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Parallel Stories

by SrAtomo

Chapter 5: 1x04 - ¡Atrapadas!

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Todos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.

Este es un fanfic de fan para fans.

Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...

+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:

-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos.

-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.


Tags: [Slice of Life] - [Sad/Triste] y una pizca de [Romance/Amor/Amistad]


MY LITTLE PONY

PARALLEL STORIES

Chapter 1x04

¡Atrapadas!

Era otro día maravilloso en Northwest Mines Town: los pájaros cantaban sobre los verdes árboles, las flores ofrecían una fragancia embriagadora y los ponis cantaban y bailaban al son de la música que ofrecía el viento.

Cuando Shiny salió de su casa, la luz de un foco se puso sobre ella, cegándola por unos instantes. La música se paró y todos los ponis la miraron, expectantes. La pegaso les observó, haciendo una panorámica, tragó saliva y, sonriendo, dijo "Hola".

Entonces todos la saludaron y volvieron a bailar y a cantar. Shiny, extrañada, se dirigió hacia la mina, cuya entrada era la boca de un dragón, pero no de uno terrible, sino de uno pequeño y amigable. Incluso se veían dos ojos sonrientes por encima de la entrada. Le recordaba a un pequeño dragón que vio en Ponyville, acompañando a una unicornio, antes de venir a Northwest Mines Town.

La entrada le invitaba a pasar a la mina, y ciertamente tenía que hacerlo, pues acababa de llegar un pedido de Manehattan y había que empezar cuanto antes, ya que era un encargo de gran magnitud.

Pasó por delante de casa de Gentle, que abrió la puerta y salió. Ésta, viendo llegar a Shiny, se paró a saludarla.

—Hola Gentle —dijo Shiny, alegre y feliz.

—Hola Shiny —respondió la unicornio de dos colores… sonriendo.

Shiny se paró en seco y volvió a mirar a Gentle, que seguía sonriendo.

—Genial, esto es un sueño —expresó Shiny, apenada—. Es demasiado fantástico como para ser verdad.

Y Shiny se despertó.

—¡Jajajá! —Flashing no podía parar de reírse.

—¿Nos lo estás diciendo en serio, Shiny? —Knowledge miraba asombrada a la pegaso.

—No me lo creo —Feather hizo un ademán de desaprobación con el casco, aunque también se estaba riendo.

—Im-po-si-ble —Shadow no sabía si reír o llorar… de risa.

Las cinco estaban desayunando en la nueva cafetería del pueblo, que había abierto hace poco sus puertas, como consecuencia de la prosperidad que empezaba a tener otra vez Northwest Mines Town, hecho que tuvo lugar gracias a Shiny y a sus amigas.

—Os lo juro, así fue —Shiny estaba riendo con las demás.

—Aclarémonos… —Knowledge se puso seria por un instante—. Northwest Mines Town… con flores, árboles, animales, con todos los ponis cantando y bailando… —Shiny afirmaba con la cabeza después de cada parte—. ¿Y te diste cuenta de que era un sueño porque Gentle estaba sonriendo?

—Exactamente —exclamó Shiny.

Y todas volvieron a echarse a reír.

—Ay, es lo mejor que he oído en mucho tiempo —Feather logró decir, después calmarse un poco, aún con lágrimas en los ojos.

—¿Qué es lo que es tan bueno? —Gentle acababa de entrar en la cafetería y se dirigía hacia ellas.

Todas dejaron de reírse e intentaron ponerse serias. Todas excepto Flashing, que aún se reía por lo bajo, incapaz de aguantarse por completo.

—Estábamos hablando del pedido de Manehattan —respondió Shiny, forzando una sonrisa—. Por fin tenemos un gran pedido entre cascos, y es muy bueno que empiecen a llegarnos encargos así.

—Bueno, yo me tengo que ir —dijo Shadow—. Un pedido de esa magnitud va a exigir mucho material para sacar las joyas, y tengo que estar lista para cuando me lleguen las demandas de picos y palas.

—Yo también voy a marchar —exclamó Feather—. Aún no he empezado hoy con el correo, y todavía tengo que clasificarlo.

—Y bueno… nosotras también nos vamos —dijo Knowledge—. Voy a enseñarle a Flashing ese truco de magia que me lleva pidiendo desde hace tiempo. ¿Verdad, Flashing?

Pero la potrilla seguía riendo por lo bajo, ajena a todo excepto en mirar alternativamente a Shiny y a Gentle.

Knowledge cogió la pata de Flashing y tiró de ella. Entonces la potrilla no pudo contener más la risa y empezó a soltar carcajadas hasta que salieron del restaurante y se perdieron en la distancia.

Gentle miraba muy seriamente a Shiny. Ésta sonrió y señaló el asiento enfrente de ella, en la misma mesa. La unicornio, sin perder la mirada con los ojos de la joyera, se sentó lentamente.

—Bien —dijo Gentle al fin—, cuéntame la verdad. ¿Os estabais riendo de mí?

—No, por Equestria… —Shiny se asombró con un gesto exagerado—. ¿Por qué nos tendríamos que reír de ti?

—No sé… —Gentle seguía totalmente seria—. Un cuerpo con dos colores, un cuerno limado, un pelo que intenta parecerse a la de la Princesa Celestia… Mis modales…

Shiny no podía creérselo. ¿Acaso Gentle se estaba sincerando?

—No… no… —Shiny apenas podía balbucear.

—Mírame, si parezco un payaso —dijo Gentle—, pero sin sentido del humor… Sinceramente, creo que debería cambiar.

Sí, estaba sincerándose.

—Pero… pero… —Shiny estaba totalmente asombrada.

—Pero como no puedo cambiar estos colores —Gentle señaló con su casco su propio cuerpo—, ni puedo hacer que el cuerno vuelva a su estado normal —se apuntó con su pata la pequeña protuberancia que apenas se intuía sobre su cabeza—, creo que lo único que puedo hacer es cambiar mi sentido del humor. ¿Me ayudarás?

—Yo… Yo... —Shiny tragó saliva—. ¿Por qué me lo pides a mí?

—Porque creo que tú eres la más indicada para la tarea —respondió Gentle—. Y porque las demás te han dejado sola, como puedes ver.

Shiny se extrañó, ¿Eso último era un chiste? Rogaba que no lo fuese pues, en caso contrario, tendría que trabajar mucho para enseñar a Gentle todo lo relacionado con el humor, desde lo más básico. Pero decidió aceptar el reto.

—De acuerdo, lo haré —dijo—. Dime cuándo quedamos.

—¿Te parece bien… ahora mismo? —preguntó Gentle.

—¿Cómo? —Shiny se extrañó.

—Sí... Empecemos en este momento —comentó Gentle—. Creo que debería acompañarte todo lo posible durante el día de hoy y observar tus interacciones con los demás. Seguro que encuentro algo que me sirva de guía. Y después, por la noche, me harás un examen, aquí mismo —señaló la misma mesa—, a ver si he mejorado con mi actitud.

Shiny sonreía mientras pensaba sitios donde pudiera esconderse. Se había metido en un buen lío. Iba a tener todo el día a Gentle a su lado, como una sombra… mientras trabajaba, mientras comía, mientras hablaba, mientras iba al servicio… no, ahí tenía que marcar una distancia.

—Si no te importa —continuó Gentle—, voy a por papel y pluma a mi casa, quiero tomar apuntes mientras aprendo —y, levantándose, salió por la puerta.

Shiny se acurrucó en el asiento. Iba a ser un día muy, pero que muy largo.

—Está bien, puede entrar ella también —Muffled Yell se sorprendió cuando vio a Gentle junto a Shiny queriendo entrar en la mina. Marcar gemas era una tarea que normalmente quería hacer Shiny a solas—. Pero no he traído más que dos cascos protectores. Esperadme aquí.

Genial, el primer contratiempo y apenas había pasado unos pocos minutos desde que Gentle le pidiese acompañarle. Shiny se sentó y empezó a juguetear con la arena del suelo. Gentle, sin embargo, permaneció impasible, observando hacia la entrada a la mina. De repente miró a Shiny y rápidamente sacó la libreta y la pluma del zurrón y escribió "La mejor forma de esperar es haciendo dibujos con la arena". Guardó la libreta, se sentó e imitó a Shiny, haciendo también ilustraciones extraños con su casco.

Cuando Muffled Yell volvió, comparó de un vistazo los dibujos. Shiny había dibujado unos círculos y espirales, mientras que Gentle había hecho un cuadro de ponis corriendo por una ladera, con la Luna de fondo. Toda una obra maestra.

—Tomad, un casco protector para cada una —Muffled intentó no pisar el cuadro que había hecho Gentle y pasó por encima de los símbolos que había dibujado Shiny.

Cuando Muffled y Shiny se ajustaron los cascos de protección, ayudaron a Gentle a ponerse el suyo. La melena de ésta era sumamente larga y sedosa. De hecho, Shiny estaba segura de que si le caía un cascote a Gentle, su crin amortiguaría el impacto de tal manera que la cabeza ni siquiera notaría el golpe. Una vez lo encajaron, usando una goma elástica, entraron las tres.

—Bien —informó Muffled—, hemos elegido unas cuantas grandes gemas, pero están al fondo de la mina, en una gruta a la que no se ha accedido en años, aunque mis mineros aseguran que está bien apuntalada. No creo que tengamos muchos problemas.

—¿De cuántas grandes gemas consta el pedido? —preguntó Shiny.

—Treinta y dos —respondió Muffled—. Pero nos dan un mes de plazo, así que podrías trabajar una al día. Dos como mucho. Y los enviaremos de dos tandas de dieciséis grandes gemas cada vez.

Se dirigieron a la gruta elegida y empezaron a mirar algunas grandes gemas. Muffled se dirigió al fondo de la gruta para explorarla, dejando a la pegaso y a la unicornio solas. Gentle miraba absolutamente todos los detalles de la actuación de Shiny y, todo lo que hacía ésta, lo apuntaba en la libreta. Shiny empezaba a aburrirse de la situación, y eso que apenas llevaban una hora.

—Por favor, Gentle —dijo la joyera de repente—, ¿puedes dejar de apuntarlo todo? No me dejas concentrarme.

—Perdón —respondió la unicornio, guardando lentamente la libreta. Entonces volvió a mirar impasible hacia la nada.

Shiny marcaba cada gran gema elegida con una señal hecha con un poco de tinta. De esa forma no se dañaban en absoluto. Llevaba prácticamente la mitad del trabajo cuando Gentle soltó un suspiro. Se estaba aburriendo.

—Puedes esperarme fuera si quieres, no creo que tarde mucho más —comentó la pegaso.

—No, estoy bien así —alegó Gentle.

Shiny volteó los ojos y continuó con su tarea.

—No hay salida al otro lado —Muffled dijo de repente.

Shiny pegó un respingo, dejando caer el tarro con la tinta. ¿Cuándo había vuelto Muffled?

—El caso es… —continuó diciendo Muffed— que me suena mucho esta gruta. Probablemente yo haya ayudado en su apuntalamiento, hace ya muchos años —miró a Shiny, que estaba completamente manchada de tinta—. Oh, cariño… ¿pero qué ha pasado? —preguntó, y empezó a reírse de manera maternal.

Gentle sacó la libreta y escribió "Ensuciarse de tinta es idóneo para hacer reír".

Salieron las tres de la mina y descubrieron que ya había pasado la hora de comer. La mina era como un pasaje dimensional, pues el tiempo que transcurría dentro no parecía corresponder al paso del tiempo que había pasado fuera.

Shiny y Gentle decidieron ir a comer al restaurante, aunque la pegaso se limpió antes con una toalla que le ofreció Muffled. En el restaurante se sentaron alrededor de una mesa y pidieron.

—Hay que volver a la mina, a terminar de marcar las grandes gemas que hay que sacar —explicó la joyera.

—De acuerdo —respondió la unicornio de dos colores.

Comieron despacio. Gentle comía siempre así, pero Shiny masticaba con menos rapidez de lo normal, pues intentaba tardar el máximo tiempo posible. No quería estar mucho más tiempo con Gentle. No es que la unicornio fuese una pesada, sino más bien al contrario: era la falta de asertividad lo que la hacía insoportable a veces.

—Bien, cuéntame algo —dijo Shiny al fin.

—Estoy tomando nota mentalmente de cómo y con qué velocidad masticas —respondió Gentle—. Luego lo apuntaré en la libreta.

—No, no estoy hablando de eso… —la joyera se llevó el casco a la cabeza, desesperada—. Deja la libreta. El hecho es que te debes integrar. Pareces una estatua que se mueve a mi lado.

—Las estatuas no se mueven —aclaró la unicornio.

—Me refiero a que hables —dijo Shiny—. A que hables y que dejes de mirar al vacío. Si dialogamos, el tiempo pasará más rápido, y haré mi tarea mejor. Necesito alguien que me dé conversación ahí abajo —en realidad el diálogo no le importaba demasiado, solo era una forma de evitar que Gentle estuviese constantemente parada, algo que ponía nerviosa a Shiny.

—De acuerdo —respondió Gentle.

Regresaron a la entrada a la mina, se volvieron a ajustar los cascos protectores y ésta vez solo bajaron las dos a la gruta, pues todavía faltaba de marcar casi la mitad de las grandes gemas para el pedido y al día siguiente Shiny quería empezar a restaurar la primera.

—Bueno, ¿de qué quieres hablar? —dijo Gentle de repente.

—No sé, propón un tema… —Shiny hablaba mientras observaba detenidamente la siguiente gran gema.

—No se me ocurre ningún tema ahora mismo —expresó la unicornio.

—Pues si quieres… no sé… Cuéntame tu historia —indicó la dorada pegaso.

—¿Cómo? —preguntó Gentle.

—Sí —la joyera la miró—, tu historia. No se mucho de ti, y me gustaría saber qué pasó… si quieres contarlo.

—Pero… —Gentle clavó sus ojos en la pegaso.

—Es por hacer más rápido el tiempo, recuerda —Shiny mostró una pequeña sonrisa—. Y tarde o temprano me lo tendrás que contar, así que este me parece un buen momento.

La unicornio de dos colores se quedó pensativa durante un momento y finalmente negó con la cabeza.

—No me gusta hablar de mí —declaró con un gesto mohíno.

—¡Oh, vamos! —Shiny miró al techo durante un instante y volvió a echar un vistazo a la gran gema sobre la que estaba trabajando—. Seguro que todos los ponis de este pueblo saben tu historia. Pero yo no se lo estoy preguntando a ellos, te lo pregunto a ti. Si no quieres contármelo, mañana le preguntaré a Flashing, o a Knowledge, o a…

—No serás capaz… —Gentle estaba entrecerrando los ojos, irritada.

—Y me contarán la historia… con exageraciones —la joyera marcó una señal de "check" a la gran gema y volvió a mirar a la unicornio de dos colores—. Y será peor a como me la cuentes tú.

—No, NO y ¡NO! —Gentle gritó y golpeó el suelo con rabia.

Empezó a oírse un pequeño rumor, que fue creciendo poco a poco hasta convertirse en un gran estruendo. Shiny miró al techo y luego a Gentle, horrorizada.

—¡DERRUMBAMIENTO! ¡CORRE! —chilló la pegaso.

Pero era demasiado tarde: la entrada de la gruta estaba totalmente taponada. Y el polvo en suspensión que se había generado en esa parte de la caverna no hacía recomendable el acercarse al lugar de la catástrofe. Estaba atrapada, y con Gentle… Quizás tardarían varias horas en descubrir el derrumbamiento y aún más tiempo en liberarlas. Muchas horas… con Gentle.

—Por lo menos no se nos ha caído encima —Shiny suspiró aliviada.

Gentle estaba visiblemente nerviosa. Shiny sabía que el derrumbamiento había sido causado por el único ataque de rabia que Gentle había tenido en mucho tiempo… de hecho, era el primer ataque de ira que había tenido la unicornio de dos colores desde que ella la conocía. Quizás por eso la forma de ser de Gentle en realidad era un muro defensivo para impedir cosas como esa… o podría ser que, al no estar acostumbrada a enfadarse, la reacción al hacerlo había sido completamente exagerada y fuera de control, provocando el desprendimiento. En cualquier caso, ya no valía de nada culparla.

—Parece que el taponamiento es extenso, así que tardarán bastante tiempo en poder abrir un hueco —la dorada pegaso se había acercado a la entrada tapada, libre ya de polvo, y estaba examinándola.

—Empecemos entonces a abrir nosotras una —dijo Gentle desesperadamente.

—Es mejor que no lo hagamos —respondió Shiny—. Iríamos muy lento, e incluso es posible que provoquemos otro derrumbamiento. Además, del otro lado se pondrán muchos ponis a hacer un agujero, y entre ellos estarán Muffled y sus mineros, que sabrán cómo hacer el agujero e incluso apuntalarlo para que podamos salir sin problemas… Pero tardarán bastante tiempo.

—¿Y qué hacemos hasta entonces? —Gentle se tranquilizó ligeramente, comprendiendo que no iba a conseguir nada estando nerviosa.

—Seguir lo que estábamos haciendo antes de que ocurriese esto… —dijo Shiny—, marcar las gemas y contarnos nuestras historias… ¡Yyy…! —Shiny miró fijamente a la unicornio— para que no te enfades, esta vez empezaré yo.

La joyera se acercó a una gran gema. Por fortuna ninguna se había visto afectada, al menos por lo que ella veía, aunque quizás alguna hubiese sufrido un daño estructural, algo poco probable, teniendo en cuenta la dureza que tenían. Empezó a mirar escrupulosamente la gran gema que tenía delante. Efectivamente no le había pasado nada, lo cual era un alivio, pues se evitaba empezar toda la tarea de nuevo.

—Nací… —empezó a decir la dorada pegaso mientras seguía analizando— en Canterlot, en una familia de joyeras. Soy la segunda de tres hermanos. Y la única yegua.

—Aham —fue la respuesta de Gentle.

—Mi familia es bastante pudiente, y proporciona joyas por toda Equestria —siguió explicando Shiny—. Incluso tienen entre sus clientes a la propia Princesa Celestia.

—Aham —manifestó la unicornio de dos colores.

—Bueno, en realidad es mi abuela la que proporciona joyas a la Princesa Celestia —aclaró la pegaso—. Es, con diferencia, la joyera más sabia de Canterlot.

—¿Es la misma abuela a la que escribes tus cartas? —Gentle volvía a sentirse nerviosa.

—Sí, eso es —Shiny pasó a otra gran gema, aunque entretanto miró a Gentle—. Pero no te preocupes, solo es información que ella me pidió.

—De acuerdo… —respondió la unicornio, aunque todavía seguía nerviosa.

—Pronto me llegó la inspiración de crear joyas —declaró la poni con alas—, teniendo en cuenta de que estaba rodeada de ellas. Si solo ves una cosa cuando giras la cabeza, esa cosa o te encanta o la odias, ¿sabes?... Afortunadamente en mi caso fue lo primero. Y empecé a crear joyas, diademas, anillos, gargantillas, colgantes e incluso pulseras de pata.

—¿Al decir "crear" quieres decir que hiciste también los diseños? —preguntó Gentle.

—Sí, diseñé esas joyas yo misma. Tengo algunos bosquejos en casa, me traen viejos recuerdos —Shiny pasó a una tercera gran gema—. Pero no se vendía ninguno de mis diseños, a pesar de que alguno de ellos incluso ahora me parece bueno. Hasta que un día llegó mi abuela y me dijo…

—Shhh… Espera —chitó Gentle, mientras se acercaba al taponamiento.

—…"¿ién?" —se oía una voz muy atenuada. Shiny se acercó también a la entrada— "¿Estáis bien?" —se escuchaba un poco más alto. Era Muffled Yell.

—Estamos las dos bien —contestó la unicornio.

—Apenas os oigo. Alzad un poco la voz —dijo la jefa de mineros, desde el otro lado del derrumbe. Por fin venían a salvarlas.

—¡Digo que estamos bien! ¡Las dos! —Gentle subió la voz, pero sin gritar.

—¡Gracias a Equestria! —Muffled habló de forma más aliviada—. ¡Tranquilas, os sacaremos de ahí! ¡Voy a buscar ayuda! ¡Pero no os mováis, no quiero que haya otro derrumbamiento! ¡Y quedaos en medio de la gruta, ahí hay menos posibilidad de que os caiga un cascote encima! —y Muffled marchó a buscar refuerzos.

—Bueno, continuemos —declaró Shiny.

—¿Continuar? Pero si nos van a sacar pronto de aquí —Gentle seguía nerviosa.

Shiny se extrañó: Gentle parecía una poni distinta. Normalmente esta conversación debería haber sido al revés: Shiny presa del pánico y Gentle calmando la situación… Shiny estaba calmada porque estaba en su elemento, pero no comprendía el nerviosismo de la unicornio. ¿Acaso era porque temía contar su historia y veía inevitable el hacerlo? Pero no quería presionar a Gentle. Si ella no quería contar su historia, tampoco iba a ser el fin del mundo.

¿O quizás lo que aterraba a Gentle era el estar ahí encerrada? ¿O estar junto a Shiny? No, eso último no podía ser, pues entonces no tenía sentido haberle pedido acompañar todo el día.

—Gentle —dijo al fin —, si no te importa, continuaré la historia —Shiny estaba dispuesta a hacer más llevadero el tiempo que estuviesen ahí—. ¿O prefieres una canción?

—No, por favor. No me gustó… —respondió rápidamente Gentle.

—¿Cómo dices? —la pegaso se sorprendió.

—¿Recuerdas el otro día, cuando chocaste tres veces conmigo? —preguntó la unicornio de dos colores—. La primera vez fue porque… me quedé petrificada al escuchar cómo… "cantabas".

—¿Tan mal lo hago? —inquirió Shiny, sorprendida.

—No quise decir nada en la comida de la amistad, pero… —Gentle se acercó a la joyera— digamos que si algún día hay que cantar, tú deberías leer la letra, nada más.

Shiny miró hacia el suelo, avergonzada. Ahora comprendía las miradas de asombro que pusieron todos ese día. Se armó de valor y, alzando la vista de nuevo, dijo sonriendo:

—Pues seguiré con la historia, si no te importa.

—De acuerdo… —Gentle parecía perdida otra vez.

Se alejaron de la zona derrumbada y Shiny continuó hablando, mientras retornaba a su tarea:

—¿Por dónde iba?... —la joyera escrutó otra gran gema—. ¡Ah, sí! Mi abuela… Mi abuela llegó un día con un pedido especial para el Palacio Real. Pero era un pedido muy grande… mordió más de lo que podía tragar. Y el único de la familia que tenía tiempo libre era yo, así que la ayudé.

—¿Y qué pasó? —Gentle volvió a interesarse.

—Conseguimos entregar a tiempo el pedido —dijo Shiny—. Y, aunque me encargué de las piezas más básicas, el amor hacia mi abuela con las que imprimí cada joya hizo que se viesen realmente espectaculares. Y, desde entonces, la relación entre mi abuela y yo se hizo muy estrecha.

—Bonita historia —la unicornio estaba más tranquila—. Continúa.

—Esa misma noche apareció mi Cutie Mark —Shiny mostró su grupa, donde se veían dos anillos entrecruzados, formando un corazón—, y mi abuela me enseñó todo lo referente a joyería y restauración que sé ahora.

La joyera paró durante un instante. Parecía oírse de nuevo un temblor, pero paró. Esperó un poco más y, viendo que solo era un ajuste de terreno, continuó.

—Como mi hermano mayor ayudaba a mis padres en la tienda —siguió hablando— y mi abuela se vio relegada a hacer trabajos menores en Palacio, yo no tenía cabida en la tienda, así que estuve ahorrando y, junto con un poco de dinero que me prestó mi abuela, compré un carrito para llevar joyas… es ese carrito que está detrás de mi casa… y, llenándola con todas las joyas que hice, me dediqué a ir de pueblo en pueblo a venderlas.

—Es una historia preciosa —Gentle miraba fijamente a Shiny, torciendo la boca de tal forma que asemejaba una sonrisa, pero que lo único que logró fue hacer recorrer un escalofrío en la espalda a Shiny.

—Pero… —continuó Shiny— no vendí mucho que digamos. Un anillo en Canterlot, otro en Hoofington, una pulsera de pata en Fillydelphia y una diadema en Ponyville. Y entonces llegué aquí, a Northwest Mines Town… y bueno, ya sabes el resto de la historia.

—Me ha encantado, de verdad —contestó Gentle, asintiendo.

—Poco más te puedo contar de mí… —Shiny no quería presionar a Gentle, y no quería tampoco enfrentarse a ella, así que continuó hablando—. Mi color preferido es el rojo, mi sueño es ser joyera de Palacio y conocer a la Princesa Celestia, pues nunca la he visto personalmente, solo en fotos y en dibujos… Bueno, en Ponyville casi la veo… en vivo, pero como no podía separarme de mi puesto, y había muchos ponis en medio, perdí la oportunidad. Espero poder tener pronto otra ocasión para verla mucho mejor…

Sigamos: No tengo un semental que me esté esperando en ningún lado… Y, terminando ya, debo decir que, por capricho, los colores de mi Cutie Mark son los mismos que los colores de mi cuerpo, ojos y crin.

—Eso ya lo sabía —cortó Gentle—. Estaba ahí cuando Look Talker hizo esa observación, ¿recuerdas?

—Sí, es verdad… —Shiny sacó lateralmente la lengua mientras sonreía.

—Ya has terminado, ¿no? —preguntó la unicornio.

—Sí, creo que eso es todo —respondió la joyera.

—Y querrás que yo cuente ahora mi historia, ¿verdad? —inquirió Gentle.

—Bueno, si no quieres… —Shiny quedó pensativa, sin saber qué hacer.

—Pues lo haré —dijo la unicornio de dos colores, totalmente decidida—. Total, hay que esperar aún bastante tiempo. Es un tema tan bueno como cualquier otro… y no quiero que te lo cuente otro poni, usando exageraciones y mentiras.

Shiny no podía creérselo. La impertérrita Gentle daba su pata a torcer y abdicaba. Así que se acomodó junto a una gran gema. Gentle hizo lo mismo, acomodándose a su vez frente a la pegaso. Iba a ser una historia apasionante, de eso Shiny estaba segura.

—Verás… —empezó a decir Gentle—. Hace muchos años yo era una potrilla prometedora. Era todo lo contrario a lo que soy ahora. Incluso tenía un solo color de pelaje: un hermoso blanco. Mi comportamiento era como el de Flashing, incluso aún más traviesa, pero mi mente tenía hambre de conocimientos. Necesitaba aprender más y más, y la magia me atraía especialmente.

Hice todo lo posible e imposible para entrar en la escuela de magia de Canterlot… Ya ves, incluso una potrilla de este pueblo podía tener sueños tan alejados.

—No, está bien —aclaró Shiny.

—Mis padres pagaron el viaje y la audición para la escuela de magia —continuó explicando la unicornio—, e hice todas las magias que pude: transformé un huevo en una gallina, cambié los colores del papel de una pared, pinté un cuadro mágicamente… Y me admitieron. "Nunca antes hemos visto un poder tan avanzado en una potrilla-unicornio", dijeron.

—Continúa, continúa —la joyera estaba expectante.

—Obtenía las notas más altas en todas las asignaturas —los ojos de Gentle comenzaron a brillar según rememoraba la historia—. Era increíble. Todo el mundo estaba asombrado, incluso los profesores. Simplemente la magia que recorría mi cuerno era especialmente poderosa. De hecho el director de la Escuela me dijo que solo la Princesa Celestia tenía más poder que yo en toda Equestria.

—Maravilloso —Shiny se imaginaba a Gentle con el cuerno completo, haciendo magia muy poderosa sin inmutarse.

—Pero no dejé que ese comentario se me subiera a la grupa —la unicornio subió ligeramente el tono de voz—. Quería ser profesora de magia, o incluso asistente de la propia Princesa Celestia… pero sobre todo quería ayudar a los demás. Y un día un profesor me dijo que se iba a celebrar una audición importante en el que la Princesa Celestia estaba interesada.

—Y la hiciste, ¿verdad? —preguntó la pegaso.

—Sí, me presenté para la audición —expresó Gentle—. Tenía que competir con otros unicornios, y la prueba se haría en tandas de dos a la vez. E incluso se presentó una recién llegada, cuyo poder mágico prometía bastante. Nunca se me olvidará su nombre: Twilight Sparkle —curiosamente la unicornio usó, al decir el nombre, un tono de admiración.

—¿Qué pasó? —Shiny estaba intrigada.

—Todo iba bien —dijo Gentle—. Las pruebas eran típicas: amaestrar un tigre de piedra, coger mágicamente un diamante de un cubo de lava… Cosas fáciles. Hasta que llegué a la prueba de la transmutación. Tenía que convertir la piedra en oro puro. Algo extremadamente difícil. Sin duda, trabajar para la Princesa Celestia era una tarea especial.

—Continúa, por favor… —la joyera estaba muy interesada en la historia.

—Ese hechizo exigía muchísimo poder —explicó Gentle—, de hecho era el segundo hechizo más difícil del que tenía conocimiento, solo superado por el de la incubación mágica de un huevo de dragón. Y empecé la prueba con dudas. No esperaba una prueba de esa dificultad, y, francamente, no sabía si podría lograrlo.

Shiny miró de forma enternecedora, animando a continuar la historia.

—Me concentré todo lo que pude y empecé el hechizo —la unicornio de dos colores miró fijamente a Shiny—. Notaba cómo la piedra se hacía más y más compacta, y también más y más pesada. Aunque eso solo era el principio. Necesitaba crear una composición exacta, la del oro, y eso solo se aprendía mediante los libros de mineralogía, no de magia… libros que apenas miré a lo largo de los años. Pero sabía que podía lograrlo…

La pegaso golpeó ligeramente la pata delantera derecha contra el suelo, deseando más y más.

—Y lo habría logrado —Gentle bajó la mirada durante un instante—, de no ser por un resplandor que de repente entró por la ventana, desconcentrándome. La roca que estaba transmutando se deshizo delante de mis ojos y no pasé la prueba. Mis deseos se vieron truncados cuando estaba muy cerca de hacerlos realidad… Pero eso no fue lo peor. Había trasmutado algo, pero no fue la roca, sino mi cuerpo. Tenía una parte rosa y otra naranja. Mi color original había desaparecido.

—Qué pena —Shiny se entristeció.

—Fue imposible hacer volver mi cuerpo a su color original —dijo la unicornio—. Incluso la propia Princesa Celestia lo intentó, sin éxito. Así que me resigné a tener que cargar con ese problema durante el resto de mi vida. Aunque ya hace tiempo que me he acostumbrado a este cuerpo, y ahora me resulta incluso agradable tener dos colores… —se acercó a Shiny y dijo, sonriendo con complicidad—. Y, entre nosotras, me resulta gracioso ver cómo intentan venderme complementos que combinen con mi cuerpo.

—Jajaja —la pegaso rió, imaginándose la escena.

—He de decir que la ganadora de la audición fue Twilight Sparkle, que actuó a la vez que yo… —siguió explicando Gentle—, porque parece ser que ese resplandor, en vez de perjudicarla, ayudó a que hiciese el hechizo de su prueba… precisamente el de incubación de un huevo de dragón, el hechizo más avanzado del que yo tenía conocimiento. Y lo había logrado una aspirante a la Escuela de Magia. Sin duda estaba destinada a superarme, cosa que tarde o temprano habría pasado con algún unicornio.

—Creo que ahora está en… —dijo Shiny.

—Sí, está en Ponyville haciendo una investigación o algo así… —cortó la unicornio de dos colores—. Pero continuemos…

—Por supuesto, por supuesto —la joyera volvió a sentirse expectante.

—Me faltaba poco para terminar la carrera —habló Gentle—, así que aguanté las risas y comentarios de los compañeros, y acabé con las mejores notas que jamás había dado la escuela de magia… pero, a cambio, todo el mundo me rehuía. Las que antes eran mis amigas, se apartaban, y los que antes me pedían ayuda, huían aterrorizados. Así que, totalmente apenada, volví aquí, pues sabía que no tenía ya futuro en Canterlot, pues todo el mundo me veía como un monstruo.

—Qué triste… —se lamentó Shiny.

—Pero cuando llegué aquí, todo fue a peor —curiosamente la unicornio de dos colores no expresó tristeza en la explicación—: mis padres renegaron de mí. Para ellos yo me había convertido en una abominación. Y se marcharon por la noche, totalmente avergonzados… para no volver jamás. Por mucho que los he buscado, no he sido capaz de encontrarlos, pero aún albergo la esperanza de hacerlo.

Shiny tenía los ojos humedecidos por la tristeza, pero no quería perderse el final de la historia.

—Imagínate la escena —Gentle seguía hablando, impertérrita—: una joven yegua de dos colores en un pueblo pequeño, cuyos padres la habían repudiado y habían desaparecido por la noche... Estaba completamente aterrada. Y estaba segura de que todos me echarían la culpa de todos los problemas. Debía irme, escapar, exiliarme. No estaba a salvo en Northwest Mines Town. Y todo había sido por culpa de la magia. Así que hice lo único que podía hacer… algo de lo que me he arrepentido desde hace mucho, mucho tiempo.

—¿Qué hiciste? —preguntó Shiny, aunque ya sabía que la respuesta iba a ser triste.

—Me puse delante de un espejo, cogí mágicamente una lima de cascos y… —la unicornio bajó la mirada— me limé el cuerno hasta que no tuve poder suficiente y la lima cayó inerte sobre la mesa, junto a mis lágrimas. Estaba renegándome a mí misma, y créeme, eso es lo peor que puede haber.

Shiny empezó a llorar. Era una historia tan dolorosa, tan conmovedora… E instintivamente abrazó a Gentle y lloró sobre su hombro. No quería creer en una historia así. Ahora sabía por qué todo el mundo respetaba a Gentle. Era la poni más fuerte que jamás había conocido. Era verdaderamente especial, y Shiny se alegraba de poder llamarla "Amiga".

—Shiny —Gentle apartó suavemente a la pegaso—, tranquila. De eso hace ya bastante tiempo. Afortunadamente la gente aquí no se asusta fácilmente y me aceptó. Solo tengo el problema de que no puedo hacer magia.

—¿No puedes hacer magia? ¿En serio? —preguntó Shiny, sonriendo de alivio—. Pero si todas sab…

En ese momento sonó un estruendo. Estaban intentando destapar el taponamiento, pero hacían demasiado ruido. ¡Podrían provocar otro derrumbamiento…! Y así ocurrió cuando oyeron otro estruendo instantes después del primero.

Los cascotes caían por todas partes. Tanto Shiny como Gentle miraban al techo para esquivar los peñascos. Solo así podían saber dónde caería la siguiente roca. Afortunadamente no sonaron más estruendos. Seguramente los mineros habían comprendido que los ruidos y las vibraciones eran demasiado fuertes, o quizás habían avanzado lo suficiente y empezarían a usar instrumentos manuales para seguir progresando.

Entonces, de repente, chocaron las dos entre sí y cayeron. Shiny miró instintivamente al techo... una roca demasiado grande se dirigía directamente hacia ellas. No había tiempo para esquivarlo. No podía hacer nada.

En ese momento, alrededor de las dos ponis, una semiesfera de color rojo intenso se formó. La roca chocó contra ella y se deslizó hacia un lado, dejándolas fuera de peligro.

Shiny miró a Gentle, quién estaba haciendo un esfuerzo increíble, a juzgar por la expresión de su cara. Su cuerno estaba restaurado y brillaba muchísimo. De hecho, Shiny nunca había visto nada parecido, de tan puro y luminoso que era el resplandor. Sin embargo, una mirada más atenta la hizo descubrir que en realidad el cuerno restaurado de Gentle no era más que una proyección mágica, pues el verdadero cuerno roto seguía ahí.

De repente el cuerno mágico desapareció, y Gentle Colors, totalmente exhausta, se desmayó.

Shiny se acercó a ella, se sentó al lado y se puso la cabeza de Gentle sobre el regazo. Decidió que ahora sería ella la que cuidaría de esa unicornio… Ahora sería ella la que cuidaría de su amiga. Acarició la crin de Gentle y, mirándola de manera enternecedora, Shiny dijo en voz baja:

—Shhh. Tranquila, ahora estás en buenos cascos. Vamos a salir de aquí, ya lo verás…

Y sus ojos dejaron escapar unas lágrimas a la vez que sonreía, mientras mecía su propio cuerpo para tranquilizar a su amiga, y también para serenarse a sí misma.

Pero tenía que ser fuerte, por ella y por Gentle. Esa coraza emocional que había construido la unicornio sobre sí misma era demasiado cruel. Y hoy, cuando Gentle le había pedido ayuda para eliminar parte de ese blindaje, Shiny se había desesperado. "Nadie nace aprendido", se dijo. Y era el momento de enseñar a Gentle la verdadera amistad.

Se cargó, como pudo, el cuerpo inerte de Gentle sobre la espalda, y voló al lado de una gigantesca roca estable, que parecía el lugar más seguro de la gruta, además de que estaba a distancia suficiente del derrumbamiento. Volvió a echar cuidadosamente a Gentle en el suelo y, poniéndole su cabeza de nuevo sobre el regazo, le acarició la crin por segunda vez.

Eso hizo que, poco a poco, Gentle recuperase la consciencia. Shiny la recibió con una gran sonrisa.

—Bienvenida, Gentle —dijo.

—¿Qué ha pasado? —Gentle estaba desorientada.

—Usaste tu magia y nos salvaste —Shiny señaló la roca sobre la que estaba apoyada, que casualmente era la que casi les cayó encima antes.

—¿Mi magia? Oh, vaya… —la unicornio miró hacia el suelo, aunque su cabeza seguía apoyada sobre el regazo de Shiny. Se acomodó aún más en esa posición y miró a los ojos de la pegaso—. Siento haberte mentido.

—¿Mentido? —Shiny sonrió—. Supongo que el motivo de tanta meditación era volver a recuperar tu magia.

—Estás en lo correcto —alegó Gentle.

—Porque ya lo dijiste antes: "Hice algo de lo que todavía estoy arepintiéndome" —dijo la joyera.

—Es que… una unicornio sin magia… —intentó explicar la unicornio de dos colores.

—Esa es Flashing Hooves… —expresó Shiny, sonriendo de nuevo.

—Quiero decir… una unicornio con una magia tan fuerte… y sin magia… —susurró Gentle.

—Sé lo que quieres expresar —dijo la dorada pegaso.

—No quiero ser una carga para mis amigas —la unicornio se entristeció.

—No lo eres… —Shiny sonrió aún más fuerte.

—Ni para nadie… —Gentle miró directamente hacia los ojos de Shiny, como pidiendo perdón.

—No lo eres… —la joyera le devolvió la mirada, expresando cariño.

—Y quiero ayudaros en todo cuanto me sea posible —Gentle empezó a animarse ligeramente.

—Ya lo haces… —dijo Shiny, de forma maternal.

—Y si tengo que usar magia, no quiero desmayarme y ser una carga para vosotras —Gentle volvió a mirar a los ojos de Shiny, animándose.

—Sé que lo lograrás… —la pegaso también se animó.

—Aunque debo reconocer que cada vez mis desmayos son más cortos —Gentle sonrió levemente.

—Lo sé, en la ciudad de nubes, cuando creaste esa red, estuviste más tiempo sin sentido —comentó Shiny.

—¿En la ciudad de nubes? O sea, que sabías que fui yo… —Gentle volvió a mirar al suelo, apenada.

—Todas lo sabíamos, pero no quisimos decirte nada —dijo la poni con alas—. Si lo querías mantener en secreto, por algo sería.

—Quería mostraros mi magia cuando estuviese totalmente recuperada —la unicornio volvió a mirar a Shiny.

—No te preocupes, primero vamos a salir de aquí —comentó Shiny, con entereza—. Y muy pronto lograrás hacer magia sin desmayarte. Entre todas te ayudaremos, de eso estoy segura.

—Te lo agradezco… Os lo agradezco a todas —Gentle tenía los ojos humedecidos—. A cambio, yo promet…

—¡Las veo, las veo! —gritó un minero de Muffled, que estaba mirando por un agujero hecho en la parte superior del taponamiento.

Rápidamente las dos yeguas se incorporaron, expectantes. Por fin iban a poder salir de ahí y, lo más importante de todo, por fin su amistad se había hecho muy estrecha. Estaban orgullosas la una de la otra…

Pronto el agujero se hizo más y más grande y se apuntaló. Muffled probó a entrar y a asegurarse de que el lado interior de la obstrucción era estable. Cuando lo comprobó se acercó a las dos y las abrazó, con lágrimas en los ojos.

—Menos mal que estáis bien… —dijo—, de verdad… Estoy tan feliz…

—Y nosotras también —respondió Gentle, mientras abrazaba a la jefa de mineros.

—Eso… es… —Shiny abrazó a Muffled, y rompió a llorar.

Gentle fue la última en salir por el agujero y fue recibida con expresiones de júbilo y pateos en el suelo, a modo de aplausos, y también le dedicaron felicitaciones. Shiny, a su vez, estaba abrazando a todos los rescatadores, aunque en ese momento se dio la vuelta y empezó a patear también el suelo. Al fin estaban a salvo. Toda la angustia que habían vivido las dos ahí dentro era ya un mal recuerdo. Aunque había algo que iba a atesorar en su corazón por siempre, y era los sentimientos vividos junto a Gentle.

Cuando la unicornio tocó el suelo firme, ella y Shiny se fundieron en un abrazo. Más tarde, después de proporcionarles agua, fueron escoltadas a la salida por Muffled y por casi todos los mineros, excepto unos pocos que empezaron a despejar el derrumbe, y abandonaron la mina, siendo ya de noche.

Absolutamente todo el pueblo estaba rodeando la entrada de la mina. Y todos comenzaron a pisotear el suelo cuando las vieron. El sonido era atronador pero reconfortante. Los corazones de las dos ponis se pusieron a cien, llegando a coincidir con el traqueteo de las pisadas. Era todo un espectáculo, y era realmente sobrecogedor.

Shiny empezó a lloriquear. Todo el mundo se había preocupado por ellas dos… y las que más fuerte pisaban el suelo eran sus amigas. Shiny y Gentle se acercaron a las demás y todas se fundieron en un cálido abrazo, presas de la emoción.

Un poco más tarde fueron llevadas a la enfermería, y allí comprobaron que únicamente tenían rasguños. Después se asearon en las duchas colectivas de los mineros.

—Bueno… —empezó a decir Shiny mientras se duchaba—. No sé tú, pero yo tengo un montón de hambre.

—Yo también —expresó Gentle—. Seguro que es por la tensión liberada.

Alguien debió de escucharlas, porque cuando salieron limpias las llevaron, entre los aplausos y vítores de todos los ponis, que aún seguían todos ahí, al restaurante.

—Debéis comer algo —indicó Muffled—. Estuvisteis mucho tiempo ahí dentro y solo vosotras sabéis el hambre que tenéis —y, dirigiéndose al cocinero, que acababa de llegar del corro que rodeaba la puerta de la mina, le dijo—. Esto corre de mi cuenta.

—En absoluto —contestó el cocinero—. No voy a cobrar nada por esto.

Muffled Yell asintió satisfecha, miró a Shiny y a Gentle y les sonrió. Después se marchó.

—Esperad un momento, que encienda todo y os atiendo… —dijo el cocinero, un poni marrón con la Cutie Mark de una espumadera y un cucharón—, y no os cortéis en pedir lo que queráis. Os lo habéis ganado.

Y cenaron como nunca. Decidieron pedir las recomendaciones del chef, y ciertamente eran deliciosas.

—Mañana voy a restaurar las grandes gemas —Shiny decidió romper el hielo—. ¿Me ayudarás a hacerlo?

—Después de lo que ha pasado, ¿vas a continuar con el pedido? —preguntó Gentle.

—Por supuesto —respondió la dorada pegaso—. El pedido no se hará solo. Pero necesitaré que estés ahí.

—Sí, te ayudaré —dijo la unicornio.

—Y te voy a enseñar cómo restaurarlas —explicó Shiny—. Necesito a alguien más que me ayude con esa tarea, ¿y quién mejor que una gran amiga para estar a mi lado?

—Es todo un honor —Gentle sonrió—. Y lo haré lo mejor que pueda.

—Estoy seguro que lo harás perfectamente —la joyera también sonrió.

Y siguieron cenando.

—¿Te puedo preguntar algo, Gentle? —Shiny volvió a romper el hielo.

—Por supuesto —alegó la aludida.

—Quizás es una pregunta un poco personal, y no quiero incomodarte —la pegaso bajó levemente la mirada.

—Después de lo que ha pasado ahí abajo, no creo que me disguste fácilmente —dijo Gentle—, así que pregunta.

—De acuerdo —Shiny volvió a mirar a Gentle—. Antes de ocurrir todo… mientras Muffled estaba mirando la gruta… te vi temblar de miedo…

—Y quieres saber por qué, ¿no? —preguntó la unicornio.

—Si no te molesta, claro —la joyera sonrió tontamente.

—Verás… es parte de la historia, una parte que aún no he contado… —indicó Gentle—. Y lo voy a hacer ahora.

Shiny se acomodó en el asiento.

—Continúa —dijo.

—Bueno, después de limarme el cuerno, estaba decidida a exiliarme —explicó la unicornio de dos colores—, e iba a hacerlo esa misma noche. Así que empecé a recoger mis enseres, una foto de mis padres y lo metí todo en unos zurrones dobles que puse sobre mi grupa. Y salí a la calle.

—Aham —Shiny estaba muy atenta.

—Ahí, en mitad de la calle, había una pequeña potrilla, tan joven que no tenía aún su Cutie Mark —Gentle miraba fijamente a Shiny—, aunque estaba sola y perdida. Se acercó a mí, lloriqueando. ¿Qué iba a hacer yo? ¿Iba a irme, abandonándola a su suerte? Decidí subirla a mi lomo y, haciendo giros y trotes, logré hacerla reír.

—Qué tierno… —los ojos de la pegaso volvieron a humedecerse.

—Fuimos juntas de casa en casa hasta que encontramos a su familia —la unicornio siguió explicando—. Al principio, en cada casa se sorprendieron por mi aspecto pero, en cuando vieron que mi intención era ayudar a una potrilla, se unieron en la búsqueda. Al final, más de medio pueblo investigaba el paradero de los padres, hasta que su familia apareció.

—Ohhh… —Shiny se emocionó.

—Y, viendo que para los habitantes de este pueblo lo importante no es el aspecto, sino los actos, decidí quedarme —entonces Gentle calló. Había terminado la historia.

—¿Y qué tiene que ver eso con que tiritases de miedo en la mina? —preguntó Shiny.

—Pues porque tú me recordabas a la potrilla —aclaró Gentle—. Necesitas encontrar a tu familia, aunque en realidad la tienes muy cerca —la unicornio movió su pata, haciendo una panorámica, a través de la ventana, de todo el pueblo—. Pero yo temblaba porque no podía ayudarte, ya que es algo que tenías que ver por ti misma. Y lo has hecho muy bien.

Shiny asintió.

Y siguieron comiendo.

—Por cierto… —la unicornio dijo de repente mientras sacaba algo del zurrón. Era la libreta— ¿Te parece bien hacerme el examen ahora?

—Estás aprobada, con honores —Shiny sonrió.

—¿No vas a hacérmelo? —preguntó Gentle.

—No. Y no quiero que cambies. Eres perfecta tal como eres —dijo la pegaso.

—No lo soy —espetó la unicornio de dos colores.

Shiny puso, cariñosamente, su casco sobre el de Gentle. Y ésta le correspondió poniendo su otro casco sobre el de Shiny.

—Eres necesaria en el grupo, lo sabes —dijo cariñosamente la joyera—, y nos complementas a todas.

—¿Y cómo os complemento? —preguntó Gentle—. Soy tan diferente a todas vosotras…

—Eres la voz de la conciencia y el faro de la razón en el que nos queremos reflejar —expresó Shiny.

—¿Así me veis? —inquirió la unicornio.

—Por supuesto, así te vemos. Todas —Knowledge estaba en la puerta del restaurante, junto a Flashing, Feather y Shadow.

Rápidamente Shiny y Gentle separaron sus cascos, ruborizadas.

—Al fin nos han dejado pasar —se quejó Flashing—. Decían no sé qué de dejaros tranquilas… y nosotras queríamos estar con vosotras dos.

—Flashing, Muffled sabe bien lo que hay que hacer en estos casos. Y hay que respetar sus decisiones —Shadow miró a la potrilla con un gesto serio, aunque sonrió al final.

—Me alegra veros sanas y salvas —Feather sonreía.

—Vosotras sois amigas de ellas, ¿no? —preguntó el cocinero. Asintieron todas—. De acuerdo, pues sentaros y pedid lo que queráis. Invita la casa.

Y todas cenaron. Y se divirtieron. Primero en la cena, y después en el baile de celebración que hubo más tarde.

Era ya el día siguiente y, tal y como había prometido Shiny, Gentle y ella estaban restaurando grandes gemas…

—Y extiendes el ungüento de esta manera, ¿ves? —Shiny estaba terminando el último paso de la restauración.

—No parece tan difícil. Está bien, pásame el frasco —Gentle estaba a su vez delante de otra gran gema.

Cuando recibió el linimento, la unicornio extendió un poco sobre su gran gema y lo extendió exactamente igual que había hecho momentos antes Shiny sobre la suya. El resultado fue el esperado. La pegaso sonrió: habían restaurado dos grandes gemas, y sin apenas esfuerzo. A ese ritmo harían efectivo el pedido de Manehattan en menos de la mitad del tiempo requerido, lo cual era muy bueno, pues seguramente recibirían cada vez más y más pedidos.

—¿Quieres probar otra vez? —preguntó Shiny.

—¿Te refieres a intentarlo de nuevo? —inquirió a su vez Gentle.

—Sí —respondió la joyera, con una gran sonrisa—. Me divierte hacerlo, y más estando en buena compañía…

La unicornio de dos colores accedió con un movimiento de cabeza, y empezaron a restaurar dos grandes gemas más.

Caía ya la tarde cuando decidieron, entre las dos, hacer una carta a la abuela de Shiny:

"Querida abuelita:

A veces tiene que ocurrir algo extraordinario para que dos amigas encuentren la verdadera amistad que hay entre ellas. Gracias a los elementos externos, nos hemos dado cuenta que hay elementos internos entre dos ponis que se compenetran a la perfección. Y en eso consiste la amistad, en compenetrarse y en apoyarse mutuamente, sacando lo mejor del conjunto… y mejorando las debilidades hasta llegarlas a convertir en virtudes.

Con cariño, tu nieta Shiny Eyes."

FIN DEL CHAPTER 1x04

Next Chapter: 1x05 - Cutie Marks Estimated time remaining: 0 Minutes
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