Parallel Stories
Chapter 2: 1x01 - Northwest Mines Town - Parte 2
Previous Chapter Next ChapterTodos los personajes originales y el mundo pertenecen a Hasbro y a Laurent Faust. Todos los derechos les pertenecen.
Este es un fanfic de fan para fans.
Agradecimientos a todos los que me han animado, apoyado y ayudado con este fanfic y con mi vida diaria...
+A los que me han revisado el fanfic y añadido este estilo tan especial:
-Daniel Campos Fernández - Arreglos y estilos.
-LloydZelos, Volgrand y Unade - Revisión.
MY LITTLE PONY
PARALLEL STORIES
Chapter 1x01
Northwest Mines Town
2ª Parte
—¿Continuamos? Quiero volver pronto a mi meditación —Gentle Colors exhibía una evidente incomodidad.
—Por supuesto —dijo con rapidez Fast Feather—. Pero antes, las presentaciones: Shiny Eyes, éste es Look Talker —Shiny Eyes alzó el casco en señal de saludo—. Look Talker, ésta es Shiny Eyes —Look Talker se inclinó un poco, haciendo una reverencia—. Y ahora, vamos a la tarea.
—Esta es la casa. La verdad es que es preciosa —comentó Shiny Eyes.
—Por lo menos tiene las cuatro paredes y el techo —replicó Gentle—. Feather, ¿no es esta la casa de la familia Crown?
—Sí, hace unas seis semanas que se marcharon a PonyVille —respondió Feather—. Una pena. Con ellos se fueron los pequeños Pacifier y Gestures. Los últimos bebés de Northwest Mines Town —entonces la pegaso-cartero volvió a animarse—. Bueno, en seis semanas solo habrá polvo y unas pocas telarañas. Será tarea fácil.
Abrieron la puerta. Efectivamente, los pocos muebles que había estaban todos cubiertos con una fina capa de polvo y había algunas telarañas aquí y allá. Afortunadamente Gentle Colors había traído un cubo con utensilios de limpieza. Se repartieron tareas y empezaron.
Apenas llevaban unos minutos cuando alguien llamó a la puerta. Wise Word abrió. Allí estaban Shadow Hammer, Flashing Hooves, Undying Knowledge y muchos más. Incluso estaba Disarming Smile, que había abandonado provisionalmente el hotel.
—Hola —dijo Shadow Hammer—, ¿es esta la casa que hay que habilitar?
—Sí, es ésta —respondió Wise Words con una gran sonrisa en la boca y señaló el interior de la casa—, pero pasad, pasad.
Prácticamente todos los habitantes del pueblo se habían reunido frente a la casa y querían ayudar con las tareas. Incluso alguno había traído mantas, cubertería, vasos y comida. Shiny Eyes estaba abrumada. ¿Por qué todos querían colaborar? No le convencía la idea de que fuera solo para que no durmiese al raso y se llevara un mal recuerdo de Northwest Mines Town. Esos ponis eran demasiado amables con ella, que al fin y al cabo era una desconocida. Estaba segura de que querían algo a cambio, pero tenía miedo de que fuese algo inalcanzable o peligroso. De todas formas, decidió que lo mejor era que se terminase de adecentar la casa y ver qué pedían a cambio, pues siempre se podría negar ya que ella no había pedido la ayuda de todos.
En cuestión de segundos todos los presentes se repartieron los lugares y las tareas. Por todos lados se veían objetos volando gracias al poder de los unicornios, sombras fugaces pertenecientes a los pegasos, que iban de un lado para otro, y ponis de tierra que hacían constantemente trabajos de todo tipo. Poco tardó la casa en estar otra vez habitable. La mayoría de ponis se fueron marchando poco a poco mientras reían, cantaban o hablaban alegremente. Apenas quedaban ya unos pocos en la casa cuando una poni de tierra roja como el fuego y una unicornio púrpura se acercaron a Shiny Eyes, presentándose:
—Hola, preciosa —dijo la poni de tierra—. Permite que nos presentemos. Yo soy Muffled Yell, la jefa de la escuadra de mineros de Northwest Mines Town, y quiero darte la bienvenida a este pueblo.
Su crin verdosa tenía un peinado extraño, indefinible entre un aspecto juvenil y el de uno propio de una poni de mediana edad. Tenía una oreja parcialmente arrancada, seguramente producto de un accidente minero. Su nombre era un tanto extraño, algo que corroboraba su Cutie Mark, que consistía en una cara sonriente con la boca abierta, unas ondulaciones finas, una línea que parecía asemejarse a una pared vista de perfil, y, al otro lado de la supuesta pared, unas ondulaciones muy fuertes y una cara asustada, como si acabase de escuchar una explosión.
—Yo soy Magic Sales —intervino la unicornio púrpura—, la vendedora de productos mágicos y no mágicos del pueblo. De hecho, es la única tienda que hay aquí. Me encargo de suministrar todo lo que puedas necesitar y también de todo lo que no necesites pero te apetezca tener. Y también te doy la bienvenida a Northwest Mines Town —su color púrpura contrastaba con el amarillo de su crin y de sus ojos, y también con su Cutie Mark, consistente en un bastón mágico y una zanahoria que estaban cruzados formando un aspa.
—Encantada —dijo Shiny Eyes, sonriendo—. Muchas gracias por todo. Me gustaría compensar lo que habéis hecho aquí. De verdad quisiera hacerlo, pero no sé a quién debo dirigirme para comentarle una idea que quizás pueda funcionar.
La poni y la unicornio se miraron un momento y después a Shiny Eyes. Disarming Smile, Gentle Colors, Look Talker y Wise Words se pusieron junto a Magic Sales y a Muffled Yell, quedándose más atrás el resto de las yeguas que había conocido en el pueblo, que empezaron a recoger los cubos y las bolsas de basura.
—Cariño —dijo Muffled Yell—, este es un pueblo muy pequeño, tan pequeño que no tenemos alcalde. Ni siquiera representante. Los que ves —señaló a los que tenía a su alrededor— formamos un Consejo. Veo que estamos todos, así que este es un buen momento para contarnos tu idea.
—Está bien —Shiny Eyes se sentó—. Como muchos de vosotros sabéis, yo soy vendedora de joyas, algo que aquí no tiene mucho sentido. No obstante, aparte de venderlas, sé repararlas.
Todos los presentes comenzaron a mirarse. Algunos susurros comenzaron a surgir en la sala.
—¿Y cómo puede ser, si ni siquiera los unicornios podemos hacerlo? —preguntó Magic Sales.
—Es un secreto familiar, pero es algo para el que no se necesita magia, sino habilidad, paciencia y mucha suerte.
—El problema —continuó diciendo Shiny Eyes con un brillo en sus ojos mientras los susurros se convertían en murmullos— es que sé arreglar joyas pequeñas. Nunca lo he intentado con una grande pero me gustaría probar. Sería una tarea ardua, y puede que no lo consiga, pero, si tengo éxito, quizás este pueblo vuelva a recuperar su esplendor —los murmullos eran ya voces.
—¿Nos estás diciendo que quieres que rompamos una gran gema para que intentes arreglarlo con tu habilidad? —Gentle Colors la miraba de manera bastante inquisitoria.
—Sí, eso es —Shiny miró de igual forma a Gentle—. Si no lo intentamos, las grandes gemas seguirán estando dentro de la mina por demasiado tiempo. Probemos con una. Si no sale, siempre podríamos vender varios trozos pequeños de una gran gema.
Muffled Yell hizo una señal a los demás, incluso a las que estaban apartadas recogiendo la basura, y se reunieron en un corro, abrazados. Empezaron a cuchichear. De vez en cuando una cabeza se elevaba y miraba a Shiny Eyes, que estaba esperando el veredicto. Empezaba a impacientarse cuando el círculo se rompió. Se pusieron todos en fila. Muffled Yell carraspeó y dijo:
—Habiéndose reunido la asamblea de Northwest Mines Town en esta casa, bien entrada la noche, con fecha…
—Por favor, dilo ya —cortó Flashing Hooves, impaciente.
—De acuerdo —Muffled Yell sonrió—. Queremos que lo hagas, o al menos que lo intentes.
Shiny Eyes apretó los cascos entre sí e hizo un gesto de satisfacción.
—Pero se hará mañana por la tarde —continuó diciendo Muffled—. Primero tienes que descansar y aún hay que hacer los preparativos: cortar la gema, sacarla de la mina y llamar a un experto en joyería de Canterlot para que dé fe de la prueba.
—Entonces vayámonos a descansar todos —agregó Gentle Colors.
—Una última cosa —matizó Shiny Eyes—, hay que cortar las gemas de la forma más uniformemente posible. También hay que recoger todos los pedazos, incluyendo las esquirlas, e incluso el polvo de gema. Todo es importante para la pureza de la gema resultante.
Se despidieron todos y se marcharon a sus respectivos hogares. Shiny Eyes suspiró mientras pensaba que se había metido en un buen lío. Hacía mucho que no había vendido ninguna joya y aún más que no había reparado nada. Tendría que estudiar el rollo de papel escondido en su carro que explicaba la formulación y los pasos necesarios para reparar gemas. Se asomó a la ventana y esperó pacientemente hasta que todas las luces de las casas se apagaron. Únicamente quedó iluminada la de Gentle Colors, que seguramente estaría meditando de nuevo. Se dirigió a la puerta y vio, en una percha que estaba al lado, una capa que alguien había dejado ahí para ella. Sonrió y se la puso, pues sabía que, a la luz de la luna, su cuerpo dorado sería muy visible.
Abrió despacio la puerta, se asomó y miró a ambos lados. No había ningún poni a la vista, por lo que salió. Miró hacia la herrería, donde debería estar su carrito. Empezó a recordar: tercer cajón por la derecha, bajo el falso fondo… ahí estaba el rollo de papel que tenía que leer detenidamente para aprender de nuevo. Se dirigió hacia la herrería sigilosamente, moviéndose de casa en casa, pero pegándose a las paredes y agachando la cabeza cuando pasaba bajo una ventana.
Entonces llegó el momento más difícil de su travesía hacia el pergamino. Tenía que cruzar la calle. La luna estaba radiante y llena esa noche. Sabía que cualquiera que mirase por la ventana cuando ella cruzase la vería, y no podía permitir que la descubrieran, pues sería una vergüenza admitir que había olvidado cómo arreglar gemas.
Miró al frente, luego a la derecha, después a la izquierda. Tragó saliva y empezó a trotar hacia el edificio de enfrente. Cuando llegó, estaba acalorada, sudando y con la respiración acelerada. Estaba segura de que nadie la había visto. Al menos eso creía. Respiró hondo y volvió a pegarse a la pared, moviéndose hacia donde estaba el carro.
Solo le faltaba una esquina, tomó aliento otra vez, recordando que el tercer cajón de la derecha chirriaba al abrirse. Era un problema que siempre había dejado pasar, diciéndose que lo arreglaría algún día. Se llamó estúpida por no haberlo hecho antes. Pero quizás si lo abría muy lentamente no hiciese tanto ruido. Entonces giró la esquina, dispuesto a intentarlo.
Ahí estaba, radiante, la pared de la herrería. De su carro no había ni rastro. No podía creerlo. Alguien había robado su carrito. Se sentía desolada. No podría reparar la gema. Había fallado al pueblo, había fallado a sus habitantes, y se había fallado a sí misma. Cuando por fin tenía la oportunidad de emerger con orgullo y ser feliz entre amigos, la mala suerte volvía a impedírselo.
Decidió volver a la casa. A esa casa que habían habilitado entre todos los del pueblo para ella. Esa casa significaba mucho para Shiny Eyes. Pero no podía corresponderles esa ayuda. Volvió arrastrando los cascos, hasta que, pasando junto a una ventana, alguien tosió, haciendo que Shiny Eyes se pusiese en alerta. Tenía que volver exactamente con el mismo sigilo con el que salió, independientemente de si tenía el pergamino o no. De hecho era peor ser descubierta ahora, pues tendría que explicarlo todo, incluso la imposibilidad de devolver la ayuda.
Al llegar a casa cerró la puerta, puso la capa en el perchero, se echó sobre el colchón y apagó la luz. Tenía que encontrar una explicación para decirla al día siguiente e impedir que se cortase la gema. Estaba segura de que le harían pagar todos los destrozos, y ella solo disponía de unas pocas monedas y unas pequeñas joyas. Pero recordó que todas ellas estaban en el carro desaparecido. Se lamentó y se tapó la cabeza con la sábana.
A falta del pergamino, tendría que recordar a toda costa el procedimiento, pero estaba demasiado nerviosa para intentarlo. Debía dormir, así que se puso a pensar en lo ocurrido unas horas antes en esa casa, y en cómo los habitantes de ese pueblo minero habían hecho todo lo posible para que ella, una extraña, pudiese dormir bajo techo, en algo que podría llamarse un hogar.
Recordó cómo Fast Feather volaba de un lado para otro, cogiendo cuadros, limpiando en el techo y en los rincones superiores. Se acordó también de Undying Knowledge y cómo recitaba hechos históricos para no aburrirse mientras barría. A Look Talker "charlando" con movimientos oculares, a Magic Sales y a Muffled Yell dirigiendo los grupos, a Disarming Smile poniendo "la Expresión" para escaquearse y que los demás hiciesen su trabajo. Pensó en Shadow Hammer cargando ella sola con muebles tan pesados que normalmente deberían llevarlo entre tres o cuatro ponis. A Wise Words intentando acercarse, haciendo como que trabajaba, a Gentle Colors… ese recuerdo logró arrancar una sonrisa a Shiny Eyes mientras estaba en la cama…
Por último recordó a Gentle Colors usando sus cascos. Eso le resultó curioso. Debería haber usado su cuerno de unicornio para hacer magia. Esa poni era demasiada extraña. Al menos ya no le asustaba, de eso estaba segura. Ahora la sentía como una amiga, totalmente contraria a la forma de ser que ella tenía, pero su amiga al fin y al cabo.
Estaba pensando en cómo decirles a todos lo que había pasado con el carro, cuando se quedó dormida. Y tuvo una pesadilla.
Se encontraba en un quirófano, vestida con una bata de médico. Muffled Yell entraba con una camilla con gotero mientras decía "Rápido, Shiny Eyes. Tienes que hacerlo ahora, se nos está yendo". De repente en la mesa de operaciones apareció una gran gema roja hecha pedazos, pero con los trozos colocados. "Tiene muy mala cara", dijo Flashing Hooves, que había surgido de la nada, haciendo de enfermera. Shiny Eyes miró sus cascos. Tenía puestos unos guantes especiales de cirujano. Intentaba recordar cómo empezar a reparar la gran gema, curando a esa malherida paciente.
"Escalpelo" comentó Flashing Hooves mientras se lo pasaba a Shiny Eyes, que tenía el casco en alto. "Tijeras" siguió diciendo, y también se las pasó. "Martillo", "aguja e hilo", "separador", "ungüento", "taladro", "pico", "barreno". Todo se lo iba pasando a Shiny Eyes muy rápido, acumulando todos los objetos en su casco, que cada vez sentía más y más peso en la pata y en el resto del cuerpo. Shiny se iba encorvando bajo el peso de todos los utensilios que todavía iba recibiendo. Entonces se cayó al suelo.
"Levántate, Shiny Eyes. Es urgente que hagas la operación". Gentle Colors estaba furiosa. "Levántate. ¿Qué eres?, ¿una poni? A mí no me lo pareces. Ni siquiera eres capaz de reparar una simple gran gema". Shiny Eyes intentó levantarse pero no pudo. El peso de los objetos sobre ella era tan descomunal que el suelo empezó a crujir.
Entonces todo desapareció. Todo excepto la gran gema, que brillaba en la oscuridad. Shiny dio dos pasos para acercarse a ella, y la gema, flotando, se alejó la misma distancia. Shiny Eyes empezó a andar más rápido, y más rápido se alejaba su objetivo. Empezó a correr, pero no podía alcanzar la gran gema. Desesperada, gritó. En ese momento la gran gema estalló en mil pedazos, y sus trozos cayeron suavemente, como hojas de otoño. Shiny Eyes se lanzó hacia ellos, con los cascos juntos, haciendo un símil de cuchara. Pero los trozos de gran gema se le escurrían constantemente, desapareciendo entre la nada. Y Shiny Eyes cerró los ojos, llorando.
Cuando los volvió a abrir, estaba en mitad del pueblo. Todo el mundo estaba a su alrededor, señalándola. "Creímos en ti", "Decías que nos salvarías", "Mentirosa", "Jamás debimos fiarnos de ti". Las voces surgían distorsionadas de todos lados. Shiny Eyes no sabía qué hacer, se arrodilló y pidió perdón. Solo obtuvo como respuesta más reproches, cada vez más fuertes, cada vez más atronadores.
Se despertó completamente empapada de sudor. Estaba desconcertada, ya que no sabía si seguía aún en el sueño. Entonces se dio cuenta de la excesiva luz de sol que entraba por la ventana. Debía ser cerca del mediodía. No podía ser… ¿Tanto había dormido? Todavía no recordaba la fórmula y ya era tarde para escapar del pueblo sin ser vista. Debía afrontarlo. Tenía que ir y decirles a todos que no sabía cómo reparar la gran gema. Que habían robado su carro, y con él, tanto el pergamino que explicaba cómo hacer la restauración de gemas como el poco dinero del que disponía.
Abrió la puerta y salió, echando un vistazo alrededor. Lo que vio le asustó. Los ponis estaban engalanando Northwest Mines Town. Por todos lados se veía globos, flores y pancartas. En el fondo, sobre la entrada a la mina, había un cartel de tela que ponía "Bienvenida, Twilight Sparkle", aunque alguien había tachado el nombre de la poni homenajeada y había puesto debajo, a casco, "Shiny Eyes". Entonces una unicornio se dio la vuelta y la vio. Empezó a aplaudir al suelo. El resto también se dio la vuelta, dejando lo que estaban haciendo, y aplaudieron de igual manera a su paso.
Shiny Eyes se dirigió a la herrería para explicarse cuanto antes. Iba a preguntarle a Shadow Hammer dónde estaba Muffled Yell, cuando de repente lo vio: ahí estaba su carro, atado con una cadena a la pared de la herrería. Se paró, se frotó los ojos y miró de nuevo. Volvió a ponerse en marcha, trotando alegremente hacia su puesto. Cuando llegó, lo abrazó, lo besó e incluso lo acarició con la mejilla. Nunca había estado tan contenta, tan aliviada. Por fin todo volvía a ir bien.
—No te quejarás, te lo he estado cuidando —Shadow Hammer estaba en el descansillo exterior de la herrería—. Y veo que he hecho bien, viendo el cariño que tienes a ese carrito.
—Muchísimas gracias, de verdad —respondió Shiny con una gran sonrisa—. Me he asustado mucho cuando vi que no estaba ayer por la noche.
—Ah, porque antes de ir a tu casa lo metí dentro de la herrería —dijo Shadow señalando un lateral donde se veía un portón. Estaba casi oculto.
—¿En serio? Eres maravillosa, Shadow —Shiny tenía los ojos llorosos—. No sabes cuántas ganas tengo de darte un abrazo.
—Bueno, bueno, tranquila —Shadow puso las patas delante suya, intentando tranquilizar a la pegaso—. Tienes algo muy importante que hacer hoy, y para hacerlo bien tienes que estar centrada.
—Lo estaré… lo estoy, lo estoy —Shiny se intentó calmar.
Se movió hasta la parte de los cajones y abrió el tercero de la derecha. Apartó los moldes de latón que había y, accionando un botón oculto, abrió un doble fondo. Allí estaba el pergamino que necesitaba. Lo tomó suavemente, volvió a atrancar el doble fondo y cerró el cajón cuando Flashing Hooves y Undying Knowledge se acercaron al carrito.
—Lo vas a conseguir —Knowledge sonreía—. Hoy es tu día.
—Eso espero —Shiny entornó los ojos—. Todavía queda mucho para el atardecer, y me muero de hambre.
—Permítenos invitarte a comer algo — replicó Knowledge.
—No, al contrario, voy a ser yo la que os invite —objetó Shiny, feliz.
Esta tomó unas monedas de otro cajón. Juntas, fueron al restaurante de Northwest Mines Town. La comida del restaurante estaba deliciosa, hoy el cocinero se había esmerado con el menú. Se notaba en el ambiente la fiesta y las ganas de que todo saliese bien, de que el pueblo prosperase y volviera a ser lo que fue. Shiny se despidió de Flashing y Knowledge y se fue a casa a estudiar el pergamino, aunque antes de llegar se encontró a Fast Feather y a Wise Words, que estaban hablando entre ellos hasta que Shiny Eyes se acercó. Ambos saludaron a la joyero.
—¿Te gusta la decoración? —preguntó Feather—. Me ha costado mucho traerlo de Ponyville. He estado volando durante toda la noche para enviar la petición para el experto en joyería de Canterlot. Menos mal que he llegado a tiempo de entregarlo antes de que saliese el expreso de Ponyville. Aprovechando el viaje, he traído algo —Fast Feather señalaba los adornos que había en todo el pueblo. La pegaso-cartero estaba cansada pero feliz.
—Todo es poco para el gran día —Wise Words guiñó el ojo a Shiny Eyes—, aunque debes tranquilizarte. Dicen que un gran viaje comienza con un pequeño paso.
—Los globos, los fuegos artificiales y las guirnaldas me los ha dado una poni muy fiestera que vive en Ponyville —continuó diciendo Fast Feather—. Nunca me acuerdo de su nombre. Es una poni rosa, con la crin enmarañada rosa y magenta, tres globos por Cutie Mark y con un carácter muy risueño.
—Pinkie Pie, se llama Pinkie Pie —matizó Wise Words—. Es tan famosa que hasta yo he oído hablar de ella.
—¡Esa es! —exclamó Feather—. Me dijo que todas esas cosas le sobraron de su última fiesta. Y la pancarta del fondo es una que usaron para dar la bienvenida a la bibliotecaria del pueblo, que llegó hace poco. Espero que no te importe que sea de segundo casco —la cartero sonrió.
—No, en absoluto, me encanta. En serio, me gusta. Muchas gracias, Fast Feather, y a ti también, Wise Words.
—El dibujo, que no se te olvide el dibujo —Wise Words dijo en voz baja a Fast Feather.
—Es verdad —Feather empezó a rebuscar en su zurrón—. Tengo una especie de gemela en Ponyville. Una pegaso con mi mismo color de pelaje y casi de ojos. Solo somos diferentes en la crin y en que hay que acercarse mucho a ella para escuchar lo que dice. Y en la Cutie Mark. Pero es una buena pegaso. Me ha dado un papiro en el que hay dibujadas muchas huellas de animales diferentes. Es para ti, pero creo que no lo tengo aquí —Fast Feather bostezó—. Y creo que ya está hecho todo lo que tenía que hacer. Voy a echarme un rato a descansar. No he dormido en toda la noche. Pero no te preocupes, Shiny, estaré en La Gran Prueba.
—Eres estupenda, Feather —los ojos de Shiny Eyes brillaban mucho—. Yo también voy a casa a descansar. Wise Words, muchas gracias a ti también.
—Descansad las dos. Nos veremos luego —Wise Words saludó y se marchó hacia el centro del pueblo, donde empezaban a reunirse los ponis.
Shiny Eyes entró en su casa, se echó en la cama, abrió el pergamino y empezó a leerlo. No era una fórmula difícil, es más, no recordaba que fuese tan fácil restaurar una gema. Quizás lo lograse. Ahora la sonrisa que tenía en la cara era más alegre y pronunciada que nunca. Al fin tendría la oportunidad de corresponder la ayuda a los habitantes de ese pueblo e incluso establecerse allí, sin preocuparse de deudas y, quizás lo más importante, al fin dejaría de estar sola.
Se asomó a la ventana intentando captar el momento. Todo el mundo estaba feliz. Unos ayudaban poniendo adornos, otros correteaban de un lado para otro como si fuesen potrillos pequeños, incluso alguna potrilla entonaba alguna canción acompañada de los viandantes. Todos eran felices. Y ella era el motivo de su felicidad.
Recorrió con la mirada todas y cada una de las casas, imaginándose cómo sería el pueblo si ella tuviese éxito, haciendo que los ponis se estableciesen allí, convirtiendo el pueblo en una villa o incluso en una ciudad. Incluso se imaginó a pequeños potrillos jugando en la calle.
Entonces vio la casa de Gentle Colors. No había visto a esa extraña unicornio en toda la mañana, lo cuál resultaba un tanto insólito. Quizás aún estuviese meditando. O tal vez se hubiese quedado dormida. O quizás algo le había pasado. Sería mejor ir y saludarla.
Shiny llamó y la puerta de la casa de Gentle Colors se abrió con un chirrido. Y allí estaba ella, con ojeras y una expresión de cansancio.
—Hola, Shiny Eyes. ¿Deseas algo? —preguntó Gentle en medio de un bostezo.
—¿Estás bien? Te noto cansada —Shiny miró atentamente a la extraña unicornio.
—Me acabas de despertar —Gentle devolvió la mirada—. He estado toda la noche meditando y ahora, justo cuando logro conciliar el sueño, llamas a la puerta —la expresión de Gentle Colors era de enfado—. Pero gracias por preocuparte —Gentle volvió a bostezar—. Y ahora, si me permites, voy a intentar dormirme de nuevo.
—¿Estarás esta tarde en la Gran Prueba? —preguntó Shiny.
—¿La Gran Prueba? —Gentle alzó las cejas—. ¿Quién le ha puesto ese nombre? Solo es un intento más de arreglar este pueblo. Solo uno de los cien que ha habido. Y todos hasta ahora han fallado. No sé si estaré —Gentle señaló a Shiny—. Es probable que no lo haga, no me gustaría ver otra decepción. Adiós —y Gentle Colors cerró la puerta rápidamente, dando un golpe seco.
La joyero agachó la cabeza. ¿Habían intentado sacar a flote el pueblo decenas de veces? ¿Lo que iba a intentar ella era el intento ciento uno? ¿Por qué se había portado tan mal Gentle Colors con ella? Pensaba que eran amigas, después de lo de la noche anterior. Shiny se irritó. No, no lo eran. Gentle Colors era una egoísta. Lo mínimo que esa unicornio debería haber hecho era animarla, incluso si supiese a ciencia cierta que iba a fallar. Shiny Eyes sacó la lengua a la puerta burlándose mientras balbuceaba imitando la voz de la unicornio de dos colores: "No sé si estaré. Es probable que no lo haga, no me gustaría ver otra decepción". Pues bien, que no estuviese. No necesitaba a Gentle a su lado para intentar superar la prueba.
Volvió a casa visiblemente enfadada, tan enojada que todos los ponis que estaban en su camino se apartaron. Cerró la puerta y se puso a leer una y otra vez el pergamino, pero no le prestaba mucha atención. Su cabeza estaba en otra parte. No podía olvidar lo que había pasado con Gentle. Le apenaba mucho ese rechazo. Aunque quizás fuese la falta de sueño la que hablase por la boca de la unicornio de dos colores.
—¡Ya está aquí, ya está aquí! —una voz se oyó fuera.
Empezaron a sonar cornetas. Shiny Eyes salió y miró hacia donde todos lo hacían. Un carro dorado tirado por cuatro pegasos blancos venía volando sobre el camino de la encrucijada. Dentro de la calesa iba sentado un unicornio blanco vestido de forma estrafalaria. Cuando aterrizaron en mitad de la calle todos los ponis habían salido de sus casas y de la mina. Todos excepto Gentle.
—Bienvenido, señor. Soy Muffled Yell y quisiera darle la bienvenida a nuestro humilde pueblo.
—De acuerdo, de acuerdo —espetó el unicornio—. Quiero terminar rápido con esto. Bien, ¿dónde está la joya? —el unicornio se sentía a disgusto entre tanto plebeyo.
—Por aquí dentro, señor —Muffled Yell señaló a la mina.
—Señor Ticked O'Runchecked —dijo, mirando con superioridad hacia todos lados excepto a Muffled Yell.
—Verá, hemos elegido una pieza especialmente idónea para la ocasión —Muffled sonrió.
—Veámosla entonces —la impaciencia de Ticked se hacía patente.
—Ven tú también, Shiny, así observarás la gema original y te será más fácil reconstruirla.
Shiny Eyes asintió y, junto a Muffled y a Ticked entraron a la mina. Shiny se fijó en la Cutie Mark de Ticked: una "V" verde con carita feliz y debajo una "X" roja con cara enfadada. Pasaron por un montón de pasillos y de recovecos hasta que entraron en una apertura y los tres se pararon. Ahí estaba la gran gema.
El corazón de Shiny dio un vuelco. Era una gema roja. De hecho era la misma gema que había visto en su sueño. Las dudas empezaron a apoderarse de ella. Tenía que luchar contra la sensación de que hubiera sido una negra premonición. Tenía que confiar en sí misma. Se acercó a la gema. La miró desde todos los ángulos posibles, al igual que hacía Ticked. Shiny giró la cabeza en una señal de satisfacción. Muffled tomó aire y lo exhaló, sin emitir ningún ruido, aunque movió la boca como si estuviese hablando.
—No hace falta que grite, jefa, estábamos al lado —un poni se acercó girando desde un recoveco, seguido de unos cuantos más, todos tocándose el oído, como si hubiesen escuchado un estruendo —. Empezamos entonces.
—¿Qué ha pasado? —preguntó Shiny Eyes, asombrada.
—Nada, cariño… es mi habilidad especial —Muffled señaló su Cutie Mark—. Puedo proyectar mi grito a distancia, hacia donde yo quiera.
Los tres salieron y dejaron a la cuadrilla poni para que hiciesen su tarea. Ticked se dirigió a su calesa, que tenía el toldo sacado. Sentándose, cogió un refresco y empezó a beber. Muffled miró a Shiny Eyes y asintió con la cabeza.
—Sé que lo vas a lograr —Muffled intentaba animar a Shiny.
—Y nos fiamos de tu palabra —dijo de repente Shadow Hammer.
Shiny giró la cabeza hacia donde provenía el sonido que acababa de oír. Todas estaban ahí. Shadow, Feather, Knowledge y Flashing. Bueno, no todas. Gentle Colors no había aparecido, lo que hizo que Shiny volviese a dudar de sí misma.
—Creemos en ti —comentó Feather.
—Y sé que no nos mentirías —prosiguió Flashing.
—Y nos vas a salvar —terminó Knowledge.
Eran las palabras de su sueño, pensó Shiny. Cada vez dudaba más de su éxito.
—Y bien, ¿dónde harás la reparación? —preguntó Feather.
—Es verdad. Qué gran error por nuestra parte —Muffled se lamentó y empezó a buscar por todos lados.
—No se preocupe, puedo intentarlo en cualquier lado —contestó Shiny Eyes, mientras se veía fallando estrepitosamente. Para eso, cualquier sitio era bueno.
—Entonces, ¿qué os parece aquí, a la salida de la mina? —Muffled señaló el suelo, justo donde estaban situadas.
Todos los reunidos, pues se habían acercado más ponis, dieron su visto bueno.
Entonces Flashing pidió que esperaran un momento. Se alejó hacia su puesto de trucos mágicos, tiró del cartel de tela que colgaba por delante para arrancarlo y se lo llevó consigo. Volvió con la sábana y la dejó en el suelo, doblándola por la mitad varias veces. Parecía la parte superior de una mesa de quirófano.
Shiny Eyes no podía creérselo. Todo lo que ocurría iba sucediendo como en el sueño. ¿Acaso iba a fracasar? Era algo que en breve averiguaría, pues empezaban a salir los mineros con los restos de la gran gema. Era el momento. Shiny Eyes miró hacia el cielo y vio la ciudad de nubes. "Espero conseguirlo, por favor, necesito conseguirlo". Empezó a sufrir un tic nervioso bajo el ojo. Fue hacia su carrito. Alguien lo había engalanado con unos globos y unos ramos de flores. Empezó a abrir cajones, armarios y muestrarios. Tomó utensilios y unos ungüentos para la tarea.
Cuando volvió a acercarse a la sábana, el día ya empezaba a dejar paso a la noche. Tenía que acabar rápido. Todo el pueblo estaba allí, incluso Ticked, que observaba desde la primera fila mientras sus pegasos se quedaban más atrás. Seguía faltando Gentle Colors.
—Bien —la voz de Ticked resonó en la plaza del pueblo—, así es como lo vamos a hacer: antes he visto la gran gema, a la que otorgo la pureza base, es decir, del 100% —el pueblo empezó a lanzar vítores, a lo que Ticked respondió con una mirada inquisitoria que hizo que todo el mundo callase—. Esa es la muestra más pura, y la Gran Prueba consiste en acercarse lo máximo posible a esa calidad. El límite, sin embargo, lo tasaré en un 85%. Por encima de eso daré la prueba como exitosa, pero si está por debajo, será un rotundo fracaso —cuando dijo esa última parte, su mirada se encontró con la de Shiny Eyes.
—Empecemos pues —comentó Muffled.
Y así se hizo. Los mineros dejaron los trozos de gema sobre la sábana. Los dos últimos dejaron las esquirlas y el polvo de gema. Shiny Eyes se puso delante del rojizo collage. Observó los trozos de gema y empezó a ponerlas en orden. Después abrió la bolsa con las esquirlas y empezó a colocarlas cuidadosamente, encajándolas perfectamente en su sitio. Entonces llegó la parte más difícil, que empezaba con la incrustación del polvo de gema.
Shiny Eyes cerró con fuerza los ojos, intentando recordar la formulación. De repente se dio cuenta de que no podía. Sabía que tenía que esparcir el polvo por toda la gran gema, y así lo hizo, pero no recordaba qué frasco había que usar para convertir el polvo en una amalgama idónea para que cada partícula se moviese hasta donde correspondía. ¿Era el frasco rojo o el azul? Cuando abrió los ojos descubrió que estaba sudando y que el tic nervioso de su ojo volvía a aparecer. No podía creerlo. Estaba tan cerca y a la vez tan lejos. "Esto corresponde a la parte de mi sueño en que no podía llegar a la gema", se dijo. Y así era. Miraba la gran gema, que estaba casi completa de nuevo, pero al mismo tiempo no era más que un conjunto inacabado de gemas con mucho menos valor.
Debía darse prisa, pues apenas podía ver por falta de luz. Incluso con la luna llena que empezaba a aparecer en el cielo la visión era dificultosa. El siguiente paso era extremadamente importante. Uno de los dos ungüentos restablecería la gran gema, pero el otro… el otro… "Uno salva, el otro destruye", recordó de repente… Sí, uno se usaba para reparar, y el otro se usaba para separar las gemas. El problema es que no recordaba cuál era cuál. Tomó el frasco rojo y lo abrió, mirando su contenido. "Creo que era éste", dijo en voz muy baja.
—Vamos, ¿de verdad lo crees? Yo no estoy tan segura —dijo de repente alguien.
Shiny Eyes miró hacia la voz. Gentle Colors estaba ahí, desafiante.
—¡Recuerda! —gritó Gentle—, ¡recuerda y actúa en consecuencia!
Shiny Eyes cerró los ojos e intentó calmarse. Recordó una especie de cantinela que le enseñó su abuela para diferenciar los ungüentos: "Rojo… rojo es fuego… fuego de dragón… los dragones comen gemas… las gemas se destruyen", recitó con un hilo de voz. ¡Eso es! Tenía que usar el frasco azul. Rápidamente dejó el frasco rojo y tomó el azul, que abrió suavemente. Con sumo cuidado, vertió su contenido sobre la gran gema y empezó a repartirlo, usando los cascos, sobre toda la superficie.
Ya era bien entrada la noche cuando Shiny Eyes terminó el trabajo. Estaba exhausta, pero satisfecha consigo misma. Miró a todas sus amigas y también a Disarming Smile, a Wise Words y a Look Talker. Acabó centrando su mirada en Gentle Colors. Shiny estaba feliz. Poco importaba ya si lo había conseguido o no. Había hecho todo lo posible al intentarlo, y nadie podría reprochar nada. Gentle Colors le devolvió la mirada y asintió.
En ese momento Ticked se acercó a la gran gema. Golpeó ligeramente un casco contra el otro. Se acercó uno de sus pegasos portando una lámpara. El escrutinio de la gran gema duró una eternidad. Ticked se dio la vuelta, se puso al lado de Muffeld Yell y comenzó a hablar en general:
—Habiendo examinado con detenimiento la gran gema aquí presente, y teniendo en cuenta las palabras mencionadas antes del inicio de ésta, la denominada Gran Prueba, debo decir que el resultado, siendo el 100% la gema original, y un 85% el mínimo admisible para el éxito de la prueba —todos estaban expectantes, aunque la que más atención prestaba era Shiny Eyes—, he de puntuar la restauración en un 87,8%. Por lo tanto, declaro exitosa esta hazaña.
Todo el mundo empezó a vitorear, gritar, saltar, reír… todos menos Ticked, que volvió a golpear un casco contra el otro. Otro de los pegasos se acercó y levantó dos sellos, uno con una "V" verde y otra con una "X" roja. Ticked señaló la "V" y el pegaso se lo dio. Estampó el sello en la esquina superior derecha de la gema y se dio la vuelta hacia la calesa.
Shiny Eyes estaba sin habla. Había salvado Northwest Mines Town. Había logrado salvar a esos ponis que estaban celebrándolo. Había salvado a sus amigas, que siempre había confiado en ella. Había salvado a Gentle Colors, que por primera vez desde que la había visto, sonreía. Y se había salvado a sí misma de sus temores.
Los fuegos artificiales resonaban con estruendo contra el cielo, explotando por debajo de la ciudad de nubes. Unos cohetes eran blancos, otros amarillos, otros verdes. Cada uno era aún más bonito que el anterior. Shiny Eyes lloraba de la emoción. Sintió que alguien le agarraba de una pata delantera, luego de la otra, y después las dos traseras. Eran todas sus amigas, llevándola en volandas. Todo era alegría y fiesta en Northwest Mines Town, y era algo embriagador para Shiny Eyes.
El sol de la mañana daba de lleno en la cara de Shiny Eyes, que se revolvió en la cama. Se levantó, estiró los cascos y se dispuso a desayunar. Fuera había mucho bullicio. Aún con sueño, miró por la ventana. Estaban quitando la decoración del día anterior, mientras algunos aún canturreaban o bailaban al son de una música que solo ellos oían. Después de desayunar y asearse, decidió dar un paseo. Salió de casa, pensativa. Tal vez se acercase al puesto de Magic Sales, pues necesitaba provisiones para su nuevo hogar. Ya lo había decidido: se quedaría en ese pueblo.
—Shiny, ¿tienes un momento? —era Muffled, que se acercaba—. Quería darte mi agradecimiento por lo que has hecho. Hemos pensado te deberías quedar con la gran gema. Es un regalo de todo el pueblo. Es lo menos que deberíamos hacer por ti. La enmarcaremos y te la traeremos mañana. Por supuesto, si decides quedarte a vivir aquí, esa casa en la que estás pasará a ser tuya.
—Es todo un honor. Acepto encantada. De hecho creo que la gran gema quedará muy bien en el salón de mi nueva casa. Muchísimas gracias, de verdad.
Shiny se marchó y volvió a casa después de comprar provisiones a una agradecida Magic Sales. Frente a la puerta estaban sus amigas esperándola.
—Quisiera pedirte disculpas por mi tratamiento de ayer por la tarde —Gentle Colors se disculpó.
—No te preocupes —Shiny miraba feliz a Gentle—, en el peor momento para mí me ayudaste mucho.
—¿Qué pasó ayer por la tarde? —preguntó Flashing.
—Me despertó de mi sueño —dijo Gentle.
—No me digas más, te pusiste hecha una furia —sonrió Flashing—. Shiny, te aseguro que no eres la primera con quien Gentle se ha enfadado por haberla despertado. De hecho, creo que todos hemos sufrido sus ataques de rabia —y todas se pusieron a reír, excepto Gentle, que miraba a Flashing con los ojos entrecerrados.
—Yo no me pongo hecho una furia —aclaró la unicornio de dos colores. Las otras cinco rieron aún más.
—Shiny, lo siento —Fast Feather dijo, a la vez que se adelantó—. Con la fiesta y la alegría se me olvidó dártelo ayer —Feather le ofrecía a Shiny un papel.
Shiny lo tomó, lo abrió despacio y le encantó lo que vio. Un montón de huellas de pequeños animales diferentes estaban pintadas por toda la hoja. De hecho, aunque así parecía, no era un dibujo, sino verdaderas huellas de animales, que formaban entre todas la figura de un corazón. Y dentro del corazón tenía escrito seis nombres:
"Fast Feather
Flashing Hooves
Gentle Colors
Undying Knowledge
Shadow Hammer
Shiny Eyes"
—Es preciosa. Es una carta preciosa —Shiny Eyes abrió los ojos como platos cuando un recuerdo cruzó su mente—. Tengo que escribir a mi abuela. Prometí hacerlo si me ocurría algo extraordinario. Y lo ocurrido ayer sí es algo que se podría considerar extraordinario.
—Tengo papel, pluma y tinta —Feather sonrió—. Una pegaso-cartero nunca sale de casa sin su material de trabajo. El deber puede estar en cualquier sitio.
Shiny Eyes tomó los utensilios que le ofrecía Fast Feather y, pensativa unos segundos, escribió:
"Querida abuelita:
Tenías razón. La hora más oscura de la noche es la que hay antes del amanecer. Cuanto peor van las cosas, más posibilidades hay de mejorar. En esa situación me encontraba yo. Y en esa misma situación se encontraba un pueblo llamado Northwest Mines Town.
Cuanto más sola se encuentra una, más fácil es encontrar las verdaderas amistades. Amistades que se ayudan y se apoyan incondicionalmente. Y eso es lo que ha ocurrido. He encontrado a esas amigas que tanto anhelaba hallar. He encontrado un lugar al que llamar Hogar. Y, sobre todo, me he encontrado a mí misma.
Con cariño, tu nieta Shiny Eyes".
Y las seis amigas salieron a la calle a disfrutar de nuevas aventuras en Northwest Mines Town.
FIN DEL CHAPTER 1x01