Login

Malas Influencias

by Ali Gonzheimer

Chapter 1: Malas Influencias

Load Full Story Next Chapter

MALAS INFLUENCIAS

Ahora mismo, me encuentro parado en el puente de Ponyville, cargando dos bolsas llenas de monedas, y tratando de decidir ¿qué hacer con ellas? …pero simplemente no puedo.

Hay exactamente sesenta mil bits en cada una de mis bolsas, y de hecho, me siento un poco tentado a tirarlas al río, porque simplemente ya no le veo ningún uso a este dinero. Por otra parte, supongo que no pasaría mucho tiempo hasta que algún poni las encontrara, aunque… nada de esto estaría pasando si yo… No. Lo único de lo que tengo que preocuparme ahora es ¿qué voy a hacer con todo este dinero? …Tal vez lo mejor sea donarlo a la caridad… o tal vez…

—¡Whoa!—

Un poni salió de la nada y se estrelló contra mí, y ambos caímos al suelo, así como miles y miles de bits. Y ahora que veo todas aquellas monedas doradas, dispersas por el suelo del puente, me doy cuenta de cuánto es en realidad. ¿Acaso las conté bien?

—¡Oye!—

Dos guardias llamaron mi atención. Ellos se aproximaban a todo galope desde la distancia. Parecían guardias bancarios… y se veían enojados. Fue entonces cuando eché un segundo vistazo al poni a mi lado. Se trataba de un sujeto alto, de mediana edad, de cabellera alborotada y una barba de tres días, pobremente afeitada. Pero aún entonces, me tomó un momento analizar la situación, ya que había otra bolsa tirada en el suelo junto a este poni, y había muchas más monedas dispersas a su alrededor. Ahora estaba seguro de que no se trataba solamente de mi dinero. Entre tanto, los dos guardias de aspecto enojado se aproximaban a toda velocidad hacia mí, y hacia este poni de aspecto poco amigable que tenía a mi lado. Fue en ese momento, que él finalmente se levantó del suelo, y me miró fijamente con gran enojo; pero apenas un instante después, él rápidamente se echó a correr, dejándome solo en aquél puente.

—¡Alto ahí! —Gritaron los guardias. Pero a mí ya no me gustaba cómo esto comenzaba a parecer.

Aquellos guardias se acercaban directo hacia mí, pero yo permanecía inmóvil, rodeado por todas estas cosas fuera de contexto. El criminal se alejaba, los guardias se acercaban, y yo me encontraba ahí… justo en el medio.

—¡Alto ahí, criminales!—

De pronto, se encontraban persiguiéndonos a ambos. Y mientras corría, el verdadero criminal se volvió para mirarme. Él parecía sorprendido al verme galopando detrás de él, pero enseguida se volvió al frente, e hizo un abrupto giro a la izquierda, saltando a través de unos arbustos. Y bien… yo no tuve otra opción más que seguirlo.

El criminal corrió a través de unos árboles y la maleza, casi escapando de mi vista. Los guardias seguían justo detrás de mí. Y por un momento, casi pude sentir cómo uno de ellos sujetaba mi cola con sus dientes, pero ésta resbalaba entre su boca, arrancándome algunos cabellos de mi posterior; sin embargo yo estaba tan nervioso, que ni siquiera pude voltear para confirmar lo que había ocurrido. Fue entonces cuando el criminal saltó a través de otro muro de arbustos, así que yo hice lo mismo, apenas unos segundos después de él… Y finalmente pude darme cuenta, de que nos encontrábamos sobre las vías del tren; y más adelante, un tren se encontraba saliendo de la estación. En ese momento pude ver al criminal. Él estaba alcanzando al tren, y subiéndose a bordo del último vagón; pero éste se alejaba. Yo tenía que darme prisa si quería alcanzarlo. Así que galopé tan rápido como pude, con ambos guardias aún detrás de mí.

—¡Se van a escapar! —Exclamó uno de ellos.

El tren comenzó a ganar velocidad, pero sentía que casi podía alcanzarlo; fue entonces cuando decidí saltar, en un intento desesperado para subir a bordo, pero solo fallé al intentar sujetarme del barandal del último vagón… pero en ese instante, y justo antes de golpear el suelo con mi rostro, pude sentr un casco que me sujetaba desde la garganta, tirando de mí, hacia el interior del vagón; y antes de que pudiera darme cuenta, ya me encontraba a bordo del tren. Aquellos guardias estaban ahora muy cansados para continuar, y yo simplemente los miré mientras se daban por vencidos, y desaparecían a la distancia sobre las vías del tren. Entonces creí, que todo había terminado; así que con gran alivio dejé escapar un suspiro mientras me daba la vuelta, pero cuando abrí los ojos, lo único que pude ver fue al criminal, directamente frente a mí, mirándome fijamente, con una expresión aterradora… esto definitivamente no había acabado.

UN COMPLETO EXTRAÑO

Después de aquél incidente, solo nos encontrábamos el criminal y yo, a solas, dentro el vagón. Y fue entonces que él comenzó a hablarme:

—¿Qué fue todo eso? —Él me preguntó, en un tono pasivo, pero aún así, enojado.

—Yo… —Intenté hablar, pero entonces él saltó repentinamente hacia mí, amenazándome con su casco.

—¡¿Porqué me seguiste?! —Él gritó, muy enojado esta vez.

—¡Lo siento! ¡Yo no quise…! —Yo exclamé, pero de nuevo, él no me dejó terminar:

—¡Necesitaba ese dinero, ¿sabes?! ¡He pasado por un muy mal día, sólo para obtenerlo! —Él explicó, pero por la forma en que hablaba, comencé a darme una buena idea de con quién estaba tratando.

—¡Yo… lo siento! ¡No lo planee! —Yo traté de explicarme. Pero en ese momento, él no parecía estar siquiera escuchándome en lo absoluto.

—¡Todo ese esfuerzo, ¿para qué?! —Él hablaba. Sin embargo, yo continué disculpándome:

—¡Lo siento!—

—No me des ninguna disculpa ahora, no estoy de humor. —Dijo entonces, con un tono más tranquilo. En este momento, él parecía haberse calmado un poco, así que decidí intentar razonar con él:

—Lo sien… Mira, yo no te conozco, y tú no me conoces; así que… —Y entonces él me miró fijamente mientras yo le hablaba: —…yo simplemente me iré, y ya no te molestaré más. —Pero entonces me di cuenta, de que él parecía estarse enojando más y más con cada segundo que pasaba… Creo que debería callarme.

—O… creo que podría quedarme aquí, por un rato. —Dije entonces. Y sintiéndome completamente amenazado, comencé a caminar hacia atrás para luego sentarme en una esquina, mientras él me seguía con la mirada… con esa perturbadora mirada.

Después de aquello, pasamos varios minutos encerrados en aquél vagón. Ya había pasado un tiempo desde que fuimos perseguidos por aquellos guardias… y no podría ser más incómodo. No había ningún otro poni ahí, y ninguno de nosotros había dicho una sola palabra. Él solo continuaba caminando de un lado al otro del vagón, balbuceando algo en una forma aterradora. Y con todo aquello pasando ante mí, sentía como si el tren no se estuviera moviendo en lo absoluto. ¡Este viaje no parecía tener fin! Y además, él me había estado mirado fijamente durante casi todo este tiempo… Pero pensé que tal vez, si podía aguantar, y no mover ni un músculo, lograría llegar con vida a la siguiente estación… no importa dónde sea.

Así que traté de distraer mi mente de mi horrible realidad; y mientras miraba por la ventana, hacia el cielo, y las montañas al horizonte, no pude evitar preguntarme, ¿qué habrá pasado con todo ese dinero, simplemente tirado en aquél puente? Y así, continué divagando en mi mente, hasta que unos minutos más tarde, noté que el criminal se había distraído completamente. Sentí que tenía una oportunidad; así que en ese momento me levanté del suelo, y lentamente comencé a dirigirme hacia la puerta del vagón. Hasta que él me detuvo:

—¿A dónde crees que vas? —Me dijo de repente, sin siquiera voltear mirarme. Y entonces giró su cabeza, y con una fría expresión en su rostro, me replicó:

—¡Siéntate! —Su aguardentosa e imponente voz me dejó paralizado por un momento. Pero… en ese momento, yo simplemente pensé, ¡que esto era ridículo! Yo me encontraba aterrado, pero no iba a tolerar a este tipo por más tiempo.

—¡No! —Le grité entonces.

Y ante mi respuesta, él pareció sorprenderse.

—¡Me voy de este vagón, y me alejaré de usted ahora mismo! —Exclamé entonces, apuntándolo directamente con mi casco.

De alguna manera, creo que eso fue la cosa más valiente que he hecho en mi vida. Pero entonces, cuando estaba preparado para cualquier tipo de respuesta violenta, el criminal solo permaneció en silencio, sin ninguna respuesta física aparente; así que yo continué hablando:

—Mira. No es que no agradezca que me haya salvado de esos guardias ¡Pero me iré de este vagón ahora mismo! —Declaré entonces, con un tono contundente; y con una firme postura, me di vuelta, y me aproximé hacia la puerta. Puse mi casco sobre la manija, y volví a mirarlo una última vez. Pero él continuó sin decir nada. Asique… le dije lo único que tenía que decirle en ese punto:

—Bueno, ¡Adiós! —Ya estaba a punto de marcharme, cuando él de pronto me habló:

—Espera, espera… Hay algo que… creo que al menos me debes eso. —Dijo él de repente, justo antes que yo abriera la puerta, y lo dijo de una manera realmente tranquila; así que yo permanecí en mi lugar, sujetando aún la manija.

Entonces él comenzó a hablar:

—Allá en aquél puente. Yo me tropecé contigo… y los dos tiramos… un montón de dinero. Claro que me di cuenta de eso. Y después tú comenzaste seguirme… Mi pregunta es…—

—¿Por qué lo hice? No lo sé. —Respondí en ese momento.

—No, no. Lo que quiero saber es… ¿De dónde sacaste todo ese dinero? —Esta pregunta me tomó por sorpresa. Y entonces, él continuó:

—No lo conté, pero parecían ser, no sé… ¿qué, setenta, ochenta mil? —Él calculó la cantidad.

—Ciento veinte. —Contesté entonces, en un tono seco, directo a la cantidad.

—¡Guau! …Y no estoy impresionado de hecho; porque yo tenía mucho más que tú. ¿Pero cómo es que un poni como tú anda por ahí con toda esa plata? —Él finalmente me preguntó, a lo cual yo no respondí de inmediato, ya que me tomó varios segundos asimilar aquella pregunta.

—¿Y qué esperas que te diga? —Yo no tenía idea de a dónde quería ir con todo esto. Pero entonces él simplemente me respondió:

—Sólo la verdad. —Dijo él; completamente calmado, y con una ligera sonrisa en el rostro. Pero entonces yo le respondí:

—Muy bien. Lo robé. ¿Contento? —Dije de una manera impaciente, y un tanto arrogante, con la esperanza de engañar al criminal. Pero solo conseguí hacerlo enojar, ya que su expresión cambió en ese instante.

—No, no lo estoy. Porque eso, no es la verdad. —Dijo con frías palabras, mostrándose un tanto más serio en ese momento. Pero sin darme cuenta de esto, yo insistí con mi ridícula versión:

—Tú no sabes eso. —Le dije, sonando como un sabelotodo. Pero entonces él se levantó, y se abalanzó contra mí.

—¡¿Con quién caballos crees que estás hablando?! ¡Yo te digo que eso es una mentira! —Él estalló en ira repentinamente, y yo casi tengo un vergonzoso accidente con mi vejiga.

—¡Ok, Está bien! ¡Cálmate! —Exclamé, al tiempo que me acurrucaba en el suelo, cubría mi rostro con un casco, e intentaba detenerlo con el otro.

—Entonces, habla. —Dijo entonces él, conteniendo su ira notoriamente.

Yo estaba bastante nervioso en ese momento, pero no iba a correr más riesgos con este criminal. Decidí que sería mejor, si solo le dijera toda la verdad, y acababa con esto de una buena vez.

—Yo, estaba… Yo… iba a arrojarlo al río. ¡Juro que es la verdad! —Y tras decir esto, miré al criminal fijamente, con los ojos abiertos de par en par, emanando miedo por cada poro; pero él no dijo una palabra. Él solo asintió ligeramente con la cabeza.

—Eso, sí lo creo… Pero tú aún no has respondido a mi pregunta.—

—¡Lo acabo de hacer! —Grité con desesperación.

—No. Tú me dijiste lo que planeabas a hacer con el dinero; no de dónde lo sacaste.—

—¡Vamos! ¿Y eso por qué te importa? —Exclamé con gran nerviosismo.

—Yo solo trato de tener una conversación. —Él me respondió, de una manera muy espontánea, y casi civilizada.

—Bueno, lo siento. Pero eso no es de tu incumbencia. —Traté de imponerme ante el criminal, pero tras escuchar mi respuesta, él solo pareció enojarse mucho más que antes, ya que en ese momento, él comenzó a caminar, amenazadora y lentamente hacia mí, haciéndome caminar hacia atrás.

—Escúchame, "amigo". Acabo de perder un gran golpe, ¡por tu culpa! —Y mientras me gritaba, ambos nos acercábamos a la parte trasera del tren, donde la puerta aún seguía abierta.

—Recuerda que fui Yo quien te subió a este tren, y si yo quiero, puedo bajarte de aquí, ahora mismo.— Él me amenazó.

Ahora yo me encontraba peligrosamente cerca del borde posterior; y el tren se estaba moviendo rápido… Creo que él estaba hablando en serio… Terriblemente en serio… No sé por qué lo seguí.

—Yo… yo… ¡Ayer vendí mi casa… y todas mis cosas! —Grité en ese momento.

Y en ese instante el criminal detuvo su avance. Y al darme cuenta de esto, entonces yo continué:

—…Y ¡no tenía a dónde ir, ni dónde poner ese dinero…! ¡Por eso lo estaba llevando conmigo!—

Terminé de hablar, pero mi cuerpo no paraba de temblar. Creo que nunca en mi vida habría confesado tanto acerca de mí si no me hubieran amenazado. En ese momento el criminal parecía realmente sorprendido. Su expresión lo delataba. Y después de unos segundos, él simplemente se dio la vuelta, se alejó caminando unos pasos, y se sentó en uno de los asientos del vagón.

Yo me encontraba aún algo conmocionado y agitado después de aquello. Pero en este momento, sentí que él ya no parecía ser una amenaza.

—¿Me puedo ir ahora? —Le pregunté entonces, con una voz quebrada, rompiendo el completo silencio dentro del vagón; un silencio que únicamente venía acompañado del constante golpetear del tren, que solamente hicieron más incómodos los siguientes instantes en que nadie dijo nada.

—Yo no tenía idea… —Él balbuceó, mirando perdidamente al suelo. Pero yo simplemente traté de ignorarlo, y acercarme hacia la puerta una vez más.

—Ya me voy de aquí. —Le dije entonces, mientras ponía mi casco sobre la manija de la puerta. Pero en ese momento, él exclamó en voz alta:

—No tenía idea… ¡de lo loco que estabas! —Y justo tras oír esto, yo me detuve.

—Quiero decir. Yo solo robé un banco. Pero tú… tú estabas a punto de "finiquitarte" a ti mismo. —Dijo él, en un tono bastante burlón. Entonces yo me di la vuelta.

—¡¿Qué?! ¡Claro que no! —Respondí con enojo, y bastante indignado.

—Ohh, por supuesto que sí. Y yo no puedo creerlo; ¡yo de hecho te salvé, de ti mismo! —Él exclamó entonces, con un poco de ironía, haciéndome perder los estribos.

—¡Eso no es verdad! ¡Porque tú… tú no eres nada más que un psicópata, y me alejaré de ti ahora! —Le grité con fuerte enojo, ya que había sido realmente insultado esta vez.

—No tienes que agradecerme. —Dijo él, en un tono condescendiente.

Entonces me di la vuelta, y me aproximé a la puerta, determinado a alejarme de él y abandonar el vagón de una vez por todas, pero entonces, justo cuando estaba a punto de abrirla, ésta se abrió de repente, y un empleado del tren apareció parado justo frente a mí.

—¡Oh! No sabía que había pasajeros en este vagón. ¿Puedo ver sus boletos? —Nos preguntó entonces. Pero ambos permanecimos en silencio, para luego mirarnos el uno al otro, con la misma tonta expresión. Pero entonces, el criminal comenzó a hablar:

—Sí. Claro… los boletos… Los tenemos, justo… ¡aquí! —Y justo tras decir eso, el criminal se lanzó a través de una de las ventanas del tren, atravesándola en un movimiento intempestivo; entonces se estrelló contra el suelo en el exterior, y rodó sobre las rocas y arbustos junto a las vías del tren. Y en ese instante, yo estaba tan pasmado como el empleado del tren a mi lado, y ambos permanecimos boquiabiertos, contemplando desde la ventana del vagón en movimiento, mientras el criminal desaparecía a la distancia, en medio de una nube de polvo junto al camino.

Momentos más tarde, el tren había llegado a su destino, y solo me tomó un instante el descubrir en dónde me encontraba ahora… Se trataba del Imperio Crystal.


Decidí reescribir la historia, con un formato más cómodo, y capítulos más breves, gracias a los comentarios de un compañero autor.

Next Chapter: El Imperio Estimated time remaining: 0 Minutes
Return to Story Description

Login

Facebook
Login with
Facebook:
FiMFetch