Parallel Stories
Chapter 29: 1x15 - Visita (in)esperada - Parte 4
Previous Chapter Next ChapterTodos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.
Este es un fanfic de fan para fans.
Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...
+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:
-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos (dejó de participar en el capítulo 1x03).
-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.
+Y a vosotros, los lectores, que estáis a las duras y a las maduras.
Espero que os divirtáis tanto leyendo como lo hice yo escribiéndolo.
Capítulo dividido en 6 partes.
Tags: [Slice of Life/Vida Cotidiana] y un poco de [Comedy/Comedia] - [Dark/Oscuro] - [Sad/Triste] - [Crossover]
MY LITTLE PONY
PARALLEL STORIES
Chapter 1x15
Visita (In)esperada
Parte 4
—Esto es muy extraño… —murmuró Magic, dirigiéndose a los demás miembros del Consejo.
—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Muffled cuando llegó al grupo, que estaba delante de la casa de reuniones.
—La puerta está abierta —susurró, mirando esta vez hacia la jefa de mineros.
—Alguien se habrá adelantado —respondió la rojiza yegua de tierra—. Veo que faltan varios miembros del Consejo…
En ese momento se acercó Imaginary, con la cabeza gacha.
—¿No pueden venir? —inquirió su hermana, Reale.
—Es culpa mía —expresó la primera gemela Numbers—. No logré convencerles para que vinieran… Ni a Wise, ni a Spoon… Soy una inútil, una completa inútil.
—Sabes bien que tú no tienes culpa de nada —exclamó Muffled—. Conozco a Wise muy bien, y puedo asegurarte que, si le apetece estar en un sitio, ya puede haber un terremoto que amenace el lugar, porque él no moverá ni un músculo.
—Entonces, si de los que faltan, dos sabemos que no pueden venir… ¿Quién está ahí dentro? —inquirió la tendero.
—Solo puede ser Gentle —comentó la jefa de mineros, después de echar un rápido vistazo a quiénes estaban en el grupo.
—Pero todos aquí sabemos que ella siempre es la última en llegar a las reuniones del Consejo —explicó Magic—. Bueno, todos los que llevamos mucho tiempo siendo miembro —tomó aire de nuevo y siguió hablando—. Entonces, si de los que faltan, dos sabemos que no pueden venir, y la que queda siempre llega tarde a las reuniones… ¿Quién está ahí dentro?
—Es momento de averiguarlo —contestó la rojiza poni de tierra, adelantándose y asiendo el picaporte.
Con gran fuerza, intentando sorprender a quien había allanado el lugar, Muffled abrió de sopetón la puerta. Dentro, sentada de forma inusual en su silla, Gentle las miraba con gesto serio.
—Al fin os habéis decidido a pasar —exclamó—, me estaba aburriendo de tanto murmullo incoherente.
Todo el grupo cruzó el umbral, sorprendido. No solo por el extraño aspecto que tenía la yegua, con esas extensiones infantiles que tenía por toda su crin, y no solo porque, por primera vez, la unicornio de dos colores había acudido antes que nadie, sino porque todo el interior del edificio estaba completamente impoluto.
—Gentle —dijo Magic—, ¿has limpiado?
—Por supuesto —afirmó la yegua de dos colores—. Tardabais tanto que me dispuse a adecentar esto yo sola.
—Pero si la limpieza la tenemos que hacerla conjuntamente, porque no damos abasto —expresó Muffled—. Mientras uno barre, otra tiene que fregar, y otro más limpiar el polvo… ¿Me estás diciendo que has hecho tú todo esto en un tiempo récord?
—Creo que lo he dicho antes… —contestó la poni del cuerno roto—. Me aburría.
—Pero es literalmente imposible que pudieses ir tan rápido sin usar tu magia —intervino Disarming, añadiendo un oscuro énfasis a sus palabras, sabiéndose protegido de la ira de Gentle gracias a la presencia de los demás—, porque no están tus amigas por aquí, ¿verdad?
Tanto Muffled, como Magic, así como Look, Reale e Imaginary, dieron un pequeño golpe al semental, cada uno desde un lado distinto, haciendo que éste pegase un gran respingo. Debían evitar, por cualquier medio, que Disarming revelara excesiva información sobre lo que los demás miembros del Consejo sabían del pasado y características de la unicornio de dos colores. Solo esperaban que, a pesar de que la suma de cada toque había sido mucho mayor de lo deseado, Gentle se hubiese vuelto directamente catatónica y no se hubiese dado cuenta de nada.
—El aburrimiento hace maravillas, os lo aseguro —fue la respuesta de la yegua del cuerno roto—. Ahora bien, supongo que los dos que faltan no van a venir, ¿verdad? Pues que alguien avise a nuestra invitada. La reunión está a punto de comenzar.
Polished miró alternativamente a su nieta Shiny y al Príncipe Rorgoon. Acababa de escuchar lo que realmente había ocurrido hacía apenas unas semanas en el interior de la mina. Deseó, con todas sus fuerzas, no haber sabido la verdad. Pero no debía dejar que el temor se reflejase en su rostro, por lo que, esbozando una ligera sonrisa, comentó:
—¿Ves cómo la más cruda de las verdades es más satisfactoria que la más liviana de las mentiras? Afortunadamente tienes buenas amigas, que no dudaron ni un instante en adentrarse en la montaña para rescatarte, incluso cuando sabían que seguramente se perderían.
—Yo… —comenzó a decir Shiny.
—En cuanto a ti —la anciana miró esta vez directamente al Príncipe gusano—, te agradezco enormemente que liberaras a mi querida nieta. Has demostrado que la bondad reside en los corazones, independientemente del aspecto de la coraza que lo recubre.
+Lamentablemente, no puedo decir lo mismo de tu hermano. Un gran odio hiede su alma, y es el miedo hacia lo desconocido. Pero también temió otra cosa… perderte. Pensó erróneamente que, si eliminaba aquello que te alejaba de él, recapacitarías y volverías a su lado. Lo reprochable de su actitud fue que, en vez de intentar convencerte mediante palabras y hechos bondadosos que inclinasen la balanza a su favor, intentase destruir a seres inocentes para conseguir, con crueldad, sus pretensiones.
+Sin embargo, su intención global, al ordenar la destrucción de mi nieta y sus amigas, era protegerte. Y eso es encomiable.
+Así que dime, Príncipe… ¿Ha cambiado tu hermano, el Rey, de actitud? ¿Ha permitido que vuelvas junto a él?
—Sí, lo ha hecho —respondió Rorgoon—. Fue reticente al principio, pero le mostramos lo que los habitantes de la superficie había hecho con nosotros, y también lo que podían hacer por nuestro pueblo. Y, poco a poco, está cambiando. De hecho, los seguidores de la Segunda Vertiente están abandonando sus ideales, para aceptar los nuestros.
—Me alegra mucho oír eso —respondió Shiny. Polished asintió, satisfecha.
—Ejem, ejem… —la inconfundible voz de Magic se oyó a sus espaldas—. Si no es inconveniente, la reunión extraordinaria del Consejo va a comenzar. Agradecería a nuestra invitada que nos honrase con su presencia.
—Creo que me llaman —contestó la anciana—. ¿Vendrás, Príncipe?
—Lo siento —declaró el aludido—. Tengo deberes reales que atender. Solo el hecho de venir aquí ha supuesto un esfuerzo, aunque lo he hecho con gusto, para hablar con grandes amigos; pero debo atender mis obligaciones.
—¿Y tú, querida nieta? —volvió a preguntar la pegaso de color esmeralda, mirando esta vez a Shiny.
—Ten… Tengo que prepararme… —dijo la aludida—. Pero estaré cuando salgas, te lo prometo.
—No te preocupes —expresó Polished—. Entonces te veré luego.
Y, junto a Magic, que le enseñaba el camino, la anciana pegaso se encaminó hacia la casa del Consejo.
—¡Entonces este lugar es muy peligroso! —comentó Shining Armor, alzando su cuerpo para levantarse—. ¡Debería estar junto a la anciana para protegerla!
—Al contrario —exclamó Wise, tendiendo su pata para frenar al blanco unicornio—. Estamos en uno de los sitios más seguros de toda Equestria.
—¡Pero esa criatura que has mencionado está ahí fuera! —explicó el Capitán—. ¡En cualquier momento puede atacar a Polished, y más teniendo en cuenta de que, por mi presencia y por la de los tiradores del carro, puede sentirse amenazada!
—Créeme, no solo no se siente amenazada —añadió el poni de tierra—, sino que lo que va a hacer es proteger a la abuela de Shiny y, por extensión, a ti y a los cuatro pegasos que descansan ahí arriba —señaló a Cirrus Merlon.
—Permíteme que lo dude —dijo Shining—. O mejor dicho, que lo especifique. Este lugar parece pacífico, sin que haya visos de que nada peligroso pueda ocurrir. Si lo que dices es cierto, el único elemento peligroso de los alrededores es, sin duda, esa criatura. Si ella no existiese...
—Si ella no existiese —cortó Wise—, estaríamos expuestos a peligros reales. Es gracias a su presencia que estamos a salvo. No sé si te has fijado, pero por detrás de esas montañas está Gildedale —señaló una cordillera algo lejana que se veía a través del cristal—. Debo suponer que has estudiado mínimamente la historia militar, por lo que seguramente sabrás que ese país está formado por guerreros. Para sus habitantes les supondría un juego de potrillos atacar este pueblo, a pesar de que su armamento y sus tácticas son extremadamente básicos, para saquearla en un ataque relámpago. Ni siquiera la creación de Cirrus Merlon —volvió a señalar la acumulación de nubes—, que no es más que una atalaya de vigilancia, les hubiese frenado. En ese caso, la Princesa Celestia no podría hacer mucho, porque entrar en su país para recuperar lo nuestro supondría un ataque directo hacia un país vecino, algo que usarían muchos otros países como escusa para lanzar una ofensiva global.
+Pero esto que he comentado es algo que ni siquiera el gildedaliano más valiente osaría hacer, precisamente porque ese ser está aquí… Una criatura que no dudaría ni un instante en perseguirle hasta su hogar y arrasarlo completamente. Además, ni el Rey de Gildedale, ni los monarcas de los diferentes países podrían actuar como represalia pues, de hacerlo, revelarían a los demás el tener conocimiento del secreto de Northwest Mines Town, algo que solo sabrían si hubiesen infiltrado en Equestria una red de espionaje, convirtiéndose en sospechosos de hacer lo mismo en los demás países poderosos.
+Como ves, no hay lugar más seguro en todo el reino que este pueblo.
—Comprendo... —Shining Armor sonrió. Al fin entendía lo que ocurría en ese lugar. Aunque no fuese de su agrado la existencia de una criatura tan peligrosa, extrañamente notaba una sensación de seguridad y tranquilidad. Pero, analizando aún más la situación, descubrió que se sentía atontado, y no era por la explicación, sino por otra cosa. Entonces entrecerró los ojos y miró la copa que tenía delante—. ¡Perdone! —exclamó, dirigiéndose al camarero—. ¿¡Esto tiene mucho alcohol!?
—Bastante —respondió Spoon, estirándose ligeramente y cogiendo la botella de licor de miel que había bajo el mostrador, para escrutarla—. Concretamente, doce grados.
—¡Doce grados! —gritó el Capitán—. ¡La Princesa Celestia me va a matar!
—No te preocupes —respondió Wise—. Este "desliz" no saldrá de aquí... ¿Verdad, Spoon?
—Si fueses tú el afectado, me lo pensaría, pero con él... —empezó a decir el aludido—, mi boca será una tumba.
Cuando Polished entró a la casa del Consejo, seguida de Magic, Gentle señaló, mientras miraba a la anciana, una silla situada en mitad de la gran sala. La tendero se dispuso entonces a ocupar su asiento, colocada, como las que ya estaban ocupadas por el resto de miembros, detrás de una mesa.
—Bienvenida a Northwest Mines Town, señora… —empezó a decir Reale.
—Gracias. Mi nombre es… —intentó añadir la pegaso de color esmeralda.
—Polished Emerald —matizó Gentle—, joyera oficial del Palacio Real, bajo las órdenes de la Princesa Celestia desde hace más de...
—Gracias, jovenzuela —zanjó la anciana—, pero no era necesario dar tantos datos.
—Bien, empecemos… —añadió Disarming—, tengo muchos asuntos importantes que hacer.
—"¿Y cuándo no?" —respondió irónicamente Look, con movimientos oculares.
—Al menos yo tengo una vida ajetreada, no como otros… —contestó el hotelero.
—¡Por favor, por favor! —intervino de nuevo Gentle—. Nuestra invitada no tiene por qué sufrir nuestras rencillas internas, así que dejemos aparcados esos asuntos propios.
—Tiene razón —comentó Muffled. Entonces hizo una señal a Reale para que retomara el saludo.
Ésta tosió y, con una sonrisa, volvió a recitar:
—Bienvenida a Nortwest Mines Town, señora Polished Emerald. Es un placer para todos nosotros que nos honre usted con esta visita.
—Pipiola —exclamó la vetusta pegaso—, no es necesaria tanta parafernalia. Soy una yegua sencilla, y me resulta un tanto extraño un recibimiento tan oficial.
—¡Oh, vamos! —se quejó Gentle—. ¡Usted es, con diferencia, la visita más importante que ha habido en este pueblo en muchos años! ¡Déjenos que la agasajemos como se merece!
—"¿¡Y mi familia no es importante!?" —manifestó Look mediante rápidas agitaciones oculares, completamente enfadado. De hecho, para matizar el tono de su voz, el semental se había levantado y golpeaba el suelo con sus cascos delanteros.
—Por supuesto que tu familia, al igual que Fancy Pants y Fleur de Lis, son altamente importantes —respondió la unicornio de dos colores, que aún estaba observando a Polished, e ignorando prácticamente al mudo semental—. Pero son de la alta sociedad, por lo que no deberían tomarse en cuenta tanto o más que ella —señaló a la anciana. Entonces giró su cabeza, hasta mirar por primera vez a Look—. Los nobles equestrianos están más ocupados por mantener vigentes sus conceptos triviales que por el bien común, buscando cómo destinar la menor cantidad posible de riquezas para impuestos y obras sociales, mientras mantienen impolutos sus status y, a la vez, se mantienen bajo el beneplácito de la Princesa Celestia, quien seguramente ignora las conspiraciones que ellos practican entre sí, contra ella o hacia lo que denominan "seres inferiores".
+Por lo tanto, todos los nobles en Equestria son, en mayor o menor medida, una lacra para el bienestar y la protección de los habitantes de este país. Y casi todos han sido "bendecidos" con unas riquezas y un modo de vida exclusivo solo por derecho de nacimiento, malográndose precisamente por ello.
+Sin embargo, algunos de esos nobles, y aquí incluyo a los de tu familia, Look, afortunadamente no adolecen de esa existencia fútil y vacía de contenido, sino que dedican una ínfima parte de sus riquezas para estimular la prosperidad del pueblo equestriano. Son, digamos, la oveja negra del rebaño de los nobles. Por último, deberías saber que la única diferencia que marca la existencia de un noble y la de un poni adinerado, es un título. Es decir, un legajo cuyo fin es expresar quién es el señor de un territorio, el cual está contenido en un territorio mucho mayor perteneciente a otro señor mucho más poderoso, que a su vez tiene un título de mayor valía. Pero, por supuesto, los títulos se pueden comprar y vender, poniendo la misma importancia al poseedor, independientemente de si éste es el enésimo miembro de una familia de condes o un mercader recién llegado al país.
+Pero ella es distinta —volvió a señalar a Polished—. Ella no adolece de esa carga. No tiene esa obsesión por el poder, sino que es una trabajadora, una cortesana y, por lo tanto, no se ve cegada por aparentar un nivel de apariencia y status ficticio, sino que es libre para hablar, para callar y para moverse con libertad, sin importarle el "qué dirán", ni sentir un constante temor por su vida —"Y, por supuesto, es poseedora de los secretos más íntimos de aquellos a los que sirven", pensó—. Por eso mismo, yo considero que ella es el huésped más importante que jamás ha pisado Northwest Mines Town.
—Veo que eres muy observadora —comentó la anciana pegaso—. Me gusta que haya ponis que no pierdan el tiempo.
—¿Qué... Qué es lo que acaba de decir? —preguntó Disarming, acercándose a Reale.
Ésta señaló a la vetusta yegua, indicando si el hotelero se refería a ella. Ante la negativa del semental, mediante un gesto de cabeza, la poni de tierra simplemente se encogió de hombros. Probablemente nadie en esa sala había entendido lo que acababa de comentar Gentle.
—"¿Cómo es que sabes lo del Círculo Interno, Gentle?" —inquirió de nuevo Look, con su acostumbrado movimiento de ojos, dirigiéndose hacia la unicornio de dos colores, quien seguía escrutando a Polished.
—Cualquiera que haya leído un poco los temas convenientes en la Biblioteca de Canterlot —respondió la yegua del cuerno roto, sin desviar la vista de la anciana—, sabrá que, a lo largo de la historia, los descendientes de los Fundadores de Equestria han constituido un selecto grupo muy cercano a la Princesa Celestia. Un pequeño conjunto en el que, tomando a la monarca de Equestria como el mismo centro del poder de este país, tiene como deseo rodear lo más estrechamente posible dicha soberanía, para así poder actuar, bajo la influencia directa de Celestia, en todos los ámbitos de la sociedad.
+Fancy Pants, el actual descendiente directo de la Princesa Platinum, se preocupa, por su condición de unicornio, de atender al nivel más alto de la población, compuesto por altos nobles y eruditos; Golden Wings, heredero del Comandante Hurricane, como pegaso que es, actúa sobre la casta guerrera; y tu madre Pudding Head, sucesora de Pudding Head, al ser una poni de tierra, desempeña su función sobre los trabajadores y el pueblo llano en general.
+De esa forma, todos los estamentos sociales se ven cubiertos por estos tres ponis, aliviando así el trabajo de la Princesa Celestia quien, de esa forma, se ocupará de cosas verdaderamente importantes para el país, ya que todas las peticiones, ruegos y exigencias destinados a Su Alteza pasarán primero por cada uno de los miembros del Círculo Interno, quienes analizarán minuciosamente cada caso y procederán a resolverlo ellos mismos o a darlo de paso para que la monarca de Equestria juzgue únicamente los casos más importantes o apremiantes.
+Por lo tanto, los miembros del Círculo Interno son, quizás, los únicos nobles que merecen la pena conservar. Aunque también es verdad que sus ocupaciones para con Equestria es algo reciente, pues antiguamente eran tan frívolos y desdeñosos como el resto de la aristocracia.
—¿Qué ha vuelto a decir? —susurró Disarming a Reale.
—No sé —musitó ésta—. Pero fíjate bien: Look Talker ha hecho una pregunta usando su forma de hablar y Gentle, sin mirarle, ha respondido correctamente. ¿Cómo puede haber hecho eso?
—¿Tú también te has dado cuenta? —inquirió Muffled, en voz baja.
—Creo que aquí todos nos hemos dado cuenta —cuchicheó Magic—. Es algo que da repelús, ¿verdad?
—¡Por favor! —intervino Gentle—. ¡Basta de murmullos! ¡Estáis molestando a nuestra invitada!
—No… —respondió Polished—, no te preocupes. Aunque quisiera saber si va a durar mucho tiempo esta reunión, pues creo ver a mi nieta ahí fuera.
Todos, excepto la unicornio de dos colores, giraron la cabeza para mirar por la ventana. Efectivamente, tanto Shiny Eyes como sus amigas estaban en la calle hablando entre sí, aunque de vez en cuando miraban hacia la casa del Consejo.
—De acuerdo —expresó Gentle—. Se levanta la sesión extraordinaria. Señora Polished Emerald, sea usted bienvenida a Northwest Mines Town, al igual que el Capitán de la Guardia Real, el Señor Shining Armor, y los cuatro soldados que descansan ahora mismo en Cirrus Merlon. Esperamos que pase una agradable estancia en este lugar.
La puerta de la casa del Consejo se abrió parsimoniosamente, saliendo de su interior los miembros que estaban en su interior, y también una anciana pegaso de color esmeralda. Con un paso suave pero a la vez animoso, Shiny Eyes se adelantó y se situó delante de ella, abrazándola.
—¡Al fin has salido, abuelita! —exclamó la dorada yegua.
—Pero si solo he estado un rato… —expresó Polished.
—Llevo aquí… Llevamos aquí esperando más de media hora... —explicó Shiny.
—¿Pero cómo…? —empezó a preguntarse la anciana.
—Ahí dentro —intervino Muffled, señalando la casa que acababan de abandonar— el tiempo es relativo. Transcurre de forma diferente al del resto del pueblo, de tal forma que un minuto allí es como una hora fuera —entonces sonrió—. Tranquila, es broma, pero la verdad es que todos los que hemos entrado en ese edificio hemos tenido la sensación de que así es. Y algo parecido ocurre con la mina. Es como si el tiempo transcurriese de distintas formas según en qué zona se halle uno.
—Este pueblo es harto curioso —comentó la vetusta yegua—. Muy, muy curioso.
—Abuela —dijo Shiny—, ¿te vienes a comer? Vamos a ir todas… —al decir esas palabras, el resto de amigas de la dorada pegaso pegaron un respingo, preparándose instintivamente para acompañarles.
—Ay, querida nieta… —respondió Polished—. Deseaba pasar un tiempo a solas contigo, pues hace tanto que no nos vemos… Pero ya no importa, es igual… Quizás esta fuese la última vez que estuviésemos juntas, ya que mi cuerpo está achacoso y no aguantará mucho más… Pero ya no importa, es igual… —las lágrimas empezaron a aflorar en los ojos de la anciana.
Shiny, preocupada por su ascendiente, miró a las demás con un gesto tristón. Éstas, que habían comprendido la situación, asintieron.
—Abuelita —contestó la dorada pegaso, sonriendo ligeramente—, ¿qué te parece si tú y yo, a solas, vamos a comer al restaurante?
Súbitamente, el rostro de Polished cambió y mostró una gran expresión de alegría.
—Muchas gracias, nietecita —comentó—. Eres realmente adorable.
Y, marcando el paso con rapidez, la vetusta pegaso esmeralda comenzó a dirigirse directamente hacia el restaurante.
—Chicas, quedamos esta tarde a las seis, para tomar una merienda de amistad, ¿de acuerdo? —exclamó Shiny. Las demás volvieron a asentir.
Con una sonrisa, la dorada pegaso arrancó en una galopada, para alcanzar a su abuela.
—¡Sujétale bien la cabeza! —exclamó Wise—. ¡Eso es, tiene que estar más bajo que el resto del cuerpo!
—¿¡Quién se iba a imaginar que en realidad el licor no tenía doce grados, sino cuarenta y dos!? —respondió Spoon, mientras bajaba con cuidado la testa de un inconsciente Shining Armor, hasta situarla a una altura menor—.¡Maldito pegote de pegamento! ¡En buen sitio tuvo que quedarse adherido!
—¡Pues tenemos que arreglar este desaguisado lo antes posible! —dijo el espía—. Si nos pillan, puede que a él Celestia le mate, pero a nosotros nos despellejará vivos...
—Quizá si... —comenzó a decir el cocinero—. ¡Eso es! Hace tiempo, en la academia de cocina y restaurantes, nos enseñaron que las dos mejores formas de quitar una borrachera es, o bien meterle en el cuerpo un mejunje tan fuerte que le haga vomitar, o bien provocarle una impresión tan grande que se le elimine directamente el alcohol del cuerpo.
—¡Estás tardando en preparar algo para reanimarle! —comentó Wise, completamente nervioso.
Spoon fue raudo a la parte trasera del mostrador y empezó a buscar las botellas de destilados de más alta graduación, que fue sacando y poniéndolos sobre el tablero.
—De todas formas —expresó—, para ser un fornido guerrero con experiencia, tiene muy poco aguante... Apenas ha tomado una copa y ya está groggy.
—Eso es porque es un soldado —contestó el espía—. No están acostumbrados a beber alcohol.
—¿Y tú? —preguntó el cocinero—. Tú también lo eres, y bien que aguantas todo lo que te sirvo...
—Eso es porque no soy un guerrero corriente, sino un espía —manifestó el aludido—. Estoy entrenado para infiltrarme en campo enemigo e interactuar como si fuese uno de ellos; y para ello debo entrenar mi capacidad de resistencia.
—Sí, claro... —el camarero le observó con gesto de incredulidad—, entrenar...
—Afortunadamente —dijo Wise, cambiando de tema—, estamos solos, por lo que, si logramos que vuelva en sí antes de que entre alguien, este problema será algo que no saldrá de aquí.
—¡Oh, no! —el cocinero miraba hacia la puerta de cristal—. ¡Vienen Shiny y una anciana!
—¡Maldita sea! —gritó el amarronado semental—. ¡Rápido, trae lo que hayas hecho y hagamos que se lo trague! ¡Quizá, con un poco de suerte, podamos hacer que...! ¡Déjalo, no hay tiempo!
—¡Sí que lo hay! —exclamó Spoon, vertiendo el contenido de varias botellas en una gran copa.
Entonces, con rapidez, Wise se acercó al oído de Shining Armor y susurró:
—Mira, ahí está Cadance... ¡Quién se podría imaginar que iba a quedarse embarazada de quintillizos!
Apenas le dio tiempo al espía de apartarse, pues, como si le hubiesen puesto un muelle en la espalda, el Capitán de la Guardia Real se incorporó. Con los ojos como platos, miró hacia todos lados, mientras sudaba grandes goterones.
Tanto Wise como Spoon resoplaron de alivio.
Cuando Gentle Colors cerró la puerta de su casa, sonrió. Había logrado engañar totalmente a la abuela de Shiny, dándole a entender que, al centrarse únicamente en lo positivo de sus ocupaciones, trasladando las elucubraciones y acciones ocultas a los nobles equestrianos, ella era completamente ignorante de las verdaderas funciones -y peligrosidad- de los cortesanos de Palacio. De esa manera, le daba a la anciana espacio para actuar de forma confiada, para que, tarde o temprano, ésta cometiese un error. Y, en ese momento, ella aplastaría sin piedad a Polished y, por extensión, la Princesa Celestia.
Pero para ello debía estar a solas con la joyero real, y para ello debía evitar que Knowledge, Flashing, Shadow y Feather estuviesen en la merienda de amistad. Hizo una panorámica del salón de su casa, donde se encontraba, y su mirada recaló en el pequeño televisor que compraron sus amigas por catálogo y que ella cambió por el sistema de proyección. Este estaba situado sobre el mueble que coronaba una de las paredes largas de la habitación.
Cogió de un cajón un destornillador y, desenchufando de la corriente el aparato, le dio la vuelta y separó la tapa trasera. Localizó el transformador interno y paró durante un instante, debido a la indecisión. Se preguntó a sí misma qué debía seccionar por seguridad, si los cables de entrada al convertidor de corriente o los de salida. Entonces se dio cuenta de que el aparato sería tratado por expertos en la materia, quienes tomarían las debidas precauciones, por lo que procedió a separar, con la pequeña herramienta, los cables que salían del transformador. Una vez que estos estuvieron fuera de su sitio, la unicornio de dos colores se dispuso a colocar de nuevo la tapa trasera y ajustó con cuidado los tornillos.
A continuación buscó una caja de más o menos el mismo tamaño que el televisor y metió éste en su interior, poniendo a su alrededor, de forma descuidada, unos trozos de poliespán, cerrando la tapa de cartón justo después. Puso en la parte superior de ésta, con tinta y pluma, la dirección del Palacio Real de Cánterlot como destino, aunque procuró minuciosamente emborronar ligeramente los datos, y así hacer más dificultosa la labor de Feather para determinar el franqueo exacto de ese envío.
La primera parte de su plan ya estaba lista, así que amarró la caja y, situándola sobre su lomo mediante unas correas, salió a la calle, para dirigirse directamente hacia la casa de la pegaso-cartero.
Shadow, Knowledge, Flashing y Feather aún seguían sentadas en mitad de la calle, decidiendo entre ellas qué hacer para perder el tiempo hasta la hora de la merienda de la amistad, cuando Gentle, que había aparecido de la nada, se situó delante de ellas.
—Feather, necesito que realices un pedido urgente —exclamó—. El televisor que me regalásteis ha dejado de funcionar, por lo que tengo que enviarlo al servicio técnico para que me lo arreglen…
—¿No puede esperar un poco? —comentó Knowledge—. Feather es la que está dando mejores ideas sobre qué hacer esta tarde...
—Estoy enganchada a la serie "Amor de ponis" —respondió la unicornio de dos colores—. Y no quiero perderme ni un solo capítulo. Solo de pensar en lo que pueden tardar en arreglarlo se me pone el pelaje de gallina... ¡Brrrr! —tembló de impaciencia, para reafirmar sus palabras.
—¿Por qué no lo ves mientras tanto en el sistema de proyección? —preguntó Flashing.
—Porque no quiero que todo el mundo se entere de que yo, una yegua joven, está embelesada por una telenovela —contestó Gentle—. Así que, por favor, Feather, te agradecería que tratases con urgencia este envío —señaló a su grupa, donde descansaba una gran caja—. Por cierto, como no sé las tarifas de Correos, creo que lo mejor es acompañarte para dejar el paquete en tu casa y después me dices cuánto te debo, ¿de acuerdo?
La pegaso-cartero asintió, abrumada. Entonces, levantándose, marcó el camino a la unicornio de dos colores hacia su hogar, que también era la recepción de Correos de Equestria.
—¡Genial! —exclamó Flashing—. ¡Y ahora se nos va la única que nos salvaba del hastío más profundo!
—Yo voy a aprovechar para poner en orden la herrería —dijo Shadow, levantándose—. Luego nos vemos, ¿de acuerdo? —y con paso cansino, se dirigió hacia la forja.
—De acuerdo —dijeron a la vez Knowledge y Flashing.
Gentle, quien apenas se había alejado unos pocos metros, se detuvo al escuchar esa conversación y sonrió. Girándose, volvió sobre sus pasos, hasta situarse al lado de la historiadora.
—Knowledge —comentó—. ¿Te acuerdas, hace unos tres años, el revuelo que montaste porque Shadow perdió una daga ceremonial de no sé dónde? Estoy segura de que si la ayudas con la limpieza, tarde o temprano encontraréis esa arma.
—Oye, pues no es mala idea —declaró la blanca poni de tierra—. Total, no tengo nada mejor que hacer…
—Y llévate a Flashing —añadió la unicornio de dos colores—. Seis ojos ven mejor que cuatro…
—¿¡Y por qué no vas tú!? —chilló la potrilla, malhumorada.
Gentle se acercó entonces a la prestidigitadora y le susurró al oído:
—Tal vez, si la ayudas, ella "olvide" lo de la ballesta.
Una gran sonrisa apareció en el rostro de la pequeña unicornio, quien, levantándose rápidamente, se dirigió hacia la herrería, no sin antes coger de la pata a Knowledge y tirar de ella para apremiar a la historiadora, que se quejaba de que ella podía caminar por sí misma.
Gentle volvió a sonreír. La segunda parte de su plan para estar a solas en la merienda de amistad ya estaba lista.
—¿Vienes o qué? —preguntó Feather, quien estaba situada frente a la puerta de su casa.
—¡Voy, voy! —exclamó la unicornio de dos colores. Entonces, con un resoplido, trotó lo más rápido posible hasta el edificio.
—Es un restaurante bastante bueno —comentó Shiny—. De hecho, hace no mucho, aquí ocurrió algo realmente hermoso... Shadow y su hermano se reconciliaron.
Mientras decía esas palabras, la dorada pegaso empujó la puerta de entrada al local. Súbitamente, un gran revuelo se produjo en el interior del local, en el que, como si fuera un desquiciante sueño de un poni loco, tres estelas parecieron recorrer el lugar en direcciones diferentes, hasta situarse en varios lugares concretos, tomando entonces la forma de tres sementales que correspondían la llegada de las dos con unas exageradas sonrisas.
—Esto... —musitó la joyero—. ¿Qué es lo que ha pasado?
Wise, Shining y Spoon se miraron durante un instante, para después girar su cabeza en dirección a Shiny.
—No ha ocurrido nada —exclamó el Capitán.
—Nada de nada —añadió Wise.
—Pero nada de nada, en serio —agregó el cocinero.
—Es que me ha parecido ver... No sé... Como si estuvieseis galopando erráticamente de un lado para otro, como si ocultaseis algo... —Shiny se llevó un casco a la cabeza.
—No has sido tú sola... —explicó Polished—. Yo también lo he visto. Y, aunque mis ojos están cansado por la edad, estoy acostumbrada a percibir mejor los detalles: ese mozalbete —señaló a Wise— ha ayudado a Shining a colocarse al lado de la mesa, ya que estaba en el suelo, sentado de forma extraña. Y ese otro —apuntó hacia Spoon— ha trotado hasta la barra y ha quitado rápidamente las botellas que había sobre el mostrador.
—Muchas gracias, abuelita —comentó Shiny, mirándola. Entonces se dirigió hacia los tres sementales—. ¿Podríais decirnos por qué habéis hecho eso? —preguntó.
Wise, Spoon y Shining se miraron de nuevo, aunque esta vez estaban sudorosos por el nerviosismo.
—En serio… —exclamó el primero—, no ha ocurrido nada de interés. Solo estábamos hablando y hemos visto que veníais al restaurante, por lo que Spoon ha decidido adecentar un poco la barra, ya que antes le ha enseñado a Shining la colección de botellas que tiene, demostrando que incluso en este pueblo tan apartado, se sirven bebidas muy apreciadas y difíciles de conseguir. Pero, desafortunadamente, al salir tan atropelladamente de la mesa, ha empujado a nuestro invitado y le ha hecho caer. Entonces yo me he levantado de mi asiento y le he ayudado a incorporarse, ya que se le veía un poco mareado, y nos hemos vuelto a sentar. Eso es todo lo que ha pasado.
Tanto Shining como Spoon asintieron, mientras respiraban más aliviados. Había sido algo impresionante cómo Wise había elaborado una excusa tan creíble en apenas unos pocos segundos. Sin duda, "Número Uno" era un espía con muchos recursos.
—Bueno, no sé si creeros, pero estoy demasiado cansada como para discutir —expuso Shiny—. Spoon, vamos a comer, ¿hay alguna mesa disponible? —inquirió, con una sonrisa.
El camarero miró a su alrededor con una ceja elevada, fruto de la incredulidad: exceptuando la mesa donde estaban el espía y el Capitán, el resto del restaurante estaba completamente vacío. Volvió a mirar a la joyero, y entonces sonrió: lo que ésta le quería decir, entre líneas, no era disponer de una mesa cualquiera, sino que deseaba una en concreto. Marcando el camino, condujo a las dos yeguas a un lugar específico, exactamente al mismo rincón que, semanas antes, ocuparon Shadow Hammer y Plush Padding en su reconciliación.
—Muchas gracias, joven —declaró la anciana, cuando se hubo sentado a la mesa.
—No hay por qué darlas —respondió el aludido—. De hecho, debería disculparme por no poder asistir a la reunión del Consejo.
—¡Ah! —exclamó Polished—. ¿Es usted miembro de ese grupo?
—Sí, lo soy —dijo Spoon con un ligero tono de orgullo—. Y él también —comentó, señalando a Wise, quien saludó a modo de respuesta, mientras sonreía de forma estúpida.
—¿Y no hay nadie más? —inquirió la pegaso de color esmeralda.
—No, nadie más... —respondió el camarero.
—Comprendo... —expresó la vetusta yegua—. Es una pena que en este pueblo haya una dejadez tan grande...
—¿A qué se refiere? —preguntó Wise, acercándose.
—¿No es obvio? —contestó irónicamente Polished—. En ese consejo hay ponis de tierra y unicornios, pero no pegasos. ¿Por qué?
El semental carcajeó con fuerza.
—Esa es una larga historia —respondió—. Concretamente, un acontecimiento que se remonta cien años atrás. Una suceso que, gracias en gran parte a su nieta, tiene un final feliz.
—¿No te estarás refiriendo a...? —empezó a decir Shiny.
—¿A qué se refiere? —cuestionó la anciana, mirando a la joven pegaso.
—Sí, a eso mismo —argumentó el amarronado poni de tierra, mientras señalaba hacia arriba con una de sus patas delanteras.
Shiny sonrió y, mirando a su antecesora, exclamó:
—Abuelita, te voy a contar una aventura fantástica.
—¿Dónde quieres que te deje esto? —preguntó Gentle, una vez estuvo en el interior de la casa de Feather.
—¡Oh, ahí mismo está bien! —respondió la pegaso-cartero.
Mientras la unicornio de dos colores se despojaba del pesado y voluminoso bulto, Feather se acercó a una mesa y abrió un gran libro.
—Bien —comentó esta última—, ¿a qué dirección va destinado el envío?
—Míralo tú —soltó Gentle, señalando la parte superior de la caja—. Yo tengo que seguir haciendo mis tareas...
—¿Acaso yo no? —espetó la amarillenta pegaso, pero, al girarse, observó que la yegua del cuerno roto había salido ya del edificio.
Soltando un bufido de rabia contenida, Fast Feather, llevando consigo el libro, se acercó al gran paquete, y apoyó el tomo sobre la parte superior de éste, al lado de la dirección de destino. Abrió el volumen por el índice y buscó el apartado "Direcciones de Canterlot".
Cuando estuvo a punto de terminar la verificación de direcciones, dejó de comparar y entrecerró los ojos, extrañada: la numeración de la calle de destino no concordaba con ninguna escrita en el libro de direcciones. Según estaba equiparando los datos, descubrió que, o bien la dirección de destino del paquete señalaba una dirección inexistente, o bien apuntaba directamente al Palacio Real, algo completamente imposible, pues, al menos que ella supiese, allí no existía ningún taller de reparación de electrodomésticos.
Cerró el libro y suspiró. Debía ir a casa de Gentle y explicarle a ésta el problema, por lo que seguramente la unicornio de dos colores tendría que rehacer la envoltura del paquete y escribir correctamente los datos de destino, mientras seguramente le echaría la culpa a ella por no prever una equivocación así, o directamente arremetería contra Correos de Equestria o incluso insultaría a la Princesa Celestia, algo que le encantaba hacer a la yegua del cuerno roto.
En ese momento, un recuerdo surgió en su mente. En él, vio cómo su profesor-examinador le comentaba, mientras le enseñaba en la Oficina de Correos de Canterlot, la siguiente frase: "Al cliente hay que molestarle lo menos posible. Si hay alguna tara en la información que hay expuesto en el envío, primero debemos intentar subsanarlo nosotros" ¡Eso era! Decidió que buscaría por sí misma todas y cada una de las tiendas de Canterlot, y enviaría el paquete al taller de electrodomésticos más cercano al Palacio Real, pues sin duda esa debía ser la dirección correcta.
Mientras sacaba de una estantería un libro aún más voluminoso que el de que había manejado hasta el momento, deseó que esa operación no le llevase demasiado tiempo. No quería, bajo ningún concepto, llegar tarde a la merienda de amistad de Shiny y su abuela.
Al llegar a su casa, Gentle se dirigió directamente hacia la cómoda de su habitación. Abrió un cajón y sacó de su interior un viejo reloj de pared. Sujetándola con la pata, lo llevó hasta el salón y, cogiendo el mismo destornillador que usó para abrir el televisor, introdujo la punta de la herramienta en un minúsculo agujero y apretó una presilla.
Una vez abierto el acceso a los engranajes internos del reloj, situó éste sobre la mesita de té y observó con sumo cuidado el corazón del pequeño aparato. Sabía que el reloj que tenía Shadow en la pared de la herrería era un modelo idéntico a ese, pues había sido un regalo que ella misma había hecho al padre de su amiga, como celebración precisamente del nacimiento de la oscura yegua.
Sin embargo, el aparato que tenía ella delante, aunque hacía mucho tiempo que había dejado de funcionar, era idóneo para comprender el mecanismo, y así poder avanzar en su objetivo de estar a solas con Shiny y su abuela. Con una ligera sonrisa, repasó de nuevo toda el conjunto de engranajes y correas y, levantando la mirada, se giró hasta enfocar la herrería.
Levantó la pata y empezó a dibujar en el aire un círculo y, en el interior de éste, unos extraños grafos. Según realizaba el hechizo, los símbolos empezaron a tomar forma, rasgando con un siseo el aire. Volvió a mirar el reloj, que aún reposaba sobre la pequeña mesa y, posando la parte inferior del casco sobre el emblema superior, giró su extremidad ligeramente hacia la izquierda.
De esa forma, alteraba el reloj de la herrería para que su funcionamiento fuese exactamente a la mitad de velocidad. Por fortuna, había descubierto el engranaje concreto sobre el que debía actuar, convirtiendo la dificultad del conjuro en algo nimio y, por ende, el efecto secundario sería ridículo... Probablemente, y con suerte, solo sería un arranque de vómitos. Aunque era algo nada agradable, refería eso a un ataque de inconsciencia. No debía llegar tarde a la reunión con Shiny y su abuela.
Mientras esperaba el comienzo de las adversas consecuencias de usar un hechizo marelantiano, empezó a elucubrar sobre la ironía de la magia que acababa de realizar: actuar sobre un pequeño engranaje mecánico requería de un hechizo de nivel bajo, mientras que hacerlo sobre un elemento biológico elevaba la dificultad hasta niveles ridículamente disparatados, de tal forma que resultaba mucho más viable desbancar una gran máquina de guerra, si se sabía dónde actuar; que pulverizar una simple célula. Era, sin duda, una especie de sistema "de control" ideado por los marelantianos, para evitar que hechiceros dementes masacrasen fácilmente a sus semejantes.
Dejó de pensar en ello cuando la primera arcada oprimió su garganta. Con gran esfuerzo, sonrió de forma acentuada, haciendo que sus belfos se contrajeran: llegaría a tiempo a la merienda de amistad.
—¡Repítelo de nuevo, Flashing! —exclamó eufórica Knowledge.
—¿¡No crees que te estás pasando un poco!? —comentó la pequeña unicornio, en un tono malhumorado.
—Solo quiero oírlo una vez más... —respondió la historiadora, con una sonrisa en su rostro.
—Ya te lo he dicho tres veces... —añadió la potrilla.
—Solo una vez más, por favor... —repitió la blanca poni de tierra.
Flashing suspiró, cogió aire de nuevo y dijo:
—"Knowli", siento mucho lo que ha ocurrido antes. Te pido perdón de corazón y deseo ayudarte a encontrar el objeto que anhelas desde hace mucho tiempo y que se perdió aquí, en la herrería. Y, de paso, también ayudaré a Shadow en las tareas de limpieza.
—¡Yay! —gritó Knowledge, de forma exultante—. ¿Ves cómo cuando quieres eres una potrilla realmente adorable? Pero, por desgracia, creo que esta vez tampoco lo has dicho de forma convincente, así que empieza desde el principio...
—¿¡Me vais a ayudar o vais a estar hablando todo el rato!? —intervino Shadow, mientras colocaba con cuidado unos picos en un pequeño carrito de perfil bajo—. Además, Knowledge, estás abusando de la pobre Flashing. Al final vas a hacer que se enfade.
—Es que me encanta... —comenzó a decir la historiadora.
—Sí, te encanta ver cómo me arrastro suplicando tu perdón —cortó la prestidigitadora—. Ni que fuese tu peor enemiga...
—Te ensañas con ella —continuó hablando Shadow—, y demuestras que no sabes comportarte cuando ganas.
—¡Oh, cállate! —refunfuñó Knowledge.
—Entonces ayudadme —respondió la herrero—. Necesito que llevéis estas herramientas a esa esquina y ponedlas en el suelo, haciendo la misma figura de colocación que las palas que están a su lado.
Tanto Knowledge como Flashing miraron hacia donde señalaba la oscura poni de tierra y vieron una pequeña montaña de palas colocadas de forma alternada, mirando en cada piso hacia distintos lugares, hasta formar un entramado que imposibilitaba la caída accidental, pero a la vez, esa disposición facilitaba la extracción de las herramientas de la fila superior.
Con un suspiro de refunfuño por parte de la historiadora, y con un suspiro de alivio por parte de la prestidigitadora, las dos yeguas se apresuraron a comenzar el trabajo.
—No te preocupes, Knowledge —comentó Shadow, mientras seguía recogiendo artículos—. Verás cómo al final encontramos tu arma.
Cuando Shiny terminó la historia, Polished estaba completamente aterrada. Ese relato que acababa de escuchar no era, ni mucho menos, una historia maravillosa, sino algo realmente horrible y tétrico.
—¿Verdad que ha sido alucinante? —preguntó la joven pegaso, con una media sonrisa.
—Sí, lo ha sido, sin duda... —respondió la anciana. Entonces volteó su cabeza hasta mirar a Wise—. Veo que en este pueblo la "moda" es secuestrar a mi querida nieta —exclamó, entrecerrando los ojos.
—No, abuela... —dijo la dorada poni—. Normalmente aquí todo es muy tranquilo...
—Hasta que te secuestran —exclamó Polished, sin dejar de mirar al semental—. Tú —le señaló—, ¿qué tienes que decir a eso?
El aludido retrocedió ligeramente, inquieto. Entonces Spoon se interpuso entre él y la anciana.
—No llevo mucho tiempo aquí —declaró—, pero puedo asegurar que este lugar es, con diferencia, el sitio más tranquilo y amigable que jamás he visitado. De todas formas, su nieta no ha sido la única que ha sufrido un secuestro... Hable con Muffled Yell o con Flashing Hooves, por ejemplo…
—¡Ah! —exclamó la vetusta pegaso—. ¡Entonces ese tipo de acciones es algo común por aquí! ¡Querida Shiny, tenemos que hablar largo y tendido de esto! ¡Probablemente te lleve conmigo a Palacio, donde estarás mucho más segura que aquí!
—¡NO! —chilló Shiny—. ¡No voy a abandonar a mis amigas!
—No es tu decisión, jovencita —respondió Polished—. No estás preparada para vivir en un lugar tan peligroso. Nadie debería estarlo.
—¡No pienso dejar este pueblo! —continuó diciendo la dorada joyero.
—La joven pegaso tiene razón —intervino Shining—. Por lo que he podido ver, este pueblo no parece peligroso.
—¡Qué sabrás tú, mozalbete! —espetó la anciana.
—Llegamos aquí cuatro soldados pegaso, usted y yo —contestó el blanco unicornio—, y nos hemos separado. Los tiradores del Carro Real están ahí arriba —señaló hacia Cirrus Merlon—, descansando del viaje. Yo estoy aquí, beb... —rápidamente se rehízo y rectificó— tomando un refrigerio con la buena gente del lugar. Y usted está hablando tranquilamente con su nieta. Nadie nos ha venido a atacar. Nadie nos ha venido a agredir. Nadie nos ha venido siquiera a molestar. Por lo tanto, o bien se trata de una trampa muy bien planificada o, lo que es más seguro, no va a ocurrir absolutamente nada.
—¡Está bien, está bien! —comentó Polished, calmándose. Entonces, dirigiéndose hacia Shiny, continuó hablando—. Vamos a darle una oportunidad a tus amigas: si ellas me convencen de que éste es un sitio seguro, me tragaré mis palabras y dejaré que te quedes... Pero si no lo hacen, te vendrás conmigo a Canterlot.
Shiny tragó saliva. Sabía que lo que acababa de escuchar era un ultimátum de su abuela encabezonada y, por mucho que se negase, tenía que obedecerla sí o sí. Por lo tanto, la merienda de amistad se había convertido, en un instante, en un auténtico duelo en el que se jugaba su estancia en Northwest Mines Town y, por extensión, en la configuración de la misma existencia del grupo de amistad que se había creado entre ella y las demás del grupo. Solo esperaba que sus amigas comprendiesen la situación y consiguiesen persuadir a su abuela.
A la hora convenida para la merienda de amistad, Gentle Colors salió de su casa. Debía reconocer que estaba ligeramente inquieta. No tanto por la reunión con la abuela de Shiny, sino por si las demás habían descubierto lo que ella estaba haciendo. ¿O quizás era al revés lo que más le preocupaba?
Moviendo con rapidez su cabeza, despejó toda duda de su mente y, decidida, se dirigió directamente hacia la casa de la dorada pegaso.
CONTINUARÁ