El Conde de Monte Caos
Chapter 6: La esperanza es lo último que se pierde?
Previous Chapter Next ChapterHolaaaa, no creyeron que había desaparecido, no? Jajajajajajaja, pues no. Quiero terminar esta historia.
Otra cosa, pude descargarme una versión del libro (no sé si es la original XD), por si acaso ven algunas coincidencias en los diálogos.
Continuemos, aún no comienza lo bueno.
Aquel viaje en el interior de la carroza parecía no tener fin para Discord, quien apenas podía ver por la ventanilla el camino que tomaban. Solo sentía que daban vueltas y vueltas, era muy confuso. Hasta que por fin se detuvieron frente al mar, a lo lejos se veía lo que parecía ser una isla sobre la que estaba construida una especie de fortaleza. Sin duda, esa era el Castillo del Tártaro.
-Y aquí es dónde comienza el fin de cada desdichado- dijo uno de los pegasos, quienes conducía la carroza.
-¿El fin de cada desdichado? ¿Es lo mejor que se te ocurrió para decir?- le espetó el otro.
-Tú nunca dices nada, así que no me reclames- dijo el primero
-Bueno, como sea. Preparémonos, que pasar por aquí es algo molesto- dijo el segundo.
Volvieron a caminar arrastrando la carroza, solo que esta vez cada uno desplegó sus alas y volaron llevando la carroza por los aires.
Discord miro por la ventanilla como cruzaban el mar, aquel que él también había recorrido en sus muchos viajes de trabajo. Ahora solo podía dedicarle una ultima mirada de despedida, pues estaba seguro de que no vería ni siquiera la luz en mucho tiempo, así que quería grabarse su imagen en su memoria.
Los pegasos recorrieron el mar por un largo tiempo, acercándose al Castillo del Tártaro y descendieron en su suelo. Frente a ellos habían unas enormes puertas de cobre oxidado, de las que colgaba una pesado anillo de acero.
Se acercaron a las puertas y las golpearon con el anillo, llamando. Estas se abrieron pesadamente, dejando entrar al carruaje.
Dentro, era lúgubre y húmedo. Pronto le inspiró a Discord una cierta repugnancia.
-¿Y qué me han traído hoy?- pregunto el carcelero, un pony terrestre de melena marrón, piel de un marrón más claro y un pequeño bigote. Cargaba una pequeña linterna de aceite y un enorme manojo de llaves en un cinturón.
-Uno nuevo, carcelero Silver Star- dijo el primer pegaso, señalando la carroza.
Silver Star, con la lumbre de su lamparilla, miro algo asombrado a Discord.
-Jamás, en todo el tiempo que trabajé aquí, tuvimos un draconequus- dijo- bien, pero un prisionero es solo un prisionero. Llévenlo por aquí.
Caminaron por un estrecho recorrido, tan silencioso que lo único que se oía era la caída monótona de unas gotas de agua. Algunas antorchas alumbraban inútilmente. Por la ventanilla de la carroza, Discord distinguió algunas puertas de metal, que detrás de ellas seguramente encerraban a cada infeliz recluso en una prisión de piedra.
-Encerrado con su soledad, es horrible- pensó el draconequus.
-¿Y qué "habitación" le tocara al "invitado"?- pregunto el segundo pegaso.
-Eso déjenmelo a mí- dijo Silver Star- tenemos el lugar adecuado.
Pasaron cerca de otra celda, algo más oscura.
-¿Esa no es la celda de ese loco, un tal… un tal…- intento recordar el primer pegaso.
-Abate Tirek- le aclaró Silver Star.
-Ah sí, ese loco de remate- dijo el segundo pegaso- ¿Otra vez deliró sobre su supuesta fortuna?
-Sí, llego a ofrecer cinco millones de bits, con tal de que saliera de aquí- dijo Silver.
-Me empieza a dar algo de lástima. Supongo que su soledad y aislamiento terminó por enloquecerlo- dijo el primer pegaso.
-Cuando un prisionero entra al Castillo del Tártaro, solo tiene una salida. Ser lanzado al mar cuando deja de existir- dijo Silver.
-Me alegra no estar en el lugar de este sujeto- dijo el segundo pegaso.
Continuaron caminando hasta llegar a una celda que tenía pintado un número 34 , cuyas letras ya estaban desconchándose.
-Y llegamos a su "suite"- dijo Silver.
Saco su enorme manojo de llaves y selecciono una para abrir la puerta.
-Sáquenlo- ordeno Silver.
Los pegasos abrieron la puerta de la carroza y sujetaron fuertemente a Discord, con las patas a la espalda con una cuerda. La celda tenía paredes de piedra que se oscurecían de tanta suciedad. Tenía una pequeña ventanita, con gruesos barrotes de hierro y un montón de paja con una grasienta sábana como único mobiliario. Todo estaba impregnado con el olor de la humedad.
-Espero que estés a gusto aquí- dijo el primer pegaso, mientras desataba a Discord.
Discord solo miró a su alrededor, con la mirada vacía. Con su labor echa, los pegasos salieron de la celda y se fueron. Silver le dirigió una última mirada a Discord.
-Te darán un nuevo traje en la mañana, pero debo decirte que será el último que usarás. Te proporcionaran tu ración de pan y un cántaro con agua. Podrás descansar en ese montón de paja. Admite que por lo menos es algo- dijo.
Silver salió de la celda, llevándose consigo su linterna y la única fuente de luz para Discord, dejándolo en medio de la oscuridad de su celda. Afuera de ella, se escucho el pesado sonido de la llave, asegurándola.
Discord simplemente se dejo caer sobre el montón de paja, con las garras en el rostro, intentando digerir otra vez lo que estaba pasando. Estaba envuelto en su soledad y penumbra, mudo y triste como aquellas grasientas paredes del calabozo.
Sin duda, ya no tenía algún punto de retorno.
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-¡Finalmente, todo salió a la perfección!- exclamo Sombra, levantando una copa de cidra añejada y bebiendo su contenido.
-¿Podrías hacer menos ruido? Intento leer- le regaño Ravena, levitando un grueso libro de páginas amarillentas y carcomidas.
Ambos se encontraban en el camerino de la cantante, Sombra sentado en su cama y ella echada. Entre los dos se encontraba una botella de cidra añejada, muy cara. Supuestamente, su hermano intentaba celebrar su logro y transmitirle esa alegría a Ravena, pero ella no parecía estar interesada.
-¡No es momento para leer, hermanita!- dijo Sombra- ¡Es momento para alegrarse! ¡Tenemos la vida asegurada! ¡Ya no tendrás que cantar en este antro para tener que comer!
-¿Qué? ¿Acaso piensas que iré a vivir a la mansión de Celestia?- pregunta Ravena, seriamente.
-Por supuesto, princesa. Solo falta que me case con Tia y así tendré control sobre sus riquezas también. Y como eres de mi familia, lo correcto es que te ayude a mejorar tu situación- dijo Sombra.
-¿Estas seguro de que, después de estar destrozada sentimentalmente, Celestia acepte casarse contigo?- pregunto Ravena.
-Ella ahora necesita apoyo en estos momentos- dijo Sombra- yo seré el hombro en donde pueda desahogar sus lágrimas, para después ser su compañero para toda la vida.
-Eres un cínico- gruño su hermana, leyendo su libro- tal como Macbrigde.
-¿Mac quién?- dijo Sombra confundido.
-Oh, casi olvido que no te interesa leer. Te parece aburrido. En fin, es uno de los personajes de Shakespony, en su novela "La tragedia de Macbrigde". Él es un hombre de confianza del rey, quién no espera alguna traición de él. Sin embargo, Macbrigde lo apuñala por la espalda sin ningún remordimiento, asesinándolo y hace que el príncipe heredero huya lejos. Todo esto solo para ser el rey y tener todas su riquezas.
-Ah tonterías, no me compares con un personaje ficticio. Además, yo no mate a nadie.
-No mataste a Discord, pero fuiste tú quien lo condeno a una muerte tortuosa, lenta y agonizante en el Castillo del Tártaro. Tus cascos estarán manchados de su sangre inocente toda tu vida.
-No me sermonees, Ravie. Tú misma me has dicho que cada uno de nosotros a tenido que mancharse los cascos alguna vez.
-Me mancharía los cascos solo para limpiar a la sociedad de sucias alimañas, como tus amistades.
-En ese caso… te desharías de mí- dijo Sombra, cortante.
Su hermana cerró el libro de golpe. Parecía ya harta.
-Antes no eras así ¿Sabes? Cuando éramos más jóvenes, eras un buen corcel a quién consideraba el mejor hermano del mundo. Pero cambiaste cuando te enseñaron el poder del dinero y empezaste a frecuentar yeguas libertinas. Y así me partiste el corazón y decidí que negaría ser tu hermana hasta que fueras otra vez ese buen pony- dijo Ravena.
-Ese corcel ya no existe. Cambie para mejorar en la vida. Y para ayudarte a ti- dijo Sombra.
-No era por mí, fue para alimentar tu insaciable ego- finalizo Ravena.
Sombra se levanto de la cama.
-Fue bueno verte, pero ya debo irme- dijo, poniéndose su abrigo- pero te daré un pequeño adelanto de tu parte.
Dejo sobre su cama, una pequeña bolsita de la que se oía el tintineo de monedas.
Ravena solo se lo quedo mirando.
-Llévatelo de aquí. No lo quiero- dijo, sin mirarlo.
-Bien, como quieras querida hermana- dijo Sombra, tomándolo de nuevo y saliendo del camerino.
Ravena se quedo pensando en todo lo que acababa de pasar. Asió la botella de cidra que estaba cerca y tomo un largo trago del pico.
Pensó en Discord. Nunca lo había conocido cara a cara, pero algo que ella siempre había odiado eran las injusticias, y lo que le había pasado a él era un de las más grandes. No se lo merecía.
Empujó la botella y el líquido salió a borbotones, mojando e impregnando su cama de un fuerte olor.
-Sé que no sirve de nada, Discord- dijo Ravena- pero desde aquí solo puedo desearte suerte todo el tiempo que pases en esa prisión.
Hundió su rostro en la almohada y algunas lágrimas cayeron de sus ojos.
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El albor de la aurora, colándose por los barrotes de la pequeña ventana, cayo sobre el rostro dormido de Discord, a la vez dándole un poco de luz a su oscura celda.
Se levanto de la cama de paja, donde había pasado la noche y se restregó los hinchados ojos por la humedad. Miro a su alrededor, convenciéndose otra vez de que eso no era una pesadilla.
Sintió un casco rozar su hombro y casi salto para atrás de la impresión. Solo se trataba del carcelero Silver, quien había entrado en su celda.
-¿Has dormido?- pregunto.
-No lo sé- respondio Discord.
-¿Tienes hambre?- pregunto Silver, algo sorprendido.
-No lo sé- volvió a contestar Discord.
-¿Quieres algo?- pregunto Silver.
-Salir de aquí- respondio Discord.
Silver resopló y se encogió de hombros. Dejo a un costado suyo un montoncito de tela que seguramente se trataba de la ropa de prisionero de Discord, un mendrugo de pan y un cántaro metálico con agua. Luego salió y volvió a cerrar la puerta.
Solo nuevamente, Discord solo se limito a acostarse de nuevo en su cama de paja y sollozar, sintiendo su pecho desgarrado de la impotencia frente a aquella injusticia y de que no podía llegar a una respuesta de por qué se encontraba en ese tétrico lugar.
Apenas lleno su estómago con unos mordiscos del reseco pan y unos sorbos al cántaro. El resto del día se digno a hundirse en su pensamientos, recorriendo su prisión en un repetitivo ir y venir.
Pensó en la oportunidad que tuvo de escaparse. Antes de que los guardias entraran a su casa el día de la boda, pudo haber corrido rápidamente, tal vez, escaleras arriba, saltado por una de las ventanas hacía otro techo de la casa vecina y haberse escondido hasta que los guardias se cansaran de buscar y se fueran. Podría haber usado su barco para irse algo lejos de Canterlot para luego comunicarse con Celestia e irse con ella a otro lugar y vivir felices.
Pero no, ya no tenía ninguna oportunidad. Estaba encerrado entre cuatro paredes de piedra sólida, alejado de sus amigos y su prometida. Lo único que pudo hacer en ese momento, fue echarse y sollozar hasta quedarse dormido.
Horas más tarde, el carcelero entro de nuevo,
-¿Ahora sí serás más razonable?- pregunto.
Discord solo se mantenía en silencio.
-Vamos vamos, para que sepas, yo soy un pony con corazón- dijo Silver- dime ¿Hay algo que necesites o quieras?
-Salir de aquí- respondio Discord.
-¡Pero eso es imposible!- exclamo Silver, impaciente.
-¿Por qué?- pregunto Discord, sin ganas.
-¿Por qué? ¡Porque no esta permitido, por ningún motivo!- exclamo Silver.
-¿Entonces, qué esta permitido?- pregunto Discord.
-Sí pagan, su ración de comida es mejor, o pueden dar un paseo o leer algo- dijo Silver.
-No quiero pasear, leer o comer mejor. Solo quiero salir de aquí- respondio Discord.
-Si sigues repitiendo lo mismo, no te traeré más comida- advirtió Silver.
-No me importa morir de hambre- respondio Discord.
Su tono firme pareció convencer a Silver. Ese draconequus de verdad prefería la muerte a pasar su vida encerrado allí. Pero como recibía por cada preso algunos bits por día, se resigno a ser más amable con aquel desdichado.
-Mira- le dijo en un tono algo dulce- ese anhelo tuyo de salir es imposible, créeme. Pero si tienes suerte algún día el jefe de la Fuerza Legal de Canterlot venga en persona y si logras hablar con él, tal vez se compadecerá de ti y lleguen a un acuerdo razonable.
-¿Y cuanto tiempo deberé esperar para eso?- pregunto Discord.
-¿Qué voy a saber yo?- pregunto Silver- Jamás avisa sus visitas.
-No puedo esperar más- dijo Discord- necesito hablar con él.
-No seas terco, pareces mula- dijo Silver- si te empeñas en eso, tal vez acabes loco.
-¿Cómo sabes eso?
-Es el primer paso para la locura. Un gran ejemplo de eso es un prisionero abate que tenemos en el Castillo del Tártaro. Con cada visita del jefe le ha ofrecido un millón de bits si lo ponía en libertad. Ahora que recuerdo, esta había sido su celda.
-¿Dónde esta ahora?
-En las prisiones subterráneas, fue transferido allí para que no hiciera tanto escándalo.
-Suerte que mi cordura aún permanece intacta. Pero por favor escuché, te tengo una proposición.
-Habla.
-No puedo ofrecerte un millón, pues no lo tengo. Pero podré pagarte como pueda si le haces llegar una carta a una dama llamada Celestia.
-¿Tan pronto acabas de perder el seso? Eso significaría mi ruina total.
-Mira. Si el jefe de la Fuerza Legal no se presenta nunca, o no le haces llegar mi carta a Celestia o al menos decirle que estoy aquí; cuando menos te lo esperes, te partiré la cabeza con mi cántaro.
-¡Ahora te atreves a amenazarme!- exclamo Silver, retrocediendo- Estoy comenzando a creer que esta celda llega a trastornar mentalmente a sus huéspedes. Suerte que aún quedan prisiones en el subterráneo.
Discord le dirigió una mirada tan asesina que el semblante de Silver se turbó.
-¡Bien, bien!- dijo resignado- ¡Si así lo quieres, revisare cuando es la próxima visita del jefe!
-Ya era hora- respondio Discord, dándole la espalda.
Silver salió de la celda y luego regreso acompañado de dos guardias.
-Es momento de llevar a este preso a los calabozos de abajo- dijo Silver.
Los guardias tomaron a Discord, quién no se resistió, y lo sacaron de la celda. Bajaron unos cuantos escalones más abajo, hasta llegar a una celda más oscura.
Dentro de allí, hicieron entrar a Discord, dejándolo en una oscuridad más o menos palpable. Él se acurruco en una esquina, mientras su mirada se acostumbraba a la penumbra.
Tal vez, podría ser que estuviera a punto de perder el juicio.
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(¿Mientras tanto nos preguntamos, qué es de Celestia?)
La joven alicornio, quién había estado a punto de convertirse en una feliz esposa, había quedado destrozada y con fuerzas solo para llorar desconsoladamente en su cama. No se había levantado de allí en varias horas.
Luna estaba preocupada y Suri, echa un manojo de nervios.
-Estoy tan preocupada por la señorita- decía.
-También yo. Mírala, antes era una novia feliz en su día especial, y ahora parece una desconsolada viuda- dijo Luna.
-Tengo tanto miedo que acabe como en esas tragicomedias tan románticas que están en la biblioteca- dijo Suri- como esa llamada "Chivalry y Maidenhood" de Shakespony.
-Oh cállate, cállate- pidió Luna- no creo que mi hermana intente cometer la acción de Maidenhood.
-Pero se pondrá más débil si no come algo y continua llorando- dijo Suri.
-Lo sé- suspiro Luna- no sé que hacer en estas situaciones.
-¿Cómo continua Tia?- pregunto Sombra, acercándose.
-Sigue devastada. Su corazón esta destrozado- dijo Luna.
-Oh, mi dulce prima. No puede pasar su lozana juventud ahogándose en sus lágrimas- dijo Sombra.
-¿Y si el señor Sombra intenta hacerla sentir mejor?- sugirió Suri.
-No es mala idea. Querido primo, siempre has hecho sentir mejor a Celestia cuando su animo decaía. Ahora necesita de tu apoyo más que nunca- dijo Luna.
-Pero por supuesto, Lunita, por supuesto- dijo Sombra.
El unicornio se acerco a la puerta de Celestia y toco levemente. No recibió respuesta, pero de todas maneras entro. Vio a Celestia echada en su cama, amortiguando sus sollozos en la almohada.
-Pobrecita- pensó Sombra.
Se acerco y se sentó en su cama. Paso suavemente su casco por la melena multicolor de Celestia, para llamar su atención.
-Ah, estas aquí- dijo Celestia, mirándolo.
-Siempre estuve aquí, cuidando de tu estado- respondio Sombra.
-¿Tienes noticias?- pregunto Celestia.
-Desgraciadamente, solo puedo intuir que Discord ya debe haber pasado su primera noche en el Castillo del Tártaro- dijo Sombra, fingiendo tristeza.
Celestia derramo más lágrimas, mientras Sombra tomaba su cabeza delicadamente colocándola en su hombro y dándole pequeñas palmaditas en la espalda.
-Llorar es bueno, así sacas todo lo malo de tu interior- le susurró.
-¿Por qué? ¿Por qué, Sombra?- repetía Celestia, aferrándose a su cuello.
-El mundo esta tan plagado de crueles injusticias, primita, que ya perecen ser parte de la vida cotidiana- respondio Sombra- y contigo se cometió la peor injusticia y traición de todas.
-No puedo creerlo todavía. Que Discord hubiera sido capaz- lloriqueaba Celestia.
-Eres una dama inocente y dadivosa, mi Tia. Sientes tanto amor y compasión por todos y por eso tu corazón no sabe detectar las malas intenciones- dijo Sombra.
-Ya nada será igual- dijo Celestia.
-Si todos nos mantenemos unidos, lograremos superarlo- dijo Sombra, secándole las lágrimas con un pañuelo- podremos vivir felices.
-¿Lo crees en serio?- pregunto Celestia, calmándose un poco.
-Claro que sí, mi dulce rayo de sol- respondio Sombra.
Le dedico una sonrisa y le estampo un suave beso en su frente algo húmeda.
-Yo cuidaré de ti- le susurró, abrazándola.
################# Uno año después… ####################
Sin embargo, después de un periodo de insoportable tiempo, llego a Discord la noticia (o mejor dicho, el ruido de los preparativos) de que el jefe de la Fuerza Legal de Canterlot, entre otras palabras Blueblood, llegaría de visita y hablaría cara a cara con algunos presos.
Había sido el primer acontecimiento importante en todo ese tiempo que paso encerrado en su celda, que más bien parecía una tumba donde no podía darse el lujo de morir realmente.
Unos metros más arriba, en la entrada al Castillo del Tártaro, una lujosa carroza conducida por griffones, descendía. El carcelero Silver corrió a abrir la puerta para dejar salir a Blueblood.
-Señor- saludo con un reverencia que Blueblood no devolvió- es bueno verlo de vuelta.
-Sería cortes que yo dijera lo mismo, pero sería también hipócrita- respondio Blueblood, avanzando a la entrada- estas visitas nunca me gustaron.
-Oh, sé que no es un lugar digno de su presencia, señor mío- dijo Silver, halagador.
-No se porque estoy obligado a hacer estas ridículas visitas, no valen la pena. Todo prisionero que entra al Castillo no tiene posibilidad de ser libre.
-Sí señor, eso lo tengo en cuenta- dijo Silver- solo es para que le de un vistazo a los presos.
-Vamos entonces- dijo Blueblood, aburrido- pero no tardemos, quede en salir con mi esposa.
-¿Acaso ya se caso, mi señor?- pregunto Silver.
-Sí, me he unido en matrimonio con lady Fleur Dis Lee hace unos meses- dijo Blueblood.
-Uh, felicidades. Pero siento lástima por todas las yeguas que siempre suspiraban al verlo- dijo Silver.
-Ja, esas solo son un montón de pichoncitas ilusionadas- rio Blueblood.
Ambos entraron a la fortaleza, recorriendo el pasillo lúgubre, visitando celda tras celda.
-Espero que ya falte poco- dijo Blueblood, cada vez más incómodo.
-Falta poco, mi señor. Solo las prisiones del subterráneo- dijo Silver.
Bajaron por la larga escalera, acompañados por dos guardias. Uno de ellos llevaba un lámpara.
-Santa Lauren, aquí es peor que allá arriba- se quejo Blueblood- ¿Quien es el desdichado que habita aquí?
-Un conspirador ya semi demente, mi buen señor- respondio Silver.
Los ojos de Blueblood parecieron brillar en la penumbra, como recordando.
-¿Desde hace cuanto tiempo esta aquí?- pregunto.
-Hace un año, creo- respondio Silver.
-¿Ha estado aquí desde su llegada?- pregunto Blueblood.
-No, decidí llevarlo aquí. Me amenazo con matarme- dijo Silver.
-¿Acaso esta loco?- volvió a preguntar Blueblood.
-Uy, más que nada. Sus lamentos resonan como alma en pena por toda la prisión o a veces solloza de tal forma que también me entran ganas de llorar también- respondio Silver.
-Bien por él, si ya esta loco- dijo Blueblood- no sufrirá mucho.
-Y también tenemos aún a ese loco abate. Ese tal… Tirek, el que le ofreció un millón de bits esa vez- dijo Silver- sin embargo, en su caso, su locura resulta tan graciosa que no causa tristeza ¿Desea verlo primero?
-No, hagamos las cosas en orden- respondio Blueblood.
Silver asintió se dirigió a abrir la puerta de la celda de Discord. Cuando los cuatro entraron, la luz de la linterna parecía consumirse un poco para luego aumentar su brillo de nuevo e iluminar el interior de la celda.
En un rincón, Discord se encontraba recostado, medio dormido. Al ver a los recién llegados, les dirigió una mirada desconcertante.
Blueblood lo reconoció al instante, sin duda era el ex prometido de la señorita Celestia.
Discord, al reconocerlo solo como el jefe de la Fuerza Legal (no como el juez que lo condeno) y su única y anhelada esperanza de libertad, se acerco rápidamente en actitud de súplica. Los guardias desvainaron sus espadas, por si algo intentaba.
-No hay problema- dijo Blueblood, haciendo una señal- guárdenlas. Este desdichado solo desea algo de compasión. Ahora dime desdichado ¿Tienes alguna petición?
-Salir de aquí- respondio Discord. Silver se dio un lapo en la cara.
-No digas tales cosas, pobre alma- dijo Blueblood.
-Quiero un nuevo juicio, con un ejército de jueces, y si me consideran culpable no me opondré a que me den la pena de muerte, pero si soy inocente que se me deje salir de aquí- dijo Discord.
-¿Te alimentan bien?- pregunto Blueblood.
-Eso no importa. Lo que sí importa es que, no solo yo, a aquellos inocentes que han sido calumniados y sentenciados por villanías que no cometieron sean llevados a un tribunal justo y filántropo- dijo Discord.
-¿Qué palabras dices? Ya pareces alguien razonable y no aquel loco que intento matar al carcelero, como me contaron- dijo Blueblood.
-Lo fui, pero ya no y le pido disculpas a ese buen corcel- dijo Discord- Pero comprendan, este encierro mezclado con mi enojo estaba creando en mi cabeza un peligroso coctel que me podría enviar a la locura.
-¿Y ahora como estas?- pregunto Blueblood.
-La prisión ha llegado a forjarme como un ser manso, pero esta monotonía me derrumba- dijo Discord- ¡He estado un año aquí!
-¿Cómo sabes eso?- pregunto Blueblood.
-Por cada día que pasaba, marcaba con mis garras en la pared de piedra- dijo Discord, señalando.
Una pared a su lado mostraba trescientas sesenta y cinco marcas rayadas en la pared. A su costado estaba un dibujo que, supuestamente, mostraba a una pony alicornio.
-Esa era mi prometida- dijo Discord- la dibuje con el polvo del suelo, antes de que la prisión me robara su recuerdo.
Se acerco a la pared y abrazo la imagen.
-Dulce Celestia ¿Cómo la estarás pasando sin mí?- suspiro.
Blueblood tuvo que hacer mayores esfuerzos para aguantar la risa, al ver a tal patético preso.
-Por favor señor ¡Dígame que tengo esperanza de salir!- pidió Discord.
-Eso no puedo asegurártelo- dijo Blueblood- pero quién sabe, tal vez.
Después de unos minutos de silencio, Silver interrumpió:
-Señor ¿Desea ir a ver los informes de los presos o aún quiere ir a ver al abate?
-Vamos con el abate, a ver cuantos bits me ofrece esta vez- dijo Blueblood.
Salieron de la celda, dejando a Discord nuevamente en penumbras y con su soñada esperanza.
Entraron a otra celda, algo más oscura y que en su puerta tenía grabado un número 27. Dentro, también estaba oscuro. Sin embargo, un centauro ya entrado en años, de piel rojiza y cabellera plateada se encontraba serenamente sentado, delineando dibujos geométricos perfectos en el suelo. Se sobresalto un poco al ver a los recién llegados.
-¿Y qué nos cuenta hoy, el supuesto millonario?- dijo Silver a modo de saludo.
-¿Tienes alguna petición?- pregunto Blueblood.
-¿Quién, yo?- pregunto a su vez, el abate Tirek.
-Sabes muy bien que soy el jefe de la Fuerza Legal, y mi trabajo es saber si los presos tienen alguna petición- respondio Blueblood.
-Oh, en ese caso si podremos entendernos- dijo el abate Tirek- usted sabe buen señor, que soy un simple abate oriundo de Ithay, que espera la ansiada libertad que merece.
-Eso no puedo otorgártelo. Solo mejoras en tu alimentación, trato u prisión- respondio Blueblood.
-En eso no le pido nada, pues siempre es igual aunque digan que lo cambian- dijo el abate Tirek- pero mejor vayamos a los asuntos importantes.
-Ya va a empezar- suspiro Silver.
-Si usted me otorga la libertad- dijo el abate- le entregaré dos millones de bits, de oro o plata.
-Señor, yo se muy bien que ese supuesta fortuna que me dices que posees no es más que una quimera tuya- dijo Blueblood.
-Pero si es el único tema interesante que tengo. Su falta de interés en mis palabras me demuestra que usted tiene ojos y no ve, tiene oídos y no oye- dijo el abate- me dicen que guarde ese tesoro para cuando obtenga mi libertad, pero ¿Y si no la obtengo o muero antes de obtenerla? ¡El tesoro se perderá para siempre ya que no llegué a heredárselo a alguien! Le ofrezco cuatro millones si me saca de aquí.
-Casi me convences- dijo Blueblood- pero sé que tu cordura te abandonó del todo.
-No estoy loco- dijo el abate- el tesoro existe y le pido que me lleve con usted para mostrárselo. Y si no encontramos ni un bit, enciérreme hasta el final de mis días.
-¿Y esa fortuna esta lejos?- se rio Blueblood.
-A cien leguas de aquí- respondio el abate Tirek.
-Ser juez me ha enseñado que todos usan millones de trucos para salirse con la suya- dijo Blueblood- y por eso nada me convence.
Sin decir nada más, todos salieron de la celda y Silver volvió a cerrarla.
-Aún así siempre me he preguntado ¿Habrá poseído ese supuesto tesoro?- pregunto.
-Tal vez solo lo soñó y eso termino por volverlo loco- dijo Blueblood.
Para alivio de él, dejaron atrás las cárceles subterráneas y Silver le entrego los informes de cada preso.
El unicornio hojeo desinteresado cada página. Cuando llego al informe de Discord, simplemente paso de largo.
-Yo no puedo hacer nada por él- pensó.
Sin embargo, Discord estaba manteniendo la esperanza a flote. La visita de ese unicornio que tal vez poseía influencias para otorgarle la libertad había sido un pequeño rayo de esperanza.
Lamentablemente, aquel rayo se eclipsó rápidamente.
No recibió ninguna buena nueva, la oscuridad regreso a su estadía en la celda. Y con ella, regreso su melancolía.
Y para empeorar las cosas, se aplico un nuevo orden de clasificación para todos los presos del Castillo del Tártaro. Ya que, según Blueblood y Silver, era demasiado estresante aprenderse los nombres de los presos antiguos y nuevos, decidieron llamarlos por sus números de celda.
Y así fue como el preso que antes se conocía como Discord… solo fue conocido como el preso número 34.
Lo habían despojado de todo, incluso de su nombre.
NOTA DE LA AUTORA:
Espero que les halla gustado, perdón por la tardanza.
"La tragedia de Macbrigde" hace referencia a la "Tragedia de Macbeth". En serio, deben leerlo.
"Chivalry y Maidenhood" a "Romeo y Julieta".
Tirek (en su forma totalmente debilitada) representará al abate Faria, uno de los personajes importantes también.
Créditos a megaman x ultimate por la idea de incluir el nombre de Lauren (Lauren Faust, obvio XD)
No se olviden de comentar, porfaaaa.