Login

Parallel Stories

by SrAtomo

Chapter 32: 1x16 - Consecuencias imprevistas - P 1

Previous Chapter Next Chapter

Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

Este es un fanfic de fan para fans.

Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

+Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

Agradecimientos a McDohl, por prestarme la forma de hablar de Derpy Hooves.

Capítulo dividido en 2 partes (esta es más corta).

Este capítulo se sitúa, cronológicamente hablando, justo después de lo acontecido en el capítulo 1x16 de la serie original "Sonic Rainboom".


Tags: [Adventure/Aventura] - [Comedy/Comedia] - [Crossover (con la serie original)] - [Dark/Oscuro] - [Random] - [Sad/Triste] - [Sci-fi/Ciencia Ficción] -

[Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Tragedy/Tragedia] - [Other/Otros]


MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x16

Consecuencias imprevistas

Parte 1

Derpy Hooves acababa de salir de la Central de Correos de Ponyville, ataviada con un par de pesados zurrones, señal de que ese día el reparto iba a ser especialmente abundante. Se dispuso a alzar el vuelo, pero trastabilló. Era demasiado peso para ella. Decidida, se apoyó en la pared del edificio y comenzó a mover sus alas hacia arriba y hacia abajo, cada vez más rápido, hasta que notó cómo empezaba a elevarse… la mitad de su cuerpo. La parte trasera se negaba en redondo a despegar del suelo, como si ésta quisiera quejarse del excesivo peso. La grisácea pegaso dejó escapar un suspiro. Tendría que dejar la mitad de los envíos en la casilla de Correos para repartirla después.

Volvió a entrar, cabizbaja, a la Central. Llegó con dificultad al mostrador y, poniéndose de espaldas al empleado que la miraba consternado, dijo con tristeza:

—Lo de chiempre.

El aspecto de Derpy contrastaba completamente con el de la pegaso-cartero que estaba al lado. Esa yegua se movía con rapidez, seguramente porque estaba impaciente por recibir el correo diario. Mientras el empleado empezaba a vaciar poco a poco los zurrones de Derpy, ésta observó a la poni.

Ésta tenía las gafas puestas sobre la visera del casco, por lo que se podían ver sus ojos, que quizás eran lo único que, en ese momento, la diferenciaba de esa pegaso amiga de los animales que vivía cerca del Everfree Forest. De hecho, parecían dos gotas de agua, y más con el casco tapando la crin, con las gafas semiopacas puestas sobre los ojos y con los zurrones que cubrían la Cutie Mark. Con otro rápido vistazo, descubrió otra diferencia palpable: la cola. La de esa yegua era corta y morada, mientras que la de la pegaso que moraba en Ponyville era larga y rosada. Pero, aparte de esas dos pequeñas diferencias, esas dos yeguas eran como dos gotas de agua, sin ninguna otra discrepancia. Por supuesto, eso sería así si la pegaso-cartero estuviese callada, pues la voz que tenía era muy diferente de la de Fluttershy.

—Vamos, vamos… —reclamó la yegua, totalmente impaciente—. Hoy quiero batir mi propio récord.

—¿Qué, vas a competir en las Olimpiadas de Carteros de este año, Fast Feather? —la empleada acababa de volver cargada con dos zurrones, que se veían aún más pesadas que las que portaba Derpy.

—Por supuesto, siempre es un honor ser seleccionada para participar… Y esta vez me estoy entrenando muy duro. Puede ser que incluso opte a medalla.

—Eso sería maravilloso. Una pegaso-cartero de… —la empleada bajó un poco el tono de admiración, al notar que era de otro pueblo—, bueno, de Northwest Mines Town, consiguiendo una medalla en las Olimpiadas de Carteros.

—No te preocupes, si consigo medalla, haré mención especial a Ponyville… —contestó la amarillenta yegua, con una media sonrisa—. Al fin y al cabo, últimamente paso casi más tiempo aquí que allá.

—Por cierto, nosotros también tenemos representación —dijo la poni del mostrador—. Y la elegida es ella. —señaló a Derpy.

Feather miró hacia la grisácea pegaso, primero sorprendida, aunque en seguida cambió su expresión a una de alegría.

—Buena elección. —comentó. Y, dirigiéndose a Derpy, continuó hablando, con una gran sonrisa en su boca—. Verás cuando se entere Flashing de que su prima también compite en las Olimpiadas.

Mientras la grisácea pegaso abrió los ojos como platos, la empleada sonrió y, poniendo los zurrones sobre la grupa de la amarillenta cartero, declaró:

—Derpy Hooves ha mejorado mucho su rendimiento últimamente, y esta es su recompensa. Y aunque acabe la última…

—Que no va a hacerlo… —cortó Feather—. Seguro que estará concentrada en la competición, y conseguirá un buen puesto.

Por primera vez en esa mañana, Derpy sonrió. Al fin alguien confiaba en ella, y también lo hacía en su determinación de dejar a Ponyville en buen lugar en las Olimpiadas.

—Ese es su problema —continuó diciendo la empleada—, la concentración. Ella es muy inconstante en ese aspecto.

Feather se acercó a Derpy y le dijo al oído: "Las dos sabemos que no es así, no le hagas caso".

—Listo, ya tienes encima todo el correo de Northwest Mines Town —declaró la dependiente.

—De acuerdo —Feather se puso en posición de salida explosiva. Miró a la grisácea yegua y dijo—. Da recuerdos a todos de mi parte.

—Igualmente, chaluda a Flaching y a las demás.

Feather se bajó las gafas y se las puso sobre los ojos. "Ahora sí", pensó Derpy, que la miraba con admiración, "excepto la cola, no hay nada que la diferencie de Fluttershy". De hecho, eran tan iguales que no le habría parecido para nada extraño si, de repente, de la nada hubieran aparecido mariposas y conejos alrededor de esa amarillenta pegaso-cartero, para animarla.

—¡Atención, atención! —gritó la empleada, sacando a la grisácea yegua de su ensimismamiento—. ¡Salida urgente! ¡Despejen el camino!

Todos se apartaron rápidamente. Entonces la dependiente se apoyó sobre el mostrador y, acercándose a la amarillenta pegaso, dijo a media voz.

—¡Preparados…! ¡Listos…! ¡YA!

Feather salió como una exhalación de la Central de Correos, dejando únicamente detrás de sí una estela amarillenta y morada. Al abandonar el edificio, se elevó hasta quedar a media altura, pues no quería zigzaguear para esquivar a todos los ponis que le saliesen al paso, algo que suponía un peligro para todos, sin contar, por supuesto, que además desharía toda posibilidad de superar su récord de surcar la distancia entre Ponyville y Northwest Mines Town en el menor tiempo posible.


Apple Bloom y Sweetie Belle estaban sentadas, impacientes, en el pequeño carro del que tiraba el patín de Scootaloo, quien, usando la fuerza que le proporcionaban sus pequeñas alas, imprimía una gran velocidad al patinete. Las tres se sentían animadas: acababa de empezar el día, y eso suponía una nueva oportunidad de conseguir sus ansiadas Cutie Marks. Para ello, tenían preparadas varias pruebas en mente: volar en globo, hacer puenting, cavar un hoyo y, si daba tiempo antes de la hora de comer, provocar hipo a los demás.

De repente, vieron pasar una sombra amarillenta y morada sobre sus cabezas, dejando tras de sí una estela de los mismos colores. Entonces Scootaloo paró su patín para que las tres pudieran mirar mejor al autor de ese rastro.

—Vaya, eso es volar rápido —dijo Apple Bloom.

—Es… incluso peligroso —respondió Sweetie Belle.

—Bleh, Rainbow Dash vuela mucho más rápido y mejor —sentenció Scootaloo, mirando a las otras dos. En ese momento, bajó la vista, hasta enfocar el carrito—. Ey, ¿no habíamos quedado en traer las cuerdas?


26 segundos. No estaba mal, nada mal. Feather acababa de salir de Ponyville, con rumbo directo a Northwest Mines Town. Lamentablemente, no había logrado superar su propio récord, posiblemente por el excesivo peso de los zurrones, pero no iba muy descentrada en el tiempo. Decidió bajar de altitud para evitar excesivo rozamiento del aire, y así poder recuperar unos segundos preciosos.

Sin embargo, al sobrepasar una loma, descubrió algo que le sobresaltó. Dos ponis estaban en mitad del camino. Una era esa pegaso con la que le habían confundido muchas veces, y la otra era esa yegua de tierra rosácea tan alegre. Esta última estaba dibujando algo en un cartel. Pero estaban en mitad del camino. Tenía que esquivarlas.

—¿Por qué estás dibujando el letrero? —Fluttershy preguntó con un hilo de voz. No quería molestar a Pinkie Pie.

—El cartel que ha puesto Twilight es taaan aburrido —respondió ésta—, que me sentía obligada a mejorarlo un poco. Globos, caramelos, ponis felices… ¿Sabes una cosa? Si hago un poni muuuuuuy grande, podría usar esta pancarta para jugar a "Poner la cola al poni". Sí, creo que haré eso cuando Twilight termine la prueba. Hmmm… ¿De qué color dibujaré al poni? ¿Azul? ¿Amarillo? ¿Blanco? ¡Rosa! Dibujaré un gran poni rosa, y será el mejor cartel de toda Equestria. Pero noto que le falta algo… —Pinkie se alejó un poco del cartel—. ¡Ya sé! ¡Serpentinas, le faltan serpentinas! —cogió unas pinturas de colores que tenía al lado y empezó a dibujar tiras de tonos alegres por todo el cartel.

—Deberíamos estar vigilando, para que nadie entre en la zona de pruebas —Fluttershy miró alrededor, temiendo cualquier cosa.

Entonces lo vio: una gran estela amarilla y morada, que venía por el camino que salía de Ponyville, se dirigía directa e inexorablemente hacia ellas. La tímida pegaso puso los ojos como platos, y se tumbó en el suelo, con los cascos delanteros cubriendo su cabeza. Sin embargo, Pinkie Pie seguía ensimismada en el adecentamiento del cartel, ignorando el peligro que se les aproximaba.

—Cuidado —intentó gritar la amarillenta yegua, pero de su boca solo pudo salir un hilo de voz apenas perceptible.

Por fortuna, la estela se giró en el último momento. Pero lo hizo hacia la derecha, desapareciendo en la distancia tan rápidamente como había llegado.

—Oh, no… —se lamentó Fluttershy—. Creo que Twilight se va a enfadar.

—¡Ahora está perfecto! —exclamó Pinkie Pie, mientras se separaba de la señal, en el que podía leerse, junto al dibujo de una gran flecha que apuntaba a la derecha "¡Peligro! Zona de pruebas. No pasar"—. ¡Sí, ahora es una señal más feliz y alegre, como debe ser!


"¡Maldita sea!", se lamentó Feather, hablando consigo misma. El intento de mejorar el récord se había ido al traste, pues ahora tendría que dar un rodeo y, con ello, perdería unos preciosos segundos. Poco le importaba que nunca antes hubiese estado en ese lugar; lo único que le interesaba era seguir con ese ritmo de vuelo, pues esa velocidad de crucero sería extremadamente difícil de volver a igualar. Por lo tanto, era mejor y más rápido hacer el desvío y entrar en el camino correcto más adelante.


—¡Todo está listo, Rainbow Dash! —gritó Twilight Sparkle, mientras aún seguía revisando unos extraños y grandes aparatos, en mitad de un claro.

Rainbow Dash, que aún estaba calentando sus músculos, marcó una sonrisa en su rostro. Rarity y Applejack estaban situadas un poco más atrás de la unicornio lavanda, ajustándose unas gafas protectoras. A juzgar por los continuos movimientos de morro que hacía Applejack, y a las miradas de desprecio que hacía Rarity hacia sus lentes, que sostenía delante suya, no se sentían muy cómodas con ese accesorio tan estrafalario.

+Repasemos una vez más —explicó la bibliotecaria—: Cuando estés preparada, deberás bajar en picado, hasta llegar a esas dos nubes que forman una "X", y que, a su vez, están colocados encima del sensor-lector-acumulador de presión —señaló un Twilight estaba señalando una gran máquina que emitía pitidos rítmicos—. En ese momento, y solo en ese momento, es cuando debes ejecutar el 'Sonic Rainboom'.

+Entonces estos aparatos se encargarán de analizar cada dato que registren, y así tendremos todos los datos posibles para conocer mejor tu... habilidad —en ese momento la sonrisa de Twilight cubrió por completo su cara—. Por supuesto, cuando llegues a la "X", no olvides subir de nuevo.

—Ya, ya lo sé —respondió Rainbow Dash, torciendo ligeramente el gesto—. ¿Podemos terminar cuanto antes? Quiero descansar un poco.

—Dime, Twilight. ¿Por qué tengo que estar yo aquí? —intervino Rarity—. Tengo que terminar un pedido que me han encargado, y voy justa de tiempo. Además, estas gafas no combinan con nada de lo que tengo... ¿Cómo esperas que me las ponga? ¿Y si aparece el príncipe de mis sueños y me ve con ellas puestas? —el rictus de terror de la diseñadora se hizo completamente evidente.

—Rarity… —Twilight volteó los ojos y centró la mirada en la blanca unicornio—. Esta es una ocasión muy especial. Nunca nadie había conseguido registrar tan exhaustivamente una 'Sonic Rainboom', y quiero que todas seáis testigo de ello.

—Eso es porque nadie antes ha logrado hacer una 'Sonic Rainbow' —comentó la pegaso de color celeste, mientras comenzaba a elevarse hacia el cielo, para situarse en la posición de salida—. ¡Nadie... excepto yo! —chilló.

Las tres que estaban en tierra se echaron hacia atrás, hasta cruzar unas líneas marcadas que representaban la distancia mínima de seguridad, mientras miraban al cielo, sin perder de vista el punto en el que se había convertido su alada amiga. Mientras Rainbow Dash empezaba a hacer cabriolas para coger velocidad, Rarity se puso a regañadientes las gafas, sabiendo que, de no hacerlo, su aspecto correría aún más peligro que sin ellas.

Una vez logrado el impulso necesario, la pegaso celeste se dirigió otra vez al punto del que debía salir, en lo alto de una nube, atravesándola sin dudar y bajando a continuación, directamente hacia la "X".

El aire por delante de ella empezó a hacerse más y más sólido, como consecuencia de su velocidad. Tenía que romper esa barrera de aire para lograr el 'Sonic Rainboom', pero a la vez debía ser paciente, pues necesitaba realizar esa explosión en el momento justo. De no ser así, tendría que intentarlo otra vez, y no quería alargar innecesariamente esta sesión, ya que quería estar descansando en cualquier otro sitio antes que dejar que Twilight analizase minuciosamente su mayor hazaña. Definitivamente, aún no comprendía cómo la unicornio de color lavanda había logrado convencerla para llevar a cabo esto.

El aire delante de ella era ahora pegajoso. La pegaso celeste sonrió como pudo. Estaba a punto de lograrlo, y en el momento justo. Aceleró ligeramente. La "X" estaba tan cerca. Tan sumamente cerca… Y, cuando la rozó con sus cascos traseros, cambiando de posición para elevarse otra vez, ocurrió.


Feather siguió volando a la misma velocidad, pero sin salirse del camino. Estaba segura de que, tarde o temprano, podría volver a la carretera que llevaba a Northwest Mines Town, y, aunque fuese un poco más tarde, empezar a repartir el correo.

Entonces entró en un claro. Por el rabillo del ojo vio a tres yeguas, de las cuales dos eran unicornios, una color púrpura y la otra blanca; y la tercera era una poni de tierra de color naranja. Las tres miraban constantemente al cielo. Allí, una pegaso azul hacía giros en el cielo, probablemente para coger velocidad. Feather notó un cosquilleo en la espalda. Sentía que estaba en peligro, por lo que decidió salir de allí lo más rápidamente posible.

Después de unos rápidos vistazos, determinó que la escapatoria más rápida era atravesando el claro, para salir por el otro lado, Y eso hizo Feather, acercándose a lo que parecían unas extrañas máquinas y una nube estática. Se elevó ligeramente para sortear ese cúmulo, y entonces la vio: la pegaso celeste, de crines multicolor, se dirigía directamente hacia ella. Iban a chocar. Tenía que evitarlo a toda costa. No podía girar a los lados, pues la cantidad de aparatos dispuestos justo a su alrededor imposibilitaba esa opción, convirtiéndola casi un suicidio. Tampoco podía ir hacia abajo, ni hacia arriba, ni frenar. Así que la única opción era acelerar. Acelerar como nunca lo había hecho antes, y pasar el punto antes de que llegase la otra pegaso.

Apretó los dientes y aceleró. Aceleró tanto como pudo. Tenía que lograrlo, pues un choque a esa velocidad podría ser fatal para ambas yeguas. Entrecerró los ojos, mientras una mueca, que pretendía ser una sonrisa, se dibujó en su rostro. Lo iba a conseguir. Sabía que lo iba a hacer. Porque era una cartero-pegaso de Equestria. Porque era Fast Feather… Y porque era la única opción.

Y lo logró. Pasó unas milésimas de segundo antes de la otra poni. Entonces, de repente, perdió el sentido.


¡BBBBOOOOMMMM!

Rainbow Dash volvió a elevarse: había conseguido otra maravillosa 'Sonic Rainboom'. La pegaso de color celeste se sentía inmensamente feliz. Esa velocidad era maravillosa y excitante, cuya porción de aire penetraba por cada poro de su piel, hasta notarla dentro de ella misma. Era la mejor sensación del mundo. Su crin y su cola se habían fundido en una estela multicolor, de todos los matices del arcoíris.

Y miró hacia atrás. Quería ver su magnífica obra. Esa circunferencia perfecta formada con maravillosas tonalidades. Pero algo andaba mal. No había tal circunferencia sino que, justo por la parte de atrás, se veía extraña. Era como si algún ser gigantesco hubiese cogido ese fragmento y tirado de él con todas sus fuerzas, deformando el resultado. Rainbow Dash entrecerró los ojos e hizo un amplio giro para volver, dejando tras de sí un hermoso arcoíris en el cielo.

Entonces, fijándose mejor, lo descubrió: una estela amarillenta y morada se veía en mitad de la zona de pruebas, dirigiéndose directamente hacia donde había tenido lugar la 'Sonic Rainbow'. Miró hacia donde estaba Twilight y las demás, quienes, a su vez, acababan de percatarse de que había algo mal. Volteó su cabeza hacia el otro lado y la vio. Había una pegaso dando vueltas sobre sí misma, rebotando en el suelo. Los colores de esa yegua coincidían con los de la estela, que curiosamente aún permanecía en el aire aunque, según se iba deshaciendo la 'Sonic Rainboom', también lo hacía esa estela.

La pegaso continuó rebotando hasta que se perdió en el interior de unos matorrales. Rainbow torció el gesto: definitivamente eso debía ser muy doloroso. Aunque algo dentro de ella le indicaba que esa yegua aún estaba viva. Efectivamente, cuando descendió hasta los matorrales, descubrió que esa pegaso únicamente estaba inconsciente, aunque, a juzgar por la posición de sus extremidades, iba a necesitar una larga estancia en el hospital.


Feather despertó, abriendo los ojos poco a poco, para aclimatarse a la luz que le llegaba desde la izquierda. Rápidamente se percató de dónde estaba: era una sala grisácea y, a juzgar por el mobiliario, parecía tratarse de una habitación de hospital. A su izquierda había una gran ventana, por el que entraba la luz de la mañana. Giró la cabeza para mirar su cuerpo, y descubrió que tenía dos de sus patas entablilladas y sujetas, a través de unos finos hilos, a unos plomos que hacían de contrapeso, quedándole libres su pata posterior derecha y la anterior izquierda.

Su cuerpo descansaba sobre una cama, en la que se apretujó con cuidado. "Al menos es cómoda", se dijo. Pero esas dos patas entablilladas suponían un gran problema. "¿Qué ha pasado?", pensó, "No me acuerdo de nada...". Intentó rememorar el motivo de su accidente, pero lo único que surgió en su mente fue a sí misma intentado acelerar más allá de sus límites para evitar una catástrofe. Sin embargo, supo que no había logrado esquivar el peligro, a juzgar por el lugar donde estaba en ese momento.

Intentó amoldarse mejor al colchón, para volver a dormir, pero un fuerte dolor surgió en su espalda, lo que la hizo incorporarse con la mayor rapidez del que fue capaz. Con su casco delantero que tenía libre se palpó la espalda, notando sus alas vendadas. No podía creérselo. El golpe, sin duda, debió haber sido brutal. Aunque, afortunadamente, al menos podía contarlo. ¿Pero qué había pasado con la otra pegaso? Esperaba que al menos estuviese en mejor estado que ella.

Volvió a tumbarse, esta vez poco a poco, introduciendo lentamente las alas entre unas almohadas que habían dispuesto para tal efecto, en la vertical de la cama, evitando así que dichas extremidades llegaran a doblarse. Al terminar, Feather bufó. Estaba furiosa por los acontecimientos. Seguramente todo lo ocurrido había sido culpa suya. Solo esperaba que no hubiese creado más problemas, aunque sabía que no podía hacer nada por remediarlo en ese momento. Y para más inri, un fuerte dolor de cabeza le empezaba a golpear rítmicamente, como si su testa fuese el arpa metálica de un piano, de tal forma que cualquier tecla que se pulsase imprimiese su esperado efecto sobre su maltrecho cerebro. Necesitaba dormir, y para ello se terminó de acomodar en la cama.

Quizá cuando volviese a despertar se encontraría con Shiny y las demás amigas a su alrededor, intentando animarla. En ese momento, un escalofrío recorrió completamente su espalda: algo estaba mal... Notaba un peligro acechándola, pero no podía determinar su origen. Entonces miró hacia su izquierda, a la otra cama. Ésta estaba vacía. Supo entonces que se encontraba sola en la habitación. Estaba sola, muy sola… hasta el punto de sentirse totalmente alejada del mundo. En ese momento cerró los ojos, que empezaban a lagrimear, y se durmió.


Oyó una voz lejana, una voz difusa y distorsionada, como si surgiese de algún lugar más allá de su comprensión. Era como si estuviese bajo el agua y alguien, en la orilla, le hablase. Poco a poco, Feather empezó a espabilarse y abrió los ojos.

—¡...No me lo puedo creer! ¡Eres tú, Fluttershy! —la voz entonces se hizo más reconocible. Era Pinkie Pie, que estaba, junto con la tímida pegaso, al lado de la cama.

—No soy yo, se parece a mí, pero yo estoy aquí —comentó la aludida, en un tono bastante alto para ser ella.

—¡Eso tiene fácil solución! —la rosácea yegua se acercó a Feather y empezó a hacerle algo al pelo, con una velocidad increíble—. ¿Ves? —dijo al terminar de trastear con la crin—. ¡Ahora eres tú! —miró entonces a Fluttershy y se acercó a ella rápidamente, como si fuese un rayo—. ¡Fluttershy, estás curada! —exclamó, con una sonrisa en la boca. Seguidamente se acercó, con idéntica velocidad, a Feather—. ¡Fluttershy, estás enferma! —expresó, con una cara triste. Volvió a situarse al lado de la tímida pegaso—. ¡Fluttershy, estás curada! —y, acercándose de nuevo a la cama, se entristeció de nuevo—. ¡Fluttershy, estás enferma! —y volvió a repetir una y otra vez las mismas acciones.

—Por favor, ¿podéis hablar un poco más bajo? —interrumpió Feather—. Me duele un poco la cabeza.

Entonces, tanto la rosácea poni de tierra como la tímida pegaso ignoraron sus palabras, hasta que, de repente la miraron, con estupefacción la primera, y con gran alegría por parte de la segunda.

—¡Ha despertado, ha despertado! —Pinkie Pie se puso aún más contenta, y empezó a saltar por toda la habitación—. ¡Fluttershy ha despertado!

—Hola… Fast Feather, ¿no? —susurró Fluttershy, completamente insegura, como si no quisiera incomodar a la convaleciente—. Queremos pedirte disculpas. Nos sentimos responsables de lo ocurrido. Y queremos que te recuperes lo más rápido posible.

—¡Eso, eso! —Pinkie Pie seguía saltando por la habitación—. Recupérate pronto. Y cuando lo hagas, te haré una fiesta para animarte. Una fiesta en la que habrá de todo: globos, ponche, serpentinas, un montón de amigos, tarta y… —en ese momento paró y, mientras sus ojos se empequeñecieron, dejó ahogar un suspiro, como si acabase de tener una genial idea—. ¡Sí! También jugaremos a "Ponle la cola al poni". Será maravilloso. Lo estoy viendo: una gran pancarta que ponga "Fiesta para Fast Feather" —estiró las patas, indicando cómo sería el cartel del bienvenida al evento—. Hmmmm... Creo que no he hecho aún ninguna fiesta contigo. Será muy divertido, ya lo verás.

—Estoy segura de ello —respondió Feather, con una sonrisa. A pesar del dolor de cabeza, esa bulla que había en la habitación era incluso reconfortante—. Me encantará estar allí para disfrutar y divertirme —matizó.

En ese momento una voz resonó en el pasillo, bastante contrariada:

—¿Por qué tengo que ir yo también? Ni siquiera estaba ahí.

—Spike —se escuchó otra voz, completamente diferente—, me siento responsable de lo ocurrido, y además, no quiero dejarte solo en casa. Aún eres un bebé.

—Solo soy un bebé cuando te interesa, Twilight —replicó la primera voz—. Para ayudarte con las tareas soy lo suficientemente mayor, pero cuando se trata de… ¡Ah, claro! Lo que pasa es que no quieres enfrentarte sola a esta situación.

—No es eso, Spike… Mira, ahí vienen Rainbow Dash y Applejack.

—Entonces te espero en casa. Esta mañana me has hecho levantarme muy pronto y tengo que dormir.

—¡Spike! Ya que estamos aquí, vamos a entrar todos.

—Opino igual que Spike —se oyó una tercera voz que, como la segunda, era femenina.

—¿Tú también tienes ganas de dormir, Rainbow Dash? —una cuarta voz se sumó a la conversación.

—Muy graciosa, Applejack. Me refiero a que por qué tengo que disculparme. No he sido yo la que no ha visto el cartel de aviso —respondió Rainbow Dash.

—Ya te lo dije ayer, Rainbow —contestó Twilight—. Ella tampoco lo vio…

—¿No vamos a esperar a Rarity? —intervino Applejack, cortando de raíz una posible pelea.

—Está trabajando en un gran pedido de varios vestidos, no va a poder venir —respondió Twilight—. Y ahora, sonreid, vamos a entrar.

Y entraron a la habitación. Todas estaban sonriendo, pero la única que no expresaba una mueca forzada era Applejack, quien además portaba unas cestas, una a cada lado de su grupa, completamente llenas de ricas y hermosas manzanas. Pinkie Pie aprovechó la ocasión para devolver el peinado de Fast Feather a su estado original.

—Hola, ehhh… —Twilight estaba un poco perdida.

—Fast Feather —Applejack le susurró al oído—, se llama Fast Feather.

—Sí. Hola Fast Feather —continuó la unicornio de color lavanda—. Quisiéramos disculparnos por lo ocurrido. No fue nuestra intención que... sucediese lo que ha pasado.

—Déjalo, no te está escuchando —cortó Rainbow Dash—. Fíjate en su mirada perdida.

—Por supuesto —Twilight ignoró la objeción de la pegaso celeste—, después le pediré explicaciones a Pinkie y a Fluttershy por lo ocurrido, y actuaré en consecuencia.

"Estoy segura de ello", se oyó en la habitación, "Me encantará estar allí para disfrutar y divertirme". Era la voz de Feather, sin duda, pero ella no había dicho absolutamente nada.

—Qué desconsideración —intentó decir Applejack en voz baja, pero Feather lo oyó perfectamente—, y encima lo dice sonriendo.

—¡Yo no he dicho eso! —Feather intentó explicarse.

Pero ya era tarde. Pinkie Pie había parado de saltar, Fluttershy estaba triste, y Rainbow Dash estaba enfurruñada. Twilight alzó entonces un casco, queriendo frenar lo ocurrido.

—Vamos, chicas —dijo, acercándose al resto y susurrándoles—. Según me ha dicho el doctor, esta pegaso no es para nada malhumorada. Lo que ha pasado debe ser, sin duda alguna, producto del golpe. Además, el hecho de estar aquí, sin poder hacer nada, debe hastiarle mucho, hasta el punto de decir lo que acabamos de oír.

A pesar de que eran susurros, Feather estaba escuchando perfectamente toda la conversación, como si estuviesen hablando en voz alta a su lado.

—No sé qué está pasando, pero no he dicho eso. No he sido yo, os lo aseguro —intentó explicarse.

—Quizá tengas razón —Rainbow Dash miró a Fast Feather de soslayo y siguió cuchicheando, ignorando completamente su aclaración—. Solo hay que verla. Tiene esa típica mirada de alguien que no sabe ni dónde está.

—¡De verdad que no he sido yo! —Feather aprovechó el momento en que la pegaso de crines multicolor había mirado hacia ella, para hablar en alto y agitar sus cascos libres. Pero todo fue en vano, nadie se giró.

Spike, aburrido de la conversación, se había bajado de la grupa de Twilight y, sacando una gema azul del zurrón que portaba la unicornio, se acercó a la cama, mientras empezaba a mordisquear la piedra preciosa. Feather, que no le había perdido la vista de encima, aprovechó su distracción para intentar algo: si las demás no le hacían caso alguno cuando ella decía algo, quizá lanzando esa joya hacia donde estaban ellas, lograría que se girasen todas y le prestasen atención... Y, de esa manera, pudiera disculparse por el malentendido.

Rápidamente, o por lo menos con la máxima rapidez de la que fue capaz, cogió la gema que portaba el pequeño dragón. Éste realmente debía estar muy distraído, porque ni siquiera se dio cuenta del robo. Feather sonrió mientras sujetaba la azulada joya, a la que le faltaba una esquina, y la lanzó, sin mucha fuerza, hacia el grupo. Logró que la gema impactase de lleno en el costado de Pinkie Pie, pero ni ella, ni ninguna otra se giró.

—Yo creo que lo mejor es dejarla tranquila mientras se recupera —sentenció Twilight, mientras miraba de soslayo a la convaleciente pegaso—, y observar su evolución... No quiero que ocurra nada inesperado, por lo que no la perderé de vista —en ese momento fijó su mirada en Rainbow Dash—. Además, estuvo muy cerca de tu Sonic Rainboom, por lo que alteró la prueba, al convertirse ella misma en parte del experimento... En una variable que no estaba prevista...

—¡Genial! —respondió Rainbow Dash, eufórica. Entonces, mirando la expresión de circunstancias que expresaba la unicornio, la pegaso celeste torció su gesto—. Espera, ¿eso significa que hay que repetir la prueba?

—Eso mismo —contestó la unicornio—. Vamos a darle los regalos y a dejarla descansar.

Feather se alegró. Al fin iban a hacerle caso. Se aclaró la garganta, pues debía hablar bastante alto, ya que el sonido que emitía Spike, al mordisquear la gema era bastante considerable… "Un momento…", pensó, "¿El dragón sigue comiendo la joya?". Observó al pequeño asistente. Éste aún estaba degustando la gema azul, y se había comido prácticamente la mitad. Miró entonces a la gema que había lanzado contra el grupo de yeguas, para descubrir que estaba desapareciendo poco a poco, como si un dragón invisible estuviese royéndolo.

"¡De verdad que no he sido yo!", sonó en alto en la habitación. Feather se extrañó. Era su voz, pero eso lo había dicho hace ya bastante tiempo.

—No, de verdad sabemos que no eres tú —respondió Rainbow Dash, sin abandonar el círculo donde conversaba con las demás. Seguidamente, y prácticamente a escondidas, se puso el casco al lado de la sien y empezó a moverlo en círculos, girando los ojos y alzando los labios.

"No, no estoy loca… os lo aseguro", pensó Feather, "Aquí está pasando algo raro".

—Vamos. Portaos bien —terminó diciendo Twilight—. Y recordad: sobre todo, tranquilidad.

Entonces, seguida de las demás, la unicornio se acercó a la cama, sonriendo.

—¡Eh! ¿Por qué me quitas mi comida? —se quejó Spike, intentando sin éxito recuperar la gema, que estaba flotando hacia Feather, haciendo exactamente la misma parábola que como antes la había agarrado. Entonces la joya se quedó estática durante un instante, y se dirigió, con fuerza, directamente hacia Applejack, impactándole de lleno en la cabeza.

—¡Hasta ahí podíamos llegar, señorita! —la granjera se veía visiblemente enfadada—. ¡Pues bien, alguien se ha quedado sin las ricas manzanas de mi granja!

—Y la fiesta en tu honor… se hará sin ti —añadió Pinkie Pie, completamente decepcionada.

Y se marchó, seguida por las demás, que también estaban bastante irritadas por el desprecio del que habían sido testigos. Spike las siguió, no sin antes recoger la gema azul que estaba en el suelo. Feather, sin poderse creer lo que había pasado, se fijó en el sitio donde había lanzado la primera joya. Allí no había nada.

La única que se quedó fue Twilight, que miraba a la pegaso-cartero con curiosidad.

—Me parece que aquí ocurre algo muy raro —dijo, pensativa—. Y quiero saber lo que es.

Pero lo único que veía Twilight era a una Fast Feather con la mirada perdida.


Feather aún le daba vueltas a la cabeza. Efectivamente, algo muy raro estaba pasando, pero no sabía qué hacer para solucionarlo, pero sí conocía quién podía hacerlo: Twilight Sparkle.

Pero la unicornio de color lavanda ya no estaba ahí. Recordaba lo que ella le había dicho a la bibliotecaria, mientras sollozaba por la impotencia: "Por favor... No sé qué está pasando, pero... Pero yo hago algo y no ocurre nada, y más tarde realmente sucede, aunque yo no lo he hecho...". Sin embargo, cuando se escuchó a sí misma diciendo esas palabras, Twilight ya se había marchado hacía rato.

Empezó a llorar, desesperada. Estaba perdida y sola. Y la única yegua en ese pueblo que podía salvarla, se había ido sin saber nada de su situación. Y ella, en esa situación, no podía hacer nada por remediar esa circunstancia por sí sola. Necesitaba llamar a esa unicornio.

Entonces, en el umbral de la puerta, apareció poco a poco una cabeza amarilla con crines rojos y portando un gran lazo rosa. A continuación, al lado de ésta, surgió una cabeza blanca con melena púrpura y rosa, y un pequeño pero bonito cuerno. Y, seguidamente, una tercera cabeza se asomó también, ésta anaranjada y con un pelo morado. Eran tres pequeñas potrillas, que entraron sonriendo a la habitación.

—¿Eres tú…? —empezó a preguntar la potranca amarillenta, que tenía unos lindos ojos rojizos—. ¿Eres tú la pegaso que ha tenido el accidente ayer?

—¿No lo ves, Apple Bloom? —exclamó la pequeña del pelo morado, que resultaba ser una pegaso—. No creo que eso se lo hiciese jugando —comentó, mientras señalaba las patas en cabestrillo que tenía Feather, a la que miraba de forma desafiante, con sus azules ojos.

—Queríamos preguntarle —comenzó a decir la blanca unicornio de ojos verdes—, si nos podría dar algún consejo…

—¡Por supuesto! —respondió Feather, más animada—. ¿Qué es lo que queréis saber?

—Esto es una pérdida de tiempo... —expresó la anaranjada pegaso, con un gesto mohíno.

—Scootaloo, quizás está esperando a que nos presentemos... —respondió Apple Bloom, sin perder la sonrisa—. Verá, somos tres pequeñas ponis que queremos conseguir nuestra Cutie Mark, y para ello hemos creado una...

—Creo que sería mejor decir primero nuestros nombres... —cortó la unicornio.

—Es verdad —respondió Apple Bloom, acentuando aún más su sonrisa—. Me llamo Apple Bloom.

—Y yo soy Sweetie Belle —dijo la blanca potrilla.

—Y mi nombre es Scootaloo —siguió la pegaso.

—¡Y juntas somos... ¡"The Cutie Mark Crusaders"! —gritaron las tres a la vez.

—Encantada, yo soy Fast Feather —respondió ésta, sonriendo de nuevo.

—Y ahora que nos hemos presentado —continuó diciendo Apple Bloom—, nos gustaría pedirle algún consejo.

—Hemos probado casi de todo para conseguir nuestras ansiadas Cutie Marks —intervino Sweetie Belle—, pero nos hemos enterado de que usted es cartero... Y nos gustaría que nos enseñase a repartir el correo, para ver si así conseguimos nuestras marcas...

"¡No!", pensó en ese momento Feather, "¡Las cartas!". ¿Qué había pasado con las misivas que portaba cuando ocurrió el accidente? Empezó a mirar alrededor, pero no encontró nada. Recostándose de nuevo, bufó: esperaba que no hubiesen sido destruidas con el golpe pues, aparte del inenarrable acto en sí, tendría un gran problema ante la central de Correos de Equestria.

—Por lo tanto... ¿Nos dejaría acompañarla cuando se recupere, y dejarnos repartir algunas cartas? —Apple Bloom estaba completamente emocionada.

—¡Y seguro que conseguiríamos nuestras Cutie Mark! —continuó Sweetie Belle, con ojos titilantes.

—¡"The Cutie Mark Crusaders" al poder! —respondieron las tres al unísono—. ¿¡Nos dejarás, nos dejarás, nos dejarás!? —empezaron a poner ojos tiernos— ¿¡Por favooooor!?

—¡Jajaja! Por supuesto que sí —respondió Feather, radiante—. Eso sí, sabed que estaré muy cerca, por si acaso necesitáis ayuda...

Pero, en vez de sonar esa contestación, lo que se escuchó fue un llanto desesperado. "¡No puede ser!", pensó inmediatamente Feather, cambiando al instante su expresión, "¡Pero si es el lamento de antes! ¡No, por favor...! ¡Con ellas no...!".

Las tres pequeñas potrillas alteraron lentamente su semblante. Tanto Apple Bloom como Sweetie Belle, estaban a punto de llorar. Sin embargo, Scootaloo miraba fijamente a Feather, con una expresión de rabia contenida. Dándose la vuelta, las tres se marcharon, en completo silencio, de la habitación, aunque, en el umbral de la puerta, Scootaloo giró de nuevo la cabeza, hasta mirar a Feather y, entrecerrando ligeramente los ojos, le sacó con desdén la lengua.

CONTINUARÁ

Next Chapter: 1x16 - Consecuencias imprevistas - P 2 Estimated time remaining: 0 Minutes
Return to Story Description

Login

Facebook
Login with
Facebook:
FiMFetch