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Parallel Stories

by SrAtomo

Chapter 31: 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 6

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Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

Este es un fanfic de fan para fans.

Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

+Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

Capítulo dividido en 6 partes.


Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Dark/Oscuro] - [Sad/Triste] - [Crossover]


MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x15

Visita (In)esperada

Parte 6

—Bueno, ¿qué te parece nuestro pequeño pueblo? —preguntó Spoon, mientras cogía, de una bandeja que reposaba en perfecto equilibrio sobre su casco delantero izquierdo, un vaso de agua, que puso finalmente sobre la mesa, justo delante del blanco unicornio.

—Debo reconocer que el sitio no está nada mal, la verdad —contestó Shining, asiendo el recipiente y bebiendo parte del líquido de su interior—, pero por desgracia algunos de sus habitantes no son muy... "agradables".

—¿A qué te refieres? —inquirió Wise, extrañado.

—A ti, por supuesto... —dijo el Capitán de la Guardia Real—. Lo que le dijiste antes a esa pobre yegua fue horrible.

—¿A Imaginary? —expresó el espía—. Lo superará, no te preocupes.

—De todas formas —intervino Spoon, a la vez que ponía otra cerveza en la mesa, delante de amarronado poni de tierra—, me sorprendió su comportamiento... Es la primera vez que la veo de esa forma... Parecía tan retraída, tan tímida...

—Porque Imaginary realmente es así —explicó Wise—. Aunque Reale es muy extrovertida, su hermana menor es todo lo contrario. A veces esa yegua se comporta como si el mundo externo le aterrase, hasta el punto de retraerse sobre sí misma y viajar, como válvula de escape, a un mundo idílico creado por su mente.

+Sin embargo, tú siempre le has visto acompañada de Reale. Y, cuando están las dos juntas, ese universo sale de su cabeza y se sitúa en la hermana mayor, de tal forma que Imaginary adquiere una confianza que prácticamente iguala a la de su gemela.

—¡Eso es muy cruel! —espetó Shining Armor, mirando al espía con los ojos entrecerrados—. ¡Cuando entró aquí, estaba sola! ¡Y tú le has atacado de una forma exageradamente brutal, sabiendo que es tan frágil! ¡Me das asco!

Spoon, sin embargo, sin perder su sonrisa, alegó:

—Bueno, creo que la cerveza de abadía de Germaneich acaba de triplicar su precio. Tendré que apuntar el cambio para que los señores clientes lo sepan...

El espía miró al camarero con cara de pocos amigos.

+La ley de la oferta y la demanda, "querido amigo" —siguió hablando el cocinero—. Últimamente me piden mucho esa bebida, y debo ajustar el precio a las pocas unidades que dispongo en este momento.


Shiny miró el reloj una vez más, mientras degustaba lentamente un muffin.

—En cualquier momento las demás llegarán —dijo al aire—. Estoy segura de ello.

—De todas formas —comentó Polished, después de dar un pequeño sorbo de café—, es ya muy tarde. Debo emprender la vuelta a Canterlot.

—Pero abuela... —se quejó la joyero—. Todavía es de día —señaló la ventana, donde la luz del sol del atardecer penetraba en la estancia.

—Tu abuela tiene razón —respondió Gentle—. Los caminos de Equestria se vuelven más peligrosos por la noche y, aunque ella irá en el Carro Real, protegido por el Capitán de la Guardia Real y por cuatro valerosos soldados pegaso, ninguna de nosotras quiere hacer que la Princesa Celestia se preocupe, ¿verdad?

—Tú también tienes razón, amiga mía… —expresó la anciana yegua.

Tanto Gentle como Polished sonrieron.

—¡Está bien, está bien! —declaró Shiny—. No quiero ser yo la que haga que nuestra monarca se inquiete. En fin, es una pena que las demás no hayan podido disfrutar de esta agradable merienda de amistad...

—Otra vez será, querida nieta —dijo la pegaso de avanzada edad—. Porque habrá más veces, te lo aseguro... Esta visita me ha hecho rejuvenecer, al ver la gran unión que tienes con las demás. Incluso las que no han venido han demostrado que no les importa las apariencias, sino los hechos. Es muy probable que, cuando salgamos, estés esperando en la calle para despedirnos.

—Eso espero —la dorada joyero se levantó y empezó a recoger, con tristeza, los restos de la merienda de amistad, saliendo de la sala a continuación.

Con igual sentimiento de abatimiento, tanto Polished como Gentle se incorporaron de sus respectivos asientos y esperaron a que Shiny volviese de la cocina.

—Has ganado esta vez —susurró la anciana de repente, mirando de forma inquisitiva a la unicornio de dos colores—. Pero a la próxima no seré tan benevolente, te lo aseguro...

—Estaré esperando ansiosa el momento de volver a humillarla —musitó la yegua del cuerno roto.

—¿Salimos o qué? —preguntó Shiny, quien estaba regresando al salón.

—¡Por supuesto! —respondió la abuela, adelantándose hacia la salida, aunque fue fácilmente rebasada por las otras dos yeguas, debido a la lenta cadencia de movimientos que ejercían sus huesos gastados por la edad.

En cuanto la joyero abrió la puerta, vieron que Feather, Flashing, Knowledge y Shadow estaban en la entrada, con la herrero a punto de llamar. En ese momento, las yeguas del exterior empezaron a sonreír de forma exagerada.

Shiny forzó también una sonrisa, intentando esconder lo molesta que estaba por la ausencia de las cuatro en la merienda de amistad. Gentle retrajo los belfos, pretendiendo ocultar lo preocupada que estaba por la inminente venganza de las demás, quienes, por su gesticulación excesiva para mostrar una expresión alegre, sin duda sabían de su argucia y debían estar preparando una represalia de igual magnitud. Polished, sin embargo, sonrió de forma natural, disfrutando de su acierto sobre las demás amigas de su nieta, en un pequeño pero vital triunfo.


—¡De acuerdo, de acuerdo! —exclamó Wise, irritado—. ¡Le pediré perdón!

—Más te vale —respondió Shining, que aún le seguía mirando fijamente—, o tendré que reportar a la Princesa tu desagradable acción.

—Opino igual que el señor Capitán —añadió Spoon, desde detrás de la barra, mientras limpiaba unos vasos de tubo.

—Lo difícil va a ser separarla de su hermana para disculparme —se lamentó el espía—, porque ya no confiará en mí.

—Será algo difícil, pero te lo has buscado… —comentó el blanco unicornio, dando otro trago de agua.

—Sigo opinando igual que el señor Capitán —dijo el camarero, a la vez que metía en un aparato metálico los platos y vasos sucios. Entonces, cerrando la puertecita, un sonido acuoso resonó en el interior de la máquina.

Hubo un pequeño silencio, que rompió Spoon:

—Es una lástima, la verdad... —se quejó—. Por lo visto, tener a un ilustre invitado en este establecimiento hace que nadie se atreva a entrar.

Extrañados, tanto Wise como Shining miraron hacia fuera, a través de los ventanales. En la calle, con evidente gesto de nerviosismo, un gran número de yeguas y sementales intentaban dejar pasar el tiempo, bien moviéndose de forma errática, bien permaneciendo estáticos. Pero todos ellos, en un momento u otro, exhibían miradas rápidas y fulgurantes hacia el restaurante, con expresión seria e incluso, en alguno, irritadas.

—Al menos, veo que la bestia ha sido domada... —expresó Wise, señalando a un lugar concreto de la calle—. Por fin una buena noticia...

El camarero y el Capitán observaron al lugar que el espía indicaba. Allí, pudieron vislumbrar cómo seis yeguas jóvenes y una anciana caminaban juntas, dirigiéndose hacia el restaurante. De todas ellas, la única que mostraba una gran sonrisa sincera era la poni de más edad, siendo la expresión de las demás una falsa y enmascarada mueca.

Shining se fijó entonces en las acompañantes de Polished Emerald. Si había entendido bien las palabras que había dicho antes "Número Uno", una de ellas era en realidad no una inocente y joven yegua, sino una poderosa fuerza capaz de poner en aprietos a la mismísima Princesa Celestia. De todas ellas, la que tenía más posibilidades de serlo era esa extraña unicornio cuyo cuerpo estaba cubierto por un pelaje bicolor, aunque, atendiendo a lo que había aprendido en la escuela militar, el enemigo casi nunca se mostraba de manera tan evidente, por lo que seguramente la peligrosa criatura fuese una de las otras féminas. Según esas enseñanzas, la poni con más papeletas de ser a quien se refería Wise era la otra unicornio, que parecía ser, con diferencia, la más débil del grupo. Decidió vigilarla hasta perder de vista el pueblo, por si acaso.

Los habitantes del pueblo que estaban en la calle dejaron pasar a la pequeña comitiva y se dispersaron rápidamente, como si no quisiesen tener problemas, lo que reforzó las sospechas del blanco unicornio. La anciana y la dorada pegaso se acercaron finalmente a la puerta del restaurante y, después de que esta última dirigiese una palabra a las demás ponis, entró junto a su abuela al establecimiento, quedándose las demás fuera.


—Ahora que estamos solas... —dijo Knowledge, una vez la puerta del restaurante se cerró, después de que, tanto Shiny como Polished entrasen. Entonces giró su cabeza hasta enfocar a Gentle—. ¿Por qué lo has hecho?

Ésta tragó saliva.

—Sabemos que ha sido tú —espetó Feather, que se había elevado ligeramente del suelo y señalaba a la unicornio de dos colores con gesto acusador.

La yegua del cuerno roto volvió a tragar saliva.

—La dirección que le has proporcionado a Feather era errónea, haciendo que se tirase horas buscando el destino... —indicó Shadow—. Y también, no sé cómo, has alterado el reloj de la herrería, para que las demás llegásemos tarde.

Esta vez la yegua bicolor bajó la cabeza.

—¡Yo sé por qué lo ha hecho! —exclamó eufórica Flashing, dando pequeños saltitos—. ¡A Gentle le gusta Shiny!

Todas las demás, incluyendo la aludida, miraron a la potrilla con ojos como platos. Entonces, adelantándose ligeramente, la pequeña prestidigitadora siguió saltando, esta vez alrededor de la unicornio, mientras entonaba una cantinela infantil, pero con la letra alterada.

—¡Gentle y Shiny se quieren! ¡DU-DA, DU-DA!

+¡Y se van a besar! ¡DU-DA, DU-DA, HEY!

+¡Y pronto se van a casar! ¡DU-DA, DU-DA!

+¡Y un potrillo van a tener! ¡DU-DA, DU-DA, HEY!

En ese momento dejó de danzar y, llevándose el casco a la barbilla, exclamó:

+Bueno, eso último solo si adoptáis...

Gentle se sintió molesta ante esas palabras. No porque fuesen estrictamente ciertas, sino porque no eran completamente falsas. Era verdad que, desde lo ocurrido en la mina, veía a Shiny con otros ojos, pasando de ser poco menos que una molesta yegua a algo parecido a una amiga íntima. Pero de ahí a sentirse enamorada por ella iba un mundo. Sin embargo, lo que más le irritaba del asunto era que la prestidigitadora hubiese leído su actuación como si de un libro abierto se tratara. Eso era, sin duda, un golpe muy bajo. Un asunto que tendría que voltear hasta salir victoriosa o, al menos, devolverlo a un nivel inofensivo para ella.

Knowledge era quizá la más sorprendida... No se esperaba para nada que su amiga tuviese esos gustos amorosos, aunque tampoco era el fin del mundo para la unicornio el reconocerlo. Afortunadamente, estaban en un momento de la Historia en el que declararse abiertamente homosexual no era perseguido por los regímenes más extremistas de Equestria.

Feather simplemente sonrió. Aunque ella prefería a los sementales, provenía de una familia en el que su querida hermana mayor había optado por esa tendencia sexual, aunque sería más correcto decir que había nacido con ella. Para su desgracia, su hermana había sido educada en la preferencia contraria (más común), por lo que se había visto obligada a ocultar su condición a ojos de los demás, excepto de ella, con quien nunca había tenido secretos. Por lo tanto, era plenamente consciente de la dificultad que conllevaba una orientación diferente al resto de Equestria, desde el día a día hasta el ámbito más íntimo.

Shadow, sin embargo, entrecerró ligeramente los ojos. No porque le pareciese mala la noticia, sino que, aunque ella era de índole más clasista, instintivamente recordó la carta que su hermano le envió hacía ya meses. "¿Y si quizás a lo que él se refería con "algo horrible" era precisamente que a Gentle le gustan las yeguas?", pensó, "Eso es muy triste, Plush. Pensé que, al vivir en Detrot, tendrías la mente más abierta".

Sin embargo, a pesar de la diferencia de ideales, lo que decidieron cada una de las tres fue que, pasase lo que pasase, apoyarían a la yegua del cuerno roto.

—¡No digas tonterías! —espetó finalmente la unicornio de dos colores, furiosa—. ¡Si he hecho lo he hecho, es porque quería saber qué está ocurriendo exactamente en Canterlot! Es algo crucial para mí el saber cómo están todos y cada uno de los amigos que dejé atrás, al volver a este insulso pueblo. Y, por supuesto, no podía dejar que interrumpieseis constantemente esa información vital con vuestras tonterías.

Las demás, excepto Shadow, cambiaron su actitud, defraudadas por la ilusión rota. La herrero únicamente entrecerró aún más sus ojos.

+Además, deberíais saber que, gracias a mí, Shiny se queda en el pueblo.

En ese momento, todas se sorprendieron.

—¿Cómo que "se queda"? —preguntó Knowledge.

—Como lo oyes —sentenció la unicornio de dos colores—. Por lo visto, en realidad la visita de la abuela no era para pasar un buen rato en familia, sino para comprobar si nuestra amiga estaba protegida aquí o no. Y, como últimamente lo ocurrido en este pueblo podía catalogarse como "movidito y aventuresco" —expresó estas dos últimas palabras con un tono irónico y burlesco—, la anciana había llegado a la conclusión de que Shiny estaba en peligro. Así que decidió llevársela con ella.

+Por fortuna, he logrado convencerla de que todas nosotras —señaló con su casco, mediante un círculo, a todas, incluyéndose a sí misma— velaremos por su seguridad.

+Por lo tanto, lo más sensato es dejar esta discusión para cuando Polished abandone Northwest Mines Town —entonces miró directamente hacia Flashing—. Por supuesto, eso incluye la estupidez de que estoy enamorada de Shiny. Esa anciana no tiene por qué enterarse de estas tonterías, pues convencería a su nieta de que no somos "buena compañía".

Las demás cambiaron completamente su actitud, primero sorprendiéndose y luego relajaron sus expresiones, sabiendo que la unicornio de dos colores tenía razón en lo que respectaba a su alada y dorada amiga. Sin embargo, no era justo que, para explicar esa situación, ellas hubiesen sido menospreciadas de esa forma. Simplemente tenían derecho a defender a Shiny, y demostrar a su abuela que ellas también cuidarían de su nieta.


—Mozalbete… —comentó Polished, nada más entrar al restaurante—, estoy lista para volver.

—Aún es pronto... —respondió Shiny, mirando de soslayo el cristal—. Además, los tiradores del carro aún no han bajado.

—Pues habrá que hostigarlos para que vengan —declaró la anciana—. No es de buen caballero hacer esperar a una dama...

"Já, a una dama", pensó el Capitán, "Como si ella lo fuese..."

—De cualquier manera —intervino Spoon—, les invito a tomar un refrigerio —señaló dos asientos al lado de la barra—. Cortesía de Northwest Mines Town.

—No, gracias... —dijo Shiny—. Están esperándonos fuera...

El camarero miró hacia la puerta y vio a las cinco amigas de la dorada pegaso. Con una sonrisa, volvió a mirar hacia la joyero y contestó:

—No hay problema. Ellas también pueden consumir lo que quieran...

—Debo declinar la amable invitación —cortó Polished—. Necesito volver lo antes posible a Canterlot... Noto cómo mis huesos se resienten de tanto ajetreo.

—Es una pena que se tenga que ir tan pronto —terció Wise—. Espero al menos que su estancia en este pueblo haya sido de su agrado.

—Oh, sí, mozalbete —respondió la anciana pegaso—. Ha sido bastante... "productivo". Incluso he visto que, a pesar de lo que pueda parecer, es un lugar bastante acogedor y seguro. Por eso, mi querida nieta podrá seguir permaneciendo aquí, algo que podéis agradecérselo a sus amigas. Solo espero que no me hagáis arrepentirme de esta decisión.

Tanto Spoon como Wise sonrieron ante aquellas palabras. Definitivamente, la bestia había sido domada.

+Con respecto a ti, jovenzuelo... —señaló a Shining—, debo tener unas palabras muy serias. No creas que se me pasó por alto el estado de embriaguez que tenías esta mañana. Un soldado no debería descuidar su mente ni su cuerpo dejándose de esa manera. Lo que hagan ellos —apuntó hacia Wise, sin dejar de mirar al Capitán de la Guardia Real— me da igual, pero un soldado de la Guardia Real de su majestad no debería actuar de la misma forma que esta calaña...

+Así que... deberías intentar convencerme durante el viaje de vuelta, para que nuestra querida Princesa Celestia no se entere de este... "desliz". ¿O quieres que vuelva a darte "un serio correctivo"? —comentó, llevándose a continuación el casco a la boca y sacándose la dentadura, que empezó a castañetear, como si de un artículo de broma se tratase.

El aludido tragó saliva, sabiendo que el regreso a Canterlot no iba a ser precisamente tranquilo. Y, por supuesto, adiós a hacer una rápida parada en Ponyville para visitar a su hermana Twilight. Aunque, por otra parte, acababa de descubrir cómo había hecho esa octogenaria pegaso para "pellizcarle" al subir al Carro en Canterlot.


—¡Shhh! —chitó Shadow—. Ya salen...

Cuando Shiny, Polished y Shining Armor abrieron la puerta, fueron recibidos por un conjunto de sonrisas.

—Veo que no habéis perdido el tiempo... —comentó la anciana—. Parece ser que la charla que ha tenido lugar aquí fuera os ha sentado muy bien.

—¡Ah, creo que los tiradores están bajando! —exclamó el Capitán de la Guardia Real, mirando al cielo.

Al observar las demás al mismo lugar del firmamento, descubrieron a los cuatro blancos pegasos, quienes estaban descendiendo rápidamente, mientras tiraban del carro, que traqueteaba debido a la gran velocidad.

—¡Buenas, Señor! —dijo el pegaso-guía, nada más aterrizar, cuadrándose para acompañar el movimiento—. ¡Estamos listos para el viaje de regreso!

—¿Ha ido todo bien, soldado? —preguntó Shining Armor, respondiendo el gesto con otro similar.

—¡Sí, Señor! —contestó el mismo pegaso—. ¡De hecho, tengo relajados músculos que no sabía ni que existían!

—Perfecto... —añadió el Capitán—. ¿Estáis listos entonces para volver?

—¡Señor, tan listo como se podría estar! —fue la respuesta que recibió—. ¡Incluso podría llevar yo solo el Carro Real!

—¿Entonces por qué no lo haces? —comentó otro de los pegasos.

El soldado-guía volteó la cabeza hasta mirarle, con evidente gesto de irritación por haber faltado el respeto al mando superior.

—¡Vamos, vamos! —Shining sonrió—. Recordad que ésta ha sido una misión "de recreo". No hacen falta tantos formalismos. Al fin y al cabo, estamos entre amigos... ¿verdad? —exclamó, mirando directamente hacia Wise, quien asintió sin perder la sonrisa.

Polished aprovechó el momento para despedirse convenientemente de su nieta y de las amigas de ésta. A la primera le dedicó un gran abrazo, con un "Cuídate" susurrado. Con respecto a las demás, las miró durante unos segundos y, con un tono triste, declaró lo siguiente:

—Siempre es una pena despedirse, pero el hacerlo implica la posibilidad de un encuentro futuro y esperanzador.

+Me hubiera gustado haber estado más tiempo con vosotras, y descubrir qué os hace tan especiales para mi querida nieta —se acercó a Knowledge y siguió hablando—. Ojalá hubiese podido visionar tu colección de libros y de armas; y que me hubieses narrado las hazañas de nuestros antepasados —ante el gesto de consternación de la blanca poni de tierra, la anciana enfiló a Shadow—. Un oficio tan duro y hermoso como el tuyo merece ser contemplado y admirado a partes iguales. Es una lástima que no haya logrado ser testigo de tus maravillosas y duraderas creaciones —se acercó entonces a Feather, mientras la herrero torcía el gesto—. Cartas, mensajes y misivas; pero sobre todo emociones; son objetos y valores unidos entre sí, que viajan juntos a través de Equestria, para conectar dos almas y convertirlas en una sola. Los carteros sois los que hacéis eso posible. Sois como el gran Cupido. No puedo menos que inclinarme y apreciar vuestra gloriosa función —después se colocó delante de Flashing, a la vez que la amarillenta pegaso apretaba los dientes—. ¿Quién necesita magia cuando puede crear prodigios de la nada, usando lo que vulgarmente se conoce como "trucos de prestidigitación"? Es encomiable descubrir un corazón tan fuerte dentro del cuerpo tan pequeño. Eres realmente valiente y única. Sigue así —por último, cuando los ojos de la pequeña unicornio se abrieron como platos, la anciana se posicionó enfrente de Gentle. Tras unos segundos de tenso silencio, Polished sonrió y siguió hablando—. No sé cuál es tu trabajo o función aquí pero, sea lo que sea, continúa haciéndolo.

La anciana comenzó a dirigirse hacia el Carro Real, pero una voz hizo que se girase.

—¡Espere, espere! —gritó Flashing—. ¡Si quiere trucos mágicos, trucos mágicos es lo que tendrá!

Llevándose los cascos a la cara e, inflando los mofletes, poco a poco fue sacando una pequeña sábana blanca de la boca. Cuando terminó de hacerlo, tiró la manta al aire y, mostrando los flancos, exclamó:

—¡Nada por aquí, nada por allá! ¡Alakazam!

De la tela, que por efecto de la gravedad tenía su centro curvado hacia arriba, empezaron a caer una serie de pequeños objetos, tales como cuadernos, redomas de tinta, algunos libros, una cesta de manzanas y un cojín. Por último, y con gran estruendo, una ballesta de metal descendió al plomo sobre la pequeña almohada, dejando sonar un apagado ruidometálico.

—¡Ay, no! —se lamentó la pequeña unicornio—. ¡Esto último no debería haber salido!

—¡Ajajá! —gritó Knowledge, adelantándose al resto del grupo—. ¡Al fin es mía! —comentó, mientras asía el arma—. ¡Ahora es el momento de tu destrucción!

—¡Eh, "Knowli"! —dijo la prestidigitadora, torciendo el gesto—. ¡Antes me prometiste que ibas a perdonar lo ocurrido!

Dándose la vuelta hasta mirarla, la historiadora sonrió de forma malévola.

—Dije que te perdonaba a ti —expresó—, no a "ella".

Entonces las dos yeguas se alejaron del lugar, una irguiéndose orgullosa con la ballesta bien amarrada con su pata delantera derecha, mientras la otra imploraba y suplicaba misericordia para el arma.

—Adiós, querida nieta —habló Polished, desde el Carro Real. Situado junto a ella, Shining Armor musitaba lo que parecían ser órdenes a los tiradores del Carro Real, siendo respondido, a su vez, por una serie de continuos asentimientos por parte del pegaso-guía—. Deseo que me visites pronto… Prometo enseñarte a ti y a tus amigas el interior del Palacio Real.

Sin dejar tiempo para responder, el carruaje se elevó por el aire y, con determinación, se alejó del lugar, tomando rumbo directo hacia Canterlot.

Shiny Eyes bajó entonces la mirada, apenada. No había podido disfrutar más que unos breves segundos de la compañía de su amada abuela. Ni siquiera había indagado sobre las acciones y vivencias de su vida diaria, como joyero oficial de la Princesa Celestia. Ni siquiera había preguntado por el resto de su familia. Ni siquiera había…

—¿Cómo era…? —preguntó irónicamente Feather, sacando a la dorada pegaso de sus pensamientos—. ¡Ah, sí! "Nada de enseñar trucos, armas, herramientas, o actitudes". Te has lucido, Shiny…

La aludida bajó aún más su mirada.

—Lo… Lo siento… —musitó.

—Venga, venga, tranquilas… —comentó Shadow—. Al menos hemos ordenado nuestras cosas, ¿no?

—Opina por ti misma —respondió la cartero—, ya que has tenido dos diligentes ayudantes. Otras no hemos tenido tanta suerte…

—¡Por favor! —intervino la unicornio de dos colores—. ¿¡No os da vergüenza!? Nuestra dorada amiga ha tenido un día muy ajetreado, así que démosle un pequeño descanso.

—Gracias, Gentle —dijo Shiny. Entonces, levantando su cabeza, enfocó a las otras dos con gesto furioso—. Por cierto… ¿¡Se puede saber por qué no habéis venido a la merienda de amistad!? ¡Era algo muy importante para mí!

Tanto la herrero como Feather señalaron instantáneamente, con sus cascos, hacia la yegua del cuerno roto.

+¡Ah, con que tú has sido la causante de todo! —exclamó la dorada pegaso—. ¿¡Por qué no me extraña en absoluto!?

—¡Quedamos en que no ibais a decir nada! —la unicornio de dos colores se encaró hacia las dos yeguas que la habían acusado.

—Y no lo hemos hecho —comentó Shadow, sonriendo de forma maliciosa. Gesto que imitó Feather a continuación.

—El caso, Gentle, es que… ¿Por qué lo has hecho? —inquirió Shiny, acercándose a la yegua del cuerno roto, mientras la miraba irritada.

—Ponte a pensar un momento, Shiny —respondió ésta—. ¿Qué habría pasado si, para salir en tu defensa, Flashing, Knowledge y estas dos hubiesen actuado como suelen hacerlo? No hace falta que respondas, lo haré yo por ti: ahora estarías en ese carruaje —señaló hacia la encrucijada de caminos, donde apenas se veía ya la Carroza Real—, llorando sin parar.

La mirada inquisitoria de la dorada pegaso siguió encontrándose con la de Gentle, cuyos ojos expresaban tranquilidad. Poco a poco, la expresión de la joyero se fue calmando, hasta acabar en una escueta y pequeña sonrisa.

—Tienes razón —comentó—. Gracias por estar en la merienda de amistad. Y gracias por evitar que el resto estuviese…

—¡Eh! —gritó Feather, molesta. Shadow, sin embargo, soltó una gran risotada.

—¿Qué? —preguntó Shiny—. Todas sabemos que Flashing y Knowledge terminarían liándola, y vosotras dos perderíais el tiempo inútilmente intentando remediar la situación.

—Hablando de estas dos… —intervino la herrero—. Es mejor que no las dejemos solas, y menos en estas circunstancias.

—Tienes razón —añadió Gentle—. Es mejor que las alcancemos y calmemos la situación, para evitar un desastre.

Todas asintieron y, preparándose, salieron al galope hacia la casa de la historiadora, donde acababan de entrar ésta y Flashing.


Apenas terminó de elevarse el Carro Real del suelo cuando, tanto Spoon como Wise, se giraron para entrar al restaurante y comentar entre ellos lo ocurrido.

—Bueno, bien está lo que bien acaba —comentó el espía.

—Ha sido un día muy largo —respondió el cocinero—. ¡Venga! Te invito a una cerveza de las tuyas.

—Muy agradecido —Wise sonrió.

—Pero eso sí —Spoon miró directamente a los ojos de "Número Uno" —, debes disculparte con Imaginary.

—¡Lo haré, lo haré! —expresó el amarronado poni—. Por cierto, muchas gracias por darle a nuestro "amigo" ese trago de licor con adormidera. Habría sido engorroso que se hubiese entrometido en la pelea entre Gentle y Polished.

—No hay de qué… —contestó el hostelero—. Además, yo tampoco tenía muchas ganas de que el pueblo se convirtiera en una batalla campal, cosa que de seguro ocurriría si Shining Armor ponía el hocico donde no debía. Aunque debo reconocer que esa idea tuya de convertir Cirrus Merlon en un spa improvisado ha sido fantástica. Y pensar que lo has hecho en cuestión de horas… ¿Se puede saber cómo lo has conseguido?

—¡Oh, muy fácil! —Wise sonrió—. Solo he trastocado un poco el hechizo de olvido que hay en este pueblo para que, en vez de borrar de la memoria, enseñase técnicas avanzadas de masaje, y lo he enfocado y lanzado sobre nuestra querida acumulación de nubes.

—¿Me estás diciendo que has hecho que todos los pegasos que estaban sobre Cirrus Merlon, de repente hayan aprendido técnicas de relajación? —Spoon se paró y miró al espía con los ojos entrecerrados. Entonces, después de un segundo, sonrió—. Ya sé a quién llamar cuando tenga que hacer un examen…

Abrieron la puerta del restaurante y, para su sorpresa, no había ni un asiento libre. Los clientes que los ocupaban, como si tuviesen un resorte en el cuello, giraron a la vez su cabeza hacia la entrada para mirarles. Y, al ver que el cocinero al fin había llegado, cogieron los cubiertos y empezaron a golpear con ellos, de forma rítmica, los platos, los vasos e incluso las mesas, demostrando así la impaciencia y el hambre que sentían.

Mientras Spoon trotó para situarse detrás de la barra y empezar a coger pedidos, Wise se lamentó: la cerveza prometida iba a tardar un mundo en ser servida.


La noche hacía su aparición cuando Knowledge dejó de cavar. Las demás yeguas del grupo miraban hacia el hoyo, exceptuando a Flashing, que tenía prohibido el hacerlo y Shadow quien, junto a la blanca poni de tierra, también estaba excavando.

—¿En serio quieres hacer esto? —preguntó Gentle.

—¡Por supuesto! —declaró la historiadora, mientras descansaba del duro esfuerzo.

—¿Y quieres que yo "oficie" la "ceremonia"? —inquirió la unicornio de dos colores, remarcando las palabras.

—No veo por qué no —intervino Shadow—. Tienes un montón de libros en casa, por lo que seguramente alguno debe ser de ritos y actos fúnebres.

—Knowledge también tiene muchos volúmenes —comentó la yegua del cuerno roto—, y los suyos son más adecuados para estas cosas, pues los rituales, bien sean oficiales o paganos, entran dentro del ámbito de la Historia, ¿no?

—Pero yo estoy cavando —exclamó, retomando su trabajo y dando otra palada para reforzar sus palabras.

—¿Podéis bajar la voz? —dijo Shiny, mientras apretaba aún más su abrazo sobre Flashing, que estaba sollozando—. La estáis asustando.

—Shiny tiene razón —añadió Feather—. Esto es muy duro para la pobre. Está perdiendo algo muy apreciado por ella y encima tiene que verlo.

—¡Callaos las dos! —espetó Knowledge—. ¡También es duro para mí, pero lo que ha de hacerse, ha de hacerse! ¡Gentle, vamos!

—¡Está bien, está bien! —abdicó ésta.

Acercándose aún más al borde de la fosa, la unicornio de dos colores tosió y, con voz ceremoniosa, habló:

—Hermanas… Amigas… Nos hallamos hoy aquí para dar un último adiós a "Allons-Y" Alonso, el cual…

—¡Se llama "Betty"! —rugió la historiadora.

—Flashing es la que más está perdiendo con esto —respondió Gentle—. Dejemos, por tanto, que la ballesta obtenga el nombre que ella ha elegido.

La contestación de la blanca poni de tierra fue un bufido de molestia, pero no dijo nada más, por lo que la unicornio de dos colores continuó sin más.

—… El cual reposará al fondo de un hoyo de… —siguió diciendo la yegua del cuerno roto. Entonces, acercándose de nuevo al borde de la tumba, miró hacia abajo y continuó, mientras levantaba una ceja en señal de extrañeza y admiración— unos tres metros de profundidad y…

—¿Te molesta acaso? —gruñó Knowledge.

—En absoluto —respondió Gentle—. Solo estoy constatando el hecho de que es, a mi parecer, una tumba demasiado profunda para un objeto tan "pequeño". Es como si quisieras no solo enterrar el arma, sino olvidarla para siempre.

—¡Y eso es lo que quiero! —replicó la historiadora—. ¡Ha hecho demasiado daño y debe pagar por ello! —entonces fijó su mirada en la herrero y siguió hablando—. ¡Shadow, tirémosla aquí mismo y ocultémosla bajo toneladas de tierra!

La yegua de pelaje oscuro subió a la superficie usando un cabo y, cogiendo la ballesta con la boca, bajó de nuevo, dejándola a continuación, con sumo cuidado, sobre el suelo.

Según iban cayendo paladas de arena sobre el arma, y según ésta iba siendo cubierta, los sollozos de Flashing fueron convirtiéndose en llantos cada vez más lastimeros. Tanto Shiny como Feather la abrazaron con fuerza, pero a la vez con cariño, para acompañarla en el aciago momento, mientras intentaban, por todos los medios, contener ellas mismas los lloriqueos.


Cuando Knowledge y Shadow terminaron de asentar la tumba, descubrieron que las demás se habían marchado hacía bastante rato. Sabían que la joyero, la pegaso-cartero y la prestidigitadora no habían podido aguantar el llanto, por lo que probablemente estarían en casa de Shiny, en una merienda íntima para consolar a la pobre potrilla. Y también comprendían que Gentle se había marchado porque seguramente no aguantaba los lamentos de las otras tres.

Poco a poco la historiadora y la herrero se dirigieron a sus respectivos hogares, no sin antes recoger Shadow las dos palas, mientras despotricaban en silencio a la unicornio de dos colores por su falta de asertividad, aunque a la vez sentían envidia por esa misma carencia sentimental pues, aunque no querían reconocerlo, las dos estaban destrozadas por dentro.


Feather se despojó de las alforjas y se echó directamente sobre la cama. Acababa de volver de casa de Shiny y, aunque ni ella ni la joyero habían conseguido animar a Flashing, la habían acompañado hasta su hogar, prometiéndole que al día siguiente estarían a su lado desde primera hasta última hora.

Afortunadamente para las tres, disfrutaron de unos muffins y un café que, aún recalentados, supieron divinamente, y parecieron consolar ligeramente a la pequeña unicornio, que había dado buena cuenta de casi todos los dulces.

Se giró sobre sí misma, hasta mirar hacia arriba. Un pensamiento cubrió su mente por completo… La misma reflexión que, horas antes, la había atosigado en la calle, mientras veía el canal de noticias de Manehattan: Alguien había hecho algo para "obligarla" a elegir Northwest Mines Town como lugar de destino en su traslado.

Sin embargo, sintió que debía analizar ese hecho por partes. Concretamente, tenía que elucubrar sobre el "quién" y el "por qué" del acto en sí. Sobre el primero, tenía una ligera idea de su autor o autores. Pensando con lógica, pudo analizar el contexto: había sido "controlada" por una fuerza externa para elegir ese pueblo y, tan pronto como lo había firmado, esa extraña influencia desapareció tan rápido como había llegado. Ya tenía el "cómo". Y, que supiese ella, una maniobra de esa índole solo lo podía hacer un unicornio. Ya tenía algo parecido al "quién".

Pero faltaba lo más importante: el "por qué". Y es que no había nada, absolutamente nada, que fuese de interés en Northwest Mines Town. Miró entonces en dirección a la puerta de la casa, donde, en una percha al lado de ésta, reposaba el zurrón. También estaba el avisador. Ella era la única cartero, en toda Equestria, que tenía ese aparato. Y ese hecho era otra cosa que conectaba con su estancia en el pueblo.

Por tanto, la única resolución sensata, única e inevitable para explicarlo, era porque, para ese mismo unicornio, o para el ser que le hubiese ordenado realizar la misión, ella era una elegida para algo extremadamente importante. "'Por qué' ", volvió a resonar en su mente. "¿Por qué estoy aquí?", pensó, "¿¡Por qué!?".

Incapaz de encontrar una respuesta, se acomodó para dormirse, intentando olvidar lo que le acuciaba. Pero, cuando empezó a caer en el mundo onírico bajo el cuidado de la Princesa Luna, abrió los ojos como platos y se incorporó con toda la rapidez de la que fue capaz.

—¡Look Talker! —gritó—. ¡Solo puede ser por él! ¡Como primogénito de la Canciller Pudding Head, es el heredero de la inmensa fortuna de una de las familias más importantes de Equestria! ¡Si él cae, todo el Reino también lo hará!

Con una gran sonrisa en su boca, producto de haber descubierto al fin el gran enigma, se volvió a recostar y cerró los ojos, hasta dormirse completamente.

Pero aún quedaba el "quién".


Knowledge se sentía culpable. Ahora que estaba en la cama, más tranquila, podía visionar todo lo ocurrido desde un enfoque más lejano y global. Y había comprendido que su acción había sido totalmente desorbitada.

Sentía que tenía que arreglarlo de una u otra forma, y decidió que lo mejor era darle a Flashing la daga ritual de los grifos que habían encontrado esa tarde y que, debido al descubrimiento del malfuncionamiento mágico del reloj, había quedado en la herrería.

Sí, ese regalo sería lo mejor que podía hacer para volver a ganarse la amistad de la pequeña unicornio, acompañado, por supuesto, por una serie de sinceras disculpas.


Shadow miró hacia la ventana que daba hacia la herrería, extrañada. Estaba segura que había cerrado la herrería justo después de que salieran ella, Knowledge y Flashing esa tarde, y de hecho estaba así cuando, momentos antes, había metido las palas en el taller, teniendo de nuevo que levantar y bajar la verja.

Sin embargo, el gran puñal de hoja en espiral, que tanto la historiadora como la prestidigitadora habían buscado con ahínco, no estaba por ninguna parte.

Resoplando de indignación, se dispuso a echarse en la cama. Fuese lo que fuese lo que había ocurrido, estaba demasiado cansada como para intentar solucionarlo.


Bajo las sábanas, Shiny se revolvía. Quería dormir. Necesitaba hacerlo, para descansar y, sobre todo, para olvidar. Quería que ese día se desvaneciese de su memoria, como si nunca hubiese pasado. Todo lo ocurrido, desde que salió de casa por la mañana hasta que había vuelto por la noche, no había sido más que una acumulación de errores.

"Ojalá pudiese volver atrás en el tiempo", pensó.

Pero lo que más le irritaba; más aún que la decisión de su abuela de llevarla con ella a Canterlot, más aún que las peleas entre Knowledge y Flashing, y más aún que el entierro del arma; fue la actitud de Gentle. De hecho, daba la impresión de que, para la unicornio de dos colores, todo había sido únicamente un juego para salvar cada obstáculo, sin importar pisotear a los demás para vencer a toda costa.

"Debo tener unas palabras con ella mañana", volvió a pensar.

Entonces, sin poder ni quererlo evitar, el sueño se apoderó de ella.


—¿No dices nada? —preguntó Gentle, mirando fijamente al gran maniquí de Celestia, el cual estaba sentado en el trono—. Sin duda, mi aplastante victoria te ha dejado sin habla.

Con una media sonrisa, la unicornio de dos colores recogió con la boca un gran saco de cuero negro situado a su lado, y se dispuso a marcharse de la gran sala. A medio camino, paró y volteó su cabeza.

+Ah, ¿ahora te dignas a contestarme? —preguntó a media voz, sin dejar caer las dos puntas del fardo.

Con gran parsimonia, volvió sobre sus pasos hasta situarse otra vez delante del gran sillón. Entonces abrió ligeramente la boca y dejó que el saco cayese a plomo sobre el suelo, produciendo al contacto un apagado sonido metálico.

+Sí, hoy he aprendido algo nuevo relacionado con la amistad —declaró, haciendo con sus patas exagerados aspavientos—: Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra, la amistad es sagrada...

+Y, por eso mismo, esa imbécil que has enviado para provocarme sigue viva. Lo está porque es la abuela de Shiny.

+¿Cómo? ¿Que eso no es lo que esperabas oír? —la yegua del cuerno roto volvió a sonreír—. Pues esto es todo lo que tendrás de mí.

+¿El trato? ¡Por supuesto que recuerdo el trato! —Gentle elevó la voz—. ¡Tú me dejabas en paz y yo, a cambio, no te destruiría! —entonces se acercó al maniquí hasta rozar el hocico con el suyo—. ¡Tú has sido la que lo ha roto, no yo!

Hubo un momento de tenso silencio, que volvió a romper la unicornio de dos colores, algo más calmada.

+Por supuesto que siempre quedan cabos sueltos, pero ellas son listas, y acabarán por descubrir la gran y única verdad: que tú eres una traidora y una manipuladora.

+¿Flashing? —su sonrisa se acentuó—. Sin duda volverá a por la ballesta esta noche, antes de que se termine de asentar el terreno.

+¡Ja! Sus lágrimas en la ceremonia de inhumación eran de cocodrilo. Sé que ha contado los pasos desde el pueblo y, por lo tanto, ha determinado la posición a la que está la tumba. De hecho, yo misma me he asegurado de que conociese la profundidad a la que está enterrado, para que, incluso con un hechizo tan simple como los que usa ella, sea capaz de desenterrarlo. Aunque, por si acaso, seguiré con la transcripción del libro de trucos mágicos de...

Entonces Gentle bajó la cabeza, furiosa.

+¡Por supuesto que voy a acompañar a Feather y a las demás a Canterlot! ¡Porque es lo que esperan de mí, en aras de lo que significa la amistad! ¡No me importa romper el exilio de nuevo! ¡Y no me importa las represalias que puedas hacerme! —en ese momento, se llevó los cascos a los oídos, como queriendo desdeñar las palabras que escuchaba—. ¡NO! ¡Deja a Feather en paz! ¡No voy a dejar que te la lleves de nuevo! ¡Demostrará en las Olimpiadas de Carteros de lo que es capaz! ¡Y estaré a su lado para protegerla!

Cerró los ojos y respiró hondo para calmarse.

+Lo sé, lo sé... No depende de mí. Siempre dependerá de ti... O, mejor dicho, de tu verdadera tú. Al igual que ocurre con las demás del grupo...

De repente, con gran rapidez, se volvió a situar justo delante del maniquí, rozando por segunda vez su hocico con el del muñeco.

+¡Ni se te ocurra pensar en eso! —gritó—. ¡Nunca permitiré que toques un solo pelo de la crin de Shiny! ¡Si las demás son esenciales para mí, ella lo es aún más!

Apretando los dientes y entrecerrando los ojos, Gentle siguió hablando.

+¡Sí, ella es diferente, lo sé! ¡No, no es por lo que dices! ¡No! ¡No estoy enamorada de ella, sino que, de alguna forma, presiento que es la única poni que, si viese lo que soy realmente... lo que somos realmente, no me abandonaría!

Volvió a agachar la cabeza y se alejó ligeramente del trono, hasta situarse al lado del saco de cuero negro.

+Ya lo sé —exclamó—a veces me excedo. Pero sinceramente, ya estoy harta de ti.

Empezó a abrir ligeramente las puntas del fardo, pero de repente paró y giró su cabeza para mirar al muñeco.

+Si, ha habido riesgos —comentó—. No tenía que haber usado mi "don" para adecentar la sala del Consejo. Afortunadamente, prefirieron cuchichear fuera. Si hubiesen entrado, o mirado por alguna ventana... —bajó los ojos, que empezaron a titilar—. ¿Tú también te has dado cuenta? Todos los demás miembros del Consejo saben lo que soy... Seguramente "Número Uno" se haya ido de la lengua. Tanto mejor, prefiero esta situación. Sí, porque, en el temor de mi posible respuesta, se volverán dóciles, y se terminarán alejando de su propia destrucción. ¡No, juré que no volvería a matar a nadie más! Solo a ti... y a tu otro tú.

En ese momento sonrió de forma cruel.

+¡Por supuesto que tú también estás incluida! —dijo, con tono frío—. ¿Sabes una cosa? —la inflexión de su voz se hizo cada vez era más y más evidente, hasta llegar a una entonación completamente helada—. Hoy he usado mi "don" dos veces. La primera ya lo viste esta mañana, la segunda, hace un rato, para coger esto...

Entonces terminó de abrir el saco y sacó una daga metálica con filo en espiral. Mientras lo sopesaba, se aproximó de nuevo hacia el maniquí y, poniéndose sobre las patas traseras, susurró al oído del muñeco:

+Según creo recordar, este arma fue diseñada por los grifos para matar de forma dolorosa y con deshonor. Es ideal para ti...

+No... No llores... Tranquila... Solo quiero un poco de calma... Necesito terminar la transcripción del libro de Star Swirl The Bearder, y no puedo dejar que veas esos hechizos tan jugosos para ti...

+¿Sabes una cosa? Creo que aprovecharé para hacerle una visita a nuestro "querido" Mulberry. Estoy preocupada por él. No, tampoco estoy enamorada de él... Tienes una extraña fijación con saber quién me corteja o no... ¿O acaso pretendes saberlo para intentar hacerme daño acabando con su vida? Da igual, lo único que quiero saber es si sigue con vida en la cima de Mountain Peak, aunque, si hay algo que he logrado enseñarle durante todos estos años, es a ser paciente, y a protegerse debidamente de esas insidiosas fatas. Pero la resolución de estas dudas, desgraciadamente, no las sabrás...

Bajando de nuevo al suelo, sopesó el mango del puñal con uno de los cascos y, poniendo la punta del extraño estilete sobre el pecho y entre las patas del maniquí, ejecutó un rápido movimiento circular con el otro casco, e introdujo todo el filo en el interior del muñeco con gran facilidad.

+Con mis mejores deseos, Celestia Cabeza Hueca... Muere...

Y tiró con fuerza del mango, para sacarlo del interior del maniquí, haciendo que el relleno de espuma, enganchado al filo, saliese a borbotones, en un bello espectáculo del que la unicornio de dos colores se recreó visualmente.

+¡VAMOS, MALDITA PUT*, CHILLA! —gritó, fuera de sí—. ¡ESO ES, INSÚLTAME, MALDÍCEME, GIME, LLORA! ¡NO ME IMPORTA LO MUCHO QUE ME SUPLIQUES PIEDAD, ESTA VEZ NO LA TENDRÁS!

Bajó la mirada al arma, que aún sostenía entre sus patas, y sonrió de forma enloquecida... Esa daga era perfecta. Era lo que llevaba buscando desde hacía muchos, muchos años: un artilugio que le hiciese sentir a la verdadera Celestia, durante sus agónicos últimos segundos de vida, una versión acelerada y salvaje de lo que ella había sufrido durante tantos y tantos siglos. Definitivamente, empezaría a dedicar tiempo a crear mágicamente una versión mágica e indestructible de esa hermosa y fantástica daga.

Y, al ritmo de una enloquecida canción de muerte, que solo la unicornio podía oír en su cabeza, clavó la daga una y otra vez en el maniquí, a la vez que sus pupilas se hacían cada vez más y más pequeñas, y su boca se contraía en una mueca demoníaca que, aberrantemente, pretendía convertirse en una sonrisa.


Con la seguridad que le daba la oscuridad de la noche, Flashing Hooves se fue deslizando, casa por casa, hasta salir a las inmediaciones de Northwest Mines Town. Orientándose por la posición de la luna, y aprovechando la luminosidad de ésta, se dirigió al terreno donde "Allons-Y" Alonso había sido enterrado.

Se acercó al lugar y miró, en silencio, el suelo. Debía estar segura de querer hacerlo, aunque aún podía retroceder, con la seguridad de que, por si acaso estaba siendo observada, sería perdonada de inmediato. O bien podía seguir adelante hasta el final.

Pero tenía que hacerlo. Debía hacerlo. Algo en su interior le instaba a continuar. Sin embargo, también debía reconocer que las consecuencias de ser descubierta serían terribles, sobre todo por parte de Undying Knowledge.

Bajó la mirada por segunda vez. Tenía que estar completamente convencida de lo que iba a hacer. Afortunadamente para ella, a Gentle se le escapó la posición vertical del lugar donde estaba exactamente enterrada la ballesta.

Cuando volvió a levantar los ojos, sonrió. Había descubierto, o mejor dicho, había aflorado a su consciente la razón principal que la llevaría a lograr su objetivo: "Allons-Y" Alonso no era una simple ballesta, sino algo más. Era un objeto insustituible. Era un elemento especial. Era, incluso podría decirse, como un ser vivo, como una mascota... como un amigo. Y ella, a los amigos, nunca los abandonaba.

Con un tintineo en su mirada, se movió para mostrar los flancos y exclamó a media voz:

—¡Nada por aquí! ¡Nada por allá! ¡Alakazam!

La única respuesta que obtuvo fue un ligero movimiento de tierra, para asentar el terreno ante la súbita aparición de espacio allí donde, instantes antes, la ballesta reposaba.

A partir de ese momento, Flashing supo que había rebasado una línea roja. Pero, pasase lo que pasase, debía asegurarse de que, ni Knowledge, ni ninguna de las demás, descubriese lo que había hecho.


Cansada, jadeante y con la consciencia vuelta en sí, Gentle bajó la pequeña escalinata e introdujo la daga, que aún tenía pedazos de relleno clavados, en el saco. Mientras cerraba las puntas del fardo, giró la cabeza y, mirando al despojo inerte y deforme que una vez fue un impoluto maniquí, declaró:

—Sé que mañana volverás para seguir atormentarme, Celestia Cabeza Hueca, pero esta noche... Al menos esta noche, seré libre...

FIN DEL CHAPTER 1x15


Nota: Mulberry es un personaje de la trilogía "Hermanas de la tormenta", compuesta por los fanfics "Hermanas de la tormenta", de Volgrand, "Los peligros de la civilización", de Unade, y "La maldición de Mountain Peak", también de Unade. De lectura altamente recomendable las tres. Digamos que tengo pensado hacer un crossover con dicha trilogía.

En memoria de mi gata Venus. La más señorita, la más cariñosa, la que más mimos pedía (y también exigía). Junto a Luna, a Ray y a Iris, ocupas un lugar privilegiado en mi corazón. Allá donde estés, diviértete, compañera.

Next Chapter: 1x16 - Consecuencias imprevistas - P 1 Estimated time remaining: 0 Minutes
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