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Buscando al Kirin

by Kolbjorn

Chapter 12: La montaña

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Spike aspiró hondo, llenando sus pulmones del frio aire del amanecer en la montaña y disfrutando del efecto que tenía este en sus pulmones. A su lado Rarity se mostraba un poco menos entusiasta con los beneficios del clima local pero más impresionada con el escenario. Las montañas de Xia eran diferentes a las de Equestria, mientras estas eran cónicas las del país en el que ahora se encontraban eran casi cilíndricas y muy próximas unas a otras. El hecho de que todo el lugar estuviera envuelto en una ligera neblina aumentaba el efecto que este tenía sobre la mente de la unicornio, siempre sensible a cualquier tipo de belleza.

Ambos miraban una montaña en particular, a unos cuantos kilómetros a la distancia, cuya cima se perdía entre las nubes y que resaltaba sobre las demás. Spike se colocó una garra sobre los ojos tratando de distinguir mejor los detalles de la cima y le habló a Rarity.

"Bueno, yo diría que la grande se ve bastante mística y legendaria. ¿Tú qué crees?"

"Si pudiéramos ver si la cima está dividida en cinco sería más fácil. ¡Qué nubes tan inoportunas!"

Spike se encogió de hombros.

"Bien, solo hay una manera de comprobarlo."

Rarity trepó a la espalda de Spike y este se acercó volando lentamente y a baja altura esquivando los pilares de roca y los grupos de pinos. A medida que se acercaron a la montaña que sobresalía pudieron apreciar mejor aun su magnitud.

La pareja ya habia visto antes montañas imponentes, empezando por la simétrica belleza y majestuosidad del monte Canterlot o la impresionante ciudad-montaña que servía de capital al imperio de los grifos. Habían escuchado rumores de las gélidas montañas de Skydome al norte, que mantenían a los lobos lejos de Equestria, eran las montañas más altas del continente y se decía ocultaban las ruinas de la antigua Pegasopolis.

Sin embargo esta montaña tenía algo especial en ella, ya fuera su apariencia que la hacía parecer un pilar que sostenía el cielo o porque en algún lugar de ella se encontraba la respuesta que tanto buscaban, que hizo que el dragón y la unicornio no pudieran hablar durante varios minutos.

Finalmente Spike se inclinó para que Rarity bajara y se desató el equipaje de la espalda. Provocando la confusión de su esposa.

"Spike, ¿Qué haces?"

"Bueno, se supone que no se puede llegar volando a la cima, ¿verdad? Si llego hasta la parte más alta entonces quiere decir que esta no es nuestra montaña."

Sin esperar respuesta el dragón emprendió el vuelo, rápidamente ganó altura y ya se encontraba a la mitad de la distancia entre la base y las nubes cuando notó un movimiento en estas. Repentinamente una ráfaga de viento lo impactó desde arriba con una fuerza terrible y aunque luchó contra esta finalmente la fuerte corriente detuvo su avance y lo obligó a descender.

El dragón aterrizó a un lado de su esposa extendiendo y contrayendo constantemente sus alas cansadas por el esfuerzo. Spike se pasó su larga lengua por los labios.

Sin pronunciar palabra se elevó de nuevo. Antes de llegar a la altura en la que la corriente de aire lo había interceptado intentó acercase a la montaña. De nueva cuenta una corriente de aire surgió desde las alturas y lo golpeó con tal fuerza que lo sacó de balance y lo hiso caer pesadamente sobre su espalda en la base de la montaña. Rarity se acercó corriendo a su esposo pero este se levantó riendo y se limitó a sacudirse la espalda.

"Bien, creo que esta es nuestra montaña. ¿Lista?"

Rarity asintió.

"Lista querido."

Spike sonrió, se ató de nuevo los bultos y se inclinó para que Rarity pudiera subir a su espalda, esta le colocó una pezuña en el brazo y negó con la cabeza.

"Gracias pero no, Spike. Voy a subir la montaña a tu lado, no sobre ti."

Spike asintió y sonrió.

"Bien, en ese caso busquemos un lugar menos inclinado y con menos rocas para empezar."

Rodearon la base de la montaña durante un par de horas hasta encontrar un punto que parecía más accesible. Se encontraron con una pendiente menos inclinada y que ofrecía más apoyos para las pezuñas de la unicornio.

"Sube tu al frente." Le comentó Spike. "es más seguro, si te resbalas te puedo atrapar. Si fuera yo adelante podría provocar un derrumbe o caer y arrastrarte conmigo."

"¿Y si caes yendo atrás de mi?"

"No creo que pase mas allá de unos cuantos raspones. Recuerda, escamas más resistentes que el acero y huesos duros como el granito."

Rarity giró los ojos hacia arriba al escuchar de nuevo la frase favorita de Spike, lo único que había aprendido del libro de Twilight, la unicornio no se sintió muy satisfecha con el intento de su esposo de tranquilizarla pero no encontró una mejor estrategia para subir la montaña que la que mencionó él.

Lentamente la pareja comenzó el asenso tratando de encontrar apoyos firmes en la roca gris cubierta de musgo. La neblina no hacía más fácil el asenso, la humedad tornaba más resbaladizas las rocas y el no poder ver muy claro los obligó en un par de ocasiones regresar sobre sus pasos.

Ya era casi cerca del medio día cuando se detuvieron a tomar un descanso en una pequeña zona que no tenía tanta inclinación. La escalada había supuesto un esfuerzo más grande para Rarity de lo que originalmente habían creído y la unicornio respiraba pesadamente recostada contra un costado de Spike.

El dragón no se encontraba cansado pero el lugar que escogieron para descansar era demasiado pequeño para él y la mitad trasera de su cuerpo sobresalía del lugar y tenía que esforzarse en no resbalar usando sus patas traseras.

Rarity soltó una pequeña risa y miró a Spike.

"Esto me recuerda la primera vez que subí a nuestra casa."

El dragón inclinó la cabeza hacia un lado confundido.

"¿La primera vez?, pero si te llevé volando."

"Me refiero a cuando las chicas y yo subimos la montaña para pedirle al dragón que se fuera. Si me hubieran dicho que algún día viviría en esa cueva definitivamente me hubiera sentido muy contrariada y ofendida. Claro que ahora es muy diferente."

"Bueno, si en ese entonces me hubieran dicho que viviría en esa cueva contigo my corazón hubiera estallado. Lástima que después el dragón regresó y se llevó su tesoro."

"Si, una verdadera lástima." Rarity miró en dirección donde se encontraba la cima oculta entre nubes. "¿Cuánto tiempo crees que nos tomará?, llevamos horas en esto y aun ni siquiera llegamos a la mitad de la distancia entre la base y las nubes. Y solo Celestia sabe que distancia hay de las nubes a la cima."

El dragón se encogió de hombros.

"No lo sé, desde abajo se veía más fácil. ¿Por qué rayos los seres legendarios tienen que vivir siempre en lugares peligrosos y alejados?, ¿Por qué no pueden ser como las princesas y vivir en una ciudad donde si quieres verlas tienes que pedir una cita con su secretario? Digo, son las hijas de dos de los titanes ¿Qué puede ser mas mágico y legendario que eso?"

Rarity sonrió y abrió la boca para responder al comentario de Spike, en ese momento una de las rocas sobre las cuales el dragón mantenía apoyado su peso cedió y rodó cuesta abajo. La expresión de Spike cambio rápidamente a sorpresa y después a miedo cuando el peso de la mitad posterior de su cuerpo comenzó a arrastrarlo hacia abajo por la inclinada pendiente. Clavó sus garras delanteras en la roca sobre la cual descansaba Rarity, quien de inmediato se levantó al notar la situación de Spike.

Sin embargo el peso del dragón era demasiado y al estar sujeto firmemente a la roca comenzó a arrastrarla también. Al notar esto Spike soltó sus garras lo cual provocó que rodara de espaldas cuesta abajo decenas de metros.

Rarity gritó y brincó de la roca en la que se encontraba tratando de repetir el esfuerzo que realizo para contener el agua y sujetar con su magia el cuerpo de Spike, sin embargo el cansancio físico y la velocidad con la que el dragón rodaba ladera abajo hicieron imposible esto.

La unicornio corrió cuesta abajo tratando de alcanzarlo y tropezó con una roca, perdiendo el equilibrio y rodando ella también. Spike logró detenerse finalmente, adolorido y mareado levantó la cabeza para ver a Rarity que aun se precipitaba por la ladera. Con un grito y olvidándose de sus propias heridas Spike corrió hacia arriba y la interceptó.

Tanto la unicornio como el dragón tenían raspones y cortaduras por todas partes de su cuerpo y respiraban agitadamente, después de unos segundos Rarity abrió los ojos emitiendo un quejido. Spike acercó más la cabeza a su esposa, tratando de encontrar alguna herida de consideración.

"¿Te encuentras bien Rarity?, ¿Estás muy herida?"

"Solo muy adolorida querido, pero creo que no me rompí nada, ¿tu cómo estás?"

"Creo que no sirve de mucho tener escamas de acero si hay varias toneladas de dragón rodando sobre ellas. ¿Puedes levantarte?"

Rarity asintió y lentamente se incorporó, sus patas temblaban y perdió el equilibrio recargándose en Spike, pero finalmente logró ponerse de pie. El dragón asintió lentamente.

"Gracias a las princesas." Spike miro el camino por el cual habían rodado "demonios, perdimos mucho terreno. Tendremos que avanzar más rápido si queremos recuperar…"

Una gota de agua golpeo su nariz, seguida rápidamente de muchas más. Los truenos retumbaron y los relámpagos centelleaban en la parte más alta de la montaña mientras la tormenta se desataba. Rarity se llevó una pezuña a la frente.

"Esto no puede estar pasando."

Dos días después Spike se encontraba totalmente empapado sobre una pequeña meseta en la ladera de la montaña, su ala izquierda cubriendo lo mejor que podía a una también empapada Rarity. Los rostros de ambos reflejaban frustración y enojo mientras la tormenta continuaba azotando la montaña sin piedad. El dragón dejó escapar un sonoro rugido.

"Dos días, dos malditos días lloviendo y no estamos a la mitad de lo que deberíamos subir."

Rarity no comentó nada, limitándose a mirar el torrente de agua turbia que les había cortado el paso mientras su cuerpo se estremecía de vez en cuando. Escuchaba las quejas y gruñidnos de su esposo pero no les prestaba atención, estaba ahora concentrada en un detalle en un enorme muro de roca gris a unos cuantos metros de donde se encontraban.

"Spikey, creo que eso es una cueva…"

El dragón se limpió sus ojos del agua y trató de enfocar su vista a través de la cortina de lluvia, efectivamente a unos cien o doscientos metros de donde se encontraban había una cueva. No habia manera de saber si el cabria por completo pero definitivamente Rarity podría protegerse mejor de la lluvia ahí adentro.

Tratando de mantener lo mejor posible el equilibrio sobre las resbaladizas rocas los esposos se aproximaron corriendo a la entrada. Spike pudo notar que se trataba de un túnel estrecho de varios metros de largo que sin lugar a dudas llevaba a un espacio mucho más amplio.

Rarity entró sin problemas por el túnel pero Spike tuvo que tomarse unos minutos y practicar lo que había aprendido de disminuir su tamaño. En cuanto este logró deslizarse con algunas dificultades por la entrada de la cueva la lluvia cesó.

"Por supuesto." Bufó Spike y miró con enojo la siempre presente cobertura de nubes, por un segundo le pareció ver algo entre ellas. Algo muy similar a las estatuas que adornaban los jardines donde habia descansado hacia unos días.

El dragón continuo avanzando por el túnel, podía ver que Rarity ya habia llegado al otro extremo pero se mantenía cerca de la salida dándole la espalda. Spike llegó a la salida y se encontró en un amplio espacio cubierto pero con una abertura en el techo por la cual entraban aun unas cuantas gotas que se acumulaban en un pequeño lago. El piso de la cueva estaba cubierto de musgo y habia una ligera nube de neblina.

Sin embargo todos estos detalles pasaron inadvertidos para Rarity y Spike. En frente de ellos se encontraba una criatura cuadrúpeda de tamaño similar a la princesa Celestia pero de complexión más robusta, su cuerpo cubierto de pequeñas escamas color verde pino, tenía una crin de un vivo color rojo que le recorría toda la espalda hasta su larga y flexible cola. Las pezuñas eran hendidas como las de los siervos o los búfalos. De la frente de la criatura partía un largo y afilado cuerno de color dorado. El mismo color de los ojos similares a los de una serpiente que se mantenían fijos en la pareja.

Spike sintió que sus patas no podían sostenerlo mas, su boca se volvió seca mientras mil pensamientos se formaban rápidamente en su mente. Rarity por otra parte hacia ruidos con su boca pero sin lograr articular palabra alguna mientras lágrimas le brotaban de los ojos. El Kirin se encontraba en frente de ellos, después de más de un mes de viaje y de todo lo que les sucedió en el camino habían llegado a su meta.

La escena duró varios minutos, con los esposos aun inmóviles en la misma posición en la que se encontraban cuando notaron la presencia del Kirin y con este mirándolos fijamente sin pronunciar palabra alguna. Finalmente la criatura fue la primera en hablar.

"Bienvenidos a mi hogar, yo soy Dà zhìhuì, el Kirin. Permítanme felicitarlos, no es normal que el guardián de la montaña permita que alguien suba si no tiene un propósito noble en su corazón. ¿Cuál es su nombre y en que puedo ayudarlos?"

Transcurrieron aun unos cuantos minutos antes de que Spike y Rarity pudieran reaccionar. Fue el dragón el primero en hacerlo.

"Yo… yo soy Spike y ella es mi esposa Rarity. Nosotros… nosotros… queríamos saber si… Tu eres el hijo de un unicornio y un dragón, ¿verdad? ¿Cómo naciste?, ¿Cómo es que tus papás…?, tu sabes, ¿Cómo te… hicieron?"

Dà zhìhuì negó con la cabeza.

"Yo fui creado, no concebido. No tengo padres, mi propósito inicial fue servir al hijo menor de El Que Ruge con Furia y Gloria, pero después mi señor me ordenó que ayudara a los mortales con la sabiduría que adquirí de él."

Spike dio un par de pasos hacia atrás y negó con la cabeza. Rarity por su parte se aclaró la garganta.

"Aun así, ¿es posible para un dragón y una unicornio tener un hijo?"

Dà zhìhuì negó de nueva cuenta.

"No. Bueno en realidad es casi imposible. Las posibilidades son muy escasas."

Spike dio un par de pasos de manera violenta y gritó.

"¿Qué es lo que hay que hacer?, ¡No importa lo que sea nosotros lo haremos!"

El kirin levantó una pezuña.

"Es más complicado que eso, de hecho en cierta forma cualquier cosa que pudiera influir en el resultado ya la hicieron."

Rarity se acercó más y le tomo la pezuña, sus ojos estaban llenos de suplica y lagrimas.

"Por favor, habla de manera más clara. ¿Qué es lo que ya hemos hecho?, ¿Por qué es tan complicado?"

Dà zhìhuì suspiró e inclinó la cabeza hacia un lado y de manera educada retiró su pesuña de entre las de Rarity.

"Todo empezó hace muchos años, mucho tiempo aun antes de que cualquiera de las razas que gobiernan el mundo lo habitaran.

Después de la batalla que sostuvieron los seres a los que en sus tierras llaman los titanes y que aquí conocemos como los Dai Kamis en contra de El Caos estos se retiraron a meditar acerca del siguiente paso en su gran obra. Poblar el mundo con criaturas consientes de si mismas.

El kami que es conocido entre los mortales como El Que Ruge con Furia y Gloria temía que El Caos no permaneciera para siempre encerrado en su prisión de fuego en las profundidades de la tierra. Por lo tanto y sin consultarlo con los otros kamis el forjó a sus hijos con acero y les dio vida con un alma de fuego, preparando sus cuerpos y sus mentes para que sobrevivieran en caso de que el gran destructor se liberara.

Aun mucho antes de que los otros kamis tan siquiera comenzaran a trabajar en sus hijos él liberó a los doce padres de los dragones en el mundo lleno de orgullo. Sin embargo los demás kamis se sintieron horrorizados al observar a las criaturas.

Donde El Que Ruge con Furia y Gloria veía majestad, gloria y honor sus compañeros veían avaricia, destrucción y peligro. Temiendo por las vidas de aquellos que aun estaban por venir El emperador de las Estrellas trató de atrapar a los padres de los dragones y encerrarlos en las mismas profundidades en las que habían encerrado al señor del sufrimiento.

Obviamente El Que Ruge con Furia y Gloria se enfureció y se enfrentó a el otro kami, otra gran batalla hubiera estado a punto de desatarse si no hubiera sido por la intervención de La Madre de la Luz y de Aquella Que da Vida.

Finalmente a los padres de los dragones se les permitió vivir en el mundo, pero El que Ruge con Furia y Gloria decretó que jamás habría amor entre sus hijos y los de los demás kamis, en especial con los de El Emperador de las Estrella. Finalmente El que Ruge con Furia y Gloria se alejó de los demás kamis y estableció su morada en el mar de fuego, en la frontera entre el vacio y el universo en equilibrio.

Siglos después cuando las demás razas despertaron los dragones ya eran ancianos y trataron a los recién llegados con desdén y desprecio, considerándolos unos usurpadores e invasores y persiguiéndolos y cazándolos. La madre de los bisontes, Aquella Que Da vida, buscó a su antiguo compañero y le suplicó que calmara el ímpetu de sus criaturas.

Ahí ella descubrió algo, originalmente los dragones fueron creados con la capacidad de tener descendencia con cualquiera de las otras razas y heredarles sus fortalezas. El que Ruge con Furia y Gloria habia querido a su forma darle también una oportunidad a los demás habitantes del mundo de que se pudieran defender de El Caos.

Ambos kamis hablaron y El que Ruge con Furia y Gloria disminuyo la ira de sus hijos para que estos no persiguieran a las demás razas y solo los atacaran si entraban en los lugares donde ellos habitaran. Sin embargo cuando Aquella Que da Vida le pidió que les restituyera la capacidad de transmitir sus dones a las demás razas este se negó al principio. Finalmente aceptó con una condición. Un dragón podría tener descendencia con otra criatura que no hubiera sido creada por él solamente si el kami que creó a esa raza y él mismo estaban de acuerdo."

Spike se sentó pesadamente.

"¿Qui… quieres decir que para que Rarity y yo podamos tener un hijo tenemos…? ¡Tenemos que tener la autorización de los padres de las princesas y de el titán que creó a los dragones!, ¿Cómo demonios se supone que vamos a conseguir eso?"

Spike apretó las mandíbulas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas de impotencia y furia.

El kirin movió una de sus pezuñas en un gesto tranquilizador.

"No desesperes, hermano. Porque ya tienen un gran avance. Hace un mes y medio recibí una carta de una vieja y sabia amiga mía de la cual aprendí mucho. Ella me habló de su viaje y su propósito, me aseguró que los kamis que dieron vida a los ponies deseaban conceder su deseo y solo era necesario que El que Ruge con Furia y Gloria supiera de su necesidad.

Sin embargo el padre de los dragones es un ser muy estricto y concedería tal petición solo a aquellos que son dignos, que hayan demostrado que su unión es solo por verdadero amor y cuyo deseo no tiene algún otro objetivo más que el de ser felices."

Una voz femenina y alegre interrumpió la escena.

"Y ahí es donde entro yo."

De entre los pliegues de niebla se materializó la sonriente figura de Kuzunoha, quien saludó a la pareja. Dà zhìhuì la señaló.

"Ustedes ya deben de conocer a mi ayudante. Pero me temo que ella no realizó las presentaciones como es requerido. Les presento a Kuzunoha Hime, hija de la emperatriz de los kitsunes.

En cuanto me enteré de lo que buscaban la envié con la misión de que buscara dentro de sus corazones y sus almas y que en caso de que no considerara que sus propósitos fueran honestos los desviara y no les permitiera llegar a la montaña. Asumo que por el hecho de que están aquí ella los consideró dignos de enviar tal petición a los kamis."

Kuzunoha se colocó con una sonrisa delante del kirin.

"Bueno jefe, si me lo pregunta este par de enamorados se merece que usted hable con el gran señor de las escamas. Pero como dicen por ahí una imagen vale más que mil palabras."

La kitsune agitó su cola y el espejo mágico apareció en frente del kirin, este lo observo con interés durante varios minutos aunque Spike y Rarity no pudieron ver que es lo que se estaba proyectando en la superficie.

El silencio se adueño de la cueva, el único ruido que se podía escuchar eran las gotas de agua que caían del techo y de los cuerpos de Rarity y Spike. Dà zhìhuì observa el espejo con el rostro serió y sin decir nada, al cabo de unos minutos el kirin asintió y se dirigió a Kuzunoha.

"Bien hecho Kuzunoha Hime, concuerdo contigo, lady Rarity y lord Spike se merecen la oportunidad."

El kirin fijó su vista en la pareja.

"Hablare con mi antiguo señor para que el hable a su vez con su padre, mientras que esperamos una respuesta por favor siéntanse como en su casa. Kuzunoha Hime, por favor entrégales algo para que se sequen."

"¡A sus ordenes jefe!"

Los ojos del kirin brillaron y este se desvaneció en el aire, al mismo tiempo Kuzunoha agitó sus colas y dos toallas aparecieron sobre las cabezas de Spike y Rarity, cuando estos se las pudieron quitar de encima la kitsune ya no se encontraba ahí. De nueva cuenta ambos permanecieron en silencio unos minutos.

"Una oportunidad." Murmuró en voz baja Rarity. Se volvió a Spike con ojos llorosos "Una oportunidad Spikey-Wikey."

El dragón asintió, los ojos inundados de lágrimas pero con una sonrisa en el rostro. Sin pronunciar alguna otra palabra la pareja se abrazó.

Tres días más pasaron y la pareja se acomodó dentro de la cueva sin ver ni a la kitsune ni al kirin. El clima había mejorado notablemente aunque por la abertura del techo solo podían ver la perpetua cobertura de nubes de la cima. Rarity y Spike trataron de la mejor manera pasar el tiempo pero una y otra vez sus pensamientos y pláticas regresaban con cada vez mayor insistencia y nerviosismo al mismo tema a la vez que su paciencia se ponía cada vez más a prueba.

La cuarta noche ambos dormían plácidamente sobre un montón de musgo cuando se despertaron al mismo tiempo. Por la abertura en el techo ambos notaron que entraba una luz rojiza. Con curiosidad Spike se acercó a la abertura y miró hacia afuera.

Se quedó inmóvil en el lugar en el que estaba, las nubes grises a las que ya se habia acostumbrado fueron remplazadas por nubes negras y rojas, similares a las provocadas por un incendio o una erupción volcánica. Rarity se acercó a él y miró también por el agujero en el techo.

Las nubes giraban lentamente sobre sí mismas y eran cruzadas por relámpagos de color púrpura. Repentinamente la montaña entera se sacudió por completo y las nubes comenzaron a moverse con mayor violencia, los relámpagos púrpuras descendiendo con fuerza sobre las montañas circundantes.

Por primera vez en su vida desde que adquirió su gran tamaño Spike se sintió indefenso y pequeño, en el centro de rotación de las nubes se formó un bulto que comenzó a descender. Rarity se abrazó de Spike tratando de contener los violentos temblores que sacudían su cuerpo.

La nube continuó descendiendo, adquiriendo una forma alargada, dos enormes aberturas se despejaron a cada lado de esta, mostrando el fuego que ardía dentro de ella. A la pareja les parecieron dos ojos más grandes que el palacio de Canterlot. Dos ojos que los observaban sin piedad, sentían como si su alma y su corazón se derretían ante la fiereza de la mirada, dejando al descubierto sus más profundos secretos.

La nube continuó descendiendo, adquiriendo una forma que al dragón y la unicornio les recordaba cada vez más la cabeza de un dragón más grande que la montaña en la que se encontraban. Una línea roja apareció recorriendo la mitad de la formación nubosa y esta se abrió lentamente como si fuera una enorme boca mostrando que dentro de las nubes ardía un autentico infierno.

La potencia y número de los relámpagos púrpuras aumentó. La montaña se sacudió con mayor violencia. Spike y Rarity inmediatamente se arrojaron al suelo abrazándose y cerrando los ojos, tratando al mismo tiempo de proteger al otro y encontrar cobijo en los brazos de su amado.

Rarity abrió repentinamente los ojos, una suave luz diurna entraba por la abertura y todo se encontraba en calma. Continuaba abrazada de la cabeza de Spike y este la tenía envuelta entre sus brazos. Spike también despertó de improviso, como si hubiera sufrido de una pesadilla.

Ambos continuaron abrazados durante varios minutos sin pronunciar palabra, finalmente Rarity habló.

"¿Qué fue eso Spike?"

"No lo sé, jamás habia tenido tanto miedo en toda mi vida. Me sentía como una hormiga enfrente de un pony."

Rarity observó con desconfianza el cielo nublado.

"O una hormiga enfrente de las princesas. Esa cosa, esas nubes, estaban vivas ¿cierto?"

El dragón sacudió la cabeza.

"No sé y no quiero averiguarlo, por las princesas no quiero volver a ver algo así en toda mi vida."

Tuvieron una sensación extraña y miraron a un punto en la cueva. A los pocos segundos Dà zhìhuì apareció ante ellos.

"Buenos días, queridos amigos. Mas que buenos excelentes y en verdad maravillosos días. Su petición fue escuchada por El Que Ruge Con Furia y Gloria. Será solo una vez, pero su unión será bendecida. "

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