La voz del destino
Chapter 35
Previous Chapter Next ChapterLa carta, la union, y la cruz
Aragorn, hijo mío,
Si estás leyendo esta carta de alguna manera Silverware ha llegado a ti, o tu llegaste a ella, y también significa que ya no estoy contigo, hijo mío, esta carta lleva un aroma especial, único, un amor que no se compara con nada… es lo más cercano al amor de Dios, eres mi hijo, mi sueño y mi realidad.
De seguro ahora tendrás muchas preguntas, como yo las tengo sobre tu futuro, pero sé que eres un joven de noble corazón, Hoy recuerdo cuando por fin estabas en mis brazos, mi corazón se desbordó de amor por ti, ya jamás dejaría que nada y nadie te tocara. Prometí cuidarte y defenderte con mi vida si era necesario. Reía con tus cosas graciosas, cuando mi mundo se caía te abrazaba con mucha fuerza para sentirte cerca de mí, muy cerca…
Y cuando tu padre te sostuvo en sus pesuñas lo vi sonriendo, con una alergia que ni yo podría describir, y cuando le pedí que nos exiliara, el no pudo ocultarme su dolor, hijo mío reconozco que no fui la mejor madre la permitirte vivir las penurias que he aceptado con tal que de que puedas existir
Te enseñaré a mirar con los ojos del corazón, así podrás distinguir el bien del mal. Quiero que seas mi orgullo, pues un día crecerás y tendrás tu propia vida, mientras tanto, gracias por déjame abrazarte y amarte como a nada en el mundo…
No le guardes rencor u odio a tu padre y a tus hermanos, yo los amo con todo mi corazón, y sé que ellos también te habrían amado, no culpo al destino y a dios alguno, eso lo sé porque alguna vez…parecerá inocente, pero sabias que tu vendrías a mi mucho antes de pensar en ti,
Un día te irás a formar tu familia y quiero que todos estén orgullosos de ti, que le des el mismo amor que te fue entregado. Así seremos una familia que se formó bajo las normas de una vida feliz y llena de amor, para dar y repartir.
Sólo te pido que cuando ya tengas tu propia vida, seas leal a tus principios, nunca te alejes del conocimiento que te he dado, respeta a todos aunque no estés de acuerdo, tú sabrás lo que es bueno y malo para tu vida, sé bueno, haz que me sienta orgullosa de ser tu madre, por mi parte yo lo estoy desde antes que nacieras.
-ella estaría orgullosa de ti – al terminar la carta los dos volvieron a mirarse a los ojos – y tú debes estar orgulloso de ella
-sí, estoy orgulloso de ella como no puedes imaginar – sonrió emocionado dejando la nota abierta en la mesa – pero lo que me pide que haga es algo que tal vez no pueda hacer
-te refieres a tu padre – con duda expreso sintiendo a su compañero que cerrando los ojos se levantaba de la mesa – Aragorn debes dejar el pasado, ella te lo está pidiendo
-Celestia no me pidas que solo olvide todo el dolor de años pasados en solo unos segundos – se recargo en el barandal del balcón contemplando la ciudad – tantos años en solo una noche
-el pasado ya quedo atrás – respondió recargándose a su lado entrelazándose las pezuñas – no pienses en él, pero tampoco te obsesiones con el futuro,
-me dices cosas que aunque entiendo, no quiero escuchar
-quiero que me veas, y me digas que vez - ambos fijaron sus ojos en los del otro y ante los destellos fugaces de las estrellas y la Blanca luna un beso apasionado fue el resultado
-te amo – dijo separándose y tomando aire para volver a unir sus labios con los de ella, entre besos, y caricias, ambos llegaron a la suave cama destilando pasión, la recostó en el colchón levantándose para contemplar la virginal figura de la yegua la cual no dejaba de acariciarle el rostro jugando con sus cabellos
-Y yo a ti –los dos se fundieron en un beso profundo dejándose llevar por las sensaciones de amor y pasión experimentadas, Aragorn lentamente descendió su pesuña acariciando el vientre de Celestia haciendo circulitos, mas repentinamente el Alicornio se separó de ella con total vergüenza
-lo siento – exclamo con timidez y apartándole mirada – Celestia…perdona…no quiero presionarte…..yo….yo no soy así – pero ella con total calta tomo su mentón acercándolo para besarlo en los labios – no quiero presionarte a nada que no desees
- no me estas presionando – respondió con amor mientras lo acariciaba en el cuello, este le respondió volviéndola a besar mientras la recostaba en la cama y la luna los cubría con su luz, Celestia solo uso su magia para cerrar las cortinas – te amo Aragorn…
-y yo a ti Celestia… ¿te casarías conmigo? – ella se separó delicadamente de los besos de su pareja solo para asentir con emoción para volverlo a besar, a la vez que el comenzó a acariciarla en su entre pierna subiendo lentamente hasta su….
XXX ESCENA CENSURADA XXX
ESCENA CENSURADA
Para la protección de los niños que leen esta historia,
ESCENA CENSURADA
XXX ESCENA CENSURADA XXX
Mientras los dos equinos expresaban su amor, los ponys del pueblo, a su vez, comenzaban a dispersarse en todas direcciones, perdiéndose entre las sombras del enmarañado laberinto de calles oscuras, estrechas y torcidas, y ya no turbaba el profundo silencio de la noche más que el grito lejano de vela de algún guerrero, el rumor de los pasos de algún curioso que se retiraba, o el ruido que producían las albadas de algunas puertas al cerrarse, cuando en lo alto de la escalinata que conducía a la plataforma del palacio apareció un corcel caballero, el cual, después de tender la vista por todos los lados, como buscando a alguien que debía esperarlo, descendió lentamente hacia la cuesta del alcázar, por la que se dirigió hacia Plaza de Zocodover*
Al llegar a la plaza de este nombre se detuvo un momento y volvió a pasear la mirada a su alrededor. La noche estaba oscura; no brillaba una sola estrella en el cielo, ni en toda la plaza se veía una sola luz, no obstante, allá a lo lejos, y en la misma dirección en que comenzó a percibirse un ligero ruido como de pasos que iban aproximándose, creyó distinguir el bulto de un pony unicornio: sin duda, el mismo a quien parecía aguardaba con tanta impaciencia.
El que acababa de abandonar el alcázar para dirigirse a la plaza era Hellcat, que, en razón al puesto de honor que desempeñaba cerca de la persona del rey junto con Gandalf, había tenido que acompañarle en su cámara hasta aquellas horas. El que, saliendo de entre las sombras de los arcos que rodeaban la plaza, vino a reunírsele, Winter Bells. Cuando los dos ponys se hubieron reunido cambiaron algunas frases en voz baja.
-Presumí que me aguardabas – dijo el uno.
-Esperaba que lo presumirías – contestó el otro
-¿Y adónde iremos?
-A cualquier parte donde se puedan hallar cuatro palmos de terreno donde revolverse y un rayo de claridad que nos alumbre.
Terminado este brevísimo diálogo, los dos jóvenes se internaron por una de las estrechas calles que desembocan en la plaza, desapareciendo en la oscuridad como esos fantasmas de la noche que, después de aterrar un instante al que los ve, se deshacen en átomos de niebla y se confunden en el seno de las sombras.
-increíble revelación del rey esta noche – exclamo uno de los ponys con la intención de alejar el frio celante – no me doy a la idea de que él sea en heredero a la corona
-te has puesto a pensar que quizás sea un truco suyo, ya sabes que lo haya encantado para que declarara eso
-no lo creo Winter Bells – respondió – yo mismo he estado con el rey y reconozco la verdad en sus palabras – ambos bajaron la mirada
Largo rato anduvieron dando vueltas a través de las calles, buscando un lugar a propósito para terminar sus diferencias, pero la oscuridad de la noche era tan profunda, que el duelo, razón de su reunión a esas horas, parecía imposible. No obstante, ambos deseaban batirse, y batirse antes que rayase el alba, pues al amanecer debían partir las huestes reales, y uno de ellos con ellas.
Prosiguieron, pues, cruzando al azar plazas desiertas, pasadizos sombríos, callejones estrechos y tenebrosos, hasta que, por último, vieron brillar a lo lejos una luz, una luz pequeña y moribunda, en torno a la cual la niebla formaba un cerco de claridad fantástica y dudosa.
Por fin – Habían llegado a la calle de la Cruz Santa, y la luz que se divisaba en uno de sus extremos parecía ser la del farolillo que alumbraba a la imagen que le da su nombre, Al verla, ambos dejaron escapar una exclamación de júbilo y, apresurando el paso en su dirección, no tardaron mucho en encontrarse junto al retablo en que ardía
Los caballeros, después de saludar respetuosamente a la imagen de la cruz, quitándose los birretes y murmurando en voz baja una corta oración, reconocieron el terreno con una ojeada, echaron a tierra sus mantos, y apercibiéndose mutuamente para el combate y dándose la señal con un leve movimiento de cabeza, cruzaron los estoques. Pero apenas se habían tocado los aceros, y antes que ninguno de los combatientes hubiese podido dar un solo pasó o intentar un golpe, la luz se apagó de repente y la calle quedó sumida en la oscuridad más profunda. Como guiados de un mismo pensamiento, y al verse rodeados de repentinas tinieblas, los dos combatientes dieron un paso atrás, bajaron la suelo las puntas de sus espadas y levantaron los ojos hacia el farolillo, cuya luz, momentos antes apagada, volvió a brillar de nuevo al punto en que hicieron ademán de suspender la pelea.
-Será alguna ráfaga de aire que ha abatido la llama al pasar – exclamó Winter Bells, volviendo a ponerse en guardia y previniendo con una voz a Hellcat, que parecía preocupado, dio un paso adelante para recuperar el terreno perdido, tendió el brazo y los aceros se tocaron otra vez; mas, al tocarse, la luz se tornó a apagar por sí misma, permaneciendo así mientras no se separaron los estoques.
-En verdad que esto es extraño – murmuró Hellcat, mirando al farolillo, que espontáneamente había vuelto a encenderse y se mecía con lentitud en el aire, derramando una claridad trémula y extraña sobre la cruz
-¡Bah! – Dijo Winter Bells – Será la encargada de cuidar del farol del retablo sisa a los devotos y escasea el aceite, por la cual la luz, próxima al morir, luce y se oscurece a intervalos en señal de agonía – Y dichas estas palabras, el impetuoso joven potro tornó a colocarse en actitud de defensa. Su contrario le imitó, pero esta vez no tan solo volvió a rodearlos una sombra espesísima e impenetrable, sino que al mismo tiempo hirió sus oídos el eco profundo de una voz misteriosa, semejante a esos largos gemidos del vendaval, que parece que se queja y articula palabras al correr aprisionado por las torcidas, estrechas y tenebrosas calles de Faust
-¡¿escuchaste eso?! – El otro asintió – ¿entendiste algo?
-no ¿y tú? – Qué dijo aquella voz medrosa y sobrehumana, nunca pudo saberse; pero al oírla ambos jóvenes se sintieron poseídos de tan profundo terror, que las espadas se escaparon de sus manos, el cabello se les erizó y por sus cuerpos, que estremecía un temblor involuntario, y por sus frentes, pálidas y descompuestas, comenzó a correr un sudor frío como el de la muerte, La luz, por tercera vez apagada, por tercera vez volvió a resucitar, y las tinieblas se disiparon.
-¡Ah! – Exclamó Hellcat al ver a su contrario entonces, y en otros días su mejor amigo, asombrado como él, como él pálido e inmóvil – Dios no quiere permitir este combate, porque es una lucha fratricida, porque un combate entre nosotros ofende al cielo ante el cual nos hemos jurado cien veces una amistad eterna – Y esto diciendo, se arrojó en los brazos de Winter Bells, que le estrechó entre los suyos con una fuerza y una efusión indecibles.
*La Plaza de Zocodover es una plaza de la ciudad de Toledo, en la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, España. Fue el centro neurálgico de la ciudad durante la mayor parte de su historia, actuando como Plaza Mayor de la misma. Una parte de ella fue diseñada por Juan de Herrera en tiempos del reinado de Felipe II.
Toda la segunda parte es un relleno, por si no se dieron cuenta, pero ya se los había advertido, imagino que ahora estarán desilusionados, pero como dije, en escenas XXX no soy para nada bueno,