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Parallel Stories

by SrAtomo

Chapter 26: 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 1

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by SrAtomo


Chapters


  • 1. 1x01 - Northwest Mines Town - Parte 1
  • 2. 1x01 - Northwest Mines Town - Parte 2
  • 3. 1x02 - La ciudad de nubes
  • 4. 1x03 - La ruptura de la amistad
  • 5. 1x04 - ¡Atrapadas!
  • 6. 1x05 - Cutie Marks
  • 7. 1x06 - Casa encantada
  • 8. 1x07 - Arma perfecta - Parte 1
  • 9. 1x07 - Arma perfecta - Parte 2
  • 10. 1x08 - Decisiones
  • 11. 1x09 - Ponyville - Parte 1
  • 12. 1x09 - Ponyville - Parte 2
  • 13. 1x10 - Hermano pródigo - Parte 1
  • 14. 1x10 - Hermano pródigo - Parte 2
  • 15. 1x11 - Reddish - Parte 1
  • 16. 1x11 - Reddish - Parte 2
  • 17. 1x11 - Reddish - Parte 3
  • 18. 1x11 - Reddish - Parte 4
  • 19. 1x12 - Reinauguración - Parte 1
  • 20. 1x12 - Reinauguración - Parte 2
  • 21. 1x13 - Yell, Muffled, Yell - Parte 1
  • 22. 1x13 - Yell, Muffled, Yell - Parte 2
  • 23. 1X13 - Yell, Muffled, Yell - Parte 3
  • 24. 1X14 - Las dos vertientes - Parte 1
  • 25. 1X14 - Las dos vertientes - Parte 2
  • 26. 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 1
  • 27. 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 2
  • 28. 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 3
  • 29. 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 4
  • 30. 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 5
  • 31. 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 6
  • 32. 1x16 - Consecuencias imprevistas - P 1
  • 33. 1x16 - Consecuencias imprevistas - P 2
  • 34. 1x17 - Manehattan - Parte 1
  • 35. 1x17 - Manehattan - Parte 2
  • 36. 1x17 - Manehattan - Parte 3
  • 37. 1x17 - Manehattan - Parte 4
  • 38. 1x17 - Manehattan - Parte 5
  • 39. 1x17 - Manehattan - Parte 6
  • 40. 1x18 - Cuestión de suerte - Parte 1
  • 1. 1x01 - Northwest Mines Town - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos.

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x01

    Northwest Mines Town

    1ª Parte

    Una pequeña pila de monedas, eso era lo único que tenía Shiny Eyes sobre su casco. La dorada pegaso miraba desconsolada esa montañita de bits.

    —Una venta, solo una venta en este pueblo. Además, esa blanca unicornio con la Cutie Mark de tres diamantes me ha hecho enseñarle casi toda la mercancía. Ahora tendré que recoger de nuevo e irme a otro pueblo a ver si tengo más fortuna. No lo comprendo, sé que mis joyas son buenas —se quejó en voz baja.

    Su Cutie Mark así lo indicaba: dos anillos entrecruzados formando un corazón. Pero no tenía suerte. De los tres últimos pueblos visitados solo había vendido una diadema aquí, en Ponyville. Y de buen seguro se había debido a la fiesta y a la euforia por la victoria ante Nightmare Moon. Lo peor de todo es que la unicornio había tenido la osadía de regatear el precio. Y Shiny Eyes tuvo que aceptarlo. Todo fuera por continuar con su costumbre de comer al menos una vez al día.

    Resopló, guardó las monedas en el zurrón sobre sus cuartos traseros y se atusó su crin roja como el rubí. Empezó a recoger las joyas desparramadas sobre los estantes de su carrito e incluso por el suelo entre las serpentinas. Aprovechó el momento para apartar de la parte superior de su carromato una gran cantidad de confeti y dos matasuegras que alguien había olvidado. Una vez hubo terminado se enganchó las cinchas del carrito y, elevándose un poco hacia el cielo gracias a sus alas, tomó impulso suficiente para mover el puesto.

    Shiny Eyes volaba lenta pero constante sobre el camino que partía de Ponyville. Le daba igual qué pueblo sería el siguiente siempre que no hubiese estado ya. Sabía que algún día la suerte cambiaría y encontraría la felicidad. O al menos un acomodo suficiente para pagar el carrito que, ya ajado por el traqueteo y el polvo de los viajes, aún distaba bastante de ser completamente suyo.

    Era un carro bastante corriente. De su parte inferior salían dos piezas de madera que hacían las veces de barra y, pasando por argollas, unas cinchas de cáñamo que se usaban para tirar de la carretilla. Solo llamaba la atención la parte superior, que consistía en una suerte de aparador negro con ribetes dorados, clavado a la parte inferior para evitar que se moviese. El mismo disponía de múltiples cajones en cuyo interior estaba la mercancía. De cada uno de ellos partía un asa dorada de labrado fino que únicamente se podía sujetar con la boca. Un motivo de seguridad, se decía Shiny Eyes, aunque en realidad sabía a ciencia cierta que era un error de montaje.

    Sus ojos de iris blanquecino, que daban significado a su nombre, miraron hacia el cielo. Empezó a imaginar una vida mejor. Se figuró en el palacio de Canterlot, asistiendo a la Princesa Celestia sobre joyas. Se imaginó volando libre en el cielo, sin una carga en forma de carrito y deudas. Incluso se vio sobre una gigantesca montaña de monedas, portando un casco espacial (pues tal era la altura de la montaña) mientras dejaba caer monedas a condes, duques, caballeros y marqueses que suplicaban un poco de su dinero para comprar ejércitos, palacios, bibliotecas y pueblos enteros. E incluso aparecía la Princesa Celestia para pedirle dinero para todo el reino; a todos ellos, Shiny Eyes les daba el dinero de buen grado, pues sabía que era para el bien de todos.

    Súbitamente dos ráfagas fugaces a su lado la sacaron de su ensueño. Casi la derriban junto al carrito. Eran una pegaso celeste y una anaranjada poni de tierra haciendo una carrera. Apenas eran ya visibles cuando el eco de sus gritos llegó hasta los oídos de Shiny Eyes:

    —¡Eres una lenta, Applejack!

    —¡Te he dicho mil veces que no vale volar, Rainbow Dash!

    La dorada pegaso se bamboleó varios segundos hasta que el carrito se estabilizó. Finalmente se aseguró de que no había peligro mirando atrás. Entonces retomó su camino elevándose un poco y adquiriendo velocidad para poder mover el carro.

    Recién llegada noche se apartó a un lado del camino. Tras quitarse las cinchas, sacó un almohadón del carro y se dispuso a dormir. Pero se levantó sobresaltada: algún día le robarían por olvidadiza. Tomó con la boca unos hilos transparentes atados a un estante y los ató a sus orejas, alas, cola, patas y crin. De abrir alguien un estante, ella se enteraría inmediatamente.

    Al día siguiente, nada más despuntar el día, se levantó y, recogiendo todos sus enseres, marchó rauda a su destino, hacia ninguna parte. Entonces llegó a un cruce de caminos y paró. No sabía qué ruta tomar. Lo único claro era no volver atrás, así que dejó que el azar eligiese su destino. Tomó una rama del borde del camino y la erigió en mitad de la encrucijada, sujetando la punta con su casco. Allí donde apuntase al soltarla, marcharía. Resulto ser a la derecha. Ese sería su destino. Y nada más ocurrió en todo el día, ni al siguiente, ni al otro, ni en todo el resto de su viaje que la condujo hasta un pueblo minero.

    La villa, rodeada por un erial rocoso, tenía sus casas bajas. Eran de tonos oscuros (morados y negros) y parcas en adornos. Aún así, dando un vistazo a las pocas calles que tenía, se apreciaba mucho bullicio. Una multitud de ponis iban de aquí para allá, entrando y saliendo de casas, establecimientos y tiendas. Algunos, de vez en cuando, entraban en un túnel que había al final del pueblo. Parecía la entrada de la mina. ¿De qué clase sería? ¿De metal? ¿De espejos? Shiny Eyes se sobresaltó e imploró para sí que no fuera de joyas o nadie querría comprarle nada. Tragó saliva y entró en el poblado.

    Miraba de un lado a otro mientras buscaba un sitio donde establecer el puesto. Pero se paró al dirigir la vista al cielo. Suspendido a gran altura había un cúmulo de nubes estáticas. Shiny pensó que era muy curioso y raro encontrar un pueblo de pegasos sobre un pueblo minero. Sin embargo, no observó ningún poni alado que ascendiese o bajase de allí.

    Finalmente encontró un hueco entre una casa y una herrería. Allí se instaló. Antes de abrir el puesto se adelantó un poco y preguntó a un poni por la mina. La respuesta la llenó de abatimiento: "Es de joyas, las mejores joyas de toda Equestria".

    Resignada, decidió reemprender la marcha. Quizás a la capital. Sí, iría hacia la capital. Seguramente allí haría más ventas. Aunque la competencia era fuerte, Shiny Eyes confiaba en su propio trabajo de orfebrería, pues ella misma era la encargada de engarzar las joyas en los anillos, colgantes, diademas y gargantillas. Fue entonces cuando, totalmente ensimismada por su sueño de grandes ventas, tiró demasiado fuerte de una de las cinchas y una de las argollas se rompió. A punto de llorar por tan mala suerte, decidió entrar en la herrería que tenía al lado. Se animó a si misma pensando que por una vez no tendría que recorrer media ciudad para encontrar a un herrero.

    En lugar de una puerta, la herrería tenía una gran apertura de la que surgían dos mostradores de piedra con el género expuesto: picos, palas, martillos, puntas varias e incluso armas de filo y aplastantes. Shiny Eyes los curioseó por un momento y entró.

    En la oscuridad reinante, solo rota por el fuego avivado y las chispas, apenas se distinguía la sombra de una yegua. Aquel espectro agarró un martillo con su pata y dio dos golpes al trozo de metal al rojo que acababa de calentar. Tomó unas tenazas con el casco y puso el metal en el agua, que se quejó siseando unos momentos.

    Shiny Eyes saludó tímidamente. La sombra le pidió, mediante un gesto, que aguardase, y se acercó a una cuerda al fondo de la herrería. Jalándola con la boca, las persianas subieron rápidamente, haciendo un fuerte ruido y dejando entrar una intensa luz que forzó a Shiny Eyes a entornar los ojos.

    El espectro resultó ser una poni de tierra de un marrón muy oscuro, como una madera de ébano desgastada por el tiempo y el polvo. Sus ojos negros escudriñaban a la recién llegada. Su crin, azul oscuro, estaba recogida con una coleta al igual que su cola. La Cutie Mark en sus cuartos traseros, un yunque y un martillo, parecían indicar que llevaba bastante tiempo en la herrería. Sus músculos esculpidos por aquel duro trabajo también despejaban cualquier duda.

    —Bien, tenemos tiempo hasta que se enfríe el nuevo pico... ¿qué deseas? —dijo la herrero tratando de sonreír al tiempo que se limpiaba los cascos en su extraño peto gris. Era una especie de mandil que empezaba en una gargantilla y cruzaba el pecho hasta llegar al costillar, sujeto por dos cintas que salían de la base y se entrelazaban en la espalda. En las patas delanteras, desde el hombro hasta las rodillas, tenía una protección del mismo material.

    —Tengo un carro aquí al lado. Se le ha roto una de las argollas de sujeción. ¿Cuánto cobrarías por el trabajo? —preguntó Shiny con una sonrisa algo nerviosa. La herrero entornó aún más los ojos y se echó a reír:

    —¡Ah!, una argolla. No es difícil. No te preocupes, no te cobraré mucho y haré un trabajo excelente. Supongo que eres forastera, así que me esforzaré y así quizás obtenga más clientes si hablas de mí por ahí —se paró un momento a pensar—. Es más, por el mismo precio voy a arreglarte también la otra, para que estén a la par y tarden mucho más en fallar.

    —¡Oh, muchísimas gracias! —exclamó la pegaso, aliviada—. Por cierto, mi nombre es Shiny Eyes y acabo de llegar al pueblo, pero desgraciadamente me iré en breve. Aquí no hay sitio para mí.

    —Encantada. Yo soy Shadow Hammer, y soy la herrero de este pueblo. Sí, las minas que hay al final de esta calle son las famosas Northwest Mines, las del noroeste de Equestria, entre las Drackenridge Mountains y la Dragon Mountain. Desde aquí servimos joyas de gran calidad al resto de Equestria. Y vaya si son de gran calidad, tanta que apenas doy abasto arreglando picos y palas, y eso que —Shadow se acercó a Shiny Eyes— mi trabajo es superior. Yo no soy de esas ponis que gustan de presumir, pero un trabajo inferior habría empeorado la extracción. De hecho he visto fracasar a muchos herreros desde aquí mismo por el simple hecho de que preferían la rapidez a la calidad —la cara de Shadow Hammer cambió entonces con sobresalto—. ¿Pero por qué dices que no hay sitio para ti aquí? Siempre hay sitio para todos aquí.

    Shiny no pudo responder porque en ese momento irrumpió una poni de tierra blanca como la nieve, sujetando un papel en la boca. Sin soltarlo, balbuceó:

    —"Shad'ou Ammer, esesito etto ugetemette" —sus ojos azules como el cielo casi se salían de sus órbitas y su crin negra como la noche parecía encresparse por momentos. Incluso su Cutie Mark, un libro de tapa roja y dos dagas entrecruzadas por detrás, parecía moverse por la tensión.

    —Vale, vale, tranquila, Knowledge —cortó la herrero—. Calma. Déjame ver qué quieres y ponte a la cola, hoy tengo ya bastante trabajo.

    Ésta refunfuñó durante unos instantes. Finalmente dejó caer la hoja sobre el casco de la herrero, respiró profundamente y repitió de forma más sosegada:

    —Shadow Hammer, necesito esto urgentemente. Es el modelo de una punta de lanza ceremonial que se usaba en las recepciones reales hace algo más de trescientos años.

    A raíz de lo que acababa de escuchar, Shiny Eyes no pudo evitar recrear en su mente una singular escena: Un soldado blanco con armadura entra en el salón de recepción del palacio de Canterlot, portando una lanza con tiras de seda en vivos colores. Se dirige hacia el centro de la estancia ante la estupefacción de los presentes. Tira la lanza al aire y, haciendo una cabriola, la vuelve a tomar en el salto con sus cascos delanteras, aunque ya no viste su armadura real sino un tu-tú rosa de bailarina. Aún sin caer, el soldado-bailarín da vueltas a la lanza, primero sobre una pata, luego sobre la otra, después sobre el cuerpo y sobre la cabeza. Termina aterrizando mientras la sostiene en equilibrio sobre su hocico. Se hace el silencio mientras empieza a sudar, sonriendo nerviosamente. Entonces la sala entera irrumpe en aplausos y vítores al soldado.

    —Knowledge —la herrero devolvió a Shiny a la realidad—, si es un arma ceremonial sabes perfectamente que no la haré con prisas —Shadow Hammer se quedó pensativa durante un instante, poniendo el casco en su barbilla y mirando al techo—. Eso son dos días, luego podrás venir a recogerlo —miró detenidamente el papel—. Hmmm... Sí. A pesar de las estrías de adorno que hay por toda la hoja, creo que en dos días estará.

    Knowledge sonrió como una potrilla feliz y comenzó a alabar las virtudes de Shadow, mientras ésta la miraba con indulgencia. Shiny Eyes las interrumpió, pues debía marcharse y quería saber si había algún hotel en el pueblo donde poder descansar.

    —Sí, yo sé dónde está el hotel —respondió la blanca poni de tierra—. De hecho voy para allá, tengo mi casa al lado. Si quieres te acompaño. Y bueno, me presento. Yo soy Undying Knowledge, aunque todos aquí me llaman Knowledge. Soy la historiadora de Northwest Mines Town.

    —Encantada, yo soy Shiny Eyes —respondió la pegaso y a continuación se ruborizó—. Yo soy... bueno... vendedora de joyas.

    Shadow entendió entonces su prisa en marchar del pueblo. Se giró para volver a sus quehaceres mientras Knowledge y Shiny partían hacia el hotel. Entonces la historiadora estiró al máximo sus orejas, poniéndose en alerta:

    —Esto… —comentó la blanca yegua—, deberías saber que… este es un pueblo minero de joyas… y…

    —Sí, lo sé —interrumpió Shiny Eyes—, por eso no me voy a quedar mucho tiempo aquí. En cuanto la herrero arregle el carrito me marcharé a buscar suerte en Canterlot. Por cierto, quisiera preguntarte algo y espero que no te lo tomes a mal: llevo ya varios años en la joyería pero nunca he oído hablar de estas minas. Sin embargo, Shadow Hammer dice que son muy famosas, ¿cómo puede ser?

    —¡Ah! Es muy fácil —Knowledge se rió—. Estas minas fueron famosas hace décadas. Ahora prácticamente han caído en el olvido porque las joyas que se extraen son cada vez son más pequeñas. Todavía quedan gemas gigantescas ahí dentro, incluso del tamaño de dragones adultos, pero no se pueden sacar de una pieza. Hay que romperlas antes haciendo que pierdan muchísimo valor. Son gemas parecidas a las que sacaría cualquier unicornio de una veta de superficie, que con suerte podrían adornar un espejo en la casa de un aristócrata de Canterlot, así que cada vez nos tienen menos en consideración. Ningún unicornio de aquí conoce un hechizo para reparar una gema rota y no hay suficientes unicornios en el pueblo para sacar una entera con su magia. De hecho, si todos los ponis de tierra, pegasos y unicornios que viven aquí ayudasen en la tarea, tampoco sería posible sacarla intacta. Es una pena, porque este pueblo lograría volver al esplendor de antaño. Tal vez incluso se hiciese más grande y próspero que nunca. Pero ya ves cuántas casas abandonadas hay, la gente poco a poco se está marchando de aquí. La culpa de todo la tienen esos malditos pegasos —Knowledge entonces se detuvo un momento y reparó en que Shiny Eyes parecía molesta. Sonrió ligeramente, señaló a la ciudad de las nubes y fijó su mirada al cielo—. No, no me has entendido, no me refiero a los pegasos en general, sino a esos pegasos. Verás: ¡Buuuuuuh!

    Los habitantes del pueblo giraron entonces sus cabezas para quedarse mirando a la historiadora. Entonces, volviéndolas a girar, las elevaron y abuchearon al unísono a la ciudad elevada. Shiny Eyes se fijó en todos. Ponis de tierra, unicornios e incluso pegasos abucheaban por igual. Knowledge miró de nuevo a Shiny Eyes:

    —¿Lo ves? Esos pegasos de ahí arriba no quieren saber nada de nosotros. Se creen demasiado importantes como para dejarse ver aquí abajo. Si ellos quisieran, podríamos sacar entre todos varias gemas enormes a la vez. Pero no quieren mezclarse con nosotros.

    —¿Y por qué no sube alguien y se lo pide? —preguntó la joyero con un brillo en los ojos, pues se veía ya como mensajera—. Quizás hablando comprendan la situación y bajen. Si este pueblo tiene problemas, a ellos también les afecta.

    —Verás —Knowledge se sentó y adoptó una postura solemne—, hasta hace unos cien años todos vivíamos más o menos en armonía, aunque nosotros éramos vasallos de los pegasos que habitan en esa ciudad de nubes. Nosotros les entregábamos joyas y ellos cuidaban de nosotros y nos proporcionaban lluvia. Todo iba bien hasta que sufrimos un gran ataque por parte de los tigres de piedra para saquear la mina —la historiadora observó la mirada de terror que puso Shiny al escucharlo y trató de tranquilizarla—. No te preocupes, se llaman así porque comen piedra, no porque su cuerpo sea de ese material. En todo caso, les pedimos ayuda, pero nadie respondió. De hecho fue tanta la frustración que, a raíz de aquél capítulo, no se dejó subir a ningún pegaso para hablar con ellos. Lógicamente, ocurrió hace cien años, estamos hablando de nuestros antepasados, pero desde aquel ataque nadie ha ido allí arriba y ellos no han bajado. Ni siquiera salen a formar lluvia. Menos mal que vino desde Canterlot parte del Ejército Real de la Princesa Celestia. Nos salvaron del ataque de esos horribles tigres de piedra. Bueno, a nosotros no, a nuestros antepasados.

    Shiny trató de hablar de nuevo, impaciente por su idea, pero Knowledge la interrumpió levantándose de un salto y tirando de ella hacia el otro lado de la calle. Se pararon delante de un puesto callejero formado por cuatro palos de madera y una tabla. La parte delantera estaba cubierta por una tela negra con dibujos de estrellas amarillas y una chistera. Una joven unicornio gris oscuro hacía preparativos, poniendo un sombrero de copa y una varita encima de la mesa, casualmente los mismos motivos de su Cutie Mark. La potrilla, mostrando sus brillantes ojos amarillos y una sonrisa de oreja a oreja, animó a ambas a acercarse.

    —¿Quieres ver mi último truco, Knowledge? —dijo—. Creo que esta vez ya lo domino.

    Ésta la saludó y asintió sonriendo, a la vez que hizo señales a la dorada pegaso para que le acompañase. La historiadora, seguida de la vendedora de joyas, se acercó al puesto.

    —Veréis, voy a sacar un conejo… no… mejor una piedra de esta chistera. No hay ningún conejo por aquí pero piedras tenemos por todos lados. Por favor —señaló a Shiny Eyes—, ¿podrías escoger una piedra que te guste? Es para demostrar que no hay trampa ni cartón. Serás mi ayudante, señorita… ¿cuál es tu nombre?

    —Soy Shiny Eyes, y me dedico a…

    —Gracias, gracias, Shiny, te llamaré Shiny. Yo soy Flashing —la interrumpió mientras daba un codazo de complicidad a Knowledge—. Nunca se dice el nombre completo de las ayudantes, ya lo sabes…

    Knowledge sonrió devolviéndole un guiño, pues lo sabía gracias a las muchas veces que había sido su asistente. Shiny Eyes tomó una piedra parecida a un corazón, aunque le faltaba un trozo. Estaba segura de que no había otra piedra igual en toda la zona. Se lo dio a Flashing, quien la aceptó gustosamente con teatral agradecimiento. La potrilla puso la piedra sobre la mesa, junto a la varita, tomó la chistera con la boca y, dándole la vuelta, con el ala hacia abajo, se lo pasó a Shiny para que lo comprobase. Ésta lo hizo intentando averiguar si había un doble fondo o alguna otra trampa. Una vez satisfecha, devolvió el sombrero a la unicornio.

    Flashing, algo angustiada, deseó para sí misma que el truco saliera bien esta vez. Se atusó nerviosa su corta crin azul, con una fina franja rosa que parecía la sombra de su pequeño cuerno. Se armó de valor. Con la boca soltó la piedra dentro de la chistera. Se la escuchó golpear contra el fieltro. Entonces animó a las dos espectadoras para que comprobasen que la piedra seguía dentro. Efectivamente, allí estaba.

    —Yeguas y Sementales —exclamó—, me complace presentarles mi último truco mágico: voy a hacer desaparecer esta piedra y después volverá a surgir de las profundidades del abismo de la magia.

    —Claro, usando el cuerno y el hechizo de tele-transporte, cualquier unicornio puede hacerlo —susurró Shiny Eyes a Knowledge.

    —No, ella no lo hace así —respondió esta—. Fíjate bien.

    Flashing tosió para llamar la atención y preguntó si podía continuar. Ambas afirmaron con la cabeza. La unicornio inclinó entonces la chistera para que se volviese a ver la piedra bailoteando en el fondo. Dejó el sombrero en su sitio, sobre la mesa, tomó la varita con el casco delantero derecho y, moviéndose para mostrar sus flancos y ratificar sus palabras, dijo en voz alta:

    —Nada por aquí, nada por allá… ¡ALAKAZAM!

    Y golpeó el ala de la chistera con la punta de la varita. Cuando Shiny Eyes y Knowledge miraron el interior de la chistera, descubrieron que estaba vacía. La piedra había desaparecido. Entonces, con una sonrisa satisfecha de oreja a oreja, Flashing volvió a enseñar sus flancos y repitió:

    —Nada por aquí, nada por allá… ¡ALAKAZAM!

    Y volvió a golpear el ala de la chistera con la punta de la varita. Seguidamente la soltó y la dejó rodar unos centímetros sobre la mesa. Tomó la chistera con la boca y la volteó sobre los cascos de Knowledge, que ya sabía qué hacer a continuación. Del interior de la chistera se deslizó una piedra que fue a parar a los cascos de la historiadora. Shiny se fijó en el guijarro. Era el mismo que había escogido poco antes, y así lo testificó con un movimiento afirmativo de su cabeza. En ese momento tanto Knowledge como Flashing se fundieron en un abrazo, con la mesa del puesto entre las dos, contentas por la buena ejecución del truco. Tras las efusiones, Knowledge hizo las presentaciones oficiales:

    —Flashing, mi amiga se llama Shiny Eyes, y… verás… fabrica joyas —en ese momento los ojos de Flashing empezaron a brillar, como si hubiese recibido las mejores noticias que podría algún poni esperar—. Shiny, mi amiga unicornio se llama Flashing Hooves. Es la mejor hechicera de trucos mágicos de toda Equestria.

    —La mejor y la peor, todos aquí sabemos que no hay ninguna otra hechicera "profesional" de trucos mágicos en toda Equestria… —Flashing mostró una tristeza que cambió enseguida por una cara radiante—, y para seguir siendo la mejor tengo que seguir aprendiendo y fabricando trucos nuevos. Me tienes que dejar ver ese manual que tienes en tu casa, Knowledge.

    —Ya sabes que cualquier cosa de mi casa está disponible para ti, Flashing —Knowledge estaba orgullosa de la pequeña unicornio—. Y ahora, si nos disculpas, le seguiré enseñando Northwest Mines Town a Shiny Eyes.

    —Por supuesto, por supuesto —y, hablando en voz baja, aunque con suficiente fuerza para que se enterasen en el nivel más bajo de la mina, Flashing replicó—. Por fin lo he conseguido. Por fiiiin. ¡Ah! —Flashing volteó su cabeza, dirigiéndose hacia Shiny Eyes—. Tú y yo, amigas para siempre, ¿de acuerdo?

    Shiny asintió, pero agachó la cabeza un poco asustada y abrumada. Knowledge y Shiny Eyes dejaron el puesto rumbo al final de la calle, aunque la historiadora se dio la vuelta para guiñarle un ojo. Flashing se lo devolvió acompañado de una sonrisa.

    —¡Y otro truco mágico que consigue a la perfección nuestra hechicera-unicornio Flashing Hooves! —gritó Knowledge a los cuatro vientos.

    Todos los ponis en los alrededores giraron la cabeza hacia el puesto de la unicornio y se acercaron cuchicheando, con ganas de ver el espectáculo que volvía a preparar Flashing desde el principio. Shiny Eyes se alegró de que aquella unicornio fuese tan querida allí.

    —Knowledge… —exclamó Shiny Eyes, cambiando su expresión—. Estaba pensando que, la verdad, no parece tener mucho mérito la magia que ha hecho Flashing… De hecho, conozco unicornios capaces de lanzar conjuros de tal forma que parece que están haciendo otra cosa… Pero, de todas formas, me ha extrañado cómo ha realizado el truco, con esos movimientos tan raros... Nunca he visto nada parecido. Así que dime… ¿Cómo lo ha hecho?

    —Eso es lo bueno, que no se sabe cómo lo hace —Knowledge sonrió—. Por eso es tan fantástica en los trucos mágicos. Además se gana la vida así, animando y sorprendiendo a todo el mundo, por eso se esfuerza tanto —e hizo una pausa para medir sus palabras—. Verás, Flashing no puede usar la magia. No sabe.

    —¿Cómo que no sabe? ¿Acaso no es la magia algo propio de los unicornios, incluso a corta edad, como lo es la Cutie Mark para todos los ponis?

    —Sí, eso es cierto... casi siempre. Pero cada cierto número de generaciones hay un unicornio que nace sin magia, y no puede desarrollarla. A ese tipo de unicornios se les conoce como "Unicornios neutros". Y Flashing es una de ellos —explicó Knowledge.

    —¡Auh!… qué pena, pobre potrilla —Shiny se puso triste.

    —No te preocupes, Flashing es muy fuerte —la historiadora sonrió—, seguramente más de lo que nunca seremos nosotras. En vez de desanimarse, ha elegido hacer este tipo de "magia" para sorprendernos y animarnos a todos. Mira atrás, ahí la tienes asombrando a todos. Lo dicho, es mucho más fuerte de lo que imaginamos.

    Estaban llegando ya a las últimas casas del pueblo cuando Knowledge se paró.

    —Bien —dijo la historiadora, señalando la siguiente casa—. Ese edificio es el hostal, y aquí es donde vivo yo. ¿Te apetece tomar un té? Me interesaría conocer tu historia, y tal vez pueda ponerte al día de lo que sucede por aquí —exclamó. Shiny lo agradeció de veras, pues no había comido en horas.

    Ésta se quedó sorprendida por la decoración. En la pared izquierda había una inmensa cantidad de libros de todos los tamaños y también papiros. En el muro de enfrente, según se entraba al edificio, había retratos de todos y cada uno de los ponis de tierra, unicornios y pegasos que vivían en Northwest Mines Town. Pero lo que más sorprendió a Shiny estaba en la pared de la derecha: un tapiz inmenso que recreaba una lucha entre unos ponis alados, junto a otros con cuernos, contra unos seres de color aguamarina con grandes colmillos.

    —Representa la batalla de la que te hablé —explicó la historiadora—. Éstos, los ponis, son los guardianes del Reino de Equestria, enviados desde Canterlot; y éstos otros, los monstruos, son los tigres de piedra que atacaban Northwest Mines Town día sí y día también. Aquí arriba, en esta esquina del tapiz, está la ciudad de nubes. Como puedes observar, no hay ningún pegaso bajando. De hecho —tomó una lupa—, si te fijas en la ciudad, no verás pegaso alguno haciendo tareas ni asomándose. Tal fue el desprecio que nos hicieron. Pero en fin, son cosas del pasado, aunque si yo pudiese volar, hace tiempo habría subido a decirles cuatro cosas.

    Se dirigieron a otra habitación. Al llegar al umbral, Shiny Eyes se quedó petrificada. Las cuatro paredes estaban repletas de lanzas, mazos, látigos y otras armas. Incluso había dos pequeños cañones apuntándose entre sí. Y todo estaba acompañado de carteles indicando qué tipo de arma era, la fecha histórica de su existencia y un resumen de sus características. Knowledge se rió y le explicó que estaban todas inutilizadas. Era historiadora, y estas armas eran parte de la Historia de Equestria.

    —Cierto es que pertenecen a una parte muy oscura de ella, pero a veces la Historia es oscura —exclamó—. Son lo que fuimos, son lo que somos y, si los olvidamos, serán lo que seremos. Por eso las colecciono, para no olvidar jamás…

    Shiny Eyes asintió y su rostro se relajó. Algo le decía que Knowledge no era peligrosa. Es más, ese algo le decía que podría llegar a ser una buena aliada, o incluso una gran amiga. Esa forma de quitar importancia a la contemplación de algo tan terrorífico como un arsenal era algo a tener en cuenta, y de forma muy positiva.

    —Bueno —aclaró la blanca poni de tierra—, muchas de estas armas son réplicas hechas por Shadow Hammer, con su sello de calidad, aunque otras son auténticas…

    Shiny se fijó en una repisa vacía. Únicamente contenía un paño para evitar que el polvo se acumulase, y una pequeña nota ilegible a esa distancia, lo que hizo que se acercase.

    —¿Elementos de la Armonía? —estaba a escasos centímetros de la nota. Su cara denotó preocupación—. El caso es que me suena muchísimo.

    —Eso es algo que espero tener en un futuro —Knowledge se ruborizó—, cuando ya no sea necesario. Bueno, más bien son "seis Elementos" lo que espero tener pronto —la historiadora bajó la mirada hacia el suelo y empezó a rozar su casco contra el suelo—. Son aquellos con los que las Guardianas de los Elementos vencieron a Nightmare Moon…

    —¡Uy! —Shiny se sorprendió—, entonces seguramente estén a buen recaudo en el Palacio de Canterlot bajo la atenta mirada de la Princesa Celestia, custodiada por cien leales soldados y encerrada bajo mil llaves… ¿No sería más cauto hacer unas copias de esos Elementos?

    —Ese es el problema —la historiadora seguía preocupada—. Salvo la Princesa Celestia, la Princesa Luna y las seis Guardianas de los Elementos, nadie en Equestria sabe ni siquiera qué son exactamente. La única forma de completar mi colección es viendo con mis ojos esos Elementos de la Armonía. Pero desde Northwest Mines Town, veo extremadamente difícil tener acceso a esas armas. Incluso he enviado peticiones a Palacio para que hagan dibujos o fotografías, pero parece ser que todos los permisos son denegados por la Princesa Celestia, para evitar que se hagan imitaciones que puedan ser encantadas y creen un caos en Equestria.

    —Es comprensible que no dejen hacer imitaciones. Imagina que una malvada unicornio muy poderosa tiene acceso a una de esas imitaciones y crea unos Elementos de la Desarmonía, tan poderosos como los originales. Sería un peligro para todos.

    —Lo sé, lo sé —Knowledge alzó la mirada—. Es algo que no puedo reprochar en absoluto a la Princesa Celestia. Por eso las copias serían imperfectas intencionadamente. De todas formas, la única forma que se me ocurre para obtener información es rogando a la Princesa, y para ello tendré que ir a Canterlot a pedir humildemente una audiencia real —la historiadora miró hacia el cielo a través de la ventana—. Es muy tarde. Vamos a tomarnos ese tentempié que te prometí.

    La noche hacía su aparición cuando Shiny Eyes salió de la casa. Se despidieron y se dirigió hacia el hostal, mirando a su alrededor: Northwest Mines Town estaba agonizando y, de seguir así, en unos pocos años se convertiría en un pueblo fantasma. Una pena, pues la mina aún podía dar mucho de sí. Quizás ella tuviese la solución a ese asunto. Además estaba cansada de ir de un lado para otro intentando vender sin éxito las joyas de su carrito. Miró tristemente hacia la herrería y vio su carro atado con cadenas a la pared. "Por lo menos no me tengo que preocupar de que me roben las joyas, pues es mucho más fácil entrar en la mina y coger una joya más grande y de mejor manufactura sin esfuerzo", pensó.

    Entró en el hostal y vio tras el mostrador la espalda de un poni de tierra amarillo brillante que ordenaba unas cartas. Tenía una morada crin repeinada y una Cutie Mark que mostraba un timbre de hotel. Delante del mostrador aguardaba una pegaso de color amarillo pálido. Lucía una crin color lavanda y recogida dentro de un casco de aviador con las gafas sobre la visera, dejando ver sus verdes ojos. Portaba unas alforjas que hacían juego con el color del pelaje, tapando por completo su Cutie Mark. Junto al cierre de las alforjas, estaba el logotipo cosido de la empresa de correos de Equestria. Definitivamente era la cartero de Northwest Mines Town.

    —Buenas noches, quisiera una habitación —dijo Shiny Eyes, adelantándose un poco.

    —Lo lamento, señorita —el hotelero ni siquiera se dio la vuelta—. Estamos completos.

    —¿Completo? Pero si… —Shiny Eyes agachó la cabeza—. Y ahora, ¿qué hago? —dijo en voz baja.

    —Ya te dije que no era buen momento para hacer reformas —la pegaso-cartero miró de forma un poco autoritaria pero compasiva al hotelero, que ya se había dado la vuelta y miraba con sus agradables ojos azules.

    —Sí, lo sé, Feather, pero había que hacerlas en el piso de arriba, se estaba cayendo a pedazos. Y algún día podría ocurrir una desgracia… ¡Ya sé! —el hotelero miró a Shiny Eyes y seguidamente devolvió la mirada a la cartero—. ¿Por qué no habilitáis una casa vacía para que la señorita pueda pasar la noche? De verdad que no tengo ninguna habitación libre.

    —Siempre la misma historia, Disarming. Nunca haces nada por ti mismo —la pegaso-cartero frunció el ceño mirando fijamente a los ojos del hotelero—. Y no sé cómo lo haces, pero siempre consigues lo que quieres…

    —No os peleéis, por favor —Shiny Eyes se adelantó un poco, mirando alternativamente a la pegaso y al poni de tierra.

    —Por favor… —Disarming sonrió de oreja a oreja, mezclando una expresión infantil, agradable, despreocupada y a la vez malvada.

    Era una sonrisa realmente encantadora. Shiny Eyes nunca había visto nada igual y dejó correr sus ensoñaciones. Tenía ganas de abrazar a ese poni de tierra y ponerle suavemente la cabeza sobre el regazo, mientras le acariciaba la crin. Incluso...

    —¡Está bien! ¡Lo haré! —la pegaso-cartero sacó a Shiny Eyes de su trance—. Pero por favor, deja de hacer eso, sabes que no me gusta cómo me siento cuando pones esa cara. Y a pesar de saberlo, sigues haciéndolo. Cuando te dije antes que no sabía cómo lo haces, era mentira. Así es como lo haces. Con esa estúpida expresión siempre logras que todo el mundo haga lo que quieres. Y es aún más efectiva si tus víctimas son yeguas.

    Tomando de un casco a Shiny Eyes, que no quería perderse la sonrisa que aún emergía de la cara de aquel adorable poni, salieron fuera del hostal. Una vez en la calle, la pegaso la miró fijamente a la cara:

    —¡Eoh, Eoh! —la cartero agitó sus cascos delante de Shiny—. Estás en la calle, ya no estás ahí dentro. Vuelve en ti —volvió la mirada hacia el hotel—. Este Disarming Smile es todo un caso. Menos mal que es un buen poni y no tiene mala intención, que si no… Bueno, ¿dónde están mis modales? Soy Fast Feather y, como habrás supuesto por mi indumentaria y sobre todo por este dibujo —señaló el logotipo de las alforjas—, soy una pegaso-cartero de Equestria.

    —En… encantada —Shiny todavía seguía bajo el influjo de la angelical sonrisa—. Yo soy Shiny Eyes y he tenido un día horrible. Soy vendedora de joyas y… —sonrió ligeramente, presa del nerviosismo— y… he recalado en este curioso pueblo. Al comprender que no tenía posibilidad de vender nada, he intentado salir, pero se me ha averiado el carrito… y ahora no hay habitaciones… y encima tengo que molestar a los demás para que me ayuden.

    —No te preocupes —Feather sonrió—. Ayudarte con la casa no me supone ningún problema. Lo que me ha molestado ahí dentro ha sido cómo me lo ha pedido. Y pensar que aún sigo cayendo en su influjo —Fast Feather pateó el suelo de la frustración—. Ya sé lo que haremos, ¿te parece bien que elijamos una casa vacía y entre unos cuantos lo adecentemos para que te puedas quedar unos días? Incluso te dejaremos los enseres que puedas necesitar.

    —¡Oh, muchísimas gracias! —la mirada de la joyero se volvió más brillante que nunca, embargada por la emoción y el agradecimiento.

    —Vamos pues —la cartero empezó a andar hacia el centro del pueblo—. No quiero que la primera noche aquí la pases al raso.

    Las dos pegasos se dirigieron a una casa que estaba un poco más cerca de la mina. Una vez allí, Fast Feather hizo ademán de llamar a la puerta, pero antes de hacerlo se giró hacia Shiny Eyes y le advirtió en voz baja que no se asustase y que se colocara al lado derecho de la entrada. No sin antes suspirar, la pegaso-cartero llamó a la puerta.

    —Ya voy, ya voy —sonó una voz femenina dentro de la casa. Se oyeron pisadas dirigiéndose a la puerta y Fast Feather volvió a llamar—. Que ya voy, qué impaciencia, ni que fuese una pegaso para abrir tan rápido —Fast Feather sonrió y se dispuso a llamar por tercera vez, pero las pisadas habían cesado y la puerta comenzó a abrirse.

    Shiny Eyes emitió un hipido de asombro: en el umbral de la puerta estaba una unicornio, aunque realmente ya no tenía mucho de ello. Su cuerno estaba roto casi por la base. Entonces se dio cuenta de que la protuberancia, además de rota, estaba limada. La unicornio era de color rosa, un rosa precioso. Su crin era blanca y muy larga, aunque Shiny Eyes no podía precisar su longitud, pues apenas veía el costado de su cabeza, aunque sí podía ver perfectamente ese ojo de un deslumbrante iris rojizo que miraba fijamente a la pegaso-cartero. Ese ojo hacía que Shiny Eyes se sintiese inquieta.

    —Buenas noches, Gentle Colors —dijo la pegaso—. Sé que seguramente estás con la meditación, pero necesitamos tu ayuda.

    El ojo rojo de Gentle Colors se movió ligeramente, escrutando a Shiny Eyes, aunque la cabeza siguió fija al frente, lo que hizo que la joyero se estremeciese.

    —¿Para qué necesitáis mi ayuda? —el ojo de Gentle Colors seguía analizando a Shiny Eyes.

    —Verás —explicó Feather—, mi amiga, aquí presente, necesita un sitio donde pasar la noche y Disarming Smile está completo.

    —Ese bobalicón siempre tiene el hostal completo, no es ninguna novedad —respondió Gentle Colors, mientras su ojo seguía fijo en Shiny Eyes, aunque el resto de su cara cambió de expresión, siendo ahora más indulgente con ella.

    —Me ha pedido adecentar una casa vacía para que ella no duerma a la intemperie —la pegaso-cartero sonrió.

    —Te habrás negado, ¿no? —preguntó Gentle, mirando de nuevo a la cartero—. Que ese hotelero duerma en el suelo por una vez en su vida y deje su habitación libre para ella —el inquisitivo ojo de la unicornio volvió a fijarse en Shiny durante un instante.

    —Sí, bueno… —Feather miró al suelo, avergonzada—, me negué al principio. Pero él usó "la Expresión" conmigo. Y tuve que acceder para que lo dejara de hacer. ¡Pero que conste en acta —la pegaso-cartero elevó la pata delantera izquierda y el casco de la otra pata delantera se la colocó sobre el corazón, haciendo un juramento— que ya no me afecta en absoluto! De hecho tuve que hacerlo porque vi que afectaba demasiado a otra yegua que estaba allí —entonces miró hacia Shiny, al igual que lo volvió a hacer el ojo de Gentle.

    —Y queréis que yo os ayude a adecentar la casa, ¿no? —preguntó la unicornio.

    —Eso es, siempre las pillas al vuelo, Gentle Colors —Feather puso una cara no haber roto nunca un plato.

    —De acuerdo —ésta sentenció—, dejadme un minuto para prepararme. Id mientras tanto a elegir una casa —entonces la unicornio se dio la vuelta, cerrando la puerta.

    Eligieron una vivienda un poco más cerca de la mina, en la misma parte de la calle, y empezaron a dirigirse hacia ella.

    —Perdonad —un poni de tierra de color marrón y con la crin y la cola del mismo color que Fast Feather se les estaba acercando—, he visto que habéis estado hablando con Gentle Colors y parece ser que necesitáis ayuda. ¿Os puedo echar un casco en algo? —el semental se incorporó y habló con solemnidad—. Si tres son multitud, cuatro pueden ser una fiesta.

    Shiny miró extrañada a ese poni de tierra. Estaba segura de que lo había visto antes en algún sitio, aunque no recordaba dónde. Quizás en Canterlot, cuando ella era una potrilla sin Cutie Mark, o puede que en Hoofington, o en Fillydelphia… o hace unos días en Ponyville. Cerró los ojos intentando recordar, pero cuando los abrió una sonrisa recorría su cara. Había comprendido el problema: el aspecto de ese poni era muy común en Equestria. Por todos lados, aquí y allá, habría varios ponis prácticamente iguales. Era el precio a pagar por tener un aspecto tan anodino.

    —Por supuesto, Wise Words —Fast Feather sonrió—. Siempre eres bienvenido para ayudarnos a hacer las tareas, y las haces tan bien que da gusto.

    —No me halagues tanto —Wise Words miró al suelo, ruborizado—, vas a hacer que me sonroje y que actúe torpemente.

    —Tienes razón —la pegaso-cartero se rió—. Por cierto, esta yegua es Shiny Eyes, recién llegada y necesitada de nuestra ayuda.

    —Encantada —dijo Shiny Eyes, tendiendo un casco al poni.

    —Shiny Eyes, éste "elemento" —Fast Feather golpeó suavemente con el codo el costado del poni de tierra— es Wise Words. Un gran amigo de todos, y muy amigo en especial de Gen…

    —¡Para, para! —el semental se puso alerta, mientras sus mejillas se ponían excesivamente rojas—. No sigas, te lo ruego. Si continúas, me daré la vuelta y me iré.

    —Sí, para luego volver a los cinco minutos —la risotada de Fast Feather resonó bastante alto—. Porque sabes que "ella" va a estar, es algo que no puedes evitar. Pero tienes razón, no voy a continuar porque te necesitamos y porque siempre me has caído bien. Tus consejos me han servido alguna que otra vez.

    Wise Words asintió cerrando los ojos y estrechó el casco de Shiny Eyes. Entonces los tres emprendieron la marcha en silencio en busca de la casa vacía. La joyero se fijó en la Cutie Mark de Wise: un círculo amarillo con una carita feliz parecida a un poni visto de frente, como dibujado por un niño, del que salía un bocadillo de escritura y, dentro de él, un corazón rojo también feliz.

    Apenas habían llegado a la casa elegida cuando oyeron una tos simulada detrás de ellos, haciendo que los tres se giraran al unísono. Gentle Colors estaba allí, volteada hacia su izquierda, de tal forma que solo se le veía el costado derecho. Shiny Eyes se extrañó sobremanera. Quizás fuese la iluminación, pero juraría que Gentle Colors antes era de color rosa. Sin embargo, el color que veía ahora en la unicornio era el de un vivo naranja. Fast Feather miró a Shiny Eyes y le susurró sin apenas voz que no se asustara. Shiny Eyes volvió a mirar a Gentle Colors y observó su larga crin, totalmente blanca, que ondeaba al viento, y su Cutie Mark, que estaba formado por dos partes divididas por una diagonal ascendente, siendo el dibujo de la parte superior izquierda una luna blanca en cuarto menguante, y el de la parte inferior derecha un radiante sol amarillo.

    —Mirad a quién he encontrado por el camino —dijo Gentle Colors con un gesto serio.

    A su lado había un poni de tierra de cuero color verde, y era el motivo por el que ella estaba girada. Éste empezó a mirar a todos lados, moviendo sus pequeños y verdosos ojos de una manera rápida y constante durante unos pocos segundos. Después volvió a fijar sus iris al frente, totalmente impasible.

    —Sí, puedes ayudarnos, Look Talker —Fast Feather asintió agradecida—. Nos vendrá muy bien tu ayuda.

    El poni verde volvió a mirar, esta vez hacia la Cutie Mark de Shiny Eyes. Ésta se dio cuenta al momento e instintivamente se movió ruborizada, intentando ocultar su costado. Entonces Look Talker volvió a mover los ojos hacia todos lados.

    —Sí, tienes razón —Wise Word dijo con rapidez, dejando notar nerviosismo—. Los colores de su Cutie Mark y los de su cuerpo curiosamente coinciden. Los aros dorados lo hacen con el color de su cuero, los chatones blancos prácticamente coinciden con el color de sus claros ojos y los rubíes son tan rojos como su crin.

    Shiny Eyes se veía abrumada y completamente desconcertada al haberse convertido en el centro de atención. Bajó la mirada y quiso acabar con todo. Quería acostarse ya y dormir. Estaba muy cansada, tanto física como anímicamente.

    —Por favor, por favor, estáis asustando a nuestra invitada —dijo Gentle Colors, que miraba de frente a Shiny Eyes.

    Lo que vio la vendedora de joyas, al alzar la mirada de nuevo, nunca lo habría imaginado. Gentle Colors era una unicornio totalmente singular. Su parte izquierda era rosa, pero su parte derecha era naranja, cuya unión a lo largo de su cuerpo coincidía en perfecta simetría. En la cabeza de Shiny Eyes resonaba la imagen de la cabeza de Fast Feather diciendo "No tengas miedo", alternándose con la imagen de la cabeza de Gentle Colors cada vez más cerca… e hizo lo único que no quería hacer: se rió locamente, en alto, de forma histérica. Gentle Colors alzó su mentón mirando hacia Fast Feather, que respondió a su vez con una sonrisa y un encogimiento de hombros.

    CONTINUARÁ…

    2. 1x01 - Northwest Mines Town - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos.

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x01

    Northwest Mines Town

    2ª Parte

    —¿Continuamos? Quiero volver pronto a mi meditación —Gentle Colors exhibía una evidente incomodidad.

    —Por supuesto —dijo con rapidez Fast Feather—. Pero antes, las presentaciones: Shiny Eyes, éste es Look Talker —Shiny Eyes alzó el casco en señal de saludo—. Look Talker, ésta es Shiny Eyes —Look Talker se inclinó un poco, haciendo una reverencia—. Y ahora, vamos a la tarea.

    —Esta es la casa. La verdad es que es preciosa —comentó Shiny Eyes.

    —Por lo menos tiene las cuatro paredes y el techo —replicó Gentle—. Feather, ¿no es esta la casa de la familia Crown?

    —Sí, hace unas seis semanas que se marcharon a PonyVille —respondió Feather—. Una pena. Con ellos se fueron los pequeños Pacifier y Gestures. Los últimos bebés de Northwest Mines Town —entonces la pegaso-cartero volvió a animarse—. Bueno, en seis semanas solo habrá polvo y unas pocas telarañas. Será tarea fácil.

    Abrieron la puerta. Efectivamente, los pocos muebles que había estaban todos cubiertos con una fina capa de polvo y había algunas telarañas aquí y allá. Afortunadamente Gentle Colors había traído un cubo con utensilios de limpieza. Se repartieron tareas y empezaron.

    Apenas llevaban unos minutos cuando alguien llamó a la puerta. Wise Word abrió. Allí estaban Shadow Hammer, Flashing Hooves, Undying Knowledge y muchos más. Incluso estaba Disarming Smile, que había abandonado provisionalmente el hotel.

    —Hola —dijo Shadow Hammer—, ¿es esta la casa que hay que habilitar?

    —Sí, es ésta —respondió Wise Words con una gran sonrisa en la boca y señaló el interior de la casa—, pero pasad, pasad.

    Prácticamente todos los habitantes del pueblo se habían reunido frente a la casa y querían ayudar con las tareas. Incluso alguno había traído mantas, cubertería, vasos y comida. Shiny Eyes estaba abrumada. ¿Por qué todos querían colaborar? No le convencía la idea de que fuera solo para que no durmiese al raso y se llevara un mal recuerdo de Northwest Mines Town. Esos ponis eran demasiado amables con ella, que al fin y al cabo era una desconocida. Estaba segura de que querían algo a cambio, pero tenía miedo de que fuese algo inalcanzable o peligroso. De todas formas, decidió que lo mejor era que se terminase de adecentar la casa y ver qué pedían a cambio, pues siempre se podría negar ya que ella no había pedido la ayuda de todos.

    En cuestión de segundos todos los presentes se repartieron los lugares y las tareas. Por todos lados se veían objetos volando gracias al poder de los unicornios, sombras fugaces pertenecientes a los pegasos, que iban de un lado para otro, y ponis de tierra que hacían constantemente trabajos de todo tipo. Poco tardó la casa en estar otra vez habitable. La mayoría de ponis se fueron marchando poco a poco mientras reían, cantaban o hablaban alegremente. Apenas quedaban ya unos pocos en la casa cuando una poni de tierra roja como el fuego y una unicornio púrpura se acercaron a Shiny Eyes, presentándose:

    —Hola, preciosa —dijo la poni de tierra—. Permite que nos presentemos. Yo soy Muffled Yell, la jefa de la escuadra de mineros de Northwest Mines Town, y quiero darte la bienvenida a este pueblo.

    Su crin verdosa tenía un peinado extraño, indefinible entre un aspecto juvenil y el de uno propio de una poni de mediana edad. Tenía una oreja parcialmente arrancada, seguramente producto de un accidente minero. Su nombre era un tanto extraño, algo que corroboraba su Cutie Mark, que consistía en una cara sonriente con la boca abierta, unas ondulaciones finas, una línea que parecía asemejarse a una pared vista de perfil, y, al otro lado de la supuesta pared, unas ondulaciones muy fuertes y una cara asustada, como si acabase de escuchar una explosión.

    —Yo soy Magic Sales —intervino la unicornio púrpura—, la vendedora de productos mágicos y no mágicos del pueblo. De hecho, es la única tienda que hay aquí. Me encargo de suministrar todo lo que puedas necesitar y también de todo lo que no necesites pero te apetezca tener. Y también te doy la bienvenida a Northwest Mines Town —su color púrpura contrastaba con el amarillo de su crin y de sus ojos, y también con su Cutie Mark, consistente en un bastón mágico y una zanahoria que estaban cruzados formando un aspa.

    —Encantada —dijo Shiny Eyes, sonriendo—. Muchas gracias por todo. Me gustaría compensar lo que habéis hecho aquí. De verdad quisiera hacerlo, pero no sé a quién debo dirigirme para comentarle una idea que quizás pueda funcionar.

    La poni y la unicornio se miraron un momento y después a Shiny Eyes. Disarming Smile, Gentle Colors, Look Talker y Wise Words se pusieron junto a Magic Sales y a Muffled Yell, quedándose más atrás el resto de las yeguas que había conocido en el pueblo, que empezaron a recoger los cubos y las bolsas de basura.

    —Cariño —dijo Muffled Yell—, este es un pueblo muy pequeño, tan pequeño que no tenemos alcalde. Ni siquiera representante. Los que ves —señaló a los que tenía a su alrededor— formamos un Consejo. Veo que estamos todos, así que este es un buen momento para contarnos tu idea.

    —Está bien —Shiny Eyes se sentó—. Como muchos de vosotros sabéis, yo soy vendedora de joyas, algo que aquí no tiene mucho sentido. No obstante, aparte de venderlas, sé repararlas.

    Todos los presentes comenzaron a mirarse. Algunos susurros comenzaron a surgir en la sala.

    —¿Y cómo puede ser, si ni siquiera los unicornios podemos hacerlo? —preguntó Magic Sales.

    —Es un secreto familiar, pero es algo para el que no se necesita magia, sino habilidad, paciencia y mucha suerte.

    —El problema —continuó diciendo Shiny Eyes con un brillo en sus ojos mientras los susurros se convertían en murmullos— es que sé arreglar joyas pequeñas. Nunca lo he intentado con una grande pero me gustaría probar. Sería una tarea ardua, y puede que no lo consiga, pero, si tengo éxito, quizás este pueblo vuelva a recuperar su esplendor —los murmullos eran ya voces.

    —¿Nos estás diciendo que quieres que rompamos una gran gema para que intentes arreglarlo con tu habilidad? —Gentle Colors la miraba de manera bastante inquisitoria.

    —Sí, eso es —Shiny miró de igual forma a Gentle—. Si no lo intentamos, las grandes gemas seguirán estando dentro de la mina por demasiado tiempo. Probemos con una. Si no sale, siempre podríamos vender varios trozos pequeños de una gran gema.

    Muffled Yell hizo una señal a los demás, incluso a las que estaban apartadas recogiendo la basura, y se reunieron en un corro, abrazados. Empezaron a cuchichear. De vez en cuando una cabeza se elevaba y miraba a Shiny Eyes, que estaba esperando el veredicto. Empezaba a impacientarse cuando el círculo se rompió. Se pusieron todos en fila. Muffled Yell carraspeó y dijo:

    —Habiéndose reunido la asamblea de Northwest Mines Town en esta casa, bien entrada la noche, con fecha…

    —Por favor, dilo ya —cortó Flashing Hooves, impaciente.

    —De acuerdo —Muffled Yell sonrió—. Queremos que lo hagas, o al menos que lo intentes.

    Shiny Eyes apretó los cascos entre sí e hizo un gesto de satisfacción.

    —Pero se hará mañana por la tarde —continuó diciendo Muffled—. Primero tienes que descansar y aún hay que hacer los preparativos: cortar la gema, sacarla de la mina y llamar a un experto en joyería de Canterlot para que dé fe de la prueba.

    —Entonces vayámonos a descansar todos —agregó Gentle Colors.

    —Una última cosa —matizó Shiny Eyes—, hay que cortar las gemas de la forma más uniformemente posible. También hay que recoger todos los pedazos, incluyendo las esquirlas, e incluso el polvo de gema. Todo es importante para la pureza de la gema resultante.

    Se despidieron todos y se marcharon a sus respectivos hogares. Shiny Eyes suspiró mientras pensaba que se había metido en un buen lío. Hacía mucho que no había vendido ninguna joya y aún más que no había reparado nada. Tendría que estudiar el rollo de papel escondido en su carro que explicaba la formulación y los pasos necesarios para reparar gemas. Se asomó a la ventana y esperó pacientemente hasta que todas las luces de las casas se apagaron. Únicamente quedó iluminada la de Gentle Colors, que seguramente estaría meditando de nuevo. Se dirigió a la puerta y vio, en una percha que estaba al lado, una capa que alguien había dejado ahí para ella. Sonrió y se la puso, pues sabía que, a la luz de la luna, su cuerpo dorado sería muy visible.

    Abrió despacio la puerta, se asomó y miró a ambos lados. No había ningún poni a la vista, por lo que salió. Miró hacia la herrería, donde debería estar su carrito. Empezó a recordar: tercer cajón por la derecha, bajo el falso fondo… ahí estaba el rollo de papel que tenía que leer detenidamente para aprender de nuevo. Se dirigió hacia la herrería sigilosamente, moviéndose de casa en casa, pero pegándose a las paredes y agachando la cabeza cuando pasaba bajo una ventana.

    Entonces llegó el momento más difícil de su travesía hacia el pergamino. Tenía que cruzar la calle. La luna estaba radiante y llena esa noche. Sabía que cualquiera que mirase por la ventana cuando ella cruzase la vería, y no podía permitir que la descubrieran, pues sería una vergüenza admitir que había olvidado cómo arreglar gemas.

    Miró al frente, luego a la derecha, después a la izquierda. Tragó saliva y empezó a trotar hacia el edificio de enfrente. Cuando llegó, estaba acalorada, sudando y con la respiración acelerada. Estaba segura de que nadie la había visto. Al menos eso creía. Respiró hondo y volvió a pegarse a la pared, moviéndose hacia donde estaba el carro.

    Solo le faltaba una esquina, tomó aliento otra vez, recordando que el tercer cajón de la derecha chirriaba al abrirse. Era un problema que siempre había dejado pasar, diciéndose que lo arreglaría algún día. Se llamó estúpida por no haberlo hecho antes. Pero quizás si lo abría muy lentamente no hiciese tanto ruido. Entonces giró la esquina, dispuesto a intentarlo.

    Ahí estaba, radiante, la pared de la herrería. De su carro no había ni rastro. No podía creerlo. Alguien había robado su carrito. Se sentía desolada. No podría reparar la gema. Había fallado al pueblo, había fallado a sus habitantes, y se había fallado a sí misma. Cuando por fin tenía la oportunidad de emerger con orgullo y ser feliz entre amigos, la mala suerte volvía a impedírselo.

    Decidió volver a la casa. A esa casa que habían habilitado entre todos los del pueblo para ella. Esa casa significaba mucho para Shiny Eyes. Pero no podía corresponderles esa ayuda. Volvió arrastrando los cascos, hasta que, pasando junto a una ventana, alguien tosió, haciendo que Shiny Eyes se pusiese en alerta. Tenía que volver exactamente con el mismo sigilo con el que salió, independientemente de si tenía el pergamino o no. De hecho era peor ser descubierta ahora, pues tendría que explicarlo todo, incluso la imposibilidad de devolver la ayuda.

    Al llegar a casa cerró la puerta, puso la capa en el perchero, se echó sobre el colchón y apagó la luz. Tenía que encontrar una explicación para decirla al día siguiente e impedir que se cortase la gema. Estaba segura de que le harían pagar todos los destrozos, y ella solo disponía de unas pocas monedas y unas pequeñas joyas. Pero recordó que todas ellas estaban en el carro desaparecido. Se lamentó y se tapó la cabeza con la sábana.

    A falta del pergamino, tendría que recordar a toda costa el procedimiento, pero estaba demasiado nerviosa para intentarlo. Debía dormir, así que se puso a pensar en lo ocurrido unas horas antes en esa casa, y en cómo los habitantes de ese pueblo minero habían hecho todo lo posible para que ella, una extraña, pudiese dormir bajo techo, en algo que podría llamarse un hogar.

    Recordó cómo Fast Feather volaba de un lado para otro, cogiendo cuadros, limpiando en el techo y en los rincones superiores. Se acordó también de Undying Knowledge y cómo recitaba hechos históricos para no aburrirse mientras barría. A Look Talker "charlando" con movimientos oculares, a Magic Sales y a Muffled Yell dirigiendo los grupos, a Disarming Smile poniendo "la Expresión" para escaquearse y que los demás hiciesen su trabajo. Pensó en Shadow Hammer cargando ella sola con muebles tan pesados que normalmente deberían llevarlo entre tres o cuatro ponis. A Wise Words intentando acercarse, haciendo como que trabajaba, a Gentle Colors… ese recuerdo logró arrancar una sonrisa a Shiny Eyes mientras estaba en la cama…

    Por último recordó a Gentle Colors usando sus cascos. Eso le resultó curioso. Debería haber usado su cuerno de unicornio para hacer magia. Esa poni era demasiada extraña. Al menos ya no le asustaba, de eso estaba segura. Ahora la sentía como una amiga, totalmente contraria a la forma de ser que ella tenía, pero su amiga al fin y al cabo.

    Estaba pensando en cómo decirles a todos lo que había pasado con el carro, cuando se quedó dormida. Y tuvo una pesadilla.

    Se encontraba en un quirófano, vestida con una bata de médico. Muffled Yell entraba con una camilla con gotero mientras decía "Rápido, Shiny Eyes. Tienes que hacerlo ahora, se nos está yendo". De repente en la mesa de operaciones apareció una gran gema roja hecha pedazos, pero con los trozos colocados. "Tiene muy mala cara", dijo Flashing Hooves, que había surgido de la nada, haciendo de enfermera. Shiny Eyes miró sus cascos. Tenía puestos unos guantes especiales de cirujano. Intentaba recordar cómo empezar a reparar la gran gema, curando a esa malherida paciente.

    "Escalpelo" comentó Flashing Hooves mientras se lo pasaba a Shiny Eyes, que tenía el casco en alto. "Tijeras" siguió diciendo, y también se las pasó. "Martillo", "aguja e hilo", "separador", "ungüento", "taladro", "pico", "barreno". Todo se lo iba pasando a Shiny Eyes muy rápido, acumulando todos los objetos en su casco, que cada vez sentía más y más peso en la pata y en el resto del cuerpo. Shiny se iba encorvando bajo el peso de todos los utensilios que todavía iba recibiendo. Entonces se cayó al suelo.

    "Levántate, Shiny Eyes. Es urgente que hagas la operación". Gentle Colors estaba furiosa. "Levántate. ¿Qué eres?, ¿una poni? A mí no me lo pareces. Ni siquiera eres capaz de reparar una simple gran gema". Shiny Eyes intentó levantarse pero no pudo. El peso de los objetos sobre ella era tan descomunal que el suelo empezó a crujir.

    Entonces todo desapareció. Todo excepto la gran gema, que brillaba en la oscuridad. Shiny dio dos pasos para acercarse a ella, y la gema, flotando, se alejó la misma distancia. Shiny Eyes empezó a andar más rápido, y más rápido se alejaba su objetivo. Empezó a correr, pero no podía alcanzar la gran gema. Desesperada, gritó. En ese momento la gran gema estalló en mil pedazos, y sus trozos cayeron suavemente, como hojas de otoño. Shiny Eyes se lanzó hacia ellos, con los cascos juntos, haciendo un símil de cuchara. Pero los trozos de gran gema se le escurrían constantemente, desapareciendo entre la nada. Y Shiny Eyes cerró los ojos, llorando.

    Cuando los volvió a abrir, estaba en mitad del pueblo. Todo el mundo estaba a su alrededor, señalándola. "Creímos en ti", "Decías que nos salvarías", "Mentirosa", "Jamás debimos fiarnos de ti". Las voces surgían distorsionadas de todos lados. Shiny Eyes no sabía qué hacer, se arrodilló y pidió perdón. Solo obtuvo como respuesta más reproches, cada vez más fuertes, cada vez más atronadores.

    Se despertó completamente empapada de sudor. Estaba desconcertada, ya que no sabía si seguía aún en el sueño. Entonces se dio cuenta de la excesiva luz de sol que entraba por la ventana. Debía ser cerca del mediodía. No podía ser… ¿Tanto había dormido? Todavía no recordaba la fórmula y ya era tarde para escapar del pueblo sin ser vista. Debía afrontarlo. Tenía que ir y decirles a todos que no sabía cómo reparar la gran gema. Que habían robado su carro, y con él, tanto el pergamino que explicaba cómo hacer la restauración de gemas como el poco dinero del que disponía.

    Abrió la puerta y salió, echando un vistazo alrededor. Lo que vio le asustó. Los ponis estaban engalanando Northwest Mines Town. Por todos lados se veía globos, flores y pancartas. En el fondo, sobre la entrada a la mina, había un cartel de tela que ponía "Bienvenida, Twilight Sparkle", aunque alguien había tachado el nombre de la poni homenajeada y había puesto debajo, a casco, "Shiny Eyes". Entonces una unicornio se dio la vuelta y la vio. Empezó a aplaudir al suelo. El resto también se dio la vuelta, dejando lo que estaban haciendo, y aplaudieron de igual manera a su paso.

    Shiny Eyes se dirigió a la herrería para explicarse cuanto antes. Iba a preguntarle a Shadow Hammer dónde estaba Muffled Yell, cuando de repente lo vio: ahí estaba su carro, atado con una cadena a la pared de la herrería. Se paró, se frotó los ojos y miró de nuevo. Volvió a ponerse en marcha, trotando alegremente hacia su puesto. Cuando llegó, lo abrazó, lo besó e incluso lo acarició con la mejilla. Nunca había estado tan contenta, tan aliviada. Por fin todo volvía a ir bien.

    —No te quejarás, te lo he estado cuidando —Shadow Hammer estaba en el descansillo exterior de la herrería—. Y veo que he hecho bien, viendo el cariño que tienes a ese carrito.

    —Muchísimas gracias, de verdad —respondió Shiny con una gran sonrisa—. Me he asustado mucho cuando vi que no estaba ayer por la noche.

    —Ah, porque antes de ir a tu casa lo metí dentro de la herrería —dijo Shadow señalando un lateral donde se veía un portón. Estaba casi oculto.

    —¿En serio? Eres maravillosa, Shadow —Shiny tenía los ojos llorosos—. No sabes cuántas ganas tengo de darte un abrazo.

    —Bueno, bueno, tranquila —Shadow puso las patas delante suya, intentando tranquilizar a la pegaso—. Tienes algo muy importante que hacer hoy, y para hacerlo bien tienes que estar centrada.

    —Lo estaré… lo estoy, lo estoy —Shiny se intentó calmar.

    Se movió hasta la parte de los cajones y abrió el tercero de la derecha. Apartó los moldes de latón que había y, accionando un botón oculto, abrió un doble fondo. Allí estaba el pergamino que necesitaba. Lo tomó suavemente, volvió a atrancar el doble fondo y cerró el cajón cuando Flashing Hooves y Undying Knowledge se acercaron al carrito.

    —Lo vas a conseguir —Knowledge sonreía—. Hoy es tu día.

    —Eso espero —Shiny entornó los ojos—. Todavía queda mucho para el atardecer, y me muero de hambre.

    —Permítenos invitarte a comer algo — replicó Knowledge.

    —No, al contrario, voy a ser yo la que os invite —objetó Shiny, feliz.

    Esta tomó unas monedas de otro cajón. Juntas, fueron al restaurante de Northwest Mines Town. La comida del restaurante estaba deliciosa, hoy el cocinero se había esmerado con el menú. Se notaba en el ambiente la fiesta y las ganas de que todo saliese bien, de que el pueblo prosperase y volviera a ser lo que fue. Shiny se despidió de Flashing y Knowledge y se fue a casa a estudiar el pergamino, aunque antes de llegar se encontró a Fast Feather y a Wise Words, que estaban hablando entre ellos hasta que Shiny Eyes se acercó. Ambos saludaron a la joyero.

    —¿Te gusta la decoración? —preguntó Feather—. Me ha costado mucho traerlo de Ponyville. He estado volando durante toda la noche para enviar la petición para el experto en joyería de Canterlot. Menos mal que he llegado a tiempo de entregarlo antes de que saliese el expreso de Ponyville. Aprovechando el viaje, he traído algo —Fast Feather señalaba los adornos que había en todo el pueblo. La pegaso-cartero estaba cansada pero feliz.

    —Todo es poco para el gran día —Wise Words guiñó el ojo a Shiny Eyes—, aunque debes tranquilizarte. Dicen que un gran viaje comienza con un pequeño paso.

    —Los globos, los fuegos artificiales y las guirnaldas me los ha dado una poni muy fiestera que vive en Ponyville —continuó diciendo Fast Feather—. Nunca me acuerdo de su nombre. Es una poni rosa, con la crin enmarañada rosa y magenta, tres globos por Cutie Mark y con un carácter muy risueño.

    —Pinkie Pie, se llama Pinkie Pie —matizó Wise Words—. Es tan famosa que hasta yo he oído hablar de ella.

    —¡Esa es! —exclamó Feather—. Me dijo que todas esas cosas le sobraron de su última fiesta. Y la pancarta del fondo es una que usaron para dar la bienvenida a la bibliotecaria del pueblo, que llegó hace poco. Espero que no te importe que sea de segundo casco —la cartero sonrió.

    —No, en absoluto, me encanta. En serio, me gusta. Muchas gracias, Fast Feather, y a ti también, Wise Words.

    —El dibujo, que no se te olvide el dibujo —Wise Words dijo en voz baja a Fast Feather.

    —Es verdad —Feather empezó a rebuscar en su zurrón—. Tengo una especie de gemela en Ponyville. Una pegaso con mi mismo color de pelaje y casi de ojos. Solo somos diferentes en la crin y en que hay que acercarse mucho a ella para escuchar lo que dice. Y en la Cutie Mark. Pero es una buena pegaso. Me ha dado un papiro en el que hay dibujadas muchas huellas de animales diferentes. Es para ti, pero creo que no lo tengo aquí —Fast Feather bostezó—. Y creo que ya está hecho todo lo que tenía que hacer. Voy a echarme un rato a descansar. No he dormido en toda la noche. Pero no te preocupes, Shiny, estaré en La Gran Prueba.

    —Eres estupenda, Feather —los ojos de Shiny Eyes brillaban mucho—. Yo también voy a casa a descansar. Wise Words, muchas gracias a ti también.

    —Descansad las dos. Nos veremos luego —Wise Words saludó y se marchó hacia el centro del pueblo, donde empezaban a reunirse los ponis.

    Shiny Eyes entró en su casa, se echó en la cama, abrió el pergamino y empezó a leerlo. No era una fórmula difícil, es más, no recordaba que fuese tan fácil restaurar una gema. Quizás lo lograse. Ahora la sonrisa que tenía en la cara era más alegre y pronunciada que nunca. Al fin tendría la oportunidad de corresponder la ayuda a los habitantes de ese pueblo e incluso establecerse allí, sin preocuparse de deudas y, quizás lo más importante, al fin dejaría de estar sola.

    Se asomó a la ventana intentando captar el momento. Todo el mundo estaba feliz. Unos ayudaban poniendo adornos, otros correteaban de un lado para otro como si fuesen potrillos pequeños, incluso alguna potrilla entonaba alguna canción acompañada de los viandantes. Todos eran felices. Y ella era el motivo de su felicidad.

    Recorrió con la mirada todas y cada una de las casas, imaginándose cómo sería el pueblo si ella tuviese éxito, haciendo que los ponis se estableciesen allí, convirtiendo el pueblo en una villa o incluso en una ciudad. Incluso se imaginó a pequeños potrillos jugando en la calle.

    Entonces vio la casa de Gentle Colors. No había visto a esa extraña unicornio en toda la mañana, lo cuál resultaba un tanto insólito. Quizás aún estuviese meditando. O tal vez se hubiese quedado dormida. O quizás algo le había pasado. Sería mejor ir y saludarla.

    Shiny llamó y la puerta de la casa de Gentle Colors se abrió con un chirrido. Y allí estaba ella, con ojeras y una expresión de cansancio.

    —Hola, Shiny Eyes. ¿Deseas algo? —preguntó Gentle en medio de un bostezo.

    —¿Estás bien? Te noto cansada —Shiny miró atentamente a la extraña unicornio.

    —Me acabas de despertar —Gentle devolvió la mirada—. He estado toda la noche meditando y ahora, justo cuando logro conciliar el sueño, llamas a la puerta —la expresión de Gentle Colors era de enfado—. Pero gracias por preocuparte —Gentle volvió a bostezar—. Y ahora, si me permites, voy a intentar dormirme de nuevo.

    —¿Estarás esta tarde en la Gran Prueba? —preguntó Shiny.

    —¿La Gran Prueba? —Gentle alzó las cejas—. ¿Quién le ha puesto ese nombre? Solo es un intento más de arreglar este pueblo. Solo uno de los cien que ha habido. Y todos hasta ahora han fallado. No sé si estaré —Gentle señaló a Shiny—. Es probable que no lo haga, no me gustaría ver otra decepción. Adiós —y Gentle Colors cerró la puerta rápidamente, dando un golpe seco.

    La joyero agachó la cabeza. ¿Habían intentado sacar a flote el pueblo decenas de veces? ¿Lo que iba a intentar ella era el intento ciento uno? ¿Por qué se había portado tan mal Gentle Colors con ella? Pensaba que eran amigas, después de lo de la noche anterior. Shiny se irritó. No, no lo eran. Gentle Colors era una egoísta. Lo mínimo que esa unicornio debería haber hecho era animarla, incluso si supiese a ciencia cierta que iba a fallar. Shiny Eyes sacó la lengua a la puerta burlándose mientras balbuceaba imitando la voz de la unicornio de dos colores: "No sé si estaré. Es probable que no lo haga, no me gustaría ver otra decepción". Pues bien, que no estuviese. No necesitaba a Gentle a su lado para intentar superar la prueba.

    Volvió a casa visiblemente enfadada, tan enojada que todos los ponis que estaban en su camino se apartaron. Cerró la puerta y se puso a leer una y otra vez el pergamino, pero no le prestaba mucha atención. Su cabeza estaba en otra parte. No podía olvidar lo que había pasado con Gentle. Le apenaba mucho ese rechazo. Aunque quizás fuese la falta de sueño la que hablase por la boca de la unicornio de dos colores.

    —¡Ya está aquí, ya está aquí! —una voz se oyó fuera.

    Empezaron a sonar cornetas. Shiny Eyes salió y miró hacia donde todos lo hacían. Un carro dorado tirado por cuatro pegasos blancos venía volando sobre el camino de la encrucijada. Dentro de la calesa iba sentado un unicornio blanco vestido de forma estrafalaria. Cuando aterrizaron en mitad de la calle todos los ponis habían salido de sus casas y de la mina. Todos excepto Gentle.

    —Bienvenido, señor. Soy Muffled Yell y quisiera darle la bienvenida a nuestro humilde pueblo.

    —De acuerdo, de acuerdo —espetó el unicornio—. Quiero terminar rápido con esto. Bien, ¿dónde está la joya? —el unicornio se sentía a disgusto entre tanto plebeyo.

    —Por aquí dentro, señor —Muffled Yell señaló a la mina.

    —Señor Ticked O'Runchecked —dijo, mirando con superioridad hacia todos lados excepto a Muffled Yell.

    —Verá, hemos elegido una pieza especialmente idónea para la ocasión —Muffled sonrió.

    —Veámosla entonces —la impaciencia de Ticked se hacía patente.

    —Ven tú también, Shiny, así observarás la gema original y te será más fácil reconstruirla.

    Shiny Eyes asintió y, junto a Muffled y a Ticked entraron a la mina. Shiny se fijó en la Cutie Mark de Ticked: una "V" verde con carita feliz y debajo una "X" roja con cara enfadada. Pasaron por un montón de pasillos y de recovecos hasta que entraron en una apertura y los tres se pararon. Ahí estaba la gran gema.

    El corazón de Shiny dio un vuelco. Era una gema roja. De hecho era la misma gema que había visto en su sueño. Las dudas empezaron a apoderarse de ella. Tenía que luchar contra la sensación de que hubiera sido una negra premonición. Tenía que confiar en sí misma. Se acercó a la gema. La miró desde todos los ángulos posibles, al igual que hacía Ticked. Shiny giró la cabeza en una señal de satisfacción. Muffled tomó aire y lo exhaló, sin emitir ningún ruido, aunque movió la boca como si estuviese hablando.

    —No hace falta que grite, jefa, estábamos al lado —un poni se acercó girando desde un recoveco, seguido de unos cuantos más, todos tocándose el oído, como si hubiesen escuchado un estruendo —. Empezamos entonces.

    —¿Qué ha pasado? —preguntó Shiny Eyes, asombrada.

    —Nada, cariño… es mi habilidad especial —Muffled señaló su Cutie Mark—. Puedo proyectar mi grito a distancia, hacia donde yo quiera.

    Los tres salieron y dejaron a la cuadrilla poni para que hiciesen su tarea. Ticked se dirigió a su calesa, que tenía el toldo sacado. Sentándose, cogió un refresco y empezó a beber. Muffled miró a Shiny Eyes y asintió con la cabeza.

    —Sé que lo vas a lograr —Muffled intentaba animar a Shiny.

    —Y nos fiamos de tu palabra —dijo de repente Shadow Hammer.

    Shiny giró la cabeza hacia donde provenía el sonido que acababa de oír. Todas estaban ahí. Shadow, Feather, Knowledge y Flashing. Bueno, no todas. Gentle Colors no había aparecido, lo que hizo que Shiny volviese a dudar de sí misma.

    —Creemos en ti —comentó Feather.

    —Y sé que no nos mentirías —prosiguió Flashing.

    —Y nos vas a salvar —terminó Knowledge.

    Eran las palabras de su sueño, pensó Shiny. Cada vez dudaba más de su éxito.

    —Y bien, ¿dónde harás la reparación? —preguntó Feather.

    —Es verdad. Qué gran error por nuestra parte —Muffled se lamentó y empezó a buscar por todos lados.

    —No se preocupe, puedo intentarlo en cualquier lado —contestó Shiny Eyes, mientras se veía fallando estrepitosamente. Para eso, cualquier sitio era bueno.

    —Entonces, ¿qué os parece aquí, a la salida de la mina? —Muffled señaló el suelo, justo donde estaban situadas.

    Todos los reunidos, pues se habían acercado más ponis, dieron su visto bueno.

    Entonces Flashing pidió que esperaran un momento. Se alejó hacia su puesto de trucos mágicos, tiró del cartel de tela que colgaba por delante para arrancarlo y se lo llevó consigo. Volvió con la sábana y la dejó en el suelo, doblándola por la mitad varias veces. Parecía la parte superior de una mesa de quirófano.

    Shiny Eyes no podía creérselo. Todo lo que ocurría iba sucediendo como en el sueño. ¿Acaso iba a fracasar? Era algo que en breve averiguaría, pues empezaban a salir los mineros con los restos de la gran gema. Era el momento. Shiny Eyes miró hacia el cielo y vio la ciudad de nubes. "Espero conseguirlo, por favor, necesito conseguirlo". Empezó a sufrir un tic nervioso bajo el ojo. Fue hacia su carrito. Alguien lo había engalanado con unos globos y unos ramos de flores. Empezó a abrir cajones, armarios y muestrarios. Tomó utensilios y unos ungüentos para la tarea.

    Cuando volvió a acercarse a la sábana, el día ya empezaba a dejar paso a la noche. Tenía que acabar rápido. Todo el pueblo estaba allí, incluso Ticked, que observaba desde la primera fila mientras sus pegasos se quedaban más atrás. Seguía faltando Gentle Colors.

    —Bien —la voz de Ticked resonó en la plaza del pueblo—, así es como lo vamos a hacer: antes he visto la gran gema, a la que otorgo la pureza base, es decir, del 100% —el pueblo empezó a lanzar vítores, a lo que Ticked respondió con una mirada inquisitoria que hizo que todo el mundo callase—. Esa es la muestra más pura, y la Gran Prueba consiste en acercarse lo máximo posible a esa calidad. El límite, sin embargo, lo tasaré en un 85%. Por encima de eso daré la prueba como exitosa, pero si está por debajo, será un rotundo fracaso —cuando dijo esa última parte, su mirada se encontró con la de Shiny Eyes.

    —Empecemos pues —comentó Muffled.

    Y así se hizo. Los mineros dejaron los trozos de gema sobre la sábana. Los dos últimos dejaron las esquirlas y el polvo de gema. Shiny Eyes se puso delante del rojizo collage. Observó los trozos de gema y empezó a ponerlas en orden. Después abrió la bolsa con las esquirlas y empezó a colocarlas cuidadosamente, encajándolas perfectamente en su sitio. Entonces llegó la parte más difícil, que empezaba con la incrustación del polvo de gema.

    Shiny Eyes cerró con fuerza los ojos, intentando recordar la formulación. De repente se dio cuenta de que no podía. Sabía que tenía que esparcir el polvo por toda la gran gema, y así lo hizo, pero no recordaba qué frasco había que usar para convertir el polvo en una amalgama idónea para que cada partícula se moviese hasta donde correspondía. ¿Era el frasco rojo o el azul? Cuando abrió los ojos descubrió que estaba sudando y que el tic nervioso de su ojo volvía a aparecer. No podía creerlo. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos. "Esto corresponde a la parte de mi sueño en que no podía llegar a la gema", se dijo. Y así era. Miraba la gran gema, que estaba casi completa de nuevo, pero al mismo tiempo no era más que un conjunto inacabado de gemas con mucho menos valor.

    Debía darse prisa, pues apenas podía ver por falta de luz. Incluso con la luna llena que empezaba a aparecer en el cielo la visión era dificultosa. El siguiente paso era extremadamente importante. Uno de los dos ungüentos restablecería la gran gema, pero el otro… el otro… "Uno salva, el otro destruye", recordó de repente… Sí, uno se usaba para reparar, y el otro se usaba para separar las gemas. El problema es que no recordaba cuál era cuál. Tomó el frasco rojo y lo abrió, mirando su contenido. "Creo que era éste", dijo en voz muy baja.

    —Vamos, ¿de verdad lo crees? Yo no estoy tan segura —dijo de repente alguien.

    Shiny Eyes miró hacia la voz. Gentle Colors estaba ahí, desafiante.

    —¡Recuerda! —gritó Gentle—, ¡recuerda y actúa en consecuencia!

    Shiny Eyes cerró los ojos e intentó calmarse. Recordó una especie de cantinela que le enseñó su abuela para diferenciar los ungüentos: "Rojo… rojo es fuego… fuego de dragón… los dragones comen gemas… las gemas se destruyen", recitó con un hilo de voz. ¡Eso es! Tenía que usar el frasco azul. Rápidamente dejó el frasco rojo y tomó el azul, que abrió suavemente. Con sumo cuidado, vertió su contenido sobre la gran gema y empezó a repartirlo, usando los cascos, sobre toda la superficie.

    Ya era bien entrada la noche cuando Shiny Eyes terminó el trabajo. Estaba exhausta, pero satisfecha consigo misma. Miró a todas sus amigas y también a Disarming Smile, a Wise Words y a Look Talker. Acabó centrando su mirada en Gentle Colors. Shiny estaba feliz. Poco importaba ya si lo había conseguido o no. Había hecho todo lo posible al intentarlo, y nadie podría reprochar nada. Gentle Colors le devolvió la mirada y asintió.

    En ese momento Ticked se acercó a la gran gema. Golpeó ligeramente un casco contra el otro. Se acercó uno de sus pegasos portando una lámpara. El escrutinio de la gran gema duró una eternidad. Ticked se dio la vuelta, se puso al lado de Muffeld Yell y comenzó a hablar en general:

    —Habiendo examinado con detenimiento la gran gema aquí presente, y teniendo en cuenta las palabras mencionadas antes del inicio de ésta, la denominada Gran Prueba, debo decir que el resultado, siendo el 100% la gema original, y un 85% el mínimo admisible para el éxito de la prueba —todos estaban expectantes, aunque la que más atención prestaba era Shiny Eyes—, he de puntuar la restauración en un 87,8%. Por lo tanto, declaro exitosa esta hazaña.

    Todo el mundo empezó a vitorear, gritar, saltar, reír… todos menos Ticked, que volvió a golpear un casco contra el otro. Otro de los pegasos se acercó y levantó dos sellos, uno con una "V" verde y otra con una "X" roja. Ticked señaló la "V" y el pegaso se lo dio. Estampó el sello en la esquina superior derecha de la gema y se dio la vuelta hacia la calesa.

    Shiny Eyes estaba sin habla. Había salvado Northwest Mines Town. Había logrado salvar a esos ponis que estaban celebrándolo. Había salvado a sus amigas, que siempre había confiado en ella. Había salvado a Gentle Colors, que por primera vez desde que la había visto, sonreía. Y se había salvado a sí misma de sus temores.

    Los fuegos artificiales resonaban con estruendo contra el cielo, explotando por debajo de la ciudad de nubes. Unos cohetes eran blancos, otros amarillos, otros verdes. Cada uno era aún más bonito que el anterior. Shiny Eyes lloraba de la emoción. Sintió que alguien le agarraba de una pata delantera, luego de la otra, y después las dos traseras. Eran todas sus amigas, llevándola en volandas. Todo era alegría y fiesta en Northwest Mines Town, y era algo embriagador para Shiny Eyes.

    El sol de la mañana daba de lleno en la cara de Shiny Eyes, que se revolvió en la cama. Se levantó, estiró los cascos y se dispuso a desayunar. Fuera había mucho bullicio. Aún con sueño, miró por la ventana. Estaban quitando la decoración del día anterior, mientras algunos aún canturreaban o bailaban al son de una música que solo ellos oían. Después de desayunar y asearse, decidió dar un paseo. Salió de casa, pensativa. Tal vez se acercase al puesto de Magic Sales, pues necesitaba provisiones para su nuevo hogar. Ya lo había decidido: se quedaría en ese pueblo.

    —Shiny, ¿tienes un momento? —era Muffled, que se acercaba—. Quería darte mi agradecimiento por lo que has hecho. Hemos pensado te deberías quedar con la gran gema. Es un regalo de todo el pueblo. Es lo menos que deberíamos hacer por ti. La enmarcaremos y te la traeremos mañana. Por supuesto, si decides quedarte a vivir aquí, esa casa en la que estás pasará a ser tuya.

    —Es todo un honor. Acepto encantada. De hecho creo que la gran gema quedará muy bien en el salón de mi nueva casa. Muchísimas gracias, de verdad.

    Shiny se marchó y volvió a casa después de comprar provisiones a una agradecida Magic Sales. Frente a la puerta estaban sus amigas esperándola.

    —Quisiera pedirte disculpas por mi tratamiento de ayer por la tarde —Gentle Colors se disculpó.

    —No te preocupes —Shiny miraba feliz a Gentle—, en el peor momento para mí me ayudaste mucho.

    —¿Qué pasó ayer por la tarde? —preguntó Flashing.

    —Me despertó de mi sueño —dijo Gentle.

    —No me digas más, te pusiste hecha una furia —sonrió Flashing—. Shiny, te aseguro que no eres la primera con quien Gentle se ha enfadado por haberla despertado. De hecho, creo que todos hemos sufrido sus ataques de rabia —y todas se pusieron a reír, excepto Gentle, que miraba a Flashing con los ojos entrecerrados.

    —Yo no me pongo hecho una furia —aclaró la unicornio de dos colores. Las otras cinco rieron aún más.

    —Shiny, lo siento —Fast Feather dijo, a la vez que se adelantó—. Con la fiesta y la alegría se me olvidó dártelo ayer —Feather le ofrecía a Shiny un papel.

    Shiny lo tomó, lo abrió despacio y le encantó lo que vio. Un montón de huellas de pequeños animales diferentes estaban pintadas por toda la hoja. De hecho, aunque así parecía, no era un dibujo, sino verdaderas huellas de animales, que formaban entre todas la figura de un corazón. Y dentro del corazón tenía escrito seis nombres:

    "Fast Feather

    Flashing Hooves

    Gentle Colors

    Undying Knowledge

    Shadow Hammer

    Shiny Eyes"

    —Es preciosa. Es una carta preciosa —Shiny Eyes abrió los ojos como platos cuando un recuerdo cruzó su mente—. Tengo que escribir a mi abuela. Prometí hacerlo si me ocurría algo extraordinario. Y lo ocurrido ayer sí es algo que se podría considerar extraordinario.

    —Tengo papel, pluma y tinta —Feather sonrió—. Una pegaso-cartero nunca sale de casa sin su material de trabajo. El deber puede estar en cualquier sitio.

    Shiny Eyes tomó los utensilios que le ofrecía Fast Feather y, pensativa unos segundos, escribió:

    "Querida abuelita:

    Tenías razón. La hora más oscura de la noche es la que hay antes del amanecer. Cuanto peor van las cosas, más posibilidades hay de mejorar. En esa situación me encontraba yo. Y en esa misma situación se encontraba un pueblo llamado Northwest Mines Town.

    Cuanto más sola se encuentra una, más fácil es encontrar las verdaderas amistades. Amistades que se ayudan y se apoyan incondicionalmente. Y eso es lo que ha ocurrido. He encontrado a esas amigas que tanto anhelaba hallar. He encontrado un lugar al que llamar Hogar. Y, sobre todo, me he encontrado a mí misma.

    Con cariño, tu nieta Shiny Eyes".

    Y las seis amigas salieron a la calle a disfrutar de nuevas aventuras en Northwest Mines Town.

    FIN DEL CHAPTER 1x01

    3. 1x02 - La ciudad de nubes

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos.

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x02

    La ciudad de nubes

    Era ya el mediodía de una jornada tranquila. Shiny Eyes terminó otra Gran Gema y se dirigió a su casa. Tenía mucha hambre aunque casi no hubiera reparado en ello: se concentraba demasiado en su tarea, olvidando el resto de las cosas. "Menos mal que para respirar no hace falta pensar", le dijo una vez Wise Words al verla trabajar. Y tenía toda la razón: debía aprender a divertirse y olvidar el trabajo cuando no fuese estrictamente necesario.

    Pero se sentía a gusto en ese pueblo en el que tenía amigas, conocidos, gente de confianza y, sobre todo, cariño, mucho cariño. A cambio ella aportaba su importante labor con las gemas. Con la experiencia resultaba cada vez más fácil y obtenía mayor calidad. Daba igual de qué color o material fuesen, todas se reparaban de la misma forma. Incluso había aprendido a fabricar por sí misma el ungüento que permitía fijar a su sitio original el polvo de gema, el último y más difícil paso para terminar una restauración.

    Saludó a Fast Feather, que estaba repartiendo el correo. Últimamente la pegaso cartero estaba bastante nerviosa: la llegada de gente nueva al pueblo implicaba más tarea para ella. Era algo por lo que se alegraba, pero no dejaban de ser desconocidos: muy celosa de su trabajo, temía que algún poni se atreviese a quitarle alguna carta o rebuscase en sus alforjas. Sin embargo, desde el principio fue muy amable con Shiny, lo cual no cuadraba con ese celo con el material de trabajo.

    Un poco más allá, casi escondidas, estaban Flashing Hooves y Undying Knowledge. Cuchicheaban entre sí y miraban constantemente a Fast Feather. Shiny Eyes comprendió que había algo raro y decidió entrar en la tienda de Magic Sales, donde podría comprar un par de bollos para el desayuno mientras vigilaba qué tramaban ambas.

    Flashing y Knowledge aún seguían a Feather y susurrando cuando Gentle Colors se paró delante de ellas, mirándolas de modo inquisitivo. Shiny pagó rápidamente y se lo comió todo de un bocado mientras trotaba hacia el grupo. Quería enterarse de qué sucedía con la cartero.

    —Lo sé, lo sé, pero además sé que a ti también te pica la curiosidad —Flashing Hooves tenía una expresión entre culpable y pícara mientras miraba a Gentle.

    —Sí, sabemos que tú tampoco tienes ni idea de cómo es —Knowledge señalaba a Gentle—. Y es un asunto que no pasará de hoy.

    —No, no lo sé, pero tampoco me interesa saberlo… y aunque fuera así, no iría por ahí siguiendo a escondidas a los ponis —Gentle seguía en medio, no dejando pasar a ninguna de las otras dos.

    —¿Qué es lo que pasa? —preguntó Shiny Eyes mientras tragaba los bollos.

    —Hola Shiny. Dile a esta… metomentodo… que se quite de en medio —la historiadora miraba alternativamente a Gentle y a Shiny.

    —¿Metomentodo? ¿Yo? —preguntó la unicornio de dos colores señalándose el pecho— ¿Ahora resulta que soy yo la metomentodo? Knowledge, sois Flashing y tú las que sentís curiosidad, no yo.

    —No hagas caso, Shiny —Flashing sonreía—. Dime una cosa: en todo el tiempo que has estado viviendo aquí, ¿cuántas veces has visto la Cutie Mark de Fast Feather?

    Shiny se quedó pensativa. Ahora que se fijaba, no recordaba haberla visto jamás, pues Fast Feather siempre iba con esas alforjas que le tapaban completamente la grupa.

    —Nunca, no sé cuál tiene —respondió.

    —Pues nosotras llevamos sin saberlo desde que Feather vino de Canterlot… De hecho nadie en NorthWest Mines Town lo sabe —Flashing adoptó una expresión sombría—. Es hora de descubrir cómo es.

    —Eso si nos deja Gentle, que nos está haciendo perder un tiempo precioso —se quejó Knowledge.

    —Gentle, ¿qué mal puede haber en descubrirlo? —preguntó Shiny—. Me acercaré a Feather y le preguntaré si puede enseñarme su Cutie Mark, y así sabremos cómo es.

    Gentle piafó dando su aprobación, Knowledge sonrió y Flashing comenzó a girar sobre sí misma de la emoción. Shiny Eyes se acercó directamente a Fast Feather, que seguía repartiendo el correo ajena a todo el asunto.

    —Hola… otra vez, Feather —dijo Shiny.

    —Ah, hola. Otra vez, Shiny —respondió Feather—. Si no te importa, hoy ando bastante ocupada… este pueblo se llena a ojos vista y mi tarea se incrementa considerablemente.

    —Ah, perdona entonces. ¿Esta tarde…? —la joyero vio cómo Flashing salía de detrás de un árbol muerto cercano que estaba por detrás de la pegaso cartero y comenzaba a andar sigilosamente hacia Feather— ¿… podemos quedar…? —la potrilla unicornio estaba a escasos centímetros de distancia. Shiny empezaba a negar con la cabeza mirando a la prestidigitadora— ¿… en mi…?

    En ese momento Flashing tocó una de las alforjas de Feather para apartarla y descubrir la Cutie Mark de la pegaso cartero, pero ésta notó el movimiento y emprendió el vuelo con una rapidez inusitada.

    —¡No me quitaréis el correo! ¡No lo permitiré! —gritó Feather con los ojos cerrados y su cabeza al frente.

    —Maldita sea, estaba tan cerca —Flashing se lamentó.

    —Flashing, ¿por qué has hecho eso? —Shiny se enfadó—. Estaba a punto de que me lo enseñase de buena gana.

    —"A punto" es demasiado tarde para mí. Quería ser la heroína que descubriera la Cutie Mark de Feather —exclamó la prestidigitadora.

    —¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado? —Knowledge se acercaba rápidamente, seguida de cerca por Gentle.

    —Ha sido culpa suya, que no la entretuviste lo suficiente —dijo Flashing.

    —¿Culpa mía? —Shiny no podía creérselo—. Has sido tú la que lo ha fastidiado todo. Las cosas se hacen de frente, mirando a los ojos, no por detrás.

    —Perdona, Shiny —se disculpó Gentle—, es culpa mía. No me di cuenta cuando Flashing retrocedió y torció la esquina de la casa de Magic Sales. Me sorprendí al igual que tú cuando la vi saliendo de detrás de ese árbol muerto que estaba junto a vosotras.

    —Ahora no es momento de lamentarnos —Flashing cambió de tema porque sabía que estaba perdiendo—. Hemos perdido a Feather y ya no podremos saber cuál es su Cutie Mark —Flashing empezó a patear el suelo, frustrada.

    —No, lo sabremos pronto —Knowledge sonrió y señaló hacia el tejado de una casa. La pegaso cartero estaba ahí, ocupándose de las alforjas y revisando todo el correo.

    Flashing y Knowledge cabalgaron hacia la casa. Shiny Eyes miró a Gentle quien, negando con la cabeza, se dio la vuelta, entrando en la tienda de Magic Sales. Cuando Shiny volvió a girar la cabeza vio que Feather seguía ensimismada en sus alforjas, pero tanto Flashing como Knowledge estaban escalando por las paredes de la casa hacia el tejado.

    Shiny Eyes voló rápidamente hasta el tejado y miró a la cartero, mientras hacía una señal de tranquilidad con el casco dirigida a las otras dos.

    —No me lo puedo creer, Shiny —se lamentó Feather—. De Flashing y de Knowledge me lo podría esperar, pues siempre están de aquí para allá intentando divertirse… pero pensaba que tú eras más seria. No te imagino alterando el correo… mi correo… el correo de todos.

    —No, no lo comprendes, Feather —Shiny se disculpaba—. Sólo quiero saber…

    Feather se sentó y, llevándose una pata al corazón, recitó:

    "Carteros de Equestria somos,

    Y el correo es nuestra pasión.

    Lo defendemos con la vida,

    Lo llevamos con el corazón.

    Si tú me necesitas

    Vuelo raudo y veloz.

    Tu envío estará seguro,

    Y es por una razón:

    El poder llevarlo nosotros,

    Nos embarga de emoción.

    Carteros de Equestria somos,

    Y el correo es nuestra pasión."

    En ese momento, tanto Knowledge como Flashing habían llegado al tejado, y se apostaron como un gato agazapado a punto de saltar sobre su víctima. Feather giró su cabeza hacia ellas, vigilándolas. Entonces extendió sus alas y dijo:

    —No quería verme obligado a hacer esto, pero no debéis ver correos ajenos. No os lo permitiré —volvió a elevarse rápidamente, dirigiéndose esta vez, de forma decidida, hacia la ciudad de nubes, desapareciendo a continuación.

    —Genial, esto es fantástico —se lamentó Flashing—. Ahora sí que no sabremos nunca qué Cutie Mark tiene Feather.

    —Es culpa vuestra —Shiny estaba visiblemente enfadada—. Si no fueseis tan impacientes, esta situación habría durado unos pocos segundos… y ahora habrá que ir ahí arriba para convencerla de que no queremos robar el correo. Tendré que ir yo, soy la única de las tres que tiene alas.

    —No, vamos a ir todas —Gentle estaba al lado de la casa y mostraba una bolsa que había dejado en el suelo—. Sabía que iba a pasar esto, así que he comprado unas pócimas en la tienda de Magic que nos posibilitarán el poder caminar sobre las nubes… durante una hora.

    —Perfecto, veo que piensas en todo —Flashing sonrió.

    —Sí, al contrario que otras, que no piensan nada —respondió la unicornio de dos colores.

    —Tranquilas, tranquilas —sentenció Shiny—. Lo importante es que debemos ir donde Feather y disculparnos con ella.

    —Entonces es hora de bebernos las pócimas, aunque permitidme ir antes a por Shadow Hammer —dijo Gentle—. Nos vendrá bien su fuerza por si los pegasos de ahí arriba no atienden a razones.

    Shadow Hammer llegó de buena gana a la reunión. Hacía mucho que no disfrutaba de una buena aventura y además quería poner los puntos sobre las íes a algún pegaso de ahí arriba. No se iba a achantar por nimiedades: al mínimo menosprecio que hiciese alguno de esos pegasos iba a tener por respuesta un golpe de casco en los dientes.

    —Es el momento de ir a por Feather —dijo con una sonrisa de malicia.

    —Esperad, esperad —añadió Flashing, impacientando a las demás—. Vamos a sincronizar los tiempos.

    Se puso el casco por encima de los ojos y miró hacia el sol. Movió el otro casco como calculando y, mirando a las demás, sentenció:

    —El sol está ahí. Si bebemos las pociones ahora mismo, el efecto desaparecerá cuando esté más o menos en esa posición —señaló un punto específico en el cielo—. Habrá que mirar constantemente dónde está el sol para que no tengamos sorpresas.

    —Bien pensado —dijo Gentle—. A veces tienes buenas ideas.

    La potrilla unicornio se ruborizó, poniendo un casco sobre la cabeza y sonriendo de forma tímida mientras sacaba la lengua lateralmente.

    Todas, excepto Shiny, cogieron una botella y la bebieron entera, de un trago. Se miraron unas a otras.

    —Yo esperaba elevarme y flotar —dijo Knowledge.

    —Yo esperaba sentirme muy ligera —respondió Flashing.

    —¿Estás segura de que funciona? —preguntó Shadow.

    —Sí, lo que hace este líquido es poder andar sobre las nubes, pero para ir a esa ciudad tenemos que bebernos el contenido de estos otros frascos —dijo Gentle.

    —¿Y por qué no nos lo has dado antes? —inquirió Knowledge.

    —Porque el efecto dura apenas unos pocos minutos. Y tenemos que volver a tomarlo para bajar suavemente, así que hay que llevar cuatro frascos ahí arriba —Gentle repartió cuatro frascos y guardó los otros cuatro en el zurrón que colgaba de su grupa. Bebieron todas y, apenas habían terminado, comenzaron a flotar.

    Se elevaron hacia la ciudad de nubes. No tardaron mucho hasta llegar y se posaron suavemente sobre una blanca nube al que le faltaba un trozo, como si alguien la hubiese arrancado con gran fuerza. Un poco más adelante estaba Feather, sollozando y recogiendo cartas, que estaban desparramadas por el suelo. Pero únicamente estaba ella, no había nadie más. Todas se acercaron y la calmaron.

    —¿Qué ha pasado, Feather? —preguntó Gentle.

    —Ha sido horrible, verdaderamente horrible —lloriqueaba la cartero—. Me han robado las alforjas con el correo y ahora seré el hazmerreír de toda Equestria. No merezco llevar el distintivo de pegaso cartero —y rompió a llorar otra vez.

    —Tranquilízate, respira hondo y cuéntanos lo ocurrido con detalle —Shadow le puso una pata sobre los hombros, y Feather siguió llorando, pero esta vez sobre el pecho de Shadow.

    —Después de que esas tres intentasen revolverme el correo, volé hasta aquí arriba. No había ningún pegaso por ningún lado, así que me di la vuelta para vigilaros, pues sabía que intentaríais algo para llegar hasta mí y seguir revolviendo el correo. Entonces algo me golpeó. Y cuando me desperté, se habían llevado mis alforjas con el correo… —Feather abrió los ojos y se levantó—. ¡El correo! ¡Debo recuperar todo el correo sin falta! —empezó a trotar cogiendo todas las cartas que estaban desparramadas por los alrededores—. Venga, vamos, no tenemos todo el día.

    —Feather, si te han robado las alforjas, ¿por qué las tienes puestas? —preguntó Gentle.

    Todas se fijaron y, efectivamente, Feather tenía puestas unas alforjas en su grupa. Flashing y Knowledge se entristecieron, pues los zurrones tapaban por completo la Cutie Mark de la pegaso cartero.

    —Estas son las alforjas de emergencia, y son incomodísimas, más bastas y pesadas que las normales porque no están hechas con hebras de nube —se quejó Feather—. Ahora tendré que aguantar todo el peso del correo hasta recibir unas nuevas.

    — ¿Hebras de nube? —se extrañó Knowledge—. ¿Se pueden hacer hilos de las nubes o es un material ligero que se llama así?

    —Son hilos de auténtica nube. ¿Me vais a ayudar o no? —la cartero seguía recogiendo cartas de aquí y de allá.

    Todas empezaron a recoger la correspondencia. Mientras lo hacían, se dieron cuenta que algo raro les ocurría a las nubes: parecía que tuviesen trozos arrancados a mordiscos.

    — ¿Sabes, Feather? —dijo Shiny de repente—. He pensado que nadie más que nosotras y quien te ha quitado las alforjas sabemos lo que ha ocurrido aquí arriba. Yo no pienso decir nada, y si las demás tampoco lo hacen, nadie en toda Equestria lo sabrá. Así que olvídate de eso de "ser el hazmerreír de todos". Y que sepas que vamos a recuperar todas las cartas.

    Flashing levantó la mirada, localizó el sol y dijo "Sí, aún tenemos mucho tiempo para recuperarlas" y, arrimándose a Knowledge, dijo en bajo "y también para ver la Cutie Mark de Feather" a lo que la historiadora respondió con una sonrisa de complicidad.

    —Mirad, parece ser que las cartas forman un rastro —Shadow señaló hacia una especie de palacio. Efectivamente las misivas caídas formaban un reguero que se dirigía hacia la puerta abierta del edificio.

    —Pues tenemos que seguirlo, y de paso saber qué ha pasado aquí —Gentle se adelantó—. Me resulta muy extraño no haber visto ningún pegaso. Es como si les diéramos miedo.

    —Será que la han visto enfadada —susurró Flashing a Knowledge, y las dos rieron.

    Ninguna de las seis dejó carta alguna sin recoger antes de entrar al palacio. Cuando lo hicieron, se pararon estupefactas: la sala de recepción era gigantesca, con unas escaleras que subían al piso superior, dos puertas que salían a corredores laterales y varias cortinas que tapaban los ventanales sin cristal. En mitad de la habitación había una fuente seca, que hacía las veces de escultura ornamental. Todo estaba hecho de nubes.

    Por todas partes, aquí y allá, había pedazos arrancados. Algo estaba destrozando ese palacio. Y ese algo era muy grande, a juzgar por todo lo que faltaba. Pero no había rastro de ningún pegaso. De hecho, parecía que ese palacio había sido abandonado hacía mucho tiempo.

    —Separémonos —sugirió Gentle—, así abarcaremos más terreno y tomaremos más cartas en menos tiempo. Y si alguna ve algo extraño, que avise a las demás. No hay que correr riesgos.

    —Sí, claro, y si aparece un monstruo, ¿qué? —Flashing estaba asustándose por momentos—. ¿Has visto las nubes? No quiero encontrarme con lo que está haciendo eso.

    —De acuerdo, hagamos tres grupos de dos miembros cada uno —respondió Gentle—. Abarcaremos menos terreno pero estaremos… —miró a la potrilla unicornio— más protegidas, al contar con una compañera.

    Flashing y Knowledge se juntaron inmediatamente, formando el primer grupo. Se notaba que tenían ganas de charlar entre ellas y armar jaleo. Shadow y Shiny formaron el segundo grupo, y, por eliminación, el tercer y último grupo fueron Feather y Gentle. El primer grupo fue por la puerta derecha, el segundo por la puerta izquierda y el tercer grupo subió por las escaleras.

    Flashing y Knowledge estaban hablando entre ellas bastante alto para eliminar la sensación de miedo que tenían. El corredor era más grande de lo que suponían en un principio y muy oscuro, a pesar de que estaban por encima de las nubes.

    —No sé cuánto tiempo nos queda para que dejemos de poder andar por las nubes —dijo Flashing, con cara de preocupación.

    —No tengo ni idea. El sol debe estar por el otro lado del palacio —indicó Knowledge.

    —Quizás el próximo paso sea el último antes de que se pasen los efectos —la potrilla unicornio se asustó.

    —¡No digas eso! —Knowledge se llevó las patas a la cabeza—. Caeríamos demasiado rápido.

    —Último paso… No. Último paso… No —Flashing ponía una pata con cuidado asegurándose de que no se hundía la nube a su paso.

    —Gentle tiene las pócimas para flotar —dijo la historiadora.

    Entonces Knowledge y la prestidigitadora se miraron, se pararon, miraron hacia el suelo y se volvieron a mirar.

    —Tienes razón. Mejor deberíamos hablar de otra cosa —dijo Flashing.

    —Eso mismo iba a proponer yo —replicó la poni de tierra.

    Callaron durante unos pocos segundos. Después la potrilla unicornio comentó:

    —No quiero encontrarme con el monstruo —y abrió los ojos como platos.

    —¿Monstruo? —preguntó Knowledge, que puso cara de terror. Y Flashing también. Y se abrazaron presas del pánico mientras miraban hacia todos los lados.

    Shadow y Shiny fueron por el corredor de la izquierda, e iban muy lentas, pues había muchas cartas por el suelo de nubes y estaban recogiéndolas todas.

    —Parece ser que lo que fuera que golpease a Feather se movió por aquí —dijo Shiny.

    —Sí, y sea lo que sea, puede ser que echara a los pegasos de aquí. O hiciese algo peor con ellos —añadió Shadow.

    —Bueno, a Feather sólo la golpeó. Probablemente sólo iba a por las alforjas. Quizás sea únicamente un ladrón —la pegaso intentó animar la situación, en vano.

    —Sea lo que sea, creo que pronto lo descubriremos —dijo la herrero, señalando una puerta al fondo del pasillo, a la que se dirigía el camino de cartas.

    Se acercaron sigilosamente a la puerta tras recoger todas las cartas. Afortunadamente Shiny había traído el zurrón, pues la cantidad de misivas que habían recogido entre las dos era demasiada como para sostenerla únicamente con la boca o con los cascos. Se pusieron cada una a un lado de la puerta, pegándose contra las paredes que la rodeaban. Shadow hizo una señal con la pata, apuntando a sus ojos, luego a Shiny, después hizo un movimiento circular y, por último, bajó la pata de repente. Shiny, asintiendo, abrió la puerta.

    La sala que había a continuación era mayor que la recepción. Entraron y se juntaron contra la pared de nuevo. Nada. Todo estaba tranquilo. Las dos respiraron aliviadas y siguieron recogiendo las cartas, aunque estaban alerta, pues fuese lo que fuese el ladrón, había llegado muy lejos y muy rápido.

    El camino de cartas bordeaba un montón de muebles esparcidos por toda la habitación. Alguien o algo los había tirado, y a juzgar por el polvo acumulado que había en la habitación, había ocurrido hacía ya mucho tiempo.

    El zurrón que tenía Shiny estaba casi completo. Decidieron dar la vuelta, buscar a Feather, entregarle las cartas que tenían y volver a por el resto acompañadas con todas las demás, pues el rastro que ellas seguían parecía ser el correcto, y las misivas no se iban a mover de ahí. O al menos eso creían.

    Se dirigían hacia la puerta por la que habían entrado cuando otra puerta empezó a crujir. Las dos pararon, intentando averiguar de dónde venía el sonido. Entonces una puerta paralela a la que ellas se dirigía comenzó a abrirse. Se escondieron detrás de unos muebles, esperando a ver quién o qué era.

    —Entra tú, que eres mayor —se oía una voz distorsionada por el miedo.

    —No, entra tú, que tienes más agilidad —otra voz distinta sonaba, aunque tampoco se distinguía.

    —Hagamos lo siguiente —respondió la primera voz—. Entraremos a la vez, y sea lo que sea lo que haya ahí, la afrontaremos entre las dos.

    —De acuerdo —contestó la segunda voz.

    Shadow y Shiny se miraron y salieron de su escondite. Sabían ya a quienes pertenecían esas voces: a Flashing y a Knowledge. Así que, para que las otras dos no se asustasen, se pusieron en el centro mismo de la habitación, que estaba bañada por los rayos que llegaba de un tragaluz circular en el techo, por encima de ellas.

    Flashing y Knowledge entraron a la vez. Vieron a Shiny Eyes y a Shadow Hammer mirándolas desde el centro de la habitación, encima de una montañita de cartas. Desde el tragaluz que tenían encima, una enorme araña peluda se dejó caer, atrapando con dos patas a las dos ponis en un segundo y volviendo a subir hacia el tragaluz usando sus patas libres. Los gritos de Flashing y Knowledge resonaron en todo el palacio. Se quedaron totalmente petrificadas durante unos instantes y después, abrazadas entre sí, comenzaron a correr por donde habían venido hasta llegar al vestíbulo, mientras gritaban y sollozaban de terror.

    —Tranquilas, tranquilas —Gentle y Feather bajaban por la escalera—. Ya estamos aquí.

    — ¿Qué ha pasado? —preguntó Feather.

    —A… A… Arañaaaaaaaa —Flashing y Knowledge seguían abrazadas junto a la fuente de la sala de recepción.

    — ¿Qué clase de araña? Tranquilizaos y contádnoslo —Gentle las miraba seriamente.

    No sabían si esa mirada quería infundar tranquilidad, pero lograron calmarse un poco, y dejaron de abrazarse, temerosas.

    —Una gran araña se ha llevado a Shadow y a Shiny. En la sala de allá —Knowledge señalaba la puerta que había al final del corredor lateral.

    —Esa araña era horrible —dijo Flashing con cara de espanto.

    —Y peluda —la historiadora se puso la crin sobre la pata delantera, que la había puesto en vilo, y se lo enseñó a Gentle y a Feather.

    —Y gigantesca —la potrilla unicornio hinchó los carrillos y encorvó las patas sobre el cuerpo, en una torpe imitación de un poni obeso.

    —Es una araña de las nubes —Feather miró a las demás—. No me lo puedo creer. ¿Cómo puede haber una araña de las nubes aquí?

    —¿Qué es una araña de las nubes? —Flashing aparcó el miedo y empezó a sentir curiosidad.

    —Es un tipo de araña que vive en las montañas muy altas —respondió la pegaso cartero—. Y se alimenta de las nubes que golpean esas montañas. Pero esto es una ciudad de nubes, no una montaña.

    —Ahora me explico por qué hay trozos arrancados de nubes —dijo Gentle.

    —¿Podría haber venido de la montaña de la mina? —preguntó Knowledge.

    —No, no es lo suficientemente alta. Me pregunto si quizás… —Feather se quedó pensativa—. No, es imposible...

    —Tenemos que ir a rescatarlas —Flashing había reunido fuerzas de flaqueza y se mostraba con ánimos de enfrentarse a semejante monstruo.

    —No te preocupes, no comen ponis —Feather se había acercado a Flashing y hacía un movimiento con sus cascos como si fuesen fauces—. Creo…

    —No me intentes asustar, ya tengo suficiente —se quejó Flashing.

    —El caso es que, que yo sepa, las arañas de las nubes no suelen ser más grandes que un casco, pero sin embargo ésta parece ser mucho mayor —Feather volvió a quedarse pensativa.

    —Pero esta agarró a Shadow y a Shiny únicamente con dos de sus horribles patas —Knowledge todavía estaba aterrada.

    —Vamos donde ha ocurrido el incidente y luchemos contra esa araña para liberar a nuestras amigas —sentenció Gentle.

    Las cuatro volvieron a la sala en la que había tenido lugar el ataque. En mitad de la habitación había una montaña de cartas. Cuidadosamente Feather y Gentle se acercaron al centro de la habitación, quedando las otras dos más atrás, pues se sentían incapaces de acercarse más. Cuando aquellas llegaron debajo del tragaluz, no pasó absolutamente nada.

    —Tranquilas, ya no está aquí —declaró Gentle, mirando a las dos aterradas ponis.

    Feather se apresuró a recoger el montón de cartas y las encajó como pudo en sus alforjas.

    —Parece que están todas —dijo—, aunque me gustaría asegurarme cuando nos hayamos ocupado de esa araña de las nubes. Quiero que me explique por qué está aquí.

    —¿Que te lo explique? —preguntó Flashing.

    —Sí, las arañas de las nubes son capaces de hablar. Y vaya si ésta lo va a hacer —Feather apretó un casco y lo estampó contra el otro—. No se me ha olvidado aún lo que ha hecho con el correo, sin contar con el secuestro de Shiny y Shadow.

    Gentle respondió con un bufido y las otras dos se miraron entre sí, y empezaron a tranquilizarse. Feather las protegería, de eso estaban seguras.

    "Mhhhh… Mhhhh…". Se escuchaba cerca. Muy cerca. Detrás de una de las dos puertas del fondo.

    —Vosotras id por esa puerta, yo iré por esta otra —Gentle se dirigía a la puerta de la izquierda.

    — ¿Y por qué no vamos juntas? —preguntó Feather.

    —No quiero que se escape —sentenció Gentle.

    —Pues vamos dos y dos —propuso la pegaso cartero.

    —No, no me puedo ocupar bien de esa araña si tengo que ocuparme de proteger a una de estas dos miedosas —dijo la unicornio de dos colores con una mirada fulminante.

    —No somos miedosas. Si hubieses visto lo que nosotras, tú también estarías así —replicó Knowledge.

    —No, estarías peor, mucho peor —añadió Flashing.

    "Mhhhh… Mhhhh…". El sonido hizo terminar la conversación. Feather, Flashing y Knowledge fueron por un lado, y Gentle fue por el otro.

    Entraron las tres por la puerta de la derecha y vieron en la mitad de la habitación a la araña de las nubes. Era verdaderamente colosal. Medía más de dos metros de alto, aunque parecía aún más grande, debido a su posición. Estaba colgando de un hilo que le salía del abdomen, y miraba a Shiny y a Shadow, que estaban prácticamente envueltas en un capullo de telaraña.

    "Mhhhh… Mhhhh…": el sonido lo hacía Shiny quien, con la boca tapada de telaraña, hacía todo lo posible por liberarse. Shadow, sin embargo, no se movía. Feather se paró y, con un gesto, indicó a las otras dos que no se moviesen de ahí.

    Empezó a avanzar poco a poco. Tenía que descubrir el punto débil de esa araña. Miró hacia todos lados, pero no descubrió nada que le pudiese servir, pues todo en esa habitación era o demasiado grande o inalcanzable antes de ser descubierta… incluso siendo ella.

    Volvió sobre sus pasos hasta donde estaban Knowledge y Flashing. Esta última estaba sonriendo, señalando hacia una esquina de la habitación. Ahí no había absolutamente nada, excepto un gran barril abierto por arriba.

    —Si lográis meterla ahí, todo se solucionará. Me ocuparé de ello —susurró Flashing, cada vez estaba más animada.

    —¿Y cómo esperas que la metamos ahí? —se quejó Knowledge en susurros.

    —Tú sabes cómo fastidiar los planes —Flashing dejó de sonreír.

    —Mirad, vamos a hacer lo siguiente —Feather miraba a las dos—. Voy a ponerme en mitad de la habitación e intentaré despistar a esa araña de las nubes. Mientras, vosotras id por detrás, liberad a Shiny y a Shadow y marchaos de aquí.

    —¿Y cómo vas a salir tú? —preguntó Knowledge.

    —¡Eh!, soy una pegaso cartero, ¿recuerdas? —explicó Feather—. Ser rápida y eficiente es parte de mi trabajo —dijo sonriendo.

    Flashing y Knowledge tragaron saliva y asintieron. Feather se deslizó por la izquierda, dejando el camino libre por detrás de la araña para que las otras dos pudiesen liberar a Shiny y a Shadow. "¿Dónde está Gentle? La necesito aquí a mi lado", pensó. Giró la cabeza y vio a Flashing y a Knowledge, que volvieron a asentir y, sonriendo, empezaron a avanzar, rodeando por detrás de la araña de las nubes.

    —¡Eh, tú! —Feather se había puesto al descubierto—. ¿Qué te crees que estás haciendo?

    La araña se giró sobre sí misma, mirando hacia donde venía el sonido. Shiny observaba con los ojos muy abiertos a Feather. Shadow, que había estado descansando, empezó a moverse con fuerzas renovadas.

    —Oh, qué gracioso, pero si hay otra más —dijo la araña.

    —Te repito, ¿qué haces tú aquí? —Feather vio cómo Flashing y Knowledge terminaban de deslizarse y estaban detrás de las dos ponis cautivas.

    —¿Te crees muy valiente? —exclamó el arácnido ser—. No eres más que otra poni como estas dos —y empezó a darse la vuelta.

    —Te rogaría que me contestases —se apresuró a decir la pegaso cartero. Sabía que si la araña se daba la vuelta, sin duda vería a Flashing y a Knowledge, y todo el plan se echaría a perder.

    —Oh, de acuerdo. Luego me ocuparé de ti —la araña dejó de girarse y volvió a mirar fijamente a Feather.

    —Entonces responde a mis preguntas —exigió Feather.

    —Primero contéstame a esto: ¿Cuántas sois? —inquirió el monstruoso ser.

    —Somos tres —respondió la cartero—, a dos las has capturado ya… y yo lo estaré en breve. Ya he respondido a tu pregunta, responde tú a las mías.

    —Bien, bien. Entonces pregunta —exigió la araña de las nubes.

    —Quiero saber qué haces tú aquí y por qué eres tan grande —preguntó Feather.

    —Ah, dos preguntas —el arácnido ente rió—. Vengo de la Dragon Mt. Estaba harta de ese lugar, sólo tenía unos pocos jirones nebulosos. Huí de allí y casualmente caí en una nube, que me trajo hasta esta ciudad llena de comida —la saliva le caía de la comisura de su boca mientras se regodeaba en las últimas sílabas.

    —Ahora respóndeme a la segunda pregunta —reclamó la pegaso.

    Flashing y Knowledge ya habían liberado a Shiny y a Shadow, y empezaban a recorrer el camino de vuelta.

    —¿Cuál era la segunda? —la araña se quedó pensativa durante un instante—. Ah, sí, Mi tamaño. Es lo que pasa cuando llevo viviendo desde hace más de cien años en este lugar... que una crece si tiene suficiente comida.

    —¿Me estás diciendo que llevas viviendo aquí desde hace más de cien años? —Feather se sorprendió—. ¿Qué ha pasado con los pegasos que la habitaban?

    —Oh, esas son dos preguntas extra —la araña de las nubes entrecerró sus múltiples ojos—. No sé si contestártelas o ir directamente a capturarte —y comenzó a darse la vuelta para mirar hacia atrás.

    Las cuatro ponis aún seguían en el radio de visión de Feather, por lo que, si el arácnido ser se daba la vuelta, también las vería.

    —Permaneceré aquí para que me captures, así que respóndeme a estas dos nuevas preguntas… por favor —Feather puso cara de potrilla buena que no había roto nunca un plato. Cualquier cosa para evitar que la araña se girase.

    —Está bien. Está bien —el espantoso monstruo se paró y volvió a su posición inicial, mirando directamente a Feather—. Pero prométeme que te estarás quieta para que te atrape. Una ya no está para estos trotes, y capturar a esas dos me supuso demasiado esfuerzo.

    —Como quieras —la cartero estaba calculando distintas rutas de escape. Y Gentle seguía sin aparecer. Por lo menos las demás ya no estaban en el ángulo de visión de Feather, pero aún tenían que salir de la habitación.

    —Bien, bien. Las dos preguntas extra… ¿cuáles eran las dos preguntas extra? —la araña se quedó pensativa—. Oh, mi pobre cabecita ya no es lo que era... Ah, ya me acuerdo.

    —¿Te acuerdas ya? —preguntó la pegaso al fin.

    —Sí. "Sí . Ni idea" —respondió la araña de las nubes.

    —¿Cómo dices? —Feather estaba confusa.

    —¡Ay! estas jovenzuelas, qué desconsideradas son —el arácnido ser se impacientó—. Ni idea, no lo sé. Ya no estaban aquí cuando yo llegué. Y me alegro de ello, pues si hubiesen visto a una araña de nubes en su ciudad, me habrían echado en menos tiempo del que canta un gallo.

    —¿Me estás diciendo que desde hace más de cien años no ha habido ningún pegaso viviendo aquí? —la pegaso cartero preguntó lentamente. Necesitaba sólo un poco de tiempo más para que las otras se pusiesen en lugar seguro.

    —Ya está bien. He respondido a demasiadas preguntas. Se va acercando el momento de atraparte. No te muevas —la araña comenzó a arquearse sobre sí misma —. Y quiero darte las gracias por esos zurrones. Sabían tan bien…

    —Teniendo grandes y apetitosas nubes —Feather intentó una última pregunta, deseando dar el tiempo justo para que sus amigas lograsen escapar—. ¿Por qué te has comido mis alforjas?

    —Las nubes están crudas, pero tus zurrones eran elaborados, y han sido una delicia para mi paladar —el monstruoso ser se había encorvado de tal forma que, si estiraba las patas, cortaría todo ángulo de escape de Feather. Y empezó a estirarlas.

    —¡Escapad, amigas! —gritó la pegaso mientras extendía sus alas.

    La araña se giró rápidamente, tan rápido que apenas se distinguía su contorno. Parecía una peonza en movimiento. Gritó de rabia al ver los capullos rotos, así que siguió girando hasta que volvió a ponerse enfrente de Feather, tardando en hacer todo el movimiento apenas en dos o tres segundos. La pegaso apenas se había elevado unos centímetros del suelo en ese tiempo. No le iba a dar tiempo a escapar.

    La gigantesca araña se lanzó hacia Feather con las patas totalmente estiradas. La pegaso iba a quedar atrapada. Sólo esperaba que sus amigas estuviesen ya lejos, muy lejos…

    En ese momento, entre la araña y Feather, surgió de la nada una red, evitando que la araña llegara hasta Feather.

    La red se movía mágicamente, aunque no se veía ningún aura de magia a su alrededor. Era como si la red fuese un ser vivo, moviéndose con voluntad propia. Los extremos de la red se unieron por detrás de la araña y voló, con el monstruoso ser atrapado, hacia el barril que reposaba en la esquina, al fondo de la habitación. Y allí se encajó la red, con su carga, que pugnaba por liberarse.

    Se oyeron unas pisadas al trote. Flashing apareció por la derecha de Feather, rumbo al barril, con una sonrisa de oreja a oreja. Feather aterrizó y empezó a trotar detrás de la unicornio. No podía creer que esa potrilla se pusiese en peligro sólo porque lo que ella había exigido para su actuación se había cumplido. Flashing se puso al lado del barril y dijo en voz alta:

    —Yeguas y sementales. Fíjense bien… Nada por aquí, nada por allá… ¡ALAKAZAM!

    Y el sonido proveniente del barril desapareció de repente. Feather no podía creerlo. Flashing había usado uno de sus trucos mágicos para hacer desaparecer una gigantesca araña de las nubes… ¡y había funcionado!

    Feather voló hasta Flashing y le dio un abrazo.

    —Gracias. De verdad. Muchas gracias —las lágrimas de la pegaso estaban a punto de salir.

    —¡Eh! ¿Has visto? ¡Nunca había logrado este truco con algo tan grande! —la potrilla unicornio estaba radiante de felicidad.

    —¿Os importa echarnos un casco? —Knowledge estaba al lado de la puerta, sujetando como podía a Shiny y a Shadow.

    —De acuerdo, ya vamos —Feather se enjugó las lágrimas que empezaban a aflorar y, sonriendo, fue, acompañada de Flashing, hacia las otras tres. Flashing se trastabilló.

    —Vamos, levántate —se quejó Knowledge, que se veía superada sujetando a sus dos amigas.

    —No, espera, no he tropezado. Es mi casco que se hunde —los ojos de Flashing se abrieron como platos, y dejó de sonreír—. ¡La pócima se está terminando!

    Feather observó cómo la potrilla se hundía e instintivamente la agarró. Entonces Knowledge gritó. Ella y Shadow también comenzaban a hundirse. No podría sujetar a las tres a la vez. A pesar de ello, Feather se echó a Flashing a la espalda y voló lo más raudo posible hacia las demás, que tenían las rodillas totalmente hundidas en las nubes.

    Shiny sacó fuerzas de flaqueza y, con la cabeza aún gacha, tomó a Knowledge y se la echó por la parte delantera de su espalda, con las patas colgando por los laterales. Tomó también a Shadow, acomodándola de la misma forma, pero en la grupa. Exhausta, se echó en el suelo, y sonrió a Feather, sabiendo que, siendo una pegaso, su cuerpo le impediría traspasar el suelo de nubes.

    —Falta Gentle —dijo Flashing.

    Era verdad. Gentle no estaba a la vista, pero igualmente los efectos de la pócima estarían también acabando para ella. Había que buscarla. Feather se acomodó mejor a la pequeña unicornio en la espalda y le aconsejó que se agarrara bien.

    La puerta de la izquierda, donde supuestamente debería estar Gentle, era totalmente inaccesible por esa habitación, pues esa parte estaba totalmente rodeada hasta el techo de grandes muebles. La pegaso voló tan rápido como le permitían sus alas, con Flashing a la espalda, hacia la puerta de la derecha, que afortunadamente estaba abierta. Salió a la habitación del tragaluz y llegó en un instante hasta la puerta de la izquierda, que estaba entornada.

    De un empujón abrió la puerta. Ahí estaba Gentle desmayada en el suelo. Apenas se la veía ya que estaba a punto de desaparecer a través de las nubes que conformaban el suelo. Feather tomó con sus cascos delanteros la única pata de Gentle que se veía y tiró hacia arriba con todas sus fuerzas, mientras rogaba a Celestia para lograr sacar a la unicornio de dos colores de esa situación.

    Gentle se despertó y vio dónde estaba. Rápidamente se intentó incorporar, quedando suspendida sobre un precipicio. Con sangre fría, movió el casco delantero que tenía libre y lo metió al zurrón, sacando un frasco y, destapándolo, bebió el contenido de un trago.

    —Puedes soltarme ahora —dijo la unicornio de dos colores.

    —No, sabes que no lo haré —respondió Feather.

    —Ahora puedo planear, ya estoy a salvo —Gentle sonrió y, volviendo a meter el casco en el zurrón, sacó los tres frascos que aún estaban llenos y se los dio a Flashing, que los cogió. Mirando a Feather, la unicornio de dos colores asintió. La pegaso cartero comprendió al instante que todo estaba bien y la soltó.

    —Nos veremos abajo —dijo Gentle. Y desapareció entre las nubes.

    Feather volvió a volar, cargando con Flashing, hacia donde estaba Shiny, rodeando otra vez por la habitación anterior. Cuando llegó hasta ella, repartió rápidamente los dos frascos a Knowledge y a Shadow, quedándose Flashing con el tercer frasco. Las tres bebieron a la vez y se dejaron caer, atravesando las nubes.

    —Shiny, necesito que te asegures de que llegan sanas y salvas —dijo Feather, ayudando a la dorada pegaso a levantarse.

    — ¿Y tú qué vas a hacer? —preguntó Shiny, que apenas podía sostenerse en pie.

    —Necesito buscar una cosa —respondió la cartero— y asegurarme que no queda ninguna carta por recoger. Nos veremos abajo.

    —Pero… —la joyero se quejó.

    —No —Feather puso el casco sobre la boca de Shiny, indicándole que se callase —. Baja y descansa. Esto puedo hacerlo yo sola.

    Buscaron entre las dos pegasos un hueco entre las nubes, algo que no era muy difícil, gracias a cien años de mordiscos de la araña. Shiny estiró las alas y se dejó caer por el hueco planeando hacia sus amigas. Entonces Feather se dio la vuelta y subió por las escaleras del palacio.

    La noche empezaba a hacer su aparición cuando la pegaso cartero descendió de la ciudad de nubes. Las demás estaban en la plaza, esperándola. De hecho todo el pueblo estaba en la plaza, pues nadie quería perderse ningún detalle. Feather portaba un libro entre sus cascos delanteros y, apenas tomó tierra en medio de un corro, se acercó a sus amigas.

    —Supongo que ya estarán al corriente de la situación, ¿no? —preguntó la cartero a sus amigas.

    —Sí, ya saben lo de la araña —dijo Knowledge.

    —Y de la forma de librarnos de ella —contestó Shiny. Flashing sacó lateralmente la lengua y se puso una pata encima de la cabeza mientras sonreía.

    —Y de que no había pegasos viviendo ahí —dijo Shadow.

    —Y nos han tratado maravillosamente —dijo Flashing—. Nada más aterrizar, nos han asistido con comida, agua y mantas.

    —Ha sido un rescate en toda regla —Muffled Yell se adelantó.

    —¿Y ese libro? ¿Es lo que querías buscar ahí arriba? —preguntó Shiny.

    —Sí, es el diario general de la ciudad de nubes —respondió Feather—. Todas las ciudades de pegaso tienen una. Afortunadamente esa araña no lo había encontrado, pues, como todo lo demás ahí arriba, está hecho de hebras de nubes.

    —¿Y qué pasó para que se marchasen? —preguntó Magic Sales.

    —Veréis… Fueron llamados a filas. En la Guerra de "Las dos miradas" —respondió Feather.

    —Ah, esa guerra contra Gildedale duró muchos meses —añadió Knowledge—. Y no ocurrió muy lejos de aquí. Quizás por eso se marcharon todos.

    —Sí, a Canterlot. Lo hicieron esa misma noche, debido a la urgencia —matizó Feather—. En la Capital estaban seguros las yeguas y los potrillos, mientras los sementales iban al frente.

    —Lo que no comprendo es por qué no avisaron a nuestros antepasados —se extrañó Muffled Yell.

    —Oh, sí lo hicieron —añadió la pegaso cartero—. Dejaron caer un mensaje, pero fue malinterpretado. En parte por la urgencia de la llamada y en parte por las diferencias que ya había entre los dos pueblos. Aquí viene escrita una copia del mensaje y, ciertamente, puede dar lugar a confusión.

    Feather enseñó el libro abierto por una página: "Ya no estáis seguros. Queremos que os marchéis".

    —Si no llegó la guerra hasta aquí. ¿Por qué no volvieron? —preguntó Shiny.

    —Para cuando acabó la guerra, las familias ya estaban acomodadas en Canterlot, y allí se quedaron —respondió Feather.

    —Oh, no… una guerra —Flashing se entristeció—. No me gustan las guerras. Pasan… cosas. Cosas malas.

    —No te preocupes, Flashing —Knowledge sonrió—. "La guerra de las dos miradas" —empezó a recitar—, también llamada "La guerra de las dos líneas", fue una guerra singular. Hace poco más de cien años el Rey de Gildedale dispuso sus tropas a lo largo de la frontera con Equestria, poniéndose él al frente.

    En cuestión de horas, la Princesa Celestia envió sus tropas a este lado de la frontera, formando una larga fila. La propia Princesa se personó poco después. Entonces se miraron fijamente a los ojos el Rey de Gildedale y la Princesa Celestia… durante 8 largos meses.

    Ninguno daba su pata a torcer, y los soldados apostados a lo largo de la frontera sólo descansaban para comer y dormir. Después de esos 8 meses, el Rey de Gildedale dijo "ya me aburrí, nos vamos". Y ahí acabó todo. Algunos dicen que fue el juego de "desvía la mirada" más largo de la Historia de Equestria. Y, por supuesto, no hubo daños que lamentar, únicamente cascos doloridos por permanecer tanto tiempo en posición de defensa.

    —Ojalá todas las guerras fuesen así —se animó Flashing.

    —Y pensar que hemos estado más de cien años abucheando a una ciudad vacía, cuyos habitantes han sido en realidad unos héroes… —dijo Muffled—. Es hora de repoblarlo y hacer una estatua aquí recordando a esos valientes guerreros.

    —Por cierto —Feather se acercó a Gentle—, ¿qué pasó ahí arriba? Me asusté mucho cuando te vi sin sentido, y esa araña ni siquiera se acercó por donde tú estabas.

    —Ah, eso… —la unicornio de dos colores pateó suavemente el suelo, como avergonzada—. Cuando entré a la habitación me golpeé la testuz con un mueble y quedé inconsciente. Siento muchísimo haberme separado de vosotras. Somos un grupo y teníamos que ir juntas. Ahora lo sé.

    —No te preocupes. Afortunadamente todo ha salido bien —la pegaso cartero sonrió.

    —Una pregunta, Feather —se acercó Wise Words—. ¿Qué pasó para que decidiéseis subir ahí arriba?

    —Oh, vaya —Feather se puso en alerta—. Eso pregúntaselo a estas tres —señaló a Shiny, a Flashing y a Knowledge—. Por favor —dijo, dirigiéndose a las tres—, no volváis a intentar revolver el correo de una pegaso cartero, ni aún siendo yo. No es algo bueno.

    —Verás, Feather… —habló Shiny Eyes mientras Flashing y Knowledge sonreían detrás de ella como si fuesen buenas potrillas—. En realidad no queríamos revolver el correo…

    —¿Y por qué os acercabais a escondidas, sobre todo —expresó la pegaso cartero, señalando a Flashing y a Knowledge— vosotras dos?

    —¡Queríamos ver tu Cutie Mark! —dijo rápidamente Flashing sin dejar de sonreír.

    —¿Cómo dices? —preguntó Feather.

    —Sí, tu Cutie Mark —repitió la pequeña unicornio—. Nadie en Northwest Mines Town ha visto jamás tu Cutie Mark.

    —¿Y por qué no me habéis pedido que os lo mostrase? —inquirió la pegaso cartero.

    —Eso… —Shiny Eyes miró fulminantemente, pero con una sonrisa, a Flashing y a Knowledge— es lo que deberíamos haber hecho… ¿verdad?

    Las aludidas respondieron aumentando más sus sonrisas.

    —De acuerdo, os la voy a enseñar —dijo Feather, con una sonrisa.

    Ésta tomó con la boca la cincha que unía las dos alforjas con el correo y tiró de ella dejando los zurrones en el suelo, al lado. Todos los ponis, unicornios y pegasos que había en la plaza se acercaron. En especial las cinco grandes amigas de Feather.

    En su grupa lucía una maravillosa Cutie Mark: Una carta blanca con un sello en forma de corazón y, encima del todo, un arcoiris.

    Era ya bien entrada la noche cuando Shiny Eyes empezó a escribir a su abuela de Canterlot:

    "Querida abuelita:

    A veces un malentendido puede hacer que una amistad se fracture. Sin embargo, buscar el perdón con sinceridad, incluso cuando lograrlo sea muy difícil, puede hacer que esa fisura se repare y la amistad se haga más fuerte que nunca.

    De cualquier forma, el camino para lograr ese perdón se puede convertir en una auténtica aventura e incluso descubrir cosas que pueden abrir el camino a la esperanza para las demás… y para una misma.

    Con cariño, tu nieta Shiny Eyes."

    Y, contenta, Shiny Eyes se fue a dormir. Seguramente pronto habría más aventuras que disfrutar… junto a todas sus amigas.

    FIN DEL CHAPTER 1x02

    4. 1x03 - La ruptura de la amistad

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos.

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: Slice of Life


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x03

    La ruptura de la amistad

    Shiny Eyes se encaraba ante Gentle, visiblemente enfadada:

    ¡No, no y no! —exclamaba Shiny—. No quiero saber nada más. Ni de ti, ni de ninguna otra. Me voy, pero del pueblo. Y marcharé a Canterlot, donde podré encontrar verdaderas amigas.

    —¡Vete entonces! No te queremos aquí —Gentle Colors gritaba enloquecida—. Siempre has sido una mimada malcriada. Y aquí no necesitamos nada de eso.

    Entonces Shiny y Gentle, dándose la espalda, se fueron en sentidos contrarios.

    Todo se volvió negro como la pez.

    —Eres una inútil. Una verdadera inútil —decía Undying Knowledge, muy disgustada, mientras sostenía una punta de lanza—. No sabrías hacer una buena arma ni aunque te estuviese mordiendo un casco.

    —¡Oh, fantástico! —Shadow Hammer miraba al cielo—. Ahora resulta que el error es mío. Nunca es culpa de esos penosos dibujos que haces sobre armas… Todo para alimentar esa gran soberbia que tienes en forma de colección inútil —respondió la herrero con desprecio.

    Y Knowledge y Shadow se dieron la espalda y caminaron en sentidos contrarios.

    Una completa oscuridad inundó la zona.

    —Eres una potrilla estúpida, una cría que solo quiere divertirse. Y no quiero ser la víctima de tus bromas —Feather, enfadada, miraba de frente, muy cerca.

    —No, por favor. No quiero que os vayáis… —Flashing balbuceó, lloriqueando.

    Feather, dándose la vuelta, se alejó. Flashing se echó en el suelo, mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. "No quiero quedarme sola… otra vez.", dijo con un susurro.

    La negrura se concentró en el lugar.

    Y resonó una risa distorsionada, una risa penetrante, como nunca se había oído antes.

    Flashing se despertó sobresaltada, con los ojos como platos. Incorporándose, miró hacia sus cascos, después hacia la ventana y, por último, hacia el techo de la habitación.

    No cabía duda, era otro de "esos" sueños.

    —No puede ser… —dijo en voz baja—. Vamos a dejar de ser amigas…

    Era ya media mañana cuando Flashing, tímidamente, abrió la puerta de su casa. No quería encontrarse con ninguna de sus amigas, pues albergaba la esperanza de que, si no decía nada, nada ocurriese.

    Miró hacia un lado, luego al otro y, rápida como un rayo, trotó hasta la tienda de Magic Sales, pues necesitaba urgentemente provisiones… aunque deseaba permanecer en casa, todo el día… o al menos todo el tiempo necesario hasta asegurarse de que todo estuviese bien.

    Entró en la tienda y, sin disminuir su velocidad, cogió varios artículos y se puso al lado del mostrador, ignorando a Wise Words, que estaba dejando su compra. Dejó unas monedas y se marchó.

    —Muchas gracias... seas quien seas —Magic Sales estaba perpleja—. Wise, ¿qué ha sido eso? Solo he visto una mancha grisácea.

    —Yo tampoco he visto nada —respondió Wise Words mientras ponía su compra en sus alforjas.

    Al salir de la tienda, el semental miró directamente a la casa de Flashing Hooves, preocupado. Había visto que era ella la que acababa de comprar, y ese comportamiento de la pequeña potrilla solo podía ser por otro sueño premonitorio. Pero, a juzgar por lo ocurrido, la premonición era mala. Sin embargo, Wise sonrió… sabía lo que tenía que hacer.

    Se dirigió a la casa de Knowledge. La historiadora era, con diferencia, la mejor amiga de Flashing, y era idónea para consolar a la potrilla ya que, cada vez que la pequeña unicornio tenía uno de esos malos sueños, se retraía sobre sí misma y se apagaba. Y eso era algo que había que evitar a toda costa. Bastante mal le había tratado la vida a esa pobre potrilla.

    "Estoy en la Herrería". Así rezaba el cartel que estaba en la puerta de la casa de Knowledge. Wise resopló. "Mal recorrido, a desandar lo aprendido", dijo en voz baja, y se dirigió a la herrería.

    Al pasar por delante de la casa de Flashing, miró fugazmente a través de una ventana. Sí, definitivamente la potrilla había tenido un mal sueño, pues ésta estaba acurrucada en la cama tapada por la sábana y temblando de miedo. Wise aceleró al trote y entró en la herrería.

    —¿Entonces es ésta la lanza cuyos dibujos te di ayer? —Knowledge sostenía una punta de lanza de extremo curvado. Parecía una cimitarra hecha enteramente de acero.

    —Sí, está hecho siguiendo tus indicaciones —respondió Shadow.

    —Pues no me convence. Fíjate —la historiadora señaló la parte inferior del arma—: esta parte tiene que ser más larga, si no, no se sujeta bien al asta de madera y se rompe.

    —He seguido al casco de la letra el dibujo que me diste. Si hay algo que está mal, yo no soy la responsable —la herrero se empezaba a inquietar.

    —No, imposible. Repasé específicamente el dibujo. No es un error mío. Y si no es un fallo mío, ¿de quién puede ser? —Knowledge se sorprendió, de forma irónica—. ¡Oh!, es un error tuyo —señaló a Shadow.

    Entonces hubo unos segundos de incómodo silencio, momento que aprovechó Wise para entrar en la conversación. Carraspeó para hacerse notar, pero su acción no tuvo la reacción esperada, sino que terminó de caldear el ambiente.

    —Eres una inútil. Una verdadera inútil —Knowledge estaba casi fuera de sí—. No sabrías hacer una buena arma ni aunque te estuviese mordiendo un casco.

    —¡Oh, fantástico! —Shadow Hammer miraba al cielo—. Ahora resulta que el error es mío. Nunca es culpa de esos penosos dibujos que haces sobre armas… Todo para alimentar esa gran soberbia que tienes en forma de colección inútil —respondió con desprecio.

    —Pues quédate esta… "lanza", por decir algo. No quiero armas defectuosas en mi casa. Voy a empezar a trabajar con un herrero decente… el de Ponyville, o directamente con el mejor de Canterlot —la historiadora tiró con desdén la punta de lanza al suelo.

    —Vete y no vuelvas. Ya no eres bienvenida aquí —la herrero señalaba la puerta de la herrería, instando a Knowledge a abandonar su establecimiento.

    Las dos ponis elevaron las cabezas con un bufido. Knowledge salió de la herrería con paso decidido, mientras que Shadow se fue al fondo y empezó a colocar unos picos que colgaban torcidos sobre la pared.

    Wise Words sonrió a esta última, quien, haciendo honor a su nombre, parecía una sombra de sí misma. Solo se le veía la silueta y los ojos, que estaban visiblemente entrecerrados de rabia. El semental retrocedió y echó a trotar detrás de Knowledge, que seguía caminando orgullosa hacia su casa.

    —Knowledge, espera —se apremió a decir.

    —¿Qué desea el sementalito? —exclamó Knowledge con desdén.

    —Es... —Wise no hizo caso al tono despectivo—. Es Flashing.

    Knowledge cambió su expresión de orgullo a preocupación.

    —¿Le ha ocurrido algo a la pobre? —preguntó angustiada.

    —Creo que ha tenido otro de esos sueños —respondió el semental—. Y este ha sido bastante malo.

    Knowledge cambió de dirección y se fue galopando hacia la casa de Flashing, dejando atrás a Wise, que no hizo nada por seguirla. Cuando la historiadora llegó, llamó a la puerta. Aunque nadie se acercó a abrir, Knowledge oía perfectamente los lloros de la pequeña potrilla.

    —Flashing, Cariño… soy yo, Knowledge —dijo.

    Los lloros cesaron.

    —Knowledge, ¿eres tú de verdad? —balbuceó Flashing, que aún estaba con la garganta cerrada por la angustia del lloro.

    —Sí, soy yo. Necesito hablar contigo —Knowledge estaba impaciente por ayudarla.

    —Está bien, iré a abrirte… pero porque eres tú —la pequeña unicornio se sonó los mocos aspirando hacia dentro.

    Se oyeron unos pasos castañeteantes dirigiéndose a la puerta… después un cerrojo y, por último el chirrido de la puerta al abrirse. Flashing estaba temblando.

    Knowledge abrazó a la potrilla durante unos segundos, llevándose la cabeza de su amiga al pecho. La pobre estaba muy mal, y necesitaba de su ayuda.

    —Know… Knowledge… no me dejas respirar —Flashing suplicó.

    La historiadora dejó de apretar, pero continuaba abrazándola.

    —Tenemos que hablar —dijo con una sonrisa.

    Wise Word se dirigió a la herrería. Iba a hablar con Shadow. No le había gustado nada la escena que había tenido lugar momentos antes. Pero esa poni le daba miedo. Al llegar, se asomó a la entrada, poco a poco. La herrero estaba fundiendo la punta de lanza que había hecho para Knowledge. De vez en cuando el fuelle situado justo detrás de ella, según el ángulo de visión de Wise, soltaba un negro humo, dando la impresión de que era la propia Shadow la que emitía el humo por los agujeros del hocico.

    Wise se deslizó dentro de la herrería, armándose de valor, pues la herrero no le daría tregua. Intentó localizar mentalmente la salida. Entonces, sin querer, golpeó con la grupa unos clavos que había de muestra, haciéndolos caer. Shadow miró de frente y resopló. El semental se dio cuenta de que el humo negro que vio antes verdaderamente salía del hocico de la herrero. Estaba MUY enfadada.

    —¿Qué deseas, Wise? —Shadow intentó tranquilizarse.

    —Qui… qui… quisiera… —dijo éste muy bajo.

    —¿También tú vas a vacilarme? No sé qué os pasa hoy a todos —Shadow se acercaba—, pero me estoy hartando.

    —"Mente fría…" —Wise cerró los ojos y recitó para sí mismo—. "Mente fría, corazón caliente, hacen del poni un valiente" —dijo en alto—. Shadow… —espetó—, quisiera ver el dibujo de la punta de lanza que te enseñó Knowledge.

    —¿Oh, ahora eres valiente conmigo? Por fin un poni que tiene lo que hay que tener —la herrero sonrió—: fuerza de espíritu. Venga, voy a enseñártelo, aunque no sé por qué, si tú no sabes nada de dibujar.

    —No te preocupes. Solo quiero comprobar una cosa… —el semental sonrió tontamente.

    Shadow cogió un papel que había sobre una mesa de moldeado, a la derecha de la herrería junto a la pared, y se lo entregó a Wise. Éste lo observó durante un instante y, sujetándolo en alto, pidió llevárselo.

    —Bueno, llévatelo. Total, si estoy deshaciendo la punta de lanza… —dijo la yegua.

    Wise aún se dirigía a la entrada, observando el dibujo extrañado, cuando la herrero comentó:

    —Por cierto, hace mucho tiempo que no te veo por aquí. Es como si me tuvieses miedo… ¿sabes? —dijo con una sonrisa tétrica.

    El semental se asustó y empezó a galopar lejos de allí.

    Shiny Eyes estaba radiante. Al fin había reunido el dinero para el último pago de su carrito. Aunque éste estaba aparcado detrás de su casa, ya podría decirse que era suya. Claro que el carrito, el cual veía desde la posición en que estaba en ese instante, ya no tenía ninguna joya ni accesorio en su interior, pues ya se había ocupado ella de trasladarlas al interior de la casa.

    Tenía ganas de reír, de bailar, e incluso de cantar. "Cantar… ridículo. ¿Quién ha oído alguna vez a un poni cantar?", se dijo. Al menos ella nunca lo había hecho. Quizás el momento fuese el idóneo para romper a cantar, pues no debía ser tan difícil. Ella sabía silbar, pero nunca se había atrevido a subir ese escalón de dificultad.

    Agarrándose a la esquina de una pared, canturreó con melodiosa voz:

    "Estoy feliz,

    Estoy radiante,

    Pues libre es

    Mi vida por delante."

    Todos los ponis giraron la cabeza y empezaron a mirarla asombrados. Ella se calló al instante y, avergonzada, sonrió y escapó de allí. No sabía a ciencia cierta si esas miradas eran porque efectivamente un poni cantando era algo extraño o porque, por la falta de costumbre, había desentonado demasiado. De todas maneras no quería volver a intentar cantar en mucho tiempo.

    Volvió la vista hacia atrás mientras seguía trotando y chocó con Gentle Colors, que en ese momento salía de su casa. Shiny cayó al suelo, aunque se levantó tan rápido como pudo y se disculpó con una reverencia. La unicornio de dos colores, quien apenas se había movido en el choque, le recriminó el trotar tan rápido sin mirar hacia delante. Shiny sonrió y, dando un pequeño rodeo, siguió corriendo hasta llegar a su casa, pero esta vez mirando al frente. Gentle se quedó mirándola. Esa pegaso era demasiado extraña para ella, y era algo que no le gustaba.

    Knowledge estaba sentada en el sillón mientras intentaba consolar a Flashing, quien aún lloriqueaba a su lado.

    —Tranquila, todo ha pasado ya —Knowledge secaba las lágrimas que corrían por las mejillas de la potrilla.

    —No, no ha acabado —Flashing se sonó los mocos, esta vez en un pañuelo—. Ni siquiera sé si ha empezado.

    —Bueno, puede ser que aún tengamos tiempo de evitar que lo de tu sueño se cumpla —Knowledge sonrió de manera maternal.

    —¿Cómo…? ¿Cómo sabes que he tenido otro de esos sueños? —la pequeña unicornio se extrañó.

    —Ay, Flashing, Flashing… —la historiadora habló como una madre que sabe lo que conviene a su hijo—. Cuando tienes uno de esos sueños las pecas se te ponen más claras.

    La potrilla se tocó las pecas que tenía en las mejillas y se acurrucó.

    —He soñado con… con la ruptura de nuestra amistad… —dijo.

    —Oh, cariño… sabes que eso no ocurrirá jamás —Knowledge estaba condescendiente—. Tú y yo nunca dejaremos de ser amigas.

    —Me refiero a la de todas nosotras: Shadow, Feather, Shiny, Gentle, tú y yo —Flashing miró hacia el suelo.

    —Eso no va a pasar, tranquila —la blanca poni de tierra se empezaba a poner nerviosa.

    —He soñado que Shadow y tú os peleabais tanto que no os queríais ver más —Flashing miró con ojos llorosos a su amiga—. Por favor, no quiero que te enfades con ella.

    —Flashing… —Knowledge estaba muy nerviosa—. Eso… no ocurrirá… —y, bajando la mirada, pensó "De hecho, ya ha ocurrido"…

    Wise estaba junto a la nueva estatua de la plaza: Un semental pegaso, con armadura y con espada, estaba mirando al frente, protegiendo a una yegua pegaso y a un potrillo, también pegaso; a su vez, la yegua pegaso miraba hacia el lado contrario, portando una lanza y protegiendo al potrillo y al semental; entre los dos, sobre una piedra, el potrillo pegaso miraba hacia el cielo y sujetaba un gran escudo con sus cascos delanteros, de tal forma que la rodela protegía a los tres. La colocación de la escultura había sido una decisión conjunta de todos los habitantes de Northwest Mines Town… y, tal como rezaba la placa, era un homenaje a los habitantes de la ciudad de nubes.

    El semental miraba el dibujo de la punta de lanza. Efectivamente algo no concordaba. El largo del cuello de metal era muy pequeño, sin embargo, en el dibujo ponía exactamente la longitud. El semental sabía que Knowledge era muy meticulosa y no se había podido confundir con eso. Definitivamente algo extraño pasaba.

    Volvió a mirar a la herrería y vio cómo Shadow iba de un lado para otro, colocando el material. Un escalofrío le recorría por la espalda. Definitivamente le aterraba esa yegua. Pero tenía que arreglar el entuerto entre ella y la historiadora a cualquier costa. No podía soportar que dos amigas que se necesitaban tanto se odiasen así. Tragó saliva y se dirigió a casa de Knowledge.

    Shiny acababa de dejar el dinero en el doble fondo de un cajón y, guardándose unas monedas, se dispuso a salir para comprar víveres. Cogió el zurrón, que estaba colgado de la pared, se lo ajustó y salió de casa, rumbo a la tienda de Magic Sales.

    Miró al cielo. El Sol estaba en el cenit. Disponía de poco tiempo para comprar, pues pronto la tienda cerraría al mediodía, y necesitaba los ingredientes para la comida. Empezó a trotar para llegar a tiempo. Un momento, ¿había cerrado la puerta de su casa? Miró hacia atrás mientras seguía trotando…

    —Ufff… —había tenido un encontronazo con algún poni—. Lo siento, lo siento de verdad.

    —¿Otra vez, Shiny? —dijo una voz delante suya.

    La joyero miró hacia delante. No podía creerlo. Había vuelto a chocar contra Gentle.

    —Sí… necesito comprar la comida y no miraba más allá de mis orejas —respondió Shiny.

    Gentle miró hacia la pegaso, bufó y retomó su camino. Shiny se extrañó y, levantándose, siguió hacia la tienda, pero andando más cautelosamente.

    Knowledge observó la cara de su amiga. Ya no había ninguna lágrima. Incluso se podía observar en su boca una embriagadora, cálida y traviesa sonrisa. Sí, era la expresión típica de Flashing. Todo volvía a ir bien.

    —¿Quieres que te enseñe el libro de trucos mágicos? —preguntó suavemente la historiadora—. Hay muchos trucos que todavía no has aprendido y seguramente alguno de ellos te guste.

    —Sí, creo que lo haré —contestó Flashing, más animada—. Y me concentraré tanto en practicar que no me acordaré de ese mal sueño.

    —Entonces vamos —Knowledge sonrió.

    Se levantaron y salieron a la calle, rumbo a la vivienda de la historiadora. Pero ésta paró en seco: Wise estaba entrando en su casa. ¿Qué hacía él merodeando ahí? "Es imposible", se dijo Knowledge, "Wise es un gran poni, pero… ¡acaba de allanar mi casa!".

    —Espera aquí, voy a ver qué es lo que pasa —dijo. No quería involucrar a Flashing en la bronca que sin duda le caería a cierto semental.

    —De acuerdo, te esperaré aquí —Flashing se sentó sobre sus cuartos traseros.

    Knowledge trotó hacia su casa, completamente decidida: Wise se iba a enterar de lo que valía una herradura.

    Shadow aún seguía enfadada, pero esta vez consigo misma. No tenía que haberse puesto así con Knowledge. La culpa de su actitud había sido por la cancelación del pedido de esa mañana… tantos picos, tantas palas y tantos clavos que tendrían que pasar a engrosar la sección de muestreo. "Error de pedido", alegó Muffled Yell, pidiendo perdón… Pero ahora Shadow tenía excedente de material.

    Y encima, lo ocurrido con la historiadora era la gota que colmaba el vaso. Pero Shadow no comprendía qué había fallado... Knowledge no se equivocaba fácilmente. Ni ella tampoco. Debía estar algo mal en el libro… pero no podía ir a comprobarlo, pues Wise se había llevado el dibujo.

    Miró al montón de excedentes. Tenía mucho trabajo por delante. Decidió que primero colocaría el material y luego se disculparía ante Knowledge, que había pagado injustamente los platos rotos.

    Wise se acercaba a la casa de Knowledge. Necesitaba ver el libro original del que se había sacado el dibujo. Solamente comparando los dibujos encontraría el error… y estaba seguro que el error estaba en el libro.

    Al llegar, se extrañó… la puerta no estaba cerrada, sino entornada. Normalmente Knowledge se aseguraba de atrancar su puerta con llave, pues tenía demasiadas cosas valiosas dentro, como esos estantes llenos de libros de Historia, el gran tapiz con la batalla contra los tigres de piedra y, sobre todo, la colección de armas.

    Miró a un lado y luego al otro. Nadie se fijaba en él, así que decidió entrar, por si dentro todavía permanecía el posible ladrón… Y si así era, él tenía más posibilidades de atraparlo que la mayoría de ponis del pueblo.

    Flashing seguía sentada, saludando a todos los ponis que pasaban por ahí, siempre con una sonrisa. Estaba recuperada. Era muy posible que el sueño que había tenido no hubiese sido más que una pesadilla normal y corriente. Claro que Knowledge le había dicho que sus pecas se habían vuelto blancas… aunque eso podía haber sido una tontería para animarla.

    Y lo había logrado. Volvía a estar radiante. Seguía saludando a todos los que pasaban a su lado, y poco le importaba si respondían el saludo o no.

    —Ejem, ejem. Hola… Flashing —dijo una voz a su espalda.

    La potrilla giró la cabeza. Era Feather, quien tenía unos naipes sobre el casco y enmarañados entre el pelo. Su cara estaba completamente embarrada, excepto en la parte de los ojos, donde se veía la silueta de las gafas. Éstas estaban puestas sobre el casco, totalmente sucias.

    Flashing se empezó a reír. Pero Feather no le acompañó. Estaba enojada.

    —Flashing, ya estoy harta —dijo.

    —¿Qué? ¿Cómo? —la potrilla unicornio no comprendía, eran bromas sin importancia.

    —Sabes bien que el correo es sagrado, y no me gusta nada abrir un buzón y que me salte una baraja a la cara. Ni una bola de barro. Ni que una trompeta de juguete empiece a sonar al lado de mi oído —Feather la estaba mirando fijamente a los ojos.

    —Pero si son bromas que hago especialmente para ti, porque me gusta hacerte reír —Flashing ya no mostraba su sonrisa. Y sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.

    —Eres una potrilla estúpida, una cría que solo quiere divertirse. Y no quiero ser la víctima de tus bromas —Feather estaba visiblemente enfadada.

    Flashing rompió a llorar, se levantó y galopó hacia su casa, donde cerró con llave y se volvió a meter en la cama, bajo las sábanas. Lo que había tenido realmente era uno de esos sueños… y estaba comenzando.

    Knowledge se asomó a través de la puerta. Wise estaba en el recibidor, mirando de un lado a otro y alzando sus orejas, como si estuviese intentando escuchar algo.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó Knowledge.

    Wise pegó un pequeño respingo y, mirando hacia ella, dijo:

    —Perdona, pensaba que estabas en casa. Es que vi la puerta entornada y me preocupé…

    —Acabo de volver de casa de Flashing. Menudo susto me has dado… —Knowledge miró hacia la puerta—. Vaya, supongo que, con las prisas de saber si Shadow tenia la nueva punta de lanza, no cerré bien fuerte la puerta y quedó entreabierta.

    —Me alegra saberlo —Wise dijo en voz baja, más bien para sí mismo.

    —Bien, ¿qué querías? —preguntó Knowledge.

    —¡Ah, sí! Quisiera ver el libro donde sacaste el dibujo de la lanza —respondió el semental—. Me resulta muy raro que haya un error tan grande cuando tanto Shadow como tú sois muy meticulosas en esas cosas.

    —De acuerdo. Ahí está —la historiadora señaló un libro que estaba sobre una mesilla, al lado de los estantes de libros históricos—. ¿Puedes llevártelo y comprobarlo fuera? Es que voy a traer a Flashing y tomar algo juntas… ya sabes, una merienda de amistad.

    —¿Pero una merienda no es a media tarde? —Wise preguntó mientras cogía el libro, dispuesto a marcharse.

    —Una merienda de amistad se celebra a la hora que se necesite —alegó Knowledge.

    Shiny ya había comprado todo lo que necesitaba. Y justo a tiempo, pues apenas salió de la tienda de Magic Sales, ésta empezó a cerrarla moviendo las rejas de seguridad mediante la magia.

    Aunque la hora de la comida ya estaba muy cerca, decidió ir andando a su casa. No quería correr, pues intuía que, cuando lo hiciese, Gentle aparecería de la nada y se pondría en medio. Lo único que tenía que hacer es no ir tan rápida.

    Aceleró ligeramente el paso. 'Toc, toc, toc, toc'... sonaban sus cascos sobre la arena de la calle. Era un golpeteo rítmico. "Vaya", se dijo, "suena como una canción". Se sentía feliz. Saber que el carro ya era suyo era algo que esperaba desde hace tanto tiempo… Pero no, no iba a cantar. Decidió que iba a canturrear para sí misma.

    Mientras más canturreaba, más feliz se sentía. Y, con una sonrisa en la boca, cerró los ojos mientras seguía trotando.

    —"Uff…" —y otra vez Shiny se chocó contra alguien—. Por favor, por favor, que no sea… —dijo en voz muy baja, y abrió los ojos.

    —Sí, soy yo, Gentle. Y veo que hoy no aprendes —la unicornio de dos colores la miraba fijamente.

    —Lo siento, lo siento, lo siento… —dijo Shiny mientras se deslizaba por un lateral y escapaba de ahí.

    Wise estaba en la plaza del pueblo. Se sentó al lado de la estatua y sacó el libro. Empezó a ojearlo hasta que encontró el diseño de la lanza. Entonces sacó el dibujo, lo puso sobre la página de al lado y empezó a contrastar los dos diseños.

    No, no había ninguna diferencia. Todo estaba correctamente copiado. Cogió el dibujo y cerró el libro. "Enciclopedia armamentística de Equestria y Gildedale. Dos potencias frente a frente", así rezaba el título. El libro parecía serio. Volvió a abrirlo, buscó el dibujo otra vez y volvió a mirarlo.

    Miró fijamente la hoja. ¿Y si quizás…? Puso un casco encima de la hoja y empezó a tirar levemente hacia arriba, hacia la derecha y hacia abajo. No, no era una hoja desplegable. Pasó la página. No había nada. Volvió a la página del dibujo y lo dejó a medio pasar, sujetándola. Miró a través de la hoja de un lado y del otro. Nada.

    Entonces miró la página que estaba al lado. Venía la definición de la punta de lanza y sus características. Ahí tampoco venía nada. Con el rabillo del ojo se fijó en un puntito que había al final de esa página. Pasó el casco por encima, pensando que era una mota de polvo, pero seguía ahí. Se acercó más a esa marca. Era un pequeño asterisco.

    Un asterisco. ¿Qué significaba eso? Buscó en el índice, al principio del capítulo y al final del libro. Ahí estaba. En la última hoja del manual había otro asterisco, pero ésta vez al principio de la página. Empezó a leer lo que había a continuación: "Fe de erratas". Ahí estaba la solución. Miró a lo largo de la hoja hasta que lo encontró: "Página 154/155 – Hoja de lanza. 1174 Equestria – La pieza tubular inferior debe ser 12,7 centímetros (5 pulgadas) mayor". Contento por el hallazgo, cerró el libro y se dirigió a casa de Knowledge.

    Fast Feather se sentía mal. A pesar de que muchas veces se había enfadado con Flashing ésta nunca se había comportado así. Había algo distinto en ella hoy. Seguía repartiendo el correo, pero cada broma que recibía al abrir un buzón o introducir una carta, le hacía sentirse peor.

    —Se te ve mala cara, Feather —dijo una voz.

    Miró hacia delante. Wise Words estaba ahí. Llevaba un zurrón, del que sobresalía un libro. Y estaba riendo. Era una risa conciliadora y contagiosa.

    —Ahora no. Tengo que terminar con el correo —indicó Feather.

    —¿Y luego qué? ¿Seguirás triste? ¿Tan penoso es el correo hoy en día? —preguntó irónicamente Wise.

    —No —la pegaso cartero se paró—. Me he enfadado con Flashing. Y no debería haber sido tan dura con ella.

    —Claro… normal que te enfades. Todos los días recibes las mismas bromas… —empezó a satirizar el semental.

    Feather continuó repartiendo el correo, apenada, y Wise le acompañó.

    —Sí, las mismas bromas… exactamente en los mismos lugares —Wise empezó a señalar diversos buzones—. Ahí dos globos, en ese otro un pequeño petardo, en aquella esquina, un conejo de peluche con un resorte saltarín, y en este y ese otro, pelotas de barro.

    —Lo sé, lo sé —dijo Feather, entristecida.

    —Y muchos buzones son de casas abandonadas, que no reciben correo. Los abres porque te apetece… y porque en el fondo te gustan las bromas… —entonces Wise señaló el pecho de la pegaso—. "El corazón que más se mueve es el que está vivo de emociones".

    —Tienes razón —expresó Feather—. Hoy he exagerado mis palabras con la pobre Flashing. Y es porque me ha irritado la llegada de un paquete urgente para alguien que ya no vive aquí. Y me toca buscar el destinatario. Voy a tirarme horas mirando en la guía postal de Equestria hasta encontrarle, porque no dijo a nadie dónde se fue. Y Flashing pagó el pato… Aunque no sé por qué hoy estaba tan susceptible.

    —Creo… creo que ha tenido uno de sus sueños —comentó Wise, totalmente serio.

    Feather abrió los ojos como platos. No podía creerlo. A Flashing le había ocurrido de nuevo… y ella se había comportado tan mal con la pobre potrilla.

    —Wise, me quedan dos cartas, ¿puedes repartirlas por mí? —se apresuró a decir—. Ésta carta es de ahí y esa otra para Knowledge. Yo voy a disculparme con Flashing.

    Y cabalgó hasta la casa de la potrilla. Wise suspiró mientras miraba las cartas y comenzó a repartirlas.

    Knowledge salió de su casa y se sorprendió. Flashing no estaba sentada en la calle. Se acercó a los ponis que paseaban y les preguntó. Una unicornio le indicó que había visto a la potrilla entrando en su casa, llorando. Knowledge le dio las gracias y se dirigió a la casa de su amiga.

    Llamó a la puerta y la pequeña yegua abrió. Había dejado de llorar, pero todavía tenía la cara húmeda.

    —Está empezando —contestó—. Y no se puede evitar que ocurra todo.

    —Tranquila, Flashing. Cuéntame qué ha pasado —dijo Knowledge.

    —Feather se ha enfadado conmigo y me ha dicho cosas malas —la potrilla se puso triste otra vez.

    —Voy a hablar con ella… pero después. Ahora toca merienda de amistad en mi casa —la historiadora sonrió de forma cálida.

    —Pero si es la hora de la comida —Flashing se extrañó.

    —Pues entonces será la comida de amistad. Di que sí —la sonrisa de Knowledge se acentuó.

    —Sí, quiero contar lo que he soñado —comentó Flashing—. No quiero pasar el mal trago yo sola. Como diría Wise, "Los males compartidos son menos carga para cada poni".

    Y las dos se dirigieron a casa de Knowledge.

    Shiny aún no había comido, pero se preparaba para dar un paseo. Últimamente tenía costumbre de hacerlo así, pues la caminata le abría el apetito. Aunque ya tenía algo de hambre, decidió salir, pues a esa hora seguro que Gentle estaría comiendo o meditando, así que no había peligro para chocar con ella por cuarta vez.

    En la calle se encontró con Wise, que se dirigía a casa de Knowledge. Al contrario que sus amigas, ella apenas le conocía, y ni siquiera sabía a ciencia cierta a qué se dedicaba. Lo único que conocía de él era que daba consejos... ¡Consejos! Eso era lo que necesitaba ahora mismo: un consejo para saber cómo disculparse ante Gentle.

    —Hola… Wise —Shiny balbuceó.

    —Hola Shiny —Wise se paró—. ¿Qué tal estás?

    —Pues no muy bien —contestó Shiny—. Hoy he tenido un día muy extraño.

    —Cuéntamelo si quieres. Quizás pueda darte algún consejo —Wise sonrió.

    —Perfecto —Shiny también sonrió—. Verás… hoy he estado muy despistada y he chocado varias veces con Gentle… Y quisiera pedirle disculpas.

    —Veamos… —Wise se quedó pensativo durante un instante—, yo de ti se lo pediría tranquilamente. Bajo esa fachada, Gentle es una poni como tú y como yo. Aunque tiene una historia triste, todos tenemos algo que nos marca de por vida, y ese algo no es precisamente la Cutie Mark. En el momento en que rasques un poquito la superficie, verás a la verdadera Gentle.

    —De acuerdo… de acuerdo —Shiny bajó la mirada—. ¿Estás diciendo que lo único que tengo que hacer es ir a su casa a pedirle disculpas?

    —Eso es —Wise volvió a sonreír—. Y yo aprovecharía e iría ahora mismo, antes de que se ponga a dormir. No sé si lo sabes, pero cuando alguien le despierta, se pone hecha una furia.

    —Sí, creo que te haré caso… —Shiny empezó a dirigirse a casa de Gentle.

    —Por cierto, dile de mi parte que Flashing está mal… —dijo Wise.

    —¿Qué le pasa? —Shiny se paró en seco.

    —No te preocupes —Wise volvió a ponerse serio—, es algo que no corre mucha prisa, pero convendría que Gentle lo sepa. Y tú también. Al fin y al cabo las dos sois amigas suyas. Vete tranquila y habla con Gentle.

    Wise miró durante un momento cómo se marchaba Shiny, entonces se giró... Faltaba poco para llegar a la casa de Knowledge, pero ya se había parado dos veces ya y no quería hacerlo una tercera vez, así que apretó el paso y no paró hasta llegar a la puerta.

    Feather había llamado a casa de Flashing, pero nadie contestó. "Genial, ahora a saber dónde está", pensó. Tenía que encontrarse con ella y pedirle disculpas. Miró a los lados y la vio acompañada de Knowledge, entrado a casa de ésta última. "Menos mal, parece que voy a poder disculparme", se dijo a sí misma.

    Fue hasta la casa de la historiadora y llamó. Knowledge abrió y su cara cambió de alegría a enfado.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó.

    —Vengo a hablar con Flashing. Y a disculparme con ella —respondió Feather.

    —De acuerdo, entonces pasa —Knowledge volvió a sonreír y se apartó, dejando pasar a Feather—. Flashing, mira quién ha llegado a disculparse… y… Feather, ¿has comido?

    Shiny llegó a casa de Gentle y llamó. Ésta abrió y miró fijamente a Shiny, que sonrió y dijo:

    —Gentle, siento mucho lo que ha ocurrido hoy. No sé qué me ha pasado. Ha sido por tonterías que normalmente no hago y siempre han acabado de la misma forma: chocando contigo. Te pido que me perdones.

    Gentle pestañeó lentamente y siguió mirando a Shiny.

    —Te perdono —dijo la unicornio—. Aunque debo reconocer que hoy estaba especialmente irritada. He estado esperando que me llegase un artículo que dejé encargado en la tienda de Magic Sales, pero resulta que se han equivocado y me han enviado otra cosa que no necesito… y lo he pagado contigo. Espero que me disculpes...

    —Por supuesto que te perdono —Shiny empezaba a sonreír—. ¡Ah, casi se me olvida! Wise me dijo que te avisase de que a Flashing le pasa algo.

    Gentle asintió, salió de casa y cerró la puerta.

    —Vamos, no hay tiempo que perder —dijo rápidamente.

    Y las dos se fueron trotando a casa de Flashing.

    Wise llamó a la puerta de Knowledge. Cuando ésta abrió, Wise sonrió y dijo:

    —Ya sé dónde está el problema. Y no es ni culpa tuya ni de Shadow. Es un error que se reconoce al final del libro —Wise enseñó la fe de erratas de la lanza.

    —Hmm… Entonces tengo que hablar con Shadow. Pero… —la historiadora se quedó pensativa— no tengo permitida la entrada. Además, ahora tengo visita.

    —Sí, lo sé, no te preocupes —respondió el semental—. Voy a hablar con ella y decírselo.

    —Te lo agradezco. En serio. Eres un buen amigo —y Knowledge cerró la puerta, mientras sonreía.

    Wise puso cara de resignación y se dirigió, galopando, a la casa de Shadow, que estaba al lado de la herrería.

    Gentle y Shiny se cruzaron con Wise, que les indicó la casa de Knowledge, a la vez que dijo "Ahí está Flashing". Shiny se dio cuenta de que Wise temblaba, aunque sabía que no era precisamente por miedo. Observó a Gentle, que estaba impasible y, volviendo a mirar al frente, sonrió.

    Llegaron las dos y llamaron a la puerta. Cuando Knowledge abrió, entraron y empezaron a hablar.

    Wise llamó a casa de Shadow. Cuando ésta abrió, Wise tenía abierto el libro abierto por la fe de erratas.

    —Teníais las dos razón —dijo—. Es hora de hacer bien esa punta de lanza.

    Shadow miró el libro detenidamente.

    —De acuerdo, entonces lo haré —la herrero sonrió—. Creo que ninguna de las dos merece un castigo por algo que no ha cometido, ¿verdad? —miró a Wise y preguntó—. ¿Tienes el dibujo?

    Este se lo dio, y Shadow escribió en el dibujo: "Tubo inferior 12,7 centímetros (5 pulgadas) más largo".

    —Perfecto —exclamó la oscura poni de tierra—. Muchas gracias, Wise. Dile a Knowledge que esta tarde me pondré a ello y que lo tendrá seguramente mañana a última hora. Y que, por supuesto, puede volver a entrar en la herrería.

    —Podrás decírselo tú misma —comentó el semental—. Está con Flashing, que ha tenido otro de sus sueños.

    Shadow se sorprendió y salió de la casa rápidamente, galopando hasta la casa de Knowledge.

    —Tranquila, ya cierro yo —dijo Wise en voz baja y, saliendo, cerró la puerta detrás de él.

    La herrero llegó a casa de Knowledge y llamó a la puerta. Ésta abrió y Shadow entró. La historiadora sonrió… ya estaban todas. Iba a ser una maravillosa merienda de amistad.

    Wise miró hacia la casa de Knowledge. Ya estaban las seis amigas reunidas. Seguramente todo se arreglaría. Así que lentamente se dirigió a su casa, cansado aunque satisfecho, pues no iba a dejar que esa amistad se rompiera tan fácilmente.

    Estaba llegando a su casa cuando súbitamente se abrió la puerta de la casa de la historiadora. Shiny salió hecha una furia, seguida de Gentle:

    —Así que esos sueños que tiene Flashing son premonitorios y los ha tenido más veces, ¿no? —la pegaso exclamó, enfadada.

    —Sí, ya te lo hemos dicho, Shiny —Gentle estaba cansándose de la conversación.

    —Y la noche anterior a mi llegada a este pueblo tuvo uno de esos sueños… y vio que yo cambiaba lo que ocurría aquí, ¿verdad? —Shiny estaba rabiosa.

    —Ya te lo hemos dicho hace un momento, Shiny —el tono de la unicornio de dos colores era condescendiente, como el de una madre que sabe lo que hace, dirigiéndose a una potrilla pequeña.

    —Y dejasteis que yo sufriese lo que sufrí para lograr cambiarlo. No podíais decir algo como "Oh, Shiny. Tú tranquila, que lo vas a lograr… porque Flashing ha tenido un sueño en el que ve cómo lo logras" —la joyero estaba fuera de sus casillas—. Ya me parecía muy raro el trato tan… "cordial" que me disteis todos… era demasiado bonito como para ser algo… normal.

    —Ya hemos hablado ahí dentro de esto —expresó Gentle—. Y me está cansando seguir discutiéndolo aquí fuera.

    —¡No, no y no! —gritó Shiny—. No quiero saber nada más. Ni de ti ni de ninguna otra. Me voy, pero del pueblo. Y marcharé a Canterlot, donde podré encontrar verdaderas amigas.

    —¡Vete entonces! No te queremos aquí —Gentle Colors gritó enloquecida—. Siempre has sido una mimada malcriada. Y aquí no necesitamos nada de eso.

    La pegaso se dirigió con paso firme hacia su casa. Gentle bufó, se dio la vuelta y volvió a entrar en casa de Knowledge.

    Wise suspiró. Tenía que haberse dado cuenta. Shadow y Knowledge se habían peleado, al igual que Feather y Flashing, pero faltaba la disputa entre Shiny y Gentle, que precisamente eran como el día y la noche, totalmente opuestas entre sí.

    Con gran pesar, Wise entró en su casa, abrió la despensa, cogió un puñado de heno y lo guardó en el zurrón, sacando antes el libro de historia y poniéndolo sobre una mesa. Después cogió un bote de tinta, una pluma y un papel y se marchó de casa, rumbo al camino que salía del pueblo.

    Shiny recogió todos sus enseres lo más rápido que pudo, decidida a no regresar jamás a ese pueblo. Toda su amistad se basaba en una mentira, y eso no lo iba a permitir. En el futuro se aseguraría de escoger mejor a sus amistades.

    Sacó todas las joyas y las fue poniendo en el carro que tenía detrás de la casa, poniendo cada una en su cajón correspondiente, pero sin cuidado. Ya tendría tiempo de organizar las cosas mejor en Ponyville, su siguiente parada.

    Se ajustó las cinchas del carro y se elevó un poco, cogiendo impulso suficiente como para hacer avanzar el carro. Y poco a poco fue abandonando el pueblo.

    Al pasar por delante de la casa de Knowledge, oyó cómo Flashing lloraba. Shiny se entristeció. Flashing era una potrilla tan buena… y estaba llorando por su culpa. Quería entrar y decir que no se iba a ir, pero había tomado una decisión y quería cumplirla, aunque ahora no estuviese tan segura de ello.

    Se alejó del pueblo tan rápido como pudo. El llanto de Flashing le resonaba en la cabeza. Y quería olvidar. Al fin y al cabo su amistad con las otras cinco se había basado en una mentira.

    —¿Quién está ahí? —preguntó Shiny, parándose en seco y poniéndose en alerta. A estas horas, cayendo la tarde, era raro que alguien estuviese en el sendero. Fuese quien fuese, esperaba no tener que pelear con él.

    —Ah, eres tú, Shiny —Wise salió de entre unas rocas—. ¿Qué, de viaje? —preguntó.

    —Sí, me voy a Canterlot —respondió Shiny.

    —Y vas a estar mucho tiempo, ¿no? —inquirió Wise—. Incluso es probable que no regreses más, ¿me equivoco?

    —¿Por qué no vuelves a hacer lo que sea que estuvieses haciendo? —respondió Shiny con otra pregunta.

    —De acuerdo —Wise subió a una gran roca—. ¿Sabes? Estaba admirando tu obra.

    —¿Mi obra? —Shiny se extrañó.

    —Sí, desde aquí se ve bien. Sube si quieres para verlo también —indicó Wise.

    Shiny se sentía insegura. No quería seguir pero tampoco tenía motivos para volver... o sí, pero volver ahora implicaría seguir viviendo bajo esa falsa amistad. Miró a Wise, que extendía hacia ella un casco para ayudarla a subir. Decidió apartar el carro del camino, desengancharse las cinchas y estar un rato con Wise. Quizás hablando con él se disipasen las dudas que tenía en ese momento.

    Una vez subida en la roca, junto a Wise, este le dijo:

    —Mira hacia ahí —señaló el pueblo.

    Shiny miró, y empezó a mover la cabeza lateralmente. Solo veía el pueblo y la entrada a la mina, pero seguramente Wise se refería a otra cosa que ella no podía observar desde ahí. Quizás desde la posición de Wise lograría verlo, así que empezó a mirar desde delante de él.

    —No, no busques tanto —Wise sonrió—. Es el pueblo lo que estaba admirando.

    Shiny miró a Wise extrañada. ¿Qué tenía de especial el pueblo?

    —Este pueblo está volviendo a renacer —comenzó a hablar Wise—. Ahora está más vivo que nunca. Y te lo debemos a ti.

    —Eso ya lo sabía —respondió Shiny—. Pero es algo del pasado. Me voy a Ponyville o a Canterlot o a… a cualquier sitio menos estar aquí.

    —¿Y cuál es el motivo de tu marcha? —preguntó Wise.

    —No sé si decírtelo… —Shiny bajó la mirada.

    —Puedes confiar en mí —dijo Wise, con una sonrisa—. Todos ahí abajo lo hacen. Y yo confío en ellos. Es parte de la amistad… aunque ésta no es ni mucho menos tan fuerte como la que tenéis entre vosotras.

    —Olvida esa amistad, ya no existe. ¿Te crees que me han estado usando? —Shiny puso un gesto mohíno.

    —¿Cómo, si puede saberse? —inquirió Wise.

    —Sabían desde el principio que yo iba a arreglar esa gran gema, y no me dijeron nada… dejaron que sufriera creyendo que no iba a lograr restaurarla —respondió Shiny.

    Wise miró a Shiny.

    —¿Y cómo te sentiste cuando lograste restaurar la gran gema? —preguntó Wise—. Esa sensación es incomparable. Te sentiste bien con todos, incluyéndote a ti.

    —Tienes razón… me sentí muy bien en ese momento… —Shiny volvió a mirar a Wise.

    —Y ciertamente te usaron… pero tú también las usaste —Wise volvió a sonreír—. Todas necesitabais lograrlo, y si te hubiesen dicho lo del sueño, habría sido diferente… menos especial. Y precisamente fue ese halo especial lo que hizo tan fuerte vuestra amistad.

    —Pero… —Shiny estaba totalmente insegura— ¿Cómo puede ser tan fuerte una amistad basada en algo tan… feo como el aprovecharse de los demás?

    Wise volvió a mirar al frente, pensativo.

    —Verás… —dijo—, todo tipo de amistad consiste, vaciándole de todo contenido, en aprovecharse de los demás. Y en que los demás se aprovechen de ti. Pero convirtiéndolo en un aprovechamiento mutuo, transformándolo en algo positivo.

    —No comprendo… —Shiny volvió a bajar la mirada.

    —Es muy fácil. Tú has ido a la escuela, supongo —Wise miró a Shiny.

    —Sí, en Canterlot —respondió la pegaso.

    —Bien. Seguro que hiciste amigas ahí —continuó hablando Wise.

    —Sí, unas cuantas —Shiny empezó a recordar esos tiempos.

    —Y seguro que aún sois amigas —manifestó Wise.

    —Sí, de vez en cuando nos visitamos, aunque últimamente… —Shiny volvió a bajar la mirada, apenada.

    —Pues esas amistades empiezan por un aprovechamiento mutuo —Wise se puso serio—. Seguro que con tu primera amiga fue más o menos así: las dos estabais solas y empezasteis a hablar y, a partir de ese momento, dejasteis de estar solas.

    Y después, si alguna de tus amigas era popular, también, pues usasteis su popularidad para mejorar vuestro status, a la vez que ella también aprovechaba vuestra amistad para aumentar el ámbito de sus círculos.

    —Comprendo. Pero… ¿cómo puede ser una amistad así tan fuerte? —preguntó Shiny.

    —Es más fácil de lo que se cree —respondió Wise—. Al contrario que las amistades normales, la verdadera amistad es como una casa que empieza desde el tejado.

    —¿Pero una casa no se empieza desde los cimientos? —Shiny se extrañó.

    —Sí, pero porque ya se sabe cómo va a ser la casa, y su longitud —dijo Wise—. Con una verdadera amistad nunca se sabe qué forma va a tener esa casa, y unos cimientos débiles la harán caer. Sin embargo, si se empieza por el tejado, será más difícil al principio, pero cuando se hagan los cimientos, éstos serán mucho más resistentes y soportarán el peso de toda la estructura.

    —Creo que… Creo que debería volver y disculparme —Shiny tenía un brillo en sus ojos.

    —Sería una decisión muy sabia por tu parte… y las demás seguro que lo comprenden —Wise sonreía.

    —Todas menos Gentle. Sé que no me acepta —Shiny volvió a bajar la mirada.

    —Oh, sí que lo hace. Lo que pasa es que ella es muy reservada. Pero sé que te aprecia, y mucho — comentó Wise.

    —De acuerdo —Shiny se levantó—. Voy a coger el carrito y volveré. Espero que nuestra amistad no se resienta…

    —No, no se resentirá, sino que se hará más fuerte —Wise mostró una gran sonrisa.

    Shiny miró a Wise.

    —Muchas gracias, Wise —Shiny también sonreía.

    Y le dio un beso en la mejilla, algo que hizo ruborizarse al poni de tierra.

    Shiny empezó a andar hasta su carrito.

    —Espera, si quieres te lo llevo yo —dijo Wise—. No me importa.

    —Muchas gracias, de verdad —Shiny le agradeció el gesto.

    —Pero antes, te pido un favor. Dale esta nota a Gentle —y le entregó el papel que había sacado antes de su casa, convertido ya en una carta.

    —De acuerdo —Shiny cogió la nota, la metió en el zurrón y galopó rumbo a casa de Knowledge, segura de que aún estaban sus amigas ahí.

    Wise se llevó el casco a la mejilla que momentos antes había besado Shiny y, mirando hacia el pueblo, dijo "Tengo que intentar hacer lo mismo con Gentle… con suerte disfrutaré la misma 'recompensa'". Bajó de la piedra y, acercándose al carro, se ajustó las cinchas y comenzó a reír. Mientras lo hacía, empezó a tirar del carro, dándole la vuelta para volverla a dirigir al pueblo. El sonido de su risa, junto al esfuerzo, se convirtió en una risa distorsionada, penetrante, como nunca se había oído antes.

    Shiny llegó a la casa de Knowledge. Llamó a la puerta y, cuando abrieron, empezó a llorar. No quería separarse jamás de sus amigas, y las abrazó a todas… y lloró junto con Flashing durante mucho tiempo.

    Wise apenas podía mover el carrito de Shiny. Por fortuna, la entrada al pueblo coincidía con una ligera bajada, así que el final de su viaje iba a ser un poco más liviana. Sin embargo, tardó más tiempo del que querría para volver a instalar el carrito detrás de la casa de Shiny. Aunque tenía que hacer algo más esa noche, por lo que rápidamente se dirigió a su casa y sacó de ella una lona y pintura roja.

    Cuando se hartaron de llorar juntas, Flashing y Shiny comenzaron a sonreírse. Y de la sonrisa pasaron a la carcajada. Las dos eran muy frágiles por sí solas, pero juntas eran mucho más fuertes. Y se abrazaron.

    —Lo siento mucho, de verdad —Shiny se disculpó.

    —Sabía que no nos abandonarías —contestó Flashing.

    —No te preocupes, lo pasado, pasado está —comentó Knowledge.

    —Eres más fuerte de lo que yo pensaba. Hay que ser muy dura para reconocer una equivocación. Y más valiente aún para hacer todo lo posible por remediarlo —sentenció Shadow.

    —Eres nuestra amiga y te perdonamos, aunque también nos tienes que perdonar —exclamó Feather.

    Todas miraron a Gentle, que a su vez miraba fijamente a Shiny. Entonces Shiny sacó de su zurrón la nota que le había dado Wise y se lo entregó a la unicornio de dos colores, junto con una sonrisa.

    Gentle abrió la nota y empezó a leer:

    "La verdadera amistad consiste en conocer los secretos, la forma de ser y las debilidades de tus amigos y, a pesar de todo ello, quererles".

    Gentle miró a Shiny y dijo:

    —Te perdono. Y te pido perdón.

    Shiny sonrió y asintió con la cabeza.

    Todas leyeron la nota, y comprendieron.

    —Shiny —preguntó Flashing—, ¿has escrito tú esta nota?

    —No, me lo ha dado Wise para Gentle —respondió Shiny.

    —Pues parece que ha hecho efecto, jejeje… —Flashing rió.

    —Qué curioso —dijo Knowledge—, Wise también arregló el problema que teníamos Shadow y yo… —y miró a Shadow, que también asintió.

    —También fue Wise el que me ayudó —dijo Feather.

    —Y… —Shiny comentó— Wise ha sido el que me ha convencido para volver, haciéndome ver lo maravilloso que es teneros de amigas.

    —Y ahora ha convencido a Gentle para pedir perdón —exclamó Flashing, con una sonrisa.

    —Y ha evitado que el sueño de Flashing se cumpliese… para siempre —sentenció Gentle.

    —Creo que se ha ganado nuestra gratitud —dijo Shiny. Todas, incluyendo Gentle, asintieron—. Mañana le voy a comprar un regalo así de grande —Shiny extendió las patas alejándolas entre sí tanto como pudo.

    —Mejor que sean seis regalos —Gentle afirmó, a lo que todas asintieron. Todas menos Flashing.

    —Os ha ayudado a todas, pero no a mí —Flashing se entristeció.

    Shiny miró por la ventana, resignada. Entonces lo vio.

    —Flashing, yo no estaría tan segura —y señaló fuera.

    Se asomaron todas a la ventana y vieron, suspendido entre dos casas, un cartel que ponía "Flashing, todos te queremos. Sigue siendo tal como eres". La letra del cartel y la de la carta para Gentle coincidían… Wise había pintado ese cartel.

    —De acuerdo. Que sean seis regalos —afirmó Flashing, intentando ser seria. Todas rieron.

    —Yeguas —dijo Shiny cuando se calmaron un poco—, ¿os parece bien que hagamos todas una carta a mi abuela?

    Cogieron papel y pluma y empezaron a escribir la carta:

    "Querida abuelita:

    Hoy ha sido un día insólito, aunque ha acabado bien. A veces las pequeñas rencillas pueden verse aumentadas por insignificantes errores y resultar catastróficas. Y así habría resultado en nuestro círculo de amistad si no llega a ser porque hay ponis externos a este círculo que, capaces de prever el resultado final, hacen lo posible para hacernos reflexionar para que descubramos esos errores y hagamos todo posible para subsanarlos, para así no solo evitar el fatal resultado, sino incluso lograr que nuestra amistad sea aún más fuerte.

    Hemos aprendido hoy que a veces, para ver el problema en toda su magnitud, lo mejor es alejarse del centro y observar detenidamente, actuando dónde y cuando sea necesario.

    Con cariño, tu nieta Shiny Eyes… y sus amigas".

    Feather se guardó la carta y decidieron entre todas hacer en ese momento una merienda de amistad, aunque en realidad era la hora de cenar.

    Wise estaba en casa. Por fin había terminado todo. Se sentía orgulloso de sí mismo: había logrado evitar esa ruptura y, sobre todo, había hecho que esas yeguas fuesen felices.

    Cogió de su zurrón la pluma y la tinta y, poniendo un papel sobre la mesa, escribió:

    "Estimada Gran Yegua:

    Hoy ha estado a punto de romperse una preciosa amistad, la de Las Seis Yeguas de Northwest Mines Town. Y, por tanto, "Ella" ha estado a punto de despertarse.

    Por suerte, he podido impedirlo a tiempo. Esa amistad es lo único que la mantiene dormida... Y no os preocupéis, mientras yo esté aquí, así seguirá siendo, y haré todo lo posible para ello, ya lo sabéis.

    Atentamente, su fiel servidor, Wise Words."

    Enrolló la carta y se dirigió a la pared trasera de la casa. Allí movió una piedra de la pared, puso la carta en el hueco y volvió a colocar la piedra encima. Después cogió un pequeño guijarro blanco y la puso sobre el marco inferior de la ventana para que se viese desde fuera.

    Era la forma que tenía para que esa carta circulase por los cauces no habituales, pues no podía confiar en el correo normal. A lo largo de la noche su contacto, a quien no conocía, aparecería, cogería la carta y se la llevaría al contacto de Ponyville, y así hasta llegar a su destino: Canterlot.

    Se echó en la cama. Miró al techo y suspiró.

    Cada vez le gustaba menos ser un espía de la Princesa Celestia.

    FIN DEL CHAPTER 1x03


    Espero que les haya gustado tanto leerlo como a mí escribirlo. Comenten si así lo desean.

    5. 1x04 - ¡Atrapadas!

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos.

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Slice of Life] - [Sad/Triste] y una pizca de [Romance/Amor/Amistad]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x04

    ¡Atrapadas!

    Era otro día maravilloso en Northwest Mines Town: los pájaros cantaban sobre los verdes árboles, las flores ofrecían una fragancia embriagadora y los ponis cantaban y bailaban al son de la música que ofrecía el viento.

    Cuando Shiny salió de su casa, la luz de un foco se puso sobre ella, cegándola por unos instantes. La música se paró y todos los ponis la miraron, expectantes. La pegaso les observó, haciendo una panorámica, tragó saliva y, sonriendo, dijo "Hola".

    Entonces todos la saludaron y volvieron a bailar y a cantar. Shiny, extrañada, se dirigió hacia la mina, cuya entrada era la boca de un dragón, pero no de uno terrible, sino de uno pequeño y amigable. Incluso se veían dos ojos sonrientes por encima de la entrada. Le recordaba a un pequeño dragón que vio en Ponyville, acompañando a una unicornio, antes de venir a Northwest Mines Town.

    La entrada le invitaba a pasar a la mina, y ciertamente tenía que hacerlo, pues acababa de llegar un pedido de Manehattan y había que empezar cuanto antes, ya que era un encargo de gran magnitud.

    Pasó por delante de casa de Gentle, que abrió la puerta y salió. Ésta, viendo llegar a Shiny, se paró a saludarla.

    —Hola Gentle —dijo Shiny, alegre y feliz.

    —Hola Shiny —respondió la unicornio de dos colores… sonriendo.

    Shiny se paró en seco y volvió a mirar a Gentle, que seguía sonriendo.

    —Genial, esto es un sueño —expresó Shiny, apenada—. Es demasiado fantástico como para ser verdad.

    Y Shiny se despertó.

    —¡Jajajá! —Flashing no podía parar de reírse.

    —¿Nos lo estás diciendo en serio, Shiny? —Knowledge miraba asombrada a la pegaso.

    —No me lo creo —Feather hizo un ademán de desaprobación con el casco, aunque también se estaba riendo.

    —Im-po-si-ble —Shadow no sabía si reír o llorar… de risa.

    Las cinco estaban desayunando en la nueva cafetería del pueblo, que había abierto hace poco sus puertas, como consecuencia de la prosperidad que empezaba a tener otra vez Northwest Mines Town, hecho que tuvo lugar gracias a Shiny y a sus amigas.

    —Os lo juro, así fue —Shiny estaba riendo con las demás.

    —Aclarémonos… —Knowledge se puso seria por un instante—. Northwest Mines Town… con flores, árboles, animales, con todos los ponis cantando y bailando… —Shiny afirmaba con la cabeza después de cada parte—. ¿Y te diste cuenta de que era un sueño porque Gentle estaba sonriendo?

    —Exactamente —exclamó Shiny.

    Y todas volvieron a echarse a reír.

    —Ay, es lo mejor que he oído en mucho tiempo —Feather logró decir, después calmarse un poco, aún con lágrimas en los ojos.

    —¿Qué es lo que es tan bueno? —Gentle acababa de entrar en la cafetería y se dirigía hacia ellas.

    Todas dejaron de reírse e intentaron ponerse serias. Todas excepto Flashing, que aún se reía por lo bajo, incapaz de aguantarse por completo.

    —Estábamos hablando del pedido de Manehattan —respondió Shiny, forzando una sonrisa—. Por fin tenemos un gran pedido entre cascos, y es muy bueno que empiecen a llegarnos encargos así.

    —Bueno, yo me tengo que ir —dijo Shadow—. Un pedido de esa magnitud va a exigir mucho material para sacar las joyas, y tengo que estar lista para cuando me lleguen las demandas de picos y palas.

    —Yo también voy a marchar —exclamó Feather—. Aún no he empezado hoy con el correo, y todavía tengo que clasificarlo.

    —Y bueno… nosotras también nos vamos —dijo Knowledge—. Voy a enseñarle a Flashing ese truco de magia que me lleva pidiendo desde hace tiempo. ¿Verdad, Flashing?

    Pero la potrilla seguía riendo por lo bajo, ajena a todo excepto en mirar alternativamente a Shiny y a Gentle.

    Knowledge cogió la pata de Flashing y tiró de ella. Entonces la potrilla no pudo contener más la risa y empezó a soltar carcajadas hasta que salieron del restaurante y se perdieron en la distancia.

    Gentle miraba muy seriamente a Shiny. Ésta sonrió y señaló el asiento enfrente de ella, en la misma mesa. La unicornio, sin perder la mirada con los ojos de la joyera, se sentó lentamente.

    —Bien —dijo Gentle al fin—, cuéntame la verdad. ¿Os estabais riendo de mí?

    —No, por Equestria… —Shiny se asombró con un gesto exagerado—. ¿Por qué nos tendríamos que reír de ti?

    —No sé… —Gentle seguía totalmente seria—. Un cuerpo con dos colores, un cuerno limado, un pelo que intenta parecerse a la de la Princesa Celestia… Mis modales…

    Shiny no podía creérselo. ¿Acaso Gentle se estaba sincerando?

    —No… no… —Shiny apenas podía balbucear.

    —Mírame, si parezco un payaso —dijo Gentle—, pero sin sentido del humor… Sinceramente, creo que debería cambiar.

    Sí, estaba sincerándose.

    —Pero… pero… —Shiny estaba totalmente asombrada.

    —Pero como no puedo cambiar estos colores —Gentle señaló con su casco su propio cuerpo—, ni puedo hacer que el cuerno vuelva a su estado normal —se apuntó con su pata la pequeña protuberancia que apenas se intuía sobre su cabeza—, creo que lo único que puedo hacer es cambiar mi sentido del humor. ¿Me ayudarás?

    —Yo… Yo... —Shiny tragó saliva—. ¿Por qué me lo pides a mí?

    —Porque creo que tú eres la más indicada para la tarea —respondió Gentle—. Y porque las demás te han dejado sola, como puedes ver.

    Shiny se extrañó, ¿Eso último era un chiste? Rogaba que no lo fuese pues, en caso contrario, tendría que trabajar mucho para enseñar a Gentle todo lo relacionado con el humor, desde lo más básico. Pero decidió aceptar el reto.

    —De acuerdo, lo haré —dijo—. Dime cuándo quedamos.

    —¿Te parece bien… ahora mismo? —preguntó Gentle.

    —¿Cómo? —Shiny se extrañó.

    —Sí... Empecemos en este momento —comentó Gentle—. Creo que debería acompañarte todo lo posible durante el día de hoy y observar tus interacciones con los demás. Seguro que encuentro algo que me sirva de guía. Y después, por la noche, me harás un examen, aquí mismo —señaló la misma mesa—, a ver si he mejorado con mi actitud.

    Shiny sonreía mientras pensaba sitios donde pudiera esconderse. Se había metido en un buen lío. Iba a tener todo el día a Gentle a su lado, como una sombra… mientras trabajaba, mientras comía, mientras hablaba, mientras iba al servicio… no, ahí tenía que marcar una distancia.

    —Si no te importa —continuó Gentle—, voy a por papel y pluma a mi casa, quiero tomar apuntes mientras aprendo —y, levantándose, salió por la puerta.

    Shiny se acurrucó en el asiento. Iba a ser un día muy, pero que muy largo.

    —Está bien, puede entrar ella también —Muffled Yell se sorprendió cuando vio a Gentle junto a Shiny queriendo entrar en la mina. Marcar gemas era una tarea que normalmente quería hacer Shiny a solas—. Pero no he traído más que dos cascos protectores. Esperadme aquí.

    Genial, el primer contratiempo y apenas había pasado unos pocos minutos desde que Gentle le pidiese acompañarle. Shiny se sentó y empezó a juguetear con la arena del suelo. Gentle, sin embargo, permaneció impasible, observando hacia la entrada a la mina. De repente miró a Shiny y rápidamente sacó la libreta y la pluma del zurrón y escribió "La mejor forma de esperar es haciendo dibujos con la arena". Guardó la libreta, se sentó e imitó a Shiny, haciendo también ilustraciones extraños con su casco.

    Cuando Muffled Yell volvió, comparó de un vistazo los dibujos. Shiny había dibujado unos círculos y espirales, mientras que Gentle había hecho un cuadro de ponis corriendo por una ladera, con la Luna de fondo. Toda una obra maestra.

    —Tomad, un casco protector para cada una —Muffled intentó no pisar el cuadro que había hecho Gentle y pasó por encima de los símbolos que había dibujado Shiny.

    Cuando Muffled y Shiny se ajustaron los cascos de protección, ayudaron a Gentle a ponerse el suyo. La melena de ésta era sumamente larga y sedosa. De hecho, Shiny estaba segura de que si le caía un cascote a Gentle, su crin amortiguaría el impacto de tal manera que la cabeza ni siquiera notaría el golpe. Una vez lo encajaron, usando una goma elástica, entraron las tres.

    —Bien —informó Muffled—, hemos elegido unas cuantas grandes gemas, pero están al fondo de la mina, en una gruta a la que no se ha accedido en años, aunque mis mineros aseguran que está bien apuntalada. No creo que tengamos muchos problemas.

    —¿De cuántas grandes gemas consta el pedido? —preguntó Shiny.

    —Treinta y dos —respondió Muffled—. Pero nos dan un mes de plazo, así que podrías trabajar una al día. Dos como mucho. Y los enviaremos de dos tandas de dieciséis grandes gemas cada vez.

    Se dirigieron a la gruta elegida y empezaron a mirar algunas grandes gemas. Muffled se dirigió al fondo de la gruta para explorarla, dejando a la pegaso y a la unicornio solas. Gentle miraba absolutamente todos los detalles de la actuación de Shiny y, todo lo que hacía ésta, lo apuntaba en la libreta. Shiny empezaba a aburrirse de la situación, y eso que apenas llevaban una hora.

    —Por favor, Gentle —dijo la joyera de repente—, ¿puedes dejar de apuntarlo todo? No me dejas concentrarme.

    —Perdón —respondió la unicornio, guardando lentamente la libreta. Entonces volvió a mirar impasible hacia la nada.

    Shiny marcaba cada gran gema elegida con una señal hecha con un poco de tinta. De esa forma no se dañaban en absoluto. Llevaba prácticamente la mitad del trabajo cuando Gentle soltó un suspiro. Se estaba aburriendo.

    —Puedes esperarme fuera si quieres, no creo que tarde mucho más —comentó la pegaso.

    —No, estoy bien así —alegó Gentle.

    Shiny volteó los ojos y continuó con su tarea.

    —No hay salida al otro lado —Muffled dijo de repente.

    Shiny pegó un respingo, dejando caer el tarro con la tinta. ¿Cuándo había vuelto Muffled?

    —El caso es… —continuó diciendo Muffed— que me suena mucho esta gruta. Probablemente yo haya ayudado en su apuntalamiento, hace ya muchos años —miró a Shiny, que estaba completamente manchada de tinta—. Oh, cariño… ¿pero qué ha pasado? —preguntó, y empezó a reírse de manera maternal.

    Gentle sacó la libreta y escribió "Ensuciarse de tinta es idóneo para hacer reír".

    Salieron las tres de la mina y descubrieron que ya había pasado la hora de comer. La mina era como un pasaje dimensional, pues el tiempo que transcurría dentro no parecía corresponder al paso del tiempo que había pasado fuera.

    Shiny y Gentle decidieron ir a comer al restaurante, aunque la pegaso se limpió antes con una toalla que le ofreció Muffled. En el restaurante se sentaron alrededor de una mesa y pidieron.

    —Hay que volver a la mina, a terminar de marcar las grandes gemas que hay que sacar —explicó la joyera.

    —De acuerdo —respondió la unicornio de dos colores.

    Comieron despacio. Gentle comía siempre así, pero Shiny masticaba con menos rapidez de lo normal, pues intentaba tardar el máximo tiempo posible. No quería estar mucho más tiempo con Gentle. No es que la unicornio fuese una pesada, sino más bien al contrario: era la falta de asertividad lo que la hacía insoportable a veces.

    —Bien, cuéntame algo —dijo Shiny al fin.

    —Estoy tomando nota mentalmente de cómo y con qué velocidad masticas —respondió Gentle—. Luego lo apuntaré en la libreta.

    —No, no estoy hablando de eso… —la joyera se llevó el casco a la cabeza, desesperada—. Deja la libreta. El hecho es que te debes integrar. Pareces una estatua que se mueve a mi lado.

    —Las estatuas no se mueven —aclaró la unicornio.

    —Me refiero a que hables —dijo Shiny—. A que hables y que dejes de mirar al vacío. Si dialogamos, el tiempo pasará más rápido, y haré mi tarea mejor. Necesito alguien que me dé conversación ahí abajo —en realidad el diálogo no le importaba demasiado, solo era una forma de evitar que Gentle estuviese constantemente parada, algo que ponía nerviosa a Shiny.

    —De acuerdo —respondió Gentle.

    Regresaron a la entrada a la mina, se volvieron a ajustar los cascos protectores y ésta vez solo bajaron las dos a la gruta, pues todavía faltaba de marcar casi la mitad de las grandes gemas para el pedido y al día siguiente Shiny quería empezar a restaurar la primera.

    —Bueno, ¿de qué quieres hablar? —dijo Gentle de repente.

    —No sé, propón un tema… —Shiny hablaba mientras observaba detenidamente la siguiente gran gema.

    —No se me ocurre ningún tema ahora mismo —expresó la unicornio.

    —Pues si quieres… no sé… Cuéntame tu historia —indicó la dorada pegaso.

    —¿Cómo? —preguntó Gentle.

    —Sí —la joyera la miró—, tu historia. No se mucho de ti, y me gustaría saber qué pasó… si quieres contarlo.

    —Pero… —Gentle clavó sus ojos en la pegaso.

    —Es por hacer más rápido el tiempo, recuerda —Shiny mostró una pequeña sonrisa—. Y tarde o temprano me lo tendrás que contar, así que este me parece un buen momento.

    La unicornio de dos colores se quedó pensativa durante un momento y finalmente negó con la cabeza.

    —No me gusta hablar de mí —declaró con un gesto mohíno.

    —¡Oh, vamos! —Shiny miró al techo durante un instante y volvió a echar un vistazo a la gran gema sobre la que estaba trabajando—. Seguro que todos los ponis de este pueblo saben tu historia. Pero yo no se lo estoy preguntando a ellos, te lo pregunto a ti. Si no quieres contármelo, mañana le preguntaré a Flashing, o a Knowledge, o a…

    —No serás capaz… —Gentle estaba entrecerrando los ojos, irritada.

    —Y me contarán la historia… con exageraciones —la joyera marcó una señal de "check" a la gran gema y volvió a mirar a la unicornio de dos colores—. Y será peor a como me la cuentes tú.

    —No, NO y ¡NO! —Gentle gritó y golpeó el suelo con rabia.

    Empezó a oírse un pequeño rumor, que fue creciendo poco a poco hasta convertirse en un gran estruendo. Shiny miró al techo y luego a Gentle, horrorizada.

    —¡DERRUMBAMIENTO! ¡CORRE! —chilló la pegaso.

    Pero era demasiado tarde: la entrada de la gruta estaba totalmente taponada. Y el polvo en suspensión que se había generado en esa parte de la caverna no hacía recomendable el acercarse al lugar de la catástrofe. Estaba atrapada, y con Gentle… Quizás tardarían varias horas en descubrir el derrumbamiento y aún más tiempo en liberarlas. Muchas horas… con Gentle.

    —Por lo menos no se nos ha caído encima —Shiny suspiró aliviada.

    Gentle estaba visiblemente nerviosa. Shiny sabía que el derrumbamiento había sido causado por el único ataque de rabia que Gentle había tenido en mucho tiempo… de hecho, era el primer ataque de ira que había tenido la unicornio de dos colores desde que ella la conocía. Quizás por eso la forma de ser de Gentle en realidad era un muro defensivo para impedir cosas como esa… o podría ser que, al no estar acostumbrada a enfadarse, la reacción al hacerlo había sido completamente exagerada y fuera de control, provocando el desprendimiento. En cualquier caso, ya no valía de nada culparla.

    —Parece que el taponamiento es extenso, así que tardarán bastante tiempo en poder abrir un hueco —la dorada pegaso se había acercado a la entrada tapada, libre ya de polvo, y estaba examinándola.

    —Empecemos entonces a abrir nosotras una —dijo Gentle desesperadamente.

    —Es mejor que no lo hagamos —respondió Shiny—. Iríamos muy lento, e incluso es posible que provoquemos otro derrumbamiento. Además, del otro lado se pondrán muchos ponis a hacer un agujero, y entre ellos estarán Muffled y sus mineros, que sabrán cómo hacer el agujero e incluso apuntalarlo para que podamos salir sin problemas… Pero tardarán bastante tiempo.

    —¿Y qué hacemos hasta entonces? —Gentle se tranquilizó ligeramente, comprendiendo que no iba a conseguir nada estando nerviosa.

    —Seguir lo que estábamos haciendo antes de que ocurriese esto… —dijo Shiny—, marcar las gemas y contarnos nuestras historias… ¡Yyy…! —Shiny miró fijamente a la unicornio— para que no te enfades, esta vez empezaré yo.

    La joyera se acercó a una gran gema. Por fortuna ninguna se había visto afectada, al menos por lo que ella veía, aunque quizás alguna hubiese sufrido un daño estructural, algo poco probable, teniendo en cuenta la dureza que tenían. Empezó a mirar escrupulosamente la gran gema que tenía delante. Efectivamente no le había pasado nada, lo cual era un alivio, pues se evitaba empezar toda la tarea de nuevo.

    —Nací… —empezó a decir la dorada pegaso mientras seguía analizando— en Canterlot, en una familia de joyeras. Soy la segunda de tres hermanos. Y la única yegua.

    —Aham —fue la respuesta de Gentle.

    —Mi familia es bastante pudiente, y proporciona joyas por toda Equestria —siguió explicando Shiny—. Incluso tienen entre sus clientes a la propia Princesa Celestia.

    —Aham —manifestó la unicornio de dos colores.

    —Bueno, en realidad es mi abuela la que proporciona joyas a la Princesa Celestia —aclaró la pegaso—. Es, con diferencia, la joyera más sabia de Canterlot.

    —¿Es la misma abuela a la que escribes tus cartas? —Gentle volvía a sentirse nerviosa.

    —Sí, eso es —Shiny pasó a otra gran gema, aunque entretanto miró a Gentle—. Pero no te preocupes, solo es información que ella me pidió.

    —De acuerdo… —respondió la unicornio, aunque todavía seguía nerviosa.

    —Pronto me llegó la inspiración de crear joyas —declaró la poni con alas—, teniendo en cuenta de que estaba rodeada de ellas. Si solo ves una cosa cuando giras la cabeza, esa cosa o te encanta o la odias, ¿sabes?... Afortunadamente en mi caso fue lo primero. Y empecé a crear joyas, diademas, anillos, gargantillas, colgantes e incluso pulseras de pata.

    —¿Al decir "crear" quieres decir que hiciste también los diseños? —preguntó Gentle.

    —Sí, diseñé esas joyas yo misma. Tengo algunos bosquejos en casa, me traen viejos recuerdos —Shiny pasó a una tercera gran gema—. Pero no se vendía ninguno de mis diseños, a pesar de que alguno de ellos incluso ahora me parece bueno. Hasta que un día llegó mi abuela y me dijo…

    —Shhh… Espera —chitó Gentle, mientras se acercaba al taponamiento.

    —…"¿ién?" —se oía una voz muy atenuada. Shiny se acercó también a la entrada— "¿Estáis bien?" —se escuchaba un poco más alto. Era Muffled Yell.

    —Estamos las dos bien —contestó la unicornio.

    —Apenas os oigo. Alzad un poco la voz —dijo la jefa de mineros, desde el otro lado del derrumbe. Por fin venían a salvarlas.

    —¡Digo que estamos bien! ¡Las dos! —Gentle subió la voz, pero sin gritar.

    —¡Gracias a Equestria! —Muffled habló de forma más aliviada—. ¡Tranquilas, os sacaremos de ahí! ¡Voy a buscar ayuda! ¡Pero no os mováis, no quiero que haya otro derrumbamiento! ¡Y quedaos en medio de la gruta, ahí hay menos posibilidad de que os caiga un cascote encima! —y Muffled marchó a buscar refuerzos.

    —Bueno, continuemos —declaró Shiny.

    —¿Continuar? Pero si nos van a sacar pronto de aquí —Gentle seguía nerviosa.

    Shiny se extrañó: Gentle parecía una poni distinta. Normalmente esta conversación debería haber sido al revés: Shiny presa del pánico y Gentle calmando la situación… Shiny estaba calmada porque estaba en su elemento, pero no comprendía el nerviosismo de la unicornio. ¿Acaso era porque temía contar su historia y veía inevitable el hacerlo? Pero no quería presionar a Gentle. Si ella no quería contar su historia, tampoco iba a ser el fin del mundo.

    ¿O quizás lo que aterraba a Gentle era el estar ahí encerrada? ¿O estar junto a Shiny? No, eso último no podía ser, pues entonces no tenía sentido haberle pedido acompañar todo el día.

    —Gentle —dijo al fin —, si no te importa, continuaré la historia —Shiny estaba dispuesta a hacer más llevadero el tiempo que estuviesen ahí—. ¿O prefieres una canción?

    —No, por favor. No me gustó… —respondió rápidamente Gentle.

    —¿Cómo dices? —la pegaso se sorprendió.

    —¿Recuerdas el otro día, cuando chocaste tres veces conmigo? —preguntó la unicornio de dos colores—. La primera vez fue porque… me quedé petrificada al escuchar cómo… "cantabas".

    —¿Tan mal lo hago? —inquirió Shiny, sorprendida.

    —No quise decir nada en la comida de la amistad, pero… —Gentle se acercó a la joyera— digamos que si algún día hay que cantar, tú deberías leer la letra, nada más.

    Shiny miró hacia el suelo, avergonzada. Ahora comprendía las miradas de asombro que pusieron todos ese día. Se armó de valor y, alzando la vista de nuevo, dijo sonriendo:

    —Pues seguiré con la historia, si no te importa.

    —De acuerdo… —Gentle parecía perdida otra vez.

    Se alejaron de la zona derrumbada y Shiny continuó hablando, mientras retornaba a su tarea:

    —¿Por dónde iba?... —la joyera escrutó otra gran gema—. ¡Ah, sí! Mi abuela… Mi abuela llegó un día con un pedido especial para el Palacio Real. Pero era un pedido muy grande… mordió más de lo que podía tragar. Y el único de la familia que tenía tiempo libre era yo, así que la ayudé.

    —¿Y qué pasó? —Gentle volvió a interesarse.

    —Conseguimos entregar a tiempo el pedido —dijo Shiny—. Y, aunque me encargué de las piezas más básicas, el amor hacia mi abuela con las que imprimí cada joya hizo que se viesen realmente espectaculares. Y, desde entonces, la relación entre mi abuela y yo se hizo muy estrecha.

    —Bonita historia —la unicornio estaba más tranquila—. Continúa.

    —Esa misma noche apareció mi Cutie Mark —Shiny mostró su grupa, donde se veían dos anillos entrecruzados, formando un corazón—, y mi abuela me enseñó todo lo referente a joyería y restauración que sé ahora.

    La joyera paró durante un instante. Parecía oírse de nuevo un temblor, pero paró. Esperó un poco más y, viendo que solo era un ajuste de terreno, continuó.

    —Como mi hermano mayor ayudaba a mis padres en la tienda —siguió hablando— y mi abuela se vio relegada a hacer trabajos menores en Palacio, yo no tenía cabida en la tienda, así que estuve ahorrando y, junto con un poco de dinero que me prestó mi abuela, compré un carrito para llevar joyas… es ese carrito que está detrás de mi casa… y, llenándola con todas las joyas que hice, me dediqué a ir de pueblo en pueblo a venderlas.

    —Es una historia preciosa —Gentle miraba fijamente a Shiny, torciendo la boca de tal forma que asemejaba una sonrisa, pero que lo único que logró fue hacer recorrer un escalofrío en la espalda a Shiny.

    —Pero… —continuó Shiny— no vendí mucho que digamos. Un anillo en Canterlot, otro en Hoofington, una pulsera de pata en Fillydelphia y una diadema en Ponyville. Y entonces llegué aquí, a Northwest Mines Town… y bueno, ya sabes el resto de la historia.

    —Me ha encantado, de verdad —contestó Gentle, asintiendo.

    —Poco más te puedo contar de mí… —Shiny no quería presionar a Gentle, y no quería tampoco enfrentarse a ella, así que continuó hablando—. Mi color preferido es el rojo, mi sueño es ser joyera de Palacio y conocer a la Princesa Celestia, pues nunca la he visto personalmente, solo en fotos y en dibujos… Bueno, en Ponyville casi la veo… en vivo, pero como no podía separarme de mi puesto, y había muchos ponis en medio, perdí la oportunidad. Espero poder tener pronto otra ocasión para verla mucho mejor…

    Sigamos: No tengo un semental que me esté esperando en ningún lado… Y, terminando ya, debo decir que, por capricho, los colores de mi Cutie Mark son los mismos que los colores de mi cuerpo, ojos y crin.

    —Eso ya lo sabía —cortó Gentle—. Estaba ahí cuando Look Talker hizo esa observación, ¿recuerdas?

    —Sí, es verdad… —Shiny sacó lateralmente la lengua mientras sonreía.

    —Ya has terminado, ¿no? —preguntó la unicornio.

    —Sí, creo que eso es todo —respondió la joyera.

    —Y querrás que yo cuente ahora mi historia, ¿verdad? —inquirió Gentle.

    —Bueno, si no quieres… —Shiny quedó pensativa, sin saber qué hacer.

    —Pues lo haré —dijo la unicornio de dos colores, totalmente decidida—. Total, hay que esperar aún bastante tiempo. Es un tema tan bueno como cualquier otro… y no quiero que te lo cuente otro poni, usando exageraciones y mentiras.

    Shiny no podía creérselo. La impertérrita Gentle daba su pata a torcer y abdicaba. Así que se acomodó junto a una gran gema. Gentle hizo lo mismo, acomodándose a su vez frente a la pegaso. Iba a ser una historia apasionante, de eso Shiny estaba segura.

    —Verás… —empezó a decir Gentle—. Hace muchos años yo era una potrilla prometedora. Era todo lo contrario a lo que soy ahora. Incluso tenía un solo color de pelaje: un hermoso blanco. Mi comportamiento era como el de Flashing, incluso aún más traviesa, pero mi mente tenía hambre de conocimientos. Necesitaba aprender más y más, y la magia me atraía especialmente.

    Hice todo lo posible e imposible para entrar en la escuela de magia de Canterlot… Ya ves, incluso una potrilla de este pueblo podía tener sueños tan alejados.

    —No, está bien —aclaró Shiny.

    —Mis padres pagaron el viaje y la audición para la escuela de magia —continuó explicando la unicornio—, e hice todas las magias que pude: transformé un huevo en una gallina, cambié los colores del papel de una pared, pinté un cuadro mágicamente… Y me admitieron. "Nunca antes hemos visto un poder tan avanzado en una potrilla-unicornio", dijeron.

    —Continúa, continúa —la joyera estaba expectante.

    —Obtenía las notas más altas en todas las asignaturas —los ojos de Gentle comenzaron a brillar según rememoraba la historia—. Era increíble. Todo el mundo estaba asombrado, incluso los profesores. Simplemente la magia que recorría mi cuerno era especialmente poderosa. De hecho el director de la Escuela me dijo que solo la Princesa Celestia tenía más poder que yo en toda Equestria.

    —Maravilloso —Shiny se imaginaba a Gentle con el cuerno completo, haciendo magia muy poderosa sin inmutarse.

    —Pero no dejé que ese comentario se me subiera a la grupa —la unicornio subió ligeramente el tono de voz—. Quería ser profesora de magia, o incluso asistente de la propia Princesa Celestia… pero sobre todo quería ayudar a los demás. Y un día un profesor me dijo que se iba a celebrar una audición importante en el que la Princesa Celestia estaba interesada.

    —Y la hiciste, ¿verdad? —preguntó la pegaso.

    —Sí, me presenté para la audición —expresó Gentle—. Tenía que competir con otros unicornios, y la prueba se haría en tandas de dos a la vez. E incluso se presentó una recién llegada, cuyo poder mágico prometía bastante. Nunca se me olvidará su nombre: Twilight Sparkle —curiosamente la unicornio usó, al decir el nombre, un tono de admiración.

    —¿Qué pasó? —Shiny estaba intrigada.

    —Todo iba bien —dijo Gentle—. Las pruebas eran típicas: amaestrar un tigre de piedra, coger mágicamente un diamante de un cubo de lava… Cosas fáciles. Hasta que llegué a la prueba de la transmutación. Tenía que convertir la piedra en oro puro. Algo extremadamente difícil. Sin duda, trabajar para la Princesa Celestia era una tarea especial.

    —Continúa, por favor… —la joyera estaba muy interesada en la historia.

    —Ese hechizo exigía muchísimo poder —explicó Gentle—, de hecho era el segundo hechizo más difícil del que tenía conocimiento, solo superado por el de la incubación mágica de un huevo de dragón. Y empecé la prueba con dudas. No esperaba una prueba de esa dificultad, y, francamente, no sabía si podría lograrlo.

    Shiny miró de forma enternecedora, animando a continuar la historia.

    —Me concentré todo lo que pude y empecé el hechizo —la unicornio de dos colores miró fijamente a Shiny—. Notaba cómo la piedra se hacía más y más compacta, y también más y más pesada. Aunque eso solo era el principio. Necesitaba crear una composición exacta, la del oro, y eso solo se aprendía mediante los libros de mineralogía, no de magia… libros que apenas miré a lo largo de los años. Pero sabía que podía lograrlo…

    La pegaso golpeó ligeramente la pata delantera derecha contra el suelo, deseando más y más.

    —Y lo habría logrado —Gentle bajó la mirada durante un instante—, de no ser por un resplandor que de repente entró por la ventana, desconcentrándome. La roca que estaba transmutando se deshizo delante de mis ojos y no pasé la prueba. Mis deseos se vieron truncados cuando estaba muy cerca de hacerlos realidad… Pero eso no fue lo peor. Había trasmutado algo, pero no fue la roca, sino mi cuerpo. Tenía una parte rosa y otra naranja. Mi color original había desaparecido.

    —Qué pena —Shiny se entristeció.

    —Fue imposible hacer volver mi cuerpo a su color original —dijo la unicornio—. Incluso la propia Princesa Celestia lo intentó, sin éxito. Así que me resigné a tener que cargar con ese problema durante el resto de mi vida. Aunque ya hace tiempo que me he acostumbrado a este cuerpo, y ahora me resulta incluso agradable tener dos colores… —se acercó a Shiny y dijo, sonriendo con complicidad—. Y, entre nosotras, me resulta gracioso ver cómo intentan venderme complementos que combinen con mi cuerpo.

    —Jajaja —la pegaso rió, imaginándose la escena.

    —He de decir que la ganadora de la audición fue Twilight Sparkle, que actuó a la vez que yo… —siguió explicando Gentle—, porque parece ser que ese resplandor, en vez de perjudicarla, ayudó a que hiciese el hechizo de su prueba… precisamente el de incubación de un huevo de dragón, el hechizo más avanzado del que yo tenía conocimiento. Y lo había logrado una aspirante a la Escuela de Magia. Sin duda estaba destinada a superarme, cosa que tarde o temprano habría pasado con algún unicornio.

    —Creo que ahora está en… —dijo Shiny.

    —Sí, está en Ponyville haciendo una investigación o algo así… —cortó la unicornio de dos colores—. Pero continuemos…

    —Por supuesto, por supuesto —la joyera volvió a sentirse expectante.

    —Me faltaba poco para terminar la carrera —habló Gentle—, así que aguanté las risas y comentarios de los compañeros, y acabé con las mejores notas que jamás había dado la escuela de magia… pero, a cambio, todo el mundo me rehuía. Las que antes eran mis amigas, se apartaban, y los que antes me pedían ayuda, huían aterrorizados. Así que, totalmente apenada, volví aquí, pues sabía que no tenía ya futuro en Canterlot, pues todo el mundo me veía como un monstruo.

    —Qué triste… —se lamentó Shiny.

    —Pero cuando llegué aquí, todo fue a peor —curiosamente la unicornio de dos colores no expresó tristeza en la explicación—: mis padres renegaron de mí. Para ellos yo me había convertido en una abominación. Y se marcharon por la noche, totalmente avergonzados… para no volver jamás. Por mucho que los he buscado, no he sido capaz de encontrarlos, pero aún albergo la esperanza de hacerlo.

    Shiny tenía los ojos humedecidos por la tristeza, pero no quería perderse el final de la historia.

    —Imagínate la escena —Gentle seguía hablando, impertérrita—: una joven yegua de dos colores en un pueblo pequeño, cuyos padres la habían repudiado y habían desaparecido por la noche... Estaba completamente aterrada. Y estaba segura de que todos me echarían la culpa de todos los problemas. Debía irme, escapar, exiliarme. No estaba a salvo en Northwest Mines Town. Y todo había sido por culpa de la magia. Así que hice lo único que podía hacer… algo de lo que me he arrepentido desde hace mucho, mucho tiempo.

    —¿Qué hiciste? —preguntó Shiny, aunque ya sabía que la respuesta iba a ser triste.

    —Me puse delante de un espejo, cogí mágicamente una lima de cascos y… —la unicornio bajó la mirada— me limé el cuerno hasta que no tuve poder suficiente y la lima cayó inerte sobre la mesa, junto a mis lágrimas. Estaba renegándome a mí misma, y créeme, eso es lo peor que puede haber.

    Shiny empezó a llorar. Era una historia tan dolorosa, tan conmovedora… E instintivamente abrazó a Gentle y lloró sobre su hombro. No quería creer en una historia así. Ahora sabía por qué todo el mundo respetaba a Gentle. Era la poni más fuerte que jamás había conocido. Era verdaderamente especial, y Shiny se alegraba de poder llamarla "Amiga".

    —Shiny —Gentle apartó suavemente a la pegaso—, tranquila. De eso hace ya bastante tiempo. Afortunadamente la gente aquí no se asusta fácilmente y me aceptó. Solo tengo el problema de que no puedo hacer magia.

    —¿No puedes hacer magia? ¿En serio? —preguntó Shiny, sonriendo de alivio—. Pero si todas sab…

    En ese momento sonó un estruendo. Estaban intentando destapar el taponamiento, pero hacían demasiado ruido. ¡Podrían provocar otro derrumbamiento…! Y así ocurrió cuando oyeron otro estruendo instantes después del primero.

    Los cascotes caían por todas partes. Tanto Shiny como Gentle miraban al techo para esquivar los peñascos. Solo así podían saber dónde caería la siguiente roca. Afortunadamente no sonaron más estruendos. Seguramente los mineros habían comprendido que los ruidos y las vibraciones eran demasiado fuertes, o quizás habían avanzado lo suficiente y empezarían a usar instrumentos manuales para seguir progresando.

    Entonces, de repente, chocaron las dos entre sí y cayeron. Shiny miró instintivamente al techo... una roca demasiado grande se dirigía directamente hacia ellas. No había tiempo para esquivarlo. No podía hacer nada.

    En ese momento, alrededor de las dos ponis, una semiesfera de color rojo intenso se formó. La roca chocó contra ella y se deslizó hacia un lado, dejándolas fuera de peligro.

    Shiny miró a Gentle, quién estaba haciendo un esfuerzo increíble, a juzgar por la expresión de su cara. Su cuerno estaba restaurado y brillaba muchísimo. De hecho, Shiny nunca había visto nada parecido, de tan puro y luminoso que era el resplandor. Sin embargo, una mirada más atenta la hizo descubrir que en realidad el cuerno restaurado de Gentle no era más que una proyección mágica, pues el verdadero cuerno roto seguía ahí.

    De repente el cuerno mágico desapareció, y Gentle Colors, totalmente exhausta, se desmayó.

    Shiny se acercó a ella, se sentó al lado y se puso la cabeza de Gentle sobre el regazo. Decidió que ahora sería ella la que cuidaría de esa unicornio… Ahora sería ella la que cuidaría de su amiga. Acarició la crin de Gentle y, mirándola de manera enternecedora, Shiny dijo en voz baja:

    —Shhh. Tranquila, ahora estás en buenos cascos. Vamos a salir de aquí, ya lo verás…

    Y sus ojos dejaron escapar unas lágrimas a la vez que sonreía, mientras mecía su propio cuerpo para tranquilizar a su amiga, y también para serenarse a sí misma.

    Pero tenía que ser fuerte, por ella y por Gentle. Esa coraza emocional que había construido la unicornio sobre sí misma era demasiado cruel. Y hoy, cuando Gentle le había pedido ayuda para eliminar parte de ese blindaje, Shiny se había desesperado. "Nadie nace aprendido", se dijo. Y era el momento de enseñar a Gentle la verdadera amistad.

    Se cargó, como pudo, el cuerpo inerte de Gentle sobre la espalda, y voló al lado de una gigantesca roca estable, que parecía el lugar más seguro de la gruta, además de que estaba a distancia suficiente del derrumbamiento. Volvió a echar cuidadosamente a Gentle en el suelo y, poniéndole su cabeza de nuevo sobre el regazo, le acarició la crin por segunda vez.

    Eso hizo que, poco a poco, Gentle recuperase la consciencia. Shiny la recibió con una gran sonrisa.

    —Bienvenida, Gentle —dijo.

    —¿Qué ha pasado? —Gentle estaba desorientada.

    —Usaste tu magia y nos salvaste —Shiny señaló la roca sobre la que estaba apoyada, que casualmente era la que casi les cayó encima antes.

    —¿Mi magia? Oh, vaya… —la unicornio miró hacia el suelo, aunque su cabeza seguía apoyada sobre el regazo de Shiny. Se acomodó aún más en esa posición y miró a los ojos de la pegaso—. Siento haberte mentido.

    —¿Mentido? —Shiny sonrió—. Supongo que el motivo de tanta meditación era volver a recuperar tu magia.

    —Estás en lo correcto —alegó Gentle.

    —Porque ya lo dijiste antes: "Hice algo de lo que todavía estoy arepintiéndome" —dijo la joyera.

    —Es que… una unicornio sin magia… —intentó explicar la unicornio de dos colores.

    —Esa es Flashing Hooves… —expresó Shiny, sonriendo de nuevo.

    —Quiero decir… una unicornio con una magia tan fuerte… y sin magia… —susurró Gentle.

    —Sé lo que quieres expresar —dijo la dorada pegaso.

    —No quiero ser una carga para mis amigas —la unicornio se entristeció.

    —No lo eres… —Shiny sonrió aún más fuerte.

    —Ni para nadie… —Gentle miró directamente hacia los ojos de Shiny, como pidiendo perdón.

    —No lo eres… —la joyera le devolvió la mirada, expresando cariño.

    —Y quiero ayudaros en todo cuanto me sea posible —Gentle empezó a animarse ligeramente.

    —Ya lo haces… —dijo Shiny, de forma maternal.

    —Y si tengo que usar magia, no quiero desmayarme y ser una carga para vosotras —Gentle volvió a mirar a los ojos de Shiny, animándose.

    —Sé que lo lograrás… —la pegaso también se animó.

    —Aunque debo reconocer que cada vez mis desmayos son más cortos —Gentle sonrió levemente.

    —Lo sé, en la ciudad de nubes, cuando creaste esa red, estuviste más tiempo sin sentido —comentó Shiny.

    —¿En la ciudad de nubes? O sea, que sabías que fui yo… —Gentle volvió a mirar al suelo, apenada.

    —Todas lo sabíamos, pero no quisimos decirte nada —dijo la poni con alas—. Si lo querías mantener en secreto, por algo sería.

    —Quería mostraros mi magia cuando estuviese totalmente recuperada —la unicornio volvió a mirar a Shiny.

    —No te preocupes, primero vamos a salir de aquí —comentó Shiny, con entereza—. Y muy pronto lograrás hacer magia sin desmayarte. Entre todas te ayudaremos, de eso estoy segura.

    —Te lo agradezco… Os lo agradezco a todas —Gentle tenía los ojos humedecidos—. A cambio, yo promet…

    —¡Las veo, las veo! —gritó un minero de Muffled, que estaba mirando por un agujero hecho en la parte superior del taponamiento.

    Rápidamente las dos yeguas se incorporaron, expectantes. Por fin iban a poder salir de ahí y, lo más importante de todo, por fin su amistad se había hecho muy estrecha. Estaban orgullosas la una de la otra…

    Pronto el agujero se hizo más y más grande y se apuntaló. Muffled probó a entrar y a asegurarse de que el lado interior de la obstrucción era estable. Cuando lo comprobó se acercó a las dos y las abrazó, con lágrimas en los ojos.

    —Menos mal que estáis bien… —dijo—, de verdad… Estoy tan feliz…

    —Y nosotras también —respondió Gentle, mientras abrazaba a la jefa de mineros.

    —Eso… es… —Shiny abrazó a Muffled, y rompió a llorar.

    Gentle fue la última en salir por el agujero y fue recibida con expresiones de júbilo y pateos en el suelo, a modo de aplausos, y también le dedicaron felicitaciones. Shiny, a su vez, estaba abrazando a todos los rescatadores, aunque en ese momento se dio la vuelta y empezó a patear también el suelo. Al fin estaban a salvo. Toda la angustia que habían vivido las dos ahí dentro era ya un mal recuerdo. Aunque había algo que iba a atesorar en su corazón por siempre, y era los sentimientos vividos junto a Gentle.

    Cuando la unicornio tocó el suelo firme, ella y Shiny se fundieron en un abrazo. Más tarde, después de proporcionarles agua, fueron escoltadas a la salida por Muffled y por casi todos los mineros, excepto unos pocos que empezaron a despejar el derrumbe, y abandonaron la mina, siendo ya de noche.

    Absolutamente todo el pueblo estaba rodeando la entrada de la mina. Y todos comenzaron a pisotear el suelo cuando las vieron. El sonido era atronador pero reconfortante. Los corazones de las dos ponis se pusieron a cien, llegando a coincidir con el traqueteo de las pisadas. Era todo un espectáculo, y era realmente sobrecogedor.

    Shiny empezó a lloriquear. Todo el mundo se había preocupado por ellas dos… y las que más fuerte pisaban el suelo eran sus amigas. Shiny y Gentle se acercaron a las demás y todas se fundieron en un cálido abrazo, presas de la emoción.

    Un poco más tarde fueron llevadas a la enfermería, y allí comprobaron que únicamente tenían rasguños. Después se asearon en las duchas colectivas de los mineros.

    —Bueno… —empezó a decir Shiny mientras se duchaba—. No sé tú, pero yo tengo un montón de hambre.

    —Yo también —expresó Gentle—. Seguro que es por la tensión liberada.

    Alguien debió de escucharlas, porque cuando salieron limpias las llevaron, entre los aplausos y vítores de todos los ponis, que aún seguían todos ahí, al restaurante.

    —Debéis comer algo —indicó Muffled—. Estuvisteis mucho tiempo ahí dentro y solo vosotras sabéis el hambre que tenéis —y, dirigiéndose al cocinero, que acababa de llegar del corro que rodeaba la puerta de la mina, le dijo—. Esto corre de mi cuenta.

    —En absoluto —contestó el cocinero—. No voy a cobrar nada por esto.

    Muffled Yell asintió satisfecha, miró a Shiny y a Gentle y les sonrió. Después se marchó.

    —Esperad un momento, que encienda todo y os atiendo… —dijo el cocinero, un poni marrón con la Cutie Mark de una espumadera y un cucharón—, y no os cortéis en pedir lo que queráis. Os lo habéis ganado.

    Y cenaron como nunca. Decidieron pedir las recomendaciones del chef, y ciertamente eran deliciosas.

    —Mañana voy a restaurar las grandes gemas —Shiny decidió romper el hielo—. ¿Me ayudarás a hacerlo?

    —Después de lo que ha pasado, ¿vas a continuar con el pedido? —preguntó Gentle.

    —Por supuesto —respondió la dorada pegaso—. El pedido no se hará solo. Pero necesitaré que estés ahí.

    —Sí, te ayudaré —dijo la unicornio.

    —Y te voy a enseñar cómo restaurarlas —explicó Shiny—. Necesito a alguien más que me ayude con esa tarea, ¿y quién mejor que una gran amiga para estar a mi lado?

    —Es todo un honor —Gentle sonrió—. Y lo haré lo mejor que pueda.

    —Estoy seguro que lo harás perfectamente —la joyera también sonrió.

    Y siguieron cenando.

    —¿Te puedo preguntar algo, Gentle? —Shiny volvió a romper el hielo.

    —Por supuesto —alegó la aludida.

    —Quizás es una pregunta un poco personal, y no quiero incomodarte —la pegaso bajó levemente la mirada.

    —Después de lo que ha pasado ahí abajo, no creo que me disguste fácilmente —dijo Gentle—, así que pregunta.

    —De acuerdo —Shiny volvió a mirar a Gentle—. Antes de ocurrir todo… mientras Muffled estaba mirando la gruta… te vi temblar de miedo…

    —Y quieres saber por qué, ¿no? —preguntó la unicornio.

    —Si no te molesta, claro —la joyera sonrió tontamente.

    —Verás… es parte de la historia, una parte que aún no he contado… —indicó Gentle—. Y lo voy a hacer ahora.

    Shiny se acomodó en el asiento.

    —Continúa —dijo.

    —Bueno, después de limarme el cuerno, estaba decidida a exiliarme —explicó la unicornio de dos colores—, e iba a hacerlo esa misma noche. Así que empecé a recoger mis enseres, una foto de mis padres y lo metí todo en unos zurrones dobles que puse sobre mi grupa. Y salí a la calle.

    —Aham —Shiny estaba muy atenta.

    —Ahí, en mitad de la calle, había una pequeña potrilla, tan joven que no tenía aún su Cutie Mark —Gentle miraba fijamente a Shiny—, aunque estaba sola y perdida. Se acercó a mí, lloriqueando. ¿Qué iba a hacer yo? ¿Iba a irme, abandonándola a su suerte? Decidí subirla a mi lomo y, haciendo giros y trotes, logré hacerla reír.

    —Qué tierno… —los ojos de la pegaso volvieron a humedecerse.

    —Fuimos juntas de casa en casa hasta que encontramos a su familia —la unicornio siguió explicando—. Al principio, en cada casa se sorprendieron por mi aspecto pero, en cuando vieron que mi intención era ayudar a una potrilla, se unieron en la búsqueda. Al final, más de medio pueblo investigaba el paradero de los padres, hasta que su familia apareció.

    —Ohhh… —Shiny se emocionó.

    —Y, viendo que para los habitantes de este pueblo lo importante no es el aspecto, sino los actos, decidí quedarme —entonces Gentle calló. Había terminado la historia.

    —¿Y qué tiene que ver eso con que tiritases de miedo en la mina? —preguntó Shiny.

    —Pues porque tú me recordabas a la potrilla —aclaró Gentle—. Necesitas encontrar a tu familia, aunque en realidad la tienes muy cerca —la unicornio movió su pata, haciendo una panorámica, a través de la ventana, de todo el pueblo—. Pero yo temblaba porque no podía ayudarte, ya que es algo que tenías que ver por ti misma. Y lo has hecho muy bien.

    Shiny asintió.

    Y siguieron comiendo.

    —Por cierto… —la unicornio dijo de repente mientras sacaba algo del zurrón. Era la libreta— ¿Te parece bien hacerme el examen ahora?

    —Estás aprobada, con honores —Shiny sonrió.

    —¿No vas a hacérmelo? —preguntó Gentle.

    —No. Y no quiero que cambies. Eres perfecta tal como eres —dijo la pegaso.

    —No lo soy —espetó la unicornio de dos colores.

    Shiny puso, cariñosamente, su casco sobre el de Gentle. Y ésta le correspondió poniendo su otro casco sobre el de Shiny.

    —Eres necesaria en el grupo, lo sabes —dijo cariñosamente la joyera—, y nos complementas a todas.

    —¿Y cómo os complemento? —preguntó Gentle—. Soy tan diferente a todas vosotras…

    —Eres la voz de la conciencia y el faro de la razón en el que nos queremos reflejar —expresó Shiny.

    —¿Así me veis? —inquirió la unicornio.

    —Por supuesto, así te vemos. Todas —Knowledge estaba en la puerta del restaurante, junto a Flashing, Feather y Shadow.

    Rápidamente Shiny y Gentle separaron sus cascos, ruborizadas.

    —Al fin nos han dejado pasar —se quejó Flashing—. Decían no sé qué de dejaros tranquilas… y nosotras queríamos estar con vosotras dos.

    —Flashing, Muffled sabe bien lo que hay que hacer en estos casos. Y hay que respetar sus decisiones —Shadow miró a la potrilla con un gesto serio, aunque sonrió al final.

    —Me alegra veros sanas y salvas —Feather sonreía.

    —Vosotras sois amigas de ellas, ¿no? —preguntó el cocinero. Asintieron todas—. De acuerdo, pues sentaros y pedid lo que queráis. Invita la casa.

    Y todas cenaron. Y se divirtieron. Primero en la cena, y después en el baile de celebración que hubo más tarde.

    Era ya el día siguiente y, tal y como había prometido Shiny, Gentle y ella estaban restaurando grandes gemas…

    —Y extiendes el ungüento de esta manera, ¿ves? —Shiny estaba terminando el último paso de la restauración.

    —No parece tan difícil. Está bien, pásame el frasco —Gentle estaba a su vez delante de otra gran gema.

    Cuando recibió el linimento, la unicornio extendió un poco sobre su gran gema y lo extendió exactamente igual que había hecho momentos antes Shiny sobre la suya. El resultado fue el esperado. La pegaso sonrió: habían restaurado dos grandes gemas, y sin apenas esfuerzo. A ese ritmo harían efectivo el pedido de Manehattan en menos de la mitad del tiempo requerido, lo cual era muy bueno, pues seguramente recibirían cada vez más y más pedidos.

    —¿Quieres probar otra vez? —preguntó Shiny.

    —¿Te refieres a intentarlo de nuevo? —inquirió a su vez Gentle.

    —Sí —respondió la joyera, con una gran sonrisa—. Me divierte hacerlo, y más estando en buena compañía…

    La unicornio de dos colores accedió con un movimiento de cabeza, y empezaron a restaurar dos grandes gemas más.

    Caía ya la tarde cuando decidieron, entre las dos, hacer una carta a la abuela de Shiny:

    "Querida abuelita:

    A veces tiene que ocurrir algo extraordinario para que dos amigas encuentren la verdadera amistad que hay entre ellas. Gracias a los elementos externos, nos hemos dado cuenta que hay elementos internos entre dos ponis que se compenetran a la perfección. Y en eso consiste la amistad, en compenetrarse y en apoyarse mutuamente, sacando lo mejor del conjunto… y mejorando las debilidades hasta llegarlas a convertir en virtudes.

    Con cariño, tu nieta Shiny Eyes."

    FIN DEL CHAPTER 1x04

    6. 1x05 - Cutie Marks

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x05

    Cutie Marks

    —No puedo creérmelo —Knowledge se quejaba—. ¿Por qué tengo que ser yo?

    —Eres la indicada para hacerlo —respondió Muffled.

    —Pero… con la cantidad de ponis que hay en el pueblo, ¿no puede ser otro? —suplicó la historiadora.

    —No. Así lo hemos decidido —Magic Sales fue tajante.

    —Pero tengo muchas cosas que hacer… —Knowledge imploró.

    —Lo sabemos, y por eso esas tareas las compartirás con tus amigas —comentó Wise Words.

    —Sería rebajarme… —rogó Knowledge.

    —Eres la historiadora del pueblo… —indicó Look Talker, mediante movimientos oculares—, entra dentro de tus tareas.

    —Pero… —la blanquecina poni de tierra no sabía cómo continuar.

    —Por favor… —Disarming Smile empezó a hacer "La expresión".

    —¡Está bien! ¡Está bien! —Knowledge se tapó los ojos—. Haré el censo de habitantes.

    Y, con los ojos aún tapados, se marchó de la plaza de la estatua caminando hacia atrás.

    Todos los miembros del Consejo se miraron entre sí, satisfechos, pero Disarming Smile todavía mantenía "La expresión"… Así que Look Talker miró rápidamente al suelo, Muffled y Magic pusieron gesto de repulsa… y Wise Words miró fijamente a Disarming y visiblemente contrariado, exclamó:

    —Deja… de hacer… eso.

    De forma fulminante, Disarming cambió la expresión a tristeza y se echó en el suelo, soltando un gemido como el de un perro afligido.


    —¿Qué haces? —preguntó Flashing, abordando a Knowledge en la calle.

    —Estoy haciendo el censo de habitantes —respondió ésta—. Es… —puso un tono irónico— algo primordial.

    —¿Y para eso necesitas tanto equipo? —inquirió la unicornio, señalando el flanco derecho de su amiga.

    Knowledge portaba un zurrón del que asomaba una regla, un telescopio, un compás, una brújula y material de repuesto.

    —Es por si acaso… —entonces la historiadora rebuscó entre los cachivaches del zurrón y sacó algo, que sujetó sobre las patas delanteras—. Veamos… —Knowledge miraba un papel, que contenía unos recuadros, en cuya cabecera podía leerse "Casa / Habitante / Sexo / Color pelaje / Color crin / Color ojos / Cutie Mark / Otros"—. Empezaré por aquí —dijo finalmente, señalando la casa más alejada de la mina.

    Flashing permaneció quieta, dejando a la historiadora hacer su tarea. Ésta se dirigió a la casa mencionada, sacó una redoma de tinta y una pluma del zurrón y llamó a la puerta. Un semental abrió y empezó a hablar con ella. Mientras conversaban, Knowledge garabateaba en el papel. Poco después la poni de tierra se inclinó ligeramente, mientras expresaba un agradecimiento por el tiempo y la información, y se dirigió a la siguiente casa, del mismo lado de la calle.

    La potrilla hizo entonces una panorámica del pueblo. La cantidad de viviendas era bastante grande: últimamente se habían construido bastantes, y las que en su día estaban abandonadas, se habían restaurado y ocupado. Todas menos la casa de "La abuela Terror". Era una casa encantada, como solía haber en casi todos los pueblos. Y, aunque Flashing había entrado muchas veces a esa morada en concreto, nunca había ocurrido nada de lo que se hubiese podido arrepentir.

    Sin embargo, sabía que Knowledge tendría mucho trabajo en el censo. Cuando Flashing volvió a centrar su vista en ella, ésta resoplaba delante del portón de la siguiente casa y llamó a la puerta, pero nadie respondió.

    La historiadora se sentó y miró al suelo, apesadumbrada.

    —Esto me va a llevar tooodo el día —se quejó.


    Abrió los ojos y la luz le cegó, obligándole a cerrarlos de nuevo. Lentamente volvió a abrirlos, hasta acostumbrarse al resplandor que inundaba sus pupilas. Miró alrededor. Solo había rocas. ¿Qué había pasado? No recordaba absolutamente nada. Alzó los cascos delante de sus ojos. Sí, seguía siendo un poni. Un grisáceo poni. "Todo está bien. Todo va a salir bien", pensó.

    Se incorporó poco a poco. ¿Cómo había llegado hasta ahí? Parecía que estaba en un camino de tierra. "Bien, un camino indica poblaciones", se dijo a sí mismo. Pero tenía que elegir un sentido. Volvió a mirar alrededor. No se veía ninguna casa cercana, pero encontró un palo reseco. Lo cogió, lo puso sobre una punta y lo soltó, dejándolo caer. Miró la dirección que señalaba la punta... era la dirección que iba a tomar.

    Empezó a trotar lentamente, pues tenía que acostumbrarse otra vez al movimiento. El camino estaba desierto, pero tenía huellas… era una gran señal, ya que esas huellas podrían conducir a su salvación. Giró un recodo. Después otro. Y posteriormente otro. Entonces, a lo lejos, vislumbró un pueblo, aunque en realidad más bien era una sucesión de casas que llevaban, según su forma de embudo, a una montaña. Quizás ahí le ayudasen, pues no recordaba nada, absolutamente nada.

    Aceleró el trote hasta convertirlo en un galope, seguro de que recibiría ayuda. Tropezó y empezó a rodar sobre el suelo. Todavía estaba torpe y débil. Y ahí se quedó, en mitad del camino, todavía algo lejos de esa aldea… su salvación. Intentó levantarse de nuevo, pero fue incapaz de lograrlo. Finalmente, se rindió. "Estoy tan cerca de la salvación y a la vez tan lejos…", musitó desesperado. Iba a desmayarse. Con un último esfuerzo, empezó a escribir en el suelo la palabra "AYUDA", pero su sudor era tan excesivo tanto que su crin castaño se le pegaba a los ojos, impidiendo su visión, pero logró terminar el mensaje. Solo esperaba que algún habitante de ese pueblo le viese y le prestase ayuda.

    Entonces se desmayó, exhausto, sobre el costado derecho, dejando ver todo su lado izquierdo. Su grupa, aunque él no lo sabía, estaba vacía. Su Cutie Mark había desaparecido.


    —Flashing, ¿Sabes dónde está Feather? —preguntó Shiny—. Llevo toda la mañana buscándola.

    La potrilla seguía sentada observando a Knowledge, que había avanzado dos casas más.

    —Está en Ponyville —respondió la unicornio, con una sonrisa.

    —¿Y por qué está ahí? —inquirió Shiny, extrañada.

    —Van a cambiar la Estación. Se preparan para traer la primavera —Flashing seguía mirando a Knowledge—, y es un evento en el que tienen que participar todos sus habitantes.

    —Aham… —dijo la dorada pegaso, esperando que la potrilla terminase la explicación.

    —Y eso incluye a sus carteros, entre ellas mi prima —añadió la pequeña unicornio—. Pero las cartas tienen que entregarse, y por eso Feather está allí, para ocuparse del correo mientras hacen la conversión de invierno a primavera.

    Shiny miró entonces a todos lados. Solo veía casas, rocas, un par de árboles resecos, la estatua de la plaza y al fondo la mina. Pero no veía ningún copo de nieve.

    —No recordaba que estábamos en invierno —dijo—. Y menos aún que se acerca la primavera.

    —Ya, esto es un erial —indicó Flashing, mirando a Shiny—. Aquí siempre es verano… o invierno sin nieve… De todas formas, nos ahorramos todo el trabajo que tienen que hacer en Ponyville… y eso es bueno, ¿verdad? —dijo, sonriendo.

    —Ya veo… Espera, ¿has dicho que tienes una prima en Ponyville? —preguntó la joyera, sobresaltada.

    —Sí, y es una de las cartero —la prestidigitadora sonrió de forma más acentuada, hinchiéndose de orgullo—. Ya ves, cartero… Creo que es la que tiene el trabajo más responsable de toda la familia.

    —Pensaba que… —la pegaso sabía que la potrilla vivía sola en su casa, pero no que tenía familia en Ponyville.

    —Sí, y se llama Derpy —la sonrisa de Flashing ya era de oreja a oreja—. Y me encanta ir a verla, porque cada vez que nos vemos, nos lo pasamos genial.

    —Espera un momento… —Shiny entrecerró ligeramente los ojos—. ¿Derpy es una pegaso?

    —Sí, así es —respondió la prestidigitadora.

    —¿De pelaje gris y la crin amarillo lima? —inquirió la joyera.

    —Esa misma —contestó la potrilla.

    —¿Con una Cutie Mark de burbujas de color celeste? —interrogó la pegaso.

    —Correcto —alegó Flashing.

    —¿Y los ojos amarillos así…? —Shiny se tapó un ojo con una pata y miró arriba con el otro— ¿… y así? —entonces se tapó el otro ojo con el mismo casco y con el abierto miró hacia abajo.

    —¡Sí, esa es mi prima Derpy! —la unicornio no cabía en sí de gozo—. ¡Derpy Hooves! Yo soy Flashing Hooves, ella es Derpy Hooves. Somos primas hermanas.

    —Pues dile cuando la veas que me debe una rueda de repuesto —la joyera volvió a entrecerrar los ojos, pero con una sonrisa en la boca—. Y que tenga más cuidado la próxima vez de no caer del cielo. Me costó muchísimo cambiar esa rueda rota.

    —Sí, definitivamente es Derpy —Flashing rió—. Un poquito atolondrada pero de muy buen corazón.

    Entonces la potrilla se puso seria y miró fijamente a los ojos de Shiny.

    —¡Iré pronto a Ponyville y veré a Derpy… y también a Pinkie Pie! —dijo.

    Y empezó a corretear por toda la calle mientras hacía gestos: gritaba "¡Flashing Hooves!" y movía los cascos rápidamente; después chillaba "¡Derpy Hooves!" y empezaba a correr para, al final, pegar un pequeño salto a modo de despegue; y finalmente voceaba "¡Pinkie Pie!" y pegaba un salto extraño con las cuatro patas a la vez, como si tuviese un muelle debajo de cada casco. Y volvía a empezar, mientras ignoraba a Shiny.

    Shiny sonrió. Estaba reuniendo dinero y pronto invitaría a todas a pasar una tarde al Spa de Ponyville. Y Flashing vería a su prima y a esa tal Pinkie Pie.

    —Por cierto, cambiando de tema… ¿Qué está haciendo Knowledge? —preguntó, señalando a la historiadora.

    —Ah, ella… Está haciendo el censo —entonces la potrilla se paró en seco y se acercó a la pegaso.

    —¿El censo? ¿De verdad tiene que hacer el censo? —la joyera se extrañó.

    —Por lo visto sí, ya la estás viendo —la unicornio se puso seria, aunque seguía riendo por las comisuras de su boca.

    —Quizás sería bueno ayudarla —expresó Shiny.

    —Se nota que no la conoces aún —Flashing volvió a reír—. Va a decir "No gracias, (carraspeo, carraspeo) puedo con esto perfectamente, (carraspeo) ya lo verás", y, cuando caiga la tarde, vendrá a pedir por favor que le ayudemos.

    —No sé… voy a ofrecerle mi apoyo de todas formas —decidió la dorada pegaso.

    —Como quieras, te espero aquí —Flashing se sentó sobre sus cuartos traseros.

    Shiny se acercó a Knowledge, que estaba hablando con un potrillo que lo único que quería era jugar a darle patadas en la espinilla. Cuando la historiadora se rindió, empezó a dirigirse a la siguiente casa, momento en que aprovechó Shiny para abordarla.

    —Knowledge, veo que no estás teniendo mucha suerte, ¿quieres que te ayude? —preguntó la joyera.

    — No gracias —Knowledge carraspeó dos veces—, puedo con esto perfectamente —volvió a carraspear—, ya lo verás.

    —De acuerdo, de acuerdo… —Shiny sonrió tontamente—, estaré en mi casa al atardecer, por si te interesa saberlo.

    —Te aseguro que no voy a necesitar ayuda —indicó la historiadora, mientras llamaba a la siguiente puerta.

    Shiny volvió a donde estaba Flashing.

    —Tenías razón… —dijo—, incluso ha carraspeado igual.

    —Tenemos tiempo hasta el atardecer, así que… —Flashing sonrió, sabiéndose ganadora de la contienda—, ¿te apetece ver mi nuevo truco mágico?

    —Siempre disfruto con ellos —respondió Shiny.

    Entonces se dirigieron al puesto de la prestidigitadora. Ésta se puso al otro lado del mostrador, y sacó de su zurrón una baraja de naipes. Empezó a barajarlas en un sentido, en otro, formando una torre, con un casco, con el otro… Al principio el movimiento era lento, pero la prestidigitadora aumentó el ritmo poco a poco, hasta que, debido a la rapidez, Shiny perdió la baraja de vista, a pesar de que sabía que lo tenía delante.

    En un momento dado Flashing paró e hizo un abanico con las cartas, mostrando el dorso de los naipes.

    —Elige una —dijo la potrilla—. Voy a intentar adivinarla.

    Shiny escogió una carta al azar y la miró. Era una carta artesanal, en el que se veía un "4" sobre un fondo rojo, pero hecho con una calidad tal que parecía dibujado por un potrillo muy joven.

    —Bien, ahora ponla en donde quieras —la unicornio seguía mezclando las cartas a una velocidad increíble. Volvió a parar y de nuevo hizo un abanico con los naipes mirando hacia abajo. Shiny introdujo su carta en un lugar al azar.

    Flashing volvió a barajar muy rápido y puso los naipes bocabajo sobre la mesa. Levantando la primera, dijo:

    —¿Es ésta? —preguntó, mostrando un "2" sobre fondo amarillo.

    —No, no lo es… —Shiny alzó una ceja, confundida.

    —Vaya, qué pena… déjame intentarlo otra vez —la sonrisa de la prestidigitadora dejó de ser tan pronunciada.

    —De acuerdo —la joyera sonrió, intentando animar la situación.

    La prestidigitadora puso el "2" sobre fondo amarillo al lado de la baraja, y levantó la siguiente:

    —¿Es ésta? —era un "7" sobre fondo rojo.

    —Cerca, pero tampoco es —Shiny se extrañaba, Flashing no solía fallar así.

    —No sé qué me pasa… —declaró la unicornio mientras dejaba el "7" sobre fondo rojo encima de la otra.

    Flashing se quedó pensativa durante un segundo y dijo:

    —Ah, claro… —volvió a mostrar una gran sonrisa—. ¿Cómo va a estar la carta aquí, si se encuentra en tu zurrón?

    Shiny miró instintivamente dentro de la alforja. Arriba del todo había una carta. La cogió y la miró. Era el "4" sobre fondo rojo. Shiny se quedó sin habla. ¿Cómo lo había hecho Flashing, si en ningún momento se había acercado a ella?

    —Es… un truco maravilloso. Me encanta —dijo sonriendo—. Me tienes que explicar cómo lo has hecho.

    —Ah, se hace pero no se dice —Flashing cerró los ojos por la alegría—. Y por eso son tan fantásticos estos trucos mágicos, porque te quedas con la duda de si es un truco… o si es verdadera magia.

    Shiny se quedó mirando el naipe que aún sostenía, y luego preguntó:

    —¿Por qué estas cartas son así de… raras?

    —Porque son cartas básicas de trucos mágicos —explicó Flashing—. Solo viene el dorso, y el resto lo he pintado yo. ¿Te gusta?

    —Son muy… originales —Shiny sonrió forzadamente.

    —Lo sé, lo sé… —Flashing bajó levemente la mirada—, son penosas. No se me da bien dibujar, así que lo hice lo más básico posible: números del uno al diez y cuatro colores de fondo, blanco, por la Princesa Celestia; rojo, por el fuego; azul, por el agua y negro por la Princesa Luna.

    Shiny apartó el naipe "7" sobre fondo rojo y señaló la que estaba debajo.

    —¿Y por qué ésta es amarilla? —preguntó.

    —Porque no tenía un rotulador azul —Flashing sonrió—. De todas formas, me interesaría conseguir una baraja profesional, pero para ello tendría que ir a una ciudad con mayor comercio. Quizás en Ponyville… ¿Ves? Otra razón para ir allí.

    Shiny dejó de atender a Flashing. Había revuelo en la entrada del pueblo, y ella estaba demasiado lejos como para enterarse perfectamente del motivo. Y sentía mucha curiosidad, pues un revuelo así, en un pueblo tan tranquilo como Northwest Mines Town, era realmente insólito.

    —Y me compraría una baraja… —continuó diciendo Flashing— de Prance. Son las mejores. O quizás… —se puso nerviosa de emoción—. ¡Sí…! ¡De Bullspain! Me encantaría tener una auténtica baraja de Bullspain. Mis trucos mágicos subirían de categoría, sin duda.

    —¿Bullspain? —Shiny preguntó, aunque apenas prestaba atención a la unicornio. Su mente estaba dividida entre ella y el revuelo, que ahora era mucho mayor. Entrecerró los ojos, intentando un efecto catalejo y le pareció ver que llevaban en volandas a algún poni entre varios. Su curiosidad iba en aumento.

    —Sí, ya sabes… —respondió la prestidigitadora— La mítica ciudad-estado de Bullspain, habitado por los seres más avanzados del mundo. Tenían carros voladores, controlaban automáticamente el clima, esas cosas… hasta que en una noche, hace siglos, desaparecieron… y ahora nadie sabe dónde están.

    —Todo eso son cuentos, Flashing —Knowledge estaba parada delante del puesto—. Y no deberías creer ni una sola de esas historias fantásticas. Igual que Marelantis… otro mito.

    —Pero sé que existen —la unicornio se puso muy seria y miró fijamente a Knowledge.

    —Te lo digo yo. No existen, créeme —la historiadora también se puso seria.

    —¿Y por qué hay tantas cosas de Bullspain vendiéndose en Equestria, por ejemplo? —preguntó Flashing, enfurruñada.

    —Fácil, son todas falsas —respondió Knowledge—. No hay ninguna prueba que evidencie la verdadera existencia histórica de un país tan avanzado. Por favor… —adquirió un tono irónico—, ¿una nación con tales conocimientos científicos que podría conquistar medio mundo en cuestión de segundos?… ¿Y por qué no lo hicieron? Porque no existían.

    —Eres una aguafiestas, ¿lo sabías? —la prestidigitadora se enfoscó y empezó a trastear con la baraja.

    —Y solo se les ocurre dejar para la prosperidad objetos tan avanzados como… barajas de cartas… —entonces Knowledge se fijó en la dorada pegaso—. ¿Qué estás mirando, Shiny? —preguntó.

    Ésta señaló la marabunta de ponis que estaban rodeando una casa. Era una vivienda al final del pueblo, en concreto la segunda de la lista de Knowledge, en la que no abrió nadie cuando llamó... Parecía que sí que estaba habitada.

    —Genial, ya sé por qué no había nadie en su casa esta mañana —Knowledge se lamentó—. Están casi todos aquí —se acercó a Shiny para decirle en el oído—. Tú entretén a Flashing, yo voy a acercarme para terminar el censo y de paso a ver si me entero del motivo de por qué rodean esa casa.

    Shiny aceptó, aunque en realidad le hubiese gustado enterarse ella misma del motivo. Knowledge se acercó al grupo de ponis y empezó a preguntar. De vez en cuando le señalaban una dirección u otra, seguramente indicando dónde vivían, y ella apuntaba todo en la hoja. Al rato volvió con los ojos abiertos como platos. Shiny y Flashing estaban sentadas esperando, aunque ésta última jugueteaba con la baraja.

    —No os lo vais a creer… —Knowledge estaba asombrada—. Es el poni que vive en la segunda casa… le han encontrado por el camino de la encrucijada, desmayado y muy mal de salud; pero eso no es lo peor… su Cutie Mark… ¡había desaparecido!

    Shiny y Flashing se sobresaltaron.

    —¿Quéeee? —preguntó Flashing.

    —¿Cómo? —inquirió Shiny.

    —Sí, como lo oís. Antes tenía su Cutie Mark… —Knowledge miró la hoja—. Un serrucho cortando un tablón, pero ahora no tiene absolutamente nada, según me han dicho. Por suerte para él, han ido a Ponyville a pedir ayuda.

    Las tres miraron hacia la casa del poni enfermo, que estaba totalmente rodeado de curiosos. Era raro, muy raro… ¿Desde cuándo desaparecen las Cutie Marks? Shiny había oído de pegatinas para potrillos simulando una Cutie Mark, y que se iban después de una sesión intensiva de agua y jabón. Knowledge recordaba haber leído sobre un antiguo rito de maldición que hacían los guerreros de Zebrica, pero sus efectos eran otros: cambiar los dibujos corpóreos por otros… pero esto era distinto.

    —Es la venganza… —dijo Flashing— de los Bullspainianos —y puso las patas delanteras en alto, moviéndolos en círculos, como intentando infundir miedo—. Por decir que no existen.

    —¿Pero cómo van a ser ellos? —Knowledge miraba a la potrilla con estupefacción.

    —Además, por lo visto al… enfermo… lo han encontrado antes de que Knowledge dijese nada —matizó Shiny.

    —Ya lo sé… —Flashing sonrió—. Pero es que estabais tan calladas…

    —¡Por Equestria, se ha desmayado! —se oyó un grito masculino en la multitud.

    —Estaba a mi lado y se ha caído en redondo —se escuchó otra voz, esta vez femenina.

    —¡Es uno de los que le han traído! —chilló otra poni.

    —¡Mirad! ¡Su Cutie Mark ha desaparecido! —gritó un cuarto.

    Y todos en la multitud empezaron a trotar gritando y huyendo a todas direcciones. Incluso Flashing, Knowledge y Shiny, asustadas, empezaron a marchar hacia atrás, hacia la entrada a la mina. No tenían escapatoria.

    —Tskkkk… Tskkkk… —alguien les llamaba. Las tres se giraron y la vieron… Era Gentle, desde la puerta de su casa, indicándoles con el casco de que entrasen, cosa que hicieron sin dudar.

    Shiny no había entrado nunca en la morada de Gentle. Pasaron directamente al salón. Tenía una decoración… peculiar. Apenas había muebles o, mejor dicho, apenas había nada, era casi como un solar dentro de un edificio. Únicamente había una repisa con dos frascos y una alfombra en mitad de la habitación.

    —Contadme, ¿qué ha pasado? —preguntó Gentle, cerrando la puerta.

    —No te lo vas a creer… —empezó a decir Shiny.

    —Eso, no te lo vas a creer —dijo Flashing.

    —De hecho, no te lo vas a creer —respondió Knowledge.

    —Pues sí puede que me lo crea —Gentle miró a todas y, señalando a Shiny, preguntó—. Dime, ¿qué es lo que ha pasado ahí fuera?

    —Verás… —la pegaso no sabía cómo continuar—, han encontrado a un poni muy enfermo, y lo han trasladado a su casa. Ha venido hace poco de no sé dónde, pero… —Shiny puso cara de asombro— no tenía Cutie Mark… le había desaparecido.

    Gentle alzó una ceja. Ninguna de las tres lo comprendía… un evento tan asombroso como ese y Gentle solo hacía un gesto tan… soso.

    —Decidme, ¿le ha desaparecido a alguien más su Cutie Mark? —fue lo único que dijo la unicornio de dos colores.

    —¿Cómo lo sabes? —preguntó Knowledge.

    —Vaya… —Gentle se llevó el casco a la barbilla—. Entonces ya ha empezado…

    Shiny, Flashing y Knowledge se miraban sorprendidas. ¿Cómo conocía Gentle que había otro afectado? Y lo más importante, ¿cómo sabía que iba a ir a más?

    —Veréis… —dijo la unicornio de dos colores—. Cuando yo estudiaba Historia de la magia en la Escuela de Magia de Canterlot, los libros de la escuela eran muy… escuetos, así que tuve que investigar por mi cuenta algunas cosas, y una de las cosas que averigüé fue lo siguiente:

    Todas se sentaron en el suelo, pues sabían que iba a llevar cierto tiempo la historia.

    —Hace aproximadamente mil doscientos años, una… —Gentle hizo una pequeña pausa, casi imperceptible— "perversa" —escupió la palabra— hechicera unicornio intentó usurpar el trono de la Princesa Celestia. Y entre otras cosas usó un hechizo para socavar las legiones que la Monarca de Equestria usó contra ella… El hechizo hacía olvidar a los ponis quienes eran, y les borraba la Cutie Mark, para que nadie ajeno a ellos pudiese ayudarles.

    —Qué… horrible —se lamentó Flashing.

    —Sí, horrible… pero bastante perfecto —dijo la unicornio del cuerno roto—. En aquella época las legiones se dividían en pequeños grupos para actuar, y si ese grupo se contagiaba, no había nadie externo a ellos que supiese quiénes eran en realidad esos soldados…

    —Qué hechicera más espantosa —Flashing se enfadó.

    —No te preocupes —Gentle miró fijamente a la potrilla—, fue severamente castigada, te lo puedo asegurar.

    —¿Y hay cura para ese hechizo? —preguntó Shiny.

    —Sí, hay una cura. Aunque es difícil de… administrar —respondió Gentle.

    —¿Por qué? ¿Tiene ingredientes exóticos y difíciles de conseguir? —inquirió la dorada pegaso.

    —No —contestó la unicornio bicolor—. Hay que hacer que sus Cutie Mark se vuelvan a "activar".

    —¿Activar? —Knowledge se extrañó.

    —Sí, tienen que rememorar lo que hizo que apareciesen sus Cutie Mark —explicó Gentle.

    —Ah, pero eso es fácil. Solo hay que decirles quiénes son y a qué se dedicaban —Knowledge sacó un papel del zurrón—. Y precisamente esto nos vendrá perfecto… Qué casualidad que justo hoy tuviese que hacer lo del censo, ¿verdad?

    —No es tan fácil —respondió la unicornio del cuerno fragmentado—. Con muchos sí lo será, pero… ¿y si su Cutie Mark representa un elemento no tan tangible?

    —No entiendo —replicó Flashing.

    —Por ejemplo, ¿qué le diríais a Muffled Yell para que recuperase su Cutie Mark?: "Señora yegua,…" —Gentle puso voz de falsete— "… usted tiene una capacidad especial, que es proyectar su grito a través de las paredes". No, eso no funcionaría con ella.

    —Afortunadamente Muffled está ultimando pedidos en Fillydelphia —dijo Shiny—, así que un problema menos.

    —Tenemos que salir ahí fuera y curarlos —indicó Knowledge, blandiendo el papel del censo.

    —Habrá que tener mucho cuidado —Gentle se quedó pensativa durante un instante—. Creo recordar que se contagiaba por el simple contacto.

    En ese momento alguien llamó a la puerta. Gentle se puso el casco sobre la boca, señalando a las demás que guardasen silencio.

    —¿Quién es? —preguntó la unicornio de dos colores.

    —Soy Wise Words —dijo una voz desde fuera—. Por favor, dejadme entrar… No me han tocado, os lo aseguro.

    Gentle se levantó y abrió la puerta. Wise portaba unas cuantas escobas y fregonas. Fueron los dos al salón y el semental empezó a repartir utensilios de limpieza a cada una.

    —¿Sabes lo que ocurre, no? —preguntó Shiny.

    —Sí, lo sé perfectamente —respondió Wise—. Sé cómo curar a los afectados y sé cómo se contagia esta… maldición.

    En ese momento Shiny se fijó en una cosa: por primera vez el semental, pese a estar junto a Gentle, no temblaba ni se ruborizaba… era como si esa característica hubiese pasado a segundo plano. Sin duda, lo que estaba aconteciendo fuera era algo tan sumamente importante que la actitud de Wise era completamente distinta.

    —¿Y cómo lo sabes? —interrogó inquisitivamente Gentle.

    —Cuando yo era un potrillo muy pequeño —explicó el semental, mirando alternativamente a las cuatro—, mi madre me decía todas las noches "Si no te duermes, vendrá una hechicera y te quitará tu Cutie Mark, cuando la tengas. Y hará que te olvides de todo lo que te importa: de tus amigos, de tu padre, de mí e incluso de ti mismo". Sé que parece una tontería, pero cuando crecí decidí investigar sobre ese tema, pues mi madre no era precisamente una yegua supersticiosa. Y descubrí que, efectivamente, hace siglos hubo una hechicera que hizo algo así.

    —¿Qué descubriste exactamente? —volvió a preguntar la unicornio de dos colores.

    —Lo poco que existe sobre ese tema, creo —Wise miró directamente a Gentle, con actitud conciliadora—. Un breve dato en un libro de historia de la magia, en la Biblioteca de Canterlot. Ni siquiera sé el nombre de la hechicera. Es como si alguien se hubiera preocupado de eliminar toda existencia de su vida, dejando únicamente las consecuencias de tres de sus hechizos, así como evitarlos y curarlos. Y también un dato más: Quien se recupera de este hechizo, queda inmunizado.

    —De todas formas —dijo Gentle, mirando a todos, especialmente a Wise—, si esa hechicera vivió hace más de mil doscientos años… ¿Por qué este hechizo ahora? ¿Y por qué aquí?

    —No tengo ni idea —respondió Wise.

    —Es hora de salir y empezar a curarlos a todos —sentenció la uniconio del cuerno quebrado.

    Todos asintieron y, cogiendo cada uno su escoba o fregona (aunque Gentle además agarró una túnica y se lo puso por encima, tapándose por completo), y todos salieron despacio a la calle… Pero no estaban preparados para lo que vieron a continuación. Todo el pueblo estaba lleno de ponis desorientados. Unos estaban parados, otros mirando hacia todos lados y otros preguntando a los demás "¿Quién soy?".

    —Es desolador —comentó Shiny.

    —Es horrible —se lamentó Knowledge.

    —Es… como un ataque zombi —matizó Flashing. Todo el grupo la miró—. Por favor, ¿es que nadie ha visto nunca una película de zombis?

    —Tiene razón —dijo Wise—. Si ellos —señaló a los afectados— te atrapan, estarás perdido, al igual que con los zombis de las películas.

    Todos se pusieron en posición haciendo un círculo con las cabezas mirando hacia fuera y se movieron poco a poco hacia el centro de la calle, manteniendo los palos en ristre, hacia el exterior del contorno. Sin duda, era la mejor forma de evitar que los afectados se acercasen demasiado.

    —Bien, ¿por dónde empezamos? —preguntó Knowledge.

    —Hay que impedir a toda costa que esto se extienda por toda Equestria —respondió Gentle.

    —¡Oh, no! Imaginaos que esto llega a Ponyville… —Flashing se entristeció—. Dejarían de traer la primavera, y sería un desastre.

    —No te preocupes, lo vamos a evitar —Shiny intentó animar a Flashing.

    —¿Alguien les ha avisado? —Wise alzó una pata hacia arriba.

    Todas miraron. El semental señalaba la ciudad de nubes. Nadie había caído en ello... Solo hacía unos pocos días que había empezado la restauración de esa urbe, y, por lo tanto, estaba completamente llena de operarios pegaso, que iban de aquí para allá, volando directamente a la ciudad desde el horizonte, o saliendo de ella, pero siempre formando una larga fila, como si fuesen un grupo de laboriosas hormigas. Afortunadamente, y seguramente debido al trabajo que estaban realizando, ningún pegaso había bajado a Northwest Mines Town.

    Probablemente no estaban infectados, pero pronto se enterarían de que algo extraño ocurría debajo de ellos, y se acercarían a investigar… y entonces la enfermedad se extendería, y a saber a qué distancia llegaría a hacerlo.

    Rápidamente, a pesar de la lentitud de sus movimientos por mantener la formación circular, cogieron unas cuantas piedras y las juntaron en el suelo, logrando formar, con grandes letras, la frase "Epidemia, no acercarse".

    —Bien —dijo Gentle—. Siguiente paso: observación. Tenemos que recoger útiles de nuestras casas y salir del pueblo para ver cómo evoluciona esta enfermedad. Lo ideal sería ir al camino para advertir a los ponis se acerquen al pueblo e impedir que se vean afectados, y también evitar que los afectados salgan.

    —Maldita sea, ¡fuera de aquí! —rugió una voz.

    Todos se giraron. Parecía la voz de…

    —No os acerquéis a mí. No os puedo ayudar —era la misma voz—. ¡Eh, tú! Los cascos fuera del género, si lo rompes lo pagas.

    Sí, era Shadow Hammer quien gritaba. Por lo visto estaba en apuros, así que todos se miraron, asintieron y empezaron a mover el círculo hacia la herrería.

    Cuando llegaron, Shadow estaba arrinconada en una esquina, y tres ponis estaban acercándose a ella. Shadow se defendía como podía con un atizador cogido, probablemente, en ese momento, pues a su lado tenía apilados unos cuantos.

    —No dejes que te toquen —chilló Shiny, que rompió la formación para acercarse a la herrero.

    Entre todos lograron espantar a los ponis que habían invadido la herrería.

    —¿Te han tocado? —preguntó Gentle.

    —No, pero han estado a punto —respondió Shadow—. ¿Qué es lo que pasa? Todo el mundo está muy raro.

    Rápidamente le explicaron la situación, y Wise le pasó una escoba a la herrero. Tenían que salir del pueblo lo más rápidamente posible. Pero si podían rescatar a todos los ponis posibles mientras tanto, mejor, pues además de mantenerlos a salvo, tendrían menos trabajo a la hora de administrar la cura.

    Fueron pasando, siempre en formación circular, de casa en casa avisando a los no afectados de que permaneciesen en su hogar y de que no se dejasen tocar por un poni sin Cutie Mark, ni tocarlos ellos. Después fueron a casa de cada uno de los integrantes del círculo para coger utensilios y enseres; así como comida y mantas, por si tenían que pasar la noche fuera.


    Ya en el exterior de NorthWest Mines Town, y una vez evitado todos los acercamientos de afectados que pedían, rogaban, exigían y suplicaban información sobre quiénes eran, se establecieron junto al primer recodo del camino, a unos quinientos metros más allá de la entrada del pueblo. Desde allí podían observar perfectamente todos los movimientos que iban surgiendo y también cómo avanzaba la enfermedad.

    —No puedo creérmelo —se lamentó Knowledge—. ¿Cómo vamos a conseguirlo? Son demasiados.

    Efectivamente, había una gran cantidad de ponis deambulando por la calle. Eran más de la mitad de los habitantes del pueblo. Si no hacían nada rápidamente, pronto todo el lugar estaría afectado. Y lo peor era que, excepto hacia la mina al fondo, en las otras tres direcciones no había nada que impidiese que ningún poni saliera. Northwest Mines Town parecía, en su constitución sobre la nada, a Appleloosa.

    —No te preocupes, se nos ocurrirá algo pronto… —Gentle intentó animar— Espero… —susurró.

    —¿Véis eso? —Shiny señalaba al cielo.

    Todos miraron, pero no vieron absolutamente nada.

    —Eso es lo que quiero decir —dijo la joyero—. ¿Dónde está la fila de pegasos?

    Volvieron a mirar. El cielo estaba desierto. Gentle cogió unos prismáticos del zurrón que portaba y miró hacia la ciudad de nubes.

    —Los veo —declaró la unicornio de dos colores—. Siguen en la ciudad… pero están parados, mirando hacia… —empezó a girar, mirando siempre con los prismáticos hacia el cielo, hasta dar la espalda al pueblo— allá —y señaló un punto en el cielo, bastante lejano—. Veo más pegasos, suspendidos en el aire. Algunos están mirando hacia la ciudad, mientras que otros miran hacia abajo. Deberíamos ir a investigar.

    —Me estoy temiendo lo peor —dijo Wise.

    Se dirigieron a la dirección donde supuestamente estaban esperando los pegasos. Debajo de ellos había una especie de valla metálica, que aparecía desde la izquierda a la derecha, perdiéndose de vista por ambos lados. Era una barrera parecida las de seguridad, aunque más baja, y parecía hecha a base de módulos iguales, encajadas cada una sobre la base de la siguiente. Y hacían una especie de círculo, en cuyo centro, según parecía adivinarse, estaba Northwest Mines Town.

    —No se acerquen —sonó un altavoz dispuesto en lo que parecía una puerta—. Esta zona está en cuarentena.

    —¿Cuarentena? —preguntó Wise — ¿Cómo han actuado tan rápido?

    —¿Sabéis si alguien ha salido del pueblo? —inquirió Gentle al grupo.

    —No hemos visto a nadie, pero nos enteramos que habían ido a pedir ayuda a Ponyville… y es posible que los que lo hicieron estuviesen contagiados —respondió Shiny, aterrada.

    —Vamos a acercarnos —sentenció Wise.

    —¿No has oído lo que han dicho? No nos deberíamos aproximar —dijo Flashing.

    Pero Wise ya se había adelantado. El resto se miraron y le siguieron, aunque desde más atrás.

    —¡Alto! ¿Quién va? —preguntó un blanco soldado que estaba apostado en la puerta, por el otro lado de la valla—. ¿No lo habéis oído? No se puede salir.

    —Quiero hablar con el poni que esté al mando —ordenó Wise.

    El soldado hizo una señal a otro que estaba un poco más alejado y éste se dirigió a una barraca que estaba aún más allá. Shiny miró alrededor: por aquí y por allá, unos cuantos soldados vigilaban las puertas repartidas por todo el perímetro de la valla, pero también había ponis con batas blancas. Probablemente serían médicos y enfermeras, lo cuál era más lógico, para contener una epidemia, que usar soldados. Y además, otros ponis vestidos de forma extraña pululaban por todo el campamento.

    —Yo soy la que manda aquí —exclamó una unicornio de color azul pálido, parándose delante de la puerta. Su bata tapaba casi toda su Cutie Mark, del que solo se veía parte de una jeringuilla—. No podéis cruzar. Esta zona está sometida a una cuarentena.

    —Sabemos lo que ocurre aquí —Wise se acercó un poco más a la puerta. El soldado agarró su lanza con los dos cascos y la puso delante de él.

    —Estamos evaluando el problema y la causa —respondió la unicornio—. Y, aunque por el momento sabemos los síntomas, desconocemos la cura y el método de contagio, así que, por favor, no paséis de esa línea —señaló una raya blanca pintada a unos pocos metros de la puerta—, o nos veremos obligados a utilizar métodos drásticos.

    Gentle hizo una señal a las otras y se acercó a Wise, poniéndose a la par con él.

    —No estamos infectados. Conocemos qué tipo de "enfermedad" es. Y sabemos cómo curarlo. Solo hay que tomar las debidas precauciones —dijo la unicornio de dos colores.

    —¿Cómo estáis tan seguros? —preguntó la doctora.

    —Buscad en la Biblioteca de Canterlot el libro "Amigos y Enemigos de Equestria" —comentó Gentle—. Ahí viene explicado. Está un capítulo o dos antes que el referido al destierro de la Princesa Luna.

    —De acuerdo. No os mováis —dijo. Y, dirigiéndose a uno de los acompañantes, le ordenó—. Escribe una carta y mándalo. Es muy urgente, usa el dragón.

    El subordinado asintió, cogió papel y tinta y rápidamente escribió algo en un pergamino. Después se acercó a una tienda compuesta de cuatro listones y un pequeño techo de lona, de forma que se veía su interior. Dentro había un azulado dragón joven, aún bastante pequeño, pero incluso a esa edad su cola sobresalía de los límites del entoldado.

    El dragón cogió el pergamino, asintió a lo que le estaba diciendo el poni y quemó el pergamino con su aliento de fuego. Las cenizas, en vez de caer al suelo, flotaron suavemente durante un instante, para justo después empezar a volar velozmente rumbo a Canterlot.

    —Será cuestión de un momento —explicó la doctora—, pues tenemos compañeros que están investigando este asunto en todas las bibliotecas importantes del país.

    Efectivamente, apenas tardó la respuesta. El dragón de repente exhaló por su nariz un halo de fuego, que se materializó en un pergamino. Aunque Shiny, Knowledge, Shadow y Flashing estaban asombradas, Wise y Gentle estaban parsimoniosos, como si estuviesen acostumbrados a ver eso cada día.

    —Bien, parece que estáis en lo correcto —dijo la doctora—. Hay un hechizo antiguo que cuadra con los síntomas… y, por lo que veo, el método de contagio es el contacto. ¡Ah!, aquí expone cómo se cura. Parece correcto… pero no podéis pasar.

    —¿Cómo que no podemos pasar? —Wise empezaba a mostrar enfado.

    —No sabemos aún si lo que ocurre aquí es el hechizo o no —respondió la doctora—. Por lo tanto, no podemos arriesgarnos.

    Wise gruñó, pero no dijo nada.

    —Nos volvemos —comentó Gentle, dándose la vuelta y pasando junto a las demás.

    No tardaron mucho en llegar a la antigua ubicación de vigilancia. Gentle sacó los prismáticos y empezó a observar a los ponis, que ahora eran unos cuantos más… posiblemente algún poni sano había abandonado la protección de su casa al reconocer a un amigo, o algún familiar. Incluso entre los afectados había potrillos pequeños, que preguntaban quiénes eran a los que estaban a su alrededor y se sentaban a llorar, pues los demás no podían proporcionársela, ya que estaban en la misma situación.

    —No aguanto más —Shadow se enfureció—. Voy a salir ahí y a hacer tod…

    —¡No puede ser! —cortó Gentle, contrariada—. Mirad quiénes están ahí.

    Y pasó los prismáticos al resto, quienes miraron por ellos, desanimándose a continuación. Pero cuando le llegó el turno a Shiny, ella solo vio a dos yeguas de tierra de pelaje verde pálido y la crin azulada. Eran prácticamente iguales.

    —¿Quiénes son? —preguntó la joyero. Las conocía de vista, pero nunca había entablado con ellas una verdadera conversación, como mucho unas pocas palabras.

    —Son las gemelas Numbers —respondió Gentle—. Hacen, entre otras cosas, mediciones precisas. Y curarlas va a ser especialmente difícil, sobre todo con Imaginary.

    —¿Y por qué va a ser difícil? —inquirió Flashing—. Solo hay que contar números delante de ellas, ¿no?

    —Eso quizás valdría con Reale —explicó Gentle—, cosa que dudo, pero los cálculos que hace Imaginary son demasiado complejos.

    —¿Cómo de complejos? —preguntó Flashing.

    —Veamos, te lo voy a explicar lo mejor que pueda… —Gentle dibujó en el suelo una línea y dibujó, hacia la mitad, una marca con el "0". A su derecha hizo marcas más o menos equidistantes que señaló como "1", "2", "3", "4" y "5", respectivamente, sin llegar al extremo, y por la izquierda escribió otras marcas equivalentes pero dibujando "-1", "-2", "-3", "-4" y "-5", sin llegar al extremo, aunque en ellos dibujó el símbolo de "infinito" por la derecha y del "menos infinito" por la izquierda.

    —Esta línea representa los números reales —dijo la unicornio de dos colores a continuación—. Está compuesto por números enteros, decimales, constantes, números complejos, etc... Sin embargo, los números imaginarios son totalmente diferentes. Podríamos definir un número imaginario como un número complejo con la particularidad de que su parte real es igual a cero —Gentle dibujó una línea totalmente perpendicular a la anterior, cruzándose con ésta exactamente por el "0"—. Esta es la relación que hay entre los números reales y los números imaginarios. De los números reales podemos saber algo, pero explicar números imaginarios… es demasiado abstracto.

    —Me estás dando dolor de cabeza… —Flashing se llevó los cascos a las sienes, atontada.

    —Necesitamos, sin duda, un profesor de matemáticas —comentó Wise.

    —¿Dónde? —preguntó Shadow—. No hay ningún profesor en el pueblo, y no podemos salir a pedir que busquen uno, seguramente no le dejen entrar.

    —Dejad eso de mi cuenta —Wise se deslizó hacia el pueblo—. Quedaos aquí, volveré en seguida —y desapareció.

    Sin dejar que ninguna del grupo le viese, ni tampoco nadie desde ninguna ventana, entró en su casa, cogió un trozo de tela, un papel, pintura, tinta y cinta aislante. Volvió a salir y rodeó su casa hasta situarse en la parte trasera. En la tela escribió, con grandes letras, "No entres, cuarentena. Usa prismáticos" y en el papel garrapateó "Localiza al profesor de matemáticas de las gemelas Numbers y tráelo. Máxima urgencia". Después pegó el papel en una esquina de la tela, de modo que pudiese embarullar todo rápidamente si llegaba el caso. Volvió a entrar en casa, cogió una gema de dimensiones generosas y, saliendo de nuevo, volvió a donde estaban las demás.

    —Creo que he encontrado una forma de contactar con el profesor de las gemelas Numbers —dijo Wise cuando llegó. Entonces, mostrando la joya, continuó—. A los dragones les encantan estas cosas, ¿no? —indicó con una sonrisa un poco perversa.

    Todas sonrieron de la misma forma.


    Volvieron a la valla, pero se ocultaron detrás de unas piedras, mientras trazaban un plan.

    —Veamos —expuso Gentle—. Tenemos que: 'Uno- Coger un pergamino. Dos- Escribir 'Al profesor que enseñó a las gemelas Numbers todo lo que saben. Necesitamos su ayuda'. Tres- Lograr que el dragón envíe el pergamino…'

    —Te falta 'Cero- Cruzar esa valla' —declaró Shiny, señalando la cerca.

    —No lo vamos a conseguir —se quejó Flashing.

    —Es imposible —añadió Knowledge.

    —"Lo imposible en realidad es algo fácil que no se ha intentado antes" —sentenció Wise.

    Pero aún seguían definiendo los pormenores del plan cuando las puertas se abrieron y entraron unos cuantos ponis. Éstos iban ataviados con un enterizo traje protector blanco, como de apicultor, y se dirigían directamente al pueblo.

    Salieron entonces de la protección de las rocas y se acercaron al grupo de médicos, parándose a cierta distancia, pues querían dar a entender que no eran hostiles.

    —Busco a una poni en concreto —la médico-jefe unicornio estaba al frente de la formación—. Según me han comentado, puede que haya hecho un censo, lo cuál sería perfecto, pues nos ahorraría mucho trabajo. Se llama… —miró al subordinado, que se acercó y le susurró algo al oído— Knowledge, Undying Knowledge.

    Ésta se estaba acercado a ella con el censo entre los cascos, pero Wise se situó entre las dos.

    —¿Quién le ha dado ese dato? —preguntó contrariado.

    La doctora-jefe se dio la vuelta y señaló a una poni de tierra que miraba desde detrás de la valla. Era Muffled. Wise entrecerró los ojos mirándola fijamente, con furia. La jefa de mineros tragó saliva: sabía que estaba en problemas. Entonces, sin apartar la vista, Wise se apartó, dejando pasar a Knowledge.

    —Bien… correcto… perfecto… —la doctora-jefe estaba revisando la lista que le acababa de dar la historiadora—. Espera. ¿Cómo vamos a recuperar a estas dos? ¿Qué pone? —el subordinado volvió a acercarse y le musitó algo al oído—. Ah, tienes razón: Gemelas Numbers… Según veo, va a haber un pequeño problema con ellas… pero ya lo solucionaremos en su momento. Afortunadamente, el resto es de fácil tratamiento. Bien, vamos a empezar.

    Se acercaron todos al pueblo. Observaron la escena y decidieron los movimientos a seguir. Wise aprovechó el momento para quedarse rezagado y deslizarse, sin ser visto, hasta la parte trasera de su casa. Rápidamente recogió la lona, hizo una bola con ella, abrió la ventana trasera y tiró la tela dentro de su casa. Miró al suelo por si se había caído algo y, viendo que estaba todo perfectamente, volvió de igual forma a la posición donde estaban los demás.

    —…por aquí y creo que eso es todo —la doctora-jefe estaba terminando de explicar el plan. Bien, parecía que nadie se había dado cuenta de su corta desaparición.

    Empezaron a actuar. Los médicos, protegidos, se encargaron de ir, poco a poco, cogiendo y separando a los ponis de los demás. Mientras, la doctora-jefe localizaba al sujeto buscando en el papel del denso, según los colores de cuerpo, ojos y crin. Una vez localizado, decía en alto la Cutie Mark que debería poseer el poni apartado. Entonces, entre todos, hacían todo lo posible por hacerle recordar. Hasta que, de una forma u otra, lo lograban.


    Por el momento todo marchaba bien. Lento pero bien. Pero se empezaba a hacer de noche y aún quedaban unos cuantos afectados, entre ellos, las gemelas Numbers. Con ellas iba a ser harina de otro costal. Wise esperaba que el mensaje hubiese sido leído por su contacto, y que la maquinaria para traer al profesor a Northwest Mines Town estuviese en marcha. No quería dejar ese cabo suelto, pues ya era más bien orgullo propio que otra cosa.

    De repente un poni enfundado en un traje de protección apareció en la entrada del pueblo. Se acercó a la médico-jefe y le susurró algo. Ella asintió y le respondió de la misma forma, señalando el traje de protección. El poni, girándose, se dirigió directamente hacia una de las puertas del perímetro de seguridad de la cuarentena.


    Solo faltaban las dos gemelas. El resto había obtenido de nuevo su Cutie Mark. Era ya de noche cuando habían llegado a este término. Desgraciadamente, lo que quedaba ya no estaba a su alcance. Todos se sentaron a descansar, satisfechos, pero no eufóricos, por el trabajo. Entonces volvió a aparecer el mismo poni de antes, pero esta vez con un compañero.

    —Hola, soy el profesor Logic Math —dijo este último. El profesor era un unicornio de pelaje gris oscuro, mayor, casi anciano… al menos esos rasgos eran los que podían verse a través del visor del traje de protección que portaba—. Vengo a ver a mis potrillas. Espero que estén bien, aunque, a raíz de la urgencia con la que he sido trasladado aquí, me imagino que no es el caso.

    Llevaron al profesor a la casa de las gemelas Numbers, quienes le esperaban sentadas y atadas a las sillas, junto a una pizarra. Y allí empezó la clase.


    —Siento mucho haberos tratado así, pero el protocolo es el protocolo —la médico-jefe se había quitado el protector de la cabeza y lo sujetaba en un costado, sosteniéndose sobre las patas traseras —. Por cierto, me llamo Cure. Cure Priority.

    —Encantada, yo soy Shiny —dijo la pegaso—. Y ellas son Flashing, Shadow, Knowledge y Gentle. Y ese es… —miró alrededor— ¿Dónde está? —preguntó. Las demás negaron con la cabeza y encogieron los hombros—. Bueno, el que falta es Wise.

    —Nos alegramos de que todo haya acabado al fin —dijo Knowledge.

    —Eso, eso. Al fin —matizó Flashing.

    —Tengo que volver a la herrería a poner todo en orden. Un placer, Cure —y Shadow marchó.

    —Yo también tengo que irme. Chicas, os veo más tarde —Gentle fue hasta su casa de manera parsimoniosa.

    —Por cierto, muchas gracias por esto. Te lo devuelvo — expresó Cure mientras le devolvía el papel del censo a Knowledge.

    —Gracias —agradeció la historiadora con una sonrisa—. Ahora puedo pasarlo a limpio.

    En ese momento, las gemelas Numbers salieron de su casa, seguido del profesor, que ya se había quitado el protector de la cabeza, mostrando así una sonrisa de satisfacción. La grupa de las dos gemelas volvían a tener su Cutie Mark: Una "R" para Reale y una "iR" para Imaginary.

    Cure Priority se acercó extrañada al maestro.

    —¿Cómo lo ha hecho? —preguntó—. Ha tardado muy poco tiempo…

    —Un buen profesor sabe lo que le interesa a sus alumnos —respondió el maestro, sonriendo—, y ellas fueron… y aún lo son, mis mejores estudiantes.


    "Querida abuelita:

    A veces hay cosas del pasado que permanecen ocultas, esperando salir a la luz. Pueden ser cosas buenas, y el hecho de que emerjan a la superficie es algo maravilloso. Pero también pueden ser cosas malas, y esas hay que intentar hacerlas desaparecer.

    El pasado es extraordinario, capaz de albergar lo mejor y lo peor de todos y cada uno, a diferentes alturas. Unos actos se encuentran a unos pocos centímetros de la superficie y, solo con recordarlas, afloran hacia ella. Sin embargo, otros se encuentran enterrados bajo varios metros. Y con esos actos hay que tener mucho cuidado, pues, si se sacan a la superficie, la cantidad de tierra removida es excesiva, hasta tal punto que afecta a todo lo que hay a su alrededor.

    Las cosas del pasado, pasado están.

    Con cariño, tu nieta Shiny Eyes."

    La dorada pegaso estaba escribiendo la carta en el restaurante, un poco apartada de sus amigas, pues no quería interceder en la conversación que tenían entre sí. Pero quería terminar pronto para estar con ellas. De hecho, la carta la había hecho muy rápido, y no la había repasado. Prefería hacerlo más tarde, al calor de su hogar.

    —Venga, Shiny, acércate —Shadow se estaba moviendo para dejar asiento libre.

    —Eso, Feather nos va a contar lo que ha pasado en Ponyville —Flashing estaba eufórica. Iba a tener noticias de su prima Derpy, y puede que también de Pinkie Pie.

    Shiny guardó el pergamino y la pluma y se acomodó en el asiento ofrecido, apoyándose en la mesa. Feather se aclaró la garganta y dijo:

    —Ha sido maravilloso… Todo el mundo trabajando hombro con hombro en una sucesión de tareas. Aunque no les fue muy bien hasta llegada la tarde, en el que la bibliotecaria del pueblo tomó el control de la situación y empezó a dirigir las faenas. Pero había de todo… Incluso cantaron. Y todos participaban en la canción, al igual que lo hacían con las tareas.

    Todas estaban extasiadas escuchando.

    —Y he estado a punto varias veces de unirme a la fiesta —continuó explicando la pegaso cartero—, pero tenía trabajo entregando cada carta, cada paquete y cada certificado. Y es algo que me llevó todo el día. Ponyville es muy grande, y más si solo hay una cartero trabajando. Estoy rendida.

    —Dime, Feather… ¿has hablado con Derpy? ¿Y con Pinkie Pie? —preguntó Flashing, que no podía contener la emoción.

    —Ah, sí. Justo antes de venir estuve hablando con ellas —respondió la pegaso cartero—. Derpy te da recuerdos, y Pinkie Pie quiere que vayas pronto, te está preparando una fiesta… y las dos me dieron esto para ti —Feather puso un paquete sobre la mesa.

    Poco tardó Flashing en abrirla, haciendo honor a su nombre. Cuando terminó de hacerlo, un dulce olor a tostado inundó la mesa. La potrilla tenía una sonrisa espectacular.

    —¡Muffins! ¡Son Muffins! —exclamó extasiada—. ¡Con lo que me gustan! Estas dos son fantásticas. Las quiero un montón —y, cogiendo un muffin, se lo comió de un bocado—. Comed vosotras también, están deliciosas —dijo después de tragar.

    —¡Eh! ¡Esta está mordida! —declaró Knowledge, mostrando la que había cogido.

    —Bueno —dijo Feather—, digamos que a Derpy también le encantan… y no pudo resistirse a la tentación.

    Y todas rieron.


    Muffled acababa de entrar a su casa, abatida por el terrible día que había tenido. Menos mal que por fin había conseguido ese contrato en Fillydelphia. Y también la restauración de la ciudad de nubes seguía su curso. Entonces se fijó en que las cortinas estaban echadas, por lo que miró directamente a la mesa. Había una pequeña y redondeada piedra gris encima de ella.

    —Wise, sé que estás aquí —dijo, mirando en todas direcciones.

    Al fondo de la habitación, donde más oscuridad había, se abrieron unos ojos.

    —Sabes lo que ha ocurrido aquí hoy, ¿no? —preguntó la boca a la que pertenecían esos ojos. Efectivamente era Wise.

    —Sí, lo sé. Y me alegro de haber hecho lo del censo —Muffled empezó a caminar directamente hacia él.

    —No te acerques —ordenó el semental—. Ya sabes cómo actuar. No se sabe quién puede estar mirando.

    Entonces la yegua se sentó en el sillón que estaba al lado de la mesa y puso los cascos sobre las mejillas, de tal forma que todo aquel que mirase por la ventana viese a una Muffled pensativa y cansada, cuando en realidad estaba manteniendo una conversación importante.

    —Veamos —continuó Wise—. ¿Falta alguien?

    —Sí —respondió la jefa de mineros—, una unicornio recientemente instalada no ha aparecido en todo el día… y no creo que lo haga jamás. No puedo creérmelo… Un hechizo de hace más de mil doscientos años… ¡Aquí!

    —Demasiada casualidad, ¿no crees? —analizó el semental—. En menos de veinticuatro horas… se decide hacer "urgentemente" un censo de todos los habitantes, te surge un contrato en Fillydelphia que requiere de tu presencia, y, cuando tú no estás, ocurre un desastre de una magnitud inusitada. Sin duda, mucha casualidad.

    Muffled abrió los ojos como platos.

    —¿Estás insinuando que yo tengo que ver algo en esto? —preguntó horrorizada.

    —No —respondió Wise, con los ojos entrecerrados—. Si hay alguien en quien confíe en este pueblo, sin duda alguna eres tú... Pero hay alguien cercano a ti que sí tiene mucho que ver.

    —¿Y por qué crees eso? —inquirió la jefa de mineros.

    —Porque pensándolo fríamente solo puedo llegara a una conclusión: los acontecimientos han sido forzados a ocurrir —explicó el espía—. Esa unicornio debió enterarse de la idea de hacer el censo cuando se expuso en el Consejo del Pueblo, y seguramente se ha visto obligada a ser descuidada en sus planes y ha tenido que iniciar la plaga. Pero, previendo todo esto, te ha llegado, como llovido del cielo, una opción de contrato muy jugoso… aunque para ello tenías que abandonar Northwest Mines Town.

    —No sigas, por favor —suplicó la yegua.

    —Sea quien sea el que ha movido los hilos —Wise hizo caso omiso—, no quería, bajo ningún concepto, que te vieses infectada, ya que curarte es prácticamente imposible. Y solo puede haber un motivo para hacer lo que ha hecho: te necesita.

    —¿Me necesita? —la mirada de la jefa de mineros estaba enloquecida. No podía creer lo que estaba oyendo—. ¿Para qué me necesita?

    —No lo sé… aún —fue la respuesta del semental—. Aunque ahora mismo te puedo decir que quedan descartados de toda sospecha el Consejo del pueblo y las amigas de Gentle. Pero pronto averiguaré quién es, y entonces me lo explicará todo… aunque no quiera.

    Hubo un pequeño silencio incómodo, muy incómodo.

    —Antes de irme —el espía dijo de repente—, quisiera saber por qué Gentle no estaba en la reunión de esta mañana.

    —¿Desconfías de ella? —Muffled, después de formular la pregunta, sintió una mirada penetrante sobre ella, encogiéndola de terror—. No… Gentle me pidió no asistir, necesitaba meditar, dijo.

    —De acuerdo —Wise pareció satisfecho con la respuesta—. Por cierto, no te preocupes por la unicornio que ha generado esta plaga. No volverá a molestarnos… me aseguraré de ello.

    Y se marchó. De hecho, Muffled supo que Wise ya no estaba ahí por el excesivo silencio que había en la habitación, únicamente roto por el zumbido de la nevera, proveniente de la cocina… y por su propia respiración, aún acelerada.

    Seguía en la misma posición, pero su mirada estaba perdida. En su mente empezaron a surgir seres extraños y monstruosos, como tigres de piedra, dragones, mantícoras y gusanos de las profundidades. Incluso se imaginó a Nightmare Moon.

    Pero el más terrorífico de todos los monstruos, sin ninguna duda, se llamaba Wise Words.

    FIN DEL CHAPTER 1x05

    7. 1x06 - Casa encantada

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Adventure/Aventura] - [Comedy/Comedia] - [Slice of Life] - y un poco de [Sad/Triste] - [Dark/Oscuro]

    Nota: Este capítulo es de "Terror para adolescentes", es decir, equivalente al de libros y series hechos a tal efecto. Por lo tanto, este capítulo no hay que tomarlo en serio.


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x06

    Casa encantada

    Shiny estaba en la calle, sentada, observando detenidamente lo que ocurría delante de ella.

    Una potrilla feliz se acercaba a la casa que había enfrente de la pegaso. Cuando faltaban unos escasos dos metros, la pequeña cambió el gesto y, aterrorizada, paró en seco. Temblorosa, se giró hacia la pegaso y comenzó a caminar hacia ella, con paso vacilante y respiración agitada. Una vez estuvo al lado de Shiny, la potrilla se rehizo y, otra vez feliz, cruzó la calle por delante de la joyero y siguió su camino.

    Una pareja de enamorados, cuyas miradas se perdían entre sí, trotaba en el otro sentido. Al llegar a la altura de la casa, se deslizaron lateralmente hasta llegar a la altura de Shiny, pasando por delante de ella, sin dejar de mirarse. Al terminar de rodear la vivienda, volvieron a moverse de igual forma hasta posicionarse en mitad de la calle y se perdieron de vista.

    Y lo mismo ocurrió con un semental, con una anciana y con dos amigas… Shiny miró hacia la casa, entrecerrando los ojos. No había duda, todos evitaban pasar cerca de ella.

    —¿Qué haces, Shiny? —preguntó una voz a su lado.

    Ésta se sobresaltó. Al recuperarse, miró a su izquierda. Ahí, sonriendo y con los ojos cerrados de felicidad, estaba Flashing.

    —¿Qué estás haciendo? —volvió a preguntar la potrilla.

    —Observa —declaró la pegaso, señalando al frente.

    Una yegua que estaba leyendo un papel se acercó al domicilio y, girando sobre sí misma, como si estuviese bailando, rodeó la vivienda.

    —¿Ves? Todo el mundo evita pasar junto a ese edificio —Shiny se puso una pezuña en la barbilla, pensativa—. ¿Por qué?

    —Ah, porque esa casa… es la casa de la… —comentó Flashing, alzando la voz, mientras movía sus pezuñas en círculos por encima de su cabeza y señalando a Shiny, para dar más énfasis a sus palabras, continuó— "Abuela Terror".

    Al decir ese nombre, todos los ponis que estaban cerca la miraron y huyeron despavoridos. Sin duda habían oído lo que acababa de decir la prestidigitadora, y solo la referencia de quien habitaba esa casa les infundía un gran temor.

    —Creo que deberíamos ir a hablar a otro lado, aquí estamos molestando —dijo Shiny.

    —¿Por qué? ¿Por esto? —Flashing empezó a caminar delante de la fachada, por la mitad de la calle. Los ponis se pararon y la miraban asombrados. Después, la potrilla se acercó aún más a la casa, hasta quedar a un tercio de distancia y volvió a trotar por delante del edificio. Los ponis le miraban horrorizados. Y, por último, se pegó lo más que pudo a la casa, como si se escondiese de alguien que estuviese asomado a la ventana, y volvió a cruzar. Los ponis huían despavoridos—. Como ves, yo no tengo miedo de esta casa —exclamó.

    Entonces se acercó a Shiny, que, aunque estaba tranquila, no daba crédito a lo que acababa de ver: Flashing era la única del pueblo que se acercaba a esa vivienda.

    —Y… ya podemos hablar aquí sin incomodar a nadie —la prestidigitadora sonrió.

    —¡No, potrilla, no…! —Knowledge, enfurruñada, se acercaba de forma decidida, como si se tratase de una madre que iba a regañar a su hija—. No quiero que te acerques a esa casa.

    —¿Por qué? No me creo ni una palabra sobre que haya una maldición.

    —Hay muchas cosas en la que deberías creer. Y ésta es una de ellas.

    —Sí hay algo, pero no es…

    —Prométeme que no te vas a acercar más a esa casa —espetó Knowledge.

    —No te lo voy a prometer, porque voy a entrar pronto a esa casa, y pasaré la noche entera.

    —No entrarás.

    —Sí entraré.

    Flashing y Knowledge se miraron frente a frente mientras la segunda decía "No entrarás" y la primera respondía "Si entraré". Sus hocicos se acercaron tanto que chocaron, aplastándose ligeramente.

    —¡Basta! ¡Por favor, parad! —Shiny gritó.

    Flashing y Knowledge, con los morros aún pegados, giraron al unísono las cabezas, hasta mirar a la pegaso, y empezaron a sonreir. En ese momento, el ojo de Flashing que estaba más cerca de Knowledge, y el ojo de Knowledge que estaba más cerca de Flashing giraron lentamente hasta mirarse mutuamente, mientras los ojos más alejados seguían mirando a Shiny. Incluso las bocas parecieron partirse por la mitad, gruñendo la parte más próxima y sonriendo las más lejanas.

    Shiny suspiró.

    —Decidme, ¿por qué hay tanto miedo hacia esa casa? —preguntó.

    Entonces las dos yeguas alejaron ligeramente sus caras y prestaron completa atención a la pegaso-joyero.

    —Verás, Shiny… —empezó a decir Knowledge—. Esa casa está encantada.

    —Aham.

    —Hay un fantasma. Un horrible fantasma… —Knowledge acompañó sus palabras con gestos terroríficos.

    —Es una ancianita —cortó Flashing.

    —Es… una malvada ancianita que... —continuó Knowledge.

    —No es malvada —volvió a cortar Flashing.

    —Sí, lo es —dijo Knowledge.

    —No lo es —respondió Flashing.

    Y volvieron a juntarse los morros mientras discutían de nuevo. Knowledge repetía "Sí lo es" y Flashing respondía "No lo es". Shiny tosió para que le volviesen a hacer caso.

    —Knowledge, continúa con la historia. Flashing, tú no interrumpas.

    —Gracias, Shiny —Knowledge echó un último vistazo a la potrilla unicornio, que estaba enfurruñada, y siguió contando la historia:

    +Es una casa encantada, con una MALVADA —miró de nuevo a Flashing— anciana, que se aparece por las noches en las que hay una Luna de Sangre para aterrorizar a todo aquél que ose entrar en esa casa.

    —¿Qué es una Luna de Sangre? —preguntó Shiny, extrañada.

    —Es cuando, por un ligero error de la Princesa Celestia, la Luna es roja —respondió Knowledge. Entonces vio la mirada inquisitiva de Shiny, y notó la de rabia de Flashing en su nuca—. ¿Qué? También comete errores…

    —Bueno —cortó Shiny—, continúa.

    —Pues poco más hay que contar… Pero vamos, que no hay que entrar en esa casa.

    —Cuéntale cómo se supone que atemoriza la ancianita —Flashing tenía ahora una sonrisa maliciosa.

    —Ah, sí… —Knowledge sacó una linterna y se iluminó la cara desde abajo. Y, acercándose a Shiny, dijo—. Ella se acerca lentamente por cualquier lado, desde donde menos te lo esperas y, cuando está a tu lado… —susurró la historiadora, mientras se movía acorde a lo que estaba diciendo.

    —Te da besos de abuela —cortó Flashing.

    —¡Eh! Estaba contándolo yo —se quejó Knowledge.

    —¿Pero qué miedo da que te den besos de abuela? —preguntó Shiny.

    —¡Nada! —respondió la potrilla unicornio—. Absolutamente nada.

    —¡Todo! —respondió a la vez Knowledge—. Porque estos besos son fantasmales y te vuelven loca.

    —Eso es mentira, sus besos no te vuelven loca —Flashing volvió a enfurruñarse—. No sabes lo que dices. Es una ancianita muy buena.

    —Qué sabrás tú —respondió la blanca poni de tierra, contrariada.

    —Pues más que tú.

    —Aún eres una potrilla, ¿cómo vas a saber más que yo?

    —Pues sí sé.

    —Pues no sabes.

    —¡BASTA! —chilló Shiny—. Lo he decidido. ¿Cuándo es la próxima Luna de Sangre?

    —Bueno, creo que precisamente mañana hay una, según el calendario lunar —respondió Knowledge.

    —Entonces retíralo —exclamó Flashing.

    —¿Retirar el qué? —la historiadora estaba extrañada.

    —Lo que dijiste antes sobre que la Luna de Sangre es un error de la Princesa Celestia. Si es un error, ¿cómo sabes de antemano cuándo va a salir?

    —Porque es un error en la forma de mostrarla, no de tiempo… o quizás no lo sea… Pero bueno, yeguacita, en todo caso, mañana no vas a entrar en esa casa.

    —Porque tú lo digas.

    —Soy mayor que tú y sé lo que te conviene. Y no me rechistes.

    —LO QUE HE DECIDIDO… —Shiny cortó por lo sano—, es que mañana vamos a entrar las tres a esa casa.

    —¿¡COMO!? ¿No lo dirás en serio? —Knowledge se asustó.

    —¡UEEEEEEEEE…! ¡Mañana vamos a entrar! ¡BIEEEENN! —Flashing no cabía en sí de gozo.

    Shiny apartó un poco a Knowledge.

    —Vamos —dijo—, las dos sabemos que no va a ocurrirá nada, y, si algo pasa, bueno… las leyendas exageran.

    —Que sepas que voy a entrar… —Knowledge cerró los ojos con fuerza— para que no le pase nada a ella. ¡Arg…! Si es que Flashing tan terca y metepatas que seguro que tengo que salvarla —exclamó, mirando al cielo.


    —¿Quéee? ¿Queréis entrar a la casa de la Abuela Terror? No contéis conmigo —Feather fue tajante.

    —Vamos, será divertido —respondió Shiny, con una sonrisa en la boca.

    —¿Pero sabéis qué es lo nos puede pasar si entramos ahí?

    —Lo sabemos, pero Flashing va a entrar de todos modos, así que sería bueno que no lo hiciese sola.

    —Y porque Flashing quiera entrar nos vamos a poner las demás en peligro, ¿no?

    —Lo único que va a pasar es que va a ver que estamos todas con ella.

    —Pues conmigo no contéis, lo siento.

    —Es una pena, Flashing estaba tan ilusionada con que tú fueras…

    Feather empezó a imaginarse a Flashing llorando y a las demás, enfadadas, mirándola mientras decían "Está llorando por tu culpa" y "Eres una insensible".

    —Está bien, iré —declaró la pegaso-cartero—. Dijiste mañana por la noche, ¿verdad? Pasadme a buscar.

    Shiny salió contenta de casa de Feather. Había convencido a una, quedaban dos.


    Shiny estaba esperando en la calle a que Shadow, que aún cacharreaba en la herrería, terminase. Faltaba poco para la hora de cierre y, aprovechando que casi nunca tenía clientes a esa hora, Shadow recogía el material, colocándolo en sus respectivos estantes.

    Últimamente la herrero estaba más ajetreada que nunca: la cantidad de pedidos que recibía empezaba a ser agobiante, y cada vez cerraba más tarde. Por ese motivo apenas tenía tiempo para salir y divertirse con sus amigas. Aunque Shiny sabía a ciencia cierta que Shadow había encargado maquinaria especial para hacer el trabajo más rápido y mejor, pero aún no lo había recibido… De todas formas, Shiny decidió atacar por ese camino.

    —Hola, Shadow —dijo, entrando en la herrería.

    —Hola, Shiny —respondió Shadow, que sonrió ligeramente—. Me alegro de verte.

    —Sí, últimamente nos vemos menos, y eso es una pena.

    —El trabajo, ya lo sabes. Que si fabricar picos, que si taladros, que si… al menos la mina marcha bien.

    —Ya, pero se te ve tan cansada…

    —No te preocupes, esta semana que viene me traen refuerzos y volveré a ser una poni libre.

    —Y volverás a divertirte.

    —Y volveré a divertirme, tú lo has dicho. Ah… cuánto añoro estar con vosotras…

    —Pues mañana vamos a salir todas. Si quieres venir, solo tienes que hacer un hueco.

    —Ah, perfecto. Me apunto, sea lo que sea… cualquier sitio menos aquí.

    —Pues mañana vendremos a buscarte. Cuídate.

    —Adiós, Shiny. Un placer hablar contigo, como siempre.

    Al salir de la herrería, Shiny sonrió. Dos de tres. Aunque faltaba lo más difícil: convencer a Gentle Colors… y para ello Shiny tenía que usar todas sus habilidades.


    Para intentar convencer a Gentle, fueron en tropel Shiny, Flashing y Knowledge. Habían comprendido que la unión hacía la fuerza y, para lograr un "Sí" de Gentle, hacía falta mucha fuerza... de convencimiento. Se miraron las tres y asintieron. La pegaso, decidida, llamó a la puerta.

    —¡Ya voy! ¡Ya voy! —la voz de Gentle no parecía muy amable. Empezaba mal el asunto.

    —Hola Gentle —dijo Shiny cuando se abrió la puerta.

    —Ah, sois vosotras. ¿Qué queréis?

    —Queríamos… —Shiny se quedó en blanco.

    —Mañana… —Knowledge estaba petrificada.

    —Queremos que mañana nos acompañes a pasar la noche en la casa de la "Abuela Terror" —declaró Flashing, sonriendo. Extrañamente, no se sentía amilanada por Gentle.

    —¿Queréis que vaya a esa casa? ¿A pasar una noche juntas? ¿Mañana acaso hay Luna de Sangre? ¿Para eso me habéis roto la concentración? Pues la respuesta es "Sí". Iré.

    Shiny y Knowledge no podía creérselo. Gentle iba a ir, y no habían tenido que rogar ni suplicar varias veces. Sin embargo, Flashing seguía sonriendo tranquilamente, como si supiese de antemano que la respuesta afirmativa era la única opción posible.

    —Bueno —dijo Shiny cuando Gentle cerró la puerta para volver a su meditación—, pues estamos todas.

    —Vamos a ir las seis a esa casa, no me lo creo —continuó Knowledge.

    —¡Sí! ¡Vamos a la casa de la abuelita! ¡Vamos a la casa de la abuelita! —Flashing estaba saltando de aquí para allá, loca de contenta.

    —Ejem, ejem… —Gentle estaba en el umbral de la puerta de su casa—. Si no os importa, estaba intentando volver a la meditación, y vuestros gritos no me dejan.

    —Perdón, perdón —Shiny y Knowledge se disculparon, pero Flashing seguía saltando y gritando emocionada. Entre la historiadora y la joyero la cogieron y se la llevaron de ahí.


    El ocaso del día siguiente empezaba a aparecer. Esa noche era la noche. Todas estaban delante de la casa, portando sus enseres para pasar la noche.

    —Shiny, en ningún momento me dijiste a dónde íbamos a salir… —Shadow se quejó—. Pero bueno, ya que estamos aquí, tendré que entrar.

    —Por cierto, que sepáis todas que esta casa es muy antigua —Knowledge daba una pequeña lección de historia—. De hecho es la segunda casa que se construyó en este pueblo.

    —¿Y la primera? —preguntó Shiny Eyes—. ¿Cuál fue?

    Knowledge titubeó durante un instante, y, buscando, señaló una en concreto. Era la vivienda de Gentle Colors.

    —¡Por favor! —la unicornio de dos colores alzó las cejas—. Todo el mundo sabe que mi casa es la más antigua del lugar. Ya se encargaron mis padres de hacerlo público por toda Equestria. Y sus padres antes que ellos. Y sus padres también.

    Shiny notó que Gentle parecía hablar de sus antepasados como si de extraños se tratasen. "Probablemente lo haga por el abandono y la repudia que ha sufrido", pensó.

    Y entraron en la casa. La puerta principal se abrió con un gran quejido, como si no quisiera ser molestada. Poco a poco las cinco pasaron al recibidor. Allí todo estaba tranquilo. La cantidad de polvo que inundaba el piso y los muebles era menor de lo que esperaban.

    Decidieron instalarse en el salón. Allí sacaron los sacos de dormir, algo de comida para cenar y demás parafernalia. Knowledge sonrió mientras mostraba un libro:

    —Es un libro de historias… de terror —dijo.

    —Oh, vamos —Feather se quejó—. No me fastidies que va a haber más terror aparte del de esta casa.

    —Son cuentos de terror, pero de mentira… —Knowledge miró fijamente a los ojos de la pegaso-cartero—. ¿O quizás no lo son…?

    —Vamos, son inocentes historias inventadas —cortó Gentle—, escritas para ocasiones como esta.

    —No te asustes, Feather… aún —Flashing sonreía.

    Knowledge abrió el libro por una parte en concreto, ayudado por un marca páginas colocado para tal efecto. Se aclaró la garganta y empezó a relatar:

    "Era un noche de Luna Llena, cuyo fulgor iluminaba la silueta de la mansión. Una mansión antigua, algo constatable, tanto por su estilo de construcción como por sus desvencijadas paredes. Hacía mucho tiempo que estaba abandonada.

    Empezó a llover, por lo que los dos pequeños ponis que estaban en el camino de acceso tenían que apresurarse para entrar. La apuesta era sencilla: Debían pasar la noche dentro. Era la prueba de acceso para pertenecer a la pandilla de jóvenes del pueblo.

    Sabían que esa mansión estaba encantada, pero habían traído todo lo necesario para defenderse, como redes y tirachinas. Y también habían llevado sacos de dormir y una tienda de campaña de fácil apertura. Y, sobre todo, portaban linternas."

    —Espera, espera —cortó súbitamente Shiny Eyes—. ¿Cómo se llaman los dos ponis?

    Knowledge echó un vistazo por encima de la historia. Después miró a la pegaso.

    —No dice nombres —respondió—. De todas formas, ¿qué importa?

    —Me gusta entrar de lleno en la historia, y ponerme en la piel de los protagonistas… y si no sé el nombre, no será lo mismo, ¿no crees? Sería como vivir las aventuras de un John Doe cualquiera.

    —Pues de acuerdo. Uno se llamará John y el otro Doe. ¿Contenta? —Knowledge estaba un poco molesta por la interrupción.

    —Bueno, no es lo mis…

    Pero Knowledge seguía leyendo:

    "La lluvia se hacía más fuerte por momentos, por lo que decidieron apretar el paso hasta la puerta principal. El poni más grande…"

    —… al que llamaremos "John" —Knowledge volvió a mirar a Shiny, que agachó levemente la mirada.

    "'John' empujó la gran puerta, que parecía una gran boca a punto de engullirles, y entró, seguido del otro poni: 'Doe'. El interior era tétrico, con aterradoras sombras por todas partes, pero las zonas iluminadas por la luz de la luna no eran mucho mejores. 'John' y 'Doe' decidieron sacar las linternas de sus mochilas.

    Apuntaron los haces de luz hacia todos lados, asimilando la disposición del mobiliario y los caminos disponibles. Decidieron dirigirse a lo que parecía el salón, para montar allí su eventual base. El más pequ… 'Doe' sacó rápidamente la tienda de campaña, mientras 'John' continuaba reconociendo el terreno.

    Apenas tardaron unos pocos minutos en tener listo todo. Era hora de leer una historia de terror para ambientar."

    —¿Por qué siempre hay que leer historias de terror dentro de historias de terror? —preguntó Feather.

    —No sé, es lo normal en este tipo de historias. Si no se leen historias de terror al leer una historia de terror, es todo como mucho más… aburrido —explicó Knowledge—. Además, si en una historia de terror que se lee dentro de una historia de terror ocurre algo mucho más trágico de lo que ocurre realmente en la historia de terror que estoy leyendo, lo que ocurrirá aquí, en esta casa, será algo realmente tranquilizador, ¿no?

    —De acuerdo, continúa —terminó diciendo Feather, intentando asimilar la aclaración.

    —Bueno, la historia que leen 'John' y 'Doe' está escrita, pero voy a saltármela.

    —¿Por qué? —preguntó Shadow—. Léela.

    Y todas afirmaron. Querían que fuese leída la historia de terror dentro de la historia de terror, estando ellas en su propia historia de terror.

    —Oh, ¿por qué voy a hacerlo? —inquirió Knowledge—. Solo es una tonta historia de terror que no viene al caso. Si lo llego a saber no digo nada.

    —Déjame ver —Gentle cogió el libro y empezó a leer rápidamente—. De acuerdo, la historia que leen los personajes no tiene nada que ver, se puede omitir.

    —¿Por qué se puede omitir? Queremos enterarnos —Flashing se quejó.

    —Ah, claro, como la señorita Gentle ya lo ha leído… el resto a fastidiamos, ¿verdad? —Shiny se quejó.

    —De verdad, no es para nada relevante en la historia —contestó la unicornio de dos colores y, devolviéndole el libro a Knowledge, continuó—. Es mejor que sigas, Knowledge, luego le contaré la historia a estas yeguas curiosas.

    —Queremos saberla ahora, no luego —Shiny se enfrentó a Gentle.

    —Créeme, es mejor que no los sepáis —fue la respuesta de la unicornio.

    —Pues yo creo que sí.

    —¡Basta! ¡Lo contaré! —Knowledge estaba bastante enfadada—. Pero no quiero ni una sola interrupción más, ¿de acuerdo?

    —Por supuesto —respondió Shiny, con ojos titilantes. Algo que fue acompañado por una sonrisa de Flashing y por un gesto afirmativo de Shadow. Feather miró al suelo, pues no quería escuchar más historias de terror, y menos historias de terror dentro de otras historias de terror.

    "La historia que leyeron era realmente aterradora: definía las andanzas de seis jóvenes yeguas que decidieron ir a una casa abandonada, situada en mitad de un pequeño pueblo…"

    —No quiero continuar —Knowledge dejó de leer—. Esta historia no me gustó cuando escogí la otra.

    —¿Y por qué elegiste leer la otra historia? —preguntó Shiny.

    —Porque es la mejor sobre casas abandonadas que tiene el libro. Pero la historia que leen los protagonistas… simplemente me niego a leerla.

    —Oh, ¿acaso es porque son seis yeguas, como nosotras, y solo porque están en una casa abandonada en mitad de un pueblo, como nosotras…? Solo es casualidad… ¿O acaso hay, en la historia, una definición de nuestro aspecto o nuestra forma de ser?

    —No, eso no, pero…

    —Entonces continúa —terminó diciendo Shiny. Y volvió a repetirse la escena. Sus ojos titilaban, Flashing sonreía, Shadow afirmaba y Feather miraba al suelo.

    —De acuerdo —admitió la historiadora—, pero no os quejéis si el parecido a nosotras se hace realmente palpable.

    "… situada en mitad de un pequeño pueblo. La más pequeña de las yeguas quería entrar y fue convenciendo a las demás para hacerlo.

    Se adentraron, convencidas de que la historia de la casa era un cuento para potrillos. Y eso fue su gran error, como supieron más tarde. Investigaron la casa desde el sótano hasta el tejado. Allí no había nadie. Todo estaba en calma.

    Los motivos de las conversaciones que mantenían entre ellas fueron cambiando de tono, pasando de precaución y miedo a risas y jolgorio. Hicieron un corro en la habitación más grande de la casa, que resultó ser el salón. Se pusieron frente a la chimenea."

    —Como cuenten otra historia de terror os juro que me voy —comentó Feather, con apenas un hilo de voz.

    Knowledge miró fijamente a la pegaso-cartero con una mirada verdaderamente aterradora.

    —No, no cuentan más historias de terror —dijo entre dientes, y continuó la historia.

    "Las risas fueron lo que hizo enfurecer al fantasma. Durante su vida ese poni fantasma había sido objeto de bromas pesadas, hasta tal punto que una de ellas acabó con su vida. Desde ese momento, había decidido vengarse de todo aquel que osase cruzar la puerta y reírse… y así lo hizo".

    Knowledge hizo una rápida lectura, avanzando en la historia mientras murmuraba.

    "Y la puerta de la casa abandonada se cerró esperando su siguiente víctima. Esa noche se había cobrado seis vidas y estaba parcialmente satisfecha. FIN".

    —¡Ey, no te saltes partes! —se quejó Shiny—. ¿Por qué lo haces?

    —Porque digamos que la parte que he omitido no es plato de buen gusto. Dejémoslo en que lo que ocurre… podría servir a un aprendiz de cirujano para saber qué órgano conecta con qué partes del cuerpo. E incluso para él sería demasiado explícito. Lo más suave que hace el fantasma es comerse una lasaña hecha con… E incluso eso es demasiado. No sé por qué viene esta historia en el libro. Se supone que las historias son aptas para contar en campamentos.

    —Entonces es mejor que continúes, si no te importa, con la historia principal —sugirió Gentle, mirando a las demás. Shiny terminó asintiendo, sabiendo que una negativa llevaría a una tonta pelea.

    Knowledge sonrió y buscó la referencia para seguir. Shiny miró al resto. Entonces se fijó en Feather, que estaba completamente echada y tiritaba de miedo. Era increíble que una pegaso como ella tuviese tanto pánico. Sin embargo, Flashing estaba muy contenta. Algo realmente extraño en ellas. Normalmente la situación debería ser al revés.

    "Al terminar el relato, 'John' apenas se sentía inquieto, pero 'Doe' estaba aterrado. No podía asimilar la historia que acababa de escuchar. 'No te preocupes', dijo 'John', 'la primera vez que leí la historia yo estaba igual o peor que tú'.

    '¿Qué historia tiene esta casa?', preguntó 'Doe'. 'Supuestamente aquí tuvo lugar un…' "

    —¿Órganos? ¿Lasaña? ¿Y se lo comió? ¿Pero qué clase de monstruo era ese fantasma? —preguntó de repente alguien.

    Knowledge levantó la mirada. Estaba visiblemente enfadada. Empezó a bajar poco a poco el libro.

    —¿Quién ha hablado ahora? ¡Dije que no quería más interrupciones! —exclamó, observando a las demás.

    Todas tenían los ojos como platos, y miraban directamente hacia ella. Shiny levantó poco a poco la pata y señaló a la dirección en que se encontraba la historiadora. Aunque más bien señalaba detrás de ella. Knowledge, con los dientes apretados por la rabia y sus ojos entrecerrados, se giró poco a poco.

    Detrás de ella había una figura traslúcida de una anciana poni de tierra. Su color se adivinaba de un verde esmeralda. Sus rojizos ojos estaban fijamente puestos sobre Knowledge, esperando pacientemente una respuesta coherente a sus preguntas.

    La historiadora, con los dientes aún apretados, empezó a abrir lentamente los ojos hasta llegar a un límite increíble.

    —Chicas… —empezó a decir—, espero que me dejéis paso libre. No quiero tropezar con ninguna mientras camino hacia atrás…

    Y empezó a recular con sus patas traseras, mientras sujetaba el libro con las delanteras. Todas las demás se levantaron lentamente y empezaron a hacer lo mismo, con las caras desencajadas de miedo.

    Todas, menos Flashing, que sonrió y se acercó hacia la fantasmal figura.

    —¡Abuelita! —exclamó—. ¡Al fin has venido!

    Empezó a extender sus patas para abrazar a la anciana… pero fue rápidamente detenida por las demás. Sin duda esa fantasma había hecho un hechizo… "fantasmal", haciendo caer a Flashing en ella. Pero afortunadamente las detrás estaban ahí para impedir que esa horrorosa aparición atrapase a la pobre potrilla.

    Rápidamente se dirigieron hacia la puerta principal, mientras arrastraban a la pequeña unicornio, que se resistía como podía. La potrilla no quería alejarse de la abuela-fantasma, y así lo demostraba alzando sus patas anteriores y separándolas, en un símil de abrazo. La anciana respondío a su acción elevando de igual forma sus extremidades delanteras.

    El grupo llegó a la entrada principal pero, por mucho que tiraron, empujaron, movieron y suplicaron, la puerta no se abría. Estaban atrapadas, a merced del fantasma. Todas recibirían una serie de horribles besos y se volverían locas… cosa que deseaba Flashing, a juzgar por su deseo de abrazar al fantasma.

    —Rápido, subamos al segundo piso —Gentle era, con diferencia, la menos aterrada de todas, y se autoerigió como la líder capaz de mantener la situación bajo control.

    Subieron atropelladamente las escaleras, siempre llevando consigo a Flashing, que empezó a ponerse triste, pues deseaba, con todas sus fuerzas, estar con la abuelita…

    —Por favor… —suplicó—, dejadme ir con ella.

    Pero no le hicieron caso. De hecho, fueron mirando, una a una, todas las habitaciones de la planta superior. Todas las ventanas estaban fuertemente cerradas. Desesperada, Knowledge cogió una silla de la última habitación y la lanzó contra la ventana. Presumiblemente debía romper el cristal, a juzgar por la fuerza de lanzamiento y porque las patas iban directamente. Pero, en vez de ello, el cristal se combó hacia fuera, como si fuese un globo de chicle, logrando contener el impacto, y recuperó rápidamente su posición inicial, haciendo rebotar la silla, que impactó de lleno contra Shadow.

    —Tenemos que calmarnos y analizar la situación —Gentle estaba pensativa—. Knowledge, ¿cómo acaba la historia del libro?

    —Nos persigue un horrible fantasma y ¿quieres que me ponga a leer ahora? —exclamó la historiadora, completamente aterrada—. ¿Te parece un buen momento para distraernos con chorradas mientras esa espantosa anciana nos va volviendo locas una a una?

    —No me he explicado. Quiero saber si termina bien. Lo que me interesa saber es cómo se deshacen del fantasma. Quizás sea una manera eficaz.

    —No, por favor, no la hagáis desaparecer —Flashing tenía los ojos lagrimeados. Estaba a punto de llorar—. Dejadme hablar con ella, por favor…

    —Pues en el libro logran eliminar al fantasma diciéndole lo que es en realidad, haciendo que desaparezca —Knowledge dijo rápidamente.

    Flashing aprovechó el descuido de la conversación para deslizarse a través de la puerta, sin que nadie la viese. Estaba decidida a encontrar a la abuela para pedirla que dejase salir a sus amigas, a cambio de que ella se quedase. No soportaba verlas sufrir así.

    —Aunque… —continuó diciendo Knowledge— tengo una colección de libros en que dos ponis de tierra, que son hermanos, eliminan a los fantasmas echando sal a sus restos y quemándolos… ¡Ey! ¿Dónde está Flashing?

    Salieron rápidamente al pasillo. Afortunadamente, la potrilla unicornio apenas se había movido unos pocos pasos, así que la agarraron rápidamente.

    —¡Señorita! —exclamó Knowledge, disgustada—. No quiero que te muevas de mi lado. No quiero que te pase nada. Y no te tengas miedo, vamos a salir de aquí cueste lo que cueste.

    De repente, un crujido sonó en la planta baja, seguido de un chirrido. Todas se miraron, asombradas. Parecía el ruido de una puerta abriéndose. Rápidamente avanzaron por el pasillo y bajaron las escaleras. La puerta principal estaba abierta de par en par, invitándolas a salir de la casa encantada.

    —Hay algo que me escama en este asunto… —declaró Gentle, parándose de repente.

    —¿A qué te refieres? —Feather estaba ansiosa por abandonar el lugar—. Podemos salir de aquí, ¿qué más quieres?

    —A eso me refiero. Es demasiado fácil…

    Knowledge se fijó a Flashing. Ésta estaba muy contenta, demasiado feliz, incluso para ser ella. Parecía encantada de abandonar la casa. Dándose la vuelta, la historiadora miró a Shiny y a Gentle.

    —Lo único raro en este asunto es que, después de tardar tanto en convencerte para entrar en esta casa, ahora no quieras salir de aquí, Gentle —Knowledge indicó disimuladamente con la pezuña la dirección donde estaba Flashing, y alzó una ceja.

    —Sí, eso es muy extraño en ti, Gentle —Shiny seguía el juego.

    —Efectivamente, tardamos mucho en convencerte, y ahora nos haces esto —dijo Flashing, con una cara ligeramente más seria, pero sin abandonar la sonrisa.

    Knowledge se giró rápidamente, con los ojos entrecerrados, visiblemente enfadada.

    —Incluso en esta situación, Flashing no dudaría en decir lo contrario para contradecirme… y con más ganas lo haría ahora, sabiendo que no tengo razón y ganaría la disputa. Así que… ¿¡Quién eres tú y qué has hecho con Flashing!? —la mirada inquisitiva de Knowledge hizo retroceder a la potrilla.

    —De acuerdo —replicó ésta—. Me has descubierto. No soy Flashing. Pero no os la llevaréis con vosotras.

    Un humo negro envolvió rápidamente y por completo el cuerpo de la falsa Flashing, disipándose a continuación y revelando su verdadera forma: era el fantasma de la Abuela Terror.

    —Flashing se quedará conmigo —dijo, con una sombría sonrisa—. Vosotras sois libres para poder iros.

    —¡No me marcharé sin Flashing! —Knowledge estaba cada vez más furiosa.

    —Ninguna de nosotras se irá sin ella —Gentle habló en nombre de todas.

    —Os estoy dando la oportunidad de marcharos. Yo de vosotras aprovecharía esta oportunidad —y volvió a quedar envuelta en un humo negro. Cuando se desvaneció el humo, ya no había nada.

    —¡MÁS TE VALE QUE FLASHING ESTÉ PERFECTAMENTE! —gritó Knowledge, que estaba fuera de sí de rabia—. ¡COMO LE HAYAS PUESTO UNA PATA ENCIMA, TE JURO QUE REDUCIRÉ ESTA CASA A CENIZAS!

    —Se… Seguramente esté en el sótano —Gentle balbuceaba. No se imaginaba una reacción así de la historiadora. De hecho, ninguna lo esperaba.

    —¡Vamos entonces! —la voz de Knowledge era un gruñido.

    —Primero debemos trazar un plan —sugirió Shadow, y las demás asintieron.

    —¡HE DICHO QUE VAMOS! —Knowledge miró a las demás. Sus ojos estaban inyectados en sangre, y su boca totalmente desencajada. Todas dieron un paso atrás—. ¡AHORA!

    Se dirigieron rápidamente a la puerta que se dirigía al sótano. Estaba cerrada. Parecía ser que Gentle estaba en lo correcto: si Flashing estaba en algún lugar de la casa, sin duda parecía ser el sótano.

    Knowledge apartó a las demás, empujándolas sin reparos, y se puso de espaldas a la puerta. Levantó sus patas traseras y, juntando todas las fuerzas que pudo, golpeó la puerta con una doble coz. Quizás fuera porque la puerta fuera antigua y estuviese carcomida, o quizás la desesperación y la rabia había multiplicado la fuerza de Knowledge, pero la puerta se separó literalmente de los goznes, y quedó empotrada en el techo de la escalera de bajada, deslizándose poco a poco y cayendo a un lado de la escalera.

    —Sinceramente, no desearía ser ahora mismo el fantasma de la abuela Terror —dijo Shiny, claramente sorprendida.

    —¡AGUANTA, FLASHING! ¡YA VOY! —Knowledge bajó totalmente decidida, sin esperar a nadie. El resto apresuró el paso para no perderla de vista.

    Había una habitación al fondo del sótano. Al parecer era bastante grande, a juzgar por las dimensiones que había recortado la pared a la entrada del sótano. Knowledge abrió la puerta usando la manilla. Afortunadamente estaba abierta, y entró, seguida inmediatamente de las demás.

    Dentro de la habitación, Flashing estaba sentada en una silla, junto a una mesa. Las demás sillas estaban ocupadas por una copia perfecta de las demás yeguas. Las que estaban detrás de Knowledge miraron asombradas la escena, pero ella entró directamente como un rayo en la habitación, yendo directamente hacia la potrilla unicornio.

    Flashing miró hacia la puerta cuando ésta se abrió. Se sorprendió cuando vio a Knowledge en el umbral. Se suponía que estaba justo a su lado, mirándola sonriente. De hecho todas sus amigas en la mesa estaban mirándola. Entonces comprendió todo, y bajó la mirada.

    Knowledge tardó un momento en llegar a donde estaba su amiga y empezó a ojearla de arriba abajo, escudriñándola detenidamente, en una tarea que apenas duró un instante. Entonces la historiadora volvió a mirarla, esta vez directamente a los ojos… y, llorando, la abrazó. Aparentemente, su amiga no había sufrido ningún daño, pero había sido secuestrada, y eso lo iba a pagar muy caro la abuela fantasma.

    Las demás entraron en la habitación, aún asombradas por la existencia de sus dobles… pero la más confundida, sin ninguna duda, era Flashing. Todas se pusieron justo detrás de sus respectivos dobles, y éstos quedaron envueltos en un humo negro, desapareciendo justo después. Pero esta vez el humo voló hasta la entrada de la habitación, juntándose y convirtiéndose en la abuela fantasma.

    —¿Sabes una cosa? —la anciana se dirigió a Gentle—. Me recuerda muchísimo a una yegua que había en el pueblo, cuando yo apenas era una pequeña potrilla. Aunque hace mucho tiempo que se me olvidó su nombre. Era una yegua muy orgullosa, sin duda. Y con un gran secreto. Todo el mundo sabía que su corazón estaba partido por la desidia y el odio, aunque ella se guardó para sí misma el motivo de tanto desprecio —Gentle miraba a la abuela con una mezcla entre terror y orgullo. Esa yegua de la que hablaba esa anciana no era ella. No era la que estaba en la habitación en ese momento—. ¡Ah, ya me acuerdo de su nombre! Creo que se llamaba Ge…

    —¡BASTA! —Knowledge se subió a la mesa y empezó a caminar hacia el fantasma—. ¡HAS SECUESTRADO A FLASHING Y LO VAS A PAGAR! ¿¡Y SABES LO QUE VOY A HACER!? —llegó hasta la abuela y empezó a empujarla con la pata. "Es imposible", dijo la anciana en bajo, "No deberías poder tocarme". Pero así era—. ¡VOY A COGER TUS HIGADILLOS Y ME LOS VOY A COMER DESPACIO CON UN BUEN… VINO PRANCÉS! —entonces la historiadora hizo un sonido como si estuviese masticando rápidamente.

    —Por favor, no hagas nada, Knowledge —Flashing estaba abatida—. No quiero que os peleéis. Ninguna de vosotras.

    La historiadora miró hacia atrás y, viendo la escena, dio la espalda a la abuela y volvió junto a Flashing, a la que abrazó, sin dejar de mirar con rabia a la fantasma. Ese monstruo no volvería a tocar a Flashing. Ella se encargaría de que no ocurriese.

    —Pero cariño —la historiadora se dirigió hacia la potrilla, usando un tono de voz mucho más suave—. ¿Por qué dices que no quieres que le haga daño? Ella te ha secuestrado.

    —Pero vosotras os queríais llevar a Flashing… —respondió la abuelita, con un tono triste—. Y no podía permitir que la alejaseis de mí.

    —Por favor, abuelita... —Flashing tenía lágrimas en los ojos—. ¿Por qué has hecho esto? Me has engañado… y yo quería… y yo quería…

    —Quería estar contigo, ya lo sabes. Solo tengo unas pocas horas para disfrutar de una noche perfecta contigo, y querían separarnos antes de tiempo. Siento muchísimo lo que he hecho.

    —¡Pero me has engañado! No eran mis amigas las que estaban aquí… ¿Acaso no confías en mí? Yo habría hecho que viniesen aquí de buen grado. Pero has jugado conmigo, abuela… y has jugado con ellas… ¡No quiero! ¡No quiero decirlo!... pero me has obligado, abuela —Flashing tenía los ojos llenos de lágrimas—. Tú… ¡Tú eres un fantasma!

    —Ya lo sé, pequeña —la abuela bajó la cabeza—. Si no lo fuese, ¿cómo sería capaz de hacer las cosas que hago? Aunque me ha dolido que precisamente hayas sido tú la que haya dicho eso… como si no quisieses que estuviésemos juntas.

    —No es eso, abuela —Flashing estaba empezando a lloriquear—. No quiero elegir entre ellas y tú. Simplemente no puedo. Os quiero tanto a todas… Pero no me hagáis elegir, por favor.

    —Yo no iba a hacerles daño —la abuelita se acercó a Flashing y la besó en la frente. Las demás se sorprendieron, pues había sido un beso suave, sin ruido—. Ya sabes que yo soy incapaz de hacer cosas malas, y menos a tus amigas.

    —Pero querías quedarte con Flashing para siempre —Knowledge estaba menos enfadada, pero aún distaba bastante de estar tranquila.

    —No, no… —el fantasma se defendió—. Solo íbamos a estar esta noche. Y por la mañana volvería a salir… después de divertirnos juntas, como siempre hemos hecho, ¿verdad, Flashing?

    —Eso es cierto —respondió ésta, esbozando una ligera sonrisa—. Sé que así es… y ésta no iba a ser una excepción —y, dirigiéndose a las demás, continuó—. Por favor, vamos a pasar la noche juntas todas. Hacedlo por mí.

    —Bueno, he de reconocer que no hemos sufrido daño alguno —afirmó Gentle—. Y, pensándolo bien, no hemos estado realmente en peligro. Sin duda alguna, ella no quería lastimarnos en ningún momento.

    Las demás afirmaron y se sentaron en las sillas. Pero Knowledge seguía enfadada. Miraba a la abuelita, que estaba al otro lado de Flashing… y después miró a ésta. La potrilla estaba sonriendo. Estaba contenta. Era feliz. Knowledge bajó la mirada durante unos segundos y, cuando volvió a mirar al frente, estaba riendo.

    —Está bien, está bien —dijo al fin—. Si es así como quieres que sea, Flashing, así será. Al fin y al cabo, somos amigas, ¿verdad?

    —No, somos las MEJORES amigas —la pequeña unicornio no cabía en sí de gozo—. Y ahora, si no os importa, voy a por mi zurrón y a traer la cena.

    —¿La cena?

    —Sí, tenía pensado hacer una cena para que os conocieseis todas… —dijo, levantándose rápidamente y marchándose al salón de la casa.

    El silencio se hizo algo incómodo. Todas miraban a la abuela fantasma, que estaba avergonzada. Todas excepto Knowledge, que se quedó observando la puerta, esperando el regreso de su amiga.

    —Bueno —Shiny empezó a hablar—, creo que lo mejor sería hacer una tregua, ¿verdad? Aunque sea únicamente por el bien de Flashing.

    —Opino lo mismo —dijo Gentle. El resto de sus amigas, excepto Knowledge, afirmaron.

    —Pienso igual —respondió la abuela, que se deslizó hacia una de las sillas libres y se sentó sobre ella.

    —Knowledge —intervino Shadow—, la tregua debe ser completa, y eso te incluye a ti.

    —Sobre todo te incluye a ti —Feather se había recuperado del miedo, sabiendo que no corría ningún peligro.

    —Hazlo por Flashing, por favor… —dijeron a la vez Shiny y la abuela.

    —Está bien, lo haré… —Knowledge miró al frente y se tranquilizó—. Pero lo hago solo por ella… de momento.


    Flashing hacía rato que había vuelto, y estaba ayudando a la abuela a preparar la cena. El resto, incluyendo Knowledge, estaba hablando cada vez más animadamente. La historiadora se había dado cuenta de que lo único que tenía de horrible la "Abuela Terror" era el nombre.

    —Bueno, la cena está lista —Flashing estaba sirviendo los platos, llenos de una tibia sopa—. Os va a gustar, os lo aseguro. Lo he hecho yo.

    —Pero si tú no sabes cocinar, Flashing —Knowledge estaba extrañada.

    —Me dirige la abuela. Es muy mañosa en la cocina, y estoy aprendiendo muy rápido, según dice ella.

    —Es la verdad —la abuela apareció de repente en la silla que había ocupado antes—. Pronto no me quedará nada que enseñarle.

    —Pues entonces te enseñaré yo trucos mágicos.

    —Bueno, ya hago bastantes trucos… fantasmales.

    Y todas se pusieron a reír.


    —Bueno, Flashing —Knowledge estaba ya muy relajada y a gusto—. Cuéntanos la… verdadera historia que hay entre tú y esta casa… ¿Qué pasó para que quisieras venir desde un principio aquí? Y no toméis a mal esta pregunta, es algo extraño que ella entrase aquí cuando esta casa no tiene buena fama.

    —Oh, no te preocupes —Flashing estaba sonriendo—, no creo que haya que tomárselo a mal… —y carraspeó un poco, preparándose para decir la historia.

    +Hace muchos años, cuando yo era una pequeña potrilla sin Cutie Mark y aún no era muy querida en el pueblo… ya sabéis, una huérfana solitaria en el camino de entrada siempre se ha considerado un augurio de mala suerte… y era algo que me lo recordaban a menudo.

    +Bien, ¿por dónde iba? ¡Ah, sí! Yo estaba desesperada por buscar encajar en cualquier grupo. Incluso en el de los ponis más gamberros. Pero tenían una prueba de iniciación: entrar en esta casa una noche de Luna de Sangre. Y así lo hice, temblando pero decidida.

    +Una vez dentro, oí ruidos, quejidos, lloros… era la abuela, que se sentía muy sola… Yo escuché los lamentos y, probablemente porque yo también me sentía así, en vez de huir, empecé a buscar quién estaba triste. Y nos encontramos.

    +Ella se portó muy bien conmigo, y yo quiero portarme muy bien con ella. Hizo que desde entonces mis mayores temores se convirtiesen en simples obstáculos a superar. Y así lo estoy haciendo… Gracias a ello, os encontré a vosotras. Aunque, desde entonces, cada Luna de Sangre entro en esta casa para pasar la noche junto a la abuelita.

    +Y me alegra muchísimo que esta vez todas mis amigas estén juntas. Esta noche está empezando a ser la mejor de toda mi vida.

    —Pues vamos a hacer entre todas que así sea —Knowledge abrazó a Flashing.


    —¡Pero mira qué hora es! —la abuelita estaba mirando hacia la ventana—. Está empezando a amanecer… Es hora de despedirme.

    El tiempo había pasado sumamente rápido. Era la sensación que tenían después de estar hablando y riendo durante horas.

    —No puede ser… —Flashing empezó a entristecerse—. ¿Por qué tan pronto?

    —Ya sabes las normas —la abuelita también estaba apenada—, pero no te preocupes, la próxima Luna de Sangre volveré y podremos divertirnos otra vez.

    —No quiero que te vayas, abuelita… Quiero que te quedes conmigo… No quiero verte marchar —exclamó la potrilla, llorando.

    —No llores, pequeña… siempre estaré aquí para ti.

    Y le dio un beso en la frente. Esta vez el beso fue un verdadero beso de abuela. Aunque todas sabían que no iba a hacer daño a Flashing. Ese fantasma quería de verdad a la pequeña unicornio. Y, poco a poco, la ancianita desapareció, mientras la luz de la mañana empezó a inundar la estancia a través de una ventana situada en la parte superior de la pared.

    Poco a poco empezaron a recoger y a limpiar todo. Cuando terminaron, salieron a la calle. Flashing se había recuperado, aunque todavía estaba con los ojos húmedos. La despedida había sido muy duro para ella.

    —No te preocupes, Flashing —intentó animar Knowledge—. La próxima Luna de Sangre no queda lejos, y volveremos todas, ¿verdad?

    Todas asintieron.

    —Y quiero que sepas —añadió Shiny—, que en la próxima carta a mi abuela escribiré, como gran favor, que le pida a la Princesa Celestia que haga más Lunas de Sangre. Recuerda que mi abuela trabaja en el Palacio Real, y seguramente pueda influir un poquitín.

    —Knowledge —Flashing se dirigió hacia su amiga—, por favor, quiero pedirte una cosa: que termines la historia de terror.

    —Por supuesto, será un placer.


    Y todas fueron a casa de Flashing, a escuchar cómo terminaba la historia y a tomar un desayuno de amistad. Por el camino, se cruzaron con los habitantes del pueblo más madrugadores. Uno de ellos era Wise Words, que volvía a su casa. Éste las saludó con un movimiento de la cabeza y continuó su camino.

    Muffled Yell se despertó súbitamente. Alguien había abierto una ventana y había tirado algo al suelo. Se levantó rápidamente y entró en la cocina. Sobre el piso había un periódico. Era la edición del día del Equestria Daily. Era extraño, ella no estaba suscrita a ningún periódico. Pero sabía quién había hecho esto, aunque no sabía por qué… aún.

    Cerró la ventana y recogió el periódico. Entonces comenzó a agitarlo, hasta que cayó una fotografía de entre las páginas. La recogió y la observó: se veía una unicornio verde con cabello amarillento. Se la notaba bastante desmejorada.

    Entonces dio la vuelta a la fotografía. En el reverso estaba escrito "Esta fotografía se acaba de hacer en la Prisión de Canterlot. Te dije que me aseguraría de que no volviera a molestarnos".

    Muffled Yell suspiró aliviada. Wise Words siempre cumplía con su palabra… aunque le alegraba saber que ésta vez su "presa" seguía viva. Quizás Wise Words tuviese corazón, después de todo.

    FIN DEL CHAPTER 1x06


    Ahora que el capítulo ha terminado, me gustaría comentar unas impresiones personales con respecto a este capítulo en concreto.

    Como algunos habrán notado, la similitud con este capítulo y el capítulo "3x06 - Sleepless in Ponyville" son bastante evidentes. Debo decir que este capítulo lo terminé de escribir (sin repasar) en agosto o septiembre del 2012, por lo que es imposible que este capítulo del fanfic sea una adaptación (o copia, como se quiera llamar) de ese capítulo de la serie original. A su vez, también es imposible que me hayan copiado de la serie, porque el capítulo del ha sido publicado bastante tiempo después que el de la serie original, además de que este fanfic no es conocido.

    Pero bueno, como diría Wise Words: "Las buenas ideas son universales", es decir, las buenas ideas surgen en distintos lugares al mismo tiempo.

    Además, hay más similitudes entre este capítulo del fanfic y el capítulo 3x06 de la serie original:

    -En los dos capítulos hay una anciana fantasma.

    -En los dos capítulos hay una historia de amistad que finalmente se refuerza.

    -En los dos capítulos hay una base de terror (de tipo adolescente).

    -En los dos capítulos la protagonista es una joven potrilla.

    -En los dos capítulos la Luna es un elemento primordial.

    -En los dos capítulos las protagonistas superan su miedo.

    Y, por último, dos curiosidades:

    -Empecé a escribir este fanfic en junio del año 2012, es decir, después de terminar la segunda temporada. Si ponemos el inicio del fanfic justo después de la segunda temporada de MLP, este capítulo sería el equivalente al 3x06. Bueno, es algo estúpido hacer esto, porque lo que ocurre en este fanfic por el momento es lo que transcurre en la primera temporada de la serie original...

    -El capítulo 3x06 de la serie original fue emitido el 8 de diciembre, que casualmente es el día de mi cumpleaños.

    Y, por el momento, eso es todo. Opinen si les apetece, pero, sobre todo, disfruten de la lectura.

    8. 1x07 - Arma perfecta - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro] y un poco de [Sad/Triste]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x07

    Arma perfecta

    Parte 1

    Shadow volvió a comprobar la cuerda. Ésta parecía estar perfectamente, como todas las veces que la había comprobado: más de diez veces en apenas cinco minutos. Pero tenía que asegurarse de que no había ningún fallo. Los giros y nudos que tenía la soga, que rodeaba la fragua, eran correctos.

    —Parece ser que todo está bien —dijo al fin—. Vamos a retirar la fragua.

    Los dos ponis marrones que la ayudaban en la tarea vestían gorras y se veían recios, fuertes y, a juzgar por sus Cutie Marks (un pico y una cuerda enrollada en uno y una pala y una cuerda enrollada en el otro), parecían competentes. Probablemente fuesen empleados acostumbrados al esfuerzo, y eso era justo lo que Shadow necesitaba en esos momentos.

    Entre los tres empezaron a tirar de la maroma que, con una dolorosa ondulación, se tensó rápidamente. Poco a poco empezó a moverse la forja, aunque no exactamente de la forma que debería: se estaba yendo hacia un lado, en vez de salir totalmente recto.

    —Parad, parad —Shadow dejó caer la cuerda—. Algo va mal. Dejad que lo revise todo de nuevo —los empleados resoplaron y, soltando la soga, cogieron unos trapos y comenzaron a secarse los cascos y la frente.

    —Hola, Shadow —Knowledge apareció delante de la puerta de la herrería, de tal manera que solo se visionaba una sombra—. ¿Qué haces?

    —¡Ah! Hola, Knowledge —la herrero volvió a mirar la cuerda—. Estoy retirando la fragua, ya que mañana me traen la nueva. Y también recibiré varias cosas más.

    —Es verdad… —la historiadora se acercó con cara pensativa—. Pero pensaba que iban a tardar más tiempo. Entonces nada… te iba a traer otro encargo, pero volveré cuando esté todo operativo de nuevo.

    —¿Por qué no nos echas un casco? —Shadow miró a Knowledge.

    —No soy muy fuerte, no sé cómo podría ayudar… Además, veo que tienes buenos músculos ahí —exclamó la blanca poni de tierra, señalando a los dos operarios.

    —Necesito que observes dónde está el fallo —respondió la herrero—. Vamos a empezar a tirar de la cuerda y quiero que te fijes bien, pues la forja debería salir recta, pero sin embargo, se tuerce y comienza a girar. ¿Lo harás, por favor?

    —De acuerdo, me fijaré en cada detalle —Knowledge dejó un pergamino que portaba en su casco, en el zurrón, y se acercó a la fragua.

    —Quédate en el extremo. Ahí. Perfecto —Shadow señalaba la parte más alejada de la fragua. En ese lugar, su amiga podría observar bien y no correría ningún peligro.

    La herrero asió la maroma. Los trabajadores tiraron a un lado los trapos y también cogieron la soga. Shadow les miró e hizo una señal de afirmación con la cabeza. Los músculos de los tres se tensaron a la vez que la cuerda, y la fragua empezó a moverse poco a poco.

    Entonces Knowledge comenzó a fijarse detenidamente: la cuerda, por el extremo en que ella estaba, comenzaba a deslizarse lentamente hacia la izquierda, seguramente debido a que estaba retorcida por debajo e intentaba volver a su posición más natural. En ese momento, la historiadora levantó el casco, señalando a su amiga y a los operarios que parasen. Cuando así lo hicieron, el cabo comenzó a retorcerse de nuevo, volviendo a su posición en el centro de la cara desde donde miraba Knowledge.

    Shadow se acercó a ella y miró la soga. Estaba exactamente igual que la última vez que había mirado.

    —Cuando tiráis, la cuerda se retuerce hacia este lado, llegando hasta aquí —la blanca poni de tierra señaló hacia donde había llegado la maroma cuando estaba en tensión—. Y, cuando dejáis de arrastrar, vuelve a esta posición —explicó, señalando la posición en que estaba la cuerda en reposo.

    —Difícil asunto —dijo Shadow—. Fue muy difícil levantar la fragua lo suficiente para meter la cuerda por debajo. Y será prácticamente imposible volverla a levantar el tiempo necesario para desenredar la cuerda. ¡Chicos, vamos a tener que sacarla tal como está, aunque eso requiera un esfuerzo extra!

    Los trabajadores miraron a la herrero y sonrieron. "No se preocupe, sacaremos entre todos la forja de ahí", dijo el que parecía el jefe.

    —Knowledge, cuida de que no se retuerza demasiado la cuerda —ordenó Shadow, mientras se secaba los cascos con un trapo—. Si eso ocurre, haznos una señal y pararemos para volver a mover la soga a su posición.

    La aludida sonrió y afirmó. Acto seguido, la herrero y los operarios cogieron la cuerda y comenzaron a tirar. La fragua se arrastraba pesadamente. Poco a poco lograban retirarlo de su posición. Entonces comenzó a retorcerse la cuerda. Knowledge miraba la posición en que debía posicionarse la maroma antes de dar la señal.

    En ese momento la fragua se hundió sobre la esquina derecha. Había caído en un hueco. Sería muy difícil sacarlo de ahí, sin ninguna duda. Dejaron de tirar y Shadow se acercó a la fragua. Miró hacia la esquina atrapada y entrecerró los ojos.

    —Esto es muy extraño —exclamó—. Debajo de la fragua hay un agujero. Eso significa que no podremos seguir, pues la cuerda estará trizada en el otro extremo del agujero, y tirar en esta posición significará romperla… No quería hacer esto, pero… ¡Chicos, tendremos que romper la fragua!

    —Es una pena —dijo uno de los trabajadores, en concreto el que parecía el subordinado—. Es una fragua antigua, tendrá… ¿cuánto? ¿Cien años? ¿Doscientos?

    —Trescientos años, como poco —la herrero estaba triste. Había mantenido la esperanza de dejar entera esa antigüedad en la herrería—. Y me fastidia romperlo. Ha estado colocada aquí desde que la herrería se abrió.

    Los dos operarios se acercaron a la forja y comenzaron a examinarla.

    —Espere —dijo el que parecía el jefe—. Si ponemos unos tablones de madera aquí —señaló la esquina hundida—, lo suficientemente largos como para llegar hasta ahí —indicó un punto en la herrería algo alejado de la fragua—, al poner el peso en el extremo del tablón quizás logremos elevar lo suficiente la forja para poder salvar el agujero.

    —Ya sé por qué siempre os llamo para hacer estas cosas —Shadow sonrió—: porque sois los mejores. Y puede funcionar… Sí, de hecho es probable que lo haga.

    Entonces, a una señal del trabajador jefe, el otro salió rápidamente, para volver poco después con unos listones de madera, que dispusieron, entre los tres fornidos ponis, uno encima del otro y los encajaron en el hueco, pasando por debajo de la esquina una longitud suficiente de cada tablón para evitar que éstos se rompiesen. Entonces comenzaron, poco a poco, a poner peso en el otro extremo de los tablones, hasta que empezó a levantarse la fragua.

    —Necesitamos poner, de golpe, un peso extra, para mover la fragua hacia el sitio correcto —comentó Shadow—. Si no, ésta volverá a caerse al hueco… —empezó a mirar hacia todos lados, buscando un objeto idóneo, hasta que se encontró con los operarios, que se habían puesto cada uno a un lado de Knowledge y la señalaban disimuladamente. La herrero sonrió. Era una idea perfecta.


    —¿Estás insinuando que yo estoy obesa? —Knowledge miró con ojos entrecerrados a la herrero—. Que sepas que estoy cuidando mi línea… y que tengo el peso ideal.

    —No, no lo has entendido —respondió Shadow—. Para sacarlo, necesitamos poner una cantidad elevada de peso en el extremo del tablón. Y una de dos, o soltamos de repente un mazo de armas y procuramos que no se desparramen, o saltas desde una silla justo encima del tablón. El peso "extra" que necesitamos lo conseguirás mediante el impulso, no por otra cosa. Cuanto más impulso haya, más efectivo será el resultado. Pero que conste que tú estás estupenda… —y miró a los operarios, que asintieron ante esta afirmación.

    La historiadora consintió, todavía insegura, y todos se pusieron en posición. Knowledge se subió a una mesa que habían movido hasta quedar al lado del tablón, y el resto se pusieron junto a la fragua para tirar hacia la dirección donde estaba posicionado el tablón; los operarios de espaldas tirando y Shadow de frente empujando y vigilando para que no cayese la otra esquina.

    —Una —la herrero se encargó de decir la cuenta—, dos…

    —¡Espera, espera! —Knowledge se apresuró a decir—. ¿A la cuenta de tres o tres y ya?

    —¿Cómo dices?

    —Que si se hace cuando digas "tres" o después del "tres" lo hacemos al tiempo de un hipotético "cuatro"…

    —Vale —Shadow estaba un poco confusa—. Cuando diga "tres".

    —De acuerdo —la historiadora sonrió y se preparó para el salto.

    —Un momento, un momento… —el operario jefe paró la operación.

    —¿Qué pasa ahora? —la herrero empezaba a impacientarse.

    El trabajador se retiró de su sitio y se puso en el extremo donde se había colocado Knowledge para vigilar la cuerda. Metió el casco por debajo y desanudó la soga con el otro casco. Entonces tiró con todas sus fuerzas y estiró la maroma, volviéndola a anudar.

    —¡Listo! —dijo al finalizar—. Ahora la cuerda no se retorcerá y podremos tirar recto cuando saquemos la forja de aquí.

    Shadow sonrió. Efectivamente esos dos eran los mejores en su trabajo. Todos volvieron a su posición y se hizo la cuenta. Cuando llegó el "tres" Knowledge saltó de la mesa e impactó en el tablón, logrando que el otro extremo se levantase y moviese la fragua por encima del piso, al mismo tiempo que Shadow y los operarios lograban mover la forja para sortear el orificio. Todo salió bien.

    Entonces los tres últimos cambiaron de posición y sacaron poco a poco la fragua de su sitio, poniéndola al fondo de la herrería. Habían conseguido mover semejante mole y sin romperla… era una gran noticia.

    —Ahora vamos a ver ese agujero —comentó Shadow, mientras se secaba el sudor—. Es muy extraño que debajo de una fragua haya un agujero de ese tamaño.

    —Y, sin duda, ese hueco ha sido el culpable de que la cuerda no quedase bien tirante— respondió el operario jefe.

    Miraron todos por la abertura, cada uno desde una esquina. El agujero era muy profundo, perdiéndose de vista el fondo del mismo. Y la luz que llegaba de fuera apenas entraba unos pocos metros, dejando el resto a oscuras. Shadow cogió una antorcha, la encendió y la dejó caer en el hueco. Se veía, en una de las paredes, una especie de escalera, aunque estaba destrozada por el tiempo, siendo imposible usarla. Pero, a la vez, la existencia de dicha escala daba a entender que se había usado para bajar y subir con más o menos seguridad.

    Extendieron una cuerda hasta el fondo, atando el otro extremo a la fragua, que era, de lejos, el objeto más pesado de la herrería. Shadow cogió un cuchillo, un pico, una pala y una linterna, bajando a continuación. Knowledge le siguió, después de coger lo mismo. Y el operario aprendiz agarró la cuerda, dispuesto también a descender, pero el trabajador jefe le paró.

    —A nosotros nos han contratado para mover mobiliario, no para investigar… —dijo, y, dirigiéndose a las dos que estaban aún bajando, añadió en alto—. Si tenéis un problema, estaremos aquí arriba como refuerzos.

    Tanto Shadow como Knowledge asintieron.

    Cuando éstas terminaron de bajar, encendieron las linternas y miraron a su alrededor. Localizaron una especie de pasadizo artificial y lo siguieron, hasta llegar a una sala rectangular. Allí encontraron un pedestal en mitad de la habitación. Sobre la peana había, completamente estática en el aire, una lanza de metal.

    Era el arma más hermosa que jamás habían visto. Su punta era totalmente negra, aunque, quizás por el efecto de los haces de luz de las linternas que incidían directamente sobre ésta, una luminiscencia verdosa parecía surgir a veces en su superficie, recorriendo el filo, como si fuese una serpiente reptando… aunque únicamente Knowledge observó ese hecho. El asta de la lanza era metálica, plateada, y muy brillante. Y, atada a la junta entre el asta y la punta, un cordel, con dos plumas de fénix y, entre medias, una pequeña escama de dragón, se estremecía. Y toda la lanza descansaba sobre su base, que a su vez levitaba silenciosamente por encima del pedestal, haciendo un imposible equilibrio.

    Definitivamente era un arma maravillosa… y Knowledge debía tenerlo. Se acercó directamente hacia ella, pero Shadow la frenó.

    —Primero debemos mirar todo… y asegurarnos de que no es una trampa —exclamó la herrero.

    Knowledge tragó saliva, preocupada. Le carcomía por dentro el hecho de no poder coger inmediatamente esa lanza, pero sonrió para sus adentros, sabiendo que pronto sería suya. Comenzaron a mirar la sala más detenidamente. En una pared de la izquierda había una repisa, y sobre ella, una serie de frascos. Unos eran labrados, otros tenían joyas, y otros estaban hechos de materiales imposibles. Sobre la pared, un poco más arriba, había un cartel, escrito en un idioma ininteligible.

    En el muro de enfrente, un cartel más grande dominaba toda la escena, con lo que parecía un mensaje, escrito en varios idiomas. Aunque ninguno de ellos era comprensible para las dos ponis. Shadow se acercó más al cartel, escudriñándolo. Pero, al no reconocer ningún lenguaje, decidió llevarse el cartel para que alguien capacitado en dialectos pudiese verlo y aclarar algo.

    —¡Mira, es absolutamente fantástico! —declaró Knowledge, que tenía el arma entre sus cascos, y estaba sopesándolo—. ¡Está totalmente equilibrado!

    Entonces puso el arma en equilibrio sobre su casco. Primero aproximadamente por la mitad del asta, luego sobre la base y, por último, sobre la parte plana de la punta de lanza. En todo momento se mantenía estable, sin inclinarse hacia ningún lado.

    —Nunca he visto un arma igual… Tengo que investigarla más y mejor —dijo la historiadora.

    —No sé si sería una buena idea llevártelo de aquí —respondió Shadow—. Puede que estos carteles sean de aviso, o algo así… aunque no entiendo nada de lo que dice.

    —Pues llévate los carteles también, si quieres… —dijo Knowledge—. De hecho, deberías llevarte todo. Total, mañana te llega el pedido y taparás esto, ¿no?… Así que es mejor que lo recojas antes… —y, mirando a la lanza, la susurró—. Menos mal que te he encontrado —comenzó a acariciar el asta cariñosamente—. Ahora seré yo quien te cuide...

    Cuando Shadow empezó a guardar todo, sabiendo que su amiga tenía razón, ésta ya estaba llamando a los operarios para que le izasen con la cuerda. La herrero terminó de recoger todo, amontonándolo como pudo y llevándolo a la salida. Pidió entonces que bajasen un cubo, y así lo hicieron los operarios. Pero, cuando subió Shadow, Knowledge se había ido.


    —Es realmente espectacular esa lanza —Flashing estaba maravillada, al igual que Shiny.

    —¿Verdad que es preciosa? —Knowledge estaba muy orgullosa—. Y ahora, apartaos. Voy a haceros una demostración.

    En la plaza del pueblo se hizo un corro. Knowledge se posicionó en el medio y se concentró, cerrando los ojos con fuerza, mientras sostenía la lanza en vertical con una pata. Los que miraban estaban expectantes. Apenas un segundo después, la blanca poni de tierra abrió los ojos y puso la lanza en posición de ataque.

    Entonces empezó a moverse rítmicamente, saltando y lanzando estocadas a un lado y a otro. Sus movimientos se asemejaban al de un baile hipnótico, donde ella era la dama y la lanza el semental. De vez en cuando Knowledge giraba el arma, haciendo tintinear la escama de dragón contra el asta de la lanza, para regocijo de los presentes. Era una danza muy bella, totalmente sincronizada, y, sobre todo, perfecta.

    Terminó la demostración realizando un giro por encima de su cabeza, y, con las dos patas delanteras, impulsó el asta, haciendo un círculo, hasta quedar la punta a escasos milímetros del cuello de un pegaso, que se dejó caer hacia atrás por el susto.

    Knowledge estaba jadeando por el esfuerzo, pero a la vez se sentía feliz. Esa lanza era una prolongación de sus cascos. Todo lo que deseaba de un arma estaba contenida en apenas algo menos de 69 pulgadas (1,75 metros). Los ponis empezaron a abandonar la plaza admirados, algo que la historiadora aprovechó para sentarse y descansar.

    —¿Y dices que lo encontrasteis bajo la herrería de Shadow? —Shiny miraba extrañada la lanza.

    —Sí, junto a unas cosas inútiles —respondió Knowledge—, que creo que los ha sacado Shadow. Ah, mira —señaló un punto por detrás de Shiny y de Flashing—, por ahí va.

    —Creo que se dirige a casa de Gentle —Flashing miró la posición del sol en el cielo—, y creo que ésta acaba de empezar a meditar.

    —Esto no me lo pierdo —Shiny empezó a moverse hacia la casa de la unicornio de dos colores—. Un enfrentamiento entre pesos pesados. Aunque será mejor que vayamos para calmar los ánimos.

    —Id vosotras —Knowledge se veía agotada—. Yo tengo mejores cosas que hacer…


    Shadow miró hacia la puerta de la herrería. Efectivamente Knowledge se había marchado, y ella estaba demasiado cansada como para perseguirla. Entonces miró a los operarios, que habían movido el resto de mobiliario que iba a ser reemplazado.

    —Perfecto —dijo, mientras leía la nota con el presupuesto—. Cuando reciba el nuevo mobiliario, os volveré a llamar.

    Los operarios se fueron, agitando una tintineante bolsita, y Shadow aprovechó para sacar los pergaminos del cubo, que aún estaba atado a la cuerda. Estiró los pergaminos y buscó en el más pequeño un idioma que pudiese entender. Todos eran desconocidos para ella.

    ¿Quién podría saber algún dialecto de los que estaban ahí escrito? Knowledge era la historiadora del pueblo y, por lo tanto, la más idónea para descifrarlo, pero estando abajo pareció no reconocer ningún idioma… aunque también podría ser que estuviese obnubilada por la lanza y hubiese ignorado el resto de objetos. Además, ahora mismo Knowledge era más bien parte del problema, en vez de la solución. Tendría que vigilarla.

    Aunque conocía a otra poni en el pueblo que quizás supiese de idiomas tanto o más que Knowledge: Gentle Colors. Sí, Gentle había estudiado en la Escuela de Magia de Canterlot, y había accedido innumerables veces a la Biblioteca de Canterlot, la mayor de toda Equestria. Solo ella sabía qué libros había ojeado. Y, con un poco de suerte, era posible que tuviese conocimientos de alguno de los diferentes lenguajes del pergamino.

    Rápidamente, Shadow recogió el resto de utensilios que había en el cubo y los puso cuidadosamente en una repisa. Algo le decía que debía mantenerlos a salvo. Cuando lo hizo, se ajustó el zurrón, enrolló los pergaminos, y, cargándolos, se dirigió a casa de la unicornio de dos colores.


    Gentle abrió la puerta lentamente. Estaba despeinada y con grandes ojeras. Con un bostezo recibió a la herrero. Después indicó a ésta que entrase. Cerrando la puerta con celeridad, se dirigieron a la cocina donde, sobre la mesa, había un desayuno a medio hacer.

    —Perdona el desorden —dijo con cansancio la unicornio—, pero no he podido descansar en toda la noche… Hacía siglos que no dormía tan mal.

    —¿Y eso? Nunca he visto que tuvieses problemas de insomnio.

    —No sé —musitó Gentle—. Desde ayer por la tarde, noto un molesto zumbido por toda la cabeza. Es como si algún caballo me estuviese relinchando dentro del oído, usando sin parar el mismo tono de voz y, aunque lo oigo manera entrecortada, sigue y sigue sin parar. Pero lo peor de todo es que ahora lo escucho más claramente.

    —Vete al médico cuando puedas… —recomendó Shadow—. Pero antes, me gustaría pedirte un pequeño favor —la herrero sacó el pergamino más pequeño del zurrón y se lo tendió a su amiga—. Quisiera que le echases un vistazo.

    —De acuerdo —Gentle bostezó de nuevo—, veámoslo.

    Ésta miró el pergamino mientras desayunaba, mientras Shadow se sentó en una silla libre y esperó pacientemente. De vez en cuando, Gentle cambiaba el gesto a preocupación, aunque luego volvía a relajarse, mostrando su desmejoría ante la falta de sueño. Terminó de desayunar y miró a Shadow intentando poner un semblante serio, aunque, por el aspecto que tenía esa mañana, era más bien una pose hilarante.

    —Parece ser un mismo mensaje escrito en varios idiomas —dijo—. De hecho, reconozco este idioma —señaló uno—, este también —marcó otro— y este de aquí —e indicó un tercer idioma.

    —Comprendo… —respondió Shadow.

    —Pero no solo es eso. Parece ser que es el mismo mensaje, escrito en varios idiomas antiguos…

    En ese momento llamaron a la puerta. Cuando Gentle abrió, tanto Shiny como Flashing se asustaron. No se esperaban ese aspecto en la unicornio de dos colores. En ese momento, Gentle se estremeció de dolor y se tapó el oído con el casco libre. Entonces comenzó a recular, alejándose lo más posible de la puerta, aunque tropezó con su crin despeinada y cayó hacia atrás.

    —¡Arg! Ahora el dolor es más intenso. ¡Entrad rápido y cerrad la puerta! —suplicó, manteniendo las patas sobre sus orejas.

    Apresuradamente entraron Shiny y Flashing… y cerraron la puerta con celeridad. Entonces Gentle pareció calmarse y dejó de taparse las orejas. El sonido que le atormentaba ahora estaba mitigado. La unicornio de dos colores se intentó atusar el pelo y, levantándose, hizo un gesto a las otras dos para que le siguieran a la cocina, donde aún estaba esperando Shadow.

    —Bien —dijo después de sentarse lentamente en la silla, con un quejido, característica del poco descanso que había obtenido esa noche—, parece que ahora ha bajado un poco el volumen del relincho. Decidme —continuó, mirando a las otras tres—, ¿ha ocurrido algo relevante en el pueblo desde ayer por la tarde? Aproximadamente como a las siete empecé a oír ese maldito relincho y cada vez que abro la puerta o una ventana, se hace más fuerte.

    +Así que la única conclusión a la que puedo llegar, razonando, es que es algo que viene de fuera, no de mi cabeza… y es… horrible. Todo el rato el mismo chillido, sin descanso… No creo que pueda aguantar mucho más antes de volverme loca.

    —Voy un momento al servicio —Flashing se levantó y salió de la cocina.

    —Hmm… —Shiny se quedó pensativa—. Lo único medianamente relevante que se me ocurre es que ayer, por la tarde, Magic Sales se quedó sin manzanas, y ha enviado un pedido urgente a Sweet Apple Acres que, según me han dicho, es una granja de Ponyville que sirve las mejores manzanas a este lado de Equestria… Quizás el sonido que oyes sean los lloros de algún poni que se siente muy desgraciado por no poder comer manzanas por un día.

    —Imposible —dijo Gentle—. El sonido es insistente, constante. Y un poni tendría que parar para respirar. Además, según parece, solo yo oigo ese sonido. He mirado varias veces por la ventana y no he visto ningún otro poni afectado, ni en la calle ni en las casas… ¡FLASHING! ¡CIERRA LA VENTANA!

    Se oyó el ruido de la hoja de una ventana cerrándose, y poco después apareció la potrilla en el umbral de la puerta.

    —No nos engaña —dijo, con una gran sonrisa—. Aproveché para abrir disimuladamente una ventana y se ha dado cuenta.

    —¿Y por qué os iba a engañar? —Gentle miraba inquisitivamente a Flashing.

    —Es que es una historia tan extraña…

    —Ayer por la tarde… —Shadow cortó la conversación, sabiendo que, de no hacerlo, habría una pelea— llamé a unos operarios para preparar un trabajo que hemos hecho esta mañana. Les dije lo que quería hacer y entre todos trazamos un plan para llevarlo a cabo lo más rápido y mejor posible.

    —Y los operarios vieron que era mucho trabajo y empezaron a relinchar de desesperación, ¿no? —Flashing imitó una conversación entre Shadow y un operario, mediante gestos, sin hablar. Aunque cada vez que imitaba a Shadow el pelo se le ponía con la misma forma que la de la herrero y, cuando plagiaba al operario, la potrilla se ponía un bigote. Al final, la prestidigitadora, representando al trabajador, se ponía a llorar. Shadow miró a Flashing con los ojos entrecerrados, bastante molesta.

    —Les he dicho antes a Shadow y a Shiny que un poni no puede ser —Gentle apoyó las patas anteriores sobre la mesa y puso la cabeza sobre dichas patas—. Al menos, no uno que esté vivo.

    —Dejadme terminar —la herrero miró alternativamente a Gentle y a Flashing—. El caso es que les dije que íbamos a retirar, entre otras cosas, la fragua… y esta mañana hemos encontrado algo bajo la forja, en un agujero que llevaba a una gruta artificial.

    Gentle alzó las orejas. ¿Una gruta artificial? ¿Y si quizás…?

    —En dicha gruta —continuó diciendo Shadow—, encontramos una lanza muy… extraña. Y también esto que te he traído.

    —Ah, ¿la lanza que tiene Knowledge? —Flashing preguntó ilusionada—. Es una maravilla. Nos ha hecho una demostración antes a Shiny y a mí en la plaza… —la joyero afirmó—. Parecía más un baile que una demostración. Esa lanza es un… arma increíble.

    —No puede ser… —Gentle se incorporó y, cerrando los ojos, se relajó, como si supiera lo que ocurría pero a la vez comprendiera pero no podía hacer nada para poder arreglarlo—. ¡Claro…! Y los pergaminos son la prueba… —se levantó y, cogiendo los pergaminos, empezó a desenrollarlos sobre la mesa.

    —¿Qué es lo que pasa, Gentle? —Shadow se acercó a los pergaminos, aunque no comprendía nada.

    —¡Es el arma! —la unicornio de dos colores miraba rápidamente aquí y allá en los pergaminos —. ¡Sin duda es el arma! Es un arma Bullspaniana. Y contiene un… ¡un Elemental de Tierra! ¿Cómo no me he dado cuenta antes…?

    —¿Un "Elemental de Tierra"? ¿Eso qué es? —Flashing había girado su cabeza hasta ponerla en horizontal, intentando asimilar lo que acababa de oír.

    —Veamos, por partes —Gentle señaló el pergamino más pequeño—. Aquí pone lo mismo en varios idiomas, y creo que el primer idioma que hay es el ullspaniano. Además, lo que hay escrito es algo como

    "El arma perfecta para el ser perfecto.

    Dos entes en uno solo,

    En perfecta armonía entre ellos.

    El transformador está atrapado

    Y el nexo de unión está construido,

    Pero queda lo más difícil:

    Encontrar al huésped perfecto,

    Pues todo ser vivo es imperfecto

    Y la perfección en sí misma

    Es el máximo grado de imperfección".

    —¿Y lo del "Elemental de Tierra"? —volvió a preguntar Flashing.

    —Según lo que he leído, sería el "Tranformador", aunque no viene muy bien explicado —respondió Gentle—. El "contenedor" sería la lanza, y el huésped… bueno, pues un huésped. No sé qué pretendían esos Bullspanianos, pero aunque tenían razón en que no hay ningún ser vivo perfecto, también es cierto que cuanto más complejo es un organismo, más se acerca a esa perfección —y, levantándose, se disculpó—. Esperad un momento, voy a coger un libro. Vuelvo en seguida.

    La unicornio de dos colores se dirigió a una habitación al fondo de la casa y abrió la puerta, dejando entrever a través de la misma una serie de estanterías llenas de libros, y entró, volviendo a cerrar la puerta. Apenas pasaron unos pocos segundos cuando la puerta se volvió a abrir. Gentle portaba un gran libro de tapas oscuras, encuadernado en piel bovina.

    —¿Es eso lo que creo que es? —Shadow apuntó al libro.

    —Sí, es "El Libro de las Leyendas"… y sí, la encuadernación es auténtica piel.

    —¿Cómo puedes tener un libro… "así"? —Flashing se lamentó—. Ha muerto un animal para hacer más… presentable ese libro.

    —Sí… ¿y? —Gentle dejó el volumen sobre la mesa—. Este ejemplar tiene más de novecientos años. Y te aseguro que esos tiempos eran mucho más… oscuros. Además, yo no maté a la vaca cuya piel recubre las tapas del libro. Y que sepas que, si hubiese estado encuadernado de otra forma, ahora no podría leéroslo. El cuero resiste bastante bien el paso de los siglos, si se le trata adecuadamente… y no me preguntes qué se utiliza para mantener perfectamente el cuero —Flashing iba a formular esa cuestión, así que la unicornio de dos colores prefirió adelantarse usando una ausencia de respuesta—. Digamos que… prefiero seguir manteniendo nuestra amistad.

    Shadow miraba inquisitivamente a Gentle, pero prefirió callar, pues sabía que la respuesta a la pregunta que aún se hacía Flashing no le iba a gustar absolutamente nada a la potrilla, ni al resto.

    —Bien, continuemos —Gentle había abierto el libro y buscado una página en concreto—. Aquí está:

    +"Dioses de los elementos", también llamados "Señores Elementales". En la antigüedad se relacionaban los elementos más básicos (Agua, Aire, Fuego, Tierra, Luz y Oscuridad) con seres prácticamente eternos. Esos seres tenían poderes extremadamente poderosos, aunque estaban enemistados entre sí. Para dirimir sus diferencias, los Señores Elementales crearon unos ejércitos acordes con los elementos que representaban, para que peleasen entre ellos. Esos seres fueron llamados "Elementales", "Espíritus de los elementos" o "Seres elementales".

    +Los ejércitos que crearon fueron:

    +Grifos, creados por el Señor del Aire.

    +Leviatanes, creados por el Señor del Agua.

    +Salamandras, creados por el Señor del Fuego.

    +Caballos, creados por el Señor de la Tierra.

    +Rayos de Sol, creados por el Señor de la Luz.

    +Rayos de Luna, creados por el Señor de la Oscuridad.

    +Los distintos Señores se enfrentaron en tres gigantescas batallas, que ocurrieron en distintos lugares, aunque a la vez. Se enfrentaron el ejército del Señor del Aire contra el ejército del Señor de la Tierra; el ejército del Señor del Agua contra el ejército del Señor de Fuego y el ejército del Señor de la Luz se enfrentó al ejército del Señor de la Oscuridad… y se destruyeron mutuamente. Primero los ejércitos y luego los propios Señores elementales.

    Gentle cerró el libro y miró a las demás.

    +Bien. Esto es una Leyenda sobre la Creación del Mundo. De hecho es una entre cientos de leyendas que intentan explicar lo mismo. Aunque prácticamente nada de lo que explica aquí es cierto, hay una cosa que sí que lo es: la existencia de los "Elementales".

    —Y uno de esos "Elementales" es lo que hay en el arma, ¿no? —Shadow se preocupó.

    —Sí —respondió Gentle—, eso es. Y a juzgar por el sonido que constantemente oigo, tiene que ser uno de tierra. Sin duda, Knowledge está en peligro. Estoy segura de que ese Elemental intentará "fundirse" con ella y, sea lo que sea el resultado, distará bastante de ser nuestra amiga, pues un poni no es un ser perfecto.

    —¿Pero los "Elementales del Aire" no eran también caballos? —preguntó Flashing.

    —No, estoy segura de que eran, y son, grifos —respondió la unicornio de dos colores.

    —¿No fueron los "Elementales del Aire" los que obligaron a las tres tribus poni a realizar el Gran Éxodo y crear Equestria? —volvió a preguntar Flashing.

    —Ah, esos… —Gentle quedó pensativa durante un instante—. Esos eran los Windigo. Técnicamente son seres distintos. Los Windigo se dedicaban a provocar el odio y la discrepancia para alimentarse… algo parecido a lo que hacía Discord, pero éste fomentaba la desunión para diversión propia y para mantener a raya a sus súbditos… De todas formas, los Elementales del Aire eran, o más bien son, muchísimo más poderosos que los Windigo, que probablemente también hayan existido.

    —¿Más poderosos que los Windigo? Los Windigo eran extremadamente poderosos… —Flashing preguntó por tercera vez.

    —Probablemente cada lago, cada montaña, cada océano o cada formación de nubes que hay en el mundo hayan sido creados por enfrentamientos entre elementales. Comparar los Windigo con los Elementales del Aire sería como comparar un conejo con una gran ballena, diciendo que los dos son mamíferos.

    Flashing se echó a temblar. Si lo que decía Gentle era cierto, derrotar a ese Elemental de Tierra sería una labor prácticamente imposible.

    —Esto es bastante curioso —dijo Shiny, que se quedó pensativa durante unos instantes—. Si os fijáis, los ponis quizás seamos los seres "perfectos" que buscaban los Bullspanianos.

    —¿A qué te refieres? —Gentle se extrañó.

    —A que hay ponis de tierra —respondió la joyero, señalando a Shadow—, ponis de aire —se apuntó a sí misma—, ponis capaces de controlar el fuego y el agua —miró el cuerno de Flashing— y, como "Señor de la Luz" y "Señor de la Oscuridad" tenemos a la Princesa Celestia y a la antigua Nightmare Moon.

    —No había pensado en ello —respondió Gentle—. Quizás tengas razón… Y, si es así, el peligro que corre Knowledge es aún mayor de lo que pensaba. Es hora de separarla del arma, pues es posible que el resultado sea permanente.

    Se levantaron y fueron a la entrada de la casa. Al abrir la puerta, Gentle, instantáneamente, reculó hacia atrás, tapándose las orejas con los cascos. Su cara adquirió un gesto de dolor excesivo y sus ojos empezaron a lagrimear.

    —No puedo… —su voz apenas se oía—, no puedo salir… Ese sonido… —la unicornio de dos colores instó a las demás para que saliesen y cerró la puerta—. Lo siento, ese ruido es demasiado fuerte, y eso que aún estoy lejos de ese arma. Estoy segura de que no soportaré acercarme ni un paso más a ese Espíritu de Tierra. Lo tendréis que hacer sin mí.

    Shadow, Flashing y Shiny se miraron, preocupadas. Sin Gentle, las posibilidades de éxito se reducían considerablemente. Pero, a pesar de ello, tenían que intentarlo. Así que se dirigieron rápidamente a casa de Knowledge.

    Pero ésta no estaba en su hogar. En la puerta había un papel pegado con un mensaje: "Estoy en la herrería, vuelvo en cinco minutos". La herrería… ¿Shadow la había cerrado? Aunque ella pensaba que así era, no estaba segura de ello, debido a la urgencia con la que había salido antes. Se dirigieron allí y encontraron a la historiadora esperando en un lateral. A su lado había un pequeño carrito, cargado con una gran cantidad de armas de todo tipo. Aunque la lanza Bullspaniana seguía amarrada a sus cascos.

    —¡Ah, al fin llegas! —exclamó, levantándose poco a poco—. He traído esto —señaló el carrito— para que lo fundas. No las necesito ya.

    —¿Es tu colección de armas lo que veo ahí? —Shadow no podía creerlo.

    —Sí, son todas las… inutilidades que almacenaba en mi casa. Ahora que tengo esta lanza, lo demás es basura. Y la basura tiene que desaparecer, ¿no?

    —Me niego a fundir tu colección de armas —Shadow se puso muy seria.

    —¡Oh, vamos…! —Knowledge empezó a enfurruñarse—. No me fastidies que ahora te preocupas de la morralla.

    —Te recuerdo que muchas de esas armas las he hecho yo… y las demás son reliquias que tardaste muchísimo en adquirir.

    —Todo eso es parte del pasado. No necesito más que esta belleza entre mis cascos —Knowledge empezaba a tener un tic en su ojo, y su actitud era airosa—. Después de tanto tiempo siendo tu cliente, lo mínimo es hacerme caso cuando quiero algo que se sale de lo común. Es lo normal, creo yo… ¿Verdad?

    —Mira —la herrero intentó relajarse, para crear un halo de confianza en Knowledge—, lo que vamos a hacer es lo siguiente: voy a guardar todas esas armas un tiempo prudencial, por si cambias de idea, ¿de acuerdo?

    —Haz lo que quieras… pero no voy a cambiar de parecer. ¿¡ME OYES!?

    El grito de Knowledge resonó en gran parte del pueblo, llegando a los oídos de prácticamente todos los habitantes. Muffled Yell, que estaba hablando con unos mineros en la plaza, se giró en redondo, extrañada de que la historiadora estuviese fuera de sus casillas. Magic Sales salió alarmada de la tienda, al igual que Look Talker, que estaba haciendo su compra diaria. Disarming Smile, que estaba dirigiendo a unos albañiles sobre las reformas de su posada, se acercó a la plaza, asustado…

    Y Wise Words miró fijamente a Knowledge. Algo le indicaba que la lanza que portaba no era algo normal, pues percibía un ligero aunque constante rumor que parecía salir de esa arma. Y la forma de ser de la blanca poni de tierra distaba mucho de ser normal. No era difícil imaginar que las dos cosas estaban relacionadas. Tenía que hacer algo… y lo haría esa noche.

    —Knowledge —dijo Shiny—, ¿me dejas manejar esa lanza? De pequeña venían a la joyería muchos guardias reales y, mientras esperaban, algunos me enseñaban a manejar espadas. De hecho, tenía una espada de madera como juguete.

    —Ni se te ocurra acercarte, señorita —Knowledge estaba bastante furiosa—. Esta lanza es mía y no permitiré que pongáis ni uno solo de vuestros cascos sobre ella —giró la lanza y puso la punta apuntando a las cabezas de las tres ponis.

    Y, diciendo esto, se levantó y se dirigió a su casa, dejando el carrito con la colección de armas junto a la pared de la herrería. Definitivamente, el cambio había comenzado.

    —Lo siento —se disculpó Shadow—. Por las buenas va a ser imposible separarla del arma. Y para hacerlo por las malas, habrá que idear un plan. Necesitamos volver a casa de Gentle… Pero antes, tendremos que llamar a Feather… quizás necesitemos de su velocidad.

    CONTINUARÁ

    9. 1x07 - Arma perfecta - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro] y un poco de [Sad/Triste]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x07

    Arma perfecta

    Parte 2

    Wise Words abrió cuidadosamente la ventana, procurando no hacer ruido. Miró a su alrededor y después al cielo. La Luna proporcionaba suficiente luz para ver, pero no tanta como para que le viesen a él. Esperaba que, para la tarea que iba a realizar, no se necesitase más luz de la que disponía en ese momento.

    Se ajustó el paño negro que tenía atado al cuello y lo estiró para taparse la boca y el hocico. No podía arriesgarse a que Knowledge le descubriese. Se deslizó sin hacer ruido, pero con celeridad, a través de la ventana. Una vez dentro, echó un vistazo alrededor. Era la habitación de armas de la casa de Knowledge.

    "Maldita sea", se dijo a sí mismo. Wise esperaba encontrar un arma en esa habitación, pero ésta estaba vacía. Entonces lo recordó: esa tarde Knowledge había llevado un carrito con todas sus armas a la herrería.

    Se maldijo a sí mismo por ese gran error. No había pensado en ello y ahora pagaría las consecuencias, pues tendría que lograr su objetivo con los cascos desnudos. No comprendía cómo había cometido un desliz tan voluminoso. "Quizás…", pensó.

    Y volvió a escuchar un rumor. "Claro, es el arma… Me afecta de alguna manera. Tendré que hacerlo rápido si quiero tener éxito", pensó.

    Rápida, pero silenciosamente, se dirigió a la habitación de Knowledge. Ésta estaba dormida de costado, tapada a medias por una sábana. Su boca mostraba una gran sonrisa, y eso tranquilizó un poco a Wise. "Será rápido y no te haré daño, te lo aseguro", dijo con una voz muy baja. Entonces la historiadora se movió ligeramente y, en ese momento, Wise lo vio.

    En la parte tapada de la sábana estaba la lanza. El semental tuvo la sensación de que había sido el arma la que se había arropado con la sábana, desdeñando a la yegua. Wise se ajustó entonces unas tobilleras que tenía en los cascos delanteros y se dispuso a la tarea: quitarle el arma a Knowledge.

    Se acercó poco a poco a la parte de la cama donde estaba la lanza. Sopesó la situación y analizó la habitación. Era algo automático en él: constantemente buscaba rutas de escape y posibles sitios estratégicos, por si los necesitaba. Y, en ese instante, sí requería de las dos posibilidades.

    Era el momento. Wise comenzó a estirar las patas para coger la lanza. Debía ser rápido, aunque a la vez el agarre debía ser firme. Respiró lentamente hasta llenar los pulmones y comenzó la tarea.

    Entonces Knowledge se movió como un rayo, apartándose de esa parte de la cama y alejándose de Wise. Entonces, con los ojos aún cerrados, apuntó a éste con la punta de la lanza. Éste supo, en ese momento, que la historiadora no dudaría en defender ese arma a cualquier precio, incluso si había muertes por medio.

    Y Knowledge, poco a poco, abrió los ojos. Wise retrocedió asombrado. Las pupilas de la historiadora habían cambiado por completo. Eran verticales, como la de los gatos… pero también tenía unas horizontales, como la de una rana. Y, juntos, formaban una cruz. Sin embargo, el iris de cada ojo seguía siendo más o menos normal, aunque era más extenso, pues cubría la parte de la pupila que había desaparecido.

    Wise se rehizo inmediatamente cuando recibió la primera estocada, que logró esquivar por milímetros. "Mal asunto", pensó, "Ahora se lo tendré que quitar por las malas". Por suerte, tenía un mapa mental de la habitación. Lo mejor era salir de ahí y llevar el enfrentamiento al salón, donde tenía más movilidad, además de más objetos con los que poder defenderse.

    Poco a poco, Wise fue retrocediendo hacia la puerta de la habitación, mientras iba bloqueando como podía las embestidas más lentas de la lanza, y esquivando los ataques más rápidos. Pero Knowledge se defendía con unos ataques vertiginosos y cada vez más certeros. Y el espía pronto se vería claramente superado.

    Por fortuna llegaron al salón. Aunque, en ese momento, Wise comprendió que tenía un problema: no podía girar la cabeza para reconocer la disposición de los muebles, pues la lluvia de lanzazos que recibía lo hacía imposible. Su única solución consistía en retroceder constantemente, y tener la suerte de no tropezar con ningún mueble mientras tanto.

    Pero, desafortunadamente, chocó con una silla, y trastabilló. Knowledge aprovechó la circunstancia para elevar la lanza por encima de su cabeza, y conseguir así impulso suficiente como para atravesar limpiamente a su agresor. Rápidamente, Wise logró coger la silla con la que tropezó y lo puso entre él y Knowledge.

    La silla quedó destrozada apenas fue atravesada por la lanza, sin lograr frenar ni un ápice la velocidad con la que iba la estocada. Wise cogió los extremos del asiento y logró girarlo en el último momento, cambiando la trayectoria de la lanza, que quedó clavada en el suelo a escasos milímetros de su cabeza.

    Knowledge soltó un relincho de rabia al saber que había fallado el golpe y tiró del asta para sacar la punta de lanza del suelo. Wise rodó hacia el costado, intentando sacar distancia, aunque aprovechó para golpear una de las patas traseras de la historiadora, para intentar desestabilizarla.

    Ese truco no logró más que enfurecerla aún más… pero al menos Wise tuvo tiempo para levantarse y reconocer de un vistazo la habitación. Decidió rápidamente una táctica: intentar que Knowledge clavase la lanza en la pared del fondo, que se veía bastante gruesa, y entonces, de un empujón, alejarla del arma. Entonces solo tendría que sacar la lanza de la pared y llevársela rápidamente antes de que la yegua se recuperase.

    El problema era llegar a la pared del fondo… entero, pues Knowledge empezó a descargar otra lluvia de lanzazos, aunque esta vez iban con mucha más rapidez. Wise dejó de recular lentamente hacia atrás, y empezó a retroceder saltando lo más lejos que podía. Se arriesgaba a volver a tropezar, o incluso a caer, pero lo más importante era alejarse del radio de acción de ese arma.

    Esta vez no chocó con nada. Incluso aprovechaba que estaba rodeado de muebles para lanzar todo lo que tenía a su alcance hacia Knowledge, que los despachaba instantáneamente con la lanza, dejando en el aire únicamente pequeños trozos estáticos. Pero la primera parte del objetivo de Wise se había cumplido. Se había posicionado justo delante de la pared opuesta del salón.

    Esta vez Knowledge se aseguró de no cometer el mismo error de antes. Atacaría a una altura media, imposibilitando que su agresor pudiese escapar por los lados. De hecho, su contrincante se había incorporado sobre las patas traseras, haciendo que el punto de impacto fuese más elevado con respecto al suelo. Knowledge sonrió, sabiendo que podía aportar más impulso a la estocada final.

    La lanzada final fue la más veloz de todas. Iba directo al corazón de Wise. Éste comprendió que debía ser más rápido que nunca para esquivarla, y se estiró todo lo que pudo hacia atrás, de tal forma que la punta de la lanza le pasó rozando el pecho. El semental cayó al suelo, y su cabeza quedó a pocos centímetros de la pared… había calculado bien la jugada.

    Sin embargo, la lanza había penetrado, hasta la unión con el asta, en el muro. La segunda parte del objetivo de Wise se había cumplido. Éste aprovechó la posición en la que estaba para encoger las patas traseras y posicionarlas contra las costillas delanteras de Knowledge, que estaba sorprendida por su gran error.

    Y estiró las patas tan rápido y tan fuerte como pudo. No podía tener ya miramientos con la yegua, pues era cuestión de salvar su propia vida. Knowledge se quedó sin resuello al recibir el impacto de la doble coz y, por el impulso, se elevó del suelo y cayó hacia atrás. Su caída fue amortiguada, en parte, por el sillón, que se desplomó junto a ella.

    Wise se levantó tan rápido como pudo y agarró la lanza por la empuñadura. Entonces empezó a tirar lo más fuerte que pudo, pero no llegó ni siquiera a moverla. Probó a agitarla de lado para que la propia lanza hiciera más grande el hueco, y así poder sacarla, pero tampoco funcionó. La tercera parte del objetivo de Wise no se cumplía.

    De repente, la lanza empezó a moverse lentamente, pero por sí misma, ya que Wise era incapaz siquiera de agarrar el arma, por más que lo intentaba. Miró hacia donde había caído Knowledge, que aún debía de estar en el suelo inconsciente, o quizás con los cascos puestos sobre sus costillas, dolorida.

    Pero la yegua estaba incorporada sobre sus patas traseras, mirándole totalmente enfurecida. Uno de sus cascos delanteros señalaba directamente hacia la lanza… Una especie de aura verdosa salía de su casco y, estirándose a través del salón, llegaba al asta del arma. Wise abrió los ojos como platos. Knowledge estaba perfectamente, y estaba recuperando la lanza, sin que él pudiese hacer absolutamente nada.

    Wise miró desesperado hacia los lados. Vio una ventana y, sin pensarlo dos veces, corrió tan rápido como pudo. Tenía que salir de ahí antes de que Knowledge recuperase la lanza. Atravesó la ventana tan rápido como pudo, poniendo las patas delanteras sobre la cabeza para evitar herirse en el rostro. Una vez fuera, siguió corriendo, para alejarse lo más posible de esa casa. Tenía la esperanza de que al menos Knowledge no le hubiese identificado.

    Una vez estuvo a una distancia segura, el semental paró y se giró. Knowledge estaba asomada a la ventana, mirándole fijamente. Wise se dio cuenta de que él estaba jadeando… y asustado. ¿Qué demonios era lo que había poseído a Knowledge? Sin duda era algo muy poderoso. Demasiado… incluso para él. Cualquier otro habría muerto ahí dentro. Y algo le decía a Wise que él se había librado porque Knowledge había jugado con él, como jugaría un dragón con un ratón.


    Knowledge observaba al ladrón por la ventana. Entrecerró los ojos, pero no lograba reconocerle. Ante la oscuridad de la noche y la tenue luminosidad de la Luna, le resultaba imposible saber quién era. Pero sí sabía una cosa: habían intentado robarle la lanza. Se giró y volvió a la habitación. Se sentó en el suelo y amarró lo más fuerte posible el asta de la lanza. Antes había sido despistada, permitiendo que casi la separasen del arma. Sin duda, dormir la hacía más débil, así que decidió que no volvería a hacerlo nunca más.


    Shadow acabó de meter el carrito de Knowledge, con todas sus armas, en la herrería y volvió a cerrar la verja metálica.

    —Listo —comentó—. Ahora a casa de Gentle para comentarle nuestro fracaso.

    —Recuerda que primero tenemos que llamar a Feather —añadió Shiny.

    La herrero asintió y todas se dirigieron a casa de la pegaso-cartero. Llamaron a la puerta repetidas veces, hasta que Feather abrió. Sus ojos estaban húmedos, y su cara denotaba que había estado llorando durante bastante tiempo.

    —¿Qué ocurre, Feather? —Shiny se adelantó en la pregunta a Shadow y a Flashing.

    —No, nada —la pegaso-cartero aún tenía sollozos—. Absolutamente nada, ya estoy mejor —y esbozó una tímida sonrisa—. ¿Veis?

    —Perfecto —zanjó Shadow—. Necesitamos de tu ayuda. ¿Nos acompañas?

    Feather miró preocupada hacia el interior de su casa durante un segundo. Después volvió a sonreír, cruzó el umbral y cerró la puerta detrás de ella.

    —Siempre es un placer ayudar a mis amigas —contestó, a media voz.

    Era evidente que a Flashing le pasaba algo, pero el asunto de Knowledge era urgente. Después de resolverlo, las tres yeguas ayudarían en el asunto que angustiaba a la pegaso-cartero. Ya anochecía cuando se dirigieron a casa de Gentle. Llamaron a la puerta.

    —Está abierta —respondió desde dentro la unicornio de dos colores—, pero pasad rápido, el relincho se ha incrementado aún más desde hace un rato.

    Entraron lo más rápidamente posible al interior de la casa y cerraron la puerta detrás de ellas. Encontraron a Gentle en el dormitorio, que era la habitación más alejada de la puerta. Ésta tenía las orejas tapadas con grandes trozos de algodón, probablemente para mitigar el sonido que la atormentaba.

    —He de suponer —dijo en voz alta, para oírse a sí misma— que no habéis tenido éxito, ¿verdad?

    Las tres negaron con la cabeza. Feather se encogió de hombros, sin saber a qué se referían las demás.

    —Decidle a Feather lo que ha pasado, mientras voy a buscar los pergaminos y los frascos —Gentle se levantó poco a poco, temblando, y se dirigió a la cocina.

    Shiny, Flashing y Shadow contaron a la pegaso-cartero lo ocurrido con Knowledge, la lanza y el sonido que solo podía oír Gentle. Feather cambiaba constantemente de expresión… de asombro a preocupación, de preocupación a ira y de ira a asombro.

    Apenas habían terminado cuando Gentle volvió. Sus temblores eran más acentuados que antes. Se levantaron todas y la ayudaron cogiendo los enseres que transportaba y llevándola hasta echarla en la cama del dormitorio. La unicornio de dos colores se incorporó y se situó sobre su estómago. Pidió entonces el pergamino más grande, que extendió justo delante de ella.

    —He intentado descifrar este pergamino —Gentle continuó—, usando como referencia el pequeño. Está escrito en Bullspaniano, un lenguaje que no conozco… y en el otro pergamino no vienen todas las letras de su abecedario, así que hay algunas lagunas, que he rellenado lo mejor que he podido.

    +Más o menos habla sobre el "Transformador", que suponemos es el Elemental de Tierra. Concretamente, describen cómo lo atraparon en un principio, usando tecnología que está muy fuera de nuestro alcance. Básicamente redujeron al Elemental a simples átomos, imposibilitando que pudiera escapar, pues a ese nivel ni siquiera tenía conciencia de que existía.

    +Y aquí llega lo importante: esos átomos los introdujeron en una especie de vaina, probeta o… —señaló los frascos que estaban en una cesta— un "contenedor de cristal con tapa", ya que la lanza aún estaba construyéndose.

    +Bien, ahora viene una especie de explicación… o de acertijo, aún no lo tengo claro. "El contenedor más básico es capaz de albergar al mayor de los poderes".

    Todas miraron los frascos. Ahí estaba la solución. Uno, o quizás todos los frascos, sería capaz de mantener atrapado a ese Elemental de Tierra.

    —Sin embargo —Gentle siguió hablando—, para introducir al Elemental en el frasco, primero hay que separar el "Nexo de unión", es decir, la lanza, de la combinación entre el "Transformador", o Elemental de Tierra, y el huésped, que es Knowledge. Si se alejan entre sí por tiempo suficiente, el Elemental volverá a pasar al arma, y entonces podréis atraparlo en el frasco.

    —El problema será separar a Knowledge de la lanza —Shadow estaba preocupada—. La última vez que la vimos no estaba muy bien… digamos que prefiere tener una colección de armas formada únicamente por esa lanza Bullspaniana.

    —Pues tenéis que intentarlo —Gentle dijo con decisión—. Y lo antes posible. Es muy probable que la transformación se complete antes de lo que creemos… y no solo perderemos a Knowledge, sino que yo tendré que irme lejos. No podré soportar ese ruido una vez la combinación esté completa.

    Entre todas buscaron rápidamente el frasco que parecía más básico. Mientras lo hacían, la unicornio de dos colores exclamaba cosas en voz alta, aunque, a raíz de tener las orejas taponadas de algodón, seguramente ella se imaginaba que lo murmuraba hacia sus adentros: "¿Por qué permití que hiciesen ese agujero?", "Tendría que haberlos echado de aquí nada más divisarlos" y "No debí consentir después que hiciesen la herrería encima".

    Flashing se apartó un poco para que Gentle no le viese. Entonces se llevó un casco hacia la sien y, girándolo en círculos, sacó la lengua y puso ojos bizcos. El sonido que constantemente oía Gentle parecía estar volviéndola loca, haciendo que dijese incongruencias.


    Eligieron tres frascos que parecían ser los más básicos de todos y los pusieron sobre la cama. Empezaron a observarlos detenidamente. Tenían que elegir la correcta y el tiempo apremiaba.

    —Esta de la derecha parece que tiene un cristal más grueso —advirtió Shadow.

    Compararon su grosor con el de los otros dos. Efectivamente, la señalada parecía tener un cristal más grueso. Shiny cogió el frasco y lo puso en la cesta. Ahora había dos frascos a elegir.

    Los dos tarros que quedaban parecían exactamente iguales de grandes, de gruesos, de altos… No habían absolutamente ninguna diferencia entre ellos. Gentle se estaba impacientando, y cogió los frascos, cada uno en un casco, y los inclinó, acercándoselos a los ojos.

    —Espera un momento, Gentle —Shiny sonrió—. Ya he visto la diferencia.

    La joyero cogió los tarros y los inclinó, de tal modo que la luz que incidía sobre ellos reveló el secreto. Uno de las tapas tenía un relieve impreso, prácticamente del mismo color del resto de la tapa. El relieve era de un símbolo que parecía monárquico, aunque estaba prácticamente borrado, seguramente por el tiempo que había permanecido en la gruta artificial.

    Todas sonrieron. Al fin tenían el contenedor más básico para atrapar al Elemental de Tierra. Rápidamente se pusieron en marcha… todas menos Gentle, que no se movió de la cama, pues no podía enfrentarse a Knowledge. El resto salió de casa, cerraron detrás de ellas y se dirigieron a casa de Knowledge.


    Gentle se levantó poco a poco. El sonido era cada vez mayor, y los tapones improvisados pronto dejarían de surtir efecto. Tenía que empezar a recoger los enseres y utensilios más básicos. Empezó a lloriquear. Hacía tantos años que vivía ahí… y ahora se veía obligada a abandonar su hogar. Y, lo peor de todo, era que no podía hacer nada para impedirlo, absolutamente nada.


    —Shiny, déjame llevar el frasco, por favor —suplicó Flashing.

    —Flashing, no puedo —fue la respuesta de la dorada pegaso—. Sabes tan bien como yo que, si le pasa algo al frasco, se acabó todo.

    —Por eso te lo pido —replicó la potrilla, totalmente seria—. Knowledge es mi mejor amiga, y se lo debo… Tengo que ser yo la que lo haga… Sé que es lo que ella querría.

    Shiny miró a Shadow y a Feather, que asintieron. Con un suspiro, la joyero sacó el frasco del zurrón y se lo tendió a Flashing.

    —Nada por aquí, nada por allá… ¡ALAKAZAM! —canturreó Flashing nada más recibir el tarro, haciéndolo desaparecer.

    —¿¡ESTÁS LOCA!? —Shiny no podía creerlo. Después de estar tanto tiempo intentando descubrir el frasco, Flashing, de un plumazo, había eliminado la posibilidad de salvar a Knowledge. Feather y Shadow pararon y miraron sorprendidas la escena.

    —No os preocupéis —fue la respuesta de la prestidigitadora—. Ahora el frasco está escondido… pero aparecerá cuando sea el momento. Además, ¿qué creéis que hará ese Elemental de Tierra si ve el frasco antes de tiempo?

    —Destruirlo —Shiny quedó pensativa un instante—. Tienes razón, Flashing. Buena idea… y perdona.

    —No te preocupes —la potrilla sonrió—. Ahora, lo importante: salvemos a Knowledge.

    Llegaron a la casa de la historiadora y llamaron a la puerta. Nadie contestó. Volvieron a golpear la madera, esta vez más fuerte, pero obtuvieron el silencio por respuesta. Flashing empezó a mirar por la ventana que estaba al lado, por si veía algo. De repente, en el dormitorio iluminado que había al fondo de la casa, algo se movió. La potrilla unicornio retrocedió, asustada. Esa silueta que atravesaba el umbral de la puerta hacia el pasillo distaba bastante de ser su amiga.

    —Es… Está dentro —balbuceó.

    Shadow apartó suavemente a Shiny y aporreó la puerta con gran potencia, hasta el punto que la madera empezó a astillarse.

    —¡Knowledge, sabemos que estás ahí! ¡Ábrenos! —gritó.

    ¿Quién está ahí? —fue la voz que surgió al otro lado de la puerta. Parecía una conjunción de dos voces, una masculina y otra femenina… De cualquier forma, ya no era la voz de Knowledge.

    —Somos nosotras —continuó diciendo la herrero—. Queremos que nos hagas una demostración de esa lanza a Feather y a mí. No nos creemos que sea tan maravillosa.

    ¿Acaso vosotras también queréis apoderados de la Lanza de la Perfección? —respondió la doble voz.

    —Así que tiene nombre esa arma, ¿eh? Pues así y todo, ni Feather ni yo no nos creemos que sea tan asombrosa. Así que sal y haznos tragar estas palabras.

    ¿Estáis seguras de que no tenéis nada que ver con el ladrón que ha intentado apoderarse de una parte de mí?

    —¿Qué ladrón? ¿Quién ha intentado hacer esa… tontería?

    Hace un rato un… pobre infeliz ha intentado robarme. Me he ocupado de él.

    Flashing se entristeció. Aunque lo que estaba tras la puerta ya no era su amiga, Knowledge formaba parte de ese monstruoso ser. Y no podía creer que ella hubiese sido capaz de hacer daño a otro poni… y menos de haberle…

    —¿Y qué ha pasado con ese ladrón? —Shadow seguía hablando.

    Digamos que tuvo mucha suerte. Logró escapar, pero pronto daré con él y entonces su destino será funesto.

    —¿Estás diciendo que tienes la… "Lanza de la Perfección" y no has sido capaz de atrapar a un simple ladrón? Más bien ese arma debería llamarse la "Lanza de los Defectos".

    Ese comentario pareció hacer enfadar al ser combinado, pues el cerrojo empezó a moverse. Lo que salió de la casa era una abominación. El cuerpo era el de Knowledge, pero ya no era ella, a juzgar por los cambios: sus ojos tenían dos pupilas, una vertical que apenas era una estrecha línea, que se entrecruzaba con otra horizontal, de igual grosor; su boca estaba abierta de forma descomunal, en una especie de sonrisa esperpéntica; y, lo que quizás era lo más extraño… se sostenía perfectamente sobre las dos patas traseras, usándolas como si fuera un animal bípedo.

    La unión entre nosotros dos no era suficiente cuando entró ese ladrón. Por eso pudo escapar. Ahora, prácticamente somos uno, y no volveremos a cometer ese error —miró con furia a todas—. Voy a demostraros de lo que somos capaces.

    Caminó, sobre dos patas, hasta la desierta plaza… siempre con la lanza firmemente agarrada con el casco derecho. Una vez situada en mitad de la plazoleta, respiró hondo varias veces. Necesitaba tranquilidad para hacer una demostración perfecta. Decidió que después, si aún seguía irritada, esas ponis pagaran con su vida la frustración. Después de la inspiración, se sintió mejor, y cerró los ojos para centrarse en visualizar en su mente la ejecución de la demostración.

    Ese fue el momento en que Shadow aprovechó para lanzarse a las patas posteriores, que en ese ser era lo único que lo sujetaban al suelo. A raíz de la velocidad y, sobre todo, con la fuerza con la que se impulsó la herrero, logró tumbar a la criatura hacia delante, cayendo con todo su peso.

    —¡Feather, ahora! —gritó Shadow, mientras sujetaba las patas, a la vez que intentaba alejar la lanza de ese ser aunque, desgraciadamente, la posición con la que había caído el arma imposibilitaba siquiera que la herrero pudiese alcanzarla —¡FEATHER!

    La pegaso-cartero estaba mirando al suelo, distraída. Shiny le dio un codazo para que espabilase. Pareció surtir efecto, pues Feather miró directamente la escena y, comprendiendo lo que tenía que hacer, se elevó en el aire y voló lo más rápido posible hacia la lanza: tenía que alejarla de Knowledge para obligar al Elemental a que volviese a la lanza.

    Sin embargo, por la lentitud de su arrancada, la criatura tuvo tiempo de quitarse de encima a Shadow, mediante una patada, y de empezar a girarse sobre sí misma. Cuando Feather llegó a su alcance, aún no había terminado el giro, por lo que el ser optó por apoyar la base del asta en las unión de las costillas flotantes de la pegaso-cartero y, tomando su velocidad como impulso, la lanzó a la otra punta de la plaza, donde chocó contra un banco, quedando semiinconsciente.

    ¡Lo sabía! Vosotras no sois más que unas ladronas. Y, como dije antes, no volveré a cometer un error. Cuando los mosquitos molestan, se aplastan… y vosotras no sois más que mosquitos intentando picar —la criatura se levantó y empezó a caminar hacia Shadow, que yacía en el suelo, retorciéndose de dolor.

    Shiny se puso en medio y se sentó, con las patas extendidas. Sabía que ella sería la siguiente en caer derrotada, pero al menos les daría tiempo a sus amigas para recuperarse y huir. Estaba aterrada, pero intentó aparentar ira, o comprensión o cariño… cualquier cosa menos demostrar miedo, pues ese ser no merecía esa pequeña victoria sobre ella. Ocurriese lo que ocurriese, ella quería estar preparada.

    —Por favor, Knowledge… —suplicó, con los ojos húmedos—. No sigas. Si estás ahí dentro, por favor, detenlo. Detén a ese monstruo.

    La criatura, impasible, pasó junto a ella por el lado izquierdo. Entonces elevó ligeramente el casco y golpeó a Shiny en el cráneo, haciéndola caer en redondo. Únicamente un ligero movimiento en su costado hacía entender que seguía respirando. El ser seguía dirigiéndose hacia Shadow, mientras empezaba a elevar la lanza, apuntando con su punta el corazón de la poni.

    Flashing se puso entre las dos. Sus ojos reflejaban un intenso odio.

    —¡De aquí no pasarás… —gritó mientras sus iris se humedecían por las lágrimas, aunque su odio se incrementó—, sin que me mates a mí antes! No quiero vivir sabiendo que mi mejor amiga es un monstruo. Por eso te pido que acabes conmigo primero.

    Flashing cogió la lanza por la unión entre la punta y el asta y puso el arma sobre su pecho, rozando su piel. Cuando la potrilla tocó el arma, del filo de ésta empezó a surgir una luminiscencia verdosa, reptando como una serpiente, hasta llegar a cubrir las cascos de Flashing, aunque ésta no se dio cuenta, pues miraba directamente a los ojos de la criatura que antes era su amiga.

    —Quiero que me lo claves aquí —continuó diciendo—, en el corazón. Ya me lo has roto con tus actos, así que ahora hazlo físicamente.

    La expresión que recibió por respuesta fue una de rabia. La potrilla, a su vez, conservaba un gesto de incomprensión y eterna tristeza. Tanto la pequeña unicornio como la criatura mantuvieron, durante unos breves pero infinitos segundos, los mismos semblantes, el mismo aspecto, las mismas sensaciones...

    Todo alrededor de las dos se paró, como si estuviesen en un plano existencial distinto. El silencio se hizo patente, en una sucesión constante de cacofonías silenciosas, únicamente roto por la desigual respiración de las yeguas, siendo la de la pequeña prestidigitadora una acelerada y expectante, mientras que la de la criatura era extrañamente tranquila. Incluso el tiempo, otrora constante e infinito, se ralentizó, como si él también estuviese expectante ante los acontecimientos.

    Esa agobiante sensación reinante contagió a las demás, que no podían creer lo que estaban viendo: una amistad tan fuerte y especial como la de esas dos, capaz de destruir montañas, se estaba desmoronando frente a sus hocicos. Y, lo que era aún peor… la más joven de ellas, con toda una vida por delante y con una constancia de ilusión y dedicación en todos y cada uno de sus actos, había expresado un mensaje cuyas palabras eran especialmente crueles, y se había rendido siquiera antes de luchar.

    Shadow intentó levantarse, aunque el golpe que había recibido le impedía moverse. Pero debía acercarse, para interponerse entre las dos, y recibir ella el lanzazo mortal, pues sentía que una yegua derramase la sangre de su mejor amiga, bajo ningún concepto. Feather, a pesar que veía doble a causa del impacto, empezó a arrastrarse hacia las dos yeguas, con la intención de alejar a la pequeña prestidigitadora del fatal desenlace. Incluso Shiny, que aún seguía inconsciente, luchaba consigo misma para recuperar el conocimiento e impedir que la historiadora descargase el golpe.

    —Knowledge… —susurró Flashing.

    Como desees —fue la respuesta que recibió—. Serás la primera en morir.

    La criatura levantó el arma por encima de su cabeza, dispuesta a dar un lanzazo en el corazón a esa poni que osaba mirarla desafiante.

    —No… NO… ¡NO!... ¡NO! —una voz furiosa surgía de la garganta del ser, pero esta vez era la de Knowledge.

    La bibliotecaria cogió la lanza y la arrojó lo más lejos que pudo, clavándola cerca de una casa, en la otra punta del pueblo. Con el casco derecho intentaba alcanzar la lanza, usando el aura verdosa, pero con el casco izquierdo intentaba impedirlo, dándose golpes con ella en la pata derecha. Entonces, la bibliotecaria cayó hacia delante, trastabillando.

    Estaba teniendo lugar una pelea interna en el cuerpo de Knowledge, y Flashing albergaba la esperanza de que su amiga lograse resistir el tiempo suficiente. De todas formas, decidió ir lo más rápido posible hacia la lanza. Si su amiga perdía, cogería el arma antes que esa aura amarilla y lo haría desaparecer lejos, muy lejos.

    Al llegar a su destino, Flashing se dio la vuelta para ver cuánta ventaja tenía, pero descubrió que su amiga estaba tendida en el suelo, y el aura salía de ella, para concentrarse encima de su cuerpo. Parecía que Knowledge había vencido, pero la potrilla no sabía qué hacer, pues todo había sido demasiado rápido y fácil. No se creía que todo hubiese ocurrido de esa forma.

    El aura empezó a moverse hacia la lanza, haciéndose cada vez más fino en su avance. Flashing entrecerró los ojos, fijándose en el cuerpo de Knowledge. Desde su posición no podía distinguir si parte del aura estaba conectada al cuerpo de su amiga, formando parte de un engaño, o si realmente el Elemental había sido derrotado y estaba volviendo a la lanza. Pensó en hacer desaparecer la lanza, para cerciorarse… Pero, si lo hacía, estaba segura de que el Elemental quedaría suelto, y ninguna estaba en condiciones de enfrentarse a él, ni siquiera ella.

    Decidió arriesgarse. Se movió mostrando un flanco y luego el otro, repitiendo las mismas palabras que siempre decía cuando hacía el truco, aunque esta vez la cantinela lo hizo para sí misma. Sin embargo, el aura pareció darse cuenta de lo que intentaba hacer la potrilla y aceleró la velocidad. Pero el truco mágico de Flashing no funcionó: para que así lo hiciese, tenía que hacer los prolegómenos en voz alta.

    —¡No… lo… permitiré! —Knowledge levantó la cabeza. Estaba exhausta, pero decidida—. Apenas queda una pequeña parte de ti dentro de mí cuerpo… Y te voy a derrotar —se levantó poco a poco y comenzó a arrastrarse lentamente hacia la salida del pueblo, para alejarse de la lanza, hasta que cayó rendida.

    El Elemental se estiró al máximo, intentando alcanzar la lanza… apenas le quedaban unos pocos centímetros, pero la historiadora se había alejado lo suficiente para no alcanzarla… A no ser que…

    La estrecha conexión que tenía el Elemental con Knowledge empezó a moverse lentamente, desde la espalda a la punta del casco posterior más cercano a la lanza. Así conseguiría cubrir esa distancia que le separaba del arma. Sin embargo, Flashing, que había visto lo ocurrido, cogió la lanza y la alejó aún más.

    El Elemental intentó estirarse aún más, dando desesperados latigazos, hasta que no pudo más, y empezó a encogerse sobre sí mismo, formándose una gran bola sobre el cuerpo de Knowledge. La masa empezó a tomar forma, convirtiéndose poco a poco en un gran caballo verde con crines aceitunados, con una apariencia parecida a las de unas lianas. El Elemental miró enfurecido, con sus blancos ojos, hacia Flashing y, encabritándose, empezó a cabalgar directamente hacia ella, con una rapidez realmente sobrecogedora.

    Y entró, de un salto, en la lanza. Flashing soltó inmediatamente el arma. Hizo aparecer el frasco y se quedó pensando. No sabía qué hacer para trasladar el Espíritu de Tierra en el frasco. De cualquier forma, no debía tocar la lanza bajo ningún concepto, ni permitir que nadie lo hiciese.

    Abrió el frasco y lo acercó a la lanza. Fue suficiente, a juzgar por la acción que tuvo lugar: el aura verdosa salió de la lanza e inmediatamente se introdujo dentro del frasco. La potrilla cerró la tapa con fuerza y dejó el frasco en el suelo, algo lejos de la lanza.

    Con una gran sonrisa, mostró un flanco y gritó:

    —¡Nada por aquí!

    Mostró el otro flanco y volvió a vocear:

    —¡Nada por allá!

    Y, con un gran salto, aplastó el frasco con las patas delanteras mientras chillaba jubilosa:

    —¡ALAKAZAM!

    Cuando levantó los cascos no había nada. El frasco había desaparecido.

    Shadow se acercaba lentamente hacia ella, al igual que Shiny y Feather, aunque éstas estaban más atrás. Flashing estaba recogiendo la lanza, que ahora era un objeto inerte.

    —¿Dónde está el frasco? —preguntó Shadow.

    —Oh, lo he mandado… ahí —la pequeña prestidigitadora señaló hacia una montaña que estaba al lado del camino que surgía desde la encrucijada hacia Ponyville—. Está atrapado bajo toneladas de roca. No nos volverá a molestar en mucho tiempo.

    Entonces todas se aproximaron a Knowledge, que seguía tendida en el suelo, aunque ésta debió notar que estaba rodeada de sus amigas, porque empezó a abrir lentamente los ojos, que volvían a ser normales. Miró a todas y sonrió.

    —Lo hemos logrado —dijo lentamente—. Muchísimas gracias, de verdad. Sois las mejores amigas que existen, sin vosotras no podía haberlo conseguido —y volvió a desmayarse debido al cansancio. La lucha interna contra el Elemental de Tierra había sido demasiado para ella.

    En ese momento se abrió la puerta de una casa, y sus habitantes salieron fuera. Otra puerta se abrió, seguida de dos más… En cuestión de un momento, todos los habitantes de Northwest Mines Town estaban fuera de sus hogares. Empezaron a patear el suelo, aplaudiendo a las cinco amigas, y a vitorearlas. Estaban a salvo gracias a ellas. Éstas agradecieron el apoyo por parte de los demás, pero no todo estaba hecho.

    —Tenemos que avisar a Gentle —dijo Shiny—. Sin ella no habríamos logrado hacer nada… Flashing, quédate con Knowledge… el resto, vamos.

    —Si no te importa, Shiny… —comentó Feather— me gustaría quedarme yo también, por si acaso.

    —Como quieras —respondió la joyero.

    Ella y Shadow se dirigieron a casa de Gentle y llamaron a la puerta, pero no respondió nadie.

    —Qué raro —dijo Shadow.

    —Quizás esté durmiendo —respondió Shiny.

    —Imposible. Después de tanto tiempo sin dormir, la oiríamos roncar desde la otra punta del pueblo.

    —Si no está durmiendo, puede que esté… —Shiny abrió los ojos como platos—. ¡No puedo creerlo! ¡Puede que no haya resistido!

    Shadow se alejó un poco de la puerta y se preparó para tirarla abajo de un empujón. Shiny se apartó para no molestar. La herrero empezó a levantar sus patas traseras y…

    —Gentle salió hace un rato por la ventana de atrás —dijo un potrillo unicornio que estaba al lado—. La he visto desde mi habitación. Se dirigía a la encrucijada de caminos.

    Shiny agradeció con un movimiento de cabeza la información y, elevándose del suelo, se dirigió hacia la intersección lo más rápido posible, seguida de cerca por Shadow, que le mantenía el ritmo gracias a sus músculos. Esperaban que Gentle no hubiese llegado al cruce de caminos, pues entonces tendrían que dividirse y la búsqueda sería más difícil.

    Afortunadamente la encontraron rápidamente. Estaba delante de la encrucijada, sentada, mirando alternativamente a un lado y al otro, decidiendo el camino a elegir. Estaba totalmente tapada por un abrigo con capucha, seguramente porque quería pasar desapercibida. Pero llevaba mucho tiempo sentada, a juzgar por la humedad de la tierra que tenía delante, que se empapaba poco a poco por las lágrimas que caían de las mejillas de Gentle.

    —¡Gentle! —gritó jubilosa Shiny—. ¡Lo hemos conseguido!

    —¡Puedes volver! —Shadow llegó al lado de la unicornio y la abrazó. Shiny se unió al abrazo.

    Gentle volvió a llorar, pero esta vez tenía una sonrisa en la boca. Devolvió el saludo a las otras dos, mientras susurraba totalmente emocionada: "Gracias, de verdad… Gracias". Volvieron poco a poco al pueblo.


    Cuando llegaron a Northwest Mines Town, todo era una fiesta. Flashing estaba junto a Knowledge, que ya se había recuperado. La historiadora estaba sujetando, con su casco libre, la lanza. Feather estaba un poco más atrás, con los ojos fijos en el suelo.

    —Mira, Gentle —dijo Knowledge, aún cansada—. Es… Es un arma Bullspaniana… ¡Existieron de verdad!

    —Lo sé, lo sé —respondió la unicornio de dos colores… y se fundió en un abrazo con Knowledge, a la que se unió Flashing.

    Feather se adelantó.

    —Shadow —susurró—, quisiera pedirte perdón. Quisiera pediros perdón a todas. Por mi culpa pudimos haber muerto todas.

    —No te preocupes, Feather —respondió la herrero—. Era algo muy arriesgado… y afortunadamente no ha pasado nada malo.

    —Creo que deberíamos celebrarlo —afirmó Shiny.

    —Permitidme abrir el restaurante para vosotras —dijo el cocinero del restaurante del pueblo—. Y… ¿Cómo voy a cobrar a las salvadoras del pueblo?

    —Perfecto —Shadow sonreía.

    Y se dirigieron todas al restaurante… todas menos Feather.

    —Id sin mí. Yo voy a casa, necesito descansar —comentó.

    —¿Te ocurre algo, Feather? —preguntó Gentle.

    —No os preocupéis, no es nada, en serio. Solo necesito descansar.

    —Como quieras —Shiny y las demás siguieron caminando hacia el restaurante—. Mañana nos vemos… y te haremos firmar la carta que vamos a escribir a mi abuela.

    —De acuerdo. Será un placer hacerlo —la pegaso-cartero se dirigió despacio a su casa.

    Mientras entraba, la conversación de sus amigas seguía:

    —Flashing —decía Knowledge—, de verdad me asustaste cuando te pusiste la lanza sobre el corazón… y eso me dio fuerzas para luchar contra ese monstruo.

    —Lo sé, lo sé —respondió la potrilla—. Era un truco. Sabía que no me harías daño.

    —Aunque esa mirada que pusiste… —continuó Knowledge—. Era tan… de odio.

    —Ah, eso… era teatro. ¿Te gustó? En el libro de trucos mágicos que me dejas de vez en cuando dice que la presentación antes del truco es tan importante como el truco en sí. ¿Ha sido convincente?

    Y todas rieron. Todas excepto Feather, que cerró la puerta detrás de ella.


    La pegaso-cartero dejó los zurrones en la percha que había al lado de la puerta. Agachó la cabeza y suspiró. Caminó hasta la habitación y encendió la luz. Miró hacia el escritorio. Encima de ésta había una carta. La cogió, temblorosa, y la metió en el sobre que había al lado. Volteó el sobre y miró el anverso. Allí, al lado de su nombre y dirección, había un sello rojo: "Correos de Equestria - Departamento de Asuntos Internos - Urgente y Personal".

    Feather entrecerró los ojos. Esa carta era la culpable de su torpe comportamiento. Estaba obsesionada con esa maldita carta. Por su culpa podían haber muerto sus amigas. Con una expresión de ira, puso sus cascos en los extremos de la carta y la rompió en varios pedazos. Había decidido que, pasase lo que pasase, sus amigas jamás se enterarían de ese asunto.

    Y se echó sobre la cama, llorando.

    FIN DEL CHAPTER 1x07

    A la memoria de mi gato Ray: Te apagaste poco a poco, pero en mi corazón siempre seguirás brillando.

    10. 1x08 - Decisiones

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x08

    Decisiones

    —¡Se haaaaceeee saaaabeeeer, por orden del señoooor alcaaaaldeeee…!

    —¡No, no y no! Papá, te he dicho mil veces que aquí no hay alcalde, sino un Consejo de habitantes… —Magic Sales se llevó el casco a la frente, tapándose un ojo—. Sé que puedes hacerlo, de verdad... Empecemos otra vez.

    El poni de tierra de crin canosa y pelaje amarillo cerró los ojos, intentando recordar. A continuación los abrió de nuevo, se aclaró la garganta con una ligera tos y volvió a empezar:

    —¡Se haaaaceeee saaaabeeeer, por orden del señoooor Coooompleeeejoooo del pueeeeblooooo!

    —¡Papá! —Magic Sales chilló, desesperada—. ¡"Complejo" no, "Consejo"! Consejo, como lo que se da cuando alguien está en una situación difícil… —y, para sus adentros, continuó—. Como yo ahora mismo…

    —Ay, hija mía… Es que es muy difícil, y uno ya está demasiado mayor para estos trotes… Consejo o Complejo…

    —Sigues siendo un gran pregonero, y lo sabes —contestó la unicornio—. El cornetín de tu Cutie Mark aún sigue ahí, ¿verdad? Pues volvamos a intentarlo otra vez…

    A pocos metros, dentro de la misma carpa, Muffled Yell miraba los escasos avances que conseguía Magic Sales con su padre. Se giró y comenzó a caminar. Un poco más allá, Shiny Eyes, Gentle Colors, Flashing Hooves, Undying Knowledge y dos mineros hacían una competición entre sí, para ver quién reparaba más grandes gemas en el tiempo establecido. Había que completar el pedido de Stalliongrad a cualquier precio, pero la pegaso-joyero había convertido el trabajo en diversión.

    Y, más allá, Shadow Hammer estaba discutiendo con una minero sobre el nuevo tamaño de los picos. Y, por otro lado, unos potrillos juguaban con una pelota. Y, algo más lejos, Disarming Smile estaba discutiendo con unos operarios sobre la tardanza en arreglar el segundo piso de su hostal. Y, por detrás, las gemelas Numbers estaban escribiendo en una pizarra fórmulas matemáticas, ante la mirada atenta de unos cuantos ponis. Y, por encima de todos, revoloteaban los pegasos. Y, por todos lados, los unicornios usaban constantemente su magia para mover objetos. Y…

    Muffled estaba agobiada. Había sido designada para ocuparse de la organización de todo el evento, pero todo este caos le sobrepasaba. Sus pasos eran cada vez más pequeños, fruto del cansancio mental. Look Talker se acercó rápidamente a ella, parándose a escasos centímetros. Entonces sus ojos empezaron a moverse rápida y zigzagueantemente.

    —¿Que ha llegado ya el vestuario de Ponyville? —respondió la jefa de mineros—. Pues busca un sitio y apila las cajas… o los maniquíes… o lo que sea en que vengan.

    El semental se dio la vuelta y trotó, esquivando como pudo a todos los que se interponían en su camino, hasta el fondo de la carpa. Muffled seguía caminando despacio, mirando hacia todos lados. Todo seguía manga por hombro. Y faltaba muy poco tiempo. Entonces se sentó, mirando al suelo. Se sentía muy pequeña.

    Un jarrón que se movía mágicamente le impactó en un costado. Al mismo tiempo, la pelota con el que jugaban los potrillos le golpeó en la cara. Y, a la vez, un poni que, junto a otros tres, transportaba un mueble, le pisó la cola. La jefa de mineros pegó un grito, mezcla de dolor y de rabia.

    Era demasiado. Necesitaba un descanso de todo eso. Se acercó al poni más cercano y exclamó:

    —Si alguien pregunta por mí, estaré en el restaurante.

    Y se marchó. Cuando salió de la carpa, se dio cuenta que los ponis que estaban por los alrededores del pabellón estaban asustados por el alarido. Muffled había usado, sin darse cuenta, su habilidad de gritar a distancia. Agachando la cabeza, se dirigió hacia la taberna lo más rápido que pudo, ante la atenta mirada de todos los presentes.

    La carpa estaba en las afueras del pueblo, por lo que la rojiza yegua tuvo que recorrer una gran distancia hasta llegar al restaurante. Cuando arribó, se paró para recuperar el aliento. Cuando estuvo más calmada, entró.

    —Ponme lo más fuerte que tengas —dijo, dirigiéndose al cocinero, que hacía las veces de camarero.

    —No, mejor ponle una de éstas cervezas —sonó una voz al fondo de la barra. Era Wise Words.

    Muffled se acercó y se sentó a su lado.

    —¿No deberías estar haciendo otra cosa? —preguntó la jefa de mineros.

    —¿Te crees que nos han negado la petición para enviarnos seguridad? —fue la contestación del semental—. Por lo visto no creen que sea tan importante la re-inauguración de una ciudad de nubes… Como si fuese algo que ocurriese todos los días —se lamentó.

    El cocinero llegó a la mesa con un botellín de cerveza y una copa sobre una bandeja, dejándolos delante de Muffled. Ésta vertió el contenido del botellín en el vaso y tomó un trago.

    —No está mal —comentó la yegua, que cogió el botellín y miró la etiqueta—. ¿¡Diez grados!?

    —Es una cerveza especial de Germaneigh —explicó Wise—, tostado según una fórmula de hace cientos de años. Me lo ha recomendado él… —señaló al cocinero-camarero—. "Suave pero potente", dijo, y tiene toda la razón.

    —Pero son diez grados. Me voy a emborrachar en seguida, y lo último que necesito es salir de aquí haciendo eses.

    —Habías pedido al entrar, si mal no recuerdo, "Lo más fuerte que tengas". Con eso no harías eses, harías todo el abecedario —contestó el semental, sonriendo.

    En ese momento entró Magic Sales al restaurante, seguida de cerca por Disarming Smile. Los dos tenían cara de pocos amigos. Wise les hizo una señal, aprovechando que estaba mirando a la puerta. Muffled se movió para dejarles sitio a los dos recién llegados. Estos, mientras se dirigían a la mesa, empezaron a cuchichear.

    —Camarero, dos más de eso —Magic señaló lo que estaban tomando Wise y Muffeld, mientras Disarming y ella tomaban asiento—. Sea lo que sea.

    El cocinero les trajo dos cervezas más.

    —¿Vosotros también estáis agobiados? —preguntó Muffled.

    —Sí —respondió Disarming—. Esos inútiles no van a tener reparado el segundo piso del hostal para la re-inauguración. Y eso que empezaron hace meses.

    —Lo mío es peor —declaró Magic—. Acaba de entrar mi madre a la carpa.

    —¿Y eso es malo? —inquirió Wise.

    —Digamos que… no me soporta —contestó la tendero—. Nunca cumplo sus expectativas y me lo echa constantemente a la cara, por muy alto que llegue en la vida. Estoy segura que, si llegase a ser una aprendiz de Celestia, se enfadaría por no haberme convertido en la mismísima Princesa.

    —Vamos —dijo Muffled—, que más nos valdría no habernos levantado de la cama…

    —Por lo menos no puede ocurrir nada peor —añadió Magic.

    Y en ese momento, como si fuera obra del destino, una pequeña pero potente explosión ocurrió dentro de la carpa, haciendo que todos los que estaban dentro de ella salieran tosiendo a la calle principal.

    —Por qué habré hablado… —la tendero unicornio se lamentó, mientras los otros tres la observaban con cara de circunstancias.

    Todos volvieron a mirar por la ventana. Afortunadamente todos los del pabellón estaban a salvo. Los cuatro miembros del Consejo apuraron las copas y miraron a la barra.

    —¡Otra ronda, por favor! —gritaron al unísono.


    Feather se acercaba lentamente a la carpa. No quería entregar esa carta que portaba en el casco, pero debía hacerlo… su honor de pegaso-cartero le obligaba a ello. Volvió a mirar el destinatario: "Consejo de Northwest Mines Town" y, dándole la vuelta, se fijó en el remitente: "Correo Real de Equestria".

    Sabía perfectamente qué era lo que ponía en la carta, a pesar de que no la había abierto (abrir correo ajeno era un delito), de ahí que tuviese esa gran inquietud. Sus pasos, a medida que se acercaba a la lona, se hacían más y más cortos. Estaba pensando y decidiendo qué excusa iba a poner para cuando descubrieran todo.

    Creía que había destruido las pruebas cuando rompió en mil pedazos la carta que le enviaron a ella por correo interno. Pero no, los encargados de Correos tenían la manía de informar a la máxima autoridad civil de la población en que operaban sus trabajadores.

    Era hora de afrontarlo. Tenía que entregar esa carta, y cuanto antes lo hiciera, antes acabaría todo. Había llegado, sin darse cuenta, a la entrada de la carpa. Miró al suelo, cerró los ojos para tranquilizarse, suspiró y se asomó por la abertura.

    Dentro todo era un caos. Aquí y allá había ponis de tierra, pegasos y unicornios trabajando, hablando, discutiendo o jugando. Feather echó un rápido vistazo al interior, pero no divisó a ninguno de los miembros del Consejo… Tenía que entrar dentro de la marabunta para buscarlos, y eso era algo que no le gustaba en absoluto, pues alguien podría aprovechar para revolverle el correo.

    Se dio la vuelta, frustrada y aliviada a partes iguales. Decidió repartir primero el resto del correo y dejar esa carta para más adelante, por si tenía que entrar en esa multitud. O mejor, primero repartir el resto del correo, después dejar los zurrones en casa y, por último, entrar en la carpa llevando únicamente esa carta.


    Y así lo hizo, aunque tardó más tiempo de lo usual en ella. Quería, en su interior, tardar lo más posible en esa última entrega. Pero llegó el momento. Volvía a estar delante de la apertura de la carpa.

    Volvió a tragar saliva y entró, sujetando la carta fuertemente con la boca pues, aparte de que ya no portaba sus zurrones, quería tener la carta constantemente vigilada. Entró poco a poco al interior, esquivando a todo aquél que se cruzaba en su camino. Miró hacia todos lados, buscando a cualquier miembro del Consejo.

    Encontró a Gentle Colors, que estaba junto a las demás del grupo, exceptuando Shadow. Parecía estar muy ocupada restaurando grandes gemas, así que siguió buscando al resto del Consejo. Al fondo de la carpa, moviendo unas cajas, vio a Look Talker.

    —Hola Look —dijo, acercándose a él—. ¿Has visto a los demás miembros del Consejo?

    El semental dejó en el suelo, suavemente, la caja que portaba, y empezó a mirar a un lado y al otro.

    —Vaya —la pegaso-cartero se lamentó—. Así que están en el restaurante. Pues tienen… tenéis una carta. Se lo entregaré a ellos, porque ya veo que estás muy ocupado, al igual que Gentle.

    Feather se dio la vuelta para dirigirse a la entrada. Estaba cabizbaja. Había albergado la esperanza de que, nada más entregar la carta, pudiera perderse entre la multitud. No quería afrontar lo que se le venía encima…

    Empezó a moverse entre la multitud, quienes estaban a sus propias tareas, molestando su avance. En un momento dado, un poni a su lado empezó a gesticular de forma exagerada, asustándola. La pegaso pegó un pequeño salto hacia el lado contrario, con tan mala suerte que derribó un tarro sobre una montaña de polvo.

    Giró la cabeza rápidamente para ver qué había empujado. Sus ojos se abrieron como platos, como reflejo instintivo de las expresiones que tenían de los ponis que estaban a su alrededor. Estaba en la zona que habían habilitado para la reparación de grandes gemas… y acababa de tirar uno de los tarros con ungüento sobre una parte de polvo de gemas.

    —¡Todos fuera! —Shiny se levantó rápidamente y empezó a trotar hacia la salida. El resto de los ponis que estaban en esa parte de la cubierta le siguió.

    El ungüento había entrado en contacto con el polvo de gemas… y empezó a salir humo de varios colores, hasta que la montañita de limaduras de gemas explotó, esparciéndose violentamente por toda la carpa.

    —Genial, Feather —Shiny miraba enfadada a Feather—. ¿Sabes cuánto nos has retrasado? Menos mal que estamos todos a salvo…

    —Lo siento, lo siento… —la pegaso-cartero estaba avergonzada.

    —De todas formas, Shiny —Gentle entró en la conversación—, si ese ungüento es tan peligroso, ¿por qué no lo has avisado? Tal como se actuaba ahí dentro, tarde o temprano tenía que ocurrir lo que ha ocurrido… y que haya sido Feather la autora es algo irrelevante.

    Pero la pegaso-cartero ya no estaba ahí para agradecer la defensa de Gentle… se estaba dirigiendo, cabizbaja, al restaurante. No solo iba a aguantar lo que le iban a decir los miembros del Consejo, sino que ahora Shiny se había enfadado con ella.

    Cuando llegó al establecimiento, miró por la gran cristalera: los cuatro que buscaba estaban allí, bebiendo con avidez. Feather entró y se acercó lentamente a ellos. Entonces descubrió que tenían la mirada perdida, como si no creyesen que todo estuviese ocurriendo.

    —Al fin os encuentro —dijo entrecortadamente la pegaso cartero. Y les entregó la carta, trotando a continuación hacia la salida, sin esperar respuesta.

    Muffled cogió el sobre, lo abrió y leyó la misiva. Sus ojos se abrieron de par en par y, costernada, le pasó la carta a Wise, que hizo lo mismo, antes de pasarle la carta a Magic. Cuando Disarming terminó de leer la carta, todos estaban estupefactos.

    —¿Qué es esto? —preguntó la jefa de mineros.

    —No tengo ni idea —respondió Disarming.

    —A mí no me preguntes —afirmó Magic.

    —¿En serio nunca habéis oído hablar de las Olimpiadas de carteros? —Wise estaba extrañado—. Es una competición que se celebra anualmente en Canterlot, para determinar las capacidades de los mejores carteros de Equestria… y —exclamó, cogiendo la carta, que la tenía Disarming—, por lo visto, Feather ha sido elegida para participar este año…

    —¡Pero eso es genial! —Muffled se alegró—. Feather es muy buena cartero, y merece participar… y ganar —exclamó. Tanto Magic como Disarming asintieron.

    —Sin embargo, hay algo extraño en todo este asunto —Wise se puso un casco sobre el hocico y se dio leves golpecitos, antes de continuar—. Creo que primero les envían un aviso a los elegidos… pero ella no ha dicho nada. Y fijaos cómo nos ha traído la carta: ha venido muy despacio para, justo después de dejar el mensaje, marcharse rápidamente…

    —¿Quieres decir que…? —Muffled se entristeció—. ¿… Que no quiere participar?

    —Exactamente —respondió el semental—. Y eso es lo más raro de todo… un cartero que no quiera participar en una Olimpiada de Carteros es algo sumamente insólito. Algo le pasa a Feather, y tenemos que averiguar qué es.

    Se levantaron los cuatro a la vez y… se volvieron a sentar, sujetándose a la mesa. Diez grados de alcohol, por dos consumiciones cada uno… era demasiada borrachera como para salir corriendo.

    —Mejor esperemos un poco a recuperarnos… —dijo Magic.


    Gentle miró a través de la entrada de la carpa. Todo estaba tranquilo. Shiny se puso a su lado y también observó el interior. Entraron con precaución y examinaron minuciosamente, aunque a distancia, la zona donde tenía lugar la restauración de las grandes gemas. Con un suspiro de alivio de la joyero, determinó que ya no había peligro. La unicornio de dos colores volvió a la entrada para avisar a los demás que todo estaba seguro, mientras Shiny se ocupó de limpiar los restos de ungüento.

    Todos volvieron a entrar a la carpa, a excepción de Look Talker, quien, dándose la vuelta, se dirigió directamente al restaurante. Era extraño que el resto del Consejo del pueblo tardase tanto en volver… Algo ocurría, y Look Talker tenía que descubrirlo.

    "Quizás hayan tenido que irse", pensó Look, "O puede que hayan sido secuestrados por alguna malvada organización de terroristas, para impedir que se inaugure la ciudad de nubes". Empezó a imaginarse un posible plan para rescatar a sus compañeros de Consejo:

    Todos los miembros del Consejo estaban atados, cada uno sobre un tablón de madera que, a su vez, estaban colocados en cinco cintas transportadoras en marcha. Estas cintas se dirigían, inexorablemente, a cinco cuchillas circulares a máxima velocidad.

    Entonces él entraría y empezaría a moverse como un rayo, de aquí para allá… para, de vez en cuando, situarse, durante un instante, por detrás de cada esbirro para golpearle en la nuca y dejarle sin sentido. Hasta que solo quedase el malvado jefe terrorista. Y habría una lucha a muerte entre el villano y él. Y ganaría, liberando a sus compañeros del Consejo, quienes lo agasajaban y sacaban a hombros.

    Pero, cuando entró en el restaurante, los demás miembros del Consejo, excepto Gentle, estaban sentados alrededor de una mesa. Look bajó la mirada, apenado, pero cuando se acercó, sus ojos volvieron a brillar, pues el resto de miembros del Consejo se movían lentamente y tenían la mirada algo perdida. Sin duda estaban bajo los efectos de una potente droga.

    El semental se fijó en las copas que tenían delante cada uno de sus compañeros. Era evidente que les habían suministrado la sustancia de forma disimulada en sus bebidas. Cogió uno de los vasos para llevárselo al hocico. Quizás podría reconocer el olor… pero, al aspirar, cayó en redondo al suelo. No estaba acostumbrado al alcohol y el simple aroma había podido más que él.

    Muffled, Wise, Magic y Disarming miraron perplejos toda la escena, pero no pudieron hacer nada por evitar la caída de Look. Estaban demasiado atontados. No debieron haber bebido la segunda copa de un trago… y ahora sufrían las consecuencias.

    —Tenemos que ir a buscar a Feather —dijo despacio Muffled, pensando cada palabra antes de decirla.

    —Antes tenemos que dejar que el alcohol se elimine del cuerpo —respondió Disarming, de la misma forma que Muffled.

    —Y se está tan a gusto aquí sentada… —se atrevió a añadir Magic.

    —No quiero salir ahí fuera —Wise se echó hacia atrás, apoyando la cabeza contra el respaldo del sillón.

    El cocinero se acercó a la mesa con una libreta en el casco. Sacó el bolígrafo de las anillas de la libreta y abrió ésta, pasando las páginas hasta encontrar la primera en blanco.

    —Tengo una petición, una recomendación y una cuestión para ustedes, señores clientes —exclamó.

    Los cuatro miraron lentamente al camarero, escuchando. Look Talker aprovechó para levantarse y tomó posición en la mesa, sobre una silla que estaba en el lateral.

    —La petición, señores clientes, es si van a tomar algo de comer —siguió explicando el cocinero—. Es mediodía y me gustaría ocuparme por completo en su comida, si desean almorzar. Pronto el restaurante se llenará y tardaré más en servirles, así que aprovechen el momento… Y el alcohol se eliminará mejor y más rápido en un estómago lleno.

    Los cinco decidieron aceptar, y el camarero tomó nota del pedido. Todos pidieron agua, excepto Wise, que pidió otra de esas cervezas de Germaneigh, pues era, con diferencia, el menos afectado de todos. Debía estar acostumbrado a la ingesta de alcohol.

    —La recomendación va para usted, señor Wise —continuó hablando el chef—. No he podido evitar escuchar su conversación, pues tengo poco que hacer —señaló, panorámicamente, el restaurante, que estaba totalmente vacío, excepto por la mesa que ocupaba la comitiva del Consejo—. Mi propuesta es… ¿por qué no invitan a alguien de la Alta Sociedad?

    —¿De la Alta Sociedad? —repitió el aludido, mirando extrañado al cocinero, aunque de repente empezó a sonreír. Estaba comprendiendo lo que quería decir el camarero.

    —Sí, tienen su propia seguridad… y cualquier posible problema lo solucionarán en seguida sus guardaespaldas —respondió el chef.

    —Perfecto, perfecto… —Wise tenía una sonrisa de oreja a oreja—. Si me disculpáis un momento, vuelvo en seguida… Voy a escribir la carta de petición —y, dirigiéndose al cocinero, le dijo—. Muchas gracias, señor…

    —Spoon Giddy, a su servicio… —contestó el camarero—. ¿Volverá a la hora de comer?

    —Sí, no se preocupe, solo es escribir una carta —alegó Wise, levantándose para salir del restaurante.

    Spoon se dirigió al resto de comensales:

    —Por último, la cuestión… —dijo—. Estoy en contacto con la pastelería de Ponyville para el asunto de la tarta…

    —Ah, sí —cortó Magic— Sugarcube Corner… La conozco. También me sirve a mí —y, mirando al resto, añadió—. Sí, los pastelitos rellenos y las galletas que vendo son de ahí.

    —Bueno —prosiguió el chef—, parece ser que tienen un pequeño problema con la tarta… Necesitan saber el nombre de la ciudad de nubes para poder plasmarlo.

    Los cuatro miembros del Consejo abrieron los ojos como platos.

    —¡El nombre! —exclamó Muffled—. ¡No puede ser!

    —Sabía que se nos olvidaba algo —comentó Disarming.

    —Y mañana es la inauguración —se lamentó Magic.

    —"Hay que elegir un nombre" —expresó Look, con un rápido movimiento de ojos.


    Feather estaba en su casa, sopesando la situación. Por un lado podría salir, para enfrentarse a la decisión del Consejo, pero por otro lado podía quedarse todo el día en su casa. La segunda opción era más fácil, ya que así no tenía que dedicarse a ninguna tarea en lo que restaba de tarde, solo acurrucarse, temerosa. Eligió quedarse.

    No quería, bajo ningún concepto, ir a la Olimpiada de Carteros. Los recuerdos de la última (y única) vez que fue no fueron en absoluto agradables. Quizás porque era más joven e inexperta, o quizás porque se había creado unas expectativas demasiado elevadas. El caso es que, desde el principio hasta el fin, todo fueron problemas: el resto de participantes aprovechó su inexperiencia en ese tipo de eventos para empujarla, patearla, repudiarla e insultarla. No quería volver a pasar por ese trance.

    Por eso no quería salir de casa. Estaba segura de que los miembros del Consejo harían lo posible y lo imposible para intentar convencerla de ir. De hecho, tenían derecho a hacerlo. Que Feather supiera, nunca un cartero de Northwest Mines Town había sido seleccionado para participar en una Olimpiada de Carteros, en cualquiera de sus tres variantes.

    De repente llamaron a la puerta. La pegaso se quedó petrificada. Era demasiado pronto para que el Consejo hubiese tomado la decisión de pedirle participar… pero era probable que uno o dos de sus miembros hubiesen tomado la decisión de hablar con ella personalmente.

    Lentamente se acercó a la puerta y miró por la ventana que había al lado. Eran Shiny y Gentle. Feather respiró hondo, tranquilizándose, y abrió. Shiny estaba apenada… sin duda debía sentirse culpable por haberse enfadado de esa forma con ella.

    —Feather —empezó a decir la joyero—, quisiera pedirte perdón. Sé que no quisiste hacer nada que pudiese hacernos perder horas de trabajo.

    Gentle golpeó con su rodilla el costado de Shiny, mirándola de manera fulminante. Ésta carraspeó y sonrió. Gentle miró a Feather y también sonrió, aunque su sonrisa era bastante menos… natural. A su vez, Feather también sonrió, aunque fue más por cortesía que porque quisiera hacerlo.

    —Esto… —continuó Shiny—, lo que quería decir es que no debería haberme enfadado contigo de esa forma. Lo que ocurrió fue una serie de pequeños errores que desencadenó en una catástrofe… y no haberlo visto fue culpa mía.

    —No te preocupes, Shiny —la pegaso-cartero volvió a sonreír, pero esta vez porque quiso hacerlo—. Está bien, te perdono… aunque me gustaría ayudaros. No tengo nada que hacer esta tarde y quiero tener la cabeza distraída por unas horas.

    —¿Te ocurre algo, Feather? —Gentle empezó a escrutar a la amarillenta pegaso, como intentando descubrir su problema únicamente con la vista.

    —Nada que no pueda solucionarse con unas horas en buena compañía —fue la respuesta de Feather—. ¿Vamos?

    Entonces salió de casa, cerró la puerta detrás de ella y las tres se dirigieron a la carpa.


    Wise volvió al restaurante, portando un papel escrito y tinta. Entró rápidamente y dejó caer el documento que tenía en la boca, sorprendido: Magic y Disarming estaban encima de la mesa, discutiendo entre ellos. Y tanto Muffled como Look estaban tan asombrados de la situación como él. Spoon, el cocinero, intentaba en vano calmar a los dos contendientes.

    —Te digo que será "Northwest Mines Cloud" —dijo Disarming.

    —Y yo te repito que se llamará "Hero's Cloud" —replicó Magic.

    Y, acercándose las testas hasta rozarlas, se miraron desafiantes.

    Wise recogió el papel y se acercó a la mesa. Muffled le miró y sonrió: si alguien podía arreglar esta estúpida situación, sin duda sería él. Look informó rápidamente al recién llegado sobre lo ocurrido: Se habían olvidado ponerle un nombre a la ciudad de nubes y ahora había un ligero desacuerdo entre las propuestas de Disarming y de Magic.

    —¿Por qué no hacéis una votación general para decidirlo? —fue la respuesta de Wise, que miraba alternativamente a los dos ponis que estaban discutiendo encima de la mesa.

    —Está bien —reclamó Magic—. Así todo el pueblo decidirá mi propuesta para la ciudad de nubes.

    —Estás muy equivocada —respondió Disarming—. Será mi nombre el elegido.

    Lentamente los dos bajaron de la mesa, cada uno por un lado, sin dejar de mirarse directamente a los ojos. Disarming empezó a caminar hacia atrás, seguido por Magic, que caminaba hacia delante… pero en ningún momento cambiaron de actitud.

    —Recordad haced una campaña limpia —añadió Muffled—. Magic, no vale hacer magia. Disarming, nada de hacer tu "expresión". ¿De acuerdo?

    Los dos miraron a la vez a Muffled, con una expresión desafiante. Después volvieron a observarse lentamente y abandonaron el restaurante. Spoon cogió el bolígrafo, y tachó dos líneas del pedido de la libreta.

    —Bueno, ahora estaremos más tranquilos —Wise se acomodó en el sillón, al lado de Muffled, y dejó el mensaje encima de la mesa—. Bien, ya tengo la carta, pero… no conozco a ningún miembro de la Alta Sociedad…

    Y tanto Wise como Muffled miraron atentamente a Look, que tenía la cabeza gacha.

    —Yo tampoco conozco a ningún miembro de la Alta Socie… —añadió Muffled, aunque paró al descubrir que Look había agachado más aún la cabeza.

    Wise como Muffled esperaron unos segundos a que el mudo poni de tierra se atreviese a decir algo, pero éste no se movió ni un ápice. Wise respiró hondo y miró a Muffled, que hizo lo mismo, mirándole a él. Los dos volvieron a mirar a Look.

    —Look… —comenzó a decir Muffled, en tono maternal—, lo sabemos todo.

    —Sí —Wise acompañó las palabras de la jefa de mineros—. Sabemos quién es tu padre.

    —Y sabemos la relación que tenéis entre vosotros —añadió Muffled.

    —"Entonces sabréis por qué es tan difícil para mí" —explicó Look, moviendo los ojos.

    —No te lo pediría si no fuese estrictamente necesario… y urgente —exclamó Wise.

    —Pero es algo que tiene que salir de ti —Muffled miró a Look con ojos maternales—, no queremos presionarte, ¿verdad, Wise? —preguntó, dándole a éste un golpecito con la pata.

    —Cierto, cierto —dijo apresuradamente el aludido. Miró a Muffled, que le devolvió una gran, sincera y hermosa sonrisa. El corazón de Wise dio un pequeño vuelco, que hizo que éste mirase hacia abajo, perplejo.

    —"Dejad que lo piense detenidamente, ¿de acuerdo?" —respondió Look, que recogió la carta, se levantó y marchó. Spoon, desde la cocina, cogió la libreta y el bolígrafo y, suspirando, tachó otra línea.

    —Bueno, al fin estamos solos —dijo Muffled—. Creo que lo mejor será que pidas para comer, si quieres acompañarme.

    Pero el semental solo asintió. Lentamente se levantó, fue hasta el cocinero y señaló en el menú expuesto sobre el mostrador dos o tres cosas. Después se volvió a sentar… ésta vez enfrente de Muffled. Todavía sentía en su cabeza esa extraña sensación que había surgido hacía unos instantes. Esa sensación que se abotonaba, palpitante, en su cabeza y, con un hormigueo extraño, en su estómago.

    Era imposible que estuviese enamorándose de Muffled. Ella era una amiga, nada más. De hecho, era la mejor amiga que tenía en toda Equestria. Incluso le había contado en qué "trabajaba", algo que no sabía absolutamente nadie más, quitando su contacto y la propia Princesa Celestia. Aunque, por seguridad, no se había atrevido a decirle a Muffled que su objetivo era vigilar a Gentle Colors…

    Gentle… su objetivo y a la vez su gran amor. O quizás su otro gran amor, si lo que estaba sintiendo en ese momento con Muffled era verdaderamente un amor puro. Tenía que aclarar sus ideas. Pero recordaba, como si hubiese sido el día anterior, lo que sintió al ver a Gentle por primera vez: eran exactamente las mismas sensaciones que abombaba su cuerpo en ese momento. Algo dentro de él le decía que estaba enamorándose rabiosamente de Muffled, y parte de él quería, con todas sus ganas, que ocurriese. Pero tenía que meditar y centrarse en su misión, en su ser y, sobre todo, en lo sucedido.

    Disculpándose, se levantó y se marchó, ante la perplejidad de Muffled. Spoon bajó la cabeza y tachó otra línea en el pedido. Seguidamente miró hacia la jefa de los mineros, con una mirada tristona.

    —No te preocupes, yo comeré aunque se acabe el mundo —dijo la jefa de mineros—. De hecho, algo me dice que se está acabando —añadió para sí misma.


    —Bien, Feather —Shiny señaló un montón con trozos de grandes gemas, situado bajo la carpa—. Nos puedes ayudar juntando las piezas que sean de una gran gema.

    —Parece difícil, pero lo haré lo mejor posible —respondió la pegaso-cartero.

    —Veamos, en realidad es más fácil de lo que parece —Shiny sonrió—. Te enseñaré cómo se hace.

    La joyero seleccionó unos trozos que parecían del mismo color y los fue encajando entre sí, sobre el suelo, hasta hacer una gran gema más o menos entera, aunque aún se notaba las grietas de unión. Feather sonrió. No parecía difícil una vez había visto cómo era.

    Buscó en el montón unos trozos de gema color púrpura, que eran los más escasos y, por lo tanto, los más fáciles para empezar. Comenzó a poner los trozos que iba encontrando en el suelo. Después los fue situando tal y como debería ser, separadas entre sí, teniendo en cuenta, en su mente, cómo debía ser la gema entera. Y, por último, los fue uniendo poco a poco.

    —Un poco más rápido, Feather —dijo Knowledge—. Estoy acabando de restaurar mi gran gema y no quiero perder la competición.

    —Querrás decir que no quieres quedar la última, Knowledge —Flashing sonrió—. Todavía te llevo tres gemas de ventaja, y no digamos lo que pierdes con respecto a las "expertas" Shiny y Gentle.

    —¡Arg! —Knowledge miró a su alrededor, comparando la cantidad de gemas que había reparado ella y la de las demás—. ¡Necesito otra gema YA, Feather!

    La pegaso-cartero se apresuró y terminó la gran gema. Se lo pasó a Knowledge y comenzó otra, esta vez roja, como la crin de Shiny. Cuando miró el montón, descubrió un problema: había muchas piezas de ese color. Probablemente perteneciesen a varias grandes gemas. Diferenciarlos iba a ser más complicado.

    Empezó a coger todos los trozos de ese color, segura de que lo lograría rápidamente. Puso en el suelo el trozo de una esquina y buscó el trozo que encajase a continuación. Lo encontró y lo añadió. Tocaba buscar el siguiente pedazo…

    —Feather, ahora soy yo la que necesita una gran gema —dijo Shiny—… date más prisa —añadió, viendo que la aludida apenas había empezado con la segunda gran gema.

    La pegaso-cartero resopló. ¿Acaso no se daban cuenta las demás que ella se estaba dando toda la prisa que podía? ¿O quizás inconscientemente iba más lenta por el asunto de las Olimpiadas de Carteros? Pestañeando, se concentró y buscó con más rapidez las piezas que necesitaba.

    —Feather, ¿has terminado? —esta vez era Gentle la que preguntaba.

    —No, ni siquiera he llegado a la mitad de la gema de Shiny —Feather empezaba a molestarse—. Después me pondré con la tuya.

    —¡Acabé por fin! —uno de los mineros dijo eufórico—. Necesito otra gema antes de que me enfríe.

    —Esto… yo también —Flashing balbuceó, viendo la dificultad que tenía Feather con su tarea.

    —Veamos —aclaró Gentle—. Feather está intentando hacerlo lo mejor posible, pero no tiene práctica. Es mejor que no la atosiguemos y vayamos a su ritmo.

    —Lo dices porque vas primera en la competición —Knowledge se quejó—. Pues las dos siguientes gemas serán para mí.

    —Por favor, por favor —cortó Shiny—. Primero: esto no es una competición, y segundo: soy YO la que va ganando.

    —No seas cría, Shiny —replicó Gentle—. Todas veis que soy yo la que está ganando.

    —De eso nada —Shiny se empezaba a enfadar—. He visto cómo intentabas esconder una gran gema que no estaba muy bien restaurada, y esa no cuenta. Además, recuerda que luego tengo que darles el visto bueno y la vería al final.

    —No tengo ninguna gran gema mal restaurada —Gentle miraba con ojos entrecerrados a Shiny—. Te lo estás inventando para quedar mejor que las demás.

    —Estás muy equivocada —Shiny estaba furiosa por la acusación.

    —No, no lo estoy —Gentle también empezaba a enfadarse.

    —¡Feather! —Shiny seguía mirando a Gentle—. ¡Quiero tres grandes gemas para mí!

    —¡Feather! —Gentle seguía mirando a Shiny—. ¡Quiero cuatro grandes gemas para mí!

    —¡Que sean cinco para mí! —exigió Shiny.

    —¡Y para mí seis! —ordenó Gentle.

    Feather empezó a recular hacia atrás, asustada. La situación no le estaba gustando en absoluto, y no podía hacer nada por arreglarlo. En breve empezarían a culparla por la lentitud, aunque ella estaba haciendo todo lo posible para terminar lo mejor y más rápido posible la tarea que le habían encomendado.


    Look Talker se recostó junto a la fuente. Volvió a leer la carta por enésima vez. Sabía que tenía que enviarlo, pero no podía reunir las fuerzas para hacerlo. Su relación con su padre era peor que mala. No se habían hablado en muchos años… Bueno, en realidad era su padre el que llevaba muchos años sin hablarle. Concretamente desde que le echó de su casa, a raíz de su problema con la falta de voz.

    Eso había sido peor que un jarro de agua fría para él. Era mudo desde su nacimiento, aunque había aprendido a hablar con movimientos de ojos, gracias a su madre. La instructora que ella había contratado, a espaldas de su padre, le había salvado la vida.

    Pero eso era lo normal… Todos sus avances habían sido a espaldas de su padre, que le había repudiado desde su más tierna infancia, hasta tal punto que le hizo vivir en la habitación más pequeña y apartada de la mansión de su familia. Incluso cada día tenía que ir a la cocina para poder comer. Y cada vez que se encontraba con su padre en un pasillo o una habitación, éste montaba en cólera.

    Tuvo que escapar de aquella vida de penurias. Y ahora tenía que escribir una carta a aquel extraño que nunca le quiso, a pesar de que le unían una relación de sangre. Era imposible querer a un padre que renegó de su existencia desde el principio… Aunque ahora, el pueblo que le había acogido, necesitara de su ayuda.

    —¿Estás bien? —Wise estaba a su lado.

    —"Aún estoy pensando en si debo o no mandarlo" —respondió Look.

    —Tómate tu tiempo —añadió Wise—. Pero recuerda que mañana es la inauguración.

    —"Entonces déjame solo" —Look bajó la mirada, volviéndola a subir al momento—. "Pensaré más rápido si no tengo distracciones".

    —De acuerdo entonces. Nos veremos esta noche —exclamó Wise, girándose para marcharse.

    En ese momento, desde sus respectivas viviendas salieron Magic y Disarming, cargados con un cartel cada uno, mientras se miraban entre sí de manera poco amigable. Se dirigieron a la plaza principal. Wise resopló y Look se echó en el suelo, abatido. El primero sabía que habría problemas, y el segundo sabría que no tendría un segundo de tranquilidad.

    —Wise, Look —dijo Magic nada más llegar—. Os necesito para que aviséis a los que están en la carpa… no me fío de "éste".

    —Por favor —exclamó Disarming al instante—, necesito que aviséis a los habitantes que están en la carpa… "ésta" es capaz de cualquier cosa.

    Y se volvieron a mirar furiosos. Entonces plantaron en el suelo, sin dejar de vigilarse mutuamente, los carteles que portaban: "Vota por Northwest Mines Cloud", ponía el cartel de Disarming; "Vota por Hero's Cloud", rezaba la pancarta de Magic. Tanto Wise como Look resoplaron, aunque por motivos distintos. El de Wise era un resoplido de rabia contenida, mientras que el de Look era uno de vergüenza ajena.

    Los dos se levantaron y se dirigieron a la carpa, dejando a Magic y a Disarming con su estúpida pelea… aunque recorrieron el camino a paso rápido, pues no querían dejarles solos mucho tiempo.

    Al entrar en el pabellón, todo era ensordecedor. Mirasen por donde mirasen, aquí y allá había un grupo de ponis hablando, discutiendo, trabajando o jugando. Wise alzó las cejas, pensando en cómo haría para llamar la atención de todos para notificar el aviso.

    Alguien chocó contra él. Era Feather, que estaba reculando, alejándose poco a poco del grupo de restauración de grandes gemas, cuyos miembros estaban discutiendo acaloradamente. La pegaso-cartero se volvió para disculparse, pero se encontró con un Wise sonriente.

    —Feather —dijo el semental—, necesito que vueles hasta el techo y atraigas la atención de todos. Tengo que anunciar algo importante.

    La aludida asintió. Cualquier cosa por alejarse de esa algarabía. Alzó el vuelo y se posicionó en lo más alto, junto al mástil que sujetaba la carpa. Empezó a hablar, a gritar, a hacer cabriolas e incluso a hacer vuelos rasantes sobre las cabezas, pero nadie hacía caso. Volvió junto a Wise, apenada.

    —¿Qué es lo que pasa? —preguntó Gentle, que, junto a las demás de la zona de restauración de gemas, estaba atendiendo.

    —Hay reunión en la plaza, y tenemos que ir todos —respondió Wise.

    —Va a ser difícil con todo este griterío —añadió Shiny.

    —Desearía poder usar la Voz Real de Canterlot ahora mismo —expresó Gentle, totalmente seria.

    —¿La voz qué? —preguntó Shiny.

    —"La Voz Real de Canterlot" —empezó a recitar Knowledge— es, o más bien era, un tono de voz que usaban antiguamente tanto la Princesa Celestia como la Princesa Luna, cuando hablaban son sus súbditos. Digamos que el tono de voz era tan poderoso que sería capaz de tumbar la carpa… y sí, sería ideal para llamar la atención.

    —Ya sé cómo hacerlo —Gentle cogió un frasco con ungüento y se acercó a un montón de polvo de gema.

    Cuando Shiny se dio cuenta de lo que iba a pasar, era demasiado tarde. La unicornio de dos colores vertió una generosa cantidad de ungüento sobre la montañita de polvo de gema. Al entrar en contacto los dos elementos, el resultado empezó a burbujear. Rápidamente todos los que estaban cerca retrocedieron y se pusieron a cubierto.

    Al explotar la mezcla, se hizo el silencio en toda la carpa. Lo único que sonaba era una pelota, que aún botaba. Todos miraron hacia la zona en que había tenido lugar la explosión. Los ponis que estaban cubiertos salieron de su cobertura.

    —Por favor —empezó a decir Wise—, se requiere la presencia de todo el mundo en la plaza para un asunto importante.

    Ordenadamente salieron todos. Únicamente se quedó Feather, que volvió a la zona de restauración de gemas. Necesitaba seguir juntando grandes gemas para que, cuando volviesen las demás, hubiese material de sobra para no sentirse tan atosigada.

    Aunque en realidad algo le decía que el asunto de la Olimpiada de Carteros iba a ser ese asunto importante que se iba a hablar en la plaza… y lo último que le apetecía a Feather era desvelar su negativa a participar ante tantos ponis. Sea como fuere, en esos momentos se sentía más segura en soledad.


    Muffled terminó de comer. Aunque la comida había sido realmente apetitosa, ella no se notaba reconfortada. Se sentía realmente sola en esos momentos: tanto Magic como Disarming se habían enzarzado en una estúpida pelea, dejando a Muffled sola. Gentle tenía otros asuntos importantes, dejando a Muffled sola. Look tenía una lucha interna, dejando a Muffled sola. Y, por último, Wise se había marchado sin motivo alguno… dejando a Muffled dolorosamente sola.

    Se levantó y pagó la cuenta, saliendo a continuación del restaurante. Fuera, en la plaza del pueblo, había mucha expectativa. Magic y Disarming estaban sobre el pedestal de la estatua, cada uno en una esquina. Estaban predicando sobre las ventajas de votar por su elección de nombre para la ciudad de nubes, y sobre las desventajas de votar por la elección contraria.

    La jefa de mineros tenía pocas ganas de participar en esa pantomima. Poco le importaba ahora el nombre que tuviese la ciudad de nubes. Primero tenía que encontrar una respuesta a lo que estaba sintiendo. La mezcla de sentimientos que pululaban dentro de ella la estaban volviendo loca. De hecho, estaban luchando dentro de ella, al igual que, en el pueblo, estaban peleando Magic y Disarming, y Look, y Gentle, y Wise.

    Otra vez Wise. ¿Por qué le dolía tanto la acción de ese tonto poni? No era más que una estupidez, pero no era propio de él hacer esa clase de cosas. Y Muffled estaba amplificando ese acto hasta hacer un mundo de ello. Debía pensar en otra cosa… algo en lo que verdaderamente fuese buena. Y, aparte de ser minera, su mejor cualidad era hablar maternalmente a esas seis yeguas que eran tan amigas entre ellas.

    Buscó entre el gentío y encontró a Shiny, a Gentle, a Flashing y a Knowledge. Se acercó a ellas poco a poco, apartando a todo aquel que estuviese entre medias. Cuando llegó a su destino, Shadow se había unido al grupo, pero faltaba Feather. Rápidamente elucubró que, si la pegaso-cartero no estaba con las demás, algo debía estar pasándole.

    —Perdonad —dijo Muffled—, ¿sabéis dónde está Feather?

    —Sí —respondió Flashing, que era la que estaba más cerca de ella—. Está en la carpa, creo.

    —Gracias —expresó Muffled a media voz, antes de darse la vuelta para dirigirse al pabellón.


    Feather estaba sola, así que, cuando entró, Muffled sonrió. Se quedó pensativa durante un instante, decidiendo sobre qué tema tratar con la pegaso-cartero. Eligió rápidamente hablar sobre la Olimpiada de Carteros.

    —Hola Feather —la jefa de mineros rompió el hielo—. ¿Qué tal estás?

    La aludida pegó un respingo.

    —¡Ah! Hola Muffled —fue la respuesta de la pegaso-cartero—. Estoy juntando trozos de grandes gemas. Como ves, ya llevo unas cuantas —señaló un montón donde descansaban cuidadosamente varias de ellas. Muffled sonrió: Feather se tomaba muy en serio su trabajo.

    —¿Por qué no estás en la plaza con el resto del pueblo? —preguntó la jefa de mineros.

    —Primero tengo que terminar esto —contestó la pegaso-cartero—. Quiero que cuando vuelvan tengan material para continuar y que así dejen de agobiarme. No me gusta trabajar bajo presión.

    —Vaya, ¿no te gusta trabajar bajo presión? —Muffled se sorprendió—. ¿Cómo puedes trabajar entonces de pegaso-cartero, con toda la presión que hay?

    —No creas que hay tanta presión en ese trabajo —Feather fijó los ojos en Muffled—. Porque me encanta ser una pegaso-cartero. Es el sueño de mi vida. Y nadie me lo va a amargar, de eso puedes estar segura.

    Feather se había puesto a la defensiva, y eso era algo que a Muffled no le gustaba en absoluto.

    —Que sepas que no voy a participar en la Olimpiada de Carteros —la amarillenta pegaso tenía los ojos inyectados en sangre—. Y no me vas a convencer, sé lo que intentas.

    Entonces, elevándose, salió de la carpa a gran velocidad, dejando a Muffled con la palabra en la boca. La expresión de la jefa de mineros pasó de sorpresa a tristeza, de tristeza a preocupación, y de preocupación a ira. Acababa de decidir que, aunque fuese lo último que hiciera en esa vida, Feather iría a la Olimpiada de Carteros.

    Salió del pabellón y miró a todos lados. Tenía que descubrir hacia dónde había ido la potrilla. Incluso alzó la vista al cielo, hacia la ciudad de nubes, pero la pegaso-cartero no había tomado ese camino. Sin duda estaría mezclada entre la marabunta de ponis que había en la plaza, intentando esconderse. Pero no lo lograría.


    —Votad por mi propuesta y no por la suya —decía desesperado Disarming.

    —No, votad por la mía y no la de él —Magic se veía visiblemente cansada.

    Feather, alejándose de Muffled, recaló en la primera fila, y fue vista a la vez por los dos contendientes, que, alegrándose, dijeron a la vez:

    —Y para apoyar mi propuesta, aquí tenemos a nuestra representante en las próximas Olimpiadas de Carteros… ¡Fast Feather!

    Y los dos empezaron a tirar de la pobre yegua, cada uno de una de sus patas, hasta posicionarla entre los dos, encima de la tarima. La pegaso-cartero se había dejado llevar porque había quedado sorprendida ante la situación pero, en cuanto se repuso, gruñó tanto a Disarming como a Magic.

    —¡NO VOY A IR A LAS OLIMPIADAS DE CARTEROS, DEJADME EN PAZ! —gritó, totalmente fuera de sí.

    Y emprendió el vuelo, directo a la ciudad de nubes.

    —Por favor… Otra vez no… —Shiny se llevó la pata a la frente, sin creer lo que estaba viendo… Tanto ella como sus amigas tendrían que ir a buscarla de nuevo.

    —¡Dejadme pasar! —Muffled intentó acercarse a la primera fila—. ¡He dicho que me dejéis! —exclamó, llegando incluso a empujar a los demás para limpiar su camino hasta la fuente.

    Una vez llegó a su destino, señaló a Disarming y a Magic y gritó:

    —¡Vosotros dos, se acabó esta pantomima! ¡No va a haber elecciones para el nombre! —tanto Disarming como Magic intentaron quejarse, pero Muffled les miró con tal expresión de rabia que únicamente pudieron tragar y bajar los carteles—. ¡Knowledge! —chilló, mirando a la historiadora—. ¡Investiga el nombre que tenía originalmente la ciudad de nubes y le pondremos ese, sea cual sea! —Knowledge se llevó el casco a la sien y galopó lo más rápido que pudo hasta su casa, a investigar—. ¡Magic, abre la tienda, voy a ir yo a por Feather!... ¡AHORA! —la tendero agachó la cabeza y se dirigió con premura hacia su tienda—. ¡Y tú y tú…! —señaló a Wise y a Look— ¡Hablaré después con vosotros! —Look se tumbó al suelo, aterrado, y Wise sonrió… curiosamente, esa nueva Muffled le agradaba.


    Después de comprar el material necesario en la tienda de Magic, Muffled emprendió el vuelo hacia la ciudad voladora. Cuando aterrizó en la nube de llegada, echó un vistazo alrededor. Al fondo, mirando preocupada al suelo nebuloso, estaba Feather. Muffled se acercó a ella, con un paso firme.

    De repente, cuando estaba casi llegando a la pegaso-cartero, la nube que pisó cedió bajo su peso, hundiéndose. Feather rápidamente voló y agarró a Muffled, que se deslizaba poco a poco en el agujero de la nube. El efecto del jarabe de flotabilidad ya había terminado de hacer efecto. Feather llevó a Muffled hacia una nube que parecía segura.

    —Ten mucho cuidado —advirtió la pegaso-cartero, preocupada—. Hay nubes que se rompen a nuestro paso. Y aunque yo vuelo, tú no…

    —Luego nos ocuparemos de eso —Muffled estaba menos irritada después del susto—. Pero primero lo más importante —volvió a ponerse maternal—: ¿por qué no quieres ir a la Olimpiada de Carteros? —dijo, poniéndole el casco sobre el hombro de Feather, para darle a entender que podía confiar completamente en ella.

    —Verás… —la pegaso-cartero estaba apenada y arrepentida por su actuación, escapando a la ciudad de nubes—, no me gustó nada la última vez que estuve. Fue algo horrible.

    —Oh, pobrecilla —el enfado de Muffled había desaparecido totalmente, y ahora afloraba el cariño hacia la pobre pegaso—. Cuéntamelo todo… te sentirás mejor, te lo aseguro.

    Y Feather explicó lo que le había ocurrido tres años atrás, cuando todavía era una novata pegaso-cartero de Canterlot y cómo su ilusión de ser seleccionada para la Olimpiada de Carteros se vio truncada al descubrir que muchos competidores usaban esa competición como trampolín hacia el éxito, sin importarles el espíritu de superación personal ni el respeto a los competidores.

    También contó cómo ella fue especialmente maltratada, tanto en los prolegómenos como en la propia competición, llegando incluso a abandonar las Olimpiadas de Carteros a la mitad, algo que nunca antes había ocurrido. Debido a ese hecho, en el trabajo diario, el resto de compañeros empezaron a hacerle el vacío, obligándola a pedir el traslado y llegando a recalar al final en Northwest Mines Town.

    —Pero lo que más temo ahora mismo es no cumplir las expectativas y que todos, incluso mis amigas, me abandonen… —terminó diciendo Feather, con lágrimas en los ojos—, y encontrarme definitivamente sola.

    —¿Sabes una cosa? —dijo despacio Muffled—. Nunca antes hemos tenido un cartero que haya sido seleccionado para la Olimpiada… Hemos tenido muchos carteros, y todos eran buenos en su trabajo. Tú, sin embargo, eres la mejor que jamás hemos tenido. Y estamos todos muy orgullosos de ti.

    —¿Y si no consigo nada? ¿Y si quedo la última? ¿Y si abandono? —la pegaso-cartero dudó de sí misma.

    —Pase lo que pase, seguirás siendo la mejor cartero que jamás hemos tenido —Muffled le dio un beso maternal en la frente—. Y, pase lo que pase, confía en ti. Sé que harás un buen papel en las Olimpiadas de Carteros, porque eres Fast Feather, porque eres una pegaso-cartero de Equestria… y porque aquí dentro —señaló el corazón de Feather—, tienes un corazón muy grande. Lo lograrás

    La amarillenta pegaso quedó pensativa durante un instante y, fijando la mirada sobre la jefa de mineros, asintió, decidida. Iba a participar en la Olimpiada de Carteros, e iba a hacerlo lo mejor posible. Por ella, por sus amigas y por todo Northwest Mines Town.

    Muffled se levantó con una sonrisa en su boca, contenta por el resultado. Empezó a caminar hasta la nube de salida cuando la nube que pisó se deshizo a su paso. Comenzó a hundirse rápidamente, pero afortunadamente los reflejos de Feather fueron aún más rápido, agarrándola en el último momento y llevándola otra vez a la nube donde habían permanecido en la charla.

    —Esto es un desastre —dijo la pegaso-cartero mientras Muffled se recuperaba—. Las nubes no resisten nuestro peso. ¿Cómo esperan que vivan aquí los pegasos?

    —Voy a pedir explicaciones al encargado de la obra de restauración —la jefa de mineros estaba preocupada—. Y, por supuesto, se cancela la re-inaguración hasta que todo esté arreglado.

    Muffled sacó de su zurrón el jarabe de levitación y se lo bebió de un trago. A continuación saltó sobre la nube que se había hundido antes, terminándola de destrozar. Entonces aprovechó el hueco para salir de la ciudad de nubes, seguida de Feather. Juntas llegaron al suelo, en la plaza, sobre la tarima de la estatua, con todo el mundo expectante por su llegada.

    —¿Dónde están los operarios que han hecho las reparaciones ahí arriba? —Muffled miraba enfadada a la multitud.

    —Yo soy el jefe de la cuadrilla —un pegaso celeste con pelo gris se adelantó—. ¿Hay algún problema? —dijo, con un tono amable.

    —Sí —respondió Feather—, las nubes se deshacen ante nuestros cascos.

    —Eso es imposible —el pegaso se extrañó—. Hemos usado la proporción 80-20, que es la normal.

    —Eso, eso —otro pegaso mucho más joven, de pelaje azul y con crines negros se puso al lado del jefe de cuadrilla—. 80 % hebra de nube, 20% nube sin tratar.

    El jefe de cuadrilla se giró hacia el pegaso joven, con los ojos como platos. No podía creérselo.

    —¡Estúpido! —bramó—. ¡Es 80% nube sin tratar y 20% de hebra de nube! Normal que se hunda… —volvió su mirada hacia Muffled y hacia Feather y se disculpó—. Lo siento, lo siento de verdad. Ese trabajador es nuevo y solo se encarga de hacer la mezcla… y no hemos notado nada porque siempre sobrevolamos sobre nuestros encargos, para evitar roturas y pisadas. Por supuesto, lo repararemos todo en la menor cantidad de tiempo posible y sin sobrecoste.

    —Está bien —Muffled estaba satisfecha—. Eso nos dará más tiempo para preparar la re-inauguración.

    Entonces Muffled y el jefe de la cuadrilla estrecharon los cascos, a modo de acuerdo.

    Feather aprovechó que estaba sobre el pedestal para hacer pública una noticia. Mandó callar los vítores que resonaba en la plaza.

    —Me gustaría decir algo —empezó a decir solemnemente—. Dentro de unos meses es la Olimpiada de Carteros, que es una competición entre los carteros más competentes de toda Equestria, y he sido elegida para participar en la edición de este año, el de pegasos-cartero… Voy a participar, y prometo hacerlo lo mejor posible.

    Toda la plaza volvió a lanzar vítores y ánimos a Feather.

    Look le dijo algo a Wise, que asintió, y los dos subieron a la tarima, junto a Feather y a Muffled. Debido a que la plaza estaba abarrotada y que los últimos no verían los ojos de Look, éste decidió contarle a Wise la noticia para que lo pregonase.

    —Como sabréis muchos —empezó a decir Wise—, hemos tenido un problema con la seguridad del evento de la re-inauguración —de vez en cuando miraba hacia Look para seguir con el discurso—. Pero, gracias a nuestro cocinero favorito, Spoon Giddy, que nos ha dado una gran idea, vamos a tener no solo seguridad, sino también a alguien importante de Canterlot. Look Talker ha decidido escribir a su padre, que seguramente vendrá, aprovechando el interés que está empezando a crear esta mina en toda Equestria.

    Y toda la plaza volvió a vitorear y aplaudir a los que estaban sobre el pedestal.

    Knowledge estaba avanzando hacia el pedestal y subió, portando un libro. Mandó callar a los presentes, que obedecieron casi inmediatamente.

    —He estado buscando durante mucho tiempo en varios libros históricos hasta que al final he encontrado el nombre de esta ciudad de nubes —abrió el libro por la página que tenía puesto el marcapáginas—. Se llamaba "Cirrus Merlon".

    —Oye, pues me parece mejor este nombre que mi opción —dijo Disarming.

    —Y que el mío —añadió Magic.

    Y toda la plaza asintió y volvió a vitorear, dando su aprobación al nombre.


    Después de la fiesta que hubo, pues había que aprovechar todo lo que se había preparado para la re-inauguración, cada uno marchó a su casa, contento y feliz. Todo volvía a ser normal en Northwest Mines Town, y así debía ser.

    Pero no todo el mundo logró conciliar el sueño:

    Feather estaba eufórica pensando en lo que haría en las Olimpiadas de Carteros.

    Look aún seguía dándole vueltas al tema, pero esta vez imaginaba cómo podría dar a su padre el recibimiento que se merecía.

    Magic y Disarming, respectivamente, fantaseaban sobre su nombre en el cartel de bienvenida sobre la nube de entrada de la ciudad de nubes, aunque reconocían que "Cirrus Merlon" era un nombre bastante mejor.

    Sin embargo, Wise y Muffled no podían conciliar el sueño por otra razón distinta: Wise se debatía entre su amor por Gentle y las nuevas emociones que sentía por Muffled… mientras que Muffled se debatía entre mantener la amistad con Wise o cambiar la relación… alejándose lo más posible de él, hasta convertirle en un extraño.

    FIN DEL CHAPTER 1x08

    11. 1x09 - Ponyville - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana] - [Comedy/Comedia] y un poco de [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x09

    Ponyville

    Parte 1

    Las siluetas de las casas exteriores de Ponyville comenzaban a vislumbrarse para la comitiva que se acercaba desde el camino de Northwest Mines Town. Ésta se aproximaba despacio, con un paso cansino, producto sin duda de las continuas horas de caminata sin apenas descanso.

    El estado de ánimo de los miembros del grupo era dispar. Flashing Hooves estaba radiante de alegría, impaciente por llegar. Undying Knowledge estaba contenta por volver a estar en "la civilización", como solía ella definir a Ponyville. Wise Words estaba preocupado en sus propios asuntos. Y Shiny Eyes estaba triste, muy triste, pues quería haber hecho el viaje con todas sus amigas.

    —Shiny, por favor —Knowledge se acercó a la pegaso—, alégrate un poquito y cambia esa cara tan larga… Vas a amargar nuestra entrada triunfal.

    —Es que deseaba tanto que Feather, Gentle y Shadow estuviesen aquí… —fue la respuesta de Shiny.

    —Sabes perfectamente que Feather está preparándose para las Olimpiadas de Carteros… —comentó la historiadora—. Que Shadow está trasteando con sus nuevos aparatos en la herrería y que Gentle… digamos que Gentle no es muy amiga de salir del pueblo.

    —De hecho nunca ha salido de Northwest Mines Town —añadió Flashing.

    —Recordad que estuvo en Canterlot, estudiando en la Escuela de Magia —se inmiscuyó Wise—. Pero, después de su llegada al pueblo, no ha vuelto a salir.

    —Es como si tuviese miedo del mundo exterior —declaró Knowledge—. O como si se escondiese de alguien… o de algo.

    —No lo sabes tú bien —dijo Wise para sus adentros, bajando levemente la mirada al suelo.

    —El caso es que —siguió hablando la historiadora— estamos aquí las que estamos, que podría ser peor… y bueno, también está Wise, que aún no sé por qué nos acompaña.

    —Porque los caminos son muy peligrosos, ya lo sabes… —respondió el aludido, en tono irónico—, y necesitáis a un semental que os proteja.

    —Ja… ja… —Knowledge se llevó el casco al pecho e hizo una señal simulando que su cuerpo se partía en dos de la risa, aunque en realidad estaba totalmente seria y miraba fulminantemente a Wise.

    —Por favor, ni una simple broma se puede hacer —Wise volvió a alzar los ojos—. La verdad es que simplemente he aprovechado vuestro viaje para acompañaros… Tengo asuntos propios que atender.

    —¡Le vas a comprar un regalo a Muffled! —Flashing espetó de repente, mientras empezaba a saltar alrededor del semental.

    —¿Cómo sab…? —comenzó a decir Wise, pero se rehizo inmediatamente—. ¿Por qué crees que vengo por eso?

    —Vamos, Wise —Knowledge sonrió—. Todo el mundo sabe que intentas recuperar su amistad.

    —Esa pelea del otro día —Shiny entró en la conversación— la escuché hasta yo… y eso que estaba marcando grandes gemas en lo más hondo de la mina.

    —Tenéis razón —el semental agachó la cabeza—. No quiero perder su amistad… significa mucho para mí.

    —¡Ohhhh! —Knowledge se emocionó—. ¿Y qué le vas a comprar?

    —Ese es el problema —respondió Wise—. No sé qué comprarle. Algo que signifique "Quiero recuperar tu amistad", pero sin llegar a interpretarse como "Quiero enamorarte". Pero las yeguas sois tan difíciles de satisfacer…

    —¿Qué tal un ramo de flores? —preguntó la historiadora, ignorando la última frase de Wise.

    —¿O quizás un libro? —añadió Flashing—. ¡Uno de aventuras! —exclamó y, a continuación, empezó a mover las patas como si estuviese luchando con una espada.

    —¿Y qué tal un casco nuevo? —inquirió Shiny.

    —Por favor, Shiny —Knowledge se sorprendió—, eso parece una propuesta de Shadow, no tuyo… Puedes hacerlo mejor, ¿sabes?.

    —No sé… —Wise estaba pensativo—. Un ramo podría tomarlo como algo para comer; un libro no me parece adecuado para ella… y ¿un casco? Me lo tiraría a la cabeza sin pensárselo dos veces.

    —Solo es la primera remesa de ideas —La historiadora se puso seria por un instante—. Seguro que encuentras algo realmente interesante aquí, en Ponyville.

    —Eso espero, Knowledge, eso espero… —murmuró el semental, deseando de verdad encontrar algo idóneo para Muffled.

    Y, juntos, atravesaron a la vez la entrada de Ponyville.


    —Bueno —exclamó Knowledge, una vez se situaron todos en la plaza del Ayuntamiento—, ¿cuáles son los planes?

    —Yo tengo que buscar el regalo para Muffled —respondió Wise.

    —Y yo voy a divertirme… —manifestó Flashing, con una sonrisa—. A ver si encuentro pronto a Pinkie Pie o a mi prima Derpy, para irme con ellas.

    —Y tú y yo —señaló Shiny— tenemos que ir… —sacó una libreta con una pequeña lista escrita a casco, con letras enormes y empezó a leer— a la pastelería "Sugarcube Corner" para pagar la tarta de la Re-inauguración que nunca tuvo lugar y a comprar unos pasteles y muffins para las que no han podido venir; a la tienda de la diseñadora de moda para encargar cinco vestidos para las Olimpiadas de Carteros; a la biblioteca para un asunto tuyo —entonces Knowledge señaló un libro que tenía en el zurrón, mientras sonreía—; a casa de la cuidadora de animales para el antojo de Disarming… —en ese momento miró hacia el cielo e imitó la voz del hotelero—: 'Quiero tener un loro que diga los precios cuando venga un nuevo cliente' y hago 'La expresión' para convencer a Shiny de que lo busque… —carraspeó para continuar con la explicación—; ir a ver escaparates a petición tuya… y, por último, si hay tiempo, ir al Spa a relajarnos —al terminar, Shiny cogió una serie de bocanadas de aire.

    —Perfecto —dijo Knowledge, mientras pasaba una pata por detrás del cuello de la dorada pegaso—. Te aseguro que tú y yo nos vamos a divertir —la joyero sonrió de manera forzada.

    —Bueno, pues parece ser que tenéis el día cubierto —expresó Wise—, así que voy a buscar el regalo por mi cuenta, si no os importa.

    —De acuerdo, Wise, de acuerdo —respondió Knowledge, haciendo aspavientos con la pata anterior que tenía libre, mientras que con la otra apretaba aún más el cuello de Shiny, cuya sonrisa forzada se acentuó aún más—. Quedamos para comer en el restaurante del parque, ¿de acuerdo?

    Pero el semental se estaba yendo, aunque levantó una pata para indicar que había oído el mensaje y que estaba de acuerdo.

    Ahora eran tres.

    Siguieron caminando, rumbo a la tienda de la diseñadora de moda. Tenían que aprovechar que Flashing aún estaba en el grupo, dado que seguramente desaparecería en cuanto tuviese ocasión, cuando encontrase a Pinkie Pie o a Derpy Hooves.

    —Veamos —dijo Knowledge, una vez estuvieron delante de un enorme y redondeado edificio blanco, con grandes cristaleras y coronado con un cartel en el que se veía un maniquí-poni—, ¿tienes ahí la descripción de los trajes de Shadow y Gentle? —preguntó, dirigiéndose a Shiny.

    —Sí —respondió ésta—. Aunque… como lo escribieron ellas, apenas entiendo su letra.

    Entre las tres empezaron a mirar la descripción que habían hecho Shadow y Gentle de sus trajes, mientras ponían caras de desconcierto: la caligrafía de la herrero era como la de un potrillo de guardería, además de estar llena de errores ortográficos. Sin embargo, la letra de Gentle era todo lo contrario, pues su ortografía era perfecta… si estuviesen en una época en que la Princesa Luna no tuviese aún su Cutie Mark, con unos rebordes góticos que Gentle imprimía en todas y cada una de sus letras, haciendo que su descripción del traje fuese aún más difícil de leer que la descripción de Shadow.

    —Creo que aquí pone "volantes" —Shiny señaló una palabra en concreto—, y en esta frase no sé si está escrito "obtuso" o "futuro"…

    —No —respondió Knowledge—, creo que pone "oscuro"… pero no estoy segura…

    —¿Es que no lo veis? —Flashing se hizo la interesante—. Porque yo tampoco… Esto es un auténtico rompecabezas.

    —Quizás lo sepa descifrar Wise —dijo Shiny al final, dándose por vencida—. Puede que las frases que a veces dice los leyese de algún libro antiguo, con letras parecidas a las de Gentle.

    —¿Y la descripción que ha escrito Shadow? —preguntó Knowledge.

    —Eso será otro problema —reconoció Shiny.

    Y las tres se quedaron ahí, delante de la puerta de la tienda de moda, sin saber qué hacer.


    Wise miraba a través del escaparate de la tienda de regalos. Quizás ahí tendrían el regalo idóneo para Muffled… o quizás no, pero de todas formas decidió entrar.

    Ya en el interior de la tienda empezó a buscar por todos lados, ojeando aquí y allá. Casi todo lo que veía eran recuerdos de Ponyville, con fotografías del ayuntamiento, de esculturas y de edificios emblemáticos o preciosos.

    El semental sonrió cuando pasó por la sección de camisetas. Allí, en primer plano, había una cuyo lema rezaba "Mis amigos fueron a Ponyville y solo me trajeron esta mierda de camiseta". La cogió para llevársela, porque si no encontraba nada mejor para Muffled, por lo menos con esa camiseta lograría arrancarla una sonrisa… Además, la talla parecía la correcta para la jefa de los mineros.

    Cuando se acercó a la dependiente, Wise le preguntó si tenía algún artículo para una gran amiga. Ésta, una poni de tierra de pelaje morado y crin gris oscura, se llevó el casco al mentón, pensativa. Al cabo de unos pocos segundos su expresión cambió y, sonriente, se movió hacia una vitrina donde se veían piezas de joyería.

    —No, lo siento —dijo Wise—, joyas no… Ella es de un pueblo minero de joyas, y…

    —Comprendo, comprendo —cortó la yegua, dándose la vuelta y dejando ver su Cutie Mark: una caja de regalo verde oscuro con un lazo amarillo—. Nada de joyas. Eso reduce las posibilidades —volvió a situarse detrás del mostrador—. Veamos qué tengo por aquí… —comentó, sacando un cajón lleno de pequeñas figuras y cachivaches y poniéndola encima del tablero—. Quizás aquí encontremos lo que busca.

    Entre los dos empezaron a revolver el contenido del cajón. Este estaba lleno de cosas inútiles, pero Wise encontró algo que le sedujo al instante: era una figurilla de una poni de tierra, de cristal transparente, aunque ligeramente traslúcido. Pero lo que más le gustó es que, si se le miraba desde el costado derecho, era exactamente igual que Muffled Yell, exceptuando los colores y la falta de Cutie Mark de la escultura. Pero por el resto era ella. Incluso tenía el mismo peinado que la jefa de mineros.

    El semental levantó la figura, sonriente. La dependiente también sonrió.

    —Una gran elección, sin duda —exclamó esta última—. Una hermosa figura de auténtico cristal de las Minas de Canterlot… De hecho, fue parte de la última remesa que hubo, antes de que las cerrasen. Y además viene acompañada de un collar de fina plata.

    La dependiente abrió una pequeña apertura en un lateral del cajón y sacó dos collares iguales, los separó y puso una junto a la talla.

    —¿Dos collares? —preguntó Wise—. ¿Una es de repuesto o es que hay otra figura? —el semental empezó a rebuscar, buscando otra escultura que también fuese interesante.

    —No se moleste —respondió la vendedora—. Antiguamente eran una pareja, un semental y una yegua… Un encargo de prometidos. Sin embargo, un día vino la poni que los encargó y, después de pagar la figura del semental, lo tiró al suelo, haciéndolo añicos… Y nunca más la he vuelto a ver.

    —Espere un momento —el poni cogió la talla y la observó de nuevo—. Fue un encargo sobre sus modelos, ¿verdad?

    —Creo recordar que así fue —la dependiente estaba pensativa—, aunque de eso hace ya bastantes años.

    Wise miraba detenidamente la figura. Era demasiado parecida a Muffled como para ser casualidad... Así que Muffled se había prometido hace años con algún semental… Y ese era un dato que había ocultado a Wise, a pesar de la amistad que los unía desde hacía mucho tiempo. Decidió llevarse la figurita, junto con la cadena y la camiseta. Pagó a la vendedora, agradeciendo el trato y la información.

    Salió de la tienda y desenvolvió la pequeña escultura. Quería observarla con el máximo detalle posible, como si el escrutarla le diese respuestas sobre lo que había pasado con la jefa de mineros años atrás, antes de su llegada a Northwest Mines Town.

    Pero apenas había terminado de sacar la figura de su embalaje cuando un casco apareció por encima de él, quitándosela. Sorprendido, Wise miró al cielo, pero lo único que vio fue una estela grisácea. Fuese quien fuese el ladrón, era muy rápido, sin duda. Pero él no iba a dejarle escapar, de eso podía estar seguro.


    —Bueno, creo que más o menos lo tenemos, ¿no? —indicó Shiny, contenta.

    —Yo no estoy tan segura de que sea lo que han pedido —Knowledge estaba preocupada.

    —¿Y si entramos y hacemos el pedido de nuestros vestidos? —preguntó Flashing, impaciente—. Quiero encontrar a Pinkie lo antes posible… tenemos mucho que hacer —respondió, y, cerrando los ojos, empezó a imaginarse viviendo aventuras y travesuras junto a su rosácea amiga.

    —Buena idea —comentó Shiny—. Quizás, con suerte, la diseñadora sepa reconocer las letras… además de que se está haciendo tarde y ni siquiera hemos empezado con la tarea… ¡Fuera bicho! —con una pata Shiny intentó espantar a una extraña abeja que estaba revoloteando a su alrededor.

    —Pues no se hable más —Knowledge agregó—, entremos pues —e intentó espantar ella también al insólito abejorro que atosigaba a Shiny.

    Lograron, con sus aspavientos, a los que Flashing también se unió, espantar al insecto volador y entraron a la tienda de la diseñadora.

    —Os lo juro —dijo Shiny, cerrando la puerta—, es la primera y última vez que uso ese champú de "Aromas del Everfree Forest"… Atrae a los bichos más extraños que una se pueda imaginar... Esa abeja no era normal.

    —Bienvenidas a la Carousel Boutique —saludó una voz que provenía del fondo. Una unicornio totalmente blanca, con una ordenada crin morada, les saludaba, aunque en realidad estaba ocupada montando mágicamente un vestido sobre un maniquí. Las tres quedaron asombradas, pues el traje era realmente hermoso. Definitivamente esa unicornio tenía un gran sentido de la moda—. ¿Qué desean?

    —Buenos días —Knowledge se autoerigió momentáneamente como la líder para el tratamiento con la diseñadora—. Querríamos hacer un pedido de cinco vestidos.

    —Oh, un gran pedido… (al fin). Y… ¿tienen pensado las características de los vestidos o prefieren ir sobre seguro? —la diseñadora se quitó las estrechas gafas rojas y miró a las tres por igual, esperando una respuesta.

    —Es para un evento: las Olimpiadas de Carteros, que tendrá lugar en Canterlot una semana después de la Grand Galloping Gala, así que aún hay mucho tiempo… —continuó Knowledge—. Espere, ¿ir sobre seguro?

    —Significa permitir que yo haga los vestidos como mejor les haga verse —la unicornio estaba expectante—. Es decir, observándoles, les haré su vestido ideal. Porque yo, Rarity, crearé lo ustedes necesitan desear.

    Flashing, Knowledge y Shiny se reunieron rápidamente y cuchichearon entre ellas. En cuestión de segundos deshicieron el corro y, sonrientes, decidieron la segunda opción. Además, así se ahorrarían el descifrado de los mensajes de Gentle y de Shadow.

    —Tres de esos cinco vestidos serán para nosotras —añadió la historiadora—, y los otros dos son para unas amigas.

    —No digáis más —cortó la diseñadora—, dejadme tomar nota de vuestras medidas, de vuestra apariencia y una breve definición de vuestra forma de ser.

    —¿Cómo dice? —Knowledge se extrañó de la última parte—. ¿Nuestra forma de ser?

    —Por si acaso hay discrepancias —solventó la blanca unicornio—. Es posible que haya varias combinaciones de colores que sean idóneas para los vestidos y, para acercarse más a la perfección, el vestuario debe decir a los demás la mejor información posible del poni que lo porta.

    —Entonces de acuerdo —afirmó la historiadora, que observó cómo las otras dos también asentían.

    Entonces Rarity transportó mágicamente el metro de sastre haciéndole toda clase de medidas a las tres, a la vez que las iba interrogando.

    Decididamente iban a ser unos vestidos exhaustivos y hermosos.


    Wise entró rápidamente a la calle lateral, donde debería haber huido el ladrón. Tenía que recuperar esa figurita de cristal y darle al rufián una lección que no olvidaría en mucho tiempo. Pero en esa calle no había nadie huyendo, únicamente transeúntes sorprendidos por su efusiva entrada.

    Paró un momento y se quedó pensando. Analizó rápida y mentalmente la escena del robo, y más concretamente cómo había sido y con qué rapidez se había fugado el ladrón, dejando únicamente su estela a ras de suelo. Definitivamente había algo muy extraño en esa acción…

    Al momento se dio cuenta de qué había sido lo insólito: ese truhán se había movido demasiado rápido como para ir únicamente al galope. Si hubiese huido al galope, él habría visto su cuerpo, identificando los colores de su pelaje, o los de su disfraz si estaba oculto (la estela grisácea que había observado antes podía ser cualquiera de las dos opciones), pero no había sido así. Solo había una forma de ir tan rápido a ras de tierra: cascos y alas a la vez.

    Por lo tanto, ese ladrón tenía que ser un pegaso, y no uno cualquiera, sino un pegaso que quería simular ser un poni de tierra. Pero su secreto había sido descubierto, y eso estrechaba la búsqueda a un tipo de poni… sí, definitivamente uno, pues Wise conocía perfectamente el número y situación de todos los alicornios en Equestria… y, de todas formas, ningún alicornio se rebajaría a ser un ladrón en Ponyville.

    Y también se dio cuenta de otra cosa: ese pegaso estaba ocultándose de él, aunque, tratándose de un poni listo, cosa que había demostrado sobradamente, estaría preparado para salir a la máxima velocidad posible y llegar lo más lejos posible. Al menos eso sería lo que haría él si fuese el ladrón.

    Por lo tanto, el ladrón seguramente estaría en el aire, moviendo sus alas… pero con una cadencia lo más lenta posible, únicamente la suficiente para mantenerse flotando. Pero ese hecho sería lo que le delataría. Wise solo tenía que ir, poco a poco, por toda la calle, mientras escuchaba y analizaba las diferentes cadencias de los aleteos, desechando las más rápidas y, en el momento en que la una de las más lentas cambiase de ritmo, solo tenía que ir rápidamente al lugar de origen y adelantarse a ese ladrón. Por primera vez en la persecución, él tenía toda la ventaja, y tendría que aprovecharla.

    Entró en la calle, despacio, con los ojos entrecerrados, atendiendo. Su andar era constante, pues quería eliminar su propio sonido del conjunto de ruidos. Cuando llegó al final de la calle, empezó a escuchar, en una especie de separación entre dos casas, un leve aleteo. Se fijó en ese lugar y sonrió ligeramente. Los tejados de las viviendas circundantes tapaban una posible salida aérea.

    Wise se agachó levemente mientras se acercaba al callejón. La cadencia del aleteo aumentó ligeramente. El ladrón estaba ahí, sin duda. Pero primero tenía que tapar lo más posible la única salida del que disponía el rufián, y para ello tendría que entrar de un salto, pues seguramente el pegaso intentaría escapar por la zona más alta posible de la entrada. Se agazapó, a escasos metros del callejón, calculando el salto que debía dar, pues debía llegar a la altura máxima en la misma entrada.

    Pero, cuando ejecutó el brinco, se llevó una sorpresa. El ladrón había pensado la misma táctica que él y, cuando estaba en mitad del salto, el pegaso había aprovechado para dejar de aletear y salir galopando del callejón. Debido al descuido de mirar al cortabolsas, Wise se golpeó el hombro contra la pared de la casa que estaba a la izquierda del callejón.

    Dolorido y furioso, se levantó y dio media vuelta, volviendo a la calle principal. Estaba decidido: ese pegaso lo pagaría muy caro. Por lo menos había visto la indumentaria que tenía, que no era nada más que una grisácea túnica enteriza, con una gran capucha que le tapaba enteramente la cabeza. Incluso las alas tenían un adminículo que las cubrían pero que a la vez tenían plena libertad para moverse.

    El semental entrecerró los ojos. Conocía la identidad de ese ladrón: un pegaso con esa gran agilidad, con esa gran inteligencia, con las mismas ideas que él… Solo había uno con todas esas características en toda Equestria.

    —"Número Dos" —espetó, entre dientes.

    Atraparlo iba a ser una tarea titánica, incluso para él.


    —Bien, ya estamos las tres —Knowledge estaba contenta. Habían tardado menos de lo que pensaba en el tallaje y en el cuestionario.

    —Ahora, si no les importa —dijo Rarity, eufórica—, defínanme a las otras dos amigas, tanto física como psicológicamente.

    —He pensado que mejor se incluya también un traje para Feather —exclamó Shiny—. Después de la competición querrá estar con nosotras, y sería extraño que no tuviese ella también un vestido.

    —Tienes razón, Shiny —admitió Knowledge—. Pues entonces serán tres vestidos más. Veamos…

    +Shadow Hammer es, cómo lo definiría… una poni de tierra de pelaje marrón oscuro con un tono rojizo, crin morado, ojos gris oscuro,… alguna que otra cicatriz aquí y allá. Y su forma de ser… podríamos definirlo como…

    —¿Espera…? —expresó Rarity, horrorizada—. ¿Has dicho cicatrices? ¿Acaso es una soldado? —se llevó el casco al mentón y miró hacia arriba, pensativa—. ¿Hay yeguas soldado?

    —Tiene cicatrices, sí… —respondió Shiny —, pero no es soldado, es la herrero del pueblo.

    Rarity seguía horrorizada. ¿Una yegua herrero? ¿Qué clase de educación tendría? ¿Y pensaba llevar una de sus vestidos? Seguramente Applejack sería mucho más educada y fina que esa tal Shadow Hammer. ¿Cómo hacer un vestido para semejante… poni?

    —… Y su forma de ser es —continuó explicando la historiadora—, cómo lo definiría… ruda pero de gran corazón.

    " 'Ruda', qué sorpresa", ironizó Rarity para sí misma.

    —Y es musculosa, muy musculosa —Flashing señaló a los maniquíes—. Esos maniquíes son muy pequeños para ella.

    —Oh, no hay problema con eso —declaró Rarity, abriendo mágicamente un cajón y sacando un molde de espuma. Lo trasladó junto a uno de los maniquíes y lo colocó sobre este. Ahora parecía un modelo más acorde con las características de Shadow, pero aún era insuficiente.

    —No, tiene que ser aún más musculosa —dijeron a la vez Knowledge, Shiny y Flashing.

    —¿Más aún? —Rarity no podía creerlo. El molde que acababa de sacar era para un traje de un fornido semental, y una yegua era normalmente más pequeña y frágil. Definitivamente esa herrero era monstruosamente espectacular. Decidió poner otro molde encima y encajarlo como pudo, aunque quedó sin cerrar.

    —Ahora sí —dijo Shiny, sonriendo—. Es su silueta, sin duda.

    Rarity tomó unas notas en un papel.

    —La segunda amiga es Gentle Colors… —Knowledge siguió hablando.

    Flashing empezó a reír. Si esa diseñadora había tenido problemas con Shadow, iba a alucinar con Gentle.

    —Flashing, ¡shhhh! —Knowledge miró a la potrilla de forma expeditiva—. Bien, Gentle es un poco… "especial". No sabría cómo definirla, así que empezaré hablando de su físico…

    —¡Es una unicornio con el cuerno roto y que tiene dos colores! —Flashing no pudo aguantar más y terminó gritando—: ¡Rosa y naranja!

    —¿¡CO-MO DI-CES!? —Rarity tenía los ojos como plato —. No, debe ser una broma… Te he visto muchas veces con Pinkie Pie y las dos sois tal para cual, así que me debes estar tomando la crin.

    —Esto… —Knowledge no sabía cómo continuar—, Gentle ES una unicornio con el cuerno roto y que tiene un pelaje de dos colores: rosa el lado izquierdo y naranja el lado derecho… y una crin tan blanca como el color de mi cuerpo… Y su forma de ser, podríamos definirlo como… ¿Orgullosa? ¿Líder?... No, mejor sería "sargento de hierro" —Flashing y Shiny asintieron rápidamente. Knowledge había dado en el clavo con esa definición.

    El ojo izquierdo de Rarity empezó a tener un tic nervioso: primero un vestido para una poni de tierra cuyas patas eran aún más voluminosas que el tronco de Pinkie, y ahora un vestido para una unicornio de dos colores, desparejando todas las posibles ideas que se le pudieran ocurrir.

    —Y, por último —siguió diciendo Knowledge—, está Fast Feather.

    Rarity temía que, por extensión, el último pedido correspondiese a un grifo o a una mantícora.

    —Fast Feather es una pegaso muy obsesionada por su trabajo de cartero, pero insegura a lo que respecta a cualquier otra cosa —comentó la historiadora—. Y sus colores…

    —¿Conoces a Fluttershy? —cortó Flashing—. ¿A la pegaso amiga de los animales?

    —Sí, sé quién es… —respondió Rarity—. De hecho es una buena amiga.

    —Pues si le cambias el color de la crin, en vez de rosa, morado, su forma… y a sus ojos le pones una tonalidad diferente de verde, tendrás a Fast Feather —aclaró la potrilla unicornio.

    Rarity suspiró aliviada. Por fin una poni más o menos normal. Solo tenía que cambiar un poco el diseño del vestido para la Grand Galloping Gala de Fluttershy y listo.

    —Aunque una cosa debo decirte de Feather —comenzó a decir de nuevo Knowledge. Rarity tuvo miedo, segura de que le iba a decir que a la pegaso le había crecido una cabeza o algo así, para dificultarle su tarea—. Su voz es más fuerte que la de Fluttershy… excepto cuando se enfada, que puede llegar a ser atronadora.

    Rarity tomó nota de todo, mientras respiraba aliviada. Decidió que primero empezaría con los cuatro vestidos más fáciles, las de las tres presentes y esa pegaso-cartero, y después se dedicaría por entero con los otros dos vestidos, cuyas clientes iban a ser muy difícil de complacer.

    —Pues creo que ya tengo todos los datos necesarios —exclamó la diseñadora cuando hubo terminado de tomar notas—. Me pondré lo antes posible con su pedido. Muchas gracias por confiar en "Carousel Boutique" para hacer sus deseos realidad.

    —El placer ha sido todo nuestro —exclamó Knowledge, acompañado de las afirmaciones de Shiny y de Flashing.

    Al abandonar el edificio, las tres cambiaron de expresión y suspiraron aliviadas. Había sido muy difícil mantener la compostura ante tanta galantería y maravillosa extravagancia.

    —Bien, ¿cuál es el siguiente lugar de la lista? —preguntó Knowledge.

    —Creo que deberíamos ir a la pastelería "Sugarcube Corner" antes de que cierren —Shiny estaba escrutando la lista—. O quizás sería mejor dejarlo para la tarde y dedicarnos ahora a… ¡Otra vez no! ¡Fuera de aquí, bicho! —con una serie de movimientos bruscos, intentó espantar a la extraña abeja, que otra vez volvía a revolotear a su lado.

    —Te ha tomado cariño, sin duda —Knowledge estaba riéndose.

    —A Shiny le ha salido un novio, a Shiny le ha salido un novio —Flashing empezó a dar saltos alrededor de la pegaso—. Invitadme a la boda, por favor —exclamó, parándose delante de la joyero y sonriendo con los ojos cerrados.

    —Muy graciosa, Flashing —Shiny seguía intentando espantar a la extraña abeja—. Me gustaría ver qué pensarías si te acosase a ti.

    En ese momento, un poco más allá, una poni de tierra rosa, con la crin de un llamativo rosa-magenta totalmente alborotado, surgió de entre dos calles, dando extraños saltos e impulsándose con las patas totalmente estiradas. Iba sonriendo, con los ojos cerrados, hacia un destino indeterminado, perdiéndose en la siguiente esquina. Flashing aspiró profundamente, abrió los ojos como platos y puso una sonrisa de oreja a oreja.

    La extraña poni rosada volvió a aparecer, dando un salto hacia atrás. Miró hacia las tres y su sonrisa se volvió aún más grande. Saltando de la misma forma que antes, se acercó rápidamente hacia ellas.

    —¡Flashing, Flashing, Flashing! —exclamó, según se acercaba.

    —¡Pinkie, Pinkie, Pinkie! —respondió la potrilla unicornio, dirigiéndose hacia ella, saltando de la misma forma.

    —¡Flashing, Flashing, Flashing! —volvió a decir Pinkie.

    —¡Pinkie, Pinkie, Pinkie! —repitió Flashing.

    Empezaron dar vueltas entre ellas, saltando de la misma forma, totalmente eufóricas. Después pararon un momento, se sonrieron mutuamente y, saltando, se alejaron de la sorprendida Shiny y de la complacida Knowledge.

    —¡Recuerda dónde hemos quedado para comer, Flashing! —gritó la historiadora antes de que las otras dos se perdieran de vista—. ¡Y puede venir Pinkie Pie también, si le apetece!

    Shiny miró a las dos ponis que se alejaban. Había quedado maravillada por esos extraños saltos. Se miró el casco delantero y se preguntó cómo hacían ellas para brincar de esa forma, y si ella podría saltar de igual forma.

    —Ni lo intentes, Shiny —Knowledge negó con la cabeza—. Para lograrlo se requieren años de preparación… o de una habilidad innata para hacerlo, como lo tienen esas dos.

    —De acuerdo, no lo haré —respondió la dorada pegaso—. De todas formas, tengo los cascos doloridos. Creo que lo mejor será que descanse en el parque, mientras, tú podrías hacer tu "asunto" con la bibliotecaria.

    —Me parece una idea excelente —la historiadora se alegró—. Nos vemos en el restaurante, ¿de acuerdo?

    Shiny afirmó, mientras aún intentaba espantar al incómodo visitante, que revoloteaba aún a su alrededor. Afortunadamente, al poco tiempo lo logró. Su descanso iba a ser más relajante sin esa incómoda molestia. Y se dirigió pesadamente al parque, mientras la historiadora se dirigió, excitada, hasta la biblioteca.


    Derpy Hooves sujetaba el paquete con el mayor cuidado posible. Dentro de él había una cosa frágil, algo que la pegaso sospechaba, a juzgar por la gran cantidad de pegatinas de "Frágil" que poblaban todas las caras del paquete y por los sucesivos avisos que le habían dado en la Central de Correos de Ponyville, así que decidió volar a media altura para evitar tumultos innecesarios.

    Era la última entrega del día, y Derpy se había cuidado muy mucho de dejarlo para el final, pues quería dedicarse por entero a esa entrega especial. Y después iría a casa de ese semental tan simpático que se hacía llamar Doctor Hooves. Volvió a mirar el destinatario: "Twilight Sparkle – Biblioteca – Ponyville". La cartero empezó a temblar… esa unicornio de la biblioteca era terrible si se enfadaba. Y vaya si se enfadaría si se le caía el paquete, teniendo en cuenta que la procedencia del envío era nada menos que del propio Palacio Real de la Princesa Celestia. Probablemente nunca había tenido un envío tan importante entre sus cascos.

    En ese momento, de una esquina salió volando, como un auténtico rayo, un pegaso ataviado con una enteriza túnica gris, seguido muy de cerca por un poni de tierra marrón claro y crin morada. Era evidente que el segundo iba persiguiendo al primero, y le estaba dando alcance.

    El pegaso, de repente, cambió de dirección, para dirigirse directamente hacia Derpy Hooves. La grisácea yegua empezó a moverse de forma aleatoria, pero daba igual lo que ésta hiciese, ese extraño desconocido alteraba constantemente su trayectoria para volar hacia donde ella estaba. La pobre pegaso supo que quería chocar contra ella, así que hizo lo único que pudo ante el inminente golpe: se dio la vuelta y apretó el paquete contra su cuerpo.

    El choque fue menor de lo que esperaba. De hecho no fue un choque propiamente dicho, sino que el extraño pegaso paró en seco a escasos centímetros de ella y, dándose la vuelta, le propinó una doble coz en la espalda, a la vez que se impulsaba para cambiar de dirección.


    Wise Words tenía al alcance de su casco al escurridizo ladrón, pero esa jugada que acababa de hacer "Número Dos" con la pegaso cartero de Ponyville le pilló totalmente por sorpresa. Ahora estaba en una encrucijada: Por una parte, de un salto, podría intentar alcanzar al perseguido, pero entonces la inocente yegua caería al suelo, haciéndose un daño considerable… pero, por otra parte, podría seguir galopando para salvarla, perdiendo momentáneamente la ventaja que estaba logrando para recuperar la figurilla.

    Optó, casi instintivamente, por la segunda opción. Siguió trotando para, in extremis, saltar y agarrar a la pegaso. Afortunadamente había calculado bien, y su aterrizaje fue perfecto. Tanto la cartero como el paquete que portaba estaban perfectamente. Aunque, por desgracia, "Número Dos" había desaparecido.

    —Gracias —fue lo único que pudo decir Derpy.

    —No te preocupes —respondió Wise, aunque por dentro estaba rabiando por la jugarreta de la que habías sido víctima—. ¿Estás bien?

    —Chí… creo —Derpy se miraba de arriba abajo—. Pero debo entregar echte paquete tan importante…

    —¿Quieres que te acompañe? —Wise temía por la seguridad de aquella pegaso cartero. Era muy posible que "Número Dos" volviese para romper ese paquete, únicamente para hacerle enfadar… ese semental era así de imbécil a veces.

    —Como quieras… —Derpy no quería ir sola, después de lo ocurrido. Y si pasaba algo, ese poni siempre podría decir que no había sido culpa de ella… No, mejor, si ocurría algo, ese poni podría evitar que se rompiese el contenido de ese paquete.

    Y los dos se fueron rumbo a la biblioteca de Ponyville. Derpy a tres patas, sujetando el paquete con la extremidad libre, mientras que Wise miraba hacia todos lados, seguro de que "Número Dos" no andaría lejos. Incluso sería probable que les estuviese siguiendo, pues para ese pegaso molestar a Wise era su juego preferido.


    Shiny entró en el parque. Sus cascos le estaban matando, por lo que buscó un banco donde poder echarse. Todos estaban ocupados, excepto uno, que únicamente tenía una poni encima.

    De lejos le pareció raro pero, a medida que se acercaba a su destino, la posición de la yegua, una unicornio de pelaje aguamarina, le parecía cada vez más imposible. Ésta descansaba sobre sus cuartos traseros, con la espalda rígida y completamente apoyada sobre el respaldo. Las patas delanteras sujetaban el conjunto, sobre ambos lados de su grupa, y las patas traseras colgaban por delante.

    Shiny se subió, como pudo, al banco, posicionándose al lado de la extraña unicornio, mirando hacia ella.

    —¿Por qué? —preguntó la joyero, extrañada.

    —¿Por que qué? —respondió la yegua aguamarina.

    —¿Por qué esa posición? —aclaró Shiny.

    —Ah… Es cómoda —fue la respuesta.

    —¿Cómoda? —inquirió la dorada pegaso, aunque más bien se preguntaba a sí misma.

    —Sí, esta posición es la más cómoda que existe —la unicornio sonrió, cerrando los ojos—. Te la recomiendo.

    Shiny elevó las cejas, sorprendida. Pero decidió hacerle caso. A raíz de su cansancio, el cambio de posición fue realizada lentamente.

    Apenas terminó de hacerlo, se recostó hacia atrás, apoyando su lomo sobre el banco. Se sentía extraña. Los músculos que apoyaban ahora su peso no habían diseñadas para hacerlo, y notaba su reticencia a albergar el trabajo extra. De todas formas, como bien había dicho la unicornio aguamarina, extrañamente era una posición bastante cómoda.

    —¡Lyra! —una voz espabiló a Shiny, haciendo que mirase hacia su derecha, donde estaba posicionada la unicornio. Un poco más allá, una poni de tierra, de pelaje color crema, crines azul oscuro con una franja rosa y de ojos celeste se acercaba, visiblemente irritada—. Que te sientes como quieras, pareciendo una tonta, es una cosa… Pero convencer a los demás para que te sigan el juego, ¡eso sí que no!

    Shiny se sentía estúpida. Había sido objeto de una burla. Bajó la mirada avergonzada y empezó a incorporarse para cambiar de posición, pero sintió una pata apoyándose en su hombro.

    —No te preocupes —dijo la unicornio aguamarina—. Si te has sentido bien en esa posición, no te debe importar lo que opinen los demás.

    La dorada pegaso le miró y sonrió. Esa unicornio tenía razón. Pero se sentía demasiado cansada como para apreciar completamente el gozo de esa posición… prefería descansar en una situación más acorde con su fisionomía natural.

    La poni de tierra se situó delante de la unicornio, quien sonrió.

    —Vamos, Bon Bon —dijo Lyra—, sabes tan bien como yo que no estoy haciendo nada malo.

    —Como sigas con estas bobadas, pronto tendrás a tu disposición una legión de ponis que se moverán a dos patas —respondió Bon Bon. Entonces se dirigió hacia Shiny—. Lo siento, lo siento mucho, de verdad. Es que la pobre se aburre mucho y hace tonterías… tonterías que afectan a los demás.

    —No… no ha pasado nada —fue lo único que pudo responder Shiny.

    —Por cierto, Lyra —Bon Bon seguía hablando con la unicornio, ignorando la respuesta que había dado la joyero—. Los yogures de la nevera eran míos, como bien decía el papel que tenían puesto encima. Ahora hay que comprar más. Y tú no te vas a librar de acompañarme.

    La yegua aguamarina puso un gesto mohíno. No le gustaba tener que hacer esas tareas. Miró hacia Shiny y sonrió mientras se incorporaba y bajaba del banco, perdiéndose, junto a la poni de color crema, en la distancia.

    La dorada pegaso cambió entonces de posición, recostándose sobre sus patas, como debería hacer un poni. Entonces la extraña abeja volvió a aparecer y a revolotear a su alrededor, pero Shiny se sentía demasiado cansada como para espantarla.


    Derpy y Wise llegaron a la biblioteca de Ponyville. La grisácea pegaso seguía sujetando el paquete como si su vida dependiera de ello, pero ahora iba volando. Cuando se pusieron delante de la puerta, el semental decidió llamar, viendo que Derpy estaba imposibilitada debido a la forma en que amarraba el envío.

    Abrió una unicornio de pelaje color lavanda, con una crin de tres colores, azul oscuro el tono principal y dos franjas, una púrpura y otra rosa. Detrás de ella se dejaba entrever un pequeño dragón violeta con crestas verdes que iba de aquí para allá, transportando libros sin parar.

    —Twilight Sparkle —comenzó a decir Derpy—, envío urgente para ti —y le ofreció el paquete, junto con una hoja de acuse de recibo.

    La unicornio cogió mágicamente una pluma y firmó el acuse de recibo. Después, de la misma forma, transportó el paquete con un hechizo y lo puso a un lado de la puerta, por la parte interior de la extraña casa, no sin antes agitarlo un poco para comprobar que su contenido estaba entero.

    —Por fin un paquete que me llega perfectamente, Derpy —Twilight estaba contenta… podría continuar con su trabajo.

    —No es juchto —se quejó la pegaso—. Yo chiempre te entrego los paquetes en perfectas condiciones.

    —Sí, en perfectas condiciones… de ser devueltas —exclamó Twilight, volviéndose seria y señalando hacia una mesa, donde había unos cuantos paquetes rotos, aplastados y/o deteriorados.

    —Bueno, cachi chiempre —Derpy se ruborizó—. Pero echta vez no te quejarás, ¿verdad?

    —Esta vez no —Twilight volvió a recuperar su sonrisa—, tienes razón.

    Wise, que se había dado la vuelta para vigilar las posibles ubicaciones en que podría estar "Número Dos", volvió a girarse para mirar a las dos yeguas.

    —Veo que hoy vienes acompañada —Twilight se fijo en él—. ¿Es un nuevo amigo o es un aprendiz de cartero recibiendo tus… "enseñanzas"?

    —Soy un nuevo amigo de Derpy —expresó Wise, algo enfadado. Sabía que Derpy era un poco torpe, pero no le gustaba nada que se riesen de ella, como estaba haciendo esa desconsiderada unicornio. Aunque algo dentro de él le alertaba que no era conveniente enfrentarse a ella.

    —Me alegro —Twilight permanecía seria—. ¿Sabes una cosa? —se fijó más atentamente en él—. Me resultas conocido… Creo que te he visto alguna vez… —exclamó, entrecerrando los ojos para escrutarle mejor.

    Wise reculó. No le gustaba el sentido hacia la que iba la conversación.

    —Imposible —dijo—. Hace siglos que no he estado en Canterlot…

    Entonces se maldijo a sí mismo. ¿Por qué había dicho eso? Le había dado a Twilight información que no debía. Por alguna razón, esa unicornio le ponía extremadamente nervioso.

    —¡Claro! —Twilight entrecerró los ojos mientras seguía escrutando a Wise—. ¡Te vi en el Palacio Real! Pero no eras tú… Tú no eres un pegaso.

    —¿Ves como no era yo? —el semental sonrió tontamente, intentando zafarse de la situación—. Yo soy únicamente un poni de tierra —se giró, mostrando un flanco—, ¿ves?

    —Pero creo recordar que ese pegaso era exactamente igual que tú —Twilight seguía inquiriendo, totalmente seria.

    —Será porque soy… muy común —Wise tragó saliva—. Hay muchos ponis de tierra, pegasos y unicornios anodinos… Los ves y te recuerdan al último que has visto, y el siguiente te recordará a anterior —y volvió a sonreír tontamente, ésta vez con una sonrisa de oreja a oreja.

    —De acuerdo, lo que tú digas —Twilight no se conformaba con la respuesta, pero se hacía tarde y aún tenía bastante tarea que hacer—. Derpy, quiero que te lleves estos paquetes deteriorados —dijo, mientras cogía mágicamente los paquetes que había mostrado antes y se los entregaba rápidamente a la grisácea pegaso. Después cerró la puerta.

    —Bueno, te acompañaré y llevaré algunos paquetes hasta el edificio de Correos —Wise sonrió más calmadamente—. Son demasiado voluminosos para que los lleve solo un poni.

    Derpy normalmente desconfiaba de los extraños, pero, por alguna extraña razón, sentía que podía confiar en ese poni tan gracioso. De hecho era casi tan gracioso como su amigo el Doctor Hooves… ¡Doctor Hooves! ¡Había quedado con él y ya llegaba tarde! La pegaso extendió las alas y empezó a volar, llevando únicamente un paquete. Wise recogió rápidamente el resto y, cargándoselo encima, comenzó a galopar detrás de la pegaso cartero.


    Knowledge se quedó observando la escena desde lejos. Wise Words perseguía a una grisácea pegaso. Cuando los dos se perdieron en la distancia, la historiadora tenía la cara desencajada por el asombro. Después le preguntaría a Wise los motivos de esa escena, más que nada porque podría dar lugar a habladurías que tarde o temprano llegarían a oídos de Gentle… Y ésta se enfadaría… Un escalofrío recorrió la espalda de la historiadora, que tembló solo de pensar en una Gentle furiosa.

    Pero eso sería luego. Ahora tenía que entregarle el libro a Twilight, así que se acercó a la biblioteca y llamó a la puerta.

    —¿Pero no voy a poder tener un minuto de tranquilidad esta mañana? —se oyó claramente a la bibliotecaria quejarse. Knowledge pensó en marcharse para no molestarla, pero ya era tarde: los pasos de Twilight se acercaban a la puerta. Cuando la puerta se abrió, Knowledge sonrió.

    —Ah, eres tú, Knowledge —Twilight mostró un gesto mohíno—. Hacía mucho que no te veía por aquí. Debes estar muy ocupada en… tu pueblo.

    —Northwest Mines Town —respondió la historiadora, mientras seguía sonriendo.

    —Como verás, estoy bastante ocupada… —la unicornio de pelaje lavanda se apartó un poco para mostrar los montones de libros que estaban esparcidos por toda la habitación.

    —¿Hechizo fallido? —preguntó Knowledge, adquiriendo un semblante serio—. Bueno, no quiero ocuparte mucho tiempo, así que iré al grano: Hace poco se ha creado la "A.P.M.I.D.E" (Asociación de Ponis Más Inteligentes De Equestria), y yo, como una de los miembros fundadores, te ofrezco la posibilidad de ingresar y ser reconocida mundialmente como una eminencia del conocimiento.

    —Ahám… —Twilight dudaba de la veracidad de lo que estaba escuchando, pero prefirió seguir adelante, pues sabía que negarse ahora implicaría perder más tiempo escuchando los ruegos y lloros de Knowledge—. Me encantaría formar parte de esa asociación —exclamó, sonriendo de manera forzada.

    —De acuerdo —la blanca poni de tierra sacó el libro que tenía en su zurrón—. Entonces solo tienes que rellenar este pequeño cuestionario en un tiempo máximo de dos horas —Twilight empezó a cerrar la puerta lentamente, pues lo último que quería era perder tiempo en tonterías—, pero puedo esperar hasta el atardecer… Por favor, hazlo… Sería un gran logro que nuestra asociación contase con la unicornio más lista, inteligente y maravillosa de toda Equestria.

    Esa última frase debió convencer a Twilight, pues mágicamente abrió de sopetón la puerta, que estaba prácticamente cerrada, cogió el libro de los cascos de Knowledge y lo introdujo con rapidez en la casa.

    —Hasta el atardecer —dijo la unicornio a continuación—, ni un segundo antes… tengo que terminar primero las tareas —y, después de acabar, cerró sin miramientos la puerta.

    —¡Recuerda, máximo dos horas! —gritó la historiadora, mientras sonreía.

    Entonces se dio la vuelta y miró al cielo. El sol estaba ya en lo más alto. Se acercaba la hora de comer, y su estómago empezaba a rugir. Era el momento de recoger a Shiny e ir juntas al restaurante, donde albergaba la esperanza de que apareciesen tanto Flashing como Wise.


    Cuando Knowledge llegó al parque, Shiny seguía dormitando sobre el banco. Últimamente la pobre pegaso había tenido mucho trabajo y se había quedado hasta tarde para restaurar grandes gemas de unos pedidos que se habían tornado urgentes… y apenas había dormido.

    Con gran pesar, porque en ese estado Shiny parecía una criatura inocente y celestial, Knowledge la despertó. Con un gesto ésta indicó, a la aún somnolienta pegaso, el restaurante. El estómago de la historiadora volvió a rugir… rugido que repitió a su vez el estómago de la joyero, como si tratasen de comunicarse entre ellos. Cuando Shiny se desperezó, señaló con un gesto que estaba lista para seguir.

    Llegaron al restaurante y se sentaron. Ojearon el menú y esperaron a los dos ausentes. Pidieron y siguieron esperando. Terminaron y siguieron esperando… Pero ni Flashing ni Wise se presentaron.

    CONTINUARÁ

    12. 1x09 - Ponyville - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana] - [Comedy/Comedia] y un poco de [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x09

    Ponyville

    Parte 2

    Derpy dejó al vuelo el paquete que portaba sobre el mostrador de la Oficina de Correos. Al salir, se cruzó con Wise, que acababa de llegar. A pesar de la prisa que tenía, la grisácea pegaso se paró un momento para hablar con el poni que había sido tan amable con ella.

    —Muchas gracias por todo —dijo—. Chin ti el paquete que llevaba antes che habría caído y lo habría tenido que devolver. Y che habrían enfadado conmigo, porque era un paquete importante.

    —No te preocupes —respondió el semental—, siempre es un placer ayudar a la prima de Flashing.

    —¿¡Conoces a mi prima!? —Derpy se sorprendió. Si ese poni sabía de Flashing, quizás no fuese un extraño tan… extraño—. ¡Dale recuerdos de mi parte y dile que me vichite cuando venga a Ponyville!... ¡Y gracias por todo!… —entonces paró de hablar y se quedó estática en el aire, moviendo ligeramente las alas, mientras pensaba qué decir a continuación—. ¡Me voy! ¡Adiós! —fue lo único que logró comentar. Entonces se dio media vuelta y salió volando a gran velocidad, perdiéndose al girar a la derecha al fondo de la calle.

    Wise sonrió: Derpy, la prima de Flashing, nunca cambiaría... y nunca debería hacerlo. Pero era hora de retomar sus asuntos. "Número Dos" estaría cerca, y ahora él volvía a ser el objetivo de su estúpido juego. Pero primero entró a la Oficina de Correos a entregar los paquetes que portaba.

    Al salir, se puso totalmente en alerta. Detrás de una esquina, bajo una gran maceta o por encima de cualquier tejado podía estar acechando "Número Dos". Debía decidir una táctica para atraerle al descubierto, a un terreno neutral. Entonces lo podría atrapar. Pero primero tenía que impedir que huyese volando, pues esa era la gran ventaja que tenía el pegaso sobre él.

    Observó a su alrededor, en busca de elementos que pudiesen equilibrar las fuerzas. Al lado de una casa, encontró un barril lleno de algo que parecía engrudo… si pudiese echárselo por encima a "Número Dos", las plumas de sus alas quedarían empapadas y momentáneamente pegadas entre sí. Perfecto. Un poco más allá, sobre la puerta de una tienda, había un pequeño toldo. Si llevaba la lucha allí, bajo esa lona, el pegaso tendría una vía menos de escape. Perfecto. Y, frente a la tienda, estaba una casa que parecía abandonada, medio derrumbada. Si entraban los dos en esa casa, Wise haría valer su mayor fuerza física para derrotar definitivamente a su rival. Perfecto.

    El problema era hacer que ese ladrón fuese cayendo en esa sucesión de trampas. A pesar de que este era menos inteligente que él, sería muy difícil atraparlo. Aún así, decidió intentarlo, pues no tenía nada que perder. Para atraerlo, decidió usar una táctica que de seguro funcionaría… pues siempre funcionaba con "Número Dos": atacaría su orgullo de pegaso.

    El semental se puso en mitad de la calle y, cogiendo aire, empezó a gritar:

    —¡No puedo creerlo! ¡Al fin he conocido a una pegaso inteligente…, no como otros! —expresó, mientras giraba poco a poco sobre sí mismo para no ser atacado por la espalda.

    Los ponis empezaron a mirarle, extrañados.

    —¡Sí, porque hay pegasos inteligentes, pegasos un poco tontos, pegasos estúpidos y luego… hay otros! —Wise esperaba que "Número Dos" se presentase pronto, no le gustaba hacer ese jueguecito con tanta gente.

    Una cabeza se elevó sobre una nube cercana. Una pegaso celeste con la crin de los colores del arcoiris se desperezó y miró hacia abajo. Alguien le había despertado bruscamente de su siesta y además, a gritos, menospreciaba a los pegasos. Estiró sus alas y se dispuso a bajar para darle su merecido a ese semental maleducado y mentiroso.

    —¡Y hay pegasos agradables de ver, pegasos un poco feuchos y luego… pegasos tan horribles que tienen que estar ocultos bajo una túnica! —Wise empezaba a ponerse nervioso, pues la cantidad de ponis que se estaban reuniendo a su alrededor, claramente en desacuerdo con sus palabras, era cada vez mayor. Y al problema de la hostilidad de los que le rodeaban se sumaba la dificultad de que cada vez resultaba más difícil adivinar los posibles puntos donde podría aparecer "Número Dos".

    —¡Eh, tú! —sobre la nube, la celeste pegaso miraba furiosa, con sus ojos color fucsia, a Wise—. ¿Cómo te atreves a insultar a los pegasos? —exclamó y bajó en picado hacia donde estaba el poni de tierra, dispuesto a encararse personalmente con él.

    Wise elevó la vista y no le gustó nada lo que vio. Ahora también estaba rodeado por arriba, pues reconocía a esa yegua: la famosa Rainbow Dash, una de las pegasos más rápidas de toda Equestria.

    Cuando la celeste poni aterrizó, se puso delante de él, con sus patas anteriores levantadas, en actitud de pelea.

    —Aquí no nos gustan los ataques gratuitos… —espetó la colorida pegaso—, a no ser que los haga yo—dejó escapar una traviesa sonrisa—. Exijo una disculpa de inmediato.

    Pero "Número Dos" seguía sin aparecer. Wise comprendió que tendría que echar todo el resto en la siguiente acción, algo que nunca desearía hacer, pues no solo implicaría no disculparse, sino terminar de traicionarse a sí mismo, diciendo algo que le repudiaba pensar, incluso aún más que insultar a los pegasos… pero sabía que solo algo realmente excesivo haría salir al ladrón de su escondite.

    —¡Ah! ¡Veo que algunos pegasos se escudan detrás de las colas de las inútiles yeguas-pegaso! —Wise gritó lo más fuerte que pudo, a la vez que, silenciosamente, se maldecía a sí mismo. Si esa frase hubiese sido dicho por algún otro semental, Wise habría sido el primero en reprender y despreciar al retrógrado… Por eso sabía que "Número Dos" tampoco se podría resistir a saltar también… Al fin y al cabo, ese pegaso y él eran como dos gotas de agua.

    Absolutamente todos los ponis que le rodeaban empezaron a abuchearle y a tirarle cosas. ¿De dónde había salido ese poni de las cavernas?

    —¡Eso sí que no te lo consiento! —Rainbow Dash estaba realmente irritada—. ¡No solo eres un asqueroso racista, sino que además eres un vomitivo machista! ¡No voy a dejarte ni un diente sano en esa gran bocaza que tienes!

    La celeste pegaso se acercó poco a poco a Wise, dispuesta a cumplir su amenaza, a la vez que el círculo de amenazantes mirones se iba estrechando en torno a ellos dos. Wise estaba en un gran lío, y "Número Dos" no aparecía por ningún lado. El semental empezó a buscar desesperadamente un hueco entre los que le rodeaba para poder escapar… pues Rainbow Dash estaba cada vez más cerca, levantando su casco para asestar el primer golpe.

    Pero detrás de ella apareció, ataviada con una enteriza túnica gris piedra, una figura. Este saltó por encima de la pegaso y cargó directamente hacia Wise, que se apartó de sus cascos en el último momento. Cuando este giró para encararse al agresor, el pegaso levantó sus cascos del suelo, que estaba agrietado. El poni de tierra puso un gesto mohíno: "Número Dos" no se andaba con chiquitas… había empleado toda su fuerza al descargar el golpe. Si él no se hubiese apartado a tiempo, esa gran potencia habría impactado directamente en su cara.

    Pero ahora le tocaba a él responder. Se giró en redondo y empezó a correr, apartando de un empujón a Rainbow Dash, que estaba aún más enfadada que antes. De un salto evitó la fila de curiosos ponis que rodeaban la escena y galopó directamente hacia el barril lleno de engrudo, mientras escuchaba el aleteo de "Número Dos" directamente detrás de él. Solo esperaba ser lo suficientemente rápido como para llegar primero.

    Cuando alcanzó su objetivo, cogió el barril con ambos cascos y, girándose, vertió su contenido con fuerza. Aquello cogió por sorpresa a su perseguidor, que reculó, aunque no pudo evitar que el engrudo le empapara completamente. Sus alas quedaron inutilizadas debido a la pegajosidad del líquido, por lo que el pegaso cayó pesadamente al suelo.

    Wise aprovechó su giro para, soltando el barril, darle la espalda a "Número Dos". Entonces paró en seco y, apuntalando sus patas delanteras, levantó las traseras para propinar una doble coz. Este golpeó de lleno en su perseguidor, elevándole del suelo en dirección a la tienda que tenía el toldo bajado.

    "Número Dos" intentó reponerse, pero cuando alzó la vista lo único que vio fue el casco de Wise dirigiéndose directamente a su cabeza. El pegaso levantó su pata, evitando así, en el último momento, el golpe, al interponer entre los dos su extremidad. Wise retiró inmediatamente el casco, que palpitaba de dolor, y miró directamente la pata aún levantada del pegaso. Entonces entrecerró instintivamente sus ojos: debajo de la túnica, el pegaso estaba ataviado con una armadura completa.

    Wise saltó hacia atrás, dolorido y extrañado… ¿Por qué "Número Dos" tenía puesta esa armadura de guerra en tiempos de paz? ¿Acaso la época de paz en Equestria había terminado?


    Tanto Shiny como Knowledge se dirigieron hacia Sugarcube Corner. No tenían tiempo que perder, pues aún tenían bastantes cosas que hacer y solo disponían de medio día, por lo que fueron al trote. Un poco antes de llegar a su destino divisaron un grupo de ponis que estaban jaleando o abucheando a algo dentro del círculo que conformaban.

    Shiny se paró, mirando hacia la muchedumbre. Sentía curiosidad por el asunto. No era normal en Northwest Mines Town las reuniones de ese tipo, y supuso que en Ponyville tampoco lo eran. Pero también tenía que ir a Sugarcube Corner. Entonces empezó a trotetear en el sitio, sin saber qué hacer.

    —¡Vamos, Shiny! —Knowledge se había parado un poco más adelante e inquiría a la pegaso seguir—. Quiero hacer lo más posible hoy, antes de volver.

    Esas palabras espolearon a la dorada poni, que retomó el paso, siguiendo a la historiadora. Pronto llegaron a Sugarcube Corner, accediendo sin demora a su interior. Allí, detrás del mostrador, una yegua de tierra de mediana edad, de pelaje turquesa y crin y cola con dos tonos de rosa, les sonrió a su llegada.

    —Bienvenidas a la pastelería de Ponyville —dijo la dependiente.

    —Buenas tardes, Mrs Cake —Knowledge sonrió—. Venimos a…

    —Lo sé, lo sé… Estaba al tanto de vuestra llegada —sin perder la sonrisa, Mrs Cake empezó a rebuscar entre unas hojas. Cogió uno de los papeles y lo leyó—. Aquí está… Sois las tres yeguas de Northwest Mines Town del pedido especial… aunque veo, Knowledge, que únicamente sois dos.

    —Verás… —la historiadora bajó la mirada—, Flashing también venía con nosotras, pero…

    —No me digas más —Mrs Cake se rió con un agradable sonido—, Pinkie Pie tiene que ver con el asunto, ¿verdad?

    —Exactamente —la mirada de Knowledge volvió a fijarse en la pastelera, aunque esta vez tenía un brillo—. Y habíamos quedado para comer y no se ha presentado.

    —Pues si está con Pinkie Pie, suerte tendréis si aparece a la hora de que volváis a Nortwest Mines Town —Mrs Cake empezó a leer el pedido—. Veamos… Muffins, pasteles sorpresa y delicias de Ponyville… Y lo de la tarta de inauguración. Correcto.

    La pastelera se giró y empezó a realizar los encargos. En un momento tuvo todo preparado sobre el mostrador. Knowledge pagó y empezó a cargar en los zurrones. Shiny se acercó a ella y también colaboró. Mrs Cake se fijó entonces en la pegaso.

    —Es curioso —dijo—, nunca te había visto por aquí. ¿Eres una nueva habitante del pueblo de Knowledge?

    —Podría decirse así… —la pegaso se ruborizó, sin saber muy bien por qué.

    —Me alegro mucho —la pastelera guiñó un ojo—. Northwest Mines Town está creciendo mucho últimamente, y eso es bueno para todos, incluyendo a los habitantes de pueblos cercanos.

    —De hecho —interrumpió Knowledge—, tienes aquí a la pegaso —señaló a Shiny— que ha hecho posible el resurgimiento de Nortwest Mines Town.

    —Oh, por favor… —la dorada pegaso se ruborizó aún más—. Ya sabes que por mis amigas haría cualquier cosa —dijo sonriendo, mientras miraba a la historiadora.

    —Y además es humilde —Mrs Cake rió de forma cálida—. Entonces muchas gracias por todo. Aparte de vosotras, tengo algunos amigos en ese pueblo, que ahora son más felices… Además, se ha reactivado el movimiento de caminos, y eso implica que todos aquí, en Ponyville, estamos vendiendo más que nunca.

    —No sabía que lo que hice hubiese tenido tanta repercusión —Shiny se sentía abrumada. Pensaba que únicamente había ayudado a un pequeño pueblo minero, pero acababa de descubrir que sus acciones habían alterado positivamente a cientos o quizás a miles de ponis. Era una heroína sin saberlo, pero no dejaría que ese hecho se le subiese a la cabeza, pues ella, a cambio de restaurar gemas, había recibido algo mucho más importante y generoso a cambio: un lugar al que llamar Hogar.

    —De hecho —continuó la pastelera—, os lo voy a agradecer en un momento… —entonces hizo unos cálculos mentales y sacó dinero, ofreciéndoselo a Knowledge—. Vuestras compras serán a precio de coste.

    —No, no podemos aceptarlo —la historiadora negó con la cabeza—. Ya nos vendes las cosas a precio especial.

    —¿No te gusta mi dinero? —Mrs Cake frunció los ojos, aunque seguía riendo. Para ella esto era como un juego—. Anda, aceptadlo, me haríais más feliz… ¿O preferís mejor un dulce de regalo para cada una?

    —Bueno, si te empeñas tanto… —Knowledge sabía que Mrs Cake podía ser muy cabezota si quería—, quizás mejor los dulces. Ya sabes cuánto me gustan esos deliciosos pastelitos.

    Con una carcajada maternal Mrs Cake cogió tres unidades de sus mejores dulces y los metió en una pequeña cajita de cartón, ofreciéndoselo a continuación a Knowledge.

    —Dos para vosotras y la que falta para Flashing —alegó la pastelera—. Aunque no esté aquí también se merece un regalo, ¿no crees?

    —Por supuesto —Knowledge guiñó el ojo a modo de complicidad—. Vaya si se lo merece…

    Shiny no sabía exactamente a qué se referían, pero no dijo nada. Salieron de la pastelería despidiéndose amablemente de la pastelera. La dorada pegaso estaba contenta: esa tal Mrs Cake era una poni muy amable y, además, le había contagiado a Shiny su alegría.


    Wise estaba metido en un lío cada vez mayor. Por un lado estaba enfrentándose a un formidable enemigo, que, además de haberle estropeado el día, estaba ataviado, bajo una túnica, con una armadura de guerra. Y, por otro lado, sentía por detrás suyo cómo una turba de enfadados ponis se acercaba a él con actitud poco conciliadora. Y encima, por delante de todos ellos, volando, estaba Rainbow Dash, dispuesta a hacerle tragar a Wise sus palabras despectivas, a golpes si era necesario.

    Pero no era momento de amilanarse. Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre "Número Dos" para intentar reducirle. Después de un breve forcejeo, Wise logró situar su costado junto al del pegaso, obligándole a ponerse en paralelo. Con sus patas delanteras agarró fuertemente el cuello de su rival, uniendo los cascos entre sí hasta formar una perfecta sujeción, y empezó a correr hacia la casa abandonada, llevándose consigo al molesto pegaso.

    De un salto entraron los dos a la casa a través de una ventana, aunque el pegaso intentó impedirlo poniendo sus cascos sobre ambas jambas. Debido al impulso con el que iban, éstas y parte de la pared cedieron, provocando un pequeño boquete. "Número Dos" forcejeaba para intentar soltarse, pero Wise seguía asegurando sus cascos entre sí con gran fuerza. Entonces corrieron juntos hacia una habitación interior, alejada de ventanas y de miradas curiosas.

    —Bien —empezó a decir el pegaso—, ya me has atrapado… pero has tardado demasiado en hacerlo… Te estás descuidando, "Número Uno".

    Wise soltó inmediatamente el cuello de "Número Dos" y cerró cuidadosamente la puerta.

    —¿Qué haces aquí? —preguntó a continuación, mirando inquisitivamente a su rival.

    —¿Acaso tengo que recordarte que Ponyville pertenece a mi "jurisdicción"? —el pegaso se frotó cuidadosamente la parte del cuello que había recibido la presión del agarre.

    —Pero deberías estar en Palacio, ya lo sabes —Wise se acarició la barbilla, intrigado—. A no ser que haya un gran peligro en Ponyville…

    —Sí, lo hay… —"Número Dos" se puso serio por un instante—. Eres tú.

    —Déjate de estupideces —el poni de tierra se estaba enfadando—. Sabes bien a lo que me refiero. Y encima portas la armadura de guerra.

    —Ah, eso… —el pegaso soltó una pequeña risa—. Digamos que no podía resistirme a gastarte una pequeña broma, pero, aunque yo soy el ágil, tú eres el fuerte. Mi organismo desafortunadamente no resistiría una pelea cuerpo a cuerpo contigo.

    Wise miró al encapuchado con los ojos entrecerrados. Ese estúpido se había puesto una armadura única, simplemente para gastar una broma.

    —Esa armadura es parte de unos regalos que los pueblos de Bullspain y de Marelantis ofrecieron a la Gran Yegua —dijo entre dientes—, antes de que desapareciesen… Pocas veces unieron sus grandes saberes: la increíble ciencia de unos, imbuidos con la espectacular magia de los otros. Una sola pieza de esa armadura vale más que nuestras vidas… Solo espero que nadie se haya enterado de que lo has cogido sin consentimiento expreso… tu cabeza podría correr peligro.

    —Oh, vamos —"Número Dos" seguía riendo—. Haces una montaña de un grano de arena. Está bien, te contaré la verdad… —entonces la expresión del pegaso cambió completamente. Ahora estaba totalmente seria.

    Los dos se sentaron y se hizo el silencio. Fuera de la casa se oía el tumulto excitado por la pelea que creían tenía lugar en el interior. Y la que más jaleaba al vengador encapuchado que presumiblemente peleaba contra Wise era Rainbow Dash. Por fortuna, no parecía haber accedido nadie más al interior de la casa.

    —El hecho de portar la armadura —continuó diciendo "Número Dos"— es una orden directa de la Gran Yegua. Y no soy el único que lo porta: "Número Tres" también ha acatado la orden. Tú eres el único que aún va sin ella.

    —No he recibido noticia alguna sobre ese asunto —Wise se extrañó.

    —Lo sé, por eso estoy aquí —el pegaso miró desde la oscuridad de la capucha hacia los ojos de Wise—. Malos tiempos acechan Equestria. Ha habido dos robos importantes que nos han puesto en alerta.

    —¿Qué robos? —Wise estaba frustrado. No había tenido noticia alguna, y eso era algo que le ponía furioso.

    —En el Museo de Detrot han robado la "Garra del Dragón Eterno"… —siguió explicando "Número Dos"—, y de la Biblioteca de Canterlot se han llevado la "Enciclopedia de los Saberes".

    —Espera, espera… —cortó Wise, que no podía creer lo que estaba escuchando—. ¿Me estás diciendo que han robado un objeto inigualable delante del hocico de "Número Tres", y que han llegado tan lejos en Canterlot como para tener acceso a la sección prohibida de la Biblioteca?

    El pegaso asintió lentamente. Wise se llevó los cascos a la frente, intentando asimilar lo que acababa de oír: "Número Tres" era, con diferencia, el mejor espía del grupo, de hecho, era prácticamente imposible burlar su exhaustiva vigilancia… pero el ladrón lo había logrado. Y no solo eso, sino que Canterlot era un fortín, con una Biblioteca fuertemente custodiada… y su Sección Prohibida era directamente inexpugnable… pero el ladrón había penetrado.

    —Así que —continuó diciendo "Número Dos"—, teniendo en cuenta el episodio ocurrido hace pocas semanas en tu puesto de vigilancia, con uno de los hechizos prohibidos, nos hace pensar que todo esto nos lleva a un único camino.

    —¿Te refieres a… ? —Wise no sabía en qué pensar— No, no puede ser… Es completamente imposible. La he vigilado día y noche, y te aseguro que Royal Purity no tiene absolutamente nada que ver.

    —Me alegra saberlo, "Número Uno" —el pegaso se calmó un poco—. Pero no me negarás que es demasiada casualidad que, cuando ella estudiaba en la Escuela de Magia, visitase constantemente la Sección Prohibida para consultar ese libro… y que en su habitación de Palacio tuviese esa garra de dragón como pisapapeles. Y que ese conjuro prohibido de desaparición de Cutie Marks fuese una de sus obras maestras…

    —Afortunadamente ese último asunto se solucionó —Wise intentó explicar— con la detención de la verdadera culpable de lanzar el hechizo. Y te puedo asegurar que Royal estaba tan asombrada como yo de volver a ver ese conjuro en acción.

    —De todas formas, es bastante probable que el próximo robo se intente ejecutar en tu "jurisdicción" —"Número 2" se levantó—. Y, si no es ella la culpable, será alguno de sus seguidores… Últimamente han ido creciendo de número, curiosamente desde que la Princesa Luna volvió de su exilio.

    —¿Estás insinuando que la Pequeña Yegua tiene algo que ver en eso? —Wise se enfureció.

    —En absoluto —el pegaso frunció el ceño—. Solo señalo que es una curiosidad. Es posible que su vuelta haya puesto nerviosos a esos acólitos y, por tanto, hayan tenido que acelerar sus planes.

    Volvieron a callar durante un instante. Wise aprovechó para asimilar la información que había recibido. Se oía afuera cómo los ponis estaban impacientándose, y Rainbow Dash tomó la voz cantante.

    —Ya me he cansado —exclamó la yegua de crin multicolor—. Voy a entrar para ayudar al pegaso a ponerle los puntos sobre las íes a ese bobo semental.

    Wise volvió a preocuparse. Esa pegaso cabezota iba a estropear la reunión. Tenía que actuar rápido.

    —Golpéame con todas tus fuerzas, "Número Dos" —exclamó, ofreciendo su mejilla.

    El encapuchado comprendió al instante la situación: tenían que engañar a todos los ponis que esperaban fuera, incluyendo a esa pegaso celeste que intentaba abrir una ventana, a juzgar por los sonidos que se oía desde la habitación. "Número Dos" retrocedió unos pasos para coger impulso y se preparó para asestar el golpe, levantando la pata delantera derecha de manera amenazante.

    —¡Espera, espera! —Wise puso sus cascos delante de él—. Primero quítate la armadura de esa pata… quiero salir de aquí con la cabeza pegada al cuerpo.

    —Siempre puedo pegártela con el engrudo que aún chorrea sobre mis alas —el pegaso sonrió maliciosamente—. No olvidaré esa acción tan… sucia.

    —Casi tan sucia como usar a Derpy Hooves para impulsarte —el poni de tierra miró de forma incriminatoria.

    —Ah, ella… —"Número Dos" deslizó la pata sobre el suelo—. Espero que esté bien… Procuré usar la menor cantidad de fuerza en ese "choque". Ya sabes que no me gusta involucrar a los inocentes en estas cosas —exclamó, quitándose la pieza de la armadura que cubría su casco.

    Wise sonrió. "Número Dos" podría ser el más bobalicón y el más díscolo de los tres espías, pero también era el que más se preocupaba por el bienestar de los demás, y por eso la Gran Yegua había decidido mantenerlo en Canterlot.

    —No te preocupes —aclaró Wise—. Está perfectamente.

    El pegaso sonrió, aliviado, y bajó la mirada. En cuanto lo volvió a subir, empezó a trotar rápidamente hacia Wise y le golpeó, con todas sus fuerzas, en su mejilla izquierda. El poni de tierra trastabilló hacia atrás y golpeó la puerta con su cuerpo, con tal fuerza que la arrancó de cuajo.

    —Por cierto —añadió "Número Dos"—. Creo que esto es tuyo… —y, rebuscando debajo de la túnica, sacó la figurita de cristal, dándoselo a Wise.

    Salieron de la habitación y se dirigieron a la puerta de la casa. A través de la ventana que estaba al lado de la puerta se veía cómo Rainbow Dash intentaba, por todos los medios, abrirla a base de coces, mientras los demás ponis jaleaban su nombre. De hecho, la madera estaba empezando a ceder por los goznes.

    —Apártate de la puerta, Rainbow Dash —avisó "Número Dos"—. Vamos a salir.

    Los golpes cesaron inmediatamente. Wise se preguntó por qué esa pegaso no había entrado por la misma ventana que ellos, así que volteó la cabeza hacia la dirección donde debía estar dicha ventana pero, en su lugar, la pared se había derrumbado, tapando toda posibilidad de acceso.

    Abrieron con cuidado la puerta y salieron. Los ponis reunidos empezaron a vitorear a "Número Dos", que salió primero… y a silbar de manera desaprobatoria a Wise, que salió después con la cabeza gacha. Continuamente miraban a uno y a otro, y cambiaban vítores y silbidos según a quién observaban.

    —Creo que aquí nuestro "amigo" tiene algo que decirnos a todos —"Número Dos" hizo un gesto y todos callaron, aunque solo durante un instante. Rainbow Dash seguía volando de manera nerviosa, lanzando golpes al aire con sus cascos, mientras observaba desafiante a Wise.

    Este levantó la cabeza y todos enmudecieron. El golpe que tenía en su mejilla era aterrador, mostrando en su cara una gran parte ennegrecida por la acumulación de sangre. Entonces comenzaron a oírse murmullos de desaprobación ante ese acto monstruoso.

    —Qui… quisiera pedir perdón a todos —empezó a decir Wise—. Especialmente a los pegasos y a las yeguas… No sé qué ha podido ocurrir para que de mi boca saliesen tales despropósitos. Estoy muy apenado, de verdad… —en ese momento las comisuras de sus labios se torcieron, mostrando una leve sonrisa—. Pero este pegaso me ha robado una figurilla y no veía otra forma de atraparle.

    Los espectadores empezaron a cambiar su actitud. Cada vez los murmullos de desaprobación hacia "Número Dos" eran más y más altos.

    —Sí, yeguas y sementales —continuó diciendo el poni de tierra—: esta mañana he comprado una figurilla para un regalo y… "él" me lo ha robado —sacó la pequeña escultura del zurrón, mostrándosela a todos—. La dependiente del establecimiento puede corroborarlo. Además, en la persecución, este sujeto ha golpeado a traición a Derpy, solo para impedir que le atrapase. Afortunadamente ella está bien, gracias a mí. Ella puede corroborarlo. Y lo peor de todo… me obligó a usar ese lenguaje soez y despectivo para hacerle salir de su escondite… Todos podéis corroborarlo.

    Wise sentía en su nuca la mirada de ira que le estaba echando "Número Dos", pero no le importó en absoluto, pues todos los presentes habían cambiado completamente su actitud: ahora abucheaban abiertamente al encapuchado y se acercaban a él de manera poco amistosa. Rainbow Dash iba en cabeza mientras, volando, seguía dando golpes al aire.

    —Aquí en Ponyville no nos gustan los ladrones… —comentó la pegaso de crin multicolor—. No queremos verte más por aquí.

    "Número Dos" intentó estirar las alas, pero el engrudo aún pegaba las plumas entre sí. Entonces reculó un poco y, girando rápidamente, echó a galopar calle abajo, perseguido por la multitud que le abucheaba sin parar, con Rainbow Dash al frente.

    Una vez solo, Wise sonrió: había logrado voltear la tortilla, haciendo que todos viesen en él a una víctima inocente y, a "Número Dos", como el culpable de todo. Además, le había devuelto la broma a ese bobalicón. La próxima vez ese estúpido se lo pensaría dos veces antes de molestarle de nuevo de esa forma.

    Observó la figurilla, que aún llevaba en su casco. Parecía estar perfectamente. Se la volvió a guardar y, pensando un momento en la lista de tareas que tenían que hacer Knowledge, Flashing y Shiny, decidió ir hacia la casa de Fluttershy, esperando encontrarlas allí.


    La sonrisa de Shiny cambió rápidamente cuando volvió a ser acechada por esa extraña abeja. Por lo visto ese maldito bicho le había cogido cariño, y ella no quería aguantar más ese incordio. Intentó espantarla de todas las formas que creyó posible, pero no tuvo éxito.

    —Cuando se canse de ti, te abandonará y se irá —Knowledge intentó animar a su amiga.

    —Eso espero —dijo la dorada pegaso, con aire triste—, solo quiero que no me pique, aunque creo que lo ha intentado varias veces.

    —Bueno, más bien me ha parecido ver que intentaba besarte con la boca, en vez de picarte con el aguijón —la historiadora miraba constantemente la extraña abeja.

    —Creo que lo mejor será ignorarlo en la medida de lo posible, e ir hacia la casa de esa amiga de los animales —Shiny sonrió de manera forzada—. Porque me temo que ya no tenemos tiempo para entrar al Spa —volvió a ponerse triste—, con lo que me hubiese gustado ir…

    —La próxima vez que vengamos a Ponyville, será lo primero que hagamos —Knowledge puso la casco sobre el hombro de la joyero, que volvió a sonreír, esta vez de forma sincera.

    Se pusieron en camino, lentamente, hacia la casa de Fluttershy. Cuando llegaron, llamaron a la puerta, pero nadie respondió.

    —Parece ser que no está… —se lamentó Shiny.

    —Espera —cortó Knowledge—, creo que he oído algo dentro —y volvió a llamar, esta vez más fuerte.

    Prestaron atención hasta que escucharon algo… unos tímidos pasos se acercaban poco a poco a la puerta.

    —(Pssss, psss) —se oyó, o más bien se intuyó, a través de la puerta.

    —Hola, Fluttershy —Knowledge tomó la voz cantante, —. No sé si me recordarás… Soy Knowledge, de Northwest Mines Town.

    —(Pssss, pssss, pssss) —volvió a oírse desde dentro de la casa.

    —Venimos a pedirte un gran favor —la historiadora respondió. Shiny no podía creerlo: lo que para ella eran susurros irreconocibles, para su amiga era una conversación. ¿Cómo podía entender a esa poni?

    En ese momento la puerta de la puerta empezó a abrirse poco a poco. Entonces Shiny emitió un gritito de asombro: esa pegaso que acababa de abrir la puerta… ¡era Fast Feather! ¡Pero no podía ser, ya que la pegaso-cartero estaba en Nortwest Mines Town! ¿Acaso Feather tenía una doble vida? ¿O una doble… a secas?

    —(¿Qué gran favor?) —susurró Fluttershy, con un tono aparentemente más alto, aunque en realidad era el mismo que antes, pero sin la puerta de por medio. La pegaso portaba sobre su cabeza un gran nido de color rosa, tapando por completo su crin.

    —Creo que mi amiga tiene más detalles sobre este asunto —Knowledge señaló a Shiny, que aún seguía sorprendida—. Bueno, si recupera un poco la compostura.

    —Es… Es… —Shiny señalaba, a su vez, a Fluttershy—, ¡es Feather!

    —¡Jajaja! —Knowledge se rió—. ¿Verdad que se parecen? Todo el mundo lo ha comentado alguna vez, pero técnicamente es Feather la que se parece a Fluttershy —entonces se dirigió hacia la aludida—, ¿verdad?

    —(Sí, somos muy parecidas) —murmuró Fluttershy—. (Aunque realmente yo soy mayor que ella…)

    —Efectivamente —continuó diciendo Knowledge—. Y, una vez que te fijas, hay muchas diferencias… ¿Ves ese nido que porta en su cabeza? Pues no es una pajarera, sino su crin con esa forma.

    —(Bueno… no me gustaría molestar… pero…) —Fluttershy volvió a musitar… Entonces, súbitamente, su expresión cambió completamente.

    Rápidamente se acercó al costado de Shiny, fijándose en esa extraña abeja que aún acosaba a la dorada pegaso. Con sus grandes ojos seguía constantemente el vuelo de ese insecto, a la vez que una sonrisa afloraba en sus labios.

    —¡No puedo creerlo! —gritó, totalmente extasiada—. ¡Es una Abeja de Flor de Fuego!

    —¿Una qué… de qué? —Shiny estaba perdida, sin saber si lo más extraño del asunto era que Fluttershy había reconocido instantáneamente al insecto o porque había cambiado completamente su modo de ser.

    —¡Una Abeja de Flor de Fuego! —Fluttershy sonreía de oreja a oreja.

    Entonces agarró a Shiny y, levantándola, la transportó con gran celeridad hacia una pequeña loma que había a un lado de la casa, seguidas por la extraña abeja y, más atrás, por Knowledge. Allí, sobre la loma, había una gran flor, rodeada de otras más pequeñas de otras clases. Dicha flor era dorada, con grandes pétalos de un intenso rojo y unos blancos pistilos que sobresalían hacia el cielo.

    —¡Esta es la Flor de Fuego! —exclamó orgullosa Fluttershy, dejando a Shiny en el suelo—. Su néctar es el alimento favorito de la Abeja de Flor de Fuego…

    Knowledge dejó escapar una gran risotada, mientras Shiny miraba alternativamente la planta y su cuerpo. Al fin comprendía el constante acoso de ese extraño insecto: los colores de esa planta y los de su cuerpo eran idénticos. Simplemente el insecto se había confundido y llevaba todo el día intentando libar del cuerpo de Shiny.

    Ésta sonrió y se puso al lado de la flor. El insecto cambió de objetivo y empezó a volar alrededor de la planta.

    —¡Es increíble! —Fluttershy estaba emocionada—. Hacía muchos años que no veía este insecto. Llegué a temer lo peor… Me alegra estar equivocada —se acercó al insecto y le susurró—. Liba, preciosa, liba… Coge lo que necesitas… Y avisa a tus amigas de que aquí tenéis vuestro manjar favorito.

    Entonces se dio la vuelta, dejando que la Abeja de Flor de Fuego se alimentase tranquilamente. Con una gran sonrisa, se dirigió a Shiny:

    —Bien, ¿Qué favor querías proponerme? —preguntó, con un tono que se podría considerar bastante alto.

    —Verás —Shiny no se atrevía a explicarle el asunto, viendo el maravilloso cariño que profesaba hacia los animales, pero se armó de valor, pues quería acabar con este asunto lo antes posible, y lo contó—, tengo un amigo, bueno, más bien un conocido, que quiere un loro para su establecimiento, para que este saludase a los clientes según entrasen por la puerta.

    Fluttershy escuchó con atención. Cuando la dorada pegaso terminó, la miró con ojos tiernos. Shiny respondió con una sonrisa forzada.

    —La respuesta es NO —dijo Fluttershy, frunciendo el ceño—. Ningún animal es un juguete, y ese conocido tuyo pretende convertir a un ser libre y feliz en una marioneta. No voy a tolerar eso.

    —De acuerdo —la sonrisa de Shiny se volvió sincera—. Estoy de acuerdo contigo. Disarming tendrá que buscar otra forma de atraer a los clientes, pero que no cuente conmigo para ello —además, lo último que le apetecía era cargar con un loro durante todo el camino de vuelta; bastante había tenido con la dichosa Abejita de Flor de Fuego.

    Shiny y Knowledge agradecieron el gesto a Fluttershy y se dieron la vuelta para marcharse. Entonces la historiadora se paró y se giró hacia la amiga de los animales.

    —Por cierto —comentó—, es probable que Disarming no acepte la negativa, así que, si ves un poni de tierra de color amarillo chillón con crines morados, por favor, no le mires a la cara… Porque él no dudará en usar "La expresión" contigo, para que cambies de opinión.

    —No os preocupéis —respondió Fluttershy—, entonces le responderé con mi "mirada".

    Knowledge puso los ojos como platos y después los entrecerró, sonriendo maliciosamente… esa pegaso podría enfrentarse de igual a igual con Disarming, y esa batalla ella no quería perdérsela por nada del mundo. Saludó con la cabeza a Fluttershy y, junto a Shiny, marchó hacia el centro de Ponyville.


    De camino a la casa de Fluttershy, Wise pasó por delante de la tienda de regalos. Decidió entrar, pues necesitaba comprarse unas gafas de sol para disimular el gran moratón que tenía en la cara. No quería que, ni a Shiny ni Knowledge se preocuparan, y, sobre todo, no quería que Flashing viese el golpe, pues con toda seguridad se pondría a llorar.

    La dependiente, al verle entrar, se asustó. Wise supo que el moratón debía ser mayor de lo que él creía… así que quizás unas gafas de sol no fuesen suficiente. Se acercó al mostrador y preguntó:

    —Buenas tardes, quisiera algo para disimular este "ligero encontronazo".

    La vendedora, preocupada, empezó a mirar por toda la tienda y volvió rápidamente al mostrador, portando unas cuantas cosas.

    —Tiene varias opciones —declaró—: una crema de color gris para un disfraz de la fiesta de Nightmare Night, una careta de broma, una máscara de teatro, unas gafas de sol tipo retro y una cazadora blanca con capucha —según iba enumerando los objetos, los iba dejando sobre el mostrador. Después sonrió mirando fijamente a Wise, esperando su respuesta.

    —Creo que me quedaré la cazadora —eligió al final el semental—, es la mejor opción, y el dibujo de la espalda me gusta —señaló una ilustración donde se veían a tres pequeñas potrillas en actitud desafiante. Una era una poni de tierra de pelaje amarillo limón y con la crin y la cola rojiza; otra era una unicornio gris claro con la crin y la cola rosa claro y una franja púrpura; y la tercera era una anaranjada pegaso con la crin y la cola magenta. Por encima del dibujo, a gran tamaño, se podían leer las letras "CMC", con cada letra de los mismos colores que las potrillas. Por debajo de la ilustración había un estampado con un gran "YAY!". Y, sobre el bolsillo de la parte delantera estaba cosido el nombre del grupo: "CUTIE MARK CRUSADERS".

    —Excelente elección —declaró la dependiente—. Que sepa que comprando esta cazadora, ayuda a estas tres jovencitas a buscar sus Cutie Marks con una pequeña donación. Es una lástima que usted sea el primer comprador… Pero, si me permite decirle, hay unas gafas de sol a juego.

    Wise sonrió. La cazadora era de buena calidad, y además ayudaría en una buena causa… Si salía a la calle con ella puesta, quizás animaría a que los demás ponis comprasen más unidades. Pagó la prenda y las gafas de sol y se los puso en el interior de la tienda. Efectivamente, tal como dijo la dependiente, las gafas parecían complementar perfectamente con la cazadora.

    Cuando salió de la tienda, todo el mundo se giró hacia él. Esa chaqueta parecía atraer mágicamente las miradas. Entonces todos empezaron a reírse. No podían creer que alguien hubiese podido comprar una de esas cazadoras. Wise elevó la cabeza en un gesto de orgullo. Si esos tontos ponis no sabían ver una gran compra, peor para ellos. Ahora comprendía por qué los vestidos de esa tal Rarity no tenían mucho éxito en esa pequeña ciudad.

    Empezó a dirigirse hacia la casa de Fluttershy pero apenas dio unos pocos pasos cuando vio que Knowledge y Shiny se dirigían hacia él, por lo que se puso la capucha. Ellas lo vieron y empezaron a trotar a su encuentro.

    —Hola Wise —Shiny estaba contenta de volver a ver una cara conocida—. ¿Qué haces vestido así?

    —Oh, ¿esto…? —el semental toqueteó la cazadora—. Esto es la última moda. ¿Os gusta?

    —Es… —Shiny miró hacia Knowledge.

    —Es… —Knowledge miró hacia Shiny.

    —Es… horrible —dijeron las dos a la vez —. Te queda fatal.

    Wise bajó la cabeza, con tan mala suerte que se le cayeron las gafas de sol al suelo. Shiny y Knowledge se alarmaron al descubrir el gran moratón sobre la cara del semental.

    —Veréis… —explicó el poni—, he tenido un encontronazo con un pegaso… aunque él ha recibido su merecido, podéis estar seguro de ello.

    Las dos yeguas se tranquilizaron un poco, pero no quedaron serenas del todo. Decidieron que, en cuanto llegasen a casa, obligarían a Wise a ponerse un poco de hielo en la cara, sabiendo que él seguramente no querría, pues a veces era muy cabezota.

    —¡Wise, qué cazadora más… fantástica! —Flashing llegó al punto de reunión por detrás del semental. Este rápidamente cogió las gafas de sol y, alzando las cejas, les hizo saber a las otras dos que no dijesen nada del golpe.

    —¡Flashing! —Knowledge se enfadó— ¡Habíamos quedado en el restaurante a la hora de comer… y eso también va por ti, Wise!

    —Perdona, Knowledge —la potrilla puso cara tristona—. Pinkie y yo nos divertíamos tanto que no nos dimos cuenta de la hora… Y que sepáis que, al final, me ha regalado un traje de prestidigitadora profesional, porque compró dos, una para anunciar grandes eventos y la otra para mí —dijo—. Pinkie es la mejor.

    Wise simplemente señaló su mejilla, oculta ahora por la capucha de la cazadora, para darle a entender a la historiadora por qué había faltado a la comida.

    —Está bien —sentenció Knowledge, con tono autoritario—, pero que no vuelva a ocurrir, ¿vale?

    Wise resopló aliviado, mientras que Flashing volvió a sonreír. Ésta se acercó al grupo y empezó a mirar detenidamente la cazadora que portaba el semental.

    —¿Dónde has comprado esta maravilla? —preguntó, después del escrutamiento—. Yo quiero tener una.

    Wise señaló la tienda donde la había adquirido. Cuando bajó la pata, la pequeña unicornio ya había entrando. Poco después salió portando otra de esas cazadoras y unas gafas de sol.

    —¿Qué tal estoy? —inquirió la potrilla desde la puerta, al tiempo que se incorporaba sobre sus patas traseras y cruzaba las delanteras delante suya, mientras sonreía.

    Flashing se veía realmente moderna y genial con esa cazadora. De hecho, daba la intención de que esa prenda se había ideado para que lo llevase ella. Todo el mundo se dio la vuelta y quedaron embelesados con lo que vieron, entrando en tropel, a continuación, a la tienda, para comprar una de esas maravillosas cazadoras.

    —No es justo —se lamentó Wise—. Cuando yo salí con esta cazadora todos se rieron de mí, pero con ella todos quieren una.

    —La percha, Wise, la percha —Knowledge se rió—. Tú pareces un madurito moderno, pero ella lo lleva en la sangre. Está increíblemente fantástica —tanto Shiny como el semental asintieron.

    Cuando Flashing llegó junto al grupo, todo el mundo se dirigió hacia el siguiente objetivo: la casa-árbol de Twilight Sparkle. Knowledge se adelantó cuando faltaba poco, indicando a los demás que esperasen allí. Llamó a la puerta y habló un momento con Twilight, que estaba feliz. La unicornio le entregó un libro a la historiadora y cerró la puerta.

    Knowledge se acercó a los demás con una gran sonrisa. Al llegar, abrió el libro y empezó a buscar una página específica. Cuando llegó a ella, su sonrisa desapareció inmediatamente.

    —¡Nunca lo conseguiré! —se lamentó—. ¡Nunca!

    Bajó el libro y todos vieron la página: se veían unos maniquíes de frente y otros de perfil. Encima del todo había un enunciado, que rezaba "Intente dibujar lo más rápido posible, pero con exactitud, los Elementos de la Armonía. Tiempo: 3 minutos"... Sin embargo, no había nada dibujado en esa página, a excepción de una frase: "Knowledge, no cuela", y de un infantil dibujo de una Twilight Sparkle sonriente mientras sacaba la lengua.

    Knowledge estaba derrotada. Esa bibliotecaria era demasiado inteligente como para caer en sus juegos. Pero todos le animaron a su manera hasta que, al final, una sonrisa afloró en la boca de la historiadora.

    Pero era hora de volver a Northwest Mines Town y dejar esa maravillosa ciudad llamada Ponyville, por lo que empezaron a caminar hasta el cruce de caminos.

    —Esperad —dijo Wise—. Para resarcirme de no estar en la comida, permitidme invitaros a unas delicias que solo tienen allí —exclamó, señalando una granja un poco alejada del camino que estaban siguiendo.

    Tanto Knowledge como Flashing asintieron gustosamente. Pero Shiny miraba alternativamente a todos, sin comprender nada.

    —Shiny —la historiadora señaló también la granja—, esa es la Sweet Apple Acres, donde se hacen las mejores tartas de manzana de toda Equestria. Con suerte tendrán la tienda abierta y podremos disfrutar de un placer sin igual.

    Shiny se relamió. Le gustaban las tartas de manzana, y tenía maravillosos recuerdos comiendo ese dulce junto a su abuela, cuando aún no tenía su Cutie Mark. Pero, aunque Magic Sales las vendía, nunca se había atrevido a comprarlas. Sería maravilloso volver a probar ese jugoso postre junto a sus amigas.

    En la puerta de la granja una anaranjada poni de tierra, con crin y cola amarillo canario, atados con dos coleteros rojos, saludaba a los clientes. El sombrero que portaba hacía juego con los coleteros y con su Cutie Mark, tres manzanas rojas.

    —Hola Applejack —saludó Knowledge cuando llegaron los cuatro a la entrada. La respuesta de la anaranjada yegua fue un ligero toque al sombrero, mientras sonreía.

    Cuando estaban entrando, Applejack se fijó en las cazadoras que portaban Wise y Flashing, y su sonrisa se acentuó.

    —¡Applebloom! —gritó—. Ven, al fin alguien ha comprado alguna de vuestras cazadoras.

    Una pequeña potrilla se acercó. Era la misma potrilla de tierra que había en el dibujo de las cazadoras. Con ojos agradecidos y una gran sonrisa, miró a Wise y a Flashing.

    —Muchas gracias, de verdad —dijo. Se acercó a Flashing y continuó—. Además, a ti te queda realmente bien… —declaró cuando Flashing se puso en la misma postura que hizo al salir de la tienda.

    —¿Y a mí? —Wise se incorporó e hizo la misma postura que la potrilla unicornio.

    —Auuuu… —se quejó Applebloom—. Por favor, no hagas eso, es… extraño.

    Wise volvió a ponerse a cuatro patas y soltó un lamento. Todos los que había en la granja rieron, incluso él.

    Shiny estaba realmente feliz. Había sido un día maravilloso junto a sus amigas.

    Knowledge estaba contenta. A pesar de no haber conseguido su objetivo con el intento de engañar a Twilight, había sido un día productivo.

    Flashing estaba radiante. Después de tanto tiempo se había divertido muchísimo correteando y gastando bromas junto a Pinkie Pie… y la cazadora que había comprado le estaba perfecta.

    Wise sonreía, pero por dentro estaba preocupado. Las noticias que le había proporcionado "Número Dos" eran sumamente preocupantes… y también estaba el asunto de la figurilla: Muffled Yell tenía un pasado oculto, y él debía averiguar cuál era… Aunque tenía miedo de que ella se enfadase y le echase para siempre de su lado, y eso era algo que él no podría soportar.

    FIN DEL CHAPTER 1x09


    Nota del autor: El habla de Derpy Hooves es una idea de McDohl, al que le pedí permiso para usarlo. Él lo utiliza en su fanfic "Caminos cruzados" (recomendable 100%), aunque creo que no lo ha publicado aquí, en fanfiction.

    13. 1x10 - Hermano pródigo - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana] - [Comedy/Comedia] y un poco de [Sad/Triste] - [Dark/Oscuro]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x10

    Hermano pródigo

    Parte 1

    El sol estaba en lo alto del cielo, marcando el mediodía. Era, pues, la hora convenida. Biff se ajustó su sombrero de cowboy sobre su crin marrón y cogió la placa de sheriff que estaba sobre la mesa. Antes de ponérsela en el chaleco, se quedó mirando la estrella plateada, que casualmente también era el dibujo de su Cutie Mark, expuesto sobre su cuero marrón oscuro: esa pequeña figura puntiaguda representaba muchas cosas en su vida, pero ahora mismo simbolizaba la ley, y Biff se ocuparía de que, no solo los habitantes del pueblo, sino que todo forastero que llegase al lugar cumpliese el estricto orden. Pero el malvado Gurgen, un grifo venido del otro lado del Río Grande, quería saltarse la ley en ese pueblo... en su pueblo… y eso era algo que él no iba a permitir.

    En breves momentos, en la calle principal, tendría lugar el duelo entre ellos dos por el dominio del lugar. Aunque Gurgen era rápido, pues así lo había demostrado en todos y cada uno de los pueblos que formaban la frontera conocida, Biff sabía que él también lo era. Estaba decidido a acabar con la carrera de fechorías de ese grifo.

    Clavó el pasador de la placa en el lado izquierdo de su chaleco, sobre el corazón y cogió el cinturón con la pistolera. De la mesa también cogió el revólver, que verificó y, con un suspiro de rabia, se ajustó el cinto alrededor de su cuerpo. Entonces salió de la oficina. Era hora de enfrentarse a su destino…

    Todo eso se veía desde el televisor instalado en el salón de la casa. Flashing metió rápidamente el casco en el gran cuenco lleno de palomitas saladas que portaba y, con la misma velocidad, se lo metió en la boca, todo ello sin apartar la vista de la pantalla. El sonido que hizo al hacerlo, e incluso al masticar, era excesivo. Feather, Knowledge, Shadow, Shiny y algunos ponis más mandaron callar a la unicornio. Incluso el dueño de la casa, un grisáceo poni de tierra, empezó a toser, dando a entender que a él también le molestaba el ruido.

    Biff sudaba, al igual que Gurgon. Estaban frente a frente, mirándose mutuamente, bajo un sol abrasador. Los dos sabían que todo se resolvería en unos instantes, pero aquella situación no le venía en absoluto bien al sheriff, pues era por todos conocidos que los grifos soportaban mejor el calor. El sudor empezaba a acercarse peligrosamente a las cejas de Biff. Pronto alguna gota rebasaría esa defensa natural y entraría en contacto con su ojo, haciéndole quedar parcialmente ciego… pero a pesar de todo, el sheriff seguía mirando a su rival con la misma mirada impertérrita.

    —¡Pero dispara ya! —Flashing gritó, impaciente.

    El resto de ponis la mandaron callar, aún más fuerte que antes. El dueño de la casa miró hacia el grupo con enfado y puso su casco delante de su hocico. La potrilla unicornio agachó la cabeza, avergonzada.

    Había llegado el momento. Biff desenfundó primero, pero Gurgon interpuso sus alas justo por delante suyo, a modo de escudo, por lo que el disparo del sheriff impactó en el ala izquierda del grifo, a la altura del corazón. Pero, aunque era el turno de Gurgon, éste había hecho trampas, así que Biff decidió jugar sucio también, pues ese duelo había quedado invalidado, y ahora valía cualquier cosa. Cuando el grifo retiró sus alas para disparar, el sheriff, que había mantenido su revólver a la misma altura, disparó varias veces, acertando esta vez en el hombro de su contrincante.

    —¡Así se hace, Biff! —Flashing estaba eufórica.

    —¿Te quieres callar? —los ponis empezaron a increpar su actitud.

    —¡Por última vez! —el dueño de la casa miró inquisitivamente a la potrilla unicornio—. ¡Dejadme escuchar la película!

    —Lo siento, lo siento —Flashing se disculpó.

    Lo había conseguido. Biff había derrotado al malvado Gurgon y había acabado con la oleada de robos que ese grifo había cometido en varios pueblos del Salvaje Oeste. Sin embargo, el grifo hizo un ademán para decir unas palabras, por lo que el sheriff se acercó.

    Pero nadie atendía ya a la película. Flashing se estaba llevando otro montón de palomitas a la boca, y todo el mundo, incluyendo el dueño de la casa, miraba atentamente hacia ella. La potrilla se dio cuenta de que la observaban y frenó el movimiento del casco con las palomitas hacia su boca, de tal forma que parecía un movimiento a cámara lenta. Cuando la pequeña unicornio introdujo las palomitas, empezó a masticar despacio, pero el sonido resultó ser igual de fuerte que antes.

    —Flashing, deja las palomitas —dijo Shiny, quitándole el cuenco con las palomitas y poniéndola al otro lado, lejos del alcance de la potrilla—. Lo sentimos, señor —se disculpó la pegaso con una reverencia, cosa que hicieron el resto de ponis, incluyendo Flashing, aunque ésta lo hizo con un ligero movimiento de cabeza. El dueño de la casa se dio por satisfecho y volteó la cabeza, volviendo a mirar el televisor.

    Biff estaba junto a Gurgon, que tenía una de sus garras sobre la herida de su hombro. El grifo, sabiéndose derrotado, estaba cabizbajo: había comprendido que su vida de pillaje y robos había sido una pérdida de tiempo y necesitaba cambiar. Quizás podría convertirse en un ganadero, o podría abrir un saloon… o, tal vez, con suerte, lograría ser un sheriff, como lo era aquel poni que le miraba impasible.

    —¡No se oye, suba el volumen! —Flashing tenía puesto un casco sobre la oreja, a modo de pantalla acústica.

    —¡Se acabó! —el dueño de la casa se giró, totalmente irritado. Abrió la ventana del salón y, mirando al grupo de mirones que estaba fuera de la casa, gritó—. ¡Compraos una televisión, gorrones! —y, volviendo a cerrar la ventana, bajó la persiana, imposibilitando así toda visión de la película a los reunidos en la calle.

    —¡Muchas gracias, Flashing! —Shiny miraba enfadada a la potrilla unicornio, al igual que el resto del grupo.

    —¿Qué? —ésta se defendió—. Solo es una tonta película del Oeste que han echado mil veces por televisión.

    —Sí, y todas las veces que lo han puesto has hecho exactamente lo mismo —esta vez fue Shadow la se quejó—. Y encima el protagonista es el gran Clean Easthooves, con lo que me gusta… como actúa, me gusta cómo actúa —intentó remediar, con poco éxito, a juzgar por las risitas que empezaron a escucharse.

    El grupo comenzó a dispersarse, quejándose aún de las impertinencias de cierta potrilla. Únicamente quedaron allí las cinco amigas, completamente abatidas: solo había una televisión en todo Northwest Mines Town y ahora ya no podían terminar de ver esa película.

    —Bueno, yo marcho —Shadow intentó animarse—. Tengo mucho que hacer en la herrería y quiero terminar antes de que acabe el día.

    Las otras cuatro la despidieron con un movimiento desganado de sus patas. La herrero bufó de tristeza mientras se iba… resoplido que las demás imitaron.

    —Decidme una cosa —empezó a decir Flashing—, ¿por qué el señor Opportunity —señaló a la ventana— tiene una televisión y nosotras no?

    —¿No te acuerdas de lo nervioso que se puso cuando contaste a todos lo de tu sueño premonitorio con la llegada de Shiny? —Knowledge explicó—. Simplemente aprovechó el momento para comprar participaciones de la mina, y ahora es mucho más rico que todos los demás, que solo tenemos la cantidad base de aportaciones.

    —Pero yo quería ver la película… —Flashing estaba a punto de llorar.

    —¡Esperad, esperad! —Shiny interrumpió, con una sonrisa—. ¿Y si nos compramos un televisor?

    —Quizás tengas tú dinero suficiente —matizó Knowledge, cabizbaja—, pero el resto no disponemos de tanta cantidad.

    —Y el salario de cartero no es para tirar cohetes —añadió Feather, también con la cabeza gacha.

    —Tenéis razón —Shiny también inclinó la cabeza—. Es imposible que ninguna de nosotras se compre un televisor…

    De repente Knowledge miró hacia las demás, con los ojos como platos y una gran sonrisa aflorando.

    —Pues si ninguna puede permitirse comprar un televisor —exclamó, radiante—, ¿por qué no juntamos nuestros ahorros y compramos un televisor para las cuatro?

    —¡Eso es! —los ojos de Shiny comenzaron a brillar—. Si reunimos entre todas nuestros ahorros, seguro que nos llega para un televisor grande…

    —Y que sea de tubo corto… —Flashing estaba fantaseando.

    —Y con videocasette incorporado… —Feather estaba soñando.

    —Y con mando a distancia… —se imaginaba Knowledge.

    Las demás miraron extrañadas a la historiadora. Ellas se estaban imaginando lo último de lo último y la historiadora parecía conformarse con que tuviese algo tan obvio…

    —¿Qué? —preguntó Knowledge—. ¿Acaso a vosotras os gusta tener que levantaros para cambiar de canal?

    Todas empezaron a reírse. Flashing aprovechó la situación para acercarse al cuenco de palomitas y volver a comer, ofreciendo gustosamente a las demás, que también cogieron unas pocas.


    Volteó el recodo y se paró para observar el paisaje. Delante suyo estaba Northwest Mines Town. Hacía demasiado que no volvía a ver ese acogedor pueblo minero. Se ajustó de nuevo las correas del carro y emprendió otra vez la marcha, tirando de aquel incómodo cacharro.

    Entró a la calle principal. Allí cuatro jóvenes yeguas estaban riendo y mirando al cielo. Él también miró hacia arriba, seguro de que se reían por algo que estaban viendo. Era confortable ver que la juventud era capaz de divertirse, y más en ese pueblo tan… deprimente. Pero, por más que oteaba al cielo, no vio absolutamente nada que le indicase de qué se reían esas potrillas. Quizás era algo en esa ciudad de nubes, o quizás por detrás de una casa, o quizás... pero para descubrirlo, supo que tendría que mirar desde la misma posición que ellas.

    Se acercó al pequeño grupo de yeguas y siguió mirando hacia todos lados, sin descubrir nada, por lo que siguió acercándose más y más, hasta posicionarse al lado de esas jóvenes.

    Shiny, volviendo a la realidad, bajó la cabeza y se fijó en ese extraño: era un poni de tierra, de mediana edad. Su cuero era azul y su crin y cola eran de un marrón oscuro… con una longitud menor que el de un semental normal. Éste empujaba pesadamente un pequeño carrito, prácticamente de la mitad de tamaño que tenía el carro de joyas que estaba en la parte trasera de casa de la pegaso.

    —Perdone —la joyero se dirigió al forastero—, ¿le puedo ayudar en algo?

    —Sí, muchas gracias —el poni agradeció el gesto—. ¿Me podría indicar, por favor, dónde puedo encontrar a Shadow Hammer?

    Shiny puso cara de circunstancias… ¿Quién era aquél poni y por qué buscaba a Shadow? Decidió que preguntárselo directamente sería algo muy descortés, con posibilidad de no recibir respuesta, así que concluyó que la única forma de saberlo con toda seguridad, era acompañarle hacia la herrería.

    —Si quiere, puedo ir con usted —dijo la joyero—, ya que voy para allá.

    —Perfecto —declaró el azulado poni. Y, dejando pasar primero a la pegaso, empezó a tirar del carro, siguiéndola.

    Cuando llegaron a la herrería, el poni de tierra se quedó fuera, dubitativo. Shiny se encogió de hombros y entró.

    —Shadow, ¿estás? —preguntó.

    Dentro de la herrería todo estaba oscuro. La persiana se encontraba bajada, y la luz que penetraba desde la apertura de entrada apenas iluminaba una pequeña parte. La fragua estaba apagada, algo que era bastante extraño, pues se suponía que Shadow tenía mucho trabajo que hacer ese día. Pero la entrada de la herrería estaba abierta, lo que significaba que ella estaba dentro, o en los alrededores. Shiny hizo una señal al poni para que entrase y esperase. Entonces se fijó en que, al fondo, en un pequeño cuartito, había una luz encendida. Se acercó y vio a Shadow sentada frente a una pequeña mesa, mirando unas facturas y pulsando botones en una pequeña calculadora, cuyos resultados apuntaba en una pequeña libreta.

    —No cuadra… —se quejó amargamente la herrero—. Necesito más tiempo… o más dinero. Maldita sea… no tendría que haber comprado aún esa nueva maquinaria.

    Shiny se preocupó. Por lo visto Shadow tenía problemas monetarios. Y ella, como amiga, tenía el deber de ayudarla. Pero primero debía hablarle de ese extraño, pues seguramente fuese un posible cliente, y eso aliviaría un poco el nivel de deudas que parecía tener la herrero.

    —Ejem, Ejem —la pegaso tosió para llamar la atención—. Hola Shadow. Hay alguien aquí fuera que quiere verte…

    La herrero miró hacia ella, sorprendida. Había estado muy absorta haciendo cálculos y no se había dado cuenta de la llegada de la joyero. Aunque de inmediato su expresión cambió a la de una leve sonrisa.

    —Hola Shiny —dijo finalmente—. Me alegro de verte, en serio —se levantó de la silla, dejando las facturas sobre la mesa y salió del pequeño cuartito—. Veamos de quién se trata…

    Se acercó junto a Shiny a la entrada de la herrería, donde aún seguía el poni esperando. La diferencia de luminosidad entre la calle y el interior del edificio era inmensa, por lo que Shadow optó por aproximarse primero al tirador de la persiana y lo jaló con la boca, haciendo que la luz penetrase en la sala principal.

    Con el tirador de la ventana aún en su boca, la herrero miró hacia la entrada y vio al extraño semental. Entrecerró los ojos para fijarse mejor y, al instante, los desplegó completamente. Su boca quedó entreabierta por la sorpresa, dejando caer el tirador, que rebotó contra la pared con un golpe seco. Sus orejas bajaron durante un momento, para erguirse hacia arriba al siguiente instante. Y su cara poco a poco adoptó una expresión de enfado, o, mejor dicho, de odio.

    —¿¡QUÉ HACES TÚ AQUÍ!? —Shadow gritó, mirando inquisitivamente al invitado, que estaba empezando a recular—. ¡VETE DE AQUÍ ANTES DE QUE TE ECHE A PATADAS!

    Shiny no podía creérselo. ¿Quién sería ese poni y qué habría hecho para que su amiga Shadow se pusiese hecho una furia? Confundida, miró hacia la herrero, que a su vez fijó la mirada en ella.

    —Shiny —dijo Shadow—, la próxima vez que alguien de fuera pregunte por mí, infórmame antes. Lo último que deseo es encontrarme con ponis indeseables… —volvió a mirar al poni de tierra, que aún seguía delante de la herrería, con la cabeza gacha—. ¿QUÉ PASA, AHORA ESTÁS SORDO? ¡HE DICHO QUE FUERA DE AQUÍ!

    El azulado semental, totalmente derrotado, giró poco a poco el carro y empezó a alejarse del lugar, dirigiéndose hacia la salida del pueblo. Shiny no sabía qué hacer, así que troteteó en el sitio: por un lado su amiga estaba furiosa y ella sentía la necesidad de calmarla, además también estaba el asunto de las deudas… pero, por otro lado, el extraño poni estaba a punto de alejarse, y ella deseaba con todas sus fuerzas saber el motivo de la reacción de la que había sido testigo. Y, si además podía arreglar ese asunto, mejor que mejor.

    La elección a su vacilación la tomó finalmente Shadow, pues ésta entró otra vez al cuartito del fondo para seguir con sus tareas, mientras mascullaba incongruencias. Así que Shiny salió fuera para acompañar al poni: de ninguna manera iba a dejar que se marchase del pueblo… al menos sin que ella supiese lo que pasaba.

    —No te preocupes —empezó a decir la pegaso—, últimamente Shadow ha estado muy liada. y eso pone de los nervios a cualquiera... —exclamó con una tonta sonrisa.

    —No, la culpa es mía —respondió apesadumbrado el semental, mientras seguía arrastrando lentamente el carro—. Tenía que haber hecho las cosas de otra forma. De hecho, no tendría que haberme ido jamás.

    —¿Ido? —preguntó Shiny, extrañada—. ¿Vivías aquí?

    —Sí, hace años —el azulado poni paró y miró a Shiny con un gesto de tristeza—, con mi padre… y con Shadow Hammer, mi hermana.


    —No, Wise, no… —desde el umbral de la puerta de su casa, Muffled Yell, totalmente seria, observaba la figurilla que le acababa de regalar el aludido—. Por mucho que te empeñes en que te diga la historia de esta pieza no voy a ceder. Confórmate con saber que, efectivamente, es una escultura hecha a mi imagen, de cuando yo era más joven.

    —Pero… pero… —Wise no sabía qué decir. Si no seguía presionando a la jefa de mineros, nunca sabría la verdad, pues nadie había querido contar nada sobre ese tema (hablar directamente con ella había sido la última opción); pero si la presionaba demasiado, todo se iría al traste.

    —Y ahora, si no te importa —Muffled salió a la calle, cerrando la puerta detrás de ella—, tengo que comprar cosas en la tienda de Magic y después debo ocuparme de unos asuntos en el interior de la mina.

    Quizás fuesen las patas de Wise actuando por su cuenta, o quizás el deseo de estar con la jefa de mineros… pero de repente él se descubrió acompañándola a través del pueblo.

    —Por mucho que me acompañes —dijo de repente Muffled, terminando de sacarle de su ensimismamiento—, no voy a revelarte nada.

    Wise agachó la cabeza, avergonzado de sí mismo. Ya había obtenido el perdón de Muffled y volvían a ser amigos, pero ahora se estaba comportando como un verdadero estúpido. "Lo mejor que puedo hacer es retirarme antes de empeorar las cosas", pensó.

    —Espera —expresó la yegua, parándose en seco—. ¿Es ese quien creo que es?

    Un poco más allá, Shiny estaba acompañando a un poni de tierra azulado, que empujaba un carrito. Muffled entornó los ojos, mirando fijamente hacia ese semental.

    —¡No puedo creérlo! —exclamó sorprendida—. ¡Es él!

    Muffled intentó desesperadamente buscar un sitio donde esconderse. Desgraciadamente todos los accesos a bocacalles, callejuelas, espacios entre casas u objetos voluminosos estaban bloqueados por cajas de madera cuyo contenido eran pastillas de jabón, según ponía en los dibujos del frontal. Esta situación era lo último que ella necesitaba, pues todo el mundo sabía que si alguien rondaba una caja que contenía jabón, era para subirse encima, y algo así solo tenía lugar para pedir la atención de los presentes.

    —En mala hora se me ocurrió proponer el limpiar las casas para la re-inauguración de la ciudad de nubes —se lamentó la jefa de mineros.

    Ahora Shiny y su acompañante estaban mucho más cerca, así que Muffled solo vio una opción: esconderse detrás de Wise e irse moviendo por el lateral de éste, para mantenerse oculta en todo momento de la vista del azulado poni.

    —Hola Muffled. Hola Wise —saludó Shiny desde la distancia.

    "Maldita sea", pensó Muffled, sabiéndose descubierta antes incluso de intentar esconderse.

    —Hola Shiny… y acompañante —dijo Wise.

    —Buenos días, Shiny… —Muffled tragó saliva—. Hola… Plush.

    "Así que el hermano de Shadow se llama Plush", pensó Shiny mientras le miraba.

    "Hmm...", dijo para sí mismo Wise, "Así que su nombre es Plush... Interesante".

    —Cuánto tiempo, Muffled… —respondió el azulado poni de tierra—, y hola, acompañante de Muffled.

    —¡No es mi acompañante! —exclamó Muffled, visiblemente nerviosa—. ¡Es…! ¡Es…! ¡Es mi novio! —agarró a Wise por detrás de la nuca, rodeándole con las dos patas y, atrayéndole hacia sí, le besó en la boca.

    El único que no pareció sorprendido de la situación fue Plush. Shiny dejó caer su mandíbula y abrió los ojos como platos. Wise, sin embargo, se relajó y empezó a deslizar suavemente su pata por detrás de la cabeza de Muffled y la acompañó en el beso. Los latidos de su corazón bajaron de intensidad, hasta llegar a acompasar el tintineo del amor y del deseo que recorre el universo.

    —Veo que, efectivamente, sí que sois novios —dijo Plush, sonriendo—. Me alegro mucho por ti. Y ahora, si me disculpáis, tengo que ir al hotel.

    Sin mediar más palabra, Plush siguió su camino, seguida de Shiny, que volteaba la cabeza, sin creerse aún lo que acababa de ver. Muffled, mientras miraba aún al azulado poni, puso las dos patas delanteras entre ella y Wise y las estiró con todas sus fuerzas, cortando de ese modo el beso.

    —Como se te ocurra decirle a alguien algo de esto, te mato —espetó, mirando, con ojos entrecerrados, a Wise.

    —Creo que tienes mucho que contarme entonces —éste sonrió—. Y con todo lujo de detalles… Pero mejor empieza desde el principio... Tengo mucho tiempo.

    Muffled suspiró. Ese maldito poni de tierra llamado Wise se estaba regodeando con la situación… y todo había sido culpa de ese otro poni de tierra llamado Plush Padding.


    —Si sigue por aquí, esa casa del fondo es el hotel —Shiny le dio las debidas indicaciones a su acompañante—. Yo tengo que quedarme aquí —señaló al otro lado de la calle, donde aún estaban sus amigas, quienes seguían fantaseando con el asunto de la televisión—, tenemos que hacer muchas cosas.

    —Ha sido un placer conocerte —dijo Plush—. He visto que tú y Shadow os conocéis muy bien… Me gusta que mi hermana tenga amigas tan buenas como tú.

    Plush se dirigió hacia el hotel empujando el carrito. Shiny se le quedó mirando durante unos instantes, apenada. Tenía que arreglar esa tensa situación entre él y Shadow, además de los problemas monetarios de esta última.

    —Chicas —dijo, acercándose a las demás—, tenemos trabajo que hacer… todo lo demás es secundario.

    Y empezó a contar todo lo que había acontecido momentos antes, incluyendo el beso entre Muffled y Wise.


    Wise estaba boquiabierto. Lo que le acababa de contar Muffled era una historia verdaderamente triste… tanto que era normal que no la quisiera revelar.

    —Resumiendo —Muffled siguió contando—, Plush, el hermano mayor de Shadow, es mi antiguo novio. De hecho estuvimos prometidos, y encargamos las figurillas en Ponyville como prueba de amor. Entonces, un día, simplemente desapareció. Su padre le había dado un ultimátum: o se encargaba de la herrería, siguiendo la tradición familiar, o se marchaba. Y Plush decidió marcharse… hasta hoy.

    —Es una historia muy aciaga —comentó Wise, para intentar animar a Muffled—, pero pertenece al pasado. Debes olvidarle para siempre y empezar de cero.

    —Eso creía haber hecho —la jefa de mineros agachó la cabeza— pero, al verle de nuevo, volvieron los recuerdos… y me asusté… Nunca volveré a ser tan feliz como en esa época…

    —"Nunca digas nunca" —el semental entonó una de sus famosas frases—. Quién sabe si el futuro te depara una época aún más feliz.

    —O una época aún peor —contestó Muffled, totalmente afligida.

    —Sea como sea, la afrontaremos juntos —Wise sonrió—. Tú y yo hacemos una pareja imparable.

    Entonces el semental la rodeó con una de sus patas y la besó en la testuz. Al separarse, Wise observó una leve sonrisa en la boca de la jefa de mineros.

    —Espero que lo que acabas de decir signifique "pareja de amigos" —añadió Muffled—, o tendré que matarte…

    Y los dos rieron, mientras caminaban despacio a la tienda de Magic.


    Shiny iba galopando hacia la herrería, seguida muy de cerca por las demás. Acababan de reunir, entre todas, todo el dinero del que disponían para ayudar a Shadow en el pago de la nueva maquinaria. Cuando llegaron, fueron directamente hacia el cuartito que había al fondo. Allí, la herrero seguía elucubrando, calculadora en casco, sobre qué hacer para saldar sus deudas.

    —¿Cuánto necesitas? —preguntó Shiny, al tiempo que ponía un pequeño saquito encima de la mesa. El sonido metálico que hizo el contenido del fardo hizo que Shadow saliese del ensimismamiento.

    —¿Qué estás… ? —la herrero miró hacia la dorada pegaso, y observó que también estaban Flashing, Knowledge y Feather, cada una portando un pequeño saco— ¿Qué estáis haciendo?

    —Sabemos del problema que tienes con el pago de la maquinaria —dijo Knowledge, dejando el fardo encima de la mesa, al lado del de Shiny—, y queremos ayudarte.

    —¿De verdad me estáis ofreciendo dinero? —Shadow no podía creérselo—. Esto es… Esto es… Sois las mejores —susurró, aliviada—. No sé qué haría sin vosotras.

    —Por lo pronto, ahogarte en deudas —matizó Flashing en voz baja.

    —Dinos cuánto necesitas y bueno… —Feather añadió—, ya nos lo devolverás cuando puedas…

    —Veréis —la herrero se quedó absorta de nuevo durante un instante—, el caso es que pedí un crédito para comprar la maquinaria y —les enseñó una carta que había en una esquina de la mesa— resulta que me lo han denegado… Además, últimamente no hay pedidos importantes, por lo que apenas vendo material.

    —No te preocupes —cortó Shiny—. Dinos a cuánto asciende la deuda y te prestaremos el dinero gustosamente.

    Shadow empezó a rebuscar entre los papeles y sacó una factura, que mostró a las demás. Éstas abrieron los ojos como platos.

    —¡Hala, cuántos ceros! —exclamó Flashing.

    —No creo que haya tanto dinero en Nortwest Mines Town para pagar todo eso —expresó Shiny.

    —Ya, lo sé —Shadow se lamentó—. Pero os agradezco el gesto, de verdad… —se quedó pensando durante un momento, hasta que la expresión de su cara cambió completamente. Había tenido una idea—. ¿Y si me prestáis para un mes? Quizás cambie el panorama para entonces y tenga suficiente dinero para seguir pagando y devolveros el préstamo…

    Todas asintieron. Parecía un buen plan, así que la herrero hizo el cálculo para el siguiente pago y recibió el dinero convenido. Contentas, todas salieron de la herrería. Todas excepto Shadow, que volvió a su quehacer de revisar los papeles y usar la calculadora.

    —Bueno, ¿qué os parece si compramos la televisión con lo que nos queda? —sugirió Shiny, una vez en la calle.

    —Habrá que descontar para la comida y más… así como imprevistos —respondió Knowledge.

    —Por supuesto, por supuesto —contestó la dorada pegaso.

    —Tengo un catálogo de ofertas en casa, y creo que tiene un apartado de televisiones —dijo Feather, con una sonrisa—. Es exclusivo para carteros, pero supongo que no habrá problemas.

    Entonces se pararon, juntaron las patas y, a la cuenta de tres, las alzaron a la vez mientras gritaron "¡Televisión para todas!".


    Gentle salió de casa, tarareando una canción. Se sentía radiante ese día: la meditación había sido perfecta, el tiempo acompañaba (de hecho, el tiempo siempre era igual de agradable en ese pueblo) y, sobre todo, algo en su interior le decía que ese día iba a ser importante para ella.

    Miró hacia los lados y descubrió a Muffled y a Wise, que estaban entrando en la tienda de Magic. También vio a Shiny, a Flashing, a Knowledge y a Feather que estaban entrando en la herrería de Shadow. Pero, cuando miró hacia las afueras del pueblo, advirtió que, junto al hotel, había un pequeño carro viejo. Ese carromato le resultaba conocido, así que se dirigió hacia allá.

    Cuando llegó, echó un rápido vistazo al carrito y sonrió. Efectivamente lo conocía perfectamente, y también al dueño. Indudablemente, ese día iba a ser maravilloso.

    Cuando iba a entrar al hotel de Disarming, un azulado poni de tierra salió por la puerta. Gentle se paró, mirándole con gesto serio. El semental le devolvió el mismo tipo de mirada, quedando los dos así durante unos segundos. Después rieron y se dieron un efusivo abrazo.

    —Plush Padding —exclamó Gentle—. Siempre albergué la esperanza de volver a verte.

    —Gracias, Gentle —Plush se apartó ligeramente y, sujetando a la unicornio con los dos cascos, uno a cada lado del cuerpo, la miró de arriba hacia abajo—. Fíjate, no has cambiado absolutamente nada en todos estos años.

    —¿Qué tal te va? —preguntó Gentle.

    —Muy bien… Hasta que he llegado aquí —Plush se entristeció, pero volvió a escrutar a la unicornio de dos colores, con una sonrisa—. Pero si parece que fue ayer cuando nos echabas la bronca a Shadow y a mí por jugar delante de tu casa… ¿Aún sigues meditando para recuperar tus poderes?

    —Siempre medito, lo sabes de sobra —contestó Gentle. Y, haciendo un gesto de espera, se acercó a la puerta del hotel y gritó—. ¡Disarming, aquí tienes un carro para recoger! —seguidamente se volvió otra vez hacia Plush y continuó—. Tienes que contármelo todo… Venga, te invito a tomar algo en el restaurante…

    —¿Podrías poner el carro tú misma detrás del hotel, seas quién seas? —en ese momento Disarming salió del hotel, haciendo "La expresión". Entonces su mirada se fijó en Gentle, quien a su vez le estaba observando fijamente, con gesto inexpresivo. Poco a poco, Disarming reculó y se volvió a meter dentro, mientras su rostro cambiaba, con la misma velocidad, a una expresión de disculpa—. Lo… lo siento… Perdóname la vida, Gentle… No sabía que eras tú… Ahora recojo el carro, con la boca si hace falta… —balbuceó, desapareciendo a continuación al interior del hotel.

    —Veo que tampoco ha cambiado una pizca el respeto que infundes —confesó Plush, riendo.

    —No, es Disarming, que es estúpido —aclaró Gentle—. ¿Te crees que es miembro del Consejo del Pueblo?

    —Pues no lo sabía… —respondió el azulado semental—. Tienes mucho que contarme, por lo que veo.

    —Pues te lo informaré en el restaurante… —contestó Gentle, señalando hacia el comercio.

    Y caminaron juntos, hablando por el camino.


    —¿Nos llega para el televisor más grande y moderno? —preguntó Flashing, intentando ojear el catálogo.

    Feather volvía al salón portando una bandeja con tazas de café y unos muffins. Dejó el recipiente sobre la mesita de té y se sentó junto a las demás.

    El catálogo lo tenía Shiny, aunque Knowledge pretendía interferir, intentando pasar las páginas hasta encontrar la sección de electrónica, ya que la pegaso estaba embobada mirando el apartado de uniformes de carteros.

    —Fijaos, si hasta tienen corbatas… —exclamó la joyero—. ¡Hala! Y pasadores de crines. Todo es realmente precioso y no parece caro…

    —Ya, ya… —se quejó la historiadora, incapaz de avanzar más páginas por culpa de los cascos de la dorada yegua alada—, pero nos interesa mirar primero el televisor. Si eso, luego te deleitas con lo que tú quieras.

    —Dejadme el catálogo, sé dónde está todo —Feather estiró el casco, esperando recibir la revista. Shiny se lo pasó y la pegaso-cartero empezó a buscar por una parte específica del catálogo—. Bien, aquí están las televisiones —dijo cuando encontró la página buscada.

    Todas se pusieron a su alrededor, observando con excitación. Había una amplia gama de televisores, cada uno más deslumbrante que el anterior. Desgraciadamente los mejores aparatos se salían del presupuesto. Pero los dos más baratos sí parecían asequibles para el dinero del que disponían.

    —Esperad —expresó de repente Feather—. También hay que comprar una antena y un decodificador. Habrá que mirar cuánto cuestan…

    La pegaso-cartero pasó la página y todas dejaron escapar un lamento. El precio de los dos accesorios era prohibitivo para ellas. Echaron cuentas y descubrieron que solo había una opción: comprar el televisor más barato, así como la peor antena y el decodificador más económico.

    —Bueno, al menos sí que nos llega para el envío ultra-rápido contra-reembolso —comentó Feather—. Si nos damos prisa en rellenar la solicitud, a última hora tendremos televisor nuevo.

    Así lo acordaron, y entre todas pusieron el dinero necesario para la compra.

    —Y ahora déjame el catálogo —dijo Shiny, cogiendo un muffin—, quiero ver si aún tengo suficiente para comprarme un pasador de crin… he visto antes unos que me han encantado.


    Gentle comía despacio, en un intento de degustar su plato. Plush, sin embargo, había dado buena cuenta de su comida hace rato, y estaba contando su vida, siendo totalmente atendido por la unicornio.

    —Y bueno, eso es más o menos todo lo que te puedo comentar sobre mi vida —acabó diciendo el semental, riéndose—.Cambiando de tema: debo decirte que me alegra de que este pueblo esté volviendo a funcionar.

    —Sí, se lo debemos todo a Shiny —indicó la unicornio de dos colores—, que es la pegaso que te acompañó antes —entonces la yegua se recostó sobre la silla, en un intento de dar facilidades a su estómago para digerir la comida—, aunque en realidad todo el pueblo está aportando su granito de arena… Nortwest Mines Town está evolucionando. Incluso yo lo estoy haciendo…

    —Eso está genial —Plush sonrió—. Incluso las relaciones están volviendo a surgir… Antes he visto a Muffled, con a su nueva pareja. Me alegra saber que ha rehecho su vida… y más después de la forma en que la abandoné… A ella y a todos —entonces el azulado poni se entristeció—. Pero bien sabes tú que me vi obligado a marcharme.

    —Lo sé —Gentle se tapó la boca para ahogar un eructo—, recuerda que fui yo la que te aconsejó dejar el pueblo por la noche, sin despedirte. Estabas atrapado en una espiral destructiva y esa era la única opción, para mí, medianamente decente de romper los barrotes de esa prisión… Y no me arrepiento de habértelo recomendado… Espera, ¿has dicho que Muffled tiene una nueva pareja? —la unicornio se incorporó, extrañada.

    —Sí, un poni de tierra marrón —respondió Plush—. Creo que se llamaba Wise.

    Gentle se volvió a recostar, con los ojos entrecerrados.

    —Así que Wise tiene novia… —exclamó la yegua entre dientes. A continuación se quedó pensativa durante unos instantes y sonrió—. Me alegra saber que ese tontorrón ha cambiado al fin de objetivo.

    —¿De objetivo? —preguntó el semental.

    —Desde que vino de Canterlot, Wise siempre ha estado enamorado de mí —respondió Gentle, con un tono bastante neutro—, pero no le he dado bola a sus expectativas… Digamos que estoy en una época de mi vida en que lo último que necesito es tener pareja. Bastante tengo con "soportar" a tu hermana y a las demás.

    —Mi hermana… —Plush se entristeció—. No sé cómo decirle que me vi obligado a marcharme. Ni siquiera deja que me acerque a ella para hablar.

    —Quizás te pueda ayudar Shiny —contestó la yegua, que cambió de posición, intentando relajarse y asentar el estómago—. Si le cuentas a ella la situación, es probable que interceda y pueda darte la oportunidad —Gentle ahogó otro eructo— de arreglar las cosas… Y ahora, si me disculpas, tengo que ir al servicio… Cada vez tolero menos esta comida.

    —Pues a mí me ha gustado —Plush se extrañó—. Parecía de gran calidad.

    —Digamos que no es la comida —Gentle estaba levantándose con urgencia—, sino mi estómago…

    Y entró en el servicio con gran rapidez. A pesar de cerrar completamente la puerta, se oyeron desde fuera el sonido de las arcadas. Definitivamente esa comida no le sentaba nada bien a la unicornio de dos colores.


    Wise vió cómo Muffled entraba a la mina. Todavía saboreaba, en su interior, ese beso que le había propinado esa yegua momentos antes. Había sido algo embriagador. De hecho, su corazón todavía estaba a cien. Deseaba repetir esa acción, pero la próxima vez, se dijo, que fuese por amor, no por una mentira.

    Dándose la vuelta, suspiró. Fue un suspiro mezcla de amor y de anhelo. Tenía que encontrar a ese tal Plush para convencerle de que estuviese más tiempo en la ciudad, y, por supuesto, acompañar todo el rato a Muffled. Quizás hubiesen más besos, y quizás, con suerte, incluso llegasen los arrumacos.

    Pasó por delante de la herrería y se paró, extrañado por el silencio. Miró hacia el edificio y observó que éste tenía la entrada abierta. Entonces torció ligeramente el gesto: era muy raro que Shadow no estuviese haciendo excedentes de picos y palas, y más en esa época, en el que la mina volvía a ser tan prolífica como antaño.

    Decidió entrar despacio, sin hacer ruido. Aunque esa poni de tierra le daba miedo, con tantos músculos y esa forma de ser tan extraña, Wise preguntó en voz alta a Shadow dónde estaba.

    —Hola Wise —respondió ésta desde un cuartito al fondo de la herrería—. Ahora salgo —apenas terminó de decir estas palabras, la yegua se levantó y salió a la estancia principal de la herrería—. ¿Deseas algo? —preguntó al situarse justo delante de él, mirándole fijamente.

    —Quería saber si estás bien —fue la respuesta de éste—, porque tienes toda la maquinaria apagada. Pero veo que estás metida con un asunto más importante… y creo que ese asunto tiene que ver con tu hermano.

    —Ese imbécil no tiene nada que ver en esto, para tu información —los ojos de la herrero, que seguían mirando al semental, se entrecerraron—, aunque ojalá así fuese… me daría el gusto de hacer desaparecer el problema echándole yo misma del pueblo.

    —Veo que no te llevas bien con él —dijo Wise más para sí que para ella—. ¿Entonces qué problema tienes? Quizás yo, o alguien que yo conozca, pueda ayudarte…

    Shadow empezó a sonreír, a la vez que sus ojos volvían a abrirse a una longitud normal. Si pedía ayuda monetaria al Consejo del Pueblo, quizás le diesen suficiente dinero como para poder estar más desahogada durante más tiempo, y así gestionar mejor el pago de la maquinaria y los pagos de devoluciones, tanto a sus amigas como al Consejo.

    —Verás… —empezó a explicar la herrero—, tengo un "ligero" problema con el pago de la nueva maquinaria. Al final, contra todo pronóstico, no me han concedido el crédito, y ahora estoy con el agua al cuello. Shiny, Feather, Knowledge y Flashing me han prestado dinero para salvar este mes, pero estoy segura de que no van a llegar nuevos pedidos a la mina, por lo que el problema no solo persistirá, sino que se agravará.

    —Comprendo… —Wise se quedó pensativo.

    —Y la única solución que me queda es pedir un crédito al Consejo del Pueblo, uno lo suficientemente largo en el tiempo como para que vuelvan las vacas gordas y quitarme este marrón lo mejor y antes posible —la yegua volvió a sonreir, sabiendo que si convencía a Wise, tendría ganada la mitad de los votos.

    —Haré lo que pueda —respondió el poni—, aunque no te aseguro nada… ¿Por qué no haces de tripas corazón y se lo pides a tu hermano? Quizás la sangre sea aún muy espesa entre vosotros dos…

    —NI-SE-TE-OCURRA-NOMBRARLE —Shadow medio gritó entre dientes, aunque inmediatamente se calmó, sabiendo que no debía ponerse en contra de Wise en esos momentos—. A "ese" no quiero ni darle los buenos días… Me fastidia saber que él y yo tengamos la misma sangre…

    —Entonces voy a convocar una reunión urgente del Consejo para tratar tu tema —dijo Wise—. Esta tarde tendrás tu respuesta.


    Delante del hotel de Disarming, Gentle y Plush estaban despidiéndose. Afortunadamente el carrito de Plush ya no estaba en el mismo sitio donde éste lo había dejado. Seguramente Disarming había metido la carreta por la entrada trasera… o, mejor dicho, seguramente el hotelero había convencido a alguien para que metiese el carromatito por la entrada trasera.

    —¡Ah! Antes de irme… —comentó Gentle, poniendo una expresión mezcla de asombro y de alegría—, querría pedirte un favor.

    —Por supuesto, Gentle —Plush sonrió.

    —No sé si conoces a la nueva aprendiz de la Princesa Celestia —explicó la unicornio de dos colores, cambiando su semblante a uno serio—. Una unicornio color lavanda, con la crin…

    —Sí, la he visto en fotografías —cortó el semental.

    —Querría que me hicieses un peluche con su forma… —Gentle bajó la mirada—. Es para Halloween…

    —No me digas que aún te sigues disfrazando de… —Plush se rió.

    —Sí, siempre uso el mismo disfraz… —zanjó Gentle, volviendo a mirar a los ojos del azulado poni de tierra—. Y necesito que sea un secreto —volteó la cabeza, observando hacia todos lados—. Quiero sorprender este año con una variante nueva... El año pasado añadí unos zancos al conjunto, pero el peluche de Twilight sería perfecto… Pero eso sí, pon un velcro por los lados.

    Plush visualizó el disfraz entero de Gentle, con el añadido del peluche y los zancos, y sonrió de oreja a oreja: este año el disfraz de la unicornio iba a ser perfecta, completamente indistinguible del personaje original.

    —Hecho —el semental asintió con la cabeza, con la gran sonrisa aún presente—. Mañana por la tarde lo tendré terminado… Voy a dedicar todo el tiempo libre en confeccionarte esa Twilight de peluche.

    —No sabes cuánto te lo agradezco —la unicornio de dos colores sonrió, con un gesto en parte de alivio y en parte de vanidad victoriosa.

    Plush se despidió y entró en el hotel. Gentle suspiró, se dio la vuelta y se dirigió hacia su casa. Sin embargo, a medio camino vio cómo sus amigas, excepto Shadow, salían sonrientes de casa de Feather… Sin duda algo estaban tramando, por lo que decidió acercarse para cerciorarse de que ellas tuviesen todo debidamente controlado.

    —Te-le-vi-sor, te-le-vi-sor… —balbuceó Flashing con un tono constante, poniéndose a dos patas y moviendo las delanteras como si fuese un robot—. Vamos a tener un televisor —las demás empezaron a reír.

    —Hola chicas —Gentle saludó—. ¿Qué es lo que ha pasado para que estéis tan radiantes?

    —¡Gentle, Gentle! —Flashing correteó hacia ella y, extasiada, empezó a explicar—. Las cuatro vamos a comprar un televisor. ¡Va a ser genial!

    —¿Las cuatro? ¿Un televisor? —preguntó la unicornio de dos colores, extrañada—. Cuatro yeguas y un televisor… —murmuró para sí misma—. ¿Estáis seguras de que es buena idea?

    —¿Por qué no va a ser buena idea tener un televisor? —preguntó Shiny.

    —Esperad un momento —informó Gentle—. Feather, ¿tienes papel y pluma? Necesito escribir urgentemente una carta.

    —Por supuesto —la pegaso-cartero entregó a su amiga el material exigido.

    Ésta escribió rápidamente una carta, lo metió en el sobre y se lo entregó a Feather. Seguidamente sacó un pequeño saquito lleno de monedas del zurrón y también se lo dio.

    —Es MUY urgente —expresó la unicornio de dos colores—. Espero recibir respuesta esta noche o mañana…

    Con respecto a lo de por qué no es buena idea, digamos que lo es porque… es UN televisor para CUATRO yeguas —explicó Gentle—. ¿Cómo vais a hacer los turnos? ¿O se pondrá en una casa y las demás iréis de visita? ¿O lo colocaréis en mitad del pueblo?

    —Eso va a ser un problema —reconoció Knowledge.

    —Pero ya es tarde para echarse atrás —añadió Feather—: la carta ya está en el zurrón —se señaló los cuartos traseros, donde descansaba la alforja de correos— y, una vez está enviado, abrir cartas ajenas es un delito. Y dicho esto, marcho a Ponyville a entregar el pedido. Y esperaré allí a recibir el paquete… Nos vemos a última hora de la tarde… —entonces miró a la unicornio de dos colores—. Gentle, también entregaré tu carta —y, dicho esto, la pegaso-cartero emprendió el vuelo y marchó rauda en dirección a la encrucijada de caminos.

    —Bueno, ¿y qué televisor habéis comprado, si puede saberse? —preguntó la unicornio de dos colores.

    —Ese es un pequeño problema… —reconoció Shiny—. Como tuvimos que prestar dinero a Shadow, no nos ha llegado más que para el televisor más barato.

    —¿Prestar dinero a Shadow? —Gentle se extrañó— ¿Tiene problemas?

    —Sí —Shiny bajó la mirada. Quizás había hablado más de la cuenta, pero ya era tarde retractarse—. El banco le ha denegado el crédito y no puede pagar la nueva maquinaria…

    —Comprendo… —la yegua del cuerno roto parpadeó lentamente—. Bien, espero que no haya problemas con la televisión. Recordad que yo tengo que meditar, y no me gusta que me molesten mientras lo hago.

    —¡Gentle! ¡Gentle! —Magic Sales se acercaba trotando—. ¡Reunión urgente del Consejo! ¡Vamos!

    —Os dejo, chicas —se despidió la unicornio de dos colores—. Recordad: tened cuidado con este asunto.

    Y, junto a Magic, salió caminando a la casa del Consejo de Northwest Mines Town.


    —Bien, ya estamos todos —dijo Magic al entrar a la casa, seguida de cerca por Gentle.

    —De acuerdo —afirmó Wise, que era el único que no estaba sentado—. He convocado esta asamblea extraordinaria por el siguiente punto: Shadow Hammer nos pide un crédito.

    —Imposible —zanjó Muffled—. La restauración de la ciudad de nubes, el pedido de la estatua de la plaza y la construcción de nuevas casas, así como el mantenimiento de las ya existentes, nos han dejado sin dinero disponible para un crédito, por pequeño que sea.

    —Entonces no tenemos más opción que denegar su petición —se lamentó Wise.

    —Pues si no puede ser por las buenas… —señaló Gentle—, tendrá que ser por las malas. Tengo una propuesta para solucionar este asunto…

    Entonces todos se acercaron a oír lo que la unicornio de dos colores iba a plantear.

    CONTINUARÁ

    14. 1x10 - Hermano pródigo - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


    Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana] - [Comedy/Comedia] y un poco de [Sad/Triste] - [Dark/Oscuro]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x10

    Hermano pródigo

    Parte 2

    Shadow estaba cerrando la herrería, apesadumbrada. Si no le concedían el crédito, era posible que el establecimiento no volviese a funcionar hasta vender todos los excedentes. Caminó lentamente hacia su casa, que estaba al lado, pero un grito la hizo girarse.

    —¡Shadow! —era Muffled usando su grito a distancia—. ¡Shadow, espera!

    Todos los miembros del Consejo, excepto Gentle, que se dirigía hacia su casa, se acercaron, con una sonrisa en la boca, hacia la herrero. Shadow comenzó a sonreír también: seguramente la respuesta a la petición de crédito sería afirmativa.

    —Shadow —empezó a decir Wise—, tenemos buenas y malas noticias…

    —Las malas noticias primero —exigió Shadow, haciendo desaparecer la sonrisa de su boca.

    —De acuerdo —Magic también se puso seria—. No podemos concederte el crédito.

    —"Pero la buena noticia"… —Look Talker miraba a todos lados, explicándose.

    —Es que Gentle te va a acreditar —cortó Disarming.

    Todos los demás miembros del Consejo miraron inquisitivamente al hotelero.

    —¿Qué? —éste se defendió—. Look iba a tardar mucho en contarlo…

    —Pero hay una condición —Muffled dejó de escrutar a Disarming para mirar de manera maternal a Shadow.

    —La condición —siguió diciendo Wise— es que tienes que cenar mañana con tu hermano y dejar que él se explique.

    Shadow abrió completamente los ojos y estaba empezando a enfurecerse. Gentle le había puesto en una encerrona… si quería recibir el crédito, tendría que escuchar al indeseable de su hermano, algo que no le gustaba en absoluto pero, si se negaba, no obtendría el crédito que necesitaba con tanta urgencia.

    —Accede a la petición —dijo Disarming—, por fav… —mientras hablaba, empezó a poner "La expresión".

    Shadow plantó su casco en mitad de la cara del hotelero, aplastándole levemente el hocico mientras le miraba con unos ojos llameantes.

    —Ni se te ocurra hacer eso conmigo —comentó la herrero entre dientes—, si quieres conservar entera esa dentadura —entonces miró al resto y añadió—. De acuerdo. Decidle a Gentle que cenaré con… "ese".

    Todos los miembros del Consejo sonrieron. Shadow haría lo correcto.


    Feather volaba lo más rápidamente posible de vuelta a Northwest Mines Town. Entre sus patas delanteras sujetaba una caja no muy grande. Tenía metidos sus cascos en unos agujeros específicos para ponis que había en los lados del contenedor. Por una parte, la pegaso-cartero estaba ilusionada por tener al fin ese codiciado objeto pero, por otro lado, estaba bastante decepcionada por el tamaño que debía tener el televisor, ya que, con suerte, sería de apenas catorce pulgadas. Desgraciadamente nadie se fijó en ese detalle cuando miraron el catálogo. Aunque, mirando el lado bueno, al menos tenían un televisor.

    Pasó la encrucijada como una exhalación y torció bruscamente hacia la salida del pueblo minero. Notó cómo el aparato se movió dentro de la caja, pegando hacia uno de los laterales y desequilibrando el conjunto, así que agarró el cartón tan fuerte como pudo y apretó a la vez el contenido con sus cascos y lo estabilizó como pudo. Pensó que quizás debería aflojar la velocidad, pero estaba ya muy cerca de la llegada.

    Cuando arribó en Northwest Mines Town, ya de noche, sus amigas estaban esperando ansiosamente su llegada. Sus alegres caras cambiaron al ver el tamaño del paquete que portaba la pegaso-cartero.

    —¿"Esto" es el televisor? —preguntó Flashing, señalando el paquete.

    —Sí, así es —respondió Feather—. La verdad es que parecía más grande en el catálogo.

    —"Es" más grande la imagen que han puesto en el catálogo —se quejó la potrilla unicornio.

    —Bueno, no será muy grande —exclamó Shiny—, pero al menos es una televisión.

    —Y es nuestra, no lo olvidéis —añadió Knowledge.

    Juntas fueron a casa de Feather, pues, como el catálogo era exclusivamente para carteros, el envío estaba a su nombre. Allí abrieron el paquete. Afortunadamente el televisor ocupaba casi todo el interior del cartón, a excepción de unas pequeñas protecciones en las esquinas.

    —¡Ah!, casi se me olvida —la pegaso-cartero abrió sus zurrones. En uno de los dos compartimentos había dos paquetes más pequeños, que sacó y puso encima de la mesa—. Esta es la antena —añadió, señalando uno— y esto otro es el decodificador —prosiguió, apuntando al otro.

    Montaron cuidadosamente todo el cableado a base de prueba y error, hasta que consiguieron que el televisor mostrase imagen en pantalla. Casualmente era la misma película que habían emitido por la mañana, ese western de Clean Easthooves.

    —Jo… apenas se le distingue —Flashing, con los ojos entrecerrados, miraba la pantalla de cerca, en un intento de captar la mayor cantidad de detalle posible—. Me siento estafada…

    —No eres la única —Knowledge rodeó con su casco los hombros de la potrilla unicornio, en señal de aprobación. Shiny y Feather asintieron, demostrando que ellas también estaban disconformes con ese aparato.

    —Bien, ahora llega el peliagudo problema —musitó Shiny—: ¿cómo vamos a establecer los turnos?

    El adjetivo "peliagudo" era exactamente lo que definía esa situación, pues se miraron todas con caras serias.

    —Yo creo que debería tenerlo Feather —Shiny cortó el silencio—. El pedido viene a su nombre.

    —Pues yo creo que debería ser Shiny quien disponga de "esto" —Flashing señaló la televisión—, ya que fue suya la idea de comprarlo.

    —Mejor que lo tenga Knowledge —Feather desenchufó la televisión de la red eléctrica—. Es la que puso más dinero.

    —Quizás debería tenerlo Flashing —añadió Knowledge—. Así podrá comer sus palomitas a gusto.

    Todas empezaron a discutir para ver quién se quedaba la televisión… Cada una lo quería tener lo más lejos posible de sí misma.


    Apenas llegó la noche, Muffled penetró en la mina y, dándose la vuelta, permaneció vigilante en la gran gruta de entrada. Allí podría esperar, sin ser molestada ni encontrarse con cierto semental azulado, a los operarios de los que había hablado Gentle en la reunión. Además, podía al fin pensar en sus propios asuntos: el asunto prioritario era saber qué iba a hacer hasta que Plush se marchase. No le apetecía absolutamente nada volver a ver a su antiguo prometido.

    Aunque quizás lo peor de todo era que había metido a Wise en medio. Le había engañado, y se había engañado a sí misma. Los sentimientos que tenía hacia su amigo eran de amistad… o al menos eso creía… Pero, ¿y si había algo más? Últimamente entre ellos dos habían pasado demasiadas cosas: un posible enamoramiento de Wise, una ruptura de amistad, una reconciliación, un recuerdo en forma de figurilla y la llegada del poni más indeseable del universo.

    La mente de Muffled era un mar de confusiones. Por mucho que lo intentara, no podía aclarar sus ideas. Quizás lo mejor que podría hacer era dejar que las cosas siguiesen su curso, pero era algo realmente difícil de hacer. Ella también tenía sus sentimientos, y no era capaz de enterrarlos dentro de sí misma. Unos sentimientos tan crueles que resultaba imposible borrarlos de un plumazo. Pero se estaba haciendo daño a sí misma, por lo que esta encrucijada debía terminar pronto.

    Aún estaba pensando en el cúmulo de sentimientos contradictorios cuando vio que, por la entrada del pueblo, llegaban un montón de ponis empujando dos grandes carros. Los operarios habían llegado, tal como esperaba Gentle. Muffled salió de la mina e hizo señas a los recién llegados, que se acercaron. La luz de la luna se reflejaba en sus costados, haciéndolos tétricos, pero Muffled sabía que el cometido que tenían no tenía nada de oscuro, sino todo lo contrario.

    —¿Es usted la señora Gentle Colors? —preguntó el que parecía ser el capataz.

    —No, soy amiga suya —respondió la jefa de mineros—. Ahora la llamo… Mientras, pueden empezar —señaló detrás suya, hacia la montaña que se erguía, majestuosa, al final de la calle principal—. Esa es la mina. Saben lo que hay que hacer, ¿no?

    —Sí, hasta los más mínimos detalles —declaró el mismo semental.

    Muffled asintió y se dirigió a casa de Gentle. Mientras tanto, los operarios empezaron a sacar de un carro unas barras de acero y empezaron a juntarlas, hasta hacer un andamio, que colocaron justo a la entrada de la mina, dejando sitio para el acceso. A continuación, taparon todo con unas espesas redes de protección, de tal forma que no se podía ver lo que estaban haciendo. Después sacaron maquinaria portátil y empezaron a trabajar sobre la entrada de la montaña.

    —Gentle, ¿estás? —preguntó la jefa de mineros, llamando a la puerta de la casa.

    —¿Han llegado ya? —contestó la unicornio desde el interior—. Se han dado mucha prisa… Normal, teniendo en cuenta de que para ellos es la venta del siglo.

    Abrió la puerta y miró a Muffled con un gesto serio. Después lo hizo hacia los alrededores y torció su expresión: todos los habitantes habían salido de sus casas, intrigados por el ruido que hacían los operarios. Con el morro aún arrugado, Gentle volvió a mirar a la jefa de mineros.

    —Ya sabes lo que debes hacer —dijo—. Yo voy a reunir el dinero y a cenar, ya que no he comido nada en todo el día —y, diciendo esto, cerró la puerta.

    Muffled miró estupefacta el portón. ¿Acaso Gentle le acababa de dar una orden? ¿Desde cuándo esa unicornio era tan autoritaria? Sintió que debía hablar con ella, cuando acabase todo, sobre este asunto, pero ahora todo corría mucha prisa. Entonces se volvió y caminó hasta situarse en mitad de la plaza, junto a la estatua.

    —Habitantes de Northwest Mines Town —exclamó—, no se preocupen, es una revisión rutinaria. Vuelvan a la cama y duerman… si pueden —esto último lo dijo con un hilo de voz. Ella no iba a poder dormir esa noche, y el ruido no iba a ser el único culpable de sus desvelos.


    Shiny no pegó ojo en toda la noche, agobiada por el ruido que habían hecho los operarios en la revisión, que había durado hasta la salida del sol. Además se habían estado moviendo por todo el pueblo, haciendo trabajos aquí y allá. Durante un buen rato, Shiny, totalmente desvelada, les había estado observado a través de la ventana, pero no podía descubrir qué es lo que hacían pues, después de tomar medidas y señalar un sitio en concreto, los trabajadores tapaban, con una lona opaca, los alrededores de su zona de trabajo, y hasta que no terminaban, no volvían a despejar esa parte… Pero entonces, lo único que se veía, como resultado final, era una serie de losetas en el suelo.

    Los operarios también se aplicaron sobre las esquinas algunas fachadas. Allí, pensó Shiny, iba a ser más fácil descubrir qué estaban haciendo, pero los operarios se preocuparon aún más de ocultar su trabajo. Y, cuando despejaron la zona de trabajo, no había absolutamente nada destacable sobre las esquinas.

    Aunque estaba cansada por la falta de sueño, era ya tarde para dormir, así que Shiny decidió salir de casa. Se acercó a una de esas extrañas baldosas, cuya parte superior estaba repleta de dibujos desconocidos. Miró a su alrededor y se dio cuenta que, por todo Northwest Mines Town, muchos ponis estaban mirando aquí y allá, donde supuestamente habían trabajado los operarios, pero nadie descubría absolutamente nada.

    Los trabajadores hacía rato que se habían terminado y estaban marchado hacia la encrucijada de caminos, con sus carritos vacíos, pero el capataz salió de casa de Gentle, portando un gran saco sobre su espalda.

    —Como convenimos en la carta —dijo la unicornio de dos colores, justo detrás de él—, la mitad en metálico y la otra mitad en un cheque.

    —Tendría que haber dejado uno de los carros para poder portar mejor el saco —se lamentó el capataz, que se movía de forma renqueante. Afortunadamente, unos cuantos operarios le esperaban en la entrada del pueblo, junto a un carro. Entonces se acercaron a su jefe y entre todos cargaron el saco en el carro.

    Gentle miró a su alrededor, y su mirada se encontró con la de Muffled, que acababa de salir de su casa. Ésta asintió, contenta, recibiendo como respuesta otra señal de aprobación por parte de la unicornio. Entonces la yegua del cuerno roto volteó la cabeza hacia la entrada a la mina. Por encima de ésta había una especie de cortina tapando un gigantesco rectángulo. Todo parecía correcto, así que Gentle volvió a entrar a su casa a desayunar.


    Se acercaba la hora de reencontrarse con su hermano. Shadow temblaba, en parte por miedo, en parte por rabia. Pero tenía que ir si quería recibir ese crédito tan ansiado. Aunque debía reconocer que estaba intrigada por saber qué excusa se inventaría Plush Padding para intentar explicar su comportamiento.

    Su crin parecía estar igual de nerviosa que ella, pues al intentar cepillarla se enredaba, como si estuviera viva y quisiera retrasar el encuentro. Entonces la herrero se metió bajo la ducha y abrió el grifo, empapándose por completo. Quizás así su crin se domase lo suficiente como para poder ser peinada. Ojalá esta solución funcionase también con ella pues, a medida que se iba acercando la hora, más insegura se sentía.

    Decidió despejarse dando un paseo por el pueblo, así que terminó de arreglarse y salió a la calle. Extrañada, miró hacia un lado y al otro… Todo estaba igual y a la vez muy cambiado: por toda la calle había ponis adultos hablando entre ellos, mirando de vez en cuando unas extrañas baldosas o trampillas estancas, y también había unos cuantos potrillos, que intentaban sin éxito abrir, por cualquier medio, esas extrañas losetas.

    —¿Qué es lo que ha pasado aquí? —preguntó a Shiny, que estaba en un lateral de su casa, mirando fijamente la esquina—. ¿Qué es todo esto?

    —¿No te has enterado? —respondió ésta, mientras seguía inspeccionando la casa—. Ayer por la noche vinieron unos trabajadores y han estado haciendo obras por todo el pueblo… aunque nadie sabe qué es lo que han hecho. Bueno, sí lo sabe Gentle, que les pagó, y probablemente Muffled. Entonces, por extensión, seguramente todo el Consejo del pueblo sepa qué es lo que han hecho.

    —Es extraño… —comentó Shadow—. Es algo muy raro que hagan arreglos de cualquier tipo por la noche.

    —Y también es insólito que no hayas oído nada —contestó la dorada pegaso.

    —Ah, deberías saber que yo, cuando duermo, lo hago muy profundamente —alegó la herrero, con una media sonrisa.

    —Por cierto, ¿vas a ir esta noche a la cena con Plush? —inquirió la joyero.

    —¿Cómo sabes tú eso? —Shadow abrió los ojos… Alguien se había ido de la lengua, y seguramente había sido alguien del Consejo del pueblo.

    —Oh, es una de las comidillas de hoy —Shiny se rió—, junto con lo del trabajo nocturno. Todos los miembros del Consejo han apostado sobre si ibas o no a la cena…

    Shadow no podía creerlo… No había sido uno de los miembros quien había pregonado sobre el asunto de esa noche con su hermano, sino todo el Consejo al completo. Eso le pareció un golpe bajo, pero decidió, con todas sus ganas, que iba a asistir, y quien hubiese apostado en su contra se las vería con ella luego.

    —¿También han comentado a los cuatro vientos el motivo por el que voy a ir? —preguntó la herrero, temerosa de que también hubiesen dicho algo sobre el asunto del crédito.

    —No —aclaró Shiny—, no han dicho nada de eso. Pero… ¿Acaso no es solo para reconciliaros? ¿O acaso hay algo más?

    —¡Nada! ¡No hay nada más! —Shadow se puso instintivamente a la defensiva, pero reconoció inmediatamente que había cometido un error e intentó remediarlo—. Es lo que yo deseo, reconciliarme con mi hermano después de tantos años —contestó, con una tonta sonrisa.

    —¡Ah! Por cierto —la dorada pegaso expresó en alto—, casi se me olvida… Hemos comprado, entre Knowledge, Flashing, Feather y yo una televisión, por si quieres venirte a verla en casa de… ¿Feather? —Shiny se llevó la casco a la barbilla, pensativa—. ¿O quizás Knowledge se lo ha llevado esta mañana a su casa? Puede que quizás lo tenga Flashing, aunque no se le veía ayer especialmente ilusionada… Bueno, en cualquier caso, sé a ciencia cierta que yo no la tengo…

    —Bueno, iré a verlo ahora… —exclamó la herrero—. Total, no tengo nada que hacer hasta esta noche, pues hoy no voy a abrir la herrería…

    Y, juntas, se fueron a casa de Feather… Quizás estuviese ahí la televisión.


    El día tocaba a su fin. Era la hora convenida para que los dos hermanos se reencontrasen. Plush se dirigió, acompañado por Gentle, hacia el restaurante. Allí se había reservado una mesa específica, al fondo del restaurante, tapada con cortinas… aunque poco importaba ya, pues todo el mundo, por la calle, se apartaba y mantenía expectante mientras pasaba el hermano pródigo. Unos animaban, otros pateaban el suelo a modo de aplausos, pero la mayoría callaba solemnemente.

    Cuando los dos entraron al restaurante, el cocinero, Spoon Giddy, les señaló la mesa convenida, que estaba prácticamente rodeado de unos espesos cortinajes. A pesar del revuelo que tenía lugar ese asunto en todo el pueblo, tendrían más o menos intimidad.

    —Plush —dijo Gentle —, vete tomando asiento… Yo me quedaré en esta otra mesa —señaló una al lado—. Recuerda que tu hermana ha sufrido mucho, sé condescendiente con ella.

    —Gracias, Gentle —el azulado semental estaba temblando—. No sé si todo esto será buena idea, pero lo intentaré.

    —No seas tonto, Plush —Gentle alzó una ceja—. Por supuesto que es buena idea… tú lo sabes, yo lo sé, y tu hermana Shadow lo sabe… vendrá y os reconciliaréis, estoy segura de ello.

    El poni eligió una silla y dejó en el suelo, a su lado, un pequeño maletín. Había estado toda la tarde seleccionando material que podría servir para ablandar el corazón de su hermana, por si las cosas se ponían difíciles. No pasó mucho tiempo cuando la puerta se abrió. Plush miró esperanzado a la entrada, pero volvió a entristecerse cuando vio que los que habían entrado fueron los miembros del Consejo del Pueblo, que se sentaron en la misma mesa que Gentle y juntaron otra. Pero Shadow no llegaba… Poco tiempo después se volvió a abrir la puerta, y otra vez el azulado semental giró la cabeza, ilusionado, para volver a agacharla, apenado. Los que acababan de entrar eran Shiny, Knowledge, Flashing y Feather, que se pusieron al lado del Consejo del Pueblo, en el borde de la mesa más cercano al cortinaje de separación… Pero Shadow no llegaba.

    —Tranquilo, Plush —Shiny, sentada en su asiento, había movido levemente el telón y había hecho un hueco suficiente como para poder pasar su cabeza—. Está terminando de prepararse. Nos dijo que nos adelantásemos… Pero vendrá.

    Apenas terminó Shiny de decir esas palabras cuando la puerta se volvió a abrir, dejando entrar al interior del restaurante el sonido de un sinfín de vítores y pateos al suelo de los habitantes de Northwest Mines Town. Plush volvió a mirar anhelante a la entrada, aunque esta vez su cara mantuvo el gesto: en el umbral estaba Shadow… una Shadow completamente radiante, ataviada con un sencillo vestido blanco y con su crin totalmente suelta, de tal forma que ésta caía por ambos lados de su cuerpo.

    La hermosa yegua se acercó a la mesa reservada y se sentó, no sin antes echar una mirada fulgurante a su hermano, que sonrió tontamente a modo de respuesta. Entonces la herrero se recostó hacia atrás, sobre la cortina, que empujó levemente y dijo en alto:

    —No sé quién ha sido el que ha apostado contra mí, pero que sepa que acaba de perder… Aquí estoy.

    Se oyó un pequeño revuelo en la doble mesa de al lado.

    —Todos hemos apostado a que sí venías —exclamó Magic, sonriente.

    —Tómalo como un aliciente por si tenías dudas —confesó Shiny, demostrando que ella y sus amigas habían entrado también en ese juego. Shadow sonrió.

    La puerta volvió a abrirse. Todos miraron hacia la entrada… un montón de ponis estaba entrando en tropel al restaurante, e iban ocupando todas y cada una de las sillas vacías. Incluso algunos se apoyaron sobre la barra.

    —Supongo que habrán venido a consumir, ¿verdad? —declaró Spoon Giddy, el cocinero, que sabía de antemano a qué habían entrado todos. Todo el mundo asintió, y algunos empezaron a pedir algo, aunque todos miraban hacia la mesa reservada donde tenía lugar el evento entre Shadow Hammer y su hermano Plush Padding.

    La herrero, levantándose de nuevo, intentó correr la cortina para quedar ocultos ante los demás, pero faltaba una cortina, por lo que estaban rodeados por tres cuartas partes, un problema molesto, y más teniendo en cuenta que la parte que quedaba visible era precisamente la que daba hacia el mostrador. La cena tendría que ser, por tanto, a la vista de todos.

    —Disarming, déjame sentarme al lado de Muffled —cortó Wise—, al fin y al cabo es mi novia, ¿no?

    Todos los presentes volvieron la mirada hacia él, preguntándose desde cuándo Muffled y Wise eran novios. La mirada que la jefa de mineros le dedicó era especialmente de odio. Lentamente, ésta se levantó y dijo:

    —Quiero que sepáis todos que Wise no solo no es mi novio, sino que, ahora mismo, nuestra amistad pende de un hilo, por bocazas —entonces se dirigió hacia la cortina separadora y continuó hablando—. Plush, lo siento, de verdad… No fue mi intención mentirte… Simplemente me asusté y actué como lo hice… Pero debes saber que Wise no es mi novio.

    —Muffled —declaró Wise—, al fin lo has reconocido. Solo quería empujarte para que confesaras…

    —Sí, empujarme al vacío y sin red —Muffled seguía enfadada—. Eres muy listo tú, me da a mí.

    —Piénsalo un poco —explicó el semental—: si Shadow y él se reconcilian, Plush vendrá más veces a Northwest Mines Town, por lo que, si seguías con la mentira, al final todo sería peor para ti. Simplemente había que cortar esta pantomima antes de que fuese demasiado tarde.

    —Bueno, visto así, tienes razón —la jefa de mineros se quedó pensativa—. Vale, el hilo del que depende nuestra amistad se acaba de convertir en una cuerda, pero te agradecería que la próxima vez que intentes algo, me avises primero, ¿de acuerdo?

    —De acuerdo, de acuerdo —respondió Wise, riéndose.


    —Bueno, ¿qué desean? —Spoon Giddy estaba al lado de la mesa del evento, esperando una respuesta, tanto de Shadow como de Plush.

    Pero Shadow no hizo caso, pues seguía mirando inquisitivamente a su hermano. Finalmente éste decidió pasar a la acción y elegir por los dos. Una vez tomado el pedido, Spoon se retiró a la cocina y empezó a preparar la comida.

    —Shadow —comenzó a decir Plush—, de verdad que siento muchísimo lo que hice…

    —¿De verdad? —respondió la herrero entre dientes—. Pues mucho no lo debiste sentir si dejaste que ocurriese. Ni siquiera has dado señales de vida en todos estos años.

    —Si ocurrió es porque no tenía otra opción —el semental bajó la cabeza—. Debía marcharme de aquí. Pero todos los meses, hasta que papá murió, enviaba una carta... que jamás fue respondida.

    —Pues yo no he visto ninguna carta en casa, así que dudo bastante que eso sea cierto —Shadow señaló de forma violenta, con su casco, a Plush—. Debiste estar aquí cuando papá empeoró… El pobre murió de pena, intentando buscarte… Y ahora tú estás aquí, riéndote como un imbécil. Como si él nunca te hubiese importado.

    —Papá era muy autoritario y bastante estúpido —respondió el azulado poni.

    La herrero se levantó violentamente y golpeó rabiosa la mesa con los dos cascos, haciéndola crujir.

    —¡NO TE CONSIENTO QUE HABLES ASÍ DE PAPÁ! —gritó. Sus dientes empezaron a castañetear de la rabia.

    —Vamos, lo sabes tan bien como yo —Plush no se dejó amilanar—. Él nunca me escribió una carta, y estoy totalmente seguro de que él rompió todas las que yo le enviaba…

    —¿Y por qué no me escribiste a mí, después de que papá muriese? —Shadow volvió a sentarse, esperando la respuesta.

    —Bueno… —empezó a exponer el semental—, a decir verdad, en realidad sí me escribió una carta, al principio, nada más marcharme… Y en ella me dejó en claro dos cosas: que no quería verme jamás mientras él viviese y… que tú habías muerto de tristeza —entonces, sin esperar contestación, abrió el maletín y mostró una carta amarillenta. Era la letra de su padre… del padre de Shadow. El poni señaló dos líneas concretas en el que, efectivamente, se podía leer lo que acababa de comentar.

    —Pero… —la herrero estaba asombrada—. La verdad es que me apenó muchísimo que te marchases, pero no hasta el punto de morir —cogió la carta y empezó a leerla para sí misma—. ¿De verdad te escribió esto papá? No puedo creerlo —añadió después de terminar.

    —Menos mal que uno de los mineros de este pueblo, en vacaciones, decidió entrar en mi tienda, allá en Detrot —siguió explicando Plush—, y, entre otras cosas, me comentó que seguías viva… Inmediatamente cerré la tienda y vine lo más rápidamente posible… para verte.

    Shadow se sentía desarmada. Quizás su hermano no fuese el monstruo desinteresado y egoísta que su padre le decía una y otra vez. Su hermano simplemente había sido víctima de las circunstancias. Pero decidió probar otra cosa, para ver qué contestaba ese extraño que tenía enfrente.

    —¿Sabías que papá me usó para perpetuar el trabajo familiar? —la yegua bajó la mirada, afligida—. Pasé, de la noche a la mañana, de jugar con muñecas a manejar el martillo… —entonces elevó la mirada y la fijó, con furia, hacia su hermano—. ¡Tú te fuiste a cumplir tu sueño y a mí me destrozaste la infancia! —gritó, señalándole con rabia.

    Plush tragó saliva y sus ojos empezaron a humedecerse. Ignoraba que su hermana Shadow había tenido que sacrificar su infancia para satisfacer el capricho de su padre. Era algo demasiado cruel, demasiado perverso, demasiado descorazonador. Su padre era estricto, pero no sabía que hubiese llegado a serlo hasta ese punto.

    —Lo siento, de verdad —las lágrimas resbalaban sobre las mejillas del semental—. He sido muy egoísta en este sentido… pero nunca pensé que papá podría atreverse a hacerte eso.

    —Para él tú moriste cuando saliste del pueblo —replicó Shadow—, pero, a pesar de todo, te estuvo buscando hasta el último día…

    —Supongo que no me encontró porque yo viajaba de aquí para allá —explicó Plush, secándose las lágrimas—, vendiendo los muñecos que había fabricado. Seguramente cuando encontraba una pista, yo ya estaba en otro lado… Aunque eso que has dicho contradice el hecho de que las cartas que yo enviaba las rompiese.

    —Ya sabes cómo era papá… —esta vez fue Shadow la que desvió la mirada hacia abajo porque estaba sollozando—. Y… Y yo me estoy convirtiendo en él… —se llevó los cascos a los ojos y lloró amargamente—. Por favor, no dejes que yo me vuelva así… —exclamó, mirando a Plush con gesto desesperado, mientras ponía sus patas delanteras sobre la mesa.

    —No te preocupes, no dejaré que eso ocurra —el poni puso cariñosamente su casco sobre la de su hermana, para dar más énfasis a sus palabras —. De hecho, para que veas que nunca te he olvidado, y que nunca lo haré, tengo un regalo para ti.

    Cogió el maletín que tenía al lado de la silla y lo puso sobre la mesa, abriéndola a continuación. Sacó varios papeles y los expuso sobre el tablero.

    —Estos son los bocetos de los juguetes de los que estoy más orgulloso —añadió el semental, pasándoselos uno a uno a su hermana, que los iba mirando con ojos cada vez más enternecedores, como si quisiera jugar con los muñecos que representaban.

    El primer boceto mostraba un fiero dragón de peluche, enteramente de color dorado, a excepción de la barriga, que era rojo, y las espinas, que eran de un verde chillón.

    —Este dragón es uno de mis mejores trabajos —explicó Plush—. Si te fijas, tiene hasta los colmillos posteriores.

    El segundo boceto era un gato de felpa, completamente negro, aunque sus ojos eran amarillos, dando al conjunto una sensación de soledad.

    —El gato… —argumentó el azulado poni—. ¿Qué decir de él? Me encanta. Me lo quitaban de los cascos… todas las potrillas querían uno para achucharlo y darle cariño.

    El tercer boceto era una especie de poni, o de bebé hipopótamo, o algo directamente indefinible. El cuero era grisáceo y su crin y su cola estaban compuestos por unos bastos cordones de dos tonos verdosos, alternados en franjas horizontales. Los ojos eran dos botones de colores desparejados, siendo uno verde y el otro rojizo, y lo más llamativo era que tenía una especie de calzones de color azul oscuro poblado con topos blancos.

    —Aunque no lo parezca, es una poni —confesó Plush—. Es mi primer trabajo… y, aunque solo vendí uno, en Canterlot, la potrilla unicornio al que me la compró se veía tan feliz y radiante con ella que le regalé un cuaderno y una pluma. Fue la sonrisa de esa pequeña la que me animó a seguir haciendo nuevos bocetos y juguetes. Por eso a esta muñeca le tengo un especial cariño, por ser la que me marcó el camino.

    El cuarto boceto era una réplica mucho más que aceptable de la Princesa Celestia, solo que de peluche. Shadow se acercó el boceto a la cara, buscando detenidamente los detalles. Era una muñeca extremadamente bien hecha.

    —Bueno —dijo el semental—, ese es quizás el más célebre de mis creaciones. De hecho la propia Princesa Celestia me compró uno. Y no veas el revuelo que se armó cuando lo hizo… Ese día terminé todas las existencias que tenía a la venta.

    +Pero, al peluche que más cariño le tengo de todos, sin duda alguna, es a éste —expuso el azulado poni mientras volvía a introducir su casco en el maletín. Cuando lo sacó, Shadow ahogó un grito: el peluche que su hermano había sacado era una réplica exacta de ella, aunque, fijándose bien, descubrió que la muñeca no tenía Cutie Mark. Era ella, sí, pero cuando era una pequeña potrilla—. Es para ti.

    Shadow cogió cuidadosamente la muñequita con ambos cascos e, instintivamente, se lo llevó al pecho para abrazarlo, mientras las lágrimas volvían a recorrer sus mejillas.

    —Gracias —musitó—. Gracias, de verdad… —se acurrucó sobre sí misma, aplastando su réplica contra su cuerpo, como si desease darle su calor y protegerlo de cualquier peligro—. Lo... lo siento, estaba equivocada con respecto a ti. No eres un… mons… —Shadow no se atrevió a decir esa palabra—. Eres... eres mi hermano. Y no quiero volverte a perder…

    —No me perderás —Plush sonrió, con los ojos llorosos de la emoción—. Estaremos en contacto, te lo aseguro.

    Y, levantándose los dos, se fundieron en un abrazo.

    Los gritos de ánimo y de júbilo de los ponis que estaban ahí les despertaron de su ensimismamiento. No se acordaban de que estaban en mitad del restaurante, a la vista del público que solo tenían ojos para ellos.

    Spoon Giddy se acercó con la cena y les sirvió. Después se dirigió al resto de mesas y empezó a tomar apuntes de los pedidos. Cuando llegó a la doble mesa donde estaban los miembros del Consejo del Pueblo y las amigas de Shadow, todas pidieron, excepto Gentle Colors, que únicamente quiso una cerveza.

    —Vamos Gentle —exclamó Muffled—, cena un poco. Por la celebración...

    —No, gracias —replicó la unicornio de dos colores—. Últimamente no me sienta bien la comida del restaurante. Ya cenaré cuando llegue a casa.

    Spoon Giddy se encogió de hombros y siguió apuntando y sirviendo por todo el restaurante. Definitivamente esa noche sería productiva para él.


    Todos los habitantes de Northwest Mines Town salían del restaurante. Habían esperado a que terminasen Shadow y su hermano Plush de cenar para abandonar el lugar.

    —Qué bien vendría ahora ver un poco la televisión —dijo Flashing, mientras miraba a Knowledge, a Shiny y a Feather.

    —Buena idea —respondió la historiadora—. Vamos a sacar la televisión a la calle, para que todo el pueblo pueda ver un programa, o una película, o lo sea que estén echando ahora.

    Las cuatro amigas se dirigieron rápidamente a casa de Feather y salieron portando la televisión, la antena y el decodificador, así como un alargador de cable. Enchufaron la televisión y, en cuestión de segundos, todo el pueblo estaba arremolinado alrededor del aparato, incluyendo Shadow y su hermano Plush. Desgraciadamente, el televisor era bastante pequeño, por lo que la cantidad de ponis que podían visionar medianamente bien la imagen era reducida.

    Los miembros del Consejo del Pueblo sonreían, un poco alejados de la escena. Era la hora convenida.

    —Shiny, Flashing, Knowledge, Feather… —comenzó a decir Gentle—, os cambio esta televisión por esto —y les mostró un pequeño mando que portaba sobre su casco.

    —No hagáis caso —dijo Flashing, intentando ignorarla—, seguramente sea un control remoto para una… ¡espera! —los ojos de la potrilla se abrieron de par en par—. ¿Es eso lo que creo que es?

    —Compruébalo tú misma —respondió la unicornio del cuerno roto, totalmente seria—. Pero antes quiero el televisor.

    —No sé, no sé... —exclamó Knowledge.

    —¡Vamos! —Gentle empezó a impacientarse—. ¿Os he mentido yo alguna vez?

    Las cuatro amigas intentaron recordar rápidamente si alguna vez lo había hecho, pero no recordaron nada de interés… De hecho, lo único medianamente parecido a una mentira había sido el hecho de ocultarles que ella era capaz de volver a hacer magia, aunque, como les dijo Shiny en su momento, era más bien el no decir nada hasta que llegase el instante preciso para hacerlo.

    —No, no lo has hecho —reconoció Shiny, al cabo de un momento.

    Entre las cuatro apagaron la televisión y lo empujaron levemente hacia Gentle, dando a entender que aceptaban el cambio. Ésta les dio el mando.

    —Pulsad el botón rojo, el que pone "ON" —explicó la unicornio de dos colores.

    Cuando lo hicieron, las cuatro a la vez, todo cambió: las extrañas losetas que había por toda la calle se elevaron, resultando ser el techo de unas columnas que portaban unos misteriosos aparatos, que enfocaban directamente hacia la mina. Al mismo tiempo, de las esquinas de algunas casas surgieron unos altavoces, estratégicamente colocados para la mejor recepción de sonido posible. Por encima de la mina, unas cortinas se empezaron a moverse hacia los lados, mostrando una gran pantalla de cine.

    Todo el pueblo estaba asombrado, pero las cuatro amigas pasaron rápidamente de asombro a una sonrisa de oreja a oreja. Flashing aferró el mando y pulsó un botón al azar. El sistema empezó a funcionar. Las torretas eran avanzados proyectores que expusieron, sobre la pantalla de cine, la misma película que estaban viendo momentos antes en la pequeña televisión.

    —Última tecnología —gritó Gentle, intentando hacerse oír bajo un sonido atronador—. Traída directamente desde Neighpon. Sistema multiproyector —señaló las torretas—, preparado para sistema en 3D, HD 1080p, 2400p indexados y con sistema multicanal en pantalla, para que no os peleéis por los canales. Más de 50.000 watios de sonido envolvente —señaló los altavoces—. Un reproductor de discos ultracompactos —apuntó hacia un pequeño aparato que estaba en una de las torres— y muchas películas, que están, provisionalmente, en la casa del Consejo, a la espera de la construcción de una hemeroteca. No hay un sistema de visionado tan avanzado en toda Equestria, de hecho, creo que no lo hay en todo el mundo…

    +Por supuesto, tendréis que ateneros a un horario —mostró un papel—. Nada de ponerlo a altas horas de la noche, y, cuando yo esté meditando, como máximo un 5% de volumen… entre otras cosas que están explicadas en esta hoja de normas.

    —Gentle… —Shiny pulsó el botón de apagado, ante la decepción de los demás—. ¿Por qué…?

    —Porque no habéis sido egoístas —respondió Gentle, cortándola—. De hecho, ningún poni del pueblo lo ha sido, tanto con el asunto de la reconciliación entre Shadow y su hermano Plush, como el hecho de mostrar vuestra televisión para que todos pudieran disfrutarlo —entonces se acercó aún más a las cuatro y siguió hablando en voz baja—, y, por supuesto, por ayudar a Shadow con su problema monetario…

    +Por cierto, Shadow —continuó Gentle, esta vez en alto, aproximándose a ella—, tengo algo para ti —exclamó, entregándole un pequeño sobre, que rápidamente abrió la herrero. Contenía un cheque con un valor más que suficiente para pagar de un plumazo todas las deudas que ésta tenía.

    —¡Ah! Lo prometido es deuda —Plush se acordó de repente y, abriendo el maletín, sacó el peluche de Twilight Sparkle y se lo entregó a la unicornio de dos colores.

    —Gracias, Plush —ésta asintió con la cabeza—. Y ahora, si me disculpáis, me voy a casa a cenar —explicó, dirigiéndose hacia su hogar, aunque de repente paró y, dándose la vuelta, prosiguió, mirando hacia Flashing, que aún seguía aferrando el mando a distancia, y a las demás—. Mañana recogeré la televisión, ¿de acuerdo? —pero ya nadie le hacía caso, pues estaban ensimismados viendo de lo que era capaz el sistema de proyección. Gentle resopló y entró en su casa.

    Shiny, volviendo a la realidad, se acercó a Muffled, que estaba, junto con los demás miembros del Consejo, viendo uno de los múltiples canales que estaban en pantalla, y escuchando perfectamente el sonido correspondiente a ese canal. Por lo visto, todo estaba perfectamente calculado para que nadie se perdiese ningún detalle.

    —Muffled, una pregunta… —empezó a decir la joyero—. ¿Cómo puede ser?

    —¿Cómo puede ser el qué? —preguntó la jefa de mineros, aunque sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo Shiny.

    —Me refiero a que cómo puede permitirse Gentle todo esto —señaló el sistema de proyección.

    Muffled se acercó a ella y le dijo en voz baja:

    —Es muy fácil… Entre todos los del pueblo tenemos un 3% del total de participaciones de la mina, a excepción del señor Opportunity, que tiene un 2%. El resto, es decir, un 95%, es propiedad de Gentle, gracias a sus padres… Aunque dona un 30% al Consejo del Pueblo para el mantenimiento de Northwest Mines Town, incluido la estatua de la plaza y la restauración de la ciudad de nubes —la jefa de mineros señaló los dos elementos—, ella sigue teniendo los beneficios que aporta el 65% de la venta de gemas.

    +Por supuesto, que esto quede entre nosotras. No sería bueno que todo el pueblo se enterase de que Gentle es inmensamente rica. De hecho, el otro día me enteré, en una reunión del Consejo, de que tiene negocios por toda Equestria, e incluso en otros países.

    Shiny estaba patidifusa. Gentle no parecía en absoluto una poni multimillonaria, con aires de grandeza, como había muchos en Canterlot. Sí, era orgullosa, pero también ilustrada y paciente, y parecía analizar completamente cada situación antes de decir o hacer algo, todo lo contrario a la extrema pomposidad que exhibía la alta sociedad de la capital del reino.

    —Por cierto —Shiny volvió a preguntar—, si esto nos lo regala a todos los habitantes por lo bien que nos hemos portado hoy… ¿Cómo es que empezaron a instalarlo ayer? ¿Tan previsible somos?

    —Digamos que muchas veces Gentle sabe cómo vamos a actuar, antes incluso de que lo pensemos nosotros mismos —respondió la jefa de mineros—. Es como una especie de adivina… Y debo decir que eso, querida, da hasta miedo.

    Shiny miró hacia la casa de la extraña unicornio. Gentle era realmente excepcional, y no se refería únicamente a su cuero de dos colores ni a su cuerno cortado.


    Gentle cerró las cortinas al llegar a casa. Fuera, todos estaban viendo diferentes canales en el avanzado sistema de proyección múltiple. "Perfecto…", pensó, "Que vivan en su ignorancia".

    Miró detenidamente el peluche de Twilight Sparkle. Era un gran trabajo de artesanía, exactamente igual de trabajada que la original. La palpó, comprobando su interior: era blando, probablemente su relleno estaba compuesto de algodón. No había nada mínimamente duro en su interior, y en su exterior tampoco había nada de interés. Definitivamente no había ningún micrófono ni una microcámara en ese peluche.

    Se dirigió a su biblioteca, al fondo de la casa. Era una pequeña habitación sin ventanas. Fue directamente hacia un estante en concreto y se paró. Suavemente, pasó el casco sobre la fila de libros, mirando de soslayo todos los títulos. Todos los ejemplares eran antiguos, algunos incluso milenarios. Retiró un libro específico y lo escrutó. Era "El libro de las Leyendas".

    —Curioso… —susurró, recordando lo vivido con el asunto del Elemental de Tierra, mientras miraba al peluche de Twilight—. Quién diría que este libro esconde un gran secreto… Pero no en sus páginas, sino aquí —señaló el el espacio de la estantería donde había estado el tomo. Allí, totalmente oculto, y pintado con el color de la madera de su alrededor, había un pequeño botón.

    La unicornio de dos colores volvió a mirar a la muñeca y se lo acercó a la cara, hasta el punto de rozarla con el hocico, como si estuviese midiendo sus fuerzas con la verdadera Twilight Sparkle, representada por aquel peluche.

    —"¿Os he mentido yo alguna vez?" —repitió las mismas palabras que había dicho antes a cuatro de sus cinco amigas, mientras seguía fijando sus ojos en la blanda muñeca—. Pobres ilusas… Si supieran que toda mi vida se basa en una sucesión continua de mentiras, me repudiarían… Como me han repudiado todos y cada uno de aquellos a los que me atreví a llamar "amigos".

    +Pero ellas no merecen estas mentiras —continuó diciendo en voz baja, desviando sus ojos hacia la pared que daba a la calle principal, donde estaba concentrado todo el pueblo—. Lo mínimo que puedo hacer es agasajarlas con menudencias —volvió a mirar al peluche—. Tómalo como un premio por hacerme recuperar mi magia, aunque ésta no sea más que una pequeña sombra de lo que un día fue… o bien hazlo como un intento de acallar mi atormentada conciencia.

    +Ahora vas a ser testigo de algo que no sabe nadie —volvió a acercar la muñeca a su hocico—. De hecho, ni siquiera Wise Words lo sabe… Mejor dicho, ni siquiera "este" Wise Words lo sabe. Lo sabían cuando todos lo construyeron para mí, pero lo olvidaron, gracias al hechizo que aún perdura en este maldito pueblo… ¿Y sabes una cosa? —la unicornio entrecerró los ojos—. Hace mucho tiempo que logré romper en mí ese hechizo. Ya no me afecta, pero a ellos sí —señaló otra vez hacia la calle principal—. Deberías verles… Viven en un mundo de fantasía, totalmente ajenos a la verdad… Pero yo no voy a despistarme ni un segundo. Los protegeré de la verdadera maldad, y tú, o mejor dicho, la unicornio a la que representas, sabe perfectamente quién es.

    Pulsó el botón y se oyó un crujido. Parte del suelo comenzó a elevarse hacia un lado, dejando ver una escalera de mármol que bajaba, diagonalmente, hacia las afueras del pueblo. Gentle volvió a poner el libro en su sitio y bajó por dichas escaleras. Cuando estuvo abajo, presionó un interruptor. A la vez que se unas luces comenzaban a encenderse, el mecanismo de ocultación de la entrada volvió a su posición original.

    Aquel pasillo distaba bastante de ser una bodega o un sucio sótano… Al contrario, el suelo estaba enmoquetado por una tela roja de gran calidad y la pared tenía dos colores, rosa claro hasta una separación de yeso situada horizontalmente justo por la mitad de la pared, y naranja por encima de dicha separación. El techo era de un impoluto blanco. Las lámparas que iluminaban el corredor eran de araña, con una construcción formada por diamantes de gran calidad. Y, en los laterales del pasillo, podía verse una gran cantidad de puertas de madera noble.

    Gentle se dirigió hacia una de ellas en concreto, al fondo de la galería. A diferencia de las demás, ésta era una pequeña puerta metálica. Según iba pasando por delante de las demás, comentaba en alto lo que había detrás de cada una: "Habitación de invitados", "Comedor", "Sala del tesoro", "Salón del trono", abriéndolas a su paso, para mostrar al peluche el interior de cada habitación. En la sala del tesoro había, perfectamente ordenado, un sinfín de monedas, gemas, lingotes de oro, papeles y legajos, libros varios y objetos de toda índole cuya aura mágica refulgía con tal magnitud que hacía intuir que no eran únicamente objetos imbuidos en un sinfín de hechizos. Todo en esa habitación era demasiado antiguo o perdido en el tiempo. Sin embargo, la siguiente sala que mostró a la muñeca, a la que Gentle llamó "Salón del trono", era una réplica exacta del auténtico salón del trono que la Princesa Celestia poseía en el Palacio de Canterlot.

    —Y, por último, en este piso… —la unicornio de dos colores seguía hablando con el peluche—. Sí, hay más pisos por debajo. Quizás algún día te los enseñe, pero no hoy —tosió para aclararse la garganta y continuó—. Por último, en este piso... "La cocina de los horrores" —exclamó, abriendo la puerta de metal de la última habitación.

    Cuando entró en el cuarto, encendió la luz. Las paredes contrastaban completamente con el resto del palacio subterráneo, pues estaban totalmente recubiertas de frío metal. Los electrodomésticos y mobiliario que había en su interior eran del mismo material. Gentle dejó el peluche de Twilight sobre la mesa y abrió la nevera. Rebuscó en su interior hasta que encontró algo idóneo, que colocó sobre la encimera. Encendió uno de los fogones eléctricos y, poniendo aceite en una sartén, empezó a cocinar su cena.

    Sacó un plato y un vaso de un armario y, de un cajón, agarró un tenedor y un cuchillo, poniéndolos a continuación sobre la mesa. Después sujetó la sartén y, con cuidado, lo reposó sobre un salvamantel metálico. Con el tenedor pasó la cena al plato, y se volvió a llevar la sartén, dejándola en el fregadero. Seguidamente abrió otro armario y sacó una bolsa con pan de molde, que llevó hasta la mesa, abriéndola a continuación y cogiendo dos porciones. Por último, llenó una jarra de agua y, vaciando parte del líquido en el vaso, colocó la jarra sobre la mesa.

    Empezó a cortar su cena en trozos muy pequeños, sabiendo que su dentadura plana no era capaz de masticar lo que había sobre el plato, por lo que debía tragar directamente cada porción.

    Cuando terminó de triturar la comida, pinchó un pequeño trozo con el tenedor y se lo llevó a la boca… Pero a medio camino se fijó en la muñeca: quizás había sido por casualidad, o quizás lo había hecho inconscientemente, pero el peluche de Twilight estaba colocado directamente hacia ella, mirándola con una estúpida sonrisa.

    —¿¡Qué es lo que estás mirando!? —preguntó Gentle.

    La muñeca estaba impasible.

    —Ah, es mi cena, ¿verdad? —volvió a inquirir la unicornio.

    El peluche siguió inalterable.

    —¿¡Piensas que soy un monstruo por esto!? —interpeló Gentle, señalando al plato.

    La muñeca le seguía devolviendo una sonrisa.

    —¡Sí, soy un monstruo! —la unicornio de dos colores miró inquisitivamente al peluche de Twilight Sparkle—. ¡Y todo se lo debo a tu maestra, la Princesa Celestia! ¡Ella es la auténtica maldad que acecha Equestria! —entonces golpeó, con gran furia, la mesa.

    La muñeca cayó entonces hacia un lado, aunque siguió mirándola. La sonrisa que tenía, desde ese ángulo, resultaba bastante aterradora.

    —¡Y juro que pagará lo que me ha hecho… lo pagará con creces… aunque sea lo último que yo haga en esta vida! —gritó Gentle. Y se llevó la porción a su boca, masticándolo despacio, mientras los chorretones de grasa se le caían a través de la comisura de los labios.

    FIN DEL CHAPTER 1x10


    Dedicado a Michael Morones. Ánimo, tú puedes conseguirlo. Has demostrado ser más fuerte que mil Sansones.

    15. 1x11 - Reddish - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Este es un capítulo especial, el cual he dividido en cuatro partes para su mejor lectura (en total son algo más de 30.000 palabras y 66 páginas).


    Tags: [Sad/Triste] - [Dark/Oscuro] - [Adventure/Aventura] y un poco de [Tragedy/Tragedia] - [Comedy/Comedia] - [Romance/Amor]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x11

    Reddish

    Parte 1

    —Bueno, Gentle, hoy es tu día —Shiny sonrió mientras entraba a la mina, acompañada de la unicornio de dos colores.

    —Shiny, solo estamos entrando a la mina —respondió Gentle—, como hacemos muchos días.

    —Pero hoy tengo una sorpresa para ti —la joyero se ajustó el casco antigolpes y miró a su amiga—. Espera, tienes el casco de protección suelto —declaró, y se acercó a ella para ponérselo correctamente—. Tienes demasiada crin, y los cierres no encajan bien. Quizás deberías cortártelo un poco.

    Entre las dos lograron colocar perfectamente el elemento de seguridad sobre la cabeza de Gentle. La unicornio dejó escapar un gesto mohíno…

    —Mi crin es perfecta tal y como está —dijo, mirando fijamente a Shiny—. Es como una seña de identidad.

    —Pues es una seña de identidad muy rara —la dorada pegaso devolvió la mirada a su amiga—. Algún día un poni quedará atrapado ahí dentro —señaló la crin que ladeaba a lo largo del cuerpo de la unicornio— y morirá ahogado. Además, debe ser una tarea titánica lavar y acondicionar toda esa marabunta de pelo.

    —¿Acaso insinúas que mi cabellera no está bien tratada y lavada? —Gentle empezaba a enfadarse.

    —No, me refiero a que tienes que perder mucho tiempo en dejarlo tal como está ahora —Shiny también empezó a enfurruñarse—. Además, no sé a quién intentas engañar… esa crin es un claro homenaje a la Princesa Celestia. Seguramente sea ella quien te inspire cada día.

    Los ojos de Gentle comenzaron a encenderse de rabia. Comparar su crin con la de la Princesa Celestia era como clavar un cuchillo por la espalda. Aunque Shiny tenía razón en una cosa: la Princesa Celestia era quien la inspiraba cada día… hacíendo que su odio fuese cada vez más profundo.

    —Claro que la crin de la Princesa Celestia ondea al viento de forma espectacular —continuó diciendo Shiny—, mientras que la tuya cae por ambos lados del cuerpo hasta casi rozar el suelo. En serio, más de una vez te has tropezado con tu propio pelo.

    Gentle se relajó. Shiny estaba en lo cierto. Quizás era hora de un cambio de look y cortar su crin… aunque decidió, finalmente, descartar esa idea. Se había prometido a sí misma que no se cortaría la crin hasta que venciese a la Princesa Celestia… o hasta que ésta la perdonase.

    —Bueno, ¿entráis o qué? —Muffled se acercaba, sonriente—. Estáis tapando la entrada a la mina.

    —Hola Muffled —saludó Shiny. Gentle únicamente asintió con la cabeza, a modo de cortesía—. Hoy es un día especial… —la dorada pegaso sonrió—: Gentle va a hacer la entrada número cien a la mina.

    —¿Ya es la número cien? —Muffled se ajustaba el casco protector—. Parece que fue ayer cuando entró por primera vez… Enhorabuena, Gentle.

    —¿Qué importa que sea la número cien o la doscientos? —la unicornio de dos colores preguntó irónicamente—. Lo importante es que hay trabajo que hacer.

    —Eso es cierto, muy cierto —Muffled se acercó a las dos yeguas—. Y es hora de empezar la jornada… ¿Vamos?

    Las tres entraron juntas a la mina, con Gentle a la cabeza. Muffled y Shiny se miraron y asintieron a la vez, con una sonrisa en la boca.

    —Bueno —la jefa de mineros fue la primera en hablar—, si es la entrada número cien de Gentle a la mina, habrá que preparar un evento especial, ¿no?

    —Ya lo tengo pensado —respondió Shiny—. Ayer vi una gema perfecta para esta conmemoración: de tamaño ideal, perfectamente tallada de forma natural y, lo mejor de todo, es que es negra.

    —¿Una gema negra? —Muffled abrió los ojos, sorprendida—. ¡No puedo creerlo! Las gemas negras son rarísimas… Casi podría decirse que son únicas —miró a su alrededor y continuó hablando—. Parece mentira, pero llevo muchos años en esta mina y aún me sigue sorprendiendo.

    Gentle cada vez estaba más aburrida de la conversación entre Shiny y Muffled, así que aceleró el paso, haciendo que las dos elevasen el ritmo para seguirla. La unicornio de dos colores recordaba que, hace mucho tiempo, en lo más profundo de la mina, había visto una gema como la que acababa de describir Shiny. Pero paró de repente: si iba directamente hacia esa gema, las otras dos se preguntarían cómo sabía de su existencia, si se suponía que nunca había llegado antes hasta esa profundidad.

    —¿Vamos bien? —preguntó, girando su cabeza para mirar a las dos yeguas. Afortunadamente para ella apenas habían recorrido unos pocos metros, por lo que su secreto estaba a salvo.

    —Por el momento vas perfectamente —respondió Shiny—. Casualmente has elegido justo las bifurcaciones exactas, pero aún queda mucho camino para llegar. Iré yo primero, si no os importa —tanto Gentle como Muffled asintieron.

    Pasaron un recodo tras otro hasta que, después de casi una hora de viaje, llegaron a un largo pasillo apuntalado. La dorada pegaso se paró y, mirando a las otras dos, dijo:

    —Ya hemos llegado. Está torciendo esa esquina —señaló una salida que había un poco más adelante—. Gentle, haz los honores…

    Ésta se adelantó y caminó despacio. Tuvo que reconocer que estaba expectante y ansiosa por ver la gema negra… otra vez. Efectivamente había estado allí hace mucho tiempo aunque, a pesar de que todo el interior de la mina había cambiado, lo recordaba como si hubiese sido el día anterior.

    Cuando torció el último recodo, miró directamente hacia la pared. Ahí estaba la gema negra, tal como debía ser. Detrás de la unicornio llegaron Shiny y Muffled, aunque ellas se quedaron quietas, asombradas.

    —¿Qué… es… esto? —Muffled no podía creérselo.

    —Os… os juro que esto no estaba aquí ayer —Shiny estaba alucinando.

    Gentle se giró, y entonces lo vio: en mitad del corredor, justo delante de ella, había un gran huevo, aproximadamente la mitad de grande que un potrillo, de color rosa con topos naranja. Gentle entrecerró los ojos. ¿Qué hacía un huevo en la mina, y más aún en un lugar tan profundo? Sin embargo, sabía a qué animal pertenecía ese huevo, lo cual hacía que la cantidad de preguntas que se estaba haciendo aumentase considerablemente.

    —Creo que lo mejor será llevarlo fuera de aquí —aclaró finalmente la extraña unicornio, acercándose al huevo. Lo rozó con su pata y, notando el calor de su interior, exclamó—. Está a punto de eclosionar.

    Sin dejar que las otras dos dijesen nada, se lo cargó en la grupa y lo envolvió con su crin, evitando así que pudiera caerse, además de protegerlo de posibles golpes… Entonces se dirigió hacia la salida. Shiny y Muffled, aún sorprendidas, la siguieron, mientras formulaban entre sí toda clase de preguntas sobre el extraño huevo.


    Apenas habían salido las tres yeguas de la mina cuando los habitantes de Northwest Mines Town que estaban en la calle se arremolinaron a su alrededor, fascinados por el insólito hallazgo. También lo hicieron los mineros que se habían encontrado por el camino, que les habían seguido desde el interior de la mina, formando una comitiva.

    Gentle caminó hasta la plaza, parándose al lado de la estatua. Miró a su alrededor y señaló a todos los unicornios que había, independientemente de su edad, haciéndoles una señal para que se acercasen. Después pidió a Muffled, a Shiny y a los demás ponis de tierra o pegasos, que buscasen urgentemente a todos los unicornios de Northwest Mines Town, ya que notaba en su grupa los movimientos de la criatura atrapada en el huevo, que pugnaba por salir.

    Rápidamente fueron reunidos todos los unicornios en la plaza, al lado de Gentle. Ésta bajó sus patas traseras y dejó que el huevo, frenado por su crin, que aún lo seguía envolviendo, se deslizase suavemente hasta el suelo. Una vez reposado sobre la tierra, retiró con cuidado su pelo y, a pesar de que sabía que era el centro de las miradas, tosió para llamar la atención:

    —Por favor, que den un paso adelante los unicornios que han estudiado en la Escuela de Magia de Canterlot —exclamó.

    Unos dos tercios de los unicornios se adelantaron.

    —Bien, ahora necesito que den un paso adelante los que han hecho alguna vez el hechizo de incubación mágica —continuó diciendo la yegua de dos colores—, pues hay muchísima diferencia entre la teoría y la práctica.

    Esta vez, solo avanzaron unos pocos, entre ellos Magic Sales.

    —Perfecto, y, por último, necesito que den un paso adelante los que hayan reconocido a la perfección a qué tipo de animal pertenece este huevo —Gentle habló por tercera vez—. Como sabrán los que han practicado el hechizo de incubación mágica, la diferencia entre especies puede ser determinante, y ese conjuro, mal efectuado, puede ser fatal para el bebé que hay dentro del huevo.

    Nadie se adelantó. La unicornio de dos colores torció el gesto.

    —¿En serio nadie sabe a qué animal pertenece el huevo? —preguntó, contrariada—. ¿¡Pero qué es lo que enseñan ahora en la Escuela de Magia!? ¿¡Estupideces!?

    Magic Sales se adelantó un poco, saliendo en defensa de los unicornios que Gentle acababa de faltar al respeto.

    —Te recuerdo que la Escuela de Magia de Canterlot es más representativa y exigente de Equestria —replicó—. Además, el hecho de pretender incubar un huevo con la magia es una estupidez..

    —¡Pues mira lo que tienes delante de tu hocico! —Gentle estaba visiblemente rabiosa—. ¡Está claro que, para hacer las cosas bien, hay que hacerlo una misma! ¡Apartaos, necesito concentración!

    El huevo estaba dando bandazos en el suelo. Fuese quien fuese el bebé que hubiese dentro, quería salir a toda costa.

    —Solo os pido que recordéis que, lo que salga de ese huevo, no es más que una criatura inocente —explicó la unicornio de dos colores—, así que os agradecería que no descarguéis en ese bebé vuestra ira. Yo me encargaré de cuidarlo… Siempre he deseado tener un bebé.

    Los ponis empezaron a preguntar en alto qué clase de monstruo sería lo que contenía el huevo, para que Gentle diese ese aviso… y también empezaron a inquirir qué iba a hacer la unicornio del cuerno serrado, si todos sabían que ella no tenía ningún poder para lanzar un hechizo.

    —¡CALLÁOS! —Gentle gritó, desesperada. El huevo había dejado de moverse. Eso era catastrófico... pues solo podía significar una cosa: la criatura de su interior no había tenido fuerzas suficientes para romper el cascarón, y estaba empezando a morir de agotamiento.

    La unicornio de dos colores cerró los ojos con fuerza. Sabía que estaba mirándola todo el pueblo, y entre ellos estaban sus amigas… esas amigas que posibilitaban que ella pudiera volver a lanzar hechizos, gracias a la amistad que tenían entre todas…

    Fijó mentalmente el huevo. Tenía que visionar en su cabeza una temperatura específica y aplicarla lentamente al huevo, a la vez que debía tener en cuenta las dimensiones del contenedor. Y se concentró. Se concentró como hacía mucho tiempo que no lo hacía, ya que una vida dependía de ello.

    Su cuerno, cercenado casi desde la base, empezó a iluminarse, apareciendo al momento un espectral cuerno mágico, ocultando completamente su protuberancia. El color del aura que envolvía tanto al cuerno fantasmal como al huevo, era de un vivo e intenso rojo fuego.

    El huevo empezó a elevarse hasta quedar unos centímetros por encima del suelo. Ahora Gentle debía pensar en la criatura de su interior, ponerse en su lugar, ser ella… y visionar la rotura del huevo desde el interior. Eso ayudaría al pequeño ser a salir del cascarón. Así lo pensó Gentle, y así lo hizo el bebé, a juzgar por las pequeñas grietas que empezaban a surgir en el cascarón. Entonces una bocanada de humo negro salió de los ollares de la unicornio de dos colores, haciendo que los que observaban la escena retrocediesen, ligeramente asustados.

    Finalmente, Gentle tenía que pensar en separar el cascarón, de tal forma que se formase un agujero, y volver a ser ponerse en el lugar de la criatura, para que este pegase la primera bocanada de aire puro, sin la protección del cascarón. Y así lo pensó la unicornio, y así lo hizo el bebé, rompiendo en dos el cascarón.

    Entonces supo que lo había conseguido, a juzgar por los silbidos de júbilo y las pisadas de los espectadores, a modo de aplausos y, con una sonrisa, se desmayó.


    Poco a poco, la unicornio de dos colores recuperó la consciencia. Tenía la cabeza apoyada sobre las patas delanteras de Shiny, mientras Muffled miraba alternativamente a ella y al huevo, con cara de preocupación. Gentle incorporó poco a poco la cabeza para ver qué había pasado con la criatura. Ahí estaba, todavía en el huevo, mirando perplejo a los ponis reunidos, que a su vez estaban asombrados y asustados por el bebé.

    La unicornio de dos colores supo que su desmayo había sido apenas de unos segundos y sonrió: cada vez eran más cortos sus desvanecimientos después de usar magia.

    —Gentle —Muffled fijó entonces su mirada en la unicornio—. No sabía que podías hacer magia.

    —Quería enseñároslo a todos en una ocasión especial —declaró la unicornio mientras se incorporaba poco a poco—, y esta lo ha sido.

    Entonces la jefa de mineros señaló la criatura que había en el huevo.

    —¿Es… "eso" lo que creo que es? —dijo, clavando aún más su mirada sobre Gentle.

    —Si te refieres a que es un bebé dragón... Sí, lo es —ésta empezó a acercarse al huevo y cogió cuidadosamente al bebé, levantándolo—. De hecho, es una bebé dragón, a juzgar por la doble espina que tiene en la punta de la cola —sobre el extremo de dicha extremidad, la bebé dragón tenía una espina a la izquierda y otra a la derecha, de tal forma que, juntas, se asemejaban a un lazo color celeste atado a la cola.

    Gentle se atusó su crin con una pata, mientras sujetaba a la bebé dragón con la otra. Mientras, la observó detenidamente: la criaturita era roja, con la panza dorada, sus púas eran de color celeste, y sus ojos eran de un intenso amarillo. Cuando terminó de acicalarse el pelo, puso cuidadosamente a la criatura sobre su grupa, rodeándola con la crin. La bebé dragón cogió entonces un pequeño mechón y se lo llevó a la boca para chuparlo.

    —Gentle, no puedes tenerla, es un dragón —Muffled señaló la grupa de la unicornio de dos colores—, y nosotros somos un pueblo minero —y señaló la mina.

    —Sé perfectamente que éste es un pueblo minero —Gentle miró furiosa a Muffled—. Pero… ¿Sabes tú a quién pertenece la mina?

    La jefa de mineros calló, mientras miraba inquisitivamente a Gentle. Aunque la unicornio tenía razón, esas no eran ni formas ni el momento de decirlo. Todos los ponis reunidos empezaron a cuchichear desaprobando la actitud de la yegua de dos colores. ¿Quién se creía que era esa unicornio del cuerno roto? El hecho de que estuviese en el Consejo del Pueblo no le daba poder para menospreciar a los demás.

    Únicamente sus amigas y los miembros del Consejo del Pueblo sabían de la verdadera situación con respecto a la mina y a Northwest Mines Town: en realidad Gentle Colors era quien podía hacer y deshacer lo que quisiese en ese pueblo… y ahora estaba demostrando que así era.

    —Magic —Gentle giró la cabeza para mirar a la vendedora—, necesito pañales de bebé poni. Me servirán para ella —volvió a torcer la cabeza, señalando a la bebé dragón—. Y también leche en polvo especial para ponis, de nivel cero. ¿Tienes algo de esto en tu tienda?

    —Sí, creo que sí —Magic, sin saber qué hacer, miró alternativamente a Gentle y a Muffled. Esta última le dio permiso para continuar, mediante un movimiento de cabeza—. Tal como está creciendo el pueblo, he ampliado la variedad, trayendo productos nuevos… Y entre ellos está todo lo relacionado con la maternidad.

    —Entonces vamos —la unicornio de dos colores elevó la cabeza para proteger mejor al bebé, aunque, a ojos de los demás, ese gesto pareció ser de orgullo. A continuación empezó a seguir a Magic, que agachó levemente su cabeza. Entonces se dirigieron las dos a la tienda, ante las quejas de los ponis reunidos, y ante la atenta mirada de Muffled.

    Una vez que las dos desaparecieron en el interior del colmado, Muffled se giró en redondo y, mandando callar, exclamó, furiosa:

    —Reunión del Consejo del Pueblo. ¡Ahora!

    Wise salió, como pudo, de entre la maraña de ponis y se acercó a Muffled.

    —¿Aviso a Magic y a Gentle? —preguntó.

    —A Magic sí… Cuando esté a solas. Pero no avises a Gentle. Va a ser una reunión del Consejo sin ella —respondió Muffled, resoplando de ira.


    —Único punto del día: Gentle y el bebé dragón —Muffled seguía igual de enfadada.

    —Bueno, técnicamente es una bebé dragón —matizó Disarming.

    Muffled miró inquisitivamente al hotelero, lo que hizo que éste bajase la mirada.

    —Único punto del día: Gentle y el peligro público número uno —continuó diciendo la jefa de mineros, esta vez mirando directamente a Disarming.

    —Vamos, Muffled —cortó Wise—. Creo que te estás pasando un poco, ¿no crees?

    Ésta miró de igual manera a Wise, pero Magic levantó la pata, reclamando la atención y, sin esperar respuesta, dijo:

    —Opino igual que Wise. solo es un bebé… —miró de soslayo a Disarming y se corrigió a sí misma—. Solo es una bebé. ¿Qué daño puede hacernos?

    —Comen gemas —respondió Muffled—. Desde que nacen. Y cuando crezca dejará la mina sin existencias. Y a nosotros nos matará de hambre por no tener gemas para vender.

    —"Aún así, la mina pertenece a Gentle. Es la que más tiene que perder en este asunto" —expresó Look Talker, mediante movimientos de ojos.

    —Y el pueblo tiene un 3% de participaciones de la mina, lo sé —la jefa de mineros continuó hablando—. Pero el 3% de nada es nada. Ese dragón debe irse, por el bien de Northwest Mines Town.

    En ese momento, con un golpe seco, se abrió la puerta. Era Gentle, portando a la bebé dragón en una especie de mochila para bebés poni, de tal forma que la pequeña le colgaba por delante.

    —¿Por qué no he sido invitada a esta reunión? —preguntó.

    —Lo sabes perfectamente —respondió Muffled—. Ese bebé dragón es un peligro para todo el pueblo y debemos decidir su futuro.

    —Entonces con más razón debería estar yo invitada —continuó hablando Gentle—, para alegar en defensa de Reddish.

    —¿Reddish? —inquirió Wise.

    —Sí, así he decidido llamarla —contestó la unicornio de dos colores—, por su color predominante.

    —Sabes que no puede quedarse, Gentle —Muffled intentó tranquilizarse, sabiendo que no ganaba nada enfadándose.

    —No eres la única que piensa eso, Muffled —Gentle miró a la jefa de mineros—. He tenido que traer a Reddish conmigo, pues no está segura en casa, y menos sola. Según he venido he oído los cuchicheos a mis espaldas, y he sentido las miradas de desprecio.

    —¿Entonces vas a entrar en razón y entregarla en adopción? —exclamó Muffled, mirando a Gentle.

    —¿Entregarlo en adopción? —preguntó la unicornio de dos colores—. Veo que estás desesperada por hacerla desaparecer —señaló a Reddish—, sin importarte su seguridad. Es un bebé, no te va a comer… Sin embargo, no estoy segura de que tú no seas capaz de hacerle daño a la criatura. Eres un monstruo. Me das asco.

    Y, después de decirlo, se dio la vuelta. Muffled estalló de rabia.

    —¿¡Yo un monstruo!? —gritó, totalmente fuera de sí—. ¡A mí nunca se me habría ocurrido una estupidez tan grande como abrir un huevo de dragón en un pueblo minero! ¡Tú eres la que está loca!

    Gentle se dio la vuelta y miró con furia a Muffled.

    —¡Estaba a punto de morir! ¡Si no llego a abrir el huevo…! —gritó.

    —¡Quizás habría sido mejor dejar que la naturaleza hubiese seguido su curso! —espetó la jefa de mineros.

    Eso fue demasiado para Gentle. Se acercó a Muffled y le dio un gran y sonoro bofetón. La jefa de mineros, perpleja al principio, se rehízo inmediatamente e intentó devolver el golpe, pero fue sujetada por Wise y por Magic, que eran los que estaban más cerca de ella. A la unicornio de dos colores, sin embargo, la alejaron entre Look y Disarming.

    —Por favor, por favor —exclamó Wise—. ¿Esto qué es, una reunión o el patio del colegio? Comportaos como ponis adultos.

    —Tienes razón —respondió Gentle—. Lo siento… Siento que hayáis tenido que oír sus ponzoñosas palabras.

    Muffled intentó zafarse, sin éxito. Esa maldita unicornio, además de abofetearla, le había faltado al respeto al insultarla de esa manera.

    —Pues yo siento no haberte golpeado en mitad de esa cara de imbécil que tienes —soltó.

    Lentamente, Gentle levantó una pata, señalando que no intentaría nada si la soltaban. Así lo hicieron Look y Disarming. Entonces la unicornio de dos colores se dio la vuelta y empezó a dirigirse a la puerta. Pero antes de llegar a ella, se paró, y, sin volver la vista, exclamó:

    —Quiero ejercer mi derecho a veto para expulsar a Muffled Yell del Consejo del Pueblo.

    El resto de los reunidos quedaron asombrados. Lo que acababa de ocurrir era altamente extraordinario. Nunca antes, en toda la historia de Northwest Mines Town, se había ejercido el derecho a veto, y lo peor de todo es que Gentle tenía el poder suficiente como para decidir ella sola quién entraba y salía del Consejo.

    —El resto —continuó diciendo la yegua del cuerno roto—, podéis intentar indagar sobre lo realmente importante en este asunto: ¿Qué hacía un huevo de dragón en el interior de la mina? —entonces salió por la puerta, dejando atrás a un grupo totalmente anonadados por la orden de veto.

    Pero la que peor había encajado la noticia había sido Muffled, que se dejó caer al suelo, completamente derrotada.


    Shiny estaba esperando, frente a la puerta de la casa de Gentle, a que llegasen las demás. Estaba ilusionada pues, exceptuando aquella vez en Ponyville, nunca había visto un dragón, y menos uno recién salido del cascarón. Lo poco que había podido vislumbrar en la plaza le había encantado: era una criatura tan bonita, tan encantadora, tan maravillosa… que le parecía imposible que, de mayor, pudiese ser tan grande como para tragarse un poni de un bocado.

    En seguida llegaron las amigas, que también estaban impacientes por ver a la pequeña dragón. Flashing empezó a corretear, adelantándose al resto, y llamó a la puerta. Quería jugar con esa criatura tan adorable... Aunque las demás también deseaban hacerlo.

    Cuando Gentle abrió la puerta, todas las yeguas del grupo sonrieron: la unicornio de dos colores estaba amamantando a la dragoncita, mediante una especie de cinturón que le rodeaba el cuerpo, del que estaba amarrado un biberón lleno de leche a modo de pecho natural, aunque la yegua del cuerno roto lo tenía situado, por comodidad, un poco por debajo de las patas delanteras, mientras sujetaba cuidadosamente al bebé con una de las patas y con el casco de la otra dirigía el biberón.

    —Hola, chicas —dijo—. Pasad, pasad…

    Entraron y, excepto Gentle, que marchó a la cocina, las demás se acomodaron en el salón, que estaba lleno de paquetes de pañales, de paquetes de pañuelos infantiles, de cremas especiales para bebés y demás cosas para el cuidado de la pequeña. Apartaron cuidadosamente los objetos del sofá, mientras suspiraban: ellas también deseaban disfrutar de la maternidad. Únicamente Shadow no quería… De hecho miraba a las demás con los ojos entrecerrados, mientras sonreía a modo de complicidad.

    —Estáis tontas —declaró la herrero—. Pero muy tontas, que lo sepáis.

    —Oh, vamos… —respondió Shiny—. Parece que no te hace ilusión lo del bebé.

    —Sí que me hace —respondió Shadow—, pero una cosa es ver a una bebé y otra muy distinta es querer tenerla. Se os ha activado el botón de "maternidad" a todas, y eso que aún no la hemos visto de cerca. Lo dicho, estáis muy tontas —y volvió a sonreír.

    De repente, un gran ruido se oyó en la cocina, acompañado de un fogonazo. Todas se asustaron y, mirándose entre ellas, empezaron a levantarse, deseando que no le hubiese pasado nada a la criatura.

    —No os preocupéis —exclamó Gentle desde esa habitación—. Ha sido la pequeña, que ha eructado fuego. Eso es buena señal —al oír eso, todas respiraron aliviadas—. Prefiero que lo haga aquí en la cocina, más que nada porque hay menos cosas inflamables que en el salón.

    Acto seguido, la unicornio de dos colores volvió de la cocina, portando a Reddish en la mochila, mientras que en uno de los cascos llevaba una gema. Sacó cuidadosamente a la bebé dragón de la mochila y la apoyó sobre la pata que tenía libre, sentándose a continuación. Entonces le dio la gema a la criatura para que ésta se entretuviese chupándola, cosa que, a juzgar por los movimientos que hizo de sus pequeñas extremidades, siguiendo la trayectoria de la gema, deseaba hacer.

    Una vez la bebé tuvo la gema en la boca, ésta empezó a babearla por todos lados, sorbiéndola con avidez. Entonces Gentle elevó la mirada para hablar con sus amigas. Estas observaron que, por primera vez en mucho tiempo, los ojos de la unicornio de dos colores estaban vivos y titilaban de emoción. Verdaderamente Gentle era feliz con esa criatura en sus patas.

    —Es realmente preciosa… —dijo Shiny, enternecida.

    —Es adorable… —Flashing estaba impaciente por acoger a esa bebé junto a su pecho.

    —Es especial… —Knowledge miraba con ojos maternales, tanto a Gentle como a la pequeña criatura.

    —Es maravillosa… —Feather aplaudía juntando con suavidad sus cascos, pues no quería hacer mucho ruido.

    —Es… todo lo que han dicho ellas… —los ojos de Shadow empezaron a humedecerse.

    —¿De verdad os gusta la pequeña? —preguntó Gentle—. He decidido llamarla Reddish.

    —Un nombre muy apropiado… —declaró Shiny.

    —Y precioso… como ella… —Knowledge estaba sonriendo de oreja a oreja.

    Las demás asintieron.

    —Por cierto, Shiny —comentó Gentle—, necesito que me traigas un poco de polvo de gema… He intentado triturar una gema para añadirlo al preparado lácteo pero he roto la batidora y la licuadora… Y con la trituradora de carne es casi imposible. Solo me ha dado para llenar un biberón.

    —¿Tienes una trituradora de carne? —inquirió Knowledge—. ¿Por qué…?

    —Oh, la tengo desde hace muchísimo tiempo —respondió la unicornio de dos colores—. Lo adquirí en Canterlot, cuando estaba estudiando. Por lo visto se habían equivocado en el envío y el vendedor, para darle salida, rebajó el precio a la mitad. Me pareció una buena idea comprar una, y menos mal que lo hice —Gentle miró a Reddish, que hizo una mueca sonriente—, porque si no, ella no tendría alimento con el aporte suficiente, ¿verdad, bichilla? —y le pellizcó suavemente la panza a la pequeña dragoncita, que emitió una risita.

    —Una pregunta, Gentle… —empezó a decir Shiny—, ¿cómo es que sabes tanto de dragones y de su cuidado?

    —Porque la tesis que hice cuando estaba en la Escuela de Magia fue precisamente sobre los dragones —contestó ésta—. Bueno, más exactamente fue una tesina múltiple entre cuatro alumnos, ya que la información que había hasta entonces sobre los dragones era bastante precaria. Y tuvimos que investigar, indagar, observar e incluso infiltrarnos entre los dragones…

    —¡Pero eso es muy peligroso! —cortó Knowledge—. Si os hubiesen descubierto…

    —De hecho, lo hicieron —Gentle sonrió—. Creo que ese día superamos todos los records de velocidad en la huida. Es más, a uno le quemaron la cola de tal forma que tuvieron que rapársela… Tardó meses en recuperar su pelaje original —entonces la unicornio de dos colores se rió de manera muy cálida.

    +Pero bueno, al final mereció la pena, a juzgar por la nota que nos pusieron: la más alta en la historia de la Escuela de Magia… Al menos eso nos dijo el director, porque por lo visto nuestra tesis fue un antes y un después en el conocimiento de los dragones… Incluso el claustro de profesores de la Escuela de Magia convirtió la tesina en un libro, con la autoría del profesor, a pesar de que él se negó y pidió que fuésemos nosotros los autores. Tiempo después, el profesor nos confesó que había cambiado levemente la tesis para la edición final, de tal forma que, cogiendo la primera letra de cada tema, se leyese "Hecho por…" y nuestros nombres… Pero creo que me he desviado del tema.

    —Una historia realmente preciosa —confesó Shiny.

    —Esto… Creo que aquí huele un poco mal… —Shadow, sonriendo, miró a Reddish.

    Todas se acercaron y, efectivamente, el pañal parecía haber sido estrenado. Gentle pidió que le acercasen un pañal nuevo, un bote de polvos de talco, un paquete de toallitas con loción para bebés y la toalla que estaba en una esquina del sofá.

    Cuando se lo acercaron, la yegua del cuerno roto puso la toalla sobre la mesita del salón y situó a Reddish encima del paño. Las demás se acercaron con curiosidad, pues no querían perderse detalle alguno de cómo Gentle iba a cambiar el pañal.

    En un movimiento más instintivo que requeriente de esfuerzo alguno, Gentle quitó el pañal con los dos cascos y limpió los restos de excrementos del cuerpo de la pequeña dragoncita, usando un pañuelo con loción.

    Sin embargo, antes de poner los polvos de talco, Reddish se relajó, poniendo cara de circunstancias… y orinó sobre la cara de Gentle. Todas se rieron, excepto la unicornio de dos colores, que se quedó observando a Reddish con los ojos entrecerrados.

    —Me… has… orinado encima… —ésta balbuceó entre dientes—. Mereces un castigo, Reddish.

    Todas dejaron de reír y abriendo los ojos por la sorpresa. ¿Acaso Gentle iba a hacer daño a la pobre bebé?

    —¡Y ya sé el castigo que te voy a aplicar…! —Gentle acercó su cabeza al vientre de Reddish—: ¡La tortura del soplido! —y, juntando su boca sobre la tripa de la dragoncita, empezó a soplar, de tal forma que el aire, al escapar, formaba un grave sonido que provocaba la risa de la pequeña. Y, cuanto más lo hacía Gentle, más se reía Reddish. Todas las amigas se contagiaron de la alegría y volvieron a sonreír.

    Cuando Gentle, cansada, paró de hacerlo, Reddish bostezó. Se acercaba la hora de que durmiese, así que la limpió otra vez, le puso los polvos de talco y le ajustó el nuevo pañal. Después se giró hacia las demás:

    —¿Queréis cogerla mientras me doy una ducha? —preguntó.

    Todas se activaron como un resorte cuando oyeron esas palabras. Por supuesto que querían cogerla, y hacerle reír, y darles mimos, y hacerle cosquillas a la pequeña.

    —¿No te preocupa que pueda…? —empezó a preguntar Feather.

    —Si no puedo confiar en mis amigas, ¿en quién podría hacerlo? —respondió la unicornio de dos colores, justo antes de desaparecer de la habitación rumbo a la ducha.

    Las cinco amigas aprovecharon el momento en que Gentle no estaba para hacer toda clase de caras raras a Reddish y gestos extraños… carantoñas a las que Reddish respondía con risas.

    Knowledge fue la primera en cogerla, después lo hizo Shiny, más tarde la sujetó Feather, posteriormente Shadow la levantó y, por último, la sostuvo Flashing.

    —Ten cuidado —le dijo Knowledge a la potrilla unicornio.

    —Cógela por aquí —le recomendó Shiny.

    —Pon las patas así —Feather colocó sus patas, como ejemplo, en una posición en concreto.

    —Lo estás haciendo muy bien, Flashing —Shadow sonrió.

    La prestidigitadora miró a todas con un gesto serio, excepto a Shadow, a quien le devolvió una sonrisa.

    —Que sea más joven que vosotras no significa que no pueda sujetar a un bebé —exclamó—. Además, que yo sepa, tampoco vosotras tenéis mucha experiencia en esto.

    Gentle volvió al salón, justo para ver cómo la pequeña dragoncita pegaba un largo bostezo.

    —Creo que es hora de ir a dormir —dijo, cogiendo a la criaturita con sumo cuidado—, despídete de todas por hoy, Reddish —Gentle inclinó levemente a la bebé para que todas pudiesen despedirse. Así lo hicieron las cinco, bien levantando el casco como lanzando besos hacia ella.

    La unicornio de dos colores, al dirigirse hacia la puerta, pasó al lado de un mueble y cogió un walkie-talkie emisor para bebés, después se encaminó a su habitación y dejó a Reddish suavemente en la cuna. Entonces empezó a cantarle una antigua nana.

    Flashing fue hasta la puerta y miró de manera furtiva hacia la habitación de Gentle. El arrullo se oía muy bajito, así que volteó la mirada, hizo una señal de silencio a las demás y cogió el walkie-talkie receptor. Entonces volvió al sofá, donde estaban las demás con una sonrisa de oreja a oreja, y encendió el aparato.

    La nana que cantaba Gentle era realmente preciosa y evocadora. Todas, excepto Shiny y Feather, recordaron su más tierna infancia, pues a ellas también le recitaron esa cantinela cuando eran bebés.

    —Vale, la nana es bonita, pero… ¿por qué ponéis esas caras? —preguntó Shiny, sin comprender nada, mientras miraba a las demás. Entonces cruzó su vista con la de Feather, que tenía la misma expresión que ella.

    —Esta nana me resulta muy conocida... —dijo Knowledge en voz baja.

    —Esta canción la he escuchado antes... —exclamó Shadow, también en un susurro.

    —Y yo… y recuerdo exactamente la voz con la que me la cantaban… Es la misma voz que usa Gentle con Reddish —expresó Flashing.

    De repente la nana paró. Reddish debía de estar dormida. Flashing, saliendo de la ensoñación anhelante, se levantó rápidamente. Se acercó al mueble donde había cogido el receptor y, apagándolo, lo dejó en el mismo sitio. Gentle entró al salón justo cuando la potrilla unicornio acababa de sentarse de nuevo. La unicornio de dos colores cogió el walkie-talkie receptor y, encendiéndolo, lo puso sobre la mesa.

    —Bien, ahora que Reddish está dormida, podemos hablar —dijo, mientras se sentaba en el sillón—. Os agradezco muchísimo que hayáis venido a ver a la pequeña… Sois las únicas del pueblo que se han interesado positivamente por ella.

    —No puede ser —exclamó Shiny—. ¿Cómo que las únicas?

    —Lo que oyes —respondió Gentle—. Todo el pueblo se está poniendo en contra de Reddish, solo porque es una dragona.

    —Pero si es táaaan adorable —Flashing puso cara de poni buena.

    —Lo es, pero ellos no quieren verlo —la yegua del cuerno roto bajó la mirada, apenada—. Reddish no está segura en mi casa, lo sé. Pensé por un momento que iban a ser más comprensibles, pero por desgracia me he equivocado.

    —Quizás estés exagerando —comentó Knowledge.

    —¿Sabes lo que he oído antes cuando iba a entrar en casa? —preguntó Gentle—. "Mira, ahí está el hogar de los monstruos", dijeron dos sementales, mientras señalaban esta casa.

    —Eso es horrible —expresó Flashing, lamentándose.

    —Incluso Muffled se ha puesto en contra de Reddish… —declaró la unicornio de dos colores—. Es la última poni de la que me esperaría algo así.

    —Por cierto —exclamó Shadow—, la he visto antes… estaba llorando, con Magic intentando animarla. Era una estampa muy triste, la verdad. Intenté acercarme para consolarla, pero Magic negó con la cabeza.

    —Por lo visto su expulsión del Consejo le ha afectado más de lo que yo pensaba… —dijo Gentle, que volvió a la mirada, apesadumbrada.

    —¿Muffled ha sido expulsada del Consejo del Pueblo? —la herrero abrió los ojos como platos—. ¡Pero si era toda su vida! ¡Entrar en el Consejo había sido un sueño para ella!

    —He ejercido mi derecho a veto para su expulsión —indicó la yegua del cuerno roto—. Sé que ha sido una acción demasiado precipitada, pero no queráis saber lo que dijo ella sobre Reddish… y encima la pobre estaba ahí, oyéndolo todo —los ojos de Gentle empezaron a humedecerse por la tristeza.

    —Tranquila Gentle, tranquila… —Shiny se levantó y se sentó en la oreja del sillón, mientras rodeaba los hombros de la unicornio de dos colores con su pata—. No pasa nada… Estáis a salvo ahora, y eso es lo importante.

    —¡Pero es que dijo que Reddish debería haber muerto! —chilló Gentle, sollozando—. ¿Cómo puede alguien desear la muerte de… de… de un inocente bebé? —y, tapándose la cara, lloró amargamente.

    Todas las demás se miraron entre sí. La situación era demasiado preocupante: Gentle y, sobre todo, Reddish necesitaban de su ayuda. Asintieron todas a la vez y Shiny continuó hablando:

    —Vosotras quedaos en casa unos días, hasta que todo esto se tranquilice… Mientras tanto, nosotras te traeremos comida, pañales y todo lo que necesitéis —declaró.

    La yegua de dos colores levantó la vista y miró a Shiny.

    —Gracias… —dijo, aún con lágrimas en los ojos—. Gracias, de verdad… —abrazó a la pegaso—. Gracias a todas… Sois las mejores amigas que podría tener… —exclamó, mirando a las demás.

    —De todas formas —respondió Shadow—, no creo que los demás sean tan estúpidos como para hacer una tontería.

    Gentle miró fijamente a la herrero.

    —Sé lo que es infundir terror a los demás —exclamó, señalándose su cuerpo de dos colores—. Es un horror que sufrí durante demasiado tiempo. No quiero que a Reddish le pase lo mismo. Ella es un ser inocente… Ni siquiera es capaz de controlar sus funciones básicas, lo habéis visto —volvió a llorar—. ¡Y yo que pensaba que los habitantes de este pueblo iban a comprender algo… qué equivocada estaba… son unos monstruos… lo son ellos, no Reddish!

    Todas se levantaron del sofá y empezaron a rodear a la unicornio de dos colores, intentando consolarla.

    —Tiene que salir de aquí —siguió hablando Gentle, entre sollozos—, alejarse de todos… Tiene que ir a un lugar seguro para ella, aunque sea lejos de mi lado. Es lo mejor… Aunque desgraciadamente tiene que aguantar unos días aquí… Su cuerpo aún está débil, no está preparada para un viaje largo… Y ese tiempo lo aprovecharán esos malnacidos —señaló hacia la calle— para intentar hacerle daño… Lo sé…

    Sus amigas empezaron a hablar para alentar e intentar animar a Gentle. Declararon, entre otras cosas, que no iban a dejar que nada le pasase a Reddish, y acompañarían a las dos a todos lados, si salían, y vendrían a esa casa si decidían no hacerlo. Incluso todas dormirían allí, para evitar que le ocurriese algo a la bebé dragón.


    Con una tristeza aún presente, Gentle empezó a recoger el salón. Apenas hacía unos minutos que sus amigas habían salido de casa y en breve volverían pertrechadas con un montón de cosas, entre ellas sacos de dormir. Habían decidido dormir todas esa noche en su casa, así como todas las veces que hiciese falta hasta que Reddish tuviese fuerza suficiente como para aguantar un viaje hacia otro lugar.

    La yegua del cuerno roto estaba recogiendo el paquete de pañales con la boca cuando el walkie-talkie receptor se activó, oyéndose un fuerte ruido en la habitación donde estaba la cuna de la pequeña. Gentle directamente dejó caer el paquete y trotó, tan rápido como pudo, para proteger a Reddish. El sonido que salía ahora del receptor era el de la bebé empezando a llorar.

    Cuando llegó a la habitación, encendió la luz y echó un rápido vistazo general. En la cuna, Reddish lloraba fuertemente, mientras que la ventana de la habitación estaba completamente rota. En el suelo, a escasos centímetros de la cuna, una gran piedra todavía estaba rodando. Alguien había lanzado esa piedra a través de la ventana y casi había impactado sobre la pequeña dragoncita.

    Instintivamente, la unicornio de dos colores se puso por delante de la cuna y se acercó poco a poco a la ventana, para mirar quién había hecho esa salvajada. En la calle, tres jóvenes potrillos, aún sin Cutie Mark, miraban directamente hacia la posición donde estaba ella, gritando de alegría por haber acertado el impacto, mientras sopesaban más piedras.

    —¡Malditos bastardos! —gritó Gentle, asomándose por la ventana—. ¡Fuera de aquí u os convierto en piedra!

    Esas palabras asustaron a los potrillos quienes, dejando caer las piedras, empezaron a recular hasta que, dándose la vuelta, huyeron. Gentle se giró y miró directamente a Reddish, que aún seguía llorando, asustada. La unicornio de dos colores se acercó a ella y, cogiéndola, la llevó hasta su pecho. Entonces la yegua miró al infinito, mientras sus ojos se humedecían a raíz de la impotencia y el dolor por el incomprensible odio hacia Reddish.

    Tardó poco en tranquilizar a la pequeña, pero su cabeza estaba en otra cosa, pues la situación era aún peor de lo que se imaginaba: si esos potrillos habían tirado piedras contra la ventana de la habitación de Reddish, era porque ellos ya odiaban a la bebé dragón, y un potrillo solo odia o ama lo que odia o ama todo aquel que está a su alrededor. Por lo tanto, los padres de esos chiquillos despreciaban a Reddish y habían alentado a sus hijos a aborrecer al mismo objetivo.

    Gentle llegó a una conclusión: tenía que abandonar inmediatamente Northwest Mines Town. Probablemente los potrillos, asustados, contarían con exageraciones lo ocurrido a sus padres y estos, ayudados por sus familiares y por sus vecinos, se tomarían la justicia por su casco. En otros tiempos, Gentle podría haber acabado con todos los agresores en apenas un segundo, pero ahora, sin sus amigas a su lado, no tenía magia suficiente más que para defenderse débilmente, o bien para hacerlo de forma completamente descomunal…

    De todas formas, el objetivo principal era proteger a Reddish, así que cogió a la pequeña y la llevó al salón, recostándola en el sillón. Después agarró un zurrón doble que estaba sobre una percha al lado de la puerta y se la ajustó, llenándola a continuación de unos cuantos pañales, cremas, leche en polvo, gemas y algún que otro juguete, asegurándose de que no debía llenarlo demasiado. Seguidamente asió la mochila y se la puso. Con sumo cuidado colocó a Reddish dentro de la bolsa porta-bebés y se dirigió a la cocina. Allí, en una esquina, había un aparato que destacaba completamente sobre el resto del mobiliario. Era la trituradora de carne. Tomó una gema de un pequeño montón al lado de la máquina y, encendiéndola, metió la piedra en la boca de entrada. Con una serie de chirridos y movimientos espasmódicos, la picadora empezó a machacar, poco a poco, la gema.

    Cuando el aparato terminó de pulverizar la joya, Gentle cogió una servilleta y puso todo el polvo de gema dentro de la servilleta, plegándola y anudándola a continuación y metiéndola en el zurrón. Buscando qué más debía llevarse antes de salir del pueblo, volteó la cabeza, haciendo una panorámica de la cocina. Entonces encontró la correa con el biberón que estaba en la mesa y, agarrándola, la limpió con esmero en el fregadero.

    Al cerrar el grifo, empezó a oír un ruido fuera de su casa. Temiendo lo peor, la unicornio de dos colores movió ligeramente la cortina. Fuera, en la calle, unos ponis, portando antorchas, se estaban arremolinando al lado de la estatua. De vez en cuando, alguno de ellos señalaba, con gestos violentos, hacia la casa de Gentle. Ésta frunció el ceño: definitivamente ya había empezado… El pueblo se había convertido en una turba rabiosa, y Reddish era el objetivo de su furia.

    Desgraciadamente, sabía que no podía salir por la puerta principal, pues desde la posición en que estaba el grupo, sin duda las verían si usaban esa salida, y su posible ventaja se vería rápidamente reducida, a causa del peso de sus zurrones y del cuidado que debía tener con la pequeña… Solo quedaba una opción: debían escapar por la salida secreta. Gentle se acercó a su habitación, abrió el armario y descolgó una túnica negra. Con un rápido movimiento se lo puso por encima, logrando tapar de esa forma tanto su cuerpo como el de la pequeña dragoncita.

    Estaba lista para salir, y sabía dónde tenía que ir para que Reddish tuviese una oportunidad de vivir. Tenía que ser un lugar donde tuviese todas las atenciones y, a la vez, ser completamente segura para ella… Y solo había un lugar en toda Equestria donde Reddish estaría totalmente a salvo: el Palacio Real de Canterlot.

    CONTINUARÁ

    16. 1x11 - Reddish - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Este es un capítulo especial, el cual he dividido en cuatro partes para su mejor lectura (en total son algo más de 30.000 palabras y 66 páginas).


    Tags: [Sad/Triste] - [Dark/Oscuro] - [Adventure/Aventura] y un poco de [Tragedy/Tragedia] - [Comedy/Comedia] - [Romance/Amor]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x11

    Reddish

    Parte 2

    Wise había sacado de su resguardo oculto la armadura de guerra y la puso, parte por parte, sobre la cama, observando el conjunto con una mirada vacía. Su mente estaba en otra parte: aunque poco había que investigar sobre el asunto del huevo, pues únicamente podía haber sido uno de los mineros, aún no sabía a ciencia cierta si el huevo había sido introducido furtivamente o si la habían invocado dentro de la mina usando la magia.

    Y también tenía dudas sobre el motivo de tal hecho… quizás fuese para comprobar la seguridad de Northwest Mines Town, o bien para probar el correcto funcionamiento de algo dentro de la mina… o quizás fuese para atraer la atención hacia la mina, o incluso desviarla de ella.

    Sin embargo, estaba seguro de que tenía que ver con los robos que habían ocurrido en Detrot y en la mismísima Canterlot. Todos los objetos robados estaban relacionados con Gentle, así que lo más seguro es que el objetivo a robar fuese algo en el interior de la mina, pero también podría ser una estratagema para robar en la mismísima casa de la unicornio de dos colores.

    Decidió entonces, mientras se ajustaba los protectores internos de los cascos, que lo mejor sería, por una pate, vigilar la casa de Gentle y, por otra, pedirle a Muffled la tabla de horarios de entrada y salida de mineros, para buscar en él un mínimo descuadre o cualquier alteración que le pudiera proporcionar una pista. Claro que solicitar la ayuda a Muffled implicaba meterla de lleno en un asunto demasiado turbio y peligroso, y no quería hacerlo… Aunque… ¿Y si pedía la colaboración de todos los miembros del Consejo? Sí, era la mejor opción.

    Cuando cogió la siguiente parte de la armadura, escuchó un griterío en la calle, a la vez que, a través de la las cortinas de la ventana, entrevió oscilaciones luminosas. Sabiendo que algo estaba pasando fuera, se asomó, moviendo ligeramente los visillos. Entonces entrecerró los ojos, enfadado: fuera había una turba de ponis y parecían dirigirse a casa de Gentle.

    Rápidamente puso la armadura otra vez a buen recaudo, dejándose únicamente puestos los protectores de las patas, que eran unas finas tiras doradas que podrían tomarse como un simple adorno. Después salió a la calle y se dirigió directamente a casa de la unicornio de dos colores.

    Delante de dicha casa, llamando a la puerta, estaban las amigas de Gentle, ignorantes de lo que acontecía al otro lado de la calle. También, trotando con rapidez, todos los miembros del Consejo se dirigían al mismo lugar. Y, por delante de todos, Muffled Yell acudía, con gran velocidad, a la vivienda de la yegua del cuerno roto.

    —¡Apartaos de la puerta! —gritó Magic justo antes de llegar.

    —¡Esto era lo que quería evitar en la reunión de esta mañana! —Muffled se paró y, señalando la turba que empezaba a acercarse, dijo mirando a todos los miembros del Consejo.

    —¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Shiny, entrecerrando los ojos, aunque se imaginaba ya la respuesta.

    —Quieren echar a Gentle y a Reddish del pueblo… O algo peor —exclamó Wise cuando llegó junto a los demás.

    Flashing, asustada, llamó de forma insistente a la puerta. Si su amiga del cuerno roto estaba ahí, ellas debían entrar para proteger la casa, o bien necesitaban instar a Gentle para que ella y Reddish saliesen del pueblo hasta que se calmasen las cosas. Pero no hubo contestación desde el interior de la casa.

    Cuando la turba de ponis furiosos llegó hasta el grupo, se pararon. El semental más fuerte y grande dio un paso hacia delante, mostrándose como el cabecilla. Era un poni de tierra de cuero marrón con la crin azul. Entonces éste miró directamente a Wise, que se había interpuesto directamente entre el grupo y la morada de Gentle.

    —Aparta, pequeñajo —espetó el gran semental, enfadado.

    —Por favor, volved a vuestras casas —respondió Wise—. Aún estáis a tiempo de recapacitar… Y nosotros olvidaremos todo este asunto.

    —¡He dicho que apartes! —espetó el cabecilla—. Vamos a decirle a… "esa" —señaló la casa de Gentle— que no queremos monstruos aquí.

    —Por favor, no me hagáis enfadar… —indicó Wise, mientras todos los miembros del Consejo se ponía inmediatamente detrás de él para reforzar la seguridad, cosa que también hicieron las amigas de Gentle y Muffled, aunque ésta última se puso en primera fila, al lado de Wise.

    —¿Qué vas a hacer tú, pequeñín? —el gran semental se rió.

    Wise miró a su alrededor. Un poco más allá había una piedra bastante grande, del tamaño de la cabeza de un poni. Manteniendo un espectral silencio, se acercó a ella y la cogió, volviendo a su posición inicial. Entonces, mirando con indiferencia al gran poni de tierra, agarró la piedra con las dos patas delanteras y comenzó a apretar. Entonces los protectores de la armadura empezaron a cumplir su trabajo… En cuestión de un par de segundos, la piedra literalmente reventó, convirtiéndose en arenilla.

    Comprendiendo la indirecta, el cabecilla tragó saliva, asombrado. Lentamente, se giró en redondo y levantó una pata, indicando al resto del grupo que se disgregaba la turba. En un instante todos los ponis que la integraban volvieron a sus hogares y cerraron las puertas a cal y canto, a la vez que bajaron las persianas.

    Al mismo tiempo, las puertas de otras casas se abrieron y de ellas empezaron a salir un gran número de ponis, portando sartenes, garrotes y amasadores de pan. Éstos empezaron a dirigirse hacia la casa de Gentle. Cuando se encontraron a la altura del anonadado grupo, se pararon.

    —Hemos visto lo que habéis hecho —dijo una de las hermanas Numbers, en concreto Reale.

    —Y nos habéis hecho armarnos de valor… —añadió la otra hermana Reale, Imaginary.

    —¡Venimos a defender a Gentle y a la bebé dragón! —exclamaron las dos a la vez.

    Todos los miembros del Consejo, todas las amigas de Gentle y Muffled Yell sonrieron. Afortunadamente, una gran cantidad de ponis de Northwest Mines Town estaban, como ellos, de parte de Gentle. Ponis que no la veían como un monstruo, ni a ella ni a Reddish. Sin duda, esa era una gran noticia.

    Flashing volvió a llamar a la puerta de la unicornio de dos colores, pero seguía sin responder nadie.

    —Mirad —Wise señaló a un lateral de la casa.

    Se reunieron todos junto a él y entonces lo vieron: una de las ventanas bajas estaba rota, con apenas unas pequeñas esquirlas de cristal que colgaban del batiente. De hecho, el espacio que había era suficiente para que un poni adulto pudiese pasar.

    —¡No puedo creerlo! —chilló Shiny—. ¿Y si alguien entró por ahí y sorprendió a Gentle y a Reddish? —miró con los ojos como platos hacia los demás—. ¡Sin nosotras a su lado, Gentle no tiene magia!

    Flashing, temiendo lo peor, comenzó a llorar, mientras llamaba desesperadamente a la puerta.


    Gentle llegó a la señal de la encrucijada de caminos. Se volvió durante un momento y miró, con gesto preocupado, en dirección a Northwest Mines Town. Sentía haberse marchado sin avisar a sus amigas, pero era apremiante alejar a Reddish de ese ambiente nocivo.

    Por suerte para ellas dos, la casa de Gentle disponía de una salida secreta en el subsuelo, que estaba dos puertas a la izquierda de la de "La cocina de los horrores", como a veces llamaba Gentle al cuarto donde tenía su "comida". A pesar de que tenía hambre, no cogió nada de comida de ese cuarto, pues sabía que si la pillaban en Canterlot, el hecho de portar ese tipo de alimento iba a ser un agravante. Aunque sí tomó un cuchillo, intuyendo que iba a necesitarlo cuando llegase el momento.

    Miró hacia Reddish, que estaba mordisqueando, a la vez, una gema y un mechón de la blanca crin de Gentle. Por lo menos la bebé dragón parecía estar bien, a la vez que ajena a todo lo acontecido. La yegua sonrió: quizás Reddish fuese en realidad más fuerte de lo que había creído en un principio, por lo que era posible que pudiese aguantar todo el ajetreo del camino.

    Lentamente, Gentle tomó el camino de la izquierda y empezó a dirigirse hacia Ponyville y, desde allí, cogería el tren hasta Canterlot… Esperaba que en la estación de tren no hubiese ningún guardia, pues no quería fracasar tan pronto en su odisea.


    Wise entró en casa de la unicornio de dos colores a través de la ventana rota, salvando con cuidado la zona de trozos de cristal que había en el suelo. Había dicho a los demás que iba a buscar a Gentle y a Reddish, pero ese no era su único objetivo: Cabía la posibilidad de que el ataque hubiese sido una distracción, con el único objetivo de robar algún objeto de la vivienda y, por lo tanto, que el ladrón fuese el mismo, o perteneciese al mismo grupo, que el ladrón o ladrones que robaron en Detrot y en Canterlot.

    Debido a la profesionalidad de los robos en las otras dos ciudades, no pudo descartar que nadie hubiese entrado en ese lugar, a pesar de que los trozos de cristales estaban desperdigados por todo el piso, sin que nadie los hubiese pisado. Al menos, eso podía dilucidar al observar las esquirlas que estaban más cerca de la ventana.

    Rápidamente se deslizó hasta la siguiente habitación, observando rápidamente el panorama. Nada había sido tocado. Se movió hasta el salón, donde observó un hueco vacío en el perchero que estaba junto a la puerta, y después hasta la cocina. Todo lo demás estaba impoluto, a excepción de los paquetes de pañales y demás que había comprado Gentle esa mañana.

    Registró toda la casa, con igual resultado. Abrió cajones y armarios, observando de un vistazo su interior. Sin embargo, en la habitación de la unicornio de dos colores, al abrir el guardarropa, torció el gesto: una de las perchas estaba vacía. Solo le quedaba una habitación por analizar: la biblioteca. Entró allí rápidamente, buscando cualquier objeto cuya desaparición destacase. Conocía perfectamente el afán de perfeccionamiento que tenía la unicornio, así que, si faltaba algo, por pequeño que fuese, rápidamente lo notaría. Pero no faltaba ningún libro, ningún pergamino, absolutamente nada.

    Sin embargo, se fijó en un volumen en concreto. Con sumo cuidado, lo sacó de la estantería y miró su portada. Ésta era completamente negra y estaba llena de runas doradas, formando un extraño idioma. Wise no podía creerlo… ¿Cómo había sido capaz Gentle de obtener semejante libro? Sabía que toda la biblioteca de la unicornio de dos colores era portentosa, conteniendo libros prácticamente imposibles, valiosos y únicos, pero ese compendio era exactamente la mayor joya de la colección. Otra duda surgió entonces en la cabeza del semental: ¿podía haber sido capaz esa yegua de haber descubierto sus secretos? Si así era, Gentle era aún más impresionante de lo que se imaginaba. Rápidamente abrió el libro y empezó a hojearlo. En todas las páginas donde había hechizos, alguien había escrito, al pié de la página, una serie de anotaciones. Fijándose mejor, determinó que la letra de las notas era inconfundiblemente de la yegua de dos colores. Wise se sorprendió: Gentle no solo había sido capaz de descrifrar esos legendarios hechizos, sino que, a juzgar por lo que se podía leer en los comentarios, los había mejorado hasta superar los límites más increíbles.

    Al cerrar el volumen, su sonrisa era acentuada: definitivamente ésta era la prueba de que Gentle había cambiado para bien, pues el hecho de que Equestria siguiera existiendo, teniendo en cuenta el alcance y poder de esos conjuros modificados, era la demostración de que su corazón estaba eliminando la pátina de oscuridad y destrucción acumulado dentro de ella durante demasiado tiempo. De todas formas, tendría que informar a la Princesa Celestia de la posesión de ese grimorio por parte de la unicornio de dos colores.

    —¿Están dentro? —preguntó Shiny desde fuera, a través de la ventana rota.

    Wise dejó el libro exactamente en la misma posición y se dirigió hacia la habitación desde donde había entrado. Entonces miró directamente a la pegaso y negó con la cabeza. A continuación salió de la vivienda y se juntó con los demás.

    —La casa está vacía —declaró—. Pero, exceptuando la ventana rota, no hay rastros de lucha o de violencia, así que lo más probable es que se hayan ido, pues he notado que falta un zurrón, una túnica y algunas cosas más. Incluso es posible que lo hiciesen antes incluso de este triste episodio de venganza —comentó, señalando panorámicamente hacia las casas del pueblo, dando a entender que estaba refiriéndose a la turba.

    +Tenemos que ir a buscarlas, pero no para traerlas de vuelta, sino para acompañarlas hasta donde hayan decidido ir. Ahora mismo, lo más importante es que Reddish llegue a un lugar seguro para ella. Ya habéis visto lo que ha ocurrido aquí, así que es crucial que la misión de Gentle siga adelante —siguió diciendo el semental.

    +Necesito… No, mejor dicho, todo el Consejo del Pueblo necesitamos que os quedéis aquí para vigilar la casa de Gentle —Wise miró a los habitantes del pueblo reunidos allí—, así como también debéis estar alerta de la entrada a la mina —expresó, pues no quería dejar cabos sueltos con el asunto del huevo—. Es posible que algún poni, totalmente trastornado, intente volar la montaña, para querer dar a entender lo que ocurriría si Reddish sigue en el pueblo… Recordad que únicamente nosotros sabemos que ella ya no está aquí.

    —Wise —comentó Magic—, ¿quieres que nos quedemos nosotros también? —señaló a Disarming, a Look y a ella misma—. Más que nada porque alguien tiene que organizar los grupos para las tareas.

    —Perfecto —el semental sonrió, agradeciéndole la idea a la tendero—. Iremos en su busca sus amigas, Muffled y yo —entonces se dirigió hacia ellas y continuó hablando—. Vosotras tres —señaló a Shadow, a Knowledge y a Flashing—, indagaréis en ManeHattan, vosotras dos —señaló a Shiny y a Feather—, lo haréis en Fillydelphia. Muffed y yo iremos a Ponyville. ¿Estáis de acuerdo? —todas asintieron—. De acuerdo, id a vuestras casas y aprovisionaros para el viaje, pues va a ser largo… En quince minutos saldremos todos desde aquí —Wise señaló la casa de Gentle—. Y, por favor, tened cuidado ahí fuera.

    Todos los elegidos se dirigieron a sus respectivos hogares y cogieron comida y dinero, así como otras cosas que podrían necesitar. Wise, además de hacer lo mismo, volvió a sacar la armadura de guerra y lo envolvió en un pequeño manto grisáceo, que cargó junto a sus enseres.

    Cuando todos se reunieron de nuevo en el lugar indicado, Magic entregó a cada grupo un paquete de pañales, otro de toallitas, dos botes de leche en polvo y varias tarrinas de crema infantil.

    —Cuidad de que lleguen sanas y salvas a su destino… —dijo al terminar, con lágrimas en los ojos.

    A continuación, la comitiva de rescate salió silenciosamente del pueblo, dividiéndose en pequeños grupos al llegar a la encrucijada de caminos.


    Con una expresión sombría, y limpiándose los restos de vómito de la comisura de su boca, Gentle entró en Ponyville. Había tardado menos de lo que esperaba. Afortunadamente Reddish había aguantado perfectamente el viaje y su comportamiento había sido tranquilo, como si supiese que el viaje era para encontrar el lugar ideal para ella. De hecho, ni siquiera se había quejado en ninguna de las dos veces que Gentle tuvo que cambiarle el pañal. Por lo tanto, viendo la entereza y fuerza que poseía la pequeña dragoncita, la unicornio había decidido acelerar la velocidad mediante el uso de la magia.

    Reddish seguía chupeteando, alternativamente, la gema, que ya tenía los bordes redondeados, y la crin de la unicornio, que también había mermado su longitud, fruto de la excesiva y ácida salivación de la bebé dragón.

    Gentle se dirigió inmediatamente hacia la estación de trenes, pues nada se le había perdido en ese pueblo y debía llegar lo antes posible a Canterlot. Una vez allí, compró el billete mientras intentaba ocultarse de la mirada inquisitiva del vendedor. Sabía que estaba llamando la atención con ese manto por encima, aunque también supo que lo atraería aún más si no estuviese ataviada con la túnica.

    Esperó pacientemente en el andén a que llegase el tren. Entonces, por detrás de ella, empezaron a escucharse murmullos. Se giró y vio al vendedor de billetes hablando con dos guardias. Gentle sabía que ella era el motivo de esa conversación, así que se apartó hacia un lado y salió de la zona visible de la plataforma, hasta situarse en un punto tal que seguiría oculta de los soldados, incluso si estos salían al andén para buscarla.

    Al poco tiempo llegó el tren, que paró lentamente en la estación de Ponyville. Gentle esperó en su sitio, mientras el resto de viajeros subía o bajaba de los distintos vagones. Sabía que los guardias estarían mirando directamente hacia el ferrocarril, esperando que ella subiese. De hecho, los soldados se colocaron directamente al lado de las puertas de los dos vagones que tenía la locomotora enganchada. Gentle entrecerró los ojos y apretó los dientes: estaba atrapada, pero las tornas cambiarían. Solo debía esperar a que todo se volviese propicio para ella. Entonces el silbato de la estación sonó y la expresión de la unicornio cambió a una fría y desagradable sonrisa.

    Cuando se cerraron las puertas y empezó a moverse el tren, Gentle comenzó a trotar hacia delante, rumbo a las vías. Los guardias la vieron y emprendieron, a su vez, la persecución, intentando interponerse en el camino de la unicornio. La locomotora cada vez aceleraba más y más, y los soldados cada vez estaban más cerca de Gentle… pero ésta estaba desesperada por conseguirlo… Y lo consiguió: en el último momento saltó, impulsándose con las patas traseras, mientras que, con una de las delanteras sujetaba a Reddish, y con la otra se aferró a la escalerilla del último vagón del tren, posicionándose, de forma poco ortodoxa, en la parrilla horizontal.

    Rápidamente Gentle se rehízo y miró a la pequeña dragoncita. A la bebé dragón esa acción le había parecido divertida, a juzgar por las risas que emitía. Afortunadamente no le había pasado nada. Gentle exclamó, mientras sonreía:

    —Próxima parada: Canterlot.


    Cuando Wise miró hacia atrás, las amigas de Gentle ya no estaban a la vista.

    —Espera, Muffled… —dijo, haciendo parar a la jefa de mineros—. Tengo que ponerme la armadura y la túnica.

    —¡Ah! —contestó ésta—. Así que eso era lo que tenías ahí… —señaló la grupa del semental—. ¿Una armadura? ¿Para qué…?

    —A partir de aquí es demasiado peligroso —respondió Wise, mientras desenredaba el manto y empezaba a ajustarse las piezas—, y tenemos que ir lo más rápido posible. Gentle va directamente a su propia perdición.

    —¿A su perdición? —Muffled estaba perpleja— ¿A qué te refieres con eso?

    —Verás… —el semental se terminó de ajustar las piezas de las patas traseras—, Gentle va a llevar a Reddish al lugar más seguro de toda Equestria, ¿y qué lugar crees tú que es ese?

    —Probablemente —la jefa de mineros se quedó pensativa—, si yo fuese ella, llevaría a Reddish a Canterlot… Es la capital de Equestria, donde más seguridad hay.

    —Correcto —Wise acabó de ceñirse las piezas de las patas delanteras—, ¿Y cuál es el lugar más seguro de Canterlot?

    —Eso es fácil —Muffled le miró directamente—. Donde reside la más sabia y poderosa de Equestria: la Princesa Celestia. Por lo tanto, el lugar más seguro de todo el país es el Palacio Real.

    —Exacto —el semental acabó de ajustarse las piezas del pecho y el casco, y, cogiendo la túnica, se lo puso por encima, tapando completamente su cuerpo—. Y, por eso mismo, Gentle se dirige a su perdición.

    La jefa de mineros abrió los ojos como platos.

    —¿Pero cómo…? —dijo, sin saber cómo seguir.

    —Porque Gentle Colors y la Princesa Celestia son enemigas —declaró el semental. Muffled quedó sin habla—. Sube a mi espalda, te seguiré contando por el camino… —Wise estiró la pata hacia la jefa de mineros, que aceptó dudosa la invitación.

    Una vez ésta se situó, agarrándose como pudo a la túnica, sobre la espalda del semental, éste se encabritó, poniéndose a dos patas. Muffled, en equilibrio precario, se agarró aún más fuerte, apretando sus patas traseras sobre los flancos de la grupa del semental. Cuando éste volvió a su posición inicial, comenzó a galopar cada vez más y más rápido, hasta que el paisaje se convirtió en una amalgama sin sentido de líneas horizontales.

    —Si notas que te mareas, cierra los ojos —aconsejó Wise.

    —¿Qué… es… esto? —Muffled tenía los ojos fuertemente cerrados y estaba completamente asustada, lo que hizo que apretase aún más su sujeción sobre la grupa del semental, que ni siquiera se inmutó.

    —¿Verdad que es maravillosa? —Wise sonrió—. Es una armadura de guerra realmente espectacular. Ahora mismo estamos, literalmente, volando a ras de tierra. Esto es lo que sienten los Wonderbolts cuando ejecutan sus acrobacias.

    —¿Ganas de vomitar? —la jefa de mineros empezó a sentir unas ligeras arcadas. Wise se rió.

    —De acuerdo, bajaré un poco la velocidad —dijo al final, después de reírse, y frenó un poco.

    —Mucho mejor —Muffled se tranquilizó—, gracias.

    Hubo un pequeño silencio bastante incómodo.

    —Wise, hay algo que no comprendo —habló la jefa de mineros—. Teniendo en cuenta la forma de ser tan paciente y condescendiente que por lo general tiene Gentle, ¿cómo es que no ha perdonado a la Princesa? Si ésta no pudo devolver su cuerpo al color original, no es culpa suya. Y es más… ¿Por qué la Princesa Celestia odia a Gentle?

    —Deberías saber que esa historia es completamente falsa —respondió Wise—. Ni ella se presentó a la prueba de acceso donde sufrió su alteración, ni se limó el cuerno cuando sus padres la repudiaron, al abandonar el pueblo. De hecho, ellos nunca han estado en Northwest Mines Town. Pero Gentle va contando esta historia a todo el mundo porque necesita exteriorizar una explicación a su aspecto y, a la vez, tiene que protegerse ella misma y a los demás de la verdad… una verdad que es mucho más cruel y despiadada.

    —¿Pero qué…? —Muffled comenzó a inquirir, pero paró de repente, pensando en lo que acababa de escuchar.

    —Continuaré con la historia, si no te importa —el semental cortó de repente.

    —Como quieras —Muffled volvió a preocuparse por su estómago, el cual estaba alterado por la excesiva velocidad que tenían. La jefa de mineros volvió a sufrir un amago de arcada, que rápidamente apagó mediante un gran trago de saliva. Ajustándose de nuevo en la espalda de Wise, deseó que ese caótico viaje acabase lo antes posible.

    —Comenzaré desde el principio —el semental se aclaró la garganta—. La Princesa Celestia no siempre ha sido tan gentil y amable como es ahora. De hecho, para ajustarse a la verdad, habría que decir que casi todo el tiempo su reinado ha sido una dictadura.

    —¿Cómo puedes decir eso de la Princesa Celestia? —la jefa de mineros soltó una de sus patas y golpeó, a modo de capón, la cabeza de Wise, aunque retiró inmediatamente el casco, que palpitaba de dolor, gracias a la dureza de la armadura que portaba el espía.

    —Desde que tuvo lugar la victoria de las dos Princesas sobre Discord —continuó diciendo Wise, que no había sentido el golpe—, la Princesa Celestia tuvo que gobernar el país con casco de hierro, pues Equestria estaba sumido en un caos político y social, con ciertas fuerzas y familias más o menos poderosas que pugnaban por hacerse un hueco en Palacio o, por qué no, incluso luchaban por sustituir a las mismísimas Princesas, y hacerse con el poder de un país emergente.

    +La única forma de gobernar un país así, y de paso eliminar de raíz todo intento de sublevación, era mediante una dictadura totalitaria encubierta. Y así lo hizo la Princesa Celestia, hasta hace relativamente poco tiempo.

    —Yo pensaba que la Princesa Celestia siempre había sido el ser perfecto y poderoso que es ahora —Muffled se sorprendió.

    —Como lo creen todos… —indicó Wise—. Es lo que tiene el poder controlar desde hace siglos lo que se escribe en los libros de Historia… —el semental se aclaró la garganta y, variando ligeramente el tono, comentó—. "La historia es una serie de hechos contada con la versión de los vencedores" —acelerando ligeramente el paso, siguió explicando, ésta vez con su voz normal—. Además, la tiranía solo se hacía patente dentro de Palacio. Fuera, a la vista de todos, había un aparente bienestar y satisfacción, tal como hay ahora. Por eso, a ojos de los habitantes de Equestria, todos los ataques contra la Princesa Celestia eran perpetradas por criaturas malvadas, cuya misión era provocar el caos y la destrucción en todo el país, cuando en realidad la mayoría de las veces los conspiradores lo que pretendían era instaurar el verdadero orden y paz.

    —¿Y qué tiene que ver Gentle en todo esto? —preguntó Muffled, intentando pensar algún ataque contra la regente de Equestria en los últimos años. Excepto la de Nightmare Moon, largamente conocido, no recordó ninguno más.

    —Ahora llego a esa parte… —respondió el semental—. Una vez medianamente asentado el país, como ya no había necesidad de seguir con ese sistema de gobierno, empezaron a surgir, a lo largo del tiempo, voces discordantes. Voces como la de la Princesa Luna, la de varios nobles y también de Gentle Colors, que estaba, digamos, en una posición privilegiada, pues llegó a ser su aprendiz. Esas voces abogaban por un reinado basado en el amor y la amistad, contrarios al reinado basado en la fuerza que aplicaba en secreto la Princesa Celestia.

    +Ésta desoyó esas voces y siguió con ese tipo de gobierno, sin comprender por qué se quejaban, si el poder del rencor era perfecto para la magia…

    —¿El poder del rencor? —inquirió Muffled, extrañada.

    —Dependiendo de las emociones, hay varios tipos de "aprovechamiento" de la magia—explicó Wise—. Unos tipos son positivos y otros son destructivos, de tal forma que se contraponen entre sí. Y, dentro de cada lado, se pueden distinguir varios niveles. Por ejemplo, el odio normal, o rencor, es lo contrario al cariño o amistad, así como el contrario del amor verdadero es el odio puro. Pero luego te seguiré explicando, ahora centrémonos en la historia…

    —De acuerdo —contestó la jefa de mineros, volviéndose a agarrar fuertemente a la túnica del semental.

    —Tanto la Princesa Luna como Gentle Colors, en diferentes épocas, comprendieron que la única forma que tenían de que la Princesa Celestia descubriese lo equivocada de su forma de gobernar era enfrentándose a ella, pues la regente no atendía a razones. Aunque cada una lo hizo de forma distinta, aunque acabaron de igual manera: la Princesa Luna, convertida en Nightmare Moon, fue exiliada a la Luna, mientras que con Gentle, Celestia fue bastante más… cruel.

    —¿Cruel? —preguntó Muffled—. ¿Qué puede ser más cruel que exiliar fuera del planeta durante mil años?

    —Muy fácil —exclamó Wise, de forma irónica—: siendo acosada y perseguida hasta más allá de los límites.

    —¿En serio Gentle fue perseguida por la Princesa Celestia? —interrogó la jefa de mineros.

    —Sí, lo fue —respondió el semental—. Hasta que la Princesa Celestia comprendió realmente el sentido de lo que, tanto la Princesa Luna como Gentle, pretendían que viese. Por lo tanto, convirtió poco a poco la forma de su reinado, pasando de ser una tiranía encubierta a lo que ves ahora… Aunque también comprendió que tenía dos problemas... Dos grandes problemas.

    —Nightmare Moon y Gentle Colors, ¿no? —dijo Muffled.

    —Exacto —comentó Wise—: por un lado estaba su hermana acumulando un gran rencor y, por otro, estaba Gentle Colors, que, a raíz de ser acosada sin descanso, lo que acumulaba no era rencor, sino odio en estado puro.

    +Con su hermana, el problema era más apremiante pues, aparte del parentesco sanguíneo, sabía que no podía defenderse usando los Elementos de la Armonía; pues había cambiado su… llamémoslo "Base mágica", de rencor, como fue en un principio, a amistad, como lo es actualmente. Por eso estuvo esperando hasta encontrar una aprendiz que fuese idónea para desempeñar el papel que ella no podía hacer… Y al final la encontró: Twilight Sparkle.

    —¿Twilight Sparkle no es la bibliotecaria de Ponyville? —Muffled entrecerró los ojos, pensativa.

    —La misma —contestó el semental—. Desde que nació, la Princesa Celestia supo de su gran potencial mágico, así que designó a su sobrina, Cadance, para que fuese su niñera y la orientase para la tarea hacia la que estaba destinada: convertirse en su sucesora.

    +Cuando estuvo preparada, Twilight fue llevada a la Escuela de Magia de Canterlot, y le pusieron una prueba realmente difícil... la misma que ha hecho esta mañana Gentle: incubar mágicamente un huevo de dragón… y que, casualmente, fue la misma prueba que hizo antaño, cuando estudiaba en dicha Escuela, atrayendo en su momento la atención de la Princesa Celestia, al igual que lo atrajo, mucho tiempo después, la consecución de la prueba de Twilight Sparkle.

    +Quizás fuese por azar del destino, o bien es posible que todo estuviese completamente tejido, pero el caso es que Twilight consiguió pasar la prueba, gracias únicamente al poder basado en la amistad, representado por algo llamado "Sonic Rainboom". Ese hecho fue investigado minuciosamente, y se descubrió que las ponis más afectadas, ya que todas eran yeguas, confluían en un mismo punto: todas eran muy sensibles a la magia basada en la amistad.

    —Y se hicieron muy amigas, ¿verdad? —Muffled estaba empezando a comprender.

    —Eso es —expresó Wise—. Esas seis ponis son Twilight Sparkle, Pinkie Pie, Rainbow Dash, Rarity, Fluttershy y Applejack. Una vez descubierto esto, la Princesa Celestia se aseguró de ser ella misma la que enseñase a Twilight la cantidad suficiente de hechizos, y también, sin que su aprendiz lo supiese, "moldearla" de tal forma que pudiese aprovechar lo más posible la magia basada en la amistad.

    +Pero la Princesa Celestia no disponía de mucho tiempo: el exilio de Nightmare Moon llegaba a su fin, aunque Twilight también se dio cuenta de ello. Desesperada, la Princesa Celestia envió a su pupila a "reunirse" con las demás. Y el resto de esta historia ya la conocemos todos…

    —Sí —aclaró Muffled—: vencieron a Nightmare Moon y evitaron así que la noche se volviese eterna. No creo que haya nadie en toda Equestria que no conozca esa hazaña.

    —Bien, entonces volvamos a hablar de Gentle —Wise bajó la cabeza, ligeramente entristecido—. Aunque con Gentle el problema era de menor magnitud, ella ha sido, y es, un verdadero quebradero de cabeza para la Princesa Celestia. Y al decir "de menor magnitud" me refiero únicamente a que Gentle no era capaz de hacer magia, ya que su cuerno roto, que es el punto focal que posibilita realizar magia en un unicornio… Digamos que su rotura fue el primer castigo que recibió.

    —Pero esta mañana la hemos visto hacer un hechizo —cortó la jefa de mineros.

    —Eso es porque está volviendo a basar su poder mágico en la amistad… —respondió el semental—, que es su estado más afín con respecto a la captación de la magia. Es más, actualmente, todo a su alrededor ha sido propiciado para que así sea: ¿quién crees que "dejó" a Flashing Hooves a las puertas de Northwest Mines Town? ¿Y quién crees que indujo a Shiny Eyes para que llegase a Northwest Mines Town? Ha sido la mismísima Princesa Celestia, que ha movido tierra y cielo para juntar a las seis yeguas y formar así el grupo...

    —¿En serio me estás diciendo que todo el asunto de reunir a todas ellas ha sido orquestado? —cortó Muffled, sobresaltada—. Es tan… repulsivo.

    —Lo sé —respondió Wise—, pero se hizo para que Gentle tuviera una alternativa: escoger de nuevo el camino de la amistad. Aunque no lo parezca, Gentle es una hechicera muy poderosa… tanto, que, en su estado actual, la cantidad de seres capaz de hacerle frente es muy reducida.

    —No creo que Gentle sea tan fuerte —dijo la jefa de mineros—. Solo la hemos visto hacer un hechizo esta mañana, y después se ha desmayado…

    —La incubación mágica de un huevo de dragón es uno de los hechizos más difíciles que existen —aclaró el semental—. Pocas veces, a lo largo de toda la historia, se ha conseguido realizar ese hechizo con éxito. Los habitantes del pueblo lo ignoran, pero en realidad hemos asistido a un acontecimiento espectacular. Y recuerda que Gentle apenas puede canalizar la magia, debido a la pequeña protuberancia que tiene por cuerno… Además, hace muy poco tiempo que las seis amigas están reunidas, por lo que las fluctuaciones de onda mágica aún son muy altas e inestables, requiriendo un gran esfuerzo por parte de Gentle.

    —De acuerdo, Gentle es ultra-mega-super-espectacularmente poderosa —expresó Muffled—. Entonces, ¿por qué no ha ido la Princesa Celestia a detenerla, usando los Elementos de la Armonía con ella?

    —Simplemente porque no puede —respondió Wise—, por dos razones: por una parte, Gentle se ha convertido en un ser indispensable en el organigrama financiero. ¿Recuerdas lo que te dije el otro día, antes de la reunión del Consejo? —el semental no esperó la respuesta—. Solo te conté la punta del iceberg. La realidad es que Gentle tiene un emporio de empresas que se han convertido, poco a poco y en secreto, en parte esencial de la sociedad equestriana, de tal forma que, hoy por hoy, no se podría concebir Equestria sin la aportación que hace ese conglomerado de empresas, tanto para los habitantes del reino como para las arcas de Palacio. Y esto no solo ocurre en Equestria, sino que su ámbito se extiende por muchos más países. Ejercer una acción en contra de Gentle significaría una caída en cadena del estatus financiero de demasiadas naciones. Por lo tanto, sería posible, y bastante probable, que Equestria fuese inmediatamente atacado por una unión de reinos, y algunos reyes y gobernantes son tan poderosos como la Princesa Celestia.

    +Por otra parte, con respecto al asunto de los Elementos de la Armonía… —Wise quedó pensativo durante un instante—. Digamos que la Princesa Celestia los usó antiguamente, pero basando su magia en el rencor. Debido al cambio de base mágica hacia la amistad, propiciado por su cambio de estilo de reinado, no puede hacer uso de los Elementos de la Magia, como se llamaban originalmente esas joyas. Verás… Un ser no puede usar esos Elementos de la Magia basando su magia en dos "acepciones" diferentes, y menos aún si éstas son contrarias entre sí. Es decir, si yo usase esos Elementos basándome en el amor verdadero, el vínculo que se crearía entre ellos y yo sería "amor verdadero", vínculo que quedaría fijado para siempre.

    —¿Quieres decir que, como la Princesa Celestia usó antes esos Elementos de la Magia basándose en el rencor, ahora ya no puede usarlos basándose en la amistad? —inquirió Muffled, sabiendo ya la respuesta.

    —Eso es —reconoció el semental—. Por eso abandonó los Elementos de la Magia en el antiguo Palacio Real, con la esperanza de que Twilight y las demás del grupo conectasen por primera vez su vínculo con ellos, basándose en la amistad que ya tenían entre sí. Y por eso mismo Nightmare Moon no pudo hacerlas funcionar, porque el vínculo que ella tenía con los Elementos de la Magia era de amistad, aunque pretendía usarlos basándose en el rencor.

    +Sin embargo, Gentle nunca llegó a usar esos Elementos de la Magia, por lo que todavía no hay ningún vínculo entre esos Elementos y ella. "Simplemente" fue su víctima cuando se enfrentó a la Princesa Celestia... y perdió.

    —Parece que estás justificando a Gentle —la jefa de mineros entrecerró los ojos—. Sigues enamorada de ella, ¿verdad?

    —No es eso —Wise se enfurruñó por un instante—. Gentle no es más que una yegua martirizada, al igual que la Princesa Luna, así como los demás que osaron atacar a una tiránica Princesa Celestia. Pero que, al ser derrotadas, cambiaron... La Princesa Luna empezó a acumular, como dije antes, un rencor sin igual, mientras estaba exiliada en la Luna. Gentle, desde su fracaso, ha cometido un sinfín de actos horribles, inenarrables, prácticamente imperdonables… aunque justificables, si se achacan a la legítima defensa.

    +Pero te recuerdo que yo sirvo a la Princesa Celestia… a la actual, a la que es "la más sabia y poderosa" de toda Equestria. Mi misión es protegerla, a ella y a Equestria de todo peligro, y ahora mismo, sopesando todas las posibilidades, considero que el mayor peligro para todo el Reino es precisamente la propia Princesa Celestia.

    —¿Cómo puedes pensar eso? —Muffled preguntó, soltando otro capón a la cabeza de Wise, y recibiendo otra vez el mismo daño de antes.

    —Si la Princesa Celestia ve a Gentle en el Palacio Real —contestó el semental—, montará en cólera y quedará obnubilada. Entonces la atacará sin dilación y, como dije antes, la economía de varios países caerán como una fila de fichas de dominó. Lo único que puedo hacer es evitar que lleguen a encontrarse… O, si es tarde, intermediar en el asunto.

    +Antes me preguntabas por qué la Princesa Celestia guarda tal rencor a Gentle, después de haberse ensañado tanto con ella… La respuesta es muy simple: al cambiar su base mágica, basándose ahora en la amistad, la Princesa Celestia ha visto cómo era realmente en el pasado, y cómo la veían, tanto la Princesa Luna como Gentle. Sin embargo, Gentle duda realmente del cambio de ser de la Monarca y, por más que la Princesa Celestia intente demostrar que ha cambiado, Gentle sigue en sus trece.

    —Entonces, ¿por qué Gentle va al Palacio Real? —interrogó la jefa de mineros—. ¿No sería más fácil llevar a Reddish a otro lado donde puedan cuidarla perfectamente?

    —Supongo que querrá comprobar por sí misma que verdaderamente la Princesa Celestia se ha reformado —respondió Wise—. Ha estado demasiado tiempo fuera de Canterlot y solo sabe lo que le cuentan. Y, si efectivamente ve que ha cambiado, se jactará, porque sabrá que finalmente ha vencido a la Princesa Celestia, pues el objetivo que tenía al rebelarse era hacerla cambiar a lo que es ahora.

    —Comprendo… —Muffled quedó pensativa un momento—. Entonces esto es como un juego para Gentle, ¿no?

    —Por supuesto —declaró el semental—. Ella sabe perfectamente que está siendo manipulada para usar la magia con la base de la amistad, pero no le importa en absoluto. Es más, parece que realmente desea tomar esa vía…

    —Pero... Si Gentle es tan perjudicial para la actual Princesa Celestia… —cortó la jefa de mineros—, ¿por qué ésta quiere darle una segunda oportunidad?

    —Porque la actual Princesa Celestia quiere cortar definitivamente con esa parte del pasado —respondió Wise— y ser la princesa de todos por igual, siendo benévola. Pero para ello necesita el perdón de Gentle y así podrá cerrar la gran herida que tiene aún en su corazón. Gentle lo sabe y, por primera vez en mucho tiempo, se está divirtiendo con esta situación… Incluso está participando de buena gana en las cartas que Shiny le escribe a su abuela…

    —¿Las cartas? —preguntó Muffled—. ¿Qué tienen que ver en todo esto?

    —La amistad es un sentimiento demasiado difuso y extenso, que comprende prácticamente toda acción positiva entre dos o más conocidos —explicó el semental—. La Princesa Celestia lee personalmente todas las cartas que llegan a Palacio sobre el tema de "conocimiento de amistad", vengan de donde vengan, por si puede aprender algo nuevo… Además de que es un gran método para controlar el conocimiento que tienen sus súbditos sobre el tema, para defender Equestria si hay algún ataque, utilizando un ejército de ponis capaz de usar la magia basada en la amistad…

    +Gentle lo sabe, y lo aprovecha. Participa en las cartas de Shiny para demostrar a la Princesa Celestia que sigue ahí… eternamente ahí… Es como hurgar en la herida del pasado, y en cierto modo una pequeña venganza de Gentle.

    —Esa unicornio es perversa a veces… —matizó la jefa de mineros.

    —Aparte, hay otra razón por la que Gentle recibe una segunda oportunidad —Wise ignoró el comentario de Muffled—, y es por… La Misión…

    —¿Qué misión? —inquirió Muffled.

    —Nadie lo sabe —respondió el semental—, ni siquiera la Princesa Celestia. Por lo visto, cuando Gentle recibió el ataque de los Elementos de la Armonía, algo extraño sucedió, algo que nunca se volvió a repetir. Desgraciadamente, los detalles únicamente lo saben la Princesa Celestia, la Princesa Luna y Gentle, aunque las tres mantienen un sepulcral silencio sobre este tema. Únicamente sé que los efectos no fueron los esperados cuando la Princesa Celestia y la Princesa Luna los usaron contra Gentle.

    —¡Espera, espera, espera…! —cortó Muffled, que tenía los ojos como platos—. ¿¡Me estás diciendo que la Princesa Celestia y la Princesa Luna usaron los Elementos de la Armonía contra Gentle!? ¡Pero si hace mil años que la Princesa Luna se convirtió en Nightmare Moon! —entonces la jefa de mineros respiró hondo—. Debo estar demasiado nerviosa, porque por un momento creí que habías insinuado que Gentle tenía mil años de edad...

    —En realidad —Wise sonrió—, tiene algo más de mil doscientos…

    Muffled abrió descomunalmente la boca y, por un momento, dejó de sujetarse a la túnica de Wise. Entonces, instintivamente, volvió a agarrarse con fuerza, con sus patas traseras, en los flancos del semental. Al posicionarse de nuevo en su lugar, intentó abarcar mentalmente lo que acababa de escuchar, pero eso era prácticamente imposible. Entonces pensó en la edad de Gentle y se sintió empequeñecida, insegura, como si fuese una potrilla comparándose a sí misma con una venerable anciana.

    —Lo único que conocemos del asunto —continuó hablando Wise— es que los Elementos de la Armonía hicieron a Gentle, en el momento del ataque, un ser inmortal. Y, precisamente por eso, sabemos que la eligieron para una misión. Por desgracia, desconocemos por el momento cuál es… Puede ser que Gentle esté predestinada a manejarlos por sí misma en algún momento… O puede ser que el destino de Gentle sea destruirlos.

    —¿Pero no se supone que los Elementos de la Armonía son joyas mágicas, o algo así? Entonces son irrompibles, ¿no? —cortó la jefa de mineros.

    —En realidad los Elementos de la Armonía no son más que un contenedor verdaderamente complejo —respondió el semental—, pero lo que realmente los hace únicos es que en su interior están atrapados los seres más poderosos que jamás hayan habitado este mundo: los Señores Elementales.

    —¿Los Señores Elementales? —inquirió Muffled.

    —Verás… —Wise estaba decidiendo cómo continuar—: los Señores Elementales fueron los primeros entes que habitaron este mundo. Cada uno dominaba un elemento: agua, aire, fuego, tierra, luz y oscuridad. Tenían un poder sin igual y, para decidir quién era el más fuerte, cada uno creó un ejército propio y estos se pelearon entre sí. Esas batallas fueron de tal intensidad que cambiaron la fisionomía del mundo.

    +Más tarde surgieron dos pueblos, o mejor dicho, bajaron de los cielos y se establecieron en este planeta. Entonces vieron que todos los seres vivos que existían por entonces sufrían por culpa de los continuos ataques entre estos ejércitos, por lo que decidieron unir sus fuerzas y encerrar para siempre a los Señores Elementales.

    +Por una parte estaban el pueblo de Bullspain —en ese momento Muffled arrugó el hocico, al recordar el episodio de la lanza y el elemental de tierra—, que desarrollaron la ciencia hasta un nivel realmente portentoso, y el pueblo de Marelantis, que desplegaron una habilidad mágica aún muy lejos de nuestro alcance.

    +Su unión fue letal para los Señores Elementales, que fueron apresados uno a uno dentro de cada Elemento de la Armonía, bajo la aplastante superioridad del armamento y tácticas que diseñaron estos dos pueblos… Para que te hagas una idea: esta armadura que llevo y nos transporta es un ejemplo de la capacidad conjunta entre esos dos pueblos, y eso que solo es la armadura que llevaría un soldado raso… Pero volvamos al tema: el último Señor Elemental en ser capturado fue el de la Luz, cuya joya fue trasladada de plano, apareciendo esporádicamente cuando más se necesitaba, como hace mil años, cuando Nightmare Moon destruyó el antiguo Palacio Real, o hace unos meses, cuando las seis yeguas de Ponyville la necesitaron para vencer, precisamente, a Nightmare Moon, mil años después… ¿Y sabes por qué? Porque la luz es lo contrario a la oscuridad, oscuridad que convirtió a la inocente Princesa Luna en la malvada Nightmare Moon.

    +Entonces, después de vencer a los Señores Elementales, los dos pueblos decidieron que los demás debían ser libres de vivir según el libre albedrío, para que así pudiesen ser libres y felices… Entonces llegó Discord, que aprovechó que el pueblo de Bullspain se había hecho nómada y que los habitantes de Marelantis habían evolucionado hasta tal punto que dejaron su forma física, para hacerse con el poder. Y bueno, el resto de historia ya es más conocida: las dos Princesas lograron hacerse con los Elementos de la Magia, se enfrentaron a Discord y éste fue transformado en estatua.

    +El caso es que los Señores Elementales fueron encerrados dentro de los Elementos de la Armonía y aún hoy lo siguen estando… y espero que sea así durante mucho tiempo.

    —Una historia fantástica, sin duda —Muffled no quería escuchar más, pues tenía, dentro de su cabeza, un barullo de datos y emociones, que debía asimilar lentamente, para comprenderlo detalladamente—. Pero, si no te importa, dame tiempo para entender lo que me has dicho.

    —De acuerdo —Wise volvió a sonreir—. Aunque no vas a tener mucho, estamos llegando ya a Ponyville.

    Fueron frenando lentamente, cosa que agradeció la jefa de mineros, hasta parar por completo a pocos metros de la entrada. Al bajarse, Muffled notó que temblaba, en parte por la emoción encontrada de lo que acababa de escuchar y en parte por la velocidad del viaje. El semental empezó a mirar hacia el cielo y reculó hacia un lado.

    —Espera —dijo—. Es mejor que demos un rodeo hasta la estación de tren. No quiero que cierta pegaso celeste con crin multicolor me vea con túnica, pues me confundiría con otro poni y querría ajustar cuentas… Y lo último que me apetece es perder tiempo con tonterías.


    Gentle estaba en el techo del último vagón. A pesar de haber comprado el billete, lo último que le apetecía era mezclarse con el resto de viajeros, y menos aún portando una túnica y llevando a una bebé dragón.

    La unicornio de dos colores se había ajustado el cinturón con el biberón y estaba amamantando a Reddish. Desgraciadamente, sería la única vez que Reddish tomaría leche con polvo de gema en todo el camino, ya que, al desenredar Gentle la servilleta, una ráfaga de viento se había llevado casi todo el contenido de ésta, haciendo inútil los intentos de la unicornio para evitar que tal cosa sucediese.

    Por fortuna, se estaban acercando a Canterlot y, con ello, al final del viaje. Al menos, con Reddish, pues ella aún tendría que volver a Northwest Mines Town. Y tendría que hacerlo con rapidez, pues la Princesa Celestia, al descubrir que ella había entrado en Palacio, intentaría apresarla, bloqueando inmediatamente todas las salidas de la capital del reino. Gentle tendría que haber salido del cerco para entonces.

    Cuando Reddish terminó de tomar el biberón, Gentle se dio la vuelta y se sentó, a la vez que elevaba a la bebé dragón hacia su hombro izquierdo. Debían situarse en contra del viento para que, cuando la pequeña dragoncita eructase, el fuego que expulsase fuese hacia a favor del aire. Una llamarada surgió de la boca de Reddish, seguida de una risa, tanto de la bebé como de la unicornio.

    Gentle volvió a bajar a Reddish y la situó sobre su regazo, girándose a continuación hacia la derecha. La besó en la frente y, mirándola con una gran ternura, dijo:

    —Reddish… A partir de ahora ahí es donde vivirás —señaló el Palacio Real, la cual se elevaba majestuosamente sobre la capital, que a su vez se definía sobre el horizonte— y serás muy feliz, te lo aseguro… Lo serás, lejos de mí —susurró. Entonces la unicornio empezó a llorar, aunque las lágrimas se las llevó el viento.

    CONTINUARÁ

    17. 1x11 - Reddish - Parte 3

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Este es un capítulo especial, el cual he dividido en cuatro partes para su mejor lectura (en total son algo más de 30.000 palabras y 66 páginas).


    Tags: [Sad/Triste] - [Dark/Oscuro] - [Adventure/Aventura] y un poco de [Tragedy/Tragedia] - [Comedy/Comedia] - [Romance/Amor]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x11

    Reddish

    Parte 3

    Wise y Muffled llegaron a la estación de tren de Ponyville. Afortunadamente todos los habitantes del pueblo parecieron ignorar a la extraña pareja, incluyendo Rainbow Dash, que no apareció en ningún momento.

    Wise se situó delante de la cabina de venta de billetes y empezó a toser para llamar la atención del vendedor, que estaba atendiendo al telégrafo, escribiendo en un papel el mensaje que le estaba llegando en ese momento.

    Una vez terminó de garabatear, el taquillero se giró hacia la ventanilla y, cuando vio a aquél, que aún seguía pertrechado bajo una túnica, abrió los ojos como platos para entrecerrarlos a continuación.

    —¡Vaya! —exclamó el vendedor—. Veo que hoy hay afluencia de encapuchados...

    —¡Seguro que es ella! —intervino Muffled—. ¡Ha estado aquí!

    Al oír eso, el taquillero empezó a gritar pidiendo auxilio. En cuestión de un instante, dos guardias se pusieron al lado de Wise. Muffled, viendo esa escena, instantáneamente reculó ligeramente, aunque, al momento, se armó de valor y avanzó, dispuesta a defender a su amigo.

    —¡Basta! —gritó éste, entrecerrando los ojos—. ¡No permitiré que me pongáis los cascos encima!

    Los soldados empezaron a enfadarse, mientras que el vendedor rió.

    —La otra encapuchada se nos escapó —dijo—, pero tú pagarás los platos rotos. Y a ella… A ella la capturarán en la estación de Canterlot. El propio Capitán de la Guardia, Shining Armor, comanda su misión de captura, así que es imposible que salga de esta, al igual que tú.

    —¡Dejadle en paz! —gritó Muffled—. Somos los buenos, ¿no lo veis?

    —Cuenta eso a quien le interese, en la sala de detenidos que tenemos aquí, en la estación —le respondió el taquillero, mientras uno de los guardias se movió hacia ella, con intención de apresarla.

    Wise empujó al soldado que le custodiaba, haciéndole caer, y rápidamente se quitó la pieza de la armadura de la pata delantera izquierda, así como el protector interno. Cuando el guardia se levantó, el semental levantó esa pata, apuntando directamente al soldado. Entonces, con los dientes, tiró de un hilo que estaba conectado al casco de dicha extremidad. Un gran tampón de carne, sujeto al otro extremo del cordel, saltó hacia un lado. El guardia miró la pata y, sorprendido, se cuadró ante Wise. A continuación éste volteó la pata hacia el otro guardia, obteniendo idéntico resultado.

    —Quiero que envíes, de inmediato, un mensaje a la estación de tren de Canterlot, diciendo que se cancela de inmediato la orden de búsqueda y captura —dijo a continuación, mirando fijamente al vendedor.

    —¿Por qué crees que voy a hacer esa estupidez? —respondió el taquillero.

    Entonces Wise volvió a levantar su pata, esta vez directamente hacia el vendedor, que miró hacia él. Por debajo del casco había un gran socavón y, al fondo de éste, se veía claramente una dibujo escarificado: era el símbolo real de la Princesa Celestia.

    —De… De acuerdo… —el vendedor, tragando saliva, empezó a mandar el mensaje.

    —Y, si te preguntan por qué deben acatar esa orden —respondió Wise, volviéndose a ajustar el tampón de carne en la pata—, diles que porque provienen de "Número Uno". Shining Armor lo comprenderá.

    Mientras el vendedor mandaba con premura el mensaje, Muffled se situó al lado de su amigo, que estaba volviéndose a colocar la armadura de la pata.

    —Eso ha sido realmente asqueroso —le dijo en voz baja.

    —Pero necesario —respondió Wise, con el mismo tono de voz—. Es un pequeño precio por ser un espía de la Princesa Celestia. Y nos ha sacado de ésta, ¿no? —exclamó, sonriendo.

    —¿Falta mucho para que llegue el próximo tren? —la jefa de mineros preguntó al vendedor, mientras se acercaba a la taquilla.

    —Hace apenas veinte minutos que ha salido el último —respondió éste—. El próximo, en horario nocturno, vendrá en una hora y cuarenta minutos.

    —Eso va a ser un gran problema —comentó Muffled, mirando a Wise—. Debemos esperar más de hora y media…

    —No te preocupes —respondió el semental, señalando una pequeña locomotora negra situada en un andén muerto—. Tengo una idea…

    +Perdone —dijo, dirigiéndose al vendedor—, ¿esa locomotora de ahí está operativa?

    —Bueno… —respondió éste, dubitativo—, es un modelo viejo que hemos retirado la semana pasada, así que, con un mínimo ajuste, podría ser operativo de nuevo… —miró hacia abajo durante un instante y continuó hablando—. Si lo necesitan, avisaré al mecánico para que se ponga de inmediato con su puesta a punto —entonces, sin esperar respuesta, volvió a bajar la cabeza y pulsó un botón situado bajo el mostrador..

    Al momento un operario, ataviado con un maletín de herramientas, se presentó y, tras una corta conversación con el vendedor, se dirigió hacia la locomotora parada y empezó a arreglarla.

    Tanto Wise como Muffled esperaron sentados junto a la taquilla, ante la atenta mirada de los guardias, así como de los primeros viajeros del siguiente tren, que llegaron muy temprano.


    —Ya está listo —dijo el operario, poniéndose junto a la taquilla.

    —Perfecto —respondió Muffled.

    —El problema —comentó el vendedor— es que no tenemos ningún maquinista disponible ahora mismo…

    —No te preocupes —le cortó Wise—, sé conducir algunas locomotoras… ¿qué modelo es?

    —Oh, es un modelo antiguo… —respondió el taquillero—. Concretamente, una APECK-101.

    —Bien —Wise sonrió—, ese modelo lo conozco… —y, dirigiéndose hacia Muffled, añadió—. Nos vamos…

    Los dos se acercaron al tren y descubrieron que tenía el contenedor de carbón por la mitad… Sería más que suficiente para ir a Canterlot.


    Gentle terminó la carta que tenía pensado poner junto a Reddish, aprovechando que ahora ésta estaba dormida. Lo había escrito pensando en ablandar el duro corazón de la Princesa Celestia… Duro cuando se trataba de Gentle, blando con todos los demás, según había oído la unicornio de dos colores. Quizás, a pesar de que era Gentle la que llevaba a Reddish, el corazón de la Princesa aceptase a la bebé dragón, pues era una criatura inocente.

    Acababan de entrar en Canterlot, por lo que, suavemente, se echó sobre el techo del tren, cuidando de que Reddish no se despertase. Faltaba muy poco para abandonar la seguridad del tren y adentrarse en la parte más difícil del viaje: Canterlot y el Palacio Real.

    Al cabo de unos pocos minutos, empezaron a entrar en la estación de tren de la capital del reino. Gentle miró a su alrededor, maravillada. El edificio era realmente espectacular, tal como debía ser, teniendo en cuenta de que era una de las entradas más importantes de Canterlot. Aunque poco duró su admiración: repartido por toda la estación había una innumerable cantidad de guardias reales. Unos eran unicornios, otros pegasos y otros ponis de tierra, pero todos parecían calcos del anterior, pues eran de cuero blanco o gris y sin ningún rasgo realmente diferenciador del resto. Gentle se acurrucó sobre el techo, sabiendo que estaban ahí por ella. Seguramente habían enviado, desde la estación de Ponyville, la noticia de captura… Pero eran tantos guardias que Gentle dudaba de que, si hubiese ido al descubierto y pregonando quién era, la seguridad hubiese sido más férrea.

    En ese momento, el tren empezó a frenar. La unicornio de dos colores empezó a idear vías de escape, y desdeñándolas poco después. Simplemente no veía ninguna posibilidad de escapar sin provocar una sangrienta batalla campal… Si al menos hubiesen ido sus amigas con ella, quizás podría haber hecho el hechizo de la Cutie Mark, aunque seguramente la habrían atrapado antes de lograr abrirse paso entre tal maraña de guardias.

    "Quizás pueda usar un hechizo de… ", pensó, pero también descartó la idea, "No, incluso utilizando los conjuros originales seguramente destruiría toda Canterlot, afectando a sus inocentes habitantes. Además, perdería demasiado tiempo preparando las runas, y seguramente me descubrirían".

    Cuando el tren paró del todo, Gentle permaneció completamente quieta, aunque sí se apretó algo más sobre el techo del vagón, y se quedó observando: Unos cuantos guardias se acercaron a los vagones, haciendo ademán de entrar en ellos. La unicornio sonrió: si subía la cantidad suficiente de soldados al tren, la posibilidad de escapar se vería rápidamente aumentada, pues, con suerte, el número de guardias que permaneciesen en el andén sería lo suficientemente reducida como para poder intentar una huida, aunque eso conllevase estar constantemente escondida en Canterlot… Una Canterlot que había crecido y evolucionado durante siglos, y que ella no conocía.

    Entonces se fijó en un poni diferente, un unicornio. Su cuero era blanco y su crin, como su cola, eran azules, con una franja celeste. Su mirada inquisitoria le terminó de delatar. Parecía el Capitán de la guarnición que estaban buscándola en la estación. La sonrisa de Gentle se acentuó: quizás, si llegase hasta él, podría tomarlo como rehén, amenazando con cortarle el cuello con el cuchillo que portaba en el zurrón. Sí, parecía la mejor opción. Solo tenía que esperar el momento justo para lanzarse directamente hacia él. Y tenía la sorpresa de su parte, pues nadie se esperaría que la presa que buscaban se lanzase directamente hacia el líder de los depredadores.

    Los soldados empezaron a entrar al interior del tren. "Aún no es suficiente", se dijo Gentle a sí misma, "Tengo que seguir esperando...". Se acurrucó aún más, intentando ocultarse del todo. Los guardias seguían entrando a los vagones, quedando el andén cada vez más vacío. Se acercaba el momento de saltar hacia su presa. Así se lo hizo saber su pelaje, que empezó a erizarse, presa del patente nerviosismo. Lentamente, e intentando hacer el menor ruido posible, sacó el cuchillo del zurrón y se lo puso, con el filo hacia fuera, entre los dientes, apretando fuertemente con éstos la parte metálica. Estaba lista para la acción.

    Ideó mentalmente la táctica que debía seguir a continuación: de un salto bajaría del techo del vagón y se situaría en plena línea de tiro, esperaría dos segundos y saltaría hacia la izquierda, donde empujaría a un aún sorprendido soldado, después avanzaría dando otro salto, seguido de otro brinco hacia la derecha, hasta situarse por detrás de otro guardia y, esquivando su lanzazo, le saltaría por encima, evitando así los ataques mágicos que le lanzarían desde el tren. Seguidamente avanzaría tres pasos y brincaría hacia atrás, esquivando el hechizo del capitán y, de otro salto hacia la izquierda, los restantes ataques mágicos desde el lateral derecho. Entonces solo tendría que avanzar rápidamente hasta posicionarse al lado del oficial y ponerle el cuchillo en el cuello. Pan comido.

    De repente, lo que parecía un operario de la estación se acercó hacia el capitán, acompañado de dos guardias. Cuando se puso al lado, el operario se cuadró como pudo y le entregó un papel al oficial. Rápidamente éste lo leyó y, entrecerrando sus azules ojos, hizo una señal y se dio la vuelta. En un momento todos los guardias, incluyendo los que estaban dentro de los vagones, le siguieron, dejando la estación completamente vacía.

    Gentle respiró aliviada. Lo último que deseaba era correr riesgos, y menos aún teniendo a Reddish colgando del cuello en su mochila porta-bebés. Y tampoco quería arriesgar la vida de ese capitán, pues, según se había comportado con los viajeros del tren que estaban empezando a salir, distaba mucho de la actitud que habían mantenido con ella los soldados, asesinos y cazarecompensas, a lo largo de toda su vida. Parecía que, por fin, había tenido lugar un cambio importante en Equestria y, sobre todo, en el corazón de la Princesa Celestia… Ese capitán no era despiadado y, si en algo Gentle se sentía orgullosa, era que en toda su vida nunca había matado a un ser inocente.

    Se levantó y bajó lentamente la escalerilla, para no despertar a la pequeña. Cuando llegó a la rejilla del vagón, la locomotora tocó el silbato y el tren empezó a acelerar. Entonces la unicornio de dos colores se apresuró a saltar al andén. Después miró hacia atrás y sonrió ligeramente ante la triste ironía: tanto la subida al tren como la bajada había sido accidentada, como accidentada habían sido tantas cosas en su vida.

    Y pensó, durante un instante, en lo que había ocurrido en ese andén. Estaba segura de que el mensaje que había recibido el Capitán de la Guardia Real había sido lo que la había salvado, y sabía perfectamente quién lo había enviado: Wise Words. Por lo tanto, él estaba tras su pista y, aunque el sitio más cercano donde podría haber enviado ese mensaje estaba aún lejos, en Ponyville, probablemente habría hecho todo lo posible por estar ya camino de Canterlot. Así que disponía de poco tiempo para llevar a cabo su cometido.

    Entonces Gentle entrecerró los ojos. Seguramente Wise quería que ella lograse su objetivo. Pero, ¿y si lo que intentaba ese semental era eliminar la competencia, para ser él el que la cazase? Si eso era lo que Wise pretendía, ella presentaría batalla.


    Muffled sujetaba la palanca de aceleración, tal como le había enseñado Wise, mientras él se ocupaba de echar, mediante paladas, el carbón a la caldera. Apenas acababan de salir de la estación de Ponyville cuando Muffled empezó a hablar, aprovechando que estaban los dos solos en la locomotora.

    —¿Por qué? —preguntó.

    —¿Por qué qué? —inquirió a su vez Wise.

    —¿Por qué me has contado todo esto? —reiteró otra vez la jefa de mineros—. Parece la típica información que no debería saber nadie… Ya sabes, alto secreto o algo así.

    El semental se rió.

    —No te preocupes —respondió—, no es más que información reservada, y tengo potestad para contártelo —entonces se puso serio—. Te lo he contado porque necesito que lo recuerdes —exclamó.

    —¿Que lo recuerde? —interrogó Muffled—. En ese caso, no te preocupes, no creo que lo que me has dicho se me olvide fácilmente.

    —No es eso —contestó Wise—. Aunque he decidido que, cuando volvamos, revertiré el hechizo en todos los miembros del Consejo, en las amigas de Gentle y, por supuesto, en ti.

    —¿Qué hechizo? —la jefa de mineros se extrañó.

    —Gentle ha estado viviendo en el terreno donde se asienta Northwest Mines Town desde antes de que éste se empezase a construir —explicó el semental—. Pero ninguno de sus habitantes se ha percatado de ello. Para todos, Gentle es una extraña unicornio con una edad equivalente a la que aparenta. Ese efecto es la consecuencia directa de un conjuro modificado de olvido, lanzado por uno de los primeros colonos, bajo la orden directa de la Princesa Celestia.

    +Este hechizo se lanzó por precaución, tanto de todos con respecto a Gentle, como de ella con respecto a los demás. Cada cierto tiempo, todo aquel que esté en el pueblo, olvida el verdadero pasado de Gentle… Mejor dicho, devuelve su memoria a un punto inicial. De esa forma, todos siguen conociéndola, a la vez que "adquieren" una historia patrón sobre ella, que es la que todos "hemos oído alguna vez". De esa forma, cada uno se olvida de lo que realmente es.

    —Que sepas que eso es algo horrible y cruel —fue la respuesta de Muffled.

    —Pero necesario —comentó Wise—. Imagínate que Gentle está conspirando para rebelarse otra vez. Con el hechizo activado, sus seguidores olvidarían todos los planes antes de ejecutarlos, por lo que Equestria volvería a estar a salvo. Además, Gentle también se ve afectada por el hechizo, por lo que, de esa forma, puede disfrutar de una vida más o menos apacible, una y otra vez… Aunque últimamente se comporta como si hubiese superado el hechizo, cosa que debo confesar que me aterra... —el semental tiritó de miedo, resaltando sus palabras—. No me gustaría nada tener que enfrentarme a una de sus grandes estrategias.

    —¿Estrategias? —la jefa de mineros se extrañó—. Vale que es un poco autoritaria y orgullosa, pero no me la imagino dando órdenes y diseñando tácticas.

    —Pues lo es… —respondió Wise—, y una de las mejores que jamás hayan existido. Deberías saber que, cuando se rebeló contra la Princesa Celestia, ésta mandó sus tropas para repelerla. Tuvieron lugar varias batallas, y Gentle, junto con un grupo de apenas cinco seguidores, vencieron en todas y cada una de ellas.

    +Aunque también es verdad que me habría encantado haber sido testigo de la última de esas contiendas, antes de la lucha final… Más de cinco mil soldados reales contra seis ponis… —exclamó el semental, con un deje de admiración—. Desgraciadamente, nunca sabré qué estratagemas usaron Gentle y sus seguidores, pues la Princesa Celestia se encargó personalmente de borrar toda huella de la existencia de Gentle. Ni siquiera yo sé exactamente qué es lo que ocurrió.

    —¿Por qué ha hecho eso la Princesa Celestia? —preguntó Muffled—. Como tú bien dirías: "Si olvidas el pasado estás condenado a repetirlo"…

    —Por seguridad —contestó Wise, volviendo a adquirir un tono neutro—. A pesar de que ya habían tenido lugar varias rebeliones, éstas no llegaron muy lejos. Gentle, su antigua aprendiz, estuvo demasiado cerca de derrocar a la Princesa Celestia. Por eso borró todo lo referente a ella, para evitar que hubiese más sublevaciones siguiendo el mismo estilo.

    Muffled, pensativa, se asustó.

    —Si borró todas las huellas de la existencia de Gentle... —dijo, temerosa—, ¿qué pasó con su familia? ¿Y con sus amigos? ¿También los... borró?

    —No te preocupes —el semental intentó tranquilizarla—, solo recibieron órdenes estrictas de no hablar jamás de ella. Incluso se inventó una historia para su falso funeral… Un funeral en el que únicamente asistieron las dos Princesas. Ni sus padres, ni su hermano, ni sus amigos quisieron presentarse. Unos renegaron por temor a ser represaliados, otros, lo hicieron avergonzados por haberla conocido.

    —Eso es horrible —la jefa de mineros bajó la mirada—. Que tus seres queridos te odien hasta tal punto de no querer saber nada de ti debe ser espantoso.

    —Sin duda —Wise también bajó la mirada.

    Se hizo un pequeño silencio, que aprovecharon para seguir alimentando la locomotora. Poco después, volvió a hablar Muffled:

    —¿Sabes una cosa? —preguntó—. Deberían haber venido las amigas de Gentle, por si ella necesita hacer algún hechizo.

    —¡NO! —gritó Wise, asustando a la yegua. Entonces se tranquilizó y continuó hablando—. Las he mandado expresamente a otros lugares para impedir que Gentle pueda usar su magia.

    —¿Por qué has hecho eso? —Muffled miró fijamente a los ojos del poni—. Junto a sus amigas, Gentle tendría más posibilidades de entregar a Reddish sana y salva. Recuerda que para eso ha ido a Canterlot, ¿no?

    —Pero quiero que la Princesa Celestia vea con sus propios ojos a la Gentle que vemos tú y yo todos los días —fue la respuesta de Wise—. A la Gentle tan peligrosa como un gatito asustado, incapaz de conspirar contra ella; a la Gentle desprendida que regala un sistema avanzado de televisión a todo el pueblo, únicamente porque "nos hemos portado bien"; a la Gentle que dona dinero para Northwest Mines Town para la estatua de la plaza o la restauración de Cirrus Merlon.

    —Comprendo… —la yegua volvió a bajar la mirada—, Y, para que la Princesa Celestia vea eso, Gentle no debe poder defenderse, ¿verdad?

    —Exacto —Wise entrecerró los ojos—. Solo espero que lleguemos a tiempo a Canterlot —exclamó, echando otra palada de carbón a la caldera.

    Hubo un gran silencio en la locomotora.

    Esta vez fue Wise quien lo cortó finalmente.

    —Hay algo aún más importante que tener que impedir que la Princesa Celestia y Gentle se encuentren —dijo, otra vez con un semblante reflexivo—, y es evitar, por todos los medios, que Gentle y la Princesa Luna se vean.

    —Sé que me voy a arrepentir de la respuesta —comentó Muffled—, pero... ¿Por qué?

    —Porque, si bien Gentle y la Princesa Celestia son enemigas, con la Princesa Luna tenía una gran amistad… —respondió el semental—, hasta que Gentle fue traicionada por ésta, al impedir que derrocase a la Princesa Celestia.

    +Exacto —continuó Wise, viendo que Muffled arqueaba las cejas—, Gentle no venció porque la Princesa Luna apareció en mitad de la batalla final. Pero esta última, totalmente arrepentida de su acción, pues la Princesa Celestia seguía siendo tiránica, liberó a Gentle de su prisión, tiempo después. La Princesa Celestia, al enterarse, entró en cólera y lo pagó con su hermana menor… Y, por eso mismo, la Princesa Luna terminó convirtiéndose en Nightmare Moon, alegando que, si su hermana mayor se autoproclamaba "La luz del día", ella cambiaría las tornas para gobernar en solitario, es decir, "La noche eterna" —el semental paró de hablar, continuando un segundo después, al percatarse que la jefa de mineros había comprendido la verdad sobre ese hecho—. Sin embargo, la Princesa Luna no sabe que Gentle es inmortal. Cree que hace mucho tiempo que Gentle falleció.

    —Siempre había creído la historia oficial sobre la transformación de la Princesa Luna en Nightmare Moon —comentó Muffled, con una mezcla de tristeza y rabia—. Ya sabes, que estaba harta de que los ponis durmiesen mientras ella estaba despierta y sintiéndose tan sola… Te agradezco que me hayas dicho la verdad.

    —Pero... ¿Quién te crees que le dio la idea de la noche eterna? —preguntó irónicamente Wise—. Fue Gentle, cuando la Princesa Luna le quitó la transformación en poni.

    La jefa de mineros abrió los ojos como platos.

    —¿Gentle fue convertida en estatua? —inquirió—. ¿Pero cómo…?

    —Todos los enemigos de la Princesa Celestia recibían, antiguamente, ese castigo — aclaró el semental—. Y eran expuestos, sin que nadie más que las dos Princesas supiesen la verdad, en el Jardín Real. De hecho, aún hoy, muchas de las estatuas que hay, tanto alrededor del laberinto como dentro de él, son realmente ponis petrificados.

    —¿¡Pero cómo puede alguien consentir esto!? ¡Es... Es horrible! —Muffled no podía creérselo.

    —No te preocupes —añadió Wise—, en realidad esos ponis no sienten nada… Para ellos, es como si el tiempo hubiese sido completamente parado. Es algo que se comprobó específicamente después de la liberación de Gentle…

    —¿Por qué… ? —Muffled preguntó, sin ánimos para terminar la cuestión—. ¿… Se comprobaron?

    —Verás… —el semental volvió a bajar la mirada, totalmente avergonzado—. Poco después de que la Princesa Luna liberase a Gentle, la Princesa Celestia descubrió que ésta había sido plenamente consciente de absolutamente todo durante todo el tiempo que estuvo atrapada… Debió de ser realmente horrible... Descubrir que uno es incapaz de moverse, incapaz de hablar, incapaz de morir…

    —¡Eso es monstruoso! —Muffled estaba con su mandíbula espasmódica, a punto de llorar—. ¿¡Cuánto tiempo estuvo sufriendo así!?

    —Aproximadamente… —Wise apenas emitió un pequeño hilo de voz—, doscientos años.

    En ese momento, la yegua soltó instintivamente la palanca y se apoyó en el lateral de la locomotora, totalmente derrotada. Se llevó los cascos a sus húmedos ojos, intentando concebir mínimamente la clase de horrorosa atrocidad había sufrido Gentle en su estado petrificado. Era algo imposible de imaginar, de percibir, de abarcarlo. La jefa de mineros sintió que era algo completamente inabarcable, un horror sin igual. Era como marcar a fuego una mortal herida en un alma pura, hasta dejarla convertida en una masa sanguinolenta. Y pensar que ella esa misma mañana ella quería haber golpeado a la unicornio de dos colores…

    Entonces se echó a llorar como una potrilla, incapaz de comprender… Wise se mantuvo en silencio, cabizbajo.

    —¡PERO ESO ES DEMASIDO CRUEL! —gritó Muffled de repente, mientras las lágrimas le caían por las mejillas—. ¡CÓMO PUEDE SER TAN PERVERSA LA PRIN… ESE MONSTRUO!

    —Por eso se hizo la comprobación —susurró el semental—. Se liberó al resto de cautivos y se descubrió que ellos no habían percibido nada… A todos, menos a Discord...

    +De todas formas, como te he dicho, esa aberración se descubrió después de que Gentle fuese liberada, por lo que la Princesa Celestia no fue la culpable —exclamó, con un tono más fuerte—. Solo se le puede achacar ese hecho a lo que hicieron los Elementos de la Armonía con ella… Y por eso creo que la misión que tiene ella es destruir los contenedores y liberar a los Señores Elementales, ya que… ¿qué mejor forma de fomentar el odio hacia los Elementos de la Armonía que haciéndola sufrir así?

    +Desgraciadamente, ella cree que todo lo ocurrido fue por culpa de la Princesa Celestia. ¿Comprendes ahora la magnitud del odio que tiene Gentle? —los ojos de Wise también se humedecieron—. Y, precisamente por eso, lo que Gentle está haciendo, al entregar a Reddish a su mayor enemiga, es el acto más generoso, noble y hermoso que un poni puede hacer.

    En ese momento Muffled se levanto y, decidida, volvió a coger el mando, moviéndolo, con todas sus fuerzas, a la posición más veloz.

    —¡Wise! —exclamó, aún llorosa—. ¡Pon todo el carbón que puedas! ¡Quiero llegar lo antes posible a Canterlot! ¡Vamos a acompañar a Gentle al Palacio Real, y ni todo el ejército de Equestria lo va a impedir!

    Éste empezó a llenar la caldera y sonrió: Muffled al fin lo comprendía.


    Gentle paseaba cuidadosamente por Canterlot, a la vez que admiraba cómo había cambiado todo. Por todas partes había palacetes y casas señoriales. Era todo lo contrario de Northwest Mines Town, donde cada casa era un calco a la anterior, así como de la siguiente. Todo en ese pueblo minero era deprimente, con sus colores oscuros, exactamente igual que su corazón… Sin embargo, cada edificio en Canterlot era de un color y tamaño diferente a los que le rodeaban. Era todo tan… espectacular.

    En cambio, los ponis eran otra cosa. Unos la miraban con cara de extrañeza, otros de desagrado y algunos directamente cruzaban la calle para no pasar junto a ella. "Panda de estúpidos", pensó, "Se creen mejor que el resto únicamente porque exhiben las riquezas que tienen, con el único interés de mantener sus patéticas relaciones entre ellos… Si supiesen de que tengo más riquezas y posesiones de lo que nunca podrían imaginar sus penosas mentes, se tirarían a mis cascos y me alabarían… Me dan asco".

    A pesar de que Canterlot había cambiado completamente desde la última vez que estuvo allí, el Palacio Real seguía enclavado en el mismo sitio, así que se dirigió directamente hacia ese lugar. Reddish de repente despertó y, cogiendo un mechón de crin de Gentle, comenzó a chuparlo y a masticarlo al mismo tiempo. La bebé dragón tenía hambre y la gema que había traído tenía ya los bordes romos. Gentle, preocupada por la pequeña, miró a su alrededor alrededor y descubrió una joyería. Sonriendo, se desvió hacia ella y entró, tapando lo más posible tanto su cuerpo como la mochila porta-bebés.

    —Buenos días —dijo el vendedor, un amarillento pegaso de edad avanzada.

    —Buenos días —respondió la unicornio de dos colores—. Necesito polvo de gema…

    —¿Polvo de gema? —el joyero se extrañó, hasta tal punto que se rascó su crin marrón—. No es una petición normal, pero creo que tengo algo por aquí —se agachó y cogió un pequeño saco. Entonces lo abrió, mostrando su contenido a Gentle. Efectivamente era polvo de gema. De varias gemas, de hecho.

    —Perfecto —la unicornio sonrió y pagó todo el polvo de gema, dejando una pequeña bolsa con dinero encima del mostrador.

    —¿Sabe una cosa? —dijo el joyero—. El polvo de gema no tiene muchas utilidades hoy en día. Que yo sepa, únicamente se usa para reparar gemas, y solo conozco a dos yeguas que lo usen: mi suegra y mi hija. Por eso tenía este saquito, por si lo necesitaban… —en ese momento el joyero bajó la mirada, apenado—. Mi pobre hija... Espero que le vaya bien en ese pueblo minero… La echo tanto de menos…

    Gentle supo que se refería a Shiny Eyes. Por lo tanto, ese vendedor entrado en años debía ser su padre. Entonces giró la cabeza y observó la tienda. Por aquí y por allá había grietas y desconchones. Y, por algunas partes, la pared estaba desnuda, sin género delante. La unicornio frunció el ceño, contrariada: esa tienda estaba de capa caída y probablemente no tardaría mucho tiempo en cerrar. Gentle entrecerró los ojos. ¿Cómo podía permitir la Princesa Celestia que el padre de una de las seis de Northwest Mines Town pudiese vivir tan decrépitamente? ¿Acaso solo le daba una segunda oportunidad a ella, ignorando a las demás del grupo? Eso no era justo.

    Apretando los dientes por la rabia, Gentle miró fijamente al vendedor.

    —Veo que no te va muy bien el negocio —espetó.

    —He conocido tiempos mejores —se lamentó el joyero, ignorando la furia de la unicornio—, solo es un pequeño bache…

    La yegua de dos colores se dirigió a la entrada y miró el género expuesto en el escaparate. Quería saber el verdadero motivo por el que nadie entraba en esa joyería. No lo comprendía… las joyas expuestas eran de gran calidad, todo era completamente artesanal, y los precios de las joyas del escaparate no eran para nada caros. Entonces miró fuera… y lo comprendió: al otro lado de la calle, un poco más allá, había una gran joyería. Curiosamente, ella había pasado por delante y no se había dado cuenta de su existencia; seguramente porque estaba demasiado ocupada intentando distraer a Reddish de su hambre. Entonces, entrecerrando de nuevo los ojos, se fijó mejor en el gran cartel de la otra joyería y sonrió irónicamente: era una de sus tiendas. Gracias a Shiny, ella había abierto una pequeña franquicia de joyerías. Pero, por casualidades de la vida, la tienda instalada en Canterlot estaba ahogando, por proximidad, el negocio familiar de Shiny… Y eso Gentle no lo iba a permitir.

    —Le compro la joya más valiosa que tenga —expresó sin más dilación, dándose la vuelta, hasta mirar directamente al padre de Shiny.

    —¿Có... cómo dice? —el vendedor no se creyó lo que acababa de oír.

    —Voy a comprarle la mejor joya —repitió la unicornio—. No me gustan las injusticias, y esa tienda de ahí —señaló la otra joyería— seguramente vende más barato, quitándole los clientes, que ignoran de que sus joyas —se movió por delante de las vitrinas— son realmente artesanales, al contrario que las que venden allí. Probablemente lo único artesanal que tengan ellos sean las gemas, porque estoy segura de que los aros y colgantes las comprarán al por mayor, sin importarles que la calidad, no como éstas —señaló unos anillos que se veían en el mostrador que estaba debajo del vendedor—. En cambio, yo aprecio la calidad, y estas joyas son una verdadera obra de arte de orfebrería. Por tanto, dígame el precio de la mejor joya que tenga, se la compro ahora mismo.

    Perplejo, el joyero cogió una diadema, un colgante y dos pulseras de pata, que pertenecían a un mismo conjunto. Dijo un precio y Gentle, sacando la bolsa, la abrió sobre el mostrador y contó por encima, descubriendo que tenía dinero más que suficiente para la transacción. Sacó unas pocas monedas, que guardó en el zurrón y dejó la bolsa sobre el mostrador. El comerciante contó el dinero y se dio cuenta que había más dinero del que había pedido, por lo que retiró las monedas sobrantes y las deslizó sobre el mostrador hacia Gentle, que rechazó dichas monedas.

    —Un pequeño pago por las molestias —dijo la unicornio—. ¿Tiene un probador privado? —comentó a continuación—. Quiero llevar el conjunto puesto, pero...

    —Comprendo —respondió el joyero—, prefiere permanecer oculta… —continuó, señalando una pequeña cabina al fondo de la tienda, tapada con una cortina.


    Gentle sonrió. Las joyas le quedaban realmente perfectas, al menos así lo veía a través del espejo instalado en el probador, así que se puso de nuevo la túnica por encima, mientras Reddish reía gozosamente viendo a dos Gentles, la que le sujetaba y la del reflejo… y a esta última intentaba alcanzarla con su pequeña garrita.

    Cuando la unicornio salió de la tienda quedó pensativa: la solución que había dado al padre de Shiny era algo temporal, pan para hoy y hambre para mañana. Sentía que no era suficiente, y decidió inmediatamente lo que iba a hacer: comprar esa tienda. Shiny no sabía la situación en la que se encontraba su familia, y era por culpa suya que se encontrasen así. Por lo tanto, cambiaría ligeramente su estilo de franquicia: en vez de montar tiendas de la nada, compraría tiendas establecidas y las franquiciaría, aportando múltiples ventajas a sus dueños y trabajadores, que seguirían trabajando y aportando su gran experiencia en el sector, aunque al final producirían para ella.

    A continuación, se dirigió hacia el Jardín Real para darle el biberón a Reddish, que se empezaba a mover nerviosa. Por suerte, conocía un sitio donde seguramente los ponis no se acercarían e incluso, con suerte, nadie miraría hacia donde pensaba colocarse: justo delante de la estatua de Discord. Pero para llegar al Jardín Real tendría que dar un pequeño rodeo, pues la afluencia de soldados reales en las inmediaciones de palacio era bastante más alta que en el resto de la capital.


    Afortunadamente, la unicornio de dos colores no se encontró con ningún obstáculo por el camino. Al llegar, miró hacia todas y cada una de las estatuas, con un gesto anhelante y escrutador: ¿Cuáles serían estatuas reales y cuáles eran ponis transformados en piedra? Los ojos de Gentle se humedecieron al ver el dantesco paisaje. Los recuerdos de su estancia en ese lugar, junto con las horribles sensaciones que los acompañaron, inundaron su mente… Y ahora era ella la que estaba del otro lado, observando aquellas moles de piedra de vivos corazones, pertenecientes a seres que lucharon por sus ideales, y tuvieron la osadía de perder contra la maldad en estado puro. Tantas vidas truncadas, tantos deseos deshechos y tanto resentimiento en ese jardín... ¿Cómo era posible que nadie hubiese vengado esta afrenta, destruyendo a la perversa instigadora de tal terror interminable? La unicornio volvió a mirar hacia las estatuas, y otra vez volvió a bajar los ojos. Era demasiado triste, demasiado descorazonador… y ella estuvo atrapada en ese jardín durante demasiado tiempo…

    Pero debía hacerlo. Tenía que alimentar a Reddish. Se lo debía a ellos, a todos y cada uno de los atrapados en ese terreno de latente horror: donde la existencia de los demás se apagarían en el olvido, una vida nueva sería alimentada para ser recordada eternamente.

    Se sentó delante de la estatua de Discord. A diferencia de los demás, a él no le tenía tanto respeto. Con los ojos entrecerrados, Gentle giró la cabeza hacia el Draconequus.

    —Hola… monstruo —espetó Gentle, levantándose y acercándose al malvado ser—. He vuelto después de todo este tiempo y veo que sigues tan repulsivo como siempre.

    Ante el silencio que le devolvió la estatua, la unicornio bufó y, dándose la vuelta, volvió a acercarse al banco. Lentamente se quitó las joyas y las metió en el zurrón. A continuación preparó el biberón, cogiendo agua de una fuente cercana, poniéndole un poco de leche en polvo y espolvoreando sobre el frasco un poco de polvo de gema. Cerró el biberón con la tetina y lo agitó, ajustándolo al cinturón. Seguidamente sacó a Reddish del porta-bebés y se la colocó entre las patas delanteras. La bebé dragón empezó a chupar entonces la tetina del biberón con avidez, deseando calmar su hambre.

    —¿Sabes, Discord? —preguntó Gentle, sin mirar a la estatua—. Durante demasiado tiempo, hasta que me quedé ciega, tuve que soportar la peor vista de todas: la de tu feo culo. Eso fue, sin duda, lo peor de mi castigo, estar observándote durante décadas, emponzoñando mis ojos con tu horrible forma. Te odio. Gracias a ti empezó mi desgracia —miró alrededor por si había miradas indiscretas y, al no descubrir a nadie, continuó—. Te odio casi tanto como a la Princesa Celestia.

    Cuando Reddish terminó el biberón, Gentle se la llevó al hombro, enfocando su espada a la estatua.

    —Ojalá ardas en el infierno, Discord —dijo, furiosa.

    Sin embargo, la llama que emitió Reddish fue demasiado débil, llegando apenas a un palmo de distancia. De todas formas, únicamente habría ennegrecido ligeramente la pátina pétrea que recubría al Draconequus. Lentamente, Gentle puso a Reddish otra vez en la mochila porta-bebés y se levantó. Se giró y miró directamente a Discord, con los ojos entrecerrados. Cogiendo saliva, escupió hacia él, impactando de lleno en la pata de cabra.

    —Púdrete, maldito engendro… —susurró la unicornio.

    Y, poco a poco, Gentle se dirigió hacia el Palacio. La parte más difícil de su misión empezaba ahora. Cualquiera en su interior era un potencial enemigo para ella y, por extensión, para Reddish, por lo que tendría que emplearse a fondo ahí dentro. Con un largo suspiro, cerró los ojos. Al volver a abrirlos, arrugó su morro. Estaba dispuesta a entrar al Palacio. Estaba dispuesta a enfrentarse a sus enemigos. Y, por supuesto, estaba dispuesta a defender a la pequeña de todo peligro… Y no tendría piedad de todo aquel que se pusiera en medio.

    CONTINUARÁ

    18. 1x11 - Reddish - Parte 4

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Este es un capítulo especial, el cual he dividido en cuatro partes para su mejor lectura (en total son algo más de 30.000 palabras y 66 páginas).


    Tags: [Sad/Triste] - [Dark/Oscuro] - [Adventure/Aventura] y un poco de [Tragedy/Tragedia] - [Comedy/Comedia] - [Romance/Amor]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x11

    Reddish

    Parte 4

    Muffled soltó poco a poco la palanca de velocidad para frenar la locomotora, tal como le había indicado Wise, quien a su vez estaba apagando, con la parte plana de la pala, los rescoldos que aún ardían en la caldera. Al fin estaban en la Estación de Canterlot.

    —Antes de bajar —dijo el semental—, me gustaría decirte por qué es tan importante que conozcas todo lo referente a Gentle.

    —Que sea rápido —Muffled se quejó, torciendo el gesto—. Ahora mismo ella puede estar acorralada ahí fuera —exclamó, señalando un punto indeterminado dentro de la capital.

    —De acuerdo… —Wise empezó a hablar—. Verás… Han robado, por toda Equestria, diversos objetos muy muy valiosos.

    —¿Y? —preguntó la jefa de mineros, contrariada.

    —Esos objetos tienen un punto en común: Gentle —el semental se apresuró a contar—. Y, aunque por el momento ignoramos quiénes han sido, creo saber qué es lo que pretenden… Desean el retorno de Blinking Darkness.

    —¿Blinking… qué? —Muffled se extrañó.

    —Blinking Darkness es el nombre que adoptó Gentle cuando se rebeló contra la Princesa Celestia —respondió Wise—. Por lo visto, nuestra querida monarca no fue tan estricta a la hora de eliminar todo sobre la vida de su aprendiz, o bien quedó algún familiar o amigo de sus cinco seguidores sin "tratar". Seguramente, la idea de rescatar a Blinking Darkness para derrotar a la Princesa Celestia haya sido transmitida de generación en generación como una necesidad latente.

    —Pero ahora la Princesa Celestia ha cambiado y se ha vuelto bondadosa, tal y como quería Gentle, ¿no? —preguntó la jefa de mineros.

    —Exactamente —contestó el semental—. Por eso no comprendo por qué lo están haciendo. La única explicación es que la información que tienen sobre ella no sea acorde con la realidad. Seguramente piensen que lo que pretendía Blinking Darkness era lograr un reinado basado en la oscuridad y el odio, aunque en realidad precisamente fue contra eso por lo que ella se rebeló.

    +Entonces, puedo decir que hay una buena noticia y una mala. La buena es que sabemos cosas que ellos no saben, y nos da una pequeña ventaja… La mala es que son fanáticos cuyas creencias se basan en una mentira, y eso los hacen extremadamente peligrosos.

    +De todas formas, no me consta que hayan contactado con Gentle, por lo que probablemente ignoren que ella es "su" Blinking Darkness. Estoy seguro de que piensan que está exiliada en otro país o incluso en otro plano de existencia.

    —¿Plano de existencia? —inquirió Muffled.

    —Es algo demasiado complejo como para explicarlo en pocas palabras… —fue la respuesta del semental—. Solo espero que, si no tenemos éxito en atraparlos, no lleguen a convencer a Gentle para que base su magia en el odio puro…

    —¿Por qué? —interrogó la jefa de mineros—. ¿Tan malo sería?

    Wise miró fijamente a Muffled.

    —Verás… —empezó a decir el poni—, para aprovechar mejor el poder de la magia, se usa, aparte de los sentimientos, el tiempo que se mantiene intacto dicho sentimiento. Es decir, cuanto más tiempo, más poder mágico. Gentle, cuando se rebeló contra la Princesa Celestia, tenía un poder basado en el rencor, pero de "apenas" unos meses... y estuvo a punto de vencer. Entonces, imagínate el poder que sería capaz de generar usando una energía basada en el odio puro, e incubado durante más de mil doscientos años… No quiero ni imaginármelo.

    +Por eso te he contado todo esto. Necesito tu ayuda, la del Consejo e incluso la de todo Northwest Mines Town. Si, tal como creo, todos los objetos robados han sido elegidos porque están relacionados con Gentle, es casi seguro que robarán algo en Northwest Mines Town, bien en el pueblo, en la mina, o en los alrededores… Y hay que impedirlo a toda costa.

    —Pero si Gentle decide escoger la senda del odio puro… Le podrá parar la Princesa Celestia o las seis de Ponyville, ¿no? —sugirió la jefa de mineros.

    —¡No! —negó categóricamente Wise—. Las seis de Ponyville apenas han empezado a usar la magia basada en la amistad… No serían rivales para una Gentle con tal poder. Y la Princesa Celestia… Digamos que, al cambiar su base mágica, su sistema de asimilación de magia se reseteó. Apenas cuenta con trescientos años de poder, y encima basado también en la amistad, cuyo aprovechamiento de magia es bastante menor que el del odio puro. Gentle literalmente pasaría por encima de todas ellas.

    —¿Y los Elementos de la Armonía? ¿No contienen los seres más poderosos que jamás han existido sobre la faz de este mundo? Podrían usarla contra Gentle, ¿no? —volvió a preguntar Muffled.

    —El contenido sí es extremadamente poderoso —contestó el semental—, pero el continente se basa en el poder de la conexión con sus portadoras… Es decir, ahora mismo, los Elementos de la Armonía son tan poderosos como las unión de amistad que tienen entre sí las seis de Ponyville. Es decir, serían como un juguete enfrentándose a un cañón.

    +Además… —Wise entrecerró los ojos—, antes no te lo he contado todo… Hace aproximadamente trescientos años, la Princesa Celestia, junto a su nuevo aprendiz, atacó otra vez a Gentle, frente a lo que hoy es la mina del pueblo…

    +Diciéndolo suavemente: ¿Nunca te has preguntado de quién es la tumba desconocida del cementerio? El pobre aprendiz pagó con su vida la negativa de los Elementos para atacar a su elegida, a Gentle Colors. El desgraciado ardió hasta la muerte, ante la sorpresa de las dos yeguas, que no pudieron hacer nada por salvarle.

    +Es decir, cualquier ataque que se haga ahora mismo contra Gentle, usando los Elementos de la Magia, conllevará a un mismo camino: la destrucción de una, de varias o de todas las portadoras de los Elementos. Digamos que los Señores Elementales son muy celosos con su elección.

    +Pero dime, Muffled… ¿Me ayudarás a proteger Northwest Mines Town, Equestria y el mundo entero contra la posibilidad de la destrucción total, incluso si para ello pueda correr un gran peligro, o incluso morir, cualquiera de nosotros? —preguntó Wise, con un gesto solemne, mientras le ofrecía a la yegua el casco como señal de protección.

    Muffled comprendió entonces que estaba metida en mitad de una gran conspiración, del que podría salir malparada. Miró al suelo, pensativa. Entonces alzó la vista hasta encontrarse con los ojos de Wise y, apretando los dientes, afirmó con la cabeza.

    —Gracias… amiga —declaró el semental, chocando los cascos con la jefa de mineros—. Y ahora, vamos a buscar a Gentle antes de que sea demasiado tarde…


    Esa parte del lateral del Palacio Real era, con diferencia, la menos vigilada. Gentle esperaba que, al igual que el Palacio original, ésta tuviese una entrada secreta en el mismo lugar, pues cualquier otra forma de entrar sería prácticamente un suicidio, sobre todo la entrada principal, donde un regimiento entero la habrían cerrado el paso nada más poner un casco en él.

    Esperó pacientemente hasta el cambio de guardia, que no tardó mucho en producirse. En el momento preciso, salió de entre los arbustos donde había permanecido escondida y se pegó a la pared. Tanteó con sus cascos, tan rápido como pudo, la ubicación de la posible entrada oculta. Cuando la encontró, sonrió. Entonces deslizó su pata dos baldosas hacia arriba y dos a la izquierda y pulsó con suavidad la siguiente losa. Mientras se abría lentamente la entrada secreta, Gentle supo que todo sería más fácil.

    El interior del pasadizo era oscuro y lleno de telarañas. Cuando volvió a cerrar la entrada, tanto ella como Reddish se quedaron a oscuras. Gentle sabía que debía evitar, a cualquier precio, que la pequeña dragoncita exhalase fuego en esa pequeña galería. Intentó rememorar la longitud y recorrido de esa entrada secreta y, sobre todo, a qué habitación del Palacio desembocaba. Recordó entonces cómo la Princesa Luna se lo mostró un día, entre risas, para escapar de las aburridas lecciones de la Princesa Celestia, y así disfrutar de una soleada tarde en el Jardín Real. Aquellos eran buenos tiempos, sin duda. Buenos tiempos que, por desgracia, jamás regresarían.

    Pero al fin consiguió generar un mapa mental del túnel, aunque debía avanzar a oscuras, pues la cantidad de telarañas presentes en ese lugar hacía imposible cualquier tipo de fuente de luz no mágica y, aunque pudiese hacer un hechizo, estaba segura de que el interior del Palacio tenía algún tipo de alarma que la detectaría de inmediato. Afortunadamente, precisamente a la misma existencia esas telarañas, Gentle supo que esa entrada no había sido utilizada en años, por lo que seguramente nadie se esperaría que lo hiciese ella.

    Avanzó, arrastrándose, poco a poco, ocultando su cuerpo con la túnica y, sobre todo, protegiendo con ella a Reddish: cualquier roce o cosquilleo en el cuerpo de la pequeña podría asustarla o molestarla hasta tal punto que, para defenderse instintivamente, la dragoncita lanzase fuego, convirtiendo el túnel en una trampa mortal. Llegaron entonces al final de la galería, topándose con una pared. Gentle entonces dudó. ¿A qué habitación conectaría? Sabía que, en el otro Palacio, comunicaba con un salón de grandes proporciones, pero sin utilidad… a una habitación perdida de un Palacio magnífico y estúpidamente grande. Pero seguramente, en este nuevo emplazamiento, llevaría a otro lugar totalmente diferente. De todas formas, solo había una forma de comprobarlo.

    Sin embargo, debía ser muy cuidadosa al abrir la portezuela. Podría ser que al otro lado estuviese la sala de guardias o algo mucho peor, el Salón del Trono. Poco a poco empezó a mover la abertura hasta que entró una leve línea de luz, entonces paró y miró por esa leve rendija. Aunque no vio a nadie, observó que la habitación que había a continuación parecía ser el mismo salón sin uso que recordaba del otro Palacio.

    Abrió del todo la puerta secreta y ojeó hacia todos lados. El lugar estaba completamente desierto. Afortunadamente, el ruido de los goznes de la entrada secreta no había alertado a nadie. Cerró la portezuela hasta su posición original y avanzó silenciosamente hasta una puerta. Detrás de ella, en el antiguo castillo, cruzaba un pasillo muy transitado, así que no quiso arriesgarse y, dándose la vuelta, se acercó a otra puerta que, según rememoraba, llevaba a otra sala sin uso. Al menos, así debería ser, siguiendo el plano del antiguo Palacio.

    Se acercó a la última puerta y miró por el ojo de la cerradura. La siguiente habitación estaba igual de desierta que en la que estaba, por lo que abrió el portón rápidamente y lo cruzó, cerrándolo por detrás de ella. Localizó las diferentes puertas y volvió a fijar un plano mental de esa ubicación dentro del antiguo Palacio.

    Pero tenía que llegar a un sitio en concreto para dejar a Reddish, no vagar sin rumbo fijo, como estaba haciendo, así que se quedó pensativa durante unos momentos, intentando situar dónde debía estar la habitación de la Princesa Celestia. Era, sin duda, la mejor opción, ya que pronto anochecería y la Monarca de Equestria se iría a descansar, suponiendo, claro está, que hubiese delegado ya a su hermana menor el derecho a levantar la Luna. Pero, ¿y si no lo había hecho? Tendría entonces que llamar, de alguna manera, la atención sobre esa habitación, para que descubriesen a la bebé dragón lo antes posible. El problema sería cómo escaparía ella de esa trampa.

    Eligió una puerta en concreto, sabiendo que, si todo el Palacio había sido un calco exacto del anterior, irían, dando un pequeño rodeo, a la habitación de la Princesa Celestia. Un rodeo que le aseguraría pasar lo más desapercibida posible dentro de un palacio fortificado.


    —Nunca antes había venido a Canterlot —Muffled estaba impresionada ante tanta opulencia, hasta tal punto que se sentía incómoda y mareada—. Es todo tan… Espectacular…

    —No dejes que te engañe —declaró Wise—, es la capital del Reino y, como tal, debe ser exasperadamente pomposa.

    Los dos trotaron a buen ritmo, con el semental al frente marcando el camino hacia el Palacio Real. Habían decidido empezar a buscar ahí a Gentle, pues seguramente ella intentaría entrar a su interior o, si aún no había accedido, esperarla en las inmediaciones para ayudarla con su misión en la medida de lo posible.

    Recorrieron Canterlot en menos tiempo de lo que pensó la jefa de mineros, ya que Wise conocía perfectamente el recorrido. Una vez posicionados ante la puerta principal del Palacio Real, se pararon. Entonces, el poni volvió a quitarse la pieza de la armadura de su pata delantera izquierda y entró hasta el umbral, donde cuatro guardias le miraron inquisitivamente. A continuación, levantó la pata y la vista de los soldados retornaron inmediatamente al frente, para seguir protegiendo la entrada como si fuesen estatuas. Muffled, temblorosa, se acercó al semental, que se estaba volviendo a ajustar la armadura.

    —Sonríe un poco... —dijo Wise, mirándola—. Eres la primera habitante de Northwest Mines Town que accede al interior del Palacio Real. Quizás, con suerte, llegues a cruzarte con la mismísima Princesa Celestia, aunque quizás, si tenemos aún más suerte, no llegaremos a verla.

    —No te preocupes… —declaró la jefa de mineros—. Después de lo que me has contado, no tengo muchas ganas de encontrármela.

    —Recuerda lo que te dije antes… —señaló el semental, empezando a abrir puertas al azar y mirando al interior de las habitaciones—: no hay que decirle a Gentle absolutamente nada de lo que te he contado. Tienes que actuar de forma normal cuando la veamos… Deberías saber que ella te respeta muchísimo y no soportaría que supieses la verdad.

    —No parecía que me apreciase esta mañana, cuando me echó del Consejo del Pueblo —se quejó la yegua.

    —Acuérdate de lo que Gentle confesó esta mañana en la plaza, antes de usar su magia —aclaró Wise—: "Siempre he deseado tener un bebé" —entonces hizo una pequeña pausa—. Debe ser muy difícil que, a su alrededor, se sucedan las generaciones, mientras ella se ve relegada al ostracismo. Al fin y al cabo, Gentle es una unicornio y, aunque en algunos aspectos es un ser prodigioso, en otros, no deja de ser una yegua, como todas las demás, con sus necesidades fisiológicas.

    +Pero hoy todo eso ha cambiado. A todos los aspectos, Gentle ha dado la vida a Reddish: "Estaba a punto de morir, si no le llego a abrir el huevo…", dijo en la reunión. Y eso la convierte en la legítima madre de esa bebé —hizo otra pausa y miró hacia el suelo, apesadumbrado—. Esa pequeña dragona es su hija... Su auténtica hija… Pero ahora se ve obligada a apartar a Reddish de su lado y entregársela a quien ella odia con toda su alma, para quizás perderla para siempre. Es una decisión demasiado cruel, que no me gustaría tener que tomar jamás.

    +Y tú, al culpar a Reddish de vivir, la heriste… —expresó el semental, mirando fijamente a Muffled—. Durante mucho tiempo, Gentle fue atacada de forma indiscriminada, sabiéndose ella culpable de lo que hizo antaño… Pero no pudo soportar que Reddish, siendo un ser inocente, fuese atacada de igual forma. Y menos que lo hicieses tú.

    —Sé que hice mal al decir esas palabras… —Muffled bajó la mirada, arrepentida—. Fue todo tan… repentino… Lo único que quería era proteger Northwest Mines Town y protegernos a todos. Y ahora me doy cuenta de que es Gentle la que siempre nos ha protegido. ¿Qué derecho tengo a inmiscuirme en su cometido? Cuando la vea, me disculparé... Pero tenemos que encontrarla...

    —Sé que ella también te pedirá perdón a ti —Wise sonrió.

    —¿Por qué crees eso? —preguntó la jefa de mineros.

    —Porque ella ve en ti a la figura maternal que siempre añoró tener desde que se rebeló, hace más de mil doscientos años… —respondió el semental—. Ahora, después de tanto tiempo, Gentle vuelve a ser feliz: tiene verdaderas amigas, tiene una madre —señaló a Muffled—, vuelve a tener poder y tiene la Equestria que tanto ansiaba conseguir…

    En ese momento empezó a sonar una sirena de alarma. La yegua comenzó a trotar hacia su origen, pero Wise la paró:

    —¡NO! —gritó—. ¡Si ha sido Gentle quien ha activado la señal, ya estará muy lejos!


    Gentle al fin llegó al pasillo en el que, según al plano del antiguo Palacio, debería estar el Dormitorio Real de la Princesa Celestia. Había tenido que dar rodeos e incluso retroceder más de una vez, pues la cantidad de guardias, de personal de servicio y de visitantes era excesiva para esos tiempos de supuesta paz. Además, muchas de las habitaciones, pasillos y conexiones que había encontrado eran completamente diferentes a como recordaba, por lo que determinó que únicamente eran similares aquellas partes que la Princesa Luna solía frecuentar antaño. Entonces llegó a una conclusión: la Princesa Celestia había querido emular, dentro de lo posible, las partes del Palacio que más frecuentaba la Princesa Luna. Por lo tanto, desde el mismo momento en que se construyó este Castillo, la Monarca de Equestria tenía pensado perdonar a su hermana.

    El pasillo, afortunadamente, estaba desierto, por lo que Gentle se acercó cuidadosamente hacia una puerta en concreto. Detrás de ella debería estar la Habitación Real, así que se situó delante de la entrada, miró hacia ambos lados del pasillo y, sabiéndose sola, observó a través del ojo de la cerradura.

    Lo que vio la hizo sonreír: desde el pequeño agujero se veía una gigantesca cama, en cuyo dosel se vislumbraba perfectamente el símbolo de la Cutie Mark de la Princesa Celestia. Afortunadamente la ubicación de esa habitación era exactamente la misma en los dos Palacios.

    Cogió con el casco la manija de la puerta y, con decisión, la deslizó hacia abajo, pero la puerta permaneció cerrada. El gesto de Gentle se torció. La puerta estaba cerrada con llave. La unicornio de dos colores pateó entonces el suelo, frustrada: estaba tan cerca de su objetivo y a la vez tan lejos… Rabiosa, no se lo pensó dos veces… Se dio la vuelta y, apoyándose sobre las patas delanteras, propinó, con todas sus fuerzas, una doble coz sobre la puerta, que cedió al instante y se abrió de par en par. En ese momento empezó a sonar una sirena de alarma en todo el Palacio.

    Tenía poco tiempo para dejar a Reddish y escapar, así que trotó directamente hacia la cama mientras se quitaba la mochila porta-bebés. Dejó suavemente a Reddish sobre la colcha de la cama y la besó en la frente. Con celeridad, dejó caer los zurrones y los dejó en el suelo, al lado de la cama. Y cogió la nota de uno de los zurrones y la puso por encima, de tal forma que fuese totalmente visible al entrar.

    —Reddish —dijo suave pero rápidamente—, no sé si me recordarás algún día… Pero yo nunca te olvidaré…

    La bebé dragón miró fijamente hacia ella, intentando comprender el por qué de esa situación, por lo que empezó a lloriquear.

    Maldiciendo a la Princesa Celestia por el poco tiempo del que disponía, la unicornio de dos colores sacó el cuchillo del zurrón y, mientras miraba, con ojos húmedos, a la pequeña dragoncita, se sujetó la crin y se lo cortó lo más rápidamente posible, dejándose una maraña despeinada y maltrecha en su cabeza. Rodeó entonces a la pequeña con el pelo que se había cortado. Ésta cogió un mechón y, llevándoselo a la boca, volvió a sonreír.

    —Te quiero, Reddish —los ojos de Gentle apenas podían ver por las lágrimas—. Vive… Vive y se feliz…

    Y salió de la habitación sin mirar atrás. Tenía que alejarse de allí lo más rápido posible, antes de que aquella parte de Palacio se llenase de soldados. Entonces volvió por el mismo lugar por el había llegado, deseando no encontrarse con nadie.

    Lo único positivo de la situación era que Reddish apenas tendría que esperar para ser descubierta.


    "Número Dos" fue el primero en llegar a la Habitación Real. Con una señal, hizo parar a los soldados que le seguían, entrando él a continuación al interior del dormitorio. Allí, sobre la colcha de la cama, una bebé dragón lloraba, probablemente asustada por el ruido de la alarma. A los pies de la cama había dos zurrones del que asomaban diversos materiales para el cuidado infantil. El pegaso se acercó lentamente a ellos y empezó a buscar dentro, descartando inmediatamente la existencia de cualquier elemento peligroso.

    Parecía ser que lo único que había pasado era que alguien había puesto ahí al bebé y se había marchado antes de que ellos llegaran. Entonces se fijó en la nota. Con cuidado lo cogió y empezó a leerlo.

    Apenas había terminado dos frases cuando una voz atronadora surgió desde el pasillo:

    —¿¡QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ!?

    El pegaso giró la cabeza y, al momento, bufó, molesto. La Princesa Celestia se acercaba por el pasillo. A raíz del persistente sonido de la alarma, la Monarca había usado la Voz Real de Canterlot para hacerse oír. "Número Dos" se encaminó hacia la puerta, pero la Princesa Celestia apareció en el umbral. El pegaso, parándose, hizo una leve reverencia con la cabeza y le entregó la nota.

    La Princesa Celestia miró directamente, con gesto serio, a la pequeña bebé dragón que lloraba en su cama. Después cogió la nota y comenzó a leerlo detenidamente. Una vez terminado, entrecerró los ojos y, esta vez con voz normal, gritó:

    —¡Es Gentle Colors! ¡Id tras ella y traedla a mi presencia! —los soldados se cuadraron de nuevo—. ¡Pero procurad que mi hermana no la vea! ¡Y quitad ese sonido… Molesta a la pequeña! —señaló a Reddish.

    Todos los guardias reales abandonaron el pasillo buscando a la fugitiva. "Número Dos" volvió a hacer una reverencia y se marchó. Poco después, el sonido de la alarma se silenció.

    La Princesa Celestia se acercó entonces a la cama. La bebé dragón aún seguía sollozando, aunque en ese momento abrió del todo los ojos y comenzó a reírse, mientras estiraba sus garritas hacia la soberana de Equestria, que se había sentado en el suelo, al lado de la cama, y miraba a la bebé con ojos tiernos.

    —No, pequeña… —dijo con una suave voz—, yo no soy tu madre… Aunque he de reconocer que ella se parece ligeramente a mí, con su larga crin...

    Volvió a leer la carta, esta vez en alto, como si quisiera que la pequeña dragoncita lo escuchase:

    "Princesa Celestia:

    Reconozco que hemos tenido diferencias en el pasado, pero espero que sea algo que permanezca en ese lugar y que no se trasladen al presente.

    Sé que he cometido un delito al romper mi exilio, pero debía hacerlo: la pequeña criatura que ves delante de ti ha aparecido en el interior de la mina del pueblo que creaste para mí.

    Como sabrás, Northwest Mines Town es un pueblo minero de joyas y, como tal, un dragón no tiene cabida en ese lugar. A pesar de ello, tuvo que ser incubada mágicamente en la plaza del pueblo, pues no podía romper el cascarón por sí sola.

    Ahora, según tengo entendido, eres un ser bondadoso. Así que te ruego, desde lo más hondo de mi corazón, que cuides de la pequeña, ya que es un ser inocente, víctima de las circunstancias.

    Si he roto mi exilio ha sido por ella, pues necesita un hogar donde pueda ser cuidada y protegida. Y solo hay un lugar en toda Equestria donde pueda estar a salvo: a tu lado.

    Te pido humildemente que no pagues con ella los errores que cometí yo.

    Por cierto, se llama Reddish. Es encantadora, ¿verdad? Me encantaría verla de nuevo pronto, en mejores circunstancias, cuando me perdones y levantes mi castigo.

    Por último, debo decirte que mi encaminamiento hacia la amistad empieza a tener éxito. Ahora comienzo a ser otra vez una poni feliz al lado de mis amigas, como lo era cuando estaba a tu lado, antes de… lo ocurrido. Muchas gracias por juntarnos.

    Con los mejores deseos: Gentle Colors.

    Posdata: Mis amigas y yo necesitamos más lunas de sangre."

    —Hermana, ¿ocurre algo? —la voz de la Princesa Luna se acercaba por el pasillo—. He oído una alarma…

    La Princesa Celestia levantó la mirada hacia la puerta, preocupada. Desde que la Princesa Luna dejó de ser Nightmare Moon no había vuelto a sonreír. Estaba hastiada, cansada, sin ganas de vivir. Por mucho que lo había intentado, la Princesa Celestia no había conseguido que cambiase el gesto de su hermana menor. La que en otro tiempo fue la Guardiana de la noche, simplemente no conseguía encajar en la vida diaria, a pesar de que parte del Palacio había sido configurado de la misma forma que estaba hace mil años para que ella rememorase los buenos recuerdos.

    —Princesa Luna, estoy aquí —expresó la Princesa Celestia, sonriendo—. Entra a mi habitación…

    La Princesa Luna se asomó a la puerta, intentando no incomodar. Entonces abrió ligeramente los ojos, sorprendida: su hermana mayor la estaba mirando con una expresión maternal. Ésta le hizo un gesto para que se acercase a la cama ya que, con su cuerpo, tapaba a Reddish.

    —Sé que estás triste, hermana —dijo cariñosamente la Princesa Celestia—. Te castigas pensando que todo lo que conociste y te hacía feliz ya no existe. Crees que todo el mundo te repudia, que no tienes amigas... Estás muy equivocada... —entonces, levantándose, la regente de Equestria sonrió y se apartó—. Aquí tienes a una…

    La Princesa Luna se acercó curiosa a la cama, mirando estupefacta a Reddish. Nunca había visto un dragón tan pequeño… Era… gracioso.

    La bebé estiró sus garritas, aprovechando que la Princesa Luna había bajado la cabeza mientras para escrutarla, y agarró un mechón de la crin azul celeste, llevándoselo, a continuación, a la boca. Entonces Reddish empezó sonreír y a balbucear, contenta.

    —¡Ey! ¿Qué estás haciendo? —la Princesa Luna preguntó perpleja, mientras le retiraba el mechón de pelo de la boca a Reddish—. Eso es mío, no te lo comas…

    Entonces Reddish entrecerró ligeramente los ojos y, con una sonrisa aún más pronunciada, cogió otro mechón que ladeaba por la otra parte de la cabeza de la regente de la Noche.

    —Eres muy travieso… —la Princesa Luna no supo cómo continuar.

    —Se llama Reddish. Es hembra —matizó la Princesa Celestia, mientras sonreía.

    —Reddish… eres muy revoltosa… Pero, si te apetece comerte mi crin, ¿quieres un poco más? —dijo, cogiendo otro mechón de su crin y poniéndolo por encima de la pequeña, que estiró sus garritas intentando coger el nuevo tirabuzón, a pesar de que aún seguía chupando el otro mechón.

    +¡Jajajá...! —la Princesa Luna se rió—. Mira, hermana… No se lo está comiendo, solo lo chupa… Jajajá… ¿Quieres aún más? —y cogió otro mechón de su crin, hizo cosquillas con él en la barriga de la pequeña dragoncita, que seguía chupando el primer mechón y tiraba de los dos siguientes con sus diminutas garras.

    La Princesa Luna miró entonces, con ojos titilantes y una sonrisa en la boca, hacia la Princesa Celestia.

    —Muchísimas gracias, hermana —dijo—. Eres fantástica…

    —Te ayudaré a cuidarla —respondió la Princesa Celestia, devolviéndole la sonrisa. Entonces, acercándose a ella, la abrazó. Por fin la Princesa Luna volvía a sonreír.

    Entonces, mientras seguía abrazando a su hermana menor, la Princesa Celestia se fijó, por primera vez, en la crin que rodeaba a Reddish. En ese momento, sin que la Princesa Luna y la pequeña se diesen cuenta, la Monarca de Equestria frunció el ceño, contrariada.

    Pero la seguridad de la bebé era lo primero, así que la Princesa Celestia elevó mágicamente los zurrones y la Princesa Luna izó suavemente, con su pata delantera, a Reddish, que seguía chupeteando los mechones entre jocosas carcajadas, tanto de la pequeña dragón como de la Regente de la Noche, y se dirigieron a los aposentos de esta última, a la vez que dieron órdenes al servicio para el buen tratamiento de la bebé.

    Cuando la Princesa Celestia volvió a su habitación, se fijó de nuevo en la crin que aún descansaba sobre la cama. Esa crin pertenecía, sin ninguna duda, a Gentle Colors. Agarró un mechón con su pata y, dejándolo en el mismo lugar, se dirigió hacia la ventana. Sabía que, si en algo era orgullosa esa unicornio, era precisamente en su larga y perfecta cabellera. El hecho de que ella hubiese sacrificado su crin como ofrenda para acompañar a la pequeña Reddish no era para alimentar a la bebé, sino un mensaje para la Regente de Equestria. Un mensaje que solo podía significar una cosa: "Te ofrezco mi soberbia, representado por mi crin, la cual he arrancado de mi cuerpo y, con un gesto de humildad, dócilmente rodeo con ella a un ser inocente y puro, para decirle al mundo entero que estoy orgullosa de esa criatura". Por lo tanto, la prueba de su cambio estaba ahí. La prueba de que Gentle estaba volviendo a ser la aprendiz amable y gentil que fue antaño, antes de su sublevación.

    La Regente de Equestria deseó entonces que, ni "Número Dos" ni ninguno de los guardias reales, tuviesen éxito en atrapar a la unicornio de dos colores.

    —Muchas gracias, Gentle —exclamó, con un deje de tristeza—. Espero que vuelvas a ser feliz...

    En ese momento, una lágrima recorrió la mejilla de la blanca alicornio.

    —Y espero que algún día logres perdonarme… —susurró.


    Tanto Wise como Muffled se habían situado en la calle principal, un poco alejados de Palacio. Habían determinado que ese era el mejor lugar para esperar a la unicornio de dos colores pues, teniendo en cuenta que la defensa estaba activa, Gentle tendría que pasar por allí, porque atravesar esa calle era la forma más rápida y segura de abandonar Canterlot.

    —Quédate aquí —dijo Wise—. Yo voy a entrar, por si acaso. De todas formas, tengo que deshacerme de esta armadura. No quiero que Gentle me descubra con ella puesta, descubriría quién soy al instante.

    —Como quieras —Muffled se sentía insegura. No quería quedarse sola en esa gran ciudad desconocida…

    —Si ves a Gentle —exclamó el semental—, entrad ahí —señaló una cafetería que estaba un poco más atrás en la calle—, y esperadme… Pero no os pongáis en la parte de las ventanas.

    —No soy estúpida, créeme —se quejó la jefa de mineros, pero Wise ya se había marchado al galope hacia el Palacio Real.

    Muffled se sentó en el sitio, mirando hacia el suelo, mientras intentaba analizar cada palabra que iba a decirle a la unicornio de dos colores para disculparse, pero no pudo… Estaba aterrada. Aterrada por la historia de Gentle, aterrada por los acontecimientos y, sobre todo, aterrada por la soledad que le infundía esa gran y opresiva ciudad, cuyas paredes parecían combarse sobre ella, intentando atraparla.


    Gentle llegó, sin saber cómo, a la misma entrada secreta por donde había accedido al Palacio. Todo dentro del Castillo se había vuelto horriblemente caótico, con soldados recorriendo pasillos y habitaciones para buscarla.

    Abrió la portezuela sin miramientos y entró en el túnel, cerrando la puerta justo por detrás de ella. Sabía que, si le tapaban las dos salidas, estaría atrapada, pero eso no le amilanó. Siguió hacia delante, despejando rápidamente los trozos de telaraña que aún colgaban en el camino. ¿Por qué tenían las arañas la necesidad de hacer sus pegajosas redes en los sitios más insospechados, donde la posibilidad de que entrase una mosca era prácticamente nula?

    Finalmente llegó al otro extremo. Antes de abrir la entrada se paró para recuperar el aliento. No sabía lo que podría haber al otro lado, por lo que estaba aterrada… Podría darse el caso de que el revuelo hubiese hecho que todos los guardias estuviesen dentro de Palacio, pero también podría ser que todos los soldados estuviesen acordonando los alrededores.

    Fuese como fuese, lo único que podía hacer era salir, ya que volver al Palacio era ofrecer su cabeza en bandeja de plata. Pero otra duda recorría ahora su mente: ¿debía abrir la portezuela despacio o hacerlo con rapidez? Con la primera opción podría pasar más desapercibida, pero a la vez daría más tiempo a un posible observador para alertar de su posición y ser atrapada. En cambio, si abría rápidamente, varios soldados podrían oír el ruido y acercarse a la vez, cercándola desde varios frentes. Sopesó cuidadosamente las posibilidades y decidió que la mejor opción era una mezcla de ambas opciones: abrir despacio la puerta y trotar rápidamente hasta el arbusto en el que se había escondido antes de entrar.

    Así lo hizo y, una vez oculta en el arbusto, miró a los alrededores. No había absolutamente ningún soldado en todo ese ala. Respiró hondo y sonrió. Ahora todo sería más fácil, pues aunque podrían verla antes, tendría más espacio para esconderse o huir.

    Ahora tocaba elegir la ruta de escape. Miró a su alrededor y vio el laberinto del Jardín Real. Descartó al instante esa opción, ya que, aunque en el antiguo Palacio Real también había un laberinto, era estúpido pensar que el de este lugar tenía la misma configuración y más aún sabiendo que era un simple juego ornamental. Decidió ir sobre seguro, saliendo por la calle principal hasta salir de Canterlot, a pesar de que esa era la salida más lógica y, por lo tanto, con más posibilidad de estar plagada de guardias.

    Salió de la seguridad del arbusto y se encaminó, camuflándose por detrás de los árboles, hacia la avenida. El mayor problema que se le planteaba ahora era, sin duda, el tener que pasar justo por delante de la puerta principal. Debía ser rápida en hacerlo, sin dar tiempo a los soldados de reaccionar.

    Al llegar a la esquina que daba al muro principal, la unicornio de dos colores empezó a galopar lo más rápido que sus cascos podían dar de sí. Se maldijo durante un instante por la escasa velocidad, producto de las deformidades que tenía en las puntas de sus extremidades delanteras, ocultas bajo unos falsos cascos. A pesar de ello, logró pasar sin que nadie saliese a perseguirla. Aunque siguió moviéndose, se extrañó ligeramente por ese hecho. ¿Podría ser que no hubiese ningún guardia en la puerta principal? ¿Dónde estaban metidos todos?

    Imprimiendo la misma velocidad, giró hacia la calle principal de Canterlot. Entonces vio, un poco más adelante, una figura sobrecogida, apesadumbrada, aterrorizada… Era Muffled, que estaba echada sobre el suelo, con sus cascos por encima de la cabeza. Algo le estaba pasando.

    Se acercó a ella, parándose a su lado, entonces puso suavemente una de sus patas sobre el hombro de la jefa de mineros, quien elevó su cabeza y le devolvió la mirada. Cuando Muffled vio a Gentle, sus ojos se humedecieron, sabiéndose a salvo de esa sensación de opresión. La unicornio miró hacia los alrededores, escrutando todas y cada una de las esquinas. Esa situación no parecía ser una trampa, sino que verdaderamente la rojiza yegua estaba sufriendo.

    —Wi… Wise dijo que le esperásemos allí —balbuceó Muffled, que había recuperado ligeramente la compostura, señalando un restaurante cercano.

    —De acuerdo —respondió Gentle, totalmente impasible.

    Y entraron en el lugar elegido, donde hubo un gran silencio ante la apertura de la puerta… Aunque, donde más silencio había en ese momento era en el corazón de la unicornio.


    Wise entró directamente al Palacio por la puerta principal. Ya había dejado de sonar la alarma, así que seguramente ya estaría encontrado a Reddish y, ahí estaba el problema, posiblemente también a Gentle, si no había logrado escapar. En todo caso, debía darse prisa.

    Pertrechado aún con la armadura y tapado con la túnica, se dirigió rápidamente por el vestíbulo principal, sin saber bien a dónde dirigirse. Tenía que enterarse rápidamente de la situación, así que abordó al primer guardia que encontró.

    —¿Qué es lo que ha ocurrido? —preguntó, mientras mostraba la escarificación al soldado.

    Éste se cuadró al instante y le explicó rápidamente lo que sabía. Afortunadamente aún seguían buscando a Gentle. Wise sonrió: todavía había posibilidades de que todo saliese bien.

    De las escaleras bajaron más guardias, precedidos por una figura escondida bajo una túnica, que estaba volando sobre los peldaños, avanzando rápidamente hacia la entrada principal. No había duda, era "Número Dos".

    El semental se interpuso en medio y enseñó la escarificación a todos. Los soldados se cuadraron y "Número Dos" gruñó.

    —Aparta, "Número Uno" —dijo entre dientes—. Es de vital importancia que detengamos a la infractora. Ha osado profanar los Aposentos de la Gran Yegua.

    —¿Por qué debería hacerlo? —preguntó Wise—. Sabes tan bien como yo lo que ocurrirá si la atrapas… Por lo tanto, debo impedírtelo.

    —¿Acaso vas a desobedecer una orden real? —los ojos de "Número Dos" se encendieron como ascuas.

    —Exactamente… —la mirada de Wise se inflamó de igual manera—. Recuerda la primera de nuestras directrices. Es imperativo que Royal Purity salga de Canterlot.

    —¡Maldita sea! —"Número Dos" bajó al suelo y lo pateó con sus patas delanteras, encabritándose—. ¡No me hagas contradecir una orden directa de nuestra Soberana!

    —Royal ha venido en son de paz, trayendo con ella algo que realmente valora… —replicó Wise—. No es un peligro para Equestria, y lo sabes… Pero lo que SÍ sería una amenaza para Equestria sería atraparla y llevarla ante la Princesa Celestia…

    "Número Dos" volvió a patear el suelo, pero esta vez con indecisión… Seguía furioso pero indeciso. Sabía que "Número Uno" tenía toda la razón, pero si desobedecía la orden seguramente recibiría un castigo. Al final levantó la mirada y la fijó directamente hacia Wise.

    —De acuerdo —exclamó—, "Royal Purity se nos ha escapado". Pero recuerda que me debes un favor, un gran favor.

    —Por supuesto —Wise entrecerró los ojos, a la vez que mostró una gran sonrisa—. La próxima vez que venga a Canterlot te traeré una yegua para tu disfrute… ¿O quizás prefieres un semental? Conozco a uno al que le apodan "El cinco patas"…

    Los soldados que estaban detrás de "Número Dos" empezaron a reírse, imaginándose la escena con los dos sementales. El pegaso encapuchado miró entonces hacia ellos, con una cara de auténtica rabia, lo que hizo que callasen de inmediato. Después volvió a mirar, de la misma forma, a Wise, quien sonreía de forma estúpida, sabiéndose ganador de la contienda.

    —¡Vete! ¡Fuera! —gritó "Número Dos"—. ¡No hagas que me arrepienta de la decisión!

    Wise reculó ligeramente y se dio la vuelta, a su vez, lo mismo hicieron los soldados y "Número Dos". Entonces el semental observó cómo, por delante de la puerta principal, una figura encapuchada trotaba a poca velocidad, dirigiéndose hacia la calle mayor. Con una sonrisa, Wise se paró y, quitándose la túnica, dijo:

    —Quiero dejar la armadura aquí. Tengo intención de acompañar a Royal a Northwest Mines Town y debo mantener mi identidad en secreto. Enviádmela por los canales "habituales".

    Se quitó completamente la protección y la dejó en el suelo. "Número Dos" hizo una señal y dos soldados la cogieron con sumo cuidado, enrollándola con la túnica.

    A continuación, Wise salió galopando hacia la calle mayor. Había evitado la captura de Gentle y su secreto estaba a salvo. O, al menos, esperaba que así fuese.

    Gentle y Muffled se pusieron en una mesa al fondo del restaurante. Allí todos estaban bebiendo, algo normal teniendo en cuenta de que ya era bastante tarde y ya no se servían comidas a esas horas.

    Estaban en silencio, cada una con una cerveza delante. Muffled jugueteaba con la copa, sin saber qué hacer, mientras Gentle hacía dibujos sobre la mesa, mojando el casco en la cerveza para usarlo como un símil de tinta. Todos los dibujos eran de Reddish saltando, tomando el biberón o eructando. En todos los dibujos la bebé dragón era feliz, al contrario de cómo se sentía Gentle al realizarlos, pues suspiraba lastimosamente.

    Wise entró al restaurante y, localizándolas, se sentó junto a ellas.

    —Buenas noticias —comentó—. Se ha cancelado la búsqueda. He hablado con la cocinera de Palacio, que es una buena amiga mía y me ha dicho que la Princesa Celestia ha comprendido que lo ocurrido no ha sido un atentado, ni siquiera lo ha consideerado un acto malicioso. Creo que nos hemos ganado un descanso.

    Pero Gentle no le escuchaba. Su mente estaba pensando en Reddish. No podía creer que la hubiese abandonado. Nunca jamás volvería a ver a la pequeña, pues la posibilidad de que hubiese paz entre ella y la Princesa Celestia era poco menos que imposible… Y, sin esa paz, Gentle no podría volver a acercarse a Canterlot.

    La unicornio se inclinó hacia delante y lloró amargamente. Muffled cambió de sitio, poniéndose a su lado y la abrazó de la forma más maternal posible, y también lloró. Wise se entristeció, comprendiendo la situación en el que estaba la yegua de dos colores. Toda esa situación era algo demasiado amargo.

    —Lo que has hecho, Gentle —dijo finalmente—, ha sido la lección más maravillosa que podrías dar a todo el mundo. Estoy seguro de que incluso la Princesa Celestia hoy ha aprendido mucho de ti… Y estoy aún más seguro de que Reddish estará muy bien cuidada en el Palacio. Estoy realmente orgulloso de lo que has hecho.

    —Yo también lo estoy —añadió cariñosamente Muffled—. Incluso los habitantes de Northwest Mines Town lo están… De hecho, deberías saber que, aunque algunos se pusieron en contra de Reddish, la mayoría del pueblo salió en vuestra defensa. Me has dado la mayor de las lecciones —Muffled estaba temblorosa, con los ojos aún húmedos—. Y… Y quisiera pedirte perdón… Fui demasiado cruel esta mañana… —bajó los ojos—, y no mereces esa crueldad… Ni tú ni Reddish…

    —Sé que no eres así —Gentle miró a la jefa de mineros—. Se nos calentó la boca a las dos… Te perdonaré, si tú también lo haces…

    —¿Qué...? —preguntó Muffled—. No tengo que perdonarte nada…

    —Lo de tu expulsión… —respondió la unicornio de dos colores—. Me extralimité en mi poder... Y, a pesar de lo que te hice, has venido a buscarme. Sé que ser miembro del Consejo del Pueblo es algo muy importante para ti, por lo que usaré otra vez mi poder, pero esta vez por algo positivo: vuelves a ser admitida… O, mejor dicho, a todos los efectos, nunca has estado expulsada.

    Las dos yeguas se abrazaron. Wise sonrió…

    —De hecho —siguió hablando Gentle, esta vez con un tono ligeramente más alegre—, cuando volvamos a Northwest Mines Town, voy a comunicar que reduciré mi peso en el Consejo, para pasar a tener el mismo tipo de votos que el resto. Ni siquiera quiero poseer el voto de calidad.

    —Pero eso supondrá que seamos pares —reclamó el semental—. Tendríamos que acoger a un miembro más… ¿Qué os parece Spoon Giddy? —preguntó, más tranquilo, sabiendo que Gentle se había marcado un objetivo distinto.

    —No sé… —dudó la unicornio—. Apenas le conocemos…

    —No te preocupes —matizó Wise—, sé que es buen poni. Nos ha ayudado mucho y además estaba en el grupo que salió en tu defensa…

    "Y he investigado su pasado y es de fiar… Un pequeño refuerzo que me envía la Gran Yegua en estos tiempos difíciles", pensó el semental.

    —No le vi —Muffled se extrañó.

    —Créeme, estaba… —respondió el poni—, aunque atrás del todo.

    —¡Ah! Ya recuerdo… —la jefa de mineros asintió con la cabeza—. Es que, como las hermanas Numbers tomaron la iniciativa de ese grupo, no me fijé más que en ellas.

    —También ellas merecen estar en el Consejo… —anunció Wise—. Han hecho mucho por el pueblo y no han sido reconocidas convenientemente…

    "Y también tienen un pasado limpio", volvió a pensar.

    —¿Qué han hecho las hermanas Numbers por el pueblo? —preguntó Gentle, aunque sabía perfectamente quiénes eran.

    —¿Te acuerdas de cuando quedasteis atrapadas Shiny y tú en la mina? —inquirió Muffled—. Ellas fueron las que calcularon dónde debían hacer el agujero de rescate y cómo debía ser su tamaño para que pudieseis pasar sin que se derrumbase el muro… Además, también colaboran en muchas otras cosas, aunque desgraciadamente no las prestamos atención. Simplemente esas dos hermanas se han hecho imprescindibles para el funcionamiento del pueblo.

    —Como queráis —la unicornio de dos colores no tenía ganas de discutir—, aunque a mí me gustaba más la idea de ser seis miembros… Seis es el número perfecto…

    —Pues ahora tendremos seis… más la mitad de seis más —Wise sonrió.

    —¿Y por qué no incluimos también a alguna de tus amigas? —interrogó Muffled.

    —¡NO! —gritaron a la vez Wise y Gentle.

    —No quiero que ninguna de mis amigas se aburran con el politiqueo que hay en las reuniones… —añadió la yegua del cuerno roto—. Además, bastante tienen ya con sus tareas propias. Pero nos preocupéis, si alguna vez hubiese alguna noticia importante en esas reuniones, se enterarían por mí.

    Wise, sin embargo, no expresó el motivo de su negativa. Muffled bajó la mirada. Sabía perfectamente el porqué del rechazo de su amigo: iba a contar en breve al Consejo todo lo relacionado con la petición de ayuda para proteger Northwest Mines Town, y para ello debía relatar el pasado de la unicornio. Una narración del que no debían enterarse ninguna de las amigas de Gentle.

    —Lo siento —expresó la jefa de minero, con un hilo de voz—, he dicho una tontería…

    Hubo un silencio incómodo, que terminó rompiendo Gentle…

    —¡Maldita sea! —exclamó—. No he especificado en la carta que las joyas eran para Reddish…

    —¿Qué joyas? —preguntó Wise, extrañado.

    —Antes de ir a palacio —respondió la unicornio— he entrado en una joyería para comprarle polvo de gema a… mi pequeña… —sus ojos titilaron de tristeza al decirlo— y terminé comprando un conjunto de joyas… Porque era la joyería del padre de Shiny. Y están hundidos… por mi culpa.

    +Tengo una franquicia de joyerías y la que hay aquí en Canterlot está ahogando un negocio familiar… Odio las injusticias, y Celestia es demasiado "importante" —movió sus patas haciendo un gesto solemne, para satirizar aún más sus palabras— como para ocuparse de ello, a pesar de que proclama el bienestar e igualdad en toda Equestria.

    +Así que voy a comprar esa joyería… Salvaré al padre de Shiny… Pero, por diversas causas, no debería volver a acercarme a Canterlot… —miró a los dos, que a su vez la miraban a ella, con cara de circunstancias—. Sí, ya sé que estamos en Canterlot, pero tenía que venir aquí: Reddish solo está segura en el Palacio Real, junto a las Princesas.

    +Por lo tanto, os hago una petición —su gesto se tornó aún más serio—: Wise, Muffled, ¿podríais comprar esa joyería en mi nombre?

    —¡Por supuesto! —el semental accedió encantado.

    —Lo siento… —susurró Muffled—. Yo no puedo volver aquí… —musitó, bajando la mirada—. Sufro enoclofobia… Miedo a las multitudes… Ya lo "noté" cuando estaba en la carpa que su puso en la re-inauguración fallida de Cirrus Merlon… Y ahora, en Canterlot, ha vuelto a surgir, de forma horrible… —entonces se apoyó sobre la mesa, poniendo sus patas delanteras bajo la cabeza—. Y encima en el pueblo están terminando el arreglo de la ciudad de nubes, y dentro de nada será la verdadera re-inauguración… Y la carpa volverá de nuevo… —cuchicheó, para hundir a continuación su cabeza entre las patas.

    —No lo comprendo… —exclamó Gentle—, si tanto terror tienes a Canterlot, ¿por qué has venido?

    —Porque quería… —la jefa de mineros seguía en la misma posición, pero estaba sollozando—. Porque quería que supieses que me importas tú más que un tonto y estúpido miedo mental… Te necesito… Todos en Northwest Mines Town te necesitamos…

    Wise estaba preocupado. Muffled estaba a punto de derrumbarse y contar cosas que no debía, así que decidió actuar rápido:

    —Debemos irnos —comentó—. Si nos damos prisa, llegaremos al pueblo cuando despunte el alba.

    El tren estaba entrando ya a la estación de Canterlot, en dirección a Ponyville. Ya habían comprado los billetes y estaban esperando en el andén, que estaba desierto, a excepción de dos viajeros más y de un guardia que hacía la ronda paseando de un lado al otro de la plataforma. Afortunadamente no debía estar al tanto de las últimas noticias de Palacio, ya que, aunque Gentle seguía ataviada con la túnica, el soldado ni siquiera se acercó a indagar.

    Por el camino, habían pasado por delante de las joyerías que había mencionado Gentle en el restaurante. Efectivamente, la joyería de la familia de Shiny estaba ajada y descuidada. Sin embargo, la joyería de Gentle hacía gala de un lujo sin igual. Cuando terminó de verlo, Wise apretó los dientes. Esa situación era injusta, muy injusta. La yegua de dos colores tenía razón: la Princesa Celestia tendría que haber tomado cartas en el asunto, haciendo reflotar la joyería del padre de Shiny… y ahora iba a ser esa unicornio la que iba a realizar ese trabajo.

    Pero Wise estaba orgulloso de la entereza de Gentle. Esa yegua había hecho una hermosa acción llevando a Reddish al lugar más seguro para ella, aunque la unicornio sufriese un sinfín de horrores, tanto físicos como mentales. Y ahora, además, pensaba hacer otra gran acción, salvando un negocio ruinoso. Aunque lo fuese por su culpa.

    El tren llegó a la estación y paró, abriendo a continuación sus puertas. Los tres comenzaron a moverse, pero Wise paró.

    —Gentle —dijo—, creo que es hora de que te deshagas de esa túnica, pues hoy has demostrado al mundo entero quién eres realmente…

    —Tienes toda la razón —respondió la unicornio—. He llevado demasiado tiempo esa gran carga sobre mí. Debo liberarme del yugo de dolor y vergüenza, para volver a ser libre...

    Y, moviendo su cabeza, mordió un extremo de la túnica y tiró de ella, descubriendo su cuerpo. Todos los presentes se asombraron de su aspecto, incluyendo a Wise y a Muffled, que no se esperaron el cambio en su crin. Pero poco le importó a Gentle: Ella había hecho lo correcto llevando a Reddish al Palacio Real; ella haría lo correcto conservando el negocio familiar de Shiny, y ella estaba haciendo lo correcto al quitarse todo el peso de su culpa, representado por esa túnica.

    Al entrar al tren, Gentle estaba orgullosa. Orgullosa por Reddish, orgullosa por el padre de Shiny, orgullosa por sus amigas, orgullosa por Wise y por Muffled, y orgullosa por los habitantes de Northwest Mines Town que no la veían como un monstruo.

    Pero, sobre todo, estaba orgullosa de sí misma. Acababa de enfrentarse al mayor de sus temores… y había salido victoriosa.

    FIN DEL CHAPTER 1x11

    19. 1x12 - Reinauguración - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.


    Tags: [Slice Of Life/Vida Cotidiana] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Dark/Oscuro] - [Sad/Triste]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x12

    Reinauguración

    Parte 1

    —Bueno, vamos a ello… —Shiny agarraba fuertemente el cortacrines eléctrico, mientras miraba detenidamente la cabeza de Gentle, decidiendo aún por dónde empezar a arreglar el desaguisado.

    —Llevas diciendo lo mismo desde hace diez minutos —se quejó la unicornio de dos colores—, y ni siquiera has empezado…

    —Pero es que no sé ni por dónde meter la maquinilla sin provocarte un escalón en la crin —protestó la dorada pegaso.

    —No gimotees tanto, que no lo tengo tan mal… —Gentle miró directamente a la joyero, hasta que ésta, enfurruñándose, volvió a girarle la cabeza para hacerla mirar al frente.

    —No, si te parece… —comentó Shiny, mientras seguía analizando la forma de atacar el problema—. Cortarse la crin con un cuchillo no es muy bueno que digamos... ¡A quién se le ocurre hacer eso! —se quejó con amargura—. Tienes más escalones en la crin que… que… que un sitio con muchos escalones —la pobre pegaso estaba tan desesperada que no podía pensar con claridad.

    —¿Aún seguís con eso? —preguntó Shadow desde el sillón.

    —Empieza de una vez, Shiny… —añadió Knowledge, que estaba sentada al lado de la herrero, hojeando una revista—. Total, peor no va a quedar, ¿verdad?

    —¿Quieres que te ayude? —Flashing se acercó a la joyero, que hacía intentos de arremetidas con el cortapelos apagado, mientras chasqueaba la lengua con una mezcla de desagrado e indecisión, incapaz de encontrar una forma de comenzar.

    —No, gracias —indicó ésta, sin apartar la mirada de la cabellera de la yegua del cuerno roto—. Creo que ya lo tengo…

    —Solo quería compensarle a Gentle el hecho de que pidiera más Lunas de Sangre… —respondió la potrilla—. La "Abuelita Terror" y yo te lo agradecemos enormemente…

    —Entonces deja tranquila a Shiny y consideraré saldada la deuda —declaró la unicornio de dos colores—. En cuanto a ti —espetó, girando la cabeza para mirar a la dorada pegaso—, a ver si decides empezar de una vez… Me estoy cansando.

    La respuesta que recibió de la joyero fue un bufido y un nuevo giro, esta vez brusco, de su cabeza, para volverla a orientar hacia el frente.

    Flashing aprovechó la situación para darse la vuelta, manteniendo todo el rato una exagerada e irónica expresión de tristeza. Entonces se acercó a Feather, que subía y bajaba, con sus patas delanteras, unas pequeñas pesas, totalmente concentrada.

    —Bonitas mini… lo que sean —dijo la prestidigitadora—. ¿Me dejas probar?

    —Flashing, se llaman "mancuernas" —respondió la pegaso-cartero—. Y no, ahora mismo no te las puedo dejar, estoy en mitad de un conteo…

    —Venga… ¿qué más te da? —expresó Flashing, poniendo un gesto mohíno—. Puedes usar una y dejarme la otra un rato…

    —¡He dicho que después! —Feather se enfurruñó—. Cuando termine la cuenta, te dejaré una, pero hasta entonces déjame entrenar para las Olimpiadas, ¿quieres?

    —¿Y de cuánto es el conteo? —preguntó la pequeña potrilla.

    —Cinco tandas de cien levantamientos cada una… —respondió la pegaso—. Aún estoy por la segunda tanda, así que tardaré un poco, si no te importa, deja que continúe…

    Flashing se quedó mirando cómo la pegaso-cartero subía y bajaba las mancuernas. El ritmo que ésta imprimía en el movimiento, al menos para el gusto de la potrilla unicornio, era bastante lento… Tardaría siglos en tener una de esas mancuernas y jugar con ella. Entonces, entrecerrando los ojos, empezó a hablar:

    —Dos… Cinco… Ochenta y tres… Veintiocho… Once… Sesenta y dos… Treinta y nueve…

    Feather de repente paró y miró fulminantemente a Flashing, que sonrió…

    —Me has hecho perder el conteo… —exclamó la pegaso-cartero—. Ahora tendré que empezar de nuevo… Muchas gracias…

    —O, dicho de otra manera —la pequeña prestidigitadora tenía una sonrisa de oreja a oreja—: has terminado… Anda, déjame una…

    —Ni de broma te lo voy a dejar —Feather estaba enfadada—. Y menos después de usar esa acción tan… sucia.

    Entonces Flashing, enfurruñándose también, cogió una mancuerna y empezó a tirar de ella. La pegaso-cartero agarró rápidamente la misma pequeña pesa, para evitar que la potrilla unicornio se apoderase de lo que no era suyo. La prestidigitadora tiraba cada vez más fuerte, y Feather también, en un forcejeo realmente equilibrado, hasta que, de repente, Flashing propinó una patada en la espinilla de la pegaso-cartero, que soltó instintivamente la mancuerna. Sin embargo, debido al impulso con el que había conferido la potrilla al tirar, la pesa se le escapó de entre sus cascos, para salir volando por la habitación.

    —¡Ya sé por dónde empezar! —gritó Shiny, completamente ajena a toda la acción y, agarrando un mechón de la crin de Gentle para apartarlo, encendió la maquinilla y la acercó a la cabeza de la unicornio de dos colores.

    Todo el mundo, excepto la joyero y la unicornio del cuerno roto, se fijaron en la mancuerna voladora y, más concretamente, en el rumbo que ésta estaba siguiendo: iba a impactar directamente contra el costado de Shiny. Rápidamente Shadow y Knowledge se incorporaron para intentar parar o desviar la mancuerna, pero no llegaron a tiempo…

    —¡AY! —la dorada pegaso se quejó al recibir el impacto y trastabilló hacia un lateral.

    —¡AU! —Gentle protestó: al caer, Shiny no había soltado el mechón y, al recular, había tirado de él, arrancándolo de cuajo del cuero cabelludo.

    Pero eso no fue lo peor… El cortacrines también se había movido y había rapado por completo un lateral de la cabeza de la unicornio de dos colores. Quitando a Shiny, que aún se estaba recuperando del golpe, y a Gentle, que seguía quejándose del tirón sufrido, el resto estaba con los ojos como platos.

    —Iros ahora que podéis —murmuró Knowledge, dirigiéndose a Flashing y a Feather.

    —Hacedlo antes de que sea demasiado tarde —añadió Shadow, mirando a las dos mismas yeguas.

    —¡Pásame el espejo de casco! —gritó Gentle, con los ojos aún llorosos.

    Temerosa, Shiny le pasó el objeto requerido a la unicornio de dos colores. Ésta lo cogió sin miramientos y observó el estropicio.

    —¡Flashing, Feather…! ¡HABLAREMOS LUEGO! —dijo entre dientes, sin apartar la vista del espejo.

    Las dos aludidas huyeron rápidamente de la casa, aunque la pequeña unicornio, antes de salir, se paró, miró directamente a la dorada pegaso y, estirando su propia crin hacia arriba con las patas delanteras, comentó:

    —Estilo Tomahawk, Shiny… es lo que yo haría —y, sin esperar respuesta alguna por parte de Shiny, la prestidigitadora salió a la calle.


    Wise observaba la calle principal desde el interior de la Casa del Consejo, a través de la ventana principal. Acababa de contar a todos los miembros, incluyendo a sus nuevos miembros: Spoon Giddy y las hermanas Numbers, todo lo referente a Gentle Colors, aprovechando que ésta permanecía aún en su casa. Aunque la reunión de presentación de los nuevos miembros iba a tener lugar en cuanto Gentle entrase, Wise había convocado en secreto una pre-reunión para pedir ayuda.

    —Y bien… —dijo, dándose la vuelta y mirando al resto del Consejo —. ¿Alguna pregunta?

    Todos estaban asombrados, sin saber qué decir. Ninguno se esperaba lo que acababa de oír. Únicamente Muffled, que lo sabía de antemano, estaba tranquila.

    —Si llego a saber que las reuniones del Consejo son así —empezó a comentar Spoon, con una ligera sonrisa en la boca—, os habría pedido entrar antes…

    Tímidamente Disarming levantó el casco y, cuando Wise asintió, comenzó a hablar.

    —No sé cómo definir la pregunta… —alegó—, pero… Después de lo que ha hecho, ¿por qué sigue aquí? Es decir… Si ha sido exiliada fuera de Equestria… Y, que yo sepa, Northwest Mines Town está dentro de los límites del país... ¿Por qué no le han echado de nuevo?

    —Cuando ella se estableció aquí hace algo más de mil años —respondió Wise—, esto —hizo un movimiento panorámico con su pata, señalando el pueblo— no formaba parte de Equestria. La frontera se amplió posteriormente, quedando ella atrapada dentro. Pero todos aquellos que le dieron un "aviso" para que se moviese de nuevo, simplemente no volvieron.

    —¿Estás diciendo que Gentle es una asesina? —interrogó Spoon, manteniendo la sonrisa en su boca.

    —Sí —replicó el semental marrón—, pero te aseguro que cualquiera de nosotros, en su misma situación, habría hecho exactamente lo mismo.

    —¿Entonces por qué… dejó que los primeros habitantes de Northwest Mines Town se estableciesen aquí? —preguntó Magic.

    —Nadie lo sabe —contestó Wise—. Puede ser porque fueron los primeros en ir en son de paz, o tal vez porque Gentle comprendió que era el primer gesto auténtico del cambio de gobierno de la Princesa Celestia, o quizás simplemente estaba cansada de matar a todo aquel que se acercase a ella… Pero el caso es que permitió que se estableciesen los primeros colonos en este lugar y es algo que debemos agradecérselo todos aquí.

    —¿Todos? —inquirió Spoon.

    —Bueno, todos no… —respondió el espía—. Quitando a Magic, que es de Hoofington, y a Look y a ti, que sois de Canterlot, el resto del Consejo podría decirse que existimos gracias a Gentle, ya que su decisión permitió que nuestros ancestros se conociesen.

    —Esto… —cortó una de las hermanas Numbers—, nosotras somos de Fillydelphia…

    —Pero vuestra abuela nació aquí —replicó Wise—, con lo que estáis en la misma situación que el resto.

    Las gemelas comprendieron y afirmaron con la cabeza.

    —Pero eso no significa nada —comentó Spoon—. Podría decirse que, gracias a mí, estáis vivos…. Podría haberme confundido ayer con la comida y, en vez de echar mi especia secreta, haber puesto estricnina. Todos podríais haber muerto y no lo estáis porque hice las cosas bien.

    —Esa tontería no ayuda en nada —exclamó Wise—. Estoy hablando de un asunto completamente serio…

    —Un momento, un momento… —cortó de repente Muffled—. Tú eres de Canterlot… ¿Por qué te incluyes en el grupo?

    —Porque yo nací y fui entrenado especialmente para esta misión —declaró el poni marrón—: vigilar a Gentle y ayudarla a que su integración sea completa.

    —"¿Y no hay peligro alguno?" —inquirió Look Talker, moviendo sus ojos—. "Es decir, ¿qué posibilidades hay de que Gentle se vuelva loca y empiece a hacer una matanza indiscriminada?" —entonces se quedó pensativo durante un instante y continuó hablando—. "Por supuesto, no estoy diciendo que ella sea un peligro, pero deberíamos estar preparados por si acaso, ¿no?"

    —Efectivamente, tal como has dicho, ella no es un peligro —contestó Wise—. Al menos no lo ha sido desde que se fundó Northwest Mines Town. Ha cambiado completamente, e incluso ahora está haciendo todo lo posible por volver a ser la que una vez fue. De hecho, el hechizo de olvido que hay en este pueblo ya no tiene razón de ser, por lo que voy a quitároslo a vosotros y al grupo, exceptuando a Gentle.

    —¿Qué hechizo? —preguntó Magic, extrañada.

    —¿Nunca os habéis parado a pensar por qué, si este es un pueblo minero cuyos habitantes somos de lugares totalmente dispares, nuestra forma de hablar es el mismo? —preguntó el espía—. Es decir, da exactamente igual que unos vengamos de Canterlot, otros de Hoofington, otros de Manebourne y otros de Fillydelphia. Todos tenemos el mismo nivel de oratoria, el mismo tono, la misma forma de juntar las palabras, la misma…

    —Lo hemos entendido… —cortó Disarming, con un gesto mohíno.

    —Ese es el efecto secundario de un hechizo que se lanzó sobre esta tierra, cuando se creó el pueblo. La idea era que nadie se preguntase el porqué de la existencia eterna de Gentle, comparada con la de los demás. Cada cierto tiempo, un hechizo se activa sobre Northwest Mines Town y toma, como base, una versión "actual" de cómo debería ser Gentle con la edad que aparenta: su forma de ser, su forma de hablar, su historia… Y, en consecuencia, el resto del pueblo se ve afectado de igual manera: todos conocemos su historia falsa, aunque probablemente nunca lo hayamos oído de su boca, y hablamos y actuamos de la misma forma que ella, es decir, Canterlot moderno. De esa forma, la integración que obtiene es más completa, pues ésta se siente constituida a más niveles, llegando a ser, desde la parte más importante a la más nimia, parte de un conjunto.

    +Y, volviendo a lo que decías antes, Look, también tienes razón en otra cosa —el semental volvió a mirar a través de la ventana. Ésta vez hacia la casa de la unicornio de dos colores—: tenemos que estar preparados para un gran peligro… —y, a continuación, empezó a contar todo lo referente a los robos.


    —Tengo que hablar con estas dos muy seriamente —Gentle seguía escrutando el estropicio a través del espejo de casco.

    —Gentle, sabes que ha sido sin querer —replicó Shiny—. Además, yo también he tenido que ver en este asunto...

    —Tú solo has sido una pobre víctima —dijo la unicornio de dos colores—, al igual que yo.

    —Vamos, Gentle —expresó Shadow—, sabes tan bien como yo que ha sido algo fortuito… un cúmulo de desgracias.

    —Sí —añadió Knowledge—, recuerda lo de la carpa del otro día… Ya sabes, el polvo de gema y el ungüento… También ocurrió un cúmulo de desgracias, y también fue sin querer.

    Esas palabras parecieron apaciguar la furia de la unicornio de dos colores, que volvió a mirar al frente y únicamente refunfuñó por lo bajo. Shiny volvió a sonreír, aliviada, y empezó a cortar la crin de Gentle, pero esta vez teniendo como idea el estilo que le había dicho Flashing…


    —A ver, que nos enteremos… —dijo Spoon—: Gentle Colors es una unicornio que tiene más de mil doscientos años de edad, se rebeló contra la Princesa Celestia y, después de ser derrotada, ha estado prisionera en el Jardín Real y, tras su liberación, exiliada aquí, para matar a quién sabe cuántos ponis y otras criaturas igualmente inteligentes, ¿no?

    Wise se quedó pensativo…

    —Sí, en grandes rasgos así fue… —respondió al final—, pero hay que tener en cuenta las circunstancias…

    —Entonces deberíamos hacer una votación rápida para decidir si se queda o no en el pueblo —sentenció el cocinero, cortando la respuesta del espía—. En cualquier momento podría… atacarnos.

    Wise miró fijamente a los ojos de Spoon. ¿Qué pretendía hacer ese poni? Se suponía que la Princesa Celestia le había mandado a Northwest Mines Town para ayudarle a él en su tarea, pero estaba forzando las cosas de forma muy negativa…

    —Yo voy a votar —continuó diciendo el cocinero—, si no os importa… Y mi voto es: "Se queda". Teniendo en cuenta las circunstancias, bastante mal lo ha pasado la pobre como para que ahora, cuando por fin es medianamente feliz, tengamos que echarla.

    Todo el resto del Consejo afirmó y votó a favor. De esa manera, Gentle se quedaría en el pueblo, ratificado por el máximo organismo del que se disponía en Northwest Mines Town.

    —Me alegro mucho del resultado —Wise respiró aliviado. Al fin comprendía lo que había pretendido hacer Spoon, y estaba contento porque afortunadamente le había salido bien la jugada—. Pero aún hay mucho que hacer con el grupo de seis yeguas de Northwest Mines Town.

    —¿Por qué las seis yeguas? —preguntó Disarming—. ¿Qué tienen que ver en todo esto?

    —Digamos que todo nuestro trabajo, ahora mismo, debe centrarse en ellas —respondió el espía—. Es lo más importante, aún más que el asunto de los robos.

    +Pero comenzaré desde el principio: Gentle tiene un grandísimo potencial mágico…

    —¿Potencial mágico? —preguntó Muffled—. ¿Eso no es lo de…? —no sabía cómo añadir las palabras—. Creo que me he perdido un poco con tanto… tecnicismo…

    —Veamos… —Wise pensó en cómo exponerlo de forma sencilla—, todo el mundo, o mejor dicho, todo ser vivo tiene una capacidad para la magia, independientemente de si es un unicornio, un poni de tierra, un pegaso, un alicorn, un grifo o un ratón silvestre. Es como un recipiente para la magia, indistintamente de si puede o no usarlo, aunque sería más exacto definirlo como si cada ser vivo fuese un conductor de la magia, ya que no lo almacenan. El potencial para la magia se establecería, más concretamente, como "la facilidad con la que la magia puede fluir en un cuerpo, junto con la capacidad de 'torrente mágico' que es capaz de albergar el cuerpo de un ser vivo". Es decir, si un cuerpo es muy "conductor" y a la vez es capaz de contener, ya sea en un momento dado o bien de continuo, una gran cantidad de magia, significa que ese ser tiene un gran potencial mágico.

    +Ahora bien, la comprensión de ese potencial mágico se puede aumentar con el estudio y la comprensión de la magia, cosa que hacen los unicornios, que son los únicos ponis, además de los alicorns, que pueden lanzar la magia o, lo que es lo mismo, concentrar en un punto el poder mágico que recorre su cuerpo en ese momento. Contrariamente a lo que muchos creen, incluyendo muchísimos unicornios, el potencial mágico y el poder mágico son cosas completamente distintas. Por ejemplo, Flashing Hooves tiene un potencial mágico muy superior a la media, pero no tiene ningún poder mágico, por lo que es incapaz de lanzar hechizos. Eso es algo que contradice el pensamiento de que el cuerno de un unicornio es inherente para el poder mágico. A todos los efectos, esa potrilla es como un poni de tierra.

    +Normalmente estos dos atributos consuman un todo, teniendo un límite. Es decir, es como si metiésemos en un depósito agua y aire. Si introdujésemos mucho de un elemento, no habría capacidad suficiente para el otro. Es lo que se conoce como "El teorema del contenedor". Por eso mismo, los unicornios, a pesar de tener un potencial mágico ligeramente menor que el del resto de ponis, precisamente por este teorema, estudian para comprender y comprimir ese potencial, dando lugar a un potencial teórico mucho mayor que el físico. De ahí que necesiten concentrarse para comprimir la magia de su cuerpo en un punto. Sin embargo, a veces se da el caso contrario. Muy de tarde en tarde aparece un unicornio cuyo potencial mágico y poder mágico son realmente exorbitantes, hasta tal punto que se salen de todas las escalas establecidas, sobrepasando con creces ese supuesto depósito. De hecho, a lo largo de la Historia solo ha habido un pequeño grupo con esas características. Entre ellos, podemos destacar a Star Swirl the Bearded, Twilight Sparkle o Gentle Colors —entonces paró por un momento. Había algo en su explicación que no terminaba de concordar, y sabía que era algo relacionado con la unicornio de dos colores, pero… ¿qué era? De todas formas, decidió no pensar mucho en ello, más que nada para no alterar en demasía a los demás al descubrir estos que él no llevaba el peso de la explicación.

    —Vale, ya me he enterado… Más o menos… —Muffled estaba dando vueltas en su cabeza a la explicación que acababa de recibir.

    —Debéis saber que —siguió explicando Wise—, a raíz de su potencial mágico, Gentle estaba destinada, como último recurso, a liderar el grupo de las seis yeguas de Ponyville… Sí, la misma unicornio que "convirtió" a la Princesa Luna en Nightmare Moon, iba a liderar el grupo para defender Equestria de su ataque, mil años después. Afortunadamente para todos, nació Twilight Sparkle.

    —¿Por qué eso es bueno? —preguntó Muffled, extrañada.

    —Para las cinco yeguas de Ponyville —respondió Wise— fue bueno porque la relación entre ellas y Gentle habría sido, seguramente, desastrosa. El orgullo de Gentle no congeniaría en absoluto con la amistad de las demás, a pesar de que, cuando se ideó el "plan" eran apenas unas bebés. También fue bueno para Twilight, que demostró tener un grandísimo potencial mágico y, como también era una bebé, podía "moldearse" perfectamente… Pero, aunque por el momento no ha superado el poder que tenía Gentle cuando era una aprendiz de la Princesa Celestia, es cuestión de tiempo que lo haga.

    +También fue bueno para la Princesa Celestia, ya que el odio que tiene Gentle contra ella era un problema demasiado grande como para permitir que ella tuviese el poder de la Joya de la Magia. Y, sobre todo, era bueno para Gentle, porque no estaba preparada. Pero ahora, junto con las amigas que tiene aquí, el vínculo de amistad que posee es realmente portentoso… Es una fantástica mezcla de cariño, necesidad y amor maternal.

    —¿Amor maternal? — inquirió Magic.

    —Sí, eso es —respondió el espía—: Shiny, Flashing, Shadow, Knowledge y Feather son como hijas para Gentle. Ella ha visto nacer e incluso ha criado a la mayoría. Y a Shiny y a Feather las está empezando a querer de la misma manera.

    +Y, aunque Gentle es la punta de lanza del grupo, las demás también son extremadamente importantes, pues han sido "escogidas" especialmente para formar este grupo.

    —¿Por qué este subterfugio? —preguntó Muffled—. Esto no me lo contaste en el viaje.

    —Imaginad que Equestria es atacada desde varios frentes a la vez —replicó Wise—, o que alguna del grupo de Ponyville cae enferma o incluso fallece… ¿Cómo se podría defender el Reino? En un país tan grande como éste no podemos depender únicamente de cuatro grandes fuerzas defensivas, como son: la Princesa Celestia, la Princesa Luna, las seis yeguas de Ponyville y el Ejército Real. Se necesita mínimo dos grupos más… Y uno de esos grupos son las seis yeguas de Northwest Mines Town.

    —¿Y el otro grupo? —Spoon miró fijamente a Wise, pero con una sonrisa en su rostro: ya que se estaban revelando los planes reales, quería que "Número Uno" lo hiciese del todo… Éste le devolvió la mirada, sabiendo lo que se proponía éste con la pregunta.

    —El otro grupo está en Detrot —dijo el espía—, bajo las supervisión de otro… espía. De hecho, hace poco conocimos a uno de sus miembros, en una situación especial con un miembro de su familia…

    —¡Espera…! —cortó Muffled —. ¿Te refieres a Plush Padding?

    —Al mismo —contestó Wise.

    Muffled se echó los cascos a la cabeza… Su antiguo novio pertenecía a otro grupo que estaba destinado a defender Equestria junto con las seis de Ponyville, junto a las Princesas, junto al Ejército Real y, lo que más le dolía, junto al grupo de Northwest Mines Town.

    —Un momento —dijo Disarming—, ¿se puede saber la configuración del grupo de Detrot? Es que me resulta un poco extraño que haya un semental en un grupo especial. Porque no parecía que estuviese… esterilizado.

    Todo el Consejo empezó a mirar al hotelero de forma sorpresiva, a excepción de Wise, que sonreía… Al final iba a resultar que Disarming era más inteligente de lo que parecía…

    —Tienes razón —confesó el espía—. Es sumamente extraño que un semental esté en un grupo cuyo poder se va a basar en un sentimiento, pero más extraño aún es que todo el grupo de Detrot son sementales. Es una decisión que, sinceramente, no comprendo. Todo el mundo sabe que las hembras de las especies más evolucionadas son más propensas a aprovechar el poder de los sentimientos positivos, como el amor y la amistad… Y los ponis no somos una excepción.

    —Eso ha sido un pensamiento machista —Magic miró furiosa a Wise.

    —Vamos, vamos… —replicó éste—. ¿Cuánto hace que no ves a un semental llorar? Nosotros nos guardamos los sentimientos dentro, hasta que son tan fuertes que salen explosivamente —entonces paró y se quedó pensativo durante un instante—. Vale, ahora lo comprendo todo… —dijo más para sí mismo que para los demás—: lo que quiere la Princesa Celestia es ese poder explosivo, llevado al máximo extremo, aunque requiera de muchísima preparación…

    —¿Pero por qué las seis de Northwest Mines Town son tan importantes? —preguntó Reale—. Es decir, no me refiero al grupo, sino a los miembros…

    —Verás… —empezó a explicar Wise—, como bien he dicho antes, todas han sido cuidadosamente "escogidas" para integrar el grupo… Sí, ya sé que no parece ético y todo eso, pero solo hay que ver cómo se llevan todas entre sí… A mi parecer ha sido un acierto juntarlas… pues se necesitaban, aunque no lo sabían.

    +Y la razón por la que han sido elegidas han sido por su pasado… Pues el pasado es más importante de lo que se cree…

    El espía empezó a enumerar, dando un aire solemne a sus palabras:

    —Flashing Hooves no tiene pasado… ya que es huérfana; Shadow Hammer perdió parte de su pasado, al verse obligada a ocuparse de la herrería antes de tiempo; Undying Knowledge está muy interesada en el pasado, ya que es historiadora; Fast Feather fue trasladada a este pueblo porque estaba huyendo de su pasado; y Shiny Eyes usó el conocimiento de su pasado para ayudarnos.

    —Te falta Gentle Colors —matizó Spoon.

    —La he omitido porque Gentle representa absolutamente todo el pasado de Northwest Mines Town.

    +Y todas las del grupo, a través del pasado, son ahora mismo el presente y el futuro de Northwest Mines Town y, posiblemente, de toda Equestria.

    —¿No crees que te estás envalentonando mucho con esas palabras? —preguntó Muffled con una media sonrisa en la boca.

    —En absoluto —respondió Wise—. La relación que están teniendo entre sí todas está siendo incluso superior a las expectativas. Cuando estén preparadas para la acción os aseguro que el poder conjunto que serán capaz de generar entre todas será increíble, hasta tal punto que incluso el poder de las Joyas de la Armonía, a su lado, será poco más que humo y chispas. Tengo plena confianza en las seis y os juro que pronto serán heroínas, luchando junto a las Guardianas de las Joyas de la Armonía.

    —¿Y con qué? —siguió interrogando Muffled—. Las seis de Ponyville tienen las Joyas, las Princesas tienen sus poderes de alicorn y el Ejército Real tienen armaduras y espadas. Aunque seguramente la Princesa Celestia tenga algo preparado para "nuestro" grupo, ¿no sería mejor que tuviesen ya lo que sea que vayan a usar, si tan preparadas están?

    —Sí, hay algo para ellas —contestó el espía—, pero a la vez no lo hay… Hay en juego seis armaduras especiales, pero ese es el problema: únicamente hay seis armaduras para dos grupos… Y no se puede dividir. Tienen que ser todas para un grupo, ya que se complementan entre sí… Es decir, un grupo se lleva las armaduras y el otro se queda sin nada.

    —¿Y cómo puede ser posible tal despropósito? —inquirió Spoon—. Se supone que, si están preparando a dos grupos para ayudar a defender Equestria, lo normal es que los miembros de ambos grupos estén pertrechados con lo mejor de lo mejor, ¿no?

    Wise volvió a mirar inquisitivamente al cocinero. Pero tenía razón, o mejor dicho, seguía teniendo razón al preguntar sobre este tema.

    —No lo sé —dijo—. No entra en mis… "asuntos" el saberlo… —dijo, como si estuviese repitiendo una orden dada hacia él—. Pero el caso es que uno de los dos grupos se quedará sin nada, y no va a ser el nuestro —exclamó, señalando hacia la casa de Gentle, donde aún estaban reunidas todas las aludidas—. Ellas están sentando las mejores bases para evolucionar y habría que estar sordo y ciego para no darles ese ansiado premio.

    —Querrás decir "sorda y ciega"… —declaró Spoon con una medio sonrisa en la boca—, porque supongo que te estarás refiriendo a la Princesa Celestia, ya que seguramente sea ella misma la que otorgue las armaduras…

    La mirada de Wise hacia Spoon esta vez era de furia. Ese estúpido cocinero estaba jugando a un juego muy peligroso…

    —Mirad —dijo Disarming, que estaba mirando por la ventana—, se está abriendo la puerta de la casa de Gentle… van a salir ya…

    Todos miraron por la ventana. Efectivamente, empezaban a salir, aunque únicamente lo hicieron Feather, que estaba enfurruñada y Flashing quien, antes de salir, miró hacia dentro mientras hacía una cresta con su crin, mientras hablaba.

    —Perdonad —Wise se había asomado a la puerta y se dirigió hacia las dos yeguas—, ¿falta mucho para que salga Gentle? Estamos esperándola desde hace ya un rato, y algunos tenemos cosas que hacer después…

    —No, no falta mucho —Flashing se dio la vuelta—. Al menos, si siguen mis instrucciones. Por cierto... —la pequeña unicornio puso cara de potrilla buena—, ¿nos podríais dejar el mando de la televisión?

    Wise miró para dentro y los demás, que habían escuchado la pregunta, asintieron. Magic se levantó y, acercándose a un aparador que había en una esquina de la habitación, lo abrió. Entonces cogió el mando y algunas películas y se lo pasó a Feather, que se había acercado a la casa del Consejo para recibir el ansiado presente.

    La pegaso-cartero y la prestidigitadora corrieron a continuación hacia el centro de la plaza. Entonces Feather enfocó el mando hacia la gran pantalla que se escondía tras unos cortinajes sobre la entrada de la mina.

    —¡Espera, espera! —exclamó Flashing—. ¡Enciéndelo a mi señal!

    La unicornio se situó encima de una de las losetas y, sonriendo, levantó la pata lo máximo que pudo y, a la vez que lo bajó rápidamente, gritó:

    —¡Ahora!

    La pegaso-cartero, con una sonrisa de complicidad, pulsó el botón de encendido y todo se activó: los altavoces se movieron hasta quedar al descubierto, las cortinas de la pantalla se movieron hacia los lados y las losetas comenzaron a elevarse. Todas excepto la que estaba debajo de Flashing, que empezó a moverse de forma renqueante, haciendo que la potrilla disfrutase del movimiento.

    —¡UIIIIIIIII! —gritó extasiada Flashing mientras subía poco a poco la columna de proyección.

    —¡Flashing…. Flashing! —increpó Muffled, desde la puerta de la casa del Consejo, mientras miraba fijamente a la unicornio, haciendo con una pata la señal de azote—. ¡No hagas eso!

    —He mirado las normas y no pone nada de que esté prohibido hacerlo —declaró sonriente la pequeña prestidigitadora mientras saltaba al suelo, dejando así que la columna terminase de elevarse de forma normal.

    Muffled entró a la casa del Consejo y dijo:

    —Hay que revisar las normas de uso del sistema de proyección…


    —Bueno, ¿qué hacen exactamente esas armaduras? —preguntó Disarming, después de que Magic se volviese a sentar tras dar el mando a Feather.

    Esa pregunta sacó a Wise del ensimismamiento. Había estado mirando a Feather y a Flashing a través de la ventana, sintiendo incluso envidia de la inocencia con la que habían salido de casa de Gentle… Inocencia y desconocimiento de quién era verdaderamente esa unicornio de dos colores. Sin embargo, ahora esa inocencia y desconocimiento estaban diluyéndose entre los miembros del Consejo del Pueblo. Volvió a enfocar su mirada hacia la pegaso-cartero y hacia la pequeña prestidigitadora... Y ahora que estaban suficientemente lejos, se podía continuar con el tema de la reunión.

    —Ah… —el espía se concentró en la pregunta que le había hecho el hotelero—. Sí… Esas armaduras tienen el poder de los elementos… Cada una "controla" un elemento: tierra, agua, aire, fuego, luz y oscuridad. Y lo hacen porque cada una tiene atrapado en su interior un Elemental.

    —Esto… —Muffled entrecerró los ojos—, recuerda lo que pasó con la lanza bullspaniana y el Elemental de Tierra: Gentle tuvo que salir por patas del pueblo porque no soportaba el relincho del Elemental…

    —Tranquila —aclaró Wise—, las armaduras están blindadas hasta el cuello de protecciones mágicas. Y los Elementales atrapados están adormecidos. No hay peligro alguno, ni posibilidad ninguna de que esos elementales escapen —"De hecho, si esos elementales estuviesen operativos, lo habría notado cuando he estado a su lado el otro día", pensó para sí mismo.

    —¿Has tenido en cuenta que Gentle es la Elegida por los Señores Elementales que están atrapados dentro de las Joyas de la Armonía? —volvió a insistir la jefa de mineros, entrecerrando aún más los ojos—. ¿Y si los Elementales de las armaduras se dan cuenta de ello y despiertan? Es posible que el poder de las armaduras, en vez de imbuirse hacia las seis del grupo, usando el poder de los Elementales, se trastoque completamente y ocurra al revés: que el poder de las seis del grupo, a través de las armaduras, alimente el poder de los Elementales, haciendo que éstos rompiesen las protecciones mágicas y se liberasen… ¿Has pensado en esto? ¿Ha pensado la Princesa Celestia en esto?

    Wise se quedó sin saber qué responder. Muffled tenía toda la razón. ¿Y si el remedio resultaba ser mucho peor que la enfermedad? Si salían libres los elementales de las armaduras, posiblemente inutilizarían o harían algo peor a las seis yeguas de Northwest Mines Town. Y, si usasen las Joyas de la Magia para parar a dichos Elementales, probablemente los Señores Elementales, contenidos en ellas, se darían cuenta de que serían usados para eliminar a sus "hijos", por lo que se negarían y de seguro se rebelarían contra la orden, destruyendo a las seis yeguas de Ponyville. Y el Ejército Real se vería sobrepasado, e incluso es posible que también tuviesen problemas las dos Princesas para solucionarlo…

    —¿Qué está haciendo Flashing? —inquirió Imaginary, que estaba mirando por la ventana.

    Todos hicieron lo mismo, viendo a la potrilla posicionada encima de una loseta, mientras sonreía. Acababa de alzar una pata y lo estaba bajando rápidamente.

    —No será capaz… —dijo Muffled, que se acercó a la puerta.

    Las losetas comenzaron a subir, ya que Feather había encendido todo el sistema de proyección, aunque la que estaba debajo de la prestidigitadora lo hacía con problemas.

    —¡Flashing…. Flashing! —gritó Muffled, desde la puerta—. ¡No hagas eso!

    Algo le respondió la potrilla, pues cuando entró, miró a todos y dijo:

    —Hay que revisar las normas de uso del sistema de proyección…


    —Bueno, pues ya está —Shiny exclamó, orgullosa—. Al fin tienes una crin cortada como debe ser… —entonces le pasó el espejo de casco a Gentle.

    —No puede ser… —ésta se quejó amargamente, al ver su reflejo—. No me fastidies… ¿Una cresta? —entonces miró fijamente a Shiny y continuó hablando—. ¿Alguien tiene zapatones y una nariz de broma? Es lo que me falta para terminar de convertirme en un payaso…

    Knowledge y Shadow intentaron aguantarse como podían la risa… Verdaderamente Gentle tenía un aspecto cómico. Incluso Shiny apretaba los labios con sus dientes para no desternillarse, aprovechando que la unicornio de dos colores miraba furiosa las otras dos.

    —Bueno —Gentle se resignó—, de todas formas ya es tarde para cambiar el estilo. Afortunadamente, en unas pocas semanas volveré a tener el aspecto que he tenido siempre, gracias a que mi crin crece a un ritmo frenético, hasta quedarse en la longitud precisa —entonces miró hacia las tres y se levantó—. Muchas gracias —declaró—, pero ahora tengo que irme a la reunión del Consejo —se quedó pensativa durante un instante y continuó hablando—. Me pregunto si debería ponerme la túnica por encima…

    —Van a descubrir el corte de pelo tarde o temprano —contestó Knowledge—, así que mejor mostrarlo lo antes posible…

    —Tienes razón —respondió la unicornio de dos colores—. Y ahora, si me disculpáis… —exclamó, haciendo un gesto hacia las demás indicando que saliesen a la calle a la vez que ella. Quería dejar la casa vacía, sin posibilidad de que ninguna de sus amigas husmease por donde no debía.

    Cuando salieron todas, descubrieron que Feather y Flashing estaban viendo varios canales a la vez en el sistema de proyección, así que Shiny, Knowledge y Shadow se quedaron con ellas. Gentle, sin embargo, bufó y se dirigió hacia la casa del Consejo.


    —Bueno, entonces quedamos en hacerlo cuando llegue, ¿no? —comentó Wise, esperando una respuesta positiva por parte de los demás miembros del Consejo.

    —Por supuesto —respondió Muffled, con una sonrisa en la boca. Ahora estaba mucho más calmada. El resto también afirmó.

    —Esperad, se vuelve a abrir la puerta… —declaró Wise, que volvía a mirar por la ventana hacia la casa de Gentle.

    De la casa salieron las restantes amigas. Todas se dirigieron hacia Flashing y Feather. Todas excepto Gentle, que se estaba encaminando directamente hacia la casa del Consejo. Al fin iba a tener lugar la reunión. Wise, con rapidez, se volvió a sentar en su sitio, esperando la llegada de la unicornio de dos colores.

    Cuando entró Gentle, todos se levantaron de los asientos y comenzaron a aplaudir, pateando los cascos delanteros sobre la mesa. La mirada de perplejidad de la unicornio del cuerno roto se hizo patente. Wise tomó la iniciativa y empezó a hablar:

    —Gentle Colors —dijo, sonriente—, lo que has hecho con Reddish ha sido realmente fantástico. Te ovacionamos esa acción, y queremos que sepas que todos aquí están de tu parte…

    —Lo sé —respondió la aludida—, los que estaban en contra se han marchado del pueblo. Y, como antaño, Northwest Mines Town ha quedado prácticamente vacía.

    Entonces todos se fijaron en el corte de pelo que tenía la unicornio de dos colores. Unos se aguantaron la risa, mientras otros intentaban, por todos los medios, impedir que su cara expresase asombro. Gentle miró hacia todos y cada uno de los demás miembros del Consejo, mientras se dirigía a su asiento.

    —Lo sé… —dijo—, parezco un adefesio… Pero cuando se tuercen las cosas, hay que mantener alta la compostura. En poco tiempo este… "esperpento" —señaló su cresta— desaparecerá.

    Una vez Gentle ocupó su asiento, comenzó la reunión.

    —Orden del día —Wise empezó a comentar, después de carraspear—:

    +Punto uno, presentación de los nuevos miembros…

    Uno a uno se fueron presentando Spoon Giddy y las gemelas Numbers. El resto les dieron la bienvenida a la comitiva del Consejo del pueblo. Cada nuevo miembro contó brevemente su historia, aunque, tal como supuso Wise, Spoon contó una historia diferente de la real.

    Las gemelas Numbers nacieron en Fillydelphia y, después de terminar la carrera universitaria, en la especialidad de Matemáticas, tuvieron nostalgia de la vida que tenían cuando eran unas pequeñas potrillas, pues sus padres las llevaban, cada verano, a Northwest Mines Town para jugar y a descansar de tanto estudio. Pero ellas se dedicaban todo el tiempo a hacer cálculos matemáticos sobre cada cosa que veían, dando cuenta a sus padres lo que les fascinaban esa rama del saber. Desde entonces, en ese pueblo se dedican a ayudar en todo lo posible a los demás, independientemente de si el problema está relacionado con su campo de conocimiento o no. Además, actualmente están elaborando un libro sobre las matemáticas, para ayudar en la comprensión de la materia, dirigido hacia los potrillos más jóvenes, mostrándoles el apasionante mundo de los números y las expresiones matemáticas.

    Mientras iban explicando su historia, sacaron unos papeles donde había apuntadas unas cuantas curiosidades matemáticas y los fueron pasando a cada uno de los demás miembros del Consejo. Todos miraron el papel que tenían delante y algunos incluso les prestaron atención. Eran unas curiosidades muy… singulares. Definitivamente las matemáticas eran especiales.

    Sin embargo, la historia que dijo Spoon Giddy fue mucho más anodina: aprendió a cocinar y se enteró de que Northwest Mines Town empezaba a deslumbrar y a llenarse de ponis, aunque el pueblo aún no poseía una casa de comidas y aprovechó la situación para viajar y abrir el primero y, esperaba, el único restaurante.

    —De acuerdo, bienvenidos los tres —repitió Wise al final de las presentaciones.

    +Punto dos, el asunto de "poder" del Consejo... —y, después de hablar, miró hacia Gentle, al igual que hicieron los demás instantes después.

    —Me toca, ¿no? —dijo, con desgana, la unicornio de dos colores—. Quisiera declarar que renuncio a mi poder excesivo en el Consejo, para pasar a tener una representación equivalente a cualquier otro miembro. Es decir, que mi voto valga una novena parte del total —y, después de decirlo, se volvió a recostar sobre la silla, haciéndola reclinar hasta ponerla sobre dos patas mientras la unicornio del cuerno roto colocaba, sobre la mesa, sus patas traseras y entrecruzaba sus patas delanteras.

    —Oído el Consejo —declaró Wise—, votemos a casco alzado… Los nuevos miembros deberían saber, y los antiguos miembros deberían recordar que, como uno de los miembros del Consejo es directamente afectado por la votación, éste se abstiene de votar… En este caso, recordemos también que puede darse el caso de un empate, en cuyo caso se cuenta el voto de calidad… —entonces paró durante un instante—, que sería el voto de Gentle… —dijo con un tono de voz cada vez más bajo, hasta acabar la frase en un susurro.

    +¡Qué diablos! —exclamó—. Por una vez, y sin que sirva de precedente, ella tiene que participar, a pesar de ser la implicada en el asunto.

    —Pero votará a favor, ya que ella ha sido la que ha propuesto el asunto, ¿no? —inquirió Magic.

    —Démosle el beneficio de la duda… —respondió el semental—, lo mismo se retracta de la decisión...

    +¿Votos a favor?

    Absolutamente todos los cascos se levantaron.

    —Perfecto —comentó Wise—. Nueve votos a favor, ninguno en contra y ninguna abstención. Gentle Colors, a partir de ahora tu voto vale un noveno, exactamente igual que el del resto. Sin embargo, creo que sería justo otorgarte el voto de calidad… —volvió a mirar a todos y preguntó—. ¿Votos a favor?

    Esta vez se levantaron ocho cascos. Únicamente la unicornio de dos colores lo mantuvo bajado.

    —¿Votos en contra? —inquirió el semental, aunque ya sabía la respuesta.

    Efectivamente, la yegua del cuerno roto levantó su casco.

    —Correcto —dijo el poni marrón—. Ocho votos a favor, uno en contra, ninguna abstención. Por lo tanto, Zecora —señaló hacia Gentle— mantiene el voto de calidad.

    Todo el mundo miró hacia Wise, extrañados. Gentle, sin embargo, lo hizo con los ojos entrecerrados.

    —¿Me acabas de confundir con esa cebra que vive en el Everfree Forest? —bufó la unicornio—. Solo porque ella también tenga una cresta y un cuerpo de dos colores no significa que seamos la misma yegua.

    Wise se quedó pensativo. ¿Cómo conocía Gentle la existencia de Zecora? Pocos habitantes de Northwest Mines Town sabían de esa cebra, y se suponía que Gentle, al no haber salido del pueblo en muchos años, conocería únicamente lo que le decían el resto de habitantes del pueblo. Quizás alguno había hablado de Zecora con ella. Sí, era lo más probable, aunque tendría que asegurarse de ello, pues la otra posibilidad es que Gentle tuviese una red informadora sobre toda Equestria… No, eso sería demasiado estúpido. Una red así de extensa sería completamente inocultable.

    Así que el espía siguió hablando:

    +Y, por último, el punto tres: la reinauguración de Cirrus Merlon —y miró hacia Muffled.

    Ésta carraspeó y se levantó.

    —Bien, creía que no iba a llegar nunca este momento… —dijo la jefa de mineros. Entonces se dio cuenta de que no había elegido bien las palabras y miró hacia los demás con una expresión mezcla de sorpresa y de disculpa—. El día de la reinauguración, me refiero al día de la reinauguración, no del punto del día…

    —No te preocupes —contestó Wise—, creo que todos lo hemos entendido.

    Entonces Muffled respiró hondo y, tranquilizándose, continuó:

    —Ayer terminaron las reparaciones y… Bueno… Tenemos que organizarnos para que todo salga perfecto en la reinauguración. Afortunadamente, esta vez hay tres miembros más en el Consejo, que nos darán más ideas para celebrar un gran evento como éste, además de ser más ponis para repartirnos las tareas.

    —De acuerdo —cortó Magic—. Propongo proceder exactamente igual que en en el anterior intento, con las tareas que ya tuviéramos… Y también propongo que los tres miembros nuevos se vayan alternando en ayudar allá donde más se necesiten.

    Todos, excepto Muffled, Wise y Gentle, afirmaron con la cabeza la idea de Magic.

    —Hay un ligero problema… —respondió Wise—: Muffled no debería ser la supervisora de todas las tareas. Hay que ubicarla en un puesto que requiera de menos responsabilidad y menos barullo de gente.

    —"¿Por qué?" —preguntó Look, mediante movimientos oculares—. "¿Qué problema hay?".

    La jefa de mineros bajó la mirada.

    —Sufro… —dijo—. Sufro… Una cosa llamada "enoclofobia"… "Miedo a la multitud" —entonces la yegua se echó hacia delante, con las patas bajo su cabeza, dando a entender que no quería hablar del tema.

    —El caso es —cortó Wise— que Muffled debería ocuparse de otra cosa menos problemático para ella…

    —¿Qué os parece otorgarle el tema de la supervisión del engalanamiento del pueblo? —preguntó Gentle.

    Todos miraron hacia ella, unos satisfechos con la idea y otros en desacuerdo.

    —El engalanamiento es una tarea trivial —declaró Disarming, que era el más disconforme con la idea—, del que pueden ocuparse los habitantes.

    —Pues a mí me parece una excelente idea —dijo Muffled, que se había vuelto a ilusionar y estaba sentada otra vez de forma vertical, mientras sus ojos titilaban—. Y Disarming —continuó, esta vez mirando directamente al hotelero—, tus cortas entendederas te impiden comprender lo que es una fobia, ¿verdad?

    —Vamos, vamos —zanjó Wise—, no empecemos a pelearnos, como siempre… Y siempre sois los mismos. El "Trío Broncas" ataca de nuevo.

    —¡Oye, oye! —se quejó Gentle—. Esta vez yo no estoy implicada.

    —Tienes razón —declaró el semental—, ESTA VEZ tú no lo estás…

    Spoon se acercó a Magic y le susurró:

    —¿Peleas? Definitivamente tendría que haberos pedido entrar antes…

    —¿Votos a favor para que Muffled se dedique a embellecer el pueblo? —preguntó Wise, mirando fijamente a Spoon para que callase—. Recordemos lo que he dicho antes… Muffled está implicada en la decisión, por lo tanto ella no vota…

    —Pero antes esa norma se saltó con Gentle —replicó Imaginary.

    —Tienes razón —dijo el semental—, entonces haremos otra excepción. Muffled puede votar. Repito entonces: ¿Votos a favor?

    Wise, Muffled, Magic, Gentle y las hermanas Imaginary votaron a favor.

    —¿Votos en contra?

    Únicamente se levantó el casco de Disarming.

    —¿Abstenciones? —inquirió Wise.

    Tanto Look como Spoon levantaron su casco.

    —De acuerdo —contestó satisfecho el espía—, entonces, con seis votos a favor, uno en contra y dos abstenciones, Muffled se dedicará a la tarea de engalanamiento. El resto, sin embargo, tendremos que elegir una de las tareas que previamente Magic ha puesto en un papel, antes de la reunión.

    Ésta empezó a pasar un documento con un listado de tareas. Cada uno eligió una, poniendo su nombre al lado para, al final, devolverle el escrito a la tendero.

    —Bien —Wise dejó escapar un suspiro de alivio—. Y, con esto, se da por finalizada la Reunión del Consejo. Ahora nos quedaremos Magic y yo para redactar las actas. El resto, podéis retomar vuestras tareas… ¡Ah! Y decidle a los que están esperando para que Magic abra, que esperen un poco, no vamos a tardar mucho.

    Todos los demás fueron saliendo poco a poco de la casa del Consejo, quedando únicamente en el interior Wise y Magic, haciendo un trabajo que a ninguno de los dos le apasionaba. Pero era algo obligatorio en los Estatutos de Northwest Mines Town, así que se pusieron a la tarea: el semental redactaba lo acontecido y la yegua lo escribía usando mágicamente una pluma.

    De repente, Wise cerró los ojos y aspiró a través de los dientes…

    —¡Maldita sea! —exclamó—. Se me ha olvidado comentar que, como es probable que el próximo robo tendrá lugar aquí, la Princesa Celestia nos ha "enviado" un jerifalte con título nobiliario, así que no hace falta que Look envíe la carta a su familia, aunque creo que ya lo ha mandado… Bueno, mejor que sobre que no que falte, ¿no?

    —Esto… —Magic miró extrañada hacia el semental—. ¿Qué pasa con la familia de Look? ¿Es importante?

    Wise cerró los ojos, maldiciéndose a sí mismo: Magic Sales no sabía nada sobre el asunto, y le había prometido a Look que no se lo diría a nadie… Pero ya era demasiado tarde, así que decidió contarle a la tendero la verdad sobre el poni sin voz.

    CONTINUARÁ

    20. 1x12 - Reinauguración - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.


    Tags: [Slice Of Life/Vida Cotidiana] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Dark/Oscuro] - [Sad/Triste]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x12

    Reinauguración

    Parte 2

    Al salir de la casa del Consejo, cada uno de los miembros se encaminó hacia un lugar diferente: las hermanas Numbers se dirigieron hacia su casa; Spoon Giddy comenzó a abrir el restaurante, ante la atenta y deseosa mirada de unos cuantos ponis que estaban esperando para desayunar; Look Talker comenzó a trasladarse, de forma pesada, hacia su casa, pensando cómo recibir a su padre, a quien le había mandado, el día anterior, la petición de su presencia en la reinauguración; Muffled y Disarming empezaron a mirarse con los ojos entrecerrados… y así siguieron, sin apartar la vista entre ellos, mientras Muffled entraba a la mina y Disarming a su hotel.

    Gentle, sin embargo, se dirigió hacia sus amigas, que estaban enfrascadas en una acalorada discusión.

    —¡Os digo que es ella! —exclamó Shiny, señalando la pantalla del sistema de proyección.

    —¡Y yo digo que no se parece ni de broma! —le replicó Knowledge, señalando a su vez al mismo sitio.

    Con un bufido, la unicornio de dos colores se acercó al grupo.

    —¿Qué es lo que pasa aquí? —preguntó.

    —Estamos discutiendo, Gentle —respondió Flashing, con una malévola sonrisa en la boca.

    —¿Se puede saber el motivo o tengo que permanecer en las tinieblas de la duda? —inquirió irónicamente la unicornio de dos colores.

    —Verás… —dijo Shadow, que estaba un poco apartada del grupo, como queriendo no entrar en la pelea—, estábamos viendo un documental sobre vampiros y ha salido un cuadro de una supuesta vampiresa. Entonces empezó la discusión: Shiny y Feather afirman que la vampiresa del cuadro es igual a una tal Rarity, que vive en Ponyville, pero Knowledge y Flashing defienden que no se parecen ni en el blanco de los ojos. Y yo, como no sé quién es esa yegua, pues no puedo opinar, por lo que las opiniones están empatadas.

    —¡Eso es…! —exclamó Feather, que se había fijado en la unicornio de dos colores—. ¡Chicas, tenemos aquí la solución! ¡Seguramente Gentle sepa cómo es Rarity y decidirá quién tienen razón.

    Las demás aceptaron la propuesta de la pegaso-cartero y se acercaron hacia la yegua del cuerno roto, deseosas de zanjar la disputa para alzarse cada una con la victoria.

    En ese momento, en la pantalla, salió la imagen de un primer plano de un retrato pintado de una blanquecina unicornio. Gentle se fijó en ella. Realmente era muy parecida a Rarity, aunque el color del iris, de un intenso rojo en el cuadro, y el peinado de la crin, de forma más chabacana, eran diferentes, aunque, quitando esos detalles, Gentle juraría que la unicornio del cuadro y la diseñadora de Ponyville eran la misma unicornio. Aunque, fijándose mejor, elucubró hasta dar con la clave: la unicornio del cuadro era una mezcla entre Rarity, en concreto el color del pelo y el del cuero, y entre una disk-jockey bastante famosa llamada Vinyl Sratch, que precisamente llevaba el mismo peinado y el color del iris era idéntico. La unicornio del cuadro era una mezcla perfecta de las dos yeguas o, mejor dicho, las dos unicornios era una separación perfecta de la yegua del retrato.

    —Mira, ahí está el cuadro de nuevo —comentó Flashing, sonriendo esta vez de forma inocente—. ¿Qué opinas, Gentle?

    Esta miró hacia todas sus amigas y después volvió a mirar hacia la pantalla. Sabía que, dijese lo que dijese, algunas, o incluso todas, quedarían decepcionadas con la decisión, y ella ya había sido testigo de suficientes decepciones ese día.

    —La verdad es que se parece ligeramente —dijo al final—, pero no es ella… Quizás sea alguna antepasada suya…

    +Pero una cosa no comprendo —miró fijamente hacia todas—: ¿Por qué os peleáis siempre por tonterías así? ¿No podéis llevaros un poco mejor? A veces me desesperáis con estas estupideces, la verdad…

    Y, sin esperar respuesta alguna, se dirigió hacia su casa, entrando y cerrando la puerta detrás de ella. Una vez en el interior, Gentle se apoyó sobre la puerta y se quedó pensativa. Había sido muy dura con las demás, pero quizás así espabilasen un poco y cimentasen mejor la amistad que había entre todas… Requería que el poder que había entre todas y, sobre todo, el que le transmitían a ella, fuese mucho más poderoso de lo que era ahora, ya que Equestria las necesitaría pronto.


    Al día siguiente, la carpa volvió a levantarse en las afueras del pueblo, albergando la algarabía propia de los preparativos. Muffled, sin embargo, procuraba alejarse lo más posible de allí, mientras se ocupaba, junto a unos cuantos ponis de tierra, pegasos y unicornios, de engalanar las casas, poniendo aquí y allá unas cuerdas de las que colgaban pequeñas banderas y luces.

    Todo el mundo, en el interior del pabellón, estaba ocupado en varias tareas, exceptuando los potrillos más pequeños, que se divertían jugando en una guardería improvisada, bajo la atenta mirada de unas yeguas que habían sido designadas para esa tarea.

    —¡Ya vienen! ¡Ya vienen! —gritó de repente Magic, totalmente extasiada, mientras entraba en la carpa—. ¡La comitiva de la alta sociedad de Canterlot ya está aquí!

    —¿Tan pronto? —preguntó Wise, acercándose a ella—. Se suponía que iban a venir por la tarde…

    Todo en el interior del pabellón se revolucionó aún más. Wise salió de allí, acompañando a la tendero, que rápidamente rodeó la lona y señaló hacia el camino que venía de la encrucijada. Desde allí, una gran séquito de carros se dirigía pesadamente hacia el pueblo.

    —No estamos preparados —sentenció Wise—. Hay que entretenerlos como sea… —pensó durante un instante y continuó hablando—. Avisa a Flashing, a Knowledge y a las hermanas Numbers. Que los distraigan como sea… Y que Spoon empiece a hacer suficiente comida como para un regimiento, ya que, viendo el número de carros, parece que viene el Ejército Real al completo …

    Rápidamente Magic se giró y entró en la carpa. Wise, a su vez, galopó hacia donde estaba Muffled y, señalando la gran fila de carros, animó al grupo a acelerar el engalanamiento de Northwest Mines Town. De hecho, él se quedó para ayudar y acelerar así el trabajo.

    Apenas habían llegado los primeros carros a la entrada, cuando Flashing, Knowledge y las gemelas Numbers ya estaban esperando, en su posición, con la mejor de las sonrisas.

    —Al fin tendré un público distinguido para mis trucos mágicos —susurró la pequeña prestidigitadora, sin perder la sonrisa y mirando sin parar hacia el camino.

    —¿Acaso nosotros no lo somos? —musitó Knowledge, que mantenía exactamente la misma posición que la potrilla unicornio.

    —Callaos las dos —dijo Imaginary, que poco a poco se acercó hacia el primer carro.

    +¡Bienvenidos a Northwest Mines Town! —exclamó a continuación, dirigiéndose hacia el carro más pomposo de todos, mientras se inclinaba ligeramente.

    Los tiradores de dicho carro hicieron caso omiso de la yegua y siguieron hacia el interior del pueblo, ante la mirada de perplejidad de Imaginary.

    Del interior del lujoso carro, una vez parado, bajó despacio una yegua muy emperifollada que miró hacia todos lados, ilusionada. Era de cuero azulado, con una crin repeinada de color negro y una Cutie Mark de un blanco castillo europeo. A su lado se posicionó un potrillo, aproximadamente de la misma edad que Flashing Hooves. Su cuero era rojizo, con la crin de color pajizo y con dos pequeñas almenas por Cutie Mark. El joven imitó a la yegua y miró también hacia todos lados, pero con un evidente gesto de desagrado.

    —¡Shhhh! —dijo la dama, mirando fijamente hacia el potrillo—. Un poco de respeto, Bronze Legs…

    —¡Pero madre! —replicó éste, con un tono elevado—. ¡Míralos…! ¡Si van… ¡van desnudos! —y señaló hacia los habitantes del pueblo.

    —Igual que tú, cuando estás en casa… —exclamó la señora.

    Esas palabras hicieron que el gesto de desagrado de Bronze fuese más acentuado.

    —Además, aquí —la dama señaló hacia su alrededor— es donde vive tu hermano mayor, Look Talker…

    —Sí —respondió Bronze—, el tarado de mi hermano…

    La mirada de furia que la dama hizo hacia su hijo obligó a que éste reculase.

    —No te consiento, bajo ningún concepto, que insultes a tu hermano… —respondió la yegua hablando entre dientes—. Él es tu hermano mayor —le miró con los ojos entrecerrados—. Y, como tal, él es el heredero directo de mi fortuna…

    —No serás capaz… —Bronze devolvió la mirada de furia.

    —Recuerda quién es la noble de la familia —dijo la dama—. Soy la primogénita y, según la tradición familiar, la que ostenta el título nobiliario. Tu padre es… tu padre… Y tú eres su viva imagen: él no quiso venir y tú te quejas por haberlo hecho.

    En ese momento los dos se percataron del acercamiento de Flashing, Knowledge y las hermanas Numbers.

    —¡Shhh! —silenció la señora—. Recuerda quiénes somos: descendientes directos de la canciller Pudding Head, una de los fundadores de Equestria. Y como tal, debemos proteger a los habitantes de este país, tal como lo hizo nuestra antepasada… Y ahora, sonríe —entonces la dama dibujó una sonrisa cálida, que dirigió hacia las ponis que se aproximaban.

    —¡Bienvenidos a Northwest Mines Town! —dijo Knowledge, devolviendo la sonrisa.

    —Muchísimas gracias por la bienvenida —declaró la señora. Entonces se fijó en las hermanas Numbers y continuó hablando—. Siento que mi carruaje no haya parado ante tu saludo —miró alternativamente hacia las dos hermanas, incapaz de distinguir a la que se había acercado a su carro—, acepta mi más sinceras disculpas.

    Entonces Imaginary se adelantó un poco y se volvió a inclinar, perdonando la acción transcurrida antes.

    Flashing, que había quedado relegada a un segundo plano, se adelantó y se puso el sombrero de prestidigitación, dispuesta a empezar su actuación para divertimento de la dama y el potrillo. En ese momento, la dama abrió los ojos como platos y reculó ligeramente, ante la estupefacción de todos los presentes.

    La madre de Look había reconocido a Flashing y rememoró…

    Recordó cómo habían llamado a su mansión, hace ya bastantes años. Era una delegación de la Princesa Celestia, que portaban a una pequeña bebé unicornio. Debido a la posición que ostentaba ella, y aprovechando el hecho de que su hijo menor también era un bebé, le habían propuesto amamantar a las dos criaturas a la vez y cuidar de que a la pequeña unicornio no le faltase de nada, a cambio de una salvaguarda para su hijo mayor, y llevarle lejos de todos los peligros que comportaban la Corte para un poni mudo. Ella aceptó con sumo gusto y cuidó a Flashing como si fuera su propia hija. Cuando, meses más tarde, la misma delegación se la llevó de nuevo, un encapuchado, que era el jefe de dicha delegación, nunca le reveló cuál iba a ser el destino de la pequeña potrilla…

    Pero ahora volvían a estar frente a frente: la dama y Flashing… la madre adoptiva y la bebé misteriosa... así que las lágrimas afloraron a los ojos de la señora, que abrazó a Flashing con gran cariño mientras todos los presentes, incluyendo la potrilla unicornio, no salían de su asombro.

    —Perdona el abrazo —dijo la dama, soltando de repente a Flashing—. Me recuerdas mucho a una gran amiga que tenía cuando era jovencita, y el subconsciente me ha fallado… Por cierto, permitid que me presente: me llamo Pudding Head, Canciller Pudding Head…


    Fancy Pants acababa de bajar de su carro y miró directamente hacia la Canciller. Ésta estaba abrazando a una potrilla unicornio. Fancy entrecerró ligeramente los ojos, preguntándose por qué una de los miembros del Círculo Interno hacía ese gesto con una desconocida…

    Fleur de Lis descendió como un resorte del carro, permaneciendo en todo momento detrás del semental, como si fuera una sombra de éste. Fancy sonrió, se ajustó su traje con el casco y se adelantó, caminando hacia la plaza del pueblo, donde estaba situado el grupo de bienvenida.

    —… y estoy segura de que le gustará… —terminó de decir la potrilla unicornio cuando Fancy y Fleur llegaron hasta ellos.

    —Por supuesto, me encantaría verlo… —declaró Pudding—, aunque antes me gustaría ver a un poni en concreto… —y volvió a mirar a su alrededor. Entonces descubrió a Fancy Pants y su gesto se volvió mohíno.

    +¿Qué haces tú aquí? — preguntó la dama.

    —Canciller… —respondió el semental, inclinándose levemente—. He venido en la misma comitiva que vos… Me sorprende que no se haya dado cuenta de tal hecho. Quizás si no hubiese traído tantos carros para el viaje, me hubiese visto subir en Canterlot.

    —De acuerdo… —Pudding ignoró a Fancy y, dirigiéndose hacia Flashing, continuó hablando—. Pensándolo mejor, vamos a ver esos trucos tan espectaculares…

    Fancy se sintió intrigado. Primero la Canciller abrazaba a esa unicornio y después, cuando él se acercó al grupo, la dama había cambiado de parecer. Sin duda, estaba ocultando algo…

    —¿Trucos espectaculares? —preguntó el semental—. Me agradaría verlos también…

    Entonces todo el grupo se fue hacia el tenderete que tenía Flashing en la calle. Ésta, totalmente ilusionada, se puso por detrás del mostrador y pensó durante un instante qué trucos serían capaces de impresionar a unos ponis de la alta sociedad. Así que decidió empezar con unos trucos de dificultad media para terminar con los más difíciles.

    Mientras iba actuando, los ojos de Pudding y los de Fancy no perdían de vista el cuerpo de la potrilla, en vez de atender a los trucos. Cada uno la estaba escrutando por un motivo diferente: la Canciller quería saber cómo había crecido, mientras que Fancy intentaba elucubrar qué relación podía tener esa pequeña unicornio con Pudding Head. Para disimular, tanto hacia los demás como entre ellos, simulaban sorprenderse cuando los trucos terminaban, acompañando al resto cuando todos aplaudían, ya que el grupo de espectadores se había hecho especialmente voluminoso.

    Una vez terminado el espectáculo, Wise se acercó y, con un gesto de asentimiento hacia los presentes, señaló la carpa. Al fin habían terminado los preparativos para la reinauguración.

    Poco a poco todos se fueron marchando hacia el pabellón hasta que únicamente quedó Flashing, que se dedicó a recoger los utensilios, totalmente extasiada, pues su actuación había sido un éxito. Estaba imaginándose a sí misma actuando en Canterlot frente a la propia Princesa Celestia cuando una voz la sacó de su ensimismamiento:

    —Sé lo que estás intentando, pero no lo vas a conseguir…

    Al alzar la vista, descubrió a Fleur de Lis, que la estaba mirando furiosa.

    —¿A… a qué te refieres? —la potrilla unicornio estaba sorprendida.

    —¿Te crees que soy estúpida? —Fleur exclamó, rabiosa—. He visto cómo te miraba… He visto cómo le mirabas… Y no voy a permitir que me lo robes… ¡Fancy Pants es mío, y pasaré por encima de ti si es necesario para mantenerle a mi lado!

    Entonces Fleur, dándose la vuelta, marchó hacia la carpa, con la cabeza elevada, dejando a Flashing estupefacta, con lágrimas en los ojos… ¿Qué había hecho ella para que la vejasen así?


    La Canciller Pudding Head miró hacia todos lados cuando entró en la carpa, buscando a su hijo Look Talker. Cuando le descubrió, miró hacia otro lado: debía mantener el secreto, y más teniendo en cuenta de que le acompañaba otro miembro del Círculo Interno: Fancy Pants.

    Este entró también a la carpa y se situó junto a la dama, aunque se fijó únicamente, de soslayo, en la expresión de Pudding.

    —¿Dónde está tu… perrita faldero? —preguntó la Canciller, una vez había puesto la mirada en Fancy. Éste miró hacia atrás y descubrió que Fleur de Lis no estaba a su lado…

    —Al menos "ella" está domesticada, no como tu hijo —respondió el unicornio, entrecerrando los ojos.

    La respuesta de la Canciller Pudding fue tajante:

    —¿Cómo te atreves a decir eso? —musitó entre dientes.

    —Vamos, vamos… —cortó de repente Wise, interponiéndose entre los dos—, se supone que son miembros del Círculo Interno de la alta sociedad… No está bien que se comporten como dos bebés.

    —Únicamente me he defendido… —declaró Fancy.

    —Tienes razón —dijo Pudding, ignorando completamente a Fancy—, no solo somos de la alta sociedad, sino que debemos aparentarlo.

    En ese momento Fleur de Lis entró a la carpa y se situó justo detrás de Fancy, volviéndose a convertir en la sombra de éste.

    —Lo siento… —dijo, apenada—, me he retrasado ligeramente… No volverá a ocurrir.

    Fancy Pants volvió a sonreir.

    Entonces él, Fleur de Lis, Pudding Head y Bronze Legs caminaron parsimoniosamente por el interior la carpa, acompañados por Wise Words, que les iba enseñando a qué se estaban dedicando en cada parte del pabellón, mientras todos los trabajadores aplaudían y explicaban extasiados sus ocupaciones.

    Una vez salieron de la carpa, Pudding susurró al oído de Wise:

    —Quisiera visitar la tumba… A solas…

    Éste asintió y señaló hacia unos guardias, que rápidamente llegaron hasta ellos y acompañaron a Bronze, a Fancy y a Fleur a visitar el pueblo y su engalanamiento. Wise abrió el camino hacia el cementerio, seguido muy de cerca por la Canciller.

    Una vez llegaron al camposanto, se dirigieron directamente hacia una sepultura en concreto. En la lápida no había ninguna inscripción, aunque en el suelo, justo delante, alguien había dejado una flor. Wise torció ligeramente el gesto y miró a su alrededor. Las demás tumbas tenían la losa vacía. Únicamente en la que estaban tenía un presente.

    —¿Estás seguro que esta es la suya? —preguntó la Canciller, mirando la lápida, cuya forma era completamente irregular, como si hubiera sido obra de un potrillo.

    —Completamente —respondió el semental—. Puede corroborarlo usted misma —comentó, señalando hacia el resto de sepulturas—. Esta es la única tumba anterior al pueblo. De hecho, coincide completamente con la datación temporal de su fallecimiento. Tiene que ser la suya.

    —Al menos, veo que alguien le rinde homenaje, tal como se merece… —confesó la señora, dando a entender que las palabras de Wise le habían incomodado, mientras señalaba la flor.

    El semental se quedó ensimismado por la ofrenda. Sabía la historia que tenía la tumba, y conocía perfectamente quién estaba enterrado allí. Y comprendía la relación que había tenido Gentle Colors en este asunto. Allí, entre él y la Canciller se hallaban los restos del que otrora fuera un prometedor aprendiz de la Princesa Celestia. Un pobre diablo que tuvo la osadía, junto con su maestra, de usar los Elementos de la Armonía contra la unicornio de dos colores. Un inocente unicornio que pereció entre gritos de agonía cuando los Señores Elementales se negaron a atacar a su elegida y le eligieron a él para descargar toda su furia.

    Pero la flor era algo que escapaba a su control. ¿Era probable que fuese un regalo de algún alma caritativa del pueblo, ante el desconocimiento de quién moraba en esa tumba? No, de haber alguien así, él sabría quién era. Pero la otra opción le preocupaba aún más. ¿Era posible que fuese una forma de solicitar el perdón del difunto, en forma de ofrendas, de alguien que sí le conociese? Esta segunda opción era más lógica, pero mucho más sobrecogedora, pues, exceptuándole a él y a la Princesa Celestia, el único ser que conocía al finado o estuvo presente en su muerte, era Gentle Colors. Pero para ello, tendría que recordarle. ¿Acaso ella había logrado romper el hechizo de olvido sobre sí misma? Si era así, era algo completamente terrible. Tendría que consultar directamente con la Princesa Celestia los pasos a seguir.

    —Una oración por su alma —dijo la Canciller, rompiendo la concentración de Wise, y empezó a murmurar. Entonces el semental miró hacia abajo, acompañando la plegaria.

    +¿Sabes una cosa, "Número Uno"? — preguntó la dama. Éste volteó, con tranquilidad, la mirada hacia ella. Sabía que los miembros del Círculo Interno, descendientes directos de los fundadores de Equestria, conocían de la existencia de los tres espías—. Me niego a creer que White Star sucumbiese ante unos míseros gusanos de las profundidades… Él era amigo de nuestra familia, y su poder era muy grande. De hecho, podía acabar con un dragón con un casco atado a la espalda. Es literalmente imposible que muriese de forma tan… tan penosa, como dijo la Princesa Celestia que ocurrió.

    La Canciller miró directamente hacia los ojos de Wise.

    —Sé que me ocultáis el verdadero motivo de su muerte —declaró—. Te lo pido humildemente… —agachó la cabeza— ¿Cómo falleció realmente?

    Wise volvió a mirar hacia la tumba. No podía explicar a la Canciller cómo ocurrió, pues montaría en cólera y atacaría a Gentle al momento. Y ésta, al defenderse, seguramente mataría a la dama, provocando así un cisma inigualable en el tejido social de toda Equestria, además de poner en peligro la existencia del grupo de seis yeguas de Northwest Mines Town. Definitivamente, no podía revelar ese dato.

    —Lo siento mucho, Canciller Pudding Head —musitó el semental—, pero no puedo revelar el verdadero motivo de su muerte. Vuestra vida y la de vuestra familia, así como la de los restantes miembros del Círculo Interno correrían un serio peligro si os lo contase…

    —Creo que con eso ya me lo has dicho todo… —declaró la Canciller—, señalemos que lo que ocurrió realmente tiene que ver con, probablemente, la propia Princesa Celestia… En ese caso… —bajó la mirada—, será mejor que no me cuentes nada… No puedo, ni debo enfrentarme a nuestra soberana.

    Wise puso una expresión seria, aunque por dentro estaba aliviado: la Canciller era una yegua inteligente, más aún de lo que se esperaría en un miembro de la alta sociedad, cuyas preocupaciones normalmente era relacionarse entre ellos… Pudding Head, sin embargo, había sido instruida en varias artes y, sobre todo, era considerada por muchos ponis como "La Canciller del pueblo", ya que, al contrario de su antepasada, esta Pudding se preocupaba verdaderamente de los demás, sobre todo si su status social era bajo.

    —De todas formas —cortó de repente la dama—, me gustaría saber cómo está mi hijo… Recuerda el trato.

    —Sí, lo sé —declaró Wise—. Aunque fue "Número Dos" quien lo firmó, me atengo a él, y lo cumplo a rajatabla.

    —¿Está seguro aquí? —preguntó Pudding—. He oído cosas… cosas terribles con respecto a unos robos…

    —Seguramente sean cierto los rumores del Círculo Interno, canciller —respondió el semental—. Pero le aseguro que su hijo está seguro aquí. Es más, él también sabe del asunto, al igual que el Consejo del Pueblo, y estamos todos más unidos que nunca. No le pasará nada, se lo aseguro.

    —Recuerda el trato —repitió la señora—: yo cuidaba a Flashing Hooves, proporcionándole un techo y todo mi cariño, mientras vosotros os llevabais a mi hijo Look a un sitio seguro…

    —Y así ha sido, Canciller —exclamó Wise.

    —Mi hijo no está seguro en Canterlot —siguió explicando Pudding—. Los demás, incluyendo mi marido y mi otro hijo, aprovecharían su sordomudez para atacarle, a pesar de que él es el legítimo heredero de mi fortuna…

    —¿Fortuna? ¿Qué fortuna? —de repente Fancy Pants apareció en la puerta del cementerio—. Que yo sepa, vos vivís gracias a un mecenas…

    —Igual que tú —respondió la Canciller—. ¿Acaso crees que ignoro ese dato? De hecho, ninguno de los tres descendientes de los Fundadores tenemos dinero… Todo lo malgastaron nuestros ancestros, hasta que, en tiempos de nuestros abuelos, ese mecenas apareció y nos ofreció avalarnos anualmente si cambiábamos nuestra forma de administrarlo y pasando a dedicarlo al bien común… y gracias a eso nuestras familias siguen teniendo un nombre en Equestria. Recuerda: dedicarlo al bien común, algo que tú no haces.

    Fancy Pants entrecerró los ojos, furioso.

    —Sabes perfectamente que mis relaciones con los demás miembros de la alta sociedad es también muy importante —dijo—. Si no se mantiene una estructura estable entre el estrato más alto de Equestria, ésta está condenada a caer… Golden Wings y tú os ocupáis de las otras clases sociales, pero mi trabajo, manteniendo viva la alta sociedad, es extremadamente significativo.

    Se hizo un silencio incómodo, que volvió a romper Fancy:

    —He venido para avisaros de que van a empezar los eventos —dijo.

    Mientras volvían hacia el pueblo, Pudding preguntó, más hacia el aire que hacia Fancy:

    —Me gustaría saber por qué has venido tú en vez de Golden Wings.

    —Porque esto es un evento social, así que… ¿Quién mejor que yo para un acontecimiento de estas características? —respondió Fancy.

    Pudding señaló a la ciudad de nubes que se erigía sobre Northwest Mines Town.

    —Por eso debería haber venido él —exclamó—. Además, aquí los únicos de la alta sociedad con los que puedes mezclarte soy yo, mi hijo y tu acompañante… Y te recomiendo no juntarte mucho con mi hijo, os contagiaríais mutuamente la estupidez.

    —¿Te refieres al que ha venido contigo o al que vive aquí, lejos de las preocupaciones de Canterlot? —inquirió Fancy, con una malévola sonrisa en la boca.

    —El que vive aquí tiene más inteligencia en uno solo de sus cascos que toda tu cohorte de babosos puestos en fila —Pudding miró furiosa al unicornio.

    —Por favor, por favor —cortó de repente Wise, con un gesto evidente de furia—, no voy a consentir estúpidas peleas de palacio en el pueblo… U os comportáis como dos buenos... nobles, o me veré obligado a dar parte de vuestro comportamiento a la Princesa Celestia.

    Esas palabras espolearon tanto a Pudding como a Fancy, que rápidamente se disculparon entre ellos. Entonces los tres, sonriendo, entraron a la calle principal.

    El panorama dentro de la plazoleta de la estatua no era mucho mejor que la que había tenido lugar en el cementerio: Gentle Colors, envuelta en una túnica, estaba gritándole, de forma enloquecida, a Spoon Giddy, ante la mirada de desconcierto de todos los presentes. Magic intentaba alejar al cocinero, mientras Muffled, que estaba delante de la yegua del cuerno roto, sujetaba a ésta por los hombros, impidiéndola avanzar y que pasase de palabras a hechos.

    —¿Qué ocurre aquí? —preguntó Wise, mirando inquisitivamente tanto a Gentle como a Spoon.

    —¡Este… imbécil se ha entrometido en mis asuntos! —exclamó la unicornio de dos colores, sin dejar de mirar furiosa al cocinero.

    Pudding se puso al lado de su hijo y Fancy hizo lo propio con Fleur de Lis, que estaban aterrados por la escena. Look vio a su madre y, armándose de valor, se puso delante de Gentle y la abofeteó. Ésta pestañeó y su mirada se fijó en él.

    —"Por favor, Gentle" —explicó Look, mediante movimientos oculares—. "No me humilles delante de mi madre, te lo suplico".

    La unicornio de dos colores volvió a pestañear y miró a su alrededor. Retornó su mirada en Look y volvió a pestañear. Entonces bajó la mirada y se disculpó.

    Wise se acercó a ella y le volvió a preguntar, más calmadamente:

    —¿Qué es lo que ha pasado?

    —Verás… —musitó Gentle, denotando que estaba verdaderamente avergonzada—. Había elegido encargarme, entre otras cosas, de la diversión musical… Y quería contratar a una grupo de cámara para que deleitase a los miembros de la alta sociedad, y también iba a contratar a alguien más para que tocase para los demás…

    +Pero Spoon ha creído que mi firma al lado de la tarea era un borrón, y ha firmado también. Ha actuado por su cuenta y no ha dicho nada a nadie del Consejo de que estaba trabajando en esta tarea, mientras que todo el mundo, incluso él, sabía que yo estaba ocupada en este tema.

    +Y, cuando he intentado contratar a la mejor Disk-Jockey de toda Equestria, una tal Vinyl Scratch, ésta me ha dicho que ya tenía un trabajo a la misma hora, por lo que he tenido que pagarle el doble para que viniese al evento de la reinauguración… Pero lo peor de todo es que este estúpido —señaló a Spoon— ya la había contratado. Esa tal Vinyl Scratch iba a venir de todas formas y, gracias a la imbecilidad de "éste" —volvió a señalar al cocinero—, me ha costado el doble… Todo porque el señorito quería que fuese una sorpresa.

    —¡Ya te he pedido perdón mil veces! —se quejó Spoon. Muffled y Magic asintieron, corroborando las palabras del cocinero, que siguió hablando—, ¡pero parece que no quieres oírme!

    —Venga, venga… —exclamó Wise en tono conciliador, acercándose aún más a Gentle—, te ha pedido perdón… —le puso el casco sobre el hombro, en señal de amistad—. Recuerda que estamos haciendo historia… —le dijo en voz baja—, estamos reinaugurando una ciudad de nubes, de las que hay muy pocas en todo el mundo… Y ésta está aquí arriba, ennobleciéndonos a todos… No te enfades, anda… Que los dos sabemos que tú eres en realidad un cacho de pan.

    —Pero es que me enerva —respondió la unicornio de dos colores, con el mismo tono de voz—. Él solo tenía que hacer una cosa y lo ha hecho fatal, empantanando al resto… Pero en fin… —mostró una sonrisa de potrilla buena, que hizo recorrer un escalofrío en la espalda de Wise—, es tu tarea que se adapte mejor al Consejo, ¿verdad?

    Wise entrecerró los ojos durante un instante: ¿qué había querido decir la yegua del cuerno roto con esa última frase? ¿Acaso sabía realmente quién era él y cuál era la misión secreta de Spoon Giddy? Tendría que consultarlo con la Princesa Celestia, nada más acabar la celebración.

    Gentle también entrecerró los ojos.

    —¿Acaso quieres escaquearte de la tarea? —preguntó, manteniendo en todo momento la voz baja—. Tú lo elegiste para entrar en el Consejo, es tu responsabilidad…

    Wise suspiró aliviado… Todo había sido una falsa alarma: efectivamente, Wise propuso a Spoon para el Consejo, y ese dato no le había pasado desapercibido a la unicornio de dos colores… Pero, de todas formas, iría a Canterlot para asegurarse.

    —Ejem, ejem… —una voz surgió desde detrás del grupo. Era una poni de tierra de cuero gris oscuro, con una preciosa melena color ámbar gris y unos ojos púrpura grisáceos. Su Cutie Mark era una Clave de sol de tonalidad púrpura—. Somos el grupo de cámara Real de Canterlot —dijo, señalando a los demás integrantes del cuarteto: un poni de tierra morado con crin celeste, ojos amarillentos y una lira dorada por Cutie Mark; una poni de tierra cuyo cuero era turquesa, sus ojos morados y su Cutie Mark permanecía oculto, ya que, enrollado a su cuerpo, había un gran trombón. El último miembro era otro poni de tierra gris claro, con el pelo cano y ojos verdosos, y su Cutie Mark eran dos dobles corcheas, uno negro y, por encima de éste, uno blanco más pequeño.

    —Perfecto —Gentle se tranquilizó y sonrió—. ¿Habéis traído todo lo que os había pedido?

    —Sí, creo —respondió la artista—. Aunque debo reconocer que es un poco… "aberrante" el usar instrumentos eléctricos, pero de todas formas vamos a intentarlo —para reafirmar las palabras expresadas por la poni de cuero gris oscuro, la yegua del trombón señaló, con su pata anterior derecha, una conexión especial que tenía el instrumento, mientras que los otros dos indicaban un pequeño carro que supuestamente habían llevado hasta Northwest Mines Town.

    Gentle señaló a su alrededor y, volviendo a mirar al cuarteto, dijo:

    —Como podéis comprobar, este pueblo tiene una acústica bastante pobre: casas bajas y la nada alrededor, si exceptuamos la montaña de la mina. Así que hace poco se instaló un sistema de sonido digital para evitarnos este problema en los conciertos. Pero lo malo es que únicamente se pueden usar instrumentos eléctricos… Espero que os hayan dejado un buen precio en la tienda de música al alquilar los equipos…

    —No se preocupe —respondió la músico que había tomado la voz cantante—, tal como nos recomendó, dijimos que íbamos de su parte y nos han rebajado el precio.

    —¡Octavia, Octavia! —se oyó una voz que venía desde las afueras del pueblo—. Deja de aburrir a mi público…

    La grisácea poni de tierra abrió los ojos como platos y lentamente se fue dando la vuelta. Cuando terminó de hacerlo, entrecerró los ojos: acercándose lentamente, hacia donde ella estaba, había una blanca unicornio de crin azul con franjas turquesa. Sus ojos estaban ocultos por unas grandes gafas negras con un cristal reflectante de color púrpura, que a la vez hacía juego con su melena, y su Cutie Mark era una doble corchea negra. Esa extraña unicornio estaba empujando, con sus patas delanteras, una mesa de mezclas digital con dos grandes altavoces acoplados.

    —¡Vinyl Scratch! —exclamó Octavia—. Este es el último sitio en que esperaba verte… Nunca… Nunca me libraré de ti… —miró hacia el cielo, apenada.

    —Vamos, Octi, vamos… —respondió Vinyl, que se había acercado hasta situarse al lado de la músico—. Digamos que aquí saben apreciar lo bueno, por eso me han llamado…

    —Esto… ¿os conocéis? —preguntó Shiny, que se había acercado al revuelo, seguida de las demás amigas.

    Vinyl rodeó con su pata el cuello de Octavia y, sonriendo, respondió:

    —Por supuesto que la conozco… Es mi compañera de piso, allá en Canterlot.

    Octavia bajó la mirada, sin creerse aún que Vinyl estuviese allí, junto a ella, en un lugar tan remoto como era ese pueblo.

    —De hecho —siguió diciendo la Disk-Jockey—, es la mejor compañera de piso que jamás he tenido…

    Esas palabras hicieron vibrar el corazón de Octavia, que levantó la mirada y la fijó, con ojos titilantes, hacia la unicornio.

    —Aunque… —continuó hablando Vinyl—, a decir verdad, al ser la única compañera que he tenido, también es la peor de la historia…

    Octavia se enfurruñó y, despacio, se quitó de encima la pata de Vinyl.

    —Octi… —dijo la blanca unicornio—. ¿Desde cuándo no aceptas bromas? Sabes perfectamente que no te cambiaría por nada.

    Y, para dar más énfasis a sus palabras, se quitó las gafas mediante la magia, poniéndolas por encima de su cuerno.

    En ese momento las seis amigas de Northwest Mines Town, exceptuando a Gentle, quedaron petrificadas: esa yegua que tenían delante era exactamente igual a la del cuadro de la vampiresa que vieron la noche anterior. Eso solo podía significar una cosa: esa Disk-Jockey era una chupasangres.

    —Es… ¡Es ella! —chilló Flashing, señalando a Vinyl—. ¡Es una vampiresa y nos va a matar a todos!

    Todos los que estaban reunidos en la plaza miraron directamente a la blanca unicornio, que empezaba a recular, asustada.

    —¿Vampiresa? —preguntó Octavia, perpleja—. Imposible… Ella podrá ser muchas cosas, pero vampiresa… imposible.

    —¡Por favor! ¡Escuchadme todos! —empezó a gritar Gentle, poniéndose en medio—. Aquí ha habido un malentendido… Ayer pusieron un documental sobre vampiros y apareció un cuadro que contenía una supuesta vampiresa. Repito: "Supuesta".

    +Por casualidad, la unicornio que había en el cuadro es una mezcla entre la diseñadora de moda de Ponyville, llamada Rarity, y Vinyl Scratch, aquí presente…

    +Ahora bien, ¿creéis por un momento que, si de verdad fuesen vampiresas, buscarían la fama? Si yo fuese una verdadera vampiresa, intentaría pasar desapercibida… No me dedicaría a diseñar moda de alta costura o convertirme en la mejor Disk-Jockey de toda Equestria.

    +Y, por último, todo esto sobre el mito del vampirismo es perfectamente explicable: Cuando morimos, al ser enterrados, la sangre deja de fluir y se coagula, terminando por salir, al final, por los orificios naturales. Ahora bien, debido a nuestras creencias, enterramos a nuestros fallecidos ataviados con sus mejores galas, por lo que, si había una muerte extraña, en la antigüedad se desenterraba al fallecido anterior, que normalmente tenía la comisura de la boca ensangrentada, por esto que he explicado. Si hubiesen volteado el cuerpo, o lo hubiesen desnudado, habrían sabido la verdad: que todos los orificios estaban sangrientos… Pero como solo veían la boca, pensaban que el fallecido había salido de la tumba sin dejar ninguna huella, se había alimentado y había vuelto a su tumba sin volver a dejar ninguna huella.

    +Estoy segura de que esto fue lo que pasó con la unicornio del cuadro. Todo son supersticiones de ignorantes que prefieren una vida sencilla a la verdad.

    —De todos modos —dijo Octavia, sonriendo aliviada—, debo confesar que Vinyl a veces me consume el alma… —y, abrazando a la Disk-Jockey, demostró que lo que acababa de decir había sido una broma—. Pero yo tampoco la cambiaría por nadie.

    —Pre… Prefiero que me llamen DJ-Pon3 —replicó Vinyl, más tranquila—. Porque ahora… —su sonrisa se acentuó y sus ojos se entrecerraron—, ¡empieza la verdadera fiesta!

    Y todos rieron.


    La fiesta de reinauguración fue un verdadero éxito. Al lado de la entrada a la mina, sobre un escenario, estaba el Cuarteto de Cámara Real de Canterlot. Su ejecución de obras clásicas era realmente bella y perfecta… hasta tal punto que muchas partituras parecían hechas para la interpretación de esos cuatro músicos.

    Gentle, Pudding Head, su hijo Bronze Legs, Look Talker, Fancy Pants, Fleur de Lis, Magic Sales, Wise Words y algunos más estaban sentados disfrutando del concierto.

    Del otro lado de la calle principal, junto a la entrada de Northwest Mines Town, Dj-Pon3 estaba haciendo vibrar el suelo, las paredes e incluso el aire mismo. Casi todo el pueblo se divertía al ritmo de la música electrónica que creaba esa maravillosa unicornio.

    Pero la que más se divertía era Vinyl Scratch. Los ojos de la Disk-Jockey titilaban de placer: su público gozaba y además le habían permitido conectar su mesa de mezclas al sistema multimedia del pueblo, disponiendo de más de 25.000 Watios de potencia. De hecho, nunca antes había podido disfrutar de tal energía. Y lo mejor de todo era que esa yegua con túnica, que parecía mandar mucho en el pueblo, le iba a regalar, como parte pago, el mejor sistema de sonido que había en Equestria: un sistema de sonido a la que ella le había echado el ojo desde hacía tiempo en una tienda exclusiva de Canterlot, y cuya dueña resultaba ser la misma poni que le había contratado. Efectivamente, ese iba a ser uno de los mejores días de su vida.


    Las serpentinas que se habían lanzado desde Cirrus Merlon aún seguían cayendo al suelo cuando terminaron los conciertos. Todo el mundo había disfrutado de la fiesta de reinauguración… Pero tocaba el momento de la despedida.

    Pudding Head no pudo resistir más el protocolo y, acercándose a Look, le abrazó con cariño, ante la consternación de Bronze Legs y ante la sonrisa de Fancy Pants.

    —Hijo mío —dijo la Canciller—, veo que estás seguro aquí y, lo que es más importante, que tienes verdaderos amigos. Mantén esta amistad, pues son un verdadero tesoro, no el dinero, porque lo más transcendental, lo que hace valioso a un poni, está aquí dentro —y señaló el corazón de Look.

    —"Gracias, madre" —declaró el semental mudo—. "Y gracias por traerme aquí… Esta gente es maravillosa".

    —Entonces que él se quede con sus amigos —dijo Bronze, con gesto enfurruñado pero a la vez con una sonrisa malévola—, yo me quedaré con la herencia…

    Fancy Pants se acercó al potrillo y le propinó un capón.

    —Haz caso a tu madre —indicó—. Puedes tener incontables riquezas, pero al final lo que importa es con quién te relacionas y cómo de fuerte es el sentimiento con el que lo haces… —en ese momento se acercó a Pudding Head y, mirándola, continuó hablando—. Por eso hago mis relaciones con el resto de la alta sociedad… y por eso mismo sé que lo que hago yo, lo que haces tú y lo que hace Golden Wings, es necesario para Equestria… —y le tendió una pata hacia la Canciller, que aceptó gustosamente.

    Fleur de Lis bajó la mirada y girándose, se dirigió hacia donde estaba Flashing, que aún seguía bailoteando al son de la música de DJ-Pon3, a pesar de que hacía un rato que ésta había terminado.

    —Te llamas Flashing, ¿no? —preguntó Fleur, sobresaltando ligeramente a la potrilla.

    —Sí, ese es mi nombre —respondió la pequeña prestidigitadora con una sonrisa.

    —Qui… Quisiera disculparme por lo ocurrido anteriormente —Fleur se inclinó levemente—. Seguramente pensé cosas que no ocurrieron realmente y lo pagué contigo.

    —No te preocupes —la sonrisa de Flashing se acentuó—. No pasa nada… ¿Amigas? —la potrilla extendió una pata hacia la blanca unicornio, que empezó a sonreír, extendiendo su casco hasta apretarlo con el de la prestidigitadora.

    Las dos unicornios se dirigieron hacia el grupo pero, antes de llegar, Flashing miró hacia atrás y vio a Vinyl Scratch. Disculpándose ante Fleur, la pequeña unicornio trotó hasta encontrarse con la Disk-Jockey.

    —Te llamas Vinyl, ¿no? —preguntó una vez se puso a su lado.

    —Prefiero que me llamen por mi nombre profesional —respondió ésta, mientras estaba recogiendo su equipo—, pero sí, mi verdadero nombre es Vinyl.

    —Quisiera disculparme, en nombre de todo el pueblo, por el malentendido de antes —Flashing miró hacia el suelo, avergonzada—, y quisiera recompensarte de una forma que de seguro te va a encantar…

    Vinyl entrecerró ligeramente los ojos, extrañada.

    —Espera un momento, ahora vuelvo —dijo la potrilla, elevando su cara, que esta vez reflejaba una gran sonrisa.

    La Disk-Jockey apenas tuvo tiempo de responder… Flashing entró directamente a la casa del Consejo y salió tan rápido como pudo, posicionándose otra vez al lado de DJ-Pon3. Sin esperar contestación, la elevó del suelo y, trotando, la situó sobre una extraña loseta. Mientras Vinyl se preguntaba qué estaba pasando, la prestidigitadora se puso sobre otra loseta cercana y, alzando el mando a distancia que acababa de coger de la casa del Consejo, encendió el sistema de multiproyección.

    Muffled vio de soslayo lo que pretendía hacer la pequeña prestidigitadora y, apartando a los demás como pudo, intentó trotar hacia ella para impedir que ésta volviese a hacer el mismo juego que esa mañana.

    —¡UIIIIIIIIIIIIII! —gritó Flashing mientras se elevaba poco a poco su loseta.

    —¡UAAAAA HAHAHA! —exclamó Vinyl Scratch cuando notó que se elevaba. Esa sensación era maravillosa.

    —¡NOOOOOOO! —chilló Muffled mientras, intentando evitar esa travesura, tropezó y se cayó al suelo.


    "Querida abuelita:

    Hoy se ha reinaugurado la ciudad de nubes que hay encima de Northwest Mines Town… Sí, ya sé que te conté hace tiempo que iba a hacerse, pero surgieron problemas, que afortunadamente se han solucionado. Al fin Cirrus Merlon (que así se llamaba originalmente) vuelve a brillar en toda su plenitud.

    Las celebraciones han sido espectaculares y nos lo hemos pasado genial. El Consejo del Pueblo ha contratado a los mejores músicos y todo ha sido fantástico: las serpentinas, los fuegos artificiales, la comida...

    Incluso he conocido a varios miembros de la alta sociedad, cosa que nunca logré hacer cuando estaba en Canterlot. Sí, sé que tú te los encontrarás prácticamente cada día, pero a mí me ha resultado una experiencia muy gratificante.

    Por cierto, me ha sorprendido muchísimo una cosa que he descubierto hoy: uno de los habitantes en el pueblo, que se llama Look Talker, resulta que es el hijo mayor de la Canciller Pudding Head (que, por lo que me ha contado el propio Look, es descendiente directa de una de las fundadoras de Equestria. Imagínate… He estado frente a la gran Pudding Head, descendiente de la fundadora Pudding Head… aunque no me extraña que sean familia, teniendo las dos el mismo nombre). Al final voy a estar rodeada de gente aún más maravillosa de lo que yo creía…

    ¡Ah! Look Talker, al igual que su madre, no es para nada orgulloso… De hecho, él es todo lo contrario a lo que cabría esperarse de un noble, es todo humildad…

    Bueno, veo que me estoy extendiendo demasiado, así que te voy a poner lo que he… mejor dicho, lo que hemos aprendido (estamos todas aquí escribiendo) en estos días (siento la tardanza al escribir):

    Las cosas del pasado hay que venerarlas en su justa medida, sin que nada sea blanco o negro. Al contrario, todo tiene una gama interminable de colores (más aún que la crin de esa tal Rainbow Dash, dice Knowledge). En poco tiempo Cirrus Merlon ha pasado de ser abucheada a ser vanagloriada, gracias a esa serie de acciones que te dije hace tiempo en otra carta.

    Y, poco a poco, todo vuelve a su cauce. Si ha sido algo positivo, volverá a serlo, pero si ha sido negativo, al final saldrá a la luz. Así que lo mejor es observar y no juzgar hasta saberlo todo.

    Por cierto, Gentle insiste que ponga lo siguiente: "¿Has leído? Absolutamente todo vuelve a su cauce, ¿no crees que ya va siendo hora?". No sé a qué se refiere, pero ha sonreído después de que yo lo escribiese.

    Un beso y un abrazo de parte de todas: Fast Feather, Flashing Hooves, Gentle Colors, Knowledge Undiying, Shadow Hammer, y mío, por supuesto.

    Con cariño, tu nieta Shiny Eyes."

    FIN DEL CHAPTER 1x12

    21. 1x13 - Yell, Muffled, Yell - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Capítulo dividido en 3 partes.


    Tags: [Dark/Oscuro] - [Adventure/Aventura] y un poco de [Tragedy/Tragedia] - [Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Romance/Amor] - [Sad/Triste] - [Comedy/Comedia]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x13

    Yell, Muffled, Yell

    Parte 1

    Wise Words miró hacia atrás. Northwest Mines Town aún no había despertado. Ataviado con la armadura, y oculto bajo una túnica, se ajustó el cinto de las alforjas. Tenía que ir a Canterlot y pedir audiencia con la Princesa Celestia para comentarle y discutir las acciones a seguir, a raíz de los últimos descubrimientos acontecidos con respecto a Gentle Colors.

    El libro de magia que la unicornio de dos colores poseía era "nuevo". Nuevo en el sentido de que nunca antes lo había visto en la excepcional biblioteca que poseía Gentle, pero en realidad ese libro era viejo, muy viejo… tanto, que databa de una época anterior a las aparición de las dos Princesas e incluso de Discord. Y, a juzgar por el lujo del tomo y de los hechizos expuestos (a pesar de que el idioma era totalmente desconocido para Wise), ese grimorio no era precisamente de un mago normal, sino de un Gran Maestre de la magia arcana.

    Aparte, también estaba el hecho del comportamiento de Gentle. Wise juraría que ésta había sorteado el hechizo de "olvido" que había impuesto la Princesa Celestia en Northwest Mines Town desde que se creó el pueblo… Y eso era sumamente peligroso, además de horrible. Y más aún teniendo en cuenta la situación en el que estaba sumido esa población, con un posible intento de robo que podría tener lugar en cualquier momento… Y, por eso mismo, Wise decidió llevarse la armadura, pues necesitaba desplazarse lo más rápido posible a Canterlot.

    Con gran tristeza enfiló el camino hacia la encrucijada. Temía por la vida de todos y cada uno de los habitantes de Nortwest Mines Town, ya que se veía superado por la situación, a pesar de que contaba con el apoyo de todo el Consejo, e incluso con la ayuda que le había enviado la Gran Yegua, en forma de "cocinero sabelotodo". Solo esperaba que todo llegase a buen puerto, pues nadie, aparte de ellos, sabía qué objetivo tenían los ladrones, y solo podían esperar y proteger a los demás.

    Con un suspiro, se encabritó y comenzó a acelerar, hasta que perdió de vista el pueblo, dirigiéndose, sin frenar, hacia la salida a Ponyville cuando llegó a la encrucijada.


    Gentle Colors observaba por la ventana cómo Wise Words, ataviado con una túnica, se ajustaba los zurrones y salía del pueblo. Perfecto. Dándose la vuelta, entró en la biblioteca y, sacando un libro en concreto, pulsó el botón secreto.

    Una vez abajo, entró en la cocina y abrió la nevera y entrecerró los ojos. Lo que más temía en esos momentos se había hecho realidad: se estaba quedando sin comida. Frunciendo el morro, cerró la puerta de la cocina y se dirigió hacia la habitación donde guardaba parte de su fortuna, cogiendo un pequeño saco que previamente había preparado.

    Cuando volvió al pasillo principal de la mansión subterránea, sacó de su zurrón una pequeña carta. La observó durante unos segundos y pestañeó lentamente. No le gustaba recurrir a esos subterfugios para conseguir su alimento, pero no quería que nadie ahí fuera supiese en qué consistía su dieta. Solo esperaba que algún día su fisionomía volviese a ser normal para volver a comer simple e insípido heno, pero habían pasado demasiados siglos alimentándose con este tipo de comida como para volver a acostumbrar su cuerpo a una comida apta para un poni normal.

    Decidió entrar en la habitación del trono real para enviar la carta, como siguiendo un pequeño "juego" para indicar a sí misma quién era la culpable de su situación… La culpable de todo su sufrimiento.

    Se acercó al trono y rozó con su casco el asiento. Deseaba tanto sentarse en ese lugar que habría dado prácticamente cualquier cosa por hacerlo... Pero no debía: no había podido hacerlo en el verdadero trono, por lo que, hacerlo en el de esa habitación no era ni siquiera un símil que la reconfortase. Era un engaño hacia sí misma, y eso no lo soportaba.

    Se echó a los pies del trono y, con sus cascos, dibujó unos pequeños símbolos en el aire, como si su intención fuese el rasgarlo, a la vez que recitaba un pequeño salmo. A medida que iba avanzando el hechizo, las runas tomaron forma, quemando el aire con un siseo y permaneciendo suspendidos hasta que, por encima del hechizo materializado, se abrió un pequeño portal ovalado. Gentle colocó la carta delante del portal, cuyo interior era un espiral purpúreo, y la soltó, siendo absorbida por el pórtico mágico, que se apagó al instante, así como las runas, que se desvanecieron con un sonido específico, como el de un metal al rojo vivo sumergiéndose en agua helada.

    A continuación sacó un pequeño palo del zurrón y lo mordió con todas sus fuerzas… sabiendo lo que iba a ocurrir en unos instantes. En cuestión de unos pocos segundos, sus ojos se torcieron hasta que sus pupilas desaparecieron por los laterales y su cuerpo empezó a convulsionar, haciendo que cayese a plomo sobre el suelo. Por último, de su boca empezó a surgir una blanquecina espuma, que cayó al piso, empapando la mejilla en su recorrido.

    Cuando acabó el ataque epiléptico, Gentle abrió los ojos y, poco a poco, se incorporó. Escupió la pequeña rama y tragó la espesa saliva que aún recorría el interior de su boca. Miró asqueada hacia el lugar donde había hecho el hechizo… Ese tipo de magia era aún peor para ella que la "unicornio", ya que no estaba hecha para ser manejada por una simple poni, y ya se encargaba su cuerpo de avisarla con efectos secundarios demasiado adversos.

    Cada vez que hacía un hechizo de ese tipo de magia, cada fibra de su ser se quejaba. Y su cambio dependía del nivel, siendo un "simple" ataque epiléptico si el hechizo era de bajo nivel, como el que acababa de hacer, pero con consecuencias muchísimo peores si el hechizo era más poderoso, como ocurrió en el viaje a Ponyville cuando portaba a Reddish. En ese caso, al usar el hechizo de aceleración, vomitó sangre. Pero era aún más grave si el hechizo realizado era uno de los de ese libro que había adquirido hace relativamente poco tiempo. Entonces su cuerpo mutaba a un nivel molecular. Prueba de ello era su cuero de dos colores, cambio que tuvo lugar cuando intentó atrapar a la Princesa Celestia, cuando ésta quiso destruirla hacía ya algo más de trescientos años. Y fue en ese momento cuando se enteró de que fueron los mismísimos Señores Elementales los que la habían elegido para algún oscuro propósito. Descubrimiento que pagó con su propia vida el pobre aprendiz que tenía en ese momento su enemiga.

    Pero era hora de salir al punto convenido, así que la yegua de dos colores se dirigió a la salida trasera de la mansión y, apretando un botón camuflado en la pared del fondo, accedió al cementerio de Northwest Mines Town. Solo esperaba tardar el menor tiempo posible, pues no quería que nadie advirtiese su ausencia.


    Muffled había permanecido despierta toda la noche. Estaba extrañamente nerviosa. Sabía que algo inminente iba a tener lugar, y algo dentro de ella sabía que era algo horrible.

    Posiblemente tuviese relación con el asunto de los robos, o quizás fuese algo más profundo, pero estaba completamente segura que iba a ser algo malo, perverso, cruel...

    Pronto despuntaría el alba, y tendría que ir a trabajar a la mina, como casi todos los días. Eso no era vida, o mejor dicho, esa era toda su vida: esa maldita mina que le daba de comer y que a la vez le había hecho tan desdichada. Sabía que nunca lograría salir de esa espiral destructiva, pues sentía que había llegado a lo más alto. ¿Y qué era la cima a la que había accedido? Ser miembro del Consejo de un pequeño pueblo perdido y haber recibido heridas y más heridas en su cuerpo y, lo que era más grave, en su alma.

    Estaba enamorada. De Wise Words. Pero ese poni, con su trabajo y su dedicación, era completamente inalcanzable para ella. Ese poni era demasiado importante como para sentirse atraído por una insignificante yegua minera, incluso si ésta era la jefa de la cuadrilla de mineros de Northwest Mines Town. Y todos los mensajes y gestos que había hecho Wise hacia ella seguramente habían sido interpretaciones erróneas. Incluso las palabras dichas por él, cuando volvió de Ponyville con ese colgante, no indicaban nada, pues Wise era experto en subterfugios, y posiblemente lo único que quería ese poni era jugar con ella para que desvelase la verdad sobre la figurilla de cristal.

    O quizás no. Quizás Wise había estado enamorado de ella y, por pura cabezonería y estupidez, había dejado escapar la oportunidad. "Tonta, eres una tonta", pensó mientras se golpeaba la sien con un casco, "Y ahora vuelve a mirar hacia Gentle Colors… Sigue enamorado de ella, y tú no puedes competir, eres demasiado insignificante. Ella es una gran hechicera que ha hecho mucho por el pueblo, e incluso por toda Equestria… Pero tú no eres más que… que… que una mota de polvo".

    No sabía qué hacer, no sabía qué decir y no sabía cómo actuar para que el poni de su vida se volviese a fijar en ella.


    Flashing Hooves se despertó, completamente sobresaltada. Aún no podía creerlo… Había tenido otro de sus sueños, y, cuanto más intentaba analizarlo, más se horrorizaba.

    Iba a morir. Iba a morir antes del anochecer. Y no podía impedirlo.


    Una cortina se movió ligeramente, aunque desde fuera no se podía percibir, pues la luz de la casa estaba apagada.

    El semental que estaba observando cómo se marchaba Wise sonrió: por fin podía tener lugar la siguiente parte del plan.


    —Buenos días, Shiny —dijo Feather con alegría, mientras le tendía a ésta una carta—. Tienes correo.

    —Muchas gracias, Feather —respondió sonriendo la dorada pegaso, mientras recogía su misiva. La abrió inmediatamente y comenzó a leerla, cambiando su sonrisa a un gesto de asombro, para reír de manera acentuada—. Es de mi abuelita —confesó—. Dice que va a venir dentro de poco…

    La pegaso-cartero también aumentó su sonrisa. Quería conocer a la abuela de Shiny, y saber todos los detalles acerca de ella y de su relación con su amiga joyero. Pero primero tenía que repartir el correo, así que hizo un gesto de asentimiento y continuó con su tarea, dirigiéndose rápidamente hacia la tienda de Magic

    Shiny empezó a bailotear en el sitio, en un gesto en parte alegría, en parte nerviosismo. Su abuela sabía de las demás del grupo únicamente por el contenido de las cartas, pero nada más. Ni ella ni las demás habían descrito sus aptitudes ni sus peculiaridades, por lo que su abuela ignoraba completamente elementos tan importantes como que Flashing no podía usar la magia o que Shadow era la herrero del pueblo. Eso sin hablar de Gentle, cuyas peculiaridades eran demasiado extensas como para relatarlas en una carta… "No hay papel suficiente en el mundo para describirla ", pensó.

    Pero tenía que decir la noticia a todas sus amigas. Incluso lo debería comentar a los miembros del Consejo, ya que su abuela, a pesar de no ser de la alta sociedad, trabajaba en el Palacio, y muchos días veía y hablaba con la mismísima Princesa Celestia.

    Tenía mucho trabajo que hacer, pues sentía la necesidad de que su abuelita se sintiese orgullosa orgullosa de ella, de sus amigas y del pueblo que tan bien la había acogido.


    Shadow terminó demasiado pronto su tarea del día. Esos nuevos aparatos eran maravillosos, rápidos y eficientes. Por fin podía disponer de tiempo para salir con sus amigas y dejar de ser tan esclava de su trabajo.

    Poco a poco fue colocando cada herramienta en su sitio correspondiente. Unos iban en los expositores y otros en su montón… Y, mientras lo hacía, estuvo manteniendo todo el rato una radiante sonrisa.

    Ahora solo tenía que esperar a recibir el pedido diario que le hacía llegar Muffled, siempre a la misma hora, como un reloj perfectamente calibrado.


    Knowledge llamó a la puerta de la casa de su amiga prestidigitadora. Del otro lado solo se oían unos ligeros lloriqueos, por lo que la historiadora frunció el ceño y aporreó la puerta.

    —Flashing, sé que estás ahí dentro —dijo.

    El llanto se hizo cada vez más fuerte, hasta que la puerta se abrió. La pequeña unicornio estaba más abatida que nunca. Knowledge se enterneció y abrazó a su amiga.

    —Knowledge… —sollozó Flashing—. He tenido otro sueño… y ha sido peor que nunca.

    Entonces se lo contó. Y, según lo iba narrando, la expresión de Knowledge se torció hasta mostrar un rictus de terror.


    Muffled resopló después de entrar en la mina, sabiendo que, como cada día, tenía mucho trabajo por delante. Pero quería acabar lo antes posible, así que comprobó que su casco estaba bien ajustado y cruzó el gran acceso.

    —Jefa… buenos días —exclamó un minero grisáceo con crin marrón oscuro.

    —Hola, Muzzle Sooty —respondió la yegua, sin mucho entusiasmo.

    El nombre del minero correspondía a una gran mancha negruzca que cubría todo su hocico. Muzzle sonrió y se acercó a la jefa de mineros.

    —Tengo que enseñarte algo… —dijo en voz baja—, algo que se sale fuera de lo común.

    —¿Más aún de lo que ocurre últimamente en la mina? —preguntó Muffled.

    El minero se quedó pensativo durante un instante y, mirando fijamente a los ojos de la yegua, exclamó:

    —Quizás.

    Y señaló un camino en concreto, que siguieron los dos. Después de adentrarse en lo más profundo de la mina, recalaron en un pasillo en concreto. Era la misma gruta en la que había aparecido el huevo de dragón.

    Muzzle señaló una gema de la pared. Era la gema negra que iba a conmemorar la entrada número cien a la mina de Gentle.

    —Es esa joya —confesó el minero—. Desde que me mandaste cuidarla para que nadie más que Gentle la estrajese, han ocurrido cosas extrañas.

    —¿Qué cosas? —Muffled se sorprendió.

    —No sé… —Muzzle bajó la mirada, en parte avergonzado por lo que iba a decir, temiendo que su jefa la tratase de mentiroso—. A veces veo cosas ahí dentro… —señaló la gema—, como reflejos difuminados. Reflejos de algo imposible. De un yermo páramo, como si fuese Northwest Mines Town pero sin casas. Es, sin duda, el producto de los sueños de un loco.

    —Comprendo —Muffled no sabía si creérselo, pero conocía a Muzzle Sooty desde que los dos eran unos potrillos, y sabía que ese poni de tierra no se amilanaba por tonterías.

    —Pero lo peor de todo —continuó hablando el minero— es, sin duda, ese horrible ojo… —al mentarlo, tuvo un escalorfrío.

    —¿Ojo? —Muffled entrecerró los suyos. Esa historia era demasiado insólita como para ser mentira.

    —Sí, uno completamente aterrador —respondió el semental con un hilo de voz—: de dos tonos, verde oscuro y negro intenso, con una pupila vertical, como de gato —volvió a tiritar—. Afortunadamente parece ser que "mira" de pasada, como si el ser no supiese que es observado. Pero aparece cuando uno menos se lo espera.

    Muffled se acercó a la gema, investigándolo. No veía nada.

    —Acércate más —dijo Muzzle, posicionándose poco a poco detrás de la jefa de mineros—. Así fue como lo descubrí por primera vez, mirándolo de cerca… En mala hora lo hice.

    La yegua seguía sin ver nada, así que determinó que probablemente Muzzle había sido presa de malas visiones… algo normal, viendo el opresivo pasillo en el que se encontraban, capaz de jugar malas pasadas a todo aquel que permaneciese mucho tiempo. Entonces emitió un chasquido con la lengua, sabiendo que ella había sido la culpable de que ese minero estuviese transtornado.

    Decidió entonces cambiar de tema, sin dejar de mirar la gema, cada vez más extrañada, pues ésta parecía cambiar ligeramente de tonalidad.

    —¿Qué tal tu familia, Muzzle? —preguntó—. ¿Siguen en Manehattan? Espero que estén bien…

    El reflejo que ahora se veía en la gema era distinto. Muffled entrecerró los ojos y observó detenidamente el interior de la joya. Lo que se veía parecía una explanada distorsionada, con cosas fugaces moviéndose de aquí para allá.

    —Lo están —dijo Muzzle, con un tono de rabia—. Al menos, ahora lo estarán…

    Y, a continuación, golpeó con su casco la cabeza de Muffled, con tal fiereza que ésta chocó violentamente contra la gema y fue resbalando por toda la pared, hasta quedar inconsciente en el suelo.

    Había empezado…


    —Shadow, tienes correo —dijo Feather, entrando en la herrería—. Algo muy raro, la verdad…

    La herrero se levantó del asiento, que estaba junto al fuelle eléctrico y se acercó a la pegaso-cartero. Sonriendo, cogió la carta y la volteó, intentando leer el remitente. No había nada escrito. Volvió a sentarse y, torciendo ligeramente el gesto, abrió el sobre.

    —¿Ocurre algo? —preguntó Feather.

    —Estoy extrañada —respondió Shadow—. Muffled no ha venido a traerme el pedido diario. Si no sé qué debo hacer y, sin la intromisión de Knowledge, estoy parada ahora mismo.

    —Se habrá retrasado, seguro —la pegaso-cartero sonrió y, a continuación, salió de la herrería a seguir repartiendo.

    —Sí, seguramente eso habrá sido —susurró Shadow. Pero sabía que algo andaba mal. Muffled siempre acudía exactamente a la misma hora, como si fuese un reloj perfectamente calibrado.


    —Creo que deberíamos pedir ayuda —dijo Knowledge—. Esto nos viene demasiado grande…

    —No quiero morir… —exclamó Flashing, volviendo a llorar.

    —Vamos a convocar una reunión del Consejo —la historiadora tuvo una idea—. Aunque no seamos miembros, creo que éste es un asunto de vital importancia…

    —¿Vital…? —gimió la potrilla, llorando a continuación aún más fuerte.

    —¡Lo siento!, ¡lo siento! —Knowledge se disculpó y volvió a abrazar a la pequeña unicornio.

    Poco a poco las dos salieron a la calle. El miembro del Consejo más cercano era Magic Sales, así que se dirigieron hacia la tienda para convocar una reunión.


    Shiny estaba esperando junto a la entrada a la mina. Supuestamente Muffled tenía que haber salido del interior para conducirla a una gruta en la que ella debía escoger unas cuantas gemas para su restauración, pero la jefa de mineros se estaba retrasando...


    Shadow abrió la carta, cansada de esperar. Era de Plush Padding, su hermano. Empezó a leer y entrecerró los ojos, confundida. No entendía absolutamente nada:

    Saludos, hermanita:

    Te felicito enormemente por tu incorporación al Grupo C. Es una gran alegría descubrir que nuestra familia es aún más importante de lo que yo pensaba, pues deberías saber que yo pertenezco al Grupo B.

    Sí, tu hermano es miembro importante de otro Grupo, aquí en Detrot. No dije nada cuando te visité porque no quería desvelar este secreto, pero "Número Tres" me ha comentado que vuestro Grupo ya está formado, así que la información de los Grupos ya lo sabrá todo el pueblo.

    Aquí en Detrot apenas somos conocidos, ya que aún no hemos actuado de forma "oficial", aunque sí hemos entrenado para nuestro cometido. Pero, cuando sea el momento, seremos famosos en toda Equestria, te lo aseguro… Y me encantaría pasar a la acción junto a ti y a las demás del grupo C.

    Por cierto, deberías cuidarte muy mucho de Gentle Colors… Digamos que no es trigo limpio. Aunque "Número Tres" nos ha comentado de pasada que ella es el corazón del grupo, yo no me fío. Pero bueno, si la Princesa Celestia confía en ella, yo no soy quién para oponerme… Sí, ya sé que fue Gentle la que me ayudó a salir de la espiral destructiva en el que yo estaba inmerso, pero hace poco "Número Tres" me ha contado la verdad sobre ella… En un monstruo.

    Mantén tu espalda vigilada y, sobre todo, no la perdáis de vista ni un solo instante. Estoy seguro de que, en el momento en que Gentle recupere suficiente poder, será capaz de hacer cualquier cosa, absolutamente cualquier cosa.

    Un abrazo muy grande, Plush Padding.

    Shadow volteó la hoja, esperando encontrar una explicación al texto… ¿Grupo C? ¿Número Tres? ¿Qué significaba todo eso? Debía ser una broma, sin duda. Una broma de muy mal gusto. Pero lo peor de todo, sin duda alguna, era el ataque gratuito a Gentle. Shadow tuvo que reconocer que lo único del pasado de su amiga que conocía era lo que le había contado ella, pero Gentle, a pesar de ser muy orgullosa, era la primera en ayudar a todo aquel habitante de Northwest Mines Town que tuviese algún problema. Incluso a ella le había salvado la vida en Cirrus Merlon.

    Lo había decidido: Entre su hermano, que aún era prácticamente un desconocido, y Gentle, ella elegiría, sin dudar, a su amiga.

    Se acercó a un cuartito al fondo y sacó un papel, tinta y una pluma y escribió una escueta carta:

    Querido hermano:

    ¡Vete a la mierda!

    Con cariño, Shadow Hammer.

    —¡Reunión urgente del Consejo! —oyó una voz que venía de fuera—. ¡También deben acudir las amigas de Flashing Hooves!

    Extrañada, dejó la carta sobre la mesa y se dirigió hacia la casa del Consejo, no sin antes cerrar rápidamente la herrería.


    Poco a poco Muffled recuperó la consciencia y, de la misma manera, abrió los ojos. Miró lentamente a su alrededor. Seguía en la mina e incluso, a juzgar por lo que veía, estaba en el mismo lugar, delante de la gema negra. Intentó alcanzarla, esperando comprender qué había pasado, pero no pudo, pues sus patas delanteras estaban atadas a su espalda.

    —Ah, al fin has despertado —exclamó Muzzle, que estaba a su lado, mirándola fijamente.

    —¿Qué…? ¿Qué has hecho? —la yegua estaba confundida.

    —Grita —espetó el minero.

    Muffled miró hacia él, primero sorprendida, pero después con un gesto rabioso.

    —Suéltame —dijo, desafiando la mirada de Muzzle, hasta que éste bajó la cabeza.

    —Tienes que gritar, Muffled —comentó el minero, señalando la gema negra—. Solo tienes que usar tu grito especial, después te soltaré.

    —¿Por qué quieres que grite? —preguntó la rojiza poni.

    —Tú solo hazlo —respondió Muzzle—. Grita y te soltaré.

    Muffled comprendió que ahora tenía, por así decirlo, la sartén sujeta por el mango, pero tenía miedo… miedo de la situación y miedo de lo que podría pasar si accedía a los planes de Muzzle.

    —Por favor, debes hacerlo… —suplicó el minero—. No quiero hacerte daño. Es lo último que quiero hacer…

    —Entonces dime por qué lo has hecho —replicó la jefa de mineros—. No quieres hacerme daño, pero estoy aquí atada y con un golpe en la cabeza… Todavía siento brotar la sangre en la herida.

    Muzzle se acercó despacio a la yegua y, alzando una pata en señal de que no iba a hacer nada, sacó un pañuelo de su zurrón de minero y empezó a limpiar la herida.

    —Deberías saber que lo que te he dicho antes es verdad —dijo mientras aplicaba con suavidad el pañuelo—. Esa gema no es… natural. He visto cosas a través de él… Cosas capaces de sobrecoger el alma a cualquiera.

    —Te creo… —Muffled percibió que la intención de ese minero no era malvado. Era como si se hubiese visto obligado a actuar de esa forma… Y él se resistía, como podía, ante esa decisión—. Creo que he visto algo antes… Antes de que me golpeases a traición.

    —¡Por fin alguien me cree! —exclamó el minero, alzando la vista al cielo—. Eres fantástica, Muffled.

    —Pues si lo soy, ¿por qué no me sueltas? —replicó ésta.

    —No sin antes hacer tu grito —Muzzle volvió a señalar la gema.

    —¿Pero por qué voy a hacerlo? —preguntó la jefa de mineros, reincidiendo en el tema. Necesitaba ganar tiempo, ya que estaba segura de que en esos momentos ya la estaban buscando.

    —¿Quieres saber por qué? —inquirió irónicamente el semental—. Hazlo y te lo diré.

    —¿Y por qué no lo haces al revés? —interrogó Muffled—. Es decir, primero me dices por qué lo haces y luego, si me convence el motivo, gritaré. Incluso lo haré de buena gana.

    —¿Y si no lo haces? —preguntó Muzzle—. ¿Qué gano yo con eso?

    —Estaríamos exactamente en la misma situación que estamos ahora —respondió la rojiza yegua—, así que peor no vamos a estar, ¿verdad?

    El minero quedó pensativo durante un instante para, al final, afirmar con la cabeza, sin hacer nada más.

    —Espera… —cortó Muffled—. Primero desátame… Me duelen las patas.

    Entonces el minero montó en cólera. La jefa de mineros se apenó… Había estirado demasiado el hilo y éste acababa de romperse.


    —¿Empezamos ya o qué? —preguntó Disarming, que se aferraba con sus cascos a los bordes de la mesa, producto sin duda de la impaciencia.

    Todos los miembros del Consejo estaban reunidos y sentados en sus respectivos asientos, excepto Wise, Gentle y Muffled. También faltaba Magic, que había salido urgentemente para llamar a los tres ausentes.

    Mientras tanto, Flashing miraba al suelo, sin saber qué decir. Knowledge le había dicho que esta reunión era una buena idea ya que, si por alguna casualidad se podía impedir el resultado final, sería con la ayuda de los ponis más sabios de Northwest Mines Town, aunque Flashing sentía que no era suficiente… De hecho, estaba segura que ni siquiera la propia Princesa Celestia podría impedir lo que iba a acontecer, ya que todos sus sueños hasta ese momento se habían cumplido palabra por palabra.

    Magic abrió la puerta de la casa del Consejo y negó con la cabeza.

    —No están por ningún lado —dijo, resignándose—. He preguntado a todo el mundo y es como si se hubiesen desvanecido.

    —Entonces propongo empezar ahora —resolvió Disarming—, y si se presentan después, hacerles un resumen. ¿Votos a favor?

    —Tú no tienes potestad para decidir los votos —exclamó Magic mientras se sentaba en su sitio, mirando directamente al hotelero.

    —¿Y quiénes lo tienen? —preguntó irónicamente el aludido—. ¡Ah, sí! Wise, Muffled y Gentle… que son precisamente los que no están. Así que repito: ¿votos a favor?

    Todos los miembros presentes alzaron sus cascos.

    —Perfecto —Disarming se recostó hacia atrás, dejando la silla en equilibrio sobre sus patas traseras, exactamente igual que solía hacer Gentle en las reuniones.

    —Comencemos pues —expuso Magic, mirando directamente a Flashing y a sus amigas—. ¿Cuál es el motivo de que hayáis pedido esta reunión urgente?

    Tímidamente Flashing se adelantó, así como Knowledge, aunque esta última lo hizo para que la potrilla unicornio no se sintiese sola.

    —He… He tenido otro sueño —balbuceó la prestidigitadora—. Y… y… Y voy a morir hoy.

    Todo el mundo se sorprendió. Knowledge abrazó entonces a su pequeña amiga. Shadow y Feather se acercaron a su vez y también abrazaron a Flashing. Shiny bajó la mirada, imaginándose horrorizada mil posibles muertes y, alzando la vista de nuevo, empezó a llorar.

    —Esperad —cortó Spoon—, ¿qué significa esto? ¿Sueños?

    Rápidamente las hermanas Numbers, que estaban a su lado, le contaron al cocinero en qué consistía los sueños de la potrilla y su incapacidad para usar la magia. A lo segundo Spoon comentó que lo sabía desde la anterior reunión.

    —De acuerdo —dijo finalmente el cocinero, mirando fijamente a Flashing—, entonces danos los detalles.

    —¿Detalles? —preguntó Knowledge.

    —Sí, detalles —respondió el cocinero—. Si hay alguna forma de impedirlo, habrá que conocer los pormenores y actuar para que el hecho no ocurra…

    Flashing miró directamente a Spoon, con ojos titilantes. Decidió contar, con puntos y comas, todo el sueño.

    —Me encuentro en la entrada a la mina, rodeado de muchos ponis —relató—, mirando hacia el interior. Algo está ocurriendo, pues todos están… todos estamos alterados. A mi lado están mis amigas —las señaló—, excepto Gentle. Vosotros —señaló a los miembros del Consejo— habíais entrado buscando algo… o a alguien. Bueno, esto lo sé por los comentarios que dicen los demás. Yo estoy muy asustada por algo que sé que ocurrirá. Aunque en el momento de soñarlo no sabía por qué temblaba… ahora lo sé: estaba aterrada porque iba a morir y no podía impedirlo.

    +Entonces, un encapuchado, totalmente enloquecido, entra en la mina y me aparta de un empujón. Ni siquiera se da cuenta de lo que ha hecho, pues constantemente grita un nombre… un nombre que ignoro, porque tropiezo y me golpeo la cabeza contra una de las piedras del lateral. Entonces todo se vuelve oscuro.

    +Lo último que noto es a Knowledge llorando a mi lado, mientras grita "¡No puedo creerlo! ¡Ha ocurrido! ¡Ha… Ha muerto!". Eso es todo...

    Flashing volvió a bajar la mirada, apenada. A pesar de haber contado su sueño, no se sentía en absoluto mejor. De hecho tenía la sensación de que las piezas que no habían encajado en el sueño ahora lo hacían de forma perfecta. Instantáneamente supo que el haberlo contado en el Consejo no hacía más que confirmar los acontecimientos de su premonición.


    —Lo siento, lo siento —Muffled sonrió levemente, intentando tranquilizar a Muzzle—. Nada de desatarme, lo comprendo…

    —No juegues conmigo —amenazó el minero—, sabes que me caes muy bien, pero no me hagas elegir…

    —Si tan bien te caigo... —dijo la rojiza yegua—, ¿por qué me has atado?

    —Porque no puedo permitir que te escapes… —respondió Muzzle—. Hay demasiado en juego.

    —Es hora de que me expliques por qué actúas así —indicó Muffled—, ya que estamos en un punto muerto… Me necesitas para que grite y, hasta que no sepa los detalles, no accederé a tus pretensiones, aunque ello conlleve que te enfades.

    El semental se derrumbó, sabiendo que la jefa de mineros tenía razón, así que se echó en el suelo a su lado, apenado.

    —Hace unos días —explicó—, empecé a ver los horrores de la gema y se lo comenté a Legs Bent… Ya sabes, mi compañero de cuadrilla base. Hablamos de ello en el restaurante. Él no me creyó, pero por lo visto alguien que me oyó sí lo hizo…

    Al día siguiente, en mi taquilla encontré un mensaje… Mi familia… —bajó la mirada—, mi familia había sido secuestrada. No quería creerlo, pero, para asegurarme que estaban bien, me fui a mi casa, en Manehattan. Pero no estaban allí. De hecho, no había absolutamente nada, ni siquiera los muebles. Únicamente habían dejado un papel, que indicaba que solo los liberarían si tú hacías tu grito ante esta gema. De otra forma… De otra forma… No puedo… No puedo continuar…

    Muffled comprendió la situación en el que se encontraba el minero, pero a la vez comprendió que ella misma estaba en una gran encrucijada. Si gritaba, salvaría la vida de la mujer y del hijo de Muzzle Sooty… pero el hecho de que los hubiesen secuestrado significaba que lo que querían hacer los secuestradores con esa gema era algo muchísimo peor, y que podía morir muchos más ponis…

    Era una cuestión de elegir entre dos muertes seguras o entre decenas, o incluso miles, de posibles víctimas. A esto era lo que se refería Wise Words cuando le preguntó, en la estación de tren de Canterlot, si iba a defender Equestria incluso si eso significaba muertes de por medio.

    —Lo… lo siento, no puedo hacerlo… —se lamentó finalmente, sabiendo que ella podía ser la siguiente en sufrir a cascos de ese minero que empezaba a incorporarse con evidente ira—. Compréndelo… Si grito, ¿cuántos ponis sufrirán por haberlo hecho? No quiero ser la iniciadora de una masacre.

    —¡Pero mi mujer y mi hijo morirán! —gritó desesperado Muzzle— ¡Si no gritas serás la responsable de sus muertes!

    Muffled bajó la mirada. Dos muertes seguras contra un numero indeterminado, pero mayor, de posibles asesinatos. Se imaginó una gigantesca balanza dorada en cuyo plato izquierdo reposaban, sangrientos, dos cabezas de poni: una yegua y un pequeño potrillo; mientras que en el otro platillo varias cabezas traslúcidas de diversos seres se acumulaban, hasta formar una pequeña montaña. ¿Cuál pesaba más? Incluso se veía a sí misma ensartada en la flecha que había entre los platos, de tal forma que, si la balanza se inclinaba hacia un lado, su cuerpo se rajaría dolorosamente, matándola.

    Y pensó en Wise. ¿Qué haría él en este caso? Seguramente recurriría a una de sus famosas frases, pero ¿cuál de ellas usaría? Muffled no sabía mucho de refranes, pero sí conocía una que le había dicho muchas veces el espía: "Más vale malo conocido que bueno por conocer". ¡Esa era la respuesta!

    —De acuerdo, lo haré —dijo, levantando la cabeza y mirando directamente a los ojos de Muzzle—. Solo espero no tener que arrepentirme por esta decisión.

    El minero sonrió aliviado.


    —Lo siento, pero tendrás que permanecer todo el día en tu casa —exclamó Disarming—. Es la decisión que toma el Consejo de Northwest Mines Town.

    Los demás miembros del Consejo afirmaron con la cabeza, al igual que las amigas de Flashing. Ésta miró hacia todos y cada uno de los demás y, entrecerrando los ojos, exclamó:

    —Os lo agradezco, pero no va a servir de nada… Va a ocurrir, es algo que no se puede evitar… —entonces empezó a llorar—. Y quiero deciros que mi vida aquí ha sido maravillosa.. Os quiero, y os echaré mucho de menos.

    Se abrazó a Knowledge y lloró tan desconsoladamente como pudo. Ésta miró hacia los miembros del Consejo con furia. No había servido de nada el haberles pedido ayuda. Rodeó con una pata a la pequeña potrilla y las dos se marcharon de allí, seguido por Shadow, Feather y Shiny.

    Los miembros del Consejo estaban abatidos. No podían hacer nada más.

    —Si al menos hubiesen estado Wise o Gentle, podrían haber ideado algo mucho mejor... —se lamentó Magic.

    —Incluso Muffled habría pensado algo mucho mejor —replicó Disarming.

    —"Por cierto" —dijo Look con movimientos oculares—, "¿dónde están?"

    —Wise salió hacia Canterlot… —respondió Spoon—, al menos eso me dijo él ayer. Pero no sé dónde pueden estar las otras dos.

    —¡Esperad! —gritó Magic, sobresaltada—. ¡Recordad lo que nos dijo Wise el otro día! ¡Y lo que ha explicado Flashing ahora!

    —¿A qué te refieres? —preguntó Reale.

    —¿Es que no lo veis? —inquirió Magic—. Corremos un gran peligro con el asunto de los robos… Y ahora, en su sueño, Flashing ha mencionado la mina, ¿y quién suele estar en la mina? Precisamente alguien que no ha venido a la reunión… —se levantó y empezó a dirigirse hacia la puerta.

    —¿Estás diciendo que Muffled puede estar en peligro? —preguntó Disarming.

    —¡Eso es! —dijo Spoon, levantándose—. ¡Magic, eres brillante! Tenemos que buscar a Muffled. Seguramente esté en problemas.

    —Pero recordad el sueño de Flashing —explicó Disarming—: "estábamos buscando algo o a alguien dentro de la mina…" Todo está ocurriendo, tal como predijo ella.

    Magic se puso delante de Disarming y le miró fijamente.

    —Entonces sabes que vamos a entrar a buscarla todos —exclamó, haciendo una panorámica con su pata, señalando a todos los miembros del Consejo—. Además, sus amigas estarán con ella en la entrada, así que les diremos que la protejan… Aunque Flashing ahora está encerrada en su casa, y sin muchas ganas de acercarse a la mina. No creo que su sueño se termine cumpliendo…

    Magic se dirigió, completamente decidida, a la puerta de la casa del Consejo, seguida por los demás. Iban a encontrar a Muffled costase lo que costase.


    —Y recuerda, no salgas —Knowledge advirtió a Flashing, acompañando sus palabras con una mirada fija.

    —Como si yo quisiera hacerlo —se quejó la pequeña unicornio—. Pero las dos sabemos que al final, de una forma u otra, voy a terminar en la mina.

    —Tranquila —respondió la historiadora, con ojos maternales —, si quieres me quedo aquí para acompañarte.

    —No hace falta, en serio —Flashing sonrió ligeramente —. Creo que me echaré en la cama y me taparé con las sábanas…

    Knowledge sonrió. Reconocía que Flashing era una gran poni, mucho más fuerte de lo que cualquier otra sería jamás. Incluso en la hora más oscura, esa potrilla seguía animosa en su sentido. Instintivamente la cogió con las dos patas delanteras y la abrazó tan fuerte y tan cariñosamente como pudo, sabiendo, en parte, que era un abrazo de despedida. Y la besó en la frente, mientras sus lágrimas resbalaban por las mejillas.

    —Por favor —dijo Flashing, sollozando—, no hagas esto más difícil…

    Poco a poco, con movimientos suaves, Knowledge se apartó. La potrilla entró entonces en su casa y cerró la puerta. Una vez dentro, se paró. No podía creerlo. Acababa de despedirse de su mejor amiga y había sido tan fría… Entonces volvió a abrir la puerta y, de un salto, se situó al lado de la historiadora. Y la abrazó con todas sus ganas.

    Cuando Flashing volvió a entrar, se enjugó las lágrimas. Tenía en mente una convicción: no volvería a salir, bajo ningún concepto, hasta el día siguiente. En ese momento notó una pequeña brisa en su cara y se extrañó… El poco viento que ese día había en Northwest Mines Town entraba por alguna ventana, pero estaba segura que las había cerrado todas antes de salir.

    Se acercó a la habitación y atrancó la ventana. Se relajó al instante, pensando que probablemente, con todo el ajetreo sufrido, se le había olvidado cerrarla. Cuando se dio la vuelta, dispuesta a echarse en la cama, una sombra se acercó rápidamente a ella.

    Lo último que vio Flashing Hooves, antes de caer en redondo, fue la plancha de una pala minera impactando directamente en su cara.


    Cuando los miembros del Consejo entraron en la mina, muchos ponis, extrañados, se acercaron a la entrada. Shadow, Feather, Shiny y Knowledge también lo hicieron, sabiendo que lo que iba a acontecer era parte del sueño de Flashing, pues la búsqueda que iban a hacer dichos miembros era un engranaje más de la máquina diabólica cuyo resultado sabían ya de antemano.

    Magic se paró justo antes de las bifurcaciones que penetraban al interior de la montaña y decidió, en silencio, los grupos: Las hermanas Numbers irían por la salida de la izquierda, Look y Disarming irían por la del centro y ella, junto a Spoon, marcharían por la de la derecha. Todos los demás asintieron y, sin hacer ruido, como si estuviesen preparados para lo peor, se separaron.

    Shadow se acercó entonces a Knowledge, seguida de Feather y de Shiny.

    —Has dejado a Flashing en su casa, ¿no? —preguntó la herrero en voz baja.

    —Por supuesto —declaró la historiadora—. No creo que vaya a salir por su propia casco… Ella tampoco quiere que el sueño se cumpla.

    —¡Paso! ¡Paso, por favor! —un minero de cuero negro como la pez entraba en la mina, portando un pequeño carrito.

    —Hola, Legs … —dijo otro minero, de color azulado, que estaba en el fondo, taponando la entrada de la derecha para evitar que los curiosos entrasen en la mina y se perdiesen.

    —¡Tengo prisa! ¡Apartáos! —cortó el minero del carrito. Su grisáceo crin pareció encresparse, como si quisiera atacar a todos los presentes.

    —Tengo órdenes de no dejar pasar a nadie —respondió el segundo minero.

    —Me da exactamente igual —Legs miró fijamente a los ojos del azulado minero—. Tengo mucho trabajo que hacer y voy retrasado. Déjame pasar.

    Los dos mineros se habían convertido en el centro de atención. Sin embargo Shiny, totalmente nerviosa, se fijó en el carrito. Este era muy corriente, ligeramente parecido al que ella tenía y portó antes de llegar a Northwest Mines Town. De hecho, el de Shiny era un carrito de carga básico, que era más barato y resistente que uno especial para muestrario, pero menos reforzado que el de una carreta especial de minería.

    Del carrito que la joyero observaba sobresalían herramientas de minería, mientras que el fondo estaba cubierto por una especie de manta, seguramente para cubrir la carga y para evitar que ésta se cayese al salir de la mina con el carro lleno. Curiosamente, la manta no estaba reposando al fondo, sino que estaba a media altura, tapando cuidadosamente algo. Seguramente serían unos útiles bastante valiosos.

    El segundo minero dejó finalmente pasar al minero del carro, que aceleró el paso. Shiny se quedó mirando, de forma involuntaria, la manta, mientras pensaba qué podía hacer para ayudar al Consejo o a Flashing. Debido a la prisa con la que iba Legs, el carrito traqueteó y se movió con los desniveles y baches que había en la entrada a la mina.

    Una vez el minero se perdió de vista por la entrada de la derecha, Shiny salió de su ensimismamiento y entrecerró los ojos. Había algo que no cuadraba, pero ¿qué era? Y aún más importante, ¿por qué no encajaba? Sin embargo, sabía que, para descubrirlo, tenía que ver toda la situación desde un prisma más amplio, y para ello tenía que alejarse de la escena.

    Salió a hurtadillas de la entrada a la mina y se dirigió lentamente hacia su casa, mientras analizaba los detalles: el sueño de Flashing que llevaba hacia su muerte, la caótica reunión del Consejo en el que faltaban casi la mitad de sus miembros, la repentina marcha al interior de la mina de todos los asistentes una vez acabada la reunión, el encierro de Flashing a su casa… "Pero", pensó entonces, "si yo fuese Flashing, me alejaría del peligro tanto como me fuese posible… Así que me iría del pueblo".

    Volvió a entrecerrar los ojos y, cambiando de dirección, aceleró el paso. Pero esta vez se dirigía hacia la casa de la prestiditadora. Llamó a la puerta, con la intención de llevarse a la pequeña potrilla a la encrucijada de caminos y, de allí, hasta Ponyville, o a Manehattan, o a cualquier otro sitio. Pero, en cualquier caso, trasladarla lejos de Northwest Mines Town.

    Nadie respondió. Shiny volvió a llamar, cada vez más fuerte, cada vez más desesperada, hasta que paró. "Quizás Flashing ha tenido la misma idea y ya se ha ido". Galopó hasta la salida del pueblo, pero no la encontró. Preguntó por aquí y por allá a todos los ponis que se cruzaron en su camino, pero nadie la había visto. Era como si se hubiese esfumado.

    Cerró los ojos intentando pensar. Algo seguía sin cuadrar. ¿Qué haría Gentle en esa situación? ¡Gentle! Si alguien sabía qué hacer era sin duda ella. Galopó hacia la casa de la unicornio de dos colores y llamó apresuradamente a la puerta, aunque tampoco obtuvo respuesta. Volvió a llamar más fuerte, pero nadie abrió. Eso era muy raro: aunque estuviese meditando, Gentle habría abierto la puerta, por lo que era probable que ella se había marchado, aunque también cabía la posibilidad de... Abriendo los ojos como platos, recorrió los alrededores de la casa, buscando alguna ventana rota o abierta. Pero todas estaban enteras y cerradas por dentro.

    Desesperada, volvió a dirigirse a la mina, mientras seguía pensando qué haría Gentle en esa situación. Cerró los ojos y, de repente, la cabeza de la unicornio de dos colores apareció. Estaba furiosa. "Shiny, qué vergüenza…", exclamó con un bufido, "Flashing ha dado todas las pistas necesarias para salvarla. Tienes que ir a la mina y vigilar el acceso. Si divisas una figura encapuchada, solo tienes que apartar a nuestra amiga… Pareces tonta a veces". ¡Esa era la solución! Rápidamente Shiny abrió los ojos y galopó, tan rápido como pudo, hasta la entrada de la mina.

    Pero aún había una pieza que no encajaba.


    Entrecerrando los ojos, Legs Bent frenó de repente, haciendo que toda la carga del carrito se desplazase hacia delante. El motivo de su repentina parada era porque, a juzgar por las voces que se oían desde el recodo, había alguien un poco más adelante. Con un gesto de evidente disgusto, lentamente se dio la vuelta y volvió a tirar del carrito, hasta situarse en un corredor paralelo.

    Una vez desenganchado del carro, levantó levemente la manta. Al fondo de la caja, aún inconsciente, se encontraba Flashing Hooves. Entonces sonrió ligeramente: la misión aún podía hacerse y, lo que era más importante, todavía podía salvar la vida de su compañero. Las órdenes que había recibido en el interior de su mente habían sido tajantes: "Lleva a Flashing Hooves delante de la gema negra o Muzzle Sooty morirá".

    Miró a la potrilla con tristeza. Ella no se merecía en absoluto esto, pero la vida de su compañero era más importante que la de una estúpida potrilla que únicamente hacía juegos malabares para ganarse el pan. De todas formas, Legs se sentía mal por haberla secuestrado y traído hasta ahí, pero ahora que estaba atada y amordazada, la trataría con respeto en la medida de lo posible. Solo tenía que llevarla delante de la gema negra y esperar a los acontecimientos. Al menos, esas eran sus órdenes.

    Se acercó al carrito y levantó a Flashing, poniéndola cuidadosamente en el suelo. Entonces, con la manta con la que la había cubierto en el viaje, el minero se tapó su propio cuerpo, sabiendo que no debía ser reconocido por la prestiditadora. En ese momento, la potrilla despertó y miró a su alrededor asustada.

    —Tranquila —dijo Legs, con un tono de voz que invitaba a no ponerla nerviosa—. Tienes que hacer algo por mí, algo crucial.

    Los ojos de la potrilla miraron furiosos hacia el encapuchado. Ese estúpido ser la había traído, contra su voluntad, al interior de la mina, forzando los acontecimientos de su sueño y acercándola irremediablemente al momento de su muerte. Entonces forcejeó, intentando soltarse de los amarres que sujetaban sus patas entre sí.

    —Hmmmm… Hmmmm… —la prestidigitadora intentó quejarse, pero el trapo que cubría su boca impedía el habla.

    —Si me prometes no gritar, te quitaré la mordaza —señaló Legs Bent, acercándose a Flashing lentamente. Esta afirmó lentamente con la cabeza. Entonces el minero deslizó hacia abajo el paño, liberando la boca de la potrilla.

    —Eres un ser horrendo… —susurró Flashing, con una mezcla de rabia y tristeza—. Me has condenado.

    —¿Por qué dices eso? —preguntó el minero, extrañado.

    —No, por… NADA… —Flashing sonrió malévolamente— POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ…¡ALAKAZAM! —gritó, moviendo ligeramente sus flancos.

    Entonces separó sus patas, libres ya de las cuerdas, y empujó a un sorprendido Legs Bent. A continuación se incorporó y empezó a galopar tan rápido como pudo hacia una de las salidas, perseguida por el minero, que se había recuperado de la sorpresa.


    Shiny entró a la mina, aún insegura sobre lo que ocurría. Entonces empezó a trotetear en el sitio, nerviosa. ¿Qué era lo que fallaba?

    Hasta que al final se dio cuenta: el contenido del carro que había entrado antes se había movido, durante el traqueteo, de forma demasiado uniforme. Eso solo significaba que debajo de la manta había un objeto enterizo.

    Shiny rápidamente hizo unos cálculos mentales y abrió los ojos como platos… el tamaño del objeto era equivalente al de un poni.

    —¡Se lleva a Flashing! —gritó la joyero, presa del pánico—. ¡Detenedle!

    —¿Qué es lo que ocurre? —Knowledge también estaba nerviosa.

    —Ese minero de antes… —intentó explicar Shiny—, Flashing…

    "¡Explícate bien, maldita sea! ¡El tiempo apremia!", fue lo que dijo la imagen de Gentle Colors en la cabeza de Shiny. Como siempre, la unicornio de dos colores tenía razón, así que la joyero tomó aire y continuó hablando.

    —El minero de antes llevaba algo en el carro, algo tapado. Pensaba que eran útiles de minería, pero acabo de darme cuenta de que en realidad solo llevaba un objeto. No me había dado cuenta hasta que he ido a casa de Flashing, pues ésta no estaba, y nadie la ha visto salir del pueblo…

    —¿Nos estás diciendo que ese minero llevaba a Flashing en el carro? —Knowledge preguntó, sobresaltada.

    Shiny asintió.

    En ese momento todos los que habían oído la conversación se abalanzaron sobre la salida de la derecha, para interrogar al minero que guardaba esa gruta sobre el otro minero del carro, y pidiendo que le localizasen y le parasen.


    Muffled cogió aire para usar su grito. Cerró los ojos, pues no quería ver lo que ocurriría justo después. En ese momento, de un pasillo cercano, empezó a oírse un grito. Un grito que, a juzgar por las palabras, que se escuchaban claramente, solo podía provenir de una potrilla… "NADA POR AQUÍ, NADA POR ALLÁ… ¡ALAKAZAM!".

    Muffled sonrió, sabiendo que la salvación podía estar cerca, ya que Flashing parecía no estar sola y, si acudían en su ayuda, podrían reducir a su secuestrador y liberarla. Volvió a coger aire para emitir un grito normal, pero Muzzle Sooty le tapó la boca con su casco.

    Entonces los sonidos comenzaron a alejarse. Flashing galopaba hacia la salida y alguien visiblemente enfadado, a juzgar por las expresiones que usaba, la perseguía. Muffled miró, apenada, al suelo, esperando que por lo menos la pequeña unicornio se salvase, ya que ella volvía a estar atrapada.

    CONTINUARÁ...

    22. 1x13 - Yell, Muffled, Yell - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Capítulo dividido en 3 partes.


    Tags: [Dark/Oscuro] - [Adventure/Aventura] y un poco de [Tragedy/Tragedia] - [Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Romance/Amor] - [Sad/Triste] - [Comedy/Comedia]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x13

    Yell, Muffled, Yell

    Parte 2

    Magic Sales y Spoon Giddy tuvieron que reconocer que la mina había sobrepasado ampliamente sus expectativas, pues la cantidad de ramajes y bifurcaciones era realmente excesiva para que únicamente dos ponis pudiesen investigar convenientemente. Y aún era más difícil si, tal como era el caso, ninguno de los dos conocía los entresijos de la excavación.

    Entonces, abatidos, se dieron la vuelta, para volver sobre sus pisadas. Reconocieron que tenían que pedir ayuda para encontrar a Muffled quien, posiblemente, estaba en peligro. Poco a poco consiguieron volver a los pasillos principales de entrada, que reconocieron. En ese momento ambos sonrieron: la salida de la mina estaba próxima.

    Escucharon, un poco más adelante y a la izquierda, un galope incesante, seguido de unos gritos cuyas palabras airadas y llenas de insultos que harían enrojecer de vergüenza a cualquiera. Los dos aceleraron el paso y, al torcer el siguiente recodo, vieron, a lo lejos, la figura de Flashing. Entonces Magic rompió al galope, mientras se preguntaba a sí misma qué hacía la potrilla en el interior de la mina, cuando el Consejo del pueblo y sus amigas se habían ocupado expresamente de que ni siquiera se pudiese acercar a la montaña.

    Sin embargo, Spoon, que también había acelerado el paso, se situó delante de Magic y frenó, obligando a ésta a reducir su velocidad.

    —¿¡Qué es lo que estás haciendo!? —preguntó la tendero, furiosa.

    —Si comprendo bien lo que habéis dicho sobre los sueños de Flashing —Spoon señaló hacia donde había desaparecido la potrilla—, no podemos impedir que los acontecimientos se cumplan...

    —¡No si puedo impedirlo! —cortó Magic, echándose hacia un lado para intentar rebasar al cocinero, que hizo lo mismo, volviendo a impedirle el paso.

    —¡Créeme, sé lo que hago! —exclamó Spoon, mirando directamente a los ojos de la yegua. Ésta bajó su cabeza, intuyendo que el cocinero sabía algo que ella ignoraba—. ¡Flashing no morirá, te lo aseguro!

    Entonces los gritos e insultos, que eran cada vez más desesperados, se acercaron hacia el corredor donde ellos se encontraban. Spoon se apartó y, girándose hacia la salida, empezó a galopar.

    —¡Vamos! —dijo—. ¡A él sí que le debemos detener!

    Y Magic, sin pensarlo dos veces, empezó a galopar rápida como el rayo, siguiendo la estela del cocinero. Ese malhablado que perseguía a Flashing iba a pagar su frustración.


    Wise Words caminaba despacio hasta la entrada al pueblo, ataviado bajo una túnica enteriza. "Deja que todo siga su camino. Ella sabe cuál es el límite", fueron las escuetas palabras de la Princesa Celestia cuando él comentó sus descubrimientos con respecto a Gentle. Pero eso no era lo preocupante. Lo peor había sido la conversación con "Número Dos".

    Wise le había pedido a su homólogo que, en el informe del reciente viaje a Canterlot, persiguiendo a la unicornio de dos colores, se ocultasen sus huellas y su velocidad en los posibles testigos, para evitar así preguntas y rumores innecesarios. Pero "Número Dos" le había comentado que ese día no fue detectada una velocidad completamente inusual en el camino que llevaba de Northwest Mines Town a Ponyville, sino dos.

    El semental, al girar hacia el pueblo en la encrucijada de caminos, seguía elucubrando: el hechizo de máxima aceleración, prohibido desde hacía décadas, era muy peligroso, pues se descubrió que todo aquel que lo usaba se veía abocado a un envejecimiento prematuro. Por lo tanto, hacía mucho tiempo que no se enseñaba en ninguna Escuela de Magia. Y, por ese mismo motivo, en Equestria eran muy pocos los seres que conocían ese conjuro, y una cantidad mucho menor de criaturas a los que no les importaba sus terribles consecuencias. Y, de ese reducido grupo, solo Gentle Colors vivía en Northwest Mines Town.

    "Afortunadamente", pensó Wise, "cuando yo uso este hechizo, lo hago portando la armadura, por lo que el efecto va dirigido hacia el Elemental atrapado en ella. Un elemental que es prácticamente inmortal".

    Por lo menos el viaje a Canterlot no había sido en vano, pues había logrado convencer al padre de Shiny para que aceptase la generosa oferta de la unicornio de dos colores. Terminó de torcer el recodo tras el cual empezaba el pueblo. Entonces frenó en seco, extrañado: el pueblo estaba más vacío de lo habitual, sin nadie paseando por la calle. Preocupado, aceleró el paso y se dirigió hacia la primera casa, que resultó ser el Hotel de Disarming y llamó a la puerta. Nadie contestó.

    Entonces, de la casa de al lado, un poni de tierra salió a la puerta y, reconociéndole, le informó que casi todos estaban en la mina. Agradeciendo la información, Wise se ajustó la túnica y se dirigió hacia la gruta.


    Flashing, con la respiración entrecortada, llegó galopando a la entrada de la mina. Aún no se creía la suerte que había tenido al elegir correctamente los distintos caminos del laberíntico interior de la montaña.

    —¿Qué haces tú aquí? —preguntó extrañado el minero que guardaba la entrada.

    —¡SOCORRO, ME PERSIGUEN! —gritó la pequeña potrilla.

    El corrillo que estaba alrededor del minero se apartó, para dejar pasar a la prestiditigadora. El minero cogió el pico que tenía a su lado y, poniéndose en actitud defensiva, indicó mediante un gesto a los demás de que iba a entrar y de que no le siguiesen.

    Flashing se paró en la entrada, exhausta. Rápidamente sus amigas la rodearon e intentaron calmarla. Shiny apremió a las demás, con suaves palabras, de que debían alejar a la pequeña unicornio de ese lugar, para que no se cumpliese el fatal desenlace. Todas afirmaron y, con Flashing a la cabeza, procedieron a salir de la mina.


    Los gritos estaban ya muy cerca, por lo que, tanto Spoon como Magic, se apretujaron contra la pared, para esperar pacientemente la llegada del perseguidor de Flashing y caer sobre él.

    En cuestión de un instante, una figura encapuchada apareció por el corredor principal. Sin darle tiempo a reaccionar, los dos saltaron encima suyo, inmovilizándole por completo. Sin embargo Spoon tuvo que frenar los ataques de Magic quien, completamente fuera de sí, descargaba una y otra vez sus cascos contra el cuerpo ya inmóvil del encapuchado.

    El cocinero, en silencio, alejó como pudo a la tendero del semental que yacía inerte en el suelo, hasta que ésta poco a poco se calmó. Entonces Spoon volvió a acercarse al cuerpo y comprobó que seguía respirando.

    —¿Qué es lo que te ha pasado? —preguntó el cocinero, examinando aún al herido—. Por poco le matas.

    —Lo… lo siento —se disculpó Magic—. Él es el encapuchado del sueño... El que sin duda matará a Flashing... Y yo... Y yo... Debía defenderla... Es una potrilla tan buena, tan inocente...

    —Te comprendo —respondió Spoon—. Yo tampoco quiero que le pase nada a Flashing, pero casi te conviertes en una asesina. Y tampoco quiero eso. Eres una buena yegua, por eso no puedes dejar que la ofuscación y el miedo se apoderen de tu mente.

    La yegua empezó a lloriquear, angustiada por lo que había hecho. El cocinero se acercó a ella y la abrazó cariñosamente, logrando así tranquilizarla.

    —Venga —dijo Spoon con una sonrisa—, hay a trasladarle fuera de la mina para que reciba atención médica. ¿Me ayudas?

    Entonces Magic, secándose las lágrimas, asintió. Y, entre los dos, cargaron el cuerpo del encapuchado.


    Muffled Yell volvió a coger aire y lo exhaló silenciosamente, moviendo su boca. Muzzle Sooty sonrió: al fin esa yegua había accedido a hacer su famoso grito. Y su mujer y su hijo quedarían libres.

    —Bueno, ya está —dijo Muffled, desafiante—. Ahora suéltame.

    Muzzle se acercó a la jefa de mineros, dispuesto a quitarle las ataduras. Entonces paró, pensativo.

    —Casi has logrado engañarme —espetó, enfadado—, pero me he dado cuenta… No has hecho tu grito, solo lo has fingido. Si lo hubieses hecho, ahora estarías abatida, pensando en las posibles repercusiones de tu acto… Pero tu actitud es todo lo contrario.

    Cogió la cabeza de Muffled con ambos cascos y acercó su cabeza hasta que las dos quedaron prácticamente juntas.

    —No voy a permitir que por tu culpa maten a mi familia —susurró—. Antes destruiré este pueblo, con todos sus habitantes dentro. Así que más te vale no intentar jugármela de nuevo o sufrirás las consecuencias.

    Y, soltándola con un gesto de desprecio, volvió a alejarse, hasta ponerse de nuevo al lado de la gema negra. Entonces se giró y miró de forma inquisitiva a la jefa de mineros.

    —Ahora grita —exclamó, entrecerrando los ojos.


    Wise Words entró rápidamente a la mina, chocando con Flashing quien, al frente del grupo compuesta por ella y sus amigas, se disponía a salir. La pequeña potrilla se tambaleó y, tropezando, reculó hasta golpearse la cabeza con la pared. Las demás intentaron, sin éxito, sujetarla para evitar el golpe. El semental, quien portaba la armadura bajo de la túnica, no se había dado cuenta del choque. Tampoco se percató de la acción posterior, pues estaba obcecado en buscar información, información que, tras un rápido vistazo, únicamente parecían conocer los mineros que guardaban las diferentes ramificaciones.

    —¿Qué es lo que ocurre aquí? —preguntó al minero que guardaba la entrada de la derecha quien, a juzgar por el numeroso grupo que tenía delante, debía ser el que más supiese del asunto.

    El minero, completamente pálido, miraba alternativamente a Wise y al grupo, sin saber qué hacer. Pero la mirada inquisitoria del semental, con la cabeza escondida dentro de la capucha, fue determinante para atraer la atención del minero. Después de unos simples gestos, éste se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el interior de la mina, seguido por Wise quien, mediante otro gesto, señaló a los demás que permaneciesen allí.

    Apenas habían recorrido unos pocos metros cuando se encontraron con Magic y con Spoon, que portaban entre los dos, como podían, un encapuchado.

    Magic, al ver a Wise bajo la túnica, se asustó, comprendiendo que el encapuchado que ellos portaban podía no ser el causante de la muerte de Flashing, sino Wise. De hecho, era más probable que fuese él, pues, según el sueño, el asesino de la pequeña potrilla provenía del exterior de la mina. Rápidamente dejó en el suelo al encapuchado, obligando a Spoon a hacer lo mismo, y galopó, tan rápido como pudo, hacia la entrada.

    —¿Qué es lo que ocurre aquí? —preguntó Wise, molesto.

    Spoon le miró inquisitoriamente.

    —Flashing ha visto, en sueños, su muerte… A cascos de un encapuchado —dijo—. Dime, ¿la has golpeado al entrar a la mina? ¿O siquiera la has visto? Porque es probable que tú seas el encapuchado que haya acabado con su vida…

    Wise reculó. No se esperaba eso.

    —No… no recuerdo haberla empujado —comentó, inseguro, sabiendo que, con la armadura que portaba bajo la túnica, no habría notado el choque ni aunque Flashing hubiese cargado contra él—. Aunque debería ir a mirar para asegurarme.

    —Es mejor que no lo hagas —replicó el cocinero—. Si ha ocurrido algo con Flashing y te ven, es posible que intenten vengarse, al no saber que eres tú. Recuerda el cariño que tienen todos hacia esa potrilla. Es mejor que vaya yo a investigar, mientras vosotros buscáis a Muffled.

    —¿Le ha pasado algo a Muffled? —preguntó Wise, rabioso por lo ocurrido y por la falta de información.

    —No ha aparecido en la reunión que hemos tenido hoy en el Consejo, precisamente por el asunto de Flashing, y nadie la ha visto en todo el día —respondió Spoon—. Creemos que está en el interior de la mina y que puede estar en peligro.

    Wise se sentó en el sitio, pensativo. Entonces decidió que la mejor decisión era que Spoon y el minero llevasen al otro encapuchado a la entrada, para que después volviese el minero, acompañado de Shiny Eyes, que conocía bastante bien la mina y, para el gusto de Wise, era, de todo el pueblo, la poni en quien más podía confiar en esos momentos. Aunque se guardó muy mucho de comentar para qué iba a necesitar a la dorada pegaso.

    El cocinero y el minero cargaron entonces, con cuidado, el cuerpo del encapuchado y se dirigieron, con la máxima rapidez posible, a la entrada de la mina, donde se podría atender mucho mejor al herido. Wise permaneció en el sitio, impaciente por recibir ayuda.


    Knowledge fue la primera en llegar hasta Flashing. Estaba aterrada, pues sabía a ciencia cierta que el sueño de su amiga se estaba cumpliendo hasta las últimas consecuencias… y el precio era demasiado alto.

    Con sumo cuidado situó su pata delantera izquierda bajo la cabeza de Flashing, incorporándola. Era un peso inerte. Volteó el cuerpo de su amiga hacia un lado para dejarla descansar. Debía comprobar que seguía viva. Necesitaba comprobarlo. Deseaba con todo su ser que lo estuviese. E incluso rogó, para sí misma, cambiarse por ella. Porque Flashing no merecía acabar así.

    Magic llegó como un suspiro al corro donde Knowledge se ocupaba de su mejor amiga. Abriendo los ojos, maldijo en voz baja a Wise, para luego agachar la cabeza y empezar a llorar en silencio, como estaba haciendo el resto de los espectadores, sobre todo las amigas de Flashing.

    Knowledge agitó suavemente la cabeza de Flashing para intentar despertarla, pero ésta no se movió. Los ojos de la historiadora empezaron a humedecerse.

    Miró hacia arriba, cruzando su mirada, de forma alternativa, con la de Shiny, la de Feather y la de Shadow. Todas deseaban que esto no hubiese ocurrido jamás.

    —¡No puedo creerlo! ¡Ha ocurrido! ¡Ha… ha muerto! —exclamó Knowledge entre sollozos. Suavemente dejó la cabeza de su mejor amiga en el suelo—. ¿Por qué no me llevaste a mí? ¿Por qué a ella? ¿Por qué…? —entonces lloró amargamente.

    Magic Sales se mordía el labio, impotente. Lentamente se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la tercera bifurcación. Iba a vengarse. Poco le importaba que Wise fuese un espía entrenado. Poco le importaba que él trabajase para la Princesa Celestia. Wise era un asesino. E iba a pagarlo con su vida.

    Sin embargo, Spoon y el minero, que transportaban al encapuchado inocente, le cortaron el paso. Magic hizo ademán de rodearlos, pero Spoon le paró con un gesto.

    —Llévame ante Flashing —comentó, dejando al encapuchado en el suelo.

    La expresión que tenía el cocinero hizo que Magic dudase. Algo dentro de ella le indicaba que él tenía la sartén por el mango y que dominaba la situación. Bufó como contestación y le acompañó hasta donde estaba la pequeña unicornio, que seguía rodeada de sus amigas, completamente plañideras.

    Con amabilidad, Spoon pidió a las demás que se apartasen y se acercó a Flashing. Todas le hicieron caso, excepto Knowledge, que miró hacia él como si se tratase de la Parca y llegase para recoger a su amiga y llevársela a un lugar lejano. Instintivamente abrazó a la potrilla unicornio con fuerza, atrayéndola hacia sí.

    Entonces Knowledge abrió los ojos como platos y, separando levemente a Flashing de su cuerpo, la miró sorprendida.

    —Es… ¡Está respirando! —gimió—. ¡Está viva!... ¡Estás viva!

    Y volvió a abrazarla, mientras lloraba. Pero esta vez eran lágrimas de felicidad. Las demás sonrieron, a pesar de que aún caían lágrimas por sus mejillas.

    —Y, como suponía, no podía estar muerta —comentó Spoon mientras se levantaba y caminaba hacia Magic.

    —¿Cómo habías estado tan seguro de que no iba a morir? —preguntó ésta.

    —Muy fácil —respondió el cocinero—. Recuerda sus palabras… "Lo último que oigo es a Knowledge llorando a mi lado gritando '¡No puedo creerlo! ¡Ha ocurrido! ¡Ha… ha muerto!'. Entonces desperté".

    —Sí, lo recuerdo —comentó la tendero, extrañada.

    —¿No lo ves? —inquirió irónicamente Spoon—. Si realmente hubiese muerto, no habría podido oír esas palabras. Por lo tanto, debía de estar inconsciente. Aunque no lo viese nadie, en su sueño no moría, sino que el golpe le dejaba sin sentido.

    Magic se acercó a Spoon y le golpeó con su casco en el hombro.

    —¿Por qué no lo has dicho antes? —dijo, enfadada—. He sufrido mucho… Todas hemos sufrido mucho.

    —No lo he hecho porque entonces no sería real —comentó Spoon—. Es decir, si te lo hubiese contado, habrías estado alegre por dentro, y eso lo notarían los demás, que te juzgarían como alguien insensible… Igual que como me has juzgado antes ahí dentro —señaló el interior de la mina—. Habéis expresado todas el cariño que le tenéis a Flashing… Y no quería estropearos esa sensación, aunque os hayáis sentido mal.

    +Sin embargo, yo soy "nuevo" en el pueblo, y aún no os conozco mucho, pero me habéis demostrado mucho hoy… Y he visto que es algo tan hermoso que quiero participar…

    Se acercó hacia el encapuchado y le miró.

    —Shiny —dijo—, acompaña a este minero —señaló al semental que le había acompañado a la salida— dentro de la mina. Allí te espera Wise, que precisa tu ayuda. Vosotras —señaló a Knowledge, a Feather y a Shadow—, llevad a Flashing a su casa y cuidadla… Cuando despierte, es mejor que lo haga junto a sus amigas. Magic, ayúdame con él —miró hacia el encapuchado—, vamos a trasladarlo al restaurante y allí le trataré…

    —¿Le tratarás? —preguntó la vendedora.

    —Por supuesto… —respondió Spoon—. Aparte de cocinero, tengo nociones de medicina. Tenemos que estabilizarle para que aguante el viaje hasta el hospital de Ponyville.

    Poco a poco la entrada a la mina se fue despejando. Spoon y Magic trasladaban al encapuchado hacia el restaurante. Knowledge llevaba sobre su espalda a Flashing, rumbo a su casa, acompañadas por Feather y Shadow. Shiny y el minero entraron a la tercera bifurcación, en busca de Wise. Y el resto de ponis se fueron desperdigando poco a poco.


    Wise se alegró de ver a Shiny y al azulado minero. Shiny, cuando le divisó, galopó directamente hacia él y, con la fuerza de su carga, le empujó tan fuerte como pudo, pillándole desprevenido y haciéndole trastabillar. Shiny, a su vez, se vio empujada hacia atrás, debido a la resistencia de la armadura que portaba el semental bajo la túnica.

    —¡Cómo has podido! —gritó la dorada pegaso, aún en el suelo—. Casi matas a Flashing… Eres horrible… —y empezó a sollozar.

    —Pero está bien —declaró el minero—. Solo está inconsciente, y ahora está bien atendida.

    Wise suspiró aliviado. Se acercó a Shiny y le tendió el casco, que esta rechazó, levantándose sin su ayuda.

    —Vamos, Shiny —dijo Wise—. Me disculparé por lo ocurrido, pero lo haré luego. Ahora es urgente que encontremos a Muffled. Ella aún sigue en peligro… Lo sé.

    —¿Y cómo quieres que te ayude? —preguntó Shiny, ya más tranquila—. No conozco tan bien la mina como él —señaló al minero.

    —Pero tú fuiste testigo del acontecimiento más insólito que ha habido aquí en los últimos años —respondió el semental—. En concreto, fuisteis tú, Muffled y Gentle. Muffled es la que ha desaparecido y, entre tú y Gentle, te he encontrado a ti primero.

    —Gentle no está —añadió Shiny—. También ha desparecido. Antes he llamado a su casa y no ha contestado nadie.

    —¿Falta Gentle también? —Wise se preocupó—. La situación es mucho peor de lo que esperaba… —dijo más bien para sí mismo que para el resto—. Rápido: dime dónde encontrasteis el huevo de dragón.

    —¿El huevo de dragón? —inquirió Shiny—. Está bien, te llevaré… Pero que conste que lo hago por Muffled, no por ti —y empezó a trotar hacia el interior de la mina, seguido por los dos sementales.

    Apenas llevaban recorridos unos pocos metros cuando Shiny cortó el silencio:

    —Encontramos el huevo justo delante del regalo que tenía preparado para Gentle —dijo—: una hermosa gema negra, que sigue esperándola para que la marque…

    Wise paró súbitamente, obligando a los demás a hacer lo mismo.

    —Una… ¿Una gema negra? —preguntó, sobresaltado—. No puede ser… ¡Eso es lo que buscan! —y arrancó en un fiero trote, esta vez más rápido que antes, seguido del minero y de Shiny quien, con un gran esfuerzo, se puso por delante para señalar el camino.

    —¿Qué tiene de importante una gema negra? —preguntó el minero.

    —Muffled me dijo que eran raras de encontrar —respondió Shiny—, incluso únicas.

    —Es mucho peor que eso —dijo Wise—. Las gemas negras son acumulaciones de magia…

    —¿Acumulaciones? —volvió a preguntar el minero.

    —La magia no es estática —empezó a explicar el semental—, sino ondas que recorren el mundo, atravesando prácticamente toda la materia, incluyendo a los seres vivos que lo pueblan, y siguiendo un patrón establecido, tanto de dirección como de fuerza.

    —Aham —replicó Shiny.

    —Sin embargo —continuó Wise—, a veces hay fallos en ese entramado de ondas, dando lugar a "nexos", "nudos" o "acumulaciones", en algunos puntos del planeta. Dependiendo de dónde ocurra, el objeto más importante que quede atrapado en el ámbito de acción de ese nudo cambiará, almacenando esa magia y convirtiéndose en una mutación extraordinaria: la madera se vuelve blanca, los espejos empiezan a reflejar la verdadera realidad y las gemas se tornan negras.

    —Entonces lo que ha ocurrido en la mina es uno de esos nudos, ¿verdad? —preguntó Shiny.

    —Exacto —respondió Wise—. Shiny, ¿recuerdas si el negro de la gema era apagado o brillante?

    —Creo que apagado —comentó ésta.

    —Entonces nos hallamos ante la acumulación máxima de magia —definió Wise, acelerando aún más—: una mutación tan potente que ha absorbido el propio brillo de la gema… Esa joya es, posiblemente, el objeto natural con más poder mágico que exista en Equestria, y puede que incluso en todo el mundo.

    +Estoy seguro de que la existencia de esa gema habrá llegado a oídos de seres capaces de hacer absolutamente cualquier cosa por obtenerla… Muffled puede estar en un peligro verdaderamente mortal.

    Entonces los tres ponis aceleraron su trote hasta convertirlo en un galope.


    —Aquí está bien —dijo Spoon mientras señalaba una mesa del restaurante.

    Magic accedió y juntos dejaron cuidadosamente al encapuchado sobre la mesa.

    —Cuida de que no se mueva, voy a por el instrumental —señaló el cocinero.

    Al poco rato volvió sujetando un pequeño maletín con la boca. Lo dejó al lado de la mesa y lo abrió, sacando material para la estabilización del malherido. Poco a poco fue usándolos, mientras Magic seguía atentamente cada movimiento, sin dejar de sujetar al encapuchado quien, de vez en cuando, se agitaba por el dolor.


    Muffled rabiaba por dentro. Por una parte, comprendía lo que ocurría si no hacía su grito, pero por otra, se imaginaba lo que podría pasar si gritaba. Era una decisión demasiado difícil de tomar.

    Unos golpes a su lado le hizo volver a la realidad. Muzzle había aporreado la pared a escasos centímetros de su cabeza. Ella le miró con gesto triste, pero él seguía furioso, y comenzaba a estar impaciente. Solo había una opción. Muffled pensó durante un instante en qué ocurriría si, después de gritar, ese minero no cumplía con su parte del trato, matándola a continuación o, lo que era peor, abandonándola en ese lugar tan profundo y apartado de la mina.

    Pero que más le extrañaba de esta situación era que nadie se había acercado a esa zona, a excepción de los dos galopes que se habían alejado, hecho ocurrido ya hace demasiado rato. Estaba sola, muy sola.

    Con lágrimas en los ojos, empezó a aspirar lentamente… Entonces paró. Oía ruido no muy lejos. Quizás fuesen mineros que estaban allí por casualidad, o quizás en el pueblo habían advertido su ausencia y estaban buscándola, pues el tiempo que había permanecido allí secuestrada era una incógnita, pudiendo ser minutos, horas o incluso días.

    —Quédate aquí —dijo Muzzle—, y, sobre todo, no grites —se giró y, sonriendo, cogió un trozo de trapo que había en el suelo—. Para asegurarme de que estarás quietecita, te voy a amordazar.

    Muffled intentó en vano zafarse del agarre que le estaba haciendo el minero, pero éste logró, con bastante esfuerzo, colocarle el trapo sobre la boca, metiéndole una gran parte en el interior de la cavidad bucal, para evitar que ella usase la lengua para liberarse. Seguidamente salió hacia el pasillo principal para despistar a los recién llegados.


    Knowledge dejó a Flashing sobre su cama, ayudada por Feather y Shadow. La pequeña unicornio dejó escapar un pequeño suspiro mientras era acomodada. Knowledge sonrió, aún con los ojos llorosos.

    —Gracias a Celestia que aún sigues viva —exclamó y miró hacia las otras dos—. ¿Cómo supo Spoon que…?

    —Por lo visto —cortó Feather—, el hecho de que Flashing despertase prematuramente del sueño le impidió saber que únicamente quedaba inconsciente… Pero tú también has oído a Spoon: "Si escuchó tus palabras, eso significaba que seguía viva".

    —Menos mal que acertó… —dijo la historiadora, volviendo a mirar a la pequeña unicornio.

    —Tranquila —comentó Feather, acercándose a Knowledge y poniéndola un casco en el hombro—, estaremos aquí hasta que despierte, sea cuando sea.

    Shadow asintió reafirmando esas palabras. Knowledge empezó a llorar de nuevo.

    —Muchas gracias —dijo—. Sois las mejores amigas del mundo…


    Muffled intentó, por todos los medios aflojar el trapo que le aprisionaba la lengua. Tenía que alertar al grupo que se acercaba, ya que, a juzgar por la cantidad de voces distintas que hablaba airadamente con Muzzle, debían ser tres. Suficientes como para reducir convenientemente a su secuestrador y liberarla. Incluso podría jurar que, por su tono de voz, Muzzle estaba aterrado.

    Pero el trapo no se aflojaba. Intentó cambiar de táctica. Empezó, poco a poco, a mover sus doloridos cascos para debilitar los nudos que tenía en sus muñecas. Sonrió para sus adentros: debido a la cantidad de horas (¿o eran ya días?) que había permanecido secuestrada, y gracias al sudor y a que Muzzle no se había preocupado de comprobar de nuevo los nudos, éstos estaban bastante más flojos de lo que cabría esperar.

    Dándose toda la prisa que pudo, pues evitar que los miembros del grupo se marchasen, retorció sus muñecas y sus cascos hasta el máximo punto de dolor permitido y logró liberarse. Entonces se quitó el paño de la boca y cogió aire para hacer su famoso grito… Pero paró y miró hacia la gema negra. Si gritaba ahora, todos sus avances se perderían, así que echó un vistazo a su alrededor.

    En una esquina, oculto debajo de una pequeña manta, estaban las herramientas de Muzzle, quien, como tenía como misión proteger la gema hasta que Gentle lo sacase, las había llevado hasta allí para tenerlas cerca. Muffled cogió el pico y, asiéndola con fuerza, se posicionó delante de la gema negra y, con toda su furia, descargó el golpe, partiendo a la vez el pico y la joya, cuyos pedazos quedaron esparcidos por la zona.

    Cansada pero satisfecha, la jefa de mineros cogió aire y, finalmente, hizo su famoso grito. Y gritó como nunca, pues era el sonido de la libertad.


    —Estamos cerca —indicó Shiny.

    Wise y el minero la seguían de cerca, ansiosos por llegar a la gema negra. Wise estaba seguro de que esa joya era la clave de la desaparición de Muffled. El minero, sin embargo, estaba apático, como si no le importase la crucialidad del tema, pero aun así, se le notaba dispuesto a ayudar hasta las últimas consecuencias.

    —Luego me explicarás cómo sabes tantas cosas sobre la magia, Wise —la dorada pegaso volvió a cortar el silencio.

    —Estudiando, Shiny, estudiando… —respondió éste—. Siempre que tenía tiempo libre, visitaba la Biblioteca de Canterlot.

    Llegaron hasta un pasillo del que salían, hacia la izquierda, de forma paralela, varios pequeños pasillos. Shiny paró y los demás también.

    —Está al torcer aquella esquina —susurró la joyera, mientras señalaba uno de los pasillos laterales.

    —De acuerdo, vamos entonces —respondió Wise con el mismo tono de voz, y empezó a avanzar.

    Sin embargo, de repente paró, extrañado. Notaba cómo, debajo de la túnica, su armadura se estremecía. El gran Elemental de Tierra atrapado en su interior estaba gimiendo de terror, suplicando alejarse del lugar. El semental entrecerró los ojos, preocupado: ¿qué clase de poder tenía en realidad esa gema negra, para hacer que un Capitán de los Ejércitos del Señor Elemental de Tierra, un ser con un poder equivalente al de Discord, estuviese completamente atemorizado?

    —¿Qué hacéis en esta parte de la mina? —un minero surgió del pasillo lateral que acababa de señalar Shiny —. ¿Ocurre algo?

    —Venimos a ver la… —empezó a decir la dorada pegaso.

    —Nos hemos perdido —cortó Wise—. ¿Podrías indicarnos la salida, por favor?

    —Tenéis con vosotros a Shovel Sky —respondió Muzzle, impaciente, mientras señalaba al minero que les acompañaba—. Que os indique él por dónde podéis salir de la mina —empezaba a girarse para marcharse cuando Wise se puso por delante de él, cortándole el paso.

    —Muy nervioso te veo, la verdad... —comentó éste último—. Como si no quisieses que estuviésemos por aquí… Creo que escondes algo, algo muy grande.

    Muzzle Sooty empezó a recular, pero chocó con Shiny y Shovel Sky. Entonces se supo perdido, por lo que bajó la mirada y empezó a lloriquear.

    —Habéis matado a mi esposa y a mi hijo… —susurró, abatido.

    En ese momento tronó un grito. Muffled estaba pidiendo ayuda, indicando que se encontraba junto a la gema y que acaba de destruirla.

    Muzzle se derrumbó completamente al escuchar la última parte.

    —Vosotros dos —dijo Wise, ignorando las palabras de Muzzle—, id a sacar a Muffled. Yo me quedaré vigilándole… —señaló al minero.

    Shiny y Shovel avanzaron hacia el pasillo donde estaba la gema, esperando encontrar allí a Muffled, mientras Wise les seguía con la vista. Muzzle empezó, poco a poco, a recular, pero el semental marrón se volteó, mirándole fijamente, haciendo que el minero frenase, aterrado.

    —Espero que, por tu bien, Muffled esté perfectamente —susurró Wise en un tono entre serio y furioso—, porque, si no es así… —levantó su pata izquierda y golpeó la pared, que literalmente se convirtió en polvo. Wise se dio cuenta de que el Elemental atrapado en la armadura, imposibilitado para huir del lugar, había cambiado su terror por rabia… Pero no le importó, sino más bien al contrario, pues si ese minero había hecho algo a Muffled, lo pagaría con su vida.


    —Bienvenida al mundo de los vivos —exclamó feliz Knowledge.

    Flashing acababa de abrir los ojos y lo primero que había visto era el rostro alegre de la historiadora. Extrañada, volvió a cerrarlos y, al abrirlos de nuevo, su amiga seguía allí, con su agradable sonrisa, pero esta vez Shadow y Feather habían aparecido por detrás de ella, también con un semblante alegre.

    —¿Es… Estoy viva? —dijo la pequeña unicornio.

    —¡Por supuesto que lo estás! —comentó Knowledge, al tiempo que la abrazaba.

    —No puedo creerlo… —Flashing seguía asombrada—. ¿Cómo ha podido fracasar el sueño? Nunca lo ha hecho hasta ahora…

    —Y no lo ha hecho —aclaró Feather.

    —De hecho, todo ha ocurrido exactamente igual que como lo soñaste —añadió Shadow.

    —Pero… pero… —Flashing seguía confusa.

    —Pero en el sueño tú no morías —exclamó Knowledge—, sino que únicamente te desmayabas. Verás… Te despertaste del sueño antes de que se terminase y no te diste cuenta de que, cuando yo pensaba que morías, estaba equivocada… —bajó levemente la mirada y continuó hablando—. Y dije lo que dije porque tu sueño me hizo creer que estabas…

    —De hecho, todas lo creímos... —cortó Shadow.

    —Todos, excepto Spoon —aclaró Feather—. Él fue el único que miró más allá de lo evidente y descubrió la verdad… Seguramente lo logró porque no está tan integrado en el pueblo y, como no te conoce tanto como el resto, no tenía esa "barrera" que impedía atar los cabos… Y los ató.

    —Comprendo… —comentó Flashing, más animada—, pero aún tengo una pequeña duda: ¿dónde están Shiny y Gentle?

    —Shiny ha ido con Wise y Shovel a ver si encuentran a Muffled —respondió Knowledge—. Gentle, sin embargo, no ha aparecido en todo el día.

    —¿No te basta con nosotras tres para cuidarte? —inquirió irónicamente Shadow.

    —No es eso —declaró Flashing—. Cuando me desperté, dentro de la mina, aparte de angustia, sentí terror... Necesitaba salir de allí urgentemente, alejarme del lugar… Y quiero avisaros a todas de que, bajo ningún concepto, vayáis al fondo de la mina.

    —No me extraña —comentó Knowledge—, estuviste secuestrada, sin saber qué podía pasar. Cualquiera estaría nervioso en esa situación.

    —No me estás entendiendo —Flashing se puso muy seria—: en lo más hondo de la mina, donde estuve, hay algo horrible, malvado, cruel… Lo sentí dentro de mí y me asusté… me asusté mucho… y, por eso, necesito avisaros de que no os acerquéis allí... La maldad y el odio en estado puro se encuentra en ese lugar, listo para atacar.

    Knowledge, Feather y Shadow se miraron preocupadas. Shiny, Wise y Shovel se habían adentrado en lo más profundo de la mina buscando a Muffled. Si lo que decía la pequeña unicornio era cierto, todos ellos estaban en peligro.


    Muffled dejó caer el pico al suelo mientras jadeaba. Había decidido salvar a Equestria. Pero, a cambio, había condenado a la mujer y al hijo de Muzzle Sooty. Se sentó en el suelo y miró hacia abajo, abatida… Dos vidas a cambio de cientos, o quizás, miles de ellas… O, mejor dicho, dos vidas a los que podía poner nombre y apellidos, a cambio de cientos, o quizás, miles de vidas completamente anónimas.

    Escuchó ruidos acercándose y levantó de nuevo la mirada, fijándola hacia el recodo donde se había ido antes Muzzle. Su gesto apenas cambió al ver aparecer a Shiny y a Shovel. Al fin había venido la ayuda. Al fin estaría a salvo. Pero ya no le importaba.

    Rápidamente, y apabullándola a preguntas, Shiny se puso a su derecha, mientras que el minero, totalmente silencioso, se puso a la izquierda. Entre los dos la ayudaron a levantar, aunque Shovel perdió el equilibrio y trastabilló, cayendo un poco más atrás, junto a un montículo de tierra. Frustrado, el minero se levantó y se volvió a posicionar al lado de Muffled para asistirla.

    —Los he matado —susurró la jefa de mineros—. Soy una asesina… Una asesina… Los he matado —empezó a repetir una y otra vez.

    —Cálmate, Muffled —dijo Shovel—. Estás a salvo, y entre amigos.

    —Te vamos a ayudar a levantar y saldremos todos juntos —añadió Shiny—. Wise también está aquí, aunque está vigilando a… "ese".

    Muffled miró primero a Shovel y después a Shiny y, con los ojos llorosos, esbozó una ligera sonrisa.

    —Gra... Gracias… —fue lo único que dijo.

    A pesar de los intentos de la jefa de mineros, Shovel y Shiny tuvieron que usar bastante fuerza para incorporarla, ya que era poco menos que un peso muerto. Sin duda, lo ocurrido había hecho mella en la mente de la jefa de mineros.

    Una vez levantada, Shovel se aseguró de que Muffled estuviese equilibrada y se apartó, cogió el pico roto y sacó los restos de la gema rota de la pared, guardando los pedazos en su zurrón lateral. Después hizo lo mismo con los trozos del suelo y, por último, tiró el pico al suelo con desgana.

    —Si esta gema es lo que ha ocasionado esta situación —dijo—, lo mejor será que nos lo llevemos a un lugar mucho más seguro.

    Poco a poco fueron saliendo de la gruta y llegaron hasta Wise y Muzzle. La jefa de mineros entonces se desapoyó y se acercó dubitativa hacia el espía quien, como aún seguía vigilando seriamente a Muzzle, estaba ajeno a todo. Y, poniéndose a su lado, Muffled le sujetó de las mejillas y le besó en la boca. Muzzle intentó aprovechar la situación para escapar, pero Shovel se interpuso en su camino.

    Un hilillo de saliva se mantuvo durante unos instantes cuando los labios de la yegua se separaron de los de Wise. Éste miró perplejo a la jefa de mineros y, cogiéndola suavemente de la nuca, esta vez fue él el que la besó.

    Shiny miró alternativamente al techo, al suelo y a Shovel, ruborizada por la situación. El minero, sin embargo, vigilaba constantemente a Muzzle.

    Un respingo del elemental contenido en la armadura hizo que la magia del momento terminase repentinamente. El ser estaba rabioso y aterrado a partes iguales. Wise miró hacia los demás y dijo:

    —Debo ir a por la gema.

    —No te preocupes —dijo Shovel, señalando su zurrón—, la tengo aquí. Aunque debo decir que ya no está completa. Fuese lo que fuese antes, no parece que sirva ya para nada.

    Wise no se conformaba con esa respuesta: aún notaba cómo el elemental se retorcía, e incluso él mismo sentía la poderosa fuerza que emanaba de esa gema maldita.


    —Ya está —dijo Spoon de repente—. No puedo hacer más. Aunque he logrado estabilizarle, debemos llevarle a un hospital.

    —Entonces te ayudaré a llevarle al de Ponyville, que es el más cercano —comentó Magic—. Aunque tendremos que hacer el viaje de noche, ya está oscureciendo.

    —Muchas gracias… no esperaba menos de ti —exclamó Spoon, con una sonrisa en la boca. Magic torció el gesto, sin saber cómo tomarse esa frase.

    Levantaron meticulosamente al enfermo para su traslado, pero este abrió los ojos, miró alternativamente a los dos y empezó a musitar. Spoon acercó su oído a la boca del minero y escuchó atentamente. Al terminar de hablar, el minero volvió a desmayarse, mientras que la expresión de Spoon, al mirar a la yegua, era una mezcla de perplejidad y preocupación.

    —¿Qué ha dicho? —preguntó Magic, alarmada.

    —¿Conoces a un tal "Shovel Sky"? —inquirió Spoon, preocupado—. Ha dicho que es el culpable de todo lo ocurrido… Que él reconoció su voz, a pesar de que intentaba aparentar tener una distinta.

    —Déjame pensar… —Magic cerró los ojos, para abrirlas como platos al instante siguiente—. ¡Es el minero que guardaba la entrada por el que fuimos! ¡Tenemos que avisarles!

    CONTINUARÁ...

    23. 1X13 - Yell, Muffled, Yell - Parte 3

    EN VISTA QUE ESTA PARTE FINAL ES MUY CORTA, LO PUBLICO HOY. MAÑANA PONDRÉ LA PRIMERA PARTE DEL CAPÍTULO 1X14 - LAS DOS VERTIENTES

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Capítulo dividido en 3 partes. Siento mucho lo corto que ha quedado este último trozo.


    Tags: [Dark/Oscuro] - [Adventure/Aventura] y un poco de [Tragedy/Tragedia] - [Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Romance/Amor] - [Sad/Triste] - [Comedy/Comedia]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x13

    Yell, Muffled, Yell

    Parte 3

    Muzzle iba en el medio de la comitiva, teniendo por delante a Shiny, que aún seguía ruborizada, y a Shovel, que le vigilaba constantemente, aunque, de vez en cuando, palpaba los restos de la gema negra que tenía en el zurrón. Muffled y Wise estaban más atrás, hablando entre sí de manera bastante cariñosa.

    Muffled estaba agradecida con el espía, tanto por su liberación como por haberla elegido con el segundo beso. Wise, sin embargo, estaba únicamente dando conversación a la jefa de mineros para que se tranquilizase, pues lo que había ocurrido antes había sido producto del nerviosismo y había que dejar que la cosa se enfriase.

    Antes de llegar a la entrada de la mina escucharon voces airadas. Disarming Smile estaba gritando incoherencias hacia Look Talker, quien respondía con fulgurantes movimientos oculares, a la vez que pateaba el suelo. Las hermanas Numbers también eran testigos de semejante pelea y, a juzgar por sus expresiones, sentían vergüenza ajena.

    —¿Qué ocurre aquí? —interpeló Wise, mirando alternativamente hacia los dos sementales.

    —Este bobo me ha mentido —respondió el hotelero, prácticamente fuera de sus casillas—. Me dijo que había entrado antes a la mina pero no ha sido así… Y, como resultado, nos hemos perdido.

    —"Tú has sido el que ha malinterpretado mis palabras" —respondió Look, mirando fijamente a Disarming entre movimientos oculares—. "Te dije que había accedido a la entrada de la mina, nada más".

    —¡Ah, claro! —expresó Disarming en tono ironico—. He malinterpretado tus palabras... No tiene nada que ver el hecho de que no puedes emitir ningún sonido con la boca. Lo que tú haces no es hablar… —se señaló su propio hocico y continuó hablando—: Mira, muevo la boca y emito palabras. Eso es decir cosas. Lo tuyo es algo totalmente distinto.

    Eso fue demasiado para Look, que nunca se esperaría ese ataque gratuito por parte de alguien tan cercano a él como otro miembro del Consejo e, interponiendo las patas delanteras entre él y el hotelero, las estiró tan fuerte y rápidamente como pudo, provocando que éste trastabillase.

    —¡Lo habéis visto! —Disarming se quejó en voz alta—. ¡Me acaba de agredir!

    —Llevas un buen rato agrediéndole tú de forma verbal —dijo Reale.

    —¡Oh!, ahora la señorita le defiende —comentó el hotelero—. Debe ser porque Look es un mudito… Un mudito mentiroso.

    —Y tú eres un imbécil, así, con todas las letras —le respondió Imaginary.

    —¡Ya estoy harto! —espetó Disarming, completamente enfadado—. ¡Me voy!

    Y se dirigió raudo hacia la salida de la mina, farfullando.


    Flashing pegó un respingo y se levantó de la cama. Rápidamente se dirigió hacia la puerta y, posicionándose ante la ventana de al lado, movió ligeramente la cortina, observando minuciosamente lo que acontecía en la calle.

    Un encapuchado caminaba hacia el camino de salida, aunque aún no había llegado a la altura la casa de la pequeña unicornio. De repente, al pasar por delante de ella, su cabeza, oculto bajo la túnica, se giró hacia la ventana, mostrando una mirada fría, inerte, carente de toda sensación. Con los ojos como platos, Flashing retrocedió ligeramente.

    —¡Es… es él! —exclamó asustada—. ¡Noto la presencia maligna en ese ser!

    Pero cuando las demás miraron a través de la ventana, el encapuchado había desaparecido.


    Frente a la entrada de la mina, una poni de tierra de cuero y crin marrón y una Cutie Mark formada por un blanco babero y un rojo corazón, titubeaba frente a la gran abertura, moviéndose constantemente de un lado para otro, taponando así la entrada al interior de la montaña.

    —Por favor, déjeme pasar —pidió un semental, que provenía de la mina.

    —Es… estoy buscando a mi marido —dijo la extraña—. Es minero, así que me han dicho que debería estar ahí dentro... —señaló la montaña—. Pero tengo miedo de no encontrarle.

    —¿Miedo por qué? —el poni se extrañó tanto que se sentó en el sitio.

    —Ayer… Ayer… —la forastera seguía titubeando.

    —No se preocupe, pase al interior y allí le atenderán mejor —respondió el minero—. Yo tengo prisa, lo siento.

    Con un gesto de afirmación, la extraña yegua entró a la mina. Entonces cambió su expresión a sorpresa y, con lágrimas en los ojos, trotó hacia Muzzle Sooty, abrazándolo a continuación. Este también se sorprendió y correspondió el abrazó con fuerza y desesperación.

    —Pero… pero… —balbuceó el minero, feliz.

    —¡Estás a salvo! —dijo la forastera—. Después de lo que hiciste ayer, temía que te hubiese pasado algo…

    —¿Lo… lo que hice ayer? —Muzzle Sooty no comprendía—. Al menos estás a salvo, gracias a Celestia… ¿Y el pequeño Steely? ¿También está bien?

    —Sí… sí, lo está… —respondió la forastera—. Está con mi hermana… ¡Pero tú! —gritó, golpeando de forma seca pero cariñosa el hombro del minero—. ¡Menudo susto nos has dado!

    —Lo siento. Lo siento de verdad —Muzzle se disculpó—. Pero, ¿qué hice ayer?

    —Según nuestro vecino Curious Annoying —dijo la yegua—, tú llegaste a casa ayer por la noche y te quedaste parado delante de la puerta, como si estuvieses petrificado hasta que, de repente, te diste la vuelta y te marchaste rápidamente.

    —No puede ser… —comentó el minero—. Ayer llegué a casa, abrí la puerta y, en el suelo, encontré una nota… Alguien os había secuestrado a Steely y a ti y exigía que hiciese una serie de cosas para que os liberasen. Si no lo hacía… —bajó la mirada—. Si no lo hacía…

    Entonces la yegua miró hacia el resto y comprendió la situación: Muffled Yell estaba abatida y sucia, y el resto de ponis vigilaban a Muzzle como si éste hubiese cometido un acto atroz.

    —¡Por el amor de Celestia! —gritó—. ¡Qué es lo que has hecho!

    —Yo… —el minero no sabía qué decir—. ¿Es que no lo comprendes? ¡Lo hice por ti! ¡Por ti y por Steely!

    —Ya hablaremos en casa… —la yegua estaba furiosa—. Vamos, ve delante, y no intentes ni siquiera disculparte…

    —Perdone… —Wise se interpuso entre los dos—, pero su marido está detenido por intentar…

    —Por intentar salvarla —cortó Muffled—. A ella y a su hijo.

    La jefa de mineros, sacando fuerzas de flaqueza, se acercó a Muzzle y le miró, durante unos instantes, directamente a los ojos. Después bajó la cabeza.

    —Le ocurre algo en la mirada —exclamó—. No es la misma de siempre.

    Wise también se acercó al minero y le observó detenidamente. Después se acercó a Muffled y le habló mediante susurros:

    —(Parece hipnotizado) —musitó—. (Podría curarle aquí mismo, pero no sé… Lo que te hizo fue algo extremadamente cruel…)

    —(No te preocupes) —contestó la jefa de mineros—, (creo que realmente no estuve en peligro ahí dentro… Además, le conozco desde que éramos potrillos, y sé que nunca me haría daño. Incluso en este estado sé que ha intentado resistirse a herirme… Creo que ha sufrido mucho con el falso secuestro de su familia, así que no le forcemos más).


    —Ahora que todo ha pasado —dijo Shadow Hammer—, creo que es hora de volver a casa… Mañana me espera un día de mucho trabajo.

    —De acuerdo —comentó Knowledge con una sonrisa—. No te preocupes, Feather y yo podemos ocuparnos de esto.

    —¡Eh, eh! —exclamó Flashing, sonriendo de forma irónica—. Yo no soy un "esto".

    —No lo has entendido, Flashing —Knowledge se acercó y la abrazó cariñosamente.

    —Sí que lo he hecho —respondió la potrilla unicornio—, pero si el premio por no entender las cosas es un abrazo de mis amigas, prefiero ignorar muchas cosas…

    Todas se rieron. Shadow, con una sonrisa en la boca, salió de la casa y cerró la puerta detrás de ella, cambiando el gesto a continuación. Miró directamente hacia el hogar de Gentle Colors, con una expresión de desagrado… El mundo prácticamente se había destruido en Northwest Mines Town y esa estúpida unicornio ni siquiera se había presentado para ayudar.

    Llegó directamente a su casa y, dando un portazo, se acercó a la mesa donde aún permanecía la carta que había escrito esa mañana. La cogió y la miró:

    "Querido hermano:

    ¡Vete a la mierda!

    Con cariño, Shadow Hammer."

    Emitiendo un bufido, arrugó la hoja y la tiró a la papelera que estaba al lado de la mesa. Cogió otra carta y empezó a escribir:

    "Querido hermano:

    Cuéntamelo todo, y no omitas ningún detalle.

    Con cariño, Shadow Hammer."


    —Creo que ya está —Wise dejó caer sus patas delanteras, satisfecho—. Efectivamente, estabas hipnotizado, aunque únicamente de forma parcial. Todo lo que veías, oías y sentías era completamente real, a excepción de un instante en el pasado, en el que te han inculcado una idea en la cabeza: el secuestro de tu mujer y tu hijo, e instrucciones para su liberación. A partir de ahí, todo ha vuelto a ser completamente real, excepto que has tomado como cierto ese pensamiento y has actuado desesperadamente para rescatarlos, a pesar de que realmente nunca estuvieron en peligro.

    Muzzle agachó la cabeza, realmente apenado. Había cometido una aberración y había secuestrado a una amiga para liberar de un falso secuestro a su familia. Su mujer se acercó a él con un cariz triste pero conciliador, rodeándole el cuerpo con su pata.

    —Por favor —dijo, mirando a los demás—, no le castiguéis, os lo suplico… Lo único que ha hecho ha sido querer demasiado a su familia, y eso, que yo sepa, no es ningún delito…


    Magic salió a la calle y se dirigió, tan rápida como pudo, hacia la mina. Por una parte, el tiempo apremiaba por el estado del minero herido. Por otra, deseaba llegar a tiempo para avisar a Wise, a Shiny y a los demás sobre quién era realmente Shovel Sky.

    Se cruzó con Disarming y, antes de llegar a su altura, le preguntó si estaban los demás en la mina. Éste respondió con un bufido y siguió su camino. Magic apenas se frenó y llegó hasta la gran abertura, que cruzó sin pensar.

    A la primera que vio fue a Shiny y, mediante gestos, le hizo saber que necesitaba hablar con ella. La dorada pegaso se acercó a ella y la tendero le empezó a contar lo que había dicho Legs Bent. A medida que se lo iba narrando, los ojos de Shiny se abrían más y más a causa de la sorpresa.


    —Bueno —replicó Wise—, como está presente la mayoría del Consejo del Pueblo, podríamos decidir aquí y ahora, en sesión extraordinaria, qué hacemos con Muzzle… Aunque, la verdad es que la mayor implicada es quien debería decidir sobre el asunto, y ya le ha perdonado.

    Todos miraron hacia Muffled, quien únicamente asintió. Tanto Muzzle como su mujer sonrieron, al igual que hicieron los demás.

    En ese momento Shiny se acercó a Wise y le susurró algo al oído. Éste abrió los ojos como platos y la miró.

    —¡¿Cómo no me lo has dicho antes?! —gritó y miró a su alrededor—. ¡Rápido, ¿quién tiene la gema?!

    —¡Me lo acaba de decir Magic ahora mismo! —se quejó la pegaso—. ¡Toma, la gema! —dijo, sacando los pedazos de joya del zurrón y tirándolos, de mala gana, hacia el espía.


    Spoon Giddy estaba aún arropando al minero herido cuando Magic entró por la puerta.

    —Ya está… —dijo—. Aunque parece ser que todo está bien.

    —¿Se lo has dicho a Wise? —preguntó el cocinero.

    —Bueno, la verdad es que no —respondió la yegua, quien siguió hablando después de que Spoon abriese los ojos como platos—. Estaban muy ocupados ahí dentro, así que se lo comenté a Shiny, para que ella informase a los demás… Por cierto, supongo que te alegrará saber que Muffled estaba también, y a salvo.

    La respuesta del semental fue una gran sonrisa.

    —Has hecho bien —dijo—. Ahora, vamos a Ponyville para que éste —señaló al minero herido— reciba una atención médica decente… Yo ya no puedo hacer más por él.

    Con cuidado lo trasladaron a la puerta trasera del restaurante, donde un carro esperaba. Pusieron al malherido en el cajón de madera, entonces los dos se ajustaron las cinchas y se dirigieron hacia la encrucijada.

    —¡Ah, casi se me olvida! —exclamó de repente Magic—. Me fijé expresamente y vi que Shovel no estaba con los demás…

    —Mal asunto —contestó Spoon—. Tendremos que ser muy cautelosos en el viaje… Recuerda que los tres sabemos quién es él en realidad, y eso nos hace muy peligrosos, tanto para ese poni como para quienes trabaje. Es posible que pretenda acabar con nosotros. Tenemos que estar atentos… Muy atentos.


    Wise miró detenidamente los pedazos de gema. A medida que lo hacía, su furia iba en aumento, hasta que los tiró al suelo, rabioso.

    —¡Maldita sea! —gritó—. ¡Esta gema es falsa! ¡Una estúpida gema roja mal pintada!

    —Pues es la gema que Shovel me dio —respondió Shiny—. ¿Verdad, Shovel? —buscó con la mirada al minero, pero no lo encontró.

    Entonces Wise se dio cuenta de que el Elemental de su armadura estaba en calma. Se llamó estúpido por no darse cuenta antes, ya que eso significaba que la gema negra, que era lo que provocaba el miedo del Elemental, estaba lejos, muy lejos.

    Se dirigió hacia Muzzle y le miró fijamente.

    —¡Dime qué te ordenaron hacer exactamente cuando tuvieses a Muffled atrapada, rápido! —exclamó.

    —Yo… yo… —Muzzle gesticulaba—. Las órdenes eran que, una vez que ella estuviese inconsciente, sacase la gema de la pared y pusiese una pintada en su lugar…

    —¿¡Qué hiciste con la gema!? —Wise preguntó, impaciente.

    —Tenía que enterrarla ligeramente en el suelo, al lado de Muffled —expresó el minero.

    —¡Ahora lo comprendo todo! —dijo Shiny—. Ya me parecía extraño que Shovel trastabillase de esa forma cuando intentábamos incorporar a Muffled… En realidad quería apoderarse de la gema enterrada…

    Pero la última frase Wise no la oyó, pues había salido de la mina galopando hacia la encrucijada de caminos, sabiendo que era el único camino que Shovel Sky había tomado para escapar.


    Gentle Colors abrió los ojos. Había aprendido hacía mucho tiempo que, cuando hacía el hechizo marelantiano de tele-transporte, no era en absoluto recomendable mantener los ojos abiertos… La simple visión de las criaturas que vivían en el plano que se usaba para viajar instantáneamente era algo aterrador. Apenas sonrió ligeramente al mirar a su alrededor, pues había aparecido en el pasillo central del subsótano de su casa. Pero seguía enfadada. Nada había salido bien en su viaje: su contacto había aparecido tarde y encima acompañado de su hijo, quien no había hecho más que importunar y reírse de ella.

    —Malditos grifos —susurró, llena de rabia, colocándose en la boca un pequeño palo que había sacado del zurrón, pues sentía que su cerebro comenzaba a paralizarse.

    El ataque de epilepsia que tuvo lugar a continuación no hizo más que terminar de encolerizarla. Debido a la rapidez con la que tuvo lugar, no tuvo tiempo de desenganchar las cinchas del carro y, una vez recuperada del ataque, descubrió que el carro estaba caído lateralmente, con su comida desparramada por todo el suelo.

    Gritando insultos contra los grifos y contra la Princesa Celestia, Gentle se quitó las abrazaderas y fue cogiendo, poco a poco, los víveres, llevándolos de varios viajes a la cocina que estaba al lado. Una vez colocada cada cosa en su lugar correspondiente, volteó de nuevo el carro hasta ponerlo derecho y, enganchándose de nuevo las cinchas, tiró de él hasta situarlo delante de una gran puerta, que abrió, introduciendo el carro en la gran habitación que había detrás, aparcándolo debidamente junto a otros carros.

    Mientras subía las escaleras secretas hasta su casa, Gentle pensó en la reunión que había tenido. El grifo que le esperaba, su proveedor, había aparecido, con su hijo, a última hora de la tarde. Y éste último, un necio impertinente, había estado todo el rato riéndose de los colores que tenía, y de su crin, aún demasiado corta para su gusto, y de su dieta…

    Pero lo peor no había sido esa mofa. Era el haber tenido que ir a buscar alimento fuera de los límites de Equestria. Todo por aquella estúpida ley que la maldita Princesa Celestia había creado desde hace siglos y que aún seguía vigente:

    "Está terminantemente prohibido la ingestión de carne animal por parte de cualquier poni de tierra, pegaso o unicornio. La pena por violar esta ley es la cárcel".

    Pero Gentle nunca había hecho caso de esa ley, pues se alegaba a sí misma que ella no era una poni de tierra pues, aunque fuese de bajo nivel, podía lanzar magia a través de su protuberancia. Ni una pegaso, pues carecía de alas. Ni siquiera era una unicornio, ya que, según el estándar de medidas de astas, el suyo ni siquiera llegaba al mínimo para ser considerado un cuerno. Por lo tanto, no entraba en ninguno de los baremos de definición y no podía ser juzgada por esa legislación.

    Pero el mayor problema venía con la siguiente parte de la misma ley:

    "Cuando el usuario final sea cualquier tipo de poni, sin distinción de raza, sexo o edad, está terminantemente prohibido el comercio de comida no herbívora en Equestria. La infracción de esta ley es la cárcel".

    Y, desgraciadamente, ella entraba dentro de la acepción "cualquier tipo de poni". Por eso, se veía obligada a hacer la compra de su comida fuera de las fronteras del país.

    Se acercó entonces a una de las ventanas que rodeaba la puerta y la movió ligeramente. Todo estaba en calma. Alzó las cejas en señal de indiferencia. En ese pueblo nunca pasaba nada de interés. O, mejor dicho, casi nunca. Probablemente ese día había sido un día como otro cualquiera. Incluso era posible que nadie hubiese echado de menos su ausencia.

    De cualquier forma, idearía una historia convincente... por si acaso.


    Cuando Shovel Sky llegó a la encrucijada de caminos, una figura encapuchada surgió de detrás de un árbol, asustándole.

    —Lo traigo —dijo el minero, recuperándose al instante.

    —Perfecto —respondió la figura encapuchada, mientras se descubría la cabeza. Era un unicornio celeste, de ojos grises y con el cuerno retorcido.

    Shovel cogió la gema negra de su zurrón y se lo pasó con cuidado al unicornio. Este la sopesó y la elevó, observando a través de ella. Un gran ojo de pupila rasgada se vislumbraba desde el otro lado, mirando directamente hacia él.

    —Sí, es la gema que buscábamos —exclamó finalmente, con una sonrisa—. Y veo que, efectivamente, el grito ha sido efectuado. Pronto traeremos de vuelta a nuestra maestra Blinking Darkness.

    —Esperemos que así sea —dijo Shovel—. Nightmare Moon resultó ser un fracaso.

    —¡No oses comparar a nuestra Señora con esa estúpida! —gritó el encapuchado—. Además, pronto nos ocuparemos de ella también.

    —¿Nosotros? —preguntó el minero—. Recuerda que, incluso convertida en la patética Luna, sigue siendo muy poderosa.

    —No más que una mota de polvo al lado del inmenso poder de aquella que trae la luz y la oscuridad —respondió el unicornio—. De todas formas, aún nos queda un largo camino. Nuestros hermanos aún están intentando localizar las tres piezas que nos faltan, pero todo es cuestión de tiempo. Pronto nos regocijaremos sobre los cadáveres de las dos falsas princesas.

    Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse, pero Shovel habló:

    —¿Tienes el cuchillo? —preguntó—. Temo que he sido descubierto y no quiero comprometer nuestra misión.

    El encapuchado volvió a darse la vuelta y, sacando un cuchillo con la punta curvada, se lo entregó al minero, que lo agradeció con un gesto

    —¿Sabes una cosa? —inquirió Shovel—. Sabía desde hace tiempo que éste iba a ser mi destino. Concretamente, desde que coloqué el huevo fecundado de gallina frente a esa gema negra para comprobar su poder. Cuando, a los pocos segundos, el huevo creció y se convirtió en uno de dragón, sentí cómo me moría por dentro. Estoy seguro que el huevo se alimentó de mi esencia vital. Lástima que no tuviese tiempo para deshacerme de él, pues se acercaron unos "visitantes", obligándome a esconderme, y se lo llevaron.

    Entonces el minero cerró los ojos. Volteó el cuchillo, apuntándose directamente al corazón y, sentándose sobre sus cuartos traseros, entonó una cantinela:

    —¡Oh, gran Blinking Darkness, la que traes la Luz y la Oscuridad, la que manejas el Orden y el Caos, la dadora de la Vida y la Muerte... Ofrezco gustosamente mi fuerza vital y mi alma para apaciguar tu infinita ira y reconducirla hacia tus verdaderos enemigos!

    Y, dicho esto, se clavó el cuchillo con rapidez. Instintivamente abrió los ojos como platos mientras una bocanada de sangre inundó su boca. Su mirada, aterrada, buscaba comprensión por su acto.

    El unicornio se acercó lentamente a él y le sujetó, para impedir que éste se cayese.

    —Tranquilo —le susurró al oído—. Tu nombre será recordado en el gran festín, cuando todos bebamos la sangre de las dos usurpadoras del trono que le corresponde, por derecho, a nuestra Señora. Regocíjate, pues ella te reservará un lugar en su corazón.

    Y, con una sonrisa en la boca, Shovel dejó de moverse.

    Lentamente, el encapuchado sacó el cuchillo de las entrañas del minero y limpió el filo ensangrentado en la capa de éste, mientras la sangre aún brotaba a borbotones de la herida. Con sumo cuidado de no pisar la zona manchada de sangre, se guardó el cuchillo y se dio la vuelta.

    Resopló, lamentando la pérdida de una pieza tan interesante como la de ese minero y, lanzando un hechizo mágico a través de su cuerno, se teletransportó.

    FIN DEL CHAPTER 1x13

    24. 1X14 - Las dos vertientes - Parte 1

    RECORDAD QUE AYER PUBLIQUÉ LA ÚLTIMA PARTE DEL CAPÍTULO 1X13 - YELL, MUFFLED, YELL

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Capítulo dividido en 2 partes.


    Tags: [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Crossover] - [Sad/Triste] - [Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Tragedy/Tragedia]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x14

    Las dos vertientes

    Parte 1

    —…Y le dijo a su mujer: "Cariño, estaba así cuando llegué" —exclamó el minero, riendo estúpidamente a continuación. De hecho, fue el único del grupo que lo hizo.

    —¡Por Equestria…! —se quejó el otro minero—. Cada día son peores tus bromas. Menos mal que no hay contra-Cutie Marks porque, si existiesen, el tuyo sería algo relacionado con tu habilidad para destrozar los chistes.

    —Por favor, chicos —se quejó Shiny—. Un poco de respeto, por favor… Ayer fue el entierro de Shovel Sky y…

    —Y la vida sigue —contestó el primer minero—. Ya ves, ayer todos tristes, pero hoy, sin embargo, tenemos que entrar en la mina, como siempre.

    La dorada pegaso miró a su alrededor. Los pasillos de la mina que estaban cruzando eran cada vez más irregulares, debido sin duda al libre albedrío de la naturaleza. Por lo tanto, la labor de ajustamiento y pulimentado de la gruta era allí mucho menos trabajado. Suspiró, sabiendo que los tres se adentraban en lo más hondo de la montaña, donde nunca antes ella había estado.

    —La joven tiene razón —dijo el segundo minero—. Recuerda que Shovel era un compañero más de la cuadrilla. Lo que le ocurrió podría habernos pasado a ti o a cualquiera.

    —Según tengo entendido —respondió el primer minero—, le asesinaron a sangre fría.

    —¿Asesinado? —preguntó temerosa Shiny, parándose.

    —No hagas caso a Wood Peak —dijo el segundo minero, mirando hacia atrás, donde estaba ella—. Si hay algo que hace aún peor que contar chistes, es intentar narrar historias de terror convincentes.

    —Estoy hablando en serio —comentó Wood—. Me han dicho que Wise Word encontró el cuerpo de Shovel, y que éste estaba totalmente ensangrentado, con una gran herida en el pecho. Pero no había nada en los alrededores que pudiese ser el arma homicida, por lo que, lógicamente, en el momento de su muerte, había otro poni, que se llevó el arma. Así que lo más lógico es pensar que fue un asesinato.

    —Por favor… —dijo la joyero con un hilo de voz—, ¿podemos hablar de otra cosa?

    —De acuerdo, de acuerdo —exclamó Wood—. Oye, Clove —comentó, mirando al segundo minero—, ¿es cierto eso de Muffled?

    —¿A qué te refieres exactamente? —preguntó el aludido.

    —A eso de que no quiere volver a entrar a la mina —respondió el primer minero.

    —Supongo que sí —aclaró Clove—. Algo lógico por otra parte, ya que estuvo secuestrada… Por ahí, creo —señaló hacia atrás. Wood y Shiny miraron hacia donde señalaba la pata del obrero.

    Shiny miró a continuación, y de forma muy ligera, al suelo, confundida. Tenía muy presente el momento en que habían pasado por delante de la gruta que llevaba a donde había estado la gema negra, pues los recuerdos que le invadieron en ese momento habían sido contradictorios: Por una parte, evocó el instante en que había descubierto la gema, primero asombrándose del hallazgo y, justo después, alegrándose por haber encontrado el regalo perfecto por la entrada número cien de Gentle en la mina. Por otra parte, imaginó el momento en que llevó a la unicornio de dos colores y a Muffled justo delante de la gema, descubriéndose el huevo de dragón justo delante. Y, por último, recordó la liberación de la jefa de mineros, quien había sido secuestrada, y su mirada perdida ante la rotura de la joya, que resultó ser falsa.

    "Ojalá nunca hubiese descubierto esa maldita gema", pensó con rabia la dorada pegaso, "Todo hubiese sido más fácil".

    —Shiny, no te quedes atrás —dijo Clove—. Justo en este lugar se acaba la parte conocida de la mina, por lo que no hay lámparas en las paredes, y el terreno está sin aplanar. A partir de aquí, debemos tener encendidas las linternas portátiles y permanecer constantemente juntos.

    La joyero trotó hacia ellos, pero tropezó por el camino.

    —¡Ay! —chilló, trastabillando pero sin llegar a caer.

    —¿Qué te ocurre? —preguntó Clove.

    —Creo que se me ha metido una piedra en el casco —declaró Shiny—. ¿Tenéis algo puntiagudo para poder sacármela?

    Los dos mineros rebuscaron en el pequeño carrito que portaba Wood y éste sacó un pequeño pico perfilador, pasándoselo a continuación a ella.

    —Vamos a reconocer el terreno, si no te importa —dijo él, usando un tono cáustico nada disimulado. Shiny notó que ese minero quería deshacerse a toda costa de su presencia. Por lo visto, las órdenes sobre la realización de los trabajos en la mina, que habían enviado desde Canterlot, a raíz de los últimos acontecimientos, le incomodaban.

    Wood se dirigió rápidamente hacia el fondo de la gruta, seguido de cerca por Clove, quien miraba constantemente hacia Shiny con un gesto de disculpa. Shiny, por su parte, se sentó sobre sus cuartos traseros y empezó a trastear con la piedra. Cuando logró quitárselo, haciendo palanca con el pequeño pico, se incorporó y miró hacia delante. Los haces de luz de las linternas de los dos mineros acababan de girar hacia la izquierda, desapareciendo a continuación.

    Shiny empezó a caminar, apesadumbrada. Los dictámenes que llegaron de Canterlot, a raíz de lo ocurrido con el robo de la gema negra, fueron muy claros: "Todos los grupos de trabajo deben ser de mínimo de tres miembros y no pueden separarse entre sí más de cinco metros. Por último, es obligatorio que cada grupo deba estar a la vista de mínimo dos grupos más". Todo eso no hacía más que retrasar la extracción de grandes gemas, volviendo a la calidad y cantidad de las extracciones de niveles de hacía décadas. Y Wood la culpaba a ella de todo el asunto. "¿Por qué?", se peguntó la pegaso.

    Un desgarrador grito rompió sus pensamientos. Provenía de delante, donde habían ido Wood y Clove. Abriendo los ojos como platos, Shiny trotó hacia el lugar donde se habían movido los dos mineros aunque, en lo más hondo de su ser, deseaba salir huyendo.

    Cuando torció el recodo, todo estaba oscuro. Aprovechando el haz de la linterna que ella portaba en el casco, giró entonces la cabeza, haciendo una panorámica.

    —¿Chicos? —preguntó, asustada—. ¿Dónde estáis?

    Pero allí no había nadie. Caminó un poco más, deseando que todo hubiese sido una broma de Wood, pero lo que vio a continuación la dejó helada: en una pared había, completamente en horizontal, un pico clavado. Era como si alguien hubiese intentado hundirlo desesperadamente, para intentar atrapar algo que se movía, o para intentar evitar que algo que se movía le atrapase a él.

    Se acercó a la herramienta, ya que le resultaba conocida. Sus sospechas se hicieron realidad, pues era el pico que Clove llevaba a todos lados en la mina. Instintivamente se acercó más a él para tocarlo como si, al hacerlo, el utensilio le indicase dónde se encontraba su dueño.

    Chof, chof. Sus cascos pisaron terreno empapado. Lentamente, Shiny bajó la cabeza, aunque algo dentro de ella le advertía de que no debía hacerlo. El suelo estaba empapado de un líquido rojizo y espeso, del que solo quedaba una pequeña parte sin absorber. Elevó su cabeza, a la vez que empezó a recular. El haz de la linterna se situó entonces en el brazo del pico más alejado de la pared. Éste estaba staba totalmente empapado de sangre.

    —Chi… chicos… —susurró, completamente aterrada.

    Debía salir de allí. Necesitaba salir de allí. Alguien, o algo, había atrapado a dos mineros experimentados y, de no haber sido porque ella se había quedado rezagada, también habría tenido el mismo destino que ellos.

    Pero, cuando se giró, su linterna enfocó algo que le tapaba la salida. Era un gigantesco gusano de color crema, del tamaño de un gran semental y que, a juzgar por los gruñidos que emitía según se acercaba a ella, estaba furioso.

    Poco a poco, Shiny reculó, intentando desesperadamente salir de ese atolladero, pero el enorme gusano se acercaba más y más. Entonces la dorada pegaso chocó contra la pared, por lo que supo a ciencia cierta que no tenía escapatoria. Iba a sufrir la misma suerte que los dos mineros. Derrotada, asustada e impotente, Shiny se dejó caer al suelo y comenzó a llorar.


    Wise Words estaba intranquilo. Acababa de terminar el turno de la tarde y debía tomar nota de que todos los mineros que habían entrado en dicho turno habían salido. Las órdenes de Canterlot eran tajantes: debía descubrir a toda costa todos los posibles remanentes de acólitos que podían existir en Northwest Mines Town. Afortunadamente, el camino desde Ponyville a Manehattan se había reforzado con patrullas de soldados reales. Pero, aunque las patrullas pasaban constantemente por la encrucijada de caminos, casi ninguna de ellas giraba para cubrir el camino hasta el pueblo.


    Shadow Hammer golpeaba el mazacote metálico con pocas ganas. Finalmente decidió, no sin antes mirar el resultado de sus esfuerzos, colocar la deformidad con la que estaba trabajando en la cubeta de agua, acompañando el siseo al ser introducido con un suspiro.

    No tenía ganas de trabajar. De hecho no tenía ganas de nada. Por una parte, Muffled no le iba a volver a pedir material en mucho tiempo, con lo que su situación para pagar sus deudas a Gentle iban a empeorar. Pero por otra, su cabezonería había logrado que actuase de manera totalmente estúpida, sin pensar.

    Miró en dirección a la casa de Gentle, a pesar de que la pared de la herrería le tapaba la visión. Al parecer, en el episodio del secuestro de la jefa de mineros y la posible muerte de Flashing, Gentle había caído inconsciente en su casa y nadie había ido a socorrerla… "¡Podría haber muerto, y ninguna de vosotras movió un casco para salvarme! ¡Para tener amigas así, prefiero estar sola!", eso dijo la unicornio de dos colores, recriminando a las demás el hecho de no haberla auxiliado.

    Y tenía razón. A pesar de lo ocurrido con el asunto de Muffled y con el de Flashing, deberían haberse preocupado más por la ausencia de Gentle. "Y encima envié la carta a mi hermano", pensó la herrero, "ojalá nunca lo hubiese hecho". Esa carta era la mayor prueba de desprecio que jamás había realizado, una demostración palpable de su desdén e incluso odio hacia una de sus amigas, simplemente por no estar junto a las demás en un momento tan delicado como la supuesta muerte de Flashing. Pero no era culpa de Gentle el no haber permanecido con las demás, ya que alguien no puede elegir si caer o no inconsciente.

    Shadow se sentía culpable. Culpable e impotente.

    —Ojalá estos últimos días no hubiesen existido —dijo para sí misma, sacando de nuevo el trozo de metal y poniéndola al fuego.


    —¡LAS HE MENTIDO! —Gentle estaba fuera de sus casillas—. ¡Por tu culpa las he mentido!

    Se alejó ligeramente del trono y dio unos pasos por la gran sala subterránea, que era un perfecto símil del verdadero salón del trono del Palacio de Canterlot. Entonces, la unicornio de dos colores se giró y galopó hacia un gran maniquí que estaba sentado sobre el trono, hasta quedar a pocos centímetros de su cabeza.

    —¡Si no me hubieses obligado a atacarte…! —Gentle entrecerró los ojos, mirando directamente a los ojos de la enorme figura. Ésta estaba ataviada con un disfraz tan elaborado que podría confundirse con un traje de alta costura. Un vestido que, sobre el maniquí, hacía al conjunto algo realmente indistinguible de la verdadera Princesa Celestia—. ¡… No tendría necesidad de comer… "mi comida"! ¡…No tendría necesidad de hacer estos viajes y dejarlas solas! ¡…No tendría… No tendría…!

    Los ojos de la unicornio de dos colores se humedecieron, en un gesto de rabia y tristeza.

    —¡Algún día… Te juro que algún día… Recibirás lo que te mereces! —gritó, levantando la pata de manera tajante, que impactó contra la cabeza del maniquí, haciendo que éste empezase a inclinarse hacia un lado.

    Abriendo los ojos como platos, Gentle se movió lo más rápido posible y lo sujetó, para impedir que cayese al suelo.

    —Lo… Lo… Lo siento, Princesa… —la yegua bajó la voz hasta que apenas fue un susurro, mientras se acurrucaba junto al trono, en una posición donde el maniquí, que aún seguía ataviado con el aspecto de una cruel Princesa Celestia, la miraba de manera inquisitoria.


    Shiny Eyes abrió los ojos e intentó moverse, pero no fue capaz. De hecho, ni siquiera pudo girar su cabeza. Lentamente movió los ojos y miró hacia abajo, descubriendo parte de su prisión. Estaba totalmente rodeada de una especie de capullo.

    —Oh, no… —se lamentó—. Otra vez no…

    —Tranquila Shiny —dijo una voz a su lado—, parece ser que no nos quieren hacer daño.

    La pegaso miró hacia su izquierda, donde había provenido la voz. Por el rabillo del ojo vio a Clove, que estaba igual de atrapado que ella.

    —¿Qué ocurre aquí? —preguntó la joyero.

    —Parece ser que los temibles gusanos de las profundidades sí que existen en esta montaña —respondió el minero—. Y nos hemos enterado de la peor manera posible…

    —¿Gusanos de las profundidades? —inquirió Shiny—. ¿Qué son?

    —Son unos seres que viven en lo más profundo de la tierra —manifestó Clove—. Pero nunca los había visto en esta mina, y eso que he estado trabajando en los estratos más alejados de la entrada. Normalmente se alimentan de rocas y, a pesar de su aspecto, son pacíficos…

    —Excepto éstos… —añadió la dorada pegaso, asustada.

    —Excepto éstos —repitió Clove—. Y no sé por qué su furia es tan grande, como para atacar a los ponis… Quizás sea porque no les hemos dejado rocas suficientes, aunque aquí, en esta caverna, tienen suficiente alimento para toda una vida.

    Shiny miró como pudo a su alrededor para visualizar el entorno. Estaban en una pequeña esquina de una gigantesca excavación interior. Por todos lados había rocas amontonadas, unas encima de otras, en imposible equilibrio. De vez en cuando, un gran gusano, casi tan grande como ella, reptaba por el suelo, ignorándola. Y más allá, había más gusanos, haciendo distintas cosas. Unos comían, a mordiscos, las rocas superiores de las distintas torres de piedras, otros hablaban entre ellos y algunos simplemente iban de un lado para otro.

    —¿Dónde estamos? —preguntó finalmente la yegua—. No reconozco nada de lo que hay aquí.

    —Sin duda, en una caverna en lo más profundo de la mina —respondió Clove—. Porque yo tampoco reconozco absolutamente nada.

    —Pero… ¿cómo podemos estar viendo la gruta? —inquirió la pegaso—. No veo por ningún lado ni antorchas ni otra cosa que nos pueda iluminar… Pero, que yo sepa, ningún poni es capaz de ver en la oscuridad.

    —¡Mierda! —exclamó de repente Wood. Shiny intentó girar la cabeza hacia donde había surgido la voz, pero el minero estaba por detrás de Clove, oculto.

    —¡Por la Princesa Celestia! —expresó Shiny—. Me alegro de que estés bien, Wood, pero cuida tu lenguaje… No queremos que "ellos" se enfaden.

    —Lo que quiero decir es que vemos gracias a sus heces —respondió el minero—. En la anterior mina en la que trabajé aprendí bastante sobre estos gusanos de las profundidades, y una de esas cosas es que sus defecaciones son luminiscentes…

    —Pero no los veo por ningún lado —Shiny miró hacia todos los lugares en los que podía, buscando cualquier cosa que pudiese asemejarse a una acumulación de heces, tomando como patrón algo que emitiese luz suficiente.

    —Porque son granulosos y ligeros… —aclaró Wood—. Más etéreos que el aire. Por eso no los vemos, pero están ahí, iluminando el entorno.

    —¿Estás diciendo que estamos respirando directamente heces de gusanos? —preguntó Clove, molesto.

    —¿Por qué crees que estoy intentando aguantar la respiración desde hace un rato? —dijo Wood.

    —¡Qué… Qué…! ¡QUÉ ASCO! —Shiny no podía aguantar más. Estaba a punto de vomitar.


    Fast Feather estaba ya llegando, por la parte de la derecha, al final del pueblo, por lo que estaba terminando de repartir el correo. Siempre actuaba de la misma forma cada día: primero seleccionaba los envíos urgentes y los ponía al principio de la lista de correos. Después, con el resto de cartas, las ponía en orden desde la última casa del pueblo por la parte de la izquierda hasta la casa del mismo lado más cercana a la mina, para después cruzar la calle y seguir desde la casa de la derecha más próxima a la mina hasta la última de la parte derecha más cercana a la encrucijada de caminos.

    —¡Feather, Feather! —una voz gritó a su espalda. Era Flashing, que se acercaba rápidamente—. ¿Aún estoy a tiempo para enviar algo por correo?

    —Por supuesto, por supuesto —contestó la pegaso-cartero, sonriendo.

    —Perfecto… —la potrilla paró a escasos centímetros de Feather y sacó un pequeño papel—. Voy a pedir un set especial de trucos de magia… Tengo que aprovechar que tiene descuento esta semana —dijo, pasándole el escrito.

    La amarillenta pegaso guardó el pedido en el zurrón y siguió su camino.

    —¡Espera! —exclamó Flashing—. ¿Has visto a Knowledge?

    —Estará en su casa… —comentó Feather—, o quizás comprando, o…

    —No…, no…, y no —contestó la potrilla, ligeramente abatida—. La he buscado por todos lados y no la encuentro…

    —Está con Shadow —intervino Magic, que estaba al lado de su puesto, seleccionando unos tomates para desechar los que estaban a punto de estropearse—. Están probando una ballesta o algo así en el descampado que hay detrás de la herrería.

    —¡Qué raro! —dijo la prestidigitadora, extrañada—. No me ha dicho nada… Normalmente, cuando va a probar una nueva arma, lo difunde a todo el mundo durante días, hasta convertirlo en el tema principal.

    —No sé… —exclamó la tendero, que ya había terminado de meter los malos tomates en un saco donde se leía "Para abono"—, ha llegado esta mañana totalmente extasiada y no paraba de hablar del tema, como bien has dicho.

    —Voy a ir a verla —afirmó Flashing—, para que me deje el libro de trucos… quiero aprender algunos nuevos.

    Empezó a trotar hacia la herrería mientras canturreaba, ante la atenta mirada de Magic, que volvió a meterse en la tienda, y de Feather, que decidió finalmente seguir repartiendo el correo. Ésta decidió que, después, iría junto a las demás.


    —¿Estás segura de querer hacerlo? —preguntó Shadow, mirando directamente a los ojos de Knowledge.

    —Veamos… —respondió la historiadora—. Has estado fabricando esta ballesta de metal durante días, he esperado ilusionada a que terminases, y ahora estamos aquí para probarla… Sí, yo creo que estoy segura de querer hacerlo.

    —Pero esta vez es diferente —alegó la herrero—. Esta es un arma verdaderamente peligrosa… Y, para más inri, no serán tus expertos cascos los que lo manejen.

    —Sí, ya lo sé —confesó Knowledge—. Flashing no sabe cómo usarlo… Y precisamente por eso quiero probarlo yo primero, para encontrar pronto el manejo idóneo y así enseñárselo a ella desde el principio.

    —De todas formas, me parece un regalo un tanto extraño para su cumpleaños —comentó Shadow— que, por cierto, no sabía que es dentro de unos días…

    —Ni tú ni nadie —dijo la blanca poni de tierra, mientras ponía la ballesta a la altura de los ojos para comprobar el equilibrio—. Por eso he elegido una fecha en concreto: la de la noche más larga del año.

    —¿La de la noche más larga? —preguntó la herrero.

    —Flashing tiene sueños premonitorios —comentó la historiadora mientras estiraba la cuerda de la ballesta hasta encajarla con la caja de la nuez—, pero siempre le ocurre por la noche. Aparte, este año coincide ese día con una luna de sangre, así que podemos celebrar su cumpleaños junto a la "Abuelita Terror".

    —Me parece una gran idea —Shadow sonrió—, pero lo que no comprendo es por qué necesita ella una ballesta… Es prestidigitadora, no guerrera.

    —Eso es fácil de explicar —Knowledge se acercó a un carcaj del que asomaban unas cuantas varillas de saeta. Sacó una y se la mostró a la herrera. Las saetas tenían unas ventosas en vez de afiladas puntas—. Porque ella va a disparar estos virotes inofensivos.

    Ante la estupefacción de la herrero, la historiadora puso la saeta en la ballesta. Sentándose en el suelo, apretó el tablero sobre su hombro y, apuntando cuidadosamente a una piedra cercana, apretó la llave.

    El dardo voló a gran velocidad e impactó contra la roca. Cuando se acercaron las dos ponis de tierra, observaron que, tanto el pedrusco como la ventosa del dardo, estaban rotas por el impacto.

    —Lo dicho —exclamó Knowledge, sonriendo—, es un regalo perfecto para Flashing.


    —Es curioso, ya no me duelen las patas… —exclamó Clove.

    —Son curativas —Wood señaló con su cabeza al capullo que envolvía a su compañero—. Es la otra parte de la simbiosis.

    —¿Simbiosis? —preguntó Shiny.

    —Los gusanos de las profundidades normalmente trabajan codo a codo junto a los mineros… —respondió Wood—. Los gusanos tejen sus capullos, que tienen propiedades curativas, y los mineros, a cambio, les proporcionan rocas cocidas, que son un manjar exquisito para esos seres.

    +De hecho, en todas las minas en las que he trabajado había gusanos de las profundidades por todos lados, excepto en éste… Hasta ahora.

    —La pregunta es —dijo Clove—: ¿qué quieren de nosotros?

    —Me gustaría saberlo —respondió Wood—, pues normalmente son criaturas tranquilas y amigables.

    —Por cierto —cortó Shiny—, ¿qué pasó antes? Me asusté muchísimo cuando vi que habíais desaparecido... y, cuando vi ese pico ensangrentado…

    —Eso te lo puede explicar mejor Clove —comentó Wood—. Yo ya me cansé de respirar.

    —Muchas gracias —declaró irónicamente el aludido—. Verás, Shiny… —dijo, mirando a la joyera—, nos pillaron por sorpresa, emboscándonos. Yo intenté resistirme, clavando el pico a la pared y agarrándome a él. Pero tiraron de mí tan fuerte que me corté en los cascos, aunque noto cómo se están curando las heridas.

    —Yo caí inconsciente —explicó Shiny— cuando me rodearon entre tres o cuatro —bajó la mirada, avergonzada por la mentira—. Debería haber intentado pelear…

    —¡No! —gritó Clove—. Si lo hubieses hecho, habrías resultado herida, y te habrían atrapado igual. Hiciste bien en no luchar.

    —Pero me fastidia sentirme tan indefensa… —susurró la joyera.

    —¿Qué crees, que a nosotros nos produce placer estar así? —exclamó Wood, molesto.

    —¡Cállate! —replicó Clove—. ¿No ves que está asustada?

    —¡Déjame en paz! —dijo Wood—. Yo también lo estoy… Sé de lo que son capaces de hacer los gusanos de las profundidades con su… "comida".

    —¡¿So… Somos comida?! —Shiny estaba aterrada.

    —En serio, Wood —expresó Clove—, ¿no puedes escoger otro momento para hacer tus patéticos chistes?

    —No es una broma —respondió Wood—: primero paralizan a su víctima mordiéndole y luego lo devoran poco a poco, mientras su "almuerzo" sigue vivo y consciente de todo lo que le está pasando.

    —Cállate. ¡Cállate! ¡CÁLLATE! —suplicó Shiny.

    —Por Equestria… —susurró Clove—. Estamos perdidos.


    Sin apenas ganas, Muffled se sentó en el sillón de su casa, ayudada por Magic. La jefa de mineros se recostó hacia atrás para cubrir su espalda con el respaldo, sintiéndose más segura al hacerlo.

    —¿Qué tal estás? —preguntó la tendero.

    —Algo mejor, gracias —declaró Muffled, con un gesto abatido.

    —Las dos sabemos que aún te queda un largo camino para recuperarte —dijo Magic—, así que los miembros del Consejo hemos decidido estar contigo día y noche.

    —Os lo agradezco, en serio —declaró la poni terrestre—, aunque seguro que habrá habido discrepancias… Como siempre, Disarming habrá votado en contra de ayudar a los demás…

    —Pues… —Magic quedó pensativa durante un instante: evocó durante un momento lo que había acontecido esa mañana, y en concreto la votación sobre la ayuda hacia Muffled. Todos votaron a favor, a excepción de Gentle, que lo hizo en contra, algo que supuso una sorpresa para el resto—, en realidad todos hemos votado a favor de no dejarte sola en estos momentos —declaró, con una sonrisa.

    —No quiero volver… —Muffled bajó la mirada.

    —No es el momento —la tendero se sentó a su lado y la abrazó—. Aún no.

    —¿Por qué? —inquirió la jefa de mineros, mirando al vacío—. ¿Por qué tienen que pasar cosas tan... malas?

    —Siempre… —la tendero analizó las palabras que iba a decir—. Siempre le ocurren cosas malas a los ponis buenos… Pero pronto pasará todo y, antes de que te des cuenta, todo esto será un mal recuerdo.

    —Pero aún está demasiado reciente —la mirada de Muffeld seguía perdida en el vacío—. Y mi decisión… —entonces miró fijamente a los ojos de Muffled—. ¿No te das cuenta? Puedo haber condenado a toda Equestria… Todo por salvar dos vidas.

    —Tú lo has dicho… —Magic volvió a abrazarla—: PUEDES y HAS LOGRADO. No todo el mundo es capaz de salvar la vida de dos inocentes…

    —No, no lo comprendes… —la jefa de mineros volvió a mirar hacia la nada.

    En ese momento alguien llamó a la puerta. Lentamente Magic se fue separando de Muffled y se acercó a la entrada de la casa. Necesitaba ayuda para consolar a Muffled y, posiblemente, quien llamaba era el refuerzo que ella pedía.

    Sin embargo, al abrir la puerta, se encontró con Gentle. Magic entrecerró ligeramente los ojos y rememoró la votación que había tenido lugar unas horas antes, en la que esa unicornio de dos colores había sido la única que había votado en contra de ayudar a Muffled.

    —¿Qué haces aquí? —susurró la tendero.

    —¿No es evidente? —musitó la unicornio de dos colores—. Ya terminé de hacer mis tareas, así que he venido a estar con Muffled.

    —¿Por qué? —interrogó la tendero en voz baja—. Antes votaste en contra de hacer esto…

    —Porque ella necesita encontrar el camino dentro de sí misma —declaró Gentle, intentando entrar—, y en eso no podemos ayudarla, tiene que hacerlo sola.

    —¡Déjala entrar! —exclamó Muffled desde el sillón—. Y, por Celestia… Dejad de cuchichear.

    —Tienes suerte de que le haya dicho que todos votamos a favor de esto —murmuró Magic, apartándose para dejar pasar a la yegua del cuerno roto—. Si se llega a enterar de lo que ha ocurrido en realidad, te culpará y te odiará…

    —Qué novedad —dijo la unicornio de dos colores, en voz alta—, una poni que me odiará…

    Entró y se acercó directamente a Muffled, quien la miraba con una expresión neutra. Magic se interpuso entre las dos.

    —No te atrevas a decir nada —susurró, mirando con ojos entrecerrados a Gentle.

    —Muffled —exclamó la unicornio de dos colores—, quiero que sepas que…

    Magic entrecerró aún más los ojos y su expresión se tornó furiosa, haciendo que Gentle callase.

    —¿Saber qué? —preguntó Muffled.

    Gentle miró alternativamente a Muffled y a Magic.

    —Quiero que sepas… —volvió a decir Gentle— que lo siento. Lo siento mucho.

    Tanto Muffled como Magic se extrañaron.

    —¿A qué te refieres? —preguntó Muffled, poniendo el foco de su mirada en la unicornio de dos colores.

    —Me siento… —Gentle balbuceó—, me siento en parte responsable de lo que te ha ocurrido…

    Esas palabras activaron un resorte en el interior de la jefa de mineros, quien se levantó rápida y desafiante.

    —¿Me quieres explicar…? —preguntó, irritada—, ¿… en qué te sientes responsable?

    Gentle no se había esperado esa reacción, así que reculó. No deseaba decirle a la jefa de mineros la verdadera historia de la gema negra y por qué era un objeto tan preciado pues, de hacerlo, Muffled la culparía a ella de todo lo ocurrido y terminaría odiándola. A pesar de lo que le había comentado antes a Magic, el odio y el abandono de la jefa de mineros era lo último que quería.

    Muffled siguió acercándose a Gentle. Necesitaba una explicación a lo que acababa de oír, y sabía que la unicornio de dos colores estaba estrechamente relacionada con lo que le había ocurrido.

    —Vamos, vamos —Magic se interpuso entre las dos—. Un poco de tranquilidad, por favor… Muffled, ¿quieres que salgamos un rato a dar un paseo?

    —¡No! —respondió ésta con un grito—. ¡Lo que quiero es que se vaya! —dijo, señalando a Gentle—. ¡Si se siente responsable de la atrocidad que me hicieron… la quiero lo más lejos posible de mí!

    Con la cabeza gacha, la yegua del cuerno roto se dio la vuelta. Acababa de perder una buena aliada y aún mejor amiga. Todo se estaba desmoronando a su alrededor. Lentamente abrió la puerta y... entonces paró: una minero estaba a punto de llamar a la puerta.

    —¿Está…? —preguntó—. ¿Está Muffled? Tenemos un gran problema en la mina…


    Wise Words caminó hacia la plaza, mirando a todos lados. Todo parecía tranquilo, pero él sabía que la gran tormenta siempre está precedida por la calma chicha. No se fiaba en absoluto de la aparente serenidad de la que estaban haciendo gala los habitantes de Northwest Mines Town.

    "De todas formas", pensó, "es una suerte contar con fieles soldados del Ejército Real". Miró hacia las afueras del pueblo. Allí, una decena de guardias mantenía una constante vigilancia, tanto hacia dentro del pueblo como hacia fuera, a la encrucijada.

    Volvió la vista hacia la mina, haciendo una panorámica de todo el pueblo, pero paró al visualizar la casa de Gentle Colors. Entonces se preocupó: "¿Cómo estará pasando ella esta situación?", se dijo, "Debe ser muy duro para ella volver a estar rodeada de soldados, con tantos malos recuerdos aflorando a la superficie".

    En ese momento la puerta que estaba mirando se abrió lentamente. Wise volteó la vista para impedir que la unicornio de dos colores le descubriese observando fijamente hacia su dirección. Gentle giró la cabeza hacia la entrada del pueblo y, bufando de desprecio, se dirigió rápidamente hacia la casa de Muffled Yell.

    Wise comenzó a caminar hacia la plaza, centrando esta vez sus pensamientos sobre la jefa de mineros. La pobre había sufrido mucho últimamente, y debía hacerse algo para lograr que ella volviese a ver el lado amable de la vida. Por eso la negativa de la unicornio de dos colores a prestarla ayuda supuso un mazazo en la reunión del Consejo. Sin embargo, Gentle sabía bastante de las dos cosas: sufrimiento y recuperación, por lo que era posible que su decisión fuese aún más correcta que la que el resto propuso.

    —Per... perdone —una voz femenina sacó a Wise de su ensimismamiento—. Tenemos un problema en la mina.

    El semental miró hacia la procedencia del sonido. Una joven minero, una poni terrestre de cuero rosáceo y crines marrones le observaba preocupado.

    —¿Qué problema hay? —preguntó el poni marrón.

    —Hay un grupo del turno de mañana que aún no ha salido —respondió la pequeña yegua—, pero no se han detectado temblores ni derrumbamientos.

    Wise empezó a preocuparse. No podía estar volviendo a pasar…

    —¿Os habéis asegurado de que no es un error? —inquirió.

    —No, no lo es —contestó la rosácea poni de tierra—. Lo hemos revisado varias veces.

    —¿Qué grupo ha sido el que falta? —cuestionó el espía.

    —El grupo ocho —aclaró la yegua, mirando una lista que portaba—: Wood Peak, Clove Iron y Shiny Eyes.

    Al escuchar el último nombre, los ojos de Wise se abrieron como platos.

    —¿Se lo habéis dicho a alguien? —interrogó—. Es de vital importancia que aclaremos este asunto lo antes posible.

    La minero bajó levemente la mirada.

    —Iba a decírselo a Muffled, pero… con todo lo que ha ocurrido… —comentó.

    —Comprendo —dijo Wise—. Díselo ahora mismo, porque de todas formas se va a enterar, y le dolerá mucho que, cuando lo haga, sea demasiado tarde como para sentirse útil.

    +Yo, mientras tanto, voy a avisarles —señaló a los guardias apostados al inicio del pueblo— para que no dejen salir o entrar a nadie hasta nueva orden. Prefiero pecar de exceso de cuidado y que sea una falsa alarma a…

    La minero asintió, comprendiendo lo que quería decir. Wise se volvió y comenzó a alejarse, pero paró y giró la cabeza:

    —Por supuesto, sería recomendable que ninguna de las amigas de Shiny se enteren de este asunto —dijo—. Lo último que necesitamos es que ellas también se pierdan en el interior de la mina en un intento de rescate.


    —Shhh, alguien se acerca —chitó Clove.

    Shiny torció ligeramente la cabeza para ver mejor lo que ocurría. Una comitiva de gusanos se acercaba a ellos, aunque eran claramente más pequeños que el monstruoso ser que la atrapó.

    —¡Gusanitos, gusanitos! —un gran gusano, posicionado un poco más atrás, exclamó con femenina voz—. ¡Poneos detrás de mí, os lo tengo dicho!

    —Sí, "seño" —contestó uno de ellos.

    Shiny entrecerró ligeramente los ojos, extrañada. ¿Los gusanos estaban hablando? ¿Y uno de ellos acababa de llamar "señorita" a un gusano algo más voluminoso? Debía estar soñando. Sí, sin duda estaba en un sueño, y en realidad se encontraba acostada en su cama y teniendo una aterradora pesadilla.

    —Estos, queridos alumnos —declaró la gran gusano—, son habitantes de la superficie…

    Los pequeños dejaron escapar unas exhalaciones de asombro.

    —Afortunadamente, nuestros aguerridos defensores los capturaron —continuó diciendo la profesora—, exponiendo sus vidas en peligro, pues nadie sabe de qué son capaces. Solo tenéis que mirar sus aviesos ojos, señal inequívoca de sus terribles intenciones.

    Los pequeños gusanos empezaron a gruñir a los tres ponis.

    —"Seño, seño" —exclamó uno de ellos—. ¿Es cierto eso que dice mi papá de que los habitantes de la superficie son inteligentes?

    —Petrifi —respondió la gran gusano—, tu padre es bastante listo… Porque sí, algunos de ellos saben hablar, aunque también hay otros —entonces señaló a los tres ponis— que son incapaces de hacerlo. Hay muchas clases distintas de seres de la superficie…

    —¿Y éstos? —cortó otro pequeño gusano—. ¿Vosotros sabéis hablar? —preguntó, mirando directamente hacia Shiny, Clove y Wood.

    Shiny le devolvió la mirada. La joyero estaba segura de que todo era un sueño, así que dijo lo primero que le vino a la mente:

    —¡NO NOS COMÁIS! —chilló.

    —Co… ¿comer? —el pequeño gusano reculó ligeramente, mirando alternativamente a ella y a la profesora.

    —¿Por qué les vamos a comer? —preguntó otro pequeño gusano, aterrado.

    El resto de pequeños gusanos empezaron a asustarse.

    —Muchas gracias… monstruo —dijo la gran gusano, mirando directamente a la joyero—. Evidentemente, gusanitos —continuó diciendo, en un tono tranquilizador—, está usando una capacidad defensiva mental, con el único propósito de infundirnos terror. De esa forma, selecciona a su víctima más débil al que, mediante más engaños, separa del resto del grupo, para devorarlo… Menos mal que está bien atrapada dentro del capullo.

    En ese momento los pequeños gusanos se rehicieron, gracias a las palabras expresadas por su profesora y a su capacidad para infundir seguridad, y gruñeron nuevamente al grupo.

    —Bien, gusanitos —dijo la gran gusano—, prosigamos la clase en la escuela, donde haréis una redacción oral sobre lo que habéis visto, así como ideas para defendernos de un ataque de estos seres.

    Los pequeños gusanos se lamentaron por el trabajo que debían hacer y lentamente, junto a la gran gusano, se marcharon.

    —Pffffffff… ¡JAJAJÁ! —exclamó Wood—. "¡No nos comáis!"… No puedo creer que hayas caído en eso…

    —¿Caer? —Shiny estaba confundida.

    —Os dije al principio que comían piedras… —respondió Wood, aún jocoso—, lo de los animales era broma. Qué pena que no haya podido ver tu expresión desde aquí, con Clove tapándome…

    —¡Eres un odioso, un estúpido, un retrasado, un asqueroso y un... un... ¡un completo imbécil! —espetó Shiny—. ¡Qué pena que no pueda verte desde aquí, para poder escupirte…!

    —Shiny tiene razón —intervino Clove—, esa broma no venía muy a cuento en esta situación, aunque debo reconocer que ha sido bastante buena, me has pillado por sorpresa...

    —No te pongas de su parte —dijo la joyero—, aún te tengo aprecio, no lo estropees.

    —De todas formas… —exclamó Clove—, parece ser que tienen una sociedad muy avanzada. De hecho, es muy parecida a la nuestra… Entonces, ¿qué quieren de nosotros?

    —Información... Queremos información —comentó una voz.

    Los tres miraron al unísono al frente. Un gran gusano les observaba detenidamente, acompañado de dos gusanos gigantescos, del tamaño de alicornios adultos.

    —Y nos la vais a proporcionar… Por las buenas, o por las malas... —declaró uno de los gusanos más grandes.


    —¡Al fin os encuentro! —exclamó Flashing, acercándose a Knowledge y a Shadow.

    Con la máxima rapidez posible, la historiadora dejó caer la ballesta detrás de su cuerpo y se sentó encima para ocultarla, al tiempo que miraba a la herrero para que no dijese nada.

    —Hola, Flashing —dijo Shadow, con una estúpida sonrisa en la boca—. Nos has pillado…

    Knowledge pisó el casco de la herrero.

    —Cofcof*Calla*cofcof —balbuceó la blanca poni de tierra, usando un falso ataque de tos.

    —¿No te sientes incómoda estando sentada encima de esa ballesta, Knowledge? —preguntó Flashing.

    Rápidamente la historiadora se levantó, mirando extrañada a la pequeña potrilla.

    —¿Pero cómo…? —inquirió.

    —Os he estado viendo desde allí —señaló la casa más cercana, que resultó ser la herrería— mientras venía… y no os habéis dado cuenta de mi presencia hasta que os he saludado.

    Knowledge bajó la cabeza, avergonzada, mientras Shadow se reía. Habían sido muy torpes al guardar el secreto.

    —Pero —continuó hablando Flashing—, como has intentado ocultarme la ballesta, me imagino que es un regalo para mí…

    Knowledge miró, con los ojos como platos, hacia la prestidigitadora. Shadow dejó de reír.

    —Po… podría ser para otra poni —exclamó la blanca poni de tierra.

    —No lo creo —respondió Flashing mientras cogía la ballesta y la sopesaba—. Las dos sabemos que no soy de las que airean los secretos… ¡Oye!, es preciosa… y equilibrada. ¿Lo has hecho tú, Shadow?

    La herrero afirmó.

    —Es muy peligrosa, Flashing —dijo Knowledge.

    —Entonces, si lo es… —la prestidigitadora se puso seria—, ¿por qué querías regalármelo? ¡Ah, claro! ¡La típica excusa de "te regalo algo que no te gusta pero a mí me encanta… y así me lo das y quedo bien"! Pues que sepas que esta vez voy a quedarme la ballesta para mi nuevo truco mágico… —entonces volvió a sonreír como si nunca hubiese roto un plato—. ¿Me enseñas a usarlo, "Knowli"?

    La historiadora y la herrero se miraron mutuamente. La primera tenía una expresión de derrota. La segunda volvió a sonreír.


    Gentle Colors dejó pasar a la minero. Esta fue directamente hacia el salón, desde donde provenía el sonido de la conversación entre Muffled Yell y Magic Sales. La unicornio de dos colores la siguió.

    —Jefa… —dijo la minero—, tenemos un gran problema en la mina.

    Muffled miró directamente hacia la minero, con cara de estupor. Magic, sin embargo, se adelantó.

    —Muffled no está en condiciones de atender esos asuntos —comentó.

    —Pero… —se lamentó la minero—, pero Wise me ha dicho que le informe…

    —En ese caso, cuéntamelo —comentó Muffled, intentando tranquilizarse.

    La minero tosió, mirando el papel que portaba.

    —Falta un grupo del turno de la mañana —entonces leyó—, el compuesto por Wood, Clove y Shiny.

    Muffled entrecerró los ojos, preocupada. Magic se asustó ligeramente… Gentle, en cambio, apartó a la minero y miró furiosa a la jefa de mineros.

    —Vas a rescatarla, ¿verdad? —bramó.

    —¿Aún sigues aquí? —replicó Muffled, mirándola fijamente.

    —¡Maldita sea, Muffled! —gritó Gentle—. ¡No es hora de lamentarse por problemas personales, sino de salir ahí fuera con la cabeza bien alta y buscar a Shiny dentro de la mina!

    Hubo un largo silencio, solo roto por el sonido de la puerta al cerrarse. La minero, asustada, había salido.

    —Sabes que aún no puedo —exclamó Muffled—, es demasiado pronto para enfrentarme a la…

    —¡Eres una egoísta! —chilló la unicornio de dos colores—. ¡Una maldita egoísta que solo piensa en su propio bienestar…!

    Se dio la vuelta y avanzó dos pasos hacia la puerta. Entonces, lentamente, se paró durante un segundo para, a continuación, y con gran rapidez, volver a girarse y lanzarse directamente a los cascos de la jefa de mineros.

    —Por favor, sálvala… —suplicó—. Ella es un ser inocente, no merece sufrir… —entonces comenzó a lloriquear.

    Muffled miró hacia Magic y ésta le devolvió la mirada, sorprendida.

    —Pero… pero… —susurró, pero cada palabra suya era respondida por un llanto de Gentle.

    Volvió a mirar hacia la tendero, después hacia la unicornio de dos colores.

    —Está bien, lo haré —exclamó.

    Gentle se levantó y la abrazó, agradecida.


    Fast Feather se secó el sudor de su frente, satisfecha. Al fin había terminado de repartir el correo. Había tardado más de la cuenta porque había tenido que transportar unos gigantescos paquetes que habían pedido una gran cantidad de habitantes. El remitente, en todos los casos, era el mismo: un nuevo catálogo que había aparecido recientemente, lleno de ofertas realmente irresistibles. De hecho, incluso ella había pedido dos o tres artículos.

    Pero era hora de divertirse con sus amigas. Lentamente enfiló el camino hacia la explanada, donde sin duda ellas aún estarían. El camino más corto era entre la casa de una tal Skillful Darning, una zurcidora llegada hace unos días, y la de Muffled Yell, por lo que lo tomó sin dudar.

    Una conversación de esta última casa llegó a oídos de la pegaso-cartero, quien intentó hacer caso omiso. "No soy una curiosa, como Shiny", pensó. Pero de repente paró en seco…

    "Falta un grupo del turno de la mañana", dijo una voz, "el compuesto por Wood, Clove y Shiny."

    Feather miró hacia la casa, horrorizada… ¡Shiny estaba atrapada dentro de la mina! Tenía que hacer algo… y decidió que empezaría comunicándoselo a sus amigas.


    —No te vamos a contar nada —exclamó Wood.

    El gusano simplemente le ignoró, pues estaba más centrado en Shiny.

    —Ella nos lo va a decir —exclamó—. Es, con diferencia, la más predispuesta a colaborar.

    —¿A… a qué te refieres? —preguntó la joyero, asustada.

    —Según me han contado los exploradores, éstos —el gusano señaló con la cabeza a Wood y a Clove— ofrecieron resistencia. Tú, en cambio, te dejaste llevar como una gusanita asustada… —expresó, sonriendo.

    —¡Já! —intervino Wood, con tono burlón—. ¡La que había luchado con todo un ejército!

    —No digas nada, Shiny —comentó Clove.

    Uno de los gusanos más grandes empezó a gruñir al minero, hasta que el gusano jefe, con un gesto de cabeza, le mandó callar.

    —Como he dicho antes —dijo—, queremos información… pero primero, los prolegómenos:

    +Llevamos incontables generaciones encerrados bajo tierra. Ni siquiera sabemos si estamos en una montaña, en un volcán o bajo una explanada.

    —¿Por qué no habéis probado a salir para saberlo? —preguntó Wood.

    —Deberíais saber que no hemos tenido necesidad de hacerlo… —explicó el gusano—, pues aquí tenemos todo lo que necesitamos: comida, espacio, etc. Y una protección que nos defendía de los ataques… Una protección que ya no está.

    —¡Decidnos qué habéis hecho para quitarla! —exigió uno de los gigantescos gusanos.

    —¿Pro… protección? —inquirió Shiny, más para sí misma que para el gusano.

    —Una protección que nos ha permitido vivir tranquilos —exclamó el gusano-jefe—, divertirnos, establecer una verdadera comunidad y, ¿por qué no decirlo?, evolucionar.

    +Ahora bien, la información que precisamos es la siguiente: ¿quién nos va a atacar y por qué?

    Shiny estaba dubitativa… que ella supiese, el único cambio significativo que había tenido lugar en los últimos días era… Ahogó un suspiro, sin creérselo todavía.

    —No puede ser… —susurró la joyero, con los ojos como platos.

    —¡No lo digas! —gritó Clove.

    El gusano hizo un gesto a uno de los que le cubrían la espalda. Éste miró directamente a Clove y, con una rapidez inusitada, lanzó su lengua a la boca del minero, introduciéndola dentro. A continuación la infló, hasta tapar todo el hueco posible de la boca. Clove, aún sorprendido, empezó a agitarse para despejar sus vías respiratorias, sin éxito. Se estaba ahogando.

    —Su vida depende de ti —dijo el gusano—. Dinos lo que queremos saber o él morirá.

    —¡Malditos bastardos! —bramó Wood—. ¡Dejadle en paz!

    —Entonces aconsejo que nos digáis rápidamente lo que queremos saber —respondió el gusano-jefe, impasible.

    —¡Maldita sea! —exclamó Shiny—. ¡Una gema! ¡Toda vuestra defensa consistía en una asquerosa gema! ¡Y la han robado!

    —¿Una gema? —preguntó el gusano, extrañado.

    —¡Sí, una gema! —chilló Wood—. ¡Ahora soltadle!

    Con un gesto del gusano-jefe, el gigantesco gusano desinfló su lengua y la retrajo. Clove pegó una bocanada de necesidad, dejándose caer a continuación, sujetado por el capullo.

    —Debemos debatir sobre esta información —declaró el pequeño gusano—. Espero que hayáis sido sinceros con nosotros, o las consecuencias serán peores…

    Con gran rapidez, los tres gusanos se alejaron. Clove volvió a pegar otra bocanada de aire y tosió.

    —¿Te encuentras bien, Clove? —preguntaron a la vez Wood y Shiny.

    —Cre… Creo que sí —respondió este.

    —¿Por qué han hecho esto? —inquirió Shiny, asustada—. ¿No decías que eran pacíficos, Wood?

    —Normalmente son tan amigables como peluches vivientes —alegó el minero—, no comprendo por qué se comportan así de... salvajes. Es posible que sea una consecuencia directa de su evolución.

    —No sé qué será de nosotros… —Shiny se entristeció.

    —Es posible que no nos dejen salir —siguió explicando Wood—. Sabemos demasiado de esta "civilización", y ya les has oído, están preparándose para un posible ataque. Deben creer que somos una avanzadilla o algo así.

    —¡Pero nosotros no somos nada de eso! —gritó Shiny, desesperada.

    —Nosotros lo sabemos… pero ellos no —dijo el minero—. Y creo que convencerlos de que somos pacíficos va a ser prácticamente imposible… Al fin y al cabo, para ellos somos el enemigo.


    —¿¡Cómo!? —chilló Knowledge—. ¿¡Que Shiny está en peligro!?

    —Eso es lo que me ha parecido escuchar en la casa de Muffled —respondió Feather.

    —Tenemos que hacer algo… —susurró Flashing, mirando con tristeza al suelo.

    —Y lo que tenemos que hacer es avisar a Muffled de que lo sabemos todo —añadió Shadow—, para así ayudar en la búsqueda de nuestra amiga.

    —Sabes tan bien como yo que no nos va a dejar participar —dijo Knowledge—. Dirá algo como "No conocéis la mina, por lo que os perderíais y tendríamos que dividirnos para buscaros también a vosotras".

    —Lo que ignora Muffled —expresó Flashing—, es que yo tengo un sentido de la orientación inigualable…

    —¿En serio? —preguntó Feather—. No sabía que lo tenías…

    —De hecho… —respondió la potrilla unicornio—, ni siquiera yo sabía que lo poseía… Pero en la mina, el otro día, cuando huía de mi perseguidor, no sé cómo, pero algo dentro de mí me decía exactamente qué camino escoger en cada bifurcación… Y estoy segura de que ese algo va a ser lo que nos lleve hacia Shiny.

    Todas sonrieron.

    —Y, por si acaso, nos vamos a llevar a "Betty" —comentó Knowledge.

    —¿A quién? —inquirió Flashing, extrañada.

    La historiadora cogió la ballesta y añadió:

    —Ésta es "Betty", y nos va a salvar el culo ahí dentro, ¿verdad, preciosa? —declaró, dándole un cariñoso beso al arma.

    —Entonces vamos —dijo Shadow—, no hay tiempo que perder…


    Con una sonrisa en la boca, Gentle Colors abrió la puerta de la casa de Muffled Yell y salió a la calle, seguida por ésta y por Magic Sell. Apenas empezaron a enfilar el camino hacia la mina cuando Wise Words las abordó.

    —Esperadme, esperadme —dijo—. Supongo que la minero encargada de las anotaciones os habrá avisado, ¿no?

    —Sí, así lo ha hecho —exclamó Muffled—. Y, cómo no, me veo obligada a volver a entrar ahí —señaló la entrada a la mina—, porque es responsabilidad mía el traer al grupo sano y salvo.

    —Perfecto entonces —añadió Wise—. Yo he avisado a los Guardias Reales —añadió, señalando la entrada del pueblo—, para que no dejen pasar a nadie.

    Todos miraron hacia allá. Los soldados, cuyo número era bastante mayor que antes, se estaban posicionando por la entrada, e algunos se estaban moviendo hacia los laterales del pueblo.

    —Es hora de buscar a Shiny —intervino Gentle.

    —Creo que yo me voy a quedar aquí… —comentó Magic—. No es por no ir con vosotros pero, además de no conocer el interior de la mina, por lo que me perdería y sería un engorro para el resto, creo que mi deber prioritario es convocar una sesión extraordinaria del Consejo para que podamos manejar esto, así como evitar posibles altercados aquí fuera.

    —Buena idea —expresó Wise.

    —¿Son esas las que creo que son? —preguntó Muffled, mirando hacia la mina.

    El resto miró hacia el mismo lugar: Undying Knowledge, Flashing Hooves, Fast Feather y Shadow Hammer estaban penetrando, de forma disimulada, al interior de la montaña.

    —¡Ah, no, jovencitas! —gritó la jefa de mineros—. ¡No voy a permitiros eso…!

    —¡No puedo creerlo! —exclamó Gentle—. Debemos darnos prisa en pararlas o también correrán peligro… No saben dónde se meten, las muy estúpidas.

    —Esperad… —declaró Wise, sonriendo de forma ligeramente malévola—. Quiero ver cómo se desenvuelven ahí dentro. Las seguiremos por si acaso, pero démosles una oportunidad…

    Como respuesta, Muffled asintió y Gentle bufó. Los tres se pusieron en marcha, mientras Magic, dándose la vuelta, se dirigió hacia la casa de Look Talker para convocar una reunión extraordinaria.

    CONTINUARÁ...

    25. 1X14 - Las dos vertientes - Parte 2

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Capítulo dividido en 2 partes.


    Tags: [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Crossover] - [Sad/Triste] - [Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Tragedy/Tragedia]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x14

    Las Dos Vertientes

    Parte 2

    —Shhh… —se escuchó una voz—. Recordad que debemos hacerlo rápido.

    Antes de que se diesen cuenta, Shiny y los dos mineros se vieron rodeados de varios gusanos.

    —No gritéis —dijo uno de ellos, concretamente un gusano completamente blanco, ligeramente más pequeño que los demás, que se había quedado atrás. Entonces, dándose la vuelta, éste se dirigió hacia dos gusanos que estaban vigilando los alrededores—. ¿Está todo tranquilo?

    —Sí, Alteza —contestó uno de los vigías.

    —¿Alte…? —empezó a preguntar Shiny.

    —Silencio —cortó el gusano—. Pronto os liberaremos.

    Shiny, Wood y Clove se miraron entre sí, esperanzados. No sabían quiénes eran estos nuevos gusanos, pero estaban de su parte. E incluso uno de ellos era considerado de la realeza, por lo que el resto le debía pleitesía. Pero entonces, ¿por qué actuaban a escondidas? ¿Y quiénes eran los gusanos de antes que les exigieron información?

    —Ya están libres —comentó uno de los gusanos que se había ocupado de romper el capullo.

    —Bien —el gusano de la realeza sonrió—. Ahora seguidnos, os llevaremos fuera.

    —Todo sigue despejado —avisó el otro vigía.

    Con sumo cuidado, los tres ponis y el grupo de gusanos marcharon por una gruta lateral. Cuando estuvieron suficientemente alejados, pararon para descansar, mientras cuatro gusanos se posicionaron para vigilar.

    —¿Quiénes sois? —preguntó Clove.

    —Yo soy el Príncipe Rorgoon, el trigésimo octavo de mi Dinastía —respondió el blanco gusano—, y estos son mis leales.

    —Encantada —dijo Shiny, más tranquila—. Yo soy Shiny, éste es…

    —¡Cállate! —cortó Wood—. ¿¡Acaso podemos confiar en ellos!? ¿Por qué deberíamos hacerlo?

    —¿Porque nos han salvado? —contestó la joyero.

    —Comprendo vuestras reticencias —comentó Rorgoon—, pero debéis saber que no somos vuestros enemigos, así como nosotros sabemos que vosotros no sois los nuestros.

    —¿Entonces por qué nos habéis atrapado y prácticamente ahogado a Clove? —inquirió Wood, aún nervioso.

    —Eso es culpa de mi hermano mayor, nuestro Rey Sarcol —argumentó Rorgoon—. Desgraciadamente, él es más partidario de la Primera Vertiente…

    —¿Vertiente? —Clove se extrañó.

    —Veréis… —dijo el gusano—, desde que se pierde nuestra memoria, siempre hemos vivido en tranquilidad en estas grutas, protegido por una gran fuerza a la que veneramos, pues nos ha proporcionado alimento y tranquilidad, salvaguardándonos de la maldad del universo.

    —La gema negra… —comentó Shiny, sin pensar.

    —Sí, es muy probable que esa fuerza provenga de una joya —alegó Rorgoon—, pues esa es una de las representaciones que tiene lo que llamamos La Gran Fuerza —en ese momento todos los gusanos, incluyendo él mismo, inclinaron su cabeza en señal de reverencia.

    +Pero, un día, hace ya muchas generaciones, una criatura de tamaño gigantesco, aunque joven de edad, irrumpió en estas grutas, sorprendiéndonos a todos. A pesar de ser más grande que un gusano normal, ese extraño ser estaba aterrado, por lo que se la intentó tranquilizar, descubriendo poco después que, aparte de ser una hembra, ni siquiera era una criatura adulta. Por este último motivo, fue acogida y bien tratada, pues nuestro pueblo, a pesar de tener guerreros, es pacífico. Ese ser confesó ser, según las Pinturas Sagradas, una pequeña potrilla.

    Los tres ponis se sorprendieron.

    +Según las Pinturas Sagradas y las historias pasadas de generación en generación, esa potrilla era de piel roja y pelo… —Rorgoon paró durante un instante, pensativo— azul o verde… aquí la historia no es clara, pues gran parte de las Pinturas Sagradas se perdió en la Gran Revolución —en ese momento, los gusanos esgrimieron unas exclamaciones de alegría y aliento, como si entonaran un grito de guerra—, unos altercados internos que acabó con el malvado Rey Krackley aplastado bajo una montaña de rocas, ajusticiado por el pueblo al que martirizaba.

    +Pero en el momento de aparecer la extraña criatura se creó la Primera Vertiente: "Los seres de la superficie son buenos por naturaleza", pues esa potrilla fue muy amable y agradecida con nosotros.

    +Sin embargo, tiempo después ocurrió la denominada "Gran Destrucción" —todos los gusanos, al oír esas palabras, volvieron a bajar la cabeza, pero unos con semblante triste y otros con rabia—. Un demonio multicolor apareció y quiso llevarse consigo a esa pequeña e inocente potrilla. Nuestros valerosos guerreros trataron de impedirlo, pero ese horrible ser los mató sin piedad. El Rey Sandric, quien gobernaba entonces, supo entonces que debía enfrentarse a la mayor y más cruel decisión de nuestra historia: Tenía que elegir entre esa cándida criatura y su pueblo. Entregó a la potrilla a ese demonio, con la esperanza de que así dejase vivir a nuestras hembras y a nuestros retoños. Afortunadamente, gracias a la matrona real, la perversidad de ese monstruo multicolor pareció apaciguarse, marchándose con la pobre potrilla. El Rey, agradecido por la generosa acción de la matrona, que puso en peligro su vida para protegerle, la tomó como consorte real. Pero, a raíz de la visita de ese terrible demonio, surgió la Segunda Vertiente: "Los seres de la superficies son malvados por naturaleza".

    —Una historia terrible —dijo Clove—. Ahora comprendo todo…

    —Mi hermano es un acérrimo defensor de la Segunda Vertiente —siguió contando Rorgoon—, por lo que la desaparición de La Gran Fuerza —los gusanos volvieron a reverenciar esas palabras— le lleva a pensar que los seres de la superficie preparan una invasión para destruirnos definitivamente.

    —¿Y usted qué piensa? —preguntó Shiny.

    —Como partidario de la Primera Vertiente —respondió el gusano—, creo que es una señal de que La Gran Fuer… —miró hacia sus leales, que empezaban a inclinar la cabeza, y rehízo sus palabras—, de que la verdadera intención de la Gema Negra es emplazarnos a salir a la superficie, pues considera que estamos preparados para ello. Y vosotros sois los paladines que nos guiarán hacia este nuevo comienzo.

    Shiny, Clove y Wood se miraron y asintieron.

    —De acuerdo —dijo Clove, en nombre del grupo—, os llevaremos a la superficie.


    —Por aquí… —indicó Flashing, instantes antes de entrar con rapidez en la gruta de la derecha en la bifurcación—… No, no es por ahí, es por aquí —declaró, saliendo otra vez a la ramificación y penetrando al acceso de la izquierda.

    —¡Por Celestia! —replicó Knowledge—, decídete de una vez…

    —¡Es por este lado…! —el grito de la potrilla unicornio resonó en el cruce.

    Las otras tres yeguas la siguieron, resoplando. El sentido de orientación de la que había hecho gala Flashing debía estar en horas bajas, pues esa escena la habían tenido prácticamente desde la entrada. Poco después llegaron a una nueva bifurcación, y otra vez la prestidigitadora miraba alternativamente a una y otra entrada, intentando encontrar algo que le dijese hacia dónde ir.

    —Estamos perdiendo mucho tiempo —alegó Shadow.

    —Deberíamos volver y pedir ayuda —expresó Feather.

    —Tienen razón, Flashing —exclamó Knowledge—, todo esto ha sido una estupidez. Tendríamos que retroceder…

    —Claro… —se quejó la potrilla—, no confiáis en mí… Sé que vamos por buen camino, pero hay un problema: cada vez nos acercamos más a Shiny, pero a la vez es más difícil encontrar la entrada correcta, pues cada vez la tasa de error hacia el objetivo es cada vez menor… Además —dijo, dirigiéndose a Knowledge—, estoy segura de que tú no lo harías mejor…

    —No he sido yo la que he dicho que podía hacer algo que no puedo hacer… —respondió la historiadora.

    —¿Y qué sabes hacer tú? —preguntó Flashing.

    —Sé mucho sobre historia… —respondió Knowledge.

    —Que no nos sirve para nada —indicó la potrilla.

    —Sé mucho sobre armas… —añadió la blanca poni de tierra.

    —De las que solo has traído una y no nos es muy útil —expresó Flashing, señalando la ballesta, que descansaba sobre la espalda de la historiadora.

    —Sé bastante sobre idiomas… —dijo Knowledge.

    —Pues di "Por aquí" en el idioma de Germaneigh —exclamó la potrilla, entrando en la entrada de la derecha.

    Um hier! —gritó la historiadora, siguiéndola. Las otras dos yeguas corrieron también.

    Otro cruce, esta vez con tres salidas, estaba frente a Flashing. Cuando llegaron sus amigas, ésta estaba impaciente.

    —Rápido —dijo—, ¿cómo se dice "seguidme" en el idioma de Neighpon?

    付いて来てください—expresó Knowledge.

    —Pues… —Flashing se quedó pensativa— eso que ha dicho… creo.

    Esta vez el camino elegido fue el de la izquierda. La siguiente encrucijada tenía cinco salidas. Esta vez la potrilla estaba muy indecisa.

    —Vamos, vamos… Cuál puede ser… —decía para sus adentros.

    —Creo que hasta aquí hemos llegado —se lamentó Feather.

    —Sí, tendremos que retroceder… y yo no me sé el camino —añadió Shadow.

    —Me arriesgaré… —susurró Flashing—. Knowledge —exclamó—, ¿cómo se dice "¡vamos!" en el idioma de Prance? —entonces empezó a trotar rumbo a la segunda entrada empezando por la izquierda.

    Allons-y! —gritó la historiadora, con una sonrisa en la boca, mientras empezaba a caminar hacia la salida elegida, seguida de las demás.

    —¡Ya lo sé! —expresó Flashing, volviendo hacia atrás—. ¡Lo llamaré "Alonso"!

    —¿A qué te refieres? —preguntó Knowledge, extrañada.

    —¿A qué va a ser? —inquirió irónicamente la potrilla—: a la ballesta… ¿Por qué los nombres de las armas tienen que ser de yeguas? Los sementales también pueden ser peligrosos… Es más, le pondré "Allons-y Alonso". ¡Me gusta!

    —¡Pero ese nombre es horroroso! —se quejó la historiadora—. Es mucho mejor "Betty"… "Betty la malvada", "Betty la perversa", "Betty la sangrienta", "Betty la asesina"… ¿Ves? Queda mucho mejor mi propuesta que la tuya.

    —Porque tú lo digas —dijo Flashing—. Estoy segura de que "Allons-y Alonso" le gustará a muchísimos ponis… A unos cuantos ponis que tengan sentido del gusto… Quizás en Ponyville encuentre alguno…

    —Sí, claro… —comentó Knowledge—. Más bien le gustará a algún poni que no destaque en nada, alguien sin personalidad… De hecho, me lo estoy imaginando… —puso sus patas alrededor de la cabeza, haciendo un símil de movimiento adivinatorio—: será un poni de color muy común… ¡Marrón!, será de cuero marrón, y su crin también será marrón… Y su Cutie Mark… Hmmm… ¿Qué Cutie Mark es la más común en Equestria? —se preguntó, poniendo el casco en la barbilla.

    —¡Eres una picajosa! —exclamó Flashing—. ¡No soportas que me quede a "Allons-y Alonso", en vez de devolvértela y tenerla tú!

    —¡Silencio! —cortó Shadow—. Oigo voces ahí delante… Alguien viene…


    —Eres muy cruel —susurró Gentle—. Yo tendría que estar ahí delante, con las demás.

    —Es necesario ver cómo se desenvuelven sin ti —musitó Wise—. Últimamente dependen demasiado de tus acciones, y sé que ellas tienen la suficiente fuerza, coraje e inteligencia como para resolver una situación como esta por sí mismas.

    —Te falta un factor muy importante —la unicornio de dos colores miró directamente a los ojos del semental—, Shiny Eyes está en peligro y esta estúpida idea tuya nos está retrasando.

    —Gentle tiene razón —intervino Muffled—. La mina puede ser muy traicionera si no se tiene cuidado —entonces bajó la cabeza, pensativa. "Incluso si se tiene, no estamos seguros", dijo para sus adentros.

    —¿Ves? —comentó la yegua del cuerno roto—. Hasta ella me da la razón —señaló a la jefa de mineros y, mirándola, continuó hablando—. Muchas gracias, Muffled…

    —De todas formas —dijo Wise—, confío plenamente en ellas.

    —Pues yo no —añadió Gentle—. Así que prefiero tenerlas a la vista.

    Entonces la unicornio de dos colores aceleró el paso, e igual hicieron los otros dos.

    —Espera, maldita sea —exclamó Wise. Entonces miró hacia Muffled y continuó hablando—. Por cierto, ¿vamos bien encaminados hacia la gema? No recuerdo este camino…

    La jefa de mineros le devolvió la mirada.

    —No sé cómo lo hacen esas yeguas —respondió—, pero están eligiendo los caminos correctos. De todas formas, tú fuiste uno de mis salvadores, por lo que tuviste que hacer este mismo recorrido.

    —Estaba demasiado ofuscado como para recordarlo —comentó Wise—. En mi mente solo deseaba encontrarte bien y ponerte a salvo.

    —¿Ves? —dijo Muffled, con una ligera sonrisa en la boca—, cuando quieres, eres un ser adorable. Si todo va bien, pásate esta noche por mi casa… a solas.

    Esas palabras ruborizaron a Wise, quien bajó la cabeza hasta que, alzándola de nuevo, miró al frente.

    —¡Gentle, espéranos! —exclamó, acelerando el paso.


    —Es hora de volvernos a poner en marcha —expresó Rorgoon.

    Mientras lo hacían, Wood no pudo evitar hacer una pregunta:

    —Por cierto, he visto varias "tribus" de gusanos de las profundidades y ninguno podía hablar, ni "escupir" su lengua. ¿Por qué vosotros podéis hacerlo?

    El Príncipe gusano se dio la vuelta y le miró, asombrado.

    —¿Hay más de nosotros ahí fuera? —inquirió.

    —Sí, prácticamente en cada montaña minera hay gusanos de las profundidades —respondió Wood—. Pero no me has contestado a mi pregunta. Además… ¿cómo es que habláis nuestro idioma?

    —Seguramente sea por la Gran Fuerza —dijo Rorgoon, bajando el tono de voz en las últimas palabras, para que no lo oyesen sus súbditos—. Probablemente haya detectado el habla de la superficie y nos lo haya transmitido a nosotros… Aunque también es posible que la Gran Gema sea la que haya enseñado a todo ser viviente el mismo idioma, lo que la convierte en la…

    —Te puedo asegurar que la última versión no es cierta, así no sigas por ahí —cortó Wood, molesto.

    —De todas formas —continuó el Príncipe gusano, con más tacto—, sea como fuere, es algo que ratifica la Primera Vertiente, ya que… ¿qué mejor forma hay de fomentar la amistad que comprendiéndonos por tener el mismo idioma?

    Wood asintió. Siguieron la marcha en silencio, lenta pero constante. Entonces Shiny se puso al lado de Rorgoon.

    —¿Le puedo hacer una pregunta, majestad? —comentó.

    —Ya la estás haciendo —respondió el Príncipe—, a no ser que te refieras a hacerme otra pregunta… En cualquier caso, adelante… Paladina.

    —Es sobre un asunto un poco… triste —declaró la pegaso.

    —Nos lleváis a la libertad, así que lo triste forma parte del pasado —expresó Rorgoon.

    Shiny bajó la mirada, avergonzada de sí misma.

    —Quiero decir que puedes preguntar sin temor —añadió el Príncipe.

    La joyero volvió a elevar la cara, mirando agradecida al gusano.

    —De acuerdo —comentó—. He estado pensando en la historia que has contado… Y, en concreto, en ese terrible ser que arrasó vuestro pueblo.

    —Comprendo… —intervino Rorgoon, apesadumbrado.

    —El caso es que… —Shiny no sabía cómo continuar—, bueno… Si ese demonio vino de la superficie, es posible que aún siga ahí.

    —No lo creo —respondió el Príncipe—. Hace mucho tiempo que ocurrió pero, de todas formas, seguro que nos protegeríais, ¿no?

    —Eso espero —comentó la pegaso—, que ya no esté ahí... De todas formas, quisiera saber qué forma tiene, por si acaso he oído hablar de él.

    —Es tabú —contestó Rorgoon—. Es decir, no se incluyó en las Pinturas Grabadas, pues su sola presencia es capaz de destruir tu alma… Aunque claro, esa es imaginería popular.

    —Es una pena —medió Clove, que también se había acercado.

    —Pero debo decir —añadió el gusano— que, entre la realeza se comenta datos concretos de esa acción.

    En ese momento los gusanos pararon y, formando un círculo, los rodearon, con las cabezas hacia fuera para vigilar.

    —El demonio —continuó Rorgoon—, ese ser maligno, tomó la forma de una gran potrilla, en un malévolo intento de engañarnos. Pero, seguramente, ante la desesperación de esa transformación, su cuerpo fue incompleto, totalmente horrible, del color de la ira y el amor.

    La primera imagen que obtuvo Shiny en su cabeza fue la de una Gentle Colors verdaderamente rabiosa. Sin embargo, sabía que ella no podía ser, pues, haciendo unas simples cuentas, conociendo que Rorgoon era el trigésimocuarto de su dinastía, y que, con toda seguridad, la aparición de ese monstruo era anterior al surgimiento de su estirpe, simplemente las edades no cuadraban: aunque cada uno de los Reyes-gusano hubiese vivido tan solo medio año, la Gran Destrucción habría ocurrido hacía ya diecisiete. Gentle Colors era apenas una pequeña potrilla cuando el ataque tuvo lugar. Además, la unicornio de dos colores podía ser una mandona pero, desde el fondo de su corazón, Shiny sabía que la yegua del cuerno roto era incapaz de hacer una matanza gratuita.

    Sin embargo, había otro ser que cumplía el perfil y, aunque había también cabos sueltos, era más probable que él fuese el masacrador.

    —¡Es el Elemental de Tierra! —gritó la pegaso.

    —¡Shhhh! —chitó el Príncipe—. Aún no estamos a salvo… Pero, ¿a qué te refieres con eso?

    —Hace poco —explicó la pegaso— nos atacó un Elemental de Tierra. Fue una batalla dura, pero logramos vencer. De hecho, es el único ser que se me ocurre capaz de hacer tanto daño y destrucción a un pueblo como el vuestro. Aunque, afortunadamente, ya dimos buena cuenta de él.

    —Me alegra escuchar eso —exclamó Rorgoon.

    Los gusanos rompieron la formación y siguieron el camino.

    —¡Su majestad! —dijo el que cerraba la comitiva—. Oigo voces por detrás, y se están acercando…

    —¡Maldita sea! —comentó el Príncipe—. ¡Nos han descubierto demasiado pronto! ¡Tenemos que apresurarnos!

    —¡Mi Señor! —expresó el gusano que iba primero—. ¡Por delante también oigo ruído!

    —¡No puede ser! —Rorgoon abrió los ojos como platos—. ¿Cómo nos pueden haber rodeado? ¡LEALES! —gritó—. ¡TÁCTICA DE FORMACIÓN! ¡AVANCEMOS SIN CUARTEL! ¡POR LA GLORIA DE WORM-GROTTO!

    —¡POR LA GLORIA DE WORM-GROTTO! —respondieron los gusanos al unísono.

    En cuestión de segundos, los soldados se posicionaron, adoptando un triángulo, cuyo centro estaba adelantado. Entonces cargaron hacia el frente.


    —Deberías preparar la ballesta —susurró Feather—. No quiero que vuelva a sucedernos lo mismo.

    —¿A qué te refieres? —preguntó Knowledge.

    —Antes, cuando Flashing ha aparecido ahora, para decir lo de su nombre para el arma… —respondió la pegaso-cartero—, podría haber sido un enemigo en vez de ella. Entonces habríamos estado perdidas, porque no estábamos preparadas para defendernos.

    —¿Acaso insinúas que debía de haberme pegado un flechazo? —inquirió la prestidigitadora, enfurruñada—. ¿Qué pasa? ¿A ti tampoco te gusta que quiera llamarle "Allons-y Alonso"?

    —No es eso —Feather miró hacia la unicornio—. Solo señalo que Kowledge debería preparar la ballesta, nada más.

    —Sea lo que sea lo que hagáis —dijo Shadow—, hacedlo ya. Lo que quiera que esté ahí —señaló hacia delante— se está acercando.

    Todas asintieron. Rápidamente Knowledge movió la correa de la ballesta y, sentándose sobre sus cuartos traseros, puso el arma por delante suya, apuntando al fondo de la gruta. Con un gesto de cabeza, indicó a Flashing que le ayudase con la recarga de virotes. Las otras dos se apartaron para dejar el campo libre.

    —Es una lástima que no me haya traído una espada —exclamó la herrero—. Es más, daría lo que fuese por estar sosteniendo un simple pico entre mis cascos.

    Los siguientes segundos fueron angustiosos, con las cuatro yeguas en tensión. De repente, del fondo de la gruta, donde apenas había luz, surgieron unos ojos, después otros y, a continuación, unos cuantos más. Knowledge puso su casco sobre la llave del arma, mientras empezaba a sudar por la incertidumbre.

    —Aún no… —susurró—. Un poco más cerca…

    Después de los ojos, vio unas bocas amenazantes y, seguidamente, unos cuerpos que reptaban. Eran unos gusanos grisáceos. Miró directamente a los ojos del que iba primero, en una actitud valerosa. Decidió que ese ser sería el primero en recibir una saeta… Aunque se maldijo por haber traído los virotes con la punta de juguete, pues dudaba que esos dardos lograsen parar el ataque. Pero ahora no era hora de lamentarse…

    Los gusanos estaban cada más cerca, casi a la distancia de tiro. El párpado inferior del ojo izquierdo de la historiadora empezó a palpitar, así que ésta optó por cerrarlo. Los gusanos empezaron a cambiar de táctica y se posicionaron en fila india. Knowledge bufó, contrariada: esa táctica era perjudicial para ella pues, aunque no tenía que mover la ballesta para apuntar, el cuerpo del primero serviría como escudo para el segundo, y así sucesivamente, hasta que lograran alcanzar la posición que ella ostentaba. Era una causa perdida. La única solución era ir retrocediendo, pero esos gusanos eran extremadamente rápidos.

    Decidió aguantar hasta tener el primero a tiro. De hecho, este acababa de cruzar la línea que marcaba el alcance máximo de la ballesta. Knowledge asió con más fuerza la llave y empezó a tirar de ella hacia atrás. La suerte estaba echada.

    Un repentino empujón al arma hizo que errase el tiro. Perpleja y furiosa, la historiadora miró hacia el lugar desde donde la habían impulsado. Allí estaba Flashing, que la observaba horrorizada mientras apuntaba al fondo de la gruta.

    —¡… FAVOR, NO DISPARES! —estaba gritando la prestidigitadora.

    Knowledge volteó la vista hacia donde señalaba Flashing. En ese lugar, por detrás de la avanzada de gusanos, Shiny yo dos mineros trotaban hacia ellos.

    —¡No disparéis, no ataquéis, no hagáis nada! —suplicó la joyero—. ¡Somos todos amigos!

    Al mismo tiempo que la historiadora bajaba la ballesta, los gusanos pararon su avance.

    Lentamente Shiny se adelantó y se interpuso entre los dos grupos.

    —Al fin estamos a salvo… —exclamó, aliviada—. Pero tenemos que salir de aquí…

    Antes de que todas se abrazasen, una voz surgió detrás del grupo. Todos se dieron la vuelta. El Rey Sarcol estaba al frente de un numeroso grupo de soldados.

    —¡Detente, hermano! —rugió—. ¡Aún podremos solucionar este vil acto de subversión! Sin embargo, con respecto a los habitantes de la superficie… ¡MATADLOS!


    Muffled y Wise alcanzaron a Gentle, que en una equina, apostada contra la pared, mirando intermitentemente a través del borde. Cuando se pusieron a su altura, ésta les mandó callar mediante un gesto.

    —Ahí están —susurró la unicornio de dos colores, señalando el siguiente pasillo.

    Los otros dos miraron de soslayo por el canto del muro y las vieron. Todo el grupo estaba allí, incluyendo a Shiny y a los dos mineros perdidos. Junto a ellos, unos gusanos del tamaño de un perro miraban expectantes la escena.

    —¿Qué son? —preguntó Wise, que se había vuelto a esconder.

    —Gusanos de las profundidades —respondió Gentle.

    —¿Qué hacen aquí? —inquirió Muffled, sorprendida—. No existen en esta mina.

    La unicornio miró seriamente a la jefa de mineros y entrecerró los ojos. No podía creer que la jefa de mineros los hubiese olvidado…

    —Tú misma los estás viendo —fue la respuesta que dio.

    —Afortunadamente parece que están todos —exclamó Wise—, y a salvo. Tus amigas han completado con éxito el rescate.

    —Es hora de reunirnos todos y salir de aquí, porque… —comenzó a decir la unicornio de dos colores.

    Un grito resonó por toda la gruta:

    "¡Detente, hermano! ¡Aún podremos solucionar este vil acto de subversión! Sin embargo, con respecto a los habitantes de la superficie… ¡MATADLOS!"


    Muffled y Wise abrieron los ojos como platos. Gentle, sin embargo, entrecerró los suyos y, lanzando un grito de rabia, empezó a galopar hacia sus amigas.

    —¡Mi Rey! —dijo el Príncipe gusano, interponiéndose entre su hermano y los ponis—. ¡Esto no es necesario! ¿¡Es que no lo ves!? ¡Son los paladines que nos salvarán!

    —¡Maldita sea, Rorgoon! —prorrumpió Sarcol—. ¡Tus esperanzas son falsas! ¡Sus palabras te han emponzoñado! ¡Son seguidores de ese maldito demonio que antaño casi exterminó a nuestro pueblo! ¡Aún puedes recular y evitar la aniquilación total!

    Todos se sorprendieron cuando un muro traslúcido de color púrpura apareció entre los dos gusanos, separando los grupos.

    —¿¡QUIERES MATAR A LOS HABITANTES DE LA SUPERFICIE…!? —gritó una voz. Todos giraron la cabeza. Por detrás del grupo de ponis, Gentle Colors estaba totalmente fuera de sí. Sus ojos, inyectados en sangre, estaban completamente fijos en el Rey Sarcol. Su cuerno roto, envuelto en un fantasmal asta, del que salían pequeños rayos, era el causante de la muralla mágica—. ¿¡… A MIS AMIGOS!?

    "No voy a dejar que destruyas lo que me pertenece", pensó la unicornio de dos colores, "A lo único que me ata a este mundo".

    En ese momento el muro empezó a retorcerse por los bordes, hasta rodear rápidamente al grupo comandado por el Rey.

    —¡VAS A SUFRIR…! —exclamó Gentle—. ¡VAS A SUFRIR LA MISMA SUERTE QUE PRETENDÍAS EMPLEAR!

    Ante la consternación de todos, el muro, que se había convertido en una esfera, empezó a encogerse poco a poco. El Rey Sarcol, así como el resto de gusanos atrapados en su interior, comenzaron a gritar asustados y a buscar desesperadamente una salida, pero sus palabras de súplica no lograban traspasar la bola purpúrea.

    —¡Por favor, libéralos! —imploró Rorgoon—. Si eres un habitante de la superficie… Por favor… No los mates…

    —¡Es su hermano, maldita sea! —exclamó Clove—. Gentle, un poco de compasión, por Celestia…

    Pero la unicornio de dos colores no cejaba en su empeño. Dándose la vuelta, Rorgoon hizo una señal a sus aliados, quienes abrieron la boca y lanzaron sus lenguas, impactando en un escudo invisible que rodeaba a la yegua. Dicha defensa, al ser impactada mostró, durante un instante, unas reminiscencias púrpuras. Sin embargo, el escudo que rodeaba a Gentle se hacía cada vez más grande, a la misma velocidad con la que se empequeñecía la esfera que rodeaban al Rey Sarcol y a sus afines.

    —¡Gentle Colors! —chilló Muffled quien, junto a Wise Words, se habían posicionado al lado de la unicornio de dos colores—. ¡Te… Te ordeno que dejes de hacer esto y liberes a esos gusanos de las profundidades!

    La única respuesta de Gentle fue gesticular una frase ahogada, que acentuó aún más su gesto furioso. Entonces, el cambio de tamaño de los escudos se aceleró. Muffled y Wise se vieron obligados a recular, pues la esfera que rodeaba a la unicornio de dos colores, que mostraba claramente una ligera tonalidad del mismo color que el escudo que rodeaba a los gusanos, hacía peligrar la integridad de los dos ponis de tierra y quedar aplastados contra la pared. Los gusanos de la otra bola, que empezaba a volverse transparente, empezaban a apretujarse entre sí, llorando de puro terror.

    Entonces Shiny se interpuso entre ella y los gusanos.

    En ese momento, como si volviese a la realidad, Gentle parpadeó y miró hacia ella.

    —Aparta, Shiny —exclamó la unicornio, sabiendo que su voz no traspasaría el escudo—. Estoy haciendo esto por ti…

    —Por favor… Gentle… —suplicó la joyero—. No… No lo hagas… —la dorada pegaso estaba llorando—. No quiero que te conviertas en una asesina… Eres mi amiga… Estamos a salvo… Pero, por favor… Detente…

    A pesar de que Gentle no había oído absolutamente nada, en su corazón escuchó las súplicas de su amiga. Entonces abrió los ojos como platos. Shiny Eyes estaba golpeando el escudo y, lo que era aún peor, lloraba desesperadamente.

    "¡Qué estoy haciendo!", pensó, "¡NO! ¡No volveré a defraudarte!"

    El hechizo cambió, creciendo y cambiando de forma, hasta volver a su posición inicial de muro separatorio.

    —¡Marchaos! —gritó la unicornio de dos colores—. ¡La próxima vez no seré tan benévola!

    El Rey Sarcol siguió mirando con temor hacia el grupo y, pestañeando, fijó su mirada hacia el Príncipe.

    —Hermano —dijo—, te deseo suerte en tu nueva andanza en la superficie. Por supuesto, podrás volver cuando desees… Solo espero que puedas regresar algún día.

    Seguidamente se dio la vuelta y reptó, seguido de cerca por sus soldados, a través de la gruta, perdiéndose finalmente de vista.

    —¿¡Por qué has hecho eso!? —espetó Shiny, que aún seguía llorando—. ¡Querías matarlos!

    —¡No! —exclamó Gentle—. Solo pretendía asustarlos… Y hacerles ver que la violencia no es la solución, con unas gotas de su propia medicina. Pero en ningún momento quería lastimarlos… —declaró, bajando la mirada, apenada.

    —Pero me has asustado tanto… —gimió la pegaso. Entonces, estirando las alas, se acercó a la unicornio de dos colores y, mirándola fijamente con sus ojos aún llorosos, gritó—. ¡NO VUELVAS A HACER ESO NUNCA MÁS! —bajó la cabeza y, apretando los dientes, se lanzó hacia Gentle y la abrazó con fuerza—. Gra… Gracias… De verdad, gracias por salvarnos.

    —¡Eh! —se quejó Flashing, enfurruñada—. Nosotras también hemos venido a salvarte…

    —Entonces venid, hagamos un abrazo grupal —exclamó Shiny, con una ligera sonrisa en la boca.

    Todas lo hicieron de buena gana, abrazándose con efusividad a las dos, pillándolas en medio. La unicornio de dos colores, con gesto mohíno, intentó zafarse de la situación. Entonces, viéndose imposibilitada para escapar, se relajó y empezó a estirar lentamente sus patas, abrazando a las que tenía a su lado, mientras esbozaba una expresión de circunstancias.

    —¿E… Eres tú quien creo que eres? —una voz cortó el silencio emotivo.

    Todos miraron hacia el origen: el Príncipe Rorgoon observaba fijamente a Muffled.

    —Roja, como describen las Pinturas Sagradas —continuó hablando el gusano—, de pelo verdoso, como expresan las Pinturas Sagradas… Dime, ¿eres "La que atrona allá mientras calla aquí", como desvelan las Pin…

    —Como digas otra vez "Pinturas Sagradas" no respondo de mí —exclamó irónicamente Wood.

    Rorgoon miró de forma inquisitiva hacia el minero pero, al instante siguiente, volvió a fijar sus ojos otra vez hacia la jefa de mineros, esperando su respuesta. Al ver que ésta no llegaba, volvió a preguntar:

    —¿No… no nos recuerdas? —exclamó—. Tu llegada fue providencial para nuestro pueblo…

    Muffled bajó la mirada.

    —Lo… lo siento —susurró—. En mi interior, sé que soy quien dices, pero no me acuerdo de nada…

    —El caso… —declaró el Príncipe—, es que el Gran Poder nos ha reunido aquí a todos… Es la señal que ratifica definitivamente la Primera Vertiente.

    —No perdamos tiempo —cortó Wise—. Ellos podrían volver, y ya hemos tenido suficiente tensión por hoy.

    El semental se acercó hacia el grupo de amigas y, haciendo un gesto con la cabeza, señaló la salida de la gruta, apremiándolas a abandonar el lugar.

    —Wise tiene razón —alegó Gentle, mientras bajaba sus patas y volvía a ponerse seria—. Es mejor que volvamos al pueblo.

    Mientras todos, aliviados los ponis y temerosos los gusanos, abandonaban la mina, Wise instó a Rorgoon a que contase su historia y la de su pueblo, a lo que éste accedió encantado.


    Cuando salieron de la montaña, una gran comitiva les esperaba, comandados por Magic Sales, Look Talker, Disarming Smile, las hermanas Numbers y Spoon Giddy. Todos los habitantes de Northwest Mines Town empezaron a patear el suelo a modo de aplauso. Los gusanos, aterrados pero esperanzados por la observación de un nuevo mundo a su alrededor, miraron hacia el grupo que los había acompañado y, ante la satisfacción de todos, Rorgoon empezó a hablar:

    —Muchas gracias —comentó—, habitantes de la superficie —y, volviendo la mirada hacia sus súbditos, continuó hablando, esta vez en un tono más bajo—. No demostréis temor… Este es un día alegre para nosotros.

    Y, por tercera vez aque día, Rorgoon contó la historia de su pueblo.


    Por la noche, Muffled Yell metió el pastel en el horno y se dispuso a poner la mesa. Estaba bastante aliviada por lo ocurrido y, dentro de sí misma, sabía que tenía el coraje para poder volver a la mina.

    Mientras ponía los platos sobre la mesa, que estaba engalanada, sonó el timbre del horno. Muffled se extrañó ligeramente, pues aún era demasiado pronto para que el pastel estuviese listo. Se dirigió con paso firme a la cocina y miró los mandos, que estaban ligeramente modificados. Entrecerrando los ojos, abrió el horno y, cogiendo un pequeño palo, pinchó el pastel, que estaba crudo por dentro. Volvió a cerrar la puerta y, cambiando la temperatura al mínimo, volvió a accionar el horno.

    Al dirigirse de nuevo al salón, observó que, en mitad de la mesa, había una pequeña piedra blanca.

    —¡Ah, no, no, no! —exclamó la jefa de mineros—. ¡Esta vez no quiero hablar así! ¡Wise Words, siéntate a la mesa, vamos a cenar los dos…! ¡Y no quiero subterfugios… Nunca más!

    —¿Estás segura de que eso es lo que quieres? —unos ojos se abrieron en la oscuridad de una esquina.

    —Le he dicho a Magic que iba a cenar contigo —fue la respuesta de la jefa de mineros—. Y le pedí que se lo contase a los demás miembros del Consejo.

    Debajo de los ojos se dibujó una sonrisa, y el conjunto se movió hacia delante, saliendo a la luz. Wise Words se sentó a la mesa, no sin antes coger la piedra y dejarla en el suelo. Muffled, sonriendo, cogió a su vez el cazo y lo hundió en la sopa de verduras, contenido en un puchero, que estaba situado, a su vez, en el centro del tablero.

    —Veo que no tengo elección —expresó el espía, mientras ofrecía el plato para que la jefa de mineros lo llenase—. Por cierto, ¿esto es una cena román…?

    —¡Es de amistad! —cortó la yegua. Entonces se rehízo al instante y, llenándose su plato de sopa, se calmó—. Creo que, vistas las circunstancias, es lo más sensato.

    —Comprendo… —dijo Wise, con un tono ligeramente triste.

    —Además —siguió hablando la rojiza poni de tierra—, estamos en una época aciaga y triste… Lo mejor que podemos hacer es afianzar nuestra amistad, ¿no crees?

    —Por supuesto —el semental volvió a sonreír.

    —Y… —Muffled bajó la mirada— tengo algunas preguntas sobre lo que ha pasado hoy.

    —Espero poder satisfacer tu curiosidad —expresó Wise.

    —La verdad… —la jefa de mineros bajó la mirada— es que Gentle tenía razón.

    —¿A qué te refieres? —preguntó el espía.

    —Sé que votó en contra de que me quedase recluida en mi casa para recuperarme de "lo que pasó" el otro día —respondió Muffled—. Me lo ha dicho Disarming hace un rato…

    —Ese poni es tonto —exclamó Wise, ligeramente enfadado.

    —Lo que quiero decir —cortó la jefa de mineros— es que Gentle tiene razón: la mina es mi vida. Forma parte de mí. Repudiarla es repudiarme a mí misma.

    —Comprendo… —expresó el semental.

    —Pero no sé… —Muffled volvió a bajar la mirada—. Me da miedo pensar en lo que somos nosotros para esa unicornio. Me siento como si fuera un títere manejado por ella.

    —Para Gentle eres una gran amiga —dijo el espía—. Y también eres como esa madre que siempre deseó tener.

    —No he visto eso esta tarde en la mina —confesó la yegua—, cuando entró en cólera y atacó a esos gusanos de las profundidades…

    —El camino al éxito es una escalera que se va estrechando —alegó Wise—. Gentle sabe que, para volver a ser lo que una vez fue, necesita de la ayuda de las demás del grupo. Y hoy esa conexión ha estado a punto de romperse, porque esos gusanos iban a matarlas. Gentle ha optado por atacarles primero… y ha estado a punto de caerse de la escalera. Afortunadamente ha reculado a tiempo y solo ha descendido unos pocos peldaños.

    —¿Estás diciendo que, si no llega a ser por sus amigas, Gentle habría matado a los gusanos de las profundidades? —preguntó Muffled, abriendo los ojos como platos.

    —No te quepa la menor duda —respondió el semental—. Y además lo habría hecho de una forma verdaderamente espectacular.

    —¿A qué te refieres? —inquirió la jefa de mineros.

    —Creo que sé qué hechizo fue el que lanzó —indicó el espía—: "Escudo Doble".

    Ante el gesto de estupefacción de Muffled, Wise procedió a explicar:

    —El "Escudo Doble" es un hechizo de defensa —dijo—, creado para defender, con un solo encantamiento dual, tanto el palacio como la catedral de Canterbury. Es decir, únicamente con la magia de dos unicornios, se podía proteger dos lugares distantes entre sí a la vez de una forma eficaz, mientras que, en el espacio intermedio podían movilizarse la guardia, o bien "conducir" a los atacantes hacia una trampa, pues el "Escudo Doble" podía cambiar de tamaño a voluntad. Es un hechizo que se logró llevar a cabo por primera vez hace algo más de cuatrocientos años. Hasta entonces, se necesitaban al menos ocho unicornios para lograr el mismo efecto.

    +Sin embargo, debo confesar que, aunque he visto usar ese hechizo muy pocas veces, nunca nadie lo ha hecho de una forma tan… "creativa".

    —¿"Creativa"? —preguntó Muffled—. Más bien "cruel"… Aunque no me sorprende —espetó—, Gentle ni siquiera nos hizo caso cuando le gritamos que dejase de hacerlo…

    —Porque no nos oía —exclamó el semental—. El "Escudo Doble" está pensado para lanzarse en grandes áreas. Si se ejecuta en un espacio tan pequeño, como el corredor de la mina, el grosor del escudo es tan compacto y resistente que ni siquiera el sonido es capaz de traspasarlo. Además, recuerda que nosotros tampoco escuchábamos los gritos que emitían el Rey gusano y sus soldados.

    —¿Entonces por qué paró de repente? —inquirió la jefa de mineros.

    —Por Shiny Eyes —fue la respuesta de Wise—. A pesar de que el hechizo precisa de gran concentración, estoy seguro de que se fijó en ella cuando, llorando, le suplicaba que no matase a los gusanos de las profundidades.

    —¡Bien por Shiny! —expresó Muffled—. Ya me cayó muy bien al principio y cada vez me cae mejor.

    —De todas formas —el semental sonrió—, debo decir que el grupo entero, no solo Shiny, han actuado mejor de lo que esperaba ante esta situación de gran riesgo. Pronto, cuando se enfrenten a la primera misión "oficial", estoy seguro de que lo harán perfectamente.

    —Eso espero, Wise, eso espero… —murmuró la jefa de mineros.

    Hubo un pequeño e incómodo silencio, que rompió Muffled.

    —Por cierto… —dijo—, ¿cómo es posible que los gusanos conociesen nuestro idioma? Se supone que han estado encerrados y apartados durante años, puede que incluso por siglos.

    —Creo que es por la gema negra —contestó Wise.

    —¿A qué te refieres? —inquirió la yegua.

    —El otro día le expliqué a Shiny lo que es realmente ese objeto —respondió el semental—: un nudo mágico.

    Muffled abrió la boca para preguntar, pero Wise fue más rápido.

    —La magia en este mundo son ondas que viajan por el planeta —explicó—. Pero a veces esas ondas son atraídas y deformadas, bien por un hechizo extremadamente potente, bien por la configuración del terreno o bien por otras causas. Esos puntos se conocen como "nudos mágicos", que normalmente alteran un objeto diminuto, aunque a veces puede ser una gran zona, como el Everfree Forest.

    —¿El Everfree Forest es un "nudo mágico"? —Muffled se extrañó.

    —Así es —comentó el espía—, pero centrémonos en la gema negra… Al igual que las ondas de magia han sido concentradas en un punto, no sería extraño que también hubiese una zona de escape, una puerta trasera, o como quieras llamarlo. Lo que quiero decir es que lo que ha hecho la gema ha sido reflejar directamente al interior de la mina lo que recibía del exterior… Y eso incluye un lenguaje, una idea, una evolución…

    Hubo otro momento de silencio, que volvió a romper Muffled:

    —Hay otra cosa a la que le he dado vueltas en mi cabeza —dijo.

    —¿El qué? —inquirió el espía.

    —Antes Rorgoon me ha descrito a la perfección —dijo la yegua—, diciendo que estuve con su pueblo hace muchos años, pero… ¿por qué no lo recuerdo?

    Wise quedó pensativo durante un momento. Entonces miró fijamente a los ojos de Muffled.

    —Sobre eso, solo hay una explicación posible —comentó—: Gentle Colors estuvo involucrada en ese asunto. Tan implicada que el hechizo de olvido borró ese recuerdo de tu mente.

    —¿Me estás diciendo…? —la rojiza poni de tierra abrió los ojos como platos— ¿… que por culpa de un hechizo que puso Celestia en Northwest Mines Town he olvidado parte de mi pasado?

    —Así es —murmuró el semental, bajando la mirada.

    Muffled se levantó rápidamente, arrastrando la silla hasta que cayó hacia atrás.

    —¡No es justo! —espetó—. ¡Solo porque Celestia quiera protegerse de un posible ataque no significa que los demás tengamos que pagar por ello! ¿Cuántos han sufrido por ese hechizo? ¿Cuántos han olvidado sus recuerdos? ¡Es horrible! ¡El hecho de gobernarnos no le da derecho a despojarnos de nuestra vida ni de destruirnos como ponis!

    Wise no dijo nada.

    —Solo espero —añadió la yegua— que tuvieses razón el otro día.

    —No… no comprendo —murmuró el espía.

    —Dijiste que Gentle podía haber roto el hechizo de olvido —Muffled miró directamente a los ojos de Wise—. Espero que así sea… Porque si he olvidado lo que pasó, porque es algo relacionado con ella… Solo ella puede hacer que mis recuerdos vuelvan. Ni tú ni Celestia ni nadie más… Solo Gentle.

    +En serio —bajó la voz hasta convertirla en un susurro—, estoy cansada de no ser más que un pelele en una pelea entre dos seres muy poderosos… Y no me hagas elegir de qué lado ponerme, porque sé que no te gustaría la respuesta.


    Gentle cerró por dentro la puerta de su casa. Fuera, en la plaza, aún se oía la fiesta que habían preparado los habitantes para Rorgoon y sus fieles. Pero ella estaba cansada y hastiada. En su mente revoloteaba una y otra vez el mismo tema: el olvido de Muffled Yell… Y empezó a rememorar lo acontecido hace años atrás…

    La noticia sentó como un jarro de agua fría en todo Northwest Mines Town: la pequeña Muffled había desaparecido. Sus padres, rotos por la angustia, reconocieron haber discutido con ella el día anterior, mandándola a la cama como castigo. Pero, al día siguiente, al entrar en la habitación de la potrilla, descubrieron que ésta había abandonado la casa… y posiblemente el pueblo.

    Rápidamente se formaron grupos de búsqueda, quienes se dirigieron directamente hacia la encrucijada de caminos, así como en distintas direcciones de los alrededores de Northwest Mines Town, que no eran más que yermos parajes, sin apenas sitio donde ocultarse. Pero ningún grupo se dirigió hacia la mina, pues por todos era sabido que Muffled Yell tenía miedo de la montaña.

    Esa noche, amparada por la oscuridad, ella se dirigió en solitario hacia el interior de la montaña. Tenía la certeza de encontrarla allí, pues era el sitio perfecto para ocultarse de unos padres recelosos. Pero debía darse prisa, pues los túneles de la mina formaban un laberinto demasiado complejo para el cerebro de una potrilla… Incluso para ella era una prueba exigente, a pesar de haberlas recorrido constantemente durante siglos.

    Pero sabía dónde buscar exactamente: en lo más hondo de la mina.

    Tardó un buen rato en llegar, y aún más en avanzar. Nunca había estado tan cerca del nido de gusanos de las profundidades y no sabía qué podría encontrar allí. Apostándose contra las paredes, y ocultándose de miradas indiscretas, sonrió al escuchar la voz temblorosa de Muffled, quién estaba hablando con lo que parecía ser el Rey de la colonia.

    Esperó pacientemente la oportunidad de llevársela pues, por lo poco que había logrado escuchar, la pequeña potrilla no corría peligro, al haber sido presuntamente aceptada por la comuna. Sin embargo, se extrañó ligeramente por el hecho de que los gusanos de las profundidades hubiesen obtenido la capacidad de habla. Antaño, cuando ella cazaba, para susbistir, algunos ejemplares que se alejaban por la mina, estos eran seres mucho menos evolucionados, asemejándose en inteligencia a meros cachorros de perro.

    Y llegó el momento que tanto esperaba y temía. Probablemente fuera de la mina estuviese amaneciendo, y el hechizo de olvido tendría lugar… pero a la vuelta del recodo, cuya posición acababa de tomar, todos seguían maravillados por la llegada de Muffled al nido. Ella sabía que no había otra opción que llevarse a la potrilla por la fuerza, y eso implicaba, seguramente, una matanza, pues intuía que esos gusanos de las profundidades pelearían incluso con su vida por mantener a Muffled a su lado.

    —Por supuesto, te quedarás con nosotros —fueron las palabras que el Rey dijo a la pequeña potrilla rojiza.

    Lentamente Gentle elevó sus cascos y estiró con sus dientes unas pequeñas correas ocultas, dejando caer al suelo las prótesis y descubriendo sus verdaderos y deformes cascos. Estos acababan en unos hermosos, afilados y mortales zafiros, clavados antaño por ella misma, atravesando los cascos y la carne para una perfecta sujección.

    Salió de su escondite y entró en el ensanchamiento, dispuesta a todo.

    —¡Muffled Yell! —espetó entre dientes—. ¡Vas a venirte conmigo! ¡AHORA!

    Los gusanos, sorprendidos, miraron alternativamente hacia ella y a lo que parecía ser su Rey. Entonces, a un gesto de este último, se posicionaron formando una fila, para proteger a su alteza y a la potrilla.

    Ella entrecerró los ojos y, bajando la cabeza, cargó contra el grupo.

    Lo que ocurrió a continuación apenas lo podía recordar, siendo más bien como una sucesión de perversas imágenes, donde se veía a sí misma rebanando, pateando, cercernando y destripando todo lo que se le ponía por delante, mientras en sus oídos resonaban los gritos de dolor, angustia y terror de sus víctimas. Algunos, desesperados, rompieron la fila y lanzaron su lengua para intentar sorprenderla y derribarla… pero fue en vano, pues las últimas veces que había cazado a un gusano solitario estos ya intentaron defenderse usando el mismo ataque, y sabía cómo evitar esa ofensiva y contraatacar.

    En cuestión de segundos, de la avanzadilla del pueblo gusano solo quedaban en pié el Rey y lo que parecía una hembra. Todos los demás yacían inertes en el suelo. Ella sonrió ligeramente: la defensa había sido patética, con unos soldados que más bien se asemejaban a potrillos recién nacidos, mientras ella había tenido combates con contrincantes mucho mejores y expertos… y siempre había salido victoriosa. Esta batalla había sido un juego de niños.

    —¡Por última vez, Muffled! —volvió a gritar entre dientes, mientras la sangre de sus víctimas chorreaba por sus costados—. ¡Te vienes conmigo!

    Muffled Yell estaba acurrucada, de puro miedo, en el suelo. El Rey y la hembra bajaron la mirada, sabiendo que no tenían ninguna posibilidad contra aquel ser implacable y malvado. El monarca se acercó a la pequeña potrilla y, con la voz más suave posible, le susurró… o más bien le suplicó:

    —Lo… lo siento —dijo—. Debes irte. No puedes quedarte con nosotros, porque no podemos protegerte del mal. Creíamos que éramos capaces de hacerlo, pero nuestros valientes soldados han sido destruidos. Es hora de que te marches.

    Entonces miró directamente hacia ella y, entrecerrando los ojos, comentó:

    —Solo espero que no la hagas daño. Si así es, ten por seguro que, desde el último recién nacido hasta la hembra más anciana, nos convertiremos en un pueblo guerrero. Y saldremos a por ti. El Gran Poder nos protegerá de la maldad que rezumas, y la justicia prevalecerá. Lo que ha pasado aquí no se olvidará.

    Gentle volvió a mirar iracunda hacia el Rey, pero Muffled se levantó y, temblorosamente, caminó hasta situarse al lado de ella.

    —Es… estoy lista —susurró.

    Cuando se dieron la vuelta, una lengua impactó en la oreja izquierda de Muffled y tiró de ella, haciéndola caer. Gentle se giró hacia la potrilla y levantó su deforme casco para cercenar la extensa lengua.

    —¡Moldtwin! —exclamó el Rey—. Sé que, como matrona, prometiste cuidar de esa potrilla como si fuese una de tus "gusanitas". Pero tienes que dejarla ir, por el bien de todos.

    Sin embargo, la hembra seguía tirando de Muffled. Y ella acercaba aún más su casco a la lengua para reventarla despacio, de la manera más dolorosa posible.

    —Por favor, Moldtwin… —suplicó el monarca—. Sé que te hacía mucha ilusión protegerla… Sé que nunca has superado el hecho de no poder tener hijos. Y sé que por eso te hiciste matrona y has cuidado de los hijos de las demás… Pero por favor, tienes que cejar en este asunto.

    Gentle paró y miró hacia la hembra gusano. "¿No puede tener hijos?", pensó, "¿Y ha dedicado su vida a velar por los demás?... ¿Como yo?". Lentamente, bajó la pata, contrariada. Había estado a punto de herir de muerte a una inocente, a una hembra que, como ella, había sido destruida en vida y, lejos de abandonar, se había erigido como cuidadora y protectora de los demás.

    Entonces, volviendo a elevar la mirada, agarró a Muffled por el cuello y tiró con todas sus fuerzas, hasta que la oreja de la poni de tierra se partió en dos, ante la estupefacción de los dos gusanos y ante los gritos de dolor de la pequeña potrilla.

    —¡VAMOS! —gritó, ignorando los lloros de Muffled.

    Poco a poco abandonaron el lugar, con la potrilla mirando constantemente hacia atrás, disculpándose con la mirada por lo que había tenido lugar, a la vez que se despedía silenciosamente.

    —No llores —exclamó Gentle—, pronto olvidarás esta… masacre.

    Entonces cogió los falsos cascos que estaban a la salida del ensanchamiento y se los puso lo más rápido posible. A continuación siguió su camino, seguida de Muffled, quien caminaba con la cabeza gacha y en completo silencio.

    —Espera aquí —dijo la unicornio, poco después.

    La potrilla levantó entonces la cabeza y miró a su alrededor. Estaban bastante lejos del ensanche donde había tenido lugar la batalla. Ella se acercó a la pared y la examinó hasta que asintió con la cabeza. Haciendo una señal a Muffled para que avanzase un poco, se dio la vuelta y, levantando sus patas traseras, golpeó la pared varias veces, tan fuerte como pudo, hasta que se oyó un ligero temblor. Entonces se apartó del lugar, yendo hacia la pequeña potrilla, mientras que, en el lugar donde había estado golpeando antes, los primeros cascotes caían.

    —Mira hacia otro lado —ordenó, mientras cogía una pequeña piedra picuda. En ese momento, echándose al suelo de lado, clavó la piedra en su costado y la movió hacia atrás, haciéndose una profunda herida, ante la mirada de horror de la potrilla. A continuación se echó del otro lado y repitió la operación. Lo único que expresó, ante el dolor, fue un pequeño siseo.

    —¿Por… por qué has hecho eso? —preguntó temblorosamente Muffled.

    —Para ocultar los restos de sangre —exclamó, señalándose el costado, donde se observaba cómo la sangre que manaba de la herida se mezclaba con la de los gusanos—. Ahora tenemos que trotar para llegar a tiempo…

    —¿A tiempo de qué? —preguntó la rojiza poni de tierra.

    Pero ella ya estaba alejándose, lo más rápido que pudo, en dirección a la entrada de la mina. Muffled bajó la mirada durante un segundo y, apretando los dientes, arrancó al galope.

    Cuando llegaron al acceso principal, pararon. Miró hacia fuera, observando a los ponis, que empezaban a salir de sus casas. Habían salido de la montaña al despuntar el día. Sonrió, sabiendo que habían llegado justo a tiempo. Entonces trastabilló. La pérdida de sangre había sido excesiva. Con un último esfuerzo, salió a la calle principal y cayó al suelo.

    En ese momento, un aura dorada, como si fuese una gran ola, inundó el pueblo, obligando a todos los habitantes de Northwest Mines Town a pararse. Cuando se apagó el aura, todos retomaron el movimiento. Muffled pestañeó y miró a su alrededor. Entonces fijó su mirada en ella y se horrorizó.

    —¿Quién… quién eres? —preguntó—. ¡Por Celestia! ¡Gentle! ¡Estás sangrando! —se acercó y la abrazó, en un intento de darle ánimos—. ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda aquí!

    —Derrumbamiento… —musitó ella, con evidente esfuerzo—. En la mina... Salvé tu vida… Todo está bien…

    Al momento un grupo numeroso de ponis las rodearon. Ella apenas podía mantener abiertos los ojos.

    —¡Muffled! —exclamó una voz masculina. Era Diamond Mining, su padre—. ¡Al fin apareces! ¡Nos tenías preocupados! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estabas? —en ese momento sus ojos se abrieron de par en par, horrorizado—. ¡No puede ser! ¿¡Qué le ha pasado a tu oreja!?

    La pequeña potrilla rozó con su casco su pabellón auditivo y abrió los ojos como platos cuando notó el desgarro. Abrió la boca por la sorpresa.

    —Dejadme pasar —surgió una voz masculina por detrás de la marabunta de ponis—. Necesito atender a los heridos.

    Rápidamente se formó un pasillo. Un semental marrón, exactamente igual que Wise Words, entró en el corredor. Entonces entrecerró los ojos y se acercó con rapidez.

    —Great Doctor —exclamó Diamond Mining—, menos mal que estás aquí. Échale un vistazo a la oreja de Muffled…

    Pero Wise, ignorando tanto a él como a su hija, se había acercado directamente a ella, y se posicionó a su lado. Sacó del zurrón, que tenía cosido una gran cruz roja, unas gasas y, desenrollándolas con rapidez, las apretó contra las heridas.

    —Tranquila —susurró el semental—, aunque has perdido mucha sangre, pronto te recuperarás…

    Y entonces ella cayó inconsciente.

    Gentle cerró los ojos, pensativa. ¿Por qué Muffled había olvidado absolutamente todo? Lo más lógico era que esa yegua recordase su estancia con los gusanos de las profundidades, es decir, todo lo que había ocurrido antes de la masacre. Pero no era así. "¿Y si…?", pensó, "¿Es posible que el hechizo de olvido haya evolucionado por sí mismo, hasta el punto de borrar todo posible recuerdo que termine llegando a una acción 'principal' conmigo?... Ahora lo comprendo todo… Ahora sé por qué Ruby Rose se…".

    Entonces volvió a abrir los ojos y levantó la mirada. Extrañada, miró a su alrededor. Estaba en el Salón del Trono del subsuelo de su casa. Entrecerró los ojos, preguntándose cuánto tiempo llevaba en esa habitación, aunque sabía por qué, inconscientemente, se había dirigido allí. Miró hacia el centro de la gran sala y vio al gran maniquí disfrazado de Celestia, sentado orgullosamente en el trono. Gruñendo, Gentle trotó hasta situarse a su lado.

    —¡Tú! —gritó—. ¡Maldita seas, Celestia! ¡Mis amigas han estado a punto de morir… y tú, mientras tanto, sentada en un trono que no te mereces! ¡Después de lo que han hecho ellas por ti! ¡Después de lo que he hecho yo por ti!

    Levantó una pata, dispuesta a asestar un golpe mortal en la cabeza de la figura, que la miraba con una mezcla de superioridad y estupidez. Cogió impulso e intentó atravesar el maniquí, pero paró a escasos centímetros. Lentamente volvió a bajar la pata, mientras su cara se relajaba ligeramente. Volvió a pestañear, frustrada por ser incapaz de ejecutar su venganza.

    Dándose la vuelta, encaró el camino hacia la puerta de salida. Entonces paró y, elevando la cabeza, exclamó:

    —¡Está bien, seguiré tu juego…! ¡Pero te advierto una cosa: Si a alguna de ellas le pasa algo, cualquier cosa… Reza lo que sepas, porque, por primera vez, la rabia superará el miedo… Y, entonces, no habrá absolutamente nada que te salve de mi cólera!

    FIN DEL CHAPTER 1x14

    A la memoria de mi gata Iris: Tanto en los buenos momentos como en los malos, tú has sido la mejor amiga que he tenido nunca. Siempre te echaré de menos.

    26. 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 1

    Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

    Este es un fanfic de fan para fans.

    Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

    +A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

    -Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

    -LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

    +Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

    Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

    Capítulo dividido en 6 partes.


    Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Dark/Oscuro] - [Sad/Triste] - [Crossover]


    MY LITTLE PONY

    PARALLEL STORIES

    Chapter 1x15

    Visita (In)esperada

    Parte 1

    Los primeros rayos del día comenzaban a incidir sobre Northwest Mines Town cuando la puerta de la casa de la "Abuela Terror" se abrió con un chirrido. La primera en salir de allí fue Flashing Hooves, quien estaba acariciando con la mejilla una gran ballesta. Detrás de ella, Undying Knowledge, Fast Feather y Shiny Eyes se atropellaban junto a la puerta, pugnando entre ellas por ver quién era la siguiente en abandonar el lugar. A continuación, y andando de forma más parsimoniosa, Shadow Hammer sonrió. Por último, Gentle Colors caminaba con un andar cansino, como si no quisiera volver a la calle.

    —¡Al fin te tengo, "Allons-Y" Alonso! —exclamó eufórica Flashing—. ¡Te he echado táaaaanto de menos...!

    —Oye, oye... que nuestros regalos tampoco han sido moco de pavo —expresó Shiny, con una falsa cara de enfado.

    —Que sepas que ya me gustaría que me hubiesen regalado a mí la mitad de lo que has recibido hoy —dijo Knowledge—. Eres una desconsiderada, pequeña...

    —¡Oh, vamos! —comentó Shadow, manteniendo su sonrisa—, parece que nunca habéis celebrado un cumpleaños... Hay ciertos regalos que, de primeras, siempre hacen más ilusión que los demás.

    —Shadow tiene razón —añadió Gentle—. Dejad que la potrilla disfrute... Ya valorará el resto de presentes a su debido momento.

    —Pero es que... —Shiny se quejó, esta vez en serio— los regalos que le hemos hecho las demás han sido geniales.

    —Estoy con Shiny —habló Feather—. No es ya el catálogo de descuentos que le he regalado —declaró con un tono triste—, sino las pulseras de pata de Shiny, el juego de piezas para los trucos mágicos de Shadow y el libro de Gentle...

    —Tranquila, Feather —indicó la joyero—. Tu regalo no es ni mucho menos tan "malo". De hecho, quizás sea el mejor de todos, porque en esa revista de compras hay absolutamente de todo. Recuerda que en el número anterior compramos la televisión.

    En ese momento Feather y Knowledge, quien también estaba escuchando, bajaron la cabeza, apenadas.

    —No me lo recuerdes —dijo la pegaso-cartero.

    —Lo que quiero decir —cortó la dorada pegaso—, es que no solo tiene descuentos maravillosos, sino que, a pesar de que ese catálogo es exclusivo para carteros, el que has regalado a Flashing está preparado para que ella lo use. Eso es increíble... y lo has hecho.

    —Pero es que... —siguió lamentándose Feather—, una revista de descuentos simplemente no se puede comparar a lo que le ha dado Gentle: un libro de trucos de nosequién.

    —Un compendio de trucos mágicos de Star Swirl the Bearded —exclamó la unicornio de dos colores, con un leve deje de orgullo—. De hecho, fue el primer libro que escribió. Aunque después despreció haberlo realizado y acabó destruyendo casi todos los ejemplares. El ejemplar que le he regalado es una de las pocas unidades que escaparon de su ira. Pero no solo eso, sino que es el tomo que mejor se ha conservado.

    —¿Ves? —preguntó irónicamente Feather, volviendo a bajar la cabeza.


    Pero Gentle no la escuchó. Ni siquiera se fijó en la mirada fulminante que le dedicó Shiny... y continuó hablando, como si se hubiese aprendido las palabras de carrerilla:

    —Me ha costado cielo y tierra conseguirlo —dijo—. Y he peleado lo indecible con otros que también lo querían... Incluso Celestia se empeñó en obtenerlo para la Biblioteca de Canterlot... Pero yo deseaba que lo tuvieses tú.

    —¡Gentle Colors! —rugió Shiny—. ¿¡Acaso estás sorda!? Hay alguien aquí que está acomplejada y tú te vanaglorias del regalo que le has hecho a Flashing…

    —Ella tiene razón —exclamó Shadow—. Para ya, por favor.

    La unicornio de dos colores se paró y, mirando sorprendida a las dos yeguas, bajó la cabeza.

    —Lo siento —musitó—. Simplemente quería reflejar lo mucho que me había costado conseguir el libro, pero creo que lo mejor es que me lo lleve a casa, haga una transcripción para Flashing, y entregue el original a la Biblioteca de Canterlot.

    —No me refería a eso… —comentó la dorada pegaso—, pero bueno, haz lo que más te plazca —entonces se posicionó delante de la yegua del cuerno roto y la miró fijamente a los ojos—. Por cierto, que sepas que no me gusta nada esa rivalidad que tienes contra la Princesa Celestia. El hecho de que ella no haya podido devolverte a tu color original no significa que sea la culpable de todo. No es tu enemiga, métetelo en tu cabeza —expresó, tocando intermitentemente la frente de la unicornio de dos colores, siguiendo el ritmo de sus palabras.

    Aquello fue demasiado para Gentle quien, apretando los dientes, arrancó el tratado del zurrón de Flashing y se marchó hacia su casa, sin dirigir una palabra a nadie. Shiny se entristeció, bajando la mirada, pero volvió a levantarla al sentir una pata sobre sus hombros. Era Feather.

    —No te preocupes —dijo la pegaso-cartero, volviendo a poner la pata en el suelo—. Se le pasará, como se me pasará a mí.

    —No sabía que se iba a poner así… —se lamentó la joyero—. Y me fastidia, porque lo estábamos pasando tan bien… Tanto que, de hecho, ni siquiera me he acordado de decir que es hoy cuando mi abuela viene a visitarnos…

    —Tranquila, Shiny —exclamó Knowledge acercándose a ella, hasta pasarle una pata por los hombros—. Deberías saber que Gentle siempre está bien.

    Como respuesta a sus palabras, un ensordecedor gruñido, mezcla de rabia y desesperación, resonó por todo el pueblo. Provenía del interior de la casa de la unicornio de dos colores.

    —¿Ves? —la historiadora apretó aún más la sujeción mientras sonreía de forma inocente—. Está perfectamente…

    Una pata de color verde esmeralda, temblorosa y llena de arrugas, abrió poco a poco el gran portalón del salón del trono. La anciana pegaso, a la que pertenecía dicha extremidad, se acercó al gran y acolchado sillón, donde se hallaba la Princesa Celestia. Ésta, que la había visto, hizo una señal a su chambelán, quien aún seguía relatando los puntos del día de la agenda real, para que les dejase a solas. Éste obedeció instantáneamente, callando al momento y recogiendo rápidamente los papeles del memorándum para marcharse.

    La vieja yegua se posicionó delante de la escalinata y, acompañada de un sinfín de crujidos óseos, se postró hasta llegar al suelo. Rápidamente, uno de los dos soldados reales que custodiaban el trono, se acercó hasta ella y le ayudó a levantarse.

    —Su Majestad… —declaró la verdosa poni—, terminé su pedido.

    —Lo siento —respondió la monarca, bajando los peldaños hasta posicionarse junto a la anciana—. Tendría que haber supuesto que esas piezas tan antiguas estarían dañadas y habértelas dado antes. Por mi culpa te has retrasado en tu visita.

    —No se preocupe, Su Alteza —la octogenaria pegaso volvió a inclinarse, con una nueva melodía de chasquidos—, otra vez será… Supongo que, si mi edad lo permite, podré buscar otra fecha para visitar a mi nieta.

    La Princesa Celestia, dándose la vuelta, sonrió ligeramente: a pesar de las circunstancias, esa yegua estaba jugando al chantaje emocional. Pero las dos sabían que en realidad la joyero era mucho más fuerte de lo que parecía, de tal forma que este viaje no sería ni mucho menos el último que realizaría en su vida. Incluso era probable que la anciana sobreviviese a todo cuanto se le pusiera por delante durante unos cuantos lustros más. Simplemente era demasiado cabezota como para permitirse dejar este mundo sin ofrecer resistencia.

    —Sería una lástima que, por una imprecisión mía, no pudieses hacer la visita que tanto has ansiado estos últimos días, mi querida Polished Emerald —dijo Celestia, volviéndose a girar para mirar, con una gran y cálida sonrisa, a la anciana pegaso—. Debería haber esperado a tu regreso para arreglar el conjunto antiguo de Joyas Reales. Por lo tanto, permíteme ofrecerte el Carruaje Real para que realices el viaje. Es lo mínimo que puedo hacer ante un trabajo tan rápido y eficiente.

    —¡Por Celestia! —exclamó la yegua de color esmeralda—. No… no… No puedo permitir tal halago… Solo soy una súbdito agradecida por tener el inmenso honor de servirla.

    —Solo deseo que llegues a tiempo para ver a tu nieta —respondió la alicornio, sin perder la sonrisa—. Últimamente toda Equestria está muy tranquila, y no tengo programada ninguna visita de cortesía en los próximos días. De todas formas, me sentiré mejor si te acompañan cuatro valientes y fornidos soldados.

    Los ojos de Polished se torcieron ligeramente al escuchar esas palabras. "Valientes y fornidos soldados", pensó, dejando escapar ligeramente su imaginación.

    —A… Acepto gustosamente —susurró tímidamente la joyero.

    La risa de Celestia resonó por toda la estancia. Fue una expresión cálida, alegre, que invitaba a compartir las mismas sensaciones. Definitivamente, aún le quedaba mucha energía a Polished Emerald.

    —De hecho —prosiguió la monarca—, también irá Shining Armor, el Capitán de la Guardia Real… Aunque deberías saber que él está prometido, así que trátale bien.

    La anciana pegaso se sobresaltó ligeramente.

    —Ma… Majestad —exclamó—. Creo que me ha confundido usted con otra… Yo no soy así…

    La risa de Celestia resonó aún más fuerte.


    Los gruñidos se habían apagado cuando Shiny se acercó a la casa de Gentle. Al poner el casco sobre la puerta para llamar, ésta se abrió ligeramente. La dorada pegaso se extrañó, pues era algo inverosímil que la unicornio de dos colores se hubiese dejado la puerta sin cerrar. Con sumo cuidado, abrió del todo la puerta y entró.

    —¿Ho… Hola? —preguntó al aire.

    Como respuesta, de la habitación del fondo Gentle salió rápidamente, portando con sus pata delantera derecha un gran número de pergaminos, así como redomas de tinta y vaias plumas.

    —Ah, eres tú —exclamó ésta, mientras dejaba ordenadamente los utensilios en el suelo del salón—. No te he oído entrar…

    —La puerta estaba abierta… —susurró la joyero. Entonces observó que Gentle sacó un pergamino del montón, empezó a estirar el resto de pergaminos y, finalmente, se echó sobre ellos, con cuidado de no doblar las puntas—. ¿Qué estás haciendo? —preguntó.

    —Aplanando los pergaminos —contestó la unicornio de dos colores—. Tengo que escribir por las dos caras, y para ello el papel debe estar completamente llano y abierto.

    —¿Y para ello necesitas usar el cuerpo? —inquirió Shiny—. ¿No valdría igual usar una piedra? ¿O un mueble? O algo específico.

    —Estoy acostumbrada a hacerlo así —declaró Gentle—. Me resulta más cómodo y, con solo meter un poco el casco, puedo sacar fácilmente el siguiente pergamino.

    —Qué curioso… —susurró la dorada poni. Entonces pudo percibir que su amiga no le estaba atendiendo.

    —Hmmm… —expresó la yegua del cuerno roto, pensativa—. ¿Qué crees que debería usar, Shiny? ¿Tinta negra o de fantasía?

    —¿De… fantasía? —musitó extrañada la pegaso. "¿Existe eso?", pensó.

    —Tienes razón —respondió Gentle—. A pesar de que es un libro de trucos baratos, no es algo para tomárselo a broma… Por lo tanto, la tinta negra será más apropiada. Aunque creo que usaré también tinta azul para poner los pies de página, porque, por lo que he visto por encima, hay expresiones obsoletas que Flashing no entenderá. Es una pena, la verdad… —declaró, con un tono irónico marcadamente mal disimulado.

    —¿A qué te refieres? —Shiny estaba comenzando a creer que en realidad estaba siendo una mera comparsa en un monólogo de su amiga.

    —¿A qué va a ser? Al libro —contestó la unicornio de dos colores—. Es un ejemplar muy valioso, de muchos siglos de antigüedad. Y fue el primer tratado que escribió el mayor genio en la magia de toda la Historia. Incluso es posible que, después de escribirlo, Star Swirl the Bearded obtuviese su Cutie Mark. Seguramente no lo percibas, pero debes saber que cada página, cada palabra, cada letra de este libro tiene una impronta mágica muy poderosa.

    —Ahá… —exclamó la dorada pegaso, aún extrañada. "¿Eso cómo es de importante?", caviló.

    —Pero tenéis razón —continuó hablando Gentle—. Pero, a pesar del tono con el que me expresé antes, no pretendía exhibirme, sino que intentaba que Flashing comprendiese el infinito valor de lo que tenía entre sus cascos. Aunque creo que lo mejor será hacer una copia para ella, y entregar el original a la Biblioteca de Canterlot, para que sea incluido entre los incunables… De todas formas, también es cierto que la copia que tendrá nuestra prestidigitadora será menos… trascendente que el original, porque su copia será mucho más moderna, y mi impronta mágica es mucho menos poderosa.

    —Haces bien… —expresó Shiny sin mucho convencimiento. Tomó aire y, pestañeando lentamente, espetó—. Pero… ¿Qué más da la impronta mágica? Es un regalo que le vas a hacer con todo tu cariño, y además usarás tu tiempo y tus propios cascos para escribirlo. ¿No es acaso eso más importante que un libro hecho por un unicornio que lleva muerto décadas, o puede que incluso siglos? Él no conocía a Flashing, mientras que tú sí. Y eso es lo realmente importante: tú puedes hacerle un regalo hecho con el corazón, no con el dinero. Aún estás a tiempo de hacer algo maravilloso… y veo que estás haciendo lo correcto.

    —Siglos… —soltó la unicornio de dos colores.

    —¿Qué? —preguntó la dorada pegaso.

    —Star Swirl The Bearder pertenece a la época del Gran Éxodo —explicó Gentle—. De hecho, si has asistido alguna vez a la obra de teatro del Heart's Warming Eve, en el que se muestra la Historia de cómo se creó Equestria, te habrás dado cuenta de que Clover the Clever era su aprendiz.

    —Entiendo… —volvió a musitar la joyero.

    —Pero un día Star Swirl desapareció… y jamás se supo más de él —siguió comentando la yegua del cuerno roto—. De todas formas, apenas se conoce nada sobre él. Es un misterio todo lo referente a quién fue y lo que pasó con su vida… Únicamente conocemos su existencia por su legado. Y precisamente por eso este libro es tan especial. Tanto, que Flashing podría comprarse su propio reino si algún día decidiese venderlo… Pero ya no podrá ser, porque lo que obtendrá es una copia de una don nadie… con pies de página y mejores explicaciones, sí… pero de una don nadie.

    —No te castigues… —pidió Shiny, insegura de si estaba cayendo en un juego o no.

    —No lo hago —exclamó Gentle—. Simplemente señalo la calidad del regalo y lo comparaba a lo que ella —señaló hacia la calle principal— y todas vosotras queréis que haga. Yo no soy quién para compararme al mayor hechicero de la Historia.

    —Sí, te estás castigando —reclamó la dorada pegaso.

    —Como quieras… —expuso la unicornio de dos colores—. De todas formas, me gustaría saber cuál ha sido el motivo por el que has venido. Lógicamente, no ha sido para discutir conmigo, pues eso lo podríamos haber hecho fuera. Además, tu entonación tranquila y amigable con el que estás conversando, me lleva a indicar que ya no estás irritada conmigo. Y, por último, debo suponer que no es algo urgente, porque, si lo hubiese sido, lo habrías comentado nada más entrar. Por lo tanto, la única opción posible que queda es que deseas decirme algo medianamente superfluo, y no has podido hacerlo por mi monólogo. Lo siento. Es algo que a veces me ocurre, sobre todo cuando estoy ligeramente ofuscada.

    En ese momento, Gentle empezó a sonreír. Su sonrisa, lejos de ser completamente sincera, parecía más bien una mueca largamente practicada ante un espejo. El silencio dominó entonces el lugar. Shiny supo entonces que su amiga esperaba a que ella confesase el motivo por el que había entrado en su casa.

    —¡Ah, sí, sí…! —soltó de repente la dorada pegaso—. Venía a decirte que mi abuela viene hoy a visitarme, así que…

    Antes de que la joyero terminase de hablar, la unicornio de dos colores abrió los ojos como platos.

    "¿La… La abuela?", pensó, "¿Tan pronto?".

    Con un brinco, que más bien pareció un estremecimiento, la yegua del cuerno roto se levantó. Los pergaminos que estaban bajo su cuerpo volvieron a plegarse, dando un pequeño salto y emitiendo una serie de crujidos, semejantes a los quejidos de un anciano. La redoma de tinta cayó hacia un lado, manchando el suelo y parte de dos papiros. Sin embargo, el libro de Star Swirl The Bearder, que aún reposaba sobre el pequeño atril, afortunadamente no se vio afectado por este hecho, aunque sí sufrió un repentino golpe, al ser asido, con celeridad, por el casco de la unicornio de dos colores.

    —¡Muchas gracias! —espetó Gentle—. Y ahora, si me disculpas, tengo que prepararme…

    Acto seguido, y sin dejar que Shiny replicase nada, la yegua del cuerno roto la apremió a abandonar su casa, cerrando la puerta detrás de ella. Entonces, dándose la vuelta, la dorada pegaso, malhumorada, sacó la lengua hacia la puerta, mientras que, con sus cascos, pateaba el suelo.

    —Hola Shiny —dijo una voz masculina a espalda—. Veo que has sido presa de un hechizo de vuelta a la infancia…

    Rápidamente la joyero, totalmente avergonzada, se giró para descubrir quién había dicho eso. Wise Words le miraba con una expresión jocosa pero tranquilizadora.

    —No… No… —balbuceó la dorada pegaso para, seguidamente, marchar al galope lo más lejos posible de allí.


    —Quizá debería ajustarlo para dispare con menos fuerza —Knowledge seguía trasteando la ballesta en mitad de la calle, ante la atenta mirada de Flashing y de Shadow.

    —¿Por qué? —preguntó la potrilla unicornio—. ¿No te fías de mí?

    —Sabes perfectamente que esto no es un juguete —reflejó la historiadora—, sino un arma diseñada para matar.

    —¿Entonces por qué me lo has regalado? —inquirió la prestidigitadora—. ¡Ah, es verdad! En realidad lo que querías era que yo lo rechazase, para poder añadirla a tu colección. ¡Qué lástima que el tiro te saliese por la culata! —exclamó de forma completamente irónica.

    —Knowledge tiene razón, Flashing —intervino Shadow—. Es un objeto peligroso, aunque también es cierto que no debería siquiera haberse construido, ¿verdad? —inquirió, mirando fijamente a la blanca poni de tierra.

    —¡"Allons-Y" Alonso no es peligroso! —la pequeña unicornio se enfurruñó—. ¡Y me estáis subestimando! ¡De Shadow podría esperármelo, pero me duele saber que ni siquiera tú confías en mí! —Flashing miró inquisitivamente a Knowledge—. ¡Ya me he hartado, me voy! —y, diciendo eso, agarró la ballesta y, poniéndola sobre su lomo, trotó hasta su casa, mientras mantenía, durante todo el camino, la cabeza erguida en señal de orgullo.

    Tanto la historiadora como la herrero se miraron y, cuando la primera abdicó, sabiéndose culpable de la situación, la segunda sonrió. Entonces las dos se dirigieron al hogar de la prestidigitadora para disculparse.


    Fast Feather seguía ordenando el correo y metiéndolo en el zurrón. Lo hacía instintivamente, porque su cabeza seguía en otro lado. De hecho, ya se sentía así cuando salió de la casa de la "Abuela Terror", al darse cuenta que su regalo no era, ni por asomo, tan espectacular o necesario como el grimorio que Gentle Colors había regalado a Flashing.

    Cuando terminó de colocar las cartas, suspiró y, mostrando una forzada sonrisa, abrió la puerta y salió de casa. El tiempo que hacía en la calle acompañaba al optimismo, por lo que la pegaso-cartero se contagió de la luz y el calor, hasta tal punto que su sonrisa terminó convirtiéndose en algo natural, dejando de ser una mueca forzada.

    Poco a poco empezó a repartir el correo y, según iba avanzando en la tarea, más a gusto consigo misma se sentía. Sin duda, esa era la vida que más le agradaba, pues le encantaban los gestos de alegría y sorpresa de los demás, cuando recibían una carta de un familiar o amigo lejano. Aunque también era cierto que, cuando era un recibo o un impuesto lo que ella les daba, los ponis torcían el gesto con desagrado. Afortunadamente, esto último se producía escasas veces.

    Llegó a casa de Shiny y llamó a la puerta. La dorada pegaso abrió casi de inmediato, sorprendiéndose de ver a su amiga ofreciéndole una carta. Abriendo la misiva a continuación, leyó por encima el texto y, abriendo aún más su boca y sus ojos, exclamó:

    —¡No viene! ¡Mi abuela dice que no viene!

    Rápidamente, la joyero se metió en la casa y cerró la puerta, para volverla a abrir instantes después.

    —¡Avisa a las demás! ¡Yo me voy a despotricar sobre por qué no quiere verme! —comentó, cerrando la puerta justo después—. ¡No puedo creerlo, no va a venir! —se empezó a oír en el interior de la casa.

    Feather se encogió de hombros y siguió su ronda. Aunque sabía que debía avisar a las demás del grupo, repartir el correo diario era una tarea más prioritaria.


    —¡Shhhh! —chitó Knowledge, una vez llegó a casa de Flashing—. Primero vamos a mirar por la ventana, a ver qué está haciendo…

    Shadow simplemente se encogió de hombros. A pesar de que no le gustaba curiosear las intimidades de los demás, sabía que, si le comentaba su recelo a la historiadora, ésta se enfurruñaría y se pondría en su contra, lo cual era algo que le gustaba aún menos.

    La historiadora empezó a moverse por el lateral de la casa, irguiendo la cabeza hasta límites imposibles cuando cruzaba por delante de cada ventana. Desafortunadamente para ella, todas las cortinas estaban perfectamente cerradas, sin dejar ningún resquicio por el que ver el interior. Abatida, y ligeramente irritada, la blanca poni de tierra terminó de rodear la casa y volvió a posicionarse delante de la puerta. Con un suspiro, se relajó de nuevo y, mostrando una sonrisa inocente, llamó a la puerta.

    —¡Un momento, ya voy! —se escuchó en el interior.

    Shadow, que acababa de llegar a su vez del rodeo a la casa, notó cierta extrañeza e impaciencia en el tono de voz de la potrilla unicornio.

    —Creo que no es buena idea —comentó—. Parece ser que está muy ocupada y le ha molestado que la hayamos interrumpido.

    —Cualquier momento es bueno para disculpase —respondió Knowledge—. De todas formas…

    Pero no pudo terminar la frase, pues la puerta se abrió con un quejido. Tanto la herrero como la historiadora se sorprendieron ligeramente: ¿cuándo había llegado Flashing a la puerta? Lo normal es que ella corretease de tal forma que se podía saber a ciencia cierta en qué posición del interior de la casa estaba en cada momento.

    —¡Hola, chicas! —exclamó la prestidigitadora, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Venís a ver mis avances en el último truco?

    Tanto Knowledge como Shadow se miraron aún más extrañadas: ¿cuándo había tenido tiempo la pequeña unicornio de preparar un truco nuevo, si llevaba apenas unos pocos segundos en el interior de su casa?

    —¡Por supuesto! —contestó la blanca poni de tierra, movida por la curiosidad—. Sabes que me encanta ver tus progresos…

    Pero dejó inmediatamente de hablar, pues Flashing acababa de sacar la ballesta de un lugar oculto a la vista y apuntaba con ella directamente entre los ojos de la historiadora. Shadow, que estaba tan estupefacta como su amiga, empezó a levantar la pata, para desviar el arma.

    —¡No te muevas! —instó la pequeña unicornio, acercando su casco a la llave de la ballesta, mientras cambiaba su expresión alegre a uno de concentración, aunque bien podría calificarse de completo disgusto.

    Antes de que la herrero o Knowledge lograsen reaccionar, la prestidigitadora accionó el disparador. La flecha fue lanzada entonces con toda la fuerza que era capaz de imprimir un arma de esas características, y máxime si ésta era de calidad, como era el caso.

    Los ojos de la historiadora comenzaron a abrirse, mientras que sus pupilas e iris se redujeron al mínimo. Iba a morir asesinada, y su ejecutora era su mejor amiga quien, sin duda, estaba completamente despechada por una tonta discusión. "Si me hubiese disculpado a tiempo…", pensó la blanca poni de tierra.

    Shadow, a su vez intentó, por todos los medios, imprimir más velocidad a su casco. Debía alterar la trayectoria de la saeta, para evitar que Knowledge quedase malherida, o algo mucho peor. Incluso se le pasó por la cabeza interponerse en la trayectoria, para llevarse ella todo el impacto, y así evitar que la prestidigitadora hiriese a su mejor amiga, algo de lo que sin duda se arrepentiría toda su vida. Pero todo transcurrió tan rápido que apenas le dio tiempo a moverse.

    Sin embargo, cuando la saeta estaba a escasos milímetros de la cabeza de Knowledge, una voluta de humo negruzco la envolvió y, con una pequeña explosión, simplemente desapareció. Al instante siguiente, por detrás de la potrilla unicornio, el dardo volvió a aparecer de la nada y, dirigiéndose en sentido contrario, se clavó en el centro de una diana colocada, a tal efecto, sobre la pared.

    —¿Te ha gustado? —preguntó Flashing, volviendo a sonreír, como si lo ocurrido no hubiese conllevado riesgo alguno.

    —¿¡ESTÁS LOCA!? —gritó la historiadora, totalmente fuera de su casillas—. ¿¡ACASO QUERÍAS MATARME!?

    —¿Qué pasa? —preguntó la pequeña unicornio, con un tono de candor—. ¿Es que no está bien realizado el truco mágico?

    Para responderle con contundencia, Knowledge aspiró una gran cantidad de aire, pero Shadow habló primero.

    —Flashing —dijo con tranquilidad—, ¿qué hubiese pasado si hubieses fallado?

    —Pero no iba a fallar, porque he entrenado mucho —fue la respuesta de ésta—. Durante muchos días, he estado practicando con piedras, y en ese tiempo solo se han roto una o dos ventanas…

    —Pero una saeta es mucho más rápida que una piedra —comentó la herrero, colocándose justo delante de Knowledge, quien estaba bufando de rabia y soltando bocanadas de aire por sus hoyuelos—. Si no te hubiese salido el truco, ahora Knowledge estaría…

    —¡ESTARÍA MUERTA! —chilló la historiadora, apartando de un empujón a Shadow, para encararse con Flashing—. ¡Y tendría un dardo atravesándome la cabeza!

    —¡Eso no iba a ocurrir porque he entrenado, y no haría este truco si no estuviese totalmente segura de que iba a salir todo bien! —respondió la potrilla, que también estaba empezando a enfadarse—. ¡Pero veo que ni siquiera os habéis dado cuenta de que no he dicho la frase de siempre! ¡Solo os quedáis con la parte que os interesa!

    —Knowledge tiene razón —intervino la herrero—. Ha sido algo muy peligroso, pero afortunadamente ha salido bien, ¿no? —comentó, mirando alternativamente a Flashing y a la historiadora—. ¡Un momento! —exclamó sorprendida—. ¡Es cierto, no has dicho lo de "Nada por aquí..."!

    —Eso es porque es tan estúpida que no puede hacer dos cosas a la vez —cortó Knowledge, malhumorada.

    —Pues para tu información —contestó la prestidigitadora—, es porque he estado practicando también esa parte, y resulta que no me hace falta decir las palabras mágicas para que el truco funcione... Con hacerlo antes, es suficiente, incluso con horas de adelanto.

    Knowledge alzó las cejas, sorprendida. Aparcando momentáneamente su enojo, se acercó a Flashing y espetó:

    —¡No me digas que ahora ni siquiera vamos a tener tiempo de escondernos antes de que tus artilugios nos pongan en peligro! ¡Por lo menos antes avisabas con esa cantinela estúpida...!

    —No es necesario que te pongas así, Knowledge —dijo Shadow—. Vale, lo que ha pasado ha sido un error que, por suerte, no ha tenido fatales consecuencias. Pero no volverá a ocurrir, ¿verdad? —inquirió, mirando fijamente a Flashing.

    —No, no lo repetiré —la pequeña unicornio bajó la mirada, apenada. Ahora comprendía el daño que le había hecho a Knowledge, daño que había obligado a la historiadora a expresarse con esa dureza.

    —No te pongas encima de su parte —bufó la blanca poni de tierra.

    —No me estoy poniendo ni de su parte ni de la tuya —expresó la herrero—. Lo hago por el bien común. No me gusta que dos amigas se enfrenten por una tontería...

    —¿¡Tontería!? —preguntó Knowledge, usando un tono completamente exagerado—. ¡Cómo se nota que no has sido tú la que ha estado a punto de ser ensartada con la saeta!

    —Para tu información —declaró Shadow, que estaba empezando a molestarse—, iba a interponerme en la trayectoria de disparo, para salvarte.

    —¿Y por qué no lo hiciste? —inquirió la historiadora.

    —Porque no me dio tiempo —fue la respuesta que dio la yegua de color oscuro—. De todas formas, creo que lo mejor es zanjar lo antes posible este problema —miró entonces a Flashing quien, al sentirse observada, alzó los ojos—: Flashing, lo siento mucho, pero creo que lo mejor es que nos deshagamos de esa ballesta.

    —¡NO! —gritó la pequeña prestidigitadora—. ¡"Allons-Y" Alonso es mi regalo! ¡Prometo que lo cuidaré mejor a partir de ahora, y no haré nada que suponga un peligro para nadie!

    —Me parece una sabia decisión —comentó Knowledge, respondiendo a la recomendación de Shadow.

    —¿Es que no lo comprendes? —preguntó la herrero, aún irritada—. Si no hacemos algo con este asunto, seguramente, tarde o temprano, ocurrirá una desgracia… —antes de que Flashing respondiese, Shadow siguió hablando—. Sí, tarde o temprano, porque, si dejamos pasar esto como si nada hubiese ocurrido, sé que terminarás relajándote y dejarás la puerta abierta a que ocurra algo parecido de nuevo, y esa vez con fatal desenlace.

    —Por favor… —suplicó la potrilla—, no me hagáis esto…

    —Sé lo que intentabas hacer —exclamó la historiadora—: como hoy viene la abuela de Shiny, estabas preparando un truco especial para dejarla asombrada... Y, por eso mismo, estoy completamente segura que tu promesa de no volverlo a hacer es mentira. ¡Dame ahora mismo la ballesta! —chilló mientras alargaba la pata, esperando a que Flashing comprendiese la verdad y pusiese, de buena gana, el arma sobre el casco.

    Pero la respuesta que hizo la prestidigitadora la sorprendió, al igual que a la herrero. Flashing, con una rapidez embriagadora, reculó ligeramente hacia atrás y cerró la puerta, poniendo el cerrojo a continuación.

    —¡No me quitaréis a "Allons-Y"! —se oyó a la pequeña unicornio decir a través de la madera—. ¡Dejadme en paz!

    Knowledge, roja de rabia, tomó aire para gritar, pero una voz femenina surgió detrás de ella.

    —La abuela de Shiny no va a venir...

    Tanto la historiadora como Shadow giraron al unísono su cabeza. Incluso Flashing, desde el interior de la casa, movió ligeramente la cortina, para enterarse mejor sobre lo que acababa de comentar la novedosa pero familiar voz. La que había hablado era Feather, quien, aunque estaba tan asombrada como las otras tres, el motivo de su sorpresa había sido por la desmedida y repentina reacción que había tenido lugar por parte de las demás.

    —¿Cómo que no viene? —preguntó Shadow, que había sido la primera en retornar a su estado natural.

    —Hace un rato le he entregado una carta de su abuela —declaró la amarillenta pegaso—, que ha leído. Entonces me ha dicho que os avise de que su abuela está muy ocupada y no va a poder venir a Northwest Mines Town para visitarla.

    —Vaya por Celestia... —se lamentó Knowledge—. Con la ilusión que le hacía a la pobre...

    —Menudo varapalo —comentó Shadow, también apenada.

    La puerta de la casa de Flashing se abrió ligeramente, apareciendo a continuación, por el umbral de la puerta, la cabeza de la pequeña prestidigitadora.

    —¿¡Cómo!? —inquirió—. ¿Y ahora qué voy a hacer con mi sesión especial de trucos que tenía preparad...?

    Pero no pudo acabar la frase, porque notó cómo la mirada furiosa de Knowledge había vuelto, y estaba completamente centrada en ella. Con igual rapidez que antes, volvió a retroceder y empujó la puerta para cerrarla de nuevo, pero la historiadora, que se había movido a una velocidad aún mayor, intentó impedirlo empujando a su vez desde fuera.

    —¡Da...me... la... ba...lles...ta! —chilló entre dientes.

    —¡No! —la potrilla unicornio gritó a su vez, con un ligero tono de tristeza.

    Tanto Shadow como Feather voltearon los ojos e intentaron calmar la situación.


    —Ah... Así que tú eres el mozalbete que me va a acompañar, ¿no? —comentó Polished Emerald, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras se acercaba a la comitiva de valerosos soldados que la esperaban junto al Carruaje Real, en el jardín.

    Debía reconocer que esta vez la Princesa Celestia se había superado. No solo iba a viajar con varios guardias del Ejército Real, sino que el mismísimo Capitán estaría con ella en todo momento. Y, por eso mismo, el corazón le latía de forma acelerada, algo que no era ni mucho menos casual: el semental que tenía delante era la viva imagen de un esbelto dios apolíneo, de líneas completamente definidas, con unos músculos perfectamente marcados, de mirada realmente embriagadora, con unos gestos de patente seguridad... Simplemente era demasiado para ella. Incapaz de mantenerse erguida, trastabilló, presa de una flaqueza emocional. Afortunadamente para ella, Shining Armor se movió con celeridad y, pasando su propia pata por la parte superior del pecho de la anciana, evitó que ésta cayese al suelo. La pegaso disfrutó especialmente de ese momento.

    —Debería tener cuidado, señora —aconsejó el blanco unicornio—. A su edad, cualquier traspiés puede ser especialmente peligroso… —entonces notó, a través de su pata, la desbocada cadencia del corazón de la octogenaria—. Ha debido asustarse, está sofocada…

    —Es… —la vetusta yegua se incorporó poco a poco, manteniendo todo el rato la pata del semental sobre su pecho. De hecho, al terminar de levantarse, atrapó dicha extremidad con sus propias patas, para apretar aún más y sentir cada formación de esa férrea columna sobre su desgastado torso—. Es porque has cambiado tanto…

    —¿Cambiado? —preguntó el Capitán, extrañado.

    —Te conozco desde que eras un pequeño potrillo —respondió Polished—, cuando correteabas por los jardines de Palacio, emulando a tus ídolos, los soldados.

    Shining Armor recordó viejos tiempos, y sonrió. Efectivamente, tal como acababa de comentar esa anciana, alguna vez había entrado al Palacio para espiar, y así descubrir los secretos de los guardias, pues estaba completamente seguro que tenían un lugar de entrenamiento en algún lugar del patio. Pero, hasta ese momento, creía que sus incursiones habían sido secretas. Por lo visto, esa pegaso había sido testigo de quién sabe cuántas expediciones había hecho él.

    —Veo que sabe mucho de mí —expresó el blanco unicornio— pero, desafortunadamente, yo a usted…

    —Es lo que tiene ser la joyero real —cortó Polished—, que nunca dispongo de tiempo para salir de Palacio, mas que en contadas ocasiones —hubo un pequeño silencio incómodo, que volvió a cortar ella—. ¡Pero has crecido mucho! —exclamó—. ¡De un pequeño, pero valiente pimpollito, a un gran y formado semental!

    —¿Pimpollito? —inquirió Shining Armor, que estaba aún más confundido que antes.

    —Mi Capitán —intervino uno de los blancos pegasos—, mi abuela me llamaba así. Significa…

    —"Pequeño" —explicó rápidamente la anciana—, "zagal", "potrillito", "mozuelo", "mozalbete", "jovenzuelo", "mocito", "mastuerzo"… ¡Ay, no! ¡Esto último no, que es para cuando se portan mal, y tú eras un cielo… Un poquito travieso pero un cielo, al fin y al cabo!

    El Capitán de la Guardia Real se sonrojó ligeramente.

    —Creo que es hora de irnos —comentó, para desviar la conversación. Entonces, colocándose por delante de la anciana, le señaló el camino y, cuando se dispuso a ayudarla a subir al carro, notó un ligero dolor en sus cuartos traseros. Rápidamente se giró, sorprendido y con los ojos como platos… ¿Acaso esa anciana pegaso acababa de pellizcarle en salva sea la parte? —. ¡Se… Señora! ¡Que estoy comprometido!

    —Ay… Si tuviese unos años menos… —se lamentó la anciana, con una sonrisa en la boca—. Si tuviese unos años menos, no te librarías tan fácilmente…

    Shining Armor calló y, mientras ayudaba a Polished a escalar los peldaños laterales del Carro Real, volteó los ojos. Iba a ser un viaje muy, muy largo.


    Una vez estuvo más calmada, Shiny Eyes abrió la puerta de su casa. La noticia de su abuela le había sentado como un jarro de agua fría, pero ya se sentía más calmada. Prueba de ello eran la gran cantidad de frascos que había tirado al suelo, producto de la rabia más insana.

    Pero era hora de avisar a las demás sobre la triste nueva. Asomó tímidamente la cabeza por el umbral de la puerta e hizo una panorámica del pueblo. Divisó a Feather, que estaba dirigiéndose directamente hacia Shadow, Knowledge y Flashing, frente a la casa de esta última. Entonces suspiró, ligeramente aliviada. Solo quedaba informar a Gentle, así que empezó a caminar hacia su hogar.

    Cuando llegó a su destino, volvió a suspirar; esta vez con un deje de impaciencia y desesperación. La unicornio de dos colores era, con diferencia, el ser más extraño de toda Equestria; y no era por su extraño aspecto, sino por su comportamiento inconstante y contradictorio, siendo a veces (de hecho, la mayoría de ellas) un reflejo fiel de, según había podido vislumbrar tanto en su amiga como en rumores de Canterlot, la mismísima Princesa Celestia. Pero, desafortunadamente, algunas ocasiones era todo lo contrario, como si un ser oscuro y cruel se apoderase del alma de su amiga y hablase por su boca, convirtiéndose entonces en una salvaje Nightmare Moon. La pregunta que se hizo entonces fue: "¿Quién de las dos estará ahora en casa?".

    Con una ligera reticencia, llamó a la puerta y esperó pacientemente, mirando hacia todos lados. Ésta se abrió con un quejido largo, como si fuese un anciano levantándose de un cómodo asiento, lo que le recordó a su abuela. Al volver la vista a la madera, descubrió que la unicornio de dos colores la estaba observando fijamente.

    —¿Qué ocurre, Shiny? —preguntó la yegua del cuerno roto.

    Rápidamente, la dorada pegaso cerró los ojos y se los frotó. Al volver a abrirlos, sonrió tímidamente: Gentle Colors estaba a medio arreglar, con una crin que solo se podía definir como partida en dos. Por una parte, ésta estaba aún cortada a estilo tomahauk, aunque de eso ya tenía más bien poco, pues la crin natural había ido creciendo hasta casi llegar a una media melena. Sin embargo, la parte trasera de la cabellera estaba ostensiblemente más largo, como si cada pelo hubiese sido estirado hasta límites insospechados. Entonces, fijándose mejor, Shiny se dio cuenta que prácticamente al principio de esos extraños mechones había un pequeño adorno rosáceo. Y entonces su sonrisa se convirtió en una carcajada: Gentle Colors, una yegua madura y cabal, estaba usando extensiones infantiles, destinadas a las potrillas pequeñas.

    —Cuando la señorita deje de reírse, quizás quiera revelar el motivo de por qué ha llamado —expresó la unicornio de dos colores, con un gesto mohíno.

    —Per... Perdona —se disculpó Shiny, volviendo a ponerse seria—. Es que necesitaba decirte que, desgraciadamente, mi abuela no va a poder venir...

    La expresión de Gentle cambió radicalmente, acompañando a la de la dorada pegaso, que acababa de entristecerse de nuevo.

    —Déjame ver la carta —comentó la yegua del cuerno roto.

    —¿Cómo sabes que... ? —empezó a preguntar la joyero.

    —Porque directamente no ha podido ser —cortó Gentle—, pues sería estúpido decir que no podía venir si ya estuviese aquí, sería como un mal chiste. Por teléfono no lo creo, más que nada porque, que yo sepa, aún no hay ninguno en Equestria... —entonces se quedó pensativa durante un instante—. Hum... Quizás en algún lujoso hotel de Manehattan lo hayan instalado recientemente, pero en este pueblo tardaremos siglos en tenerlo. Y, por teletransporte es aún menos probable, porque podría haber venido ella directamente, en vez de mandar un mensaje. Por lo tanto, solo queda una opción lógica y plausible: por carta. Así que déjame analizarla.

    Con un ligero escalofrío recorriendo su espalda, Shiny le entregó la misiva a su amiga, que la cogió sin miramientos y la escrutó minuciosamente. Mientras la leía, la dorada pegaso seguía pensando sobre lo que acababa de escuchar. Era algo pasmoso ver cómo Gentle había llegado tan rápido a descubrir lo ocurrido, y aún más inquietante había sido la explicación que había dado para llegar a dicha conclusión. Entonces, de repente, la yegua del cuerno roto bajó la cara y miró directamente hacia los ojos de Shiny.

    —Vendrá —exclamó, tendiendo la carta para que la joyero la cogiese.

    —¿Pero cómo...? —comenzó a inquirir la dorada pegaso.

    —Ella te aprecia, ¿verdad? —respondió Gentle.

    —¡Sí! —confesó Shiny, reafirmando su palabra con un gesto afirmativo de la cabeza.

    —Y tú la quieres a ella, ¿verdad? —volvió a cuestionar la unicornio de dos colores.

    —¡Por supuesto! —clamó la joyero.

    —Entonces no importa ni el cuándo ni el cómo. Tu abuela vendrá —comentó la yegua del cuerno roto—. Ni siquiera Celestia podrá impedirlo.

    Sin saber por qué, Shiny se sintió más animada, como si supiese que de verdad, en cualquier momento, su abuela aparecería en la entrada del pueblo. Quizás fuese una tontería pero, por un instante notó que, de alguna forma, el universo giraba en torno suyo y que, a su alrededor, como una guardiana, Gentle Colors la acompañaba e incluso cambiaba la mismísima realidad para protegerla, haciendo que todo lo malo se convirtiese en bueno, que todo lo perverso fuese vencido, y que, en definitiva, todo lo importante en esta vida, fuese alcanzable para ella. Era la misma sensación de seguridad que tuvo en Canterlot, cuando la mismísima Princesa Celestia permitía a su abuela visitarla. No, era aún mayor: era como si la mismísima Princesa Celestia le estuviese hablando en ese momento, usando la boca de la unicornio de dos colores, y le estuviese jurando que, aunque fuese contra viento y marea, su abuela se presentaría a la visita convenida.

    "Es algo maravilloso", pensó, "No hay palabras para definirlo... ¡Espera! ¿¡Qué ha dicho Gentle sobre la Princesa Celestia!?"

    Volvió a centrarse en la realidad, para encararse con la unicornio de dos colores, pero descubrió que ésta había cerrado la puerta quién sabe cuándo. Bajó la mirada, avergonzada, y recogió la carta, que estaba en el suelo. Seguramente Gentle, cansada de estar esperando a que ella recogiese la misiva, simplemente la había dejado caer y había vuelto a sus quehaceres.

    Levantando la vista de nuevo, entrecerró los ojos y, cerrándolos con fuerza, balbuceó, imitando con intencionada torpeza, las últimas palabras de la yegua del cuerno roto. Entonces sacó la lengua y, con sus patas delanteras, se encabritó y pateó el suelo.

    —Esta zona de Northwest Mines Town debe ser muy peligrosa —sonó una voz a su espalda—, porque es la segunda vez que te echan un conjuro de "Vuelta a la infancia".

    Bajando la mirada de nuevo, Shiny volteó la cabeza y, después de cerciorarse de que, efectivamente, volvía a ser Wise Words quien había hablado, trotó de nuevo hacia el lugar más lejano posible.


    —La vista es realmente preciosa —alegó Shining Armor, asomándose por el lateral del Carro Real. Polished Emerald simplemente asintió.

    —Me recuerda a mis viejos tiempos —respondió la anciana pegaso—, cuando podía elevarme hasta casi rozar el sol entre mis cascos... —sus ojos empezaron a titilar de emoción por la evocación de una época mejor.

    El blanco unicornio la miró de arriba abajo. No se había imaginado que, bajo esa capa de piel arrugada, había una mente aún joven, como el de una potrilla, que abogaba por un pasado que, lamentablemente, ya no volvería. Sabía que la pegaso de color esmeralda había exagerado en sus palabras, pero no podía culparla, pues la imaginación que ésta poseía seguramente era una de las pocas cosas que le separaban del hastío de su vida diaria. De hecho, si incluso él algunas veces notaba la repetición y el cansancio en un puesto tan cambiante como el suyo, ¿qué sentiría esa vetusta señora, si toda su vida había estado abocada a una empresa tan insulsa como era el arreglar una y otra vez las joyas y vestidos lujosos de la Princesa y de los más altos nobles?

    Entonces bajó la mirada, sabiendo que él estaba exactamente en la misma situación: su posición y los constantes entrenamientos le impedían visitar a su querida hermana. Cierto era que, de vez en cuando, disponía de algún tiempo libre, que alternaba entre visitar a sus padre y estar con su amada Cadance. Pero le dolía no poder siquiera avisar por carta a su hermanita, porque hacerlo a esas alturas implicaba escribir demasiado, y realizar una escueta misiva generaría más dudas que alivio, por lo que no era una opción válida. "¿Y si quizás...?", pensó...

    —Canterlot es... maravillosa —confesó Polished, quien había volteado su cabeza para mirar al semental, y había descubierto, por detrás de él, la silueta de la Capital de Equestria. Una silueta que, exactamente igual que una garra de dragón, se alzaba hacia el cielo, como si necesitase aferrar al sol que le iluminaba con todo su esplendor—. Hacía tanto que no disfrutaba de un paisaje tan espectacular de mi eterno hogar... —susurró con un deje de tristeza, como si presintiese que sería la última vez que observaría ese acontecimiento.

    —Tiene toda la razón —añadió Shining Armor—. Es increíble cómo el corazón de Equestria… —entonces paró, comprendiendo el porqué la anciana había expresado esas palabras.

    —Solo lamento no haber podido avisar a mi nieta de mi llegada —exclamó la anciana—. La última carta que le envié, hace unos días, decía que, desgraciadamente, no podía asistir.

    —No se preocupe —dijo el blanco semental—, la mismísima Princesa ha enviado una nota con carácter urgente anunciando su llegada. De hecho, me confirmó que había usado un método "especial" para hacerla llegar lo antes posible a su destino.

    Entonces hubo un pequeño silencio, que rompió la yegua.

    —Dime, muchacho —Polished miró a Shining con un gesto escrutador—. Comprendo que ellos —señaló a los cuatro blancos pegasos que empujaban el carruaje— sean necesarios para trasladarme con rapidez, pero… ¿y tú? ¿Qué sentido tiene el que estés aquí?

    En ese momento, el blanco unicornio rememoró las escuetas palabras que dijo la Princesa Celestia en el momento de darle las órdenes: "Hay un peligro allá donde ella va a ir. Debes protegerla. Es muy importante para todo el Reino que pueda volver sana y salva. Confío en ti". Recordó también el largo silencio que hubo a continuación, en el que, con un gran gesto de preocupación, la monarca dijo a media voz, más para sí misma que para él: "Solo espero que esta acción no sea considerado como algo hostil por... 'ella'".

    Sin embargo, ignoraba en qué sentido era tan valiosa esa anciana... No aparentaba ser de la alta sociedad, ni tampoco parecía estar muy bien relacionada con ésta, y, por supuesto, mucho menos tenía aspecto de ser alguien crucial para la seguridad de todo el país. "Entonces", elucubró, "el ser que debe ser clave es aquel con quien ella se va a encontrar". Sin embargo, ¿cómo debía responder a la pregunta que acababa de recibir? "Un momento", volvió a pensar, "¡Claro! ¡Ella me acaba de dar la clave, al decir lo mucho que hace que no sale del Palacio!". Sonriendo ligeramente, elevó de nuevo la mirada y respondió.

    —El motivo por el que yo le acompaño, es porque, como estamos en una maravillosa época de paz, gracias sin duda a nuestra amada Princesa, no es extraño que, por los caminos, haya bandoleros que actúen al margen de la ley, aprovechándose del buen hacer de los ciudadanos de Equestria.

    +A pesar de que ellos están aquí —dijo, apuntando a los cuatro pegasos que impulsaban el Carro Real—, poco pueden hacer ante un ataque de flechas. Yo soy un unicornio y, por lo tanto, si las cosas se pusiesen en contra, podría teletransportarla a lugar seguro.

    —Vaya, qué pena... —se lamentó Polished—. Quería que me dijeses algo como "Es para alegrarla la vista". Pero en fin —volvió a sonreír—, las decisiones de la Princesa Celestia no hay que cuestionarlas, ¿verdad?

    Shining carcajeó fuertemente. Risa que fue acompañada, momentos después y en un tono menos estruendoso, por la de la anciana y la de los cuatro aguerridos soldados que viajaban con ellos.

    CONTINUARÁ

    Next Chapter: 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 2 Estimated time remaining: 0 Minutes
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