/Oscuro] – [Random] – [Sad/Triste] – [Slice Of Life/Vida Cotidiana] – [Other/Otros]


Aviso muy importante: Este capítulo, el cual está dividido en varias partes, siendo ésta una de ellas, tiene palabras malsonantes y varias escenas de sexo explícito. Si eres menor de edad, ten mucho cuidado al leer. Cuando vaya a tener lugar una escena de esa índole, avisaré convenientemente. Prefiero hacer esto, y aludir al buen hacer y madurez de cada uno, que no poner este fanfic en "M", pues mucha gente se perdería otros capítulos más suaves y acordes a su edad. Por favor, respetemos todos esta alternativa.


MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x17

Manehattan

Parte 1

La puerta de la casa del Consejo se abrió con un portazo. Del interior de éste, un furioso Disarming Smile atravesó, completamente decidido, el umbral.

—¡Déjale que se vaya! —rugió Gentle Colors desde la sala de reuniones, advirtiendo a Magic Sales de que no saliese en su búsqueda—. ¡No es culpa nuestra que sea completamente imbécil!

—¡Al menos yo no soy un monstruo sin escrúpulos! —gritó el amarillento semental, sin mirar atrás.

Al oír esas palabras, la unicornio de dos colores comenzó a levantarse con no muy buenas intenciones, pero fue rápida y convenientemente frenada, no sin esfuerzo, por Wise Words, Muffled Yell y Spoon Giddy.

Mientras se dirigía hacia su hotel, Disarming bufó. Estaba harto, completamente harto, de las continuas vejaciones que la yegua del cuerno roto le dedicaba en cada reunión. Y él ya no estaba dispuesto a seguir aguantando semejante trato.

"Debí hacer caso a mi instinto e irme cuando me enteré de quién era realmente esa arpía", pensó, "Aunque, pensándolo bien, nunca es tarde para hacerlo".

Cuando llegó a la puerta de su establecimiento, ya lo tenía completamente decidido: Abandonaría Northwest Mines Town. Y lo haría de inmediato, antes de que su cerebro encontrase escusas para permanecer en ese insulso y estúpido pueblo, con sus insulsos y estúpidos habitantes.

Al entrar a la recepción, dudó por un momento de su ímpetu. Pero, echando la vista hacia atrás en su vida, apreció que él nunca había destacado verdaderamente en nada. Únicamente podía considerarse bueno en cuanto a regencia de hoteles se trataba, y su aprendizaje en ese sentido se había debido a su padre, quien había sido a su vez regente del mismo hotel, y de su abuelo, que ocupó ese mismo puesto anteriormente, y a su bisabuelo... A todos ellos les había ido bastante bien, llegando a vivir con soltura de ese trabajo, e incluso creando una familia con el dinero que el hotel les generaba. Pero él... él era harina de otro costal. Y no se podía decir que no lo había intentado. Era, quizás, el miembro de su familia con más necesidad de reflotar un negocio que, desde un tiempo a esa parte, estaba de capa caída.

Entonces giró la cabeza, hasta enfocar la casa de Gentle Colors. "Ella...", se dijo a sí mismo, "Ella es la culpable de que las cosas me vayan tan mal".

Las dudas que hasta ese momento había tenido desaparecieron al instante. Esa unicornio era un monstruo, una creadora de caos y destrucción, un demonio que se alimentaba de todo y de todos los que había a su alrededor. Y él no estaría a salvo hasta que se alejase de ella.


—¡Por favor, Gentle! —volvió a suplicar Muffled—. ¡Esta vez te has sobrepasado con el pobre!

—¡Es que me enerva su cháchara insustancial! —respondió la aludida.

—De todas formas —intervino Wise—, eres tú la primera que debería calmarse. Su comentario no iba en general, no contra ti.

—¡Encima te pones de su parte! —exclamó la unicornio de dos colores—. ¡Lo estabas haciendo bien, incluso empezaba a confiar en ti! ¡Y ahora, con esto, lo estropeas todo!

—Creo que voy a ir a verle —dijo Magic Sales, dirigiéndose hacia la puerta—. Nunca le he visto tan afectado como ahora.

—¡Pues llévate a esas dos inútiles! —comentó la yegua del cuerno roto, señalando a las gemelas Numbers—. ¡A ver si por lo menos hacen algo de provecho, para variar!

La mayor de las hermanas, Reale, se levantó para increpar a Gentle ese menosprecio, pero Spoon, interponiéndose entre ella y la yegua de dos colores, miró a la primera y negó con la cabeza, intentando hacerle comprender que no era buena idea hacer enfadar aún más a la unicornio.

Cuando la tendero y las dos matemáticos salieron de la Casa del Consejo, empezaron a caminar hacia el hotel. Entonces vieron cómo el amarillento semental, que sujetaba con la boca un pequeño maletín, se dirigía, inexorablemente, hacia la encrucijada de caminos. Temiendo lo peor, instintivamente frenaron, sin poder creer aún lo que estaban viendo: Disarming estaba abandonando el pueblo.

Antes de que sus cuerpos reaccionasen al impactante descubrimiento, un grito surgió del edificio de reunión, haciendo que las tres pegasen un respingo. A continuación, la cabeza de Wise se asomó por el umbral de la puerta.

—¡A qué estáis esperando! —exclamó—. ¡Seguidle, y convencedle para que vuelva! ¡Nosotros nos ocuparemos de calmar a Gentle!

Ante ese aviso, comenzaron a trotar, con la máxima velocidad que podían imprimir a sus patas, hacia el camino que salía de Northwest Mines Town.


Cuando llegaron a Ponyville, las tres yeguas, visiblemente exhaustas, pararon. A pesar de que habían recorrido el camino que separaban los dos pueblos a gran velocidad, Disarming, quien se había mantenido todo el rato al filo de la línea visual, no había cejado de imprimir un ritmo verdaderamente endiablado, obligándoles a las tres a moverse a la misma velocidad.

—¿Y ahora qué? —preguntó Magic, recuperando aún el resuello.

—Lo más lógico... —contestó Imaginary, en mitad de dos bocanadas de aire—, sería coger el tren, que es el modo más rápido de acceder a las grandes ciudades de Equestria, ya que no se quedará aquí, pues Ponyville no es lo suficientemente grande como para establecerse y empezar una nueva vida. Además, tampoco está tan lejos de Northwest Mines Town, por lo que si yo fuera él, tomaría este lugar como un sitio de paso.

—Mi hemana tiene razón... —añadió Reale, provocando, con sus palabras, una ligera sonrisa en su gemela—. Si yo fuese Disarming, probaría suerte en la ruta circular.

—¿Ruta circular? —inquirió Magic, extrañada.

—La conexión entre Ponyville, Manehattan, Mareheim y Fillydelphia... —explicó la mayor de las hermanas Numbers—. Hay una línea de tren que las une, y lo hace de forma cerrada. Esa misma línea es la que solíamos coger en vacaciones, cuando éramos apenas unas potrillas. Y, cuando el revisor no pasaba, mis padres aprovechaban para dar una vuelta más al recorrido, enseñándonos mientras tanto las vistas de Manehattan y Mareheim desde las vías.

—Yo creía que era una ruta directa entre Fillydelphia y Ponyville —dijo la tendero, rememorando la primera y última vez que cogió el tren—, pero tenéis razón, parece un buen sitio para empezar a buscar.

Con gran celeridad, y una vez recuperadas, se dirigieron hacia la estación. Cuando llegaron, la locomotora comenzó a pitar, anunciando su salida.

—¡Rápido! —alertó Magic, entrando en las dependencias del gran edificio—. ¡Fijaos de qué tren se trata!

Pero, antes de que llegasen siquiera a acceder al andén, las puertas de los vagones se ajustaron sobre sus cierres, y la locomotora empezó a acelerar, a la vez que grandes volutas de humo salían de su chimenea.

—¡Maldita sea! —se lamentó Reale—. En fin, veamos los horarios, para saber qué tren era...

—¡Espera! —cortó su hermana Imaginary—. Primero miremos el andén, para ver si Disarming aún sigue aquí.

—Tienes razón —se lamentó su hermana—. Es lo más lógico. Parece mentira —exclamó, saliendo por la puerta que daba al apeadero— que yo sea la de los números reales y la lógica matemática, mientras que tú...

Sin embargo, dejó de hablar al notar el gesto torcido de Imaginary. Comprendió que a ella, adalid de los números imaginarios, le molestaba que éstos no fuesen tratados como parte inherente de la lógica... Pero los números imaginarios eran abstractos, irreales, extraños... Aunque también eran lógicos, al fin y al cabo, formando, junto con los números reales, un todo matemático.

+Lo siento —se disculpó finalmente Reale—. A veces soy demasiado "honesta", pero ya sabes que, al igual que los números reales, la verdad es única.

Imaginary torció aún más el gesto. Magic se interpuso entre las dos, zanjando de esa manera la disputa que se avecinaba.

—Si seguimos con estúpidas peleas —matizó—, vendrá otro tren, y Disarming se subirá a él, si aún sigue por aquí, claro está.

Pero fuera, en el andén, no había nadie.

—Miremos entonces los horarios —repitió Reale.

Las tres volvieron sobre sus pasos y miraron un cartel situado sobre la pared del mostrador, que no era más que una pizarra compuesta enteramente de líneas agujereadas, sobre las que se encajaban los caracteres informativos. Según expresaba, el siguiente tren en llegar tenía destino a Canterlot, por lo que lo desecharon, sabiendo que el que acababa de salir, efectivamente, correspondía a la ruta circular. Bajaron la vista hasta enfocar la fila que indicaba llegada de la siguiente locomotora correspondiente a ese itinerario cerrado. Entonces el ánimo del trío descendió al mínimo, al descubrir que faltaba más de una hora para la entrada del próximo tren.

—Tengo una idea —comentó Magic—: preguntemos al que expende los billetes, a ver si nos dice qué destino tenía el que ha comprado Disarming, y así asegurarnos en qué ciudad se baja, para no tener que buscarle en tres grandes urbes.

—Me gusta... —expresó Reale, mirando a la tendero—. Me gusta que tengas iniciativa... Es muy... "matemático".

—Por favor, hermana... —dijo Imaginary—, no creo que a Magic le gusten mucho las ciencias matemáticas. No pareció ser muy receptiva cuando pasamos las hojas en nuestra presentación como nuevas miembros del Consejo.

—¡No, no fue por eso! —se disculpó la aludida—. Es que... ese día estábamos todos muy atareados, con eso de la reinauguración.

—¿Ves? —preguntó entonces la hermana mayor, dejando un tono irónico en sus palabras—. No hay absolutamente ningún problema con ello...

La pequeña de las gemelas volvió a enfurruñarse, pero rápidamente bajó la cabeza, en señal de sumisión. Magic Sales, que observó ese gesto, se extrañó sobremanera sobre la gran diferencia de comportamiento que tenían las dos hermanas entre sí.

—Buenas, señor... —comentó Reale, dirigiéndose al mostrador. Entonces dudó durante un momento... ¿Cómo debería dirigirse hacia el expendedor de billetes? El poni que tenía delante era un vendedor, pero también era un funcionario. Además, era un poni. Y su tarea era despachar los billetes del tren. Entonces, con una ligera sonrisa, continuó hablando— poni funcionario que vende y expide los billetes de tren. ¿Podría decirme, por favor, cuál ha sido el destino que ha pedido un semental que se ha subido al último tren de la ruta circular? Verá, el semental es exactamente...

—¡Confidencial! —espetó el empleado—. ¡Toda información de esa índole es privada y confidencial!

Cambiando su sonrisa por un gesto de disgusto, la verdosa yegua miró hacia las otras dos. ¿Acaso había hecho algo mal? ¿O quizás el tratamiento que había empleado era erróneo? "Debería haberme dirigido a él con más rectitud", pensó.

—Vaya por Celestia —comentó Magic—. Ahora tendremos que buscarle concienzudamente por las tres ciudades que conforman la ruta circular... y los demás miembros del Consejo se preocuparán por nuestra ausencia...

—Eso sería muy triste... —susurró Imaginary, pensando en la situación.

—No solo eso —respondió la tendero—. No sé vosotras, pero no quiero ver la furia de Gentle o la de Wise...

El funcionario, al oír ese último nombre, alzó una oreja. Esa alusión le recordaba a alguien.

—A mí me da mucho más miedo Gentle —confesó la pequeña de las hermanas Numbers.

—Porque no has conocido a Wise enfadado —dijo Magic—. Cuando lo hace, se le encrespa su crin morada, su pelaje marrón se pone de punta y su boca adquiere un gesto tétrico. Entonces su voz gutural parece buscar tu alma con el fin de absorberla...

El vendedor, al escuchar la descripción del semental, tuvo un mal recuerdo, lo que hizo que su cuerpo temblase ligeramente.

—Per... perdonad —musitó—. ¿Ese al que os referís no será un poni de aspecto aparentemente normal, que suele ir acompañada de una yegua de color rojo oscuro y de crin verdosa?

—¡Esa debe ser Muffled Yell! —exclamó Reale, sonriendo de nuevo.

—¡Claro! —añadió Magic—. ¡Recuerda que, cuando siguieron a Gentle, fueron a Canterlot! ¡Tuvieron que pasar por aquí, sí o sí!

El párpado inferior del ojo derecho del empleado empezó a palpitar. Sus peores pesadillas se estaban cumpliendo: esa tal Gentle debía ser la yegua que, unos pocos meses antes, abordó de forma inusual y arriesgada el tren que se dirigía hacia la capital del Reino, mientras que ese tal Wise debía ser el peligroso agente que, junto con una yegua cuyo cuerpo y extremidades eran exageradamente voluminosas, producto sin duda de gran ejercicio físico, la perseguía. Esos tres ponis que habían convertido su vida en un infierno, tanto en ese momento como en los que siguieron, cuando recibió, por parte tanto del jefe de estación como del sargento encargado de los soldados que ese día custodiaban las inmediaciones del edificio, sendas amonestaciones (por llamarlas de forma suave), castigándoles finalmente con una rebaja de sueldo por parte del primero, y menos seguridad por parte del segundo.

—¡Fillydelphia! —chilló, con una voz evidentemente afeminada—. ¡El semental al que os referís compró un billete con rumbo a Fillydelphia!

—¿Ves? —preguntó irónicamente Reale, mirando directamente hacia Muffled—. Hablando se entiende la gente... Ya tenemos la información requerida... Ahora solo tenemos que comprar tres billetes para el mismo destino y traerle de vuelta, a rastras y tirándole de las orejas si es necesario... Como diría una potrilla: ¡Pan comido!

—No... no creo que sea tan fácil... —interrumpió Imaginary, que estaba mirando de nuevo el cartel de horarios.

Las otras dos se acercaron y miraron la esquina inferior derecha, que estaba señalando la pequeña de las gemelas Numbers. Allí, en letra claramente más pequeña que el resto, venía expuesto el precio de un viaje hasta Fillydelphia. Tanto Reale como Magic entrecerraron los ojos ante el desorbitado importe.

—¿Tendremos suficientes bits? —preguntó Magic, justo antes de darse cuenta de que, a causa de las prisas, ninguna de las tres había traído ningún zurrón.

—¡No se preocupen por eso! —respondió el vendedor, visiblemente nervioso—. ¡Obsequio de "Redes de Ferrocarriles Oficiales de Equestria"! ¡Tres billetes para las señoritas, con destino Fillydelphia! —declaró, mientras pulsaba las teclas de una extraña máquina. Finalmente, empujando tres veces una manivela que sobresalía del aparato por un un lateral, salieron la misma cantidad de billetes de una ranura situada en el frontal de este. Con rapidez, pero a la vez con la pata temblorosa, cogió los papeles y los puso sobre la mesa, a la vez que intentaba sonreír de manera tranquilizada, sin mucho éxito.

—¡Oh, muchísimas gracias! —exclamó Reale, cogiendo los billetes. Entonces, mirando hacia las otras dos, exclamó—. ¡Próxima parada, la hermosa y tranquila Fillydelphia!


—No sé, sigo sin verlo claro... —comentó Magic, mirando la vía del tren. Aún seguía, al igual que las hermanas Numbers, esperando la llegada de la locomotora que les llevaría a su destino.

—No hay mucho que explicar, así que lo repetiré otra vez —Reale volvió a mirar a la tendero—: Solo hay una vía aquí, porque la separación entre los distintos destinos se produce fuera de Ponyville. Construirla aquí —señaló hacia abajo, donde ella estaba situada— implicaría, aparte de demasiado trabajo, convertir este pacífico lugar en un caos, pues las vías cruzarían el pueblo por varios lugares, y créeme, no es plato de buen gusto que te planten de repente un paso a nivel delante de tu casa, con todo el peligro que ello conlleva, y sin contar los retrasos a los que se verían sometidos los habitantes de Ponyville. Y no hablemos tampoco de los costes de las obras de construcción...

+Por eso, para salvaguardar la tranquilidad de este lugar, así como del del resto de ciudades de Equestria, se decidió ubicar las zonas de vías de control fuera de las poblaciones. Esas vías de control suelen ser unos grandes óvalos donde van circulando, en perfecta formación, los trenes que están a la espera de arribar en la estación. Continúan de esa forma, hasta que una señal indica a un tren en concreto que puede salir, pues la vía principal está libre.

+Como ves, tampoco es tan difícil de entender...

—Pero esas otras... —respondió la tendero, señalando unas vías situadas a la izquierda de la estación, y sobre las que reposaban una serie de vagones ajados y con evidentes problemas estructurales.

—Esas son vías muertas —añadió la mayor de las gemelas Numbers—, donde reposan los vagones y locomotoras que están en la lista de desguace. Como podrás ver desde aquí —dio dos pasos hacia atrás y uno hacia su izquierda—, detrás de ese vagón azul, se encuentra el tope de la vía.

Magic Sales se puso a su vera y miró hacia donde señalaba la verdosa yegua de tierra. A continuación de un vetusto vagón descascarillado, con apenas unos retazos azulados en sus laterales, divisó, saliendo por la vertical de la vía mediante dos gruesos hierros, una franja del mismo material, el cual estaba pintado con franjas amarillas y negras en diagonales ascendentes, y del que destacaban, en ambos extremos de dicho listón, dos topes del mismo material y color que los que tenían a sus frontales los vagones que estaban allí situados.

—Hermana... —intervino Imaginary, al ver que Magic estaba aún ligeramente confusa—, tu explicación no ha sido muy aclaratoria. Es mejor que ella —apuntó con su pata hacia la tendero— lo vea por sí misma, cuando subamos al vagón. Es probable que, si no hay retraso por parte del siguiente tren —esta vez señaló a la pizarra indicadora, donde se podía leer los horarios de entrada y salida—, tengamos que entrar en la vía de control antes de continuar hacia Fillydelphia.

—Tienes razón —contestó Reale—. De todas formas, pronto lo comprobaremos, pues ahí viene el tren desde Canterlot.

Las tres miraron hacia su derecha, donde vieron acercarse una lujosa locomotora a vapor, que llevaba enganchados tres vagones que se veían en un estado envidiable. Al parar completamente, las tres se apartaron hacia atrás, dejaron paso a la ingente cantidad de sementales, yeguas, y algún que otro burro y grifo, que bajaban o subían a los distintos vagones, enfrascados en sus propios pensamientos, o formando pequeños grupos con los que, sin duda, compartirían el trayecto hacia el siguiente destino. En cualquier caso, todos y cada uno de los que pisaron el andén ignoraron al trío de yeguas de Nortwest Mines Town.

De repente, y mediante el sonido del silbato del jefe de estación, así como del agitado de una bandera verde que sostenía el mismo individuo, el tren arrancó, respondiendo a la señal con un largo pitido de la locomotora y una gran serie de nubes negruzcas salidas de la chimenea. Poco a poco, el convoy se perdió en la distancia, hacia la izquierda.

—¿Ves? —dijo Reale, cuando la tranquilidad volvió a reinar la estación—. Se ha dirigido hacia la izquierda, y precisamente desde la izquierda llegará nuestro tren. Por lo tanto, tiene que haber, por hocicos, un sistema que evite un choque entre estos dos trenes.

—Ahora empiezo a entender... —comentó Magic—. El hecho de que no lo veamos, no significa que no esté ahí, fuera de nuestra visión, ¿verdad?

—¡Exacto! —exclamó la mayor de las gemelas Numbers—. Esa es precisamente una de las bases de las matemáticas, el usar todo lo que esté a nuestro alcance, e incluso fuera de ella, para nuestra comprensión y beneficio. Por supuesto, todo lo referente a los números imaginarios, el campo preferido de mi hermana, pertenece al segundo grupo. Son expresiones que únicamente podemos intuir —Reale sintió entonces la mirada fulminante de Imaginary en su nuca. Sonrió, y siguió hablando, como si nada hubiese transcurrido—, pero que, de alguna forma, nos sirven para complementar los escasos puntos vacíos que dejan las matemáticas tradicionales, y así comprender la totalidad del universo.

Pero Magic Sales había ido hacia la máquina expendedora, cansada de la misma cantinela sobre las matemáticas. Parecía que no había otro tema de conversación con respecto a Reale, haciendo que la verdosa yegua se convirtiese en monotemática y, por ende, en alguien bastante pesado a la hora de hablar con ella. Y, para más inri, le encantaba chinchar a su pobre hermana gemela, metiéndose con ella a la mínima ocasión. Sin duda, todo ello era fastidioso para todo aquel que estuviese cerca de esa yegua durante bastante tiempo. Desgraciadamente, ella debía permanecer a su lado durante un tiempo indeterminado, del que solo Celestia sabría la extensión.

Volvió al grupo poco después, llevando consigo un sandwich de margaritas que, si bien estaba envasado al vacío, se veía aún fresco.

—¿Cuánto te ha costado? —preguntó Imaginary, con un hilo de voz, mientras se le empezaba a humedecer la boca, dándose cuenta al instante que estaba hambrienta.

—Para ti, nada —declaró la tendero, sacando otro envase con el mismo contenido y lanzándosela a la pequeña de las gemelas Numbers.

—Yo también quiero... —comentó Reale, con expresión también ansiosa.

—Pues ahí tienes la máquina expendedora —exclamó la morada unicornio—. Es un bit por consumición.

Refunfuñando por lo bajo, la verdosa poni de tierra se acercó al metálico puesto y, parándose delante de él, lo escrutó minuciosamente, a la vez que hacía cálculos mentales. De repente, se situó sobre el lateral derecho y, mirando de que no había nadie más en el andén, propinó una coz a media fuerza sobre un punto en concreto del tablón de chapa. Los productos del interior saltaron entonces, como siguiendo una orden, a la bandeja de recogida.

Con una sonrisa de oreja a oreja, Reale recogió todo lo que pudo y se acercó a su hermana, que la miraba impasible, y a Magic Sales, que no podía creer lo que acababa de ver.

—¿Có... cómo has hecho eso? —preguntó la tendero.

—Cuando digo que las matemáticas son esenciales para la concepción del universo, no me tiro un farol —respondió la mayor de las gemelas Numbers—. Simplemente he calculado el punto exacto donde, al incidir una fuerza específica desde una dirección determinada, provocaría un movimiento completamente ordenado, cuyo resultado sería, y es, el que has visto.

+Como ves, los poderes de las matemáticas son capaces de sacarnos de cualquier apuro.

—Pero... Pero has... ¡Has robado! —exclamó Magic, sobresaltada.

—¿Conoces el concepto de la entropía? —preguntó Reale. Ante el gesto de circunstancias de la tendero, la verdosa yegua bufó y continuó preguntando—. ¿El concepto del Karma? ¿Del Yin y el Yang? ¿Del equilibrio cósmico?

—No, sí, sí y no —respondió la unicornio.

—Bueno, más o menos viene a ser que, por el simple hecho de tener que fastidiarnos por seguir a Disarming, el universo nos debe recompensar con algo positivo de magnitud equivalente, de tal forma que la relación entre el bien y el mal se equilibren. Simplemente he hecho que tal efecto se acelere.

—Hermana —intervino Imaginary—, pero lo del concepto de la entropía es distinto a lo que has explicado.

—Ya lo sé —contestó Reale—. Pero, al ignorar ella lo que es realmente, he tenido que cambiar drásticamente la explicación a un ámbito mucho más reducido, en un intento de que hasta una tendero fuese capaz de comprenderlo.

—¡Eh, eh y eh! —espetó Magic, visiblemente molesta—. ¡No consiento, bajo ningún concepto, que me faltes al respeto!

—¿Ves? —Reale sonrió, mirando a su hermana—. Hasta ella ha comprendido el concepto de "ridiculizar a alguien".

La unicornio entrecerró los ojos. La mayor de las gemelas Numbers era directamente fastidiosa. Todo lo contrario que Imaginary, cuya forma de ser era mucho más agradable. Quizá debía darle un serio correctivo, y ese instante parecía tan bueno como cualquier otro.

En ese momento, un pitido resonó en las intenciones. Al unísono, las tres miraron hacia la izquierda, donde venía un tren. Era, sin duda, el que hacía el recorrido circular. Rápidamente el trío de yeguas se posicionó delante de la línea amarilla de seguridad, esperando pacientemente a que la locomotora parase, y a que los pasajeros que debían bajarse lo hiciesen.

Cuando subieron al vagón y se sentaron, Reale miró por la ventana. Entonces se dio cuenta de que algunos ponis estaban arremolinados delante de la máquina expendedora.

—¡No los toquéis! —gritó, apoyándose al cristal—. ¡Son míos! ¡Los he sacado con el sudor de mi frente!

—Hermana... —comentó Imaginary—, un golpe no es algo que requiera mucho esfuerzo...

—¡Pero saber dónde darlo sí! —bramó ésta—. Bueno, al menos me he traído un poco, por lo que no pasaremos hambre... —continuó, esta vez de forma más calmada.

—Claro... —dijo Magic en voz baja—, todo lo que han dado de sí tus patas...

Reale simplemente ignoró ese comentario, y empezó a seleccionar los productos. De repente, sus ojos se abrieron como platos, a la vez que sus pupilas se empequeñecíeron al mínimo.

—¡Por Celestia! —expresó—. ¿¡Estofado de cerdo en su propia salsa!? ¿¡Pero qué aberración es esa!? —cogió con asco uno de los envases y lo dejó caer al suelo para, a continuación, golpearlo ligeramente con una pata e introducirla debajo del asiento que tenía delante.

—No seas tan asquerosa —comentó Magic Sales, agachándose y sacando el recipiente—. El hecho de que no sea una comida apropiada para ninguna de nosotras, no quiere decir que no deba ser vendida en Equestria. Recuerda que en este país también viven grifos, así como otros seres carnívoros; por lo que es mejor que obtengan su alimento de esta forma que no mediante la caza, ¿verdad?

—¿Acaso tú tienes en tu tienda "comida" de esta? —preguntó la mayor de las gemelas Numbers.

—No —respondió la tendero—, pero porque en Northwest Mines Town no hay nadie carnívoro. Pero te aseguro que, si hubiese alguno, adecentaría una sección para ese ser.

—Eres muy extraña... —comentó Reale.

—Oferta y demanda —contestó Magic, con una ligera sonrisa—. Además, simplemente me ajustaría al concepto del Karma y del Yin-Yang, ¿no? Si alguien requiere un artículo, lo "equilibrado" es proporcionárselo, ¿verdad? —la sonrisa de la unicornio se acentuó.

—Vale, has ganado... esta ronda —indicó la verdosa yegua, con un gesto mohíno.

El encargado de la estación tocó el silbato, y el conductor respondió con el pitido de la locomotora. A continuación, el tren cerró las puertas y comenzó a moverse. Las tres yeguas se terminaron de acomodar en los asientos, quedando esta vez Imaginary relegada a la parte de la ventana, mientras que su hermana mayor se situó a su lado, y Magic enfrente de esta última.

La pequeña de las gemelas Numbers miró hacia el exterior, mientras se perdía en sus pensamientos. Fuera, ignorando completamente el paso del tren, los habitantes de Ponyville seguían a su tarea: la bibliotecaria se dirigía al mercado, seguida por un pequeño dragón que ojeaba un largo papiro; una yegua de tierra, de pelaje color cereza y extraña crin lavanda entraba a lo que parecía ser una especie de bar-restaurante que acababa de abrir; una pegaso de crin multicolor y cuero celeste dormía plácidamente sobre una pequeña nube; la prima de Flashing, Derpy Hooves, repartía el correo como buenamente podía; un gran semental de tierra, de pelaje rojo y con una crin anaranjada, lanzaba grandes balas de paja usando únicamente su boca...

Imaginary se incorporó ligeramente, fijando completamente su mirada en ese poni. Nunca había visto un semental tan grande. Ni tan fuerte. Ni tan trabajador. Ni tan garboso. Ni tan... apuesto.

—¿Qué miras? —preguntó de repente Reale.

—¿Yo? —inquirió Imaginary—. No, nada... —sus mejillas se colorearon ligeramente.

La mayor de las dos se incorporó y miró por la ventana. Afortunadamente para la pequeña de las gemelas, ese semental había salido del espacio visible.

—Algo habrá sido, para ponerte así —exclamó Reale—. Parece que hayas visto un fantasma, o algo parecido...

—Déjala tranquila —comentó Magic—, para variar.

—¿Alguien te ha preguntado? —espetó la mayor de las hermanas Numbers, mirando de soslayo a la tendero.

La respuesta de la morada unicornio fue un torcimiento de gesto.

—Her... Hermana... —balbuceó Imaginary—. De verdad que no he visto nada... Solo ha sido el paisaje, que me ha traído buenos recuerdos.

—Vale, para ti la burra —expresó de mala gana Reale—. Paso de discutir contigo. Es como hacerlo con una pared.

—¿En serio no puedes tener un poco de asertividad con tu hermana? —preguntó Magic.

La respuesta de la verdosa yegua de tierra fue un silencio sepulcral.

De repente, el tren frenó de manera suave, hasta llegar a una lentitud mínima. En ese momento, el convoy giró levemente hacia la izquierda, cambiando de vía, para volver a acelerar otra vez hasta la velocidad de crucero.

—Ya estamos en el separador de vías —comentó Reale, con un gesto jubiloso—. Mira, Magic —exclamó—. Aquí tiene la respuesta a la duda que tenías hace un rato.

La morada unicornio miró hacia la ventana. Estaban en una vía alternativa, y alcanzó a ver cómo, por la vía principal, un tren pasaba con gran celeridad, sin duda rumbo a la estación de Ponyville.

+Esta es la vía de espera —explicó la mayor de las gemelas Numbers—. Aquí permaneceremos hasta que el encargado de la estación de Ponyville dé luz verde a nuestra salida. Entonces retomaremos la vía principal y seguiremos rumbo a Manehattan, sin peligro alguno de colisión, pues ese que hemos visto pasar ha sido el tren que llegaba desde Fillydelphia.

—Parece ser que lo tienen bastante bien planeado —expresó Magic—. ¿Tú que opinas, Imaginary? —preguntó, mirando hacia ella.

Pero la aludida ignoró que le hubiesen hablado. Seguía mirando por la ventana, observando minuciosamente todo lo que acontecía fuera del vagón, fuera de la prisión en la que se hallaba encerrada. La formación de casas se difuminaba poco a poco, convirtiéndose el paisaje en una serie de granjas, desperdigadas entre sí y alejadas, a su vez, del núcleo de población.

En ese momento volvió a verle. El rojizo e imponente semental arrastraba lentamente un gran carro lleno de alpacas de paja. Pero él, en su grandeza y poderosa majestuosidad, ni siquiera llegaba a inmutarse ante el inmenso peso del carruaje. Sin duda, debía tener todo completamente calculado, proveyendo a sus titánicas patas de una velocidad precisa para llegar a su destino y, sin descanso entremedias, empezar a descargar las balas de forraje con un movimiento sin duda instintivo. Ese semental era, por lo tanto, un ser increíblemente sabio, conocedor de lo que la dureza de la vida podía deparar a un poni, y actuaba en consecuencia, convirtiéndose en uno con la misma existencia.

—¡Ah, con que eso era lo que estabas mirando! —una voz femenina la sacó de su ensimismamiento. Al voltear Imaginary su cabeza, observó que su hermana Reale la miraba de forma inquisitiva, a la vez que señalaba al increíble semental con su casco—. ¡Olvídale! ¡No merece la pena! ¡Hasta tú mereces algo mejor que un... simple granjero!

—¡Déjala en paz! —gritó Magic, furiosa—. ¡Tú no eres nadie para decidir lo que a ella le gusta o no! ¡Además, deberías saber que él es uno de la familia Apple, uno de mis mejores proveedores!

+Todas las manzanas que vendo, así como sus variantes, como tartas de manzana, manzanas asadas, manzanas de caramelo, manzanas Zapp, dulces de manzanas, manzanas rellenas, sidra, sidra sin alcohol, etcétera, que vendo en mi tienda, provienen todas de su granja —señaló al semental—: Sweet Apple Acres.

+Por cierto —continuó hablando, esta vez de forma más relajada, y acercándose ligeramente hacia Imaginary—, creo que él, Big Mac, no tiene novia... Deberías aprovechar el momento...

La mirada de la pequeña de las gemelas Numbers se intensificó, mirando alternativamente hacia el gran y rojizo poni y hacia Magic Sales. Entonces, mientras sus ojos titilaron, una pequeña pero candorosa sonrisa afloró en su rostro, al mismo tiempo que sus mejillas enrojecieron ligeramente.

—¡No le metas ideas estúpidas en la cabeza! —espetó Reale—. ¡Ella no debería fijarse en nadie más bajo que... que un profesor universitario! ¿Verdad? —inquirió, mirando de soslayo hacia su hermana pequeña.

Pero ésta seguía mirando hacia la ventana, donde, por la parte derecha, poco a poco iba desapareciendo el rojizo semental que tiraba del carro. Con un gesto instintivo, posó su casco sobre el cristal y lo deslizó suavemente, siguiendo la posición cambiante de Big Mac, quien se iba haciendo cada vez más y más pequeño, y a la vez se movía más y más hacia la derecha.

Cuando desapareció de su vista, un suspiro afloró en la yegua. Deseaba volverle a ver. Quizás, con suerte, el tren volvería a dar otra pasada en la vía alternativa. Y quizás, con suerte, ese precioso semental no habría abandonado el camino que pasaba de forma paralela a la vía.

—¡Genial! —Reale miró hacia el techo del vagón, en un intento de buscar un culpable a lo que acababa de pasar—. ¡Ahora mi hermana se ha convertido en una estúpida potrilla enamorada!


Cuando el tren retomó la vía ordinaria, Reale, como obedecida por una orden, se incorporó de inmediato.

—¡Hora de ir al servicio! —exclamó.

—Por favor, hermana —sugirió Imaginary—, esa información no es algo que deba ser conocida por todo el mundo...

—Lo que quiero expresar es que, como siempre, mi cuerpo funciona como un reloj perfectamente calibrado... —respondió la mayor de las gemelas Numbers—. Es algo que deberías seguir tú también, por el bien común... No soporto el olor que generas cuando vas al...

—¡Basta! —exclamó Magic, cortando de raíz el ataque gratuito—. ¡Vete! ¡Ya! —comentó, mirando inquisitivamente a Reale.

Ésta, alzando su cabeza con desdén, se dirigió al último vagón, donde sin duda debía estar el cuarto de baño. La tendero, soltando un bufido, volteó la mirada desde ella hasta la menor de las hermanas, la cual estaba mirando apesadumbrada al suelo, a punto de llorar. Con una expresión maternal, Magic se sentó a su lado y la abrazó para hacerle sentir que no estaba sola.

—¿Por qué se lo permites? —preguntó, una vez dejó de achuchar a Imaginary—. Ella es tan cruel contigo...

—Por... Porque es mi hermana... —respondió titubeante la poni de tierra.

—Entonces, con más razón no deberías consentirlo.

—No... no es tan fácil... —Imaginary volvía a estar a punto de llorar de nuevo.

—Comprendo... —dijo la tendero—, durante toda tu vida habrás sido la víctima de su inmadurez —al comentar esas palabras, volteó la cabeza, mirando la puerta del vagón que antes había usado Reale—, hasta el punto de haberte menoscabado hasta límites imposibles.

+Tu situación me recuerda a lo ocurrido entre la Princesa Celestia y la Princesa Luna, cuando esta última se convirtió en Nightmare Moon.

—¿Night... Nightmare Moon? —balbuceó la verdosa yegua, temerosa.

—¡Por supuesto! —exclamó Magic—. Dicen las malas lenguas que fue la prepotencia de nuestra monarca la que, al relegar a su hermana menor a la oscuridad que generada su sombra de poder, propició que ésta cayese en las redes del odio, harta de que todo el mundo atribuyese a la Princesa Celestia la salvación y evolución del mundo, cuando en realidad era algo que habían hecho las dos por igual.

+He de decir que antes me resistía a creer esa pútrida versión de los hechos —la tendero miró al suelo, avergonzada— pero, después de saber lo que hizo la Emperatriz del Sol con Gentle Colors, me parece algo verdaderamente plausible, lógico e incluso completamente real.

+Pero no te preocupes —volvió a mirar a la menor de las hermanas Numbers y la abrazó de nuevo, manteniendo la sujeción de complicidad, mientras sonreía—, tú no llegarás a ese extremo de convertirte en un horrible monstruo... porque antes de que eso ocurra, las dos lograremos poner a tu hermana en su sitio, ya lo verás...


Cuando Reale regresó del servicio, vio cómo Magic Sales, con la aprobación de Imaginary, le ofrecía a una grifo ligeramente más pequeña que ella el envase que contenía la carne. Esta criatura era verdaderamente singular, con un cuerpo de color café, cuyas partes exteriores, como las plumas de sus alas, la parte delantera de sus patas traseras de león, el penacho del cuello, la parte que rodeaba su pico, el pequeño plumero del final de la cola y la punta de sus orejas eran de un marrón visiblemente más claro, algo que contrastaba ligeramente con su pico, el cual era amarillento la parte trasera (del mismo tono que sus patas delanteras de águila) y algo más oscuro en la parte delantera de su boca de pájaro. Pero, sin duda, lo que más llamaba la atención de esa extraña criatura eran tanto sus rectangulares gafas de media altura, que resaltaban sus preciosos y grandes ojos verdosos, como una marca en sus cuartos traseros que, asemejándose a una Cutie Mark, mostraba una especie de "G" pictográfico, del que salían dos líneas verticales por las partes superior e inferior del dibujo, llegando sus líneas superiores de cada costado a unirse sobre su lomo, asemejándose el conjunto a una especie de extraña alforja doble. La insólita grifo empezó a escrutar el envase con el estofado de cerdo en su propia salsa. Observó minuciosamente el plástico, dando la sensación de que se estaba asegurando que no estaba siendo presa de un intento de envenenamiento. Después abrió la tapa, dejando escapar el fuerte olor a carne, y aspiró profundamente, para, seguidamente, volver a cerrarlo y voltear el recipiente, comprobando de esa forma que el envase era estanco. Una vez terminado el análisis, asintió y espetó un escueto "Gracias".

—¡Eh! —chilló Reale, parando a la grifo—. ¡Eso que te llevas es mío, ladrona!

—¿¡A quién estás llamando ladrona, poni!? —comentó la grifo, completamente injuriada.

—¡Además de ladrona, eres tan estúpida que no reconoces...! —comentó a gritar la mayor de las hermanas Numbers, pero Imaginary se interpuso entre las dos, mirándolas alternativamente con una expresión que acongojó a las dos contendientes.

—Disculpe usted esta intromisión —dijo Magic, dirigiéndose hacia la grifo. Con otra expresión afirmativa de ésta, se dio por finalizado el amago de pelea por su parte, marchándose del vagón con una paso ligeramente errático, producto del temor que sentía por la visión de esa expresión sanguinaria que acababa de observar en Imaginary.

Una vez estuvieron las tres yeguas a solas, Magic volteó su mirada hacia Reale, para reprenderla, pero entrecerró los ojos, extrañada. Ésta, al contrario que la grifo, no reflejaba terror en su cara, sino una ligera sonrisa.

—Reale —comentó la tendero—, si se lo hemos dado es porque a nosotros esa comida no nos sirve de nada. Es más, el solo hecho de tener ese envase no nos traería más que problemas. En mi trabajo debo tener presente una serie de normas referentes a los productos que vendo en mi establecimiento. Y la carne, en cualquiera de sus presentaciones, está prohibido vendérsela a un animal vegetariano, como un poni, excepto si se sabe a ciencia cierta que éste no va a ser usuario final, sino un intermediario.

—¿Entonces por qué lo vendían en una máquina expendedora, al alcance de cualquiera? —inquirió Reale.

—Porque, si te hubieses fijado bien, habrías visto que ese envase estaba en un pasillo aparte, sin posibilidad de equivocación, y con un cartel que explicaba "Solo carnívoros" —explicó Magic—. Afortunadamente, esa grifo no hizo demasiadas preguntas sobre cómo habíamos conseguido esa comida, sino que únicamente observó que no estuviese alterada con veneno o productos perniciosos para ella.

—Pero ahora nos hemos quedado sin posibilidad de recuperarnos al no poderlo vender —se lamentó la verdosa yegua de tierra—. Porque, no sé si te habrás dado cuenta, pero estamos sin blanca. Y en Fillydelphia las cosas son bastante más caras que en Northwest Mines Town. Cosas que van desde la comida hasta los hoteles. Sí, he visto los precios con los que opera Disarming, y debo decir que hasta su hotel es mucho más barato que un hostalucho de mala muerte en cualquier ciudad que se precie.

—Te olvidas de una cosa, hermana... —comentó Imaginary—: la teoría de la entropía, del Karma, del Yin y el Yang y del Equilibrio Cósmico. Él proveerá nuestro futuro porque, tal como ahora estamos en un momento aciago, pronto las tornas cambiarán.

—Como quieras... —soltó Reale—. Pero hará falta algo muy, pero que muy grande, para permitirnos salir de ésta...

La respuesta de la menor de las gemelas Numbers fue señalar algo que se veía por la ventana. Tanto su hermana mayor como Magic miraron por el cristal: el tren se estaba acercando a Manehattan. Pero eso no era lo importante, sino que, recortándose sobre el horizonte, un gran y novedoso edificio ocupaba buena parte del escenario. Un edificio iluminado por una serie de letreros de neón, en los que se podía leer claramente "Grand Casino".

La expresión de la tendero fue de circunstancias, mientras que la de la matemático era de una sonrisa de oreja a oreja.

—Tan grande... como ésto... —dijo.


—¿Véis qué fácil ha sido? —preguntó irónicamente Reale a sus dos compañeras de tiro, Imaginary y Magic.

Las tres portaban, de forma bastante pesada, un carro de portón abierto, donde reposaba un gran saco, cuyo contenido tintineaba con la misma agitación con la que las tres movían el transporte.

+Lástima que ya no tengamos permitida la entrada al casino —se lamentó la misma yegua—. Me habría encantado desplumarlo completamente.

—¿Te puedo preguntar ya cómo lo has hecho? —inquirió Magic.

La mayor de las hermanas Numbers paró, obligando a las otras dos a hacer lo mismo, y volteó la cabeza. Seguidamente, miró a la tendero y sonrió.

—Ya estamos lo suficientemente lejos, por lo que puedo decírtelo sin problemas... —declaró—. He usado el truco más antiguo que existe: el conteo de cartas.

—¿El... conteo... de...? —balbuceó la morada unicornio.

—Contar las cartas que han salido para, por simple y cada vez más elevada probabilidad, obtener las cartas deseadas, y así tener un casco ganador —explicó Reale—. Como ves, pan comido... —añadió, con una gran sonrisa en su boca.

—Pero nos han echado de mala forma... —expresó Imaginary, mirando hacia el suelo, apesadumbrada—. Nos podríamos haber conformado con el tercer premio, hermana... Quizá el segundo hubiese estado bien, pero ir a por el primero... Simplemente ha sido excesivo.

—¡Ah! —exclamó la mayor de las gemelas—. ¡Que no lo hubiesen ofertado! ¡Ahora podemos vivir desahogadamente durante muchos meses! ¡Y bueno, no sé tú, pero yo no tengo pensado volver a ese casino!

—¿Desahogadamente? —inquirió su hermana menor, aunque más para sí misma que para las demás—. Más bien lujosamente...

—Creo que lo mejor que podríamos hacer es ingresarlo en un banco —dijo Magic—. No me gusta cómo nos miran esos tres sementales.

—Tienes razón —respondió Imaginary, mirando temerosa a los tres ponis que había al otro lado de la calle, quienes tenían pinta de buscar una forma de hacer que la carga del carro pasase a mejores cascos, es decir, a los suyos.

—Sois unas miedosas —declaró Reale—, pero está bien. Aunque quisiera, no podría tirar del carro yo sola. Esperad un momento... —añadió, desenganchándose las cinchas y dirigiéndose, con paso decidido y feliz, precisamente hacia los tres sementales.

Al cabo de unos instantes, volvió con una sonrisa en su cara. Sonrisa que también tenían los ponis.

—¿Qué has hecho? —preguntó Magic, totalmente extrañada.

—¡Fácil! —respondió la mayor de las gemelas Numbers, mientras se volvía a enganchar las cuerdas del carro a su cuerpo—. Les he preguntado por la parte alta de la ciudad, para buscar un banco. Ahora, solo tenemos que hacer lo contrario de sus indicaciones.

—A veces me sorprendes, Reale —dijo la tendero.

—¿Verdad? —contestó ésta—. A veces, incluso yo misma me sorprendo...

De forma pesada, las tres volvieron a tirar del carro, siguiendo hacia delante hasta el final de la calle, tal como les habían dicho los sementales. Pero, al llegar al final de la misma, torcieron hacia la derecha, en lugar de hacerlo hacia la izquierda.


—¿En serio les hemos dejado todos esos bits y, a cambio, nos han dado una porquería de papeles grapados? —espetó Reale, contrariada.

—Se llama "libreta", y es una representación de lo que tenemos en nuestra cuenta... —respondió Magic—. Trae, que te lo muestro...

Apenas se habían alejado tres o cuatro pasos de la puerta acristalada del banco, cuando la mayor de las hermanas Numbers le pasó la tendero la cartilla. Ésta la abrió por la primera página y empezó a señalar diversos apartados.

—Esto de aquí es el nombre del banco "Golden Coins – Bank". Lo que hay debajo es la descripción de los titulares de la cuenta, en este caso, nosotras tres. A la derecha está el número completo de cuenta, dividido en banco, sucursal y tipo de cuenta. A continuación, la última cifra corresponde al número de cuenta por orden cronológico. Y esto otro de aquí es el número de control, que usa un cifrado específico sobre los otros números, y expone aquí el resultado, por lo que, si hay algún error en una lectura de los otros números, se sepa que no es correcto, porque no coincide con los números de control.

+Y, en la siguiente página —la tendero deslizó el casco suavemente, pasando a la siguiente hoja—, están los movimientos de la cuenta. Lo que hemos hecho ha sido, según pone aquí, "Apertura de cuenta", con todos y cada uno de los bits que teníamos.

Reale cogió entonces la libreta y la observó detenidamente. Cuando llegó a la página de los movimientos, sonrió.

—De acuerdo —dijo—, aparte de que la cifra de apertura de cuenta coincide con el montante del premio, he descubierto el cifrado que usan para...

—Hermana... —musitó Imaginary—, no empecemos, por fav...

Pero no pudo terminar la frase. En lugar de eso, la menor de las gemelas Numbers se quedó petrificado, mirando hacia delante, con los ojos como platos.

—¿Qué ocurre? —preguntó Magic, mirándola.

La respuesta de la verdosa yegua de tierra dejó paralizada, a su vez, a la tendero:

—Creo... Creo que he visto a Disarming...

La morada unicornio se puso delante de ella, mirando hacia el mismo lugar que Imaginary había perdido su vista, buscando con afán a ese estúpido semental. Pero fue en vano. Ninguno de los que estaban a la vista se parecía mínimamente al amarillento hotelero.

—¡Deja de decir estupideces! —sentenció Reale, irritada—. ¡Es imposible que él se haya bajado aquí, cuando tenía el billete hasta Fillydelphia! ¡Hubiese sido tirar el dinero, y ese tonto es demasiado tacaño como para hacer algo parecido!

—¡Deja en paz a la pobre! —espetó Magic, completamente airada—. ¡Estás hartándome de tu prepotencia! —rozó con su pata el pecho de la verdosa yegua.

Pero Imaginary se puso entre las dos, separándolas.

—Tran... Tranquila, Magic... —balbuceó—. Debo de haberme equivocado...

La tendero entrecerró los ojos, mirando alternativamente a cada una de las hermanas Numbers. Pero, cuando puso sus ojos sobre Reale, descubrió que ésta estaba igualmente contrariada, pero no con ella, sino con Imaginary, a la que observaba con un gesto entre malhumorado y de impotencia.

—Será mejor que compremos un billete para Fillydelphia —zanjó finalmente la mayor de las gemelas Numbers, girando la cabeza—. Así veremos si el verdadero Disarming está allí, o no...

Continuará


Bien, siento muchísimo la tardanza en completar el capítulo 1x17. De hecho, aún no está completa, pero creo que os la debía y, siendo hoy día 8 de diciembre mi cumpleaños, he querido daros un regalo.

Asimismo, debo decir que la grifo que aparece en el tren es San, la grifo de Griffith (buscad en Deviantart "TheLionMedal" y la encontraréis). Es una dibujante muy pero que muy buena, y digamos que incluir a su pequeñita en el fanfic es algo que le debía. Espero que le guste, porque es la primera, pero no la última vez que aparecerá (al menos en este capítulo).

Sin más, deciros que nunca me he ido, sino que este capítulo ha sido (y está siendo) horroroso de terminar, más que nada porque hay mil cosas por incluir, y todas tan opuestas entre sí que da miedo solo de pensarlo. A cambio, es por el momento el más largo (100 páginas y aún faltan unas cuantas). Cuando lo termine, avisaré.

Pasadlo muy bien y no olvidéis de comentar. Muchas gracias y repito, siento muchísimo la espera.

Nota: Capítulo revisado con urgencia. Magic Sales no es una unicornio rojiza, sino morada.

Next Chapter: 1x17 - Manehattan - Parte 2 Estimated time remaining: 0 Minutes
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