Parallel Stories
Chapter 10: 1x08 - Decisiones
Previous Chapter Next ChapterTodos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.
Este es un fanfic de fan para fans.
Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...
+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:
-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).
-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.
Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana]
MY LITTLE PONY
PARALLEL STORIES
Chapter 1x08
Decisiones
—¡Se haaaaceeee saaaabeeeer, por orden del señoooor alcaaaaldeeee…!
—¡No, no y no! Papá, te he dicho mil veces que aquí no hay alcalde, sino un Consejo de habitantes… —Magic Sales se llevó el casco a la frente, tapándose un ojo—. Sé que puedes hacerlo, de verdad... Empecemos otra vez.
El poni de tierra de crin canosa y pelaje amarillo cerró los ojos, intentando recordar. A continuación los abrió de nuevo, se aclaró la garganta con una ligera tos y volvió a empezar:
—¡Se haaaaceeee saaaabeeeer, por orden del señoooor Coooompleeeejoooo del pueeeeblooooo!
—¡Papá! —Magic Sales chilló, desesperada—. ¡"Complejo" no, "Consejo"! Consejo, como lo que se da cuando alguien está en una situación difícil… —y, para sus adentros, continuó—. Como yo ahora mismo…
—Ay, hija mía… Es que es muy difícil, y uno ya está demasiado mayor para estos trotes… Consejo o Complejo…
—Sigues siendo un gran pregonero, y lo sabes —contestó la unicornio—. El cornetín de tu Cutie Mark aún sigue ahí, ¿verdad? Pues volvamos a intentarlo otra vez…
A pocos metros, dentro de la misma carpa, Muffled Yell miraba los escasos avances que conseguía Magic Sales con su padre. Se giró y comenzó a caminar. Un poco más allá, Shiny Eyes, Gentle Colors, Flashing Hooves, Undying Knowledge y dos mineros hacían una competición entre sí, para ver quién reparaba más grandes gemas en el tiempo establecido. Había que completar el pedido de Stalliongrad a cualquier precio, pero la pegaso-joyero había convertido el trabajo en diversión.
Y, más allá, Shadow Hammer estaba discutiendo con una minero sobre el nuevo tamaño de los picos. Y, por otro lado, unos potrillos juguaban con una pelota. Y, algo más lejos, Disarming Smile estaba discutiendo con unos operarios sobre la tardanza en arreglar el segundo piso de su hostal. Y, por detrás, las gemelas Numbers estaban escribiendo en una pizarra fórmulas matemáticas, ante la mirada atenta de unos cuantos ponis. Y, por encima de todos, revoloteaban los pegasos. Y, por todos lados, los unicornios usaban constantemente su magia para mover objetos. Y…
Muffled estaba agobiada. Había sido designada para ocuparse de la organización de todo el evento, pero todo este caos le sobrepasaba. Sus pasos eran cada vez más pequeños, fruto del cansancio mental. Look Talker se acercó rápidamente a ella, parándose a escasos centímetros. Entonces sus ojos empezaron a moverse rápida y zigzagueantemente.
—¿Que ha llegado ya el vestuario de Ponyville? —respondió la jefa de mineros—. Pues busca un sitio y apila las cajas… o los maniquíes… o lo que sea en que vengan.
El semental se dio la vuelta y trotó, esquivando como pudo a todos los que se interponían en su camino, hasta el fondo de la carpa. Muffled seguía caminando despacio, mirando hacia todos lados. Todo seguía manga por hombro. Y faltaba muy poco tiempo. Entonces se sentó, mirando al suelo. Se sentía muy pequeña.
Un jarrón que se movía mágicamente le impactó en un costado. Al mismo tiempo, la pelota con el que jugaban los potrillos le golpeó en la cara. Y, a la vez, un poni que, junto a otros tres, transportaba un mueble, le pisó la cola. La jefa de mineros pegó un grito, mezcla de dolor y de rabia.
Era demasiado. Necesitaba un descanso de todo eso. Se acercó al poni más cercano y exclamó:
—Si alguien pregunta por mí, estaré en el restaurante.
Y se marchó. Cuando salió de la carpa, se dio cuenta que los ponis que estaban por los alrededores del pabellón estaban asustados por el alarido. Muffled había usado, sin darse cuenta, su habilidad de gritar a distancia. Agachando la cabeza, se dirigió hacia la taberna lo más rápido que pudo, ante la atenta mirada de todos los presentes.
La carpa estaba en las afueras del pueblo, por lo que la rojiza yegua tuvo que recorrer una gran distancia hasta llegar al restaurante. Cuando arribó, se paró para recuperar el aliento. Cuando estuvo más calmada, entró.
—Ponme lo más fuerte que tengas —dijo, dirigiéndose al cocinero, que hacía las veces de camarero.
—No, mejor ponle una de éstas cervezas —sonó una voz al fondo de la barra. Era Wise Words.
Muffled se acercó y se sentó a su lado.
—¿No deberías estar haciendo otra cosa? —preguntó la jefa de mineros.
—¿Te crees que nos han negado la petición para enviarnos seguridad? —fue la contestación del semental—. Por lo visto no creen que sea tan importante la re-inauguración de una ciudad de nubes… Como si fuese algo que ocurriese todos los días —se lamentó.
El cocinero llegó a la mesa con un botellín de cerveza y una copa sobre una bandeja, dejándolos delante de Muffled. Ésta vertió el contenido del botellín en el vaso y tomó un trago.
—No está mal —comentó la yegua, que cogió el botellín y miró la etiqueta—. ¿¡Diez grados!?
—Es una cerveza especial de Germaneigh —explicó Wise—, tostado según una fórmula de hace cientos de años. Me lo ha recomendado él… —señaló al cocinero-camarero—. "Suave pero potente", dijo, y tiene toda la razón.
—Pero son diez grados. Me voy a emborrachar en seguida, y lo último que necesito es salir de aquí haciendo eses.
—Habías pedido al entrar, si mal no recuerdo, "Lo más fuerte que tengas". Con eso no harías eses, harías todo el abecedario —contestó el semental, sonriendo.
En ese momento entró Magic Sales al restaurante, seguida de cerca por Disarming Smile. Los dos tenían cara de pocos amigos. Wise les hizo una señal, aprovechando que estaba mirando a la puerta. Muffled se movió para dejarles sitio a los dos recién llegados. Estos, mientras se dirigían a la mesa, empezaron a cuchichear.
—Camarero, dos más de eso —Magic señaló lo que estaban tomando Wise y Muffeld, mientras Disarming y ella tomaban asiento—. Sea lo que sea.
El cocinero les trajo dos cervezas más.
—¿Vosotros también estáis agobiados? —preguntó Muffled.
—Sí —respondió Disarming—. Esos inútiles no van a tener reparado el segundo piso del hostal para la re-inauguración. Y eso que empezaron hace meses.
—Lo mío es peor —declaró Magic—. Acaba de entrar mi madre a la carpa.
—¿Y eso es malo? —inquirió Wise.
—Digamos que… no me soporta —contestó la tendero—. Nunca cumplo sus expectativas y me lo echa constantemente a la cara, por muy alto que llegue en la vida. Estoy segura que, si llegase a ser una aprendiz de Celestia, se enfadaría por no haberme convertido en la mismísima Princesa.
—Vamos —dijo Muffled—, que más nos valdría no habernos levantado de la cama…
—Por lo menos no puede ocurrir nada peor —añadió Magic.
Y en ese momento, como si fuera obra del destino, una pequeña pero potente explosión ocurrió dentro de la carpa, haciendo que todos los que estaban dentro de ella salieran tosiendo a la calle principal.
—Por qué habré hablado… —la tendero unicornio se lamentó, mientras los otros tres la observaban con cara de circunstancias.
Todos volvieron a mirar por la ventana. Afortunadamente todos los del pabellón estaban a salvo. Los cuatro miembros del Consejo apuraron las copas y miraron a la barra.
—¡Otra ronda, por favor! —gritaron al unísono.
Feather se acercaba lentamente a la carpa. No quería entregar esa carta que portaba en el casco, pero debía hacerlo… su honor de pegaso-cartero le obligaba a ello. Volvió a mirar el destinatario: "Consejo de Northwest Mines Town" y, dándole la vuelta, se fijó en el remitente: "Correo Real de Equestria".
Sabía perfectamente qué era lo que ponía en la carta, a pesar de que no la había abierto (abrir correo ajeno era un delito), de ahí que tuviese esa gran inquietud. Sus pasos, a medida que se acercaba a la lona, se hacían más y más cortos. Estaba pensando y decidiendo qué excusa iba a poner para cuando descubrieran todo.
Creía que había destruido las pruebas cuando rompió en mil pedazos la carta que le enviaron a ella por correo interno. Pero no, los encargados de Correos tenían la manía de informar a la máxima autoridad civil de la población en que operaban sus trabajadores.
Era hora de afrontarlo. Tenía que entregar esa carta, y cuanto antes lo hiciera, antes acabaría todo. Había llegado, sin darse cuenta, a la entrada de la carpa. Miró al suelo, cerró los ojos para tranquilizarse, suspiró y se asomó por la abertura.
Dentro todo era un caos. Aquí y allá había ponis de tierra, pegasos y unicornios trabajando, hablando, discutiendo o jugando. Feather echó un rápido vistazo al interior, pero no divisó a ninguno de los miembros del Consejo… Tenía que entrar dentro de la marabunta para buscarlos, y eso era algo que no le gustaba en absoluto, pues alguien podría aprovechar para revolverle el correo.
Se dio la vuelta, frustrada y aliviada a partes iguales. Decidió repartir primero el resto del correo y dejar esa carta para más adelante, por si tenía que entrar en esa multitud. O mejor, primero repartir el resto del correo, después dejar los zurrones en casa y, por último, entrar en la carpa llevando únicamente esa carta.
Y así lo hizo, aunque tardó más tiempo de lo usual en ella. Quería, en su interior, tardar lo más posible en esa última entrega. Pero llegó el momento. Volvía a estar delante de la apertura de la carpa.
Volvió a tragar saliva y entró, sujetando la carta fuertemente con la boca pues, aparte de que ya no portaba sus zurrones, quería tener la carta constantemente vigilada. Entró poco a poco al interior, esquivando a todo aquél que se cruzaba en su camino. Miró hacia todos lados, buscando a cualquier miembro del Consejo.
Encontró a Gentle Colors, que estaba junto a las demás del grupo, exceptuando Shadow. Parecía estar muy ocupada restaurando grandes gemas, así que siguió buscando al resto del Consejo. Al fondo de la carpa, moviendo unas cajas, vio a Look Talker.
—Hola Look —dijo, acercándose a él—. ¿Has visto a los demás miembros del Consejo?
El semental dejó en el suelo, suavemente, la caja que portaba, y empezó a mirar a un lado y al otro.
—Vaya —la pegaso-cartero se lamentó—. Así que están en el restaurante. Pues tienen… tenéis una carta. Se lo entregaré a ellos, porque ya veo que estás muy ocupado, al igual que Gentle.
Feather se dio la vuelta para dirigirse a la entrada. Estaba cabizbaja. Había albergado la esperanza de que, nada más entregar la carta, pudiera perderse entre la multitud. No quería afrontar lo que se le venía encima…
Empezó a moverse entre la multitud, quienes estaban a sus propias tareas, molestando su avance. En un momento dado, un poni a su lado empezó a gesticular de forma exagerada, asustándola. La pegaso pegó un pequeño salto hacia el lado contrario, con tan mala suerte que derribó un tarro sobre una montaña de polvo.
Giró la cabeza rápidamente para ver qué había empujado. Sus ojos se abrieron como platos, como reflejo instintivo de las expresiones que tenían de los ponis que estaban a su alrededor. Estaba en la zona que habían habilitado para la reparación de grandes gemas… y acababa de tirar uno de los tarros con ungüento sobre una parte de polvo de gemas.
—¡Todos fuera! —Shiny se levantó rápidamente y empezó a trotar hacia la salida. El resto de los ponis que estaban en esa parte de la cubierta le siguió.
El ungüento había entrado en contacto con el polvo de gemas… y empezó a salir humo de varios colores, hasta que la montañita de limaduras de gemas explotó, esparciéndose violentamente por toda la carpa.
—Genial, Feather —Shiny miraba enfadada a Feather—. ¿Sabes cuánto nos has retrasado? Menos mal que estamos todos a salvo…
—Lo siento, lo siento… —la pegaso-cartero estaba avergonzada.
—De todas formas, Shiny —Gentle entró en la conversación—, si ese ungüento es tan peligroso, ¿por qué no lo has avisado? Tal como se actuaba ahí dentro, tarde o temprano tenía que ocurrir lo que ha ocurrido… y que haya sido Feather la autora es algo irrelevante.
Pero la pegaso-cartero ya no estaba ahí para agradecer la defensa de Gentle… se estaba dirigiendo, cabizbaja, al restaurante. No solo iba a aguantar lo que le iban a decir los miembros del Consejo, sino que ahora Shiny se había enfadado con ella.
Cuando llegó al establecimiento, miró por la gran cristalera: los cuatro que buscaba estaban allí, bebiendo con avidez. Feather entró y se acercó lentamente a ellos. Entonces descubrió que tenían la mirada perdida, como si no creyesen que todo estuviese ocurriendo.
—Al fin os encuentro —dijo entrecortadamente la pegaso cartero. Y les entregó la carta, trotando a continuación hacia la salida, sin esperar respuesta.
Muffled cogió el sobre, lo abrió y leyó la misiva. Sus ojos se abrieron de par en par y, costernada, le pasó la carta a Wise, que hizo lo mismo, antes de pasarle la carta a Magic. Cuando Disarming terminó de leer la carta, todos estaban estupefactos.
—¿Qué es esto? —preguntó la jefa de mineros.
—No tengo ni idea —respondió Disarming.
—A mí no me preguntes —afirmó Magic.
—¿En serio nunca habéis oído hablar de las Olimpiadas de carteros? —Wise estaba extrañado—. Es una competición que se celebra anualmente en Canterlot, para determinar las capacidades de los mejores carteros de Equestria… y —exclamó, cogiendo la carta, que la tenía Disarming—, por lo visto, Feather ha sido elegida para participar este año…
—¡Pero eso es genial! —Muffled se alegró—. Feather es muy buena cartero, y merece participar… y ganar —exclamó. Tanto Magic como Disarming asintieron.
—Sin embargo, hay algo extraño en todo este asunto —Wise se puso un casco sobre el hocico y se dio leves golpecitos, antes de continuar—. Creo que primero les envían un aviso a los elegidos… pero ella no ha dicho nada. Y fijaos cómo nos ha traído la carta: ha venido muy despacio para, justo después de dejar el mensaje, marcharse rápidamente…
—¿Quieres decir que…? —Muffled se entristeció—. ¿… Que no quiere participar?
—Exactamente —respondió el semental—. Y eso es lo más raro de todo… un cartero que no quiera participar en una Olimpiada de Carteros es algo sumamente insólito. Algo le pasa a Feather, y tenemos que averiguar qué es.
Se levantaron los cuatro a la vez y… se volvieron a sentar, sujetándose a la mesa. Diez grados de alcohol, por dos consumiciones cada uno… era demasiada borrachera como para salir corriendo.
—Mejor esperemos un poco a recuperarnos… —dijo Magic.
Gentle miró a través de la entrada de la carpa. Todo estaba tranquilo. Shiny se puso a su lado y también observó el interior. Entraron con precaución y examinaron minuciosamente, aunque a distancia, la zona donde tenía lugar la restauración de las grandes gemas. Con un suspiro de alivio de la joyero, determinó que ya no había peligro. La unicornio de dos colores volvió a la entrada para avisar a los demás que todo estaba seguro, mientras Shiny se ocupó de limpiar los restos de ungüento.
Todos volvieron a entrar a la carpa, a excepción de Look Talker, quien, dándose la vuelta, se dirigió directamente al restaurante. Era extraño que el resto del Consejo del pueblo tardase tanto en volver… Algo ocurría, y Look Talker tenía que descubrirlo.
"Quizás hayan tenido que irse", pensó Look, "O puede que hayan sido secuestrados por alguna malvada organización de terroristas, para impedir que se inaugure la ciudad de nubes". Empezó a imaginarse un posible plan para rescatar a sus compañeros de Consejo:
Todos los miembros del Consejo estaban atados, cada uno sobre un tablón de madera que, a su vez, estaban colocados en cinco cintas transportadoras en marcha. Estas cintas se dirigían, inexorablemente, a cinco cuchillas circulares a máxima velocidad.
Entonces él entraría y empezaría a moverse como un rayo, de aquí para allá… para, de vez en cuando, situarse, durante un instante, por detrás de cada esbirro para golpearle en la nuca y dejarle sin sentido. Hasta que solo quedase el malvado jefe terrorista. Y habría una lucha a muerte entre el villano y él. Y ganaría, liberando a sus compañeros del Consejo, quienes lo agasajaban y sacaban a hombros.
Pero, cuando entró en el restaurante, los demás miembros del Consejo, excepto Gentle, estaban sentados alrededor de una mesa. Look bajó la mirada, apenado, pero cuando se acercó, sus ojos volvieron a brillar, pues el resto de miembros del Consejo se movían lentamente y tenían la mirada algo perdida. Sin duda estaban bajo los efectos de una potente droga.
El semental se fijó en las copas que tenían delante cada uno de sus compañeros. Era evidente que les habían suministrado la sustancia de forma disimulada en sus bebidas. Cogió uno de los vasos para llevárselo al hocico. Quizás podría reconocer el olor… pero, al aspirar, cayó en redondo al suelo. No estaba acostumbrado al alcohol y el simple aroma había podido más que él.
Muffled, Wise, Magic y Disarming miraron perplejos toda la escena, pero no pudieron hacer nada por evitar la caída de Look. Estaban demasiado atontados. No debieron haber bebido la segunda copa de un trago… y ahora sufrían las consecuencias.
—Tenemos que ir a buscar a Feather —dijo despacio Muffled, pensando cada palabra antes de decirla.
—Antes tenemos que dejar que el alcohol se elimine del cuerpo —respondió Disarming, de la misma forma que Muffled.
—Y se está tan a gusto aquí sentada… —se atrevió a añadir Magic.
—No quiero salir ahí fuera —Wise se echó hacia atrás, apoyando la cabeza contra el respaldo del sillón.
El cocinero se acercó a la mesa con una libreta en el casco. Sacó el bolígrafo de las anillas de la libreta y abrió ésta, pasando las páginas hasta encontrar la primera en blanco.
—Tengo una petición, una recomendación y una cuestión para ustedes, señores clientes —exclamó.
Los cuatro miraron lentamente al camarero, escuchando. Look Talker aprovechó para levantarse y tomó posición en la mesa, sobre una silla que estaba en el lateral.
—La petición, señores clientes, es si van a tomar algo de comer —siguió explicando el cocinero—. Es mediodía y me gustaría ocuparme por completo en su comida, si desean almorzar. Pronto el restaurante se llenará y tardaré más en servirles, así que aprovechen el momento… Y el alcohol se eliminará mejor y más rápido en un estómago lleno.
Los cinco decidieron aceptar, y el camarero tomó nota del pedido. Todos pidieron agua, excepto Wise, que pidió otra de esas cervezas de Germaneigh, pues era, con diferencia, el menos afectado de todos. Debía estar acostumbrado a la ingesta de alcohol.
—La recomendación va para usted, señor Wise —continuó hablando el chef—. No he podido evitar escuchar su conversación, pues tengo poco que hacer —señaló, panorámicamente, el restaurante, que estaba totalmente vacío, excepto por la mesa que ocupaba la comitiva del Consejo—. Mi propuesta es… ¿por qué no invitan a alguien de la Alta Sociedad?
—¿De la Alta Sociedad? —repitió el aludido, mirando extrañado al cocinero, aunque de repente empezó a sonreír. Estaba comprendiendo lo que quería decir el camarero.
—Sí, tienen su propia seguridad… y cualquier posible problema lo solucionarán en seguida sus guardaespaldas —respondió el chef.
—Perfecto, perfecto… —Wise tenía una sonrisa de oreja a oreja—. Si me disculpáis un momento, vuelvo en seguida… Voy a escribir la carta de petición —y, dirigiéndose al cocinero, le dijo—. Muchas gracias, señor…
—Spoon Giddy, a su servicio… —contestó el camarero—. ¿Volverá a la hora de comer?
—Sí, no se preocupe, solo es escribir una carta —alegó Wise, levantándose para salir del restaurante.
Spoon se dirigió al resto de comensales:
—Por último, la cuestión… —dijo—. Estoy en contacto con la pastelería de Ponyville para el asunto de la tarta…
—Ah, sí —cortó Magic— Sugarcube Corner… La conozco. También me sirve a mí —y, mirando al resto, añadió—. Sí, los pastelitos rellenos y las galletas que vendo son de ahí.
—Bueno —prosiguió el chef—, parece ser que tienen un pequeño problema con la tarta… Necesitan saber el nombre de la ciudad de nubes para poder plasmarlo.
Los cuatro miembros del Consejo abrieron los ojos como platos.
—¡El nombre! —exclamó Muffled—. ¡No puede ser!
—Sabía que se nos olvidaba algo —comentó Disarming.
—Y mañana es la inauguración —se lamentó Magic.
—"Hay que elegir un nombre" —expresó Look, con un rápido movimiento de ojos.
Feather estaba en su casa, sopesando la situación. Por un lado podría salir, para enfrentarse a la decisión del Consejo, pero por otro lado podía quedarse todo el día en su casa. La segunda opción era más fácil, ya que así no tenía que dedicarse a ninguna tarea en lo que restaba de tarde, solo acurrucarse, temerosa. Eligió quedarse.
No quería, bajo ningún concepto, ir a la Olimpiada de Carteros. Los recuerdos de la última (y única) vez que fue no fueron en absoluto agradables. Quizás porque era más joven e inexperta, o quizás porque se había creado unas expectativas demasiado elevadas. El caso es que, desde el principio hasta el fin, todo fueron problemas: el resto de participantes aprovechó su inexperiencia en ese tipo de eventos para empujarla, patearla, repudiarla e insultarla. No quería volver a pasar por ese trance.
Por eso no quería salir de casa. Estaba segura de que los miembros del Consejo harían lo posible y lo imposible para intentar convencerla de ir. De hecho, tenían derecho a hacerlo. Que Feather supiera, nunca un cartero de Northwest Mines Town había sido seleccionado para participar en una Olimpiada de Carteros, en cualquiera de sus tres variantes.
De repente llamaron a la puerta. La pegaso se quedó petrificada. Era demasiado pronto para que el Consejo hubiese tomado la decisión de pedirle participar… pero era probable que uno o dos de sus miembros hubiesen tomado la decisión de hablar con ella personalmente.
Lentamente se acercó a la puerta y miró por la ventana que había al lado. Eran Shiny y Gentle. Feather respiró hondo, tranquilizándose, y abrió. Shiny estaba apenada… sin duda debía sentirse culpable por haberse enfadado de esa forma con ella.
—Feather —empezó a decir la joyero—, quisiera pedirte perdón. Sé que no quisiste hacer nada que pudiese hacernos perder horas de trabajo.
Gentle golpeó con su rodilla el costado de Shiny, mirándola de manera fulminante. Ésta carraspeó y sonrió. Gentle miró a Feather y también sonrió, aunque su sonrisa era bastante menos… natural. A su vez, Feather también sonrió, aunque fue más por cortesía que porque quisiera hacerlo.
—Esto… —continuó Shiny—, lo que quería decir es que no debería haberme enfadado contigo de esa forma. Lo que ocurrió fue una serie de pequeños errores que desencadenó en una catástrofe… y no haberlo visto fue culpa mía.
—No te preocupes, Shiny —la pegaso-cartero volvió a sonreír, pero esta vez porque quiso hacerlo—. Está bien, te perdono… aunque me gustaría ayudaros. No tengo nada que hacer esta tarde y quiero tener la cabeza distraída por unas horas.
—¿Te ocurre algo, Feather? —Gentle empezó a escrutar a la amarillenta pegaso, como intentando descubrir su problema únicamente con la vista.
—Nada que no pueda solucionarse con unas horas en buena compañía —fue la respuesta de Feather—. ¿Vamos?
Entonces salió de casa, cerró la puerta detrás de ella y las tres se dirigieron a la carpa.
Wise volvió al restaurante, portando un papel escrito y tinta. Entró rápidamente y dejó caer el documento que tenía en la boca, sorprendido: Magic y Disarming estaban encima de la mesa, discutiendo entre ellos. Y tanto Muffled como Look estaban tan asombrados de la situación como él. Spoon, el cocinero, intentaba en vano calmar a los dos contendientes.
—Te digo que será "Northwest Mines Cloud" —dijo Disarming.
—Y yo te repito que se llamará "Hero's Cloud" —replicó Magic.
Y, acercándose las testas hasta rozarlas, se miraron desafiantes.
Wise recogió el papel y se acercó a la mesa. Muffled le miró y sonrió: si alguien podía arreglar esta estúpida situación, sin duda sería él. Look informó rápidamente al recién llegado sobre lo ocurrido: Se habían olvidado ponerle un nombre a la ciudad de nubes y ahora había un ligero desacuerdo entre las propuestas de Disarming y de Magic.
—¿Por qué no hacéis una votación general para decidirlo? —fue la respuesta de Wise, que miraba alternativamente a los dos ponis que estaban discutiendo encima de la mesa.
—Está bien —reclamó Magic—. Así todo el pueblo decidirá mi propuesta para la ciudad de nubes.
—Estás muy equivocada —respondió Disarming—. Será mi nombre el elegido.
Lentamente los dos bajaron de la mesa, cada uno por un lado, sin dejar de mirarse directamente a los ojos. Disarming empezó a caminar hacia atrás, seguido por Magic, que caminaba hacia delante… pero en ningún momento cambiaron de actitud.
—Recordad haced una campaña limpia —añadió Muffled—. Magic, no vale hacer magia. Disarming, nada de hacer tu "expresión". ¿De acuerdo?
Los dos miraron a la vez a Muffled, con una expresión desafiante. Después volvieron a observarse lentamente y abandonaron el restaurante. Spoon cogió el bolígrafo, y tachó dos líneas del pedido de la libreta.
—Bueno, ahora estaremos más tranquilos —Wise se acomodó en el sillón, al lado de Muffled, y dejó el mensaje encima de la mesa—. Bien, ya tengo la carta, pero… no conozco a ningún miembro de la Alta Sociedad…
Y tanto Wise como Muffled miraron atentamente a Look, que tenía la cabeza gacha.
—Yo tampoco conozco a ningún miembro de la Alta Socie… —añadió Muffled, aunque paró al descubrir que Look había agachado más aún la cabeza.
Wise como Muffled esperaron unos segundos a que el mudo poni de tierra se atreviese a decir algo, pero éste no se movió ni un ápice. Wise respiró hondo y miró a Muffled, que hizo lo mismo, mirándole a él. Los dos volvieron a mirar a Look.
—Look… —comenzó a decir Muffled, en tono maternal—, lo sabemos todo.
—Sí —Wise acompañó las palabras de la jefa de mineros—. Sabemos quién es tu padre.
—Y sabemos la relación que tenéis entre vosotros —añadió Muffled.
—"Entonces sabréis por qué es tan difícil para mí" —explicó Look, moviendo los ojos.
—No te lo pediría si no fuese estrictamente necesario… y urgente —exclamó Wise.
—Pero es algo que tiene que salir de ti —Muffled miró a Look con ojos maternales—, no queremos presionarte, ¿verdad, Wise? —preguntó, dándole a éste un golpecito con la pata.
—Cierto, cierto —dijo apresuradamente el aludido. Miró a Muffled, que le devolvió una gran, sincera y hermosa sonrisa. El corazón de Wise dio un pequeño vuelco, que hizo que éste mirase hacia abajo, perplejo.
—"Dejad que lo piense detenidamente, ¿de acuerdo?" —respondió Look, que recogió la carta, se levantó y marchó. Spoon, desde la cocina, cogió la libreta y el bolígrafo y, suspirando, tachó otra línea.
—Bueno, al fin estamos solos —dijo Muffled—. Creo que lo mejor será que pidas para comer, si quieres acompañarme.
Pero el semental solo asintió. Lentamente se levantó, fue hasta el cocinero y señaló en el menú expuesto sobre el mostrador dos o tres cosas. Después se volvió a sentar… ésta vez enfrente de Muffled. Todavía sentía en su cabeza esa extraña sensación que había surgido hacía unos instantes. Esa sensación que se abotonaba, palpitante, en su cabeza y, con un hormigueo extraño, en su estómago.
Era imposible que estuviese enamorándose de Muffled. Ella era una amiga, nada más. De hecho, era la mejor amiga que tenía en toda Equestria. Incluso le había contado en qué "trabajaba", algo que no sabía absolutamente nadie más, quitando su contacto y la propia Princesa Celestia. Aunque, por seguridad, no se había atrevido a decirle a Muffled que su objetivo era vigilar a Gentle Colors…
Gentle… su objetivo y a la vez su gran amor. O quizás su otro gran amor, si lo que estaba sintiendo en ese momento con Muffled era verdaderamente un amor puro. Tenía que aclarar sus ideas. Pero recordaba, como si hubiese sido el día anterior, lo que sintió al ver a Gentle por primera vez: eran exactamente las mismas sensaciones que abombaba su cuerpo en ese momento. Algo dentro de él le decía que estaba enamorándose rabiosamente de Muffled, y parte de él quería, con todas sus ganas, que ocurriese. Pero tenía que meditar y centrarse en su misión, en su ser y, sobre todo, en lo sucedido.
Disculpándose, se levantó y se marchó, ante la perplejidad de Muffled. Spoon bajó la cabeza y tachó otra línea en el pedido. Seguidamente miró hacia la jefa de los mineros, con una mirada tristona.
—No te preocupes, yo comeré aunque se acabe el mundo —dijo la jefa de mineros—. De hecho, algo me dice que se está acabando —añadió para sí misma.
—Bien, Feather —Shiny señaló un montón con trozos de grandes gemas, situado bajo la carpa—. Nos puedes ayudar juntando las piezas que sean de una gran gema.
—Parece difícil, pero lo haré lo mejor posible —respondió la pegaso-cartero.
—Veamos, en realidad es más fácil de lo que parece —Shiny sonrió—. Te enseñaré cómo se hace.
La joyero seleccionó unos trozos que parecían del mismo color y los fue encajando entre sí, sobre el suelo, hasta hacer una gran gema más o menos entera, aunque aún se notaba las grietas de unión. Feather sonrió. No parecía difícil una vez había visto cómo era.
Buscó en el montón unos trozos de gema color púrpura, que eran los más escasos y, por lo tanto, los más fáciles para empezar. Comenzó a poner los trozos que iba encontrando en el suelo. Después los fue situando tal y como debería ser, separadas entre sí, teniendo en cuenta, en su mente, cómo debía ser la gema entera. Y, por último, los fue uniendo poco a poco.
—Un poco más rápido, Feather —dijo Knowledge—. Estoy acabando de restaurar mi gran gema y no quiero perder la competición.
—Querrás decir que no quieres quedar la última, Knowledge —Flashing sonrió—. Todavía te llevo tres gemas de ventaja, y no digamos lo que pierdes con respecto a las "expertas" Shiny y Gentle.
—¡Arg! —Knowledge miró a su alrededor, comparando la cantidad de gemas que había reparado ella y la de las demás—. ¡Necesito otra gema YA, Feather!
La pegaso-cartero se apresuró y terminó la gran gema. Se lo pasó a Knowledge y comenzó otra, esta vez roja, como la crin de Shiny. Cuando miró el montón, descubrió un problema: había muchas piezas de ese color. Probablemente perteneciesen a varias grandes gemas. Diferenciarlos iba a ser más complicado.
Empezó a coger todos los trozos de ese color, segura de que lo lograría rápidamente. Puso en el suelo el trozo de una esquina y buscó el trozo que encajase a continuación. Lo encontró y lo añadió. Tocaba buscar el siguiente pedazo…
—Feather, ahora soy yo la que necesita una gran gema —dijo Shiny—… date más prisa —añadió, viendo que la aludida apenas había empezado con la segunda gran gema.
La pegaso-cartero resopló. ¿Acaso no se daban cuenta las demás que ella se estaba dando toda la prisa que podía? ¿O quizás inconscientemente iba más lenta por el asunto de las Olimpiadas de Carteros? Pestañeando, se concentró y buscó con más rapidez las piezas que necesitaba.
—Feather, ¿has terminado? —esta vez era Gentle la que preguntaba.
—No, ni siquiera he llegado a la mitad de la gema de Shiny —Feather empezaba a molestarse—. Después me pondré con la tuya.
—¡Acabé por fin! —uno de los mineros dijo eufórico—. Necesito otra gema antes de que me enfríe.
—Esto… yo también —Flashing balbuceó, viendo la dificultad que tenía Feather con su tarea.
—Veamos —aclaró Gentle—. Feather está intentando hacerlo lo mejor posible, pero no tiene práctica. Es mejor que no la atosiguemos y vayamos a su ritmo.
—Lo dices porque vas primera en la competición —Knowledge se quejó—. Pues las dos siguientes gemas serán para mí.
—Por favor, por favor —cortó Shiny—. Primero: esto no es una competición, y segundo: soy YO la que va ganando.
—No seas cría, Shiny —replicó Gentle—. Todas veis que soy yo la que está ganando.
—De eso nada —Shiny se empezaba a enfadar—. He visto cómo intentabas esconder una gran gema que no estaba muy bien restaurada, y esa no cuenta. Además, recuerda que luego tengo que darles el visto bueno y la vería al final.
—No tengo ninguna gran gema mal restaurada —Gentle miraba con ojos entrecerrados a Shiny—. Te lo estás inventando para quedar mejor que las demás.
—Estás muy equivocada —Shiny estaba furiosa por la acusación.
—No, no lo estoy —Gentle también empezaba a enfadarse.
—¡Feather! —Shiny seguía mirando a Gentle—. ¡Quiero tres grandes gemas para mí!
—¡Feather! —Gentle seguía mirando a Shiny—. ¡Quiero cuatro grandes gemas para mí!
—¡Que sean cinco para mí! —exigió Shiny.
—¡Y para mí seis! —ordenó Gentle.
Feather empezó a recular hacia atrás, asustada. La situación no le estaba gustando en absoluto, y no podía hacer nada por arreglarlo. En breve empezarían a culparla por la lentitud, aunque ella estaba haciendo todo lo posible para terminar lo mejor y más rápido posible la tarea que le habían encomendado.
Look Talker se recostó junto a la fuente. Volvió a leer la carta por enésima vez. Sabía que tenía que enviarlo, pero no podía reunir las fuerzas para hacerlo. Su relación con su padre era peor que mala. No se habían hablado en muchos años… Bueno, en realidad era su padre el que llevaba muchos años sin hablarle. Concretamente desde que le echó de su casa, a raíz de su problema con la falta de voz.
Eso había sido peor que un jarro de agua fría para él. Era mudo desde su nacimiento, aunque había aprendido a hablar con movimientos de ojos, gracias a su madre. La instructora que ella había contratado, a espaldas de su padre, le había salvado la vida.
Pero eso era lo normal… Todos sus avances habían sido a espaldas de su padre, que le había repudiado desde su más tierna infancia, hasta tal punto que le hizo vivir en la habitación más pequeña y apartada de la mansión de su familia. Incluso cada día tenía que ir a la cocina para poder comer. Y cada vez que se encontraba con su padre en un pasillo o una habitación, éste montaba en cólera.
Tuvo que escapar de aquella vida de penurias. Y ahora tenía que escribir una carta a aquel extraño que nunca le quiso, a pesar de que le unían una relación de sangre. Era imposible querer a un padre que renegó de su existencia desde el principio… Aunque ahora, el pueblo que le había acogido, necesitara de su ayuda.
—¿Estás bien? —Wise estaba a su lado.
—"Aún estoy pensando en si debo o no mandarlo" —respondió Look.
—Tómate tu tiempo —añadió Wise—. Pero recuerda que mañana es la inauguración.
—"Entonces déjame solo" —Look bajó la mirada, volviéndola a subir al momento—. "Pensaré más rápido si no tengo distracciones".
—De acuerdo entonces. Nos veremos esta noche —exclamó Wise, girándose para marcharse.
En ese momento, desde sus respectivas viviendas salieron Magic y Disarming, cargados con un cartel cada uno, mientras se miraban entre sí de manera poco amigable. Se dirigieron a la plaza principal. Wise resopló y Look se echó en el suelo, abatido. El primero sabía que habría problemas, y el segundo sabría que no tendría un segundo de tranquilidad.
—Wise, Look —dijo Magic nada más llegar—. Os necesito para que aviséis a los que están en la carpa… no me fío de "éste".
—Por favor —exclamó Disarming al instante—, necesito que aviséis a los habitantes que están en la carpa… "ésta" es capaz de cualquier cosa.
Y se volvieron a mirar furiosos. Entonces plantaron en el suelo, sin dejar de vigilarse mutuamente, los carteles que portaban: "Vota por Northwest Mines Cloud", ponía el cartel de Disarming; "Vota por Hero's Cloud", rezaba la pancarta de Magic. Tanto Wise como Look resoplaron, aunque por motivos distintos. El de Wise era un resoplido de rabia contenida, mientras que el de Look era uno de vergüenza ajena.
Los dos se levantaron y se dirigieron a la carpa, dejando a Magic y a Disarming con su estúpida pelea… aunque recorrieron el camino a paso rápido, pues no querían dejarles solos mucho tiempo.
Al entrar en el pabellón, todo era ensordecedor. Mirasen por donde mirasen, aquí y allá había un grupo de ponis hablando, discutiendo, trabajando o jugando. Wise alzó las cejas, pensando en cómo haría para llamar la atención de todos para notificar el aviso.
Alguien chocó contra él. Era Feather, que estaba reculando, alejándose poco a poco del grupo de restauración de grandes gemas, cuyos miembros estaban discutiendo acaloradamente. La pegaso-cartero se volvió para disculparse, pero se encontró con un Wise sonriente.
—Feather —dijo el semental—, necesito que vueles hasta el techo y atraigas la atención de todos. Tengo que anunciar algo importante.
La aludida asintió. Cualquier cosa por alejarse de esa algarabía. Alzó el vuelo y se posicionó en lo más alto, junto al mástil que sujetaba la carpa. Empezó a hablar, a gritar, a hacer cabriolas e incluso a hacer vuelos rasantes sobre las cabezas, pero nadie hacía caso. Volvió junto a Wise, apenada.
—¿Qué es lo que pasa? —preguntó Gentle, que, junto a las demás de la zona de restauración de gemas, estaba atendiendo.
—Hay reunión en la plaza, y tenemos que ir todos —respondió Wise.
—Va a ser difícil con todo este griterío —añadió Shiny.
—Desearía poder usar la Voz Real de Canterlot ahora mismo —expresó Gentle, totalmente seria.
—¿La voz qué? —preguntó Shiny.
—"La Voz Real de Canterlot" —empezó a recitar Knowledge— es, o más bien era, un tono de voz que usaban antiguamente tanto la Princesa Celestia como la Princesa Luna, cuando hablaban son sus súbditos. Digamos que el tono de voz era tan poderoso que sería capaz de tumbar la carpa… y sí, sería ideal para llamar la atención.
—Ya sé cómo hacerlo —Gentle cogió un frasco con ungüento y se acercó a un montón de polvo de gema.
Cuando Shiny se dio cuenta de lo que iba a pasar, era demasiado tarde. La unicornio de dos colores vertió una generosa cantidad de ungüento sobre la montañita de polvo de gema. Al entrar en contacto los dos elementos, el resultado empezó a burbujear. Rápidamente todos los que estaban cerca retrocedieron y se pusieron a cubierto.
Al explotar la mezcla, se hizo el silencio en toda la carpa. Lo único que sonaba era una pelota, que aún botaba. Todos miraron hacia la zona en que había tenido lugar la explosión. Los ponis que estaban cubiertos salieron de su cobertura.
—Por favor —empezó a decir Wise—, se requiere la presencia de todo el mundo en la plaza para un asunto importante.
Ordenadamente salieron todos. Únicamente se quedó Feather, que volvió a la zona de restauración de gemas. Necesitaba seguir juntando grandes gemas para que, cuando volviesen las demás, hubiese material de sobra para no sentirse tan atosigada.
Aunque en realidad algo le decía que el asunto de la Olimpiada de Carteros iba a ser ese asunto importante que se iba a hablar en la plaza… y lo último que le apetecía a Feather era desvelar su negativa a participar ante tantos ponis. Sea como fuere, en esos momentos se sentía más segura en soledad.
Muffled terminó de comer. Aunque la comida había sido realmente apetitosa, ella no se notaba reconfortada. Se sentía realmente sola en esos momentos: tanto Magic como Disarming se habían enzarzado en una estúpida pelea, dejando a Muffled sola. Gentle tenía otros asuntos importantes, dejando a Muffled sola. Look tenía una lucha interna, dejando a Muffled sola. Y, por último, Wise se había marchado sin motivo alguno… dejando a Muffled dolorosamente sola.
Se levantó y pagó la cuenta, saliendo a continuación del restaurante. Fuera, en la plaza del pueblo, había mucha expectativa. Magic y Disarming estaban sobre el pedestal de la estatua, cada uno en una esquina. Estaban predicando sobre las ventajas de votar por su elección de nombre para la ciudad de nubes, y sobre las desventajas de votar por la elección contraria.
La jefa de mineros tenía pocas ganas de participar en esa pantomima. Poco le importaba ahora el nombre que tuviese la ciudad de nubes. Primero tenía que encontrar una respuesta a lo que estaba sintiendo. La mezcla de sentimientos que pululaban dentro de ella la estaban volviendo loca. De hecho, estaban luchando dentro de ella, al igual que, en el pueblo, estaban peleando Magic y Disarming, y Look, y Gentle, y Wise.
Otra vez Wise. ¿Por qué le dolía tanto la acción de ese tonto poni? No era más que una estupidez, pero no era propio de él hacer esa clase de cosas. Y Muffled estaba amplificando ese acto hasta hacer un mundo de ello. Debía pensar en otra cosa… algo en lo que verdaderamente fuese buena. Y, aparte de ser minera, su mejor cualidad era hablar maternalmente a esas seis yeguas que eran tan amigas entre ellas.
Buscó entre el gentío y encontró a Shiny, a Gentle, a Flashing y a Knowledge. Se acercó a ellas poco a poco, apartando a todo aquel que estuviese entre medias. Cuando llegó a su destino, Shadow se había unido al grupo, pero faltaba Feather. Rápidamente elucubró que, si la pegaso-cartero no estaba con las demás, algo debía estar pasándole.
—Perdonad —dijo Muffled—, ¿sabéis dónde está Feather?
—Sí —respondió Flashing, que era la que estaba más cerca de ella—. Está en la carpa, creo.
—Gracias —expresó Muffled a media voz, antes de darse la vuelta para dirigirse al pabellón.
Feather estaba sola, así que, cuando entró, Muffled sonrió. Se quedó pensativa durante un instante, decidiendo sobre qué tema tratar con la pegaso-cartero. Eligió rápidamente hablar sobre la Olimpiada de Carteros.
—Hola Feather —la jefa de mineros rompió el hielo—. ¿Qué tal estás?
La aludida pegó un respingo.
—¡Ah! Hola Muffled —fue la respuesta de la pegaso-cartero—. Estoy juntando trozos de grandes gemas. Como ves, ya llevo unas cuantas —señaló un montón donde descansaban cuidadosamente varias de ellas. Muffled sonrió: Feather se tomaba muy en serio su trabajo.
—¿Por qué no estás en la plaza con el resto del pueblo? —preguntó la jefa de mineros.
—Primero tengo que terminar esto —contestó la pegaso-cartero—. Quiero que cuando vuelvan tengan material para continuar y que así dejen de agobiarme. No me gusta trabajar bajo presión.
—Vaya, ¿no te gusta trabajar bajo presión? —Muffled se sorprendió—. ¿Cómo puedes trabajar entonces de pegaso-cartero, con toda la presión que hay?
—No creas que hay tanta presión en ese trabajo —Feather fijó los ojos en Muffled—. Porque me encanta ser una pegaso-cartero. Es el sueño de mi vida. Y nadie me lo va a amargar, de eso puedes estar segura.
Feather se había puesto a la defensiva, y eso era algo que a Muffled no le gustaba en absoluto.
—Que sepas que no voy a participar en la Olimpiada de Carteros —la amarillenta pegaso tenía los ojos inyectados en sangre—. Y no me vas a convencer, sé lo que intentas.
Entonces, elevándose, salió de la carpa a gran velocidad, dejando a Muffled con la palabra en la boca. La expresión de la jefa de mineros pasó de sorpresa a tristeza, de tristeza a preocupación, y de preocupación a ira. Acababa de decidir que, aunque fuese lo último que hiciera en esa vida, Feather iría a la Olimpiada de Carteros.
Salió del pabellón y miró a todos lados. Tenía que descubrir hacia dónde había ido la potrilla. Incluso alzó la vista al cielo, hacia la ciudad de nubes, pero la pegaso-cartero no había tomado ese camino. Sin duda estaría mezclada entre la marabunta de ponis que había en la plaza, intentando esconderse. Pero no lo lograría.
—Votad por mi propuesta y no por la suya —decía desesperado Disarming.
—No, votad por la mía y no la de él —Magic se veía visiblemente cansada.
Feather, alejándose de Muffled, recaló en la primera fila, y fue vista a la vez por los dos contendientes, que, alegrándose, dijeron a la vez:
—Y para apoyar mi propuesta, aquí tenemos a nuestra representante en las próximas Olimpiadas de Carteros… ¡Fast Feather!
Y los dos empezaron a tirar de la pobre yegua, cada uno de una de sus patas, hasta posicionarla entre los dos, encima de la tarima. La pegaso-cartero se había dejado llevar porque había quedado sorprendida ante la situación pero, en cuanto se repuso, gruñó tanto a Disarming como a Magic.
—¡NO VOY A IR A LAS OLIMPIADAS DE CARTEROS, DEJADME EN PAZ! —gritó, totalmente fuera de sí.
Y emprendió el vuelo, directo a la ciudad de nubes.
—Por favor… Otra vez no… —Shiny se llevó la pata a la frente, sin creer lo que estaba viendo… Tanto ella como sus amigas tendrían que ir a buscarla de nuevo.
—¡Dejadme pasar! —Muffled intentó acercarse a la primera fila—. ¡He dicho que me dejéis! —exclamó, llegando incluso a empujar a los demás para limpiar su camino hasta la fuente.
Una vez llegó a su destino, señaló a Disarming y a Magic y gritó:
—¡Vosotros dos, se acabó esta pantomima! ¡No va a haber elecciones para el nombre! —tanto Disarming como Magic intentaron quejarse, pero Muffled les miró con tal expresión de rabia que únicamente pudieron tragar y bajar los carteles—. ¡Knowledge! —chilló, mirando a la historiadora—. ¡Investiga el nombre que tenía originalmente la ciudad de nubes y le pondremos ese, sea cual sea! —Knowledge se llevó el casco a la sien y galopó lo más rápido que pudo hasta su casa, a investigar—. ¡Magic, abre la tienda, voy a ir yo a por Feather!... ¡AHORA! —la tendero agachó la cabeza y se dirigió con premura hacia su tienda—. ¡Y tú y tú…! —señaló a Wise y a Look— ¡Hablaré después con vosotros! —Look se tumbó al suelo, aterrado, y Wise sonrió… curiosamente, esa nueva Muffled le agradaba.
Después de comprar el material necesario en la tienda de Magic, Muffled emprendió el vuelo hacia la ciudad voladora. Cuando aterrizó en la nube de llegada, echó un vistazo alrededor. Al fondo, mirando preocupada al suelo nebuloso, estaba Feather. Muffled se acercó a ella, con un paso firme.
De repente, cuando estaba casi llegando a la pegaso-cartero, la nube que pisó cedió bajo su peso, hundiéndose. Feather rápidamente voló y agarró a Muffled, que se deslizaba poco a poco en el agujero de la nube. El efecto del jarabe de flotabilidad ya había terminado de hacer efecto. Feather llevó a Muffled hacia una nube que parecía segura.
—Ten mucho cuidado —advirtió la pegaso-cartero, preocupada—. Hay nubes que se rompen a nuestro paso. Y aunque yo vuelo, tú no…
—Luego nos ocuparemos de eso —Muffled estaba menos irritada después del susto—. Pero primero lo más importante —volvió a ponerse maternal—: ¿por qué no quieres ir a la Olimpiada de Carteros? —dijo, poniéndole el casco sobre el hombro de Feather, para darle a entender que podía confiar completamente en ella.
—Verás… —la pegaso-cartero estaba apenada y arrepentida por su actuación, escapando a la ciudad de nubes—, no me gustó nada la última vez que estuve. Fue algo horrible.
—Oh, pobrecilla —el enfado de Muffled había desaparecido totalmente, y ahora afloraba el cariño hacia la pobre pegaso—. Cuéntamelo todo… te sentirás mejor, te lo aseguro.
Y Feather explicó lo que le había ocurrido tres años atrás, cuando todavía era una novata pegaso-cartero de Canterlot y cómo su ilusión de ser seleccionada para la Olimpiada de Carteros se vio truncada al descubrir que muchos competidores usaban esa competición como trampolín hacia el éxito, sin importarles el espíritu de superación personal ni el respeto a los competidores.
También contó cómo ella fue especialmente maltratada, tanto en los prolegómenos como en la propia competición, llegando incluso a abandonar las Olimpiadas de Carteros a la mitad, algo que nunca antes había ocurrido. Debido a ese hecho, en el trabajo diario, el resto de compañeros empezaron a hacerle el vacío, obligándola a pedir el traslado y llegando a recalar al final en Northwest Mines Town.
—Pero lo que más temo ahora mismo es no cumplir las expectativas y que todos, incluso mis amigas, me abandonen… —terminó diciendo Feather, con lágrimas en los ojos—, y encontrarme definitivamente sola.
—¿Sabes una cosa? —dijo despacio Muffled—. Nunca antes hemos tenido un cartero que haya sido seleccionado para la Olimpiada… Hemos tenido muchos carteros, y todos eran buenos en su trabajo. Tú, sin embargo, eres la mejor que jamás hemos tenido. Y estamos todos muy orgullosos de ti.
—¿Y si no consigo nada? ¿Y si quedo la última? ¿Y si abandono? —la pegaso-cartero dudó de sí misma.
—Pase lo que pase, seguirás siendo la mejor cartero que jamás hemos tenido —Muffled le dio un beso maternal en la frente—. Y, pase lo que pase, confía en ti. Sé que harás un buen papel en las Olimpiadas de Carteros, porque eres Fast Feather, porque eres una pegaso-cartero de Equestria… y porque aquí dentro —señaló el corazón de Feather—, tienes un corazón muy grande. Lo lograrás
La amarillenta pegaso quedó pensativa durante un instante y, fijando la mirada sobre la jefa de mineros, asintió, decidida. Iba a participar en la Olimpiada de Carteros, e iba a hacerlo lo mejor posible. Por ella, por sus amigas y por todo Northwest Mines Town.
Muffled se levantó con una sonrisa en su boca, contenta por el resultado. Empezó a caminar hasta la nube de salida cuando la nube que pisó se deshizo a su paso. Comenzó a hundirse rápidamente, pero afortunadamente los reflejos de Feather fueron aún más rápido, agarrándola en el último momento y llevándola otra vez a la nube donde habían permanecido en la charla.
—Esto es un desastre —dijo la pegaso-cartero mientras Muffled se recuperaba—. Las nubes no resisten nuestro peso. ¿Cómo esperan que vivan aquí los pegasos?
—Voy a pedir explicaciones al encargado de la obra de restauración —la jefa de mineros estaba preocupada—. Y, por supuesto, se cancela la re-inaguración hasta que todo esté arreglado.
Muffled sacó de su zurrón el jarabe de levitación y se lo bebió de un trago. A continuación saltó sobre la nube que se había hundido antes, terminándola de destrozar. Entonces aprovechó el hueco para salir de la ciudad de nubes, seguida de Feather. Juntas llegaron al suelo, en la plaza, sobre la tarima de la estatua, con todo el mundo expectante por su llegada.
—¿Dónde están los operarios que han hecho las reparaciones ahí arriba? —Muffled miraba enfadada a la multitud.
—Yo soy el jefe de la cuadrilla —un pegaso celeste con pelo gris se adelantó—. ¿Hay algún problema? —dijo, con un tono amable.
—Sí —respondió Feather—, las nubes se deshacen ante nuestros cascos.
—Eso es imposible —el pegaso se extrañó—. Hemos usado la proporción 80-20, que es la normal.
—Eso, eso —otro pegaso mucho más joven, de pelaje azul y con crines negros se puso al lado del jefe de cuadrilla—. 80 % hebra de nube, 20% nube sin tratar.
El jefe de cuadrilla se giró hacia el pegaso joven, con los ojos como platos. No podía creérselo.
—¡Estúpido! —bramó—. ¡Es 80% nube sin tratar y 20% de hebra de nube! Normal que se hunda… —volvió su mirada hacia Muffled y hacia Feather y se disculpó—. Lo siento, lo siento de verdad. Ese trabajador es nuevo y solo se encarga de hacer la mezcla… y no hemos notado nada porque siempre sobrevolamos sobre nuestros encargos, para evitar roturas y pisadas. Por supuesto, lo repararemos todo en la menor cantidad de tiempo posible y sin sobrecoste.
—Está bien —Muffled estaba satisfecha—. Eso nos dará más tiempo para preparar la re-inauguración.
Entonces Muffled y el jefe de la cuadrilla estrecharon los cascos, a modo de acuerdo.
Feather aprovechó que estaba sobre el pedestal para hacer pública una noticia. Mandó callar los vítores que resonaba en la plaza.
—Me gustaría decir algo —empezó a decir solemnemente—. Dentro de unos meses es la Olimpiada de Carteros, que es una competición entre los carteros más competentes de toda Equestria, y he sido elegida para participar en la edición de este año, el de pegasos-cartero… Voy a participar, y prometo hacerlo lo mejor posible.
Toda la plaza volvió a lanzar vítores y ánimos a Feather.
Look le dijo algo a Wise, que asintió, y los dos subieron a la tarima, junto a Feather y a Muffled. Debido a que la plaza estaba abarrotada y que los últimos no verían los ojos de Look, éste decidió contarle a Wise la noticia para que lo pregonase.
—Como sabréis muchos —empezó a decir Wise—, hemos tenido un problema con la seguridad del evento de la re-inauguración —de vez en cuando miraba hacia Look para seguir con el discurso—. Pero, gracias a nuestro cocinero favorito, Spoon Giddy, que nos ha dado una gran idea, vamos a tener no solo seguridad, sino también a alguien importante de Canterlot. Look Talker ha decidido escribir a su padre, que seguramente vendrá, aprovechando el interés que está empezando a crear esta mina en toda Equestria.
Y toda la plaza volvió a vitorear y aplaudir a los que estaban sobre el pedestal.
Knowledge estaba avanzando hacia el pedestal y subió, portando un libro. Mandó callar a los presentes, que obedecieron casi inmediatamente.
—He estado buscando durante mucho tiempo en varios libros históricos hasta que al final he encontrado el nombre de esta ciudad de nubes —abrió el libro por la página que tenía puesto el marcapáginas—. Se llamaba "Cirrus Merlon".
—Oye, pues me parece mejor este nombre que mi opción —dijo Disarming.
—Y que el mío —añadió Magic.
Y toda la plaza asintió y volvió a vitorear, dando su aprobación al nombre.
Después de la fiesta que hubo, pues había que aprovechar todo lo que se había preparado para la re-inauguración, cada uno marchó a su casa, contento y feliz. Todo volvía a ser normal en Northwest Mines Town, y así debía ser.
Pero no todo el mundo logró conciliar el sueño:
Feather estaba eufórica pensando en lo que haría en las Olimpiadas de Carteros.
Look aún seguía dándole vueltas al tema, pero esta vez imaginaba cómo podría dar a su padre el recibimiento que se merecía.
Magic y Disarming, respectivamente, fantaseaban sobre su nombre en el cartel de bienvenida sobre la nube de entrada de la ciudad de nubes, aunque reconocían que "Cirrus Merlon" era un nombre bastante mejor.
Sin embargo, Wise y Muffled no podían conciliar el sueño por otra razón distinta: Wise se debatía entre su amor por Gentle y las nuevas emociones que sentía por Muffled… mientras que Muffled se debatía entre mantener la amistad con Wise o cambiar la relación… alejándose lo más posible de él, hasta convertirle en un extraño.
FIN DEL CHAPTER 1x08