Capítulo 8: Gilda es hábil.

Gilda la grifo esperó pacientemente fuera de la casa de Twilight hasta que la última poni dejó la reunión. Pinkie Pie se había quedado dándole a su amiga ideas de diferentes días festivos que empezar y celebraciones que dar.

"Gracias, Pinkie" dijo Twilight mientras la acompañaba a la puerta. "En serio consideraré hacer del cumpleaños de Gummy un día festivo oficial." Gummy era el lagarto mascota de Pinkie Pie.

"¡Bien!" Dijo Pinkie alegre. "¡Va a estar muy emocionado cuando se lo diga!"

De pronto un sonido extraño comenzó a emitirse del reloj de Pinkie. "¡Tengo que irme, Twilight! ¡Me olvidé de la fiesta de bienvenida en la nueva casa de Berry Punch!" Con esto, Pinkie se fue saltando mientras cantaba una canción.

"¡Oh, el mejor hogar es en donde hay alegría, es en donde tus amigos están!,

¡Así que alegremos este lugar con una fiesta sin finaaal!"

"¡Por fin!" Pensé que esas ponis no se irían nunca." Dijo Gilda, bajando de una nube y aterrizando suavemente frente a Twilight. "¿Una reunión productiva, Twilight?"

"¡Hey! ¿Cómo sabes de la reunión?" Twilight preguntó desconfiada. Se suponía que era secreta.

"Tengo mis métodos." Dijo Gilda, caminando alrededor de Twilight. "Y lo escuché todo. No parece que tus amigas tengan buenas ideas para tu reino…"

"¿Entonces qué, Gilda?" Twilight contestó. "¿Crees que puedes hacerlo mejor?"

"Solo estoy diciendo que si yo, fuera una princesa como tú, no escucharía las sugerencias de nadie. ¡Haría lo que yo quisiera! ¡Todo el reino se trataría sobre mí!" La grifo hizo un sonido parecido al de un ave, y voló hacia las nubes para causar problemas en alguna otra parte.

Twilight ignoró sus palabras. Nadie en su sano juicio escucharía el consejo de Gilda, una bravucona reconocida. Twilight confiaba en sus amigas más que en nadie. ¿Y por qué no lo haría? Ellas habían probado ser honestas y leales.

Pero, por otro lado, ellas no tenían años de estudios mágicos con la Princesa Celestia, como ella. Y sus amigas nunca habían vivido en Canterlot, así que era tonto esperar que supieran algo sobre la realeza.

Twilight volvió a su hogar y miró dentro de un gran cofre azul. Estaba lleno con sus nuevos atuendos y joyas de la coronación. Ninguno parecía ser de ella. Twilight tomó la Tiara de su estuche aterciopelado y la puso sobre su cabeza. Se miró en el espejo. Los blancos diamantes y rojos rubíes brillaban resplandecientes. La tiara la hacía verse un poco más alta.

Tal vez Gilda tenía un punto. Tal vez el secreto del liderazgo era escuchar a tu propio corazón en lugar del de los demás. ¿No fue eso lo que dijo Cadance?

Si ella iba a ser una verdadera princesa, tal vez solo necesitaba empezar a actuar como una.

La búsqueda sin dirección del hechizo del corazón de cristal comenzaba a molestar a Twilight, aunque ella intentaba actuar como una princesa lo mejor que podía. Ella aun no sabía dónde o cómo buscarlo. ¡Se estaba volviendo loca!

Incluso sitia que escuchaba voces, lo cual nunca erq una buena señal. Por ejemplo, esa mañana en el mercado de Ponyville le había preguntado a Cheerilee sobre qué tipo de frutas debería comprar. Cheerilee sugirió Zarzamoras, pero Twilight podía haber jurado que escuchó una voz proveniente de un montón de cajas diciendo "¿A quién le importa lo que a ella le gusta? ¿Qué tipo de fruta quieres tú, Twilight?"

Más tarde, cuando Twilight estaba cuidando de las Cutie Mark Crusaders, -Apple Bloom, Scootaloo y Sweetie Belle- Escuchó la voz de nuevo. Ellas habían estado en el parque de Ponyville, decidiendo qué es lo que iban a hacer por la tarde. Twilight estaba algo frustrada porque ella quería leerle a las potras una historia de uno de sus libros favoritos, pero todo lo que querían hacer era saltar la cuerda. Ella estaba sentada, viéndolas, cuando escuchó la voz de nuevo. "¡Míralas!" Susurró." "Tú sabes lo que es mejor para ellas pero ni siquiera te prestan atención. ¡Tú eres la princesa, por el amor de Celestia!"

Ella miró a su alrededor pero no vio a nadie que pudiera haberlo dicho.

Era extraño. Desde que Gilda había metido la idea en su cabeza sobre como no debería escuchar a sus amigas, Twilight había comenzado a sentir que las opiniones de todos los demás estaban mal. Pero era por Gilda, ¿Verdad?

Twilight decidió trotar por el bosque, esperando aclarar su mente. La calma de los verdes árboles y el silencio eran algo que solía ayudarla a resolver sus problemas.

Sin embargo, ella sólo estuvo sola por unos instantes antes de que un fuerte impacto indicara la presencia de otra, familiar poni rosa.

"¡Ahí estás!" Pinkie grito desde el otro lado del árbol. "¡Te he estado buscando tooodo el día! ¡Quería mostrarte mí increíble plan para las nuevas celebraciones del reino!… ¡Y también jugar, y pasear y comer cupcakes y todas esas cosas súper-geniales!"

"Gracias, Pinkie, pero no es un buen momento," Dijo Twilight tranquilamente. "Estoy algo ocupada, caminando." dijo señalando el camino frente a ella.

"¡Okay! ¿Estarás ocupada en diez minutos?" Preguntó Pinkie, caminando junto a ella, con una gran sonrisa en el rostro.

"Sí." Contestó Twilight. Comenzaba a sentirse frustrada. Ella solo quería estar sola.

"¡Okay! ¿Qué tal en veinte minutos?" Preguntó Pinkie. Ella creía que todo era un juego.

"¡No! Estoy ocupada ahora, estaré ocupada en diez minutos y estaré ocupada en veinte minutos. ¡Estaré ocupada todos los minutos!" Twilight gritó. Su collar comenzaba a apagarse, sus colores revolviéndose. "¿No te das cuenta de que no tengo tiempo para hablar de tus pequeñas, tontas fiestas?"

"¿Qué?" Pinkie Pie se dejó caer, lastimada por el comentario. "Lo siento, Twilight. Yo solo quería ayudar. Supongo que debería dejarte sola e ir a donde alguien me quiera. "

"¡Por fin!" dijo Twilight de manera burlona. "¡Es la mejor idea que has tenido!" Mientras trotaba alejándose, Pinkie comenzó a preguntarse qué es lo que estaba pasando con Twilight Sparkle.

Esta vez, no pensaba que era algo que una fiesta pudiera resolver.