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Parallel Stories

by SrAtomo

Chapter 25: 1X14 - Las dos vertientes - Parte 2

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Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

Este es un fanfic de fan para fans.

Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).

-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.

+Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.

Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.

Capítulo dividido en 2 partes.


Tags: [Adventure/Aventura] - [Dark/Oscuro] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Crossover] - [Sad/Triste] - [Slice Of Life/Vida Cotidiana] - [Tragedy/Tragedia]


MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x14

Las Dos Vertientes

Parte 2

—Shhh… —se escuchó una voz—. Recordad que debemos hacerlo rápido.

Antes de que se diesen cuenta, Shiny y los dos mineros se vieron rodeados de varios gusanos.

—No gritéis —dijo uno de ellos, concretamente un gusano completamente blanco, ligeramente más pequeño que los demás, que se había quedado atrás. Entonces, dándose la vuelta, éste se dirigió hacia dos gusanos que estaban vigilando los alrededores—. ¿Está todo tranquilo?

—Sí, Alteza —contestó uno de los vigías.

—¿Alte…? —empezó a preguntar Shiny.

—Silencio —cortó el gusano—. Pronto os liberaremos.

Shiny, Wood y Clove se miraron entre sí, esperanzados. No sabían quiénes eran estos nuevos gusanos, pero estaban de su parte. E incluso uno de ellos era considerado de la realeza, por lo que el resto le debía pleitesía. Pero entonces, ¿por qué actuaban a escondidas? ¿Y quiénes eran los gusanos de antes que les exigieron información?

—Ya están libres —comentó uno de los gusanos que se había ocupado de romper el capullo.

—Bien —el gusano de la realeza sonrió—. Ahora seguidnos, os llevaremos fuera.

—Todo sigue despejado —avisó el otro vigía.

Con sumo cuidado, los tres ponis y el grupo de gusanos marcharon por una gruta lateral. Cuando estuvieron suficientemente alejados, pararon para descansar, mientras cuatro gusanos se posicionaron para vigilar.

—¿Quiénes sois? —preguntó Clove.

—Yo soy el Príncipe Rorgoon, el trigésimo octavo de mi Dinastía —respondió el blanco gusano—, y estos son mis leales.

—Encantada —dijo Shiny, más tranquila—. Yo soy Shiny, éste es…

—¡Cállate! —cortó Wood—. ¿¡Acaso podemos confiar en ellos!? ¿Por qué deberíamos hacerlo?

—¿Porque nos han salvado? —contestó la joyero.

—Comprendo vuestras reticencias —comentó Rorgoon—, pero debéis saber que no somos vuestros enemigos, así como nosotros sabemos que vosotros no sois los nuestros.

—¿Entonces por qué nos habéis atrapado y prácticamente ahogado a Clove? —inquirió Wood, aún nervioso.

—Eso es culpa de mi hermano mayor, nuestro Rey Sarcol —argumentó Rorgoon—. Desgraciadamente, él es más partidario de la Primera Vertiente…

—¿Vertiente? —Clove se extrañó.

—Veréis… —dijo el gusano—, desde que se pierde nuestra memoria, siempre hemos vivido en tranquilidad en estas grutas, protegido por una gran fuerza a la que veneramos, pues nos ha proporcionado alimento y tranquilidad, salvaguardándonos de la maldad del universo.

—La gema negra… —comentó Shiny, sin pensar.

—Sí, es muy probable que esa fuerza provenga de una joya —alegó Rorgoon—, pues esa es una de las representaciones que tiene lo que llamamos La Gran Fuerza —en ese momento todos los gusanos, incluyendo él mismo, inclinaron su cabeza en señal de reverencia.

+Pero, un día, hace ya muchas generaciones, una criatura de tamaño gigantesco, aunque joven de edad, irrumpió en estas grutas, sorprendiéndonos a todos. A pesar de ser más grande que un gusano normal, ese extraño ser estaba aterrado, por lo que se la intentó tranquilizar, descubriendo poco después que, aparte de ser una hembra, ni siquiera era una criatura adulta. Por este último motivo, fue acogida y bien tratada, pues nuestro pueblo, a pesar de tener guerreros, es pacífico. Ese ser confesó ser, según las Pinturas Sagradas, una pequeña potrilla.

Los tres ponis se sorprendieron.

+Según las Pinturas Sagradas y las historias pasadas de generación en generación, esa potrilla era de piel roja y pelo… —Rorgoon paró durante un instante, pensativo— azul o verde… aquí la historia no es clara, pues gran parte de las Pinturas Sagradas se perdió en la Gran Revolución —en ese momento, los gusanos esgrimieron unas exclamaciones de alegría y aliento, como si entonaran un grito de guerra—, unos altercados internos que acabó con el malvado Rey Krackley aplastado bajo una montaña de rocas, ajusticiado por el pueblo al que martirizaba.

+Pero en el momento de aparecer la extraña criatura se creó la Primera Vertiente: "Los seres de la superficie son buenos por naturaleza", pues esa potrilla fue muy amable y agradecida con nosotros.

+Sin embargo, tiempo después ocurrió la denominada "Gran Destrucción" —todos los gusanos, al oír esas palabras, volvieron a bajar la cabeza, pero unos con semblante triste y otros con rabia—. Un demonio multicolor apareció y quiso llevarse consigo a esa pequeña e inocente potrilla. Nuestros valerosos guerreros trataron de impedirlo, pero ese horrible ser los mató sin piedad. El Rey Sandric, quien gobernaba entonces, supo entonces que debía enfrentarse a la mayor y más cruel decisión de nuestra historia: Tenía que elegir entre esa cándida criatura y su pueblo. Entregó a la potrilla a ese demonio, con la esperanza de que así dejase vivir a nuestras hembras y a nuestros retoños. Afortunadamente, gracias a la matrona real, la perversidad de ese monstruo multicolor pareció apaciguarse, marchándose con la pobre potrilla. El Rey, agradecido por la generosa acción de la matrona, que puso en peligro su vida para protegerle, la tomó como consorte real. Pero, a raíz de la visita de ese terrible demonio, surgió la Segunda Vertiente: "Los seres de la superficies son malvados por naturaleza".

—Una historia terrible —dijo Clove—. Ahora comprendo todo…

—Mi hermano es un acérrimo defensor de la Segunda Vertiente —siguió contando Rorgoon—, por lo que la desaparición de La Gran Fuerza —los gusanos volvieron a reverenciar esas palabras— le lleva a pensar que los seres de la superficie preparan una invasión para destruirnos definitivamente.

—¿Y usted qué piensa? —preguntó Shiny.

—Como partidario de la Primera Vertiente —respondió el gusano—, creo que es una señal de que La Gran Fuer… —miró hacia sus leales, que empezaban a inclinar la cabeza, y rehízo sus palabras—, de que la verdadera intención de la Gema Negra es emplazarnos a salir a la superficie, pues considera que estamos preparados para ello. Y vosotros sois los paladines que nos guiarán hacia este nuevo comienzo.

Shiny, Clove y Wood se miraron y asintieron.

—De acuerdo —dijo Clove, en nombre del grupo—, os llevaremos a la superficie.


—Por aquí… —indicó Flashing, instantes antes de entrar con rapidez en la gruta de la derecha en la bifurcación—… No, no es por ahí, es por aquí —declaró, saliendo otra vez a la ramificación y penetrando al acceso de la izquierda.

—¡Por Celestia! —replicó Knowledge—, decídete de una vez…

—¡Es por este lado…! —el grito de la potrilla unicornio resonó en el cruce.

Las otras tres yeguas la siguieron, resoplando. El sentido de orientación de la que había hecho gala Flashing debía estar en horas bajas, pues esa escena la habían tenido prácticamente desde la entrada. Poco después llegaron a una nueva bifurcación, y otra vez la prestidigitadora miraba alternativamente a una y otra entrada, intentando encontrar algo que le dijese hacia dónde ir.

—Estamos perdiendo mucho tiempo —alegó Shadow.

—Deberíamos volver y pedir ayuda —expresó Feather.

—Tienen razón, Flashing —exclamó Knowledge—, todo esto ha sido una estupidez. Tendríamos que retroceder…

—Claro… —se quejó la potrilla—, no confiáis en mí… Sé que vamos por buen camino, pero hay un problema: cada vez nos acercamos más a Shiny, pero a la vez es más difícil encontrar la entrada correcta, pues cada vez la tasa de error hacia el objetivo es cada vez menor… Además —dijo, dirigiéndose a Knowledge—, estoy segura de que tú no lo harías mejor…

—No he sido yo la que he dicho que podía hacer algo que no puedo hacer… —respondió la historiadora.

—¿Y qué sabes hacer tú? —preguntó Flashing.

—Sé mucho sobre historia… —respondió Knowledge.

—Que no nos sirve para nada —indicó la potrilla.

—Sé mucho sobre armas… —añadió la blanca poni de tierra.

—De las que solo has traído una y no nos es muy útil —expresó Flashing, señalando la ballesta, que descansaba sobre la espalda de la historiadora.

—Sé bastante sobre idiomas… —dijo Knowledge.

—Pues di "Por aquí" en el idioma de Germaneigh —exclamó la potrilla, entrando en la entrada de la derecha.

Um hier! —gritó la historiadora, siguiéndola. Las otras dos yeguas corrieron también.

Otro cruce, esta vez con tres salidas, estaba frente a Flashing. Cuando llegaron sus amigas, ésta estaba impaciente.

—Rápido —dijo—, ¿cómo se dice "seguidme" en el idioma de Neighpon?

付いて来てください—expresó Knowledge.

—Pues… —Flashing se quedó pensativa— eso que ha dicho… creo.

Esta vez el camino elegido fue el de la izquierda. La siguiente encrucijada tenía cinco salidas. Esta vez la potrilla estaba muy indecisa.

—Vamos, vamos… Cuál puede ser… —decía para sus adentros.

—Creo que hasta aquí hemos llegado —se lamentó Feather.

—Sí, tendremos que retroceder… y yo no me sé el camino —añadió Shadow.

—Me arriesgaré… —susurró Flashing—. Knowledge —exclamó—, ¿cómo se dice "¡vamos!" en el idioma de Prance? —entonces empezó a trotar rumbo a la segunda entrada empezando por la izquierda.

Allons-y! —gritó la historiadora, con una sonrisa en la boca, mientras empezaba a caminar hacia la salida elegida, seguida de las demás.

—¡Ya lo sé! —expresó Flashing, volviendo hacia atrás—. ¡Lo llamaré "Alonso"!

—¿A qué te refieres? —preguntó Knowledge, extrañada.

—¿A qué va a ser? —inquirió irónicamente la potrilla—: a la ballesta… ¿Por qué los nombres de las armas tienen que ser de yeguas? Los sementales también pueden ser peligrosos… Es más, le pondré "Allons-y Alonso". ¡Me gusta!

—¡Pero ese nombre es horroroso! —se quejó la historiadora—. Es mucho mejor "Betty"… "Betty la malvada", "Betty la perversa", "Betty la sangrienta", "Betty la asesina"… ¿Ves? Queda mucho mejor mi propuesta que la tuya.

—Porque tú lo digas —dijo Flashing—. Estoy segura de que "Allons-y Alonso" le gustará a muchísimos ponis… A unos cuantos ponis que tengan sentido del gusto… Quizás en Ponyville encuentre alguno…

—Sí, claro… —comentó Knowledge—. Más bien le gustará a algún poni que no destaque en nada, alguien sin personalidad… De hecho, me lo estoy imaginando… —puso sus patas alrededor de la cabeza, haciendo un símil de movimiento adivinatorio—: será un poni de color muy común… ¡Marrón!, será de cuero marrón, y su crin también será marrón… Y su Cutie Mark… Hmmm… ¿Qué Cutie Mark es la más común en Equestria? —se preguntó, poniendo el casco en la barbilla.

—¡Eres una picajosa! —exclamó Flashing—. ¡No soportas que me quede a "Allons-y Alonso", en vez de devolvértela y tenerla tú!

—¡Silencio! —cortó Shadow—. Oigo voces ahí delante… Alguien viene…


—Eres muy cruel —susurró Gentle—. Yo tendría que estar ahí delante, con las demás.

—Es necesario ver cómo se desenvuelven sin ti —musitó Wise—. Últimamente dependen demasiado de tus acciones, y sé que ellas tienen la suficiente fuerza, coraje e inteligencia como para resolver una situación como esta por sí mismas.

—Te falta un factor muy importante —la unicornio de dos colores miró directamente a los ojos del semental—, Shiny Eyes está en peligro y esta estúpida idea tuya nos está retrasando.

—Gentle tiene razón —intervino Muffled—. La mina puede ser muy traicionera si no se tiene cuidado —entonces bajó la cabeza, pensativa. "Incluso si se tiene, no estamos seguros", dijo para sus adentros.

—¿Ves? —comentó la yegua del cuerno roto—. Hasta ella me da la razón —señaló a la jefa de mineros y, mirándola, continuó hablando—. Muchas gracias, Muffled…

—De todas formas —dijo Wise—, confío plenamente en ellas.

—Pues yo no —añadió Gentle—. Así que prefiero tenerlas a la vista.

Entonces la unicornio de dos colores aceleró el paso, e igual hicieron los otros dos.

—Espera, maldita sea —exclamó Wise. Entonces miró hacia Muffled y continuó hablando—. Por cierto, ¿vamos bien encaminados hacia la gema? No recuerdo este camino…

La jefa de mineros le devolvió la mirada.

—No sé cómo lo hacen esas yeguas —respondió—, pero están eligiendo los caminos correctos. De todas formas, tú fuiste uno de mis salvadores, por lo que tuviste que hacer este mismo recorrido.

—Estaba demasiado ofuscado como para recordarlo —comentó Wise—. En mi mente solo deseaba encontrarte bien y ponerte a salvo.

—¿Ves? —dijo Muffled, con una ligera sonrisa en la boca—, cuando quieres, eres un ser adorable. Si todo va bien, pásate esta noche por mi casa… a solas.

Esas palabras ruborizaron a Wise, quien bajó la cabeza hasta que, alzándola de nuevo, miró al frente.

—¡Gentle, espéranos! —exclamó, acelerando el paso.


—Es hora de volvernos a poner en marcha —expresó Rorgoon.

Mientras lo hacían, Wood no pudo evitar hacer una pregunta:

—Por cierto, he visto varias "tribus" de gusanos de las profundidades y ninguno podía hablar, ni "escupir" su lengua. ¿Por qué vosotros podéis hacerlo?

El Príncipe gusano se dio la vuelta y le miró, asombrado.

—¿Hay más de nosotros ahí fuera? —inquirió.

—Sí, prácticamente en cada montaña minera hay gusanos de las profundidades —respondió Wood—. Pero no me has contestado a mi pregunta. Además… ¿cómo es que habláis nuestro idioma?

—Seguramente sea por la Gran Fuerza —dijo Rorgoon, bajando el tono de voz en las últimas palabras, para que no lo oyesen sus súbditos—. Probablemente haya detectado el habla de la superficie y nos lo haya transmitido a nosotros… Aunque también es posible que la Gran Gema sea la que haya enseñado a todo ser viviente el mismo idioma, lo que la convierte en la…

—Te puedo asegurar que la última versión no es cierta, así no sigas por ahí —cortó Wood, molesto.

—De todas formas —continuó el Príncipe gusano, con más tacto—, sea como fuere, es algo que ratifica la Primera Vertiente, ya que… ¿qué mejor forma hay de fomentar la amistad que comprendiéndonos por tener el mismo idioma?

Wood asintió. Siguieron la marcha en silencio, lenta pero constante. Entonces Shiny se puso al lado de Rorgoon.

—¿Le puedo hacer una pregunta, majestad? —comentó.

—Ya la estás haciendo —respondió el Príncipe—, a no ser que te refieras a hacerme otra pregunta… En cualquier caso, adelante… Paladina.

—Es sobre un asunto un poco… triste —declaró la pegaso.

—Nos lleváis a la libertad, así que lo triste forma parte del pasado —expresó Rorgoon.

Shiny bajó la mirada, avergonzada de sí misma.

—Quiero decir que puedes preguntar sin temor —añadió el Príncipe.

La joyero volvió a elevar la cara, mirando agradecida al gusano.

—De acuerdo —comentó—. He estado pensando en la historia que has contado… Y, en concreto, en ese terrible ser que arrasó vuestro pueblo.

—Comprendo… —intervino Rorgoon, apesadumbrado.

—El caso es que… —Shiny no sabía cómo continuar—, bueno… Si ese demonio vino de la superficie, es posible que aún siga ahí.

—No lo creo —respondió el Príncipe—. Hace mucho tiempo que ocurrió pero, de todas formas, seguro que nos protegeríais, ¿no?

—Eso espero —comentó la pegaso—, que ya no esté ahí... De todas formas, quisiera saber qué forma tiene, por si acaso he oído hablar de él.

—Es tabú —contestó Rorgoon—. Es decir, no se incluyó en las Pinturas Grabadas, pues su sola presencia es capaz de destruir tu alma… Aunque claro, esa es imaginería popular.

—Es una pena —medió Clove, que también se había acercado.

—Pero debo decir —añadió el gusano— que, entre la realeza se comenta datos concretos de esa acción.

En ese momento los gusanos pararon y, formando un círculo, los rodearon, con las cabezas hacia fuera para vigilar.

—El demonio —continuó Rorgoon—, ese ser maligno, tomó la forma de una gran potrilla, en un malévolo intento de engañarnos. Pero, seguramente, ante la desesperación de esa transformación, su cuerpo fue incompleto, totalmente horrible, del color de la ira y el amor.

La primera imagen que obtuvo Shiny en su cabeza fue la de una Gentle Colors verdaderamente rabiosa. Sin embargo, sabía que ella no podía ser, pues, haciendo unas simples cuentas, conociendo que Rorgoon era el trigésimocuarto de su dinastía, y que, con toda seguridad, la aparición de ese monstruo era anterior al surgimiento de su estirpe, simplemente las edades no cuadraban: aunque cada uno de los Reyes-gusano hubiese vivido tan solo medio año, la Gran Destrucción habría ocurrido hacía ya diecisiete. Gentle Colors era apenas una pequeña potrilla cuando el ataque tuvo lugar. Además, la unicornio de dos colores podía ser una mandona pero, desde el fondo de su corazón, Shiny sabía que la yegua del cuerno roto era incapaz de hacer una matanza gratuita.

Sin embargo, había otro ser que cumplía el perfil y, aunque había también cabos sueltos, era más probable que él fuese el masacrador.

—¡Es el Elemental de Tierra! —gritó la pegaso.

—¡Shhhh! —chitó el Príncipe—. Aún no estamos a salvo… Pero, ¿a qué te refieres con eso?

—Hace poco —explicó la pegaso— nos atacó un Elemental de Tierra. Fue una batalla dura, pero logramos vencer. De hecho, es el único ser que se me ocurre capaz de hacer tanto daño y destrucción a un pueblo como el vuestro. Aunque, afortunadamente, ya dimos buena cuenta de él.

—Me alegra escuchar eso —exclamó Rorgoon.

Los gusanos rompieron la formación y siguieron el camino.

—¡Su majestad! —dijo el que cerraba la comitiva—. Oigo voces por detrás, y se están acercando…

—¡Maldita sea! —comentó el Príncipe—. ¡Nos han descubierto demasiado pronto! ¡Tenemos que apresurarnos!

—¡Mi Señor! —expresó el gusano que iba primero—. ¡Por delante también oigo ruído!

—¡No puede ser! —Rorgoon abrió los ojos como platos—. ¿Cómo nos pueden haber rodeado? ¡LEALES! —gritó—. ¡TÁCTICA DE FORMACIÓN! ¡AVANCEMOS SIN CUARTEL! ¡POR LA GLORIA DE WORM-GROTTO!

—¡POR LA GLORIA DE WORM-GROTTO! —respondieron los gusanos al unísono.

En cuestión de segundos, los soldados se posicionaron, adoptando un triángulo, cuyo centro estaba adelantado. Entonces cargaron hacia el frente.


—Deberías preparar la ballesta —susurró Feather—. No quiero que vuelva a sucedernos lo mismo.

—¿A qué te refieres? —preguntó Knowledge.

—Antes, cuando Flashing ha aparecido ahora, para decir lo de su nombre para el arma… —respondió la pegaso-cartero—, podría haber sido un enemigo en vez de ella. Entonces habríamos estado perdidas, porque no estábamos preparadas para defendernos.

—¿Acaso insinúas que debía de haberme pegado un flechazo? —inquirió la prestidigitadora, enfurruñada—. ¿Qué pasa? ¿A ti tampoco te gusta que quiera llamarle "Allons-y Alonso"?

—No es eso —Feather miró hacia la unicornio—. Solo señalo que Kowledge debería preparar la ballesta, nada más.

—Sea lo que sea lo que hagáis —dijo Shadow—, hacedlo ya. Lo que quiera que esté ahí —señaló hacia delante— se está acercando.

Todas asintieron. Rápidamente Knowledge movió la correa de la ballesta y, sentándose sobre sus cuartos traseros, puso el arma por delante suya, apuntando al fondo de la gruta. Con un gesto de cabeza, indicó a Flashing que le ayudase con la recarga de virotes. Las otras dos se apartaron para dejar el campo libre.

—Es una lástima que no me haya traído una espada —exclamó la herrero—. Es más, daría lo que fuese por estar sosteniendo un simple pico entre mis cascos.

Los siguientes segundos fueron angustiosos, con las cuatro yeguas en tensión. De repente, del fondo de la gruta, donde apenas había luz, surgieron unos ojos, después otros y, a continuación, unos cuantos más. Knowledge puso su casco sobre la llave del arma, mientras empezaba a sudar por la incertidumbre.

—Aún no… —susurró—. Un poco más cerca…

Después de los ojos, vio unas bocas amenazantes y, seguidamente, unos cuerpos que reptaban. Eran unos gusanos grisáceos. Miró directamente a los ojos del que iba primero, en una actitud valerosa. Decidió que ese ser sería el primero en recibir una saeta… Aunque se maldijo por haber traído los virotes con la punta de juguete, pues dudaba que esos dardos lograsen parar el ataque. Pero ahora no era hora de lamentarse…

Los gusanos estaban cada más cerca, casi a la distancia de tiro. El párpado inferior del ojo izquierdo de la historiadora empezó a palpitar, así que ésta optó por cerrarlo. Los gusanos empezaron a cambiar de táctica y se posicionaron en fila india. Knowledge bufó, contrariada: esa táctica era perjudicial para ella pues, aunque no tenía que mover la ballesta para apuntar, el cuerpo del primero serviría como escudo para el segundo, y así sucesivamente, hasta que lograran alcanzar la posición que ella ostentaba. Era una causa perdida. La única solución era ir retrocediendo, pero esos gusanos eran extremadamente rápidos.

Decidió aguantar hasta tener el primero a tiro. De hecho, este acababa de cruzar la línea que marcaba el alcance máximo de la ballesta. Knowledge asió con más fuerza la llave y empezó a tirar de ella hacia atrás. La suerte estaba echada.

Un repentino empujón al arma hizo que errase el tiro. Perpleja y furiosa, la historiadora miró hacia el lugar desde donde la habían impulsado. Allí estaba Flashing, que la observaba horrorizada mientras apuntaba al fondo de la gruta.

—¡… FAVOR, NO DISPARES! —estaba gritando la prestidigitadora.

Knowledge volteó la vista hacia donde señalaba Flashing. En ese lugar, por detrás de la avanzada de gusanos, Shiny yo dos mineros trotaban hacia ellos.

—¡No disparéis, no ataquéis, no hagáis nada! —suplicó la joyero—. ¡Somos todos amigos!

Al mismo tiempo que la historiadora bajaba la ballesta, los gusanos pararon su avance.

Lentamente Shiny se adelantó y se interpuso entre los dos grupos.

—Al fin estamos a salvo… —exclamó, aliviada—. Pero tenemos que salir de aquí…

Antes de que todas se abrazasen, una voz surgió detrás del grupo. Todos se dieron la vuelta. El Rey Sarcol estaba al frente de un numeroso grupo de soldados.

—¡Detente, hermano! —rugió—. ¡Aún podremos solucionar este vil acto de subversión! Sin embargo, con respecto a los habitantes de la superficie… ¡MATADLOS!


Muffled y Wise alcanzaron a Gentle, que en una equina, apostada contra la pared, mirando intermitentemente a través del borde. Cuando se pusieron a su altura, ésta les mandó callar mediante un gesto.

—Ahí están —susurró la unicornio de dos colores, señalando el siguiente pasillo.

Los otros dos miraron de soslayo por el canto del muro y las vieron. Todo el grupo estaba allí, incluyendo a Shiny y a los dos mineros perdidos. Junto a ellos, unos gusanos del tamaño de un perro miraban expectantes la escena.

—¿Qué son? —preguntó Wise, que se había vuelto a esconder.

—Gusanos de las profundidades —respondió Gentle.

—¿Qué hacen aquí? —inquirió Muffled, sorprendida—. No existen en esta mina.

La unicornio miró seriamente a la jefa de mineros y entrecerró los ojos. No podía creer que la jefa de mineros los hubiese olvidado…

—Tú misma los estás viendo —fue la respuesta que dio.

—Afortunadamente parece que están todos —exclamó Wise—, y a salvo. Tus amigas han completado con éxito el rescate.

—Es hora de reunirnos todos y salir de aquí, porque… —comenzó a decir la unicornio de dos colores.

Un grito resonó por toda la gruta:

"¡Detente, hermano! ¡Aún podremos solucionar este vil acto de subversión! Sin embargo, con respecto a los habitantes de la superficie… ¡MATADLOS!"


Muffled y Wise abrieron los ojos como platos. Gentle, sin embargo, entrecerró los suyos y, lanzando un grito de rabia, empezó a galopar hacia sus amigas.

—¡Mi Rey! —dijo el Príncipe gusano, interponiéndose entre su hermano y los ponis—. ¡Esto no es necesario! ¿¡Es que no lo ves!? ¡Son los paladines que nos salvarán!

—¡Maldita sea, Rorgoon! —prorrumpió Sarcol—. ¡Tus esperanzas son falsas! ¡Sus palabras te han emponzoñado! ¡Son seguidores de ese maldito demonio que antaño casi exterminó a nuestro pueblo! ¡Aún puedes recular y evitar la aniquilación total!

Todos se sorprendieron cuando un muro traslúcido de color púrpura apareció entre los dos gusanos, separando los grupos.

—¿¡QUIERES MATAR A LOS HABITANTES DE LA SUPERFICIE…!? —gritó una voz. Todos giraron la cabeza. Por detrás del grupo de ponis, Gentle Colors estaba totalmente fuera de sí. Sus ojos, inyectados en sangre, estaban completamente fijos en el Rey Sarcol. Su cuerno roto, envuelto en un fantasmal asta, del que salían pequeños rayos, era el causante de la muralla mágica—. ¿¡… A MIS AMIGOS!?

"No voy a dejar que destruyas lo que me pertenece", pensó la unicornio de dos colores, "A lo único que me ata a este mundo".

En ese momento el muro empezó a retorcerse por los bordes, hasta rodear rápidamente al grupo comandado por el Rey.

—¡VAS A SUFRIR…! —exclamó Gentle—. ¡VAS A SUFRIR LA MISMA SUERTE QUE PRETENDÍAS EMPLEAR!

Ante la consternación de todos, el muro, que se había convertido en una esfera, empezó a encogerse poco a poco. El Rey Sarcol, así como el resto de gusanos atrapados en su interior, comenzaron a gritar asustados y a buscar desesperadamente una salida, pero sus palabras de súplica no lograban traspasar la bola purpúrea.

—¡Por favor, libéralos! —imploró Rorgoon—. Si eres un habitante de la superficie… Por favor… No los mates…

—¡Es su hermano, maldita sea! —exclamó Clove—. Gentle, un poco de compasión, por Celestia…

Pero la unicornio de dos colores no cejaba en su empeño. Dándose la vuelta, Rorgoon hizo una señal a sus aliados, quienes abrieron la boca y lanzaron sus lenguas, impactando en un escudo invisible que rodeaba a la yegua. Dicha defensa, al ser impactada mostró, durante un instante, unas reminiscencias púrpuras. Sin embargo, el escudo que rodeaba a Gentle se hacía cada vez más grande, a la misma velocidad con la que se empequeñecía la esfera que rodeaban al Rey Sarcol y a sus afines.

—¡Gentle Colors! —chilló Muffled quien, junto a Wise Words, se habían posicionado al lado de la unicornio de dos colores—. ¡Te… Te ordeno que dejes de hacer esto y liberes a esos gusanos de las profundidades!

La única respuesta de Gentle fue gesticular una frase ahogada, que acentuó aún más su gesto furioso. Entonces, el cambio de tamaño de los escudos se aceleró. Muffled y Wise se vieron obligados a recular, pues la esfera que rodeaba a la unicornio de dos colores, que mostraba claramente una ligera tonalidad del mismo color que el escudo que rodeaba a los gusanos, hacía peligrar la integridad de los dos ponis de tierra y quedar aplastados contra la pared. Los gusanos de la otra bola, que empezaba a volverse transparente, empezaban a apretujarse entre sí, llorando de puro terror.

Entonces Shiny se interpuso entre ella y los gusanos.

En ese momento, como si volviese a la realidad, Gentle parpadeó y miró hacia ella.

—Aparta, Shiny —exclamó la unicornio, sabiendo que su voz no traspasaría el escudo—. Estoy haciendo esto por ti…

—Por favor… Gentle… —suplicó la joyero—. No… No lo hagas… —la dorada pegaso estaba llorando—. No quiero que te conviertas en una asesina… Eres mi amiga… Estamos a salvo… Pero, por favor… Detente…

A pesar de que Gentle no había oído absolutamente nada, en su corazón escuchó las súplicas de su amiga. Entonces abrió los ojos como platos. Shiny Eyes estaba golpeando el escudo y, lo que era aún peor, lloraba desesperadamente.

"¡Qué estoy haciendo!", pensó, "¡NO! ¡No volveré a defraudarte!"

El hechizo cambió, creciendo y cambiando de forma, hasta volver a su posición inicial de muro separatorio.

—¡Marchaos! —gritó la unicornio de dos colores—. ¡La próxima vez no seré tan benévola!

El Rey Sarcol siguió mirando con temor hacia el grupo y, pestañeando, fijó su mirada hacia el Príncipe.

—Hermano —dijo—, te deseo suerte en tu nueva andanza en la superficie. Por supuesto, podrás volver cuando desees… Solo espero que puedas regresar algún día.

Seguidamente se dio la vuelta y reptó, seguido de cerca por sus soldados, a través de la gruta, perdiéndose finalmente de vista.

—¿¡Por qué has hecho eso!? —espetó Shiny, que aún seguía llorando—. ¡Querías matarlos!

—¡No! —exclamó Gentle—. Solo pretendía asustarlos… Y hacerles ver que la violencia no es la solución, con unas gotas de su propia medicina. Pero en ningún momento quería lastimarlos… —declaró, bajando la mirada, apenada.

—Pero me has asustado tanto… —gimió la pegaso. Entonces, estirando las alas, se acercó a la unicornio de dos colores y, mirándola fijamente con sus ojos aún llorosos, gritó—. ¡NO VUELVAS A HACER ESO NUNCA MÁS! —bajó la cabeza y, apretando los dientes, se lanzó hacia Gentle y la abrazó con fuerza—. Gra… Gracias… De verdad, gracias por salvarnos.

—¡Eh! —se quejó Flashing, enfurruñada—. Nosotras también hemos venido a salvarte…

—Entonces venid, hagamos un abrazo grupal —exclamó Shiny, con una ligera sonrisa en la boca.

Todas lo hicieron de buena gana, abrazándose con efusividad a las dos, pillándolas en medio. La unicornio de dos colores, con gesto mohíno, intentó zafarse de la situación. Entonces, viéndose imposibilitada para escapar, se relajó y empezó a estirar lentamente sus patas, abrazando a las que tenía a su lado, mientras esbozaba una expresión de circunstancias.

—¿E… Eres tú quien creo que eres? —una voz cortó el silencio emotivo.

Todos miraron hacia el origen: el Príncipe Rorgoon observaba fijamente a Muffled.

—Roja, como describen las Pinturas Sagradas —continuó hablando el gusano—, de pelo verdoso, como expresan las Pinturas Sagradas… Dime, ¿eres "La que atrona allá mientras calla aquí", como desvelan las Pin…

—Como digas otra vez "Pinturas Sagradas" no respondo de mí —exclamó irónicamente Wood.

Rorgoon miró de forma inquisitiva hacia el minero pero, al instante siguiente, volvió a fijar sus ojos otra vez hacia la jefa de mineros, esperando su respuesta. Al ver que ésta no llegaba, volvió a preguntar:

—¿No… no nos recuerdas? —exclamó—. Tu llegada fue providencial para nuestro pueblo…

Muffled bajó la mirada.

—Lo… lo siento —susurró—. En mi interior, sé que soy quien dices, pero no me acuerdo de nada…

—El caso… —declaró el Príncipe—, es que el Gran Poder nos ha reunido aquí a todos… Es la señal que ratifica definitivamente la Primera Vertiente.

—No perdamos tiempo —cortó Wise—. Ellos podrían volver, y ya hemos tenido suficiente tensión por hoy.

El semental se acercó hacia el grupo de amigas y, haciendo un gesto con la cabeza, señaló la salida de la gruta, apremiándolas a abandonar el lugar.

—Wise tiene razón —alegó Gentle, mientras bajaba sus patas y volvía a ponerse seria—. Es mejor que volvamos al pueblo.

Mientras todos, aliviados los ponis y temerosos los gusanos, abandonaban la mina, Wise instó a Rorgoon a que contase su historia y la de su pueblo, a lo que éste accedió encantado.


Cuando salieron de la montaña, una gran comitiva les esperaba, comandados por Magic Sales, Look Talker, Disarming Smile, las hermanas Numbers y Spoon Giddy. Todos los habitantes de Northwest Mines Town empezaron a patear el suelo a modo de aplauso. Los gusanos, aterrados pero esperanzados por la observación de un nuevo mundo a su alrededor, miraron hacia el grupo que los había acompañado y, ante la satisfacción de todos, Rorgoon empezó a hablar:

—Muchas gracias —comentó—, habitantes de la superficie —y, volviendo la mirada hacia sus súbditos, continuó hablando, esta vez en un tono más bajo—. No demostréis temor… Este es un día alegre para nosotros.

Y, por tercera vez aque día, Rorgoon contó la historia de su pueblo.


Por la noche, Muffled Yell metió el pastel en el horno y se dispuso a poner la mesa. Estaba bastante aliviada por lo ocurrido y, dentro de sí misma, sabía que tenía el coraje para poder volver a la mina.

Mientras ponía los platos sobre la mesa, que estaba engalanada, sonó el timbre del horno. Muffled se extrañó ligeramente, pues aún era demasiado pronto para que el pastel estuviese listo. Se dirigió con paso firme a la cocina y miró los mandos, que estaban ligeramente modificados. Entrecerrando los ojos, abrió el horno y, cogiendo un pequeño palo, pinchó el pastel, que estaba crudo por dentro. Volvió a cerrar la puerta y, cambiando la temperatura al mínimo, volvió a accionar el horno.

Al dirigirse de nuevo al salón, observó que, en mitad de la mesa, había una pequeña piedra blanca.

—¡Ah, no, no, no! —exclamó la jefa de mineros—. ¡Esta vez no quiero hablar así! ¡Wise Words, siéntate a la mesa, vamos a cenar los dos…! ¡Y no quiero subterfugios… Nunca más!

—¿Estás segura de que eso es lo que quieres? —unos ojos se abrieron en la oscuridad de una esquina.

—Le he dicho a Magic que iba a cenar contigo —fue la respuesta de la jefa de mineros—. Y le pedí que se lo contase a los demás miembros del Consejo.

Debajo de los ojos se dibujó una sonrisa, y el conjunto se movió hacia delante, saliendo a la luz. Wise Words se sentó a la mesa, no sin antes coger la piedra y dejarla en el suelo. Muffled, sonriendo, cogió a su vez el cazo y lo hundió en la sopa de verduras, contenido en un puchero, que estaba situado, a su vez, en el centro del tablero.

—Veo que no tengo elección —expresó el espía, mientras ofrecía el plato para que la jefa de mineros lo llenase—. Por cierto, ¿esto es una cena román…?

—¡Es de amistad! —cortó la yegua. Entonces se rehízo al instante y, llenándose su plato de sopa, se calmó—. Creo que, vistas las circunstancias, es lo más sensato.

—Comprendo… —dijo Wise, con un tono ligeramente triste.

—Además —siguió hablando la rojiza poni de tierra—, estamos en una época aciaga y triste… Lo mejor que podemos hacer es afianzar nuestra amistad, ¿no crees?

—Por supuesto —el semental volvió a sonreír.

—Y… —Muffled bajó la mirada— tengo algunas preguntas sobre lo que ha pasado hoy.

—Espero poder satisfacer tu curiosidad —expresó Wise.

—La verdad… —la jefa de mineros bajó la mirada— es que Gentle tenía razón.

—¿A qué te refieres? —preguntó el espía.

—Sé que votó en contra de que me quedase recluida en mi casa para recuperarme de "lo que pasó" el otro día —respondió Muffled—. Me lo ha dicho Disarming hace un rato…

—Ese poni es tonto —exclamó Wise, ligeramente enfadado.

—Lo que quiero decir —cortó la jefa de mineros— es que Gentle tiene razón: la mina es mi vida. Forma parte de mí. Repudiarla es repudiarme a mí misma.

—Comprendo… —expresó el semental.

—Pero no sé… —Muffled volvió a bajar la mirada—. Me da miedo pensar en lo que somos nosotros para esa unicornio. Me siento como si fuera un títere manejado por ella.

—Para Gentle eres una gran amiga —dijo el espía—. Y también eres como esa madre que siempre deseó tener.

—No he visto eso esta tarde en la mina —confesó la yegua—, cuando entró en cólera y atacó a esos gusanos de las profundidades…

—El camino al éxito es una escalera que se va estrechando —alegó Wise—. Gentle sabe que, para volver a ser lo que una vez fue, necesita de la ayuda de las demás del grupo. Y hoy esa conexión ha estado a punto de romperse, porque esos gusanos iban a matarlas. Gentle ha optado por atacarles primero… y ha estado a punto de caerse de la escalera. Afortunadamente ha reculado a tiempo y solo ha descendido unos pocos peldaños.

—¿Estás diciendo que, si no llega a ser por sus amigas, Gentle habría matado a los gusanos de las profundidades? —preguntó Muffled, abriendo los ojos como platos.

—No te quepa la menor duda —respondió el semental—. Y además lo habría hecho de una forma verdaderamente espectacular.

—¿A qué te refieres? —inquirió la jefa de mineros.

—Creo que sé qué hechizo fue el que lanzó —indicó el espía—: "Escudo Doble".

Ante el gesto de estupefacción de Muffled, Wise procedió a explicar:

—El "Escudo Doble" es un hechizo de defensa —dijo—, creado para defender, con un solo encantamiento dual, tanto el palacio como la catedral de Canterbury. Es decir, únicamente con la magia de dos unicornios, se podía proteger dos lugares distantes entre sí a la vez de una forma eficaz, mientras que, en el espacio intermedio podían movilizarse la guardia, o bien "conducir" a los atacantes hacia una trampa, pues el "Escudo Doble" podía cambiar de tamaño a voluntad. Es un hechizo que se logró llevar a cabo por primera vez hace algo más de cuatrocientos años. Hasta entonces, se necesitaban al menos ocho unicornios para lograr el mismo efecto.

+Sin embargo, debo confesar que, aunque he visto usar ese hechizo muy pocas veces, nunca nadie lo ha hecho de una forma tan… "creativa".

—¿"Creativa"? —preguntó Muffled—. Más bien "cruel"… Aunque no me sorprende —espetó—, Gentle ni siquiera nos hizo caso cuando le gritamos que dejase de hacerlo…

—Porque no nos oía —exclamó el semental—. El "Escudo Doble" está pensado para lanzarse en grandes áreas. Si se ejecuta en un espacio tan pequeño, como el corredor de la mina, el grosor del escudo es tan compacto y resistente que ni siquiera el sonido es capaz de traspasarlo. Además, recuerda que nosotros tampoco escuchábamos los gritos que emitían el Rey gusano y sus soldados.

—¿Entonces por qué paró de repente? —inquirió la jefa de mineros.

—Por Shiny Eyes —fue la respuesta de Wise—. A pesar de que el hechizo precisa de gran concentración, estoy seguro de que se fijó en ella cuando, llorando, le suplicaba que no matase a los gusanos de las profundidades.

—¡Bien por Shiny! —expresó Muffled—. Ya me cayó muy bien al principio y cada vez me cae mejor.

—De todas formas —el semental sonrió—, debo decir que el grupo entero, no solo Shiny, han actuado mejor de lo que esperaba ante esta situación de gran riesgo. Pronto, cuando se enfrenten a la primera misión "oficial", estoy seguro de que lo harán perfectamente.

—Eso espero, Wise, eso espero… —murmuró la jefa de mineros.

Hubo un pequeño e incómodo silencio, que rompió Muffled.

—Por cierto… —dijo—, ¿cómo es posible que los gusanos conociesen nuestro idioma? Se supone que han estado encerrados y apartados durante años, puede que incluso por siglos.

—Creo que es por la gema negra —contestó Wise.

—¿A qué te refieres? —inquirió la yegua.

—El otro día le expliqué a Shiny lo que es realmente ese objeto —respondió el semental—: un nudo mágico.

Muffled abrió la boca para preguntar, pero Wise fue más rápido.

—La magia en este mundo son ondas que viajan por el planeta —explicó—. Pero a veces esas ondas son atraídas y deformadas, bien por un hechizo extremadamente potente, bien por la configuración del terreno o bien por otras causas. Esos puntos se conocen como "nudos mágicos", que normalmente alteran un objeto diminuto, aunque a veces puede ser una gran zona, como el Everfree Forest.

—¿El Everfree Forest es un "nudo mágico"? —Muffled se extrañó.

—Así es —comentó el espía—, pero centrémonos en la gema negra… Al igual que las ondas de magia han sido concentradas en un punto, no sería extraño que también hubiese una zona de escape, una puerta trasera, o como quieras llamarlo. Lo que quiero decir es que lo que ha hecho la gema ha sido reflejar directamente al interior de la mina lo que recibía del exterior… Y eso incluye un lenguaje, una idea, una evolución…

Hubo otro momento de silencio, que volvió a romper Muffled:

—Hay otra cosa a la que le he dado vueltas en mi cabeza —dijo.

—¿El qué? —inquirió el espía.

—Antes Rorgoon me ha descrito a la perfección —dijo la yegua—, diciendo que estuve con su pueblo hace muchos años, pero… ¿por qué no lo recuerdo?

Wise quedó pensativo durante un momento. Entonces miró fijamente a los ojos de Muffled.

—Sobre eso, solo hay una explicación posible —comentó—: Gentle Colors estuvo involucrada en ese asunto. Tan implicada que el hechizo de olvido borró ese recuerdo de tu mente.

—¿Me estás diciendo…? —la rojiza poni de tierra abrió los ojos como platos— ¿… que por culpa de un hechizo que puso Celestia en Northwest Mines Town he olvidado parte de mi pasado?

—Así es —murmuró el semental, bajando la mirada.

Muffled se levantó rápidamente, arrastrando la silla hasta que cayó hacia atrás.

—¡No es justo! —espetó—. ¡Solo porque Celestia quiera protegerse de un posible ataque no significa que los demás tengamos que pagar por ello! ¿Cuántos han sufrido por ese hechizo? ¿Cuántos han olvidado sus recuerdos? ¡Es horrible! ¡El hecho de gobernarnos no le da derecho a despojarnos de nuestra vida ni de destruirnos como ponis!

Wise no dijo nada.

—Solo espero —añadió la yegua— que tuvieses razón el otro día.

—No… no comprendo —murmuró el espía.

—Dijiste que Gentle podía haber roto el hechizo de olvido —Muffled miró directamente a los ojos de Wise—. Espero que así sea… Porque si he olvidado lo que pasó, porque es algo relacionado con ella… Solo ella puede hacer que mis recuerdos vuelvan. Ni tú ni Celestia ni nadie más… Solo Gentle.

+En serio —bajó la voz hasta convertirla en un susurro—, estoy cansada de no ser más que un pelele en una pelea entre dos seres muy poderosos… Y no me hagas elegir de qué lado ponerme, porque sé que no te gustaría la respuesta.


Gentle cerró por dentro la puerta de su casa. Fuera, en la plaza, aún se oía la fiesta que habían preparado los habitantes para Rorgoon y sus fieles. Pero ella estaba cansada y hastiada. En su mente revoloteaba una y otra vez el mismo tema: el olvido de Muffled Yell… Y empezó a rememorar lo acontecido hace años atrás…

La noticia sentó como un jarro de agua fría en todo Northwest Mines Town: la pequeña Muffled había desaparecido. Sus padres, rotos por la angustia, reconocieron haber discutido con ella el día anterior, mandándola a la cama como castigo. Pero, al día siguiente, al entrar en la habitación de la potrilla, descubrieron que ésta había abandonado la casa… y posiblemente el pueblo.

Rápidamente se formaron grupos de búsqueda, quienes se dirigieron directamente hacia la encrucijada de caminos, así como en distintas direcciones de los alrededores de Northwest Mines Town, que no eran más que yermos parajes, sin apenas sitio donde ocultarse. Pero ningún grupo se dirigió hacia la mina, pues por todos era sabido que Muffled Yell tenía miedo de la montaña.

Esa noche, amparada por la oscuridad, ella se dirigió en solitario hacia el interior de la montaña. Tenía la certeza de encontrarla allí, pues era el sitio perfecto para ocultarse de unos padres recelosos. Pero debía darse prisa, pues los túneles de la mina formaban un laberinto demasiado complejo para el cerebro de una potrilla… Incluso para ella era una prueba exigente, a pesar de haberlas recorrido constantemente durante siglos.

Pero sabía dónde buscar exactamente: en lo más hondo de la mina.

Tardó un buen rato en llegar, y aún más en avanzar. Nunca había estado tan cerca del nido de gusanos de las profundidades y no sabía qué podría encontrar allí. Apostándose contra las paredes, y ocultándose de miradas indiscretas, sonrió al escuchar la voz temblorosa de Muffled, quién estaba hablando con lo que parecía ser el Rey de la colonia.

Esperó pacientemente la oportunidad de llevársela pues, por lo poco que había logrado escuchar, la pequeña potrilla no corría peligro, al haber sido presuntamente aceptada por la comuna. Sin embargo, se extrañó ligeramente por el hecho de que los gusanos de las profundidades hubiesen obtenido la capacidad de habla. Antaño, cuando ella cazaba, para susbistir, algunos ejemplares que se alejaban por la mina, estos eran seres mucho menos evolucionados, asemejándose en inteligencia a meros cachorros de perro.

Y llegó el momento que tanto esperaba y temía. Probablemente fuera de la mina estuviese amaneciendo, y el hechizo de olvido tendría lugar… pero a la vuelta del recodo, cuya posición acababa de tomar, todos seguían maravillados por la llegada de Muffled al nido. Ella sabía que no había otra opción que llevarse a la potrilla por la fuerza, y eso implicaba, seguramente, una matanza, pues intuía que esos gusanos de las profundidades pelearían incluso con su vida por mantener a Muffled a su lado.

—Por supuesto, te quedarás con nosotros —fueron las palabras que el Rey dijo a la pequeña potrilla rojiza.

Lentamente Gentle elevó sus cascos y estiró con sus dientes unas pequeñas correas ocultas, dejando caer al suelo las prótesis y descubriendo sus verdaderos y deformes cascos. Estos acababan en unos hermosos, afilados y mortales zafiros, clavados antaño por ella misma, atravesando los cascos y la carne para una perfecta sujección.

Salió de su escondite y entró en el ensanchamiento, dispuesta a todo.

—¡Muffled Yell! —espetó entre dientes—. ¡Vas a venirte conmigo! ¡AHORA!

Los gusanos, sorprendidos, miraron alternativamente hacia ella y a lo que parecía ser su Rey. Entonces, a un gesto de este último, se posicionaron formando una fila, para proteger a su alteza y a la potrilla.

Ella entrecerró los ojos y, bajando la cabeza, cargó contra el grupo.

Lo que ocurrió a continuación apenas lo podía recordar, siendo más bien como una sucesión de perversas imágenes, donde se veía a sí misma rebanando, pateando, cercernando y destripando todo lo que se le ponía por delante, mientras en sus oídos resonaban los gritos de dolor, angustia y terror de sus víctimas. Algunos, desesperados, rompieron la fila y lanzaron su lengua para intentar sorprenderla y derribarla… pero fue en vano, pues las últimas veces que había cazado a un gusano solitario estos ya intentaron defenderse usando el mismo ataque, y sabía cómo evitar esa ofensiva y contraatacar.

En cuestión de segundos, de la avanzadilla del pueblo gusano solo quedaban en pié el Rey y lo que parecía una hembra. Todos los demás yacían inertes en el suelo. Ella sonrió ligeramente: la defensa había sido patética, con unos soldados que más bien se asemejaban a potrillos recién nacidos, mientras ella había tenido combates con contrincantes mucho mejores y expertos… y siempre había salido victoriosa. Esta batalla había sido un juego de niños.

—¡Por última vez, Muffled! —volvió a gritar entre dientes, mientras la sangre de sus víctimas chorreaba por sus costados—. ¡Te vienes conmigo!

Muffled Yell estaba acurrucada, de puro miedo, en el suelo. El Rey y la hembra bajaron la mirada, sabiendo que no tenían ninguna posibilidad contra aquel ser implacable y malvado. El monarca se acercó a la pequeña potrilla y, con la voz más suave posible, le susurró… o más bien le suplicó:

—Lo… lo siento —dijo—. Debes irte. No puedes quedarte con nosotros, porque no podemos protegerte del mal. Creíamos que éramos capaces de hacerlo, pero nuestros valientes soldados han sido destruidos. Es hora de que te marches.

Entonces miró directamente hacia ella y, entrecerrando los ojos, comentó:

—Solo espero que no la hagas daño. Si así es, ten por seguro que, desde el último recién nacido hasta la hembra más anciana, nos convertiremos en un pueblo guerrero. Y saldremos a por ti. El Gran Poder nos protegerá de la maldad que rezumas, y la justicia prevalecerá. Lo que ha pasado aquí no se olvidará.

Gentle volvió a mirar iracunda hacia el Rey, pero Muffled se levantó y, temblorosamente, caminó hasta situarse al lado de ella.

—Es… estoy lista —susurró.

Cuando se dieron la vuelta, una lengua impactó en la oreja izquierda de Muffled y tiró de ella, haciéndola caer. Gentle se giró hacia la potrilla y levantó su deforme casco para cercenar la extensa lengua.

—¡Moldtwin! —exclamó el Rey—. Sé que, como matrona, prometiste cuidar de esa potrilla como si fuese una de tus "gusanitas". Pero tienes que dejarla ir, por el bien de todos.

Sin embargo, la hembra seguía tirando de Muffled. Y ella acercaba aún más su casco a la lengua para reventarla despacio, de la manera más dolorosa posible.

—Por favor, Moldtwin… —suplicó el monarca—. Sé que te hacía mucha ilusión protegerla… Sé que nunca has superado el hecho de no poder tener hijos. Y sé que por eso te hiciste matrona y has cuidado de los hijos de las demás… Pero por favor, tienes que cejar en este asunto.

Gentle paró y miró hacia la hembra gusano. "¿No puede tener hijos?", pensó, "¿Y ha dedicado su vida a velar por los demás?... ¿Como yo?". Lentamente, bajó la pata, contrariada. Había estado a punto de herir de muerte a una inocente, a una hembra que, como ella, había sido destruida en vida y, lejos de abandonar, se había erigido como cuidadora y protectora de los demás.

Entonces, volviendo a elevar la mirada, agarró a Muffled por el cuello y tiró con todas sus fuerzas, hasta que la oreja de la poni de tierra se partió en dos, ante la estupefacción de los dos gusanos y ante los gritos de dolor de la pequeña potrilla.

—¡VAMOS! —gritó, ignorando los lloros de Muffled.

Poco a poco abandonaron el lugar, con la potrilla mirando constantemente hacia atrás, disculpándose con la mirada por lo que había tenido lugar, a la vez que se despedía silenciosamente.

—No llores —exclamó Gentle—, pronto olvidarás esta… masacre.

Entonces cogió los falsos cascos que estaban a la salida del ensanchamiento y se los puso lo más rápido posible. A continuación siguió su camino, seguida de Muffled, quien caminaba con la cabeza gacha y en completo silencio.

—Espera aquí —dijo la unicornio, poco después.

La potrilla levantó entonces la cabeza y miró a su alrededor. Estaban bastante lejos del ensanche donde había tenido lugar la batalla. Ella se acercó a la pared y la examinó hasta que asintió con la cabeza. Haciendo una señal a Muffled para que avanzase un poco, se dio la vuelta y, levantando sus patas traseras, golpeó la pared varias veces, tan fuerte como pudo, hasta que se oyó un ligero temblor. Entonces se apartó del lugar, yendo hacia la pequeña potrilla, mientras que, en el lugar donde había estado golpeando antes, los primeros cascotes caían.

—Mira hacia otro lado —ordenó, mientras cogía una pequeña piedra picuda. En ese momento, echándose al suelo de lado, clavó la piedra en su costado y la movió hacia atrás, haciéndose una profunda herida, ante la mirada de horror de la potrilla. A continuación se echó del otro lado y repitió la operación. Lo único que expresó, ante el dolor, fue un pequeño siseo.

—¿Por… por qué has hecho eso? —preguntó temblorosamente Muffled.

—Para ocultar los restos de sangre —exclamó, señalándose el costado, donde se observaba cómo la sangre que manaba de la herida se mezclaba con la de los gusanos—. Ahora tenemos que trotar para llegar a tiempo…

—¿A tiempo de qué? —preguntó la rojiza poni de tierra.

Pero ella ya estaba alejándose, lo más rápido que pudo, en dirección a la entrada de la mina. Muffled bajó la mirada durante un segundo y, apretando los dientes, arrancó al galope.

Cuando llegaron al acceso principal, pararon. Miró hacia fuera, observando a los ponis, que empezaban a salir de sus casas. Habían salido de la montaña al despuntar el día. Sonrió, sabiendo que habían llegado justo a tiempo. Entonces trastabilló. La pérdida de sangre había sido excesiva. Con un último esfuerzo, salió a la calle principal y cayó al suelo.

En ese momento, un aura dorada, como si fuese una gran ola, inundó el pueblo, obligando a todos los habitantes de Northwest Mines Town a pararse. Cuando se apagó el aura, todos retomaron el movimiento. Muffled pestañeó y miró a su alrededor. Entonces fijó su mirada en ella y se horrorizó.

—¿Quién… quién eres? —preguntó—. ¡Por Celestia! ¡Gentle! ¡Estás sangrando! —se acercó y la abrazó, en un intento de darle ánimos—. ¡Ayuda! ¡Necesito ayuda aquí!

—Derrumbamiento… —musitó ella, con evidente esfuerzo—. En la mina... Salvé tu vida… Todo está bien…

Al momento un grupo numeroso de ponis las rodearon. Ella apenas podía mantener abiertos los ojos.

—¡Muffled! —exclamó una voz masculina. Era Diamond Mining, su padre—. ¡Al fin apareces! ¡Nos tenías preocupados! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estabas? —en ese momento sus ojos se abrieron de par en par, horrorizado—. ¡No puede ser! ¿¡Qué le ha pasado a tu oreja!?

La pequeña potrilla rozó con su casco su pabellón auditivo y abrió los ojos como platos cuando notó el desgarro. Abrió la boca por la sorpresa.

—Dejadme pasar —surgió una voz masculina por detrás de la marabunta de ponis—. Necesito atender a los heridos.

Rápidamente se formó un pasillo. Un semental marrón, exactamente igual que Wise Words, entró en el corredor. Entonces entrecerró los ojos y se acercó con rapidez.

—Great Doctor —exclamó Diamond Mining—, menos mal que estás aquí. Échale un vistazo a la oreja de Muffled…

Pero Wise, ignorando tanto a él como a su hija, se había acercado directamente a ella, y se posicionó a su lado. Sacó del zurrón, que tenía cosido una gran cruz roja, unas gasas y, desenrollándolas con rapidez, las apretó contra las heridas.

—Tranquila —susurró el semental—, aunque has perdido mucha sangre, pronto te recuperarás…

Y entonces ella cayó inconsciente.

Gentle cerró los ojos, pensativa. ¿Por qué Muffled había olvidado absolutamente todo? Lo más lógico era que esa yegua recordase su estancia con los gusanos de las profundidades, es decir, todo lo que había ocurrido antes de la masacre. Pero no era así. "¿Y si…?", pensó, "¿Es posible que el hechizo de olvido haya evolucionado por sí mismo, hasta el punto de borrar todo posible recuerdo que termine llegando a una acción 'principal' conmigo?... Ahora lo comprendo todo… Ahora sé por qué Ruby Rose se…".

Entonces volvió a abrir los ojos y levantó la mirada. Extrañada, miró a su alrededor. Estaba en el Salón del Trono del subsuelo de su casa. Entrecerró los ojos, preguntándose cuánto tiempo llevaba en esa habitación, aunque sabía por qué, inconscientemente, se había dirigido allí. Miró hacia el centro de la gran sala y vio al gran maniquí disfrazado de Celestia, sentado orgullosamente en el trono. Gruñendo, Gentle trotó hasta situarse a su lado.

—¡Tú! —gritó—. ¡Maldita seas, Celestia! ¡Mis amigas han estado a punto de morir… y tú, mientras tanto, sentada en un trono que no te mereces! ¡Después de lo que han hecho ellas por ti! ¡Después de lo que he hecho yo por ti!

Levantó una pata, dispuesta a asestar un golpe mortal en la cabeza de la figura, que la miraba con una mezcla de superioridad y estupidez. Cogió impulso e intentó atravesar el maniquí, pero paró a escasos centímetros. Lentamente volvió a bajar la pata, mientras su cara se relajaba ligeramente. Volvió a pestañear, frustrada por ser incapaz de ejecutar su venganza.

Dándose la vuelta, encaró el camino hacia la puerta de salida. Entonces paró y, elevando la cabeza, exclamó:

—¡Está bien, seguiré tu juego…! ¡Pero te advierto una cosa: Si a alguna de ellas le pasa algo, cualquier cosa… Reza lo que sepas, porque, por primera vez, la rabia superará el miedo… Y, entonces, no habrá absolutamente nada que te salve de mi cólera!

FIN DEL CHAPTER 1x14

A la memoria de mi gata Iris: Tanto en los buenos momentos como en los malos, tú has sido la mejor amiga que he tenido nunca. Siempre te echaré de menos.

Next Chapter: 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 1 Estimated time remaining: 0 Minutes
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