Parallel Stories
Chapter 33: 1x16 - Consecuencias imprevistas - P 2
Previous Chapter Next ChapterTodos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.
Este es un fanfic de fan para fans.
Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...
+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:
-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).
-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.
+Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.
Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.
Agradecimientos a McDohl, por prestarme la forma de hablar de Derpy Hooves.
Capítulo dividido en 2 partes (esta es más corta).
Este capítulo se sitúa, cronológicamente hablando, justo después de lo acontecido en el capítulo 1x16 de la serie original "Sonic Rainboom".
Tags: [Adventure/Aventura] - [Comedy/Comedia] - [Crossover (con la serie original)] - [Dark/Oscuro] - [Random] - [Sad/Triste] - [Sci-fi/Ciencia Ficción] -
[Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Tragedy/Tragedia] - [Other/Otros]
MY LITTLE PONY
PARALLEL STORIES
Chapter 1x16
Consecuencias imprevistas
Parte 2
Feather cerró los ojos, furiosa por lo ocurrido. Al menos el dolor de cabeza había desaparecido hacía rato. Y no solo eso, sino que sus músculos también estaban menos doloridos. De hecho, tenía la impresión de estar flotando dentro de su cuerpo. Ignorando esas sensaciones, se quedó pensando. Lo más prioritario en esos momentos era idear un plan para comunicarse con Twilight, pues esa unicornio había sido la única, aparte de ella, que había notado que algo extraño ocurría. Afortunadamente, también era la única que quizá podría ayudarla.
—Hola Feather —Shiny Eyes estaba en el umbral de la puerta. Entonces, torciendo la cabeza hacia el pasillo, siguió hablando—. ¡Chicas, está aquí!
Feather empezó a sentirse mejor. Por fin venían sus amigas. Cerró los ojos y sonrió.
—Perdona la tardanza —continuó hablando Shiny, aún sola—, pero es que nos hemos enterado hoy de lo que te ha ocurrido, y hemos venido lo antes posible.
—No te preocupes —respondió Feather, instantes antes de darse cuenta de que no podía oírle.
Las cuatro yeguas que faltaban llegaron al umbral y entraron, siguiendo a Shiny, que había penetrado en la habitación, sin esperarlas. Feather echó un vistazo a todas, parándose en Gentle Colors, pues ésta tenía puesta una capa con capucha, de tal forma que la prenda la tapaba completamente, a excepción de las cascos. Para ocultarlos, la unicornio de dos colores las había ataviado con unos calcetines desparejados. "Normal", pensó Feather, "no querrá que le incomoden por su aspecto...". Todas mostraban unas sonrisas incómodas, pero Flashing, al situarse junto a la cama, dejó denotar una tristeza exageradamente falsa.
—Pobre Feather... —comentó la potrilla—. Quiero que te recuperes lo antes posible. Sé que lo vas a lograr.
—Lo sé, eres un cielo, Flashing —respondió Feather, sabiendo que la pequeña prestidigitadora no lo oiría... al menos en ese contexto.
—Tranquila, Flashing —comentó Knowledge, mirándola—. Lo peor ya ha pasado, ahora solo tiene que recuperarse.
—¿Pero no lo ves? —Flashing señaló hacia las patas de Feather—. Está muy mal —entonces se acercó a la cama y, sonriendo de forma pícara, guiñó un ojo a la pegaso-cartero—. No quiero que te mueras, ¿vale? —declaró—. Y no te conviertas en un fantasma, por favor...
"¡Jajaja! Por supuesto que sí", resonó en la habitación, "Eso sí, sabed que estaré muy cerca, por si acaso necesitáis ayuda...".
Feather se echó hacia atrás, ignorando el escueto dolor que recorrió su espalda, y empezó a reírse con todas sus fuerzas, en un deje irónico e incluso perversamente demente. Debía ser una broma, una broma cruel. Simplemente era demasiada casualidad que lo que había dicho durante una conversación anterior se escuchase en la siguiente, y que, además, en el nuevo diálogo, la frase tuviese completo sentido en el actual contexto.
—No digas eso —respondió Flashing, sin perder la sonrisa—. Sé que te vas a recuperar, y que lo harás en el último momento...
—Todas sabemos que vas a recuperarte —añadió Knowledge, contagiada por la animosidad de la potrilla unicornio.
—Y estarás a punto para las Olimpiadas de Carteros —matizó Shadow.
—Y te veremos ganar, porque sabemos que no tienes rival —Shiny afirmó muy seriamente.
—Creo que deberíamos dejarla descansar —sentenció Gentle—. Se la ve muy cansada.
Y, con una sonrisa, poco a poco todas se marcharon. Sin embargo, Shiny se paró en el umbral de la puerta y, girándose hasta mirar a Feather, exclamó:
—Por cierto, tranquila. Las cartas están bien, y han sido repartidas por un cartero suplente de aquí, de Ponyville. Y así seguirá haciéndose hasta que te recuperes.
Y desapareció por el pasillo.
Feather suspiró de alivio. ¡Por fin había tenido una buena noticia! Seguramente los zurrones habían logrado proteger las cartas en el choque. Definitivamente, eran unas magníficas alforjas las que hacían para la red de Correos de Equestria.
Miró entonces por la ventana. Ya se estaba haciendo de noche, por lo que probablemente el horario de visitas había terminado, así que decidió dormir, pues poco más podía hacer.
Desafortunadamente, no podía conciliar el sueño, por lo que empezó a mirar la habitación, en un intento obsesivo de encontrar por ella misma la solución al problema que tenía. Descubrió en la pared, justo encima de la cortina separadora de las camas, un reloj. Se incorporó y miró la hora.
—Son las diez y veinte —dijo en alto.
Quería saber cuánto desfase había entre ella y su propio cuerpo. Y se echó, con los ojos abiertos, esperando la respuesta. Cuando ésta llegase, se incorporaría y volvería a mirar el reloj, sabiendo así cuántos minutos de demora habría, porque esperaba que fuesen minutos…
Pero primero escuchó una risa histérica. "Y he aquí la carcajada de antes", pensó, "En breves instantes me escucharé diciendo la hora".
De repente se abrió la puerta. Era una enfermera que, con el casco puesto justo delante de la boca, ordenaba silencio. "Son las diez y veinte", se oyó en la habitación. La enfermera miró el reloj, negó con la cabeza y se marchó.
Feather se incorporó y volvió a mirar el reloj. Eran casi las once de la noche. El desfase era de más de media hora de retraso. Pero entonces comenzó a sonreír: acababa de descubrir la forma de comunicarse con Twilight.
Se aclaró la garganta y volvió a reír de igual manera que antes. Entonces esperó unos pocos segundos y empezó a repetir una y otra vez "Por favor, necesito que llamen a Twilight Sparkle. Y también requeriré una pizarra pequeña y una tiza. Es muy urgente".
Aunque, a causa del ajetreo del día, unido a la dificultad de su situación, hizo que se quedase dormida de inmediato.
Cuando Feather despertó, a la mañana siguiente, descubrió que Twilight Sparkle estaba en la habitación, durmiendo sobre el sillón de visita, con una columna de libros junto a ella. Y, sobre una silla situada al lado de la cama, había una pequeña pizarra, una tiza blanca y un borrador. Feather sonrió, aliviada. Por fin le habían hecho caso. Seguramente habían escuchado el mensaje y, con celeridad, habían avisado a Twilight y traído el material para escribir.
Cogió como pudo la pizarra, poniéndola finalmente frente a su cara, apoyando la parte trasera del encerado sobre sobre sus patas delanteras. Sabía que en esa incómoda posición iba a tener que escribir las notas con la boca, pero la única pata delantera que tenía libre era la izquierda, justamente la parte de su cuerpo que podía calificar de 'torpe'. Tendría que empezar a ejercitar su lado zurdo para las Olimpiadas de Carteros; pero por el momento tendría que usar la boca.
Escribió con la máxima claridad de la que fue capaz, sin preocuparse demasiado del tiempo, pues presentía que disponía de todo el que necesitaba y mucho más. Una vez terminado, dio la vuelta a la pizarra para mostrar el mensaje a Twilight, y esperó.
Afortunadamente, esta vez los acontecimientos tardaron poco en suceder. "SCRATCH SCRATCH", era el sonido de la tiza deslizándose lentamente sobre la pizarra. Al escucharlo, Twilight se despertó. Entonces, medio adormilada, miró primero a la pegaso y después a la pizarra.
—No te preocupes, tómate tu tiempo —dijo la unicornio, viendo que Feather escribía lentamente, usando la boca.
+¿Sabes? —continuó hablando—. Estoy preocupada, desde ayer, por tu situación, hasta el punto de no poder dormir. Entonces pensé que quizá podría descubrir algo si te observaba. No sé... un gesto, un ademán… cualquier cosa que me pudiese... situar en el contexto del problema. Y decidí venir al hospital. Y me alegro de haberlo hecho, pues, al entrar, te oí pedir la pizarra y la tiza. No te hicieron caso, pero yo lo pedí por ti —Twilight sonrió—, y veo que, efectivamente, mi intuición era correcta.
Feather seguía escribiendo. Twilight, que la miraba atentamente, se preguntó a sí misma por qué la pegaso no usaba su pata izquierda para escribir, algo que debería ser lógico.
+Tus amigas están ahí fuera —siguió diciendo la unicornio—. Un grupo curioso, si me permites decirlo… —entonces se inclinó ligeramente hacia la cama, dando a entender que lo que iba a narrar era un secreto—. Pero bueno, entre nosotras, ¿quién no tiene peculiaridades?. Además, una de tus amigas, la que va completamente tapada, me ha pedido un autógrafo. ¿Te lo puedes creer? ¡Tengo un grupo de fans! —Twilight estaba que no cabía en sí de gozo. Entonces, de repente, recuperó la compostura y se puso seria—. Pero se lo daré cuando acabe con este asunto... ¡El deber es el deber!
Cuando Feather terminó de garabatear en la pizarra, la volteó hacia el sillón de visita donde, hasta un momento antes, la unicornio de color lavanda había estado. Twilight se movió hasta situarse delante del encerado y miró el mensaje, que rezaba "Algo raro está pasando. Hago, o digo alguna cosa, y no ocurre nada hasta media hora después".
—¿Estás diciendo que piensas algo y hasta que lo logras hacer pasa media hora, o te refieres a que haces algo en el momento y no tiene consecuencias hasta después de media hora? —preguntó Twilight. Entonces se sentó, sabiendo que la respuesta a dicha pregunta tardaría 30 minutos.
De repente, Feather giró la pizarra, borró lo escrito y escribió "Lo segundo", mostrándolo a Twilight.
—Mal asunto entonces... —contestó la unicornio—. Muy malo. Tengo que investigar sobre este asunto. En la biblioteca. Lo siento —miró a Feather—, pero tengo que dejarte sola, aunque esta tarde a primera hora volveré… Y, por favor, come algo. Llevas dos días sin probar bocado —dijo, señalando la mesilla que estaba al lado de la cabecera de la cama.
Feather giró la cabeza hacia ese lugar: sobre el mueble había una bandeja repleta de comida, lista para ella. Twilight se despidió y se marchó. Feather, mirando aún el almuerzo, se extrañó aún más: a pesar de haber pasado dos días postrada en la cama, no tenía hambre. De hecho, no sentía ninguna apetencia, ni hecho corporal alguno. Era como si su cuerpo y su mente se hubiesen desunido, a pesar de que aún podía moverse.
Volvió a centrarse en la pizarra y, borrando la frase anterior, escribió "Llevo dos días sin alimentarme y no tengo apetito". Entonces se echó a dormir, puesto que era lo único que podía hacer hasta la tarde, Quizá, con suerte, podría empezar a ver la luz al final del túnel de su problema… si éste tenía solución, por supuesto.
—¡Buenas tardes, dormilona! —la voz eufórica de Twilight despertó a Feather—. ¡Creo que tengo la explicación a lo que te ocurre!
La amarillenta pegaso se incorporó para mirar el reloj. Eran las 16:20. Aunque ya había pasado la hora de comer, seguía sin tener ningún apetito.
—Hola, Twilight —respondió Feather, instintivamente—. Llegas tarde, son las 16:20.
Ésta, mientras esperaba una contestación, leyó el mensaje la pizarra y asintió.
—Y esto que has escrito confirma mi teoría —exclamó la unicornio, mientras se sentaba en la silla de visitas. A continuación, empezó a explicar—: Lo que te ocurre es una consecuencia imprevista y, por el momento desconocida, del Sonic Rainboom. O, mejor dicho, es una consecuencia imprevista y, por el momento desconocida, generada por la unión de dos factores: el primero, el simple hecho de estar volando, con gran aceleración, en trayectoria convergente y directa hacia el punto donde la prueba debía ejecutarse; el segundo: el acto de estar en esa misma localización, en el preciso instante en el que Rainbow Dash logró realizar su Sonic Rainboom —en ese momento Twilight se llevó un casco a la barbilla, pensativa—. Lo siento, creo que ha sido demasiado técnico. Intentaré explicártelo mejor...
La unicornio cogió aire, mientras ideaba cómo podía expresar su teoría hacia alguien en el estado en el que, sin duda, debía estar la pegaso.
+Es decir, la velocidad con la que ibas, unido al hecho de estar justo en el lugar donde se produjo la Sonic Raimboom, ha producido un desfase entre tu cuerpo y tu mente.
A continuación, Twilight cogió mágicamente la pizarra y usó el trapo para borrarla, denotando, durante todo el proceso, una ligera sonrisa, en señal de que, aunque estaba preocupada por la situación de Fast Feather, también se sentía excitada por poder explicar su hallazgo. Cuando el encerado estuvo limpio, dibujó en él una raya horizontal.
—Ésta es —dijo, señalando la recta— la línea que representa nuestra realidad, definida según la normalidad del tiempo transcurrido.
Trazó una línea paralela por encima de la anterior, empezando aproximadamente por la mitad del encerado y, desde el inicio de la primera raya, marcó una curva ascendente que unió con el principio de la segunda recta.
—Y esta otra línea es tu realidad ahora mismo —marcó la recta superior—. La aceleración que llevabas en el momento de ocurrir la Sonic Rainboom, sumado a tu posición en el instante clave, sumado a la energía expulsada por el Sonic Raimboom en forma de círculo de colores, ha dado como resultado el hecho de que tu conciencia se traslade de esta realidad —la unicornio señaló entonces la primera línea—, a esta otra —expresó, remarcando la unión ascendente, hasta situarse en la segunda recta—. Por supuesto, esto que he explicado no se aplica a Rainbow Dash, pues ella es la creadora del Sonic Raimboom y, en el momento de lanzarlo, lo que hace es expulsar ese poder, por lo que ese término de la ecuación, al ser cero, o negativo, convierte al resultado en algo completamente diferente e inocuo para ella.
+Por supuesto, toda realidad tiene actos y consecuencias —dijo, dibujando unas ondas de amplitud constante, partiendo desde la primera línea y cruzando los picos exteriores por encima de la segunda raya—. Los actos de ésta realidad —apuntó a la primera recta—, al que llamaré "mi línea temporal", aún son efectivas en tu realidad —señaló al segundo trazo—; de ahí que aún puedas coger objetos y hablar. Sin embargo, las necesidades físicas más básicas tienen un rango de acción más bajo —delineó, a lo largo de la primera línea, unas frecuencias de amplitud constante de extremos más bajos— y, por eso, no sientes necesidad de comer ni beber. De igual forma, toda acción que dependa de la mente, como hablar, ver, escuchar, o incluso caminar estando lisiada, aumentará exponencialmente, debido a esa misma separación pero, con el tiempo, también se terminarán perdiendo.
+Ahora bien, ¿por qué tienes la percepción de que las cosas ocurren más tarde de lo que realmente debería pasar? La respuesta es increíblemente fácil: es por la relación que hay aún entre mi realidad y la tuya —pintó una diagonal ascendente entre la primera línea y la segunda—. Ésta posición —señaló el punto de unión que había entre la parte inicial de la diagonal y la primera recta—, representa la realización de un suceso en mi línea temporal —entonces apuntó a la intersección entre el final de la diagonal y la segunda recta—, y este otro punto señala el momento en el que dicho suceso es accesible para ti, pudiendo entonces convertirlo en una consecuencia.
La unicornio volvió a dibujar otra diagonal entre las dos líneas, pero ésta vez descendente, empezando desde el punto de unión entre la raya superior y la primera diagonal, y terminando en la recta inferior.
+Y esa consecuencia que tú haces en tu línea temporal, volverá como un eco hacia mi línea temporal. Sin embargo, ese suceso inicial y la consecuencia de retorno conlleva un desfase de tiempo —trazó una vertical, desde el punto de unión de las dos diagonales con la línea superior, hasta unirla con la raya inferior, remarcando a continuación, sobre la misma línea, la distancia entre el nuevo punto de unión surgido por la intersección entre la vertical y la primera recta, y el anterior punto convergente entre la diagonal descendente y la línea inferior—, por lo que dicho resultado de regreso desde tu línea temporal puede variar completamente, si se altera el suceso inicial que lo produjo desde mi línea temporal.
+Seguramente, lo ocurrido con la gema que impactó en la cara de Applejack, llegaría a tu línea temporal como un lanzamiento distinto, de tal forma que, para ti, probablemente golpearía en la pared del fondo, o quizás en la silla. Y fue nuestro cambio en el escenario lo que originó que esa joya chocase contra mi amiga… cambio que se produjo en el lapso de tiempo transcurrido entre tu acción en tu línea temporal, y la consecuencia que ésta tuvo en la mía.
+Sin embargo, de la misma forma que entre la acción que realizas en tu línea temporal, se refleja más tarde en la mía —señaló el punto de inicio entre la línea inferior y la vertical, siguiendo la primera hasta llegar al lugar donde la diagonal descendente la cruzaba—, lo que sucede originalmente desde mi línea temporal tarda el mismo tiempo en reflejarse en la tuya —recalcó entonces la distancia, sobre la recta inferior, entre la diagonal ascendente y la vertical, haciendo hincapié en su explicación, y remarcando que las dos trazas se veían aparentemente iguales—. Es decir, lo que para ti ocurre en media hora, en realidad ha transcurrido una hora entera, que es la suma entre el desfase que hay entre mi línea temporal hasta la tuya, junto con la de retorno, entre tu línea temporal y la mía.
La unicornio volvió a sentarse en la silla de visitas, con gesto ligeramente abatido.
+De todas formas —comentó—, he estudiado todos los libros sobre este tema que tengo en la biblioteca; incluso he repasado volúmenes de contenidos parecidos, pero todo lo que he contado no es más que una hipótesis sin resolución, por lo que, por el momento, estamos en un callejón sin salida. Pero no te preocupes, he enviado un pergamino urgente a mi mentora, la Princesa Celestia, pidiéndole ayuda. Si hay alguien en Equestria capaz de ayudarte, sin duda, es ella.
Feather aún estaba asimilando la larga explicación que le había dado la bibliotecaria. Si había entendido bien, el accidente que había sufrido le había sacado de la mismísima realidad, y por eso le estaba pasando toda esa serie de situaciones.
+De hecho —continuó diciendo Twilight—, quiero que estés presente para la respuesta, por lo que voy a llamar a Spike para que venga. Sí, Spike es el pequeño dragón al que le quitaste la gema… Está en la sala de espera, presenciando unos trucos de magia que está haciendo una de tus amigas. "Por favor, Twilight…" —puso voz de falsete, en un intento de imitar la voz de su pequeño asistente— "Déjame ver esto. Parece interesante". Por favor… —exclamó, con gesto mohíno—, vive con la discípulo de la Princesa Celestia, y se siente atraído por unos simples juegos de cascos…
La unicornio de color lavanda se acercó entonces a la puerta de la habitación.
—¡Spike! —dijo, alzando un poco la voz—. ¡Necesito que vengas!
Volvió a colocarse en el sillón de visitas, esperando impaciente la llegada de su asistente, por lo que alternaba las miradas desde la cama hasta la puerta, y viceversa.
—Por cierto —comentó, para distraerse, y así poder calmarse ligeramente—, me he enterado que Applejack y Rarity están muy enfadadas contigo. Por lo visto, has hecho llorar a sus hermanas pequeñas y, aunque tienen sus diferencias, son familia, y ya se sabe que la sangre es más espesa que el agua, por lo que van a exigir explicaciones a tu comportamiento.
Spike llegó, completamente frustrado.
—¿Por qué me haces venir? —se quejó—. Con lo bien que me lo estaba pasando… La prestidigitadora iba a sacar un espejo del sombrero. Un espejo muy, muy grande —estiró sus garras, cada una hacia un lado de su cuerpo, para dar a entender el tamaño del objeto—, de un sombrero muy, muy pequeño —y redujo la separación entre sus extremidades a un número reducido de centímetros.
—No hay tiempo, Spike —declaró Twilight—. Necesito que estés cerca para cuando llegue la respuesta de la Princesa Celestia.
—¡Pero eso lo puedo hacer viendo a la poni maga actuar! —el pequeño asistente intentó excusarse—. Cuando llegue el pergamino, te prometo que vendré aquí lo más rápido posible. Por favor… —dijo, poniendo cara de bebé dragón bueno.
—De acuerdo, de acuerdo —abdicó la bibliotecaria—. ¡Pero ven lo más rápido posible cuando te llegue! Ésta yegua —señaló a Feather— está atrapada dentro de su cuerpo, incapaz de interactuar con nosotros. Y lo está pasando bastante mal. Por lo que no quiero que…
"Hola Twilight", resonó en ese momento por toda la habitación. "Llegas tarde, son las 16:20".
—Pues para estar atrapada en el interior de su cuerpo —respondió Spike—, interactúa muy bien conmigo… Acabo de oír, bien alto y bien claro, cómo ha dado la hora. Eso es, para mí, estar perfectamente. Y ahora, si no tienes inconveniente, voy a ir a ver cómo continúa el espectáculo…
Twilight miró el reloj. Eran pasadas las 17:30. Echó unos rápidos cálculos y se asustó.
—¡No puede ser, no puede ser! —chilló, mientras se llevaba los cascos a las mejillas—. ¡Esto es malo, muy malo! ¡De hecho, es peor de lo que me temía! ¡Spike! ¡Spike! ¡Necesito que vuelvas de inmediato!
Mientras esperaba a que el pequeño dragón volviese, la unicornio cogió mágicamente la pizarra y, emborronando bastamente la línea que representaba la línea temporal de Feather, explicó atropelladamente, manteniendo todo el rato una expresión ojiplática:
—¡Me he equivocado completamente! Tu línea temporal no solo está alterada con respecto a la mía, sino que… —dibujó de nuevo la misma recta que acababa de eliminar, pero esta vez no mantuvo la paralela con respecto a la raya inferior, sino que la hizo ascendente— cada vez te alejas más y más de esta realidad… hasta llegar a un instante en el que romperás toda la relación que hubiese tenido con ella. En otras palabras: tu mente se perderá para siempre, mientras que tu cuerpo se convertirá en una cáscara vacía…
Al escuchar esas palabras, Feather quedó aún más aterrada de lo que ya estaba. ¿Acaso todo iba a terminar? ¿Así? Empezó a reflexionar en todo lo que había logrado, en todo lo que iba a perder, en todo lo que podía haber conseguido, y en todo lo que no podría siquiera intentar. Seguidamente, pensó en sus amigas… en todo lo que había hecho con ellas, en todo lo que temía hacer, en las risas, en las lágrimas y en las emociones, tanto suyas como de las demás. ¿Qué iba a ser de ellas? Y, por último, se centró en sí misma. ¿Hacia dónde iba a ir su alma? ¿Y qué iba a pasar con su cuerpo?
Empezó a llorar. Su visión se volvió borrosa, a causa de las lágrimas que inundaban sus ojos. ¿Esas lágrimas eran reales o eran producto de su imaginación? Parecían ser auténticas. Entonces... ¿por qué los bordes de su visión empezaban a oscurecerse? Se fijó en esa singularidad, pues era demasiado extraña, incluso para la situación en el que se encontraba. ¿Y si, quizás, ese oscurecimiento era el primer paso que señalaba el abandono definitivo entre la línea temporal en el que estaba su mente, y la línea temporal en la que aún permanecía su cuerpo?
En ese momento, Spike entró en la habitación, refunfuñando.
—¡Rápido, Spike! —exclamó Twilight, con evidente nerviosismo—. Toma nota: "Querida Princesa Celestia…"
—Esto... —el pequeño asistente empezó a frotarse las manos, un tanto inquieto—. Twilight, los pergaminos están en casa…
—¿¡Qué!? —preguntó la unicornio de color lavanda, consternada—. ¡No puedo creerlo! —saltando de la silla de visitas, enfiló su cuerpo hasta enfocar la dirección hacia su casa-árbol—. Voy a ir a por uno. Creo que con dos saltos mágicos, quizá tres, serán suficientes. Solo espero llegar a tiempo.
A continuación, la bibliotecaria se concentró tan rápido como pudo. Su cuerno comenzó a brillar durante un instante, hasta que, de repente, la yegua desapareció, con una explosión de luz. Al poco tiempo volvió, portando consigo un zurrón, en el que podían verse unos cuantos pergaminos, así como una pluma y un bote de tinta.
—¡Rápido, Spike! —urgió, pasándole a su asistente el contenido de la alforja, usando una múltiple levitación mágica—. Escribe: "Querida Princesa Celestia: Con respecto a lo que hablamos esta mañana, necesito una solución urgente. La distancia entre líneas temporales de la paciente es cada vez mayor, por lo que la separación definitiva es cuestión de tiempo".
—"… es cada vez mayor…" — recitó Spike, declarando lo que estaba transcribiendo. En ese momento, el pequeño dragón notó un nudo en la garganta, por lo que dejó de caligrafiar el mensaje. Sus mejillas se hincharon y, cerrando los ojos, se preparó para lo que iba a seguir. De repente, abrió la boca y soltó un potente eructo. Gesto que fue acompañado de un humo verdoso, que terminó transformándose en un pergamino.
Feather notó cómo la parte oscurecida de su visión se hacía más y más extensa.
Rápidamente, el verdoso asistente cogió al vuelo el nuevo papiro, lo desenrolló y comenzó a leer:
—Querida Twilight: Tu petición ha sido sumamente extraña, por lo que yo misma me he ocupado de buscar una solución, sabiendo que, dada la gravedad del asunto, no había tiempo que perder. Afortunadamente, he encontrado un hechizo que puede servir, aunque he de advertirte de que se trata de un hechizo prohibido, relegado desde hace siglos a una sala especial de la Biblioteca de Canterlot con acceso muy restringido.
La visión de Feather ahora mismo se reducía a una gran circunferencia, dejando la parte externa de ésta en una zona aterradoramente negruzca.
+El hechizo en concreto —continuó leyendo Spike— se llama "Trasvase de almas". Como su propio nombre indica, consiste en atrapar un espíritu errante e introducirlo en un cuerpo. Se prohibió, entre otras cosas, porque si el sujeto ya poseía un ánima, ésta quedaba destruida. Pero, por tu mensaje, creo que no es el caso. De todas formas, para asegurarme de que este encantamiento no caiga en malos cascos, he provisto este pergamino de un elemento de seguridad, que hará que se destruya una vez hayas terminado de leer el hechizo.
Spike dejó de leer y, estirando la garra que sujetaba el pergamino hacia Twilight, se lo ofreció, sabiendo que el hechizo únicamente lo podía entender ella. Además, no podía arriesgarse a leerlo él, pues sólo había una oportunidad.
La región oscura de la visión de Feather empezaba a superar, en extensión, a la zona visible.
Twilight tomó mágicamente el pergamino y comenzó a leer despacio, empapándose del contenido de cada palabra. Sin duda quería grabar en su mente el hechizo.
Feather apenas podía ver. De hecho, la velocidad de crecimiento de la parte oscura se incrementaba más, a cada segundo que pasaba.
De repente, la carta quedó cubierta en una lengua de fuego, haciéndose cenizas instantáneamente.
—Bien, empecemos... —comentó Twilight, decidida.
La abertura por la que Feather podía visionar el mundo que le rodeaba era ya del tamaño de un botón. De hecho, apenas podía distinguir lo que, a través de esa minúscula rendija, le llegaba del exterior. La pegaso centró su mirada en ese lugar, para fijarse y memorizar lo que, sin duda, eran los últimos instantes de su propia existencia. De repente, un fulgor mágico llenó todo el borde exterior del orificio, frenando ligeramente el empequeñecimiento de éste. La amarillenta yegua volvió a concentrarse en el hueco, buscando la fuente del hechizo. El origen resultó ser el cuerno de Twilight, pues de éste surgía un brillo púrpura, similar al que estaba actuando sobre la abertura. Los ojos de la unicornio estaban cerrados fuertemente por el esfuerzo, algo que también se reflejaba tanto en su cara como en el resto de su cuerpo.
Pero quizá ya era tarde.
Feather, con un último esfuerzo, estiró sus patas delanteras, que no eran más que una proyección purpúrea de sus verdaderas extremidades, para alcanzar el hueco, que ya era apenas tan grande como un cookie, para intentar retrasar lo que, sin duda, era algo inevitable. Quería intentar aferrarse a esa realidad que se alejaba de ella de forma inexorable. El aro menguó, hasta ser del tamaño de un guisante. Las extremidades de la pegaso estaban a mitad de camino de una distancia que, ni ella ni nadie, podría precisar con exactitud. Instantes después, la envergadura del punto era equivalente al de una lenteja. Y, cuando éste era tan minúsculo como un grano de arena, Feather logró rozarlo con sus cascos.
Y todo desapareció.
—¡Shhh! Creo que ya despierta —se escuchó de repente.
Feather, poco a poco, abrió los ojos y miró a su alrededor. Ahí estaban todas: sus amigas Shiny Eyes, Flashing Hooves, Undying Knowledge, Shadow Hammer y Gentle Colors. También estaban Twilight Sparkle, Applejack, Rainbow Dash, Pinkie Pie, Fluttershy y Rarity. Y las tres pequeñas potrillas: Apple Bloom, Sweetie Belle y Scootaloo. Incluso Spike permanecía cerca, royendo otra gema.
—Bienvenida de nuevo a nuestra línea temporal —exclamó Twilight, con una gran sonrisa en la cara—. Ahora también es la tuya.
—Quisiera disculparme —Applejack deslizaba su casco sobre el suelo, avergonzada—. Twilight nos contó todo lo ocurrido, y comprendí que nunca fue tu intención hacer ninguna de las cosas que ocurrieron.
Hubo un pequeño silencio incómodo. Applejack miró a Rarity y después a Pinkie Pie.
—¡De acuerdo, de acuerdo! —Rarity se sintió incómoda ante esa mirada inquisitoria—. Acepta mis disculpas también… No debí enfadarme al enterarme de que habías hecho llorar a Sweetie Belle.
—¿Sabes? —cortó Pinkie Pie—. La fiesta en tu honor fue tan maravillosa…
Todas las amigas de la rosácea poni la miraron con ojos muy abiertos, e hicieron señales para que dejase de hablar.
—… Pero hubiese sido más maravillosa contigo —continuó diciendo Pinkie Pie, ignorando las advertencias—. Y hemos decidido entre todas —señaló en general, incluyendo a las amigas de la pegaso-cartero— que, cuando te recuperes completamente, haremos otra fiesta para ti. Y participaremos todas. Y será la mejor fiesta de toda Equestria.
—Feather —se adelantó Shiny Eyes—, me alegro… Todas nos alegramos de que estés sana y salva. Pronto estarás perfectamente, y a tiempo de participar en las Olimpiadas de Carteros.
—¿Sabes una cosa, Feather? —dijo Rainbow Dash—. Pocas veces he visto una pegaso más rápida que tú.
—Como diga "Pero siempre la veo cuando me miro al espejo" se va a enterar —comentó Applejack en voz baja a Twilight, que respondió con una sonrisa de complicidad.
—Me encantaría echar una carrera contigo —siguió hablando la pegaso de crin multicolor—. Hace tiempo que buscaba un contrincante digno y que estuviese a mi altura, para mejorar mi estilo y velocidad.
—Feather —se acercó Apple Bloom—. Querríamos preguntarte de nuevo si aún te apetece enseñarnos a ser cartero.
—¡Por supuesto, me encantaría! —respondió por primera vez la amarillenta pegaso, denotando un cansancio evidente—. Y si no os gusta, podríais probar otra cosa… como aprender trucos mágicos con Flashing, por ejemplo.
—Buah —Scootaloo torció el gesto—. Los trucos mágicos son para potrillos pequeños. Es mucho mejor la magia normal.
—¡Ah! —intervino Flashing, frunciendo el ceño—. ¿Acaso puede hacer esto la magia normal?
A continuación, la prestidigitadora cogió una sábana de la cama, la estiró ligeramente y la lanzó al aire delante suya, de tal forma que la potrilla unicornio quedó oculta durante uno o dos segundos. Cuando la tela cayó al suelo, Flashing estaba ataviada con un chaqué de mago y un sombrero de copa, y su crin había cambiado completamente de estilo.
—¡Mooola! —Scootaloo, Sweetie Belle y Apple Bloom respondieron al unísono.
—Bueno —dijo en voz baja Twilight, más bien hablando consigo misma—, en realidad esto sí que puede hacerse con magia normal.
—Muchísimas gracias… —respondió Feather, sonriendo—. Sois realmente fantásticas. Todas.
—Yeguas —comentó Twilight—, creo que lo mejor es dejarla descansar. Además, tiene que comer algo, cosa que no ha hecho en días.
Tenía razón. Feather estaba hambrienta. Miró hacia la bandeja que había en la mesilla, a su izquierda, y, con una sonrisa a las presentes, movió la pata que tenía libre hacia el mueble, cogiendo la bandeja y acercándosela hacia sí misma, hasta apoyarla sobre su pecho. Todas empezaron a marchar de la habitación, hablando en pequeños grupos.
—Alguien no se ha disculpado aún… —mientras se dirigía hacia la puerta, Twilight exclamó, mirando a Rainbow Dash.
—¿Qué? Sí que lo he hecho. Alabar a alguien es "pedir perdón" en mi lenguaje —respondió la yegua de color celeste.
—Por cierto, Twilight —Gentle Colors se adelantó un poco, hasta ponerse a su altura—. ¿Es buen momento para ese autógrafo?
—Es verdad… ¡Spike, papel y pluma!
Y todas abandonaron la habitación. Todas excepto Flashing, ya que Feather le había pedido, mediante un gesto disimulado, que esperase.
—Flashing, tengo una duda —comentó la pegaso-cartero.
—Dime, Feather —Flashing se puso seria por un momento.
—Todas las demás dudaban de que me pusiese bien… —explicó la yegua amarillenta—, pero tú, curiosamente, no has llorado. Incluso has hecho trucos mágicos fuera, según he oído. Eso… Eso no es propio de ti. ¿Por qué…?
—Eso es porque… —cortó Flashing, acercándose a la cama— he tenido otro sueño: Yo era tú. Estaba en tu mente… y también en la de Twilight —eso último lo dijo en un susurro, como si no quisiera que Feather se enterase—. Y vivía exactamente lo que has pasado. Absolutamente todo. Y, por una vez, llegué al final, porque necesitaba hacerlo. "En el momento justo mejorarás", te dije. Y así ha sido… Porque sabía con antelación lo que iba a pasar.
—Flashing, ¿vienes? —dijo Knowledge, asomándose al umbral de la puerta.
—Sí, ahora mismo voy —respondió la potrilla unicornio, arrancando en un trote para salir de la sala. Entonces, al llegar a la entrada, giró su cabeza para mirar a su amiga convaleciente, y sonrió.
A excepción de Feather, la habitación quedó completamente vacía… Pero, por primera vez en días, la amarillenta pegaso-cartero sabía que no estaba sola. De hecho, nunca lo había estado. Y, con una gran sonrisa, empezó a comer.
FIN DEL CHAPTER 1x16