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Las Princesas del Sol y la Luna

by EliZaBeTh214

Chapter 7

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Buenas tardes, noches o días, según sea cuando lean esto, de verdad agradezco la paciencia para los siguen leyendo el fic, si es que existe alguien(?) Es como prometí, no dejaré esta historia incompleta, ahora tengo más claro cómo continuarla, y seguirá progresando. Disculpen que el capítulo sea corto, pero no podía dejarlos sin nada. Probablemente mañana publicaré el resto del capítulo. Disfruten la lectura!


Los preparativos de la fiesta llevaron todo el día, y Celestia agradeció que lograran terminar la Reunión del Consejo con prisa. Aprontó a su hermana para prepararse, quien había accedido de mala gana a ser parte de la bienvenida a los príncipes, pero no podía escapar de la situación, una parte de ella no deseaba dejar a Celestia sola.
Un presentimiento extraño comenzó a emerger del fondo de su mente, presionando levemente su corazón mientras terminaba de ponerse un vestido no demasiado elegante ni muy ordinario. Estos hermanos de una tierra lejana, por muy prometedores que sonaran con sus propuestas a través de cartas para abrir nuevas rutas comerciales, algo no le cuadraba a Luna, era como si de buenas a primeras los estuviera rodeando un aura oscura. Y ella sabía de oscuridad, estaba logrando sentirla con mayor intensidad luego de la noche anterior, una consecuencia del incidente con la Sombra tal vez.

Escuchó un sonido de metal rompiéndose desde su mano. No se había dado cuenta con la intensidad que apretaba el peine, pero terminó por cortarse a la mitad, pequeñas partículas del metal hecho polvo flotando hacia el piso de su alcoba. Soltó el peine roto, dándose cuenta la expresión de furia que tenía en su rostro.

No, no iban a quitarle su reino, no iban a quitarle su poder ahora que empezaba a comprenderlo, a atesorarlo cada vez más cerca de su corazón. Cada vez más cerca de la oscuridad y más lejos del Sol de su hermana. Estos príncipes eran peligrosos, podía sentirlo en sus huesos. Sabían artes oscuras, podían controlar las pesadillas y las sombras, pues su cultura no se había limitado sólo a la magia blanca, sino al estudio en conjunto de toda la alquimia y magias disponibles, aún los más antiguos.

No, no lograrían dañar a Celestia, si creían que podían tomar ventaja de su vulnerabilidad estaban equivocados. Nunca llegarían hasta su hermana, antes Luna moriría para protegerla.

"Calma, Princesa de la Noche, calma. Estos príncipes no deben ser subestimados, pero tú tampoco. Tienes más poder del que imaginas, y conmigo a tu lado, sólo se potencia. No temas, tu amada hermana estará bien. Pero dudo que quieran ponerse en peligro a ellos mismos."

Luna miró su reflejo en el espejo, sus ojos verdes, aquella pupila alargada brillando como la obsidiana negra. Respiró profundamente, y asintió a su reflejo, dándole señal a la voz, quien quiera que fuera, que la había oído. Mientras Celestia estuviera a salvo… Mientras pudiera controlar la sombra y los terrores nocturnos… estaba dispuesta a escuchar a esa voz tan, irritante por momentos.

El reloj de su pared mostraba casi las 6 de la tarde. Se preguntaba si sería hora de levantar la Luna y los astros nocturnos. Sonrió de costado al ver como el sol iba escondiéndose en el horizonte, apreciándose desde su ventana los últimos destellos de este.
Sin dudarlo, sacudió sus alas azules, sin importarle manchar el precioso vestido, saliendo a toda velocidad por el ventanal de su habitación, abriendo el mismo con su magia. Las hermanas tenían un sitio especial, dentro del castillo, para manejar los preciados astros regentes de la noche y el día. Era un antiguo altar, de los colores del arcoíris, ahora roído por el tiempo, siendo escalas de grises y colores apagados. Su hermana estaba allí, debajo del gran arco de mármol, ahora de color amarillo y naranja brillante. Sus ojos cerrados, sus alas replegadas en su espalda, sus manos y brazos brillando como oro. Nunca comprendía sus movimientos con las manos, pero Luna aguardó, sin querer interrumpir un momento tan delicado para su hermana. Celestia abrió los ojos de golpe, brillantes como el Sol en ese momento, y elevó un rápido vuelo, bajando con los ojos cerrados nuevamente. Luego parpadeó, y le sonrió a Luna como si fuera su persona favorita en el mundo. Y lo era…

Era la entrada de Luna. Se colocó en el centro del gran Altar, uniendo sus manos como en un rezo, mirando fijamente el cielo. De apoco, fue sintiendo como su magia emanaba de sus manos, lento pero seguro. Estaba oscuro, demasiado oscuro, los terrores y pesadillas andarían a sus anchas en aquel momento, sin luz de sol, ni de estrellas. Por un momento la dominó el miedo, ese que sentía cada noche antes de hacer su trabajo, pero pronto lo controló, como si nunca hubiera pasado. La energía mágica que salía de sus manos era fría, helada por momentos, pero a ella nunca le había molestado, le resultaba completamente agradable, fue extendiéndose por sus brazos, hasta cubrirla por completo. Nunca había sucedido eso. Su largo cabello azul se movía furiosamente detrás de su espalda, por un viento que nadie más lograba sentir. Celestia observaba con su antorcha encendida en su mano, con los ojos muy abiertos. Las alas de Luna se extendieron de golpe, elevándola sobre el cielo, sus manos apuntando al manto oscuro. Las estrellas hicieron aparición en aquel momento, brillando firmes, fijas, como si nada pudiera moverlas de su lugar. El brillo de sus manos se tornó un poco oscuro, no tan plateado y azul como antes, más gris que azul. Y en ese instante, el astro nocturno se elevó en toda su gloría, mostrando una fase creciente, pero brillando como si fuera el mismo Sol.

Luna bajó lentamente de su estado levitante, abriendo sus ojos, y Celestia sintió su corazón contraerse. Ojos verdes, con pupilas alargadas, brillando con fuerza. Pero Luna parpadeó y volvieron a su azul natural. Le sonrió a su hermana, mirando el cielo luego. Nunca había sentido esta clase de poder, tan exquisito, tan…fuerte. Sí, esta era ella, su verdadero potencial, apenas siendo explorado. Ahora se encargaría de demostrarle a todos que su reino nocturno era un lugar seguro, agradable.

Deseaba volar y disfrutar del precioso brillo estelar sobre su cabeza, pero tenía un deber con su hermana, así que se acercó a ella y juntas emprendieron camino al salón donde tendría lugar la recepción para los príncipes.

Ninguna dijo nada, pero Luna tenía una sonrisa de suficiencia en su rostro, dándole un aire juguetón, casi infantil. Celestia sonrió al ver esta expresión en su rostro. Quizás la noche sí sería agradable.

Next Chapter: La fiestano tan alegre Estimated time remaining: 0 Minutes
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